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HISTORIA DEL DERECHO.

NOCIONES BASICAS PARA LA COMPRENSIÓN DE


LO EXTRAJURIDICO.

Dr. José Antonio González Pizarro, Profesor Titular de la


Universidad Católica del Norte.
I. INTRODUCCION.

En el mundo de la historia del derecho, habrá que tener en cuenta dos premisas
fundamentales: qué es lo jurídico y cuáles son los condicionantes (o lo exógeno, extra
jurídico). De esta manera, cabe indicar, la existencia de múltiples realidades en el
mundo físico que constituyeron las cimientes para la creación de las instituciones
jurídicas-como lo plantea García Gallo- o para la distinción entre las diferentes normas,
reglas existentes, donde se va a destacar la norma jurídica, al igual que la formación de
una institución jurídica, dejando las restantes como diversas instituciones sociales o
religiosas (algunas según la cultura de un país, también con poder coactivo). Así,
hemos podido distinguir las contribuciones de los sistemas jurídicos romanos y más
tarde castellano, en nuestra historia jurídica, sin olvidar que hubo-y existen- pueblos
con otros sistemas jurídicos, basados en el derecho consuetudinario, que han sido
reconocidos en distintos ordenamientos legales.
En este marco, es necesario tomar en cuenta de qué modo se fue formando la cultura,
la distinción con la naturaleza, los rudimentos de la familia y la vida social, etc.
En consecuencia, desde una perspectiva multidisciplinaria daremos cuenta de algunos
elementos extrajurídicos, cuando no pre-jurídicos, que constituirán el caldo del cual
emergerán las primeras normas.


II. La diferenciación del hombre en el mundo animal

Una primera observación que es pertinente hacer, es la constitución genérica del


hombre y su diferenciación en el reino animal. Según sean los aspectos a
considerar, tendremos a lo largo del tiempo las consideraciones de la separación
entre aquellos seres racionales y los que serán reputados como salvajes.
Hassenstein, Goerttler y Wezler han podido indicar que el hombre en su
inserción en el sistema de los seres vivos, es casi secuencialmente la de un
mamífero, un primate y un antropoide, destacando en él, sus propias
características anatómico-morfológicas (forma de su esqueleto, la mano y el
cerebro), ontogenéticas (la maduración de su organización neuromuscular) y
etológicas (jerarquía de sus necesidades y la estructura de su comportamiento).
A estos elementos diferenciadores, Aristóteles ya había distinguido que las
funciones de la vida en el hombre asumían las que eran inherentes a las plantas-
el alma vegetativa- y a los animales- tanto el alma vegetativa y la sensitiva-; en
consecuencia, el hombre tenía una función vegetativa (nacimiento, nutrición y
desarrollo), sensitivo-motor (sensación y movimiento) y una función intelectiva
(conocimiento, deliberación y elección).

II. La diferenciación del hombre en el mundo animal

De lo mencionado podemos constatar que el hombre irá tomando conciencia


en el tiempo del sentido corpóreo de su ser, su relación con el entorno
natural y posteriormente con el cosmos. Las explicaciones que tentará
contribuirán a erigir las cosmogonías o, en definitiva, los sistemas de
creencias.
Como lo han demostrado los primeros códigos de la humanidad, los pueblos
vieron en los dioses la fuente de inspiración para sus más importantes
normas, incluida la jurídica, como también de ser los tutelares del Derecho.
Para poder asemejar el orden celestial con el terrenal, las sanciones religiosas
siempre fueron más rigurosas; aun así, ese orden normativo que debía
reflejar lo perfecto de lo providencial encaró, en el caso mesopotámico, el
cuidado del más débil ante el poderoso.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Una segunda observación proviene de lo anotado por Aristóteles, respecto a la


