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antagónicos que operan como universales. La forma que ha adoptado el pensamiento
occidental ha sido binaria, es decir que se ha constituido conforme a dos categorías
exclusivas y excluyentes, polos opuestos, en tal sentido binaria ha sido la construcción de
las identidades, se trate de identidades de géneros, de clases, étnicas o políticas. Pero
también el occidente ha podido general otro tipo de perspectivas que se han alejado del
binarismo expuesto, modos de pensar superadores, tal el caso del pensamiento queer o
trans de los estudios de géneros (Butler, 2001), del pensamiento complejo (Morin, 1994)
y del pensamiento rizomático de la filosofía posmoderna (Deleuze & Guattari, 1995)
Cabe referenciar que en la página Web del Ministerio de Salud de nuestro país se
establece que la perspectiva de géneros reconoce a las personas como sujetos de derechos,
antes que nada. Ello implica, concomitantemente, reconocer su inserción en un contexto
sociocultural que genera desigualdades en la posibilidad de ejercer dichos derechos.
Tengamos presente que existe desde el año 2020 el Plan Nacional de Políticas de Géneros
y Diversidad en Salud Pública (Resolución 1886/2020). Resaltemos en la nominación el
plural, el uso de géneros y no género, ya que a partir de los aportes de diversas ciencias
del campo social (psicología, sociología e historia, por ejemplo) y de las teorías de género,
ha sido posible reconocer las diferentes configuraciones sociohistóricas y culturales del
género y así superar el determinismo biológico. Completemos lo expuesto señalando que
la piedra angular de las teorías de género reside en el apartamiento radical entre
biología/naturaleza y cultura y, por tanto, entre sexo y género.
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➢ Promover la atención integral de salud para personas LGBTIQ1.
➢ Impulsar acciones de prevención, detección temprana y de atención integral en el
sistema de salud de las mujeres y personas LGBTIQ en situación de violencia por
motivos de géneros.
➢ Desarrollar políticas de comunicación desde la perspectiva de géneros y diversidad
para incidir en la gestión de la salud pública.
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Esta sigla designa colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y queer. Cabe agregar que
la misma puede variar, como ya ha sucedido, en la medida en que diferentes colectivos se van visibilizando.
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agentes del sistema de salud respeten sus convicciones personales y morales,
principalmente las relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de pudor
y a su intimidad, cualquiera sea el padecimiento que presenten, y que el mismo trato se
haga extensivo a los familiares o acompañantes. Así como también que toda actuación
profesional en el ámbito sanitario, sea público o privado, requiere, con carácter general,
el previo consentimiento informado del paciente. El paciente tiene derecho a aceptar o
rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin
expresión de causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la
voluntad. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de
la Ley 26.061/2005 a los fines de la toma de decisión sobre terapias o procedimientos
médicos o biológicos que involucren su vida o salud. Toda actividad profesional
asistencial tendiente a obtener, clasificar, utilizar, administrar, custodiar y transmitir
información y documentación clínica del paciente debe observar el estricto respeto por la
dignidad humana y la autonomía de la voluntad, así como el debido resguardo de la
intimidad del mismo y la confidencialidad de sus datos sensibles, sin perjuicio de las
previsiones contenidas en la Ley 25.326/2000 la cual versa sobre la protección de los
datos personales. Estos últimos incluyen cualquier tipo de información referida a personas
físicas o de existencia ideal determinadas o determinables. Datos personales que revelen
origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales,
afiliación sindical e información referente a la salud o a la vida sexual.
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autos “A. J. s/ homicidio doblemente calificado en grado de tentativa”2, que tramitó en el
año 2019 en la Provincia de San Luis (Compendio de Jurisprudencia con Perspectiva de
Género, 2019), la defensa del imputado, como la propia víctima, solicitaron a la Cámara
que se conmute la sentencia impuesta y ofrecieron una conciliación. Como fundamento
alegaron un cambio de conducta del mismo, y como medio probatorio ofrecieron diversos
testimonios, inclusive el de la mujer víctima. La Fiscalía se opuso, alegando el estado de
vulnerabilidad psicológica y dependencia económica de aquella respecto del imputado,
entre otros factores que dejaban muchas dudas relativas al supuesto cambio de conducta
y a la dinámica interpersonal que se desarrollaba entre ambos hasta ese momento.
Finalmente, se rechazó la mencionada conciliación, en mérito a las circunstancias del
caso y conforme a los deberes asumidos por el Estado Argentino en convenciones y
tratados internacionales en materia de violencia de géneros (Convención de Belém do
Pará, Ley 24.632/1994; Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
discriminación contra la Mujer, Ley 23.179/1985) En este punto vale marcar que la
legislación limita toda posibilidad de acuerdos, negociaciones, mediaciones o
conciliaciones en circunstancias relacionadas con denuncias de violencia contra una
mujer, así como que, garantiza la existencia de modelos de abordaje tendientes a
empoderar a las mujeres que padecen violencia considerando la naturaleza social, política
y cultural de la problemática. (Artículo 9, inciso e, Ley 26.485/2009)
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Un análisis detallado del caso de referencia ha sido realizado por Lucía Guardón (2023) en su tesis de
Licenciatura en Psicología. Título: “La identificación a la posición de víctima de violencia de género.
Estudio de caso”. Dirección de tesis: Matilde de la Iglesia. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos
Aires.
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El Ministerio Público Fiscal de la Nación existe desde el año 2015 y es el órgano encargado de promover
la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad. En especial,
tiene por misión velar por la efectiva vigencia de la Constitución Nacional y los instrumentos
internacionales de derechos humanos en los que la Argentina sea parte, así como procurar el acceso a la
justicia de todos los habitantes.
