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FEDERACIÓN 3 DE JUNIO

BOMBEROS VOLUNTARIOS
TUCUMÁN

MANUAL

BÚSQUEDA Y RESCATE

K9
Introducción a la
Búsqueda y Rescate con canes
Módulo 1
Búsqueda y rescate con canes: vinculación al
contexto y rol del Bombero Voluntario

Breve reseña histórica acerca del origen y desarrollo de la actividad de búsqueda y rescate con
perros
La actividad con perros aplicada a la búsqueda y rescate de personas, se inició a mediados del siglo
XVII, en el suroeste de Suiza, cuando monjes de un albergue para viajeros y peregrinos, en los Alpes
italianos, llamado el Gran Hospicio de San Bernardo, comienzan a criar perros para el salvamento de
viajeros que se extraviaban en la niebla o nieve. De allí, además, nace la raza San Bernardo con Barry,
un perro que acredita haber salvado más de 40 personas durante sus 14 años de vida.
También en Suiza, durante la Primera Guerra Mundial 1914-1918), se comienzan a adiestrar los
primeros perros sanitarios para localizar a los caídos en el campo de batalla,
También en Suiza, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918–, se comienzan a adiestrar los
primeros perros sanitarios para localizar a los caídos en el campo de batalla.
En los últimos 40 años, tomó mayor auge a partir de hechos que impactaron al mundo como: el
terremoto en la ciudad de Méjico en el año 1985, el terremoto en Spitak –Armenia– en el año 1988
y el atentado a las Torres Gemelas, Nueva York –Estados Unidos–, en el año 2001.
En nuestro país, durante la guerra de las Islas Malvinas, en el año 1982, un grupo de perros
denominados “de guerra”, pertenecientes a la Infantería de Marina con asiento en Puerto
Belgrano, Buenos Aires, a pesar de que su tarea específica era la defensa, la protección de puestos
de comando y la detección de los del enemigo, entre otras, participaron activamente en la búsqueda
y rescate de soldados heridos.
Otros dos hechos lamentables sucedidos en nuestro país, como los atentados terroristas a la sede de
la Embajada de Israel, el 17 de marzo de 1992, y a la de la A.M.I.A., el 18 de julio de 1994, en los cuales
quedaron sepultadas tantas vidas, visibilizaron la importancia del trabajo de detección de los perros
para facilitar y acelerar las tareas de rescate. En este último evento, en el atentado a la sede de A.M.I.A.,
participó sólo un binomio argentino, el guía Juan Carlos Lombardi con su perro Lupo, luego, se
incorporaron otros llegados de Israel. Desde este tiempo, comenzó a desarrollarse considerablemente
la actividad en nuestro país en distintos ámbitos, tanto en las fuerzas de seguridad, bomberos, como
en grupos civiles.
Del mismo modo, en Córdoba, algunos sucesos impactaron e hicieron visible la necesidad de incorporar
perros a las tareas de búsqueda y rescate, uno de ellos, fue la búsqueda de cuatro niños, entre 9 y 11
años, en las Altas Cumbres, en 1986. Luego de seis días, fueron encontrados sin vida bajo la nieve,
debido a que, durante la noche del día que escaparon, nevó considerablemente con temperaturas de
-15°C.

El movimiento a nivel mundial de la actividad fue acompañado de la investigación, la práctica y


publicación de experiencias, lo que posibilitó el desarrollo de conocimientos científicos en cuanto a la
genética, constitución anatómica, fisiológica y emocional del perro y su adiestramiento. Los más
reconocidos adiestradores e instructores a nivel mundial se formaron en los deportes caninos, tanto
las líneas de trabajos, el desarrollo de conocimientos, como los perros, gradualmente, migraron a otros
ámbitos como el militar, policial o de bomberos.

La función específica del perro de búsqueda y rescate, es la detección, a través del olfato, de
personas desaparecidas, ya sean éstas visibles o no en la superficie, estén o no con vida. El
entrenamiento del perro es desarrollado por el guía, persona formada para tal fin y ambos
conforman una dupla a la que, por convención internacional, se la denomina binomio de búsqueda y
rescate. Por lo tanto, las intervenciones, se realizan en conjunto, ambos buscan la persona
desaparecida, pero el rescate lo realiza el guía-bombero o, más frecuentemente, el equipo de
rescate.

El campo de acción es sumamente amplio y diverso, la clasificación de las categorías de la


especialidad está aún en revisión y debate, por lo cual, intentaremos a continuación, hacerlo según
dos criterios: de acuerdo al lugar donde el perro busca las moléculas de olor, y de acuerdo a si éste
busca una persona determinada o no.

Según el lugar donde el perro busca las moléculas de olor, las especialidades se clasifican en:

• Canes de venteo: estos perros llevan la nariz alta buscando el olor en el aire, valiéndose de las
corrientes de viento para su transporte. Poseen la habilidad de detectar dónde está la fuente de olor.
Según el olor al que estén entrenados para buscar, serán perros de venteo de personas vivas o perros
de venteo de restos humanos (R.H.).
• Canes de rastreo: éstos, a diferencia de los del venteo, siguen las moléculas de olor que dejó una
persona en el suelo al desplazarse. Dentro de esta clasificación, existen dos sub especialidades: Rastreo
Específico y Mantrailing.
• Rastreo Específico: el perro sigue más fielmente el rastro de la persona ya que, además del olor
específico, se vale mucho de las alteraciones del suelo que produce esta al pisar (huellas).
Es decir que estos perros siguen el rastro huella a huella –en inglés “tracking”– sin despegar la nariz del
suelo.
• Mantrailing: el perro se guía más por las moléculas de olor desprendidas de la persona que está
buscando y éstas pueden haber caído a cierta distancia del recorrido exacto que realizó esta –en inglés
“trailing”–. Es decir que, el perro de mantrailing, puede recortar tramos del recorrido de la persona y,
al aproximarse al objetivo, puede dejar de rastrear y pasar a ventear, es decir comenzar a usar el olor
que le trae el viento.

Estas técnicas son generalizaciones, ya que el buscar es natural en los perros y todos utilizarán una
combinación de ambas según las circunstancias lo requieran.

Según si el perro está entrenado para buscar el olor del ser humano en general o de uno en
particular, las especialidades se clasifican en:

• Canes que buscan el olor genérico: suele ser el caso de los perros de venteo que se usan en las
situaciones de desastres, ya que deben alertar ante la presencia de cualquier ser humano que
detecten.
• Canes que buscan el olor específico: son entrenados para que busquen el olor de referencia o específico,
perteneciente a una persona en particular. Para ello, antes de comenzar la búsqueda, se le presenta el
olor de la persona a buscar.

El extravío accidental o el desconocimiento del paradero de una persona supone una emergencia en
la que está en riesgo la vida e integridad física de la misma, por lo que, el bombero, en su función de
servidor público, debe cumplir con la misión establecida en el texto de Ley Nacional de Bomberos
Voluntarios de la República Argentina N°25054, Artículo 2º: “Las asociaciones de bomberos
voluntarios tendrán por misión la prevención y extinción de incendios y la intervención operativa
para la protección de vidas o bienes que resulten agredidos por siniestros de origen natural,
accidental o intencional.”
El 23 de julio de 2011, se creó el Departamento de Búsqueda y Rescate K9 del Centro de Capacitación
y Programación “Crio. Juan Carlos Mulinetti”, dependiente de la Federación de Córdona, con diez
cuerpos de bomberos voluntarios incluidos formalmente y que, contaban con binomios entrenados
en la especialidad. El sistema de dicha federación es el primero de Argentina en contar con un
departamento de búsqueda y rescate con canes, aspecto que posibilita colaborar en la formación de
binomios en otras provincias.

El Bombero Voluntario en el rol de guía y adiestrador


Desarrollar la especialidad de búsqueda y rescate con canes y ser Bombero Voluntario implica un plus
que juega a favor, ya que, en la formación específica como bombero, se incluyen conocimientos
inherentes al rescate de personas.
Este proceso de formación posibilita, entre muchos otros, el aprendizaje de:
• Evaluación de escenarios.
• Manejo de GPS y sistemas de comunicación.
• Técnicas de búsqueda.
• Mantenimiento básico de vida.
• Técnicas de extricación.
• Trabajo en equipo.
• Atención psicoemocional al implicado, familiares o personas cercanas.

El bombero formado en esta especialidad, desempeña un doble rol, el de guía y adiestrador


simultáneamente, es decir, guía en cuanto a que participa activamente en la gestión de la búsqueda,
posee el “mapa mental”, la información de lo que sucede, toma decisiones, pone en situación y da
órdenes que direccionan al perro para el trabajo y, adiestrador, por cuanto es quien potencia a
través de la enseñanza, los comportamientos propios de su especie para el servicio de búsqueda de
personas.
La construcción de dicho rol, implica un proceso de formación y trabajo diario como binomio.

En lo que compete al guía-bombero:


• Liderar un comando de incidente en la búsqueda de una persona, no obstante, para ello, sabrá:
o Desarrollar operaciones de búsqueda y localización de personas en escenas rurales,
acuáticas, urbanas y de colapso estructural.
o Organizar, planificar y distribuir los recursos más efectivos en las áreas de
búsqueda.
o Interpretar la información que surge de la investigación del caso y relacionarla con
el perfil de persona extraviada y planificar en consecuencia.

Particularmente, para la especialidad de Rastro/Mantrailing, sabrá:


• Técnicas de levantamiento de muestras.
• Buscar evidencias positivas y descartar las negativas.
• Buscar a la persona desaparecida por olor específico, tanto en zonas rurales como en urbanas.

En la especialidad de Restos Humanos estará preparado para:


• Buscar, junto a sus canes, personas sin vida en todo tipo de ambiente terrestre, en superficie o
enterradas, en zonas rurales o urbanas, pudiendo sus perros discriminar y descartar restos de otros
animales.
• Detectar los cuerpos en ambientes acuáticos en el caso de personas sumergidas, trabajando
desde la costa o embarcados.

En lo que respecta a los aprendizajes a alcanzar por el perro, se espera que logre:
• Trabajar dentro de ámbitos diversos, tanto urbanos como rurales, demostrando que
está perfectamente habituado a todo tipo de escenarios y medios de locomoción.
• Relacionarse con todo tipo de seres humanos, miembros de su especie y de otras.
• Responder en todo momento a las directivas de su guía.

El proceso de formación en general, tanto del bombero como del perro, posibilita la inclusión de un
recurso sumamente valioso al servicio institucional, a fin de desarrollarlo con mayor excelencia y
profesionalismo.

Los perros de búsqueda y rescate… ¿Trabajan, son explotados o se divierten?


Para iniciar, decimos que, hasta el momento, no se ha logrado una declaración de derechos mínimos
para los animales. En nuestro país, el 27 de septiembre de 1954, se sancionó la Ley 14346 o “Ley
Sarmiento” de "malos tratos y actos de crueldad a los animales", que fue incluida en el Código Penal
y se la considera pionera a nivel mundial. Si bien, hoy se encuentra algo desactualizada, promovió
un giro fundamental en el concepto legal de los derechos animales.
En los últimos años, se observa un consenso intergubernamental en reconocer a los animales como
seres capaces de sentir y sufrir, con necesidades de bienestar a respetar y que la crueldad hacia ellos
debe terminar. Esta nueva visión, ha dado lugar a lo que se conoce como las cinco libertades
animales, a saber:
• Libre de hambre, sed y desnutrición
• Libre de temor y de angustia
• Libre de molestias físicas y térmicas
• Libre de dolor, de lesión y de enfermedad
• Libre de manifestar un comportamiento natural.

Si bien, hoy, es impensable no cumplir estos mandatos con nuestros perros, el quinto punto tiene
una característica particular. Partimos de considerar que los perros, como descendientes de los
lobos, entre sus instintos más arraigados y de los cuales disfrutan, se encuentra la caza. Son pocos
los ámbitos en los que esta actividad puede ser practicada por un perro que no viva en un ambiente
silvestre, sin embargo, para nuestro perro, cada búsqueda, implica jugar a una cacería. Desde el
comienzo del entrenamiento, con el juego de poste, hasta encontrar un figurante en medio del
campo o debajo de complejas estructuras colapsadas, es un proceso natural en el que el perro
manifiesta su instinto de caza de modo libre y espontáneo.
Pero, además, los perros de las razas que realizan actividades en esta especialidad, aman jugar a lo
largo de toda su vida, como sucede en muchas especies, incluida la nuestra, el juego es una forma
de aprender.
Los perros de búsqueda y rescate aprenden a lo largo de su adiestramiento a través del juego, para
ellos un día sin entrenar no es un día de descanso, sino algo cercano a un castigo.
El juego, permite al perro enfrentar situaciones diversas una y otra vez hasta dominarlas, en un
proceso de maduración, en el cual aprende a perfeccionar el uso de sus sentidos, su cuerpo, a
resolver problemas y comprender su rol en el equipo que forma con su guía-bombero. En ese
crecimiento, que en cierta forma es intelectual, el perro aprende y disfruta la incertidumbre del
nuevo desafío que le presenta su guía-bombero y lo hace más resiliente ante la frustración.

Otro aspecto fundamental, además del juego, es la inclinación natural del perro al trabajo en equipo,
son seres sociales y colaborativos, por lo que, algo tan simple como compartir con su guía-bombero
el juguete que logró obtener del figurante, configura una vivencia natural que encierra las bases de
una relación intersubjetiva, equilibrada, confiable y motivadora. Al trabajar en equipo con nuestros
perros, compartimos el control de las emociones, realizamos ejercicios físicos y, como si todo esto
fuese poco, nos divertimos junto a ellos replicando un comportamiento tan ancestral como natural,
entre el hombre y el perro.
Si bien, generalmente, nos referimos a ellos como “perros de trabajo”, concluimos que, en el
correcto desempeño de la actividad, en ningún momento existe una condición de explotación que
vulnere sus derechos, al inicio mencionados.

