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TEMA 1
LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRAFICOS.
1) LAS MOTIVACIONES.
2) CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS Y TÉCNICAS DE NAVEGACIÓN.
3) LAS PRIMERAS EXPEDICIONES PORTUGUESAS.
4) CASTILLA, COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.
5) VASCO DE GAMA Y LA LLEGADA A LA INDIA.
6) CONSECUENCIAS MATERIALES Y CULTURALES DE LOS DESCUBRIMIENTOS.
Mapa XXXIII - Signos: 1) Imperio turco; 2) Contornos del mapa de Behaim de 1492; 3)
Rutas continentales del comercio oriental; 4) Id. Marítima.
En las últimas décadas del siglo XV y primeras del siglo XVI se realizó el más
formidable esfuerzo para la ampliación del ecumene. Causas de orden material y moral
contribuyeron a determinar esta tendencia, que iba a llevar a España a la completa
realización de su destino histórico.
Algunas de estas causas son de origen general. En primer término, los incentivos.
A) Económico. La organización económica de la Europa del siglo XV había
desarrollado el espíritu de lucro y con él, el deseo de dominar los mercados y las
especias, el incienso, la seda y el oro, materias básicas del gran comercio de aquella
época. El afán de enriquecerse con rapidez inducía a sustituir a los árabes como
intermediarios del tráfico de mercancías entre Oriente (la India y el país de las Especias) y
Occidente, mucho antes de que los turcos bloquearan en beneficio propio los puestos de
Egipto y de Siria.
B) Al lado del incentivo económico, el religioso; el deseo de alcanzar la fabulosa
tierra del Preste Juan, de encontrar el Paraíso Terrenal y de convertir a los salvajes al
Cristianismo, como reflejo del espíritu de cruzada y de catolicidad del Medioevo.
C) Asimismo, el incentivo de la aventura, despertado por las narraciones de los más
inverosímiles viajes y por los mitos prodigiosos de ignoradas tierras (El Dorado), que son
divulgados por la imprenta y aceptados por la sociedad coetánea.
El hombre del Renacimiento es el sujeto de los descubrimientos, y el motor de
los mismos. El Renacimiento crea un tipo de hombre particular: independiente, libre, de
fuerte personalidad, creador del espíritu de empresa, de la aventura heroica y gloriosa y
del gran capitán al estilo antiguo; que rompe los marcos intelectuales, sociales y
geográficos de la Edad Media; que acepta el peligro por la fama, el renombre y el provecho
personal que pueden reportarle.
Finalmente las posibilidades. Los progresos técnicos (cartografía, construcción
marítima, brújula, bastón de Job) corren parejos con los adelantos en las concepciones
geográficas. El mundo de Tolomeo, geógrafo alejandrino del siglo II, cuyas concepciones
se estudiaban entonces con ahínco, tenía una distribución equivocada de los continentes y
océanos (la prolongación oriental de Asia con la consiguiente "absorción del Pacífico").
Esto permitía fomentar ilusiones sobre nuevas rutas, que la realidad irá destruyendo o
desvirtuando (rutas del Sudeste y del Oeste hacia las Indias). En el gráfico se ha
superpuesto el mapa del cartógrafo alemán Martín Behaim de 1492 a uno de nuestros
días, lo que demuestra que era fácil equivocarse sobre la posibilidad de llegar a la India
por Occidente con más rapidez que por la ruta de Oriente.
Mapa XXXIV
En el mapa se dibujan los viajes de descubrimiento de Cristóbal Colón, verificados
de acuerdo con los siguientes itinerarios:
PRIMER VIAJE (1492-1493): Palos de Moguer, Canarias, travesía del Atlántico,
Guanahaní o San Salvador (descubrimiento de América), Cuba, Haití (Santo Domingo),
Azores, Lisboa, Palos.
SEGUNDO VIAJE (1494-1495): Cádiz, Madera, Canarias, Guadalupe, Marigalante,
Haití, Jamaica, Cuba.
TERCER VIAJE (1498-1499): Sanlúcar, Canarias, Bocas del Orinoco, Trinidad, Costa
de París, Haití.
CUARTO VIAJE (1502-1503): Canarias, Haití, costa de América Central (de
Guatemala al Golfo de Urabá), Jamaica, Haití.
Estos itinerarios revelan la disconformidad del rumbo seguido en el primero y tercer
viajes colombino respecto al natural (llamado rumbo de los alisios), que se utilizó en el
segundo y cuarto. Este hecho responde, en el primer caso, al plan de Colón de cruzar el
Atlántico desde Canarias, siempre al Oeste, hasta las que él llamaba "Islas de los mares
oceánicas", en el segundo caso, se debe a la creencia de que, hacia el Sur, hallaría la
buscada India, cuyas características geográficas y culturales no concordaban con las de
las tierras que hasta entonces había descubierto. Fijemos también otro hecho: Colón no
quiso reconocer que había llegado a un continente nuevo, desconocido de la Geografía
antigua. En su cuarto viaje se empeñó en situar en el litoral de América central los
accidentes que sus lecturas le indicaban en Malasia e Insulindia.
LAS MOTIVACIONES.
La expansión europea –sobre todo atlántica- es uno de los fenómenos más
reseñables de la Baja Edad Media pues es en ella en la que se sientan las bases del que
iba a ser uno de los fenómenos de mayor desarrollo de la Europa Moderna. Simplemente
estableceremos algunas razones que hicieron posible que este fenómeno empezara a
desarrollarse precisamente en este momento:
• El afán por conocer la raíz de las cosas –típicamente humanista– está detrás del
interés por investigar sobre el arte de la navegación (Infante Enrique el
Navegante, de Portugal, con su Escuela de Navegación en Sagres) y por encontrar
rutas nuevas que llevaran a los confines del mundo o, al menos, al mundo
menos conocido.
• Las circunstancias políticas del Lejano Oriente (Pax mongolica) estimularon en
gran medida los deseos de Europa por un mejor conocimiento de nuevas rutas y
posibilidades comerciales, al que incitaba también la fascinación por los productos
venidos del comercio asiático.
• El desarrollo tecnológico, que había generado algunas importantes novedades en
cuestiones referentes a la navegación marítima y que, además, aportaría cada vez
mayor cantidad de conocimientos sobre los interiores africanos y sobre el litoral
atlántico, obra de algunos marineros que con medios inadecuados –las galeras, p.
ej.– se habían adentrado en África.
• La propia situación estratégica y el efervescente desarrollo de los puertos
atlánticos de Castilla y de Portugal, que explican el denominado “privilegio ibérico”
en la denominada expansión europea.
• El desarrollo de los nuevos sentimientos nacionales o pre-nacionales, a veces
empujado por notables crisis dinásticas, hacía que las aventuras por los confines del
mundo fueran ocasiones para legitimar nuevos Estados o para fortalecer débiles
monarquías.
• La propia estructura social bajomedieval en la que las burguesías financieras
buscaban siempre nuevas posibilidades para el enriquecimiento y la gestión
económica.
arte. Otros productos buscados eran el azúcar, las drogas, los tintes,
incienso... que caían bajo la denominación general de especias que no
sólo incluían condimentos (canela, clavo, pimienta) sino también otros
productos raros y exóticos cuya demanda era entonces grande.
b) Motivaciones políticas: España y Portugal eran reinos que se habían
formado en lucha con los países islámicos, que sabían bien del peligro
de los grandes Estados musulmanes de África y el imperio Turco en
expansión. Las expediciones en África son una continuidad de la
Reconquista. En el caso de Portugal impulsado por los soberanos de la
Casa de Avis (sobre todo de Enrique el navegante) y en España por
Isabel la católica.
c) Motivaciones sociales: se manifestaron de diversas formas, siempre
tendentes a incrementar el status social (plebeyos que buscan
riqueza, prestigio, ennoblecimiento, minorías perseguidas en busca de
libertad, etc.).
d) Motivaciones religiosas: al deseo de alejar al Islam se unía también un
vivo interés por ganar tierras nuevas para la fe. Actuando así el espíritu
de cruzada y el espíritu misionero.
e) Motivaciones psicológicas: son todas aquellas suscitadas por el
espíritu de la época del Renacimiento. Sabios y humanistas, deseosos
de comprobar la verdad de los textos antiguos y de estudios
matemáticos y astronómicos que se habían desarrollado en toda Europa.
Asimismo la sed de aventuras de hombres de acción y de peligro que
buscaban desvelar los secretos de un mundo ignoto.
Signos:
2) Territorios poco
conocidos o
desconocidos por el
hombre europeo a
mediados del siglo XV.
TEMA 2
LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA, EL AUGE DEL MUNDO URBANO. LA
SOCIEDAD.
muchos campesinos eran personas relativamente pudientes que con los beneficios sacados de
sus propias tierras podían procurarse otros bienes.
Mortalidad
Llegaba a cotas muy elevadas, con tasas brutas ordinarias del 28 al 38 por mil,
triplicando la actual. En general se sitúa por debajo de la natalidad. Las causas son
las siguientes:
- La propia estructura económica de la época; economía agraria de escaso
desarrollo tecnológico, sujeta a fluctuaciones climáticas y con una
infraestructura muy imperfecta.
- Sociedad con reparto desigual de la riqueza.
- Falta de higiene generalizada, tanto urbana como rural (promiscuidad,
convivencia con bestias, hacinamiento).
- Medicina poco desarrollada.
- Inercia y pasividad de la población ante posibles innovaciones.
- La presencia continua de la muerte provocaba la aceptación pasiva y
resignada de la misma.
- Fortísima mortalidad infantil (próximas al 250 por mil), por alimentación
deficiente, nula atención sanitaria. Generalmente era más débil en el medio
rural y mayor en el medio urbano; caso extremo el de los niños expósitos de
muchas ciudades, con mortalidades del 80 y 90 % antes de los 6 años.
- Pero el hecho más característico del Antiguo Régimen es la aparición
periódica de las denominadas Crisis Demográficas (Guerra, Hambre y
enfermedades epidémicas).
o Las guerras no tanto por su mortalidad directa como por sus
secuelas de hambre, asedios, bandidaje, rapiña, interrupción de la
actividad económica, propagación de enfermedades.
o Los accidentes meteorológicos provocaron enormes crisis
cerealistas, que afectaban más a las zonas interiores, muy
dependientes del cereal. Destaca la sufrida por Finlandia en 1696-97 o
las que sucedieron en Francia en diversos periodos del siglo XVII.
o Sarampión difteria, sífilis, paludismo, tuberculosis o tifus, que le
disputó a la Peste Negra su puesto entre las grandes asesinas de la
historia.
4) LAS CIUDADES
Capitales político-administrativas y ciudades portuarias fueron en general, las
más favorecidas. Su tamaño, no obstante, era relativamente modesto, al menos
para los criterios actuales. Cerca del 80 % de los núcleos urbanos estuvo siempre
entre los 10.000 y los 40.000 habitantes. Algo más de la décima parte, entre 40.000
y 80.000. Y sólo un puñado Londres, París, Nápoles y Sevilla a finales del XVI,
pasaron de los 100.000 Únicamente Londres, a finales del XVIII se acercará al
millón de habitantes.
El ámbito del norte de Italia y los Países Bajos, eran ya por tradición medieval,
un ámbito altamente urbanizado, y continuarán siéndolo ahora. Durante el siglo XVI,
las Penínsulas Ibérica e Itálica concentraron la mitad de la población europea. El
declive experimentado por ambas en el siglo XVII redujo notablemente la
proporción, hasta dejarla en un tercio del total, en beneficio de la Europa nor-
occidental, sobre todo las Islas Británicas (del sexto al tercio de la población total),
mientras que el bloque Francia-Alemania se mantuvo constante en una tercera
parte.
Dentro de los grupos privilegiados, se podría distinguir una alta, una media y
una baja nobleza, así como un alto, medio y bajo clero. En el Estado llano las
diferencias incluso serían más numerosas.
La pertenencia al grupo social del clero no venía determinada por la cuna. El
acceso podía efectuarse tanto desde la nobleza como desde el estado llano. Se
trataba, por lo tanto, de un estamento abierto, utilizado frecuentemente como vía
de promoción social, por encima de la vocación religiosa.
• Para los miembros integrantes de los grupos acomodados y para los
segundones de familias nobles, no llamados a heredar el patrimonio familiar, el
clero representaba una forma de alcanzar un medio de vida y una posición,
con posibilidades de ascender en la carrera eclesiástica.