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de géneros. Esto no solo en materia penal sino también en civil, laboral, comercial y
contencioso administrativo, en tal sentido la perspectiva de géneros es susceptible de ser
considera en litigios que versan sobre compensación económica; técnicas de reproducción
humana asistida (TRHA); discriminación; diversidad sexual y acceso a derechos de las
personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTIQ). Asimismo, cuando sea
necesario establecer los efectos de una sentencia penal en materia civil, por ejemplo, y
desde ya en toda causa devenida de cualquier tipo de violencia, por ejemplo, doméstica o
familiar, laboral o institucional.
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Las ideas que hallamos en la génesis del constructo interseccionalidad se afianzaron en
1989 de la mano de Kimberlé Crenshaw, una abogada afroestadounidense, en el marco
de la discusión de un caso, con el objetivo de hacer evidente la invisibilidad jurídica de
las múltiples dimensiones de opresión experimentadas por las trabajadoras negras de la
compañía estadounidense General Motors. Crenshaw propiciaba destacar el hecho de que
en Estados Unidos las mujeres negras estaban expuestas a violencias y discriminaciones
por razones tanto de raza como de géneros y, sobre todo, buscaba crear categorías
jurídicas concretas para enfrentar discriminaciones en múltiples y variados
niveles. (Viveros Vigoya; 2016)
Las discriminaciones de géneros se han sostenido en mandatos y/o estereotipos que han
habilitado toda una proliferación de situaciones de violencia, violencias que en
determinadas latitudes y diferentes épocas han sido avaladas por el Estado y la Iglesia,
así como también por los saberes de las ciencias. Si efectuamos una lectura biopolítica
(Foucault, 2007) sobre el tema, podemos considerar que, a partir del siglo XVIII los
cuerpos son concebidos como producciones determinadas por una multiplicidad de
mecanismos de control y regulación. Dispositivos que se han impuesto por medio de la
legitimidad científica y a través del saber-poder de la ciencia han producido verdad.
(Foucault, 2002) Verdades que podemos entender como producciones discursivas que
remiten a un complejo sistema de operaciones ideológicas legitimadoras y preponderantes
en un tiempo y espacio determinado. Hablamos entonces de una delimitación que varía a
través de la historia y refiere a rasgos y/o especificidades que una sociedad/cultura
atribuye a algo, por ejemplo, a aquello que considera masculino o femenino. Reforcemos
la idea de que lo masculino o femenino, exclusivamente, remite a un conjunto de
particularidades sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y económicas que
las diferentes sociedades asignan a las personas de forma diferenciada como propia de los
hombres o propia de las mujeres considerando su biología y que esta ha sido una verdad
sostenida productora de la existencia de múltiples violencias. Lo expuesto ha dado como
resultado un tipo de sociedad signada por la premisa de lo heteronormativo, dicho
posicionamiento ha dado como corolario un régimen sociocultural, político-económico,
histórico-antropológico, que impuso un modelo de prácticas, necesarias, para sustentar
un modelo como único modelo válido de relación sexo-afectiva y de parentesco.
Estrictamente el término heteronormatividad refiere a la presunción de heterosexualidad
de todas las personas. En este sentido, cuando se habla de heteronormatividad se refiere
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a un modelo que supone la heterosexualidad como única (o superior) forma de expresar
la sexualidad, naturalizando dicha orientación sexual e invisibilizando otras. Este modelo
de percepción y valoración por el cual un conjunto social supone que todas las personas
que los rodean son heterosexuales, invisibiliza otras formas de desear y amar, al tiempo
que jerarquizada una forma, como la forma más deseable de expresar y vivir la
sexualidad. Esta presunción genera mal trato, discriminación y violencia hacia las
personas que no entran en ese modelo hegemónico. Pero la acción conjunta de diversas
minorías activas (Moscovici, 1979) ha logrado una transformación, que ha sido plasmada
en leyes, que reconocen los derechos de cada quien respecto de sus elecciones sexo-
afectivas y de parentesco. Pero aún conviven, en nuestro entorno social, ambas posiciones
y estás regulan los pensamientos, emociones y acciones de los diversos actores sociales,
dando como resultado posicionamientos enfrentados que no logran erradicar los efectos
de violencia sino más bien que los producen y reproducen, en lo familiar, social/cultural
e institucional.
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Para un detalle pormenorizado consultar la página Web del Observatorio de Igualdad de Género
de América Latina y el Caribe: https://oig.cepal.org/es/laws/1/country/argentina-5
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corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la
vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la
función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre
que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la
vestimenta, el modo de hablar y los modales. A su vez establece que toda persona tiene
derecho al reconocimiento de su identidad de género; al libre desarrollo de su persona
conforme a su identidad de género y a ser tratada de acuerdo con su identidad de género
y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su
identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.
Un punto más que debemos abordar en este marco refiere a la intersexualidad. El debate
sobre el tema ha sido amplio a lo largo de los años, en la actualidad, en principio,
deberíamos erradicar de nuestro discurso el término hermafrodita y utilizar los
significantes pertinentes conforme a un paradigma de derechos, a saber; personas
intersexuales, con variación intersexual y/o con rasgos intersexuales. Acorde a las
referencias de Borisonik (2017), la intersexualidad refiere una cuestión ligada a la
diversidad corporal, es decir que remite a aspectos biológicos del cuerpo, no a la identidad
de género ni a la orientación sexual. Las personas intersex pueden tener diferentes
orientaciones sexuales e identidades de género, y las unas no dependen de las otras.
La propuesta intenta facilitar la comprensión del impacto diferencial que tiene nuestro
sistema sociocultural y desde ahí responder diferencialmente a necesidades, intereses y
problemas específicos de todos y cada uno de los actores sociales en su singularidad
conforme a derecho, tal nuestra posición ética.
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BIBLIOGRAFÍA
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