Buenas prácticas del guía-bombero


A continuación, intentaremos expresar algunos aspectos significativos que hacen a las buenas
prácticas.
• Ser empático con el perro, demostrarle afecto, ser respetuoso de sus necesidades y
tiempos. Que sea un animal, no implica que vulneremos su integridad física o emocional,
tiene derechos por los que debemos velar.
• Ser observador, “leer”, interpretar sus modos de comunicación.
• Ser paciente en el proceso de entrenamiento ya que, a veces, el perro no logra en el
primer intento el comportamiento que deseamos, pero debemos sostenerlo hasta que lo
logre y, en ese proceso, ser creativos, idear acciones o modificaciones que, para cada perro,
serán específicas de acuerdo a sus particularidades.
• Apostar a la formación continua a través de las diferentes propuestas existentes tanto
a nivel provincial, nacional e internacional.
• Sostener asiduamente el entrenamiento con el perro. Los tiempos de los perros son
diferentes a los tiempos humanos, para el perro un mes sin entrenar es un período
extremadamente largo si pensamos que el promedio de vida de éste es de
aproximadamente 10 años y, como perro de trabajo, 8 años.
• Organizar las sesiones de trabajo, ser disciplinado y documentar el acontecer de cada
entrenamiento, los avances, dificultades, novedades y toda otra información de interés para
mejorar.
• Permitir que el perro manifieste su comportamiento natural, su modo de expresión en
el juego, en la exploración y el desarrollo de los vínculos con otros integrantes de la familia.
• Procurar un estado emocional equilibrado, apropiado para abordar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, dejando de lado las preocupaciones y concentrándonos solamente
en nuestro can, y en su vínculo con nosotros. El estado emocional más productivo consiste
en disponerse a disfrutar de la sesión, y lograr también que el perro disfrute de ella, y que
para nadie sea una obligación con la cual hay que cumplir.
• Elegir un momento y espacio donde no haya interrupciones, ni distracciones,
especialmente, si se va a adiestrar un cachorro en una conducta nueva para él. Ni la radio,
ni la televisión, ni el celular deben atentar contra esta tranquilidad.
• Enseñar, además, al cachorro, conductas que hacen a la convivencia diaria y que lo
integrarán armoniosamente al clan familiar a fin de que disfrute sin sufrir ansiedades.
• Intentar canalizar las motivaciones del perro con actividad diaria variada que incluya
paseos con su guía –exploración–, interacción con otros perros y personas –sociabilización–
, juegos –presa– y sesiones de entrenamiento donde aprenda las conductas que se le
propongan –control–. Un perro de trabajo, es aquel que disfruta mientras está en actividad,
de esta manera estará emocional y psicológicamente estimulado.
Introducción a la
Búsqueda y Rescate con canes
Módulo 2
Pasos del perro hacia convertirse
en can de búsqueda y rescate de personas

En el presente módulo abordaremos las características de los perros al momento de llegar a nuestras
manos, y en los primeros meses de convivencia con nosotros. Creemos que es fundamental una
comprensión, dentro de lo posible, de las cualidades de los perros, sus motivaciones, las similitudes
y diferencias con nuestra especie, ya que ello ayudará a la construcción de una relación sana y
productiva en la cual ambos, guía-bombero y perro, disfruten tanto del trabajo juntos, como de una
convivencia armoniosa.

Respecto al perro, el primer paso será elegir una raza determinada, existen varias en las cuales se
han desarrollado líneas de trabajo que, en general, aportan características muy favorables para la
actividad. Una vez elegida, será momento de optar por un criadero que se dedique a la misma y,
luego, dentro de una camada de cachorros que nos ofrezcan, seleccionaremos nuestro futuro
compañero de trabajo, temática que desarrollaremos específicamente en el apartado referido a los
test de selección.
Esta es una decisión importante, ya que el perro adquirido será nuestro compañero durante muchos
años y el potencial genético que traiga de nacimiento, unido a un buen trabajo de cría de parte del
criadero y recría de nuestra parte, serán factores decisivos en el resultado que deseamos lograr: un
excelente K9 de búsqueda y rescate.
Del Homo sapiens y el lobo, al binomio guía-perro en búsqueda y rescate
El Homo sapiens, nuestra especie, surgió en el continente africano hace unos 200.000 a 350.000
años, según el autor que se consulte. Un pronunciado cambio en las condiciones climáticas en el
Cuerno de África, hace aproximadamente 70.000 años, de una fase húmeda llamada "Sáhara verde"
a condiciones más secas que las actuales, provocó en los 20.000 años siguientes, la migración de los
primeros humanos hacia el norte, pasando por Medio Oriente hasta llegar a Europa.
Ellos eran físicamente como nosotros y se caracterizaban por su cultura de cazadores recolectores,
y por vivir organizados en clanes o grupos familiares. Eran gregarios y sociales, brindaban cuidado y
protección a los más jóvenes, cazaban en grupos, para lo cual necesitaban un sistema de
comunicación y organización que les permitiera trabajar en equipo.
En esa época, la de la migración, otra especie, el lobo euroasiático, habitaba el continente europeo,
vivía en jaurías, formadas por individuos generalmente emparentados, en las cuales todos los
adultos colaboraban con el cuidado de los cachorros. Poseían complejos sistemas de comunicación
que les permitían cazar en equipo, coordinando acciones entre varios individuos, hasta docenas de
ejemplares.

Es así que, hace unos 30.000 años, aproximadamente, humanos y lobos comenzaron a convivir en
el mismo territorio; aún no se sabe con certeza cómo ocurrió la domesticación.

Los estudios arqueológicos demuestran que el tiempo transcurrido entre el encuentro de ambas
especies y el inicio del proceso de domesticación, fue relativamente breve.
Según los expertos, ambas especies se beneficiaron de una coexistencia inicial, los lobos
aprovecharon los restos de comida que dejaban los humanos en los lugares de caza o cerca de sus
asentamientos y los humanos se beneficiaron de la protección y defensa frente a otros
depredadores en las proximidades de sus poblados, configuración que se denomina “pacto entre el
hombre y el lobo”.

Con el transcurso de los años, el lobo se domesticó, convirtiéndose en perro, primer animal
domesticado por el hombre. La evolución se produce por selección natural, ya que se propone que
fueron los lobos menos tímidos los que se acercaron al humano –algunos expertos sostienen que
fueron los más sumisos y neoténicos y, por selección artificial, pues los humanos posiblemente
eligieron a los que les resultaron más útiles para que se reprodujeran.

Todos los perros domésticos de todas las razas descienden de una sola especie, posiblemente
desaparecida, del antiguo lobo euroasiático. Los perros son lobos, ya que estas dos especies
comparten el 99,95% de los genes en su ADN.

Así fue que la unión prosperó y el humano, conforme se dispersaba territorialmente por Europa,
Asia, Oceanía, más tarde a América, el perro también. Al principio, el perro era un animal de trabajo,
colaboraba en la cacería, custodiaba los asentamientos humanos, luego, con el advenimiento de la
ganadería, se ocupó del pastoreo y al llegar la agricultura, colaboraba con el control de plagas que
consumían el grano almacenado.
Cuando los humanos comenzaron a vivir en poblados y ciudades, muchos perros pasaron a
desempeñar el papel de animales de compañía, convirtiéndose en mascotas, brindando su
comprensión y amor incondicional.

Luego de un largo camino de relación y convivencia entre el humano y el perro, llegamos a la


actualidad con una diversidad significativa de ámbitos en donde el perro se incluye, desempeñando
distintas funciones en contacto con humanos, como:

• perros de detección: BYR, drogas, explosivos, billetes, chinches, odorología forense,


entre otros;
• perros de terapia;
• perros de asistencia a personas con imposibilidad visual, auditiva o motrices, u otras;
• perros de trineo;
• perros de pastoreo;
• perros de guerra y policiales;
• perros de caza;
• perros de deportes: IGP, Canicross, Agility, Mondioring, Dogdancing, Flyball, entre
otros.
Temperamento y carácter: factores claves en el comporta miento del perro
El adiestramiento implica un proceso mediante el cual se intenta que el perro aprenda un nuevo tipo
de comportamiento. Si bien, es una temática compleja y sumamente amplia, sólo desarrollaremos
aquí, los conceptos principales.
Al referirnos a comportamiento hacemos mención al “modo de ser” del perro, a todos los aspectos
de la conducta que lo caracterizan, como: si es sumiso, agresivo, atento, dominante, cariñoso, etc. A
ellos, también se los denomina rasgos de “personalidad” o “perralidad”, son resultantes de la
constitución genética y el ambiente, aspectos a partir de los cuales se desarrollan todos los seres
vivos.

De cada uno de ellos, derivan dos términos específicos para explicar el comportamiento, a saber: el
temperamento y el carácter.

El tipo de temperamento resultante, será responsabilidad del criador, ya que este selecciona los
ejemplares reproductores cuyas características temperamentales son las deseables a transmitir a la
descendencia.
El temperamento del perro es de interés al guía-bombero en tanto es quien selecciona el cachorro
con un temperamento tal, que sea apto para la búsqueda y rescate de personas.

En lo que refiere al carácter, en cambio, es el componente adquirido de la personalidad, es el


resultado de aprendizajes en un entorno determinado. Aparece como consecuencia de las
experiencias vividas que influyen modulando las predisposiciones y tendencias biológicas, es decir,
temperamentales.
Existe otro factor que modificará el comportamiento del perro: los cambios en la expresión de los
genes como efecto del ambiente; éstos, no implican cambios en la secuencia del ADN –ácido
desoxiribonucleico– que contiene la información genética de cada individuo–.
Estas “marcas”, en la secuencia genética, condicionan cuál gen se expresará y cuál no, y pueden ser
trasmitidas a las próximas generaciones. Su efecto, es responsable de muchas de las diferencias que
existen entre dos individuos genéticamente idénticos, y no dependen de un aprendizaje como lo
hace en el carácter. A estos cambios se los denominan epigenéticos, pues hace alusión a que están
por encima de la genética.
El carácter, entonces, dependerá de las pautas medioambientales que le brinde, en primera
instancia, el criador y, luego, el dueño o guía, si son las adecuadas, favorecerán el desarrollo de un
perro equilibrado y útil para el trabajo. Para ello, se deben incluir cuatro factores fundamentales
denominados “los pilares del equilibrio”, a saber: la sociabilización, la estimulación, la subordinación
y la educación.

Pilares del equilibrio


La sociabilización es el proceso de exposición del cachorro a seres humanos y animales, con el fin
de que no los considere una especie enemiga, que le sean neutros y amigables. Implica períodos
sensibles de acuerdo a la edad del perro: la impronta, la sociabilización intraespecífica, con otros de
su especie, y la sociabilización interespecífica, con las demás especies.
Desde los 15 a los 45 días, durante la socialización, aparece el imprinting o impronta, que es la fase
más importante para la evolución de la conducta del perro. En esta etapa, es indispensable que el
cachorro tenga contacto con el ser humano, por ello, en los criaderos responsables, los cachorros
son manipulados a diario para lograr este fin.
En la mitad de este período de sociabilización, aproximadamente, entre las 6 y las 8 semanas, es la
edad adecuada para la adopción del cachorro y la separación de su madre, ya que muestra una
tendencia máxima a acercarse y establecer contacto con desconocidos.
Así, entre las 3 y las 7 semanas, podrá sociabilizarse con su madre y con sus hermanos de camada,
con ellos aprende a interactuar con los de su propia especie. Entre las 7 y 12 semanas, luego del
destete, y ya con su nueva familia, es el momento oportuno para sociabilizar con otros seres
humanos –diferentes a los que participaron en la cría–, y con otras especies con las cuales luego
tendrá que interactuar el resto de su vida.

La estimulación: es el proceso de exponer al perro a distintos estímulos ambientales –auditivos,


odoríferos, etc. – a fin de que en el futuro no le resulten desconocidos. Un perro estimulado desde
cachorro, no deberá presentar mayores problemas de adulto, es sumamente importante darle al
cachorro la opción de conocer diferentes ambientes –ciudad, campo, interiores, cuartel, río–, en
general, cuanto más tenga contacto con sitios nuevos y más experiencias reciba, será mucho mejor.
Por supuesto, la exposición a estos estímulos debe ser de modo medido y gradual.

La subordinación: desde nuestra perspectiva, configura el establecimiento de un vínculo en el cual


el perro obedece a comandos ya que confía en nosotros y en nuestras decisiones. Esta
subordinación no quita que, en algunos casos, el perro pueda tomar decisiones que optimicen el
resultado de los objetivos.

La educación: proceso, mediado por un adiestrador, por el cual el perro adquiere o redirige
comportamientos y conductas. El perro, debe ser educado desde cachorro para lograr una
convivencia armoniosa con el guía y con la familia del mismo. En este pilar, se incluye el
adiestramiento al perro, tanto en obediencia como en el trabajo de búsqueda correspondiente a su
especialidad.
Un perro con el desarrollo adecuado en cada uno de estos pilares tendrá, entre otras, las siguientes
características:
• Será sociable tanto con humanos –de todas las edades– como con sus congéneres y
con otras especies.
• Permanecerá calmo en situaciones estresantes.
• Tendrá confianza en sí mismo.
• Desarrollará un buen vínculo con su guía.
• Carecerá de miedo ante estímulos que no le implican un peligro real.
• Sabrá responder a todo comando dado por su guía, luego de haber realizado un buen
trabajo de obediencia.
• Sabrá comportarse de manera tranquila, tanto en la vida diaria como durante los
traslados, y las esperas que rodean al trabajo de búsqueda. Será motivo de orgullo para la
familia, el guía, el cuerpo de bomberos y el organismo que lo convoque.

Estimulación prenatal y temprana: un modo de potenciar capacidades para la búsqueda y rescate


El comportamiento del perro, es influenciado por varios factores a lo largo de toda su vida: la
predisposición genética, la experiencia, el aprendizaje o los estímulos que recibe del medio
ambiente. Si bien, el factor genético es sumamente importante en el perro de búsqueda y rescate,
no lo es todo, ya que el desarrollo del sistema nervioso central estará determinado por la cantidad
y calidad de estímulos que reciba, fundamentalmente, durante su vida prenatal y los primeros
meses de vida.
Diversos estudios, demuestran que, si a una perra, en estado gestante, se le brinda un ambiente
amistoso, alimentación adecuada y cuidado humano, con contacto físico y afectivo, la
domesticación y balance emocional de sus crías se ve facilitada

Además, también es importante incluir el masaje abdominal y la estimulación táctil en la madre, con
el fin de acostumbrar a la camada al contacto con otros seres, tanto humanos como animales,
mejorando así su socialización a futuro, el desarrollo de sus sentidos y su reacción frente a estímulos.
En lo que refiere, particularmente, a la estimulación temprana, que configura un conjunto de
técnicas, medios y actividades que se aplican al perro, a fin de optimizar el funcionamiento de su
sistema nervioso, lo que se trasuntará en un mejor desarrollo motriz, social, emocional y psíquico.