• En cambio, para los individuos de los estratos sociales más modestos,
suponía un estamento-refugio desde el que se podían eludir las fatigas de la
miseria.
En líneas generales, el alto clero (obispos, arzobispos y canónigos de los
cabildos catedralicios) se nutría de elementos de la aristocracia; el clero medio
(abades de monasterios, párrocos urbanos), de la mediana y baja nobleza y, en
general, de las capas medias de la sociedad; el bajo clero (capellanes, párrocos
rurales y frailes), de las clases más populares.
Características
- Mentalidad económica basada en el espíritu de empresa y el afán racional de
ganancias.
- Concepción diferente de la vida (prudencia reflexiva, el gusto por el orden y
el ahorro, etc.)
- Respeto a los convencionalismos sociales.
- Grupo de composición heterogénea.
- Mantenía con frecuencia aspiraciones aristocráticas.
- Notable grado de diversificación en su seno, con un elevado grado de
movilidad dentro del grupo social
• En los estratos superiores de la burguesía se estaban los grandes
comerciantes, fabricantes y financieros.
• En los estratos medios se encontraban funcionarios, algunos
profesionales y comerciantes de mediana fortuna.
• Finalmente, en los estratos inferiores estaban artesanos prósperos,
funcionarios modestos, tenderos y pequeños comerciantes en
general.
La burguesía en el ámbito mercantil, fue la protagonista del desarrollo
económico europeo y su evolución hacia formas capitalistas. Formaba un grupo que
era experto en el manejo de las complicadas técnicas comerciales y que controlaba
las redes del tráfico internacional de mercancías. Sus inversiones no se limitaron al
ámbito comercial, interesándose en ocasiones por la producción industrial e ideando
formas originales de romper el rígido monopolio gremial sobre las manufactura en el
ámbito urbano.
En el ámbito financiero, los grandes comerciantes al por mayor que
negociaban con su dinero mediante la especulación y el giro de letras de cambio se
dedicaron a la actividad del préstamo de dinero a interés, tanto créditos concedidos
a particulares como al Estado.. A estos grandes financieros del siglo XVI en Historia
Económica, se les denomina “comerciantes banqueros”. Parte de esta burguesía se
ennobleció con la obtención de privilegios reales.
La fusión entre la baja nobleza y la gran burguesía se ve favorecida por enlaces
familiares entre ambos grupos y compra de posesiones agrícolas por parte
burguesa.
La burguesía media está ligada al desarrollo de las profesiones libres ejercidas
por graduados universitarios especialmente en medicina y leyes. Estos trabajos eran
considerados “honorarios”, término que ha llegado hasta nuestros días. Los
monarcas se sirvieron frecuentemente de elementos burgueses para la recaudación
de impuestos. Las profesiones liberales no eran incompatibles con el
ennoblecimiento (sí lo era el ejercicio del comercio). Por ejemplo, en Francia se
inicia la “noblesse de robe“, una nueva nobleza especial vinculada al cargo y
transmisible por herencia.
o La marginalidad social
Se estima que el 10% de la población vivía en condición de pobreza. El
incremento del número de pobres coincidía con las dificultades económicas, que
aunque a veces eran transitorias, podían dejar consecuencias graves.
Durante la segunda mitad del siglo el nivel de vida se deterioró más debido a la
carestía de los productos alimenticios. Afectó a gran parte de la población rural,
jornaleros, pequeños arrendatarios y aparceros, viviendo muchas veces en situación
malnutrición y hacinamiento. La ciudad era también foco de pobreza donde, muchos
asalariados sufrían grandes carencias.
Causas de pobreza
- La muerte o incapacidad del cabeza de familia, principal sustento familiar,
reducía a la mendicidad a ancianos, viudas y enfermos.
- La pérdida de las tierras de los campesinos pobres.
Las instituciones asistenciales religiosas (por ejemplo las órdenes
mendicantes de dominicos y franciscanos), basadas en las ideas caritativas del
cristianismo medieval, resultaban insuficientes para paliar un problema que las
desbordaba por sus dimensiones. Durante el primer tercio del siglo, preocupaba a
las autoridades la cantidad creciente de vagabundos y mendigos, lo que propició
la promulgación de disposiciones por los poderes públicos para tratar de limitar
estas prácticas. Eran medidas represivas que quedaron muchas veces sin efecto
por las dificultades para su aplicación.
Esta política de represión de la mendicidad comenzó en los Países Bajos y
Alemania, coincidente con el discurso humanista sobre la pobreza, afectando a la
mayor parte de la Europa occidental. Moro y Erasmo se manifestaron en contra la
mendicidad. Los reformadores religiosos consideraban el trabajo como un deber,
condenando severamente la pobreza.
Fue muy activa entre 1520 y 1540. Estas normas fueron promulgadas tanto
por poderes centrales, como por autoridades municipales, prohibiendo mendigar y
obligando a trabajar a todos los que no estuvieran físicamente impedidos. Se
institucionalizó y reglamentó la asistencia social con instituciones como:
- “Aumônes generales” (Limosnas generales) o “Bureaux de pauvres”
(Oficinas de pobres) en Francia.
- “Albergues de pobres” y “Montes de piedad” (instituciones que concedían
créditos a las clases populares ) en Italia
- En Inglaterra el Parlamento legisló que cada parroquia se responsabilizase de
sus pobres.
- “Casas de misericordia” en España
La legislación penal contra delincuentes y vagabundos solía ser arbitraria y
selectiva. Las condenas consistían en castigos físicos y trabajos forzados (ej.
condena a galeras, que dependía más de la necesidad de remeros que del delito
cometido)
El bandolerismo fue un fenómeno general en Europa (en especial en el
ámbito mediterráneo), provocado por los hábitos violentos de la vida social y por
enfrentamientos familiares. Eran personas proscritas de su comunidad mediante
un bando. Eran cobijados por grupos privilegiados (nobles y eclesiásticos)
o Revueltas urbanas.
En las ciudades fueron frecuentes las luchas por la participación en el
gobierno municipal. En el siglo XV se produjeron las tradicionales luchas de los
plebeyos contra los supuestos patricios. En Alemania los historiadores hablan
incluso de una supuesta “revolución gremial”, que fortaleció el poder de los
artesanos en los consejos municipales. España conoció dos rebeliones importantes,
de origen urbano de orientación antinobiliaria: las “Comunidades” de Castilla” y las
“Germanías” de Valencia y Mallorca, considerada como un movimiento de
menestrales o artesanos, indican en su denominación el sentimiento de igualdad y
fraternidad.
Estas posibles revoluciones fracasaron y no sólo en España. También en la
Europa central se produjo una reacción patricia, una consolidación de las
oligarquías urbanas y de las profesiones liberales frente a comerciantes y artesanos.
La Edad Moderna, por lo que se refiere a revueltas o movimientos populares,
resultó ser menos “revolucionaria” que la Edad Media, al menos en los últimos
siglos de ésta.
Sin embargo continuaron las tensiones sociales. En las ciudades alemanas del
XVII o incluso en repúblicas como Holanda fueron continuos los movimientos de
ciudadanos contra la oligarquía del Consejo Municipal, aunque la conflictividad se
orientó hacia vías legales y abandonó los cauces violentos.
En el siglo XVIII hubo una creciente conflictividad laboral, a medida que se
producía la concentración de mano de obra en fábricas y factorías. Se formaron
asociaciones obreras que las autoridades intentaban desacreditar como
“combinaciones” en Inglaterra, o como “cábalas” en Francia. Las primitivas acciones
obreras no descartaban acciones violentas e incluso al destrucción de las máquinas,
si consideraban que éstas eran la causa del desempleo. En el ambiente más libre
políticamente de Inglaterra se apelaba a los desfiles y al derecho de petición. La
vuelta a los “viejos tiempos”.
La resistencia a los impuestos daba lugar a una compleja mitología. Rumores
de la imposición de impuestos absurdos sobre artículos básicos, y se esperaba
entonces la vuelta a un mundo sin impuestos, en el cual el soberano se limitaría a
vivir de lo suyo, esto es, de las rentas de su patrimonio real.
En cuanto a los jefes de estas rebeliones, si bien en sus narraciones las
clases privilegiadas los clasificaba como la “hez del pueblo”, en muchos casos las
investigaciones han demostrado que podían ser artesanos y campesinos
acomodados o incluso a la pequeña nobleza, lo que confirma la importancia de las
élites locales en las revueltas dirigidas hacia el exterior. En la ciudad los frailes
podías ser predicadores subversivos, o el bajo clero rural. Antiguos soldados o algún
caballero solían ser elegidos para dirigir los ejércitos espontáneos. Los gremios
podían constituir una fuerza importante como milicias urbanas. Los maestros
artesanos fueron los principales encargados de las revueltas urbanas del siglo XVIII
en Inglaterra.
La mayor parte de los movimientos de revuelta social de la Edad Media
terminaron con la derrota y la represión. John Elliot opina que ningún movimiento
de rebelión podía tener éxitos si no contaba con la inhibición o la simpatía, o la
división de una parte de la minoría dirigente. El momento clave de una revuelta
urbana era aquel en el que las milicias urbanas se negaban a actuar contra los
insurgentes. En general el orden social se mantenía con muy pocas tropas de
policía interior. Era la aceptación de la jerarquía social establecida y los propios
medios de que disponían los privilegiados los que aseguraban la disciplina social. El
creciente monopolio de la violencia por parte del estado, que privó a muchos grupos
privilegiados de sus propias fuerzas armadas, planteó el problema de las luchas
sociales bajo una nueva perspectiva.
TEMA 3
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DE UN MUNDO “AMPLIADO”.
3) LA EXPANSIÓN AGRÍCOLA
El sector agrario es el más importante de la época. Salvo en áreas muy
puntuales, de la producción agraria dependía la bonanza o penuria de las
sociedades del siglo XVI. Son momentos de incremento de la producción agraria en
Europa. El evidente crecimiento de la producción tuvo sus antecedentes en la
segunda mitad del siglo XV. Es un aumento impulsado por la demanda de una
población creciente, con sectores sociales con un mayor nivel de renta, de las
manufacturas en auge y de los propios estados.
La producción agraria tenía como objetivo fundamental proporcionar los
alimentos que asegurasen la subsistencia de la población, aunque no siempre
se conseguía. Con este fin el cultivo de cereales tuvo un especial protagonismo
hasta convertirse en determinadas áreas en un monocultivo. No sólo era el trigo,
también la cebada, el centeno y otros cereales menores, con la aparición a fines
de siglo del maíz, cuyo cultivo será fundamental con posterioridad.
También hubo regiones cuya producción estuvo más diversificada,
quedando por ello un tanto protegida de las incidencias que pudiesen originar las
catástrofes meteorológicas, y en otras se desarrollaron cultivos especializados
dirigidos a satisfacer demandas más concretas.
El incremento de la producción se explica en parte por la extensión del área
cultivada. Hay una importante tarea de recolonización interior intentando ocupar
los vacíos generados por la historia, enfrentándose al reto que suponían las áreas
donde el asentamiento humano planteaba mayores dificultades; una tarea
estimulada por el incremento de la demanda y de los precios agrícolas y en la
que se invirtieron considerables capitales públicos y privados.
La respuesta a la creciente demanda no se hizo exclusivamente por un
incremento de la superficie cultivada, sino también por un aumento de la
productividad del campo. Se llevaron a cabo tareas importantes de desecación,
puesta en regadío, cambios en las rotaciones y en el utillaje, potenciación de
cultivos con una orientación claramente comercial e introducción de otros de
procedencia exótica.
En España existieron tanto los juros, emitidos por el Estado, como los censos
de las municipalidades o también de particulares. Dada la situación financiera
española, con el paso del tiempo las posibilidades de reembolso se desvanecieron
progresivamente y los juros se convirtieron en una de las columnas de la
continuidad económica y social.
El oro africano llevado a Lisboa por los portugueses y, sobre todo, los metales
preciosos americanos importados por los españoles contribuyeron de forma muy
importante a la transformación económica de Europa y al proceso de desarrollo
del capitalismo inicial. La razón de esta realidad fue la dilatación del stock metálico
del Continente y la intensificación de los circuitos de circulación monetaria. El efecto
más evidente de esta nueva situación en el plano de la coyuntura fue un
incremento generalizado del nivel de los precios, lo suficientemente importante
como para ser nítidamente percibido por los observadores coetáneos, que se
manifestaron con preocupación acerca del fenómeno.
