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Wuolah Free Tema 10 Derecho Mercantil I
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Ccruiiz
Derecho Mercantil I
2º Grado en Derecho
Facultad de Derecho
Universidad de Murcia
APROXIMACIÓN AL CONCEPTO
Los títulos-valor surgieron para dar cobertura a necesidades de la práctica negocial. Su origen suele
situarse en la Baja Edad Media, y más concretamente en los siglos XII y XIII en la etapa del renacimiento
comercial que permite superar la estructura agraria y feudal de la Europa occidental. Con el florecimiento
del comercio surgieron nuevos instrumentos, más sofisticados que los “simples” contratos bilaterales de
cambio, para permitir la más ágil circulación del crédito y de los derechos sobre las mercancías.
La denominación de títulos-valor, que tiene su origen en la doctrina germánica, designa una serie de
documentos nacidos en épocas diferentes y que recogen derechos distintos, cuya posesión es necesaria,
salvo situaciones excepcionales (robo, pérdida o extravío), para el ejercicio del derecho contenido en él.
Cumplen, de este modo, la función de ser un título de legitimación propia. En ello se diferencian de los
documentos ordinarios (por ej. comprobante de deuda), que facilitan la prueba del derecho del acreedor,
aunque éste también puede hacerlo valer cuando no se halle en posesión del documento. La expresión
referida de títulos-valor ha tenido en nuestro país mejor acogida que la de títulos de crédito, utilizada por
la doctrina italiana, precisamente porque el derecho puede consistir no sólo en un derecho de crédito en
sentido estricto, sino también en recibir cosas o mercancías o en el disfrute de los derechos de socio.
El concepto de título-valor tiene carácter genérico, incluyéndose dentro del mismo, documentos de
contenido, apariencia y caracteres diversos. Sin embargo, en todos ellos se mantienen las notas comunes
de la incorporación de un derecho a un documento y de la facilidad de transmisión del documento,
mutándose con ello la posición del sujeto acreedor de la prestación representada. Los títulos-valores
cumplen así la función de servir como instrumentos del tráfico mercantil, permitiendo y facilitando la
transmisión de los bienes y derechos que tienen incorporados. Además, estos títulos permiten una
circulación más ágil de los bienes y derechos en comparación con la que derivaría de la transmisión de los
mismos a través de los cauces ordinarios (cesión de créditos, subrogación...), ofreciendo formas de
circulación más rápidas y seguras propias de la cosa mueble a la que se incorpora el derecho.
Podemos diferenciarlos de los títulos de legitimación impropia o contraseñas, los cuales, en cambio, no
incorporan por sí mismos el derecho a una prestación, sino que sirven exclusivamente como medio
probatorio de que se está legitimado para el ejercicio de un determinado derecho.
La legislación española no contiene un concepto de título valor. De hecho, no emplea siquiera una
terminología uniforme para hacer referencia a ellos, utilizándose términos dispares como documentos de
crédito, títulos, títulos al portador, documentos mercantiles, valores, efectos públicos, efectos de
comercio... Sólo las normas más modernas adoptan el concepto generalizado en la doctrina, de títulos-
valores.