función intelectiva del hombre.
Mediante esta última, el hombre puede no sólo relacionarse con lo divino sino buscar
su perfeccionamiento. En otras palabras vivir de acuerdo con la razón. El
perfeccionamiento del alma racional en cuanto tal- la denominada virtud dianoética-
para el hombre comprenderá tanto la sabiduría (el conocimiento de aquellas
realidades que están por encima del hombre) y la prudencia (la deliberación correcta
respecto a lo que es el bien o el mal para él).
Esta capacidad racional se manifestará también por medio del lenguaje, donde
además de poder expresar lo conveniente y perjudicial, estaremos frente a un ser que
puede designar a las cosas de su entorno, otorgar significados a lo observado, para
poder diferenciarlas a la vez.
Pero también el hombre se despliega como un ser dialógico, de acuerdo con B.
Liebrucks, pues todo lenguaje humano siempre contiene algo de quien habla, siempre
posee algo de aquel al que se habla y siempre tiene algo del objeto del que se habla.
El lenguaje cubriría las funciones de símbolo, de síntoma y de señal. Más tarde, F. de la
Saussure, va a distinguir la lengua o habla como fenómeno de una comunidad
humana y la palabra como lenguaje de un fenómeno individual.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Todo hombre no sólo contiene lo racional y lo social, también otros rasgos


que lo diferencian de modo sensible: un ser trascendente, un individuo que
asigna símbolos y significantes, que puede juzgar como ningún otro ser vivo,
han sido las categorías que la antropología filosófica ha hecho notar.
La importancia del lenguaje, más allá de lo anotado, radicará, en lo que nos
interesa subrayar, en que es posible aprehender y construir un mundo. La
edificación del mundo es lingüística. Cada cultura la posee. El lenguaje va a
“adaptarse” a las naciones y a los individuos. Y esto va a tener relevancia en
los contactos entre distintos pueblos. El propio sistema jurídico que se va a
imponer encierra el lenguaje que la nación dominante construyó para su
propio ordenamiento y la mirada hacia lo no configurado en el derecho.
La mirada hacia el “otro” encierra un lenguaje. De igual modo, lo que se
denominará más tarde como “lenguaje no verbal”, para aludir a las formas de
comunicación que posee el cuerpo humano, desde la proximidad hasta los
mínimos gestos faciales. Cada cultura contendrá aquello y su justipreciación
será disímil en el tiempo.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Lo que se ha señalado nos ha ubicado de lleno en la cultura. Ya tenemos los


rudimentos elementales del pensar, creer y sentir en todo pueblo. Sin embargo, se van
a plantear distintas lecturas sobre la cultura: unos se inclinarán por la facticidad
externa y otros por lo subjetivo de las relaciones interpersonales. Las propias
relaciones que el hombre va a establecer con la naturaleza y sus recursos, sus propios
deseos y expectativas, las señales que denoten su asombro y temor, van a ser
recogidas no sólo en pinturas rupestres, expresiones ideográficas, sino que también en
una explicación que de cuenta del cosmos, dando origen a las grandes mitologías de la
creación, de la vinculación con la divinidad, etc
La tercera observación que haremos radica en el paso del hombre de la naturaleza a la
cultura.
Hemos visto las características que el hombre se ha revestido en su personalización en
el tiempo; o sea, dejar de ser un individuo del reino animal.
¿Qué es lo que atasca al hombre en su tránsito hacia el ejercicio de su libertad o bien
cuál es el elemento más endeble que lo sitúa entre la naturaleza y la cultura?