TEMA 4
EL IMPERIO
El Sacro Imperio era en 1500 un heterogéneo agregado de territorios con lazos
tan tenues que resulta difícil definir sus límites geográficos. Los historiadores
distinguen entre un Imperio real, que tendría su centro en Alemania, y otro virtual o
teórico, que integraría también a aquellos territorios que tienen algún tipo de
vinculación con el resto de territorio.
• El Imperio real era un puzzle de piezas dispares. Daba cabida a unos treinta
principados –de los que cabe destacar como más importantes el Palatinado,
Alta y Baja Baviera, Würtemberg, Sajonia, Mecklenburgo y
Brandemburgo-, unos cincuenta dominios eclesiásticos, en torno a cien
condados y sesenta ciudades libres, que eran muy abundantes en Renania
y Suabia. Por lo demás, era un mundo rico y bien poblado, aunque turbado
por los problemas sociales y por la vida poco ejemplar de amplios sectores del
clero.
• El Imperio teórico comprendía los Países Bajos, Suiza, Bohemia y el norte
y centro de Italia, pero en unos casos la pertenencia no era más que
recuerdo del pasado y en otros los poderes del emperador se limitaban al
nombramiento de ciertos cargos que apenas superaban la condición de
honoríficos.
El Imperio continuaba rigiéndose por la Bula de Oro de 1356. El Emperador,
llamado rey de romanos, era elegido por los siete electores:
• tres eclesiásticos (los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia)
• y cuatro seglares (el rey de Bohemia, el duque de Sajonia-Wittemberg, el
margrave de Brandemburgo y el conde palatino del Rin).
Una Cancillería áulica presidida por el arzobispo de Maguncia- un Tribunal
Imperial y la Dieta –constituida por los 7 electores, la segunda nobleza y por
representantes de las ciudades más importantes- configuraban todo el aparato
institucional.
No había ejército permanente, ni impuestos fijos, ni funcionarios que hicieran
cumplir las órdenes. El título de emperador era, ante todo, prestigio. La debilidad del
Imperio frente a la fortaleza de los estados explica los avatares de Carlos V con los
príncipes alemanes en la cuestión de la Reforma.
El progresivo fortalecimiento de los poderes regionales hizo más acusada la
fragilidad del césar. Los príncipes practicaron una política de afirmación de su
autoridad, centralización administrativa y articulación del territorio.
Desde 1438 hasta la desaparición del Imperio, el emperador fue siempre un
miembro de la familia de los Habsburgo. Sus estados patrimoniales estaban
constituidos por los cinco condados que se extendían desde Viena hasta el
Adriático: Austria, Estiria, Carintia, Carniola y el Tirol. Se les conocerá como
Habsburgo o Austria por ser este el condado más importante. El primer emperador
TEMA 4. EL ESTADO MODERNO 2
Historia Moderna Universal
EL PAPADO
La formación de los Estados nacionales a base de una cultura autónoma y
de un gobierno autoritario, derivó en garantizar al Estado la fuerza material y
espiritual de la Iglesia, propiciando la intervención de los príncipes en los asuntos
del clero. El Papado retrocede ante este movimiento y llega a acuerdos con los
Estados, en los que se denota la preponderancia del poder laico. De mayor
gravedad aún es la conciencia de autonomía que se desarrolla en los medios
eclesiásticos de ciertos países como Francia e Inglaterra. La debilitación del
Papado se acentúa por sus estrechas relaciones con la cultura laica del
Renacimiento que contagió a la vida espiritual de afanes egoístas y aspiraciones
puramente terrenas. Como resultado de esto el Papado vio minada su situación
privilegiada del Medievo, mientras la alta nobleza se apoderaba de los obispados y
abadías para satisfacer meras necesidades familiares, sin tener en cuenta
3.2.3. DIPLOMACIA
status quo podía ser alterado por un fallecimiento afortunado o por la exhumación de
un antiguo derecho. Las fronteras carecían del carácter lineal y rígido de la
actualidad, aunque los avances de la cartografía e o el desarrollo de las aduanas
contribuyeron a darles más consistencias., Aparte, la dispersión de los dominios
territoriales de muchos o príncipes era algo común.
Durante el Medievo, las relaciones en los pueblos se habían limitado o poco menos,
que a relaciones de vecindad. De repente, con los nuevos descubrimientos
geográficos se ponen en contacto con territorios apenas conocidos o no explorados
(América, África Ecuatorial y Meridional, y extremo Oriente). Pero aunque se
extienden poderosamente las redes de relaciones internacionales siguen contando,
antes que nada los espacios conocidos, y el occidente europeo constituye aun en
centro nervioso de las relaciones entre las monarquías más poderosas.
Otro de los pilares fundamentales del nuevo estado fue el ejercicio de la justicia,
cuya estructura experimentó un proceso similar al de los órganos administrativos. El
punto de partida se encontró en la plenitud jurisdiccional del rey, que provenía de la
TEMA 4. EL ESTADO MODERNO 10
Historia Moderna Universal
Desde principios del siglo XIV, la monarquía francesa estaba regida por leyes
fundamentales, que se reducía a la ley sálica —excluía del trono a las mujeres— y a
la imposibilidad de enajenar el patrimonio territorial el estado y renunciar a la propia
soberanía. A lo largo de la segunda mitad del XV, el rey pudo dominar cada ves
mejor el Grand Conseil —administrador supremo de justicia—. Francisco I
constituyó un consejo más restringido —Conseil des Affaires—.
Simultáneamente , con Enrique VIII, Thomas Cromwell creaba en Inglaterra el Privy
Council.
Algunos autores han considerado a la nobleza del siglo XVII menos protagonista de
las acontecimientos que la del XV o la del XVII, oscurecida por los fuertes poderes
principescos. Hay que matizar esta idea.
Los monarcas adoptaron otra actitud con la nobleza media y baja, ya que se
observa desde un primer momento el interés por promocionarlas en la
administración y la justicia.
Desde mediados del siglo XV todos los proyectos estatales incluyeron a las
respetivas jerarquías eclesiásticas y se preocuparon tanto por la legitimación
religiosa de la autoridad real como por las relaciones con Roma. Pero todo
cambió en la centuria siguiente, cuando la Reforma conmovió Europa. Desde
entonces, los asuntos religiosos cobraron unas dimensiones políticas de nuevo
contenido e inusitada intensidad.
A la Edad moderna pasaron las ciudades y muchas villas medievales con una
amplia tradición de autogobierno. Gobernadas en muchos casos por potentes
oligarquías locales, a veces con la participación de la nobleza y otras muchas con
las de mercaderes y letrados las ciudades aumentaron su importancia
demográfica y monopolizaron gran parte de la actividad económica.
que a sus delegados en las Cortes se les otorgasen plenos poderes para
aprobar las contribuciones fiscales. Las ciudades reclamaban el derecho de
nombrar a sus propios funcionarios y reunirse en las Cortes cuando lo
creyesen oportuno. Los representantes de Carlos V cedieron ante la nobleza y
recibieron a cambio el apoyo armado que derrotaron a los comuneros
fácilmente en abril de 1521. Más tarde, cuando Carlos V trató de poner un
impuesto a los nobles, éstos se negaron a aceptarlo (1538) y el monarca se
abstuvo de convocar a la nobleza a las Cortes de Castilla, aunque siguieron
fieles al soberano y éste les reservó gran parte de los cargos administrativos y
eclesiásticos. Pero la derrota de los Comuneros no significó el fin de la
autonomía urbana, que mediante el control de las Cortes en las
negociaciones del aumento de los tributos.
o En Italia la importancia política de las ciudades fue enorme. Aquí, las
ciudades italianas, con una larga tradición medieval, se opusieron a las
tentaciones absolutistas de las familias poderosas.
o En el Imperio, determinadas ciudades, por su poderío económico y político,
mantuvieron una virtual independencia respecto al Imperio.
o En el este europeo, la escasez y pequeña importancia de los núcleos
urbanos impidieron a los burgueses participar en los acontecimientos
políticos
Sobre los núcleos más pequeños, igualmente con su propio régimen municipal y sus
privilegios locales el Estado articuló una doble red en el sentido de:
eran coto reservado para los grupos urbanos. Apoyadas en su valor simbólico y
también en su poder para sancionar nuevos impuestos, el príncipe juraba ante
ellas el acatamiento a los principios tradicionales del reino-sus leyes y sus
libertades.
Estado, ni tan siquiera una monarquía centralizada. Solamente fue una unidad
jurídica, con escasa cohesión material y espiritual, y con fuertes enfrentamientos
en el interior peninsular y en el marco europeo. En este último, la progresiva
tendencia a la creación de estados nacionales, la ruptura religiosa entre
católicos y protestantes, y la constante amenaza del Imperio otomano, fueron
otros tantos obstáculos insalvables para el triunfo del proyecto imperial.
Durante las décadas que quedan de siglo será Felipe II que detente el poder y la
supremacía en Europa, gracias a sus inmensas posesiones. Pese a cierta
continuidad con la obra política de su padre, imbuido de la Republica Christiana,
Felipe II no pretende en ningún momento convertirse en el Campeón de la
Contrarreforma en Europa. Cierto que comparte el anhelo de restaurar la unidad
religiosa y de erradicar al protestantismo, tarea que lleva concienzudamente en
el seno de sus estados, pero el objetivo de su reinado será, antes que todo, el
mantenimiento de la Monarquía Católica- integridad en sus territorios y seguridad
en sus comunicaciones, frente a los enemigos que la amenazan. Los grandes
conflictos de la primera mitad del siglo XVI van agotándose a medida que van
cayendo o sucumbiendo sus protagonistas.
inicia una lenta decadencia que desde le punto de vista político implicó la
aristocratización de su élite. Los Estados Pontificios respondieron a un modelo
especial entre la autoridad espiritual del papa y el dominio señorial de diversas
familias aristocráticas romanas.
La ideología renacentista planteó una nueva visión del político y de los fines a
que debía tender sus obras. Uno de los más sagaces tratadistas de todas las
épocas fue Nicolás Maquiavelo (1469-1527), que vivió uno de los momentos más
interesantes de la política de su patria, Florencia, y de Italia entera, actuando
activamente desde 1498 a 1512 como secretario del Consejo de los Diez.
Tras ser destituido de su cargo por los Medici, Maquiavelo escribe El Príncipe
(1513), sus “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” (1519), de los que se
desprende una política de gobierno y una teoría sobre la vida. Descubre al
hombre como una fuerza de la Naturaleza cuyo dinamismo se traduce en
acciones dignas de ser consideradas por el valor que tienen como
acontecimiento y experiencia. Maquiavelo pudo plantear el problema político en
el ámbito histórico y convertir la política en una ciencia empírica. Sentó los
principios de la secularización radical de la política y de la moral.
Bodino (Jean Bodin, Angers, 1529 - † Laón, 1596) fue un destacado intelectual
francés que desarrolló sus ideas en los campos de la filosofía, el derecho, la ciencia
política y la economía. Sus aportes a la teoría del Estado, en particular mediante el
concepto de soberanía, han sido de gran importancia para la modernidad y
conservan en gran medida valor.
Ahora bien, el soberano debe respetar las leyes divinas, a la Iglesia y el bien de
la sociedad. Si no lo hace, es legítimo desobedecerle, si bien se opone al
tiranicidio. Solo aceptar el tiranicidio cuando el gobernante es un usurpador. Dios es
el fundamento de la razón y de la naturaleza. Y luego los Hombres se ponen de
acuerdo para buscar una autoridad. Por tanto Dios no es fundamento del Estado
de modo directo, aunque sí de modo indirecto. Por ello el Estado no ha de estar
determinado por la Iglesia, pero sí ha de respetarla. Existen diversas formas
posibles de gobierno:
Hay una monarquía tiránica, en la que el rey gobierna sin tener en cuenta las
leyes naturales, y la monarquía no tiránica en la que los reyes obedecen las leyes
de la naturaleza y los súbditos las leyes del rey. Ese tipo de monarquía es el ideal
para Bodin. El Rey debe tener todo el poder en sus manos (absolutismo) y todo
debe de estar bajo el soberano, quien no se equivoca. Todos deben obedecerle
(absolutismo) Además el Rey es el Estado.