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
LA TRANMISIÓN CARTULAR FRENTE A LA CESIÓN ORDINARIA
Por lo que respecta a la posibilidad de emplear los títulos-valores como instrumentos para la transmisión
de créditos, su empleo presenta importantes ventajas sobre la cesión ordinaria. Y es que a través de los
títulos-valores la transmisión deja de estar sometida a las normas reguladoras de la cesión de créditos,
porque al incorporarse el derecho al documento, éste, el derecho incorporado, se “cosifica” porque se
“funde” el derecho con el documento y, en consecuencia su régimen de transmisión pasa a ser el propio
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de las cosas muebles. Esta, la “cosificación” que es una ficción universalmente aceptada, viene a cumplir
importantes funciones al servicio de la agilidad y la seguridad en la transmisión de derechos. Esta
incorporación se alcanza cuando ambos, derecho y documento, se funden de modo permanente, de modo
que únicamente podrá invocar y ejercitar el derecho quien está en posesión del documento. No obstante,
Hay que tener en cuenta que esta incorporación no es de todo punto absoluta, ya que si se llevase a sus
últimas consecuencias, la sustracción o destrucción del título implicaría la pérdida del derecho que lleva
aparejado; y ello no es así en los títulos-valores, a diferencia de lo que ocurre con el papel moneda, cuya
sustracción o destrucción sí implica la pérdida de su contenido. La normativa reguladora de los títulos-
valores establece un sistema de amortización que permite rescatar al derecho de las consecuencias que
implicaría la pérdida de control del título por parte de su titular, salvándose su pérdida mediante la
incorporación del mismo a un nuevo título y la invalidación definitiva del anterior.
Con la llamada “cosificación” del derecho incorporado, en su transmisión se obtienen las ventajas de la
tradición de bienes muebles, frente al régimen de la “cesión ordinaria de crédito” (arts. 1526 y ss. Código
civil y 347 a 348 Código de comercio) en la que:
- Tiene los costes de transacción aparejados a su régimen , que requieren una cierta investigación
previa de parte del cesionario sobre los caracteres del derecho que se adquiere, su existencia y
alcance en el momento en que es cedido y la titularidad legítima del cedente
- Cada cesión aconseja un nuevo documento.
- La cesión de créditos se encuentra subordinada a las normas propias de éste y al principio de que
nemo plus iuris ad alium transferre potest quam ipse habet, es decir, que ningún acreedor puede
ceder a un tercero más derecho de aquél que ostenta. El cesionario adquiere el crédito de forma
derivativa. De ahí que la regla general consiste en la Oponibilidad al cesionario de las excepciones
que el deudor tenga contra el cedente. Ante tales excepciones, el cesionario tendrá que dirigirse
posteriormente contra el cedente pues éste respondería "de la legitimidad del crédito y de la
personalidad con que hizo la cesión”.
- Frente al acreedor el cedente NO responde de la solvencia del deudor a menos que ésta fuera
anterior y notoria.
- Toda cesión de créditos debe ser notificada adecuadamente al deudor, a los efectos de pago
liberatorio (arts. 1527 CC y 347 CCo).
- No es necesario crear un nuevo documento cada vez que se transmite el derecho (porque el
derecho va, precisamente, incorporado al título)
- No es necesario notificar cada transmisión porque el deudor del derecho incorporado sabe que
el título se ha creado, precisamente, con la vocación de ser transmitido, de modo que queda
obligado a cumplir la obligación frente a quien le presente el título a la fecha de vencimiento de
la obligación.
- El deudor no podrá negarse al pago en las condiciones determinadas en el documento al sujeto
que aparezca como legítimo tenedor del título. Es decir, al adquirente del derecho incorporado
(acreedor) el deudor NO le podrá oponer las excepciones que tenga contra el cedente; de tal
forma que el derecho del acreedor no se debilita con la suma de más excepciones oponibles cada
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acreedor.
- Los títulos-valores presentan igualmente ventajas por los que afecta a la transmisión de cosas
materiales, al permitir la representación de las mismas a través de su reflejo en el documento. A
raíz de tal representación los bienes representados pasan a correr la misma suerte en el tráfico
jurídico que la que corra el título que los simboliza. Así, en el título se incorpora el derecho a
obtener las cosas materiales que en él se representan, pudiéndose, del mismo modo, disponer
de tales bienes a través de la transmisión del documento, permitiendo el tráfico de las
mercancías sin necesidad de su desplazamiento material. Las cosas representadas pueden
cambiar de amo sin cambiar de mano. Lógicamente, las principales potencialidades de esta forma
de transmisión a través de la entrega del documento se manifestarán respecto a bienes que se
encuentran en lugares lejanos, o que están siendo transportados a otro lugar.
Finalmente, los títulos-valores facilitan la liquidez del acreedor, permitiendo que éstos concedan mayores
aplazamientos a sus deudores en el pago de sus obligaciones si sus necesidades así lo requieren. De este
modo, la posibilidad de transmitir el crédito o el derecho a través de la transmisión del título, implicará
que el acreedor que se vea necesitado a cobrar el crédito que en el documento se representa, pueda, a
su vez, transmitir éste a sus propios acreedores, gracias a la facilidad de transmisión que caracteriza a los
títulos-valores. Obviamente, para que ello sea viable, es necesario que desde el Ordenamiento se otorgue
una protección sustantiva y procesal adecuada de modo que se faciliten la exigibilidad y ejecución del
derecho que se incorpora al documento, limitándose las posibilidades de oposición del deudor
La literalidad no se presenta por igual en todos los títulos valores, por lo que se distinguen: Títulos
completos o perfectos (ej: letra de cambio) en los que el contenido ÍNTEGRO del derecho consta en
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De este modo, en un primer momento, el acreedor podría exigir el cumplimiento de la prestación según
las dos relaciones jurídicas que le unen ahora con el deudor, es decir, la causal y la cambiaria. Obviamente,
no pueden existir dos créditos cuando solo ha nacido una obligación. La solución a la duplicidad sobre la
misma obligación la ofrece el art. 1170 CC: "La entrega de pagarés a la orden, o letras de cambio u otros
documentos mercantiles, sólo producirá los efectos del pago cuando hubiesen sido realizados, o cuando
por culpa del acreedor se hubiesen perjudicado. Entre tanto, la acción derivada de la obligación primitiva
quedará en suspenso".
4. TITULOS-VALORES IMPROPIOS
Contraseñas de legitimación: se trata de una simple referencia que cumple la función de liberar al deudor
cumpliendo una prestación conocida frente al tenedor de la contraseña. Algunos ejemplos: las fichas de
guardarropa, los resguardos de los objetos entregados para su reparación o consigna.
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TARJETAS DE CRÉDIOT Y DÉBITO
Las tarjetas de débito son un instrumento a través del cual el titular de una cuenta corriente y titular de
la tarjeta puede disponer ante terceros del dinero que tiene depositado en la entidad bancaria.
La tarjeta de crédito es un documento que se construye sobre la base de la relación jurídica existente
entre un establecimiento financiero (emitente o dador) y sus clientes (beneficiario o titular) con los que
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normalmente mantienen un contrato de cuenta corriente, y que despliega sus efectos frente a una serie
de empresarios (normalmente comerciantes) ante los cuales va a hacerse valer la tarjeta. A través de la
relación de tarjeta de crédito, el beneficiario se obligará con los empresarios a título oneroso adquiriendo
bienes o servicios, dirigiéndose posteriormente éstos contra el emitente para obtener el cobro de los
créditos que han nacido de tales adquisiciones. En cambio, el emitente se resarcirá de estos pagos
mediante la presentación al cobro de recibos periódicos sobre la cuenta corriente bancaria del
beneficiario. El emitente de la tarjeta responde frente a quienes suministraron los bienes o servicios al
titular o beneficiario dentro del límite máximo de la cantidad cubierta por la tarjeta y siempre que se haya
desplegado la debida diligencia en orden a la correcta identificación del titular y saldo del que puede
disponer. El emitente soporta los eventuales riesgos de insolvencia del titular de la tarjeta, sin perjuicio
de ejercitar contra él las acciones judiciales correspondientes. Como contraprestación recibe una doble
comisión: una posible cantidad fija anual por facilitar este medio de pago al beneficiario y un porcentaje
del costo de bienes o servicios pagados con la tarjeta que le abona el suministrador de aquéllas.