El sistema nervioso central está conformado por neuronas –células nerviosas– que receptan la
información del medio ambiente, la interpretan y guardan, mediante la estimulación temprana se
aprovecha la capacidad de adaptabilidad del cerebro en beneficio del animal, para sentar las bases
del comportamiento.
Cuanto más estimulamos a los cachorros, más interconexiones logramos y con mejores resultados
a largo plazo, éstos, en el futuro, se encontrarán con variados estímulos en los diferentes escenarios
donde entrenen o trabajen –ruidos, terrenos, objetos, gente, climas, olores, etc. – y, cuanto más
habituados hayan estado a ellos, mejor realizarán su trabajo ya que tendrá un buen sistema de
referencias, que podrán usar para comparar o evaluar nuevas situaciones.

A continuación, detallamos, algunos ejercicios de estimulación que conviene administrar en


cachorros recién nacidos:
• Estimulación térmica: enfriar previamente una toalla, apoyar las cuatro patas del cachorro sobre
la toalla durante cinco segundos, sin impedir los movimientos del animal.
• Estimulación táctil: sostener el cachorro en una mano. luego, con un hisopo, estimular la región
entre los dedos, de cada una de sus cuatro patas, durante unos 3 a 5 segundos.

• Posiciones de cabeza erguida: sujetar al cachorro con ambas manos y mantenerlo perpendicular
al suelo por unos 5 segundos, no más.
• Posición de cabeza hacia abajo: sostener firmemente al cachorro con ambas manos y mantenerlo
de cabeza hacia abajo por 5 segundos

• Posición supina: sostener al cachorro con ambas manos de manera que su espalda repose en
ambas palmas y mantenerlo así de 3 a 5 segundos.
Para la eficacia de estos ejercicios, es más significativa la constancia que la duración de los mismos,
en lo posible, deberían realizarse una vez al día, en un momento adecuado, evitar hacerlo, por
ejemplo, después de que hayan mamado.

En síntesis, algunos de los beneficios de la estimulación temprana en cachorros; serán:


• preparar al cachorro para el adiestramiento;
• garantizar mejores conductas en la edad adulta;
• promover mayor facilidad y predisposición para aprender;
• responder positivamente a diferentes estímulos;
• mejorar el fortalecimiento y resistencia del sistema cardiovascular;
• equilibrar su comportamiento;
• aumentar la tolerancia al estrés y al trabajo bajo presión;
• fortalecer su sistema inmunológico;
• favorecer su desarrollo físico y emocional;
• potenciar la adaptación a diferentes entornos;
• incorporar pautas positivas para influenciar su carácter.
Proceso de selección del compañero canino: ¿Cómo, qué y por qué?
Aspectos generales a tener en cuenta al elegir la raza o tipo de perro para la especialidad.

• Tipo de búsqueda para el que se lo requiere


De acuerdo al tipo de búsqueda que va a realizar, habrá razas especialmente diseñadas para
rastreo como el Bloodhound, otros para el venteo como el Labrador y, otros especiales, para
el rescate acuático como el Terranova. Sin embargo, muchas de las razas, se adaptan a las
tres especialidades que se desarrollan en el marco de formación de nuestro Departamento
de Búsqueda y Rescate con Canes.
• Adiestrabilidad
Hay razas más adiestrables que otras, esto depende del nivel de inteligencia y de control,
pero hay que tener en cuenta, que el perro más inteligente del mundo no es necesariamente
el más fácil de entrenar, para ello, el adiestrador, debe tener cierta experiencia. En lo que
refiere al control, es preferible elegir un individuo neoténico, pues será más fácil de manejar
y estará siempre dispuesto a jugar y por ende a aprender. Esta razón, nos llevaría a descartar
razas como las orientales Chow Chow o Shih Tzu con menor inteligencia funcional y
obediencia, o las razas más primitivas que son menos neoténicas como los Huskys.
• Sensibilidad
Todos los perros tienen la capacidad de percibir a través de sus sentidos, algunos,
reaccionan con mayor facilidad a ciertos estímulos por sobre otros
Respecto a ello, sólo mencionaremos, que los extremos no son aconsejables, ya que un
perro muy sensible tendrá dificultades para trabajar en un ambiente adverso, y un perro
demasiado duro se expondrá a peligros excesivos.
• Agresividad
Para el trabajo en búsqueda y rescate, se intenta evitar la selección de razas con agresividad,
ya sea hacia sus congéneres o hacia los humanos. En general, en todas las razas, los perros
machos son más propensos a generar problemas de agresión que las hembras, pero, según
sea su carácter, pueden ser manejados sin mayores problemas, si se trabajan bien los pilares
del equilibrio en la etapa de cachorro.
• Agilidad y resistencia física
Para la búsqueda y rescate, consideraremos perros con buena condición física a fin de que
logren trabajar sin agotarse, y ágiles para atravesar obstáculos.
• Tamaño
Tanto los perros muy pequeños, como los muy grandes tendrán problemas de acceso a
ciertos espacios o se cansarán con mayor facilidad. El perro elegido, debería tener un
tamaño mediano y acorde al tamaño del guía-bombero, sin pesar más que un tercio del
peso, de modo que lo pueda cargar, en caso de ser necesario.
• Raza
Si bien muchas razas de perros pueden, potencialmente, ser buenos ejemplares para la
búsqueda y rescate de personas, hay algunas razas probadas y, lo que es más importante, en
ellas se han desarrollado líneas de trabajo. Nos detendremos sobre este punto para ampliarlo.

Los perros suelen criarse, básicamente, con dos fines, para participar en concursos de belleza o
trabajar. Se empeñan en lograr animales de excelente aspecto físico sin prestar atención a los rasgos
temperamentales.

Los criadores de líneas de trabajo hacen todo lo contrario, ya que, para ellos, es mucho más
importante el temperamento del perro –dureza, agilidad, salud, impulso de presa, entre otros–, es
decir, crían animales libres de problemas de salud que logran trabajar incansablemente, sin prestar
demasiada atención a su belleza física.

Por todo ello, cuando elijamos un perro para búsqueda y rescate, debemos buscar en las líneas de
trabajo, si nos lo ofrecen, preguntemos respecto a sus padres y abuelos, es buena señal que nos
digan que tienen títulos en algún deporte canino, como IGP, Agility, O.C.I., etc., o que son perros de
búsqueda certificados.
Dentro de las razas más exitosas en perros de búsqueda y rescate de personas se encuentran los
cobradores como el Labrador y el Golden Retriever, son ideales para el guía novato, ya que son
muy buenos, fáciles de adiestrar, sin mayores problemas de temperamento, aunque hay que
esforzarse por encontrar líneas de trabajo.
Dentro de las razas de pastores, se encuentra el Pastor Alemán – línea de trabajo, no de estructura
o belleza– el Pastor Belga Malinois, el Pastor Holandés y el Border Collie. En ejemplares de este
último, recomendamos buscar línea de agility, y no de pastoreo pues tienen la presa inhibida.
Existen muchas otras razas que han dado ejemplares muy exitosos en la especialidad, por ejemplo,
el Schnauzer, Pastor Australiano o Jack Russel, incluso algunos excelentes mestizos.

Entre características temperamentales que debería tener un perro para búsqueda y cómo
detectarlas, es preciso considerar, en primera instancia, aquellas de orden sanitario y no menos
importantes que las primeras. Entre las principales, se tendrán en cuenta:
• estado de salud general, valorar camadas o individuos de aspecto saludable, recordar
que los cachorros saludables suelen ser activos y curiosos;
• plan de vacunación y desparasitación, debe poseerlo y estar al día;
• estimulación temprana, preguntaremos si la tuvieron tal y como la definimos
anteriormente, en qué consistió –tipos de ejercicios aplicados, tiempo de inicio del proceso
de estimulación, frecuencia–.

Ahora bien, características temperamentales que debe poseer un perro, y que debemos
evaluar a la hora de seleccionarlo para el trabajo de búsqueda:
• Atracción social, docilidad, aptitud para el seguimiento, adaptabilidad, capacidad de
perdonar.
• Voracidad. Un cachorro voraz, se motiva y responde bien al premiarlo con comida, lo
que es de gran ayuda al momento de enseñarle conductas.
• Temperamento alto. Reacción casi inmediata y vital a un estímulo extremo, ya sea
agradable o desagradable.
• Dureza. Refiere, por un lado, a un umbral de dolor alto y, por otro, a la capacidad de
perdón frente a errores del guía.
• Resiliencia. Es la capacidad de reponerse ante una situación estresante, o que le cause
algún daño.
• Buen impulso de presa. Uno de los atributos más importantes, recordemos que el
trabajo de búsqueda se premia con presa, es decir con el juego.
• Persistencia. El perro no se da por vencido fácilmente, persiste hasta lograr su premio.
• Nivel de energía alto. Es un perro activo, capaz de buscar durante horas.
• Impulso social. Que no sea demasiado independiente, pues buscaría solo sin atender a
las indicaciones de su guía. Tampoco demasiado apegado, pues no podría separarse de su
guía. Tener un buen impulso social, significa que, el perro, disfruta de trabajar en equipo
con su guía, y forma un buen vínculo con él.
• Impulso jerárquico. El perro debe ser capaz de someterse a la autoridad del guía-
bombero, independientemente de las ganas que tenga de imponer su autoridad sobre otros
perros. La elección, depende del carácter del guía, pero, en general, se recomiendan perros
de dominio social medio.
• Buenos nervios. Que no se distraiga, ni recele de cosas extrañas del ambiente.

Para llevar adelante este proceso de selección, además, contamos con una serie de test,
herramientas fundamentales, que nos posibilitan reconocer ciertas capacidades en los perros para
evaluar y proyectar su comportamiento en actividades de entrenamiento futuras.
Test de Campbell, creado por el psicólogo que le dio nombre en la década de los 70'. Sin embargo,
en nuestra opinión, este test es más adecuado para administrarlo en mascotas, no obstante, para
perros de trabajo, es conveniente administrar una combinación de pruebas, por ejemplo, para
determinar el temperamento del cachorro, el Test de Campbell o P.A.T. –Puppy Aptitude Test– y,
para evaluar la aptitud para el trabajo, el test PAWS. En cuanto a este último test, sólo hemos tenido
acceso a una versión en inglés de Jona Decker, que hemos traducido y la compartimos a
continuación.

Test PAWS para evaluar perros de trabajo


Además de los test que se utilizan para evaluar el temperamento de cachorros que serán destinados
a mascotas, hay algunos más específicos para analizar los componentes principales de buenos
temperamentos de trabajo. El test PAWS, se puede usar para seleccionar perros para trabajo de
detección, agility, obediencia y actividades similares.
Generalmente, se realiza primero el Test de Campbell o el P.A.T. y luego, con los candidatos
seleccionados, se realiza el test PAWS.
Se evalúa con Excelente (EXC), Ok (OK), o Indiferente (IND), según el destino que se le dará al
cachorro y se asignará mayor o menor importancia a las distintas pruebas del test. Veamos a
continuación, en qué consiste cada una.

Prueba 1: Impulso de presa


Con un juguete adecuado, se le llama la atención al perro y se le arroja a corta distancia. Con
cachorros jóvenes usar un juguete que ruede o rebote.
EXC: el cachorro corre hacia el juguete e inmediatamente lo toma, quizás lo sacuda para “matarlo”.
OK: el cachorro corre hacia el juguete y lo observa. Puede tomarlo si se le arroja repetidas veces.
IND: el cachorro no corre hacia el juguete o no muestra interés.

Prueba 2: Recobro
Después de que el cachorro adquiere el juguete, se lo alienta a traerlo, corriendo hacia atrás
mientras se lo llama.
EXC: inmediatamente trae el juguete y lo entrega para seguir jugando.
OK: trae el juguete, pero no lo entrega.
OK: trae el juguete, pero sale corriendo, queriendo que lo persigan. IND: no trae el juguete.

Prueba 3: Persistencia
Se esconde el juguete bajo su pie o en sus manos, de modo que apenas se vea, y se lo alienta a que
lo encuentre.
EXC: escarba, trata de tomarlo en la boca y gime por el juguete. OK: empuja y usa las patas.
IND: intenta con poco entusiasmo o no lo intenta para nada.

Prueba 4: Respuesta de lucha


Con una toalla, peluche o trapo, se motiva al cachorro y se deja que lo muerda.
EXC: inmediatamente muerde y tira vigorosamente. OK: muerde si se lo motiva repetidas veces y
suelta.
IND: sólo lo toma si se lo motiva muchas veces y no lo sostiene.
Prueba 5: Posesión
Se suelta el juguete mientras está en la boca del cachorro.
EXC: lo sacude para “matarlo”, intenta reiniciar el juego con el humano.
EXC: lo sacude para “matarlo”, sale corriendo con el juguete.
EXC: corrige la mordida y lo transporta, intenta reiniciar el juego con el humano.
EXC: corrige la mordida y lo transporta, llevándose el juguete.
OK: se escapa corriendo con el juguete, lo deja caer al poco tiempo. IND: lo deja caer
inmediatamente.

Prueba 6: Seguimiento –menor de 3 meses– /Llamado –mayor de 3 meses–.


El ayudante, sostiene al perro mientras el evaluador corre hacia atrás y llama al perro por el nombre
una vez. Para los cachorros jóvenes es aceptable aplaudir.
EXC: corre hacia el evaluador, embistiéndolo con el hombro o saltándole.
EXC: corre hacia el evaluador y solicita afecto.
OK: corre hacia el evaluador, tocándolo o buscando atención. IND: corre hacia el evaluador y se va,
o acude para nada.

Prueba 7: Periodo de atención


Con un juguete adecuado a la edad, lograr la atención del perro y llevar el juguete a la altura del
rostro del evaluador. Usar con moderación el juguete para mantener el contacto visual/facial con el
cachorro durante 30 segundos.
EXC: mira el rostro del evaluador y el juguete durante todo el tiempo.
Inclina la cabeza para escuchar.
EXC: mira el evaluador durante el periodo, desvía la mirada momentáneamente, si interfiere alguna
distracción de fondo.
OK: mira al evaluador, pero necesita que lo vuelvan a motivar varias veces.
IND: se distrae fácilmente o se niega a mirar el rostro del evaluador.

Es de destacar que los test de selección no son una ciencia exacta y que los resultados deseados,
dependerán del trabajo que desarrolle el perro y de las características del guía. Así es que,
posiblemente, un perro de temperamento más sumiso o sensible se sentirá intimidado con un guía
corpulento, que hable con tono fuerte y gesticule mucho, pero se adaptará adecuadamente a un
guía más menudo y tranquilo.
Nombre del curso
Módulo 3
Aprendizaje y adiestramiento canino: un
modo de vinculación

Aprendizaje y adiestramiento canino: un modo de vinculación sano y respetuoso


En este módulo, se abordarán una de las temáticas que interesa a los guías y adiestradores, es decir los
principales aportes teóricos que explican cómo se da el proceso de aprendizaje en el perro y, a partir de
ello, cómo se configura el trabajo de adiestra- miento, sus enfoques, técnicas y etapas.
En este módulo se trabajarán con dos definiciones centrales que refieren al aprendizaje y adiestramiento
canino.
Cuando se habla de aprendizaje en perros, se refiere al proceso, de orden cognitivo, mediante el cual el
animal adquiere y/o modifica habilidades, conductas, destrezas o valores, ya sea mediado por un
adiestrador, por su dueño o por otros estímulos del medio.

Para que el aprendizaje se produzca, es necesario que estén presentes las siguientes variables:

•Atención. Su nivel, estará determinado por el cerebro y el cuerpo que seleccionarán qué estímulos y
necesidades son las más relevantes para dedicarles atención.

•Motivación. Es la base de la atención, es contraria al aburrimiento, a la ansiedad, a la inseguridad y a


la confusión, por ello, el adiestramiento debe ir asociado al placer y no al dolor.

•Memoria. Permite registrar, codificar, consolidar y almacenar in- formación a corto o largo plazo. Es la
memoria a corto plazo la que retiene la información para ayudar a un nuevo aprendizaje, y la memoria
a largo plazo posibilita que la información quede alma- cenada por mucho tiempo.
El aprendizaje por condicionamiento clásico y por condicionamiento instrumental u operante.

A partir de aquí, se compartirá las bases del aprendizaje asociativo, conocimiento que facilitará la tarea
de entrenar o modificar conductas en los perros. Dichas bases, no son, necesariamente, la explicación
de cómo se produce el aprendizaje en los perros, sino más bien, una forma fácil de interpretar conductas
y asociaciones entre estímulos, respuestas y consecuencias.

Condicionamiento clásico
Este tipo de aprendizaje, fue investigado y desarrollado por Iván Pavlov pues, al estudiar la fisiología de
la digestión, notó que sus perros de laboratorio no sólo comenzaban a salivar cuando se les presentaba
la comida, también lo hacían cuando se acercaba el técnico que los alimentaba, así, determinó que los
perros asociaban al técnico con la comida y, para comprobarlo, diseñó el siguiente experimento.

Pasos del condicionamiento clásico.

1. Antes del condicionamiento, el perro empieza a salivar ante la presencia de la comida que, en este
caso, llamamos estímulo in- condicionado o natural. Sin necesidad de aprendizaje, el perro pro- duce la
respuesta incondicionada, que es salivar.
2. Así mismo, si antes del condicionamiento, el perro oye un sonido, como un diapasón o una campana,
no salivará, el estímulo es neutral y no hay respuesta condicionada.
3. Durante el condicionamiento, el experimento consiste en hacer sonar el diapasón e inmediatamente
presentarle la comida, el perro está aprendiendo a asociar los estímulos.
4. Después del condicionamiento, luego de muchas repeticiones del paso anterior, el perro fue
condicionado. El diapasón, pasó de ser un estímulo neutro a ser un estímulo condicionado, y produce la
misma respuesta que el estímulo incondicionado original –comida–. Esta respuesta se llama ahora
respuesta condicionada, el perro asoció el sonido con la comida.

A continuación, algunas situaciones de aplicación de este tipo de aprendizaje en el adiestramiento


canino:

• Al entrenar cualquier estímulo nuevo. El juguete, la voz humana, aplaudir o decir good, se convierten
en estímulos positivos condicionados o refuerzos condicionados si, durante el entrenamiento, los
emparejamos con refuerzos primarios como la comida, el juego o la atracción social. Un juguete o una
palabra no son intrínsecamente reforzantes, sino que se está reforzando al conectarlo con el refuerzo
primario, juego o comida.
•Al cargar el clicker o el refuerzo puente “good”. Son refuerzos condicionados, no sólo marcan
comportamientos, sino que provocan conducta y emociones felices ya que anticipan el premio.
•En la estimulación y sociabilización. Para que el cachorro asocie estímulos potencialmente negativos
con estímulos positivos, por ejemplo, sacarlo a jugar cuando hay truenos o, recompensar con comida,
cuando sube escaleras, o se lo expone a ambientes nuevos y la pase bien.
•En los rituales. Condicionar al perro para el trabajo que va a realizar teniendo distintos rituales para
cada tipo de trabajo, ya sea búsqueda, obediencia, agility, ataque, etc.

En algunos casos, el condicionamiento clásico, puede jugar en contra, por ejemplo, en la interacción del
perro con niños, ya que puede provocarle excitación; si siempre que está con niños la situación es
excitante, cuando vea a un niño, aunque sea en un ambiente tranquilo, se excitará, esta dificultad de
autocontrol, aumenta la probabilidad de un incidente no deseado. También, si el perro se encuentra con
un estímulo que le produce una respuesta emocional por encima de su capacidad de gestión o
conciencia –como orinarse, ser agresivo o ladrar- y se lo castiga se conseguirá que vea el estímulo como
responsable del castigo. Cuanto más se castigue al perro menos le gustará el estímulo y peor será la
reacción, en estos casos hay que contracondicionar.

El contracondicionamiento clásico, es un proceso mediante el cual se puede revertir una respuesta que
fue condicionada accidentalmente, mediante un nuevo proceso de asociación; por ejemplo, si un perro
asocia el ruido de una máquina con una experiencia negativa, podemos contracondicionar asociando
ese ruido con experiencias placenteras. Se utiliza este proceso, para modificar conductas emocionales
inapropiadas, consiste en exponer gradualmente al animal a un estímulo que le resulta aversivo para
que, luego de una serie de repeticiones, lo asocie con algo que le agrada para que se convierta en neutro
o positivo. No se puede iniciar el proceso de entrenamiento de un animal que tiene miedo o ansiedad.
En síntesis, el condicionamiento clásico, es un aprendizaje asociativo y uno de los tipos de aprendizaje
más simples, fue el primer tipo de aprendizaje sometido a investigación científica. Sirvió como base para
explicar algunos aspectos del comportamiento canino, sin embargo, condujo a una visión un tanto
mecanizada del perro. Con el condicionamiento clásico, no obtenemos una nueva conducta, para el
conductista clásico, el comportamiento es respuesta a un estímulo, cuestión que fue superada luego por
los conductistas posteriores, ya que el condicionamiento clásico es una base poderosa para el
condicionamiento operante.

Condicionamiento instrumental u operante


El condicionamiento instrumental u operante, es utilizado para lograr la gran mayoría de las conductas
que se enseñan a los perros, cada vez que se premia por sentarse, echarse, caminar juntos o encontrar
un figurante, este tipo de condicionamiento está presente.
Uno de los antecedentes históricos del condicionamiento instrumental es el trabajo de Edward
Thorndike cuya intención inicial fue estudiar la inteligencia animal y, para ello, desarrolló la teoría de
aprendizaje animal, formuló la "ley del efecto" y el aprendizaje por ensayo y error a partir de utilizar
"cajas-problema”, como la “caja de solución de problemas de Thorndike”, que describiremos a
continuación.
Caja de solución de problemas de Thorndike.

Simplemente, era una jaula dentro de la cual ponía un gato u otro animal hambriento, que podía escapar
mediante acciones simples como manipular un cordón, presionar una palanca o pisar una plataforma.
Como incentivo para resolver el problema, el animal, podía ver y oler que, fuera de la caja, había comida,
pero no podía alcanzarla. Al principio, el gato comenzaba a hacer movimientos azarosos, hasta que,
casualmente, resolvía el problema, por ejemplo, tirando de la polea que abría la jaula. Sin embargo, cada
vez que Thorndike metía al gato en la jaula, tardaba menos en salir. Esto se debía, a que se estaba
producía un condicionamiento: la conducta de tirar de la polea era reforzada por su consecuencia –la
apertura de la caja y la obtención de la comida–. Esta conducta, al ser reforzada, se convertía en la
conducta más probable en un futuro, cuando las circunstancias eran similares.

El término condicionamiento instrumental introducido por Thorndike, sugiere que la conducta sirve de
instrumento para conseguir un fin y se da por ensayo y error. La ley del efecto expresa que, las
respuestas que sean seguidas de consecuencias reforzantes, serán asociadas al estímulo y tendrán
mayor probabilidad de ocurrencia cuando el estímulo vuelva a aparecer.

Así es que, el condicionamiento operante es un tipo de aprendizaje investigado y desarrollado por


Burrhus Frederic Skinner, basándose en los trabajos de Thorndike y en su ley del efecto. Skinner,
introdujo un nuevo término en dicha ley: el refuerzo.
Según los estudios realizados, el condicionamiento operante es una forma de aprender por medio de
recompensas y castigos y, mediante la cual, el individuo tiene más probabilidades de repetir las formas
de conducta que conllevan consecuencias positivas, y menos las de consecuencias negativas.
Skinner, también ideó una caja para el estudio del condicionamiento operante, en la cual el animal podía
accionar un mecanismo –conducta– para obtener comida –recompensa–.

Caja de Skinner.

Una de las principales diferencias con la caja de Thorndike, es que el mecanismo sólo funcionaba si
estaba prendida una luz –estímulo discriminativo– y que el animal podía repetir libremente, tantas veces
como quisiera la conducta siempre que estuviera la luz encendida, a diferencia del experimento de
Thorndike, donde se debía manipular al animal para situarlo de nuevo en la caja una vez realizada la
conducta instrumental.
Es decir que, en el condicionamiento instrumental, el ambiente limita la oportunidad de recompensa y,
en el operante, la frecuencia en las respuestas determina la cantidad de refuerzos.
Aunque, actualmente, la bibliografía consultada considera sinónimos al condicionamiento instrumental
y al operante, si se presta atención a los experimentos realizados por Thorndike y Skinner se observan
algunas sutiles diferencias.
En el condicionamiento instrumental, la importancia radica en la situación –estímulo– y la respuesta –
ley del efecto: relación entre el estímulo, la respuesta y el efecto–, en cambio, el condicionamiento
operante de Skinner, se centra en la respuesta y en el reforzamiento –ley del refuerzo–.

Algunos adiestradores caninos, hacen esta diferencia, dependiendo de si el reforzador o incentivo está
o no a la vista antes de realizarse la conducta, por ejemplo, según ellos, si se guia al perro con comida–
incentivo– para que adopte la posición de sentado, se está utilizando el condicionamiento instrumental
y, si esperamos que el perro adopte esa posición de manera espontánea o al recibir el comando que le
indica que el refuerzo está disponible –sin ver comida– y lo premiamos al realizar la conducta, se trataría
de condicionamiento operante. Estos adiestradores, recomiendan no permanecer mucho tiempo en la
etapa de incentivo o condicionamiento instrumental, pues el perro se puede volver reactivo y sólo dar
la conducta cuando el premio está a la vista.

Hecha esta aclaración, es preciso mencionar que ambos términos, instrumental y operante, son
considerados como sinónimos, y se diferencian conceptualmente del condicionamiento clásico.
Como conclusión, se puede decir que el condicionamiento instrumental u operante es un tipo de
aprendizaje asociativo, relacionado con el desarrollo de nuevas conductas en función de sus
consecuencias, y no con la asociación entre estímulos como ocurre en el condicionamiento clásico. Otra
diferencia importante, es que el condicionamiento clásico se da por reflejos, de manera automática y
sin intervención de la voluntad, contrario al condicionamiento operante donde la conducta es
voluntaria.
Interacción entre condicionamiento clásico y operante durante el adiestramiento canino
• condicionamiento clásico, se regula el estado emocional del perro durante el trabajo.
• condicionamiento clásico, el perro aprende a asociar los comandos con las conductas
correspondientes.
• condicionamiento instrumental, el perro aprende la técnica correcta de realización de los ejercicios.
Luego, con la repetición, los ejercicios, pasan a realizarse por condicionamiento clásico y es allí cuando
se adquiere velocidad en la ejecución, y tiene menor importancia el premiado de la conducta cada vez
que se presente. Como en todo proceso de aprendizaje, concurren ambos tipos de condicionamiento,
hay que cuidar en cada entrenamiento que la emoción y la cognición se mantengan en equilibrio, pues
sólo si el perro disfruta de lo que hace, puede conseguirse el resultado deseado.

Refuerzo: premio o recompensa


Un refuerzo es cualquier estímulo que aumenta la probabilidad de que una conducta se repita en un
futuro, se aplica durante o al finalizar la conducta. También se puede llamar premio o recompensa.
En el ámbito del adiestramiento canino, se diferencian tres tipos:
• refuerzo primario;
• refuerzo secundario;
• refuerzo terciario,
Refuerzo primario: juguete, comida, caricia
Este tipo de refuerzo es el más obvio o natural, implica todo aquello que el animal desea, le satisface
una necesidad o le brinda un beneficio, puede ser desde un pedacito de salchicha, una pelota, una caricia
o, simplemente, abrir la puerta para que pueda salir al jardín. Si se premia al perro con comida por
sentarse a la orden, es más probable que en el futuro repita esa conducta.

Para que un refuerzo primario lo sea, debe cumplir con los tres requisitos de lo que se denomina, la
contingencia del premio, y son:

•el timing: es para que un refuerzo sea efectivo y el perro lo asocie con la conducta realizada, debe
ser entregado de manera inmediata, si se demora la entrega, el perro puede asociarlo con otra conducta;
por ejemplo, si pedimos que se siente y demoramos el premio de comida, es posible que, para cuando
reciba ese premio, ya haya pasado a otra conducta como rascarse, mirar hacia otro lado o, incluso, ya
se haya levantado. Hay un tiempo límite para entregar el refuerzo, pasado el cual, el refuerzo ya no es
asociado a la conducta y por lo tanto no cumple con su objetivo.
•la cantidad: es la cantidad de refuerzo entregado debe ser tal que cumpla con la condición de
aumentar la frecuencia de la conducta y, si el refuerzo es comida, debe ser sólo lo suficiente para que el
perro no se sienta saciado y pierda el interés, ni demore mucho tiempo en consumirla. La excepción a
ello, es el denominado bingo, un premio mayor–más cantidad de comida o juego–, que es utilizado para
marcar un progreso repentino.
•la calidad: es la calidad del refuerzo la determina el perro, si a este no le gusta el juego, no será un
refuerzo para él, si el premio es comida, de- ben ser bocados pequeños de algo que él aprecie mucho
como pedacitos de salchicha o pollo, ya que, en general, el alimento balanceado que el perro come
todos los días no es considerado un refuerzo de calidad.

Refuerzo secundario: ¡Good! ¡OK!


El refuerzo secundario o puente, es un refuerzo condicionado–condicionamiento clásico–, que le marca
al perro, exactamente, cuál es la conducta que merece un premio. Es secundario porque toma su fuerza
del refuerzo primario y, puente, pues, posibilita la vinculación entre la conducta y dicho premio.
Este tipo de refuerzo fue llevado a la práctica por Karen Pryor, quien comenzó a utilizar un silbato para
marcarle las conductas que quería premiar en los delfines, más tarde desarrolló el método del clicker,
que se hizo muy popular para adiestrar perros y otros animales.
Karen Pryor es bióloga y psicóloga conductual estadounidense especializada en mamíferos marinos.
Nació en 1932 y reside actualmente en Nueva York. En 1963 se inició como adiestradora de delfines en
Sea Life Park, en Hawai.

El clicker es un dispositivo pequeño utilizado para el adiestramiento de perros, consta de un pulsador


que al presionarlo emite un “click”, de allí su nombre. Puedes contar con un clicker en tu teléfono a
través de descargar la app Dog Clicker Training disponible para iPhone o Android o utilizar la tapa de
metal del envase de vidrio de la bebida Gatorade.

Como vimos en la contingencia del premio, uno de los requisitos es el timing y, una de las dificultades
que surgen de su aplicación, es hacer llegar el premio inmediatamente luego de realizarse la conducta
que queremos reforzar, sacar el premio de donde lo tenemos oculto y entre- gárselo rápidamente al
perro. Se suma, además que, en ocasiones, el perro no está a nuestro alcance en el momento de
reforzar, por ejemplo, cuando entrenamos la conducta de quedarse en un lugar, en el echa- do en
distracción o cuando, en el direccionamiento, lo enviamos a una mesa.
En esos casos, el refuerzo secundario, resulta el más adecuado, ya que a través de puentes como, good,
OK o el sonido del clicker –los más utilizados–, el perro asociará que será premiado, dejará de realizar la
conducta y acudirá a recibir el premio, particularidad de este tipo de refuerzo, pues es liberador, es
decir, el perro suspende, interrumpe la conducta para ir en busca de su premio.

Refuerzo terciario: ¡Bien!, ¡Muy bien!


A diferencia del refuerzo secundario, el terciario o intermedio, es continuador, pues posibilita que el
perro continúe el desarrollo de la conducta que deseamos antes de premiarlo. Por ejemplo, cuando el
perro está haciendo un buen junto, pero deseamos que siga haciéndolo unos pasos más antes de
premiarlo y que, final- mente, logre hacer la pista entera.
En este caso se puede decir “biennnn” o muy bien –los más utilizados–, de manera suave y sin excitación,
de ese modo, con el tiempo, aprenderá que esta palabra significa que está haciéndolo bien, y si sigue
así, pronto vendrán el good y el premio.
En el siguiente cuadro, se puede advertir cómo se relacionan cada uno de los tipos de refuerzos
explicados.
El refuerzo primario es natural y su fuerza como premio la posee sin necesidad de aprendizaje.
El refuerzo secundario toma su fuerza del refuerzo primario ya que, mediante repeticiones, el perro
aprendió que anuncia la llegada del refuerzo primario. Por ejemplo, el good anuncia que el perro se ha
ganado el pedacito de salchicha por realizar un buen junto y eso le dio fuerza al good.
El refuerzo terciario, a su vez, toma su fuerza del refuerzo secundario de la siguiente manera: también
mediante la repetición, el perro aprende que cuando le dicen “bieeenn” le informan que si sigue así
pronto vendrán el good y la salchicha, siendo el good de donde toma su fuerza.

El orden cronológico para el uso de cada uno comienza con el refuerzo terciario y termina con el
primario. En el ejemplo anterior del junto, si el perro lo está haciendo y se quiere prolongar la conducta,
se le dirá bien, luego de unos pasos, si se considera que ya hubo progreso en la duración de la conducta,
se le dirá good y terminamos el ejercicio con premio, la salchicha.

Relación entre los tres tipos de refuerzo.


Castigos y compulsiones
El castigo y las compulsiones, ya no se incluyen para adiestrar conductas nuevas en los perros y, cada
vez menos, para modificarlas, pues dañan el vínculo entre el perro y el adiestrador. Aun así, hay
momentos en que el guía puede considerar que es necesaria una corrección, decirle “no” firmemente,
o un tirón de correa, debido a alguna conducta totalmente inaceptable. En caso de hacerlo, hay que
tener en cuenta que la efectividad es mucho menor que enseñar una conducta mediante refuerzos.
Se realizará una diferenciación entre castigos que no se usan en el adiestramiento del perro, y
compulsiones que podrían llegar a utilizarse.
La compulsión, si bien es un estímulo aversivo, desagradable, se puede usar si somos coherentes al
aplicarlas, es decir, si lo hacemos siempre que se presenta la conducta y, no, a veces sí y otras veces no.
La intensidad es acorde al perro para no abrumarlo y el timing debe ser perfecto para que el perro asocie
el correctivo con la conducta no deseada.
También, es importante el timing para el cese del correctivo; si la compulsión no cesa en el instante en
que ya no se produce la conducta indeseada, no se pasa información al animal. La compulsión, disminuye
la frecuencia de aparición de la conducta, ya que puede elegir evitarla para, también, evitar la
compulsión.

El castigo, en cambio, es abrumador, puede bloquear al perro y afectar su psiquis, se lo reconoce como
tal cuando no hay coherencia o timing. El castigo, al no ser comprendido por el perro, no da lugar a
cambios perceptibles en su conducta, compromete al vínculo y somete al perro.

Síntesis de las diferencias entre castigo y compulsión.


Comunicación clara
Independientemente de las palabras que se utilicen para reforzar al perro y del tipo de refuerzo o
compulsión en sí, lo más importante es ser consistentes, es decir, no cambiar todo el tiempo de palabras,
ya que el perro no las comprende gramaticalmente, sólo las aprende por asociación. Si se elige como
refuerzo secundario el good, se debe seguir siempre con esa palabra cada vez que se entregue un premio
al perro. Y, por otro lado, no usar esa palabra si no se le va a entregar un premio, sólo confundiría.
También, las conductas que no son aceptables, nunca deben ser aceptadas, no se puede permitir al
perro que salte para saludarnos algunas veces sí y otras no.
Con la comunicación clara y las reglas de juego bien comprendidas, se logran los mejores resultados y
se mejora notablemente el vínculo con nuestro perro. ¡Un perro educado de esta manera, es un perro
feliz que disfruta de su entrenamiento!

Cruz del condicionamiento operante


Si bien, podemos encontrar variantes sobre la interpretación de este concepto, consideraremos el
consensuado por los especialistas en la bibliografía consultada.
La cruz del condicionamiento operante, expresada en el cuadro 7, posibilita observar con claridad las
alternativas de aplicación de un re- fuerzo o una compulsión, ya sea a partir de dar o quitar algo que le
guste o le moleste al perro, así como de las probabilidades –aumento o disminución– de que una
conducta, deseada o indeseada, se repita en el futuro.
De las cuatro opciones dadas, pueden utilizarse todas para modificar una conducta. A continuación, van
algunos ejemplos de cada posibilidad:
Refuerzo positivo: entregar un premio comestible o una caricia.
Compulsión positiva: decirle “¡No!” con tono de voz firme o un tirón de correa.
Refuerzo negativo: dejar de aplicar presión con el collar en el momento que el perro deja de tironear.
Compulsión negativa: aplicar el time out, o tiempo fuera, cortar la sesión de adiestramiento cuando el
perro realiza una conducta indeseable como morder la mano en vez del juguete. Otra opción es, sin decir
nada, ingresarlo al canil y que permanezca allí por diez a veinte minutos.
Cruz del condicionamiento operante.

En adiestradores inexpertos, se recomienda, especialmente, utilizar la diagonal marcada en verde, es


decir, los refuerzos positivos y las compulsiones negativas, ya que son los más fáciles de utilizar y los que
menos afectan al vínculo con el perro, aún si se cometen errores.
Las conductas aprendidas pueden dejar de serlo cuando la conducta deja de ser reforzada, eso se
denomina extinción de la conducta. Por ejemplo, cuando un perro era cachorro saludaba a las personas
saltando sobre ellas, porque lo acariciaban y jugaban con él, por lo que aprendió que ésta es la manera
correcta de saludarlos. Un buen día, las personas dejan de acariciarlo y jugar con él cuando salta, le dan
la espalda y lo ignoran, con el tiempo el perro dejará de saltar para saludarles. Esto ocurre porque la
conducta aprendida –saltar sobre las personas– deja de tener consecuencias reforzantes y, entonces, se
produce la extinción de la conducta.

Del conductismo a la etología cognitiva


Para finalizar este apartado sobre los tipos de condicionamiento, es preciso mencionar que Skinner, al
igual que la mayoría de los que estudian los comportamientos, sostenía que tanto los humanos como
los animales poseen una mente, no obstante, consideraba más productivo estudiar conductas
observables que eventos mentales internos. Opinaba, además, que la mejor forma de comprender una
conducta es observar las causas y consecuencias de una acción, cuestión que no excluye los procesos
mentales, los pensamientos y la cognición.
Durante la última década del siglo pasado, hubo un renovado interés en estudiar los procesos mentales
de los perros, en principio, iniciada por psicólogos motivados en investigar la cognición.
La inteligencia canina o cognición canina, es el proceso mediante el cual un perro adquiere, almacena
en su memoria, recupera, une, compara y utiliza información sobre situaciones nuevas y habilidades
conceptuales.
Algunos estudios han revelado que los perros, muestran numerosas conductas relacionadas con la
cognición, tienen habilidades de memoria avanzadas y son capaces de leer y reaccionar apropiadamente
al lenguaje del cuerpo humano, como los gestos y las señales, así como también, entender las órdenes
dadas por los humanos, resolver problemas y manifestar emociones que parecen ser un reflejo de las
emociones de los humanos.
Un estudio publicado en el año 2016 indica que los perros pueden tener una versión rudimentaria de
algunas de las habilidades necesarias para la denominada "Teoría de la mente", es decir, la capacidad
de atribuir estados mentales, creencias, intenciones, deseos, pretensiones, conocimientos, entre otros,
a uno mismo y a los demás, como así también la capacidad de comprender que los demás tienen
creencias, deseos, intenciones y perspectivas, diferentes de las propias.

La distinción entre procesos asociativos y cognitivos


Según lo desarrollado hasta aquí, se pueden diferenciar dos enfoques para explicar el aprendizaje
canino:
•el enfoque mecánico ascendente, que sugiere que la mayoría de las conductas aprendidas pueden
describirse como resultado de procesos asociativos entre estímulos ambientales y una respuesta
particular, lo que llamamos condicionamientos o conductismo, y
• el enfoque descendente, que sostiene que el funcionamiento mental se basa en entidades cognitivas,
representaciones, que no están ligadas directamente a la experiencia y pueden ser factores causantes
para ciertos comportamientos. Este modelo, prevé un comportamiento más flexible, especialmente, en
situaciones nuevas. Dichas representaciones, suelen denominarse “conocimientos” o “comprensión”, y
permiten el pensamiento racional acerca de eventos ambientales y acciones.
Si bien, los debates aún continúan respecto a estos dos puntos de vista, los mismos pueden conciliarse
a partir de analizar los siguientes aspectos:
1. La mente necesita mecanismos elementales para obtener información del ambiente, lo cual se
lograría mediante procesos asociativos.
2. Luego, puede basarse en experiencias previas –memoria– para hacer predicciones. Esta capacidad
predictiva podría ser un puente entre las asociaciones elementales y un funcionamiento más complejo.
3. El funcionamiento y la colaboración entre los aprendizajes asociativo y predictivo, puede originar
representaciones más elevadas para analizar situaciones y decidirse por una entre varias conductas
posibles en una situación determinada.

Intentaremos plasmar esos conceptos en un ejemplo concreto:


Si le pedimos a nuestro perro que nos traiga un objeto, por ejemplo, su pelota, que hace un tiempo dejó
caer en el jardín, y se dirige hacia la pelota sin dudar, pues estaba atento cuando la dejó, nos demuestra
que conoce el significado de la orden, tiene una representación mental de la pelota y tiene una
representación mental, en forma de mapa, del camino recorrido. También, conoce donde se encuentra
él respecto al mapa del entorno y la ubicación de la pelota.
Podríamos decir que, el perro, aprendió el nombre de la pelota por asociación, cuando le pedimos que
la traiga, usa la representación mental que tiene de la misma guardada en la memoria, toma la decisión
respecto al camino a recorrer mediante el recuerdo del momento en que dejó su juguete, la
representación del mapa mental del jardín y la ubicación respectiva de su cuerpo y el objeto en el mismo.

Técnicas de adiestramiento canino


Aunque existen muchas técnicas de adiestramiento canino, la mayo- ría se puede clasificar en dos
grandes categorías:
•Técnicas basadas en las teorías del aprendizaje.
•Técnicas basadas en etología canina.
Las técnicas basadas en las teorías del aprendizaje, se concentran en la modificación de conductas del
perro, dando menor relevancia, o incluso ninguna, a la conducta típica de la especie canina. En cambio,
las técnicas basadas en la etología canina se concentran en la conducta natural típica de los perros,
priorizan- do el establecimiento de jerarquías de dominancia.
Las técnicas basadas en las teorías del aprendizaje que implican, específicamente, aquellas técnicas
cuyas vías principales de enseñanza son el refuerzo positivo, el refuerzo negativo o el castigo. Son
técnicas muy diferentes entre sí y se clasifican en cinco subcategorías:
• Adiestramiento canino tradicional.
• Adiestramiento positivo.
• Técnicas mixtas.
• Ne.Po.Po.
• Adiestramiento cognitivo-emocional.

Adiestramiento canino tradicional: se originó en las escuelas de perros de guerra y tuvo un gran éxito
para entrenar perros militares para las dos guerras mundiales. Después de la segunda guerra mundial,
adquirió muchísima popularidad gracias a las historias de perros heroicos.
En esta técnica, el refuerzo negativo y los castigos son el me- dio exclusivo de adiestramiento, para
conseguir resultados, es necesario forzar físicamente a los perros hasta que realicen las acciones que
desea el adiestrador, utilizando collares de ahorque, de púas y eléctricos.
Aunque esta técnica es defendida férreamente por sus practicantes, también es atacada con la misma
obstinación por quienes la consideran una técnica cruel y violenta.
El principal beneficio del adiestramiento tradicional, es que permite un gran control desde el principio,
por supuesto, logrado por el uso de la correa. Su principal desventaja es la ruptura del vínculo entre
adiestrador guía y perro, también, trae aparejados potenciales problemas de conducta, posibles daños
en la tráquea del animal con el uso de colla- res de ahorque y desinterés del perro por aprender nuevos
ejercicios.
Esta técnica, no debiera ser la primera opción si se cuenta con poca experiencia en el adiestramiento de
perros, lastimosamente, hace unos años era la técnica más difundida y sobre la que más se ha escrito.
Afortunadamente, en la actualidad, en la gran mayoría de los ámbitos de adiestramiento canino los
métodos basados en técnicas negativas casi no se usan.

Adiestramiento canino positivo: Este modelo de adiestramiento, comprende un conjunto de técnicas


basadas en los principios del condicionamiento operante desarrollados por B. F. Skinner. Su popularidad
fue muy escasa hasta la década de los 90, cuando el libro Don't shoot the dog de Karen Pryor se convirtió
en best seller.
Con estas técnicas, no es necesario usar collares de adiestramiento y las sesiones de trabajo son muy
gratificantes tanto para el adiestrador como para el perro, el método principal de enseñanza consiste
en el uso de refuerzos positivos, mediante los cuales se refuerzan las conductas deseadas. También,
existen medios para eliminar conductas indeseadas, pero no se utiliza el castigo para lograrlo.
Actualmente, la más popular de las técnicas de adiestramiento positivo es el adiestramiento con clicker.
Las principales ventajas del adiestramiento positivo son que:
• Los resultados son tan confiables como los que se obtienen con el adiestramiento tradicional.
•Permite al perro tener control sobre las consecuencias de sus acciones.
•Como resultado de esto, aumenta su confianza.
•No es necesario doblegar físicamente al perro.
•Es muy fácil, rápido y divertido entrenar a un perro de esta manera.
•Se logra un buen vínculo.
Irónicamente, la principal desventaja del adiestramiento positivo está en la rapidez con que se consiguen
los resultados iniciales, muchos adiestradores novatos quedan maravillados con las etapas iniciales, y
no se preocupan de perfeccionar el adiestramiento, la consecuencia es, lógicamente, que el
adiestramiento queda a medias.

Técnicas mixtas: estas técnicas, son puntos intermedios entre el adiestramiento tradicional y el
adiestramiento positivo, por lo tanto, suelen ser menos duras que el primero y menos amigables que el
segundo. Se han obtenido buenos resultados administradas en perros que compiten en deportes duros,
como el Schutzhund, RCI, Mondio- ring o Ring Belga.
Generalmente, los adiestradores que usan técnicas mixtas combinan el uso del collar de ahorque con
recompensas como juguetes, en lugar de comida.

NePoPo: Esta técnica de adiestramiento fue desarrollada por el renombrado adiestrador canino Bart
Bellon, se utiliza el sistema: refuerzo negativo –Negative–, refuerzo positivo –Positive–, refuerzo positivo
–Positive–, de allí su nombre.
Al administrar esta técnica, se utilizan niveles muy bajos de estimulación mediante un collar eléctrico,
aplicados al dar un comando –refuerzo negativo–, la estimulación es continua hasta que el perro realiza
la conducta deseada –refuerzo positivo– y luego es premiado –refuerzo positivo–. Esencialmente, el
perro es recompensado dos veces por la conducta, primero por la cesación del estímulo y luego por el
premio.
En este sistema, la corrección de un perro no conduce a la sumisión, el refuerzo negativo seguido de un
refuerzo positivo crea un comporta- miento, así, una sensación desagradable anuncia un evento
agradable. Una vez aprendido, se puede utilizar esa misma estimulación negativa en el modo de
corrección que traerá inmediatamente al perro de un comportamiento no deseado al comportamiento
deseado.
De este modo, se prepara al perro para el día en que va a recibir un conflicto, es decir, por ejemplo, hará
algo mal y recibirá una corrección, pero esta corrección lo empujará inmediatamente del
comportamiento no deseado al comportamiento deseado con comprensión, confianza y velocidad.

Adiestramiento cognitivo-emocional: esta corriente, está basada en estudios de Carlos A. López García
y ha influenciado el trabajo de la mayoría de los adiestradores caninos actuales. En este modelo de
adiestramiento, no se busca una respuesta conductista, sino que el perro comprenda cuál debe ser el
comportamiento adecuado. Sostiene, que la conducta no se determina sólo por la cognición, que implica
cierto esfuerzo mental, sino que existe otra coordenada fundamental en la conducta, la emoción.

Así es que, son pilares fundamentales para el desarrollo de este tipo de adiestramiento: la Etología
Cognitiva, la Psicología Cognitiva y la Gestión Emocional. Sus principales premisas son:
•Conseguir un estado emocional adecuado en el perro, a fin de lograr una relación saludable y
enriquecedora con el entrenamiento y con el guía.
•Construir un equipo coordinado, para ello se enfoca en un trabajo de enseñanza- aprendizaje
coordinado entre el perro y el adiestrador, con activación de motivaciones sociales y feedback
emocional del guía respecto a lo que hace el perro.
•Mantener un código de comunicación claro y sencillo, conocer las señales del perro y enseñarle las
indicaciones que usará el adiestrador.
•Aplicar la simplicidad y la facilidad. La complejidad no se traslada al perro, es preciso dividir en etapas
para simplificar la tarea del mismo.
•Planificar el entrenamiento.
•El trabajo desde el enfoque cognitivo emocional, la conducta buscada y los métodos de enseñanza, son
secundarios y pueden ser diversos.

Técnicas basadas en la etología canina: estas técnicas están basadas en la etología canina de principios
del Siglo XX, hoy, ya superadas, ignoran total o parcialmente las teorías del aprendizaje y se concentran
en las conductas naturales del perro. Su premisa fundamental, refiere a que el dueño tiene que adquirir
un esta- tus jerárquico superior al del perro, de esta manera, asume el rol de líder de la jauría o perro
alfa.
Si bien, hay varios promotores populares y muy mediáticos de estas técnicas, su eficacia real es
sumamente cuestionada, son técnicas tan diversas que no se pueden ubicar en un modelo o línea de
adiestra- miento claramente definida, diferente a lo que ocurre con el adiestra- miento tradicional y con
el adiestramiento positivo.
La mayoría de los adiestradores, no considera a estas técnicas como de adiestramiento canino, sino,
simplemente, como procedimientos complementarios útiles. Así mismo, muchos practicantes de estas
técnicas rechazan ser considerados adiestradores de perros, aunque frecuentemente se considera que
lo son.
Para finalizar el tratamiento de las principales técnicas de adiestramiento canino, aún resta un amplio
desarrollo conceptual por conocer, debido a la continua investigación en este campo, resultados que,
seguramente, se aplicarán en los próximos años y superarán algunas de las prácticas que hasta hoy se
llevan a cabo.
La tendencia actual, es aplicar técnicas mayormente positivas, considerar las premisas del
adiestramiento cognitivo-emocional y algunos conocimientos de etología canina.

Principales métodos de enseñanza


Existen numerosos y diferentes métodos para enseñar una conducta a un perro, alguien dijo una vez,
que existen tantos métodos como adiestradores. A continuación, se explicará brevemente en qué
consisten los siete métodos más utilizados para el adiestramiento canino:
1- Atracción: este método consiste en guiar al perro con un poco de comida, un juguete o cualquier
cosa que él siga, hasta que realice la conducta deseada; por ejemplo, si se mueve lentamente
un pedacito de carne desde la nariz de tu perro hasta el piso, entre sus patas delanteras, es
posible que él se eche y en ese momento se refuerza la conducta;
2- Captura: consiste en recompensar una conducta que el perro lleva a cabo espontáneamente, tal
como, por ejemplo, cuando se le da un poco de comida cada vez que se echa, se le estará
enseñando a echarse;
3- Targeting: el nombre de este método proviene del inglés target, que significa diana u objetivo,
ya que consiste en que el perro logre tocar un objeto con su nariz, pata o con cualquier otra
parte de su cuerpo. Hay tres tipos de target, el de pata, boca y el de mano, cada uno, con
diferentes utilidades;
4- Modelado: este método implica doblegar físicamente al perro para que lleve a cabo una
determinada conducta. Moldeado o método de aproximaciones sucesivas: mediante él, se
refuerzan las conductas más próximas a la deseada. Si no se logra hacer que el perro se eche
con el método de atracción, se refuerza su conducta cuando se agacha un poco, la próxima vez,
se refuerza su conducta sólo si se agacha un poco más y así sucesivamente hasta que se eche;
5- Alomimetización: simplemente, es la imitación de conductas, ocurre cuando el perro repite una
conducta realizada anteriormente por otro perro; por ejemplo, muchos perros acuden al
llamado pues acaban de ver a otro perro que recibió comida por hacer eso;
6- Luring: según el diccionario de la Real Academia Española refiere a “algo que tienta o atrae con
la promesa de placer o recompensa”. El luring toma elementos de los métodos de atracción, del
targeting y del moldeado, lo describiremos más extensamente porque ha tomado mu- cho auge
en los últimos años, pues es muy utilizado para el entrena- miento de obediencia.
En lo referido al perro, es claro que la mayoría de ellos siguen la comida, lo importante es cómo la siguen
y, sobre todo, si lo que se le da es algo distinto a lo que cotidianamente come.
Luring es una técnica que se utiliza para enseñar conductas con- cretas guiando y recompensando al
perro con comida, por ejemplo, cómo sentarse, cómo echarse, el “junto”, subirse a una escalera, etc.
Basta con ponerse un trozo de comida en la mano para que el perro la siga, sin embargo, puede haber
quienes no aprendan estas conductas adecuadamente, para lograrlo, hay tres claves importantes a tener
en cuenta:
•El perro debe estar motivado para seguir la comida de tu mano, por ejemplo, si
acaba de comer su ración diaria, su motivación será baja ya que su estómago se encuentra lleno, pero,
también, la motivación, debe venir por parte de su guía, quien debe ser dinámico y divertido para captar
su atención.
•El perro debe estar totalmente concentrado en el trabajo que rea- liza para que
sea fructífero, lo ideal es que un ejercicio nuevo sea en laboratorio, como podría ser en una habitación
o el patio de su casa, sin distractivos. Se busca que el perro esté, durante todo el tiempo, concentrado
en el ejercicio, si gira la cabeza por algo externo que le llamó la atención, pero retorna a lo que estaba
realizando, no pasa nada. Una vez aprendido, se lo expone a un nuevo lugar para testear que su atención
esté en lo que debe hacer, con lo aprendido y no en el entorno, esto no es fácil, pero es muy efectivo a
la hora de evaluar si la conducta fue adquirida. Si no está acostumbrado a entrenar, no podrá dar varios
pasos, siempre es importante ir de menor a mayor en la exigencia.
•El perro debe mantener una conducta estable, debe seguir la mano, evitar que
la robe tratando de conseguirla sin realizar la conducta requerida, sino que debe seguirla. Una vez que
el perro está estable, se le da la comida, su premio y se le anima a realizar un nuevo ejercicio o tanda.
Los límites los pone el guía, así vamos moldeando lo que queremos que aprenda. Todo debe ser en un
corto tiempo, sesiones con intervalos de descanso para no aburrirlo.
La elección del método, dependerá de la preferencia del adiestrador y de las características del perro,
en algunas circunstancias, se podrá elegir un determinado método y, al ver que no está dando los
resultados deseados, cambiar y aplicar otro que resulte adecuado para el aprendizaje de nuestro perro.
Asimismo, algunos métodos se adaptan mejor a ciertas conductas y se pueden combinar con otros.

Etapas del proceso de adiestramiento


Todo proceso de adiestramiento, supone una serie de pasos o etapas, basadas en el reforzamiento
positivo, por las que se atravesará para enseñarle con éxito, una nueva conducta al perro. Esta temática
fue desarrollada en un trabajo elaborado por Claudio Busto y que encontramos sumamente
significativo incluir aquí.
Las etapas o estadios que plantea en el proceso de adiestramiento son tres: inicialización, consistencia
y fijación. A continuación, detallamos en qué consiste cada una:
1. Inicialización: en esta primera etapa, se enseña al perro cuál es la conducta que queremos que
aprenda a partir de los distintos métodos que acabamos de ver.
2. Consistencia: en esta etapa, trabajaremos para lograr que el perro realice la conducta sólo como
respuesta al estímulo discriminativo, o sea, a la orden. Además, en este estadio, comenzamos a utilizar
la variabilidad para lograr que realice la conducta en cualquier situación o lugar. Recordemos que la
variabilidad se puede dividir en:
•postural, tanto del guía como del figurante;
•sobre la distancia de ejecución;
•del entorno de ejecución de la conducta, etc.
3. Fijación: aquí se incorpora el reforzamiento variable para terminar de fijar la conducta. Se refuerzan
las mejores performances, las más rápidas, la de mejor forma, etc. El refuerzo negativo podría ser
aplicable para pulir algún detalle.
A partir de un reforzamiento aleatorio, se puede concatenar esta nueva conducta entrenada, al resto de
la cadena de conductas, los cimientos de reforzamiento positivo para el aprendiz han sido plenamente
establecidos.

Etapas en el proceso de adiestramiento.


La regla de tres estadios, la variabilidad en el estadio de consistencia y las leyes de reforzamiento positivo
permiten entrenar de forma sólida, coherente y sin castigo, con una comunicación clara entre el guía y
su perro.
Cada estadio se complementa y se debe respetar el orden para no trabajar más de la cuenta.
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Módulo 4
Introducción a la búsqueda

Introducción a la búsqueda
En este último módulo, se trabajarán conceptos, ejercicios y técnicas que introducen al trabajo
de búsqueda propiamente dicho. Entre los conceptos teóricos que se abordarán son los de
instinto y motivación en el perro, las características de sus sentidos, el estrés, y otros más
orientados a la ejecución práctica en terreno, como el trabajo en presa y el entrenamiento.