En relación con las guerras de religión en Francia, los protestantes, primero, y los
católicos después, intentan justificar su rebelión contra el poder legítimo, basada
en antiguas referencias, escriturarias o históricas. Este gran movimiento dio lugar a
innumerables libelos, a eruditos tratados y a largas controversias. Cualquiera que
fuera el partido, los autores empleaban las mismas armas:
Los escritos políticos plantean también el problema del tiranicidio. Si bien todos
están de acuerdo en considerar que el poder procedes de Dios, las actitudes
divergen sobre la actitud que hay que tener frente al mal ejercicio de la autoridad
legítima, en particular cuando se cuestionan los “derechos de Dios”. Teodoro de
Beza rechazaba las rebeliones particulares,, pero los protestantes, después de San
Bartolomé parecen aceptar la rebelión colectiva, dirigida por los demás poderes
del Estado. Los miembros de la Liga iban más lejos, reconociendo la legitimidad
del tiranicidio cuando “el pueblo” rechazaba al soberano; este no es más que una
persona particular, privada de la protección divina. Estos ideales inspiran los
atentados católicos al Rey Enrique IV y a Rabaillac en 1610.
TEMA 5
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO
3.1. El Renacimiento.
En el inconsciente personal, la palabra Renacimiento evoca una pletórica
recreación de la Antigüedad clásica en literatura, pensamiento, arte, actitudes
y comportamientos en lugares y tiempos concretos, particularmente de Italia. El
Renacimiento forma parte de las periodizaciones estructurales, que han diseñado
etapas definidas y caracterizadas para la cultura, la filosofía, las mentalidades, la
expresión artística y los estilos de vida.
Si queremos aplicar el término con este matiz de cultura de época debemos
situarlo entre el siglo XIV y mediados del siglo XVI. Sus creaciones deberán
vincularse a minorías urbanas en contrapunto con mayorías asentadas en la
tradición medieval. Hay que distinguir entre los conceptos de Renacimiento y
Humanismo.
• El primero es más amplio y tiende a abarcar la diversidad de perspectivas
y actitudes vitales.
• Mientras que el de Humanismo se refiere más directamente al resurgir de
las letras clásicas antiguas y de los valores culturales a que dieron origen.
En líneas generales, el interés por el Renacimiento como cultura de época se
inicia a mediados del siglo XIX, tras una etapa de admiración medieval propia del
romanticismo. El autor más significativo será Jakob Burckhardt. En el primer cuarto
del siglo XX los medievalistas tienden a rechazar las fáciles contraposiciones entre
Edad Media y Renacimiento. Hay autores que remontan un primer renacimiento
a la etapa de Carlomagno (siglo VIII), con sus logros artísticos y literarios.
Asimismo, eruditos como E. Gilson niegan originalidad a la filosofía
renacentista. Por otro lado, frente a Burckhardt, que había centrado el verdadero
Renacimiento en Italia, fue configurándose la conciencia de un Renacimiento
nórdico, no paganizante sino cristiano, una de cuyas figuras más significativas sería
Erasmo. Con todo, la fecundidad evidente del Renacimiento italiano contaba a su
favor con el sustrato cultural e incluso material de la vieja Romanidad, mientras que
tradiciones culturales distintas en otros países europeos podrían ofrecer ciertas
resistencias y reelaboraciones.
TEMA 5. LA CULTURA DEL RENACIMIENTO 6
Historia Moderna Universal
Entre los autores de finales del siglo XX, Peter Burke ha subrayado la
necesidad de considerar el Renacimiento no como un período concreto, sino
como una dinámica expansiva en amplio contexto.
En cuanto al Renacimiento español, ya desde el siglo XIX no fue reconocido
por la historiografía alemana dependiente de Burckhardt. A su pretendida
existencia se oponían las raíces judías y musulmanas de la Península, así como
la leyenda negra sobre la Inquisición de Felipe II y la Contrarreforma. No obstante,
la historiografía liberal lo reivindicó, si bien acortando su duración en el tiempo.
3.2. El Humanismo.
El Humanismo, con su nueva vivencia y actitud ante el mundo, intentará
liberarse de los constreñimientos ascéticos y religiosos propios de la cultura
eclesiástica de la Edad Media. Comportaba una revalorización de la nobleza de lo
humano propiamente dicho, sus valores y capacidades, así como una apuesta de
inserción en la “ciudad terrena”. Conviene precisar que no se produjo una
contraposición entre Antigüedad y Cristianismo, sino intentos de concordia y
síntesis, como los de Nicolás de Cusa (1401-1464) o Pico della Mirandola (1463-
1494). Los clásicos grecorromanos se convierten en modelos universales, que
deben ser incorporados a la herencia cristiana. No hay que olvidar que “armonía” y
“unidad” serán referencias clave de la cosmovisión humanista.
El Humanismo, al tiempo que por su interés erudito en las letras clásicas y la
filología, debe entenderse como un nuevo modo de vivir, que subraya la
inserción del hombre en el mundo, la actitud estética, la ética y la cortesía
social. Se busca conciliar acción y contemplación, al tiempo que un ideal de
hombre completo y polivalente. Por ello, otros rasgos importantes de la actitud
humanista serán la “virtus”, la preocupación por la fama, y el “amor” como
progresiva transposición de niveles hacia la belleza en sí. Al mismo tiempo, en el
Humanismo se percibe un sentido aristocrático, minoritario, de jerarquías
intelectuales o de círculos de iniciados.
Estos postulados adquirieron una evidente expresión en las artes plásticas,
con sus ideales de proporción y armonía. En general, los artistas plásticos
italianos tenderán a idealizar y a expresar arquetípicamente lo humano, en una
especie de sacralización de lo bello. Es el sereno equilibrio del espíritu clásico que
caracterizará al primer Renacimiento.
El Humanismo también se verá estimulado y favorecido por la nueva “cultura
de la imprenta”. En su actitud con respecto a los poderes, los humanistas también
se volvieron hacia los clásicos. El modelo lo constituía el ciudadano activo e
independiente de una república. Se trataba de un humanismo civil, con ecos en
las ciudades libres de Italia o de Alemania. El mismo Erasmo era partidario de las
repúblicas y se mostraba crítico con los príncipes.
Cabe referirse ahora a los cauces por los que se produjo la difusión cultural
anteriormente considerada.
• En primer lugar, los viajes y visitas a la península italiana de peregrinos,
comerciantes, soldados, diplomáticos, universitarios especializados...
• Notable fue también la emigración contraria, hacia territorios europeos, de
humanistas y artistas italianos, sobre todo entre 1430 y 1520, y con fuerte
intensidad a finales del cuatrocientos. La emigración y la acogida se
favorecieron por la escasez de humanistas autóctonos, situación que fue
atenuándose con el tiempo, al recibir formación clásica las nuevas
generaciones.
• La imprenta de tipos móviles fundidos no fue inventada hasta la década de
1440 por el alemán de Maguncia Juan Guttenberg. Por ello, no ejerció
influencia en los inicios del Renacimiento; pero sí, y de forma muy acusada,
en su difusión. La imprenta puso en relación el proyecto de recrear la
Antigüedad con la posibilidad pública e individual de disponer de ediciones
impresas y circulantes de los autores clásicos. De este modo, la difusión
de los libros pudo ampliar los minoritarios círculos de humanistas de
transmisión oral, como la primitiva Academia platónica de Florencia.
• Junto a los libros, no conviene olvidar tampoco el desarrollo del género
epistolar en la difusión del Humanismo. Aumenta considerablemente la
escritura de cartas, muchas veces uno de los pocos procedimientos de
intercambio y relación entre amigos y eruditos. Y lo hace con piezas atildadas,
cultas, redactadas en elegante latín, que muchas veces terminan llegando a
las imprentas.
• También se produjo una expansión de las instituciones universitarias a lo
largo del siglo XVI en Europa. Hay que señalar dos causas principales. Por un
lado, los conflictos religiosos y las controversias confesionales entre católicos
y protestantes, que multiplicaron las universidades y las convirtieron en
baluartes ideológicos enfrentados.
• Por otro lado, la necesidad política de los nuevos Estados y Monarquías de
estructurarse a través de una burocracia jurídica y administrativa eficiente,
formada en el derecho romano impartido en las universidades tradicionales.
4.1. Arte.
Los intentos entusiastas de imitar a los antiguos alcanzaron a las artes
plásticas. En arquitectura, la recuperación de las formas clásicas se estimulaba
por la existencia de ruinas y edificios en muchas de las principales ciudades
italianas, señaladamente en Roma. Entre los arquitectos destacados cabe referirse
al florentino Filippo Brunelleschi (1377-1446) y a Donato Bramante (1444-1514).
• Brunelleschi restaura la proporción, los ritmos, simetrías y formas puras de
los antiguos. Al tiempo, introdujo el uso formal de la cúpula al concebir en
1420 un doble cascarón complejo que rematara la catedral de Santa María dei
Fiori en la misma Florencia.
• Por su parte, Bramante realiza en 1502 el templete de San Pietro in
Montorio de Roma, síntesis y expresión del lenguaje arquitectónico más
clásico.
La recreación artística de la Antigüedad alcanza también a la escultura. El
coleccionismo de obras originales se extiende entre los magnates, papas, príncipes
y eruditos. Y estas colecciones incitan a la imitación de los temas: bustos,
representaciones mitológicas, héroes y jinetes. Donatello (1386-1466) será el
escultor de mayor personalidad en este período, al recuperar el estilo y gravedad de
la estatuaria clásica en obras como el David o el Condottiero Gattamelata.
A comienzos del siglo XVI el lenguaje clásico en las artes visuales alcanzó su
apogeo. Se afirma la potencia escultórica de Miguel Ángel (1475-1564). Entre sus
obras destacan el David, el Moisés o la Capilla de los Médicis en Florencia. Por
último, León Leoni (1509-1590), quien realizó una importante serie de retratos de
los Habsburgos españoles, entre los que destaca el bronce de Carlos V
dominando al Furor.
Más dificultades encontraron los artistas con la pintura, ya que los restos
antiguos conservados eran escasos. Para la imitación hubo que recurrir a
descripciones literarias, o a la transposición de poses escultóricas. Es así
como se estimuló el retrato como género independiente. Y, en esta búsqueda,
terminaron por descubrirse en el cuatrocientos las leyes de la perspectiva lineal.
Un fuerte interés por la perspectiva pictórica se encuentra en Paolo Uccello
(1397-1475). Andrea Mantegna (1431-1506) desarrolla la espacialidad. Piero della
TEMA 5. LA CULTURA DEL RENACIMIENTO 11
Historia Moderna Universal
ERASMO DE ROTTERDAM
La historiografía tradicional ha venido señalando la existencia
de dos renacimientos humanistas: el italiano, más
paganizante, y otro nórdico, vinculado con las figuras de
Erasmo y Vives. El Humanismo nortealpino estuvo más
comprometido con las letras sagradas y, en este sentido,
puede caracterizársele como un “Humanismo cristiano”. Es decir,
en el norte de Europa el movimiento humanista tendió a
coincidir con un esfuerzo generalizado de reforma de la Iglesia,
y esto antes y después de Lutero. Por el contrario, en Italia el
Renacimiento presenta aspectos de mayor preocupación
formalista y estética.
El modelo del humanista del Norte es Desiderio Erasmo, que vivió entre 1469
y 1536. Viajó por una Europa sin fronteras, al calor de sus preocupaciones
eruditas y de las posibilidades de una cosmopolita república de las letras. Por
señalar algún año, podemos elegir 1516 como significativo de la influencia de
Erasmo en toda Europa: en España, Cisneros pretende asociarle a los trabajos de
la Políglota de Alcalá; y en Roma el Papa León X aceptará su dedicatoria del
Nuevo Testamento.
Entre las obras de Erasmo destacan Los Adagios (1500), proverbios clásicos
glosados, con diversas ediciones, añadidos y revisiones continuas. Esta obra se
convirtió en referencia común para el acercamiento a la Antigüedad clásica. En
1503 publicaba en Lovaina el Manual del caballero cristiano: en ella expone sus
ideas en torno a un humanismo cristiano de talante laico y liberal. De 1516 data la
edición bilingüe del Nuevo Testamento. Erasmo dedicó buena parte de su tiempo
a la crítica textual y a la edición de Padres de la Iglesia, como Atanasio,
Crisóstomo, Jerónimo y Orígenes. En 1524 lanzó contra el pesimismo luterano
todo un manifiesto del optimismo humanista, Del libre albedrío (De libero arbitrio),
al que Lutero contestaría con el airado Del albedrío esclavo (De servo arbitrio).
