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“Consultes hoy la palabra de Jehová”.


1 Reyes 22:5

Procrastinación y motivación
Cómo evitar la enfermedad de posponer las cosas
por June Hunt

Algunas de nuestras tareas son agradables y las realizamos con mucho gusto. Otras son tediosas, por lo que
buscamos la forma de demorarlas. Las primeras, las realizamos con diligencia, pero las otras, las diferimos
con temor. ¿Qué nos puede proveer la motivación para evitar la procrastinación? Algunos pueden
contestar: “el temor”. Pero las “tácticas del temor” pueden paralizar más al negligente. Sin embargo, el
amor es el mayor motivador del mundo. El amor nos puede motivar para cumplir a tiempo… aunque nos
veamos tentados a posponer las cosas. Dios tiene un plan perfecto para nosotros, un plan para lograr mucho
más por medio de nosotros…

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”.


(Hebreos 10:24)

I.DEFINICIONES
Es asombroso que los negligentes sean tan optimistas pensando que tienen la capacidad
de terminar una tarea en el tiempo requerido. Son rápidos para asegurar a otros que
tienen las cosas “bajo control”. Temporalmente se confían pensando que tienen tiempo
de sobra porque han fijado un tiempo imaginario para empezar y creen que cuentan con
una fecha indefinida. De pronto, el tiempo se acaba. El proyecto se hace urgente y el
negligente empieza a lamentarse: “¡Oh no! No tengo nada bajo control. Apenas acabo
de comenzar… ¿Cómo me sucedió esto?”

A. ¿Cuál es el cuadro de la procrastinación?


• Procrastinar significa diferir una acción, posponer sin razón
— Demorarse en hacer algo que debe hacerse.
“El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no
hallará”. (Proverbios 20:4)
• La procrastinación es el “hábito de posponer las cosas”. Esto tiene
repercusiones tanto externas como internas.
—las externas… van desde el incumplimiento de fechas límite para terminar un
trabajo con las consecuencias legales inherentes, hasta la pérdida del trabajo
y la ruptura de las relaciones interpersonales.

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—las internas… van desde el desánimo pasajero y arrepentimiento, hasta la
auto condenación, preocupación, depresión y desesperación.
“También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre
disipador”. (Proverbios 18:9)
• El procrastinador se define en la Escritura como perezoso, indolente, haragán y
torpe.
—La palabra hebrea del Antiguo Testamento ’atsel significa “indolente, ocioso
o perezoso”.
“Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu
sueño?” (Proverbios 6:9)
—La palabra griega del Nuevo Testamento okneros significa “abstenerse de
hacer algo, dudar, demorar”.
“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor” (Romanos 12:11)

PREGUNTA: ¿Hay alguna diferencia entre procrastinación y pereza?


RESPUESTA: Muchas personas suponen que la procrastinación es pereza. Sin
embargo, esta última es sólo una de las causas de la primera. Si usted es
perezoso, tiene un enfoque negligente en cuanto al manejo de sus
responsabilidades. Usted es indolente y decide no hacer sus tareas cuando se
requiere. Por otro lado, puede ser muy productivo, pero a la vez negligente,
porque no empieza sus tareas cuando debe. El que pospone las cosas desea
trabajar, pero se demora; el perezoso carece de deseos de trabajar y se rehúsa a
hacerlo.
“El camino del perezoso [negligente] es como seto de espinos, mas la vereda de
los rectos, como una calzada”. (Proverbios 15:19)

B. ¿Quiénes son los negligentes bien intencionados?


La procrastinación es un comportamiento negativo que generalmente inicia en la
infancia y en cierta forma nos aqueja a todos. Si se convierte en un hábito continuo
que va de ligero hasta grave, es síntoma de determinados “tipos de personalidad”.
Esas personas tienen sentimientos subyacentes de temor, baja auto-estima y de
sentirse abrumados porque se ponen metas inalcanzables. Pueden pensar que deben
hacer todo perfectamente, o de plano, no tienen metas. Todo esto les hace acudir a
la sección de autoayuda de las librerías. Pero la palabra de Dios dice:
“Mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
(Mateo 11:30)
• Pati, la perfeccionista
Pati se paraliza porque no puede cumplir con los estándares irreales que ella
misma se impone. Cree que debe hacer todo a la perfección, pero se detiene
cuando descubre que es imposible alcanzarla. Con esas ideas, es imposible no
paralizarse y descuidar sus responsabilidades. Pati tiene expectativas imposibles
y descubre que se deteriora su auto-estima. Su compañera interna es la

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autocrítica.
PENSAMIENTO:
“Debo hacer esto perfectamente. Algo menos que perfecto significa que he
fallado”.
SENTIMIENTO:
“SI no es perfecto, me siento muy mal”.
REACCIÓN:
“Esperaré hasta que tenga todo en orden para comenzar”.
SUPOSICIÓN:
“SI lo hago perfectamente, seré aceptada… no quiero ser rechazada”.
RESULTADO:
Pati la perfeccionista es negligente porque nunca está satisfecha con sus
logros. No se da cuenta de que Dios no le exige perfección, sino que procure
alcanzar la excelencia. A veces, Pati necesita estar en paz durante sus épocas
de debilidad y confiar en la fuerza del Señor. Él dice:
“…Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.
(2 Corintios 12:9)
• Pablo, el que se siente inferior
Pablo piensa tan mal de sí mismo, que lucha con la sola idea de iniciar algo.
Puesto que no se siente aceptado, supone que nada de lo que haga recibirá
aprobación. Su forma de hablar negativa en cuanto a su persona le imposibilita
cumplir sus metas. Tiende a pensar: “¿Para qué intentarlo?” Cuando comete
errores, en vez de aprender su lección y perseverar hasta terminar la tarea, su
baja auto-estima lo aplasta y sencillamente se da por vencido y deja de
intentarlo.
PENSAMIENTO:
“No puedo hacer esto”.
SENTIMIENTO:
“Soy tan insignificante,… incapaz,… innecesario”
REACCIÓN:
“Aunque trate de hacerlo, voy a fallar”.
SUPOSICIÓN:
“No tiene caso intentarlo… No soy tan bueno como para tener éxito”.
RESULTADO:
Pablo el inferior difiere el momento de iniciar algo porque desconoce la
perspectiva divina en cuando a su valor e importancia y de lo que es capaz
de lograr. No se da cuenta de que Dios no sólo lo creó, sino que también
planeó de antemano las obras que diseñó para que él realizara. La Biblia
dice:

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“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
(Efesios 2:10)
• Alfredo, el temeroso
Él ve la vida como algo riesgoso. Para sentirse seguro, evita las
responsabilidades. Cuando enfrenta un encargo, se siente inseguro y piensa:
“¿Qué pasará si cometo un error grave?” El temor lo paraliza y no puede
continuar porque espera una reacción negativa de los demás. La negligencia de
Alfredo se centra no sólo en su propio rendimiento, que de antemano sabe es
deficiente, sino también en la reacción de otros, que supone será de crítica y
condenación.
PENSAMIENTO:
“Temo fracasar y eso sería horrible”.
SENTIMIENTO:
“Temo empezar algo que puede ir mal y crear conflictos”.
REACCIÓN:
“Si pospongo el trabajo, tal vez no tenga que lidiar con los problemas”.
SUPOSICIÓN:
“Estoy seguro de que fallaré”.
RESULTADO:
El temeroso Alfredo pospone las cosas porque cree que cualquier esfuerzo
de su parte tiene el potencial de acarrear críticas y rechazo… o en el peor de
los casos, ¡una explosión! No se da cuenta de que no debe dejarse controlar
por el miedo, porque aunque se encuentre en una situación abrumadora, él
puede repetir el versículo que dice:
“En Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?”
(Salmos 56:11)
• Lorenzo, el que no tiene metas
Lorenzo no tiene propósito en su vida. Él espera diciendo: Algún día mi vida
tendrá algún valor. Debido a que no tiene una clara dirección, se le dificulta
marcar metas, tomar decisiones y mantenerse en la ruta deseada. Su falta de
propósito le impide iniciar cualquier tarea.
PENSAMIENTO:
“No sé por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo”.
SENTIMIENTO:
“Sin importar lo que haga, es inútil y carece de sentido.
REACCIÓN:
“¿Para qué iniciar esta tarea, si de todos modos no vale la pena?”
SUPOSICIÓN:

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“Debo esperar hasta que sepa realmente lo que quiero hacer”.
RESULTADO:
Como Lorenzo no tiene metas en la vida, difiere su realización porque es
incapaz de entender la forma en que éstas contribuyen a cumplir una meta
significativa. No se da cuenta de que Dios no sólo lo escogió a él, sino que
planeó el curso de su vida, la cual tiene significado y propósito.
“En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del
que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.
(Efesios 1:11)
• Olivia, la abrumada
El escritorio de Olivia parece una zona de desastre. Su teléfono se encuentra
perdido bajo una montaña de cosas pendientes. Su jefe quiere verla en cinco
minutos, pero ya se le hizo tarde para una reunión anterior. Trabaja febrilmente,
pero no encuentra la forma de resolverlo todo. Simplemente no tiene tiempo
suficiente en el día para terminar el trabajo.
PENSAMIENTO:
“Hago lo mejor que puedo, pero no hay forma de terminar a tiempo”.
SENTIMIENTO:
“Mi vida está fuera de control. No puedo hacerlo todo”.
REACCIÓN:
“Puesto que no puedo terminar todo a tiempo, trabajaré en el proyecto que
en verdad disfruto y cuando menos terminaré algo”.
SUPOSICIÓN:
“Lo único que necesito es trabajar más y más rápido… si puedo”.
RESULTADO:
Olivia se siente abrumada y posterga las cosas porque sabe que es
responsable de hacer más de lo que puede realizar en forma significativa con
el tiempo de que dispone. Ella no se da cuenta de que tiene todo el tiempo
que necesita, porque Dios nunca le pide más de lo que puede hacer. Olivia
necesita animarse con el siguiente versículo:
“El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el
tiempo y el juicio. Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del
hombre es grande sobre él”.
(Eclesiastés 8:5–6)

PREGUNTA: “¿Es correcto postergar y diferir una tarea intencionalmente?”


RESPUESTA: Postergar una tarea y diferirla no es lo mismo. Existen razones
legítimas para hacerlo. Esto sucede cuando…
• No es su principal prioridad.
• Aunque parece urgente, no es verdaderamente importante.

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• Le impedirá cumplir con sus compromisos previos.
• Sí es importante, pero no le corresponde a usted hacerlo.
• Puede poner en riesgo su salud o descanso.
• Es demasiado pronto para iniciarla.
Esté consciente de que la decisión de actuar puede parecer lo indicado, pero
en muchas situaciones aunque es la tarea correcta, no es el tiempo adecuado.
“El alma sin ciencia no es buena, y aquel que se apresura con los pies,
peca”. (Proverbios 19:2)

EJEMPLO BÍBLICO:
Postergación intencional
En ocasiones, el Señor Jesús decepcionó a ciertas personas cuando se demoró en
realizar algo en el tiempo que ellas esperaban. Un ejemplo de ello es Marta.
Ella y su hermana María habían enviado un aviso a Jesús diciendo: “Señor, he
aquí el que amas está enfermo”. El Señor sabía que su amigo Lázaro estaba
muriendo. Pero en vez de correr a su lado, él “se quedó dos días más en el lugar
donde estaba”. Para desesperación de Marta, Lázaro murió (vea Juan 11:1–6).
¿Por qué se demoró Jesús? ¿Estaba postergando su regreso insensiblemente?
No. Aunque se llenó de tristeza por la muerte de su amigo, él sabía que los
planes de su Padre celestial eran que él resucitara a Lázaro. Ese acto ayudaría a
los creyentes de todas las edades a creer en el poder sobrenatural de Cristo y a
que enfrentaran la muerte sin temor. Él dijo a Marta:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees
esto?” (Juan 11:25–26)

C. ¿Quiénes son los que postergan intencionalmente?


Los negligentes caen en alguna de las siguientes categorías: los que lo hacen sin
intención y fallan al no terminar los proyectos que en verdad desean concluir a
tiempo. Como describimos en los cinco tipos de personalidad, su procrastinación se
basa en los mensajes recibidos en el pasado y la consecuente inseguridad. Los
postergadores intencionales toman decisiones deliberadas para demorarse en sus
tareas. Son negligentes por diseño, no debido a las circunstancias. Los siguientes
cinco postergadores demoran lo que deben hacer porque:
#1 Están confundidos
• Deciden diferir sus actividades porque no entienden claramente lo que deben
hacer y cuándo.
• En vez de aclarar la confusión, la utilizan para no hacer nada.
#2 Son incapaces
• Deciden demorar sus actividades porque en verdad no tienen la capacidad de

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realizar la tarea.
• En vez de adquirir las habilidades necesarias o hacerse a un lado para que
otra persona trabaje, hacen la tarea a un lado pensando: “Deben haberme
dado este trabajo por error”.
#3 Perezosos
• Son los que deciden demorar la ejecución de sus tareas debido al egoísmo y
la apatía.
• En vez de desarrollar la auto-disciplina y hacer lo indeseable, sólo hacen lo
que les gusta.
#4 Controladores
• Eligen la táctica pasivo-agresiva al diferir sus acciones para controlar, irritar
o lastimar a alguien más.
• En vez de jerarquizar lo que debe hacerse, ponen primero su agenda
personal.
#5 Rebeldes
• Deciden posponer sus acciones para desafiar a la autoridad.
• En lugar de someterse a la autoridad, se erigen a sí mismos en la autoridad
máxima.
“Ellos son los que, rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos, ni estuvieron en sus
veredas”.
(Job 24:13)

EJEMPLO BÍBLICO:
Los 10 espías y los israelitas
Imagínese viviendo en ese tiempo… Usted había visto que…
• En forma sobrenatural, Dios había salvado a los israelitas del cautiverio. (Diez
plagas catastróficas persuadieron al faraón para permitir que se fueran de su
tierra.)
• Igualmente, Dios dividió el mar Rojo. Más de 2.000,000 de israelitas pasaron
por tierra seca hasta la otra orilla.
• En forma sobrenatural, Dios cerró el mar Rojo. Todo el ejército egipcio que
perseguía al pueblo de Israel se ahogó cuando las paredes de agua cayeron sobre
ellos.
Después de observar la forma milagrosa en que Dios proveyó el maná, las
codornices y el agua de una peña, ¿pospondría usted su obediencia? En forma
específica, Dios dio este mandamiento…
“Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de
Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob… y yo enviaré delante de ti
el ángel, y echaré fuera al cananeo… (a la tierra que fluye leche y miel)”.

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(Éxodo 33:1–3)
La procrastinación adopta muchas formas, como vemos que sucedió cuando Moisés
envió a doce espías a recorrer la tierra para que le trajeran un informe.
• Aunque el Señor ya les había prometido la victoria, diez de ellos informaron que
sería imposible para los israelitas alcanzar la victoria porque según ellos: “el
pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y
fortificadas”.
• Esa noche, todo el pueblo empezó a renegar y a quejarse, que es un método
indirecto de controlar la situación. Decían: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de
Egipto!”.
• Es evidente que estaban confusos: “¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra
para caer a espada?”
• Sólo Josué y Caleb tuvieron fe para creer lo que Dios había dicho y
recomendaron seguir adelante. Junto con Moisés, expresaron su confianza en el
Señor. Como resultado, el pueblo se quejó y sus gritos llegaron a un nivel
intolerable. En rebeldía total, “la multitud habló de apedrearlos”.
• Desde el principio y durante todo el éxodo, algunos siguieron siendo perezosos,
esperando que Dios cumpliera hasta sus más mínimos deseos; carecían tanto de
visión como de motivación.
Estas cinco causas de procrastinación, que hacen a un lado lo que Dios manda, se
entienden mejor cuando vemos que los israelitas creían que podían cumplir con la
obra que se puso delante de ellos confiando en sus propias fuerzas. Sintieron temor
porque no se centraron en su Señor, Libertador y Redentor (Vea Números capítulo
13 hasta 14:16.)
Posteriormente, hasta Josué tuvo que decirles:
“¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el
Dios de vuestros padres?”
(Josué 18:3).

II. CARACTERÍSTICAS
A. Las trampas de la procrastinación
¿Qué camino sigue su existencia? ¿Es llano o está saturado de obstáculos? La
procrastinación es una senda llena de baches. No sólo lo demoran en su andar, sino
que también dañan sus relaciones. Cuando usted cae en uno de ellos, pueden
desalinear su auto o hacer que se ponche una de las llantas. De la misma manera,
cuando diferimos las cosas, podemos afectar el trabajo que estamos tratando de
hacer y ¡sacar el aire de nuestras relaciones! Los que posponen sus tareas deben
reconocer que causan problemas a otros al igual que a sí mismos.
“Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen”
(Salmos 17:5)
Lista de comprobación para saber si usted es un procrastinador

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¿Se siente plagado por la procrastinación? las preguntas siguientes le ayudarán a
determinar si su vida va por los baches y si este mal le está afectando
negativamente. Ponga una marca (√) en cualquier pregunta que se aplique a usted.
□ ¿Espera hasta el último minuto para comenzar un proyecto?
□ ¿Reúne los materiales necesarios para los proyectos pero nunca los comienza?
□ ¿Interfiere en el esfuerzo de otros que quieren lograr un proyecto al no
completar a tiempo la parte que a usted le corresponde?
□ ¿Es su propósito trabajar despacio e ineficientemente?
□ ¿Se resiente ante las sugerencias de los demás para que sea más productivo?
□ ¿Evita entrar en competencia con los demás en situaciones en las que podría
fallar?
□ ¿Actúa con indecisión y obliga a los demás a que sean ellos los que tomen las
decisiones?
□ ¿Evade su responsabilidad haciendo que los demás se sientan culpables por
ello?
□ ¿Regatea cuando tiene que comprometerse con algo?
□ ¿Se irrita cuando se le pide que haga algo que no le agrada?
□ ¿Llega siempre tarde a sus citas?
□ ¿Evita cumplir sus responsabilidades porque “se le olvidó”?
□ ¿Es moroso en el pago de sus cuentas y otras obligaciones económicas?
□ ¿Devuelve sus llamadas telefónicas?
□ ¿Se atrasa en responder la correspondencia hasta que es demasiado tarde para
contestar?
□ ¿Vive en un estado de desorganización?
□ ¿Es adicto a las actividades que malgastan su tiempo como la televisión o salir
de compras?
□ ¿Se siente en bancarrota espiritual pero no hace nada para recuperar “el gozo de
su salvación”?
□ ¿Invierte muy poco tiempo en la oración personal, en la iglesia y en su relación
con Dios?
□ ¿Le falta convicción respecto al llamamiento de Dios para su vida y su
responsabilidad delante de él?
“El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la
ciencia”. (Proverbios 21:2)

B. ¿Cuál es el perfil de los procrastinadores bienintencionados?


Todos postergamos algunas cosas periódicamente, pero si se convierte en hábito,
usted no se siente bien consigo mismo y se desploma su valor personal. Todos los
que postergan las cosas pueden identificarse fácilmente con una o más de las
siguientes personalidades. El primer paso para superar su tendencia a hacer las
cosas a un lado es observar con cuidado sus patrones de postergación.
“Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo”
(Proverbios 24:32)

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PERFIL DE LOS PROCRASTINADORES CLÁSICOS
• Pati, la perfeccionista
Pati es una buena trabajadora, pero es implacable consigo misma. Está
profundamente envuelta en un juego mental de auto-engaño en el que se siente
bien cuando la aceptan por sus logros: “Debo ser excelente o no me aceptarán”.
Antes de empezar cualquier tarea, o llevarla a feliz término, debe tener en orden
una larga lista de requisitos.
—“Esto debe quedar perfecto. Lo comenzaré cuando disponga de más tiempo”.
—“Debo esperar hasta estar convencida de que voy a hacer una labor de primera
clase”.
—“No puedo cumplir con la fecha límite. La ampliaré para hacer todo bien”.
—“A pesar de lo que prometí, no puedo entregar este trabajo. Podría tener
errores”.
—“No estoy segura de haberlo hecho bien. Debo repetirlo”.
• Pablo, el que se siente inferior
El pobre de Pablo va por la vida preocupado de lo que otros piensan de él.
Siempre se compara con los demás y en su interior piensa que no vale nada. A
Pablo le gustaría hacer algo importante, pero su sentimiento de inferioridad le
hace ser pasivo y diferir las cosas. Se demora en hacer las cosas más
importantes.
—“¿Para qué empezar? No puedo hacerlo bien”.
—“No tiene caso intentarlo; nunca seré lo suficientemente bueno.
—“Lo que hago no tiene mayor importancia”.
—“No tengo nada valioso qué aportar”.
—“No tengo lo que se necesita para tener éxito”.
• Alfredo, el temeroso
Él es el preocupón clásico. Va por la vida temiendo cualquier clase de
confrontación. El temor al conflicto controla su vida; teme la crítica, la ira, el
rechazo. En lugar de enfrentar las reacciones negativas, hace a un lado las cosas
que las pueden provocar. Mientras tanto, sus ideas basadas en el temor lo único
que producen es más y más procrastinación.
—“Temo ser rechazado si tomo una decisión”.
—“No deseo trabajar en esto ahora y verme mal delante de otros”.
—“Temo que se enojen conmigo, así que mejor lo resuelvo mañana”.
—“No quiero hacerlo. Sólo recibiré más criticas”.
—“Temo que otros vean mi trabajo. Seguro que no lo considerarán
suficientemente bueno”.
• Lorenzo, el que no tiene metas
Lorenzo es semejante a un barco sin timón. No puede dirigir su nave… y
tampoco tiene un mapa. No sabe a dónde va. Ve que otros se fijan metas y las
logran, pero él no tiene dirección en su vida. Él sabe que necesita definir su
curso, pero en vez de hacerlo, se encuentra sin saber qué rumbo tomar.

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—“Me siento atorado; no tengo rumbo”.
—“En realidad no sé que hacer”.
—“Ni siquiera sé lo que quiero”.
—“No sé por dónde empezar”.
—“Siento que voy en la dirección equivocada”.
• Olivia, la abrumada
Se siente sobrecargada de trabajo. No tiene la habilidad de hacer sus tareas a
tiempo. Por lo tanto, vive siempre en aprietos. A menos que aprenda a
jerarquizar sus actividades, seguirá abrumada por tareas en conflicto, su falta de
enfoque, llamadas por teléfono pendientes y las necesidades que otros imponen
sobre ella. Para reducir la sobrecarga que enfrenta, elige hacer primero lo más
fácil en lugar de lo que es más importante. Empieza una tarea y luego otra, pero
falla al no terminar a tiempo ninguna.
—“No puedo hacer nada debido a todos los telefonemas e interrupciones”.
—“Tengo tantas fechas límite, que no sé por dónde empezar”.
—“Estos encargos son demasiado difíciles para mí”.
—“No puedo con toda esta carga de trabajo”.
—“No me gusta decirle que no a nadie”.

C. ¿Cuáles son las excusas de los procrastinadores?


Como se encuentran inmersos en un juego mental de auto-engaño, los que postergan
las cosas se sienten esperanzados y evitan aceptar que algo anda mal. Se convencen
a sí mismos de que realizarán ese trabajo indeseado mañana, negando así que están
posponiendo su deber. El “principio del mañana” es interminable y lo perpetúan
convenciéndose a sí mismos de que tienen justificación para cambiar las
prioridades. El único problema con esto es que ¡el mañana nunca llega!
“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un
año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es
vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se
desvanece”.
(Santiago 4:13–14)
• El que se justifica
—“No estoy listo para empezar ahora mismo”.
—“Lo haré mejor si antes termino lo que estoy haciendo”.
—“Debo esperar a estar verdaderamente inspirado”.
—“Lo haré mejor cuando me siente mejor”.
—“La semana ya está muy avanzada para empezar”.
—“Necesito más tiempo”.
—“Todavía no tengo suficiente información”.
—“Si espero, ¡podré hacer un mejor trabajo!”
—“Ya avancé algo. Lo terminaré después”.
—“Todavía tengo tiempo”.

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—“En verdad he trabajado muy duro, me merezco un descanso”.
—“Tengo la opción de desvelarme para terminar el trabajo”.

III. CAUSAS DE LA PROCRASTINACIÓN


Las relaciones familiares tempranas influyen mucho en todos nosotros. Las palabras
negativas que escuchamos desde niños acerca de quiénes somos y qué hacemos afectan
nuestra mente de por vida. Si usted tiene problemas con la procrastinación, trate de
buscar las razones escribiendo los mensajes que recibió de sus padres y familiares.
Después escriba las convicciones que aceptó en su corazón y que siguen influyendo en
su comportamiento actual.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus
frutos”. (Proverbios 18:21)

A. ¿Por qué se paralizan los perfeccionistas?


Después de una caída estrepitosa, su cuerpo queda paralizado. Lo llevan de
emergencia al médico. Se dan pasos inmediatos para corregir su situación. En la
actualidad, muchas personas han sido diagnosticadas con una enfermedad llamada
“parálisis de procrastinación”, pero evitar buscar la ayuda que tan desesperadamente
necesitan. Es triste, pero la mayoría de los que la sufren no sana con rapidez. Se
reúnen, se ponen metas y fechas límite, planean y vuelven a planear, pero el
problema va más allá de la recomendación más común de administrar bien el
tiempo. Bajo la superficie está un sistema equivocado de pensar que sigue
paralizando al procrastinador. Para encontrar el remedio y sanar, el perfeccionista
necesita aplicar una fuerte dosis de verdades divinas.
Pati, la perfeccionista
Los hijos anhelan amor, alabanza y aceptación. Si no se sienten valorados por lo
que son, sino por lo que hacen, llegan a creer que si se comportan a la perfección
recibirán la aprobación de sus padres.
• Mensajes percibidos:
—“Si no está bien hecho, no vale la pena hacerlo”.
—“Es de vital importancia que sea la mejor”.
—“No soy tan buena como mi hermano, debo mejorarme”.
• Convicción:
—“Es inaceptable tener logros menos que perfectos”.
• Resultado:
—Perfeccionismo
• Problema:
—Puesto que nadie hace nada perfectamente, los perfeccionistas postergan las
cosas para evitar caer en la imperfección.

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• Perspectiva bíblica:
“¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar
por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue
en vano”. (Gálatas 3:3–4)
Pablo, el que se siente inferior
Con frecuencia, quienes tienen baja auto-estima recibieron mensajes de que son
inferiores por lo que hicieron o dejaron de hacer en su infancia. En su interior, están
convencidos de que sus pequeñas fallas infantiles los han hecho unos fracasados y
este mensaje adoptado en la infancia permanecerá con ellos toda la vida.
• Mensajes percibidos:
—“Soy muy tonto”.
—“No puedo hacer nada bien”.
—“Nunca llegaré a ningún lado”.
• Convicción:
—“No tengo valor y nunca haré nada bien, así qué ¿para qué esforzarme?”
• Resultado:
—Baja auto-estima
• Problema:
—Pablo no sabe que fue creado con gran valor. Por tanto, las mentiras que se
repite a sí mismo lo hacen postergar las cosas para evitar que se conozca su
inferioridad percibida.
• Perspectiva bíblica:
“Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis,
pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos”. (Lucas 12:7)
Alfredo, el temeroso
Los hijos anhelan la cercanía con ambos padres, pero cuando su amor es rechazado
y son maltratados desde la más tierna infancia, aprenden a desconfiar de la gente y
las circunstancias.
• Mensajes percibidos:
—“Si no complazco a mis padres, ellos no me amarán”.
—“Quisiera huir y esconderme cuando se enoja mi madre”.
—“Si mi padre no aprueba lo que hago, me culpará a mí”.
• Convicción:
—“Las consecuencias serán terribles si fallo”.
• Resultado:
—Una personalidad basada en el temor
• Problema:
—El temor que siente Alfredo a ser juzgado con dureza afecta su confianza en sí

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mismo y en otros
—El temor debilitante le hace procrastinar evitando a las personas y las
responsabilidades.
• Perspectiva bíblica:
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio”.
(2 Timoteo 1:7)
Lorenzo, el que no tiene metas
Él se bloquea mentalmente cuando trata de ponerse metas. Así como nadie puede
llegar a su destino sin saber dónde es, tampoco puede lograr metas si no las conoce.
A menudo, las personas confunden lo que en verdad es importante para ellas porque
la figura de autoridad de su infancia (padre o madre) tomaba la mayoría de las
decisiones. Por tanto, se hacen demasiado dependientes de otros cuando deben
tomar decisiones. Como adultos, esa confusión los hace indecisos en cuanto a la
dirección que debe seguir su vida.
• Mensajes percibidos:
—“No soy capaz de tomar mis propias decisiones”.
—“Si esta materia no me gusta, me puedo cambiar”.
—“Si me meto en problemas, mis padres los arreglarán”.
• Convicción:
—“Mi vida carece de propósito. Soy incapaz de tomar decisiones”.
• Resultado:
—Carece de metas
• Problema:
—Puesto que Lorenzo nunca ha tenido que fijar ni cumplir con sus metas,
posterga las cosas porque no tiene dirección ni un enfoque claro.
• Perspectiva bíblica:
“En toda labor hay fruto; mas las vanas palabras de los labios empobrecen”.
(Proverbios 14:23)
Olivia, la abrumada
Olivia nunca aprendió a decir que no. Como fue condicionada para agradar a la
gente, nunca aprendió a poner límites cuando las personas invadían sus horarios y
consumían su tiempo. Aunque siempre le gustó ser la salvadora de todos, esa
posición de responsabilidad es insostenible.
• Mensajes percibidos:
—“Cuanto más haga, más popular seré”.
—“Si realizo muchos proyectos, mis padres estarán orgullosos de mí”.
—“No puedo decirle que no a nadie. Soy responsable de hacer felices a los
demás”.

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• Convicción:
—“Yo tengo la solución a los problemas de todos. Me siento bien haciendo
muchas cosas, y me siento mal cuando decepciono a las personas por todo lo
que debo hacer”.
• Resultado:
—Siempre está abrumada
• Problema:
—Las responsabilidades de Olivia son tan abrumadoras que no sabe por dónde
empezar, así que opta por hacer las tareas más fáciles. Se centra en lo que no
tiene importancia en vez de jerarquizar lo más urgente.
• Perspectiva bíblica:
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres”. (Colosenses 3:23)

PREGUNTA: ¿Puedo tener una combinación de razones (causas) para posponer


las cosas que me dificultan superar la tentación de procrastinar?”
RESPUESTA: Sí. Por ejemplo, una persona puede diferir las cosas por temor y
porque se siente abrumada. Otra en cambio, puede hacerlo porque se siente
inferior y carece de metas. Ya sea que difiere las cosas por una o varias causas,
la Biblia dice que podemos superar todas y cada una de las tentaciones de
procrastinar.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios,
que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis”. (1 Corintios
10:13)

B. ¿Por qué los postergadores son artistas de la evasión?


Generalmente se comprometen en muchas actividades, excepto en las que deben
hacer. Una variedad de actividades es más agradable para ellos porque
temporalmente disfrazan su frustración. Así evitan la responsabilidad que los
presiona. Hasta la obra de Dios puede ser una adicción sustituta para estos “artistas
evasivos”.
“Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos”.
(Hebreos 3:10)

EL EVASIVO
• Organiza lo de menor importancia en lugar de lo necesario.
• Realiza tareas triviales en lugar de las prioritarias.
• Pasa demasiado tiempo durmiendo o comiendo para evitar las tareas vitales.
• Se dedica a nadar o a practicar otro deporte, pero descuida el ejercicio
recomendado por su médico.