Instinto y motivación: componentes fundamentales para el trabajo en presa y la búsqueda


Para comprender el comportamiento de un perro, es preciso remontarse a sus antepasados, al
lobo ancestral, al proceso de domesticación y a, por lo menos, 30.000 años de interrelación con
los humanos.
En el proceso de parición y cría de una perra, hay una serie de patrones de conducta que son
innatos, como, por ejemplo, la perra sabe que debe cortar el cordón umbilical de sus cachorros,
lamerlos, estimularlos, no aplastarlos y darles calor, nadie se lo ha enseñado. A este tipo de
conocimiento, propio de su especie y que lo llevará a actuar de maneras particulares y heredará
a su descendencia, se lo denomina instinto.
De que estos actos instintivos sean innatos no significa, sin embargo, que sean incontrolables,
tal como lo expresa Frosolini (1998): el instinto no es el dueño del perro, sino al revés.
Instintivamente, los cachorros, por ejemplo, adoptan una postura corporal de sumisión al
saludar a un integrante de su manada de mayor edad, se agachan, ponen el rabo entre las patas
posteriores y tratan de lamer la comisura de los labios del adulto, el instinto regula cómo actuar
y el instinto del otro perro cómo y qué interpretar de esa señal.
Luego, el cachorro aprende que su bagaje instintivo puede ser mejorado para relacionarse y
saludar a su humano. De acuerdo al éxito que estas conductas tengan se repetirán, se
complementarán con nuevos aprendizajes o se cambiarán por otras más exitosas. Hay un
aprendizaje y un posterior perfeccionamiento a partir de prueba y error, reforzamiento positivo
o negativo.
Ahora bien, qué es lo que mueve al perro, por qué se inicia una conducta y se sostiene a lo largo
del tiempo, por qué se dirige al logro de una meta. Si un perro, presenta una deficiencia
corporal, por ejemplo, una disminución de la glucosa en sangre, eso desencadenará una
sensación de hambre, aumentará la intensidad de la deficiencia corporal y surgirá cierta
incomodidad o ansiedad.
A fin de reducirla y satisfacer esa deficiencia corporal, el perro se pondrá en movimiento–
impulso–, buscará, encontrará y comerá –meta– recompensa. Si ese objeto satisface la
deficiencia corporal de manera exitosa, se presenta la satisfacción y se calma la ansiedad. El
impulso surge a partir de una alteración corporal, el hambre. Ese impulso, se propone el logro
de una meta en particular, impulso y meta, conforman lo que se denomina motivación, no es
igual en todos los perros dependerá de múltiples factores como, por ejemplo, la raza, edad, etc.
Este impulso, comienza en el cerebro a partir de la activación que producen la dopamina,
neurotransmisor que modula tanto el aprendizaje como la motivación.

El aumento de la dopamina, por ejemplo, hace que sea más probable que un animal decida que
vale la pena gastar energía para moverse, con el objetivo de alcanzar una recompensa futura,
la meta. Una vez que la motivación surge, se desencadenan en el cerebro ciertas predicciones
de recompensa para energizar apropiadamente el comportamiento de ese momento, aumenta
la cantidad de dopamina a medida que se acerca a la meta.
El instinto y la experiencia, guiarán al perro en su conducta, la que se repetirá o extinguirá,
condicionada por el reforzamiento que se genera al tener o no, éxito.
Siguiendo este punto, no sólo las necesidades fisiológicas generan motivación, por el contrario,
la motivación se nutre, fundamentalmente, de la compleja conjunción de necesidades, deseos,
placeres y emociones, la conducta que el perro manifieste será la suma de todas las
motivaciones que tenga en ese momento.
Se ejemplificará, cómo se manifiestan el instinto y la motivación en un ejercicio de búsqueda
rural en un área extensa, a partir de diferenciar las etapas de la cacería donde se pone de
manifiesto los distintos impulsos que se asocian al instinto de caza:

1. Búsqueda.
2. Acecho.
3. Persecución.
4. Captura.
5. Muerte de la presa.
6. Transporte.

1.Etapa de búsqueda: al llegar al área de búsqueda el perro tiene guardadas en su memoria las
experiencias pasadas, ya sabe de qué se trata y porqué está allí, su instinto de caza y el entrena-
miento lo han preparado para ello. El perro inicia la búsqueda, es una etapa de alta motivación,
y la que más se puede prolongar en el tiempo, comienza con el reconocimiento de olores, la
dirección del viento y, con sus otros sentidos, tiene una representación mental del paisaje que
lo rodea.
En la medida que se desplaza, generalmente en círculo y por caminos de menor gasto de
energía, su impulso es recorrer y la meta es encontrar el cono de olor o un rastro. Aquí
interviene el impulso de búsqueda.
2.Etapa de acecho: se inicia en cuanto detecta el olor de su presa, su motivación es encontrar
la fuente del olor que ha detectado, se mantendrá mientras esté sobre el olor. Aquí interviene
el impulso de caza.
3.Etapa de la persecución: si estuviera cazando un conejo, cuando lo encuentre, entra en la
etapa de la persecución. En el caso del perro de búsqueda, cuando encuentra al figurante, al no
obtener el juguete, ladra por frustración, reclamándolo. Aquí interviene el impulso de agresión.
Cuando el figurante presenta el juguete, termina la etapa de persecución y comienza la etapa
de captura.
4.Etapa de captura: si el perro atrapa la presa. Interviene el impulso predatorio o de presa.
5.Etapa de muerte a la presa: sería la del premio final, comúnmente, son mordidas intensas
acompañadas de sacudidas de la presa. Interviene el impulso de presa.
6.Etapa de transporte: el perro que ha atrapado y “matado” a su presa, la transporta y
comparte con su guía. En esta acción interviene el impulso de cobro.
Cada etapa de la búsqueda es premiada con el logro del objetivo, el cual le permite entrar en la
siguiente etapa, el encuentro y juego con el figurante, es el reforzador final que premia toda la
cadena, por lo que un buen figurante es fundamental. El broche final, es el transporte de la
presa hacia su guarida o, en el caso de nuestros perros, a su caja de transporte.
Para finalizar, en el juego de poste la motivación es la persecución y captura, cuando esta última
se frustra, se pone de manifiesto el impulso de agresión con el ladrido, y el de presa al morder.
En las búsquedas con despedida, la motivación es el acecho–caza–, luego, la persecución –
presa– o ladrido –agresión–, la captura –presa– y, finalmente, introducimos la búsqueda sin
des- pedida y así completamos toda la secuencia de caza encadenan- do todas las conductas.

Con el desarrollo anterior, ya contamos con una noción sobre los instintos, impulsos y
motivaciones del perro y cómo intervienen en el trabajo de búsqueda, veremos a continuación
cómo desarrollamos el impulso de presa.
El trabajo en presa en el perro de nivel inicial
Mediante los juegos de presa, se promueve la obsesión por el juego, este entrenamiento, no
demanda estrés y forma en el cachorro una superioridad psicológica que posibilitará, a nivel
vincular, pueda estar siempre por encima de cualquier escenario.
El trabajo en presa consta de dos fases:
En la primera, tanto con cachorros como con perros que recién se inician en el trabajo, se los
estimula con un juguete atado a un cordel y a una caña, tipo caña de pescar. Aquí, el guía,
interviene lo menos posible, sólo mueve el juguete para que el perro lo cace, pero sin hablar.
La intención es que la presa esté disociada del guía, por lo que no se trabaja el vínculo aún, sino
sólo se logra que el perro descargue el instinto y juegue ejerciendo su modelo predatorio. Este
ejercicio se llama juego en presa y se va desarrollando en distintos escenarios hasta que al perro
sólo le interese perseguir y morder, sin importarle el escenario.
Lograda la primera fase, se pasa a la segunda, en la cual el guía-bombero trabaja en presa con
el perro, interactuando con él, hablándole con tono de felicidad para construir el vínculo
afectivo y recíproco y sosteniendo el juguete para que lo muerda. Recordemos que el perro es
un depredador colaborativo, por eso es importante que el guía-bombero aprenda la técnica
para jugar con su perro. Hay que observar atentamente al perro y prestar atención a si aparecen
señales de calma o mordida nerviosa, las cuales podrían indicar que está incómodo con la
interacción. En ese caso, el guía tiene que modificar su postura o algo en el juego para evitar
esa incomodidad, el objetivo es lograr que el perro esté cómodo, disfrute y se sienta ganador.
Estas fases se pueden intercalar o alternar con otros ejercicios, como el pressing, el ladrido y el
recobro, cada uno de los cuales describimos a continuación:
 Pressing: esta técnica consiste en acariciar al perro mientras sostiene su juguete en la
boca y así lograr que esté estable y comparta la presa con su guía.
 Ladrido: en un momento del juego, el guía sostiene el juguete fuera del alcance del
perro y lo estimula para que lo reclame con ladridos.
Esta técnica es muy útil para hacer crecer, entre otras utilidades, los impulsos del perro.,
es recomendada por Fabio Pinto, quien llama a esto el pilar de agresión, no quiere decir
que el perro está agrediendo a su guía o que lo quiere morder, el perro ladra para de-
mandar el juguete y, en el proceso, se logra que focalice en su guía, fortaleciendo el
vínculo. El guía, lo recompensa con juego y más adelante puede, en algunas ocasiones,
pedirle que realice alguna conducta para luego pagarle con el juguete. El ladrido, al
pertenecer al pilar de agresión, no es agotable como la presa y, por lo tanto, logra una
inyección de energía e intensidad en el perro que puede usarse cuando el ambiente es
adverso o se necesita recuperar al perro cuando se desconcentró.
 Recobro: consiste en enseñarle al perro que si se le arroja un juguete debe recobrarlo y
entregárselo al guía. Muchos perros tienen esta conducta en su genética, pero, si no la
tienen, hay que empezar a crearla rápidamente para evitar problemas en el momento
de entrenar. Existen varias técnicas como, por ejemplo, usar una traílla larga, varios
juguetes, realizar un intercambio por comida, entre otras.

Si se logra combinar el recobro, la presa, el pressing y el reclamo del juguete, los ejercicios
y los entrenamientos se vuelven cada vez más intensos, se sacia motivacionalmente al perro
y se construye el vínculo.

Sesiones de entrenamiento
Antes de comenzar una sesión de adiestramiento con el perro, hay que tener bien en claro los
siguientes aspectos:
1. el objetivo, es decir, qué se quiere lograr para que el perro aprenda o practique,
2. planificar la clase de acuerdo a los tres momentos especificados. Considerar el orden
en el que se realizarán los ejercicios, de manera que la sesión tenga la dificultad justa,
sea lo suficientemente fácil para que el perro pueda ejecutar los ejercicios y lo
suficientemente difícil para que aprenda algo nuevo.
Impulso en función del tiempo

Hay tres momentos que debe incluir una clase o sesión de entrenamiento:

1° Momento: realizar un paseo sanitario, una caminata tranquila de modo que el perro haga
sus necesidades, explore los olores de la zona y así evitar distracciones durante el
entrenamiento. El guía-bombero se prepara emocionalmente, dejando de lado ansiedades,
apuros y problemas de la vida cotidiana, a fin de predisponerse y disfrutar del proceso.

2° Momento: una vez logrado un buen estado emocional, tanto del guía como del perro, se
pasa al trabajo específico, ya sea trabajo de presa, de poste, de obediencia o de búsqueda, cada
uno tendrá su propio ritual antes de comenzar. Si se va a trabajar obediencia, se recomienda al
inicio de la sesión, premiar las conductas con comida ya que con ella se logra una emoción
media que convierte al perro en un excelente receptor, a diferencia del juego que lo exalta
demasiado. Luego, se pasa a jugar y recompensar con juego.

Si, en algún momento, se observa que el estado emocional del perro no le permite trabajar por
estar demasiado excitado, se recomienda, en vez de guardarlo en el canil, dar un “no”
informativo, en voz neutra, sin enojarse, y repetir la caminata previa hasta lograr el estado
emocional adecuado para el trabajo.
Se debe recordar que las sesiones de trabajo deben ser cortas, especialmente en los cachorros.
El drive o impulso de presa depende mucho del perro, pero, en general, aumenta durante la
sesión del juego en presa y, luego de hacer un pico, comienza a decaer –ver gráfico 1–, por ello,
se dice que la presa es agotable; conviene terminar la sesión antes de que baje, es decir, finalizar
el entrenamiento mientras el perro aún conserva algo de motivación y evitar que se aburra.
También se recomienda siempre, finalizar cuando el perro realmente aprendió algo, por mínimo
que sea. En ese momento, el guía lo premia efusivamente y le informa que la sesión terminó
con una palabra y/o gesto.

3° Momento: realizar la caminata post entrenamiento. Terminado el momento anterior, se le


deja el juguete al perro y se da inicio a otra caminata, parecida al paseo sanitario, pero con la
diferencia que, durante este, el perro transporta su juguete. Como seres colaborativos que son,
el guía y su perro, comparten la presa en una caminata.
No es recomendable llevar, inmediatamente, al perro a su canil de transporte pues aún lleva
residuos de la excitación del trabajo, conviene caminar suavemente para que se acostumbre a
“bajar los decibeles”.
A medida que el perro se acostumbra al paseo sanitario, al entrenamiento y a la caminata post
entrenamiento, adquiere experiencia, controla sus emociones y es más receptivo.
Durante el segundo momento, se hace hincapié que se entrena, entre otros, el trabajo en presa.

A continuación, se dejan algunos de los ejercicios que pueden aplicarse para potenciar el trabajo
con el perro:
•Juego en presa: indicado para perros que se inician en presa y cachorros,
se usa el juguete atado con cordel y caña.
•Rondas de juego: también para cachorros, con el fin de sociabilizarlos
con los humanos y que aprenda a jugar con ellos. Varias personas se agachan o se sientan en
ronda, todos con juguetes, el perro va en medio y todos juegan con él por turnos.
•Juegos de mordedor con el guía: se aplica con el fin de formar un
ganador en el perro, se afianza el vínculo con el guía y se trabaja el control.
•Trabajo de poste: mientras el guía-bombero sostiene al perro por la
correa, un figurante lo motiva con un juguete y lo trabaja en presa, sin dejar de interpretar las
señales de calma o de agresión del perro y manejo adecuado de su frustración. Durante este
ejercicio, se deben respetar las reglas de la presa con sus etapas e impulsos: caza, presa y
transporte o cobro, según las hemos desarrolla- do en el apartado anterior.

Para que cada uno de los ejercicios sea exitoso, hay que lograr que el perro disfrute al máximo
y aprenda, para ello será necesario tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

El perro nunca:
• inicia el juego;
• toma la ropa y manos del figurante o guía;
• debe perder el foco de la presa.

El guía debe:
• leer, interpretar, las señales de calma;
• manejar las posturas agresivas;
• mantener las leyes del reforzamiento;
• respetar las variables etológicas de la caza;
• evitar colocar la presa en la boca del perro.