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

El etnólogo Claude Lévi-Strauss sostuvo en Las estructuras elementales del


parentesco que era la relación sexual. Expresa el grado máximo de la
naturaleza animal de los hombres y atestigua, en el seno de la humanidad, la
supervivencia más característica de los instintos y, esta paradoja se concreta,
a su vez, la reglamentación de las relaciones entre los sexos constituye un
desborde de la cultura en el seno de la naturaleza, por su parte la vida sexual
es, en el seno de la naturaleza, un indicio de la vida social, ya que, de todos
los instintos, el sexual es el único que para definirse necesita del estímulo del
otro. En consecuencia, la prohibición del incesto constituye el pasaje de la
naturaleza a la cultura. La prohibición del incesto- concluye Lévi- Strauss-es el
proceso por el cual la naturaleza se supera a sí misma.
A partir de esta regla, se empieza a construir otro orden. Este nuevo orden
tendrá presente el intercambio de las mujeres que Marcel Mauss examinó en
el marco de la regla de la donación, precisamente en un libro que se intituló
Ensayo sobre los dones. Motivo y forma del cambio en las sociedades
primitivas.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura
El intercambio de las mujeres, menos la madre, supuso la conformación del “sistema
de alianza”. Estaríamos asistiendo al despliegue de la sociabilidad del hombre más allá
de su propia individualidad. Persiguiendo la conformación de relaciones sociales que
lo conduzcan hacia su autorrealización y al perfeccionamiento con los otros.
Aristóteles asignó al Estado la concreción de este ideal perfecto.
De esta manera, el hombre fijó su dimensión espacial más allá de su grupo inicial,
superando los rasgos endogámicos. La procreación intrafamiliar supuso limitaciones
demográficas desastrosas. Para Lévi- Strauss, “las reglas del parentesco y del
matrimonio no se hacen necesarias por el estado de sociedad. Son el estado de
sociedad mismo, al modificar las relaciones biológicas y los sentimientos naturales, al
imponerles la necesidad de situarse en estructuras que los incluye al mismo tiempo
que otras, y que les obliga a superar sus primeros caracteres”. Se imponía la exogamia.
Estas relaciones de parentesco se van a plantear atendiendo a la variabilidad cultural
existente en las sociedades, como ser las formas de relación conyugal (monogámica /
poligámica), selección de los cónyuges (por padres, parientes o propios interesados),
cómputo de los descendientes (sistema patrilineal / sistema matrilineal) y forma del
círculo familiar ( matrilocal / patrilocal).

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Quedaba en el inconsciente de las culturas si la desnudez que exhibía un cuerpo debía


ser considerada tabú- algo prohibitivo- dado que evocaba los orígenes del hombre
como animal y su vinculación con la naturaleza. Los elementos de la vida social, la
propia aclimatación, y el surgimiento de los sistemas de creencias constituyeron
fuentes para las respuestas que en el tiempo cada cultura adoptó sobre la desnudez y
los vestidos.
Una cuarta observación se desprende de los antecedentes expuestos. El despliegue de
la sociabilidad humana.
Es lugar común indicar que es la familia la célula social básica y el Estado la sociedad
más perfecta.
Acá importa incorporar otros elementos a tener en cuenta respecto a la organización
social, pues el nacimiento no sólo importa un dato biológico sino la reinterpretación
por cada grupo social de su inclusión en el sistema de parentesco. De esta manera, se
ha considerado que en las sociedades arcaicas dominaban las relaciones de
parentesco sobre las relaciones de comunidad territorial. A veces, quien no era
pariente era un enemigo.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

La vinculación de un hombre y una mujer en matrimonio delató tanto vínculos de


mera conveniencia que dio por consecuencia relaciones de alianza o de afinidad.
De esta manera, se ha planteado por la antropología que tanto el sistema de
parentesco como el principio de legitimidad, tendrían la constatación de su
universalidad. El parentesco en cuanto a conjunto de relaciones de filiación, de alianza
y de hermandad que une a los hombres entre sí, asumiendo en su concepción tanto lo
biológico y lo social; y la legitimidad donde ningún niño debe ser traído al mundo sin
un hombre, un solo hombre, que asume el papel de guardián y protector.
Estas reglas, unidas con las de la reciprocidad y las del incesto ya acotadas,
posibilitaron que dos familias dispuestas a ceder un hombre y una mujer, permitieran
que al nacer una tercera, mediante el matrimonio, se diera comienzo a la sociedad.
Se ha considerado también- principalmente por George Peter Murdock- que la familia
“nuclear” constituiría también una universalidad, pues encerraría las cuatro funciones
que son pre-requisitos universales para la supervivencia de cualquier sociedad: la
sexual, la económica, la reproductiva y la educativa. Sin la primera y la tercera la
sociedad se extinguiría; sin la segunda la vida no podía existir, y sin la cuarta la cultura
desaparecería.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Estos trazos básicos en torno al matrimonio y la familia han suscitado variadas


