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Un problema claro es que hay una distancia cada vez mayor entre los líderes políticos y la gente
común. Aunque teóricamente, en la democracia representativa los ciudadanos eligen a sus líderes
para que tomen decisiones en su nombre, en la práctica, a menudo los políticos parecen no
entender las preocupaciones diarias de la gente. Esto crea desconfianza y desinterés en la
población.
La era digital ha traído nuevos problemas para la democracia. La propagación de noticias falsas y
la manipulación de la información en internet representan una amenaza para la integridad de las
elecciones y para la formación de opiniones informadas. Aunque las redes sociales conectan a la
gente globalmente, también se usan para difundir información falsa y dividir a la sociedad.
A pesar de estos desafíos, es crucial recordar que la democracia sigue siendo un sistema valioso
que busca proteger los derechos y la libertad de los ciudadanos. La capacidad de la democracia
para adaptarse y evolucionar es clave. Al abordar críticamente los problemas actuales, podemos
trabajar hacia una democracia más fuerte y justa, capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI.