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INTRODUCCIÓN A LA PERSPECTIVA DE GÉNEROS

de la Iglesia, M. & Puhl, S.

(2023) Buenos Aires, Argentina: Ficha de cátedra.

Quisiera que nunca perdiéramos de vista el hecho de que


nuestros debates sobre la biología del cuerpo siempre son
debates simultáneamente morales, éticos, y políticos sobre la
igualdad política y social y las posibilidades de cambio. Anne
Fausto Sterling, Cuerpos sexuados, 2001.

El objetivo de este escrito radica en la posibilidad de introducir un espacio de reflexión


crítica acerca de la construcción sociohistórica de roles y estereotipos de géneros, así
como también sobre los modos en que los mismos se reproducen en las relaciones donde
prima una desigualdad de poder basadas en una lógica binaria, heteronormativa.
Intentamos así forjar un espacio de formación e intercambio académico que incorpora
una perspectiva de equidad, de géneros y diversidad, con el fin de desnaturalizar tal
desigualdad, favoreciendo la prevención respecto de vínculos violentos más allá del
ámbito donde estos se puedan producir. Sostenemos nuestro quehacer en la promoción de
derechos con perspectiva de géneros a fin de incentivar la construcción de nuevas formas
de relación social y así contribuir a la transformación de los vínculos violentos en vínculos
democráticos con responsabilidad compartida. El trabajo que proponemos se sustenta en
la participación ya que adherimos al paradigma de la construcción colectiva del
conocimiento, el intercambio desafía saberes y experiencias, las enriquece y transforma.
La mera transferencia de nociones, conceptos y teorías resulta insuficiente, la repetición
nos aleja del pensamiento crítico y eso es precisamente lo que nos condena a la
naturalización, reproducción y permanencia de roles y estereotipos de géneros.

Denominamos perspectiva/enfoque de géneros a una modalidad de abordaje de un


tema/problema/situación que considera que los modos vinculares entre las personas y/o
con el contexto son asimétricos. Dicha circunspección afecta, de un modo desigual, la
existencia de las personas, produciendo actores sociales con mayores o menores grados
de vulnerabilidad conforme a significaciones sociohistóricas organizadas en pares

1
antagónicos que operan como universales. La forma que ha adoptado el pensamiento
occidental ha sido binaria, es decir que se ha constituido conforme a dos categorías
exclusivas y excluyentes, polos opuestos, en tal sentido binaria ha sido la construcción de
las identidades, se trate de identidades de géneros, de clases, étnicas o políticas. Pero
también el occidente ha podido general otro tipo de perspectivas que se han alejado del
binarismo expuesto, modos de pensar superadores, tal el caso del pensamiento queer o
trans de los estudios de géneros (Butler, 2001), del pensamiento complejo (Morin, 1994)
y del pensamiento rizomático de la filosofía posmoderna (Deleuze & Guattari, 1995)

Cabe referenciar que en la página Web del Ministerio de Salud de nuestro país se
establece que la perspectiva de géneros reconoce a las personas como sujetos de derechos,
antes que nada. Ello implica, concomitantemente, reconocer su inserción en un contexto
sociocultural que genera desigualdades en la posibilidad de ejercer dichos derechos.
Tengamos presente que existe desde el año 2020 el Plan Nacional de Políticas de Géneros
y Diversidad en Salud Pública (Resolución 1886/2020). Resaltemos en la nominación el
plural, el uso de géneros y no género, ya que a partir de los aportes de diversas ciencias
del campo social (psicología, sociología e historia, por ejemplo) y de las teorías de género,
ha sido posible reconocer las diferentes configuraciones sociohistóricas y culturales del
género y así superar el determinismo biológico. Completemos lo expuesto señalando que
la piedra angular de las teorías de género reside en el apartamiento radical entre
biología/naturaleza y cultura y, por tanto, entre sexo y género.