Al empleo de tarjetas bancarias les resulta de aplicación la Ley 16/2009 de Servicios de Pago, cuando las
mismas sean utilizadas para llevar a cabo una operación de pago, entendiéndose ésta como una acción,
iniciada por un sujeto ordenante o por un beneficiario, consistente en situar, transferir o retirar fondos,
con independencia de cualesquiera obligaciones subyacentes entre ambos.
5. CLASES DE TITULOS-VALORES
Es posible agrupar y describir a los títulos-valor atendiendo a distintos aspectos de los mismos, es decir,
según distintos criterios de clasificación
Según la influencia que tenga el negocio jurídico causal sobre la obligación contenida en el título se puede
distinguir entre títulos causales y títulos abstractos. En los causales el negocio causal influye sobre el
funcionamiento de la obligación documental contenida en el título, de modo que se liga el documento al
negocio anterior que le sirve de causa, haciendo que transciendan las vicisitudes de éste al título. Los
títulos abstractos tratan de desconectar el documento del negocio causal.
Según el modo en que sean emitidos, los títulos- valores pueden ser singulares o emitidos en serie. Los
singulares se emiten de forma separada y aislada como consecuencia de una relación subyacente con
unos rasgos concretos, de modo tal que el contenido del título se adapta perfectamente a los
requerimientos de la relación causal. Es el caso típico de los pagarés, los cheques y las letras de cambio,
que representan el importe de la deuda contraída entre los sujetos de la relación causal. En cambio, los
títulos en serie se emiten de forma conjunta, en masa o serie, teniendo un contenido uniforme dentro de
cada serie. Es el caso de las acciones y obligaciones de las sociedades, los títulos de deuda pública, las
letras y pagarés del Tesoro, etc.
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Según el derecho que incorporan -derecho de crédito pecuniario, un conjunto dispar de derechos,
derecho sobre un bien mueble- podemos distinguir los títulos de pago, los títulos de participación y los
títulos de tradición.
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A) TÍTULOS DE PAGO O CRÉDITO
Se incorpora el derecho a exigir una cantidad de dinero del deudor en el momento, lugar y moneda que
se expresan en el documento. También llamados de suma. Lo son la letra de cambio, el cheque y el pagaré
B) TÍTULOS DE PARTICIPACIÓN
Son los que atribuyen la condición de miembro de una entidad de derecho privado (normalmente, aunque
no solamente, una sociedad anónima o comanditaria por acciones). Incorporan un conjunto de derechos
de diversa naturaleza, tanto de contenido económico (derecho a percibir dividendos con cargo a
beneficios de la sociedad), de carácter político (derecho de voto, de impugnación de acuerdos, etc) e
incluso de carácter mixto (derecho de suscripción preferente). Los ejemplos más claros son las acciones.
Los llamados títulos de tradición Incorporan el derecho a obtener la restitución de los bienes muebles -
propiamente mercancías en ellos indicados en el momento y lugar también determinados en el tenor del
documento. Su simple tenencia produce los efectos inherentes a la posesión de las mercancías que
representan, de modo tal que las transmisiones y la suerte que reciba el título desplegarán sus efectos
sobre las mercancías indicadas (cambio de titularidad, constitución de derechos reales...). Algunos
ejemplos son el conocimiento de embarque (de mercancías en un buque), el talón de ferrocarril
(representativo de las mercancías cargadas para su transporte en tren) o los resguardos de depósito de
bienes en almacenes generales.
Dependiendo de cómo se designe al titular del derecho en el propio documento los títulos-valor son
nominativos, al portador o a la orden. Es importante saber que el modo de designación del titular en el
documento condiciona la forma de transmisión del documento (y su derecho incorporado, claro)
Son aquellos en que se designa expresamente a una persona determinada como titular del derecho, la
cual será la única legitimada para exigir el cumplimiento de la obligación que incorporan. Además de
exigirse la posesión del documento para poder ejercer el derecho que incorporan, es necesario que la
identidad del tenedor que pretende ejercitar el derecho coincida con la de la persona designada,
nominada, directamente en el documento (o su representante). Cuando se transmite el título, para que
se considere legitimado al adquirente, será necesario que se cree un “nuevo” título, que es idéntico y
sustituye al anterior, en el que se cambie la identidad del titular del derecho.