Erasmo no fue un hombre de acción, sino de pensamiento. Se nos presenta
siempre como una inteligencia con capacidad de ironía, ambiguo, insinuante y
sofisticado. Independiente, indeciso y complejo, sus matices templados le alejan de
cualquier extremismo simplificador. Trató de armonizar la fe cristiana con el mundo
de la Antigüedad clásica en la línea de un Humanismo cristiano. Pretendía una
religiosidad depurada, abierta a todos los estados, preocupada por los aspectos
morales y lejana de rituales excesivos y demasiado externos. Su posición resulta
cristocéntrica y evangélica, con críticas a la escolástica, al monacato formal y a las
supersticiones populares. Nunca rompió sus lazos con las jerarquías eclesiásticas
establecidas, pues como él mismo dijo “soportaba a la Iglesia”.
La muerte de Erasmo en 1536 supone una fecha simbólica tras la que el
Renacimiento cosmopolita, conciliador y pacifista va dando paso a las divisiones
confesionales y religiosas de la segunda mitad del quinientos. La tercera vía
erasmiana cedió en el Norte ante el Protestantismo radical, que le acusó de
cobarde, y fue desbordada en el Sur por la reafirmación de aspectos tradicionales
del Catolicismo.
LUIS VIVES
Otra figura singular será Juan Luis Vives, nacido en Valencia
en 1492, de padres judío-conversos. Vives publicó hasta 50
obras, con perspectivas diversas, que lo caracterizan como
humanista cristiano, filósofo antiescolástico, filólogo,
educador y pedagogo, antropólogo, y reformador social.
Consideró que la formación humanista exigía toda una nueva pedagogía que
evitara los excesos de la dialéctica, y la delineó en su obra De las Disciplinas.
Más partidario de la observación empírica que de la lógica o de la metafísica, la
aplicó a la antropología psicológica en su descripción de fenómenos como la
inteligencia, la memoria, la voluntad o las pasiones en su Tratado del alma.
Vives escribió también sobre cuestiones morales, sociales, políticas y de piedad.
Conviene no perder de vista la conflictiva y difícil trayectoria biográfica de Vives:
• Rechazo social en su patria valenciana por su entorno judeo-converso;
• actitud discorde con el nominalismo parisino;
• desconfianza hacia las atmósferas culturales españolas y, en
concreto, Alcalá; destierro de la Corte inglesa;
• aislamiento progresivo; la propia sospecha en que cayeron algunas de
sus obras;
• la continua precariedad material y económica;
• e, incluso, los achaques y enfermedades recurrentes.
Vives, además de todo ello, no poseía un temperamento combativo, sino una
sensibilidad sentimental que intentaba asumir las circunstancias.
Desde el retiro de Brujas, Vives asiste impotente a un cerco continuo de
persecuciones y desencantos que nos ponen de manifiesto la progresiva
disolución del Renacimiento clásico. Hacia 1529, las continuas guerras en Europa le
mantenían sumido en el desánimo. Las situaciones se agravarían. En 1534 moría el
arzobispo de Toledo, Alonso de Fonseca, y se desataba una persecución de sus
amigos humanistas en Inglaterra y España. Los amigos eramistas de Vives van
siendo yugulados. La supervivencia era posible en medio de los desgarros de unos
tiempos crispados, pero al precio del repliegue.
6.2. Técnica
Frente al desarrollo relativo de la actividad científica, se generalizaron durante el
Renacimiento las aplicaciones e invenciones técnicas, que venían
desarrollándose desde la Baja Edad Media. Aparece la peculiar figura del
ingeniero-artista, un hombre que poseía al tiempo práctica de oficio, curiosidad y
sensibilidad estética. El ejemplo más conocido es Leonardo da Vinci (1452-1519).
Las innovaciones técnicas tuvieron lugar en diversos ámbitos: en el arte de la
guerra; en todo lo relacionado con la náutica y la navegación; en la arquitectura y
edificación; en el aprovechamiento energético del agua y del viento; en la minería
y la metalurgia; en la medida del tiempo.
Las técnicas de guerra, la ingeniería y la arquitectura militar tuvieron una
notable expansión y, muchas veces, marchaban en vanguardia de las
innovaciones. Hacia 1450 habían aparecido las armas de fuego individuales.
Junto a los Artes de navegar, se fue consolidando una nueva cartografía,
estimulada por los descubrimientos geográficos.
Finalmente, los inventos alcanzaron a los objetos de uso cotidiano. Por
ejemplo, los lentes para subsanar los defectos de la vista, que se generalizaron
desde el siglo XIV. O bien la reducción de los aparatos cronométricos
mecánicos a tamaños manejables, lo que posibilitó la difusión de los relojes e
influyó en que la vida renacentista asumiera ritmos más medidos y racionales.
TEMA 6
LA RUPTURA DE LA CRISTIANDAD
INTRODUCCIÓN. LA REFORMA.
La Reforma atrajo principalmente a las clases en ascenso, sobre todo en las zonas
anglosajonas, desde comerciantes y burgueses hasta artesanos y cuantos habían llegado al
gobierno de las comunidades ciudadanas. A principios del Siglo XVI muchos reclamaban una
profunda reforma de la Iglesia, pretendiendo el retorno a la doctrina primitiva, pero manteniendo la
unidad y la continuidad en la fe. Sin embargo, los “reformados” o “evangélicos”, como ellos
mismos se denominaron, iniciaron cambios profundos que provocaron la ruptura con Roma.
Dentro de la “Reforma” (término usado desde el Siglo XIX para englobar los movimientos que
formaron las nuevas iglesias) se distinguen: “luteranos”, tachados de “protestantes”, “zwinglianos”,
“anabaptistas”, “anglicanos” y “calvinistas”.
Todo el siglo XVI fue una sucesión de reformas y contrarreformas en varias etapas.
Hasta 1540 se confió en que las nuevas propuestas se recondujeran. El fracaso del Concilio de
Ratisbona (1541) y la convocatoria del Concilio de Trento (1545) demostraron que la
reunificación era imposible. En estas fechas, la Reforma de Lutero había calado en el centro y
norte de Europa.
Desde 1560, la reacción católica y una segunda Reforma (Calvinismo) provocaron guerras
de religión en los Países Bajos, Francia y el Imperio.
En cualquier caso, creció el poder de las autoridades sobre las respectivas iglesias. Por
ejemplo, los reyes de España controlaron la fe, con lo que esto implicaba de dominio social y
cultural, a través de la Inquisición. Esta institución aseguraba la sumisión del episcopado y el
beneficio de los diezmos y otras rentas eclesiásticas.
El calendario multiplicó los días festivos puesto que había que satisfacer la
demanda de la propia Iglesia, de las ciudades que van tomando su conciencia de
tales por la identidad colectiva que le proporcionaban los santos, de las órdenes
religiosas y su prestigio, de los gremios con sus patronos, de las instituciones…
Hubo reducciones pensadas como remedio para obreros que no cimbraban los
jornales de ocio como las decretadas a mediados del XVIII por Benedicto XIV. No
obstante el cambio sólo llegaría cuando se fuera imponiendo la mentalidad de los
ilustrados, obsesionados por le trabajo, por la utilidad, e irreconciliables con la fiesta.
El espacio, en las sociedades inmóviles como las del Antiguo Régimen, era
variado en su percepción y a tenor de las situaciones urbanas o rurales,
profesionales y religiosas. Desde la Edad Media, numerosas comunidades,
conventos, monasterios, tenían su propio microcosmos que tenían poco que ver
con el común.
Estas presencias son uno de los signos más elocuentes de la convivencia entre
cielo y tierra, de la interpenetración de lo natural y lo sobrenatural. Se creía en la
presencia de demonios, mayores y menores, brujas. Estas fueron condenadas
tanto en la Europa católica como protestante y su persecución dio lugar a episodios
oscuros de matanzas colectivas (en España paradójicamente no, por la presencia
de la Inquisición). Los demonios eran uno de los integrantes fundamentales de la
imaginaria popular, alimentada por la cultura oral y relaciones de todo tipo (imprenta,
artes plásticas).
Hay que insistir en dos muertes estereotipadas; la del santo y la del réprobo.
Las segundas fueron inventadas y esgrimidas como arma de combate, en contraste
con las primeras, con estereotipos más perdurables (“olor de santidad”, luces,
cuerpos flexibles) y que fueron utilizadas incluso por los protestantes (muerte de
Calvino o Lutero).
Se ha hablado de los malos ejemplos de los Papas; Venus (Alejandro VI), Marte
(Julio II) y Palas Atenea (León X), de la escasa preparación y comportamiento poco
edificantes del alto y bajo clero o de los abusos de las indulgencias. Pero más
decisivo aún fue la falta general de claridad dogmática. El campo del error y la
verdad no estaba suficientemente deslindado. Lutero pensaba aún en permanecer
en el seno de la Iglesia después de calificar al papa de Anticristo, y en 1530, en la
“Confesión de Augsburgo”, Melachton quería hacer creer que no había
contradicción alguna con la Iglesia Romana, y sólo diferencias de opinión respecto a
algunos abusos. La incertidumbre era particularmente grande en torno a la idea de
la Iglesia. Por culpa del Cisma de Occidente, no era universalmente claro que el
papado fuera parte esencial de la Iglesia. Al no poder afirmarse quien era el legítimo
Papa, se dejó de pensar en ello y la gente se fue acostumbrando a pasar sin Papa.
La reforma protestante recibió fuerte impulso del hecho de que, para muchos,
Lutero traía sólo la ansiada reforma, sin advertir que ponía en tela de juicio
doctrinas esenciales de la Iglesia.
2.1. Causas de la Reforma.
La Reforma no apareció en una cristiandad en la que se hubiera debilitado el
sentimiento religioso, sino por el contrario, en un mundo en el que se crecían las
exigencias espirituales, ya fueran del clero o de la masa de los fieles. Lo que crea el
régimen favorable para dudar de la Fe tradicional es la crisis de la espiritualidad
medieval y la impotencia de la Iglesia para superarla.
• En primer lugar hay que tener en cuenta el clima de inquietud religiosa que
caracteriza el fin de la Edad Media; la exigencia natural de salvación choca
con la más clara conciencia del pecado y sus consecuencias, reforzada con el
espectáculo de los desordenes y las desgracias de la cristiandad.
• A esta inquietud solitaria, la devoción tradicional no puede dar más que
respuestas insatisfactorias. Dios está demasiado lejos y es demasiado terrible.
Así pues se buscan otros abogados; la Virgen, los Santos. Es el auge de los
escapularios, las peregrinaciones, se multiplican las misas, indulgencias y
plegarias. El peligro mayor es la tendencia religiosa hacia el formalismo y la
superstición; el de un desplazamiento de la fe en Cristo a las criaturas; el de
un desarrollo de una mentalidad contable, que suma el debe y el haber. Y por
añadidura, estas prácticas piadosas no dan la seguridad interior de la
salvación. Lutero lo experimenta mejor que nadie. La angustia de la salvación,
la aspiración general a una certidumbre apoyada en la autoridad de Dios, es
un elemento fundamental de la crisis.
• También la élite intelectual experimenta este desasosiego. Se ve reforzado
por el triunfo universitario del nominalismo de Ockham; al separar
radicalmente el terreno de la revelación y el de la razón humana, afirma la
imposibilidad de conocer a Dios y la inutilidad de los esfuerzos para
comprender sus designios. La religión no es más que una serie de verdades
proclamadas autoritariamente y recibidas pasivamente, de ritos impuestos e
ininteligibles.
TEMA 6 LA RUPTURA DE LA CRISTIANDAD 6
Historia Moderna Universal
3.6. El anglicanismo
El anglicanismo se suele asociar a la voluntad el rey Enrique VIII en realidad,
Inglaterra evolucionó desde el Cisma de 1534, a través de problemas sucesorios y
alianzas con el apoyo del parlamento, hasta la afirmación plena en 1559 de una
particular iglesia protestante.
“Bloody Mary”). Tras esta acción, el pueblo inglés apoyó el anglicanismo como un
modelo de resistencia nacional frente a la tiranía papista.