interpretaciones procurando dar cuenta cuál fue el tipo de familia en los comienzos de la
humanidad. Brevemente, pueden señalarse, cuatro corrientes:
1.- La teoría tradicional, donde la familia sería la paterna y monogámica, donde caben la
familia patriarcal, la familia inestable y la familia-cepa. Es la postura que discurre desde
Aristóteles hasta la tradición cristiana: paterna y monogámica.
2.- La teoría de la promiscuidad, basada en el hecho que primitivamente los hombres
habían vivido en la promiscuidad, donde se excluye toda certidumbre de paternidad y por
ende la descendencia sólo podía contarse en línea femenina. En su versión más gradualista,
señalada por Lewis Morgan, se pasó de la promiscuidad ilimitada, a la familia
consanguínea, al matrimonio en grupos, a la familia matriarcal, al patriarcado y finalmente
a la monogamia. Sus expositores principales fueron J.J.Bachofen, Federico Engels y
Morgan.
3.-Las teorías económicas, que refieren el desarrollo de la familia en conexión con la
evolución económica. Algunos vincularon la filiación materna con la aparición de la
agricultura. Se destacaría el papel jugado por el clan en las diversas etapas de tipo
económico, donde, por ejemplo, destacaría la familia patriarcal romana vinculada a los
“agricultores superiores”. Autores como Engels, Henri Cunow o Ernest Grosse, figuraron
entre los autores más representativos.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

4.-las teorías idealistas, donde Emilio Durkheim disoció las nociones de parentesco y de
consanguinidad, distinguiendo una “pareja conyugal de hecho” de una “familia
propiamente dicha”, esta última como una institución social cuyos miembros están
vinculados jurídica y moralmente los unos a los otros. Lo fundamental en la constitución
de la forma primitiva de parientes sería el tótem, donde la mujer tendría un carácter
sagrado, sede privilegiada del principio totémico. Otras formas de familia, en la visión
idealista, serían la familia materna, la familia agnaticia indivisa, la familia patriarca, la
familia paterna o cognática, la familia conyugal
Una quinta observación apunta a detenernos en la labor del hombre, el trabajo y la
técnica.
Se ha considerado que la mano del hombre constituye “el órgano de los órganos”
(Aristóteles) por excelencia. De ella se desprende que mediante este órgano pueden
darse los instrumentos en general. El surgimiento de los implementos que auxiliarán al
hombre, instrumentos con determinada finalidad, dio forma a la técnica. Esta proveyó al
hombre el medio para dominar el entorno natural, para tomar el rol de habitar el espacio.
Este último debió segregarse: el destinado a los muertos y el ocupado por los vivos. Lo
sagrado y lo profano fueron ejes que van a incidir en la configuración del trabajo. Las
propias conquistas del hombre, el fuego, la agricultura, los metales, la alfarería, las armas,
etc., tendrán su correspondencia con la emergencia de una división social del trabajo
III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

No sólo las dimensiones de lo doméstico / y lo guerrero; o agricultura / lo religioso,


sino que condicionará otras en dimensiones, como ser las sexuales: roles a
desempeñar por hombres y mujeres según sean la fisonomía de las sociedades que se
estaba erigiendo.
Si el lenguaje ejercía un control social pues determinaba los códigos de comunicación
y fuera del lenguaje el hombre no podía sobrevivir; el trabajo también ofreció otra
posibilidad coercitiva de la sociedad. Todo individuo al nacer se encuentra ante el
hecho consumado de la estructuración de las relaciones sociales: en tal entramado
deberá moverse sobre lo que puede o no hacer, y lo que se espera de él y él de los
demás. Como apuntara Durkheim, en su libro De la división del trabajo social, es esta
regulación del status del individuo que lo relaciona con el trabajo. El vínculo de
solidaridad estaría relacionado con las ventajas para el individuo pero también de
observar lo alcanzado por los otros. Es la fuerza de un orden social y moral que
permitirá que cada hombre, mujer y niño sepa llevar a cabo lo que debe hacer y lo que
se espera de ellos por la sociedad. En esta perspectiva, el sexo y la edad gravitan
fuertemente en el orden social deseado. Esta solidaridad vendría a complementar la
surgida por la aplicación del derecho. Mauss advertirá que tanto la posición de los
oficios como la relación de unos con otros van a condicionar el estado social.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