Esta forma de designación del titular resta agilidad a la circulación del derecho incorporado, porque exige
que en cada trasmisión al emisor del título se le pida que emita un título “nuevo”, destruyéndose el
anterior. Aunque, por otra parte, le dota de mayor seguridad en la circulación, porque se impiden
adquisiciones de quien ha obtenido el título de forma ilegítima (por sustracción o pérdida del título) o a
non dómino, porque el emisor del título (normalmente el deudor de la prestación en que consiste el
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B) TÍTULOS A LA ORDEN
Se asemejan a los títulos nominativos porque en ellos aparece indicado el nombre del sujeto titular del
derecho. La diferencia estriba en cómo circulan y cómo se identifica al legítimo titular del documento.
Los títulos a la orden circulan por endoso. El endoso es una cláusula, escrita en el propio documento, que
firma el titular por la que manifiesta que transmite el título (y todos los derechos incorporados) a otra
persona, cuya identidad escribe en la cláusula de endoso: “Endoso a María Fernández. En Murcia a 28 de
abril de 2020. Firmado Paquita Suárez (firma y rúbrica escritas a mano)”
Desde el momento en que se firma la cláusula por el titular transmitente, el nuevo titular del documento
será el adquirente cuya identidad figura en la cláusula de endoso. Éste, el nuevo titular, puede hacer otro
endoso a favor de otro sujeto y, así, serán válidos todos los endosos que se vayan haciendo siempre que
sean firmados por el que, según la “cadena de endosos”, es el actual legítimo titular del documento
En los títulos a la orden la obligación incorporada al título se deberá cumplir “a la orden” (cuando lo
ordene, cuando lo solicite, cuando lo reclame,) del primer tomador del documento o, en caso de
posteriores transmisiones del título, a la orden de quien se designe como último adquirente por endoso
y tenedor legítimo. Se trata, por tanto de títulos que están destinados a circular en el tráfico mercantil.
Los títulos a la orden tienen vocación de ser transmitidos, se crean, precisamente, para que circule el
derecho incorporado a los mismos.
C) TÍTULOS AL PORTADOR
Los títulos “al portador” son los que legitiman para ejercer el derecho incorporado a la persona “que
porta”, que tiene físicamente y presenta el documento. Se presume su carácter "al portador" cuando en
el título no se indique de modo expreso la identidad de la persona titular. Podrán emitirse al portador
tanto los títulos de pago, como los de participación o los de tradición. A excepción de la letra de cambio,
el pagaré, la carta-orden de crédito y las acciones de ciertas sociedades, los demás títulos de crédito
pueden ser emitidos al portador.
Los títulos al portador se transmiten por la mera tradición, por la mera entrega del documento, al igual
que ocurre con las cosas muebles, por lo que su régimen de circulación es el más sencillo y más ágil dentro
de los títulos-valores. Esto implica una presunción iuris tantum de que el tenedor es el legítimo poseedor.
El artículo 546 Código de Comercio reconoce que "el tenedor de un efecto al portador tendrá derecho a
confrontarlo con sus matrices siempre que lo crea conveniente", de modo que disponga de algún medio
para verificar la autenticidad del documento.