El mencionado Plan Nacional de Políticas de Géneros y Diversidad en Salud Pública,


asume como objetivo general la implementación de políticas de géneros y diversidad en
todas las áreas de gestión del Ministerio de Salud de la Nación, sus organismos
descentralizados y en establecimientos de salud de jurisdicciones provinciales y de la
CABA, así como la promoción de un acceso universal a un tipo de atención sanitaria
integral y de calidad basada en una comunicación con perspectiva de géneros y
diversidad. En este marco cabe destacar la posibilidad de:

➢ Promover la transversalización de la perspectiva de géneros y diversidad en el diseño


y ejecución de las políticas públicas en salud.
➢ Contribuir a la efectiva implementación de la Ley 26.743/2012 de Identidad de
Género, mediante acciones de coordinación interjurisdiccional, a fin de que se
garantice el abordaje integral de la salud.

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➢ Promover la atención integral de salud para personas LGBTIQ1.
➢ Impulsar acciones de prevención, detección temprana y de atención integral en el
sistema de salud de las mujeres y personas LGBTIQ en situación de violencia por
motivos de géneros.
➢ Desarrollar políticas de comunicación desde la perspectiva de géneros y diversidad
para incidir en la gestión de la salud pública.

Lo expuesto abarca toda práctica profesional de la psicología, conforme al artículo 2 de


la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología (Ley 23.277/1985), que incluye la
aplicación y/o indicación de teorías, métodos, recursos, procedimientos y técnicas
específicas en:

➢ El diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la personalidad y la recuperación,


conservación y prevención de la salud mental de las personas;
➢ La enseñanza y la investigación;
➢ El desempeño de cargos, funciones, comisiones o empleos por designaciones de
autoridades públicas, incluso nombramientos judiciales;
➢ La emisión, evacuación, expedición, presentación de certificaciones, consultas,
asesoramiento, estudios, consejos, informes, dictámenes y peritajes.

Asimismo, el Ministerio de Salud en la Resolución 2282/2022 estableció que, el escenario


sociopolítico actual requiere transitar un camino hacia la excelencia a través de un proceso
complejo de profunda trasformación, con autonomía y competencia del talento humano
en salud, presto a centrar la atención en las personas, familias y comunidades, donde se
pueda escuchar la voz de todos, con pluralidad de visiones, ejerciendo una práctica con
responsabilidad en el sostenimiento de la calidad y seguridad de la atención. En este
marco cabe señalar la modificación del año 2020 que se efectuara sobre la Ley del
Ejercicio Profesional de la Psicología en su artículo 3, la misma incluye garantizar los
derechos establecidos en la Ley 26.529/2009 de Derechos del Paciente. en su relación
con los profesionales e instituciones de la salud. Así se establece, por ejemplo, una
atención sin menoscabo y distinción alguna, producto de las ideas del paciente, creencias
religiosas, políticas, condición socioeconómica, raza, sexo, orientación sexual o cualquier
otra condición. Un trato digno y respetuoso ya que el paciente tiene el derecho a que los

1
Esta sigla designa colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y queer. Cabe agregar que
la misma puede variar, como ya ha sucedido, en la medida en que diferentes colectivos se van visibilizando.

3
agentes del sistema de salud respeten sus convicciones personales y morales,
principalmente las relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de pudor
y a su intimidad, cualquiera sea el padecimiento que presenten, y que el mismo trato se
haga extensivo a los familiares o acompañantes. Así como también que toda actuación
profesional en el ámbito sanitario, sea público o privado, requiere, con carácter general,
el previo consentimiento informado del paciente. El paciente tiene derecho a aceptar o
rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin
expresión de causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la
voluntad. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de
la Ley 26.061/2005 a los fines de la toma de decisión sobre terapias o procedimientos
médicos o biológicos que involucren su vida o salud. Toda actividad profesional
asistencial tendiente a obtener, clasificar, utilizar, administrar, custodiar y transmitir
información y documentación clínica del paciente debe observar el estricto respeto por la
dignidad humana y la autonomía de la voluntad, así como el debido resguardo de la
intimidad del mismo y la confidencialidad de sus datos sensibles, sin perjuicio de las
previsiones contenidas en la Ley 25.326/2000 la cual versa sobre la protección de los
datos personales. Estos últimos incluyen cualquier tipo de información referida a personas
físicas o de existencia ideal determinadas o determinables. Datos personales que revelen
origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales,
afiliación sindical e información referente a la salud o a la vida sexual.

En consonancia con lo expuesto hasta aquí, donde hemos anudado perspectiva de


derechos y de géneros, el Poder Judicial de la Nación ha establecido la premisa de juzgar
con perspectiva de género. Todo operador judicial está obligado a efectivizar en su
práctica el derecho a la igualdad, en tanto que el mismo deriva de normativas
internacionales y nacionales que atañen a las personas que aplican derecho, por ello,
tienen el deber de juzgar con perspectiva de género. (Herrán, 2022) Considérese que al
aplicar perspectiva de géneros estamos de-construyendo las relaciones asimétricas de
poder y los esquemas de desigualdad estructural basados en el sexo, los géneros o las
preferencias/orientaciones sexuales de las personas; asimetría y desigualdades instituidas
en y por la cultura/sociedad/instituciones de raigambre patriarcal. La perspectiva de
géneros debe ser aplicada aun cuando las partes involucradas en un caso no la hayan
contemplado en sus fundamentos en el curso de un proceso judicial. Así, por ejemplo, en

4
autos “A. J. s/ homicidio doblemente calificado en grado de tentativa”2, que tramitó en el
año 2019 en la Provincia de San Luis (Compendio de Jurisprudencia con Perspectiva de
Género, 2019), la defensa del imputado, como la propia víctima, solicitaron a la Cámara
que se conmute la sentencia impuesta y ofrecieron una conciliación. Como fundamento
alegaron un cambio de conducta del mismo, y como medio probatorio ofrecieron diversos
testimonios, inclusive el de la mujer víctima. La Fiscalía se opuso, alegando el estado de
vulnerabilidad psicológica y dependencia económica de aquella respecto del imputado,
entre otros factores que dejaban muchas dudas relativas al supuesto cambio de conducta
y a la dinámica interpersonal que se desarrollaba entre ambos hasta ese momento.
Finalmente, se rechazó la mencionada conciliación, en mérito a las circunstancias del
caso y conforme a los deberes asumidos por el Estado Argentino en convenciones y
tratados internacionales en materia de violencia de géneros (Convención de Belém do
Pará, Ley 24.632/1994; Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
discriminación contra la Mujer, Ley 23.179/1985) En este punto vale marcar que la
legislación limita toda posibilidad de acuerdos, negociaciones, mediaciones o
conciliaciones en circunstancias relacionadas con denuncias de violencia contra una
mujer, así como que, garantiza la existencia de modelos de abordaje tendientes a
empoderar a las mujeres que padecen violencia considerando la naturaleza social, política
y cultural de la problemática. (Artículo 9, inciso e, Ley 26.485/2009)

Subrayemos, en tal estado de situación, que Dirección General de Políticas de Género en


su publicación “Perspectiva de género en las decisiones judiciales y resoluciones
administrativas. Compendio de los fueros civil, laboral, comercial y contencioso
administrativo” (2020), detalla, entre sus funciones, el brindar asesoramiento y asistencia
técnica a las fiscalías, con la finalidad de contribuir a enriquecer y transversalizar la
perspectiva de géneros en los ámbitos de su competencia. Así como también difundir,
sensibilizar y capacitar de manera continua a quienes trabajan en el Ministerio Público
Fiscal3 sobre diversas cuestiones que atañen a la discriminación y violencia por razones

2
Un análisis detallado del caso de referencia ha sido realizado por Lucía Guardón (2023) en su tesis de
Licenciatura en Psicología. Título: “La identificación a la posición de víctima de violencia de género.
Estudio de caso”. Dirección de tesis: Matilde de la Iglesia. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos
Aires.
3
El Ministerio Público Fiscal de la Nación existe desde el año 2015 y es el órgano encargado de promover
la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad. En especial,
tiene por misión velar por la efectiva vigencia de la Constitución Nacional y los instrumentos
internacionales de derechos humanos en los que la Argentina sea parte, así como procurar el acceso a la
justicia de todos los habitantes.

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de géneros. Esto no solo en materia penal sino también en civil, laboral, comercial y
contencioso administrativo, en tal sentido la perspectiva de géneros es susceptible de ser
considera en litigios que versan sobre compensación económica; técnicas de reproducción
humana asistida (TRHA); discriminación; diversidad sexual y acceso a derechos de las
personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTIQ). Asimismo, cuando sea
necesario establecer los efectos de una sentencia penal en materia civil, por ejemplo, y
desde ya en toda causa devenida de cualquier tipo de violencia, por ejemplo, doméstica o
familiar, laboral o institucional.

Por su parte la Dirección General de Derechos Humanos de la Corte Suprema de la


Nación, en el año 2020, ha establecido un protocolo para juzgar con perspectiva de
géneros. Aunque ya en el año 2013 la Corte Suprema de Justicia había publicado, la
primera edición de un protocolo al respecto, el mismo fue elaborado a fin de atender las
medidas de reparación ordenadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos ante
la gravedad y la sistematicidad de la violencia contra las mujeres en nuestro país. Así se
generó, materializó, un método analítico que incorporaba la categoría de géneros al
análisis de las cuestiones disputables, propiciando un primer ejercicio de reflexión crítica
sobre cómo juzgar aquellos casos en los que el género tenía un papel trascendente en la
controversia. De tal manera quedó inaugurado un espacio de pensamiento y una práctica
que apostaba a la posibilidad de la existencia de un impacto diferenciado en aquellas
personas que participaban de un litigio, especialmente mujeres y niñas. A partir de
entonces se fue generando un corpus jurisprudencial en materia de derechos humanos y
géneros.

La perspectiva de géneros cuestiona el paradigma de un ser único, ser humano neutral y


universal, basado en la idea de hombre blanco, heterosexual, adulto, sin discapacidad, no
indígena y en los roles que dicho paradigma le atribuye. Dicha concepción, denominada
androcentrismo, ordena la sociedad considerando al hombre como sujeto superior y
universal, otorgando de manera consciente, o inconsciente, el punto de vista del
hombre/varón como central. La visión androcéntrica o androcentrista identifica la
perspectiva masculina con lo humano y lo femenino como cualidad específica de las
mujeres. Entonces, hablar de igualdad de géneros y no de varones y mujeres tiene que ver
con reconocer que existen otras identidades no binarias, que rompen con el esquema
varón/mujer, y que las mismos tienen derechos, necesidades y problemáticas específicas.
La perspectiva de géneros permite analizar críticamente las relaciones sociales en las que
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frecuentemente mujeres y otras identidades de género no hegemónicas quedan en una
posición de desventaja social, política, económica y cultural.
Por lo que, acogerse a la perspectiva de géneros no es crear espacios o actividades de
mujeres, con mujeres o para mujeres y/u otras identidades, sino que involucra una
reflexión constante acera de las relaciones de poder entre géneros, cuáles son sus causas
y consecuencias. Tal posicionamiento conlleva reconocer que las relaciones de poder que
se dan entre los géneros atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras
relaciones sociales que responden a otras jerarquizaciones, como las de clase, etnia, edad,
religión, situación económica etc., este cruce se denomina interseccionalidad.

La interseccionalidad nos posibilita visualizar que, la discriminación basada en el género


no actúa de manera aislada sino de manera interrelacionada con otras formas de
discriminación que se refuerzan y reproducen mutuamente. Una mujer desempleada,
afrodescendiente o lesbiana, sufrirá distintos tipos de discriminación interrelacionados,
que distan mucho de la experiencia de discriminación de una mujer con un trabajo formal
y heterosexual, por ejemplo. Esta cuestión es de especial relevancia al considerar las
posibilidades que una y otra pueden tener para superar las distintas exclusiones y
violencias a las que están expuestas. En tal sentido pensemos en los factores que
favorecen y/o obstaculizan la ruta crítica en violencia de géneros. La ruta crítica refiere
al proceso que se construye a partir de las decisiones y acciones que ejecutan las mujeres,
como así también las respuestas encontradas en su búsqueda de soluciones cuando
deciden romper el silencio ante una situación de violencia de género.

La noción de interseccionalidad nos conduce al tema de la vulnerabilidad, a la existencia


de vulnerabilidades que se interseccionan, poniendo a una persona en una situación de
desventaja por determinadas características, por géneros, por poseer una discapacidad
física o mental, por cuestiones de etnia, clase social, orientación sexual, filiación
ideológica/política, etc. La interseccionalidad nos permite pensar en los factores que
combinados influyen e incrementan la vulnerabilidad de una persona respecto a un grupo
dominante que ejerce poder. En dicho marco, más allá de la violencia que puede ser
ejercida de modo directo como conductas/acciones, hay que considerar la violencia
indirecta, en tanto aquella omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que
ubique, por ejemplo, a la mujer en desventaja con respecto al varón.

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Las ideas que hallamos en la génesis del constructo interseccionalidad se afianzaron en
1989 de la mano de Kimberlé Crenshaw, una abogada afroestadounidense, en el marco
de la discusión de un caso, con el objetivo de hacer evidente la invisibilidad jurídica de
las múltiples dimensiones de opresión experimentadas por las trabajadoras negras de la
compañía estadounidense General Motors. Crenshaw propiciaba destacar el hecho de que
en Estados Unidos las mujeres negras estaban expuestas a violencias y discriminaciones
por razones tanto de raza como de géneros y, sobre todo, buscaba crear categorías
jurídicas concretas para enfrentar discriminaciones en múltiples y variados
niveles. (Viveros Vigoya; 2016)

Las discriminaciones de géneros se han sostenido en mandatos y/o estereotipos que han
habilitado toda una proliferación de situaciones de violencia, violencias que en
determinadas latitudes y diferentes épocas han sido avaladas por el Estado y la Iglesia,
así como también por los saberes de las ciencias. Si efectuamos una lectura biopolítica
(Foucault, 2007) sobre el tema, podemos considerar que, a partir del siglo XVIII los
cuerpos son concebidos como producciones determinadas por una multiplicidad de
mecanismos de control y regulación. Dispositivos que se han impuesto por medio de la
legitimidad científica y a través del saber-poder de la ciencia han producido verdad.
(Foucault, 2002) Verdades que podemos entender como producciones discursivas que
remiten a un complejo sistema de operaciones ideológicas legitimadoras y preponderantes
en un tiempo y espacio determinado. Hablamos entonces de una delimitación que varía a
través de la historia y refiere a rasgos y/o especificidades que una sociedad/cultura
atribuye a algo, por ejemplo, a aquello que considera masculino o femenino. Reforcemos
la idea de que lo masculino o femenino, exclusivamente, remite a un conjunto de
particularidades sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y económicas que
las diferentes sociedades asignan a las personas de forma diferenciada como propia de los
hombres o propia de las mujeres considerando su biología y que esta ha sido una verdad
sostenida productora de la existencia de múltiples violencias. Lo expuesto ha dado como
resultado un tipo de sociedad signada por la premisa de lo heteronormativo, dicho
posicionamiento ha dado como corolario un régimen sociocultural, político-económico,
histórico-antropológico, que impuso un modelo de prácticas, necesarias, para sustentar
un modelo como único modelo válido de relación sexo-afectiva y de parentesco.
Estrictamente el término heteronormatividad refiere a la presunción de heterosexualidad
de todas las personas. En este sentido, cuando se habla de heteronormatividad se refiere