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• Prefiere responder cartas, llamadas o correos electrónicos cuando debería
atender otras tareas.
• Se dedica a leer, jugar solitario, ver televisión o cualquier otro entretenimiento
para sentirse bien si difiere las cosas.
• Hace el trabajo de la iglesia, de los hijos o cualquier otro buen trabajo pero ante
los ojos de Dios difiere el trabajo principal.
Ninguna de las actividades anteriores es incorrecta en sí misma, pero deben
jerarquizarse. En ocasiones, lo bueno es enemigo de lo mejor. Nuestro Señor
Jesucristo presentó este principio en el sermón del monte.
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas”.
(Mateo 6:33)

C. ¿Por qué los que se sienten mártires incumplen con las fechas
límite?
Los mártires están motivados por su necesidad de sentirse importantes, así que se
responsabilizan por multitud de tareas, pero terminan difiriéndolas, sintiendo que
todo está contra ellos. Aunque se quejan con todos de que tienen demasiadas cosas
qué hacer, nadie parece notarlo y mucho menos reciben ayuda. Se sienten
carcomidos por la auto-compasión, pero sólo hacen intentos fallidos por cumplir las
fechas límite. Se desaniman y dan por vencidos con facilidad, pero a pesar de ello se
las arreglan para convencer a los demás de que es inevitable que incumplan con su
compromiso. Después de todo, ¿quién puede hacer todo lo que el mártir tiene que
realizar?
“No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se
descubra”. (Proverbios 18:2)

EL MÁRTIR DICE:
• “Me interrumpen de continuo”.
• “No me dieron suficiente tiempo para terminar la tarea”.
• “No tengo lo que necesito para hacer este trabajo”.
• “Mis condiciones de trabajo no me ayudan a hacer esta obra”.
• “¡No logro que otros cooperen conmigo!”
• “Continuamente me piden que haga otras cosas”.

D. ¿Qué otros factores contribuyen a diferir las cosas?


Olivia se sienta mirando a los montones de papeles frente a ella. Cuando Lorenzo
llega y le pregunta: “¿Ya tienes alguna idea para escribir tu historia?” Olivia
responde: “Estoy esperando que me venga la inspiración”. Después exclama con
dramatismo: “La creatividad no es como una llave que puedes abrir… ¡debes estar
en el estado de ánimo correcto!” Lorenzo pregunta: “¿Y cuál es ese?” Ella

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responde: “El pánico de último momento”.
Al igual que Olivia, no debiéramos ser motivados por el pánico, pero aún así, con
frecuencia dejamos que nos motiven las crisis de último momento. Es triste, pero
compartimos el sentimiento que refleja el siguiente versículo:
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,
eso hago”
(Romanos 7:15).
• Patrones de comportamiento aprendidos. Podemos aprender la disciplina que
se requiere para realizar nuestras tareas y también aprender a postergarlas. Esto
significa que
—Podemos desaprender el patrón de la procrastinación.
—Nadie tiene que seguir siendo esclavo de las conductas destructivas.
Cualquiera puede cambiar.
“Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá
consejo”. (Proverbios 1:5)
• Falta de entrenamiento en la auto-disciplina. La falta de capacidad de
organización es un problema técnico. Más a menudo, la procrastinación es un
problema emocional, como temor al fracaso, baja auto-estima, perfeccionismo,
deseo de que todo sea perfecto, etc. Esto significa que…
—Debe resolverse cualquier problema emocional subyacente.
—Es inútil enseñar organización al procrastinador si antes no se resuelve el
problema emocional subyacente.
“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido
lo alcanzará”.
(Proverbios 20:5)
• Falta de capacidad para administrar proyectos. Cuando la persona se siente
abrumada por la enormidad de la tarea, no puede ver los componentes
individuales que pueden administrarse siguiendo un orden. Esto incluye…
—Creer que las cosas deben ser perfectas en el primer intento.
—Ver la tarea como una imposición en vez de esperar a tener la satisfacción de
terminar un trabajo.
“Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la
plata”.
(Proverbios 16:16)
• Carecer de la habilidad de administrar el tiempo. Si cuando se realiza un
proyecto no se utiliza el tiempo sabiamente, puede surgir un desastre. Esto
incluye…
—No calcular correctamente el tiempo que se requiere o no asignar tiempo
suficiente para terminar la tarea.
—Utilizar mal el tiempo asignado para terminar la tarea o tratar de hacer otras
cosas durante el tiempo designado para ella.