El artículo 545 Código de Comercio hace referencia a la irreivindicabilidad del título adquirido por un
tercero de buena fe, de modo que se hace inatacable su posición frente al propietario ilegítimamente
desposeído. Para evitar estos efectos, el propietario de títulos al portador robados o extraviados podrá
promover los procedimientos contenidos en los artículos 547 a 566 Código de Comercio para impedir que
el detentador pueda negociar el título con intervención notarial, lo que lo haría irreivindicable; y para
evitar que se cumpla la obligación a favor de una tercera persona que puede no haber adquirido del
legítimo dueño. A través de estos procedimientos también se obtiene la anulación del título extraviado o
robado (lo que se conoce como “amortización”) así como la expedición de un duplicado que le sustituye
a todos los efectos (vid art. 548 Código de comercio).
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6. LA DESMATERIALIZACIÓN DE LOS VALORES
La multiplicación de los títulos valores y los problemas derivados de su circulación, con riesgo de pérdida
o deterioro, obligaron a tomar medidas para que los efectos que motivaron su creación jurídica pudieran
seguir siendo igual de positivos. Para ello, se procedió a “desmaterializar” los valores, desvinculándolos
literalmente del concepto de título o documento. Así, los valores emitidos en serie, como las acciones o
las obligaciones, pueden no estar vinculados a un documento concreto, sino que se pueden registrar por
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medios informáticos, a través de anotaciones en cuenta, incorporando los datos que anteriormente
debían constar en ese papel o título.
En relación con los efectos de comercio (letra, cheque o pagaré), para evitar su manejo o gestión manual,
se creó por el Banco de España el sistema nacional de compensación electrónica (SCNE), regulado por el
Real Decreto 1369/1987, de 18 de septiembre y la Orden de 29 de febrero de 1988. El sistema permite
inmovilizar los títulos en una sucursal bancaria, que remite electrónicamente sus datos a otra sucursal
donde esté domiciliado su pago. Ambas sucursales compensan los saldos acreedores y deudores
derivados de esos efectos, abonando las cantidades que procedan siempre que haya saldo favorable. En
caso contrario, cuando no haya fondos suficientes en la cuenta a través de la cual el efecto debería ser
pagado, se plasmaría en el propio documento el correspondiente impago para permitir al titular del
crédito iniciar las acciones que se deriven de ese incumplimiento.
La revolución tecnológica a la que estamos asistiendo ha generado mejoras muy significativas en las
llamadas “Tecnologías de Registro Distribuido” (DLT en las siglas de su denominación en inglés Distributed
Ledged Technology), de las que Blockchain es la modalidad más conocida. Una DLT es una base de datos
que es gestionada por los participantes que la crean y se encuentra descentralizada entre todos ellos, a
los que se suman los participantes en la red con funciones de generación de códigos inmutables y sellados.
La descentralización y la intervención de terceros no vinculados y descentralizados aumenta la
transparencia de la información que es allí registrada, dificultando cualquier tipo de manipulación o
fraude. El funcionamiento de la DLT es codificado a través de los que se denominan Smart Contracts:
software que permite ejecutar de forma automática los códigos en los que se contienen las obligaciones
previamente acordadas por las partes cuando son verificadas las condiciones codificadas. Son actuaciones
automatizadas, pero no “inteligentes” porque, de momento, no incorporan información pensada por el
software (no es inteligencia artificial). Los Smart Contracts son inmutables, es decir, no pueden ser
modificados ni detenidos ya que, una vez que se introduce el código en el registro descentralizado, se
ejecutan de forma automatizada. Sirva esta breve descripción para ilustrar que esta tecnología puede ser
idónea para canalizar a través de ella la creación y circulación de distintas clases de títulos valores, como
las letras de cambio o los pagarés, o las acciones. De hecho, de las primeras legislaciones dictadas en el
Mundo en la que se da carta de naturaleza jurídica a Blockchain es la reforma en 2017 de la Ley de
Sociedades de Delaware para autorizar el uso de DLT en la emisión y cotización de acciones; norma a la
que, poco a poco, por la prudencia que aconseja las incertidumbres que aun plantea este entorno
tecnológico, se van sumando otras normas en distintos países y a propósito de distintas materias con
transcendencia jurídica.
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