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a un modelo que supone la heterosexualidad como única (o superior) forma de expresar
la sexualidad, naturalizando dicha orientación sexual e invisibilizando otras. Este modelo
de percepción y valoración por el cual un conjunto social supone que todas las personas
que los rodean son heterosexuales, invisibiliza otras formas de desear y amar, al tiempo
que jerarquizada una forma, como la forma más deseable de expresar y vivir la
sexualidad. Esta presunción genera mal trato, discriminación y violencia hacia las
personas que no entran en ese modelo hegemónico. Pero la acción conjunta de diversas
minorías activas (Moscovici, 1979) ha logrado una transformación, que ha sido plasmada
en leyes, que reconocen los derechos de cada quien respecto de sus elecciones sexo-
afectivas y de parentesco. Pero aún conviven, en nuestro entorno social, ambas posiciones
y estás regulan los pensamientos, emociones y acciones de los diversos actores sociales,
dando como resultado posicionamientos enfrentados que no logran erradicar los efectos
de violencia sino más bien que los producen y reproducen, en lo familiar, social/cultural
e institucional.

Hemos mencionado transformaciones en la legislación que se sostienen en un


posicionamiento alineado con la perspectiva de géneros, en tal sentido vale agregar a las
referidas, la Ley “Micaela” (Ley 27.499/2019) Esta establece la capacitación obligatoria,
en la temática de géneros y violencia contra las mujeres, para todas las personas que se
desempeñen en la función pública, en todos sus niveles y jerarquías en los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial de la nación. Destaquemos que la Argentina ha gestado
un corpus legislativo altamente significativo sobre derechos en general y derechos de
géneros4, asociado a un extenso mapa de efectores para la atención integral desde una
perspectiva de géneros y diversidad que incluye atención a personas adultas, juventudes,
adolescencias e infancias el marco de la Ley de Identidad de Género (Ley 26.743/2012).
Esta norma es complementada y/o modifica 70 otras normas, su importancia resulta
radical para el desarrollo social lo cual nos demanda como acores sociales en general y
como profesionales en particular, para el desarrollo de una práctica acorde a sus
principios.

La Ley de Identidad de Género (Ley 26.743/2012) entiende por identidad de género a la


vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede

4
Para un detalle pormenorizado consultar la página Web del Observatorio de Igualdad de Género
de América Latina y el Caribe: https://oig.cepal.org/es/laws/1/country/argentina-5

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corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la
vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la
función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre
que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la
vestimenta, el modo de hablar y los modales. A su vez establece que toda persona tiene
derecho al reconocimiento de su identidad de género; al libre desarrollo de su persona
conforme a su identidad de género y a ser tratada de acuerdo con su identidad de género
y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su
identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.

Un punto más que debemos abordar en este marco refiere a la intersexualidad. El debate
sobre el tema ha sido amplio a lo largo de los años, en la actualidad, en principio,
deberíamos erradicar de nuestro discurso el término hermafrodita y utilizar los
significantes pertinentes conforme a un paradigma de derechos, a saber; personas
intersexuales, con variación intersexual y/o con rasgos intersexuales. Acorde a las
referencias de Borisonik (2017), la intersexualidad refiere una cuestión ligada a la
diversidad corporal, es decir que remite a aspectos biológicos del cuerpo, no a la identidad
de género ni a la orientación sexual. Las personas intersex pueden tener diferentes
orientaciones sexuales e identidades de género, y las unas no dependen de las otras.

Para finalizar recordemos que la biología no es destino… Más allá de definiciones


puramente anatómicas o biológicas, hombre, mujer e hijo son lo que son en virtud de las
significaciones imaginarias sociales que los hacen ser eso (Castoriadis; 1981) En
consecuencia trabajemos en el despliegue de una cultura inclusiva que pueda ir más allá
del paradigma binario que sostiene la heteronormatividad.

La propuesta intenta facilitar la comprensión del impacto diferencial que tiene nuestro
sistema sociocultural y desde ahí responder diferencialmente a necesidades, intereses y
problemas específicos de todos y cada uno de los actores sociales en su singularidad
conforme a derecho, tal nuestra posición ética.

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BIBLIOGRAFÍA

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