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Tanto los pro-eutanasia como los anti-eutanasia dicen que están contra el sufrimiento extremo, todos se
declaran “compasivos”. Todos están de acuerdo en combatir el sufrimiento. Pero una ley de eutanasia consiste
en matar personas (o ayudar a que se maten ellas en el suicidio asistido). ¿De verdad esta ley de eutanasia
protege a los vulnerables e impide que se los dañe y mate? También hay que ser compasivo con ellos, con los
que casi nadie protege. Es un tema que afecta a toda la sociedad. No hay que mirar sólo el efecto en uno o dos
años, sino el efecto a largo plazo contra multitud de vulnerables.
2. Con la eutanasia legal, el Estado dice que hay vidas eliminables… y que matándose nos ayudan a todos
La eutanasia legal dice a la sociedad (y a los enfermos y vulnerables) que hay vidas que valen menos, las de
los eutanasiables, que hay vidas, en general, que no valen. Más aún: mantenerlos vivos cuesta dinero y
esfuerzo y atención. Si se eutanasian, ahorran costes al Estado y a sus familias. Muertos son mejores para
todos, quieren que entendamos. Así, el “derecho a morir” se convierte enseguida en “el deber de morir”. No
hay ningún tipo de ley de eutanasia que pueda evitar este deber (“es mejor que me mate, para ayudar a mi
familia y la sociedad”), no hay control que lo evite… excepto la total prohibición de esta práctica.
3. Muchos piden morir por dolor y soledad: ¡pero eso se arregla con cuidados paliativos, no matando!
En Nueva Zelanda la Asociación Médica NZ, la Asociación de Médicos de Cuidados Paliativos y la
Asociación de Enfermeras de Cuidados Paliativos se han declarado contra la eutanasia. La Asociación Médica
Mundial dijo en 2019 que “no es ética” y “y debe ser condenada por la profesión médica”.
La Asociación Médica de EEUU se reafirmó en 2019 en que “es incompatible con el papel del médico como
persona que cura” y que la eutanasia legal es “difícil o imposible de controlar”. Todos dicen que casi siempre
se pide la eutanasia por miedo al sufrimiento, por dolor mal atendido, por soledad y dolor psíquico… todo eso
se puede tratar con eficacia con la medicina actual.
Aunque el arsenal médico contra el dolor, la angustia emocional y el miedo es increíblemente grande, aún
debe crecer y mejorar, y, sobre todo, debe llegar a más personas. Con la eutanasia legalizada, no se invertirá
dinero ni recursos en cuidados paliativos ni en otros muchos campos que afectan al final de la vida. En
cambio, mientras está ilegalizada, la sociedad se ve forzada a invertir y esforzarse en estos campos, haciendo
avanzar la ciencia y la cobertura médica. Un ejemplo está en la eutanasia en Canadá (informe oficial del
Gobierno): sólo un 28% de los técnicos de eutanasia consultó a un experto en paliativos respecto a un caso,
sólo un 6% se molestó en hablar con un psicólogo. Con eutanasia legal, hay prisas por matar, no por cuidar o
explorar mejores cuidados y tratamientos.
Los médicos son personas que decidieron dedicar su vida a cuidar y sanar y acompañar… o al menos era así
antes de la eutanasia legal. Con la eutanasia legalizada, ¿seguiremos llamando médicos o medicina al siniestro
“arte” de matar enfermos o ayudarles a suicidarse? ¿Qué pensarán los nuevos médicos de sí mismos?
¿Cuántos pensarán que tienen no sólo la capacidad técnica de matar, sino la capacidad de decidir, sugerir,
impulsar, animar, conducir a sus pacientes, hacia la eutanasia? ¿Cuántos lo harán si reciben primas de
aseguradoras o de empresas sanitarias que buscan siempre una gestión más eficaz, ahorrando costes? Ningún
control evitará eso, sólo la total ilegalización.
6. Lo hemos visto en todos los países: la eutanasia nunca se queda en casos extremos, enseguida se amplía
En Canadá, en apenas 3 años de eutanasia legal, se ha doblado el número de víctimas a la que se aplica. En
Holanda, donde empezó siendo para casos “extremos”, ahora se quiere aplicar a cualquiera que considere
“acabado su ciclo vital”, o quien, simplemente, declare estar triste y que ya no quiere la vida. Una reciente
propuesta holandesa quiere poder matar a mayores de 75 años sanos (que “lo pidan”, se supone) y a menores
de 12 años “terminales” (aunque no lo pidan, basta que lo pida un adulto “responsable”).
En Bélgica casi se ha triplicado en 10 años (de 954 eutanasias en 2010 a 2.655 en 2019, y creciendo). En
Bélgica se sabe que en 2019 al menos unos 450 eliminados (un 17%) no eran personas en estado terminal, es
decir, no tenían enfermedades que les estuvieran acercando rápidamente a la muerte.