El desarrollo de las artes, la especulación filosófica, los cimientos de la protociencia, se


pudo llevar a cabo cuando las necesidades primarias o vitales pudieron ser satisfechas
o resguardadas, por aquellos que estaban ocupados en aquellos menesteres. Era el
negocio de algunos segmentos de la población. Los otros idearon, planificaron,
buscaron las explicaciones ante tanto asombro próximo y lejano. Pudieron ejercitarse
en el ocio. Ambos elementos se complementaron en la sociedad. Alguien debía
preservar y proseguir estos logros, en los niveles señalados.
Al igual que las primeras sociedades, lo mítico, lo mágico, se conjugó con la
observación de lo concreto y empírico. Al igual que lo que va a acontecer con el
derecho en la prosecución de su autonomía de lo religioso- el proceso de laicización
jurídica-, debió aguardarse que las expresiones creativas e imaginativas del hombre
alcanzaran su plena autonomía como disciplinas del saber.
La filosofía-como anotara H.G.Gadamer- tuvo que tratar con todo, por consiguiente
tratar de entender el universo y el papel del hombre en él. Mediante principios
explicativos hasta llegar a la formulación de la “causa” en la filosofía griega del siglo V.
La diferencia entre la filosofía y la ciencia, se ha hecho notar, estribaría en el tipo de
causa con que abordaría el objeto que estudia; causas que expusiera Aristóteles en
sus Segundos analíticos.

III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Una última observación se centra en la visión de un pueblo respecto de otro, que nos
introduce en la dimensión de lo etnocéntrico y el relativismo.
El contacto de pueblos diferentes supuso poner en movimiento todo lo acumulado
culturalmente. No fueron sólo los esfuerzos de la civilización material, expresada
técnicamente y su sistema económico, que un Estado puso en maniobra sino todo lo
que englobaba su cultura, desde su mentalidad (ideologías y sistema religioso), sus
señas culturales propias (lenguaje y sistema jurídico) hasta su modo de vida.
Todo este conjunto respondió no sólo a la mirada geopolítica de lo que constituía el
otro pueblo: el enemigo, la amenaza a su dominio; sino algo más profundo, la
estimación valórica del “otro”. Sabido es que Roma tuvo en Grecia un referente de
cultura, sin perder su orgullo de considerarse superior en el derecho y en lo militar.
La relevancia en la historia en la configuración de la imagen del otro, va a afectar las
nociones de extranjero, bárbaro, hostil, para toda aquella entidad que va a ser distinta
a la auto-referencia del grupo que observa al que no suyo, en su lengua, costumbre,
ritos.
III. El desarrollo humano hacia la conformación de la sociedad y la cultura

Esta visión respecto del “otro”, clave para recepcionar préstamos culturales o
para despreciar los modos de vida del extranjero, ha podido ser
conceptualizada en dos posiciones: la visión etnocéntrica que toma su
referencia en su propio grupo y desde este enfoque justiprecia al otro en lo que
se asemeja o distancia, en la comparación de lo que constituye lo “civilizado” y
lo “racional” de lo “salvaje” y carente de razón. Es una mirada antropológica
que no toma en cuenta la existencia de culturas “diferentes” a la propia y en
consecuencia la legitimidad de la existencia de otros códigos y formas de vida.
La visión relativista constata en el encuentro con el “otro” la realidad de
culturas “diferentes” a las cuales respeta pues no entra en las categorías de la
justipreciación referencial. Se sostiene que todos los pueblos, en el tiempo y en
espacios distintos, que han podido relacionarse, han demostrado la variedad
del ser humano para vincularse de modo distinto ante los retos de la geografía.
Sus respuestas en el tiempo histórico demostrarían la validez de estas en
cuanto a su organización social y política. No habría la mirada antropológica de
culturas “superiores” y culturas “inferiores” en la comparación.

