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HILDEBRANDO LEAL PÉREZ

TITULOS
VALORESDECIMAPRIMERA EDICIÓN

PARTES
GENERAL, ESPECIAL, PROCEDIMENTAL y PRÁCTICA
1

CAPíTULO I
TERMINOLOGíA, FUNCiÓN, IMPORTANCIA,
NATURALEZA Y UBICACiÓN DE lOS TíTULOS VALORES

l. TERMINOLOGÍA EN MATERIA DE TÍTULOS VALORES


A. DESIGNACIÓN GENERAL
Con varios términos se designan los títulos valores. Así, se conocen
como "títulos de crédito", "crédito documentario", "documentos credi-
ticios ", "papeles de crédito", y el más generalizado el de "títulos valo-
res ". El tema se ha caracterizado en algunas ocasiones como de poca
importancia, pero para algunos es de consideración fundamental en la
materia.
Esencialmente existen dos aspectos que merecen la pena precisar
acerca del tema tratado. En primer lugar, es necesario aclarar que toda
rama especializada de un campo determinado del derecho debe contar
con una terminología propia, precisamente por ser de carácter particu-
lar. En segundo término, porque la problemática, controversia y discu-
sión, que se ha presentado en torno a los títulos valores, lleva consigo
algunos aspectos determinantes relativos a la concepción misma de los
mencionados títulos.

B. TRATAMIENTO EN COLOMBIA
En Colombia es interesante precisar acerca de la terminología en
materia de títulos valores debido a los cambios que al respecto ha teni-
do la legislación en este campo. Pero antes examinemos el proceso
evolutivo de tal terminología.

1. Efectos o papeles de comercio


Para iniciar, digamos que fue el Código de Comercio de Napoleón la
primera legislación que dio una denominación a los papeles en estudio.
Para entonces se le conoció con el nombre de "efectos o papeles de co-
mercio". Sabido es que el Código de Comercio de Napoleón se trasladó
a muchas legislaciones que lo admitieron como modelo. Con.la denomi-
nación enunciada se dio a entender que existían ciertos papeles cuyas
características y privilegios eran especiales, a través de los cuales los
comerciantes los podían transferir por formas o procedimientos diferen-
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tes a la cesión que ordinariamente se efectuaba respecto de otros docu-


mentos. Eran pues instrumentos que agilizaban el tráfico comercial.
Empero, con el transcurso del tiempo la denominación de "efectos o
papeles de comercio" se tornó inexacta, por varias razones. En primer
lugar porque dicha denominación pecaba de amplitud, es decir, bien
podría introducirse en dicho término todos aquellos papeles que gene-
ralmente se utilizaban en el tráfico mercantil, y sabido es que la con-
cepción sólo es aplicable de ciertos y determinados papeles de crédito.
En segundo término, no solo los comerciantes eran las personas que
podían utilizar los "efectos o papeles de comercio", y el tiempo de-
mostró que otras personas no comerciantes podían igualmente utilizar
los mismos "efectos o papeles", es decir, no era una institución exclu-
sivamente empleada por comerciantes.

2. Instrumentos negociables
De otro lado, el sistema anglosajón empleó la denominación de "ins-
trumentos negociables". Este término concentra dos ideas. Una es que
cuando se menciona dicha clase de bienes mercantiles, se hace referencia
al papel, al documento escrito, expresión del derecho que se incorpora.
Sin embargo, la expresión "instrumento negociable", no solo debe
hacer referencia al documento escrito sino igualmente al concepto
mismo de negociabilidad, en virtud de que se trata es de ciertos pape-
les que dada su naturaleza presentan una característica especial de cir-
culación, de transferencia, de negociación.

3. Títulos de crédito
Fundamentada especialmente por los italianos aparece con posterio-
ridad la expresión "títulos de crédito", término que fue igualmente
acogido por los franceses y acatado en alguna legislación latina, como
fue el caso de México y Argentina. Dicha denominación se empleaba
bajo la concepción de documentos confeccionados especialmente para
incorporar en los mismos determinadas operaciones de crédito de lo
cual se puede decir que si todo título valor implica un crédito, no todos
los títulos valores conllevan crédito, razón por la que se afirma que la
terminología utilizada es restringida, en la medida que sólo abarca a
los títulos valores de contenido crediticio.

4. Títulos valores
Fue Alemania, con gran impulso de sus doctrinantescomercialistas,
quien empleó la denominación de "títulos valores", término este ex-
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tendido a la mayor parte de los países de habla hispana. La idea de tal


expresión es la de que se trata de documentos que tienen valor por sí
mismos, valga decir, de que el derecho no puede existir sin el docu-
mento, o sea, papeles distinguidos por dos características: el documen-
to y el derecho en él incorporado.
El Proyecto Intal vaciló en la denominación a utilizar. Así, los dos
términos utilizados fueron "títulos de crédito" y "títulos valores", ex-
presión última que fue acogida definitivamente en nuestro país.
Evolución de terminología también ha existido en Colombia. En
efecto, el Código de Comercio de 1887 utilizó la expresión "efectos y
papeles de comercio", la cual estuvo en vigencia por un largo período,
hasta cuando entró a regir el Código de Comercio de 1971.
Pero bueno es recordar que la Ley 46 de 1923 introdujo al país la de-
nominación de "instrumentos negociables", paradójicamente coexistien-
do con la denominación utilizada por el Código de Comercio de 1871.
Por consiguiente, mientras subsista la Ley 46 de 1923 subsistirá también
la expresión "instrumentos negociables", paralela a la concepción del
Código de Comercio, con la diferencia de que dicha expresión está in-
mersa en el Código de Comercio para una especie de títulos valores, es
decir, para los títulos valores de contenido crediticio.
Por ello el artículo 821 del Código de Comercio afirma que cuando
en la ley o en los contratos haya empleo de la expresión "instrumentos
negociables ", se entiende por tallos títulos valores de contenido credi-
ticio que incorporan la obligación de pagar moneda.
Por lo tanto, es posible afirmar que la denominación "títulos valo-
-res es aplicable de manera general a todos los títulos, en cambio la de
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"instrumentos negociables", es determinada, limitada a ciertos títulos


valores, como son los de contenido crediticio, verbigracia, la letra de
cambio, el pagaré, el bono de prenda, etc. En conclusión, queremos
señalar que la expresión "títulos valores" ha tenido un desarrollo histó-
rico para llegar a la hoy establecida.

11. FUNCIÓN E IMPORTANCIA DE LOS TITULOS VALORES


A. IMPORTANCIA ECONÓMICA Y FUNCIÓN JURíDICA
Sin lugar a dudas, la mayor contribución del derecho comercial a la
vida económica de los pueblos la ha constituido la institución crediti-
cia, plasmada a través de los títulos valores, títulos. El mundo mercan-
til se mueve hoy en día en una gran medida por medio de las transac-
ciones con base en tales documentos.
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Los títulos valores traspasan fronteras movilizando riquezas con una


facilidad impresionante, asegurando su contenido y venciendo los obs-
táculos propios de las épocas pasadas, anteriores a su aparición. Poco a
poco se han dado transformaciones en su forma y contenido, lo que
trae como consecuencia un alto grado de perfeccionamiento de cada
modalidad y el necesario mejoramiento de los mercados.
Pero es de advertir que los títulos valores se desarrollan y transfor-
man no por azar sino por necesidad, por circunstancias ajenas a los
mismos. En la medida que las condiciones de los mercados lo exigen,
las prácticas crediticias deben ajustarse a dichas situaciones. Entonces,
los títulos valores son producto de la actividad mercantil.
Una doble función se denota en materia de títulos valores. Por una
parte su importancia económica y de otra su función jurídica.
Los títulos valores presentan una marcada influencia e importancia
en el tráfico comercial, importancia que se deduce de sus efectos, en
especial por su eficacia, aspecto este que tiene dos expresiones.
Por un lado, las obligaciones que se hacen constar en cada título: en
caso de ser incumplidas, el acreedor o beneficiario no tiene necesidad
de acudir a la vía judicial por un proceso declarativo a través del cual
se establezca el vínculo del deudor, sino que podrá accionar directa-
mente a través de un proceso de ejecución, coercitivo desde un co-
mienzo, obligándole al pago del deudor.
Pero además del aspecto procedimental, el título valor tiene una efica-
cia probatoria en la medida que constituye prueba de obligaciones que en
ellos se hace constar. Igualmente los títulos valores importan por la cele-
ridad que le dan a las transacciones comerciales en este material.
Vivante señala que cuando se habla de títulos valores tal expresión
da la idea de una masa económica que circula por procedimientos dife-
rentes a como se negocian o transfieren los demás derechos o créditos,
en la medida que la transferencia de los derechos incorporados en di-
chos documentos no se sujetan a las disposiciones relativas de un con-
trato de cesión de créditos, en el cual se impone la entrega del título
complementada con la notificación o aceptación de la transferencia a
los obligados o la transferencia en los títulos valores. En términos ge-
nerales, se hace sin el consentimiento o la intervención de las personas
obligadas, y ello en virtud del principio o ley de circulación de los
mismos.
Indudablemente, la función de los títulos valores es básicamente de
carácter económico, en la medida que sirven de sustento en las diver-
sas operaciones mercantiles. La vida económica está impregnada de
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multitud de documentos crediticio s en las diversas modalidades, lo que


da una idea general de su importancia y en la medida que es impres-
cindible su presencia en los mercados.
¿Qué haría el mundo moderno sin títulos valores? Es imposible pre-
cisar una situación semejante, pues las riquezas tienen expresión en su
circulación. Empero, los títulos valores no adquirieron la función e
importancia que hoy tienen sino en la medida que lograron certeza y
seguridad legal. Si bien es cierto que los títulos valores son consecuen-
cia de condiciones económicas, de necesidades mercantiles, también lo
es que su fundamento debió ser recogido por la ley para su correspon-
diente regulación.
Por ello afirmamos que los títulos valores adquieren una doble fun-
ción: Económica y jurídica. En el título valor obró, de manera singu-
larmente eficaz, la exigencia de certeza y seguridad jurídica, que es
esencial y característica en el derecho.
Al ser elaborada la norma legal, surge esa exigencia de certeza y se-
guridad, y queda en perenne contraste con las no menos justificadas
exigencias de la equidad y de la justicia del caso concreto, contraste
que el derecho supera en los diferentes casos según las diversas exi-
gencias de las distintas instituciones.
Ese contraste de equidad y de certeza se encuentra también, a cada
paso, en la interpretación de la norma y en las siempre renovadas dis-
cusiones metodológicas, y extrae, de otra manera, el contraste entre la
justicia del caso singular y la generalidad de la norma, entre la discre-
cionalidad del juez y el poder del legislador.
Es la necesidad de certeza y seguridad, de certeza en el derecho y
seguridad en su realización, la que lleva a las partes a crear o perfec-
cionar instituciones que satisfagan tal exigencia. Derecho incierto es
derecho ineficaz, elemento perturbador de las relaciones jurídicas,
siendo por tanto benéficos los esfuerzos tendientes a volverlo cierto y
eficaz.
y esa exigencia de certeza y seguridad la satisface el título valor:
Certeza en la existencia del derecho, seguridad en su realización. Jus-
tamente por eso los derechos declarados en los títulos pueden conside-
rarse con frecuencia, equivalentes a los bienes y a las riquezas a que se
refieren, lo que puede realizar, por la circulación de tales títulos, la
movilización de la riqueza.
Esa certeza y seguridad son puestas en acción a través del procedi-
miento de simplificación analítica del presupuesto de hecho, que Ro-
DOLFO IHERING ilustró en páginas decisivas. Realmente por un proce-
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dimiento de simplificación analítica es por lo que el documento actúa


como legitimador en el ejercicio del derecho; por el mismo procedi-
miento, la promesa contenida en el título se distingue de la relación
fundamental y, en algunos títulos, se vuelve abstracto.
A la par que la simplificación de la especie jurídica está el forma-
lismo jurídico, que domina en materia de títulos de crédito, imponien-
do formas rigurosas para la constitución, la transmisión y el ejercicio
del derecho. Los que juzgan que el formalismo jurídico es un fenóme-
no que sólo ocurrió en el derecho primitivo, tal vez no advirtieron el
renacimiento del formalismo que puede observar en el derecho moder-
no, y especialmente, en el derecho comercial, aunque es innecesario
indicarlo en virtud de consideraciones y necesidades distintas de las
que prevalecían en los derechos antiguos. Sin faltar desde luego en los
títulos valores, son justamente las relaciones de gran comercio nacio-
nal e internacional las que se van sujetando a formas siempre más rigu-
rosas, en cuanto a la manifestación de la voluntad; son justamente los
contratos derivados de esas relaciones, los que tienden a perder su
cuño individual para entrar en esquemas predeterminados. Y más que
por la acción de la ley, por la acción de la propia voluntad de las par-
tes, que con frecuencia impone hasta formas innecesarias legalmente.
Es en este terreno donde se hacen sentir más intensamente las exi-
gencias de la certeza y de la seguridad jurídica, exigencias tanto más
fuertes cuando, como acontece en el gran comercio internacional, los
derechos originarios de los diversos contratos son objeto de rápida y,
frecuentemente, intensa circulación.
Por esto es que en la reglamentación de los títulos valores se en-
cuentra un cuño formal, tanto sobre la tutela del acreedor, como sobre
la del deudor, y la historia precisamente pone de relieve que esta ca-
racterística se acentúa en el desarrollo de los títulos valores, instru-
mento jurídico de la circulación de los derechos.
En derecho moderno, la circulación de las cosas muebles está regida
por el principio de la protección a la posesión de buena fe: La posesión
de buena fe equivale al título; el poseedor de buena fe es propietario de
la cosa. El principio no se aplica a las hipótesis de cosas robadas o
extraviadas; más aún, así limitado, ejerce una gran influencia en la
circulación, que quisiera llamar saneadora. Realmente poco importa
que el enajenante no sea propietario. Su posesión es suficiente para que
la propiedad sea adquirida por el accipiente poseedor de buena fe, que
por eso es protegido y tutelado, siendo su propiedad independiente de
la falta de poder de disposición por parte de su antecesor.
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En la circulación de los créditos ya no ocurre lo mismo. Solamente


será válida la transmisión del crédito cuando sea hecha por el verdadero
acreedor. El adquirente de un crédito nunca estará absolutamente seguro
de su adquisición, ni estará provisto de buena fe lo que haya obtenido. Y
no es sólo el que adquiere un crédito, adquiere, en cierto modo, una caja
de sorpresas, cuyo contenido real siempre es difícil, si no imposible de
prever cuál sea. La adquisición hecha respecto de determinado crédito,
nacido de determinado negocio, queda sujeta por tanto a las excepciones
originadas de esté, y hasta la compensación con los créditos del deudor
cesionario, contra el cedente, existen antes de notificada o de aceptada la
cesión. En substancia, el derecho y, antes que él, la conciencia común,
toman en cuenta en la circulación de las cosas muebles, a la "cosa" con-
siderada objetivamente; en la circulación de los créditos al "derecho", lo
mismo que aquello que se podría denominar su subjetivismo, esto es, en
la parte en que se relaciona con la persona que fue el sujeto originario.
y por eso es que la circulación de los créditos casi fue desconocida en
los derechos primitivos. Realmente, ¿cómo admitir que el crédito, que
es una relación personal entre "A" Y "B" basada entre lo que personal-
mente ocurrió entre "A" y "B", pueda ser gozado por "e"? Tanto el
mundo romano, durante siglos, cuanto el primitivo derecho germánico,
se detuvieron ante este obstáculo y, en consecuencia, ignoraron hasta la
posibilidad de la cesión de créditos. La remoción de esa dificultad fue
hecha recientemente, y en su iniciación por medios que, aun con el
mismo fin, son hasta ahora conocidos y utilizados: la representación in
rem propiam (al principio procesal) y el contrato a favor de tercero, son
instrumentos aún hoy utilizados para la transmisión de créditos, dada la
imperfección de la disciplina que regula la cesión de estos.
No se puede negar que la "circulación" del crédito sería imposible,
o cuando menos prácticamente difícil, si el derecho crediticio conti-
nuara ligado a los que fueron sujetos originarios de la relación jurídi-
ca, al negocio de que nace y al conjunto de las relaciones originarias
entre aquellos sujetos. Entonces el derecho del cesionario quedará su-
bordinado a la existencia del derecho del cedente y sujeto a las excep-
ciones oponibles a éste, excepciones cuyo alcance y, algunas veces,
cuya propia existencia difícilmente podrá valuar el cesionario.
¿Qué seguridad tendrá el cesionario del derecho de crédito basado
en la venta de ciertas mercancías, si ese derecho eventualmente puede
quedar como paralizado, ya por la falta de entrega de la mercancía o
porque la entrega sea tardía o con algún vicio; ya porque existan entre
comprador y vendedor determinadas condiciones preestablecidas sobre
prórroga del plazo de pago, sobre arreglos en la mercancía, etc.; fi-
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nalmente por el hecho de que el comprador tenga un crédito contra el


vendedor, compensable con o sin deuda a favor de éste?
Aunque jurídicamente posible, la cesión continúa prácticamente ex-
cepcional. Mucho más excepcional todavía, es la circulación de crédito
por medio de varias cesiones, esto es, su transmisión a varios adqui-
rente s sucesivos, ya que en esa hipótesis se aumentan los peligros, se
multiplican las posibilidades de la existencia de excepciones oponibles
a quien cobre el crédito.

B. INSTRUMENTO DE PRUEBA
Así las cosas, debemos concluir que el desarrollo de los títulos valo-
res se encuentra esencialmente ligado a la función económica, al desen-
volvimiento comercial.
Ello no significa que los antecedentes carezcan de importancia; 10
que sucede es fácilmente explicable, dadas las transformaciones eco-
nómicas acaecidas en la época mencionada. Antes el criterio del ius in
re predominaba en el derecho de propiedad. Para entonces, la propie-
dad inmueble representaba la reina de los valores y elemento básico
del patrimonio. Sabido es que a la propiedad inmueble se llegaba por
medio del contrato, quedando el título como un instrumento meramen-
te accesorio, es decir, el contrato era el medio para adquirir la propie-
dad y el título se convertía en un mero medio probatorio del contrato.
La concepción varía desde la segunda mitad del siglo XIX, debido al
mismo desarrollo industrial, expresado en el ordenamiento jurídico. El
derecho privado, caracterizado por el predominio del régimen de pose-
siones, es sustituido por un régimen de valores. Con el surgimiento de
la gran industria los capitales se desconcentran, se desarrollan las socie-
dades comerciales modernas y los comerciantes adquieren un papel pre-
ponderante en el mundo mercantil. Con las transformaciones económicas
de la época, paralelamente cambian las concepciones jurídicas. En ade-
lante el contrato no es un fenómeno accidental o accesorio sino un ver-
dadero estado normal de las transacciones a través del cual se tornan
rápidas y seguras las negociaciones. Los títulos y los documentos credi-
ticios en general conllevan una total transformación en la conformación
de los patrimonios, títulos que van a ser parte integrante de los valores
mobiliarios, como nueva forma de manifestación de riqueza, diferente de
la propiedad inmueble. De ahí que el título, simple hoja de papel, simple
instrumento de prueba, es considerado como una cosa que representa un
valor pecuniario. Es decir, se plantea el problema de la propiedad de un
crédito, que constituye, en la concepción clásica civilista, una especie de
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paradoja en razón de que es el derecho personal el que sirve de soporte


al derecho real.
Se produce, en consecuencia, la necesidad de proteger al portador
del documento, porque la noción de cosa como valor viene a reempla-
zar a la cosa material, o sea que el derecho comercial reemplaza al
derecho civil. De aquí se deduce que aparece una noción moderna del
título o documento.
En el derecho civil el título no crea al derecho, éste no está incorpo-
rado en el documento: se puede ser poseedor de éste sin por ello ser
titular del derecho y la transferencia de los derechos es independiente
de la entrega material del documento. De lo cual se infiere que, de
conformidad al derecho civil, carente de todo formalismo, del carácter
abstracto y aislado del derecho propiamente dicho, el título del derecho
civil no es más que un documento probatorio.
Sin embargo, el título o documento está llamado a cumplir otras
funciones. El proceso producido desde mediados del siglo XIX, en que
desaparece el crédito al consumo y, por contrapartida, se desarrolla el
crédito a la producción, comprendiendo en éste el crédito al comercio
y a la industria, hace que el documento adquiera una vida independien-
te, quedando sometido a reglas propias y originales atinente s a su crea-
ción, circulación y garantías.
Para ello el documento tiene que responder a ciertas exigencias:
1) Demostrar por sí mismo la existencia del derecho, independien-
temente de su aspecto exterior, que sólo constituye un símbolo;
2) Acreditar que por su intermedio el derecho será efectivizado sin
dificultades.
A tales fines o exigencias y para complementar el nuevo papel que
está destinado a desempeñar en el futuro necesita poseer ciertos carac-
teres generales: .
a) El título del derecho comercial es formal, o sea que está sujeto a
ormalidades estrictas que resultan esenciales para conocer la naturale-
za y la extensión de las obligaciones que constata;
b) Tiene que tener carácter abstracto, entendido en el sentido de que
está aislado de la relación jurídica que dio lugar a su creación, para
~ e su circulación no se vea trabada por elementos extraños suscepti-
de entorpecer su ejercicio;
A diferencia de lo que sucede en derecho civil, el título y el dere-
en él incorporado no son elementos distintos y separados: el título
do nacimiento a un nuevo derecho, forma una sola cosa: quien es
_ ietario del documento es por ello titular del derecho. El título no
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prueba el derecho, lo contiene. Quien tiene el título, tiene el derecho.


Quien da el título, da el derecho. Quien roba el título, roba el derecho.
En suma, el derecho está incorporado en el título.

III. FUENTE OBLIGACIONAL DE LOS TÍTULOS VALORES


A. FuENTE DE OBLIGACIONES
Dejamos establecido que los títulos valores cumplen una importante
función económica al constituir un instrumento eficaz, perfecto y segu-
ro en la movilización de la riqueza y de circulación de créditos. Gene-
ralmente se parte de una triple caracterización a efectos de determinar
el concepto de fuente obligacional de los documentos crediticios: La
incorporación, como acto de compenetración del derecho en el docu-
mento; la literalidad, como la mención literal del derecho que se in-
corpora, a fin de determinar su existencia, contenido y modalidad del
mismo; y, la autonomía, valga decir, la independencia de posición de
cada poseedor del título respecto de los poseedores anteriores, confor-
man la triple caracterización nombrada. Otros requisitos característi-
cos, de importancia en la concepción del título valor, lo son la circula-
ción y la legitimación o posesión del documento.
Ahora bien, ¿son los títulos valores fuente de obligaciones? Necesa-
rio es tener en cuenta algunos conceptos.
1- En materia comercial al tenor del artículo 822 del Código de
Comercio, los principios que gobiernan la formación de los actos y
contratos y las obligaciones de derecho civil, sus efectos, interpreta-
ción, modos de extinguirse, anularse o rescindirse, son aplicables a las
obligaciones y negocios jurídicos mercantiles. En este orden, se deno-
minan fuentes de las obligaciones los hechos y actos jurídicos que
constituyen el presupuesto de su nacimiento. Conforme a la normativi-
dad civil, las obligaciones nacen, ya del concurso real de las volunta-
des de dos o más personas, como en los contratos o convenciones, ya
de un hecho voluntario de la persona que se obliga, ya a consecuencia
de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, o ya por
disposición de "laley.
2- El título valor se presenta en su forma externa como un documen-
to probatorio que da testimonio de la obligación que tiene el suscriptor
del mismo de cumplir cierta prestación en favor de otra persona. Quien
tiene derecho a exigir la prestación se denomina acreedor y quien tiene
obligación de cancelarla se llama deudor, obligación que mirada desde
dicho punto de vista podrá denominarse crédito o deuda, ya se trate
respecto de acreedor o deudor. En esta relación se constituye un deber
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jurídico, es decir, una conducta que debe efectuar el deudor y a la cual


tiene derecho a exigir el acreedor, deber jurídico que en materia de
obligaciones recibe el nombre de prestación.

B. RELACIÓN CARTULAR O NEGOCIO SUBYACENTE


Concebido así, necesario es determinar la fuente de la obligación,
así como el carácter o naturaleza de la declaración de voluntad conte-
nida en el respectivo título o documento, declaración que se conoce
con el nombre de cartular. Este problema ha fatigado un poco la mente
de los juristas y constituye aún hoy uno de los problemas más delica-
dos y difíciles de la ciencia del derecho.
La dificultad de una solución teórica del problema enunciado deriva
de un doble factor: Por un lado, porque la relación cartular no está
aislada, sino que se injerta sobre una relación diferente (relación sub-
yacente) realizando el fin económico de la misma; por otro lado, por-
que cualquiera sea la solución que se adopte sobre el fundamento de la
obligación cartular, resulta difícil de explicar satisfactoriamente, sin
recurrir a recursos prácticos o a desviación de los principios, el régi-
men del título valor, esto es, la diferente relevancia de la relación sub-
yacente con referencia al tomador y a los terceros.
El origen de la relación cartular (de una relación subyacente) resulta
más evidente en algunos títulos de crédito, como por ejemplo, en las
acciones de sociedad comercial, cuya relación subyacente se transfunde
directamente en la relación cartular; resulta menos evidente en otros,
como por ejemplo, en la letra de cambio, en la que dicho origen no sur-
ge del título y sólo se manifiesta en determinadas situaciones.
Sin embargo, la derivación de la relación cartular de la relación
subyacente explica siempre su eficacia, no solo en el sentido que la
relación cartular influye en la relación subyacente, sino también en el
sentido que ésta, dentro de determinados límites o en determinadas
situaciones, influye sobre la relación cartular. Pero esta relación se
despliega de modo diferente con relación a los diversos poseedores del
título; es completa con respecto a los poseedores del título que son al
mismo tiempo sujetos de la relación subyacente, mientras que se ate-
núa o directamente se anula con respecto a los poseedores del título
que sean extraños a tal relación.
De allí deriva la necesidad de aclarar, a los fines del fundamento de
la obligación cartular, los dos puntos siguientes:
lo) La conexión que existe entre relación subyacente y relación car-
rular;
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20) La razón de la diferente eficacia que esta relación despliega con


respecto a los diferentes poseedores del título.
No parece oportuno hacer aquí una reseña de teorías: No puede sin
embargo, omitir, aunque la exponga en sus presupuestos esenciales, la
solución adoptada por la doctrina dominante.
El fenómeno de los títulos valores, considerado desde el punto de
vista de la obligación que enuncian, es considerado como un fenómeno
de simplificación analítica de los casos negociables.
Este fenómeno de simplificación analítica presupone, por otra parte,
un procedimiento más bien complejo. La emisión de un título valor
sería, en efecto, el resultado de los siguientes negocios:
10) Un negocio subyacente que, según los diversos títulos valores,
puede tener una naturaleza específica o en cambio una naturaleza va-
riable;
20) Una convención ejecutiva, mediante la cual se fija la relación
que media entre negocio subyacente y negocio cartular;
30) El negocio resultante de la manifestación de voluntad unilateral
y no recepticia del creador del título; y según algunos;
40) Un negocio de transmisión del título.
La obligación cartular surge en virtud del negocio cartular y se
comporta análogamente respecto de todos los poseedores del título:
sólo que cuando estos poseedores son también sujetos de la convención
ejecutiva, los efectos del negocio cartular pueden ser paralizados por el
contenido de la relación subyacente, a través de la convención ejecuti-
va, y precisamente esto puede verificarse en virtud de un mecanismo
análogo al que se da en la compensación.
Derecho emergente del negocio subyacente y derecho cartular, a
menos que la convención ejecutiva no determine otra cosa, no se con-
funden, sino que coexisten; sólo que estando dirigidos a la realización
de un único fin económico y dado el ligamen operado por la conven-
ción ejecutiva, la satisfacción del derecho cartular importa también
satisfacción del derecho derivado del negocio subyacente.

IV. UBICACIÓN, EVOLUCIÓN Y ESTRUCTURACIÓN DE LOS


TíTULOS VALORES
A. UBICACIÓN AUTÓNOMA EN EL DERECHO MERCANTIL
En algunas esferas aún se discute la ubicación de los títulos valores.
En este orden se pregunta si los títulos valores se estudian conforme a
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los postulados del Código Civil o del Código de Comercio. Incluso en


muchas ocasiones se les ubica en la materia procedimental civil.
Quienes sustentan la ubicación del estudio de los títulos valores en el
Código de Comercio, bien tienen en cuenta que su estudio y régimen apli-
cable debe enmarcarse dentro del Estatuto Mercantil vigente. Dentro de
esta órbita los títulos valores tendrán que hacer parte de los bienes mercan-
tiles, tal como lo ha concebido el Código de Comercio alladQGe los esta-
blecimientos mercantiles y de la propiedad industrial.
Por ello no es posible compartir la hipótesis según la cual se intenta
su ubicación en la parte de los contratos u obligaciones comerciales.
Desde nuestro punto de vista la ubicación dada por el legislador co-
mercial de 1971 es correcta.
Quienes defienden el estudio de los títulos valores desde un punto de
vista del Código Civil, lo hacen ubicando el tema en la parte de los
contratos, de las obligaciones, de los bienes, sin que se haya logrado
unificación de esta tesis. Sea de una u otra manera la concepción civi-
lista parte del supuesto de que no todas las personas que efectúan tran-
sacciones con títulos valores son comerciantes y que por ende quienes
no lo son no están obligados a sujetarse al imperio de la ley comercial,
debiendo aplicárseles la codificación respectiva. Con tal fundamento se
plantea el tema de la aplicación del derecho mercantil y el régimen al
que se ajustan los actos de comercio de personas no comerciantes.
En el Código de Comercio de 1887 el tema de los títulos valores fue
ubicado en la parte de los contratos mercantiles. En aquel tiempo las
normas que regulaban el contrato de cambio efectuaban precisiones relati-
vas a los efectos de comercio. Entonces, tal ubicación significaba que los
títulos valores eran documentos vinculados básicamente a un negocio cau-
sal, lo cual quería decir que los papeles crediticios sólo estaban destinados
a la ejecución de prestaciones en el contrato de cambio. Teniendo en cuen-
ta esta ubicación se llegaba a una conclusión lógica: los títulos valores no
tenían el carácter de autónomos, no había independencia respecto del ne-
gocio causal. La Ley 46 de 1923 entra a cambiar radicalmente la concep-
ción del Código de Comercio de 1887 al respecto. Desde aquella época los
títulos valores son tratados por fuera de la parte de los contratos, para ser
estudiados de manera independiente.
El Código de Comercio de 1971 cambia la ubicación del tema de los
títulos valores, empezando a ser regulados dentro del título III del li-
bro III, en la parte correspondiente a los bienes mercantiles, una vez
estudiados los establecimientos de comercio y la propiedad industrial.
Al estudiarlos como bienes mercantiles el legislador quiso que los títu-
20 TITULOS VALORES

los valores fueran considerados como cosas o bienes muebles y no


simplemente como prueba de obligaciones o medios para cumplir un
contrato de cambio.
En consecuencia, en nuestro medio la discusión del régimen aplica-
ble no tiene cabida, debido a que el carácter mercantil de los actos
relacionados con los títulos valores está bien determinado. El numeral
sexto del artículo 20 del Código de Comercio indica que la emisión,
otorgamiento, aceptación, garantía, compra, venta, permuta, etc., de
títulos valores tiene el carácter mercantil, es decir, es un acto de co-
mercio, independientemente de la persona que intervenga en dicho
acto, o sea, sin interesar el carácter de comerciante o no de quien efec-
túa la transacción, mucho más cuando el mismo Código indica que si
el acto es mercantil para una de las partes se aplicará toda la regula-
ción comercial para ambas.

B. EVOLUCIÓN LEGISLATIVA DE LOS TÍTULOS VALORES EN


COLOMBIA
Conocido es que al producirse el descubrimiento de América y los
posteriores procesos de Conquista y Colonia se traslada al país toda la
normatividad existente en España. Para entonces ya se conocían en la
Metrópoli española los Estatutos de Barcelona, en los cuales se conden-
saba en cierta medida unos documentos llamados "efectos de comercio" .
Luego mediante la compilación de legislación se abren paso las Orde-
nanzas españolas de Baltar, aparecidas en el siglo XVI. Las anteriores
Ordenanzas fueron reformadas por las Ordenanzas de Bilbao, las cuales
dan paso a su vez a la Casa de Contratación, base de las Nuevas Orde-
nanzas de Bilbao. Ésta, la nueva legislación, tiene importancia para el
tema que nos ocupa, en la medida que contenía normas atinentes a la
letra de cambio, los avales y las cartas y órdenes de pago. Como era ya
de costumbre, las Nuevas Ordenanzas de Bilbao rigieron en nuestro país
incluso hasta después de la Independencia de 1810. Se puede afirmar que
después del grito de independencia no existió normatividad mercantil
expresa en esta materia sino hasta 1853. En efecto, los vacíos jurídicos
se perpetuaron hasta tal fecha cuando es expedido el primer Código de
Comercio durante el gobierno de MARIANOOSPINARODRÍGUEZ, Código
que incluso se llegó a concebir como una fiel copia del Código de Co-
mercio Español de 1829. El Código de Comercio de 1853 fue de vida
corta, puesto que entró a regir en el país el sistema federal de gobierno
inspirado en la Convención de Rionegro, sistema que dejó en libertad a
los Estados para regular lo relativo a los asuntos de derecho comercial.
Dentro de esta concepción se destacó el Estado Soberano de Panamá
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 21

quien en el año de 1869 adoptó su Código de Comercio Terrestre, con


grandes similitudes al Código de Comercio chileno de 1865, código este
orientado básicamente por el Código de Comercio de NAPOLEÓNde
1807 y el español de 1829.
En 1887 el gobierno de la regeneración produce la Ley 57 por medio
de la cual se adopta con carácter nacional el Código de Comercio de
Panamá. Por todos es sabido que el Código de Comercio de 1887 rigió
con sus respectivas reformas hasta el año de 1971 cuando se expide el
nuevo Código de Comercio que hoy nos rige. El Código de Comercio de
1887 se refería a los "efectos de comercio", los cuales eran regulados en
la parte correspondiente a los contratos mercantiles, en donde se norma-
tizaba el contrato de cambio, la letra de cambio, las libranzas, los paga-
rés a la orden y la carta u órdenes de crédito. El código no se ocupó del
cheque, razón por la cual fue necesario adoptar la Ley 75 de 1916, nor-
ma reguladora del cheque y de algunos aspectos atinentes al protesto.
Más tarde, durante el gobierno de Pedro Nel Ospina, como producto de
la Misión Kernmerer, se recomendó la adopción de una normatividad
relativa a los títulos valores, recomendación que se convirtió en norma
mediante la expedición de la Ley 46 de 1923, conocida con el nombre de
"Instrumentos Negociables". La Ley 46 de 1923 introdujo al país la
concepción anglosajona de los títulos valores. Entre los temas contenidos
en la ley se pueden mencionar las nociones preliminares, los requisitos y
la negociación de los instrumentos negociables, los derechos de los tene-
dores, la presentación, la aceptación, el protesto, el descargo o pago de
los instrumentos negociables. De manera particular se estudiaba la letra
de cambio, sus modalidades, el pagaré y el cheque. Es de recordar que
la Ley 46 de 1923 no derogó la legislación anterior sino que se convirtió
en una adición de la misma.
En definitiva, la Ley 46 de 1923 viene a regir, conjuntamente con el
Código de Comercio de 1887, toda la actividad mercantil del país hasta
la expedición del Decreto 410 del 27 de marzo de 1971, actual Código
de Comercio. Es de advertir que además de la normatividad citada se
conoció la Ley 26 de 1922 referenciada al contrato de cambio, el protes-
to, la presentación para el pago y los endosos, y la Ley 83 de 1925 refe-
rida a los cheques, a su presentación para el pago y al protesto.
Referencia especial merece el Proyecto Intal, en la medida en que
este Proyecto fue la base para la elaboración de la parte correspondien-
te de los títulos valores en el actual Código de Comercio. El proyecto
recibe este nombre porque se elaboró a solicitud del Instituto para la
Integración de América Latina (INTAL), organismo dependiente de
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La inscripción del proyec-
22 TITULO S VALORES

to estuvo regida bajo el criterio integracionista de normas jurídicas


aplicables a diversos países latinoamericanos en materia de títulos va-
lores. Hacía 1965 el Parlamento Latinoamericano solicitó al tratadista
mejicano RAÚL CERVANTES AHUMADAla elaboración de un proyecto
de ley uniforme de títulos valores, para América Latina, proyecto que
fue presentado en 1966 y sometido posteriormente a la consideración
de los diversos países, aprobado luego en 1969 por el Parlamento La-
tinoamericano con las recomendaciones de adopción en las legislacio-
nes internas. El proyecto fue acogido con algunas reformas en nuestro
país y quedó inserto en el Código de Comercio.

C. REGULACIÓN y ESTRUCTURACIÓN DE LOS 'TÍTULOS


VALORES EN EL CÓDIGO DE COMERCIO
El Código de Comercio dedica la tercera parte del libro tercero, so-
bre bienes mercantiles, a la reglamentación de los títulos valores. Esta
regulación esta comprometida entre los artículos 619 a 821.
a) De los artículos 619 al 647 se habla de manera genérica de los tí-
tulos valores. Entre los artículos 648 a 650 se estudian los títulos no-
minativos. Del artículo 651 al 667 se mencionan los títulos a la orden.
Entre los artículos 668 a 670 se regulan los títulos al portador.
b) Ya abocado cada título en particular, la letra de cambio es estu-
diada desde los artículos 671 al 708 y comprende la creación, la acep-
tación, el pago y el protesto. El pagaré es regulado sólo en tres artícu-
los (709 a 711).
e) Entre los artículos comprendidos del 712 al 751 el Código hace
mención al cheque, su creación y formas, la presentación y pago y los
cheques especiales. La sección IV, entre los artículos 752 al 756, re-
glamentan los bonos. El certificado de depósito y el bono de prenda es
legislado en los artículos 757 al 766.
d) Por su parte, la carta de porte y el conocimiento de embarque se
reglamenta dentro de los artículos 767 al 771. Por último, las facturas
cambiarias se articulan entre el 772 y el 779.
Asimismo el Título III dedica un capítulo entero al estudio de los
procedimientos, el cual es dividido entre partes o secciones: Las ac-
ciones las consagra entre los artículos 780 y 793, el cobro del bono de
prenda se regula mediante los artículos 794 y 801, y la reposición,
cancelación y reivindicación de los títulos valores, desde el artículo
802 hasta el 821.
En desarrollo de lo esbozado podemos enunciar la siguiente estruc-
tura: El Código de Comercio, una vez regulado el estudio de los esta-
TEORIA 'GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 23

blecimientos de Comercio, entre los artículos 515 a 533, y la propie-


dad industrial, entre los artículos 534 al 618, inicia a partir del título
111del libro tercero el estudio de los títulos valores, más concretamente
desde el artículo 619 y hasta el 821.
El Código de Comercio se inicia con una parte general, desde donde
recoge los principios que deben aplicarse a todos los títulos valores,
sin importar su naturaleza. El artículo 619 define los títulos valores; el
620 señala los efectos que producen tales documentos; el 621 describe
los requisitos de todo título valor; el 622 hace referencia a los espacios
en blanco; el 623 hace relación a cifras numéricas y en palabras; el
624 hace mención al ejercicio del derecho consignado en el título va-
lor; el 625 habla de la eficacia de la firma y de su entrega negocial; el
626 regula la obligación del suscriptor; el 627 normatiza la autonomía;
el 628 mira la transferencia del título; el 629 normatiza las afectacio-
nes o gravámenes sobre derechos en títulos valores; el 630 observa la
circulación; el 631 la alteración; el 632 hace mención a la solidaridad;
los 633, 634, 635, 636, 637 Y 638, tienen referencia al aval; el 639
menciona la suscripción sin contraprestación; el 640 normatiza la re-
presentación, lo mismo que el 641 y el 642; el 643 tiene relación con
la emisión de un título valor de contenido crediticio; el 644 a los títu-
los representativos de mercancías; el 645 excluye a ciertos documentos
no destinados; el 646 menciona los títulos creados en el extranjero, y,
el 647 regula al tenedor legítimo.
El Capítulo II hace mención a los tltulos nominativos. Así, el artícu-
lo 648 los define, el 649 concede derechos al titular sobre el transmi-
sor en cuanto a autenticación de firmas; y el 650 se refiere a registro y
sus anotaciones en cuentas de transmisión del documento.
El Capítulo III concibe los títulos a la orden. En efecto, el artículo
651 los define; el 652 regula la transferencia, aspecto complementado
por los artículos 655 a 665. El artículo 666 menciona la transferencia
por recibo y el 667 regula la tacha de endosos.
El Capítulo IV comprende los,títulos al portador. En su orden, el ar-
tículo 668 los define; el 669 regula su expedición y el 670 concibe la
ineficacia a los títulos valores creados en contravención a la ley.
El capítulo V, con diferentes secciones, se dedica al estudio de las
distintas especies de títulos valores.
La Sección primera se refiere a la letra de cambio y en cuatro sub-
secciones menciona su creación y forma, aceptación, pago y protesto,
respectivamente. El artículo 671 enuncia los requisitos especiales que
debe contener la letra de cambio; el 672 se relaciona con las cláusulas
24 TITULOS VALORES

de intereses y de cambio; el 673 a la forma como puede ser girada; el


674 y 675 a las formas de vencimiento; el 676 al giro a la orden o al
mismo girador; el 677 al domicilio para el pago; el 678 a la responsa-
bilidad del girador, a la aceptación y al pago; el 679 a las cláusulas
especiales; del 680 al 690 a la aceptación; del 691 al 696 al pago y del
697 al 708 se regula el protesto ..
La Sección segunda del Capítulo V el Código de Comercio estudia
el pagaré. El artículo 709 menciona los requisitos particulares y el 710
equipara a su suscriptor al aceptante de una letra de cambio, mientras
que el 711 le extiende al pagaré las disposiciones relativas de la letra
de cambio.
La Sección Tercera del mencionado capítulo regula el cheque y lo
abarca en tres subsecciones, a saber: creación y forma, presentación y
pago y cheques especiales. En su orden, el artículo 712 indica la forma
como debe ser expedido; el 713 señala los requisitos especiales de con-
tenido; el 714 hace mención a la provisión de fondos; el 715 a la limi-
tación de negociabilidad; el 716 al cheque expedido o endosado a favor
del banco librado; el 717 menciona el pago a la vista; el 718 a la pre-
sentación para el pago; el 719 al cheque en cámara de compensación;
el 720 al pago del saldo disponible; el 721 al pago de cheques no pre-
sentados en tiempo; el 722 a la sanción por no pago por parte del li-
brado; el 723 al rechazo de pago parcial y a la revocación del cheque;
el 725 al pago en eventos de muerte e incapacidad; el 726 al rehusa-
miento del pago en caso de quiebra, concurso, liquidación judicial o
administrativa del librador; el 727 al protesto; el 728 a la devolución
de cheques pagados; el 729 y 730 a las acciones cambiarias derivadas
del cheque, su caducidad y prescripción, respectivamente; el 731 a la
sanción por no pago del librador; el 732 a la responsabilidad del banco
por pago de cheques falsos o alterados; el 733 a los avisos en caso de
pérdida de cheques; el 734 al cheque cruzado; el 735 y 736 al cheque
cruzado especial; el 737 al cheque para abonar en cuenta; el 738 a la
responsabilidad del librado por contravención al pago de cheques espe-
ciales; del 739 al 744 se hace referencia al cheque certificado; el 745
al cheque de gerencia; del 746 al 751 al cheque de viajero. Además, es
de tener en cuenta que la Ley 1a de 1980 creó el cheque fiscal, adicio-
nando esta parte de los títulos valores.
La Sección Cuarta del Capítulo V regula los bonos. El artículo 752
los define; el 753 se refiere a su forma; el 754 hace mención a los re-
quisitos especiales de contenido; el 755 a las normas no aplicables para
aquellos eventos de contrariedad con disposiciones especiales; el 756
hace mención a la prescripción en acciones de bonos.
TEORlA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 25

La Sección Quinta del mismo Capítulo V normatiza el certificado de


depósito y el bono de prenda. El artículo 757 indica a los almacenes
generales de depósito como los entes encargados de expedir los certifi-
cados de depósito. El mismo artículo señala los derechos que incorpora
el certificado de depósito y el bono de prenda. El artículo 758 se refie-
re a la entrega del certificado y del bono; el 759 a los requisitos espe-
ciales de contenido del certificado de depósito; el 760 a los mismos
requisitos en el caso del bono de prenda. El artículo 761 tiene relación
con el vencimiento del crédito prendario; el 762 a los intereses en el
bono; el 763 al carácter nominativo, a la orden o al portador de ambos
títulos; el 764 a la negociabilidad; el 765 a la situación jurídica del
tenedor del certificado; y el 766 a la aplicación de disposiciones relati-
vas a la letra de cambio o al pagaré negociable.
La Sección Sexta del Capítulo V regula la carta de porte y el cono-
cimiento de embarque. El 768 indica los requisitos especiales; el 769
el contenido; el 770 la responsabilidad del endosante y el 771 la apli-
cación de las reglas relativas a la letra de cambio y al pagaré.
La Sección Séptima del Capítulo V estudia las facturas cambiarias.
El artículo 772 la define; el 773 se refiere a la ejecución del contrato
de compraventa que dio origen a la factura cambiaria; el 774 a los
requisitos especiales de contenido. El artículo 775 define la factura
cambiaria de transporte; el 776 menciona los requisitos especiales de la
factura cambiaria de transporte. El artículo 777 tiene relación con el
pago por cuotas; el 778 versa sobre la aceptación de la factura en caso
de no devolución y el 779 a la aplicación de normas relativas a la letra
de cambio.
Una vez que el Código de Comercio se ha ocupado de los títulos va-
lores en particular entra a regular, en el capítulo VI, los procedimien-
tos, aspecto este dividido en tres secciones, a saber: las acciones, el
cobro del bono de prenda y la reposición, cancelación y reivindicación
de los títulos valores.
La Sección I regula las acciones. El artículo 780 señala los eventos
de ejercicio de la acción cambiaria; el 781 indica la acción cambiaria
directa; el 782 los importes que pueden reclamarsen mediante tal ac-
ción, mientras que el 783 se refiere al ejercicio de la acción cambiaria
en vía de regreso por parte del obligado. El artículo 784 enumera las
excepciones que pueden interponerse contra la acción cambiaria; el
785 hace mención al ejercicio de la acción cambiaria por parte del te-
nedor; el 786 al cobro de lo ya pagado por el último tenedor o el obli-
gado en vía de regreso. Los artículos 787 al 792 señalan los términos
26 TITULOS VALORES

de caducidad y prescripción de la acción cambiaria. El artículo 793 se


refiere al procedimiento ejecutivo para el cobro de títulos valores.
El cobro del bono de prenda se regula en la sección II del Capítulo VI.
El artículo 794 tiene relación con la presentación para el cobro del
bono de prenda; el 795 y 796 al protesto; el 797 y 798 a la subasta de
bienes en depósito; el 799 al importe del seguro en caso de siniestro;
el 800 a las anotaciones de las cantidades pagadas y de los derechos
por saldos insolutos. El artículo 801 se refiere a la caducidad de las
acciones de regreso.
La sección III del mismo capítulo estudia la reposición, cancelación
y reivindicación de los títulos valores. En su orden, el artículo 802
regula la reposición, el 803 la cancelación, el 804 la competencia para
el caso de demandas. El 805 a los requisitos de la demanda; el 806 a la
suspensión del cumplimiento de las obligadas de título; el 807 a la
interrupción de la prescripción y suspensión de los términos de caduci-
dad; el 808 a la sentencia de cancelación o reposición. Los artículos
809 y 810 a la oposición; el 811 a la ejecutoria de la sentencia; el 812
a los derechos del actor en eventos de vencimiento del título durante la
demanda; el 813 y 814 al depósito del importe del título; el 815 a la
suscripción del título por parte de los signatarios del ya cancelado, y el
816 al vencimiento del nuevo título; el artículo 817 hace mención a los
derechos del tenedor del título ya cancelado, y el 818 a la no cancela-
ción de los títulos al portador. Los artículos 819 y 820 regulan la rei-
vindicación de los títulos valores.
Finalmente, el artículo 821 regula dos aspectos: En primer lugar,
manda que cuando sea empleada la expresión "instrumentos negocia-
bles", deben entenderse por tales aquellos títulos de contenido crediti-
cio que tengan por objeto el pago de moneda. En segundo término, la
norma indica que la protección de los títulos valores se regirá por las
normas respectivas de la ley penal.
Pero además de la normatividad consagrada en el título III del libro
III, el estudio de los títulos valores es traído a referencia por otro arti-
culado del Código de Comercio.
Así por ejemplo, los artículos 1393 a 1395, haciendo parte de los
contratos bancarios, entran a regular los depósitos a término, mientras
que los artículos 1180 a 1191 se refieren al depósito en almacenes ge-
nerales, normas sin las cuales no se puede entender el estudio del bono
de prenda y del certificado de depósito. Igualmente caben en este tema
las normas relativas a las acciones de sociedades, sea que se conside-
ren o no como títulos valores corporativos.
CAPíTULO 11
CLASIFICACiÓN DE lOS TíTULOS VALORES
El artículo 619 del Código de Comercio enseña que los títulos valo-
res pueden ser de contenido crediticio, corporativos o de participación
y de tradición o representativos de mercancías. Varios criterios se han
intentado en la doctrina para determinar una clasificación acertada y
precisa en esta materia. Tomando como base la clasificación de la
norma citada tendremos que afirmar una clasificación teniendo en
cuenta: A) El contenido de la prestación o el objeto sobre el cual re-
cae, B) La moneda, C) El lugar de creación, D) La forma de creación,
E) El cumplimiento de las formalidades, F) La función económica, G)
La naturaleza jurídica del creador o emisor del título, H) El régimen
aplicable, 1) La causa, J) La ley de circulación.

l. CLASIFICACIÓN SEGÚN EL CONTENIDO DE LA PRESTACIÓN


O EL OBJETO SOBRE EL CUAL RECAE
Este criterio de clasificación apunta a determinar aquello que se
puede exigir en virtud del título que se ha emitido, es decir, la presta-
ción en él incorporada. Desde este ángulo los títulos valores pueden
ser: 10) De contenido crediticio, 20) Reales, de tradición o representa-
tivos de mercancías, 30) Corporativos o de participación.

A. TITULOS DE CONTENIDO CREDITICIO


Un título valor es de contenido crediticio cuando el objeto, sobre el
cual recae la prestación que puede exigirse como efecto de ese título,
es dinero, valga decir, moneda legal.
El artículo 821 del Código de Comercio preceptúa que cuando en la
ley o en los contratos se emplea la expresión "instrumentos negociables"
se entenderá por tal los títulos valores de contenido crediticio que tengan
por objeto el pago de moneda legal. Con lo anterior se quiere dar a sig-
nificar que el concepto de título valor de contenido crediticio es equipa-
rado por la ley al concepto de instrumento negociable.
Ahora bien, ¿qué títulos valores son de contenido crediticio? Como se
indicó en la definición, lo son todos aquellos que imponen a sus intervi-
nientes la obligación de pagar una suma de dinero. Veamos cuales:
a) El cheque, en la medida que se trata de un título valor en el cual
va impresa una orden de pago dirigida por el librador contra el libra-
28 TITULOS VALORES

do, contra el banco, girado a fin de que se pague la suma determinada


de dinero inserta en el documento.
b) La letra de cambio, en tanto que se trata de una orden dada por el
librador contra el girador para que igualmente pague una suma deter-
minada de dinero.
e) El pagaré, pues se trata de una promesa que hace el otorgante del
título encaminada a pagar una suma de dinero,
d) Los bonos, porque representan una alicuota en un crédito colecti-
vo que permite a su tenedor obtener el reembolso de una suma deter-
minada.
e) El certificado de depósito a término es un título valor de conteni-
do crediticio, ya que le permite al tenedor obtener la devolución de
una suma de dinero por él depositada.
f) La factura cambiaria de compraventa, en tanto que se trata de un
documento librado por vendedor contra el comprador, encausado a exi-
girle el pago de la mercancía que le ha vendido, total o parcialmente.
g) La factura cambiaria de transporte es igualmente un título valor
de contenido crediticio, librada por el transportador para obtener el
pago total o parcial de los fletes causados por el transporte realizado.
h) El bono de prenda, como documento expedido por los almacenes
generales de depósito, se enmarca en los títulos valores de contenido
crediticio en tanto que incorpora un crédito, con la única salvedad que
dicho crédito se garantiza con prenda de las mercancías depositadas, es
decir, se trata de una prestación principal que le permite a su tenedor
cobrar el crédito. El artículo 757 del Código de Comercio inicio final,
indica que en el bono de prenda se incorpora un crédito prendario so-
bre las mercancías amparadas por el certificado de depósito y confiere
por sí mismo los derechos y privilegios de la prenda.
i) Otros títulos valores calificados como de contenido crediticio pue-
den serio las cédulas, los títulos de ahorro cafetero y en fin, todos
aquellos que tengan por objeto cobrar una suma de dinero.

B. TITULOSREALES O DE TRADICIÓN O REPRESENTATIVOS DE


MERCANCíAS
De manera indistinta se les ha denominado así a esta clase de títulos
valores. Empero, son tres criterios diferentes los que cobija esta clasi-
ficación.
De un lado, son reales, porque confieren al tenedor un derecho real,
es decir, el dominio sobre las mercancías en el título representadas.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 29

De tradición, porque al transferir el título representativo de mercan-


cías, teniendo en cuenta su ley de circulación, se transfiere igualmente
la propiedad de las mercancías.
y son representativos de mercancías en tanto que, en virtud de la in-
corporación, allí donde está el documento, en ese mismo lugar se en-
cuentran físicamente las mercancías. Por ello el artículo 629 del Códi-
go de Comercio manda que la reivindicación, el comercio, o cuales-
quiera otras afectaciones o gravámenes sobre los derechos consignados
en un título valor o sobre las mercancías por él representadas, no sur-
ten efectos si no comprenden el título mismo materialmente. En conse-
cuencia, aparece claramente que estos títulos valores se caracterizan
porque confieren derechos sobre mercancías y no sobre dinero, como
los de contenido crediticio, examinados anteriormente. Igualmente, se
caracterizan porque aquella persona poseedora del documento es dueña
de la mercancía en él contenida y, por tanto, como titular de las mis-
mas puede disponer de ellas. Así lo plasma el artículo 644 del Código
de Comercio al indicar que los títulos representativos de mercancías
atribuyen a su tenedor legítimo el derecho exclusivo de disponer de las
mercancías que en ella se especifican. En estas condiciones, el titular
del documento representativo de mercancías podrá transferirlas, trans-
firiendo el respectivo título valor.
y ¿cuáles son los títulos valores representativos de mercancías, de
tradición o reales? Indudablemente que se hace referencia es al certifi-
cado de depósito que expiden los almacenes generales de depósito, al
conocimiento de embarque ya la carta de porte.
a) El artículo 757 del Código de Comercio, en su inciso segundo,
prescribe que los certificados de depósito incorporan los derechos del
depositante sobre las mercancías depositadas y están destinados a ser-
vir como instrumento de enajenación, transfiriendo a su adquirente los
mencionados derechos.
b) El artículo 676 del mismo Código enseña que el conocimiento de
embarque y la carta de porte tienen el carácter de título representativo
de las mercancías objeto del transporte.

c. TITULOS CORPORATIVOS O DE PARTICIPACIÓN


Los títulos corporativos o de participación, por algunos denomina-
dos títulos personales, son aquellos que confieren a su titular al poder
o facultad de otorgarle una calidad especial en su condición de miem-
bro de una corporación. El ejemplo típico de un título valor corporati-
vo o de participación son las acciones de sociedades. En nuestro medio

/
30 TITULOS VALORES

algunos tratadistas se han opuesto a considerar las acciones como una


modalidad de título valor, pero lo cierto es que este instrumento pre-
senta todas las características de un título valor y así ha sido reconoci-
do por la doctrina internacional.
Los títulos valores corporativos confieren básicamente dos clases de
derecho: de un lado derecho de tipo económico y de otro de índole
político.
a) En cuando a los derechos económicos, inicialmente, acreditan que
su titular participa en el capital de una sociedad, de una empresa, de
una compañía, y que además, como consecuencia de la inversión que
efectuó, adquieren el derecho de participación proporcional a la inver-
sión en las utilidades producidas por la compañía, bien en el renglón
de dividendos o de utilidades. Su participación implica, igualmente,
que en el evento de ser liquidada la empresa, el accionista tiene dere-
cho a que en el saldo de la liquidación se le adjudique una alicuota en
el patrimonio líquido de la compañía. De igual manera constituyen
derechos económicos del accionista el participar en nuevas suscripcio-
nes de acciones, proporcionalmente al número que posee cuando sea
decretado un aumento de capital en la empresa que participa. Otro
derecho de tipo económico radica en la negociación de las acciones
poseídas por el socio en la medida que puede disponer libremente de
ellas, transfiriéndolas conforme a la ley de circulación de las mismas,
salvo pacto de preferencia en contrario.
b) En cuanto a los derechos políticos, los socios o accionistas tienen
la posibilidad de ser elegidos en los cargos que la sociedad requiera,
pueden participar en la elección de administradores, en la toma de de-
cisiones importantes para la sociedad, tales como: cambio de objeto,
aumento del capital, fusión, disolución, aprobación de estados finan-
cieros, reparto de utilidades, y en todo caso, participar con voz y voto
en las decisiones relacionadas con la administración y existencia de la
sociedad.

II. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA MONEDA EN QUE SE EMITA EL


TiTULO VALOR
Esta clasificación se relaciona con el tipo de moneda en que está
emitido el respectivo título valor. Desde este punto de vista el título
valor puede ser emitido en moneda nacional o extranjera. La mayoría
de los títulos valores que circulan en nuestro medio son emitidos en
moneda nacional, valga decir, en pesos colombianos, en moneda co-
rriente. Se trata de títulos valores creados en el país para ser pagados
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 31

en moneda extranjera o creados en el exterior para ser pagados en Co-


lombia en igual tipo de moneda.
Esta última modalidad de títulos valores plantea dos aspectos que in-
teresan al presente estudio: '
10) ¿Es lícito en Colombia otorgar títulos valores de contenido credi-
ticio en moneda extranjera? Dos normas sirven de base para responder el
interrogante. En primer lugar, el artículo 672 del Código de Comercio
advierte, haciendo referencia a la letra de cambio, que ésta puede estar
sujeta a una tasa de cambio fijo o corriente. En segundo término, el artí-
culo 874 del mismo estatuto, en su inciso segundo, manda que las obli-
gaciones que se contraigan en monedas o divisas extranjeras deberán
cubrirse en la moneda o divisa estipulada, si ello es legalmente posible,
o en caso contrario, se cubrirán en moneda nacional colombiana, con-
forme a las prescripciones legales vigentes al momento de hacer el pago.
De la observación de las normas de cita se deduce que es plenamente
lícito otorgar un título valor en moneda extranjera.
20) El segundo punto que pudiera prestarse a controversia, es el de
determinar quien asume la variación del tipo de cambio que sufre la
obligación contenida en el título valor en moneda extranjera, desde el
momento en que se contrae hasta el día en que debe pagarse. El Esta-
tuto Cambiario se ocupa de las obligaciones en moneda extranjera,
para reconocerle plena validez. El mismo estatuto indica que si la obli-
gación es de las calificadas en las disposiciones cambiarias como ope-
ración de cambio, el deudor contrae la obligación de pagar en la mo-
neda estipulada, pero al tipo de cambio vigente en el momento en que
se realiza el pago.
En estas condiciones, el riesgo cambiario, es decir, el mayor costo
de las divisas desde el día en que se contrajo la obligación hasta el día
del pago corre a cargodel deudor. Ahora, si la obligación nacida tiene
como causa o, como origen una operación que no ha sido calificada
como de cambio por la correspondiente autoridad monetaria, el deudor
está obligado a pagar al tipo de cambio vigente el día en que contrajo
la obligación, y no al tipo de cambio vigente al día en que efectúe pa-
go. Así ras cosas, es de concluir que cuando la transacción no tiene
origen en la operación de cambio, el deudor no soporta la variación del
tipo de cambio.
111. CLASIFICACIÓN SEGÚN EL LUGAR DE CREACIÓN
Esta clasificación pareciera confundirse con la anterior. Sin embar-
go, la clase de títulos valores según la moneda en que se emiten es
diferente de la del lugar de creación del título en razón de su mismo

/
32 TITULOS VALORES

objeto. Entonces dependiendo del lugar de creación, el título valor


puede ser nacional o extranjero.

A. TITULOS NACIONALES
Son aquellos títulos valores creados en Colombia para que produz-
can efectos exclusivamente en Colombia. Obviamente se trata de la
gran mayoría de títulos valores que circulan en nuestro país.

B. TITULO S EXTRANJEROS
En contraposición al anterior, estamos en presencia de un título va-
lor creado en el extranjero llamado a producir efectos en Colombia. Es
en esta clase de títulos donde caben los mayores comentarios de la
presente clasificación. Surge respecto de ellos un interrogante, consis-
tente en saber si al otorgarse el correspondiente título los intervinientes
tienen que sujetarse a los requisitos legales del país donde ha sido
creado el título, o, por el contrario, se someten a los requisitos de ley
del país donde surtirá los efectos del caso, es decir, a las exigencias
legales de los títulos valores en Colombia. El artículo 646 del Código
de Comercio despeja el interrogante al señalar que los títulos creados
en el extranjero tienen la consideración de títulos valores si llenan los
requisitos mínimos establecidos en la ley que rigió su creación. En
otras palabras, esta modalidad de títulos son reconocidos o tenidos
como títulos valores en Colombia siempre que al crearlos se hayan
sujetado a los requisitos mínimos de la ley del país de origen, valga
decir, a los requisitos señalados por la ley del país donde fue otorgado.
Cabe anotar que la norma en comento se divorció en gran medida
del proyecto INT AL, pues este instrumento indicaba que un título va-
lor creado en el exterior debía sujetarse a las disposiciones del código
para que tuviera plenos efectos en Colombia, o sea, para que pudiera
predicar se la calidad de título valor en Colombia obligatorio era que
debía sujetarse a la ley cambiaria y no a la ley del país extranjero en
donde se había emitido o creado. Aunque la norma citada ha sido obje-
to de constante crítica por parte de la doctrina nacional, nosotros com-
partimos el sentido de la norma, pues en últimas, dicho artículo plas-
mó un principio del derecho internacional privado, de aceptación uni-
versal, conforme al cual la forma de los actos se rige por la ley del
. lugar de su celebración.
En consecuencia, el contenido del artículo 646 del Código de Comer-
cio lo único que hace es darle vigencia en materia de títulos valores a
dicho principio internacional, principio, entre otras cosas, impuesto para
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 33

resolver conflictos de leyes en materia de formalidades de los actos jurí-


dicos. El principio acogido por el Código de Comercio en el artículo
nombrado es igualmente un reflejo de lo consagrado en importantes tra-
tados y códigos especialmente latinoamericanos, sobre la misma materia.
En efecto, el Tratado de Montevideo de 1889, refiriéndose específica-
mente a la letra de cambio, manda que todos los actos que tengan que
ver con este título valor se rigen por la ley del lugar en donde tales actos
se ejecutan y si la aceptación se realiza en otro lugar, ésta se rige por la
ley del lugar donde se produce la aceptación, y si el endoso se celebra,
las leyes que debe cumplir el endosante, son las que establezca el país en
el lugar en donde se está justificando el endoso. De la misma manera se
encuentra desarrollado el principio en estudio en el Código de Bustaman-
te, en donde se advierte que la firma está determinada por el lugar o la
ley del lugar de la celebración del acto.

IV. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA FORMA DE CREACIÓN


Sea que los títulos se creen uno a uno o en masa, conforme a la pre-
sente clasificación, los títulos pueden ser singulares y seriales.

A. TíTULOS SINGULARES
Los títulos valores singulares son aquellos que se crean o emiten uno
a uno, de tal forma que cada título o documento incorpora un solo
derecho. Son ejemplos de títulos valores singulares el cheque, el paga-
ré o la letra de cambio.

B. TíTULOS SERIALES
Títulos valores seriales o en masa son aquellos que se crean en for-
ma continua, en donde en un solo documento se incorporan varios
derechos. Tal es el caso de las acciones, en donde un solo título de
acción puede emitirse por una o varias acciones. Requisito indispensa-
ble para poder predicar que un documento es título serial necesario es
que esos varios derechos guarden homogeneidad. Así, para que un
título de acciones pueda incorporar varias acciones se requiere, por
ejemplo, que sean de la misma sociedad, que contengan un mismo
valor nominal, pues de manera contraria la incorporación en un solo
título de varios derechos no podría efectuarse.
Los títulos seriales se llaman en masa porque hacen referencia a do-
cumentos creados en gran número o cantidad, emitidos de manera con-
tinua, seguida, en conjunto, siendo ésta la característica formal por
excelencia.
34 TlTUWS VALORES

De suma importancia son estos títulos en el tráfico mercantil, en


donde se emiten constantemente y dado su flujo los creadores han teni-
do que acudir a medios mecánicos de firma, con la autorización del
artículo 621 del Código de Comercio, conforme al cual la firma puede
sustituirse por signos o contraseñas que pueden ser impuestas mecáni-
camente, pero bajo la responsabilidad de quien lo emite.

V. CLASIFICACIÓN SEGÚN EL CUMPLIMIENTO DE LAS


FORMALIDADES PRESCRITAS PARA CADA TÍTULO VALOR
Conforme si se tienen o no en cuenta las formalidades prescritas pa-
ra cada título valor, es decir, si se cumplieron o no los requisitos tanto
generales como particulares, los títulos valores pueden ser completos o
incompletos.

A. TITULOS COMPLETOS
Se predica que un título valor es completo en aquellos eventos en
que el documento contiene o reúne los requisitos esenciales, tanto ge-
nerales como particulares, inclusive los accesorios o los que la ley se
encarga de suplir. Así por ejemplo, la letra de cambio debe reunir los
requisitos generales del artículo 621 del Código de Comercio y los
especiales o particulares del artículo 671 del mismo Código, para que
pueda derivarse de dicha letra un título completo. De la misma mane-
ra, además de los requisitos generales del artículo 621 del Código de
Comercio, aplicable a todos los títulos valores, el cheque debe reunir
los requisitos del artículo 713 del mismo ordenamiento; los bonos el
del 754; el certificado de depósito y el bono de prenda los menciona-
dos en los artículos 759 y 760; la carta de porte y el conocimiento de
embarque los estipulados en el artículo 768; las facturas cambiarias los
consagrados en los artículos 774 (factura cambiaria de compraventa) y
776 (factura cambiaria de transporte); y, el pagaré los requisitos del
artículo 709 del Código de Comercio.

B. TITULO S INCOMPLETOS
Al contrario de los anteriores, son títulos valores incompletos o in-
coados, aquellos que no reúnen todos los requisitos generales o espe-
ciales señalados en la ley para cada título valor.
Siendo que la ley prescribe los requisitos que todo título valor debe
contener, cabe preguntarse si es permisible la existencia de estos títulos.
Obviamente que se permiten pero restringidamente, con limitaciones,
siempre y cuando se amolden a los criterios que la misma ley impone.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 35

Desde este punto de vista se conocen dos modalidades de títulos va-


lores incompletos: Documentos con espacios en blanco y títulos en
blanco con la sola firma. Sobre estas dos modalidades nos remitimos a
la última parte de los requisitos y formalidades de los títulos valores,
referenciada en el capítulo segundo de esta obra.

VI. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA FUNCIÓN ECONÓMICA


Conforme con la función económica que tengan los títulos valores,
ellos pueden ser de inversión y de especulación.

A. TíTULOS VALORES DE INVERSIÓN


Son aquellos que no tienen por finalidad deshacerse inmediatamente,
sino, por el contrario, su objetivo es conservarlos, estar ligados a un
patrimonio, tener una larga duración y generalmente percibir de ellos
una renta, un interés, un incremento, un dividendo, una valorización.
Para considerar los títulos valores de inversión, es importante señalar
que respecto de ellos tiene una relación directa la persona que suscribe
o adquiere los documentos que lo contienen, pues es su intención, su
voluntad, la que le da el carácter de permanencia.

B. TíTULOS VALORES DE ESPECULACIÓN


Al contrario de lo que sucede con los títulos de inversión, los de es-
peculación son transitorios, pues la persona que los suscribe o adquiere
lo hace con la intención de deshacerse inmediatamente de ellos, ob-
viamente persiguiendo alguna ventaja, valorización o provecho entre el
momento que los adquiere a aquél en que los enajena.
Ahora bien, ¿qué requisitos se necesitan para que un título valor sea
considerado como de especulación? Varios son los requisitos o elemen-
tos que contribuyen a su diferenciación. .
a) Una primera característica es la seguridad que ofrezca el título va-
lor, seguridad que se origina en la solvencia, fundamentalmente, de la
persona responsable en el pago del título o de la persona que 10 suscri-
be o 10 remite.
b) El grado de liquidez del título valor, valga decir, la posibilidad
que tiene el tenedor para deshacerse fácilmente del documento, para
enajenado sin ninguna dificultad, para negociado rápidamente.
e) Las ventajas o valorizaciones que se obtengan del título valor,
constituyendo ésta una de las principales características diferenciado ras
y que impulsan a las personas a su adquisición a largo plazo o a la
enajenación prontamente.
36 TITULO S VALORES

d) El tratamiento fiscal, en la medida que dichos documentos deben


tener un tratamiento tributario acorde con los intereses de quien los
adquiere.
Pero en general el criterio a tenerse en cuenta es práctico y a veces
personal, dependiendo del interés que tenga la persona que los adquie-
re, porque pudiendo ser un título valor que representa un alto grado de
rentabilidad a largo o mediano plazo, esa persona puede tener razones
para negociar el título en un corto plazo, si se es, por ejemplo, un co-
merciante dedicado a compra y venta de títulos, porque existen comer-
ciantes o personas que tienen como única finalidad la inversión no con
fines especulativos.

VII. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA NATURALEZA JURíDICA DEL


CREADOR O EMISOR DEL TíTULO
Esta clasificación se relaciona con el carácter de la persona que emite
el título valor. En ese orden los títulos valores son públicos y privados.

A. TíTULOS VALORES PRIVADOS


Son los emitidos o creados por un particular, por una persona natu-
ralo jurídica de derecho privado.

B. TíTULOS VALORES PÚBLICOS


Son los creados o emitidos por una entidad de derecho público.
¿Tiene importancia esta clasificación? En últimas, estrictamente con-
siderados no importa que el título sea creado por un particular o por
una entidad oficial, pues al fin y al cabo, en ambos casos, lo que se
crea es un título valor. Secundariamente la clasificación es interesante
dada la naturaleza jurídica, especialmente cuando se está frente a un
título valor creado por una persona de derecho público, sobre todo
cuando se considera el documento público y el tratamiento fiscal que
tienen los últimos títulos.
En primer lugar, digamos que si el título valor es creado con la in-
tervención de un establecimiento de derecho público, si es esa entidad
la que lo suscribe y genera, si está suscrito por un funcionario público,
en ejercicio de sus funciones, tal documento no podría calificarse como
privado sino que alcanza la característica de un documento público y
ello tiene mucha importancia en materia de defraudaciones y delitos
cometidos con esa clase de documentos.
En segundo término, los títulos valores creados por entidades de de-
recho público no son gravados, se le exime de impuestos de timbre y
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 37

generalmente se les da un tratamiento preferencial, especialmente en


materia de impuestos, aspectos contrarios a lo acontecido con los títu-
los valores privados.
En tercer lugar, estableciendo una diferenciación sobre estas dos cla-
ses de documentos, es de advertir que mientras los particulares tienen
plena libertad para emitir los títulos valores, los títulos creados por enti-
dades de derecho público están sometidos a una serie de autorizaciones o
precedidos de un decreto o de una ley, lo cual equivale a afirmar que
mientras los particulares tienen libertad para emitir títulos, la adminis-
tración pública está limitada y sólo opera la emisión de los mismos si se
cumplen con los requisitos que impone la ley, o sea, no se pueden en-
deudar libre y ordinariamente como lo hacen los particulares.

VIII. CLASIFICACIÓN SEGÚN EL RÉGIMEN APLICABLE AL


TiTULO VALOR
Conforme con este criterio los títulos valores pueden ser nominados
o innominado s:

A. TíTULOS VALORES 'TÍPICOS O NOMINADOS


Son aquellos que están reconocidos expresamente por la ley como tí-
tulos valores, por ejemplo la letra de cambio, el pagaré, el cheque, los
bonos, el certificado de depósito y el bono de prenda, la carta de porte
y el conocimiento de embarque y las facturas cambiarias. No se re-
quiere, para predicar que un título es nominado o típico, que la ley los
regule expresamente, les dé un carácter de título valor detalladamente.
Así se da en términos generales, pero en otros eventos la ley simple-
mente remite a su regulación en la parte referente a los títulos valores,
como sucede por ejemplo con los certificados de depósito a término
del artículo 1394 del Código de Comercio que remite su negociación a
la forma prevista para los títulos valores en general.

B. TíTULOS VALORES A'TÍPICOS O INNOMINADOS


Contrariamente a los títulos valores típicos o nominados surge el
concepto de atípico s o innominado s, es decir, aquellos que no están
expresamente regulados en la ley, ni general ni particularmente, por-
que surgen, emanan, tienen su fuente en la costumbre, en los usos
mercantiles, en la práctica de los comerciantes, en el desarrollo de
instituciones mercantiles, son fruto de los usos uniformes, reiterados y
públicos, capaces de darle a un documento el carácter de título valor.
La historia del derecho comercial está llena de ejemplos de esta clase
38 TlTULOS VALORES

de títulos, los cuales, como todos los títulos valores que conozca nues-
tra legislación, nacieron de las prácticas mercantiles recogidas por el
legislador y plasmados en normas jurídicas posteriormente.
En nuestro país se ha planteado una discusión doctrinal consistente
en determinar si además de los títulos regulados en la ley, valga decir,
los típicos y nominado s, pueden existir los atípicos e innominados, o
lo que equivale a decir si es posible en el derecho nacional crear con-
suetudinariamente títulos valores diferentes de los expresamente re-
glamentados en el Código de Comercio, leyes o decretos complemen-
tarios. En la anterior legislación mercantil así se consagraba expresa-
mente, indicándose que en la medida que el instrumento negociable
reuniera los requisitos mínimos señalados en la ley, dichos documentos
se consideraban instrumentos negociables. El artículo 30 del Proyecto
Intal, en gran parte la conformación del actual artículo 621 del Código
de Comercio, señalaba que "además de lo dispuesto para cada título
valor en particular, tanto los tipificado s por la ley como los consagra-
dos por los usos, deberán llenar los requisitos siguientes: ... ".
Al elaborar el actual Código de Comercio la Comisión Revisora de-
cidió eliminar el carácter consuetudinario o de costumbre mercantil en
el nacimiento de nuevos títulos valores, consagrando como tales sola-
mente los tipificados en la ley comercial.
Nosotros defendemos la creación de los títulos valores, siempre y
cuando se cumplan siguientes requisitos:
1- En primer lugar, que el -naciente título contenga los requisitos
mínimos generales plasmados enel artículo 621 del Código de Comer-
cio, valga decir, la mención del derecho que se incorpora y la firma de
quien lo crea.
2- En segundo término, que el título tenga su fuente en la costumbre,
lo cual se traduce en el uso o empleo uniforme, reiterado y público.
3- De producirse el basamento anterior, el título valor contendrá los
requisitos de legitimación, literalidad, autonomía e incorporación, ade-
más de pertenecer a una de las modalidades de títulos de contenido cre-
diticio, corporativo, de participación o representativos de mercancías.
4- Por otro lado, el título naciente no puede contrariar ninguna
prohibición legal.
De poseer estas características, el legislador no tendrá otra salida
que regularlo.
Explicamos de esta manera nuestra posición para que no se preste a
confusión, en la medida que nunca hemos afirmado que la única fuen-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 39

te, distinta de la ley, para la creación de títulos valores atípicos sea la


costumbre. Por el contrario, partimos de la costumbre, pero no de una
costumbre desordenada, como si se procediera a crear un título valor
cada vez que se quisiera. No. La costumbre es generadora, pero el
título valor que nace como su efecto debe circunscribirse dentro de cier-
tos parámetros, en un marco legal y ese marco lo constituye indudable-
mente, para nuestro caso, el artículo 621 del Código de Comercio. Si los
dos fenómenos concurren (costumbre y legalidad) el título nace, lo acep-
ta el comercio y la doctrina simplemente lo explica e interpreta.

IX. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA CAUSA


Otro criterio calificativo de los títulos valores hace relación a su ori-
gen o causa, y relacionados con este aspecto pueden ser causales y
abstractos.

A. TíTULOS VALORES CAUSALES


Son los nacidos como producto de una relación negocial, subyacente
o negocio causal. Al plantearse el problema de la causa en los títulos
valores, necesarios es advertir que el tema es de estudio tanto en mate-
ria civil como en el derecho cambiario, porque de este último no se
desconoce que los títulos valores pueden tener una causa. En efecto, el
título valor puede nacer como consecuencia de la realización de un
negocio anterior, como sería el caso del título valor emitido para can-
celar el precio de una compraventa o el originado para el pago de una
suma que se debía, o el emitido para cancelar el pago de un servicio.
En estos eventos se dice que el título valor causal es el que se relaciona
con un negocio subyacente o anterior a su emisión.

"B. TíTULOS VALORES ABSTRACTOS


El título valor abstracto es aquél en el que la causa, relación o nego-
cio que lo originó se pierde, se desvincula durante su circulación. Es la
diferencia con los títulos valores causales o concretos, en donde tal
relación se mantiene, no se desvincula pese a su circulación. Así, si
para comprar determinadas mercancías se suscribe una letra de cambio
que garantiza el negocio celebrado, especialmente en lo que al crédito
hace referencia, ese título vincula a las partes contratantes en tanto
permanezca en poder del vendedor, pero si la letra de cambio es entre-
gada a tercera persona, la relación causal se extingue y sólo perdura el
derecho valorativo, es decir, cierta cantidad de dinero pactado entre
los contratantes originarios.
- - - -- - --

40 TITULOS VALORES

En ocasiones, la causa presenta dificultades en materia cambiaria,


nacida especialmente de dos interrogantes: ¿En qué medida el negocio
causal o subyacente continúa influyendo en la eficacia del título valor?
y ¿en qué medida la relación negocial o subyacente, y sus relaciones
con problemas como la resolución, nulidad, rescisión, reciliación o
incumplimiento del negocio que originó el título, puede tener conse-
cuencias o repercusiones en la eficacia del título valor emitido?
En un principio se consideró que los títulos valores estaban siempre
afectados por las implicaciones del negocio causal, en la medida que
tales documentos sólo eran papeles a través de los cuales se cumplía la
prestación esencial del contrato de cambio, por 10 que si el contrato no
existía era anulado, las partes podían dejado sin efecto por mutuo
acuerdo. Existía entonces una relación directa entre el negocio jurídico
y el título valor emitido. De aquella época primitiva en el desarrollo de
los títulos valores, en la cual no se concebía el título sin la preexisten-
cia de un contrato de cambio, se pasa a una etapa en la cual el título
valor puede tener como causa, o mejor, como negocio causal, cual-
quier clase de contrato o relación jurídica. En esta etapa la doctrina
conceptúa que el título valor una vez emitido, debe desvincularse del
negocio causal, de la relación que le dio origen; por 10 tanto se des-
prende el postulado conforme al cual las contingencias que pudieran
tener el negocio subyacente o causal no puede repercutir en la eficacia
del título valor. En otras palabras esta tesis, corresponde a la abstrac-
ción absoluta del título valor, contraria a la teoría de la causalidad. La
tesis se defendía aduciendo que los títulos valores deben ante todo dar
seguridad a las personas que los adquieren y que su esencia es la circu-
lación, no puede oponérsele a terceros adquirentes las repercusiones
que puedan derivarse del negocio causal, pues dichos terceros no parti-
ciparon en el negocio que originó la emisión del título que emitieron.
Con el desarrollo de los títulos valores han surgido posiciones o tesis
intermedias, las que parten del supuesto de reconocer que todo título
valor tiene una causa, un negocio subyacente, pero que dicho negocio
sólo repercutirá en la eficacia de título valor cuando el conflicto cam-
biario verse entre las mismas partes que sostuvieron la relación causal
e igualmente frente a terceros tenedores de mala fe, mas nunca frente a
terceros poseedores de buena exenta de culpa.
Un ejemplo ilustra esta problemática. Entre "A" y "B" se celebra un
contrato de compraventa de un vehículo automotor. "B" para pagar el
precio otorga un pagaré a favor de "A". El vehículo presenta vicios
que "B" desconocía, aspecto este que lo induce a demandar el contra-
to. Como consecuencia del vicio "B" se abstiene de cancelar el pagaré.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 41

Como efecto de esta negativa "A" procede a demandarlo ejecutivamen-


te a través del cual "A" le cobra el título valor entregado para pagar el
precio del vehículo. En este caso la acción ejecutiva se traba entre las
mismas partes contratantes, o sea que en el conflicto cambiario surgido
"B" podrá impetrar contra "A" las excepciones correspondientes y rela-
cionadas con el negocio que originó la emisión del título valor que se
pretende cobrar en el proceso ejecutivo, valga decir, podrá "B" oponerse
a la acción cambiaria proponiendo la excepción derivada del negocio
jurídico que dio origen a la creación o transferencia del título, porque el
demandante ("A") fue parte del respectivo negocio.
Ahora, ¿qué sucede si el vendedor ("A") a sabiendas de que incum-
plió y conociendo de la posibilidad de que el comprador pudiera pro-
moverle la excepción citada, se vale de un tercero (testaferro), hace
aparecer el título como adquirido mediante la ley de circulación, y ese
tercero adelanta proceso ejecutivo? En tal caso corresponde al compra-
dor ("B") demostrar, probar que se trata de un testaferro, que ese ter-
cero es un tenedor de mala fe, contra el cual cabe la excepción deriva-
da del mismo negocio jurídico que dio origen a la creación o transfe-
rencia del título, porque la ley permite que esa excepción sea propuesta
no solo contra el demandante que haya sido parte en el respectivo ne-
gocio sino también contra cualquier otro demandante que no sea tene-
dor de buena fe exenta de culpa, porque ese tenedor de mala fe es, en
cierta medida, el continuador de la situación o posición jurídica del
demandante, del vendedor del vehículo.
Una tercera posibilidad se presenta en el ejemplo planteado, la que
se diferencia sustancialmente de las dos situaciones anteriores. Sucede
que "A", vendedor del vehículo, negocia el pagaré suscrito por "B",
con otro comerciante, "C"; entonces éste es un tenedor que ha adquiri-
do el título conforme a su ley de circulación, es decir, se reputa tene-
dor de buena fe. Al momento del cobro "A" no le cancela a "C" el
importe del título y procede a demandarlo ejecutivamente. Como pue-
de observarse, el proceso cambiario o ejecutivo se suscita entre un
tercero que no fue parte del negocio causal y otro que sí 10 fue, que no
hay coincidencia entre quien adelanta la acción de cobro y el deman-
dado, con quienes suscribieron el contrato de compraventa y que se
trata de un tercero tenedor del título, tenedor de buena fe exenta de
culpa, lo que equivale a señalar que las excepciones derivadas del ne-
gocio causal no están llamadas a prosperar porque, en este caso, el
negocio subyacente no repercute en la eficacia del título valor.
De las tres tesis expuestas muestro Código de Comercio adopta la
posición intermedia o teoría mixta, o sea, que en los títulos valores el
42 TITULOS VALORES

contrato existe, repercute en la eficacia del título valor siempre y


cuando el conflicto cambiario se suscite entre las mismas partes que
estuvieron, entre quienes suscribieron el negocio jurídico que dio ori-
gen a la creación del título, pero además contra terceras personas que
no sean tenedores de buena fe exenta de culpa, pero nunca el negocio o
relación causal podrá repercutir en la eficacia del título valor si su te-
nedor es un tercero de buena fe exenta de culpa. Tal es el postulado
acogido en el numeral 12 del artículo 784 del Código de Comercio.

X. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA LEY DE CIRCULACIÓN


La última modalidad clasificatoria de los títulos valores hace rela-
ción con su ley de circulación, división que para algún sector de la
doctrina no debe atenderse a la circulación sino, más bien, a la forma
como se determina el beneficiario en el título valor, o sea, a la manera
como el beneficiario se encuentra o no mencionado en el título. De una
u otra manera hacemos referencia a una clasificación tripartita: Títulos
valores al portador, nominativos y a la orden, como son tratados por el
Código de Comercio entre los artículos 648 a 670.
Sobre los títulos valores al portador, nominativos y la orden nos re-
mitimos a lo que de ellos se expresa en el capítulo segundo de esta
obra sobre circulación de los títulos valores.
CAPíTULO 11I
CONCEPCiÓN DEL TíTULO VALOR
El concepto de título valor 10 consagra el Código de Comercio en el
artículo 619. Esta norma es para algunos una definición; para otros esa
disposición contiene una descripción de los elementos y características
que tipifican un título valor. Sea que se opte por uno u otro criterio, la
verdad es que el Código de Comercio en su artículo 619 indica que los
títulos valores son documentos necesarios para legitimar el derecho
literal y autónomo que en ellos se incorpora.
Este texto no corresponde exactamente al texto del Proyecto lntal,
porque el Proyecto lntal decía que "los títulos valores son documentos
necesarios para legitimar el derecho literal y autónomo que en ellos se
consigna". Nuestro Código de Comercio, por insinuación de la Comi-
sión Revisora, sustituyó la frase final "que en ellos se consigna", por
la "que en ellos se incorpora".
El Proyecto lntal, contenía el concepto que Vrv ANTE daba al título
valor, concepto o definición dentro de la cual no estaba la característi-
ca de la incorporación y no podía estar porque Vrv ANTE no comparte
esta característica.
Entonces, la definición o descripción del artículo 619 del Código de
Comercio consagra varias ideas.

l. NECESIDAD DE UN DOCUMENTO
La disposición hace referencia a que el título valor es un documento,
pero agrega los conceptos de 1iteralidad, autonomía, legitimación e
incorporación que son las notas distintivas o características esenciales
de los títulos valores. El primer aspecto que debemos precisar es que
el título valor es un documento, pero no cualquier clase de documento,
porque se trata de un documento a su vez poseído de toda una serie de
características muy particulares.

A.DoCUMffiNTOFORMAL
En primer lugar, se trata de un documento formal, lo cual nos quie-
re decir que está sujeto a una serie de requisitos que debe cumplir ne-
cesariamente dicho documento. Ese formalismo de los títulos valores :
reviste un carácter muy especial, en razón de que como se sabe, las
formalidades pueden ser voluntarias, pueden utilizarse con fines me-
- --- -

44 TITULOS VALORES

ramente probatorios o ser formalidades de carácter esencial, o "ad


substanciam actus". Las formalidades voluntarias, como su nombre lo
indica, son aquéllas que los particulares, dentro de la autonomía de la
voluntad, pueden darse libremente, o a las cuales pueden sujetar libre-
mente sus actos. Las formalidades con fines probatorios son aquellos
ritos o requisitos con que se deben rodear ciertos actos, con miras a te-
ner las pruebas del respectivo acto; el acto existe con independencia de
que se tenga o no la prueba. El formalismo busca reconstituir ogaranti-
zar la demostración del acto. Pero existen unas formalidades mucho más
transcendentales, como son las formalidades esenciales o substanciales
que no están en manos de los particulares cumplirlas o no, ya que no se
recurre a ellas con el ánimo de reconstruir o crear una prueba, sino que
es inexorable cumplir con esas formalidades, pues de lo contrario el acto
no produce los efectos pretendidos o no existe el acto o no se considera
expresado el respectivo consentimiento.
Las formalidades propias de los títulos valores son formalidades sus-
tanciales, lo cual nos quiere decir que en la medida en que el título
valor no cumpla con esos requisitos no tendrá el carácter de título va-
lor, no surgirá a la vida jurídica como título valor; habrá documento
pero ya no tendrá los privilegios y características de un título valor,
será otra clase de documento. De ahí que las formalidades en los títu-
los valores tienen una función genética, con 10 cual se quiere significar
Que son indispensables jiara gue nazcan, _para gue surja a la vida jurídi-
ca el documento como título valor. Esas formalidades, a su vez, se
subdividen en formalidades generales, es decir, se trata de unos requi-
sitos que debe reunir todo título valor, cualquiera que sea su naturale-
za, llámase corporativo, de contenido crediticio o representativo de
mercancías. Estas formalidades son generales, comunes, esenciales en
el título valor; no puede carecer de esos requisitos generales, porque
de omitirse no habrá título valor. A su vez existen formalidades de tipo
particular, o sea, requisitos que adicionalmente debe cumplir cada títu-
lo valor en concreto. En otras palabras, además de los requisitos gene-
rales o esenciales cada título valor debe cumplir con los requisitos pro-
pios, particulares o concretos que el Código señala, a medida que va
regulando cada uno de estos títulos.
¿Dónde consagra el Código de Comercio el carácter formal de los tí-
tulos valores? En el artículo 620, cuando advierte que los actos y do-
cumentos sólo producen los efectos de título valor cuando reúnan los
requisitos y llenen las menciones que la ley señala, salvo que ésta los
presuma. Allí nos está indicando categóricamente la ley que para que
estos documentos nazcan como títulos valores, produzcan los efectos
TEORIA GENERAL DE LOS TlTULOS VALORES 45

que para tales documentos señala el Código en los artículos 619 a 821,
se requiere que llenen los requisitos y contengan las menciones que la
ley señala. Contrariamente, de no reunir esos requisitos o no contener
las menciones de ley, no producirán efectos de títulos valores, dedu-
ciéndose la existencia de otra clase de documentos, pero no títulos
valores. A renglón seguido, el artículo 621 habla de los requisitos ge-
nerales esenciales, cuando advierte que todo título valor deberá conte-
ner la mención del derecho que se incorpora y la firma del creador;
estos dos, son los requisitos comunes a todo título valor. Ningún título
valor podrá carecer de estas dos formalidades: la mención del derecho
que el título incorpora y la firma de creador. Y luego, a medida que
regula cada título valor en particular, establece claramente que además
de los requisitos generales, debe contener los requisitos particulares
que el Código señala para cada título valor.
Consecuentemente con la característica de la formalidad o del formalis-
mo esencial, el Código menciona las excepciones que se pueden formular
contra la acción cambiaria. En el artículo 784 entra a advertir que una de
las excepciones que se puede invocar es precisamente la omisión de los
requisitos que el título deba contener, salvo que la ley los presuma. Allí se
dice que en la medida en que se adelante una acción de cobro de un título
valor, sin que ese documento reúna los requisitos esenciales, generales y
particulares, se puede enervar el éxito de ese proceso de cobro, invocando
la excepción, por omisión de requisitos que el título deba contener, y ésta
es una excepción que de prosperar es de inmensa gravedad, porque como
ataca la eficacia misma del título, por la omisión de los requisitos, impide
el nacimiento del título valor; dejarán, en consecuencia, de estar vincula-
dos cambiariamente no solo el que ha invocado la excepción sino todos los
intervinientes del mismo título.

B. DOCUMENTO ESPECIAL
Además de documento formal, el título valor es un documento espe-
cial. El artículo 251 del Código de Procedimiento Civil da una idea
bastante amplia de documento para en síntesis indicar que es documen-
to toda cosa mueble de carácter declarativo o representativo, dándole
el carácter de documento a los planos, fotografías, dibujos, inscripcio-
nes, cintas, monumentos, etc.
El título valor es un documento especial, porque se trata de un escri-
to y ya sabemos que cuando el documento consiste en un escrito recibe
la denominación de instrumento. Todo ello pone de presente que siem-
pre que estemos hablando de un título valor, estamos haciendo refe-
rencia a un papel escrito, o sea a un instrumento. Este aspecto es de tal
46 TITULO S VALORES

importancia que en algunas legislaciones, como la anglosajona, se de-


nominan precisamente instrumentos para señalar que se trata de docu-
mentos escritos.

11. DECLARACIÓN DE VOLUNTAD

A. CARACTERíSTICAS
Pero además de ser un documento formal y escrito, se trata de un
documento que contiene declaraciones de voluntad o sea manifestacio-
nes hechas por cada uno de los intervinientes en el título, es decir, se
trata de actos jurídicos.
Dichas declaraciones de voluntad pueden revestir dos modalidades:
promesas y órdenes: Una declaración de voluntad bajo la forma de
promesa indica que quien la exterioriza, como la ley cambiaria lo esta-
blece, se compromete él mismo a cumplir esa prestación; como sucede
con un pagaré, con un bono de prenda, en que quien otorga el pagaré,
él mismo se compromete a pagarlo; quien emite un bono, él mismo se
compromete a pagar. Por oposición a la promesa están las órdenes, en
donde el emisor del título da la orden, pero pide a otro que cumpla con
la obligación y sólo en la medida que el destinatario de la orden no
cumpla, entra a tener que responder el emisor de la misma; como su-
cede en la letra de cambio, en que el librador le manda al librado que
pague.
No hay ningún título valor que no se pueda subsumirse dentro de
cualquiera de estas modalidades: O es orden o es promesa. ¿Orden o
promesa, dirigida a qué? A pagar o a cumplir con la prestación que
incorpore el título valor, de acuerdo con su naturaleza: Pagar dinero si
es de contenido crediticio; entregar unas mercancías si estamos en pre-
sencia de un título valor representativo de mercancías; derechos políti-
cos o económicos si estamos en presencia de un título valor corporati-
vo; pero siempre es una declaración de voluntad dirigida a vincularse
al pago del título, a satisfacer la prestación que el título incorpora.
Esta declaración de voluntad tiene ciertas características particula-
res: Es unilateral, impersonal e irrevocable.

B. UNILATERALIDAD DE LA DECLARACIÓN
Con lo cual se quiere decir que es suficiente la sola manifestación de
voluntad de cada interviniente, expresada con los requisitos que la ley
establece, para que quede vinculado al pago del título, por oposición a
los contratos, en que la declaración de voluntad de una parte debe estar
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 47

acompañada de la aceptación del otro contratante, o sea, que debe


existir una manifestación de consentimiento, dirigida por una parte que
debe ser aceptada, recibida o consentida por la otra parte; debe haber
mutuo consentimiento, acuerdo de voluntades. No hay contrato sin la
concurrencia de estas voluntades.
Pero eso no sucede en los títulos valores; la declaración de voluntad
de cada interviniente no está llamada a ser aceptada, a ser consentida
por las demás partes, se trata de una declaración de voluntad que por sí
sola genera el vínculo jurídico; es una manifestación de voluntad que
no está llamada a ser consentida o recibida o aceptada por otra parte.
Por eso se habla de una declaración de voluntad no recepticia, lo cual
está indicando que el aceptante de una orden, por el solo hecho de
aceptar se obliga; el otorgante de una promesa Po! el solo hecho de
otorgar la promesa se obliga; el endosante, por el solo hecho de endo-
sar se vincula al pago; el avalista por el solo hecho de firmar garantiza
el pago; y así sucesivamente, sin que se necesite el consentimiento de
las demás partes intervinientes en el título; el emisor de la letra, por el
solo hecho de emitirla, se obliga con independencia de que la letra sea
o no aceptada. La aceptación no es un requisito para completar la letra
o para que se tenga por formado el consentimiento. La aceptación lo
único que busca es vincular al pago de la misma otro patrimonio, otro
interviniente, pero hay letra así no sea aceptada. El endosante se vin-
cula al pago de un título valor frente a las partes posteriores, sin nece-
sidad de la aceptación de los que han intervenido con anterioridad y sin
necesidad tampoco de la aceptación o el consentimiento de los que
intervienen posteriormente.
El carácter unilateral de la declaración de voluntad está consagrado,
entre otros, en los artículo 625 cuando señala que toda obligación
cambiaria deriva su eficacia de la firma puesta en el título y de su en-
trega con intención de hacerlo negociable. En otras palabras, todo in-
terviniente en un título valor se obliga por el solo hecho de firmar; .
toda obligación cambiaria exige la existencia de una firma del intervi-
niente, y sin firma no hay obligación cambiaria, pues esa declaración
de voluntad tiene que ser exteriorizada mediante la firma, llámese
obligación del creador, del aceptante, del endosante o del avalista.
Cualquiera que sea el interviniente, su obligación nace del hecho de
firmar, no se requiere la aceptación ni la intervención de ninguna otra
persona, no se requiere el consentimiento de nadie, no es necesaria la
aquiescencia de ningún otro interviniente en el título en la medida que
por su sola voluntad exteriorizada mediante la firma queda vinculado
cambiariamente, surge a la vida su vínculo cambiario.
48 TITULOS VALORES

El artículo 657, cuando el Código se ocupa del endoso, señala que


todo endosante contrae obligación autónoma frente a las partes poste-
riores, por el hecho de endosar.
En el artículo 634 vuelve a reafirmarse esta característica de decla-
ración de voluntad cuando la norma nos recuerda que la sola firma del
ordenante es suficiente para que quede responsable o garantice el pago
del título, es más, allí se dice que toda firma que aparezca en un título
valor a la cual no se le pueda atribuir un carácter especial, se tiene
como firma de avalista, como firma de garante, de responsable al pago
del título y de todo el título.
También, cuando el artículo 685 se ocupa de la aceptación dice que
la mera firma del aceptante es suficiente para que la letra se tenga por
aceptada. En todas esas disposiciones el Código está poniendo de pre-
sente el carácter unilateral de las declaraciones de voluntad contenidas
en un título valor.

c. IRREVOCABILIDAD DE LA DECLARACIÓN
La declaración de voluntad es irrevocable, en el sentido o con el al-
cance de que una vez expresada se vuelve definitiva; cada interviniente
queda vinculado, no puede arrepentirse. Pretender dejar sin efecto su
declaración de voluntad la ley no lo permite, no le tolera el pretender
modificar su situación; una vez expresada esa declaración de voluntad,
permanece en cabeza del respectivo interviniente la obligación de pa-
gar, la que no se extinguirá sino en la medida en que a su vez su res-
ponsabilidad se extinga por alguna de las causas que la ley establece,
por pago y además por cualquiera de los modos extintivos de las obli-
gaciones, y concretamente en este tema, por prescripción o caducidad;
pero mientras no ocurra cualquier fenómeno de estos, el suscriptor
permanecerá vinculado al pago del título.
Podría decirse que esta característica de la declaración de voluntad
no es absoluta, porque existe, por ejemplo, la institución de la revoca-
ción de los cheques, consagrada en el artículo 725, conforme al cual el
librador de un cheque puede revocarlo y si esa revocación la recibe el
banco oportunamente, el banco no puede pagar y si paga se hace res-
ponsable ante el librador. Empero, esta disposición no constituye una
excepción a la irrevocabilidad porque la revocación no deja sin efecto
el cheque, el cheque continúa teniendo plena eficacia como título va-
lor; los intervinientes del título valor no se desvinculan porque el li-
brador de orden de no pagar. Continúan vinculados hasta el punto de
que el tenedor, en vista de que el banco no paga el título por la revo-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 49

cación, conserva su acción cambiaria para demandar ejecutivamente


tanto al librador como al endosante, a fin de costreñirlos a que paguen
y, además, el tenedor de ese título, si la revocación ha sido injustifica-
da, puede formular denuncia penal contra el librador. Esto nos pone de
presente que la revocación del cheque, lo único que conduce o el único
efecto que tiene, es que el banco girado tiene que abstenerse de pagar,
pero el título conserva su plena eficacia; la declaración de voluntad de
cada uno de los intervinientes: girador y endosantes, permanece, con-
tinúa vigente.
Tal vez la única excepción al carácter irrevocable de dicha declara-
ción de voluntad, la constituye el artículo 688 del Código de Comer-
cio, cuando dice, en materia de aceptación, que el librado puede tachar
la aceptación antes de devolver la letra, y si lo hace en ese instante o
dentro de esa oportunidad, se tiene la letra por no aceptada o por rehu-
sada la aceptación.
En resumen, la ley permite que el aceptante después de haber acep-
tado, y si luego descubre que no debía haber aceptado por una u otra
razón o que aceptó un título que no debía, o por una cuantía que no
debía y no ha devuelto la letra, puede tachar su firma, puede tachar su
aceptación, es decir, la ley le da la oportunidad de arrepentirse y dejar
sin efecto su aceptación, pero esa tacha no puede ocurrir sino antes de
devolver el título; una vez devuelto el título, no hay posibilidad de
tachar la aceptación, se convertirá en irrevocable ese compromiso.

D. IMPERSONALIDAD DE LA DECLARACIÓN
La declaración de voluntad es impersonal. No quiere decir con ello
que en los títulos valores no importa la persona en cuyo favor se otor-
ga un título o se emite un título. Obviamente si una persona suscribe
un título no se declara deudora de otra caprichosamente; es porque le
debe algo, porque le debe satisfacer un préstamo, unos honorarios, una
comisión, pagar el precio de una compraventa, etc.
Lo que se quiere decir con el carácter impersonal de la declaración
de voluntad contenida en un título valor es que a cada interviniente lo
que le preocupa, o lo que le debe interesar es la circunstancia en que
se ha obligado y el contenido o extensión de la prestación que ha asu-
mido, porque él no sabe en últimas quien le va a hacer exigible esa
prestación, se le va a cobrar en favor de quien la va a tener que satis-
facer, es decir, tiene una obligación cuyo beneficiario, en principio, es
indeterminado, no sabe en últimas quien le va a cobrar, porque se trata
de un título hecho para circular, que tiene vocación para transferirse y
---------------- .........••••••
50 TITULOS VAWRES

en consecuencia solamente podrá saber quién es el beneficiario final en


el momento en que el título sea presentado para el pago.

111.NEGOCIABILIDAD DEL DOCUMENTO


Además de documento formal escrito, que contiene declaraciones de
voluntad impersonales, irrevocables y unilaterales, los títulos valores son
documentos negociables, hechos para circular, con una inmensa voca-
ción para transferirse de un patrimonio a otro, pero para transferirse no
por los procedimientos propios de la cesión de créditos o de otra clase de
derechos, sino por unas reglas propias, particulares, especiales, muy
simples, según que el título sea nominativo, a la orden o al portador.
El carácter negociable de los documentos "títulos valores", en algu-
nas legislaciones es una característica esencial, lo que quiere decir que
la negociabilidad no puede modificarse ni limitarse por estipulaciones
contenidas en el título o por fuera del titulo; si ello ocurre dentro de
esos sistemas, el título deja de ser título valor, deja de ser instrumento
negociable. Así los concibe la ley de Instrumentos Negociables de los
Estados Unidos, y así lo regulaba nuestra Ley 46 de 1923, como esen-
cialmente negociables, como documentos que no se les podía quitar el
carácter de ser negociables, de poder ser transferidos.
Este aspecto, en la doctrina y en las legislaciones, ha venido siendo
reconsiderado y atenuado y ya hay legislaciones que aceptan que con
cláusulas colocadas dentro de los títulos, se pueda impedir o limitar la
circulación y se habla, por ejemplo, de letras no a la orden, de letras
no negociables; por el contrario, otras legislaciones mantienen el prin-
cipio de la negociabilidad de los títulos, y sólo para casos particulares
o excepcionales admite la ley que por cláusulas insertas en los propios
títulos se limite o se prohíba su negociación. Esa es la posición de
nuestro Código de Comercio: Los títulos valores son negociables y son
esencialmente negociables, con la salvedad establecida en materia de
cheques, donde el creador o cualquier tenedor le puede colocar leyen-
das que limiten o impiden su negociabilidad. Éste es un primer evento ..
También el Código de Comercio, en el artículo 716, establece que los
cheques emitidos o endosados en favor del propio banco girado o li-
brado no son negociables, es decir, se trata de cheques que por estar
emitidos en favor del propio girado, pueden estar endosados .en favor
del propio girado, no son negociables, por disposición legal, o sea,
que no se requiere cláusula que así lo indique. Por el contrario, ese
mismo artículo 716 indica que para que sean negociables esta clase de
cheques, se requiere cláusula que así lo autorice, o sea, que hay que
pactar, que son negociables a pesar de estar emitidos contra el propio
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 51

banco girado o endosados en favor del banco girado. Igualmente la ley


la. de 1980, que institucionalizó el cheque fiscal, enseña que se tiene o
se está en presencia de un cheque fiscal cuando el beneficiario es una
entidad de derecho público, evento en el cual ese cheque, dada la natu-
raleza del beneficiario, no es negociable.
En síntesis, nuestro Código establece que los títulos valores son ne-
gociables y por excepción acepta que únicamente tratándose de che-
ques se pueda limitar o prohibir la negociación mediante cláusulas
colocadas dentro del respectivo título, o la propia ley en el artículo
716, o la Ley la. que regula los cheques fiscales, establece que dadas
las modalidades de giro o de beneficiario, como lo hemos explicado,
no son negociables, son títulos valores que están contenidos en docu-
mentos, documentos que se elaboran no exclusivamente con fines pro-
batorios sino que el documento es necesario para que surja a la vida
jurídica el título valor, es el derecho mismo.
El título o el documento "título valor" sigue cumpliendo una función
probatoria, pero no meramente probatoria. Además de ese papel pro-
batorio, es el derecho mismo, como el documento es fundamental para
la existencia del derecho; tratándose de otra clase de obligaciones, la
obligación existe con independencia de que se tenga la prueba de la
misma, la prueba será un problema secundario.
En materia de títulos valores, no puede haber un título valor sin do-
cumento. Ese valor probatorio que cumplen los títulos valores es de
carácter muy especial, porque el documento contiene la plena prueba
de la respectiva obligación; no es un mero principio de prueba, no es
una prueba sumaria, no es una prueba incompleta de la respectiva
obligación, es la plena prueba; donde haya título valor está la plena
demostración, la demostración de una obligación. Pero no es su única
función la de cumplir un papel probatorio, es apenas un aspecto, una
característica del título valor.
Por constituir plena prueba de la respectiva obligación contra cada
uno de los intervinientes en el título, la ley establece que los títulos
valores, para ejercitar la acción cambiaria generadora de los mismos,
para obtener el pago del título valor, se puede recurrir directamente a
un proceso ejecutivo. Tal como lo señala el artículo 793, el cobro de
un título valor amerita proceso de ejecución sin necesidad de recono-
cimiento previo de firmas, amerita ejecución porque precisamente
además de contener una obligación clara, expresa, exigible y líquida,
es un documento que prueba plenamente contra el deudor, tal como lo
exige, entre otras cosas, el artículo 488 del Código de Procedimiento
Civil para que haya título ejecutivo.
52 TITULOS VALORES

IV. OBLIGACIÓN CAMBIARIA


Finalmente, los títulos valores se tienen como documentos constitu-
tivos, en el sentido de que todo el que emite un título valor, lo hace
porque ha celebrado un negocio, un contrato en virtud del cual resulta
deudor o debe cumplir una prestación que luego documenta con el
respectivo titulo valor, va a pagar el precio de una compraventa, a
pagar una comisión, va a través de él a documentar el desembolso de
un contrato de mutuo o de una apertura de crédito, etc.
Pero en la medida en que se recurre a hacer constar esa obligación
en un título valor, cambia de naturaleza, ya estaremos en presencia de
una obligación cambiaria con las características y privilegios propios
de esta clase de obligaciones. En otras palabras, se celebra una com-
praventa y en desarrollo de la misma el comprador extiende una letra,
en la letra no figura simplemente el precio de la compraventa, no figu-
ra una prestación de contrato de compraventa simple y llanamente,
sino que figura una obligación de naturaleza distinta, una obligación
cambiaria, una obligación de pagar una suma de dinero incorporada en
un título valor, o sea, la prestación que se incorpora en el título valor
no es exactamente la misma, la del negocio causal, del negocio funda-
mental, del negocio anterior o subyacente en virtud del cual se ha emi-
tido un título valor.
CAPíTULO IV
ELEMENTOS CARACTERíSTICOS DE lOS TíTULOS VALORES
Estos elementos característicos tienen relación con las figuras de la
incorporación, de la literalidad, de la legitimación y la autonomía de
los títulos valores.

l. LA INCORPORACIÓN
A. DEFINICIÓN
El artículo 619 del Código de Comercio enseña que los títulos valo-
res son documentos necesarios para legitimar el ejercicio del derecho
literal y autónomo que en ellos se "incorpora".

B. INSEPARABILIDAD ENTRE EL DOCUMENTO Y EL DERECHO


INCORPORADO
Emerge la incorporación como una característica que busca poner de
presente la inseparabilidad, la indisoluble unión que en materia de títu-
los valores se presenta entre el derecho y el documento, o en palabras
corrientes, entre el derecho y el papel representativo del documento.
Por lo tanto debe afirmarse que estos dos conceptos: derecho y do-
cumento, son inseparables, imposible de concebirlos el uno sin el otro,
de manera que el derecho se incorpora en el título, existe y vive en el
documento, o como corrientemente se ha afirmado el documento es el
lugar de habitación del derecho, por lo que donde está el documento
está el derecho.
La inseparabilidad a la que hace referencia tiene obviamente grandes
repercusiones en la vida o existencia del título valor, porque si afir-
mamos que donde está el documento está el derecho, estaremos afir-
mando igualmente que para poder exigir el derecho, requisito indis-
pensable debe ser el de la exhibición o posesión del título o documen-
to, o, en otros términos, no resulta viable invocar el derecho si no se
tiene el documento.
Visto desde el ángulo de la circulación o negociación de los títulos
valores, lo anterior significa que si se quiere transferir el derecho in-
corporado en un título valor, no podrá existir transferencia de tal dere-
cho si ella no conlleva o no involucra la transferencia o la entrega del
documento que lo contiene.
54 TlTULOS VALORES

En conclusión, si se pretende transferir el derecho, obligatorio es


transferir también el documento. Cuando se habla de transferencia se
hace alusión a cualquier tipo de negociación; pero además esta caracte-
rística se extiende a cualquier acto de limitación, gravamen o medida
cautelar sobre el derecho inserto en el título valor. Así por ejemplo, si
se embarga el derecho, tal embargo debe tener efecto sobre el docu-
mento contentivo del derecho; necesariamente, de afectarse el derecho
tendrá que repercutir en el documento mismo, aspectos estos que se
materializan con la aprehensión del documento. Igualmente, si el do-
cumento se extravía o si se pierde, se perderá el derecho en él conteni-
do. Así, sólo podrán invocarse los derechos que en el título o docu-
mento están contenidos.
Por ello la posesión del documento es la nota característica de la ti-
tularidad. Quien posee el documento es titular del derecho incorporado
y si se pierde tal posesión desaparece el derecho. Lo anterior da para
concluir que el documento es lo principal, lo esencial y el derecho
contenido es accesorio al documento.
En consideración a este principio que coloca al documento por encima
del derecho es que se habla del derecho cartular, en la medida que el
derecho descansa sobre un papel, sobre un cartón o documento. ¿Que-
rría decir lo anterior que el documento es titular de derechos? Induda-
blemente que no, puesto que jurídica y estrictamente hablando los únicos
que pueden ser titulares de derechos son las personas, naturales o jurídi-
cos. CU'lum se h¿ib.1a <le ~1C e;r..iste u.m estreclia .relación )uridica entre el
documento y el derecho y que lo primero es lo principal y el segundo lo
accesorio, con ello simplemente se quiere enfatizar es la inseparabilidad,
el nexo existente entre el derecho y el documento, de tal forma, como ya
se dijo, que no pueda concebirse el uno sin el otro.

C. CONSAGRACIÓN LEGAL
Ahora bien, ¿de qué manera se consagra la incorporación en nuestra
legislación comercial? como inicialmente lo señalamos, la primera
norma que consagra la incorporación como característica de los títulos
valores es el artículo 619. La segunda disposición es el artículo 621, al
señalar que todo título valor debe llevar la mención del derecho que en
el título se "incorpora". Otra norma que consagra esta característica es
el artículo 622, al estatuir que los espacios en blanco pueden ser llena-
dos por el tenedor legítimo del mismo antes de presentarlo para ejercer
el derecho que en él se "incorpora". También de la incorporación hace
mención el artículo 624, en la medida que expresa que cuando se quiera
ejercer el derecho consignado en el título valor, se requiere de la exhibi-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 55

ción del mismo, por lo que si el título es pagado deberá ser entregado a
quien lo paga, pues allí donde está el documento allí estará el derecho y
si éste es cancelado, el derecho será satisfecho. De la incorporación
también tiene ingerencia el artículo 628, cuando indica que la transferen-
cia de un título implica no solo la del derecho principal "incorporado"
sino también de la de los derechos accesorios.
El artículo 629 del Código de Comercio se refiere a la característica
en estudio. En efecto, conforme esta norma la reivindicación, el secues-
tro, o cualesquiera otras afectaciones o gravámenes sobre los derechos
consignados en un título valor o sobre las mercancías por él representa-
das, no surtirán efectos si no comprenden el título mismo materialmente.
Fíjese bien como se coloca la aprehensión física o material del documen-
to como un requisito esencial para que tenga validez cualquiera de las
acciones allí tipificadas. Coloquemos algunos ejemplos para explicar
mejor la norma: si se pretende reivindicar un título valor, la reivindica-
ción no producirá efecto alguno si no se logra, si no es posible aprehen-
der materialmente el documento. Si se inicia un proceso ejecutivo y dentro
de él se pretenden embargar derechos incorporados en un título valor, la
forma como se secuestran los derechos incorporados en él es la aprehen-
sión física del documento que lo contiene. ¿Cómo se explican las ante-
riores consideraciones? Naturalmente que todo tiene relación o explica-
ción con la incorporación, porque, como se dijo precedentemente, allí
donde está el documento ahí mismo se encuentra el derecho y en tanto
no se haya aprehendido el título, quien lo posea, conforme a su ley de
circulación, allí estará el derecho. Por ello el interés al exponer la rela-
ción entre la posesión y la titularidad, en la medida que sólo aprehen-
diendo el título se sabrá quien es su titular. Un ejemplo lo constituyen
las mercancías representadas en un certificado de depósito: una persona
es dueña de determinada mercancía y la lleva a un almacén general de
depósito; esta entidad le expide un certificado de depósito que represen-
ta, precisamente, las mercancías depositadas. Si un tercero pretende
embargar tales mercancías el procedimiento es lograr el secuestro de ese
certificado de depósito y no el de practicar una diligencia de embargo y
secuestro sobre las mercancías depositadas porque donde está el docu-
mento están las mercancías, así se hubiere practicado alguna medida
cautelar respecto de las mercancías en el almacén general de depósito, ya
que hasta tanto no se logre la aprehensión material del certificado de
depósito la diligencia de embargo efectuada en las bodegas del almacén
no producirá efecto alguno, pues, recuérdese bien que el documento es
el portador de las mercancías o, mejor dicho, las mercancías residen
jurídicamente dentro del documento.
56 TITULO S VALORES

11. LA LITERALIDAD
A. DEFINICIÓN y NATURALEZA
Se parte del ya citado artículo 619 del Código de Comercio, norma
que al definir los títulos valores hace referencia al ejercicio del derecho
"literal", para dar a entender el derecho escrito, el contenido impreso
en el título valor.
La literalidad implica seguridad o certeza en materia de títulos valo-
res, porque tanto los aspectos principales o fundamentales como los
accesorios o conexos se definen, se determinan por su tenor literal, por
lo que en el documento se dice o reza, de tal forma que de su observa-
ción, de su lectura, de su examen, cualquier persona pueda conocer la
magnitud, o la extensión, o el contenido del derecho que en el título se
expresa para que, si se quiere transferir el documento, el adquirente
sepa a ciencia cierta la clase de derecho que adquiere. Así, es dable
afirma que la literalidad es la mayor expresión del límite de un dere-
cho, la medida del mismo, porque únicamente se tienen los derechos
que en el título se expresan, ni más ni menos.
La literalidad debe ser examinada desde dos puntos de vista.

B. LITERALIDAD ACTIVA Y PASIVA


Conforme a la primera, el tenedor de un título valor no podrá invo-
car más derechos de los que aparecen en el documento, ni puede pre-
tender exigir derechos distintos de los allí insertos. Por medio de la
literalidad pasiva, se expresa que el obligado o interviniente en un
título valor no podrá ser forzado a atender prestaciones distintas de las
que reza el documento y cumplirá su obligación en la medida que pa-
gue la prestación que se describe en el mismo título.
Ahora, si es cierto que todos los aspectos principales o accesorios de
los títulos valores se miden, se definen o determinan sólo por el conte-
nido mismo del texto, por su tenor literal, la literalidad implica que los
derechos que se incorporan en el documento por lo menos originaria-
mente, no pueden ser objeto de complementación o adición mediante
documentos extraños, al igual que las estipulaciones contenidas en un
título, naturalmente distintas al propio título valor, no están llamadas a
dejar sin efecto, a variar el derecho inserto en el documento, en la
forma y en los términos como se encuentran escritos en el mismo.

C.EFECTOSDELOSCONVENIOSEXTRACARTULARES
Este aspecto plantea una discusión: Saber qué efectos tiene en la vi-
da de un título valor los acuerdos, convenios, pactos o estipulaciones
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 57

que se hayan celebrado en otros documentos diferentes del título valor.


Pues bien, tales aspectos, dichas estipulaciones no están llamadas a
modificar, a alterar, a afectar o derogar las estipulaciones o el tenor
literal del documento; ello en principio, de manera originaria.
Lo anterior debe verse desde una doble acepción: Los pactos extraños
no están llamados a alterar el documento respecto de terceros, es decir,
frente a personas que no han intervenido en tales pactos o en la elabora-
ción del documento, pero sí podría verse afectado el tenor literal de un
título valor con convenciones o acuerdos contenidos en documento ex-
traño si se trata de las mismas partes que lo elaboraron, o sea, si puede
invocarse entre las personas que han celebrado dichos pactos y han sus-
crito el título valor. Así por ejemplo, si en un título valor se acuerda el
pago de una determinada suma de dinero para pagarla en cierto tiempo y
cualquier tenedor del título condona alguna parte de la deuda o concede
una prórroga en el plazo o acuerda un lugar distinto para la cancelación
de su importe o rebaja los intereses, tales convenios valen, surten efectos
entre quien lo concedió y el obligado; sin embargo, si el título es nego-
ciado o transferido a un tercero, sencillamente ese tercero no está llama-
do a respetar los pactos de su antecesor, razón por la cual el nuevo tene-
dor, de buena fe, puede exigir el pago teniendo en cuenta el tenor literal
del título valor. De manera contraria, si con quien se pactó el beneficio
incumple, el deudor perfectamente podrá impetrar la correspondiente
excepción en caso de ejecución.
Como puede observarse, de la literalidad se derivan diversos efec-
tos. Nos plantea esta figura la posibilidad de determinar el tipo de ex-
cepción que podría proponerse, porque al parecer, en un principio, si
se mira desde un punto de vista eminentemente formal, únicamente
podrían proponerse aquellas excepciones que tienen relación con el
tenor literal del texto. En forma original ello es así, empero ¿de qué
manera podría repercutir, por ejemplo, el negocio causal, aquél que
dio origen al título valor?, porque como ya se expresó, también podrí-
an plantearse excepciones basadas en prórrogas o rebajas, es decir, en
pactos suscritos con independencia del título, extraño a él, empero,
dijimos, tales excepciones operan respecto de las mismas partes, más
no frente a terceros.
El mismo tratamiento se puede plantear con explicación del negocio
causal o negocio subyacente. En efecto, la literalidad exige explicar en
que medida el negocio fundamental u originario del título puede reper-
cutir en la vida de éste. En materia de títulos valores nada se opone a
que dentro del documento o con independencia de él se haga referencia
al negocio motivo de su emisión, o sea, a que por algún medio se deje
58 TITULOS VAWRES

constancia de la causal por la cual se emite el título valor. Ello es apli-


cable a cualquier modalidad, e incluso la ley lo exige en algunos títulos
valores; es el caso de las acciones en sociedades, los certificados de
depósito, los bonos de prenda, las facturas cambiarias de compraventa
y transporte y el conocimiento o embarque, entre otros. En estas clases
de títulos la ley exige que dentro del documento se efectúen las corres-
pondientes referencias relativas al negocio causal. En consecuencia,
mencionar dentro del título valor el negocio fundamental, voluntaria-
mente o por disposición legal, conduce a que no se pueda, precisamen-
te ateniéndonos al principio de la literalidad, pretender derechos o exi-
gir obligaciones distintas de las allí escritas, con mayor extensión o
con un contenido distinto al plasmado en el título valor; pero, además,
ello conduce a que en el título valor se describa el negocio motivo de
su emisión, por lo que en estos eventos las excepciones que se puedan
formular serán más exactas, mucho más limitadas. ¿Qué sucede, en-
tonces, si se llegara a plantear, a formular un negocio distinto al que
realmente le ha dado origen al título valor? Necesario es advertir que
así la causa sea suplantada, distinta de la que verdaderamente fue, la
literalidad conlleva a que tal causa se tenga como cierta, hasta tanto no
se pruebe o demuestre lo contrario, hasta tanto no sea desvirtuada.
Lo expuesto precedentemente nos lleva a una conclusión: La litera-
lidad no significa independencia, porque, como ha podido observarse,
por múltiples circunstancias el título valor puede encontrarse unido,
puede ser conexo a documentos o pactos diferentes a su tenor literal y,
así, nada se opone a que se emita un título valor y se deje constancia,
bien en el título o en documento aparte, que su emisión se hace en
desarrollo de tal o cual negocio celebrado entre las partes que lo sus-
criben e igualmente nada se opone a que en un documento se exprese,
se haga constar un título valor como medio o instrumento del pago del
precio de una transacción determinada.
Vale la pena hacer referencia a la sentencia del 19 de abril de 1993
emitida por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia.
Refiriéndose al tema expresó:
"Como bien se sabe, los principios rectores de la literali-
dad, incorporación, autonomía, y legitimación que infor-
man el derecho cartular, confieren al tenedor de un título
valor garantías indispensables en orden al afianzamiento de
su circulación, reclamada por la expansión del comercio y
al propio tiempo por la seguridad que debe gobernar la ac-
tividad cambiaria. No en vano se establece por nuestro or-
denamiento que, cuando el título se halle en poder de per-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 59

sona distinta del suscriptor, se presumirá la entrega de éste


(inciso 20. arto 625 C. de Co.); o que "se considerará te-
nedor legítimo del título a quien lo posee conforme a su ley
de circulación" (art. 647 C. de Co.); o que "se presumirá
la buena fe, aún la exenta de culpa ... "; y que "... quien
alegue la mala fe o la culpa de una persona, o afirme que
ésta conoció o debió conocer determinado hecho, deberá
probarlo" (art. 835 C. de Co.).
La literalidad, en particular, determina la dimensión de
los derechos y las obligaciones contenidas en el título va-
lor, permitiéndole al tenedor atenerse a los términos del
documento, sin que, por regla general, puedan oponérsele
excepciones distintas a las que de él surjan. Es de ver,
con todo, que por cuanto la consagración de la literalidad
es una garantía para quien desconoce los motivos que in-
dujeron la creación o la emisión del título, o ignora los
convenios extracartulares entre quienes tomaron parte an-
tes que él en su circulación, es obvio que ella está consa-
grada exclusivamente en beneficio de los terceros tenedo-
res de buena fe, pues este principio no pretende propiciar
el fraude en las relaciones cambiarias. Es apenas lógico
entender el por qué no puede predicar se absolutamente la
literalidad entre quienes han sido partícipes del negocio
causal o subyacente, determinante de la creación o la
emisión del título valor, ya que en este caso no estaría en
juego la seguridad en el tráfico jurídico, prevista como
razón fundamental para su consagración legal. Por idénti-
co motivo, el alcance de presunción legal que ostenta este
principio respecto de terceros, en el sentido de considerar
que la existencia y magnitud del derecho se condiciona y
mide por el contenido del documento mismo, cede ante la
prueba que acredite el conocimiento de los mismos en
torno a situación subyacente, constitutiva de excepción
personal frente a él (art. 784 del C. de Co.)".

D. CONSAGRACIÓN LEGAL
El Código de Comercio consagra la literalidad en distintas disposi-
ciones:
En primer lugar hacemos mención al artículo 619 como norma bási-
ca en el estudio de las características generales, como norma aplicable
a la incorporación, literalidad, legitimación y autonomía. En verdad el
60 TITULO S VALORES

artículo 619 señala que los títulos valores son documentos necesarios
para legitimar el ejercicio del derecho "literal" que en ellos se incorpo-
ra. Igual mención se hace en el artículo 621 cuando se señalan los re-
quisitos generales que deben contener los títulos valores, porque si
bien se ha establecido que tanto los aspectos fundamentales como los
accesorios dé! título valor se definen o determinan por su tenor literal,
consecuencia lógica es que la ley está interesada en que la mención del
derecho que en el título se incorpora, la firma de quien 10 crea, el lu-
gar de cumplimiento o ejercicio del derecho, la fecha y el lugar de
creación, etc., no puedan ser omitidos dentro del texto del documento,
a menos que sucede la ley supla algunos vacíos, destacando como re-
quisito básico, no sustituible la mención del derecho que en el título se
incorpora. Lo afirmado tiene confirmación en 10 preceptuado por el
artículo 620 del Código de Comercio en el sentido de que el título sólo
producirá los efectos en él previstos cuando contenga las menciones y
llene los requisitos que la ley señale, salvo que ella misma lo presuma.
Con la literalidad hace relación el artículo 622, norma que posibilita
la entrega de títulos valores con espacios en blanco o de hojas firmadas
en blanco en la medida que advierte que el tenedor legítimo del mismo
debe llenar tales espacios antes de presentar el título para exigir el pa-
go o el derecho en él incorporado, porque de no hacerlo no habría
manera de determinar su contenido, sus aspectos fundamentales, o
accesorios; en otras palabras, no podría ser pagado.
También el artículo 624 se refiere a la literalidad, particularmente en
10 que tiene relación con el pago total o parcial, porque si ha existido
pago parcial el tenedor tendrá que efectuar la debida anotación en el
mismo título y si ha sido total 10 ha debido entregar al obligado, inclu-
so, en ambos casos deberá extender el recibo correspondiente, conser-
vando la eficacia legal en eventos de pago parcial, por la parte no can-
celada.
Dos aspectos relativos al tema merecen ser atendidos por separado:
En primer lugar, entratándose de pago parcial, la ley impone la obliga-
ción que se haga constar en el título, pues de no hacerse podría poste-
riormente formularse la excepción de pago parcial. Si se trata de pago
total el título será entregado a quien lo pague, pero si no se entrega,
cabe la misma observación hecha para el pago parcial, es decir, obliga
a la anotación en el título respectivo, por la misma razón establecida,
por la posibilidad de formular excepciones de pago, porque como la
establece el artículo 784, numeral 70, del Código de Comercio, contra
la acción cambiaria podrán oponerse las excepciones que se funde en
pago parcial o total, pero siempre que conste en el título.
rrORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 61

En segundo lugar, ¿qué sucede si el pago no se hace constar en el tí-


o pero sí en documento extraño? Este punto es de gran importancia:
En la medida que el pago se haga constar en el título, dicha anotación
es oponible a cualquier tenedor; las excepciones serían generales pues
todos los tenedores sabrían del pago total o parcial. Pero si no se pro-
jo la anotación en el título sino que se extendió un documento aparte
o extraño al mismo, en ese. evento los tenedores posteriores adquieren
el título valor tal y como está, razón por la cual contra esos terceros no
cabe la excepción de pago (a no ser que se demuestre mala fe) y la
excepción se circunscribe entre las partes que participaron en la elabo-
ración del documento de pago.
El artículo 626 del Código de Comercio se refiere igualmente a la li-
teralidad, al preceptuar que el suscriptor de un título valor queda obli-
gado conforme al tenor literal del mismo, con lo que se expresa que el
contenido de la obligación, a efecto de determinar la responsabilidad
que asumen quienes han intervenido en el título recae en el contenido
del mismo, en su tenor literal, bastando simplemente con observar,
examinar el texto, para saber el alcance de las obligaciones del suscrip-
tor, de los endosantes o avalistas.
Mención complementaria hace el artículo 631, conforme al cual, en
caso de alteración del texto de un título valor, los signatarios anterio-
res se obligan tal cual el texto original y los posteriores de acuerdo al
alterado. En la actual normatividad el título valor es eficaz, así sea
alterado o falseado y se presume que un título es cierto, es verdadero
hasta tanto no se pruebe la alteración, pero incluso probando la false-
dad, la alteración, el título conserva plena eficacia; habrá que determi-
nar el momento en que fue alterado para precisar el alcance de las
obligaciones de las personas que aparecen como deudores, endosantes
o avalistas. Por eso la norma divide la vida jurídica del título y par-
tiendo del momento de la alteración los signatarios anteriores se obli-
gan en su forma originaria mientras que los posteriores de acuerdo a lo
alterado. Es precisamente en virtud del principio de la literalidad que
las partes son obligadas a responder como vieron el título, como éste
rezaba, por su contenido al momento de la transacción.
Con la literalidad igualmente tienen relación los artículos 657, 658 Y
659 del Código de Comercio, normas relativas al endoso en propiedad,
procuración o en garantía, porque de ello depende la clase de título
que se trata y la calidad de la persona que aparece endosando. Así
mismo se relacionan con esta característica los artículos 706 y 708 del
Código de Comercio, relativos al protesto.
- - .

62 TITULOS VALORES

111.LA LEGITIMACIÓN
A. CONCEPTO y CARACTERIZACIÓN
La legitimación es la calidad que tiene el tenedor de un título valor
para ejercitar el derecho incorporado en éste, por obtener judicial o
extrajudicialmente el cumplimiento de la obligación que lo contiene.
La legitimación se caracteriza por la identificación del titular del dere-
cho incorporado en un título valor. La consecuencia lógica para poder
exigir la prestación que incorpora el título es la exhibición misma del
documento.

B. EXHIBICIÓN DEL TITULO


Pero la legitimación no solo impone la obligación de exhibir el título
para poder exigir el pago, sino que por pasiva el obligado no le puede
satisfacer la prestación a una persona que no le exhíba el documento,
de tal manera que la posesión del título de acuerdo con su ley de circu-
lación, unida a la exhibición, es igual a legitimación. La legitimación
conduce también a que para defender los derechos que incorpora un
título valor sea necesario exhibirlo, que nadie pueda invocar mejores
derechos sin respaldar sus alegaciones con la exhibición misma del
título. Tal como lo refleja el hecho de que el artículo 810 del Código
de Comercio cuando se está en presencia en un proceso de cancelación
de un título valor, no admite oposición si el tercero no presenta o ex-
híbe el título.
Es la lógica consecuencia de que para defender los derechos incor-
porados en un título es necesario exhibirlo, presentarlo. Pero no es una
exhibición o presentación de cualquier manera, porque ya lo hemos
advertido que se trata de una posesión calificada o cualificada, tenien-
do en cuenta la ley de circulación. La legitimación plantea el interro-
gante de saber si quien exhíbe el título para que se pueda legitimar
debe ser a su vez el verdadero propietario del derecho, o si por el con-
trario la ley se conforma con una categoría un poco distinta como sería
la del mero poseedor o la del simple tenedor del documento. Cuando
se plantea este interrogante no significa que el propietario no pueda
legitimarse o que no sea el primer llamado a legitimarse.
Ordinariamente sucede que la exhibición del título por una determi-
nada persona está acompañada a su vez de la propiedad del derecho a
esa misma persona, de tal manera que la posesión y la propiedad coin-
ciden. En tal sentido, hay paralelismo entre el aspecto interno y exter-
no, entre la propiedad formal y la propiedad real, pero lo que se plan-
tea más bien es si una persona que no es propietaria del título puede
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 63

legitimarse y la respuesta tendrá que ser afirmativa, porque la ley exi-


ge simplemente que quien exhíbe el título sea poseedor, poseedor de
acuerdo con su ley de circulación.

c. POSESIÓN y PROPIEDAD DEL TITULO


En otras palabras, no exige la ley la propiedad, es decir, la coinci-
dencia entre la posesión del título y la titularidad del derecho. Así lo
tiene consagrado el artículo 647 cuando dice que se considera tenedor
legítimo a quien posea el título de acuerdo con su ley de circulación, y
desde este punto de vista se puede afirmar que la ley se conforma con
el aspecto externo, con la apariencia. En consecuencia, basta que for-
malmente quien invoca derecho posea el título, lo exhíba de acuerdo
on su ley de circulación para que se le tenga como titular aunque en
realidad la propiedad pueda recaer en otra persona, lo cual induce a
rarificar que en esta materia prima la posesión formal sobre la posesión
real, la propiedad formal sobre la propiedad real, la apariencia sobre la
realidad. Por ello no es extraño observar el caso de que personas que
son verdaderos titulares se pueden llegar a legitimar, porque cum-
_ en con los requisitos que impone la legitimación.
En síntesis, ordinariamente el propietario será el primer llamado a
.egirimar, pero pueden darse casos en que el propietario no se pueda
_~ por carencia del documento. Así mismo, la ley no exige la
- idencia entre la propiedad y la legitimación dado que impone una
goría distinta como es la del mero poseedor de acuerdo con su ley
ir ulación .

. LEGITIMACIÓN POR PERSONAS NO TITULARES


_ echo de que personas distintas a su verdadero titular se puedan
legitimar, evidencia la gravedad que tiene para cualquier per-
pérdida de un título valor máxime si se agrega que en nuestra
~=,=;...:",-:ónquien ha sufrido el extravío, hurto o robo de un título valor,
recuperar el documento tiene que recurrir a un proceso preci-
cancelación y de reposición. Si se puede legitimar una perso-
es verdadero titular porque ha llegado a poseer el título por un
~''''.::>::CUJ.,ar,
la legitimación nos plantea el interrogante de determi-
:U'"'TIducta que debe adoptar el obligado cuando antes de pagar el
el momento de tener que satisfacer la prestación incorporada
C:s::::IlIO. tiene noticias de la mala fe del tenedor.
a la solución de este conflicto las posiciones son encontra-
""'-~, consecuente con los efectos de la legitimación, es de la
64 TITULOS VALORES

opinión de que aunque el obligado tenga noticias de la mala fe del te-


nedor, en la medida en que el título cumpla con los requisitos propios
de la legitimación, debe pagar, porque es una consecuencia propia de
la legitimación. Por el contrario, Ascarelli sostiene la tesis opuesta;
dice que en realidad resulta absurdo que a pesar de que el obligado
tenga noticias de la mala fe del tenedor, sea responsable en el pago del
título por el solo hecho de que está legitimado, en la medida que ello
conllevaría a sostener que la mala fe es fuente de derechos, cuando
realmente siempre se ha tenido como un vicio, como circunstancia que
impide invocar derechos.
Frente a estas dos posiciones antagónicas ha surgido la "teoría opor-
tunista", sostenidas por BONELLI y MESSINEO, quienes plantean que
cuando el obligado antes de pagar recibe noticias de la mala fe del
tenedor, lo primero que tiene que saberse es la seriedad de tales noti-
cias, de dichos rumores y en segundo lugar, establecer si los hechos o
las circunstancias de donde se pretende derivar la mala fe del tenedor
pueden ser o no constitutivos de una excepción personal y además, si
el obligado está en posibilidad o no de reunir las pruebas que le permi-
tan demostrar (en caso de ser demandado) que efectivamente el tenedor
es de mala fe. Si se reúnen estas circunstancias: veracidad y credibili-
dad de la información, que los hechos realmente son constitutivos de
una excepción personal y que el obligado está en posibilidad de probar
la mala fe del tenedor, el obligado debe abstenerse de pagar; de lo
contrario, debe pagar.
Pues bien, esta última posición parece ser la que acoge nuestro có-
digo, en la medida que el numeral 13 del artículo 784 permite al de-
mandado proponer cualquier excepción personal contra el demandante,
pero cualquier excepción de él frente a su demandante. También apo-
yaría esta tesis el hecho de que el mismo artículo, en su numeral 11,
permite probar y hacer prosperar la excepción de falta de entrega o
entrega sin intención de ser negociable un título valor, hechos que
comprenden el extravío, el robo, el hurto del título, o el abuso de con-
fianza, pero siempre y cuando que se trate de un tercero tenedor que
no sea de buena fe exenta de culpa, y obviamente nos está diciendo la
norma que si se trata de un tercero que es de buena fe exenta de culpa,
pues no puede prosperar este tipo de excepción.
Haciendo referencia a la legitimación de los títulos valores y a la
desconexión entre la titularidad y la tenencia ha dicho la Corte:
"El artículo 619 del Código de Comercio define los títulos valores
como aquellos "documentos necesarios para legitimar el ejercicio del
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 65

derecho literal y autónomo que en ellos se incorpora ... ", concepto que
pone de presente, entre otras características, su fuerza o función, legi-
timadora, en virtud de la cual invisten o facultan al tenedor legítimo,
es decir, a quien los "posea conforme a su ley de circulación" (artículo
647 ejusdem), para que ejercite el derecho en ellos incorporado, inclu-
sive, cuando de acuerdo con las reglas del Derecho común, éste no sea
el titular de los mismos, particularidad que apareja, por consiguiente,
la renuncia de cualquier intento de indagación respecto de la propiedad
del derecho.
De modo, pues, que "el significado pleno del concepto de legitima-
ción -ha dicho la Corte con apoyo en la doctrina-, lo da, precisamente,
el hecho de abstraerse totalmente de la investigación sobre pertenencia
del derecho de crédito que pueda corresponder al que ha sido admitido
para ejercitarlo ... Así las cosas, el poseedor del título, amparado por
la apariencia de la titularidad que le proporciona la circunstancia de ser
su tenedor en debida forma, está facultado, frente a la persona que se
obligó a través de la suscripción para exigir el cumplimiento de lo de-
bido" (Casación del 23 de octubre de 1979). En síntesis, la función
legitimadora de los títulos valores, usualmente justifica en la teoría de
la apariencia, prescinde de la demostración de la titularidad del dere-
cho, para, en su lugar, habilitar al tenedor para que ejerza el derecho
en ellos incorporado mediante la exhibición de los mismos, siempre y
cuando, claro está, los posea conforme a su ley de circulación.
Entendida en esos términos la función legitimadora de esa especie de
instrumentos, débese acotar seguidamente, que la misma adquiere una
doble connotación toda vez que, en un lado, inviste o faculta a quien
posee el título conforme a su ley de circulación, para ejercitar el dere-
cho en él incorporado (legitimación activa) y, de otro, la de, por regla
general, habilitar al deudor para pagarle a quien en las anotadas condi-
ciones le exhíba dicho documento.
La legitimación activa, como acaba de puntualizarse, presupone la te-
nencia del título conforme a su ley de circulación; en consecuencia, en
tratándose de títulos al portador, en tenedor se legitima con la mera ex-
hibición del mismo (artículo 668 del Código de Comercio); si de títulos a
la orden se habla, además de la exhibición, deberá el tenedor acr.editarla
serie ininterrumpida de endosos (art. 661 ídem), estándole vedado al deu-
dor, hay que destacarlo de una vez, exigir la comprobación de la autentici-
dad de los mismos, aunque sí deberá identificar al último tenedor y verifi-
car la continuidad de los endosos (art. 662 'in fine). Finalmente, en el su-
puesto de que se trate de un título nominativo, se exige el endoso acompa-
66 TITULOS VAWRES

ñado de la inscripción en los libros del obligado. Por tanto, quien, depen-
diendo de la naturaleza del título, lo posea en cualquiera de las señaladas
condiciones y lo exhiba al obligado, se legitima para ejercer el derecho en
él mencionado, sin necesidad de establecer su titularidad sobre el mismo,
pues de tal prueba se encuentra aliviado. Recae, así mismo, en su favor, la
presunción de ser poseedor de buena fe exenta de culpa, condición que
despunta en que contra él no pueden oponerse las excepciones de los nu-
merales 11 y 12 del artículo 784 ídem, o sea las relativas a su posesión, a
la emisión del título, ni a las relaciones jurídicas que le antecedieron; o lo
que es lo mismo, no le son oponibles los vicios concernientes a la emisión
del instrumento valor ni los relacionados con los actos de transmisión del
mismo que la anteceden.
Desde el punto de vista del deudor (legitimación pasiva) la función
legitimadora trasciende en que para honrar su obligación, suele serle
suficiente exigir la exhibición del documento y verificar que el posee-
dor del mismo lo detente conforme a su ley de circulación.
Despréndese de lo dicho "en el campo relativo a las normas que re-
gulan los títulos valores, deba distinguirse entre la persona que lo po-
see materialmente, pudiendo hacer uso frente al deudor o suscriptor,
de su derecho cambiario, y el sujeto que, en realidad de verdad, es el
propietario del documento y por ende del derecho en él contenido o
incorporado. En ocasiones, claro está, existe plena identificación entre
uno y otro sujetos, pero en otras no dejará de presentarse la falta de
coincidencia" (casación del 23 de octubre de 1979).
Significa lo anterior, que puede darse la ruptura o separación entre
el titular del derecho cartular (el propietario del instrumento), despoja-
do del mismo e impedido, subsecuentemente, para ejercitarlo, y la
persona legitimada para hacerlo, esto es, quien lo posee conforme a su
ley de circulación. En esa hipótesis, en caso de conflicto, valga la pena
anticiparlo, si ese poseedor legitimado es de buena fe, exenta de culpa,
la ley lo protege con excepcional preeminencia y tan paladinamente,
por cierto, que llega a negar la acción reivindicatoria de su contra (ar-
tículo 820 del Código de Comercio) e, inclusive, habiendo iniciado el
propietario el proceso de cancelación y reposición del título extravia-
do, su pretensión naufraga si a ellas se opone dicho tercero, poseedor
de buena fe exenta de culpa.
La escisión anotada puede ocurrir por un acto voluntario del titular
(como cuando lo entrega en usufructo, depósito, prenda, etc.), o puede
originarse en un acto ajeno o contrario a su voluntad, como ocurre en
los eventos de pérdida o hurto del título, hipótesis en la cual, conviene
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 67

distinguir entre dos situaciones diversas la condición del primer adqui-


rente (quien lo hurtó o lo halló) y la de un tercero tenedor de buena fe
exenta de culpa del mismo" (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casa-
ción Civil, sentencia del 14 de junio de 2000, M.P. Dr. JORGEANTO-
NIOCASTILLORUGELES).

E. CONSAGRACIÓN LEGAL
Ahora, ¿dónde está consagrada la legitimación? Tiene diversas nor-
mas que la recogen como característica esencial de los títulos valores.
En primer lugar, nos encontramos con el artículo 619, norma que de-
fine el título valor como documento necesario para "legitimar" el ejer-
cicio del derecho. Pero el artículo 624 nos pone de presente cómo para
ejercitar el derecho se requiere la exhibición misma del título, porque
la legitimación en concordancia con la incorporación exige que por
activa, para que pueda exigir el derecho, debe exhibirse el documento,
y la misma norma agrega que si el título es pagado hay que devolverlo
a quien paga.
También se ocupa de la legitimación el artículo 648, norma que des-
pués de definir el título valor noIninativo, señala que tratándose de
estos títulos, para que se otorgue la legitimación, además de la exhibi-
ción del título, debe de existir cadena de los endosos, ser ininterrum-
pidos y que haya coincidencia entre el titular que aparece en los libros
del emisor y el título mismo. En los artículos 661 y 662 se precisa
cómo se puede legitimar el poseedor de un título valor a la orden, por-
que, en primer lugar, advierte que la cadena de los endosos debe apa-
recer ininterrumpida, formalmente completa, sin solución de continui-
dad, pero además agréga que el tenedor debe exhibir el título, debe
identificarse plenamente, con la aclaración de que el artículo 662 le
prohíbe al obligado exigir la autenticidad de los endosos. A él le basta
que el tenedor, aparentemente, externamente se legitime, exigiéndole
el título de acuerdo con la ley de circulación.
El artículo 668 del Código de Comercio también hace una consagra-
ción expresa de la legitimación cuando dice que tratándose de títulos
valores al portador el tenedor se legítima con la mera exhibición, con la
sola presentación física del documento. El artículo 810 advierte que si se
adelanta un proceso de cancelación de un título valor y un tercero se
quiere oponer, su oposición no será adInitida si no exhíbe el título.
El artículo 647 es también norma de inmensa importancia porque ca-
tegóricamente nos dice que se considera tenedor legítimo a quien posee
el título de acuerdo con la ley de circulación.
68 TITULOS VALORES

Tal vez hay tres normas que constituyen una excepción a la legiti-
mación, excepción en el sentido de lo aquí afirmado, respecto a que
nadie puede exigir el pago sin exhibir el título. El artículo 696 del
Código de Comercio establece que si vencida la letra, norma aplicable
para los demás títulos valores, no es presentada para el pago dentro de
los plazos previstos en el artículo 691, cualquier obligado puede entrar
a depositar el importe de la letra en un establecimiento bancario facul-
tado para recibir depósitos judiciales y el pago que haga descarga el
título. Entonces, es una norma que expresamente autoriza pagar un
título valor, a pesar de que el documento no es presentado, norma de
excepción que busca evitar que la situación del obligado se agrave se-
guramente ante la negligencia del tenedor en presentarse a exigir el
pago incorporado en el título. Y también se presenta como excepción
el artículo 812, en la medida que prevé que en el evento de un proceso
de reposición y cancelación de un título valor, durante el transcurso
del proceso el título vence o ya estaba vencido, el actor debe pedirle al
juez que requiera a los obligados para que depositen el importe del
título, y si los obligados se niegan a hacer el depósito el actor puede
legitimar se, puede entrar a exigir el depósito del importe del mismo
con la sentencia, es decir, la decisión judicial viene a sustituir el do-
cumento mismo. Un tercer caso de excepción se presentaría cuando se
cancela un título (cheque) y el demandado se niega a librar un nuevo
cheque. Frente a esta circunstancia no cabría solución distinta que
quien adelante el proceso de reposición y cancelación de un cheque,
tenga que legitimarse exclusivamente con la sentencia si a esto se
agrega el hecho que a medida que el título entra en circulación pueden
surgir circunstancias personales, vicios que podrían afectar una determi-
nada relación jurídica y el título seguía circulando, a medida que se pro-
dujera su negociación, lejos de depurarse no estaría haciendo cosa distin-
tas que recogiendo o acumulando defectos o vicios como sería el caso de
que el creador fuera incapaz por edad, el aceptante incapaz por demen-
cia, un endosante pudiera endosarlo a nombre de una persona jurídica
sin existir personería, o teniéndola sin poderes suficientes para hacerlo,
y así sucesivamente, pues podría pensarse que el título al circular estaba
acumulando toda esa serie de defectos, de vicios, y a medida que circu-
lara más tenía la posibilidad de acumular, de traer nuevos efectos. En
otras palabras, se planteó la necesidad de idear unos principios que im-
pidieran que todo adquirente de un título valor fuera un simple continua-
dor de los derechos de su anterior titular o de su tradente, y además se
trató de idear que todo el que interviniera en un título valor para deter-
minar si se había obligado o no validamente, pues se miraran exclusiva-
mente las circunstancias en que esa persona intervino en el título.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 69

IV. LA AUTONOMÍA
A. DEFINICIÓN y NATURALEZA
La autonomía de los títulos valores consiste en el ejercicio indepen-
iente que ejerce un tenedor legítimo del título sobre el derecho en él
corporado.
Los títulos valores contienen dentro de su razón ser el principio de
circulación, es decir, la facultad de transmitirse a muchas personas
ediante el endoso respectivo, donde el endosatario adquiere un dere-
o totalmente autónomo de las circunstancias que dieron origen a su
emisión. .
Con esta figura cada tenedor adquiere un derecho que empieza en él.
La autonomía se caracteriza por la incomunicabilidad de vicios, en
o que al tenedor legítimo no se transmiten los defectos que pudie-
_ n haberse creado con las relaciones anteriores, por ejemplo, en lo
hace referencia al negocio causal que dio origen al documento y
mo esos vicios no se comunican, tampoco podrán proponerse excep-
iones al tenedor legítimo del título derivado de dicha creación, porque
e: título se desvinculó de las partes que le dieron nacimiento, del nego-
cio que lo originó.

B. EL DERECHO AUTÓNOMO DE CADA TENEDOR


La autonomía adquiere por lo tanto una característica de particulari-
-" en cuanto hace mención al derecho de cada tenedor. En este senti-
habla es de autonomía en las personas, en el derecho incorporado
_ en sus responsabilidades frente al título valor y no de autonomía del
o valor como tal.
~ derecho incorporado en un instrumento es autónomo porque el
_ seedor de buena fe ejercita un derecho propio que no puede limitarse
idirse por relaciones que hayan existido anteriormente.

e IMPROCEDENCIA DE LA CESIÓN
:=:..... otras palabras, se pretende a través de este mecanismo no aplicar
- títulos valores ni a su circulación las normas, las reglas o princi-
= L opios de la cesión, conforme a la cual todo el que transfiere
t2:.s::::ri·te el derecho que tiene, ni tampoco las normas de la tradición,
e advierten que nadie puede transferir más derechos de los que
" En consecuencia, todos estos propósitos de separar los títulos
e las reglas de la cesión y de la tradición se sintetizaron" en la ,
erística de la autonomía, principio que trae a la mente la idea de
.......•..
~,.."--'U!encia, de separación, lo cual, cambiariamente, se traduce en
-- ------

70 TITULO S VALORES

que todo adquirente de un título valor adquiere un derecho no derivado


sino originario.
Con ello se quiere significar que quien adquiere un título valor no es
un cesionario, no es un continuador de los derechos que tenía su tra-
dente, sino, por el contrario, adquiere unos derechos nuevos, distintos,
independientes a los que tenía su tradente, unos derechos que empiezan
con él. Ésta sería la autonomía vista desde el punto de vista activo.

D. DETERMINACIÓN DE RESPONSABILIDADES E
INCOMUNICABILIDAD DE VICIOS Y EXCEPCIONES
Pero desde el punto de vista pasivo, la autonomía se explica indicando
que cada interviniente en un título valor contrae su propia obligación,
contrae una obligación independiente de los demás intervinientes y, en
consecuencia, a él no lo beneficia ni está llamado a afectarlo seguramen-
te por el hecho de que la obligación o la relación jurídica de otro intervi-
niente no sea eficaz, porque la eficacia de su propia obligación no se va
a medir sino por las circunstancias en que intervino en el título y no bajo
la circunstancia de los demás intervinientes o de la persona que intervino
concurriendo algún vicio o defecto. De tal suerte que para determinar la
responsabilidad, el interviniente tuvo que obligarse.
Obviamente, si cada relación jurídica se mide por la circunstancia en
que sea asumida cada relación jurídica es independiente y los vicios de
esa relación jurídica no pueden transmitirse a una relación jurídica dife-
rente. Por ello se ha dicho que la autonomía se sintetiza en la incomuni-
cabilidad de vicios, de enfermedades, no hay contagio de defectos, cada
vicio de tipo personal circunscribe sus efectos, está llamado a repercutir
exclusivamente en la relación jurídica en que concurre y no en otra.
Así, si no hay comunicabilidad de vicios, de defectos, de enferme-
dades de tipo personal, si no hay contagio, la conclusión es que tam-
poco hay comunicabilidad de excepción. Si un interviniente no puede
servirse de los vicios que afectan la relación jurídica de otro intervi-
niente, sencillamente no se podrá invocar ese vicio o defecto como
excepción, sino concurriendo en su relación jurídica el vicio que afecta
la relación jurídica de esa persona. Así por ejemplo, si se crea una
letra y el aceptante acepta siendo incapaz y luego la letra entre en cir-
culación, el creador de la letra, o sea el librador o girador, el día que
sea demandado no puede invocar el vicio de la incapacidad, ni un en-
dosante puede invocar el vicio de la incapacidad que concurre en el
aceptante, de tal suerte que el librador o los endosantes, a pesar de la
incapacidad del aceptante, serán obligados a pagar y no podrán exone-
rarse de responsabilidad alegando la incapacidad mencionada.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 71

El vicio de la incapacidad del aceptante estará llamado a prosperar


sólo en la medida en que el aceptante sea demandado y ese aceptante
invoque su incapacidad, y entonces, y sólo entonces, como vicio que
concurre en su relación jurídica, él si podrá servirse de esa circunstan-
cia para que sea exonerado de pagar, pero no los demás intervinientes,
no las demás personas en quienes no concurre el vicio de la incapaci-
dad, en manera alguna las demás partes que intervinieron en el título
siendo plenamente capaces.
Éste es el significado de la autonomía, una característica que impide
la comunicación de vicios y, en consecuencia, la invocación de excep-
ciones.
Lo afirmado es distinto a la concepción de que la autonomía hace re-
ferencia a la desvinculación o no del título valor del negocio causal que
le ha dado origen. En otras palabras, si como se sabe todo título valor se
crea en virtud de un motivo, de una causa, si ese negocio subyacente que
motiva la emisión del título afecta la eficacia del título, ese es un pro-
blema diferente y que toca con el concepto de la causalidad de los títulos
valores. En la medida en que un título valor pueda ser afectado o per-
manezca vinculado al negocio causal, al negocio subyacente, estaremos
en presencia de un título valor eminentemente causal, pero si por el con-
trario una vez creado el título se desvincula, rompe sus relaciones con el
negocio causal que le ha dado origen, en consecuencia, los vicios o los
defectos del negocio causal no están llamados a repercutir en la eficacia
del título, pues estaremos frente a un título valor abstracto. Pero, como
indicamos, éste es un tema y un problema distinto de la autonomía, de la
característica de la autonomía, en la medida que tiene que ver con la
causalidad o incausalidad de los títulos valores.
La autonomía, como lo hemos señalado, hace referencia a que el dere-
cho de todo adquirente de un título valor empieza en él. Éste no es un
cesionario o continuador de los derechos de su anterior titular o de su tra-
dente. Desde el punto de vista pasivo nos enseña que cada interviniente
contrae su propia obligación. Entonces, 10 que es autónomo es el derecho
de cada adquirente, 10 que es autónomo es la responsabilidad de cada in-
rerviniente. No es que el título sea autónomo, que el documento o el dere-
cho incorporado en el título sea autónomo, la autonomía no se refiere a
esos aspectos sino a la independencia de las obligaciones de cada intervi-
niente y al carácter originario de los derechos de todo adquirente.

E. CONSAGRACIÓN LEGAL
En lo relativo a la aplicación normativa de la autonomía, el Código
e Comercio hace numerosas referencias. En el artículo 619 advierte
· --~-

72 TITULO S VALORES

que los títulos valores son documentos necesarios para legitimar el


derecho literal y "autónomo".
El artículo 622 consagra la posibilidad de que en un título valor se
dejen espacios en blanco o simplemente se entregue una hoja en blanco
con instrucciones para convertirlo en título valor, señalando que si se
quiere obtener eficacia contra quienes lo han entregado en esas cir-
cunstancias es necesario que se llene de acuerdo con las instrucciones.
Empero, si se llena contrariando las instrucciones, o sin ellas, y luego
se transfiere a un tercero de buena fe exenta de culpa, no puede invo-
cársele excepción alguna al respecto. Es una aplicación de la autono-
mía, el vicio no afecta a terceros, a personas que no intervinieron en el
lleno del título o en el lleno de la hoja de papel en blanco y que contra-
rían las instrucciones o se llena sin instrucción; la excepción prospera
contra quien llenó el título contrariando las instrucciones o sin instruc-
ciones, contra él podrá invocarse el vicio, el defecto, la violación de
las instrucciones o la falta de instrucciones, porque en esa relación
existe el vicio pero, repetimos, si el título se transfiere a un tercero de
buena fe exenta de culpa ya no hay posibilidad de que quien dejó el
título pueda hacer prosperar la excepción de falta de instrucciones o de
desconocimiento de las instrucciones.
Existe un artículo aún más categórico, que es el 627, porque nos ad-
vierte que todo suscriptor de un título valor se obliga autónomamente y
las circunstancias que invaliden la relación jurídica de alguno de los in-
tervinientes no afecta la de los demás. Esta norma nos está aclarando dos
aspectos bastante fundamentales: Que la autonomía es predicable de toda
relación jurídica y que todo interviniente se obliga autónomamente, lo
cual conduce a que no sea de recibo la afirmación, seguramente válida
en otras legislaciones donde no hay una norma como el artículo 627
nuestro, de que la autonomía solamente se puede concebir cuando el
título entra en circulación. No, entre nosotros es autónoma la obligación
del creador y es autónoma la responsabilidad del aceptante y es autóno-
ma la responsabilidad de un endosante. Agrega la norma que las circuns-
tancias que invaliden la obligación de uno de los intervinientes no afecta
la de los demás, advirtiendo con ello que los vicios, los defectos que
afecten una relación jurídica, solamente están llamados a repercutir en
esa relación jurídica, están llamados a servirle a la persona que intervino
en el título, no obstante mediar ese vicio, y seguramente sí es constituti-
va de una excepción esa circunstancia podrá exonerar de responsabilidad
a la persona en quien concurra el vicio, pero de manera alguna pasa a
otros intervinientes, no puede ser invocado ese vicio por otra persona
que intervino en el título, sin que mediara el defecto, sin que mediara el
•••

TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 73

vicio y si la enfermedad mantiene sus efectos en la relación jurídica en


que concurre, pues los posteriores intervinientes o los intervinientes en
que no concurre esta circunstancia defectuosa no la podrán invocarla
como excepción. Es, pues, una norma que expresa grandes limitantes
para formular excepciones frente a una acción de cobro de un título va-
lor y que explica el por qué cuando el artículo 784 permite invocar la
excepción; por ejemplo de incapacidad, o la excepción de falta de repre-
sentación o poder, o las demás excepciones personales que tenga el de-
mandado, advierte o previene que es la incapacidad del demandado, que
es la falta de representación o de poder suficiente en ese demandado, que
son las excepciones personales que tenga un determinado demandado
frente a un determinado demandante, pero de manera alguna un deman-
dado puede servirse de la incapacidad de otro demandante, ni de la ex-
cepción de falta de representación y poder bastante en un demandado
. erente a él, o una excepción personal que no concurre frente a su de-
::nandante, para poner de ejemplo, una excepción de pago parcial o de
¿ 00 total que no se hizo constar en el título valor; se puede invocar
IDO excepción personal en virtud del numeral 13 del artículo 784, en la
edida en que el demandante sea quien ha recibido el pago, y, entonces,
=-:.. demandado que pagó a ese demandante le puede invocar la excepción
de pago parcial o pago total según el caso.
Otro artículo que hace una consagración muy clara de la autonomía
_ el 636, al ocuparse de la responsabilidad del avalista. El avalista es
~ persona que garantiza en todo o en parte el pago de un título valor y
obstante ser un garante, la norma advierte que el avalista contrae
.gación autónoma, y en consecuencia su obligación será valida aun-
.-e la de su avalado no la sea. En otras palabras, el avalista responde
e la obligación del avalado, del garantizado sea ineficaz por
_~quier vicio o defecto; tan autónoma, tan independiente es la res-
: ilidad del avalado como la del avalista y, en consecuencia, los
que tenga la obligación del garantizado no afecta la de su garan-
upóngase de nuevo la letra aceptada por una persona incapaz, por
c.c::::x:nciao por edad, y un avalista que interviene garantizando la res-
ccsabílidad del aceptante. En este evento, si el tenedor tiene que ac-
o el avalista al ser demandado no puede invocar, y si la invoca
, llamada a prosperar como excepción la incapacidad del acep-
o sea la incapacidad de la persona cuya obligación él está garan-
rque ese es un vicio o un defecto que concurre en la rela-
~_: Ocadel aceptante, o sea, del avalado, pero no concurre en la
,~~;~ ° ídica o en la responsabilidad del avalista. El avalista inter-
plenamente capaz y en consecuencia no puede invocar el
<t:T~<:YÍ•••

~------
- ~-- - --""

74 TITULO S VALORES

vicio o el defecto; por lo tanto la excepción de incapacidad que no


concurra en su relación jurídica sino en la de un tercero no está llama-
da a prosperar.
Es que en esta materia no puede confundirse la figura del aval con la
de la fianza, porque el aval es una figura autónoma mientras que la
fianza es una responsabilidad accesoria y a diferencia de lo que sucede
con el aval, si la obligación principal es nula o está afecta de algún
otro vicio, esos vicios están llamados a repercutir en la responsabilidad
accesoria del fiador; cosa diferente sucede con la responsabilidad del
avalista, quien tiene una obligación autónoma y, en consecuencia, los
vicios, los defectos de la responsabilidad de su avalado no están llama-
dos a repercutir en la responsabilidad de éste.
El artículo 639 hace también consagración de la autonomía, en la
medida que allí se prevé la posibilidad de que alguien suscriba un títu-
lo valor sin que exista contraprestación cambiaria. Pues bien, si una
persona suscribe un título valor en esas circunstancias y el título está
en manos de una persona que sí ha intervenido en virtud de una consi-
deración de valor, quien firmó sin que mediara consideración de valor
no puede invocar ese vicio, si se puede hablar así; o mejor, la falta de
causa onerosa o la falta de consideración de valor frente a quien inter-
vino en el título mediante una consideración de valor. En esto ha
hecho un cambio fundamental el Código, porque la Ley 46 de 1923 en
la medida en que no mediara una consideración de valor se afectaba la
eficacia total del título, cualesquiera que fuera su tenedor. En el actual
código, si una persona suscribe, a sabiendas, un título valor sin que
medie consideración de valor pero el título está en manos de una per-
sona que ha intervenido por un valor, no se le puede invocar esa falta
de consideración de valor.
El artículo 657 también habla de la autonomía, cuando preceptúa
que todo endosante contrae obligación autónoma frente a los tenedores
posteriores del título; todo endosante por el hecho de endosar, se res-
ponsabiliza del pago del título frente a los tenedores posteriores. Pero
la norma agrega que la responsabilidad de cada endosante es autóno-
ma, es decir, es independiente de la de los demás endosantes o intervi-
nientes y, en consecuencia, los únicos vicios o defectos que puede in-.
vocar un endosante para exonerar su responsabilidad, desde el punto
de vista de excepciones personales, son las que concurren o hayan
concurrido, mejor, en el momento en que él haya intervenido como
endosante y en esta relación jurídica de nada le servirá o le va a servir
que pruebe en un proceso que otro endosante era incapaz, que el endo-
so de una de las partes es falso, porque en la medida en que esos vicios
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 75

no concurran en su propia relación jurídica, en su propia responsabili-


dad, no están llamados a servirle, en últimas, de defensa.
El artículo 659 se ocupa de la posición de quien ha recibido un título
valor en prenda, advirtiendo que al endosatario en prenda no se le
pueden proponer, y si se le proponen no están llamados a prosperar,
las excepciones personales que se le podrían proponer al endosante; de
tal manera que si alguien ha comprado un electrodoméstico a crédito y
su vendedor ha obtenido crédito de un banco y para respaldar el crédi-
to entrega las letras al banco y en un futuro esa persona no le paga el
crédito al banco y éste se ve en la necesidad de accionar con base en
los títulos valores recibidos en prenda, el comprador del electrodomés-
tico no podrá invocarle al banco que es un endosatario en prenda, ex-
cepciones como la de que el vendedor no le entregó la mercancía o de
que la mercancía resultó con defectos, porque esas excepciones se las
puede invocar al vendedor pero no al endosatario en prenda que no
intervino en el negocio; y tal vez es bueno no solo referimos a este
tipo de excepciones, sino a una mas frecuente, como es la de los com-
pradores de esos electrodomésticos que continúan pagando las cuotas a
las firmas vendedoras sin que les exhíba el título, y la firma vendedora
les extiende recibos y de nuevo los títulos valores están en poder de un
banco a quien se le han entregado en garantía de créditos de la compa-
ñía vendedora y la compañía vendedora no paga y el banco tiene que
recurrir a la prenda, pues de nuevo los compradores de los electrodo-
mésticos no podrán invocarle al banco que le han pagado total o par-
cialmente, porque esa excepción se la pueden proponer a quien recibió
el pago pero no al endosatario en prenda que no ha recibido el pago,
máxime si agregamos que es un pago que no se ha hecho a quien no
está legitimado, que el pago ha debido hacerse constar en el título, que
la incorporación y la legitimación se oponían a que ese deudor le paga-
ra a quien no estaba legitimado y a quien no poseía el documento, si-
tuación esta de frecuente ocurrencia y que condena a que quienes han
pagado mal tengan que volver apagar, pagarle a quienes verdadera-
mente están legÚimados, como es el endosatario en prenda en los
ejemplos mencionados.
El artículo 785 preceptúa que el tenedor de un título puede deman-
dar a todos los intervinientes en el título, a alguno de ellos o a uno
solo de ellos, a su elección, sin que tenga que respetar el orden de las
firmas. Esa es una norma que tiene su explicación no en la figura de la
solidaridad sino que tiene su razón de ser en la característica de la au-
tonomía. Si todo interviniente en un título valor contrae la obligación
de pagar el título, salvo los casos en que la ley le permite atenuar esa

~---~~- -~-
- ~ - ..::......._--_.

76 TITULO S VALORES

responsabilidad, mediante cláusulas sin responsabilidad, o cuando se


permite avalar en parte o por cuenta de determinadas personas única-
mente el título, o aceptar parcialmente, etc., salvo estas excepciones,
todo suscriptor de un título contrae su propia obligación y la obliga-
ción de pagar la totalidad del importe del título. Y en consecuencia, el
tenedor puede demandarlo, bien sea que elija uno solo, que los elija a
todos o algunos de los intervinientes.
El código también consagra la posibilidad de que un título valor
pueda ser reivindicado pero advierte que la reivindicación no está lla-
mada a prosperar sino contra el primer adquirente y contra terceros
que no sean de buena fe exenta de culpa. En otras palabras, de nuevo,
si el título entra a circular y en un momento dado se pierde, se extravía
y quien lo ha hurtado o quien se lo encuentra a su vez lo negocia y cae
en manos de un tercero de buena fe, contra ese tercero de buena fe no
está llamada a prosperar la reivindicación. El vicio de la falsa tradi-
ción, de la falta de titularidad, por haberlo adquirido por un medio no
lícito, o por no existir acuerdo con la ley de circulación del título, está
llamado a afectar a quien se lo robó o 10 hurtó o a quien se lo encon-
tró, en la medida en que éste pretendiera cobrar el título, pero no pue-
de ser invocado o no puede ser alegado ese vicio frente a una persona
en quien no concurre tal defecto.
CAPíTULO V
FORMALIDADES Y REQUISITOS DE LOS TíTULOS VALORES

l. ASPECTOS FORMALES DE LOS TíTULOS VALORES


Hemos dicho que los títulos valores son documentos formales. Bien
es sabido que las formalidades pueden ser voluntarias o pueden lograr-
se con fines simplemente probatorios, o que tales modalidades pueden
ser esenciales o "ad substantiam actus".
Generalmente se ha entendido que las formalidades voluntarias son
aquéllas en las que los particulares pueden libremente expresar a través
de sus actos, es decir, de aplicación en el ámbito de la autonomía de la
voluntad de las personas. Por su parte, las formalidades con fines pro-
batorios son definidas como aquellos requisitos que deben contener
determinados actos a fin de que sirvan como prueba del acto mismo.
Las formalidades esenciales o sustanciales, de otra parte, son aquéllas
que deben cumplirse para que el acto produzca todos los efectos lega-
les.
Pues bien, los títulos valores requieren de formalidades sustanciales,
es decir, que sólo en la medida en que el título cumpla con los requisi-
tos señalados en la ley, podrá nacer a la vida jurídica, podrá predicarse
de él un verdadero título valor, pues de lo contrario existirá un docu-
mento pero no con las características inherentes del título valor. Es por
esa razón que algunos tratadistas señalan en las formalidades de los
títulos valores una función genética, en la medida que son indispensa-
bles para que nazcan, para que surjan al mundo jurídico.
11. REQUISITOS DE LOS TíTULOS VALORES
Los requisitos de los títulos valores son de dos clases: Unos de ca-
rácter general y otros especiales. Los primeros tienen relación con
todos los títulos valores cualquiera que sea su naturaleza. Los segun-
dos hacen mención a cada título valor en especial.

A. REQUISITOS GENERALES DE LOS TÍTULOS VALORES


El Código de Comercio en el artículo 621 consagra los requisitos
generales que debe contener todo título valor. Estos requisitos tienen
aplicación para cualquier clase de título valor, o mejor los deben con-
tener todos los títulos valores, lo cual significa que ningún título valor
puede carecer de dichos requisitos.
78 TITULOS VALORES

Los requisitos generales son sintetizados en dos: a) La mención del


derecho que se incorpora en el título, y b) La firma de quien crea el
documento.
Pero no basta que el título contenga los dos requisitos indicados, si-
no que además deben contener los especiales de cada título valor.
En primer lugar hacemos referencia a los requisitos generales.

1. Mención del derecho que en el título se incorpora


El numeral primero del artículo 621 preceptúa que todo título valor
debe contener la mención del derecho que en el título se incorpora.
Éste es un requisito formal que obviamente tiene relación con la litera-
lidad y la incorporación.
1) Lo primero en advertir es que todo documento vale por su conteni-
do y de allí deriva su importancia. El contenido del documento elabora-
do contienen necesariamente un derecho y el derecho así incorporado
tendrá que manifestarse de una manera escrita, es decir, el documento
contentivo del título valor expresará en últimas una declaración de vo-
luntad de quien lo emite. Así debe exteriorizarse, a través de un docu-
mento escrito que mencione el derecho. Sobre este derecho bueno es
recordar que debe aparecer en un solo escrito, lo que inadmite la posibi-
lidad de poderlo dividir, o sea, es de carácter indivisible.
2) El derecho mencionado o incorporado en el título requiere que se
haga en idioma castellano tal como lo expresa el artículo 823 del Có-
digo de Comercio, en el sentido que los términos técnicos o usuales
que se emplean en los documentos se entenderán en el sentido que
tengan en el idioma castellano. Empero, cuando se hayan utilizado
simultáneamente varios idiomas se entenderán dichos términos en el
sentido que tengan en castellano. En caso contrario se estará a la ver-
sión española que más se acerque al significado del texto original.
3) En materia de títulos valores el derecho que se incorpora debe ser
determinado, lo cual significa que debe expresarse con exactitud y
claridad en la mención del derecho, como sería el caso por ejemplo del
pago de una suma de dinero, o la referencia a determinado depósito de
mercancías. En los eventos de pago de dinero la costumbre mercantil
se ha encargado del diseño de formato s en donde se expresan las canti-
dades o sumas tanto de una manera numérica como literal.
4) Creemos que la mención del derecho que se incorpora es fácil-
mente concebible en el sentido de que todo documento debe expresarse
o exteriorizarse conteniendo derechos, pues de lo contrario no tendría
razón de existir. Entonces, siempre que mencionemos el título valor
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 79

estaremos hablando de un documento escrito, o como es llamado en


algunas legislaciones, un instrumento.
5) Además de concebir el título valor como un documento formal y
escrito, dichos título o documentos contienen necesariamente declaracio-
nes de voluntad, en otras palabras, manifestaciones de cada una de las
personas que intervienen en su creación. Recordemos que las declaracio-
nes de voluntad pueden adquirir las modalidades de promesas y órdenes.
La declaración de voluntad en forma de promesa significa que quien la
exterioriza se compromete a cumplir una obligación o una prestación,
como lo que acontece con los pagarés o el bono de prenda. La declara-
ción de voluntad en forma de órdenes se da en aquellos casos imperati-
vos en donde el emisor ordena el cumplimiento de una obligación o pre-
tensión por parte de otro, segunda persona que a su vez cumple con lo
ordenado por la primera. Tal es el caso de la letra de cambio respecto de
la orden que da el librador al librado para que pague. De todos modos,
sea promesa u orden, la declaración de voluntad va dirigida a cumplir o
a pagar la prestación que se incorpora en el respectivo título valor, tales
como pagar una suma de dinero, si es que se trata de un documento de
contenido crediticio; entregar ciertas mercancías, en aquellos casos de
títulos valores representativos de mercancías; conceder o transferir dere-
chos económicos o políticos, en los eventos de títulos valores corporati-
vos, etc.; pero siempre estaremos en presencia de una declaración de
voluntad vinculada a un título valor.
6) La declaración de voluntad, como lo agrupa la doctrina, puede
ser unilateral, impersonal e irrevocable.
En el primer caso sólo se requiere la manifestación de voluntad de
cada persona que intervenga para que quede vinculado al título valor.
En esto hay diferenciación con la declaración de voluntad en la materia
contractual, puesto que aquí la declaración de voluntad, de una parte,
debe ir acompañada de la aceptación del otro contratante, es decir, el
consentimiento de uno que debe ser aceptado por otro, o sea, mutuo
acuerdo de voluntades. En cambio, en el campo de los títulos valores
de declaración de voluntad de quienes intervienen no requiere ser acep-
tada o consentida por los demás; es, pues, una declaración de voluntad
que por sí sola genera el vínculo jurídico. Por ello es que, por ejem-
plo, un endosante se vincula al pago de un título valor frente a los en-
dosantes posteriores, sin que sea necesaria la aceptación de las perso-
nas que han intervenido con anterioridad, y sin que sea obligatorio el
consentimiento de quienes intervinieron con posterioridad. La unilate-
ralidad de la declaración de voluntad en los títulos valores se encuen-
tran plenamente plasmada en el Código de Comercio. Así, el artículo
80 TITULOS VALORES

625 indica que toda obligación cambiaria deriva su eficacia de una


firma puesta en un título valor y de su entrega con la intención de
hacerlo negociable conforme a la ley de circulación. El artículo 657
prescribe que el endosante contraerá obligación autónoma frente a to-
dos los tenedores posteriores a él.
La declaración de voluntad es también de carácter irrevocable en la
medida que una vez expresada se torna definitiva, quedando cada in-
terviniente vinculado al título, es decir, no es dable el retracto, el arre-
pentimiento. La irrevocabilidad sólo se extinguirá en la medida que
haya extinción de la responsabilidad por cualquiera de las causales
consagradas en la ley, valga decir, por pago o por cualquier otro modo
extintivo de las obligaciones, pero mientras subsista la responsabilidad
adquirida el suscriptor estará siempre vinculado al título.
Además de unilateral e irrevocable la declaración de voluntad en
materia de títulos 'valores es impersonal, lo cual significa que cada
persona interviene en el título valor sin interesar su calidad, la condi-
ción con que se ha obligado, al igual que el contenido o extensión de la
misma obligación que ha asumido. La impersonalidad en títulos valo-
res tiene relación con la autonomía, en la medida que la persona crea
el documento y en muy pocas ocasiones sabe quien es el real beneficia-
rio, qué persona se lo va a cobrar, en razón de la ley de circulación de
estos documentos. La ley de circulación de los títulos valores hace que
poco importe las personas, pues a través del sistema de endosos el
suscriptor del título sólo sabrá quien será el beneficiario final y ello
porque debe hacerse constar al momento del pago.

2. La firma de quien crea el título valor


El numeral segundo del artículo 621 del Código de Comercio señala
como segundo requisito formal de los títulos valores en general el
hecho de que el documento lleva la firma de su creador.
1) Se entiende por firma la signatura autógrafa del documento, es
decir, el escribir una persona su nombre, sea o no inteligente, pero
capaz identificarse como el autor jurídico del documento, o para ad-
herirse a él, o para dar fe de su otorgamiento como testigo actuario, o
para autorizarlo o autenticarlo como funcionario público. Hablamos de
autor jurídico para distinguirlo de quien elabora o escribe un documen-
to (autor material) por encargo de otra persona, en cuyo caso ésta tiene
aquella calidad.
2) La firma del autor de un documento privado puede ser suplida
por la de otra persona a quien aquél ruegue que firme por él, y tal rue-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 81

go puede probarse por la certificación del notario o juez ante quien se


reconoce por el autor del documento, o por confesión de éste, o por
testimonios de quienes hayan presenciado el acto, así sea que también
lo hayan firmado o no.
3) No existe ningún requisito formal para la firma de documentos
privados; por consiguiente puede ser o no legible, completa o parcial
con o sin ortografía, en el idioma nacional o extranjero, aún cuando
éste no use el mismo alfabeto (como el árabe, el chino o el japonés en
relación con el español) e inclusive puede estar formada por signos
caligráficos que no constituyan letras. Sólo importa que se obtenga la
autenticidad de la firma por reconocimiento de su autor o mediante
testimonios, peritaciones e indicios, o que se presuma legalmente su
autenticidad.
4) La firma con sellos u otro medio mecánico que la reproduzca fiel-
mente no está autorizada para ningún acto público y carece de valor para
los privados, a menos que una norma legal la autorice para el caso con-
creto. Precisamente el artículo 827 del Código de Comercio dice que la
firma que proceda de medios mecánicos se considerará suficiente en los
negocios en que la ley o la costumbre la admitan, y los artículos 621 y
665 del mismo Código la autorizan para la creación de títulos valores
bajo la responsabilidad de su creador (pudiendo ser un signo o contrase-
ña) y para endoso de cheques entre bancos, respectivamente.
5) No existe norma legal que impida ayudar a una persona en el acto
de estampar su firma, bien sea porque lo requiere debido a una relativa
incapacidad física o porque su escasa habilidad caligráfica lo exija,
siempre que sepa leer y escribir y que solicite esa ayuda y se encuentre
en situación de completa conciencia de su acto. Teóricamente tampoco
puede objetarse este procedimiento, pues se trata de un acto libre y
consciente. Si la persona apenas sabe dibujar su firma, pero no leer y
escribir, debe firmar otra por ella a su ruego y se aplica el artículo 826
del Código de Comercio.
6) Hemos visto que quien no sabe o no puede firmar puede rogar a
otra persona para que lo haga en su lugar y en su nombre, salvo cuan-
do la ley lo prohíba expresamente. Se trata de un mandato especial, el
mandatario firma con su propio nombre, pero advierte, bien con su
propia letra o con la de otra persona o en máquina o por un sello ela-
borado para-el caso, que lo hace a ruego del mandante, identificándolo
con su nombre y apellido.
7) Cuando se trata de documentos privados que gozan de presunción
de ser auténticas todas las firmas que en él aparecen, no es preciso
---
-----

82 TITULO S VALORES

probar la autenticidad de la firma del rogado, pero si el ruego o man-


dato para que éste firmara por quien figura otorgándole efectos jurídi-
cos, pues no existe ninguna presunción de que tal acto sea cierto sin
que aparezca dicha autorización. Precisamente, el artículo 273 del Có-
digo de Procedimiento Civil exige que el reconocimiento del documen-
to firmado a ruego comprenda el que se extendió a su orden, que el
signatario obró a ruego suyo y que es cierto el contenido; en los demás
casos basta reconocer la firma o manuscrito.
8) La sola firma en un papel u otro material no constituye un docu-
mento, porque nada representa y solamente es prueba del acto mismo
de estamparla allí; sin embargo, cuando quien firma un papel en blan-
co lo hace con la finalidad de que él mismo u otra persona le incorpore
un texto que represente una declaración de voluntad de carácter dispo-
sitivo (por ejemplo, los términos de un contrato o el reconocimiento de
una deuda), está ejecutando un acto preconstitutivo del documento que
quedará formado una vez que ese texto quede escrito.
Cuando se firma un papel parcialmente escrito o impreso, para que la
misma persona u otra llene los claros (por ejemplo, un formulario de
letra de cambio o de pagaré, sin escribir la suma ni la fecha de venci-
miento), existe el documento desde el momento en que se estampa la
firma y aun cuando esté incompleto tiene el valor probatorio inmediato.
Nuestras leyes autorizan la creación de documentos privados en
blanco o con espacios en blanco, para ser llenados posteriormente.
Siempre que se firme un papel en blanco o con espacios sin llenar,
el reconocimiento de la firma, o el gozar ésta de presunción de autenti-
cidad hace presumir cierto el contenido, a pesar de que quien lo sus-
cribió alegue que fue llenado de manera distinta de lo convenido; pero
puede probarse contra lo escrito, utilizando cualquier medio, inclusive
testimonios, acreditando que la firma se estampó en tales o cuales con-
diciones y determinando el convenio o instituciones para llenar el tex-
to, porque se trata de probar el hecho ilícito del abuso de confianza.
Sin embargo, los terceros de buena fe exenta de culpa que hayan ad-
quirido derechos con base en ese documento no pueden ser perjudica-
dos por la prueba en contrario.

B. REQUISITOS ESPECIALES DE LOS TÍTULOS VALORES


Según se expresó, los requisitos de los títulos valores son generales
y especiales. Los primeros con las características examinadas ante-
rionnente, aplicables a cualquier forma de título valor. En cambio, los
requisitos especiales son regulados en cada forma de título valor.
TEORlA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 83

Así, tales requisitos son examinados en los artículos 671, para la letra
de cambio; 709, para el pagaré; 713, para el cheque; 754, para los bo-
nos, 759, para el certificado de depósito y el bono de prenda; 768, para
la carta de porte y el conocimiento de embarque; y 774 para las facturas
cambiarias de compraventa. ¿El Código de Comercio regula en algún
lugar este aspecto? En efecto, el artículo 620 consagra el tema cuando
afirma que los documentos y los actos referidos a los títulos valores sólo
producirán los efectos previstos cuando contengan las menciones y lle-
nen los requisitos que les señala la Ley. La omisión de tales menciones y
requisitos, sinembargo, no afecta el negocio jurídico que dio origen al
documento y al acto. Lo anterior no significa otra cosa que para que
tales documentos nazcan a la vida jurídica como títulos valores y pro-
duzcan los efectos señalados en el Código de Comercio a través de su
articulado 619 a 821, es requisito indispensable que contengan las men-
ciones indicadas en la ley, tanto en sus aspectos generales como especia-
les, ya que de no contener dichos requisitos, nunca podrá predicarse de
ellos la calidad de títulos valores.

111.ENFOQUE DE LOS TíTULOS VALORES EN BLANCO

A. TITULOS VALORES CON ESPACIOS EN BLANCO


Esta clase de título valor incompleto es permitida por el inciso pri-
mero del artículo 622 del Código de Comercio. Se está en presencia de
un documento que reúne la gran mayoría de los requisitos legales,
tanto generales como particulares, pero que por algún motivo se omitió
una de tales formalidades, verbigracia, la fecha o el nombre del bene-
ficiario.

B. TITULOS VALORES EN BLANCO CON LA SOLA FIRMA DEL


EMITENTE
Se trata de firmas puestas sobre un papel en blanco, entregado por el
firmante con la intención de convertirlo en un título valor. Esta figura
es permitida por el inciso segundo del artículo 622 del Código de Co-
mercio y se diferencia con la anterior en que mientras en el título valor
con espacios en blanco se ha omitido tal o cual requisito que el título
debe contener, en la presente modalidad se omiten todos los requisitos
a excepción de la firma de quien lo crea, ya que es la única exigencia
legal que contiene.
El artículo 622 del Código de Comercio exige para las dos modali-
dades de títulos valores incompletos que haya autorización o instruc-
iones del suscriptor. En efecto, el primer inciso señala que cualquier
84 TITULOS VALORES

tenedor legítimo de un título con espacios en blanco puede llenar tales


espacios conforme a las instrucciones que haya dejado el suscriptor y
que este proceso debe efectuarse antes de presentar el título para el
ejercicio del derecho que en él se incorpora. Y en cuanto a papeles en
blanco emitidos con la sola firma y entregados por el firmante para
convertirlos en título valor, el segundo inciso del mencionado artículo
confiere al tenedor del documento derecho para llenarlo, pero para que
el título, una vez lleno, pueda hacerse valer contra cualquier persona
que en él hubiere intervenido, antes de completarse debe ser llenado
estrictamente con la autorización dada para ello.
Conforme con lo dicho varios aspectos merecen ser resaltados.

C. PERSONA FACULTADA PARA LLENAR LOS ESPACIOS EN


BLANCO
¿Qué persona está facuItada para llenar los espacios en blanco? In-
dudablemente que el tenedor legítimo del título, tal como lo prescribe
el artículo 622 del Código de Comercio.

D. MOMENTO EN QUE DEBEN SER LLENADOS LOS ESPACIOS EN


BLANCO
¿En qué momento deben ser llenados los espacios o la hoja en blan-
co? El mismo artículo señala que debe llenarse antes de presentar el
título para el ejercicio del derecho en él incorporado, lo cual significa
que el tenedor no podrá presentar el título valor con espacios en blanco
o con la sola firma del creador para ejercitar tales derechos.

E. FORMA EN QUE DEBEN LLENARSE LOS ESPACIOS EN BLANCO


¿Cómo deben llenarse los espacios en blanco o el papel en blanco
con la sola firma del emitente? Será, sin lugar a dudas, siguiendo lite-
ralmente las instrucciones que haya dejado el suscriptor. Y ¿qué suce-
de entonces si el tenedor llena el documento alterando dichas instruc-
ciones, rebozando las facultades otorgadas o simplemente lo llena sin
que hubieren existido instrucciones al respecto? Dos situaciones podrí-
an prestarse en este caso. De un lado si quien ejercita la acción cam-
biaria es el directo beneficiario, un primer tenedor-beneficiario, en
este evento el suscriptor del título tiene perfecto derecho a interponer
una excepción fundada en la ausencia o violación de instrucciones,
excepción que indudablemente está llamada a prosperar. En segundo
lugar, y es una situación bien distinta, si quien propone la acción cam-
biaria es un tenedor que adquiere el título después de haber sido llena-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 85

do, que no participó en este proceso, que no es el beneficiario directo,


el tratamiento no puede ser el mismo, en la medida que se trata de un
tenedor legítimo, a no ser que se pruebe que este tenedor obró dolosa-
mente o en circunstancias de complicidad con la persona que llenó el
título, lo cual significa que la acción en cuestión no podría proponérse-
le a esta última persona.
Por ello el artículo 622 en su inciso tercero dice que si un título de
esta clase es negociado, después de llenado, a favor de un tenedor de
buena fe exenta de culpa, será válido y efectivo para dicho tenedor y
éste podrá hacerla valer como si se hubiera llenado de acuerdo con las
autorizaciones dadas.
De otro lado, es importante señalar al respecto que la misma ley
procesal hace presumir como cierto el contenido del documento en
blanco o con espacios sin llenar, una vez se haya reconocido la firma o
declarado su autenticidad. Así lo indica el artículo 270 del Código de
Procedimiento Civil, norma que además regula la participación de
terceros intervinientes en esta clase de documentos, al señalar que la
prueba en contrario no perjudicará a terceros de buena fe, salvo que
demuestre que incurrieron en culpa. Entonces, quien entrega un docu-
mento con espacios en blanco o un papel en blanco con la sola firma,
pero con la intención de convertirlo en título valor, lo hace a sabiendas
de las dificultades que puede tener el título con posterioridad y por lo
tanto está llamado a asumir el riesgo que implica tal entrega.

F. FORMALIDAD DE LAS INSTRUCCIONES PARA LLENAR


ESPACIOS EN BLANCO
¿Ahora bien, cómo deben darse las instrucciones? La ley no lo dice
y por consiguiente no se impone una forma especial para otorgarlas, lo
que en otras palabras se traduce en afirmar que las instrucciones pue-
den darse verbalmente o por escrito.
Sin embargo, para efectos probatorios, para deslindar la responsabi-
lidad de quien llena el documento, para conocer el real alcance de las
instrucciones dadas por el suscriptor y para evitar conflictos jurídicos,
creemos que esas instrucciones deben expresarse por escrito.
En esta modalidad de títulos valores incompletos la persona encar-
gada de llenarlo tendrá que tener un máximo de cuidado, preocupándo-
se de hacerla conforme al tenor de las instrucciones dadas, en la medi-
da que un primer efecto al no seguirse dichas instrucciones es que se
afectará obligatoriamente la eficacia del título valor frente a la persona
que lo emitió. Otra consecuencia de la inobservancia en las instruccio-
86 TITULOS VALORES

nes es que puede dar origen a denuncias de tipo penal por falsedad o
abuso, con lo cual se agrava la situación de la persona encargada de
llenar los espacios o la hoja firmada en blanco, aspectos estos encami-
nados a restarle eficacia al respectivo proceso ejecutivo, pues muy
seguramente la parte interesada irá a obtener la prejudicialidad mien-
tras se produce la definición del hecho punible cometido. Ahora, en-
tiéndase bien que lo dicho últimamente son circunstancias o situaciones
que pueden predicarse única y exclusivamente entre el suscriptor del
título y la persona que lo llenó, pero nunca podrá involucrarse a terce-
ros tenedores de buena fe que hubieren adquirido el título valor una
vez llenado o completado, porque esa situación ya fue analizada al
tenor del último inciso del artículo 622 del Código de Comercio, sal-
vo, repetimos que exista mala fe de su parte.

G. UTILIZACIÓN DE TITULOS CON ESPACIOS EN BLANCO


Por último digamos que las modalidades de títulos valores incluidos
en esta clasificación bajo la denominación de títulos valores incomple-
tos, es decir, con espacios en blanco o documentos en blanco con la
sola firma del creador, tienen en nuestro medio una gran utilización, al
contrario de lo que se pensaría que su existencia es de rara ocurrencia
o de no empleo en el medio mercantil. Tanto los bancos como las ca-
sas distribuidoras utilizan diariamente esta clase de títulos valores en
sus distintas transacciones. Los bancos, por ejemplo, la emplean fre-
cuentemente cuando le otorgan a un cliente algún préstamo, y se le
exige la constitución de una garantía o aval, o cuando se le concede
determinado cupo de negociación de remesas, o se le asigna un cupo
de sobregiro, o se le abren cartas de crédito, o se le entrega una tarjeta
de crédito.
En estos eventos, el banco recurre a que su cliente le firme un paga-
ré, o una contragarantía, bien de manera personal o conjuntamente con
avales. En un principio el banco no tiene conocimiento si tales docu-
mentos pueden ser empleados, pero constituyen al fin y al cabo una
política bancaria que los intereses de la entidad estén plenamente ga-
rantizados. Puede ser que los documentos firmados no tengan que ser
utilizados, porque el cliente cumplió a cabalidad con el préstamo otor-
gado o porque la carta de crédito no fue utilizada, o porque el sobregi-
ro no fue empleado; pero puede suceder también lo contrario y se vea
el banco obligado a accionar contra su cliente. Originariamente el títu-
lo se llena en blanco y el cliente faculta a la entidad bancaria para que
proceda a llenarlo y hacer efectiva las responsabilidades derivadas, lo
cual se cumplirá si el cliente incumple al establecimiento bancario.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 87

También se emplean estos documentos por parte de las grandes em-


presas distribuidoras de productos o artículos respecto de las personas
que periódicamente retiran elementos de dicha compañía para la venta.
La empresa distribuidora les otorga, por efecto de un contrato de dis-
tribución; de venta o comisión, un determinado número de artículos,
generándose una relación comercial continua, permanente, siendo la
empresa la proveedora de dichos elementos. Este proveedor le interesa
tener un documento que respalde los artículos retirados, documento
que generalmente es un pagaré o una letra de cambio aceptada en blan-
co con la facultad para el proveedor de llenarla cuando no se produzca
restitución, reembolso o pago de las mercancías.
-1

CAPíTULO VI
El ENDOSO DE lOS TíTULOS VALORES

l. ANTECEDENTES DEL ENDOSO


El endoso es una institución ideada por los comerciantes mucho des-
pués de haber aparecido la letra de cambio y de haber surgido otros
títulos valores, porque en un principio no había manera de cumplir la
prestación en favor de una persona distinta de aquélla que originalmen-
te se había indicado como beneficiaria.
Entonces los comerciantes empezaron por idear la figura del manda-
to. Ésta presentó grandes inconvenientes porque lo hacía eminentemen-
te revocable, ya que el beneficiario quedaba a merced del mandante.
Después recurrieron a la figura de la estipulación en favor de un terce-
ro, la cual también fue desechándose por diversos inconvenientes. Esa
estipulación en favor de un tercero se hacía aparecer en la letra dicien-
do: "Prometo pagar a usted o a quien me ordene", o sea, existía un
principio de compromiso de pagarle al beneficiario original o a quien
éste después llegara a indicar; hasta que finalmente reconocieron con
todas las características y privilegios la modalidad del endoso, cosa
que sucede a fines del siglo XVI. Se tiene referencia que el primer país
en conocer el endoso fue Italia, regulado posteriormente por Francia.
A partir del momento en que se estructura totalmente el mecanismo
del endoso, la letra y los demás títulos valores adquieren una gran po-
sibilidad de circular, se superan todos los inconvenientes y barreras
que existían para que una persona distinta del beneficiario original
pudiera cobrar la prestación y como eso vino a convertir la letra, y en
general a los títulos valores, en unos documentos que circulan sin tener
en cuenta barreras ni fronteras, y se hizo posible la movilización de la
riqueza y se aceleró el tráfico mercantil, lo cual permitió decir a su vez
que la letra era la moneda de los comerciantes.
En el endoso intervienen, en rigor, dos personas: una, denominada
endosante que es la persona que transfiere el título, que se desprende
del mismo y quien lo adquiere, quien recibe la titularidad, quien es
colocado en lugar del endosante que es el endosatario.
11. CONCEPTO Y ELEMENTOS DEL ENDOSO
Aunque hemos dicho que el endoso es simplemente la firma del en-
dosante, tal vez resulte útil aludir a una definición o descripción del
90 TITULOS VALORES

endoso. Se trata de un acto unilateral, accesorio e incondicional, por


medio del cual el tenedor de un título valor coloca a otra persona en su
lugar, con efectos plenos o limitados.
1- Es un acto unilateral porque el endosante por el solo hecho de
endosar, de expresar su voluntad firmando, ya materializa su consen-
timiento, su deseo de desprenderse del título, sin que requiera esa ma-
nifestación de voluntad de la aceptación o el consentimiento de otra
persona. En otras palabras el endoso no es un contrato, es un acto del
endosante.
2- Pero es un acto accesorio, porque puede realizarse o no y acceso-
rio también porque en la medida en que se verifique la negociación
debe aparecer en el título mismo o en una hoja adherida al título, cosa
que lo impone la literalidad.
3- El endoso es igualmente incondicional, en virtud de que el endoso
tiene que realizarse en forma pura y simple. No acepta, no tolera la
ley, ni la doctrina en general, que se le supedite a término, a plazo o a
condición.
4- El endoso coloca a otra persona en su lugar, porque cuando se
habla de endosas se está haciendo referencia a negociación, a entrega
del título, a colocar a otra persona como tenedor del mismo.
5- El endoso se emite con efectos plenos o limitados. Con efectos
plenos si se le trasmite totalmente la propiedad, como sería el endoso
en propiedad. Con efectos limitados simplemente se le transfieren de-
terminados derechos o facultades, como sería un endoso al cobro o en
procuración, en que el endosante coloca a un endosatario en su lugar
pero sin derechos plenos porque simplemente la confiere la gestión de
cobranza o la encarga del cobro del título, o el endoso en prenda en
que tampoco le transfiere la propiedad, y además de los poderes y fa-
cultades de un endosatario al cobro le confiere el derecho real de pren-
da sobre el título, o sea, además de acreedor real tiene los poderes y
facultades de un endosatario al cobro.

III. FUNCIONES DEL ENDOSO


Básicamente tres funciones presenta el endoso: De tradición, de ga-
rantía y de legitimación.

A. FuNCIÓN DE TRADICIÓN
En primer lugar el endoso es un requisito para la tradición, para la
negociación o la transferencia del título, porque se requiere para po-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 91

derlo negociar con efectos cambiarios. Obviamente, como ya habíamos


anotado, si no se respeta la ley de circulación y se hace una negocia-
ción anómala o impropia, esa circulación no producirá efectos cambia-
rios. Entonces para que la negociación produzca efectos cambiarios es
indispensable, entratándose de títulos valores a la orden y nominativos,
que medie el endoso.

B. FuNCIÓN DE GARANTíA
Pero además de ser medio de negociación de un título valor, cumplir
con esa función, el endoso cumple otra función, la de garantía, porque
todo endosante por el hecho de endosar se compromete al pago del
título frente a los tenedores posteriores. Esa es la regla general, el en-
dosante por el hecho de endosar se responsabiliza del pago del título,
lo cual conduce a afirmar que entre más circulación exista, más patri-
monios obligados al pago existirán, se mejora la calidad del título, su
pago está cada vez más garantizado, porque hay nuevos intervinientes
respondiendo por la solución de la prestación incorporada. Para librar-
se de esa responsabilidad se necesitaría que al endosar se hiciera la
salvedad de que no compromete su responsabilidad, como sucede
cuando se endosa sin responsabilidad o empleando otra expresión
equivalente, como se utiliza en muchos países, tales como "sin recur-
sos ", "sin compromiso", o "sin riesgos", o cualquiera otra donde indi-
que que el endosante actúa como un simple transmisor, pero sin asumir
las consecuencias del endoso.

C. FuNCIÓN DE LEGITIMACIÓN
Además de las dos funciones indicadas, el endoso cumple una fun-
ción legitimadora, porque el adquirente de un título valor a la orden,
para que pueda ser tenido como dueño, como titular, debe exhibir el
título precedido de una cadena de endosos, de endosos que no tengan
solución de continuidad, que esa cadena sea ininterrumpida. Por ello,
el artículo 661 del Código de Comercio indica cómo para que el tene-
dor de un título valor a la orden pueda legitimarse, la cadena de endo-
sos debe ser ininterrumpida.
Pero ¿cómo se verifica en la práctica que esa cadena de endosos sea
ininterrumpida? Este interrogante, aunque parece simple, en la práctica
no es tan fácil de responder. Una primera aclaración será la firma o el
endoso del beneficiario original, pues será muy fácil o relativamente
fácil verificar si ha sido colocado en el título. Una segunda observa-
ción sería que si el título valor a la orden se negocia mediante endosos
completos, que como veremos son aquellos en donde el endosante no'
92 TITULO S VALORES

solo se limita a endosar sino que precisa el nombre del nuevo endosa-
tario, pues será fácil de nuevo verificar si ese endosatario endosó o no
y en consecuencia hacer constar la cadena de los endosos.
Pero corno el endoso puede ser también en blanco o al portador (aque-
llos en que no se indica el nombre del endosatario, limitándose el endosan-
te a firmar), esa cadena de endosos cuando median negociaciones de este
tipo no será fácil de establecer porque simplemente aparecerán unas firmas
mudas, y corno tal no pueden tenerse por endosos, porque la ley no pre-
sume el endoso, en tanto que cualquier firma aparecida en un título valor,
que no se pueda precisar claramente el carácter con que se ha colocado, se
tiene corno firma de avalista y no corno firma de endoso.
Así, la cadena de endosos se podrá controlar cuando se haga refe-
rencia al endoso del beneficiario original y cuando estemos en presen-
cia de endosos completos. Esa es la función de legitimación del endo-
so, sólo que el artículo 662 del Código de Comercio advierte que el
obligado no puede exigir para pagar que le acrediten la autenticidad o
que le demuestren la autenticidad de esa cadena de endosos. Basta
formalmente que aparezca en el título, con independencia de si son o
no auténticas, y la ley no deja en libertad al obligado de exigir o no
exigir, por el contrario, le prohíbe que entre en dichas indagaciones,
en dichas investigaciones, y en consecuencia, que le autentiquen el
endoso corno condición previa para pagar, lo cual explica el por qué
no era correcta la conducta de muchos bancos cuando alguien presen-
taba un cheque a la orden de cierta cuantía le pretendieran exigir al
cobrador las cédulas de los anteriores endosantes, o que le autenticaran
las firmas de tales endosantes, porque la ley prohíbe eso y si la ley lo
prohibe el banco no debe exigirlo. Si el banco paga mediando endosos
falsos, pues no por eso deja de hacer un pago válido, el pago es válido
si la cadena de los endosos aparece formalmente completa, siempre y
cuando que el banco cumpla con el deber final que le impone el artícu-
lo 662 de identificar plenamente al último tenedor o cobrador.

IV. REQUISITOS DEL ENDOSO


Podemos decir que varios supuestos deben darse para que el endoso
produzca efectos cambiarios.

A. LA FIRMA DEL ENDOSANTE


El artículo 654 del Código de Comercio dice que la falta de firma
hará el endoso inexistente yeso tiene que ser así, porque si toda obli-
gación cambiaria deriva su eficacia de la firma puesta en el título. En
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 93

este caso, si no hay firma endosante no se asume la responsabilidad de


endosante, no habrá endoso.

B. LACONSTANCIA DEL ENDOSO EN EL TITULO O EN HOJA


ADHERIDA AL MISMO
La literalidad nos enseña que todo aspecto fundamental o accesorio
de un título valor debe constar en el título y de agotarse el espacio, en
una hoja adherida al mismo.

c. Su REALIZACIÓN ANTES DEL VENCIMIENTO DEL TITULO


El límite para la negociación de un título nominativo o a la orden,
con efectos cambiarios, es hasta el vencimiento. Si la negociación se
realiza con posterioridad al vencimiento, esa negociación subroga sim-
plemente al adquirente en los derechos que tenía el endosante, pero se
pierde la autonomía. En tal sentido, esa negociación no produce efec-
tos cambiarios y obviamente si se pierde la autonomía el adquirente
está expuesto a que le puedan formular las excepciones que le podrían
formular a su endosante. Ésta es una consecuencia consagrada en el
artículo 650 del Código de Comercio, ya que si la negociación se pro-
duce después del vencimiento del título, no produce efectos de endoso
sino de cesión, o sea, se recibe una sanción por el hecho de endosar
después de vencido el título.
Algunos sostienen que cuando el título valor se negocia después del
vencimiento, en lugar de transferirlo mediante el endoso, el procedi-
miento o el formalismo que se debe cumplir es el de la cesión, es de-
cir, la firma y notificación o aceptación de esa negociación por los
obligados. Esta tesis es equivocada por varias razones. En primer lu-
gar, porque el artículo 660 lo que dice es que produce efectos de ce-
sión, no que esa negociación se deba realizar por los procedimientos
de la cesión. Si el tenor de la leyes claro, no se puede desatender ese
tenor literal, porque una norma de hermenéutica lo impone. Por otro
lado, así no estuvieramos en presencia de un título valor, existe un
artículo, el 888 del Código de Comercio, el cual dice que si en un con-
trato que no es un título valor se le coloca la cláusula a la orden u otra
equivalente por el endoso se subrogará al adquirente en los derechos
del cedente; luego la ley está aceptando incluso que para negocios jurí-
dicos que no son títulos valores, por el solo hecho de tener cláusula a
orden, su negociación se puede hacer sin tener que recurrir a las
i: rmalidades de la cesión. Luego resulta equivocado afirmar o sostener
cuando la negociación de un título valor se hace después del ven-
94 TITULOS VALORES

cimiento no se puede realizar por el simple endoso sino que tiene que
recurrirse a los procedimientos de la cesión. Lo que el Código dice es
que produce efectos de cesión.
y ¿qué es producir efectos de cesión? Ya se ha mencionado, es per-
der la autonomía, y en consecuencia el endosante no se hace responsa-
ble del pago; lo único que garantiza es la titularidad del derecho o la
existencia del derecho en el momento de transferir y por lo tanto el
endosatario no lo puede demandar a él, en la medida que no asume
responsabilidad autónoma. De otro lado, el endosatario es un cesiona-
rio y, como cesionario que es, recibe los mismos derechos que tenía el
endosante y, finalmente, como cesionario que es, queda expuesto a que
le formulen las excepciones que le podrían formular al cedente. Éste es
el alcance del artículo 660 cuando advierte que la negociación de un
título a la orden después del vencimiento produce efectos de cesión.
Se presenta un problema: El de saber cuándo la negociación es un tí-
tulo valor a la vista produce efectos cambiarios y cuándo efectos de ce-
sión. El criterio es muy claro. Los títulos valores a la vista tiene unos
plazos de presentación para el pago y en la medida que la negociación se
realice antes de precluir los plazos de presentación para el pago, esa
negociación produce efectos de endoso cambiario, y cuando se realiza
precluidos los plazos de presentación, producirá efectos de cesión.

v. CLASES DE ENDOSOS
A. ENDOSO PLENO O EN PROPIEDAD
Anteriormente señalamos que mediante el endoso el endosante colo-
ca a otra persona, llamadas endosatario, en su lugar, con poderes ple-
nos o limitados. El endosante coloca con poderes plenos al endosatario
cuando le transfiere la totalidad de los derechos. Esa posibilidad o
modalidad ocurre cuando el endoso se realiza en propiedad.
El endoso en propiedad convierte al endosatario en dueño del título
y como dueño del título tendrá la totalidad de los poderes y facultades
incorporados en él. Será el dueño y como dueño podrá disponer libre-
mente del título, transfiriéndolo en propiedad, gravándolo, endosándo-
lo en procuración, o él mismo adelantando las gestiones de presenta-
ción para la aceptación, si el título es con aceptación, de cobrarlo judi-
cial o extrajudicialmente, de protestarlo, si no fuere aceptado o no
fuere pagado y si el título requiere de protesto.
El endoso en propiedad no requiere de cláusulas especiales, basta
simplemente colocar la firma del endosante con los requisitos que
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 95

mencionamos anteriormente, para que el endosatario se tenga como


adquirente en propiedad del respectivo título; no se requiere de califi-
cativos, de indicaciones especiales, bastará decir páguese a tal persona
o simplemente el endosante limitarse a endosar, a diferencia de lo que
ocurre con el endoso en procuración, en donde se exige una cláusula
como la indicada, una calificación especial, de tal suerte que ante la
falta de calificativos especiales al endosatario habrá que tenerlo como
en propiedad.

B. ENDOSO LIMITADO
Por oposición al endoso pleno está el endoso limitado, que como su
nombre lo indica, se caracteriza porque el endosante al colocar otra
persona en su lugar, no le transfiere la totalidad de los derechos sino
algunos de los derechos o de las facultades que tiene. Ese endoso limi-
tado puede revestir dos modalidades: El endoso en procuración y el
endoso en prenda.

1. Endoso en procuración o al cobro


El endoso en procuración lo regula el artículo 658 del Código de
Comercio al advertir que el endoso será en procuración cuando se in-
dique con las palabras "en procuración", "al cobro" u otra equivalen-
te, colocada obviamente en el título. La ley no exige palabras sacra-
mentales, pudiéndose utilizar otras expresiones equivalentes y son
igualmente eficaces en la medida que expresen que el endosatario reci-
be el título para realizar una gestión en nombre del endosante. El en-
dosatario al cobro o en procuración es una persona que asume por
cuenta del endosante precisamente las gestiones de cobranza del título,
pero no solo tales facultades, porque la norma es muy clara al indicar
que el endosatario en procuración tiene plenos poderes para presentar
el título a la aceptación si es de los que requiere presentación para
aceptación, y obviamente comprende la facultad de exigir el pago judi-
cial o extrajudicialmente y además, si el título no es pagado o no es
aceptado, y requiere de protesto, tiene plenas facultades para diligen-
ciar dicho procedimiento.
También el endosatario tiene todos los poderes y facultades de su
representado o endosante e incluso aquellos poderes o facultades que
requiere de cláusula especial, o sea, aunque no se diga claramente a un
endosatario en procuración que tiene la facultad para recibir, puede
recibir; tendrá facultad también para sustituir y para transigir, faculta-
des estas en donde la ley, para que una persona pueda adelantar cual-
96 TITUWS VALORES

quiera de dichas gestiones, exige cláusulas especiales, sólo que el en-


dosatario en procuración, por el solo hecho de serlo, la ley lo entiende
plenamente facultado para realizar aquellos actos que incluso necesitan
de una autorización especial del endosante.
Es importante también anotar que en el endoso en procuración la
persona no actúa a nombre propio sino a nombre de su endosante, es
un mandatario, es un comisionado, un nuncio de su mandante y en
consecuencia todas las gestiones las realiza en nombre de aquél. Al no
actuar en nombre propio, la consecuencia más importante es la de que
a ese endosatario no se le podrán oponer las excepciones personales
que el demandado pueda tener contra el endosatario, porque no está
ejercitando un derecho propio sino un derecho ajeno. Pero a ese endo-
satario en procuración, por el contrario, si le podrán invocar las ex-
cepciones personales que le podían invocar al endosante, es decir, el
endosatario en procuración frente a los demandados no tiene una posi-
ción autónoma, porque le pueden invocar las excepciones personales
de su endosante, en razón de que está actuando en nombre de esa per-
sona.
Un aspecto procesal, de alguna importancia, es el que el endosatario
en procuración, por ministerio de la ley, está plenamente autorizado
para adelantar el cobro judicial o extrajudicial. Si por disposición de la
ley el endosatario tiene facultad para adelantar gestiones de cobro judi-
cial, es perfectamente válido que ese endosatario pueda adelantar el
proceso, limitándose a invocar la personería que le confiere el endoso
en procuración, prescindiendo de aportar un poder adicional con nota
de presentación personal, como es lo que ordinariamente se practica en
otros procesos. En esto se está olvidando que el endosatario en procu-
ración tiene un poder pleno, nacido del solo endoso, para actuar sin
necesidad de poderes adicionales o documentos extraños al título, para
iniciar su actuación procesal.
También debemos indicar que el mandato conferido a través de un en-
doso en procuración no puede ser revocado intempestivamente, ni de cual-
quier manera, pues si se va a revocar ese endoso, debe hacerse constar en
el propio título. Si por el contrario, el título ya está cobrando judicialmen-
te, la revocación debe producirse procesalmente por las formas que tiene
previsto del Código de Procedimiento Civil para revocar un poder. De no
mediar la revocación consignada en el propio título o procesalmente, tiene
que notificarse al obligado, y en la medida que no se realice la notificación
al obligado el pago que haga el obligado al antiguo endosatario en procu-
ración es un pago perfectamente válido.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 97

Entonces, es un endoso limitado, porque conlleva los poderes y fa-


cultades para adelantar las gestiones de cobro directamente por ese
endosatario o recurriendo a su vez a endosar en procuración, porque la
ley le permite que lo haga. El endosatario en procuración no puede
transferir la propiedad ni puede endosar en prenda, porque estaría co-
metiendo un abuso, estaría extralimitando los poderes y facultades que
le han conferido, pero sí puede conferir su gestión de cobro a otra
persona, endosando en procuración, ya que para ello el artículo"658 lo
autoriza expresamente.

2. Endoso en prenda
Otro endoso limitado es el endoso en prenda, regulado por el artícu-
lo 659 del Código de Comercio. El endoso en prenda se formaliza
firmando el endosante e indicando que la transferencia se hace en
prenda o en garantía, o utilizando otra expresión equivalente en donde
se indique claramente que su intención o propósito es el de gravar el
título con prenda, el de constituir un gravamen sobre los derechos in-
corporados.
Debemos recordar que la prenda sobre los títulos valores está ple-
namente consagrada en el artículo 1200 del Código de Comercio cuan-
do dice que se pueden gravar con prenda todo clase de bienes muebles.
La prenda sobre títulos valores, para que produzca efectos cambiarios,
debe implicar la entrega física de los documentos por parte del tenedor
al acreedor; en este caso, del endosante al endosatario; pues de lo con-
trario no producirá ningún efecto, sería ineficaz, tal como lo indica el
artículo 629 del Código de Comercio.
El endosatario en prenda tiene en primer lugar, los poderes y facul-
tades de un endosatario en procuración, o sea, tiene la posibilidad de
presentar el título para la aceptación, si requiere de aceptación, presen-
tarlo para el pago judicial o extrajudicialmente; sólo que la cobranza
no la realiza para su endosante sino que puede actuar a nombre propio.
Tendrá incluso los poderes y facultades que exige una cláusula especial
y además en el evento de que el título no sea aceptado o no sea paga-
do, y requiera de protesto, tiene también los poderes necesarios para
adelantarlo, pero además de todos los poderes y facultades del endosa-
tario en procuración, el endosatario en prenda tiene un derecho adicio-
nal cual es el de ser titular del derecho real de prenda sobre los títulos
que le han sido transferidos. Ese derecho sobre los títulos lo faculta, o
mejor, le confiere el privilegio de que pueda cobrar a su nombre, le
permite que del producto de la cobranza se destine la parte necesaria
para atender las obligaciones cuyo amparo se ha garantizado, y, ade-
98 TITULOS VALORES

más, el de que no pueda ser obligado a restituir esos documentos mien-


tras la obligación no le sea satisfecha, e incluso a no ser obligado a
restituir el producto de la cobranza sino en el exceso de lo que deban.
Es algo que está previsto claramente en el artículo 1173 del Código
de Comercio, cuando se indica que quien recibe sumas de dinero en
garantía, como serían los títulos valores de contenido crediticio, no
puede ser obligado a restituir sino el exceso de lo que se le deba. El
endosatario en prenda tiene una posición diferente a la del endosatario
en procuración frente a los demandados, porque, en primer lugar, ac-
túa en nombre propio, como titular del derecho real de prenda, y, en
segundo lugar, como consecuencia de no ejercer un derecho propio y
no actuar a nombre del endosante, tiene una posición autónoma frente
a los demandados, la cual se traduce en que al endosatario en prenda
no se le pueden formular las excepciones personales que le podrían
formular a su endosante. El endosatario en prenda tiene la facultad de
endosar en procuración e incluso la de transferir su derecho mediante
endoso en prenda, pero no puede transferir la propiedad sobre el título
porque él no es dueño del derecho de dominio, es sólo dueño del dere-
cho real de prenda.

3. Diferencias entre el endoso en garantía y en prenda


Merece la pena hacer algunas diferenciaciones entre el endoso en
pro curación y el endoso en prenda.
10) Hemos indicado que el endosatario en prenda ocupa una posi-
ción autónoma, por oposición al endosatario en procuración que no la
ocupa.
20) El endosatario en procuración actúa en nombre de su endosante,
el endosatario en prenda actúa en nombre propio.
30) El endosatario en procuración actúa y cobra en consecuencia pa-
ra su endosante, el endosatario en prenda cobra para sí, sólo que no
está facultado para retener lo pagado sino hasta la concurrencia de lo
que deba el endosante.
40) El endosante en procuración es una persona que no asume res-
ponsabilidad de pago frente al endosatario; en otras palabras de endo-
satario en procuración no puede demandar a su propio endosante toda
vez que, precisamente, el endosante, le ha conferido un encargo para
que en su nombre adelante la cobranza. Por oposición, el endosatario
en prenda si puede demandar a su endosante para que le pague el títu-
lo, los títulos que le ha endosado en prenda o en garantía.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 99

4. El llamado "encubrimiento del endoso"


Los endosos limitados plantean un problema de frecuente ocurrencia
en el tráfico mercantil, problema que podemos sintetizar de la siguien-
te manera. Hemos dicho que el endoso sin calificación de ninguna na-
turaleza se tiene por un endoso en propiedad, y hemos dicho también
que el endoso, ya sea en procuración o en prenda, requiere de expre-
siones que así lo indiquen, pero con frecuencia los endosatarios en
procuración se limitan a exigir de su endosante que firme; o los endo-
satarios en prenda se limitan también a exigir que el endosante firme:
De tal manera que aunque la operación que realmente están celebrando
es la de un endoso en pro curación o un endoso en prenda se guarda
silencio sobre tal situación, apareciendo ante terceros el endoso como
en propiedad, aspecto este llamado encubrimiento del endoso
It It •

Consiste en que no obstante tener el endosante el deseo de hacerse


en procuración o en prenda, se limita simplemente a endosar sin califi-
cativos, conduciendo a que frente a terceros el endosatario se tenga
como endosatario en propiedad, porque el endoso en procuración y en
prenda requiere de calificación. Cuando se presenta esta situación, las
relaciones entre endosante y endosatario se regirán por el negocio o
por las circunstancias que mediaron al transferir el título, tal como lo
preceptúa plenamente el numeral 12 del artículo 784; pero frente a
terceros, el endosatario tendrá una posición que le permitirá alegar que
es propietario, con todas las consecuencias de ser un endosatario en
propiedad o con plenos derechos, porque de nuevo la literalidad viene
a imponerse mientras el endoso no esté calificado como al cobro o en
prenda y los terceros tendrán que limitarse a lo que dice el título, el
cual hace aparecer al endosatario como un endosatario pleno.
Ahora bien, ¿qué circunstancias explican el encubrimiento del endo-
so? Parece ser que al encubrir el endoso en procuración ello le permite
al endosatario actuar frente a terceros comosi fuera el dueño, invocar-
le una posición autónoma, o sea, no pudiéndosele proponer siquiera las
excepciones que le podrían invocar a su endosante. .
Además, como consecuencia de que el endosatario podría cobrar pa-
ra sí y no para su mandante.
Cuando se encubre el endoso en prenda se tienen algunas ventajas
adicionales, como sería que si al endosante le adelantan un proceso de
ejecución o un proceso de quiebra o es admitido en concordato, los
títulos valores harían parte de la masa de la quiebra o harían parte de
los activos del concordato. Además, si no estamos en un proceso de
ejecución de carácter universal, por lo menos al endosatario en prenda
100 TITULO S VALORES

le podrían embargar los títulos valores que tiene del endosante, porque
este no le ha transferido la propiedad, sino apenas el derecho real de
prenda, por lo tanto son bienes que continúan perteneciendo al endo-
sante.
Entonces, si se encubre el endoso y en lugar de calificarlo como endo-
so en prenda simplemente el endosante se limita a endosar, el endoso
aparecerá ante terceros como un endoso en propiedad y como conse-
cuencia de ello el endosatario podrá argüir, cuando se pretenda embar-
gar, que esos bienes ya no pertenecen al endosante porque fueron trans-
feridos en propiedad con anterioridad a las medidas de embargo. Igual
cosa acontecerá en un proceso de quiebra, donde el endosatario podrá
alegar que tales bienes ya no pertenecen a la masa del quebrado y, en
consecuencia, no podrá ser privado de los documentos; e igual desarro-
llo tendrá cuando el endosante sea admitido en concordato, porque el
endosatario en prenda podrá invocar ante terceros que los bienes no le
pertenecen al concordato sino al endosatario en prenda.
Eso explica el por qué ordinariamente existe una tendencia muy ge-
neralizada a encubrir el endoso, a no calificarlo, a limitarse el endo-
sante a endosar sin indicar que la real situación es la de un endoso en
prenda o la de un endoso en procuración. Es importante advertir que
en materia bancaria existen algunas reglas para recibir títulos valores
en prenda, pues aquí los títulos no deben tener un vencimiento muy
tardío, y, además, los títulos valores que se reciban en prenda deben
tener un vencimiento anterior a la obligación que se pretende garanti-
zar, o como mínimo coincidir esos vencimiento, de tal suerte que los
títulos recibidos en prenda realmente cumplan una función de garantía
y de una fuente de pago, ya que si el deudor directo no paga, existe el
recurso para el acreedor de aplicar al pago de las obligaciones lo que
ha obtenido a través de los títulos valores recibidos en garantía, cosa
que fracasaría en el evento de que la garantía tuviera un vencimiento
posterior al crédito cuyo pago se está amparando.

c. ENDOSO CON RESPONSABILIDAD


Una modalidad distinta de endoso es aquella que 10 clasifica en en-
doso con responsabilidad y endoso sin responsabilidad. Se trata de una
clasificación que tiene su consagración jurídica en el artículo 657 del
Código de Comercio, en concordancia con los artículos 658, 660 Y
666. Todo endosante por el hecho de endosar contrae obligación autó-
noma, es decir contrae el compromiso de pagar, se responsabiliza del
pago del título, ya lo habíamos dicho cuando explicamos cómo una de
las funciones del endoso es la de garantía, la de aumentar el número de
TEORIA GENERAL DE LOS TlTULOS VALORES 101

personas que responder por el pago del título valor. El endosante por
el hecho de endosar se responsabiliza del pago del título, pero no fren-
te a todas las partes sino única y exclusivamente frente a las partes
posteriores a aquéllas en que él ha intervenido como endosante; frente
a las partes anteriores él no contrae ese compromiso, por el contrario,
as partes anteriores serán deudoras de él. En síntesis, todo endosante
ocupa una posición de acreedor frente a las partes anteriores y de deu-
or frente a las partes posteriores. Esa es la situación ordinaria o nor-
mal. Éste es el endoso con responsabilidad.

D. ENDOSO SIN RESPONSABILIDAD


Pero por oposición a la anterior modalidad, el endosante puede libe-
del riesgo, de tener que responder por el pago del título y, en con-
ncia, no podrá ser demandado; pero para que no quede obligado al
_ go del título se necesita que lo indique así, expresamente en el título,
zzsertando expresiones como la de "sin garantía", "sin responsabili-
~, , "sin recurso", "sin compromiso" u otra en la cual indique clara-
que el endosante se limita a transmitir el título pero sin asumir el
- go posterior de pago, convirtiéndose en un simple transmisor.
Z e doso es sin responsabilidad, en primer lugar, cuando el endo-
03. lo expresa así, cuando lo manifiesta expresamente. Pero no solo
~ caso el endoso es sin responsabilidad. Sin responsabilidad tam-
~ cuando el endoso se realiza con posterioridad al vencimiento,
en el cual las relaciones entre endosante y endosatario no son
-03. endoso sino que produce los efectos de una cesión ordinaria, tal
.o explicamos con anterioridad.
so también es sin responsabilidad cuando se hace en procu-
__ ""--~o al cobro, de tal suerte que el endosatario en procuración no
. a demandar a su endosante para que le pague el título; el en-
¡:J:::s.!:::~ en procuración no responde del pago del título, antes, por el
es el endosatario al cobro quien tiene que darle cuenta;
responder ante el endosante. '
' ..v~"-' también es sin responsabilidad en el caso del endoso por
ión regulada en el artículo 666 y caracterizado porque el
'rulo se lo transfiere por recibo a un tenedor anterior, y,
_ IDO simple endosante se está limitando a dejar constancia
-r ligado le ha pagado el importe del título. Quien recibe el
e quedar obligado ante quien paga, y como consecuencia
, .go indica que el endoso por recibo produce los efectos
:;::!'::::;:E¡- eso sin responsabilidad.
102 TITULOS VALORES

Ahora, siempre que se transfiere un título valor a la orden, por me-


dio diverso del endoso, o sea, sin respetar su ley de circulación, es
decir, que se negocie no por endoso y entrega sino por otro medio, el
adquirente queda colocado en la situación de cesionario y el tradente
no asume el compromiso de pagar frente al cesionario; no contrae
obligación autónoma, se pierde la autonomía y, en consecuencia, el
endosatario no podrá demandar a su endosante por no haber respetado
la ley de circulación. Así es que en estos casos el endoso será sin res-
ponsabilidad, a pesar de que no se coloque cláusula al respecto.
En conclusión, el endoso es sin responsabilidad:
a) Cuando es posterior al vencimiento.
b) Cuando es la cobro.
e) Cuando se realiza por residuo.
d) Cuando la transferencia del título a la orden se sucede por medio
diverso del endoso.

E. ENDOSO COMPLETO
El endoso completo se caracteriza porque el endosante al endosar no
solo se limita a colocar su nombre sino que además coloca o indica el
nombre del endosatario. La consecuencia de que al transferir el título
se indique el nombre del endosatario será la de que para volverlo a
transferir tendrá que mediar el endoso de ese endosatario. Esta moda-
lidad de transferencia tiene la ventaja de permitir verificar fácilmente
la cadena de los endosos, la continuidad de las transferencias.

F. ENDOSO INCOMPLETO
Pero frente a esta modalidad de endoso completo emerge el endoso
incompleto, que puede revestir dos formas: el endoso en blanco y el
endoso al portador.

1. Endoso en blanco
El endoso en blanco se caracteriza porque el endosante se limita a
firmar, solamente firma sin colocar el nombre del nuevo endosatario;
simplemente aparecerá en el documento la firma del endosante.
Esta modalidad impone al endosatario la obligación que en el mo-
mento de presentarse a cobrar el título firme o complete el endoso con
su nombre o el del tercero que lo va a hacer efectivo. El título no se
convierte pues al portador ni pierdesu naturaleza de título a la orden;
sigue siendo título a la orden. Esta modalidad de endoso tienen un
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 103

inconveniente, y es que en la medida que el endosante se limita a fir-


mar, la cadena de los endosos no podrá establecerse claramente, por-
que aparecerán simplemente unas firmas, a las cuales no se les puede
atribuir el carácter de endoso, sino seguramente el de avalista, pues es
la regla que trae el Código, que no presume el endoso; presume es la
situación, de avalista.

2. Endoso al portador
Otra de las modalidades que puede revestir el endoso incompleto es
el endoso al portador. Se caracteriza porque el título una vez firmado
en blanco por el endosante y recibido por un presunto adquirente, al
transferirlo, en lugar de colocar su firma en el título, en señal de endo-
so, puede entrar a transferirlo por simple entrega, y ese nuevo adqui-
rente actúa de la misma manera cuando lo quiera transferir a un tercero
y así sucesivamente. Esta forma de circulación del título a la orden ha
recibido la denominación de endoso al portador; una denominación
impropia, porque realmente no hay endoso. El endoso se caracteriza
por la firma colocada en el título y aquí no hay endoso, hay negocia-
ción a través de la mera tradición o entrega del título. No obstante esa
circunstancia, la ley equipara tal modalidad de transferencia al endoso
incompleto y advierte que el adquirente o quien vaya hacer efectivo el
título en el momento de presentarlo para el pago debe completar la
cadena de los endosos con su nombre. Así, el título continúa siendo a
la orden, no se transforma al portador, dado que la ley le impone al
adquirente y cobrador final la obligación de completar la cadena de los
endosos con la firma de quien lo va a hacer efectivo.
Esta modalidad de endoso merece algunos comentarios.
Primero. Realmente en el título no aparece la firma de las personas
que lo han transferido bajo la modalidad al portador, toda vez que esa
negociación se ha verificado bajo la modalidad de la tradición o entre-
ga física del documento y como consecuencia de no aparecer la firma
del tradente, si se puede denominar así, no se le podrá exigir la res-
ponsabilidad de endosante porque no aparece su firma y toda obliga-
ción cambiaria deriva su eficacia de la firma puesta en el título. Así
que el endoso al portador es un mecanismo al que se recurre muchas
veces para eludir la responsabilidad propia del endosante.
Segundo. Si los transmisores del título no aparecen en él, no queda
rastro de su intervención en el documento, entonces la verificación de
la cadena de los endosos se hace un poco más complicada para quien
va a realizar el pago, y obviamente por no figurar dichos endosos en el
104 TITULO S VALORES

título no obliga al pagador verificarlo, limitando su actuación a verifi-


car que formalmente aparezcan los endosos de aquellas personas que
han intervenido mediante el mecanismo del endoso completo a que
aparezca obviamente el endoso del primer beneficiario y seguramente
la firma de los endosantes incompletos, o sea, de aquellos que se limi-
taron a firmar. Hasta allí llegará su deber cambiario o jurídico.

G. ENDOSO BANCARIO
Otra modalidad de endoso es el endoso bancario. Como su nombre lo
indica, es una figura que recibe esta denominación cuando se verifica entre
bancos y tiene de particular que se puede realizar mediante un simple sello
colocado en el documento por el banco que transfiere el título, constitu-
yendo una excepción al precepto según el cual la falta de firma hace el
endoso inexistente; y es una excepción porque aquí no hay fmna, pues lo
que se coloca es un sello, nada más.
Es una modalidad de endoso que vino a recoger una práctica muy
antigua vigente en el sistema cambiario, toda vez que como conse-
cuencia del volumen de las operaciones y el número de documentos
que ordinariamente se tramitan entre sí por estas instituciones pues
resulta imposible operativamente aspirar a que el banco endosante en-
tre a firmar el documento, en este caso el título valor.

H. ENDOSO POR REPRESENTACIÓN


Otra modalidad consagrada por el Código de Comercio es el endoso
por representante, tal como lo previene el artículo 663 al decir que
cuando una persona endosa en calidad de mandatario, representante o
apoderado, deberá acreditar tal calidad. Es una reiteración de las re-
glas generales en materia de poderes o de representación, porque nadie
puede actuar, en principio, a nombre de otro si no tiene la calidad de
apoderado, mandatario o representante legal.
Pero podría pensarse que quien actúe como mandatario, apoderado o
representante debe acreditarlo pues existe un artículo posterior en el
Código, el 837, según el cual todo el que contrate con un tercero que
actúe como apoderado tiene la facultad para exigirle demostración de
sus poderes si esos poderes constan por escrito. También tiene facultad
para exigirle una copia de los mismos.
¿Entonces se preguntaría si cuando interviene un mandatario o apo-
derado como endosante, a partir de ese momento debe ir anexo al títu-
lo la prueba de ese poder? Sería conveniente, pero el rigor jurídico no
lo impone. Si el apoderado o mandatario careciera de los poderes sufi-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 105

cientes, es un hecho que no va a afectar la relación jurídica, no los


derechos de los posteriores intervinientes en el título, debido a que la
autonomía se opone a la comunicabilidad de vicios y de excepciones
personales, de tal suerte que si aparece alguien que figura como endo-
sante en nombre de otro y no existe la prueba de ese apoderamiento,
porque no la tenía o porque los poderes eran suficientes, pues segura-
mente el único que podrá eludir la responsabilidad de endosante será el
presunto mandante o poderdante en cuyo nombre se verificó el endoso,
pero no las partes en quienes no concurre dicho vicio. Así, nada bene-
ficiará o debilitará la responsabilidad de los demás intervinientes por el
hecho de que en un momento dado el título haya sido transferido por
una persona aduciendo actuar antes de otra sin tener el poder suficiente
para hacerla. Obviamente debemos recordar que quien interviene en
un título valor, sin los poderes o con poderes insuficientes, no obliga a
su mandante sino que se obliga personalmente, o sea, su intervención
tampoco será inútil, porque se le puede exigir responsabilidad personal
a él y no a su mandante.

l. ENDOSO EN RETORNO
Otra modalidad es el endoso en retorno, denominado por algunos
también de regreso, caracterizado porque el título valor, en lugar de
transferir se hacia adelante o en favor de personas que no han interve-
nido en el título, se opta por negociarlo hacia atrás o en reverso, es
decir, transfiriéndolo en favor de personas que han intervenido en el
documento.
Esa adquisición la puede realizar una persona que ha intervenido en
el título y adoptar cualquiera de estas dos actitudes: conservarlo, valga
decir, adquirirlo para conservarlo, evento en el cual puede tachar los
endosas posteriores a aquél en que él ha intervenido; o adquirirlo para
volver a ponerlo en circulación, caso en el cual debe transferirlo sin
tachar los endosos. Es lo que prevé el artículo 667 del Código de Co-
mercio.
Cuando lo adquiere para conservarlo tiene la facultad de tachar los
endosos posteriores y es obvio que exista esta facultad porque sabemos
que todo endosante por el hecho de endosar es un garante en el pago
del título frente a los tenedores posteriores, pero frente a los tenedores
anteriores él es un acreedor y en la medida que adquiera el título puede
repetir lo pagado contra las partes anteriores. Naturalmente si frente a
los endosantes posteriores era un deudor, al retrotraer se la negociación
esos endosantes posteriores dejan de estar vinculados al pago del título
frente al endosante anterior y por ello la ley autoriza al endosatario
106 TITULOS VALORES

para que tache tales endosos, sin que se destruya la cadena de los en-
dosos. Por el contrario, cuando adquiere el título para ponerlo nueva-
mente en circulación no puede tachar los endosos porque no se lo auto-
riza el artículo 667 y de hacerlo destruiría la cadena de los mismos.

J. ENDOSO POR RECIBO


Otra modalidad es el endoso por recibo, del cual se ocupa el artículo
666 del Código de Comercio. Ya lo habíamos mencionado cuando
enumeramos los casos del endoso sin responsabilidad.
El endoso por recibo se caracteriza porque un obligado entra a pagar
el título y obviamente quien recibe el pago debe hacerle entrega del títu-
lo y quien lo paga estará interesado en que le de un recibo o constancia
de haber verificado el pago. Dicha constancia de pago la puede verificar
de dos maneras: Haciéndola constar en un documento extraño o limitán-
dose a firmar en señal de recibo en el propio título. La firma del recep-
tor del pago colocada en el mismo no tiene el significado de negocia-
ción, sino simplemente dejar constancia de que se recibió el pago y si
esa es la realidad la ley le da el carácter de una firma sin responsabili-
dad, un endoso sin responsabilidad, por eso se habla en últimas de endo-
so por recibo, porque es una firma que se coloca única y exclusivamente
en señal de haber recibido el pago de una parte anterior.

K. ENDOSO AL COBRO
También trae el Código de Comercio una presunción de endoso al
cobro. Esa presunción aparece en dos normas. En primer lugar, en el
artículo 1383 del Código de Comercio donde se dice que todo cheque
consignado en cuenta corriente se entiende sujeto a la cláusula de salvo
buen cobro, o sea, la ley entiende que cuando un cuentacorrentista
deposita en su cuenta cheques, esos cheques están sujetos a que efecti-
vamente le sean pagados al banco encargado de la gestión del cobro.
Concordante con esta disposición está el artículo 664, el cual advierte
que cuando un cuentacorrentista deposite títulos para ser abonados en
su cuenta, el banco puede cobrarlos a pesar de no estar endosados,
evento en el cual el banco, al presentarlos para el pago, debe indicar la
calidad con que actúa.
Constituye una excepción a la regla general conforme a la cual para
que el girado verifique un pago, la cadena de los endosos debe ser
ininterrumpida y constituye también una excepción a la exigencia de
quien recibe el pago está obligado no solo a entregar el título sino
también a extender un recibo, y es una excepción porque aquí, a pesar
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 107

de los títulos ser a la orden, se pueden consignar sin el endoso del con-
signante y el banco tiene personería para tramitar su cobro, a pesar de
no obrar en el título un endoso para el cobro.

VI. ENDOSO Y CESIÓN: ELEMENTOS DIFERENCIADORES


Finalmente, en relación con el endoso, debemos hacer referencia a
la diferenciación entre éste y la cesión. Abocamos el tema porque en
varias oportunidades hemos dicho que el endoso posterior al venci-
miento produce efectos de cesión; porque la adquisición de un título
valor o la orden contrariando su ley de circulación también produce
efectos de cesión y no de endoso. Veamos sus diferencias.
10) La cesión es una figura regulada, tanto en el Código de Comer-
cio como el Código Civil, como un contrato. El endoso, por el contra-
rio, no es un contrato sino un acto.
20) La cesión está prevista como un medio para transferir derechos e
incluso transferir las obligaciones y los derechos surgidos de un con-
trato. Por oposición, el endoso está concebido para transferir bienes
muebles, como lo son los títulos valores.
30) La cesión puede hacerse en el propio título de crédito o en un
documento totalmente extraño; en cambio el endoso se hace constar en
el propio título valor.
40) La cesión puede sujetarse a plazo o a condición; el endoso no
puede ser sometido a plazo ni a condición.
50) La cesión puede hacerse total o parcialmente; el endoso, ya lo
hemos aclarado, no puede hacerse sino por valor total.
60) La cesión puede realizarse en cualquier tiempo; la transferencia
de un título valor a la orden, para que produzca efectos cambiarios,
debe realizarse antes del vencimiento.
70) En la cesión las partes que intervienen se denominan cedente, el
que transfiere y cesionario, el que adquiere; en el endoso las partes se
denominan endosante, el que transmite, y endosatario, quien adquiere.
80) En la cesión el cedente únicamente se responsabiliza de la exis-
tencia del crédito en el momento en que se realiza la transferencia,
pero no garantiza la solvencia del deudor y en consecuencia no puede
ser demandado en el evento que al beneficiario o cesionario no le pa-
guen el crédito. Obviamente por una cláusula especial puede convertir-
se en garante de la solvencia, pero la ley entiende que si se garantiza la
solvencia, ese pacto cobija únicamente la solvencia presente mas no la
futura. Así, tendría que convenirse por parte del cedente que se res-
108 TITULOS VALORES

ponsabiliza de la solvencia no solo presente sino también de la futura


del deudor; sólo en ese evento podría ser demandado por el cesionario
en caso de que el obligado no pague el respectivo crédito. En cambio,
en materia de endoso la situación es completamente distinta, porque
todo endosante por el hecho de endosar contrae obligación autónoma
frente a los tenedores posteriores. De tal suerte que todo endosante por
el hecho de intervenir, salvo los casos de endoso sin responsabilidad
que hemos mencionado atrás, puede ser demandado por el tenedor
legítimo y por cualquier tenedor posterior a él para exigirle el pago del
título respectivo, o sea, no solo es garante de la solvencia presente sino
también de la futura de los intervinientes posteriores a él.
90) En la cesión el cesionario no es más que un sucesor de los dere-
chos que tenía el cedente; en cambio, en el endoso un endosatario no
es el continuador de los derechos que tenía su endosante, porque al
operar la autonomía adquiere un derecho que empieza en él, un dere-
cho nuevo, originario y por ese mecanismo puede adquirir un mejor
derecho, un derecho distinto del que tenía su endosante.
10) Obviamente si el endosatario adquiere un derecho nuevo, un de-
recho autónomo e independiente, pues eso va a repercutir en la posibi-
lidad de formularle o no excepciones de tipo personal y aquí radica
una de las diferencias más importantes entre la cesión y el endoso,
porque en principio al endosatario no le pueden oponer las excepciones
personales que le podrían proponer a su endosante; en cambio, el tra-
tamiento en materia de excepciones frente a la cesión que trae el Códi-
go Civil, es un poco distinta.
11) La cesión requiere para su perfeccionamiento la notificación o
aceptación del obligado, el endoso no requiere de aceptación ni notifi-
cación al obligado, toda vez que se perfecciona por la sola firma y
entrega del documento del endosante al endosatario, sin que se requie-
ran de consentimientos, aceptaciones de cualquiera de los intervinien-
tes en el título valor.
12) Desde el punto de vista tributario la cesión ordinariamente está
gravada; en cambio el endoso o la transferencia de títulos valores por
endoso no está agravado con impuesto.
Es importante advertir como el Código Civil al regular el contrato
de cesión de créditos dice que las disposiciones anteriores no se apli-
can a las letras, pagarés y otros efectos de comercio que se rigen ex-
clusivamente por las normas del Código de Comercio.
CAPíTULO VII
CIRCULACiÓN Y NEGOCIACiÓN DE lOS TíTULOS VALORES

l. DEFINICIÓN DE CIRCULACIÓN
La circulación constituye un elemento característico especial dentro
de los títulos valores y de esa manera lo concebimos. Elementalmente
la circulación tiene relación con el desplazamiento, con la movilidad,
con el traslado del título valor entre las personas. De circulación podrá
hacerse referencia cuando el documento, cuando el título es entregado
entre emisores o tomadores y cuando por cualquier motivo el título
llega a manos diferentes de las anteriores. Basta que haya simple des-
plazamiento del título para que se predique la circulación del mismo,
sin importar los beneficiarios.

n. FORMAS DE CIRCULACIÓN DE LOS TíTULOS VALORES


Más que hablar de clases de circulación de los títulos valores, se
pretende es distinguir las modalidades o sentidos que adquiere tal fe-
nómeno. En este orden la doctrina menciona la circulación propia,
impropia, regular, anómala, libre y limitada.
Se habla de circulación en sentido propio para indicar aquella forma
de circulación que tiene por objeto directamente el documento como una
cosa e indirectamente el derecho. La circulación será impropia en aque-
llos eventos en que el desplazamiento del título se consigue en virtud del
rraspaso a otra persona de la titularidad del derecho, es decir, la movili-
dad de la titularidad del derecho consagrado en el título valor.
De otro lado, la circulación sería regular cuando la adquisición del
titulo sobreviene y deriva del precedente titular, y es anómala en aque-
os casos en que la adquisición del título se produce de modo origina-
rio por efecto de la buena fe adquirente.
Por su parte, se habla de circulación libre o limitada, cuando la ad-
~ . ición del título valor produce o no todos sus efectos típicos.
Si se tienen en cuenta los conceptos que están en la base de tales dis-
o iones, se observa enseguida que el concepto de circulación del títu-
alor no es homogéneo: La expresión "circulación" a veces está
referida al título, otras, en cambio, al derecho mencionado en el mis-
o o se trata por lo tanto de diversas formas de circulación del título
_
110 TITULOS VALORES

valor sino de fenómenos de circulación, jurídicamente diferentes e in-


confundibles, aunque tiendan al mismo resultado práctico. En nuestro
criterio puede hablarse de circulación del título valor en sentido técnico
sólo con referencia a la hipótesis en la que el objeto de la circulación sea
el título. En efecto, cuando el título se desplaza de un sujeto a otro, por
efecto de la circulación del derecho al que se refiere, no existe posibili-
dad de hablar de circulación autónoma del documento. El desplazamien-
to del título se efectúa no por la cualidad de título circulante del docu-
mento, ni con los efectos que le son propios, sino como consecuencia del
desplazamiento de la titularidad del derecho y por las exigencias de la
prueba de ésta. Todo el fenómeno de la llamada circulación impropia
está, por lo tanto, fuera del campo de los títulos valores y prescinde del
régimen de circulación propio de estos títulos, efectuándose en cambio
según las reglas del derecho común.
Con respecto a la circulación del título valor como tal, deben preci-
sarse los puntos salientes de su disciplina, o sea, fijar sus modalidades
y efectos. Con respecto a la circulación del título valor deberán esta-
blecerse las relaciones que medien con la circulación del derecho, te-
niendo en cuenta la función que sume el título y, en este aspecto, po-
drán considerarse aquellas distinciones según las cuales se contrapone
una circulación regular a una anómala, una circulación libre a una li-
mitada.
A través de la consideración de las diversas formas de circulación de
los títulos valores se agota el examen de las posibles relaciones in-
herentes. En efecto, el derecho mencionado puede ser objeto de rela-
ciones obligatorias o ser sujetado a medidas cautelares, como puede
ser objeto de derechos reales (prenda, usufructo), pero todas estas re-
laciones deben actuarse sobre el título o con referencia a él y presentan
características particulares solamente en cuanto determinan la atribu-
ción de la legitimación, plena o limitada, a un sujeto distinto del titular
del derecho, o en cuanto, como ocurre en el caso de usufructo, atribu-
yen lisa y llanamente un medio de legitimación diferente al usufructua-
rio y al nudo propietario.

ID. FUNCIÓN Y NATURALEZA]URÍDICA DE LA CIRCULACIÓN


Sin lugar a equivocarnos tendremos que afirmar que la función bási-
ca de la circulación de los títulos valores consiste en determinar la
legitimación, es decir, personificar la calidad que tiene el tenedor de
un título para ejercer el derecho incorporado. Por ello circulación y
legitimación son figuras conexas. Si partimos del hecho cierto que el
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 111

titular del derecho es propietario, poseedor o tenedor del título, titula-


ridad que se deriva del principio de la autonomía del mismo, tendre-
mos que llegar a afirmar que la circulación del derecho incorporado en
el documento tendrá que realizarse por medio del fenómeno de la cir-
culación del título valor. Por consiguiente, el tenedor sucesivo del
documento será el titular del derecho incorporado, precisamente en
razón del elemento autónomo, característico de tales documentos.
Consecuencialmente, y por voluntad del creador del título, adquiere la
legitimación para el ejercicio del derecho contenido la persona que se
halle en una posición jurídica determinada en el documento, en la me-
dida que el título valor fue emitido para circular. La legitimación en la
circulación podrá corresponder a una o varias personas, dependiendo
del tipo del título valor.
La circulación del título valor no implica, en cambio, atribución a
un sujeto de la titularidad del derecho; éste es un fenómeno totalmente
indiferente con respecto a la circulación del título y a la legitimación.
Esto es reconocido, dentro de determinados límites, aún por la doctri-
na corriente. En efecto, se admite que el título de crédito atribuye la
legitimación también cuando circula contra la voluntad del titular del
derecho y aún cuando el negocio de transmisión no sea válido. No obs-
tante, se agrega que la titularidad del derecho se adquiere cuando se ad-
quiere la propiedad del título; y sobre esta base se distingue la hipótesis
en la cual se adquiere por parte de otro sujeto la simple posesión del
título de aquéllas en las que se adquiere la propiedad del mismo, enten-
diendo que en el primer caso se adquiere solamente la legitimación,
mientras en el segundo se adquiriría además la titularidad del derecho.
Esta concepción se enlaza, por un lado, al concepto absoluto de in-
corporación, corriente en doctrina, y por el otro lado, se suele justifi-
car sobre la base del principio fijado para todos los títulos valores,
según el cual la acción de reivindicación del título se define frente al
poseedor de buena fe del título.
Contra esta concepción, por otro lado, se da el hecho de que la fun-
ción del documento es sólo la de atribuir la legitimación, y no la de
atribuir la titularidad. Y ciertamente el título no despliega una función
diferente con el poseedor de buena fe y con el de mala fe: en ambos
os el título legítima al poseedor para el ejercicio del derecho men-
ionado en el título.
La buena fe en la adquisición tiene sólo influencia en cuanto permite
_ poseedor rechazar victoriosamente la reivindicación del documento,
sea, impedir la pérdida de la legitimación.
112 TITULOS VALORES

La circulación del derecho puede acompañar la circulación de la le-


gitimación, pero para que esto suceda es necesario un acto de volun-
tad, que se individualiza en lo que la doctrina llama negocio de trans-
misión del título. La circulación de la legitimación prescinde, no obs-
tante, de la circulación de la titularidad, y se realiza independiente-
mente de ella: puede haber circulación de la legitimación sin circula-
ción del derecho, como puede haber circulación del derecho sin circu-
lación de la legitimación.
Sólo la circulación de la legitimación tiene eficacia con respecto al
deudor: quien está legitimado puede exigir aunque no sea titular, mien-
tras quien no está legitimado no puede exigir la prestación aunque sea
titular. Todo el sistema de los títulos valores está precisamente cons-
truido sobre tal dualidad y autonomía de conceptos; y más aún sobre la
relevancia de la legitimación y sobre la irrelevancia de la titularidad.
Naturalmente la indiferencia de la titularidad con relación a la legi-
timación también en el campo de la circulación se efectúa con respecto
al deudor: esto es, con relación al cual la legitimación está destinada a
operar, en dependencia del acto de creación del título. La titularidad,
en cambio, influye sobre la legitimación en las relaciones entre los
sucesivos portadores del título, dado que en estas relaciones el acto de
la creación no es vinculante. Por lo tanto, cuando el negocio de trans-
misión no es válido o cuando la circulación de la legitimación se efec-
túa contra la voluntad del titular, es decisiva la titularidad del derecho,
y le está permitido al titular del derecho obtener la restitución del me-
dio de legitimación o la reivindicación del mismo, precisamente por la
circunstancia de que la titularidad del derecho no se transfirió.
Es verdad que la posibilidad de restitución o de reivindicación cesa
con relación al poseedor de buena fe del título que lo haya adquirido
de conformidad con las normas que disciplinan su circulación, pero
esto deriva del hecho de que, realizándose la circulación de la legiti-
mación según un régimen de circulación análogo al que rige para las
cosas muebles y en cambio la circulación de la titularidad según el
régimen de' circulación de los créditos, es posible que se adquiera la
propiedad del documento sin que se adquiera la titularidad del derecho.
La posesión de buena fe permite rechazar la acción de reivindicación'
del titular del derecho, pero no porque el titular haya perdido su dere-
cho de crédito, sino porque el poseedor ha adquirido la propiedad de la
cosa y por consiguiente la legitimación.
De hecho, es como si el titular del derecho lo hubiese perdido y el
poseedor de buena fe lo hubiera adquirido, pero jurídicamente él es un
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 113

titular sin legitimación y sin posibilidad de readquirirla, mientras el


poseedor de buena fe es un no titular legitimado.
No carece de interés aclarar que la circulación del título valor impli-
ca circulación de la legitimación y no del derecho.
Ante todo permite explicar cómo la posesión de cada uno de los por-
tadores del título es independiente de los otros: la circulación del título
no conlleva atribución del derecho a un sujeto diferente, sino sustitu-
ción de la persona del legitimado. La relación entre legitimado y deu-
dor, no es, en efecto, una relación derivada de los precedentes porta-
dores del título, sino una relación directa. La derivación puede referir-
e al título,o sea, al medio de legitimación.
En segundo lugar, permite explicar como, para los derechos emergen-
tes del título de crédito, junto a la circulación de la legitimación puede
existir la circulación del derecho de crédito. La posibilidad de una co-
existencia de la circulación del crédito a la par de la circulación del título
no se explica si no se hace depender el derecho del título y se lo conside-
ra como una pars rei: en efecto, no se consigue justificar la coexistencia
de dos regímenes de circulación completamente' diferente y no se consi-
gue explicar cómo el derecho, que en el sistema de los títulos valores
sería solamente un accesorio del documento, puede en un determinado
momento circular autónomamente, y es más, determinar la adquisición
del documento. La circulación se aclara en cambio, teniendo en cuenta
que accesoria del documento es sólo la legitimación, mientras, respecto a
la titularidad del derecho, el documento es siempre un accesorio.
Es perfectamente admisible, por lo tanto, una circulación del dere-
cho a la que siga la adquisición del documento, junto a una circulación
del documento a la cual siga la adquisición de la legitimación.

IV. DETERMINACIÓN Y FORMA DE LA LEY DE CIRCULACIÓN


DE LOS TíTULOS VALORES
La ley de circulación no es más que la forma o el procedimiento a
través del cual los títulos valores se transfieren, se negocian o circulan.
Cuando se habla de ley de circulación, en materia cambiaria, se está
haciendo alusión a unos procedimientos especiales, diferentes de aque-
llos que se aplican para transferencia de los contratos o la transferencia
de otra serie de derechos o de créditos; en otras palabras, la ley de
circulación de títulos valores tiene sus propias reglas, muy especiales,
sumamente simples, como lo veremos.
¿Quién determina la ley de circulación? La ley de circulación la de-
termina desde su creación el emisor del título. Obviamente éste tiene
libertad absoluta para darle una determinada ley de circulación a cual-
114 TITULOS VALORES

quier título valor, toda vez que se debe mover dentro de los paráme-
tros que en cada caso la propia ley le señala, y entonces habrá ocasio-
nes en que la ley permite que un título valor pueda ser indistintamente
creado bajo la norma nominativa, a la orden o al portador, evento en
el cual el creador o emisor podrá elegir una cualquiera de esas modali-
dades, como sucedería con el bono de prenda y el certificado de depó-
sito, en donde la ley dice que pueden ser nominativos, a la orden o al
portador; o como sucedería con el conocimiento de embarque, y con la
carta de porte, en donde la ley tolera que puedan ser nominativos, a la
orden o al portador. Pero en otros casos la ley solamente admite dos
modalidades, como sucede con la letra, con el cheque y con el pagaré,
los cuales sólo pueden tener la forma a la orden o al portador, y en
consecuencia, solamente dentro de esa opción podrá elegir el librador
u otorgante del respectivo título valor.
Consecuencia de la persona que fija la ley de circulación es que la
modificación de esa ley de circulación no pueda hacerse sin el consen-
timiento del creador; por eso el Código de Comercio dice que el tene-
dor de un título valor no podrá cambiar la ley de circulación del mis-
mo, sin el consentimiento del emisor.
También en materia de ley de circulación, desde ahora es importante
advertir que para que los títulos valores se transfieran o se negocien, con
efectos carnbiarios, tal negociación debe realizarse por los procedimien-
tos que la ley establece para cada uno de ellos. Es lo que en la doctrina
se llama circulación cambiaria o circulación normal o circulación propia,
por oposición a la circulación anómala, a la circulación impropia o a la
circulación sin efectos cambiarios. Entonces, aunque la ley establece
unas especiales reglas o procedimientos para negociar un título valor,
ello no descarta la posibilidad de que el tenedor o titular del mismo y un
adquirente, en lugar de sujetarse a dichas reglas, opte por aplicar otras
reglas, por ejemplo, de la cesión, evento en el cual están transfiriendo
los títulos en forma impropia, en forma anómala, pero es una transferen-
cia que produce efectos jurídicos, no los mismos de la circulación nor-
mal sino los efectos propios de la cesión, dado que por recurrir a la cir-
culación anómáIa o impropia del título valor, conlleve a que se pierda la
autonomía y, obviamente, que esa negociación simplemente subrogue al
adquirente en los derechos que tenía su tradente o su transmisor.

V. DIVISIÓN DE LOS TíTULOS VALORES CONFORME CON LA


LEY DE CIRCULACIÓN
En atención a la ley de circulación, los títulos valores se dividen en
títulos al portador, a la orden y nominativos.
TEORIA GENERAL DE LOS TITUWS VALORES 115

A.l1TULOSVALORESALPORTADOR
1. Regulación y requisitos
Esta modalidad es regulada por el Código de Comercio en tres artí-
culos: 668, 669 Y 670.
Son títulos valores al portador, al tenor de la primera norma, los que
no se expiden a favor de determinada persona, así no contenga la cláu-
sula "al portador", y los que contengan dicha cláusula.
En otras palabras, un título valor es al portador en los siguientes ca-
sos:
10) Cuando contiene la cláusula "al portador" (páguese al portador,
por ejemplo).
20) Cuando no está expedido a favor de determinada persona, aun-
que no incluya la cláusula "al portador" .
30) Cuando es emitido en favor de determinada persona pero agre-
gándole la cláusula "al portador".

2. Limitaciones en su creación
No existe libertad para crear títulos valores al portador. Por el contra-
rio, el legislador los ha limitado. Sobre el particular bueno es recordar
que antes de expedirse el Código de Comercio existía una legislación
que daba absoluta libertad en la expedición de títulos valores al portador.
Nuestro Código de Comercio, en el artículo 669, expresamente determi-
na que los títulos valores al portador sólo podrán expedirse en los casos
taxativamente autorizados por la ley, es decir, que en esta materia se
produjo un cambio profundo en su concepción, razón por la cual de no
existir norma que lo autorice, no se puede crear título valor al portador,
so pena de incurrir en ineficacia del mismo.
¿Pero por qué este criterio cerrado en la expedición de títulos valo-
res al portador? Razones de índole económica, tributaria y cambiaria
se han seguido. En primer lugar, se considera, desde un punto de vista
económico, que al permitirse una libertad absoluta en la emisión de
títulos valores al portador, dichos documentos perfectamente podrían
circular en el mercado como si fuera dinero, lo que implicaría un des-
control monetario que ocasionaría una situación inflacionaria en donde
el Estado no podría intervenir. Otros explican tal situación desde un
ángulo tributario, en tanto que si por medio de los títulos valores se
moviliza una determinada riqueza, para el fisco sería difícil en un mo-
mento dado identificar al titular de los mismos, dada la facilidad como
se negocian estos documentos. Hasta explicaciones de tipo cambiario
~~~~~~- -- -- -

116 TITULO S VALORES

concurren en la limitación mencionada, teniendo en cuenta que de


permitirse títulos valores al portador en forma discriminada resultaría
viable la entrada y salida del país de divisas sin control estatal alguno,
aspecto este que contradice las políticas gubernamentales en la materia,
las cuales, contrariamente, tienden a guardar un buen grado de obstá-
culo.
Sea una u otra explicación la que se considere, 10 cierto es que en
nuestro país, por expreso mandato legal, los títulos valores al portador
sólo se emiten si la ley los autoriza, no produciendo efecto alguno si
son creados sin estar permitido. Entonces, ¿cuáles son los títulos valo-
res al portador que se pueden emitir en nuestro país? Conforme a su
naturaleza se pueden crear títulos valores al portador en letras de cam-
bio, cheques y pagarés, 10 que significa que estas modalidades pueden
ser al portador. Lo pueden ser también la carta de porte y el conoci-
miento de embarque, pero advirtiendo que estas' dos modalidades pue-
den igualmente ser títulos valores a la orden o nominativos. Contra-
riamente, las acciones de sociedades y los certificados de depósito a
término no pueden ser al portador.

3. Circulación de títulos valores al portador


En cuanto a la circulación, o mejor dicho a la negociación del título
valor al portador, tendremos que afirmar la sencillez de su transacción.
En efecto, estos títulos valores se negocian por la simple entrega, por
la tradición física, como 10prescribe el inciso segundo del artículo 668
del Código de Comercio. No se requiere, por 10 tanto, exigencia adi-
cional alguna ni documento de otro tipo para perfeccionar la negocia-
ción. Basta que el tenedor del título se desprenda del documento, que
10 entregue al adquirente para que se repute perfecta la transacción.

4. Legitimación del tenedor


y ¿cómo se legítima su tenedor? El inciso segundo del artículo 668
del Código de Comercio manda que la simple exhibición del título
legitima al portador del mismo, en tanto que si la negociación conclu-
ye con la mera entrega, obvio es suponer que la forma como se acredi-
ta la titularidad del derecho incorporado en el documento es, simple-
mente, la exhibición, sin que sea necesario otro requisito ni siquiera la
firma o cualquiera otra prueba dirigida a demostrar la titularidad. Así,
quien exhíbe el documento es su dueño, se identifica como su titular,
es la persona facu1tada para exigir el pago. Viene entonces el interro-
gante del caso bancario: ¿Por qué los establecimientos bancarios exi-
gen al portador de un cheque estampar la firma y anotar el documento
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 117

de identificación, y en la mayoría de los eventos les solicitan la presen-


tación de su cédula de ciudadanía, además, de la exhibición y entrega
del respectivo título? Deben entenderse estos requisitos como simples
exigencias de recibo o constancias respecto de la persona a quien se le
ha hecho el pago, en atención precisamente a lo preceptuado en el artí-
culo 877 del Código de Comercio conforme al cual el establecimiento
bancario no estaría obligado a contentarse con la simple devolución del
título presentado para el pago sino que tiene además derecho a exigir
un recibo cuando se pague el mismo, así la simple devolución del títu-
lo haga presumir el pago.

B. TíTULOS VALORES NOMINATIVOS

1. Regulación y requisitos
Entre los artículos 648 y 650 se normatizan los títulos valores nomi-
nativos.
Según el artículo 648 del estatuto mercantil un título valor es nomi-
nativo cuando en él o en la norma que rige su creación se exige la ins-
cripción del tenedor en el registro que lleva el creador del título. Se
predican básicamente dos requisitos:
10) Que el título valor sea emitido a una persona determinada, sin
que esta determinación implique por sí sola limitación en la transac-
ción o negociación del mismo.
20) Que además el tenedor del título sea inscrito en el libro de regis-
tro que lleva el creador del documento. Ahora, la ley expresamente no
exige el primer requisito, es decir, que el artículo 648 en cita no re-
quiere, para que un título valor sea nominativo, que esté expedido en
favor de determinada persona, pero si concatenamos esta norma con lo
preceptuado en el artículo 651 del mismo estatuto, precepto que define
el título valor a la orden y agregando que ello es sin perjuicio a lo dis-
puesto en el artículo 648, tendremos que deducir que si el título reúne
los requisitos de un título a la orden y exige además la inscripción del
titular en los libros de registro del emisor, pues sencillamente se estará
en presencia de un título valor nominativo. Además que cuando se
exige la inscripción del tenedor es porque ese tenedor debe ser una
persona determinada, sin que por ello, repetimos, se predique limita-
ción alguna en la negociación del documento.

2. Legitimación del tenedor


¿Cómo será reconocido el tenedor del título? ¿Cómo adquiere legi-
timación? La segunda parte del artículo 648 del Código de Comercio
118 TITULOS VALORES

enseña que sólo será reconocido como tenedor legítimo quien figure, a
la vez, en el texto del documento y en el libro de registro del creador
del título. Anteriormente señalamos que la determinación del benefi-
ciario de un título valor nominativo es plena, exigida por la ley, en la
medida que el beneficiario debe aparecer mencionado en el documen-
to, de tal manera que de la observación del título valor, de su examen
o lectura se desprenderá el nombre de la persona beneficiaria. Así, el
primer requisito para lograr la legitimación es la figuración o la men-
ción en el documento que lo contenga, es decir, estará legitimado
aquél cuyo nombre aparezca en el título valor. Pero no basta la simple
mención del beneficiario, obligatorio es además que el tenedor o bene-
ficiario figure inscrito en el libro de registro que lleva el creador del
título. Unicamente reuniendo estas dos exigencias es dable afirmar la
legitimidad del beneficiario o tenedor.

3. Negociación o circulación
En cuanto a la negociación de los títulos valores nominativos, varios
aspectos deben ser atendidos:
10) Su negociación se hace mediante la entrega del título correspon-
diente, aspecto este predicable de todos los títulos valores, porque no
existe transferencia del derecho incorporado en el título si no hay en-
trega del documento.
20) Además de la entrega, necesario se hace el endoso. En el inciso
20 del artículo 648 del Código de Comercio se preceptúa, precisamen-
te, que la transferencia de un título nominativo se hace por endoso, es
decir, la firma del anterior beneficiario con su correspondiente docu-
mento de identificación, o sea, de quien se desprende del título valor
para entregárselo al nuevo tenedor o beneficiario.
30) ¿Se entiende con estos dos requisitos perfeccionada la negocia-
ción? Estrictamente hablando creemos que no, pues para que pueda pre-
dicarse una negociación con plenos efectos cambiarios indispensable es
que se cumpla un tercer requisito que tiene relación directa con la legi-
timación del nuevo beneficiario. Efectivamente, expresamos que la legi-
timación implica que el tenedor figure, a la vez, en el texto del docu-
mento y en el registro del emisor; pues bien, con el endoso y la entrega
se configura la primera exigencia, la cual da pie a la segunda, valga de-
cir, que la transferencia por endoso y entrega de derecho al adquirente
para obtener la inscripción en el libro de registro del emisor del título.
40) ¿Cuál es el procedimiento de inscripción del nuevo tenedor? Se
trata, simplemente, de inscribir el nombre del tenedor, del nuevo bene-
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 119

ficiario en los libros de registro que lleve la persona o entidad que


emitió el título valor. Esta inscripción, en la práctica, se hace mediante
la cancelación del nombre del antiguo titular y la sustitución por el
nombre del nuevo beneficiario del título.
50) ¿Y qué sucede si no se produce esta inscripción, qué efectos
habría entre tradente y adquirente y entre adquirente y emisor del títu-
lo? Perfectamente puede darse el caso de que el título pueda transferir-
se mediante el endoso y la entrega y tal transacción se mira perfecta
entre tradente y adquirente. Ahora, para efectos eminentemente cam-
biarios, para que surtan efectos entre adquirente y emisor y entre el
primero y terceras personas, requisito necesario es que se produzca la
inscripción. Desde este punto de vista, es posible que puedan efectuar-
se transferencias que no sean inscritas, bien bajo la forma de endosos
completos, en blanco o al portador, a través de la cual el beneficiario
original se limita a endosar y entregar el título valor a otra persona y
ésta hace lo mismo con un nuevo adquirente y así sucesivamente, sin
que los nuevos tenedores procedan a obtener la inscripción de las nue-
vas transferencias. Entre las partes, o sea, entre tradentes y adquiren-
tes la negociación es perfecta, es legal, sólo que los nuevos tenedores
tendrán dificultad para legitimarse en la medida que, como se indicó,
frente a terceros y al emisor del título la legitimación debe lograrse
con la inscripción. Con lo anterior se quiere significar que los títulos
nominativos pueden circular a través de endosos completos o incom-
pletos, como si se tratara de un mero título a la orden, pero no por ello
se podría afirmar que se trata de un título a la orden o que se convierta
en uno de esa naturaleza, simplemente es un problema de legitimación,
mas no de circulación.
60) ¿Podría el emisor del título negarse a la inscripción? El artículo
650 del Código de Comercio enseña que el creador del título no podrá
negar la anotación en su registro de la transmisión del documento, a no
ser que exista una justa causal que conlleve la abstención de la inscrip-
ción. Empero, si el emisor se niega a efectuar la anotación en su regis-
tro de la transmisión del documento, el adquirente podrá acudir al apa-
rato jurisdiccional para que se proceda a hacer la anotación de la trans-
ferencia en el respectivo registro.
70) Al tenor del artículo 649 del Código de Comercio, el creador
del título puede exigir autenticación de la firma del transmisor o tra-
dente en la negociación. Se trata de una facultad conferida por la ley al
emisor, lo cual significa que éste puede aceptar la transmisión con el
solo endoso, con la sola firma, o bien exigirle al tradente que autenti-
que la firma puesta como endoso y si así lo pide es obligatorio para el
-- ----

120 TITULOS VALORES

tradente hacerlo. Cuando se trata de autenticar la firma del beneficiario


original, o mejor dicho del tenedor legitimado o inscrito en los libros
de registro del emisor, no existe inconveniente alguno; el problema
parece surgir es cuando se han efectuado transferencias por endoso y
entrega, de manera completa o incompleta, sin que se haya efectuado
la inscripción, cuando se haya transferido seguidamente, cuando apa-
recen varios tradentes y adquirentes y al final alguno de ellos pretende
la inscripción en los libros de registro del emisor. En este evento,
¿cuál firma es la que se ordena autenticar: la del antecesor, la de todos
los endosantes o de quien aparece legitimado o registrado en los libros
del creador del título valor? Obviamente que se trata del último caso,
es decir, que la firma que debe autenticarse es la de quien aparece legi-
timado frente al emisor. Esta misma solución se plantea para cualquier
clase de endoso.

4. Títulos que pueden ser nominativos


¿Qué títulos pueden ser nominativos? Es de advertir que la ley, a di-
ferencia de lo que sucede con los títulos valores al portador, donde se
requiere la presencia de una norma que los autorice, en el caso de los
títulos nominativos basta simplemente la existencia de una norma que
los prohíba, lo que presupone la posibilidad de que exista una amplia
gama de esta modalidad de títulos. En este orden, a diferencia de las
letras, los cheques y los pagarés, cualquier otro título valor podría ser
nominativo, en la medida que a dichos títulos la ley les reserva la mo-
dalidad de ser a la orden o al portador.

c. TíTULOS VALORES A LA ORDEN

1. Regulación y requisitos
Entre los artículos 651 a 667 el Código de Comercio regula los títu-
los a la orden, constituyéndose en la modalidad que mayor articulado
le dedicó el legislador, pues se decidió introducir en esta materia todo
lo relativo al endoso.
Son títulos valores a la orden los expedidos a favor de determinada
persona, en los cuales se agrega la cláusula "a la orden" o se expresa
que son transferibles por endoso, o se dice que son negociables o se
indica su denominación específica de título valor. En otros términos, el
título valor es a la orden cuando está expedido a favor de una determi-
nada persona y además se le agrega uno de los siguientes calificativos:
10) La cláusula "a la orden".
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 121

20) La advertencia de que es transferible por endoso.


30) Una cláusula que indique que el título es negociable.
40) La indicación de su denominación específica de título valor. En
consecuencia, no solo es requisito que el título valor esté emitido a
persona determinada, necesario es además que el documento contenga
cualquiera de las expresiones anotadas.

2. Negociación
En cuanto a la manera como se negocian los títulos valores a la orden,
expresa la segunda parte del artículo 651 del Código de Comercio que su
transferencia se hace por endoso y entrega del título. En otros términos a
través de la firma y documento de identificación del tenedor o tradente y
su correspondiente entrega o transferencia del título al adquirente, aspec-
tos estos que se predicaron también en los títulos nominativos, pero que
en este evento no se requiere de inscripción.
Ahora bien, ¿qué sucede si un título valor a la orden se transfiere
por medio diverso del endoso? Dos aspectos merecen ser tratados al
respecto: En primer lugar, el artículo 653 del Código de Comercio
prescribe que quien justifique que se le ha transferido un título a la
orden por medio distinto del endoso, puede acudir a la vía jurisdiccio-
nal para solicitarle al juez que mediante el trámite correspondiente
haga constar la transferencia en el título o en una hoja adherida a él,
teniéndose como endoso la constancia que ponga el juez en el título.
En segundo lugar, al tenor del artículo 652 del Estatuto Mercantil, la
transferencia de un título a la orden por medio diverso del endoso su-
broga al adquirente en todos los derechos que el título confiere o in-
corpora, con la salvedad de que en caso de tenerse que ejecutar el títu-
lo, a ese adquirente se le pueden proponer todas las excepciones que se
le hubieran podido oponer al enajenante del título valor.

3. Legitimación del tenedor


¿Cómo se legítima el tenedor de un título valor a la orden? Para que
el adquirente de un título valor a la orden pueda ser tenido como dueño
o titular debe: 10) Exhibir el respectivo título. 20) Demostrar la cade-
na ininterrumpida de endosos. Así lo establece el artículo 661 del Có-
digo de Comercio al preceptuar que si el tenedor de un título valor a la
orden quiere legitimarse, la cadena de endosos deberá ser ininterrum-
pida.
Pero ¿cuál es el proceso práctico para verificar que dicha cadena de
endosos es ininterrumpida? Necesario se hace partir de la firma o en-
122 TITULO S VALORES

doso del tenedor o beneficiario originario, es decir, si su firma o iden-


tificación se han insertado en el título. Cuando el título valor es nego-
ciado a través de endosos completos, o sea, aquellos que el endosante
no solo se limita a endosar, a firmar, sino que requiere el nombre del
nuevo endosatario, no existiría ningún inconveniente, en la medida que
basta constatar o verificar si ese endosatario endosó o no el título y
proceder a confirmar la cadena de endosos. El problema surge cuando
el endoso es incompleto, cuando el endoso se hace en blanco o al por-
tador, donde no se indica el nombre del endosatario, donde el endosan-
te escasamente firma. En este caso resulta muy difícil precisar la cade-
na, máxime si se tiene en cuenta el carácter de una firma puesta en el
título, la cual no hace presumir endoso, porque éste no se presume,
mirándose, más bien, como firma de avalista y no como endoso. Así,
tendremos que afirmar que el control de los endosos se predica en re-
ferencia del endoso del beneficiario o tenedor original y de los endosos
completos.
Enseña el artículo 662 del Código de Comercio que el obligado de
un título valor a la orden no puede exigir que se le compruebe la au-
tenticidad de los endosos. Existe en este punto una gran diferencia con
lo estudiado para los títulos nominativos. Mientras en estos la ley fa-
culta al emisor para exigir o no la autenticación de la firma del trans-
misor, en los títulos valores a la orden se prohíbe que el obligado exija
la autenticidad de los endosos. Lo que puede hacer el obligado es soli-
citar la identificación del último tenedor, valga decir, de quien presen-
ta el título para el pago, y verificar la continuidad de los endosos. Y
¿si los endosos anteriores son falsos? Basta, como señalamos, que for-
malmente los endosos aparezcan en el título, independientemente si
son o no auténticos. No podría el deudor negarse a pagar un título
valor a la orden arguyendo falsedad a los endosos, pues su función se
circunscribe a tres cosas: una, a verificar la continuidad de los endo-
sos; dos, a identificar al último tenedor; tres, a pagar. Verificamos los
dos primeros elementos el pago es perfectamente válido, salvando
cualquier tipo de responsabilidad. Lo aquí dicho se aplica a cualquier
título valor a la orden, incluyendo el cheque, respecto de los estable-
cimientos bancarios.
CAPíTULO VIII
El AVAL Y lA GARANTíA EN lOS TíTULOS VALORES

LANTECEDENTES
Para algunos el aval es una institución que surgió al lado de la letra,
como un mecanismo para garantizar su pago. Otros sitúan el origen de
.a institución en Francia e Italia y no falta quienes atribuyan el origen
los españoles. En realidad, en lo que hace al derecho francés, nece-
sario es indicar que la figura no se reglamentaba en el Recueil d' Isam-
rt, así como tampoco nada dicen Le Grand Coutumier de France y la
Somme Rural, aun cuando estas últimas contienen algunas disposicio-
nes referentes a la letra de cambio.
La doctrina anterior a la ordenanza de 1673 no lo trata y así guardan
silencio MARESCHAL en 1625 y CLElRACen 1659. Sin embargo, estaba
en uso en Francia y en Italia antes de la Ordenanza del Canciller d'A-
euessau como lo atestiguan SAVARYy TOUBEAUcuando manifiestan
ue con anterioridad a esta ordenanza se discutía acerca del carácter
solidario o no de la responsabilidad.
En Alemania y en Flandes, se refieren a él HEINECCIUSen 1748 y
Phoosen en 1715. Sin embargo, ni la Costumbre de Amberes de 1570,
ni el Estatuto de Hamburgo de 1605, ni el Landrecht de Gueldre de
~619 lo menciona y sólo se refieren a la fianza a otorgar en caso de
falta de aceptación del girado, la que nada tiene que ver con el aval.
En Italia la institución aparece descrita por DE TURRI en 1651 y
CACCIAen 1664. Este último, refiriéndose a los Estatutos de Génova,
nsideraba el aval como una fianza solidaria con características de
eta autonomía.
Por su parte, en Bologna, el Estatuto Mercantil de 1550, artículo 22
;" la Ordenanza de Cambio de 1569, artículo 69; como en Génova, el
Estatuto de 1589, II, artículo 40, legislan sobre el aval. Para DE SEMO
o Estatutos de Bologna se refieren a los fiadores firmantes de la letra
...a los coobligados para el pago.
Para GEISENBERGER, el origen del aval se remontaría al siglo XVI,
por cuanto la Recopilación de la Rota de Bologna contiene el resumen
1 comentario de una sentencia, bajo el No. 135, del año 1553, pero
ignando al garante como fidejussor o expromissor cambii, ya que el
mbre de aval corresponde al derecho francés.
• J"

124 TITULOS VALORES

Así, se ha afirmado que en una época en que las transacciones co-


merciales se caracterizaban por su incertidumbre, el portador debía a
menudo exigir del tomador la garantía de un tercero. Esta garantía
debió tomar la forma de un contrato de fianza del derecho común y,
por tanto, externo a la letra de cambio. Posteriormente, la costumbre
llevó a afianzar en la misma letra y esta localización de la garantía y la
especialidad de su objeto condujeron finalmente a diferenciar el aval de
la fianza. Como, por otra parte, todavía no existía el endoso y, por
tanto, está ausente el carácter accesorio de garantía que éste represen-
ta, la necesidad económica dio nacimiento a esta garantía especial que
se llama aval y que la aparición posterior del endoso no la hizo desapa-
recer. En efecto, teniendo el endoso como función primordial transmi-
tir la propiedad de la letra de cambio, sólo podría ser firmado por el
deudor respecto del valor recibido, mientras que el aval podía ser dado
por un tercero extraño a las negociaciones comerciales que daban ori-
gen a la creación o circulación de la letra de cambio.
Según MARGHIERI, en el antiguo derecho italiano, existía una garan-
tía para todo tipo de obligaciones que se llamaba pieggeia y al que la
daba se lo denominaba pieggio. La Ordenanza de Bérgamo de 1457
contenía disposiciones sobre ella y el término se conservó en las Orde-
nanzas de Venecia, Milán y Génova. El primer escritor que se ocupa
de estudiar esta garantía es RAFAEL DE TURRI que la define como una
fidejussoris genus que se diferenciaba del pacto constituto pecunia del
derecho romano, una obligación principal en la que se adicionaba un
nuevo deudor. Para este autor, en el siglo XVII la pieggeia, como
obligación en título aparte, y el aval, como obligación en el mismo
título, se empiezan a confundir bajo el nombre de aval para indicar la
garantía cambiaria.
Puede afirmarse que ha sido la Ordenanza Francesa de 1673 la que
lo emplea por primera vez en su artículo 33 con el alcance que tiene
actualmente. Dicho texto legal expresa que: "Quienes han puesto su
aval en letras de cambio, en promesas de pago, en órdenes o acepta-
ciones concernientes al comercio, están obligados solidariamente con
los libradores, promitentes, endosantes y aceptantes, aun cuando no se
haya hecho mención en el aval" .
En el derecho alemán la Ordenanza de 1848 sólo se refiere en forma
incidental a esta institución en el artículo 81. Este expresa, en su pri-
mera parte: "Están obligados, en virtud de la letra de cambio, el libra-
dar, el aceptante y el endosante, como también todo el que estampare
su firma en la letra, en la copia, en la aceptación o en el endoso, aun-
que lo hubiere hecho a título de garantía".
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 125

n. EXPRESIÓN ETIMOLÓGICA
Existe discrepancia doctrinaria acerca de la etimología de la expre-
sión aval.
En efecto, la mayoría de la doctrina francesa antigua sostiene que la
palabra aval tiene origen en la expresión a valoir o faire valoir. Tal
origen, ha sido criticado por no corresponder a la evolución histórica
del instituto, como por tratarse de una aproximación verbal sin ningu-
na justificación semántica.
LITTREy los autores alemanes, sostienen que el aval vendría del ita-
liano avallo, que significa firmare avallo, o sea, firmar debajo de otra
firma.
Esta etimología puede ser más defendible que la primera, ya que se
concilia con el sentido habitual de la palabra aval, empleada en la len-
gua corriente como preposición o adverbio y actualmente como sustan-
tivo. Así mismo, se puede justificar por la costumbre de los avalistas
de cOlócar:scnflma"vbJ.Y'.l::t...deLdeudor
.que_garantizaban.
Sin embargo, hay que renunciar a tal etimología por cuanto la inser-
ción del aval debajo de la firma del deudor avalado no ha sido nunca
una obligación ni una costumbre constante. SAVARYafirma que el aval
puede ser inserto al dorso del documento, a lo que cabe agregar la
posibilidad -aceptada en Francia y en España- del aval por documento
separado.
GRASSHOFF,seguido por HUVELINy GEISENBERGER, consideran que
la palabra aval viene del árabe HAW ALA.
A esta opinión se oponen quienes ponen en duda una supuesta in-
fluencia árabe en la formación del derecho cambiario italiano en los
últimos siglos de la Edad Media. Notemos que DE TURRIno utilizaba
la palabra avallo o avallium sino la expresión avalla que evidentemen-
te se aproxima a la expresión árabe.
La demostración que efectúan GRASSHOFFy HUVELINparece con-
cluyente:
10) La palabra "avería" , "almacén" ,,':1'"tara" "tarita" , "aduana" ,
son de origen árabe, con lo cual demuestran que esta civilización ha
tenido una influencia considerable en el vocabulario del comercio oc-
cidental, y
20) Que el derecho musulmán conocía una especie de novación por
cambio de deudor que se llamaba hawala. Este acto se efectuaba cuan-
do Primus se constituía en deudor de Secundus en lugar de una deuda
anterior de Tertuis. Esta institución fue muy usada y su maleabilidad le
126 TITULO S VALORES

permitió cumplir funciones econorrucas diversas: Delegación, cesión


de créditos, apertura de créditos, mandato de recibir o pagar. El hawa-
la podía servir para efectuar un pago en otro lugar de aquél en el cual
se celebraba la convención y permitir un verdadero transporte de dine-
ro. Es así, como HUVELINconsidera que cuando el hawala sirve para
operar una remesa de dinero o de valores de un lugar a otro es análogo
al contrato medieval de cambium y toma, en este caso, el nombre de
suftaga.
Nos queda por demostrar -agrega GEISENBERGER- que la palabra
hawala adquirió un sentido que puede considerárselo según la acepta-
ción actual. Al respecto, señala que el hawala ha servido para consti-
tuir una fianza. En efecto, HUVELINda el siguiente ejemplo: "A" ha
invitado a "B" a pagar en su lugar a "e" y "e" quería negociar a "D"
la suftaga. Pero "D" no tiene confianza en la solvencia de "e" y esti-
ma que su recurso contra éste resultaría ilusorio para el caso de que
"B" no pagase. Por ello, sólo consiente en tomar la suftaga si una per-
sona solvente "E" afianza a "e". El hawala proporciona el medio: "e"
concluirá un primer hawala con "E", es decir, que invitará al girado a
pagar a "E" y "E" concluirá hawala con "D" de la misma manera, de
tal forma que "D" tendrá un recurso contra "E" que desempeñará el
papel de fianza.
Esta teoría ha sido criticada por SOLMIquien ha afirmado que los es-
tudios históricos antiguos y recientes han hecho ver que el derecho
cambiario moderno se desarrolló lentamente, fatigosamente, de las
prácticas del comercio italiano del medioevo, al comenzar el siglo
XIII, como modificaciones espontáneas de formas jurídicas indígenas,
de largo arraigo y derivadas del derecho romano. Es un desarrollo
independiente, lento y singular. La limitación o adaptación de un dere-
cho extranjero se efectúa, en cambio, de modo totalmente diverso, con
imposiciones casi contemporáneas de un complejo de normas que se
sobreponen a las formas indígenas o naturales; las superan y las des-
cartan. Si el derecho árabe hubiere ejercido cualquier influencia, la
deberíamos encontrar hasta el siglo XII, cuando fueron más activas las
relaciones de las repúblicas marítimas italianas con el oriente y, antes
que nada, en el comercio marítimo. Esto no sucede; y tanto es así que
las relaciones cambiarias se muestran derivadas, lo que permite admitir
la tesis de que provinieron de España o de Francia, hasta donde se
extendió la cultura árabe.
El libro de GRASHOFFcita, más que nada, interesantísimas analogí-
as, que ofrecen materia de curiosas reflexiones al filólogo, pero que no
podrían servir para la explicación histórica del concepto cambiario.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 127

En particular, respecto a la voz hawala, GRASSHOFF demuestra que


la misma designa no el efecto de garantizar el débito cambiario de una
persona sino aquel bien diferente de la liberación completa del obliga-
do en beneficio del cual se asume la obligación del hawala.
Finalmente, la opinión de SOLMI difiere de las anteriores. Hace de-
rivar el origen de la palabra aval de la voz valiatus, que viene de va-
liare, que significa munir con valor o reforzar excepcionalmente. Ésta
ha sido usada por los escritores clásicos en sentido figurado para indi-
car alguna confirmación o garantía o para reforzar una determinada
obligación. En este sentido fue adoptada por CICERÓN, pero asimismo,
se aplicó, según las fuentes jurídicas romanas, en las relaciones obliga-
torias para indicar la confirmación de los pactos que se formaban con
la estipulación. Por ello, entiende dicho autor que el término fue trans-
portado a los documentos legales en todos los casos que se quiso indi-
car que un determinado acto era garantizado, confirmado o afianzado
por medio de otro acto, reconocido por la costumbre o el derecho. Es
así como se hizo normal el uso en el lenguaje mercantil italiano de las
expresiones carta valliata, pactum valiatum para designar a la conven-
ción o pacto que fuera objeto de una confirmación extraordinaria.

111.REGULACIÓN Y DEFINICIÓN
El aval, dice el artículo 633 del Código de Comercio, es el medio
para garantizar en todo o en parte el pago de un título valor. Es una
institución regulada en el Código en la parte general, con lo cual se
está advirtiendo que la garantía de pago de un título valor bajo el me-
canismo del aval no es exclusivo de la letra, sino que puede darse en
relación con cualquier clase de título valor. Con esto se ha superado
alguna discusión doctrinaria que reservaba la institución del aval para
las letras. Entonces, mediante el aval se garantiza en todo o en parte el
pago de un título valor, es una manera de caucionar, de amparar, de
respaldar el pago de un título valor. Quien de esa garantía, quien se
compromete a pagar mediante aval se llama avalista y la persona por
cuenta de quien se otorga esa garantía se llama avalado. Entonces,
podemos definir el aval como el acto unilateral no recepticio de garan-
tía, otorgado por escrito, bien en el título o fuera de él, nacido como
consecuencia de una obligación cartular formalmente válida, a través de
la cual se constituye el otorgante en responsable cambiario del pago.

IV. ELEMENTOS CARACTERíSTICOS


Esta declaración unilateral tiene caracteres típicos, de los que participa
el acto cambiario del aval: Es incondicionada, irrevocable y obliga por
128 TITULOS VALORES

la sola manifestación externa de su existencia jurídica ante cualquier


poseedor determinado o determinable. Este carácter unilateral permite
diferenciarla netamente de la fianza, del seguro y del mandato.
Se trata de una manifestación no recepticia, es decir, que no requie-
re de aceptación alguna para producir todos sus efectos.
Luego de esta explicación, también podemos, en forma coincidente
y descriptiva, definir el aval como una garantía personal, con carácter
formalmente accesorio, establecidas sobre documentos para el pago del
título valor, a favor de un obligado, por medio de la cual el avalista
viene a asumir la posición del avalado vinculándose en forma solidaria
con él y con los otros firmantes con respecto al portador.

V. NATURALEZA]UR1DICA DEL AVAL


Se ha discutido acerca de la naturaleza jurídica del aval. Para ubi-
camos en el problema, es necesario hacer una incursión, aunque a la
mayor parte de las obligaciones cambiarias, por lo común, se le asimi-
la a la obligación de avalar.
No obstante que su fundamento sea una garantía, se trata de un acto
jurídico unilateral, abstracto y completo, de naturaleza cambiarta," que
oDIíg:ren orma 'autónoiriá,' distintar personal a quien lo otorga, es ~
decir, al avalista, por el pago de la obligación cartular. En consecuen-
cia, si en el fondo el avalista garantiza el cumplimiento de la obliga-
ción del avalado, la obligación que contrae no es la de un fiador, sino _
una obligación cambiaria autónoma y principal.
El punto verídico se encuentra en que el concepto de garantía no es
contradictorio ni con la naturaleza accesoria ni con la naturaleza autó-
noma de la obligación de garantía, por lo que aval y fianza son dos
subespecies del mismo concepto, constituyendo un error considerar a
uno y otro como prototipo de garantía personal.
Entre relación de garantía y relación del objeto de la garantía no de-
be existir subordinación sino coordinación. La naturaleza jurídica del
aval se basa en que se trata de una garantía que no forma parte origina-
riamente del nexo cambiario, en el cual se inserta sólo indirectamente
y de reflejo. Y en eso se diferencia por ejemplo del endoso, pues
mientras que el endoso es una garantía (en cierto modo), que entra en
el nexo cambiario normal, el aval no lo hace directamente. Así se ex-
plica la posibilidad de garantizar con aval la firma del librador después
que la letra de cambio haya sido transferida muchas veces mediante
sucesivos endosos.
~-
--------- -

130 TITULO S VALORES

valor, lejos de afectar su circulación, la garantiza, la hace posible,


porque habrá tantos responsables del pago como personas intervinien-
tes, pues por cada firma habrá un nuevo patrimonio comprometido.
En síntesis, el aval puede hacer constar en:
1- El mismo título.
2- En una hoja adherida.
3- En un documento totalmente extraño.

VII. FORMALIZACIÓN DEL AVAL


La ley dice que es suficiente colocar la palabra "por aval" u otra
equivalente, o sea, no se exigen palabras solemnes, pudiendo usarse
cualquier otra expresión que indique claramente la intención de com-
prometerse a garantizar el pago del título. Es más, la ley dice que toda
firma aparecida en el artículo a la cual no se le pueda atribuir un carác-
ter especial, se tiene como firma de avalista, es decir, la ley presume
el aval, por lo que si se omite la expresión "por aval", "en garantía",
o "me comprometo al pago por cuenta", o lime responsabilizo por el
pago de este título", es suficiente para que esa persona se tenga como
garante del pago del título por cuenta de todos los intervinientes.

VIII. PERSONAS QUE PUEDEN SER AV ALES


En muchas legislaciones está previsto que el aval sea un tercero,
valga decir, una persona que no ha intervenido en el título valor.
Entre nosotros se ha eliminado esta prohibición. Entonces, podrá ser
garante un tercero y será lo que con frecuencia acontezca. Igualmente,
puede ser garante una persona que ya intervino en el título, por ejemplo,
un endosante o el librador. Pero un interviniente en el título, una perso-
na que haya figurado en el documento o que figure en él, puede ser ava-
lista siempre y cuando que al hacerlo aumente su responsabilidad, o
agregue una garantía, porque el aval busca garantizar en todo o en parte
el pago de un título valor, y si la persona que interviene no agrega nin-
guna clase de garantía, pues carecería de sentido hablar de avalista.
Por lo tanto, si se parte del supuesto que quien haya de intervenir
como avalista, a pesar de que ya ha firmado el título, y hacerle aumen-
tar alguna garantía, obviamente se tendrá que concluir que el librador
puede convertirse en avalista. ¿De quién? del aceptante. Así, el libra-
dor al convertirse en avalista del aceptante pasa de obligado indirecto a
un obligado directo, a tener que responder como aceptante o en las
circunstancias del aceptante.
TEORIA GENERAL DE LOS TITULOS VALORES 131

Un endosante posterior, puede ser avalista de librador o puede ser


avalista del aceptante, porque en la medida en que se convierte en ava-
lista del aceptante está transformando su responsabilidad, porque ade-
más de obligado de regreso se convierte en obligado directo. Y ade-
más, en la medida que ha avalado a un obligado de regreso anterior,
está aumentando su responsabilidad, está agravando su situación y por
ese camino es perfectamente posible que una persona que ya ha inter-
venido en el título actúe como avalista.
-
En síntesis,-el"único-que-nel-l'mede actuar como avalista es el directo
obligado del título, porque no puede hacer más grave su responsabili-
~ dad, ya que tiene la~áxima. :)

IX. RESPONSABILIDAD DEL AVAL


En el pasado la doctrina admitía que el avalista al avalar podía limi-
tar su responsabilidad desde tres aspectos.
10) Desde el punto de vista del tiempo, o sea, podía convertirse en
garante del pago de un título valor hasta determinada época o desde
determinado día. Esta modalidad de limitación no la admite el actual
Código de Comercio, toda vez que el avalista contrae formalmente la
obligación que le corresponde al avalado. En otras palabras, el avalista
será el directo obligado u obligado de regreso según la persona por
cuenta de quien otorgue la garantía, y en consecuencia su responsabili-
dad permanecerá vigente hasta tanto no se extinga por alguno de los
medios previstos en la ley para finiquitar la responsabilidad del obliga-
do cambiario avalado.
20) La segunda limitación es la que tiene que ver con la cuantía. Lo
que ordinariamente acontece es que el avalista caucione o garantice el
pago total del título valor. Pero la ley admite que mediante una cláusu-
la especial limite o disminuya su responsabilidad pactando que sólo
cauciona hasta cierta parte del valor del título. Pero para que el aval se
tenga por limitado en materia cambiaria, se requiere q,ue el avalista
expresamente lo pacte, lo indique, lo estipule en el propio título valor,
pues de no hacerlo la ley entiende que garantiza el pago total del título.
30) Por último, se admite que el avalista limite su responsabilidad en
cuanto a la persona por cuenta de quien otorga la caución. Repetimos, lo
que ordinariamente ocurre es que el beneficiario del título está interesado
en que el garante o el avalista caucione la responsabilidad de todos los
intervinientes, pero la ley tolera también que el avalista mediante cláusu-
la expresa, mediante una constancia colocada en el documento una esti-
pulación incorporada en él, en lugar de responsabilizarse por el pago del
,..

132 TITULOS VALORES

título, por cuenta de todos los intervinientes, lo haga sólo por uno o por
algunos de los intervinientes. Es lo que se conoce con el nombre de limi-
tación de la responsabilidad del avalista en cuanto a la persona. Corno
consecuencia de no estipularse esa limitación en forma expresa, la ley
entiende que el avalista se ha convertido en garante de la responsabilidad
~c?mbiaria de todos los intervinientes.
} En síntesis, las limitaciones, ya sean por cuantía o por personas, tie-
nen que pactarse expresamente, porque de no hacerlo la ley tiene al
avalista por garante del valor total y por cuenta de todas las partes que
han intervenido en el título. -~
serva- as las limitaciones a la responsabilidad del avalista, exami-
nemos cómo es ésta. El avalista, hemos dicho, es un garante, es una
persona que se responsabiliza del pago del título; su función es de ga-
rantía, de caución.
C\ Pero además de esta situación el avalista puede caucionar o garanti-
zar el pago del título únicamente por cuenta del directo obligado, y
entonces la responsabilidad que asume será la de directo obligado.
\..' Pero también lo puede hacer por cuenta de un indirecto obligado,
!) evento en el cual el avalista contrae la responsabilidad propia de un
indirectamente obligado. En otras palabras, el avalista puede ser obli-
gado directo y obligado de regreso según el puesto que ocupe en el
título la persona o personas por cuenta de quien o quienes ha otorgado
el aval.
Aunque la ley dice que el avalista contrae formalmente la obligación
de su avalado, la verdad es que contrae la responsabilidad del avalado
o de la persona por cuenta de quien otorga el aval. ¿Qué quiere decir
esto?, pues sencillamente que el avalista contrae su propia responsabi-
lidad y que ésta no es exactamente la misma del avalado, toda vez que
la ley advierte que el avalista contrae obligación autónoma, o sea, in-
dependiente, distinta de la de su avalista. ~omo consecuencia de ello,
la obligación del avalista será válida -aun ue la de asalado.ac IQ sea
por cualquier causa, lo cual significa, 9"ueel avalista es un garante, no
es un ganmte accesorio sinoun responsable principal, o mejo autO-
nomo, al pago del título; Qosición que se traduce en que.el avalista
qlJ$fQ..a
obliga o aunque la persóna por cuenta de quien ha otorgado el
~..valno lo esté. .
Corno efecto de que el avalista es un garante, cualquier tenedor pos-
terior al documento puede dirigirse a él para que pague el título, pero
además puede dirigirse directamente a él sin haber requerido previa-
.
-mente al avalado o a las partes anteriores al avalado, porque al contraer -
TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 133

obligación autónoma, independiente, se le entra a aplicar el artículo


785' del Código de Comercio, el cual advierte que el tenedor puede
accionar contra todos, contra uno o contra algunos de los obligados.
En consecuencia el tenedor puede dirigirse directamente contra el ava-
lista. En el evento de que se dirija contra el avalista y éste pague, el
pago que hace el avalista no está llamado a ser definitivamente de car-
go en su patrimonio, sino, por el contrario, lo pagado puede recupe-
rarlo, cobrarlo, accionando en primer lugar contra su avalado y adi-
cionalmente contra aquellas personas contra quienes el avalado puede
exigir el pago.
Empero, cuando afirmamos que el avalista se puede dirigir contra su
avalado y adicionalmente contra las partes anteriores, no estamos dicien-
do que primero deba perseguir o tenga que perseguir al avalado y luego,
a falta de cumplimiento por parte de éste, dirigirse contra las partes ante-
riores. No, el avalista es un cualquier tenedor y, en virtud de la autono-
mía con que están rodeados las responsabilidades de todos los intervi-
nientes en el título valor, puede demandar únicamente a su solo avalado,
a éste y a los demás signatarios anteriores, o sólo a algunos de estos, a
su elección; en los mismos términos que los prevé el artículo 785 citado.
Entonces, si el avalista decide actuar contra su avalado y contra las par-
tes anteriores para recuperar lo que ha tenido que pagar, tendrá que en-
tablar una acción cambiaria, es decir, ejecutiva.

x. AVAL Y FIANZA
Entre el aval y la fianza existe alguna semejanza, pues la fianza es
un modo de caucionar una obligación y el aval es un modo de caucio-
nar o de garantizar el pago de una obligación. Pero tal vez ésta es su
única semejanza, pues en todo lo demás son fundamentalmente dife-
rentes. Enunciemos las principales diferencias .
./' 10) En primer lugar, la fianza está regulada en el Código Civil co-
mo un contrato; en cambio el aval no es un contrato., es un acto cam-
biario, es una declaración de voluntad.
/'20) La fianza es un contrato a través del cual se puede caucionar o
garantizar cualquier clase de obligaciones, en principio, presentes,
futuras, condiciones, a plazo, puras y simples, etc. En cambio, el aval
es una figura cambiaria a través de la cual se busca simple y únicamen-
te caucionar o garantizar el pago total o parcial de la obligación de un
títul~or.
~) La fianza puede sujetarse a condición; el aval no admite la con-
dición o el plazo como ya lo explicamos al advertir que la ley no tolera
134 TITULOS VALORES

la limitación en cuanto al tiempo. Y tampoco puede condicionarse al


aval porque todas las obligaciones cambiarias, de cualquiera de los
intervinientes en un título valor, tienen que ser incondicionales, de tal
§u'erte {fU-..ed ¿mllúta .W ~~ile DhI.iga.rj\t' .de8.d~ cierro y .hasta determi-
nado día, o si sucede talo cual evento, como es posible en materia de
fianza, porque el aval tiene que ser puro y simple y además no puede
er condicionado.
40) El fiador no puede obligar a más de lo que se ha obligado el
deudor principal; en cambio el avalista si puede resultar obligado a
más, en razón a que su obligación se tiene por válida aunque la del
principal no lo sea.
Entonces, en virtud de este principio, puede que el obligado no quede
ay lado, no quede responsabilizado del pago del título valor; sin embar-
o, si puede quedar respondiendo por el pago del título avalado.
50) El fiador es un responsable al pago, en forma subsidiaria, por-
que la fianza es un contrato accesorio; mientras que el avalista es un
obligado autónomo, contrae su propia obligación, no necesita de la
subsistencia o de la validez de la obligación de su avalado para que
quede vinculado, al contrario de lo sucedido en la fianza en donde
cualquier vicio o cualquier defecto del contrato principal afecta la efi-
ea ia del contrato accesorio, porque lo accesorio sigue la suerte de lo
pfincipal.
I 60) El hecho de que la fianza esté concebida como un contrato acce-
sorio conduce también a que el fiador pueda gozar del beneficiario de
excusión, consistente en que puede pedir primero la persecución a su
deudor principal y sólo en la medida que éste no pague pues tendrá que
hacerlo por aquél.
El beneficio de excusión no opera en materia de aval, pues el avalis-
ta no puede aspirar a que primero se demande al directo obligado o a
su avalado y sólo en el evento de que fallen tales acciones él pueda ser
demandado, porque su responsabilidad es tan autónoma como las de

¡ rosdemás y, en consecuencia, lo pueden demandar directamente pres-


cindiendo de los demás obligados o suscriptores del título valor.
70) El fiador puede limitar su responsabilidad; en cambio en materia
de aval hemos visto que la ley únicamente tolera las limitaciones rela-
ti as a la persona por cuenta de quien otorga el aval.
80) Entre el aval y la fianza existe una importante diferencia: La
fianza no se presume, ni se extiende a más de lo expresamente estipu-
lado; en cambio el aval si se presume y puede extenderse incluso más
de lo querido por el propio avalista, en la medida que toda firma colo-
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TEORIA GENERAL DE LOS TITULO S VALORES 135

cada en un título valor sobre la cual no se pueda establecer claramente


el carácter con que ha sido colocada, se tienen por firma de avalista, se
tiene por firma de garante, se tiene por firma de responsable en el pa-
go del título; y en esa medida, quien haya firmado de tal manera, sin
alusiones a la persona ni a la cuantía, la ley lo tiene por responsable
del pago del título por cuenta de todos los intervinientes y del valor
total del título, aunque seguramente su intención no haya sido esa.
90) En materia de excepciones también hay diferencias, pues el fia-
dor puede oponer las excepciones reales y no puede invocar las excep-
ciones personales frente al acreedor. En materia del aval, en razón de
la autonomía consagrada en el artículo 636 ya citado, por ser la obli-
gación del avalista válida, aunque la de su avalado no la sea, se cierra
la posibilidad no solo de invocar con hechos exceptivos las de carácter
personal, sino también los de carácter real. Las de carácter personal
están incluidos siempre en materia de títulos valores, pero las de carác-
ter real tendrían que ver con el hecho de si la obligación del avalado es
válida o no, y ese es un punto ya resuelto por el Código de Comercio,
como hemos afirmado, en el sentido que será responsable aunque la
obligación del avalado no sea válida por cualquier motivo. Por consi-
guiente el avalista no tiene posibilidad de invocar ni siquiera las ex-
cepciones de tipo real, entendidas dentro de este contexto, porque exis-
ten ciertas excepciones, denominadas de carácter absoluto, las cuales
pueden ser invocadas por cualquier obligado en la medida que afectan
la eficacia misma del título; en cambio, las excepciones a las que es-
tamos haciendo referencia simplemente tendrían que ver con la eficacia
de la responsabilidad el avalado.
10) En cuanto a la extinción de la fianza y del aval, hay también no-
torias diferencias, pues en la medida que la del aval es una obligación
autónoma y no admite limitaciones respecto del tiempo, lo hemos di-
cho, la responsabilidad del avalista solamente se extinguirá cuando
suceda alguno de los fenómenos previstos en la ley como extintor de
las responsabilidades cambiarias del avalista. En cambio, en materia de
fianza, si se ha condicionado, y la condición puede ser suspensiva o
resultoria, en el evento de cumplirse o faltar la condición, según el
caso, se extinguirá la fianza o no nacería. Entonces, puede el fiador
limitar su responsabilidad en el tiempo y llegado ese día quedará exo-
nerado de responsabilidad, posibilidad tampoco existente en materia de
aval. Además, todos los fenómenos que afecten la eficacia o la validez
de la obligación del fiado afectan igualmente la eficacia o validez del
fiador, porque, como contrato accesorio, a las responsabilidades del
fiador se le comunican las consecuencias del contrato principal.
136 TITULOS VALORES

Por ello se dice que mientras en la fianza la obligac-ió-n-e-s-Iamisma


y hay pluralidad de obligados, en materia de aval hay pluralidad de
) obligados pero además pluralidad de responsabilidades. No es la mis-
ma responsabilidad la del avalado que la responsabilidad del avalista,
porque el avalista queda obligado aunque el avalado no responda por el
pago del título .
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