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“Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno”.
(Job 34:4)

E. La raíz del problema


Debido a que siempre están presentes las necesidades internas que Dios nos ha dado
de amor, reconocimiento y seguridad, la procrastinación puede convertirse en una
estrategia de protección para esconder los temores subyacentes de temor al rechazo,
incapacidad y fracaso. Los que posponen las cosas se aferran tenazmente a una
forma de pensar auto-crítica que les impide empezar o terminar las prioridades
cotidianas de su vida. Sus creencias falsas los mantienen en un ciclo de temor,
frustración y fracaso.
CREENCIAS FALSAS:
• La necesidad de amor…
“No puedo iniciar esto porque la única forma de ser aceptado(a) es hacerlo
perfectamente”.
• La necesidad de reconocimiento…
“Primero voy a hacer lo más sencillo para sentirme reconocido al lograr algo
por el momento”.
• La necesidad de seguridad…
“Es mejor no hacer nada que arriesgarme a fallar”.
CREENCIA CORRECTA:
La procrastinación sólo agrava mi sentido de incompetencia y fracaso. Sólo
puedo llenar mis necesidades internas de amor, reconocimiento y seguridad
entregando a Cristo el control de mi vida. Él me dará poder para vencer la
procrastinación y la capacidad para organizarme a medida que le permito
desarrollar su disciplina en mi vida.
“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,”. (2
Corintios 3:5)
¿Cuál es la procrastinación máxima?
La más costosa es demorar la decisión de recibir a Jesucristo como Salvador y
Señor personal. Muchos se justifican diciendo… No estoy listo.… Todavía hay
tiempo… Algún día lo haré…, mañana…, otro día. Sin embargo, ¡ese día nunca
llega! Pero la Biblia dice: “Hoy es el día de salvación” (2 Corintios 6:2).

¿DESEA DEJAR DE POSPONER LAS COSAS? ENTONCES, ACEPTE


QUE…
#1 El propósito de Dios para nosotros es que seamos salvos
—¿Qué motivó a Dios a enviar a su Hijo a la tierra? ¿Condenarnos?
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No… Mostrarnos su amor ¡y salvarnos!
“Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquél que cree en él, no se pierda, mas tenga vida
eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él”. (Juan 3:16–17)
—¿Cuál fue el propósito de Jesucristo al venir a la tierra? ¿Hacer todo perfecto?
No… ¡Darnos vida abundante!
“Yo [Jesús] he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”. (Juan 10:10)
#2 Nuestro problema es el pecado
—¿Qué es el pecado exactamente?
Significa vivir independientemente de lo establecido por Dios; equivale a
saber lo que es correcto pero decidir hacer lo malo.
“y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. (Santiago 4:17)
—¿Quiénes han pecado?
Todos hemos pecado.
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
(Romanos 3:23)
—¿Cuál es la principal consecuencia del pecado?
La muerte espiritual, que es la separación espiritual de Dios
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 6:23)
#3 La provisión divina para nosotros es el Salvador Jesucristo
—¿Hay algo que pueda eliminar el castigo del pecado?
Sí. Jesucristo murió en la cruz para pagar personalmente por el castigo que
merecía nuestro pecado.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:8)
—¿Cuál es la solución para no vivir separados de Dios?
Recibir a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor personal.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí”. (Juan 14:6)
#4 Lo que nos toca hacer es rendirnos.
—¿Cómo nos rendimos a Cristo?
Creyendo y confiando en Jesucristo como nuestro Salvador y Señor personal
y renunciando a nuestro derecho a vivir conforme a nuestros deseos.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios”. (Juan 1:12)
—Acepte la gracia de Dios y rechace las obras personales con las que desea
recibir la aprobación divina.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”. (Efesios 2:8–
9)

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—Entregue a Cristo el control de su vida y sígalo.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
(Mateo 16:24–26)
—Ore pidiendo que Cristo venga a su corazón.
“Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. (Hechos 2:21)
—¿Cómo oro?
“Dios, acepto que en muchas ocasiones he escogido hacer lo malo. Por eso
sé que he pecado. Te pido perdón por mis pecados. Quiero pedir que
Jesucristo venga a mi vida y sea mi Salvador y mi Señor. Te entrego el
control de mi vida y te agradezco por lo que él va hacer en y a través de mí.
Gracias por salvarme. Hago esta oración en el nombre de Jesús. Amén”.
En el momento en que usted elige creer en Cristo y entregarle su vida, él le da
de su Espíritu para que viva en usted. Después, ese mismo Espíritu de Cristo le
otorga su poder para vivir en plenitud como Dios lo planeó para usted. Si usted
desea ser completamente perdonado por Dios y ser la persona que Dios quiso
que usted fuera al crearlo, usted puede decírselo con una sencilla pero sincera
oración como esta:

ORACIÓN DE SALVACIÓN
“Dios, quiero tener una relación verdadera contigo. Acepto que en ocasiones he decidido seguir mi camino y
no el tuyo. Por favor, perdona mis pecados. Jesucristo, gracias porque moriste en la cruz para pagar por mis
pecados. Ven a mi vida y sé mi Señor y Salvador. Con tu poder, hazme la persona que me creaste para ser.
Lo pido en tu santo nombre, Amén.”

¿QUÉ PUEDE ESPERAR AHORA?


Si oró con sinceridad, sepa que desde este día en adelante, a medida que usted se
somete al Señor, él le ayudará a vencer la procrastinación de su vida. Él siempre lo
llevará en la dirección correcta. Observe lo que la palabra de Dios dice acerca de lo
que él hará con aquellos que confían en él.
“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu
diestra para siempre”.
(Salmos 16:11)

IV. PASOS PARA ENCONTRAR LA SOLUCIÓN


Sin importar cuál sea la causa de la procrastinación, si está enraizada en la infancia o
no, las personas que constantemente posponen las cosas demuestran una irresponsable
falta de entendimiento de lo que son sus obligaciones y de respeto a los sentimientos de
los demás. La Biblia dice:

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