TEXTO PARA LA COMPRENSIÓN DE LO EXTRAJURÍDICO.

Los textos que hemos espigado apuntan a aportar la dificultad


existente respecto a los diversos planos de la cultura. Sus autores
han planteado cómo debemos apreciar las disyuntivas del
fenómeno humano en el tiempo y de qué manera las aristas de
la historicidad del hombre siguen ofreciendo interpretaciones
que responden a los avances de la reflexión disciplinaria que no
pueden eludir la libertad de acomodar los hechos sociales.
Formúlese interrogantes frente a cada texto, siguiendo las tres
aproximaciones, que se dieron a conocer en la Introducción a la
Historia del derecho.
Ideología, según Clifford Geertz, La interpretación de la cultura, México, 1988

“Actualmente hay dos posiciones principales en el estudio de los determinantes


sociales de la ideología: la teoría del interés y la teoría de la tensión. Para la primera, la
ideología es una máscara y un arma; para la segunda, es un síntoma y un remedio.
Según la teoría del interés, los pronunciamientos ideológicos han de verse sobre el
fondo de una lucha universal para lograr ventajas; según la teoría de la tensión,
atendiendo a un permanente esfuerzo de corregir el desequilibrio socio-psicológico.
Según una, los hombres persiguen el poder; según la otra, huyendo la ansiedad.
Como, por supuesto, pueden hacerse ambas cosas- y hasta una mediante la otra-, las
dos teorías no son necesariamente contradictorias…No es verdad lo que varía con los
contextos sociales, psicológicos y culturales, sino que lo que varía son los símbolos que
elaboramos en nuestros intentos, desigualmente efectivos, de aprehenderla.
Lo que más directamente da nacimiento a la actividad ideológica, es una pérdida de
orientación, una incapacidad (por falta de modelos viables) de comprender el universo
de las responsabilidades y derechos cívicos en que uno se encuentra. El desarrollo de
una política diferenciada (o de una mayor diferenciación interna en el seno de esa
política) puede (y comúnmente ocurre así) acarrear severa dislocación social y severa
tensión psicológica. Pero también aporta consigo confusión conceptual a medida que
las imágenes establecidas de orden político pierden vigencia o caen en el descrédito.
sostiene”.

Ideología, según Clifford Geertz, La interpretación de la cultura, México, 1988

La razón por la cual la revolución francesa fue la más grande incubadora de


ideologías extremistas, de ideologías “progresistas” y de ideologías
“reaccionarias” por igual, en la historia humana, no fue la de que la
inseguridad personal o el desequilibrio social fueran más profundos y más
agudos que en muchos otros periodos anteriores- aunque ciertamente fueron
muy profundos y agudos- sino la de que el principio central de organización
de la vida política, el derecho divino de los reyes, estuviera aniquilado. Es la
confluencia de tensiones socio-psicológicas, cuando faltan recursos culturales
mediante los cuales se pueda dar sentido a las tensiones, lo que prepara el
escenario para que aparezcan ideologías sistemáticas (políticas, morales o
económicas).
Y, a su vez, es el intento de las ideologías de dar sentido a situaciones sociales
incomprensibles, de interpretarlas de manera que sea posible obrar con
significación dentro de ellas, lo que explica la naturaleza en alto grado
figurada de las ideologías y la intensidad con que, una vez aceptadas, se las
sostiene”.