En Canadá se aprobó para pacientes terminales, pero en apenas 2 años el Tribunal Supremo de Quebec dijo
que, para no “discriminar”, debía aplicarse también a enfermos no terminales, como discapacitados. A veces
se aprueba insistiendo en que la pida el enfermo, pero pronto se amplía a que la pida un pariente, o un juez
que considera que es “el mejor interés del enfermo” (caso Charlie Evans) o alguien que dice que el enfermo
hace años le comentó que estaba a favor de la eutanasia. Y si la pide tu compañero de habitación en el
hospital, ¿por qué no tú? El Nathaniel Center resume: “una vez legalizado, no es posible ni racional limitarlo
a grupos de personas con condiciones específicas”. Si es un derecho, cualquiera puede pedirlo.
Si no podemos enfadarnos porque nuestra abuela pidió la eutanasia, mis padres (o mis hijos) tampoco tienen
por qué enfadarse o sentirse dañados si yo me suicido pese a estar sano. Simplemente, entenderé que “algunos
suicidios están bien”. Tan bien, que hasta los médicos lo apoyan y los políticos lo alaban. Ese es el mensaje
que transmite la eutanasia, especialmente a muchos jóvenes y personas que piensan en el suicidio.
En muchos casos, quizá la mayoría, quien pide la eutanasia en realidad está pidiendo ayuda contra su
depresión, a menudo ligada al miedo o la soledad; las tendencias suicidas se pueden y deben tratar desde la
ciencia médica y psíquica
8. La eutanasia no es una opción “libre”, casi siempre va ligada a depresión… y la depresión puede
tratarse
La eutanasia se basa en el deseo de morir, un deseo suicida, y a menudo -quizá casi siempre- va ligado a la
depresión, que causa pensamientos suicidas. La solución no es matar al enfermo -aunque lo pida- sino tratar la
depresión. Hay numerosos estudios que muestran que cuando se trata la depresión de los que piden eutanasia
en países donde es legal, la inmensa mayoría cambia de opinión y deja de pedirla… suponiendo que no le
hayan matado antes, porque como vemos no hay ninguna obligación de que un psiquiatra examine el caso.
9. En un país donde ya se abusa de los ancianos ¿quién los protegerá si hay eutanasia legal?
En Nueva Zelanda calculan que 1 de cada 10 ancianos sufre abusos físicos o psíquicos, son maltratados.
Muchos más sufren soledad. A esta población tan frágil y vulnerable, ¿quién les protege de ser conducidos a
la muerte por eutanasia? Y cuanto más cueste mantener a los ancianos, mayores serán las presiones .
Con la eutanasia ilegal, estas presiones al suicidio, simplemente, no existen o son tan burdas que enseguida se
detectan y castigan. Con la eutanasia legal, serían cotidianas y extendidas. En Bélgica y Holanda, después de
15 años de práctica eutanásica y decenas de miles de casos, apenas 2 personas han sido llevadas a juicio por
eutanasia mal aplicada y al final nadie ha sido condenado: eso demuestra que el control es escaso, un paripé.
10. ¿Y si se mata con eutanasia a alguien que no quería, aunque sea sólo a uno?
Muchos países, como Nueva Zelanda, abolieron la pena de muerte para evitar que se matase a nadie por
crímenes que no cometió, por errores de distinto tipo (identificaciones, burocracia, etc…) La muerte es tan
grave e irreversible que el mero riesgo de matar a un inocente se vio suficiente para abolir este castigo. Por el
mismo principio, para estar seguro que no haya ni una eutanasia injusta y no pedida, sólo hay un método:
prohibir toda eutanasia.
11. La eutanasia da demasiado poder al Estado… ¡poder para matar más personas!
Los abusos con la eutanasia legal casi no se pueden controlar si los cometen particulares, pero serán aún más
incontrolables si los comete el Estado, una máquina ciega al dolor individual y muy difícil de parar. Cuando
das poder al Estado para matar enfermos vulnerables, es muy difícil controlar cuántos y cómo los elimina,
limitar su aplicación… e impedir que quiera ampliarlo a más y más personas molestas y eliminables.
En una sociedad sin eutanasia local, donde el suicidio se ve como algo difícil, casi impensable, todo orienta a
la persona a apostar por la vida y superar sus dificultades. Pero cuando se legaliza la eutanasia, cuando se abre
la opción de matarse, que se vende como “salida fácil”, muchas personas que con perseverancia y coraje
habrían muerto de muerte natural dando ejemplo a sus semejantes serán más bien tentadas de matarse, como
hacen otros a su alrededor.
Tráiler del nuevo documental de Goya Producciones sobre “morir en paz”, la alternativa buena, ética y
humana a la eutanasia