El largo gobierno de Isabel I permitió la afirmación paulatina del
Anglicanismo, auque condicionado por las circunstancias: era hija de Ana Bolena
y cabeza de los perseguidos por María Tudor, mantuvo tensas relaciones con
España. En 1559 el Parlamento restableció las leyes derogadas por Maria I, con
influencias calvinistas.
Excomulgada por Pío V, aumentó la presión sobre los católicos, que en su
mayoría optaron por compatibilizar su fe y su fidelidad política.
Los disidentes que pretendían una profundización de la Reforma (Puritanos)
fueron vigilados y perseguidos. La reina se negó a suprimir el episcopado, soporte
de su poder. En 1603, la “Iglesia Católica de Inglaterra”, como se denominó
oficialmente, mantenía un credo básicamente católico, salvo en la eclesiología.
TEMA 7.
• el antagonismo hispano-francés,
• la defensa de la Europa central frente a la expansión turca en el ámbito
danubiano y de sus aliados norteafricanos en el Mediterráneo,
• y las pugnas entre católicos y protestantes en Alemania, una vez iniciada la
reforma luterana.
Este gráfico presenta el desarrollo territorial del Imperio de los turcos otomanos
desde su nacimiento en el noroeste de Asia Menor hasta constituir un extenso
bloque en el Mediterráneo, Próximo Oriente, Balcanes, países danubianos y mar
Negro. Las etapas de tal expansión se indican con distintos colores hasta alcanzar
el límite máximo. En primer lugar, los sultanes otomanos se aseguraron un núcleo
central en Asia Menor, con sede en Bursa y una cabeza de puente en Europa con
Gallipoli. La segunda etapa, correspondiente a la segunda mitad del siglo XIV, se
caracteriza por el dominio de Tesalia, Macedonia, Bulgaria, meseta de Anatolia y
litoral occidental de Asia Menor. Después de un período de estancamiento, la
conquista otomana adquiere gran vuelo con Mohamed II, quien toma
Constantinopla, sujeta Morea, conquista Servia, Albania y Bosnia, avasalla Valaquia
y Crimea, en Europa y se adueña del Caramán y Trapezunte en Asia. Los
soberanos de la primera mitad del siglo XVI son grandes conquistadores.
Los turcos, que procedían de Asia Central y habían sido en parte islamizados
desde el siglo XI, ya habían fundado un primer imperio en Anatolia (con capital en
Konya), el de los selyúcidas, destruido a finales del siglo XIII por Gengis Khan.
Una de las pequeñas dinastías formadas tras el colapso de los selyúcidas, la de
los otomanos se convirtió en dirigente de los luchadores de la fe contra el imperio
bizantino, donde irrumpieron en el siglo XIV, apoderándose de buena parte de Asia
Menor y los Balcanes, así como de Tracia, estableciendo su capital en
Adrianópolis, llamada a partir de entonces Edirne.
• Tenían acceso a vastos bosques del Mar Negro y por tanto a madera y a
muelles abandonados.
• Gracias a ello este imperio turco terrestre se convirtió en una gran potencia
marítima y comenzó a amenazar las rutas del comercio occidental en el
Mediterráneo oriental.
Entre 1494 y 1516 Italia va a ser el gran escenario de los principales conflictos
europeos: su glorioso pasado, su esplendoroso presente, y, sobre todo, su
fragmentación política, convierte a la Península Italiana en un campo abonado
para las rivalidades entre los grandes príncipes, en un botín tentador que anima
empresas de conquista y de dominio. La costumbre contraída por los príncipes
italianos de buscar la ayuda francesa, el rápido desarrollo de los reinos españoles
como potencia mediterránea o la soberanía imperial sobre la Italia del centro y norte
constituyen el caldo de cultivo ideal para las intervenciones extranjeras.
Francia, que manifiesta tempranamente tendencias expansionistas tanto hacia
Italia como hacia los Países Bajos - las dos regiones más fuertemente
industrializadas y donde concurren las principales rutas comerciales europeas que
ponen en comunicación el mediterráneo y el mar del Norte- llevará durante años la
iniciativa bélica. Pero sus pretensiones chocarán, por un lado, con la Casa de
Aragón, que le disputa el centro de la cuenca occidental del mediterráneo, y, por
otro, con el Imperio, que desea mantener un cierto protectorado en el norte italiano.
La debilidad política y militar de los distintos estados Italianos les llevo con
frecuencia a demandar la intervención de potencias extranjeras que no dudaron
demasiado en hacerlo. Carlos VIII de Francia, convencido de disponer derechos
sobre el ducado de Milán, tras la batalla de Novara (1500) arrebato Milán a sus
poseedores los Sforza.
La lucha por la hegemonía en la península Italiana se centró en dos ámbitos: el
Milanesado y Nápoles. En 1500 Luis XII , dueño ya de Milán, firmo con Fernando
el Católico el pacto secreto de Granada en el que ambas potencias acordaron
conquistar y repartirse Nápoles, pero las discrepancias sobre la delimitación de las
respectivas zonas motivo que los aliados rompieran pronto su acuerdo inicial. A
mediados de 1502 estallo un nuevo conflicto hispano-francés.
• Las milicias populares eran más baratas y planteaban menos problemas que
los soldados mercenarios, pero carecían de la profesionalidad y el temple de
aquellos en situaciones de combate.
• Las de los mercenarios a sueldo constituían la fuerza más importante, sobre
todo si eran veteranos, destacando la de Alemania, Suiza y Valonia. Pero a
cambio eran díscolas y exigentes, por que eran dadas al amotinamiento si no
eran pagadas puntualmente.
Los años que transcurren desde las primeras guerras de Italia hasta las de los
Países Bajos fueron más decisivos en la evolución de la artes de la guerra que en
los sucesivos hasta el siglo XVIII. Época de cambios importantes – se habla incluso
de “revolución militar”- pero también época de transición: distintas armas y distintas
técnicas, viejas y nuevas.
Ya en las primeras Guerras de Italia, los ejércitos españoles comenzaron a
ganar fama en Europa. El contingente más esencial, la infantería, estaba compuesta
de arcabuceros y mosqueteros (que desplazaban a arqueros y ballesteros). La
infantería era apoyada por dos tipos de caballería, pesada y ligera. La artillería
ligera, capaz de seguir con facilidad la marcha de los ejércitos, fue haciéndose cada
vez más importante, con eficacia demostrada en el sitio de plazas -lo que obligó a
un reforzamiento de las fortificaciones. Sólo la falta de unificación de los tipos y
calibres podía dificultar el aprovisionamiento de munición.
La estrategia militar, sin embargo, sufrió menores variaciones. Continuó
predominando la guerra de desgaste. Las grandes batallas, de resultado incierto,
eran rehuídas. La guerra se hizo más lenta y consiguientemente más cara. Nuevas
armas, mayores efectivos y problemas de avituallamiento hicieron subir
progresivamente el coste de las campañas, por lo que sólo los príncipes con un
fuerte respaldo hacendístico podían permitirse conflictos prolongados.
Respecto a la marina, todavía en el siglo XVI la guerra en el mar solía ser una
contienda no entre estados, sino entre súbditos, no entre marinas reales, sino entre
corsarios y mercantes armados. La guerra en el mar seguía vinculada
estrechamente al comercio, y existía una práctica indiferenciación entre buques
mercantes y buques armados, sobre todo en el Atlántico. Los navíos reales
significaban una pequeña proporción de los ejércitos en tiempos de guerra (al igual
que en tierra). Sólo dos potencias, el Imperio Otomano y Venecia, disponían de
una poderosa flota de guerra permanente.
España, volcada tanto al Mediterráneo como al Atlántico, se constituyó a
primeros de siglo como una poderosísima potencia naval, estimulando la
construcción de grandes navíos de combate susceptibles de armarse o incluso
llegando a la requisa de barcos. En la segunda mitad del XVI, Felipe II se vio
obligado a gastar una gran suma en el mantenimiento de una poderosa flota de
galeras en el Mediterráneo y el fracaso de la Armada Invencible hizo que se
incrementase el número de buques reales para hacer frente a los conflictos del
Atlántico.
El peso de la opinión pública fue siempre pequeño, pero no por eso los
príncipes renunciaban a presentar sus conflictos armados como “guerras justas”.
Únicamente hubo algunos pequeños avances jurídicos del derecho internacional y
pocos fueron los avances humanitarios para detener el derramamiento de sangre;
tierra quemada, pillaje, rescates, hambre y enfermedades. Y aunque la práctica de
la “buena guerra” fue defendida por algunos, los avances solían ir seguidos de
retrocesos, como ocurrió en las Guerras de religión, cuya fuerte carga emocional las
hizo aún más crueles y violentas.
TEMA 9.
Por otra parte, los actos de bandolerismo disperso eran por aquellos años algo
endémico, de modo que no puede afirmarse que Carlos VII, a pesar de sus éxitos y
esfuerzos, culminara la obra de reconstrucción de la grande monarchie de France,
ya que aquello fue obra de su hijo y rebelde heredero, Luis XI.
Al morir Luis XI en 1483 su hijo Carlos VIII era todavía un muchacho. Durante
nueve años gobernó Ana de Beaujeau con gran energía, sabiendo mantener la
autoridad real frente a la presión de los Estados Generales. En 1492 inició Carlos
VIII su reinado personal. Contrahecho y mediocre, de escasa inteligencia, se rodeó
de consejeros que excitaron sus ilusiones caballerescas. Casó en 1491 con Ana,
duquesa de Bretaña, asegurando el poder en este territorio.
Luis XII (1498-1515) sucedió a su sobrino Carlos VIII muerto sin hijos. A pesar
de su mediocre personalidad, supo mantener la situación hasta su muerte en 1510,
gracias al apoyo de su ministro Lorge de Amboise.
Luis, que desde 1476 estaba casado con Juana de Valois, mujer poco femenina y
deforme, hija de Luis XI, consiguió del Papa la anulación de este matrimonio para
casarse con Ana de Bretaña, viuda de su antecesor Carlos VIII. De este matrimonio
nació Claudia, esposa del presunto heredero del reino, Francisco de Valois, conde
de Angulema, primo de Luis XI, que inauguraba la dinastía Valois-Angulema.
Los juristas de la época que se mostraban favorables al poder absoluto del rey
comenzaron a diseñar los derechos reales: regalías o privilegios del rey. Estos
derechos comenzaron a ser
llamados de “soberanía”
Instituciones:
Política exterior
Entre 1536-1538 y entre 1542-1544 tuvieron lugar otra serie de guerras contra
Carlos V, que finalizaron con la Paz de Crepy en 1544 por la que Francisco I
abandonaba Nápoles y Sicilia y renunciando a Flandes y Artois.
Política religiosa.
Para Livet, las guerras son un conflicto entre dos ideologías, pero no hemos de perder de
vista el contexto económico-social (demografía catastrófica hasta 1580, estancamiento de la
producción, el peso de la guerra, paso de los ejércitos, asedios, saqueos, etc) la inflación
generada por la guerra, desorden monetario, descenso de la actividad artesanal. La masa
popular tiene por tanto sus propias reivindicaciones sociales (el diezmo, disminución de la Taille) y
otros políticos (convocatoria de los Estados Generales cada tres años...)
En 1594 Enrique IV pudo entrar en París tras la conversión real, la suspensión del
parlamento de París y la abjuración de Saint-Denis. Una vez conseguida la unidad nacional, la
guerra con España prosiguió hasta 1598, fecha del Tratado de Vervins. Se
establece la paz interior y exterior, pero aún era necesario asegurar las posiciones y la
estabilidad. Para ello se otorga el Edicto de Nantes en 1598 que establecerá una
política de tolerancia que durará hasta 1685. Se establece el culto católico en todo
el reino y se da libertad de conciencia a los reformados y regula su culto. A
continuación Enrique IV se dedicará a reconstruir de nuevo su reino.
El temor de estos les llevó a volver a tomar las armas e intentar capturar a
Catalina y al rey, para lo que se apoyaron en un fuerte contingente de protestantes
alemanes. La segunda guerra fue breve ante los recelos de Catalina de una
intervención española, se forzó un acuerdo que establecía el “statu quo” y aproximó
a la regente al sector católico.
Los católicos se reunieron en una Liga y forzaron a Enrique III a iniciar la sexta
guerra (1576-1577) que acabó con una tregua menos favorable a los protestantes.
