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INTERACTIVA 11

Democracia y futuro

La democracia es un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el


derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Existen tres modelos
principales de democracia:
En las democracias procedimentales, las comunidades políticas proporcionan
mecanismos para que las personas que forman parte de ellas decidan que fines tendrán
y como se procederá para lograr dichos fines. A su vez pueden ser democracias
procedimentales directas, representativas, participativas, delegadas, demarcadas y
mixtas.
En las democracias sustantivas, las comunidades políticas procuran aquello que
se asume que satisfará las preferencias de las personas que forman parte de ellas.
En las democracias mixtas tienen lugar características de las dos anteriores.
Existe una amplia variedad de argumentos a favor de la democracia
procedimental. Es un método práctico para el cambio de las élites gubernamentales,
sirve para ejercer un control sobre quien gobierna, permite desacuerdos evitando
conflictos serios, incluye una participación colectiva y deliberación, evita las guerras,
supone una mayor transparencia y fomenta la virtud ciudadana al formar parte todos
los ciudadanos del proceso de elección.
Sin embargo, contra la democracia representativa existen argumentos en contra
como son los errores que cometen los ciudadanos en la estimación de los medios para
los fines que buscan y la relativa facilidad de manipulación de la población en favor de
las minorías.
Existen también argumentos en contra de la democracia entendida desde
cualquier modelo. Los fines que escogen las personas son cuestionables, la democracia
puede discriminar a quien no forma parte del propio grupo y las mayorías pueden
discriminar a las minorías dentro del mismo. Además, existe una paradoja que sucede
dentro de la democracia, pues la creciente educación en las sociedades actuales no
derivó en democracias de mejor calidad.
Una cuestión de vital relevancia al estudiar la democracia y su funcionamiento
es su posible existencia o desaparición en el futuro. La propia cuestión del futuro es vital
en filosofía política ya que la inmensa mayoría de las personas toma sus decisiones
pensando en el futuro que engloba su vida y poco más, sin preocuparse en como
afectarán sus decisiones en un futuro lejano donde la tierra se encuentre ocupada por
una humanidad completamente renovada. De hecho, es lógico y evidente que las
decisiones tomadas en el presente van a afectar al futuro en gran medida.
Existen numerosos estudios dentro de la filosofía política dedicados a los
posibles riesgos futuros. Una buena forma de medir la seriedad de los riesgos es su valor
esperado, es decir, el resultado de su alcance y la probabilidad de que ocurran. Además,
el alcance de los riesgos sería superior al de las fuentes actuales de sufrimiento como
son las granjas industriales o el sufrimiento de los animales en la naturaleza. En
combinación con una probabilidad bastante alta de que ocurran, los riesgos
probablemente superan al sufrimiento actual en cuanto a sufrimiento esperable. No
obstante, y pese a esta gravedad, pocas personas han trabajado activamente en la
reducción de riesgos, debido a que están basados en consideraciones abstractas sobre
el futuro lejano que no tocan nuestra fibra sensible tan fácilmente. Sin embargo, los
riesgos están ahí, lo que aumenta la necesidad de preocuparse por el futuro.
Una vez expuestas las características positivas y negativas de la democracia y la
relevancia del futuro, es momento de preguntase: ¿tiene futuro la democracia? Existen
numerosas razones y pronósticos futuros para responder negativamente a esta
cuestión.
En primer lugar, el fuerte proceso de globalización actual puede cambiar
próximamente los estados nación por unidades políticas privilegiadas, existiendo un
único poder a nivel mundial. A su vez, los estados nación pueden derivar en sistemas
autoritarios. Los escenarios de conflicto global abiertos actualmente y los que tendrán
lugar en el futuro pueden dar lugar a regímenes militares o feudales donde la opinión
ciudadana no cuente en absoluto.
En segundo lugar, el rápido aumento sin precedentes del poder tecnológico, la
mayor disponibilidad de recursos, la desigualdad y a las diferencias causadas por las
mejoras genéticas pueden dar lugar a oligarquías y a privaciones de poder definitivas.
Cada vez la posesión de dinero es más relevante pues se pueden comprar servicios más
determinantes en la vida humana. Relacionado con el avance tecnológico, la existencia
de las inteligencias artificiales puede hacer posible la acumulación de poder en un único
agente o en una epistocracia radical, es decir, un sistema en el cual sólo pueden ejercer
el derecho a voto por sufragio electoral aquellas personas que tengan cierto
conocimiento sobre ciencias sociales y se encuentren lo menos sesgados posibles.
En tercer lugar y también ligado a los avances tecnológicos, es evidente la
existencia cada vez mayor de mecanismos de manipulación social. Desde ya hace varias
décadas, el periodismo objetivo brilla por su ausencia y la presencia de bulos y fake news
prevalece en la prensa, en la televisión y, sobre todo, en las redes sociales. Además, son
muchos los que abogan por introducir el voto por internet por ser más barato y seguro.
De hecho, en las elecciones presidenciales de EEUU de 2012, en varios estados se ha
podido ejercer el voto por internet. Sin embargo, la seguridad de la red ya ha
demostrado lagunas en numerosas ocasiones y es muy probable que varias personas en
el planeta sepan como violar los mecanismos de seguridad.
En cuarto lugar, cada vez es mayor la influencia de los mercados sobre los
estados y aunque estos últimos traten de intervenir en la economía, muchas veces se
encuentran con las manos atadas por quienes poseen las mayores fortunas. Por esta
misma razón, aunque la población mayoritaria vote para tomar unas medidas concretas,
es posible que estas no puedan realizarse debido a las presiones recibidas por parte de
las grandes corporaciones, las cuales, probablemente, acaben gobernando el mundo. A
su vez, estas empresas también cuentan con los medios e intereses necesarios para
manipular la elección de los votantes.
Por último, es preciso recordar que en la historia tuvieron lugar numerosos
regímenes democráticos que acabaron derivando en totalitarismos. La antigua Grecia
tenia un sistema democrático que derivó en un sistema parlamentario semidemocrático
con el establecimiento de la República romana que terminó en dictadura e imperio.
Desde entonces hasta el siglo XX, salvo escasas excepciones, la democracia desapareció
de la historia.
En conclusión, el peligro del futuro de la democracia es proporcional a la
existencia de dependencia por parte de la población hacia determinados mecanismos.
Actualmente existe una estrecha dependencia con la economía, con Internet y con la
salud. Si alguien aumenta su poder en alguno de estos dos ámbitos, también va a
aumentar su poder de control sobre las decisiones políticas.

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