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LA AUTANASIA

Buenas noches doctor y colegas presentes, en esta clase daré un discurso sobre mi posición
ante la eutanasia, con el permiso del docente a cargo de esta clase.

Varias iniciativas parlamentarias han vuelto a poner sobre la mesa el debate de la eutanasia.
Considerado un tabú durante años, hoy son muchas las voces que opinan que la sociedad ha
madurado y está preparada para afrontar su legalización. Nadie quiere hablar de la muerte,
pero todos quieren evitar el dolor.

¿Le ha llegado la hora a la eutanasia en este país? ¿Estamos preparados para ella? Responder
a esta pregunta es tan complicado como intentar tasar una demanda social que acostumbra a
vivirse en el ámbito privado y cuya sola mención provoca carraspeos y suspiros. A nadie le
gusta hablar de la muerte. La percepción de la eutanasia cambia cuando te toca de cerca. El día
que ves a un ser querido padeciendo una agonía dolorosa y prolongada antes de morir,
entiendes que no tienes derecho a obligarle a pasar por ese sufrimiento si él no lo desea.

¿Qué ha cambiado para que algo que antes era casi un tabú hoy se convierta en materia de
debate parlamentario? La gente ha madurado y ha entendido que las personas, en
determinadas circunstancias, tienen derecho a pedir el final de su vida, y que una ley de
eutanasia no obligaría a nadie, solo daría seguridad jurídica a quien elija ese camino.

Si se aprobara, solo podrían solicitar la eutanasia los mayores de 18 años, o menores


emancipados, que sufrieran una enfermedad terminal incurable o fueran víctima de dolores
físicos y psíquicos intolerables. La petición debería hacerse en dos ocasiones, dejando por
medio un margen de 15 días, y serían los médicos y psicólogos los encargados de aprobarla o
denegarla. La norma contempla la objeción de conciencia para aquellos facultativos que no
quieran participar. Estas garantías pretenden reflejar el amplio consenso que hay en la
sociedad sobre este tema. La gente no sale a manifestarse a la calle pidiendo la eutanasia,
porque es un asunto muy íntimo y privado, y del que cuesta hablar, pero esta demanda existe.

Frente a quienes se oponen a la legalización por temor a que tenga un 'efecto llamada' y haga
que se disparen los suicidios, se sostiene que su consecuencia sería la contraria: "Esta ley
serviría para regular las eutanasias que hoy se practican de forma clandestina y para que
muchos de los suicidios que cada día se cometen de mala manera, se hagan de forma
adecuada.

Lejos de los parlamentos y los foros políticos, en las unidades de paliativos y las consultas
médicas, la de la eutanasia no es una cuestión teórica, sino práctica y urgente.

Para finalizar este discurso digo que Mi apoyo a la eutanasia no tiene que ver con la silla de
ruedas o el despreciar a las personas con discapacidades o enfermedades, sino con la exigencia
de un derecho que considero fundamental, porque hay personas que desean tener una
muerte tranquila, despidiéndose de sus familiares y sin sufrir dolor alguno. Por eso, quiero ser
yo, y no otros, quien disponga de ella.

GRACIAS

ALUMNA: FLORES VILLAVICENCIO ANAYELI JESENIA

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