Siguieron unos años confusos, que sumieron a Francia en el caos. La Liga católica
revivió en 1584 para imponer sus candidatos a la sucesión al trono de Francia.
Contaba con el importante apoyo de Felipe II que necesitaba mantener una
dinastía católica que no apoyara a los protestantes flamencos. Presionado por la
Liga, Enrique III revocó todos los edictos de tolerancia religiosa y declaró proscrita la
herejía protestante.
EL RESTABECIMIENTO DE LA PAZ.
La paz exterior cos España se consigue con el Tratado de Vervins, tras dos
años de guerra (1595-1597) y agotamiento mutuo. A este tratado no le sigue
ninguna alianza matrimonial contrariamente a lo acostumbrado en la época.
Igualmente se establecen tratados con Carlos Manuel de Saboya en Lyon (1595).
La obra política del rey Enrique IV aparece en todos sus aspectos como la
recuperación de la tradición de los Valois. Su éxito atestigua la habilidad del
soberano, el cansancio de os espíritus y la aspiración al orden, así como la
persistencia a lo largo de todos los conflictos de una mentalidad favorable a la
autoridad soberana y a la organización del Estado.
LA RESTAURACIÓN MATERIAL.
Tabla de contenidos
Al ser los reyes demasiado jóvenes para reinar, distintos campos políticos
tratan de imponerse para controlar el poder real. Tres son los grandes clanes
familiares que se enfrentarán:
Carlos IX El duque de
Alba
Luis de
Requesens
Don Juan de
Austria
Enrique III
Alejandro
Farnesio
Peter Ernst von
Mansfeld
Enrique IV
El archiduque
Ernesto
El conde de
Fuentes
Los
archiduques Felipe III
Las guerras de religión en Francia dependen mucho del contexto europeo. Esto
es especialmente significativo en el caso de los Países Bajos españoles en los que
los disturbios políticos y religiosos se acentúan a partir de 1566. La guerra en
Flandes repercute automáticamente en los conflictos franceses y viceversa.
También el rey de Francia recurre a ejércitos extranjeros para restablecer su
autoridad. Recurre a tropas suizas e italianas, enviadas por el Papa. Ambos
bandos recurren a los reiters alemanes. Los españoles también utilizan tropas
flamencas.
El año 1561 representa el apogeo del protestantismo en Francia. Hay unos dos
millones de protestantes en France. Los católicos están cada vez más irritados. Se
multiplican los actos violentos en todo el país. Los dos partidos se arman. A
principios de 1562, la catástrofe se presagia. El 17 de enero de 1562, Catalina de
Medicis promulga el edicto de enero que es una auténtica revolución, ya que
consagra la libertad de conciencia y la libertad de culto para los protestantes,
siempre que éstos restituyan los lugares de culto de los que se habían apoderado.
La tolerancia civil instaurada por la reina producirá el efecto contrario al que se
buscaba.
El conflicto
Tras cuatro años de paz, el reino se encuentra otra vez al borde del conflicto
armado. El reinicio de las hostilidades en 1567 tiene tres razones:
La ascensión del joven príncipe despertó los recelos del ambicioso Condé,
quién dejó la corte para hacer patente su disconformidad.
La Liga inicia la Sexta Guerra, que concluye con la Paz de Bergerac del 17 de
septiembre de 1577 y con el edicto de Poitiers del 8 de octubre, que confirma la
Paz de Bergerac y restringe las condiciones del culto protestante.
Esta Guerra, declarada por una minoría protestante, fue una de las más breves
y menos seguidas. Terminó entre la indiferencia general con la toma de Cahors por
parte de Enrique de Navarra y la paz de Fleix (cerca de Bergerac), el 26 de
noviembre de 1580 que prorrogaba seis años los privilegios de las plazas de
seguridad protestantes. Esta guerra también se llamó de los Enamorados por las
intrigas galantes que se produjeron. El protestante Enrique de Navarra (futuro
Enrique IV) y su esposa Margarita de Valois (la reina Margot) llevaron una alegre
vida en Nérac en medio de una corte frívola.
TEMA 10
Parlamento aprobó entre otras leyes, el “Acta de Supremacía” (el rey era la única y
suprema cabeza de la Iglesia de Inglaterra). Esta ruptura fue política, no religiosa,
provocando:
- Persecuciones y ejecuciones (entre ellas, el proceso y muerte del humanista
Tomás Moro).
- Supresión de monasterios, conventos, cofradías, poniendo en manos del rey
enormes propiedades, lo que generó la adhesión de nobles y clérigos.
- Revuelta del campesinado, descontento al perder derechos de uso colectivo
por el cerramiento de las tierras.
Enrique VIII, apoyado por el Parlamento reguló la doctrina y la liturgia con
calculada ambigüedad: aunque rebelde a Roma, seguía siendo anti-protestante. Las
primeras normas (la Confesión de los Diez Artículos, 1536 y el Libro de los Obispos,
1537) establecían: supremacía de la escritura, liturgia en inglés, celibato sacerdotal
voluntario y prohibición de indulgencias y reliquias.
Normas posteriores (Acta de los Seis Artículos, 1539 y Libro del Rey, 1543),
volvieron a ritos católicos tradicionales, entre ellas el celibato obligatorio y la
transustanciación eucarística.
La Reforma en Inglaterra, cuyo origen político es muy claro, tuvo consecuencias
transcendentales en todos los órdenes. Reforzó la autoridad del Parlamento, al que
Enrique VIII tuvo que acudir para que refrendaran sus decisiones. Además el rey
contó con instrumentos como la Secretaría de Estado desempeñada por Cromwell, y
la Cámara Estrellada.
La confiscación de los bienes de los monasterios convirtió a la Corona inglesa
en una gran propietaria. Con estas tierras Enrique VIII creó una nueva aristocracia
cliente de la Corona, que desempeño los cargos más importantes y fue el soporte de
la monarquía. Por otra parte su victoria contra los nobles católicos del norte en la
sublevación popular de 1536, le liberó de un problema en esta región. Esa nueva
aristocracia menos rural, junto a gentilhombres y caballeros, se interesaba por la
industria pañera y por el comercio exterior.
El Parlamento, con sus dos cámaras, la de los Comunes y la de los Lores, era
una pieza clave de la política inglesa. En la época isabelina se consideraba que la
soberanía residía en la unión del rey y el Parlamento. Las tensiones entre ambos
poderes no eran, por tanto, una lucha por la soberanía, sino que se centraban en
enfoques distintos de la política. El consenso que caracterizó el periodo no excluye
momentos de tensión.
Otra de las razones de la tranquilidad del reinado está en la evolución de la
política internacional. Isabel no tenía aspiraciones expansivas en el exterior y
manejó con prudencia la intervención inglesa en los conflictos de la época. La
principal amenaza a comienzos del reinado provenía de los vínculos familiares entre
Francia y Escocia, pero el mutuo temor a la hegemonía francesa aproximó
inicialmente los intereses de Isabel y de Felipe II, lo que unido a la crisis de la
monarquía Valois otorgó a la Reina un tiempo precioso para consolidar su poder.
Una hábil propaganda la presentó como una heroica y virtuosa defensora de la
verdadera fe frente al papismo.
5.2. La decadencia de la aristocracia.
Teniendo en cuenta las luchas de facciones que tuvieron lugar tras la muerte de
Enrique VIII y con la ambición que habían mostrado señores feudatarios como el
Duque de Somerset o el de Northumberland, que habían llevado la política tras el
nombre de Eduardo VI, la nueva reina no se preocupó de frenar la decadencia
económica en la que la nobleza había entrado con la subida de precios y la pérdida
de ganancias.
Si no hizo nada por ellos aquí, tampoco favoreció la aparición de nuevos pares,
limitándose a reemplazar a las familias extinguidas. En todo su reinado sólo dos
familias alcanzaron tal dignidad de nuevas. Los nobles se empobrecían en un país
que se enriquecía por momentos. Para mantener a raya a la aristocracia sólo tuvo
que dejar fluir el curso de la economía y reducir sus favores.
Por otra parte reaccionó muy duramente contra la rebelión nobiliar. Sólo tuvo
lugar una de importancia, entre 1569 y 1570, la del Norte, donde las familias nobles
eran todas católicas y antiguas, a las que los campesinos consideraban sus señores
naturales. Es la llamada “rebelión de los condes”, con inspiración eminentemente
religiosa. Los señores de Durham, Northumberland, Westmorland y Cumberland
idearon un plan para sacar a María Estuardo de su prisión inglesa y colocarla como
sucesora de Isabel, que no tenía hijos y reestablecer en el futuro el catolicismo y
recuperar las posiciones de poder que ocupaban hasta el reinado de Enrique VIII. Al
ser descubiertos fueron llamados por la justicia y rehusaron su presencia,
levantándose en armas. La rebelión fue aplastada con más de 700 ejecuciones y las
tierras de estos nobles confiscadas y repartidas por la reina, que nunca subió a
pares a familias del norte. Para terminar el dominio de la nobleza, los reyes sin
corona de Lancashire terminaron por desaparecer en su línea masculina en 1594 y
sus terrenos en manos de la corona. Y ya en 1601 el favorito de la reina cae en
desgracia y procura una revuelta en Londres contra la reina, fue ejecutado en la
Torre.
5.4. El Parlamento.
Con la aristocracia terrenal en franco retroceso y la espiritual, los obispos,
adictos a la corona desde al menos 1563-70, el control del absolutismo quedaba en
manos de los Comunes. Estos estaban mejor preparados para ejercer sus cargos,
con estudios universitarios o tras pasar por la escuela de Derecho. Hasta el final del
reinado no se puede hablar de una oposición contundente a la política real. Además
la reina no estaba obligada a convocar el Parlamento y no le era necesario para la
creación de leyes. Por eso fue convocado en 13 ocasiones durante todo el reinado.
Las protestas no existieron porque los integrantes de los Comunes eran parte de la
gentry, en posición ascendente y contentos con la política regia.
TEMA 11.
OTROS ESTADOS EUROPEOS:
2.1. La Italia de las señorías y las repúblicas. Debilidad política de Italia. Las
invasiones.
En el transcurso del siglo XIV la fragmentación de Italia había llegado a un cantonalismo
extremo. Durante la centuria siguiente, paralelamente a la formación y auge del Renacimiento, se
produce la reducción de las infinitas soberanías italianas a unos cuantos Estados. Éstos, con
ligeras modificaciones, compondrán el panorama territorial de la Península en la Edad Moderna.
• El Imperio real era un puzzle de piezas dispares. Daba cabida a unos treinta
principados –de los que cabe destacar como más importantes el Palatinado,
Alta y Baja Baviera, Würtemberg, Sajonia, Mecklenburgo y
Brandemburgo-, unos cincuenta dominios eclesiásticos, en torno a cien
condados y sesenta ciudades libres, que eran muy abundantes en Renania
y Suabia. Por lo demás, era un mundo rico y bien poblado, aunque turbado
por los problemas sociales y por la vida poco ejemplar de amplios sectores del
clero.
El Occidente de Europa, que desde el siglo XIII había carecido de cohesión política, se halla
sometido en la primera mitad del siglo XVI a dos fuerzas de signo contrario: la imperial encarnada
en Carlos V de Alemania y I de España, y la particularista, de carácter nacional en Francisco I
de Francia y religioso en los principales alemanes. En el gráfico se expresan las bases
territoriales de la política del emperador.
Carlos V, en efecto,
recibió una cuádruple
herencia: de su abuelo
paterno, Maximiliano, las
posesiones de la casa de
Austria en Alemania
(Austria, Estiria, Carintia,
Carniola, Tirol y Sundgau,
aparte de otros territorios
menores y derechos sobre
el ducado de Milán); de su
abuela paterna, María, los
territorios de Borgoña, a
saber: Holanda, Flandes,
Artois, Brabante,
Luxemburgo, el Franco
Condado, y el ducado de
Borgoña (éste con litigio
con Francia); de su abuelo
materno, Fernando de
Aragón, Aragón, Valencia, Cataluña, Baleares, Cerdeña, Sicilia, y Nápoles, más algunas plazas
africanas; y de su abuela materna, Isabel, Castilla, Navarra, Granada, varias plazas del litoral
marroquí, Canarias y los nuevos territorios americanos.