Fenómenos jurídicos, según Marcel Mauss,Introducción a la etnografía, Madrid, 1974

“El papel de la moral cobra más importancia a medida que la sociedad se hace más
laica. En nuestra sociedad, la moral desempeña un papel más importante que el
derecho. El derecho permanece como un algo inconsciente, entre nosotros, y no llega
a ser consciente más que en los momentos de conflicto, como, por ejemplo, en el
contrato de matrimonio. En las sociedades primitivas podemos observar todo lo
contrario: en ellas, el individuo se encuentra mezclado en un estado continuo de
prestaciones y contraprestaciones; el derecho consuetudinario abarca en estas
sociedades hasta los menores actos de la vida familiar. En suma, una determinada
actitud de constante juridicidad es lo característico de estas gentes, que no están ni
mucho menos en el estado de naturaleza en que los primeros europeos lo imaginaron,
especialmente los polinesios.
En las sociedades que entran dentro del campo de estudio de la etnografía, todos los
fenómenos jurídicos, sin excepción, son también fenómenos morales; lo que no quiere
decir que todos los fenómenos morales, a su vez, sean obligatoriamente jurídicos
stricto sensu.
Fenómenos jurídicos, según Marcel Mauss,Introducción a la etnografía, Madrid, 1974

Por otra parte, separar los fenómenos jurídicos de los fenómenos religiosos o
económicos en general, conduce al absurdo…El derecho comprende el
conjunto de costumbres y leyes de una sociedad, y como tal, constituye la
armadura de esa sociedad, “ el precipitado” de un pueblo (Portalis); en suma
lo que define a un grupo de hombres no es ni su religión ni sus técnicas, ni
ninguna otra cosa sino propiamente su derecho. Todos los demás fenómenos,
incluidos los fenómenos religiosos- dígase lo que se diga a propósito de las
religiones nacionales-, son extensibles también fuera de los límites de la
propia sociedad, siendo así que aquello que define verdaderamente a un
pueblo no puede ser extensible también fuera de sus fronteras. Es decir, que
el fenómeno del derecho es el más específico de una sociedad.
Indudablemente, los fenómenos jurídicos se han trasladado de un país a otro,
como todos los otros elementos de la civilización, pero de una manera algo
diferente: propiamente los fenómenos jurídicos viajan a saltos”.

Alteridad y ensimismamiento, según José Ortega y Gasset, El hombre y la
gente, Madrid, 1994.

“Son, pues, tres momentos diferentes que cíclicamente se repiten a lo largo


de la historia humana en formas cada vez más complejas y densas: 1.- el
hombre se siente perdido, náufrago en las cosas, es la alteración; 2.- el
hombre, con un enérgico esfuerzo, se retira a su intimidad para formarse
ideas sobre las cosas y su posible dominación; es el ensimismamiento, la vita
contemplativa que decían los romanos, el teoréticos bíos de los griegos, la
teoría.3.- el hombre vuelve a sumergirse en el mundo para actuar en él
conforme a un plan preconcebido; es la acción, la vida activa, la praxis.
Según esto, no puede hablarse de acción sino en la medida en que va a estar
regida por una previa contemplación; y viceversa, el ensimismamiento no es
sino un proyectar la acción futura.

Alteridad y ensimismamiento, según José Ortega y Gasset, El hombre y la
gente, Madrid, 1994.

El destino del hombre es, pues, primariamente, acción. No vivimos para


pensar, sino al revés: pensamos para lograr pervivir. Este es un punto capital
en que, a mi juicio, urge oponerse radicalmente a toda la tradición filosófica y
resolverse a negar que el pensamiento, en cualquier sentido suficiente del
vocablo, haya sido dado al hombre de una vez para siempre, de suerte que lo
encuentra sin más, a su disposición, como una facultad o potencia perfecta,
pronta a ser usada y puesta en ejercicio, como fue dado al pájaro el vuelo y al
pez la natación…El hombre no está nunca seguro de que va a poder ejercitar el
pensamiento, se entiende, de una manera adecuada; y sólo si es adecuada, es
pensamiento. O dicho en giro más vulgar: el hombre no está nunca seguro de
que va a estar en lo cierto, de que va a acertar…Lejos de haber sido regalado al
hombre el pensamiento, la verdad es que se lo ha ido haciendo, fabricando
poco a poco a merced de una disciplina, a un cultivo o cultura, a un esfuerzo
milenario de muchos milenios, sin haber aún logrado- ni mucho menos-
terminar esa elaboración…Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no
puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse”.

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