Hasta aquí, se ha han mencionado los aspectos significativos del trabajo en presa y la
planificación de ejercicios para entrenamiento, quedando a continuación los puntos más
significativos de cada momento:
1. Trabajar un criterio a la vez.
2. Volver atrás un criterio si no se cumple.
3. Aprender a “leer”, interpretar, las conductas del perro y detectar errores.
4. Trabajar la generalización de conductas, es decir, en un lugar nuevo, comenzar con un
ejercicio conocido, como lo decimos usualmente: “lugar nuevo/ejercicio viejo”.
5. Terminar el entrenamiento o sesión en la mejor performance.
6. Aplicar rituales especiales antes de iniciar cada entrenamiento.

Los sentidos del perro y su relación con la búsqueda


Los sentidos, son los mecanismos fisiológicos por los cuales el perro obtiene la información del
ambiente y de algunos de los estados internos de su organismo. Al hablar de sentidos,
generalmente, se piensa en la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto, pero hay que recordar
también que su organismo registra dolor, calor, el equilibrio y las sensaciones.
Es importante mencionar dos aspectos respecto a los sentidos: el primero, que, si bien, los
sentidos se estudian por separado, actúan conjuntamente como un sistema, el segundo, que
no sólo es importante la sensibilidad con la que se está percibiendo sino también la eficacia del
proceso mental de interpretación.
En ese sentido, es importante desarrollar detenidamente el sentido del olfato en el perro.

Olfato
Los perros, han demostrado una gran capacidad de detección e interpretación de lo que huelen.
En el ser humano, a nivel sensitivo, fundamentalmente, prima lo visual por sobre los demás
sentidos, tal vez, por esta razón, es complejo comprender la extraordinaria forma en que los
perros detectan olores.
Los olores, según su definición teórica, son compuestos químicos volátiles, principalmente,
orgánicos y, en general, de bajo peso molecular. A diferencia de la luz, los olores se mueven
impulsados por el aire, muchas veces, en formas muy complejas que se denominan flujos
turbulentos, por ello son mucho menos predecibles.
La cantidad de moléculas de olor que hay en el aire dependerá de las características de la
fuente, la humedad, tipo de superficie de la cual provienen, temperatura, así como de la
velocidad y dirección del viento.
Además, los olores, tienen la capacidad de preservarse por ciertos periodos de tiempo, lo que
permite a los perros obtener información de eventos pasados como, por ejemplo, quién estuvo
en el lugar y, de acuerdo a la densidad, en qué dirección se desplazó.
En los últimos años se han logrado grandes avances en el entendimiento de cada paso de la ruta
olfatoria, los cuales van desde el contacto de un olor con su receptor en el epitelio olfatorio, la
codificación y el procesamiento de esta información en el sistema nervioso central y periférico,
la manifestación de sensaciones y el almacenamiento de memorias.
Si se analiza anatómicamente el cráneo del ser humano con el del perro, se evidencia
claramente la diferencia del aparato olfativo, la cavidad nasal es más pronunciada en los perros,
similares a sus antepasados los lobos, aunque algunas razas carecen de este privilegio.

Diferencia anatómica entre cráneo de un ser humano y el de un perro.

En el desarrollo del epitelio olfativo, la diversidad de receptores olfativos, las neuronas


dedicadas a la transmisión de la información y el desarrollo comparativo del bulbo olfatorio en
los perros, superan ampliamente al del ser humano.
Ahora bien, al igual que los humanos, los perros, aprovechan parte del ingreso del aire del
sistema respiratorio para detectar olores poniendo en contacto a éste con los receptores,
células olfativas en la mucosa nasal, que receptan los estímulos olorosos, poseen una
prolongación periférica que termina en cilios o filamentos cubiertos por una delgada capa
líquida segregada por las glándulas de Bowman y llegan hasta la superficie de la mucosa nasal.

Órganos olfativos del perro.

El sentido del olfato del perro, además de poseer muchas más células olfativas que en el
humano, contiene un mayor número de cilios por cada célula, entre 100 a 150 cilios, a diferencia
de los 6 u 8 de las células olfativas humanas. Se estima que estos receptores de los que hay,
aproximadamente 800 tipos, no detectan la composición química de las moléculas sino la
frecuencia de vibración de las mismas.
Si una molécula estimula al perro, comienza a realizar aspiraciones destinadas a detectar e
identificar la fuente, a diferencia del ojo, en la nariz no importa en qué lugar de la misma se
capta cada molécula, lo que importa es cuántos receptores se activan en un momento
determinado. Luego, la información llega al cerebro, específicamente, al bulbo olfatorio el cual
compara todas las señales de los receptores y genera información más compleja, de manera
similar a cómo nuestro cerebro nos permite ver millones de colores a partir de la combinación
de tres–rojo, verde y azul–.
Alrededor de cada narina, se encuentra un área de piel sin pelo denominada rhinarium o rinario
que es sensible a la presión del viento y a la temperatura, si esta parte de la piel está húmeda,
se enfría por evaporación del lado que viene el viento, permitiendo al perro una lectura
instantánea del área que está revisando o la dirección de la fuente de olor.

Es preciso considerar que, la capacidad natural que poseen los perros, puede potenciarse con
ejercicios de estimulación y así lograr que se interese por una mínima concentración de la
sustancia que queremos él detecte.

A través de una rigurosa y consecuente formación, los perros de trabajo se vuelven verdaderos
profesionales en su especialidad, tal es así que, los perros que buscan en estructuras
colapsadas, pueden detectar y diferenciar el olor humano corporal de los gases expelidos en la
respiración tales como el monóxido de carbono, dióxido de carbono, nitrógeno, amoníaco,
metano, acetona y unos 800 compuestos volátiles presentes en la respiración de una persona
sana. Esto posibilita discriminar entre una persona viva y una fallecida que no ha empezado el
proceso de descomposición.

Visión
Debido a la importancia que tienen el olfato y el oído en los perros, el sentido de la vista suele
ser menospreciado, no obstante, se advierten sus valiosas funciones e interrelación con los
demás sentidos y su implicancia en la tarea de búsqueda.
Como descendiente de los lobos, el perro, tiene adaptados sus sentidos para cazar en grupos
coordinados, incluso con poca luz, pero también para desarrollar una vida gregaria con un
sofisticado sistema de comunicación. El ambiente natural y al que se han adaptado evolutiva-
mente, es junto al ser humano y sus ambientes, con quienes compartirá datos visuales
continuamente.
La retina del ojo canino está compuesta principalmente por fotorreceptores en forma de
bastones, que son los principales responsables de la detección del movimiento y de las sombras.
Estos fotorreceptores trabajan muy bien en condiciones de poca luminosidad. Además, esta
característica de visión crepuscular es ayudada por el uso del tapetum lucidum, membrana que
se localiza en la mitad superior de la retina y se asemeja a una pantalla reflectiva localizada por
detrás de los fotorreceptores –es la que hace brillar los ojos de los perros cuando una luz llega
a ellos en la oscuridad–, actúa como una especie de amplificador de la luz y hace que los
fotorreceptores funcionen como si hubiera una mayor cantidad de luz.
La retina también tiene fotorreceptores en forma de conos, un poco menos del 10%, los cuales
trabajan en condiciones de buena luminosidad. Son los responsables de la visión en colores, se
estima que los perros diferenciarían los tonos violetas, azul violáceo y azul. Los colores amarillo-
verdoso, amarillo y rojo se distinguirían como tonos amarillentos. Los tonos azules verdosos
probablemente sean vistos por los perros como sombras grises. Los perros están mucho mejor
capacitados para diferenciar entre las distintas tonalidades de gris que las personas, lo que es
una gran ventaja para poder ver y discriminar objetos con luz baja.

Su campo visual varía en algunos grados según la raza, como pro- medio, se encuentra entre los
240 – 250 grados permitiéndole detectar movimientos en un ángulo mayor que el humano. Sin
embargo, esto provoca que no pueda medir muy bien las distancias a lo lejos ni detectar con
excesiva claridad visual objetos a menos de 20 cm.

La vista también juega un papel importante en la comunicación, ya que para los perros es
fundamental la comunicación gestual, hay que recordar que, por ejemplo, las señales de calma
pueden ser sólo pequeños movimientos gestuales captados y comprendidos, sin problema por
ellos.
Además, los perros comprenden el señalamiento como una forma de comunicación con
humanos, es verdad que no se necesita una vista aguda para ver un brazo a pocos metros
señalando hacia un recipiente con comida, pero, es a través de la vista, que el perro interpreta
el significado de dicho acto. Además de ello, pueden diferenciar sin problema rostros humanos
y estados anímicos en dichos rostros.

Los perros pueden fallar cuando el sentido de la vista no es acompañado del olfato o el oído,
seguramente, quien haya hecho de figurante por algún tiempo, afirmará que el perro que lo
buscaba pasó junto a él sin verlo y lo detectó por el olor.

Audición
Otro sentido muy importante junto con la vista y el olfato es la audición, los perros oyen más y
mejor que los humanos, esta sensibilidad auditiva no sólo los convierte en grandes guardianes,
sino que, además, define su forma de relacionarse, entender su entorno u obedecer las órdenes
que les damos. De esta manera, conocer algo más sobre este sentido nos acercará a entender
su mundo y mejorar nuestra manera de educarlos.

El oído del perro, al igual que el humano, es un órgano vestíbulo coclear pues permite la
audición y además proporciona el sentido del equilibrio, anatómicamente se divide, en oído
externo, medio e interno. La mayoría de los perros pueden erguir sus orejas a través de los 17
músculos que la conforman, lo que les da mayor percepción y, al poder rotarlas hacia el lugar
de donde provienen las ondas sonoras, obtienen una mejor ubicación del origen del sonido.

Si bien, la capacidad auditiva de los perros varía según la raza, en general, las frecuencias que
son capaces de oír llegan, aproximadamente, a los 50.000 Hertz, mientras que nosotros oímos
20.000. Esta facultad de poder oír sonidos tan agudos, imperceptibles para las personas,
proviene de la evolución cazadora de los cánidos para poder localizar pequeños roedores,
quienes emiten sonidos muy agudos. Además, los perros tienen la capacidad de oír claramente
hasta cuatro veces más lejos que los seres.

El oído de los perros puede soportar 85 decibeles, por lo que cualquier sonido que los supere
lo perjudica notablemente, por ejemplo, el uso de pirotecnia puede llegar a 190db, le causará
pánico, desesperación, taquicardia, temblor, estrés y lesiones auditivas. Por lo que, al trabajar,
en los perros, la habituación a ruidos fuertes no deberemos sobrepasar los 85db y, tampoco,
deben exponerse por tiempos muy prolongados a sonidos muy intensos, ya que causará estrés
y/o pérdida auditiva.

Tener conocimiento de los sentidos de los perros, ayuda a conocer más sobre cómo sienten y
cómo les influencia el medio, a trabajar mejor en los entrenamientos y en la operatividad. A
través de la audición, el perro recibe la información de cambios a su alrededor, es parte de su
relación con el medio, por lo que la falta de audición limitará la compresión del entorno, el
sentido de alerta, su capacidad de relación de distancia, la comunicación con el guía al no
escuchar nuestros comandos, su sociabilización.

Estrés: respuesta de supervivencia


Es sumamente importante procurar que el perro esté “equilibrado emocional y físicamente”,
ya que, cuando eso no ocurre, se manifiesta, al igual que en los seres humanos, el estrés.
Cuando se habla de estrés, se está refiriendo a un proceso complejo, por medio del cual, los
seres vivos, intentan mantener el equilibrio interno ante situaciones o cambios en el medio que
los desestabilizan, es una respuesta de supervivencia.
Los factores estresantes, aquellos que ejercen presión y hacen que el organismo genere
cambios para mantener su equilibrio, pueden ser de tipo:
• Físico, como serían las temperaturas ambientales extremas, la falta de
agua o de alimento.
• Psicológico, como, por ejemplo, presencia de un desconocido si no han
sido sociabilizados. Así es que, cualquier cambio o causa que ejerza un efecto sobre el perro es
estresante, algunas son estimulantes y otras aversivas, por lo que el estrés, puede ser positivo
o negativo.
•Estrés positivo, es un estrés operativo o euestrés, que los hace crecer,
por ejemplo, alegría ante la llegada del guía,
•Estrés negativo, también llamado diestrés, es perjudicial, limita el
crecimiento del perro, por ejemplo, el miedo.
El estrés, es la base de la mayor parte de los problemas del comportamiento de los perros, así
es que, una intensidad de estrés determinado será una reacción adaptativa a una situación, por
ejemplo, alegría al llegar el líder, al jugar, al salir a entrenar, al trabajar en una búsqueda –
euestrés– y una molestia continua, por ejemplo, jugar en exceso, castigarlo continuamente,
entrenamientos o búsquedas muy exigentes para él, situaciones de frustración, no haber
establecido un “código de comunicación claro” perro-guía, falta coherencia, entre otros,
pueden ser causa de un desequilibrio orgánico o emocional –diestrés–.

Por ello, es sumamente importante saber “leer”, interpretar, de modo adecuado las señales del
perro y conocer sus estados emocionales al momento de salir a entrenar, jugar, hacer
obediencia, etc. El estrés excesivo o que se repite continuamente, lleva que aparezcan síntomas
de estrés crónico, el cual desencadena alteraciones de conducta, fisiológicas o emocionales
como, por ejemplo, problemas de piel, pérdida anormal del pelo, diarrea, pérdida de apetito,
resistencia a trabajar, hiperactividad, salivación o relamido exagerado, reacciones bruscas ante
situaciones o lugares nuevos, falta de atención y hasta, suelen darnos la espalda.
Es preciso ser coherentes en todo momento, respetando los ritmos de aprendizaje del perro,
tomar el tiempo para observar y conocerlo, no sólo poner como prioridad “qué deseamos de
él” sino conocer sus tiempos, sus necesidades, sus emociones, esto promoverá que el vínculo,
sus respuestas, las expectativas, etc., se construyan en equilibrio, para disfrutar del trabajo del
binomio, el que, seguramente, será exitoso.
Hay que recordar que los perros, al tener una comunicación fundamentalmente corporal, saben
“leer” muy bien, perciben fácilmente el estado de ánimo de los seres humanos: si se sale
nervioso a una práctica o a una búsqueda, si hay exceso de control, si la persona está enojada
cuando va a trabajar, etc., también esto será causa de estrés para el perro y con consecuencias
negativas en el vínculo. En cambio, si la motivación es la correcta, entonces el perro será feliz
de aprender voluntariamente y no habrá que forzar ninguna situación.

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