CARLOS V
A la muerte de Maximiliano, fue elegido emperador en 1519 su nieto Carlos
(Carlos V). Pero fue preciso comprar el voto de los electores, lo que gravaría las
finanzas castellanas en los decenios siguientes. Además, en política exterior y de
justicia se vio obligado a contar con los electores de la Dieta. Como su abuelo,
Carlos intentó sin éxito encontrar una fórmula capaz de conciliar el gobierno del
Imperio con el de sus estados austríacos. Para hacer frente a su absentismo, creó
un Consejo de Regencia en la Dieta de Worms en 1521. Nombró a su hermano
Fernando representante permanente en el Imperio, y le cedió por el tratado de
Bruselas de 1522 los territorios austríacos de los Habsburgo. Poco después
Fernando sería nombrado rey de Bohemia y Hungría.
La estabilidad social y el orden político se vieron convulsionados por la doctrina
de Lutero. Con sus escritos sobre los campesinos de 1525 se ganó definitivamente
a un sector de los príncipes, que vieron además en su doctrina sobre la autoridad
del príncipe un medio de acentuar su poder. Los intentos de Carlos V por frenar o
erradicar la doctrina luterana terminaron en un rotundo fracaso. La paz de
Augsburgo de 1555 sancionó la existencia de las dos religiones –luterana y
católica- y admitió la secularización de los bienes eclesiásticos anterior a 1552.
En 1555-1556, cuando Carlos V decide retirarse del mundo, dejó sus estados
patrimoniales a su hijo Felipe II y los asuntos del Imperio a su hermano Fernando, a
quien en 1558 cedió la corona imperial. Durante los reinados de Fernando I (1558-
1564) y de Maximiliano II (1564- 1576), el Imperio todavía mantuvo cierta entidad
para quedar reducido después a un término sin apenas contenido.
Sin un poder central fuerte, Hungría quedó a merced de la nobleza, que plasmó
su posición hegemónica en las instituciones. En Bohemia, la evolución fue
semejante. La nobleza se aprovechó de la debilidad del nuevo rey para adueñarse
del poder. Hungría y Bohemia eran en realidad repúblicas aristocráticas como
Polonia. Los nobles se autoproclamaron depositarios del poder político. Se
atribuyeron la condición de que sólo ellos eran libres y el resto de la población eran
siervos. Pronto los campesinos fueron sometidos a servidumbre.
La muerte de Ladislao dejó el trono en la persona de Luis, un niño de 10 años.
La anarquía dominó en ambos territorios durante año. En estas circunstancias, poco
se podía hacer frente al avance de los poderosos otomanos. En 1490, cuando
Ladislao es elegido rey de Hungría, el Imperio turco ha llevado sus límites hasta
Serbia. El reinado de Ladislao fue relativamente tranquilo. Desde sus enclaves de
Serbia y Bosnia, los otomanos lanzaron distintas incursiones sobre territorio
húngaro, pero fueron contenidos por los defensores de las fronteras.
DINAMARCA
Durante este tiempo, Dinamarca conoció un notable desarrollo. El triunfo del luteranismo a
partir de 1536 permitió el reparto de las tierras de la Iglesia. La corona danesa disponía de muchos
más recursos económicos lo que le daba un mayor poder. La nobleza formaba una sociedad
cerrada. Monopolizaba los cargos administrativos y utilizaba su hegemónica posición para
someter al campesino. Dinamarca y especialmente su monarquía contará con otro recurso
económico excepcional: el peaje del Sund, que proporcionaba ingresos cuantiosos. Todo ello
permite a la monarquía disponer de un potencial excepcional que utilizará en crear una
administración central y su funcionariado, en organizar la navegación creando un código
marítimo y en engrandecer sus ciudades. Federico II pudo con sus barones controlar Noruega,
cuya autonomía fue respetada. En 1593, cuando Cristián IV empieza su reinado, Dinamarca se
ha convertido en la primera potencia del norte.
SUECIA
Suecia había protagonizado varias revueltas con el propósito de romper la Unión de
Kalmar. De los tres socios, los suecos nunca se habían sentido identificados con la unión.
La torpe política de Cristián II favoreció sus propósitos de romper con un statu quo con el que
nunca habían estado de acuerdo. En 1523, la Dieta de Sneugnäss reconoció rey de Suecia a
Gustavo Vasa, aunque no pudo consolidarse en el poder hasta 1527. Pero aun entonces no lo
tuvo fácil. Durante unos años debió hacer frente a los partidarios de Cristián II y a otra serie de
rebeliones protagonizadas por la aristocracia, el campesinado y el clero. Sólo después de
1532 pudo empezar a desarrollar su plan de gobierno. Creó una administración central
mientras hacía sentir la presencia real en las provincias a través de representantes enviados
desde la corte. Entre sus mayores éxitos debe apuntarse el haber conseguido que la Dieta de
Orebro otorgase en 1544 la condición de hereditaria a su monarquía. Impulsó la Reforma
protestante, que le permitió quedarse con las tierras de la Iglesia. La importancia de la nobleza
era, como en el resto de Europa, incuestionable, pero la burguesía desempeñaba su papel y los
campesinos se habían mostrado agresivos en la defensa de sus derechos.
Durante el siglo XVI Suecia experimentó un notable crecimiento económico y tuvo una
presencia cada vez mayor en el comercio exterior con la exportación de hierro, cobre, mantequilla
y pieles. Los descendientes de Gustavo Vasa practicaron una política exterior tan ambiciosa
que hipotecaron durante años el futuro de la monarquía y de la propia Suecia.
un único soberano y una misma Dieta. Suecia se une a Polonia, recuperan gran parte de los
territorios ocupados por Polonia en Lituania y en 1578 derrotan totalmente a las tropas de Iván IV
en venden. Iván IV reconoce su derrota y renuncia a sus proyectos sobre Estonia y Livonia,
firmando armisticios con Polonia (1582, Yam Zapolski) y Suecia (Narva, 1583). Esto supone
para Rusia la renuncia durante más de un siglo a la estrecha ventana que había conseguido abrir
sobre el Báltico.
LA DINAMARCA ABSOLUTISTA
Desde 1397 existía la Unión de Kalmar que englobaba a los Reinos de
Dinamarca, Suecia y Noruega, aunque cada país mantenía su autonomía. Se
trataba de un contrato de asociación entre la monarquía y las noblezas de los tres
países, siendo la monarquía danesa la cabeza dirigente de la asociación. El dominio
danés no se aceptaba con agrado en Noruega. En Suecia, el descontento era
mayor.
A comienzos del siglo XVI, con la llegada al poder de Cristián II (1513-1523),
cuñado del emperador Carlos V intentó fortalecer su autoridad y formar un Estado
centralizado y con tendencia absolutista, de características similares al que se
estaba formando por las grandes potencias occidentales.
En 1521 se rompió definitivamente está unión cuando el rey Cristián II invadió
Suecia proclamándose allí también rey. La “Matanza de Estocolmo” o el “Baño de
sangre de Estocolmo” provocó una sublevación general y el fin de la unión, siendo
finalmente destronado por la nobleza danesa, desligándose Suecia de Dinamarca y
Noruega.
La protesta se extendió igualmente a Dinamarca, aprovechando la nobleza
danesa para destronarlo, eligiendo rey a su tío Federico I (1523-1533). También fue
reconocido rey de Noruega, renunciando a reinar sobre Suecia. Gobernó de
acuerdo con la nobleza. A su muerte se produjo un enfrentamiento entre el rey
destronado Cristián II, y el hijo de Federico I, el futuro Cristián III, con el apoyo de
suecos, nobleza danesa y fuerzas de los ducados de Holstein y Schleswig, de
burgueses conectados con el comercio internacional y campesinos de Jutlandia en
rebelión contra sus señores
• Cristián III (1537-1559) impuso el luteranismo en Dinamarca (1536), lo que
aparejo la secularización de los bienes eclesiásticos, repartiéndose entre el rey
y los nobles.
• Durante su reinado y el de su sucesor Federico II (1559-1595) Dinamarca
conoció un notable desarrollo convirtiéndose en una de las potencias de la
Europa septentrional.
La nobleza formaba un grupo cerrado, monopolizando cargos administrativos y
sometiendo al campesinado, cuya situación jurídica y económica empeoró.
También se produjo un auge importante en el comercio marítimo en el Báltico,
el peaje del Sund, proporcionaba ingresos cuantiosos, que en época de Federico II
suponían dos tercios de los ingresos del Estado. Ello permitió no sólo organizar la
navegación mediante la promulgación de un código marítimo, sino fundar y
TEMA11. OTROS ESTADOS EUROPEOS 14
Historia Moderna Universal
A pesar de las dificultades casi incesantes a lo largo del siglo XVI, Suecia se
beneficia del impulso económico; exporta cada vez más hierro, cobre, mantequilla y
pieles. Pero sus debilidades internas le impedirán desempeñar un papel importante
durante todo el siglo XVI.
6) LA FORMACIÓN DE RUSIA.
Durante la Edad Media, el espacio inmenso que más tarde será conocido como
Rusia estaba constituido políticamente por varios principados sometidos a los
khanes tártaros. Sobre esta realidad fue emergiendo lentamente Moscovia. A
mediados del siglo XV la autoridad de los grandes duques de Moscú quedó
asentada definitivamente. Iván III el Grande (1462-1505) llevó a cabo una fecunda
política que le ha valido la consideración de fundador del estado ruso y unificador
de la tierra rusa. Su agresiva política exterior le permitió ampliar considerablemente
sus dominios por medio de compras, anexiones y conquistas. En 1480 se liberó
definitivamente del yugo tártaro, y en 1503 reclamaba para sí todas las tierras que
habían formado el antiguo territorio ruso, que ahora estaban en poder de Polonia-
Lituania.
La expansión territorial fue acompañada por una consciente política de
afirmación de su autoridad. Iván III acentuó las tendencias autocráticas de los
duques de Moscú. En este afirmación de la autocracia influyeron los éxitos
anteriores, pero quizás más el propio Iván que se comportó como un autócrata,
cuando para evitar problemas de desmembración, eliminó a sus cuatro hermanos e
incorporó sus principados a sus estados. Tampoco tuvo ningún escrúpulo en permitir
que, una vez elegido a Basilio como sucesor, su nieto Demetrio –que como hijo de
su primer hijo, ya desaparecido, podía reclamar para sí el trono- muriese en el
calabozo.
La doctrina bizantina de la teocracia, que otorga al emperador el poder supremo
del Estado y de la Iglesia, penetró en Rusia con los misioneros procedentes de
Bizancio. En un principio se mantuvo el pensamiento primitivo de la relación de
equilibrio entre el poder secular y el religioso, pero la inseguridad de los tiempos
llevó a los metropolitanos a defender el fortalecimiento de la posición del gran
duque. Esta opinión se tradujo en un apoyo incondicional a la casa moscovita y a su
dinastía. Fue precisamente la Iglesia ortodoxa rusa quien apostó decididamente por
hacer de los príncipes de Moscú los legítimos herederos de Bizancio, traspasando
1573, presintió de nuevo la traición. Cuando unos años después murieron su esposa
Anastasia y Macario, que ejercía un influjo positivo sobre él, ya nada pudo frenarle.
A partir de aquí, tras dominar la asamblea de representantes, arremetió ya sin
medida contra la alta aristocracia. Con el propósito de prevenir toda conspiración,
creó la oprichnina –policía política-, que impuso un verdadero terror. Liquidó de
esta manera a la oposición pero dejó al imperio y a sus sucesores un negro futuro.
En el exterior practicó una política que ha sido calificada de “imperial”. Conquistó a
los tártaros toda la cuenca del Volga con la toma de Kazán (1552) y Astrakán
(1556), que aseguraba el acceso al Caspio. Dejó abierto el camino hacia Siberia.
Buscó una salida al Mar Báltico. Pero este frente no fue tan fácil. Iván IV tuvo que
pelear durante años (1558-1581) contra Suecia y Polonia.
Con la muerte de Iván en 1584, sus descendientes fueron de nuevo víctimas de
las familias aristocráticas. Cuando en 1598 se extinguió la dinastía de los Rurik con
la muerte de Fedor, Rusia entró en un período de total anarquía que se mezcló con
epidemias, hambres, rebeliones y guerras civiles. Esta etapa de la historia rusa, que
terminó con la elección de Miguel Romanov en 1613, es conocida como la época
de las perturbaciones, o la smuta.