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burocrática de turno, sino de una reivindicación necesaria para que nuestros estudiantes
saquen un mayor partido a su aprendizaje de la sintaxis.
Este libro va destinado, fundamentalmente, a profesores de lengua, los que son y los
que lo piensan ser, pero también a todo aquel lector interesado en la didáctica de la
gramática en general. Nace, fundamentalmente, con dos objetivos, uno teórico, y otro
metodológico. En lo teórico, se ofrece al lector una síntesis y una selección de los
contenidos gramaticales que son aprovechables desde el punto de vista pedagógico en
diferentes niveles formativos, y se comentan, puntualmente, aquellos que sobrepasan el
nivel exigible a los estudiantes. Su exposición no está concebida a la manera de un
manual (los hay ya, muchos y muy buenos). Lo que se propone en este libro es abordar
todos estos contenidos desde la perspectiva de cómo pueden ser desarrollados en el aula.
El lector tendrá que estar especialmente atento a la aparición de dos símbolos. Cuando
aparezca () se señala algún aspecto que considero especialmente importante para la
docencia. Cuando aparezca (*), como probablemente ya sabrá, lo que significa es que el
ejemplo incumple las reglas sintácticas del español estándar de España.
Al final de cada unidad, se propondrán diez actividades de reflexión gramatical sobre los
temas abordados, aunque se ha cuidado especialmente la ejemplificación a lo largo del
texto, de manera que el lector podrá encontrar pares mínimos, ambigüedades y ejemplos
curiosos, y espero que divertidos, para plantear un considerable número de actividades.
El lector debe tener en cuenta que no están programadas para un nivel en particular, por
lo que si quiere usarlas en el aula deberá llevar a cabo las adaptaciones oportunas. Se
incluyen, además, varias actividades que facilitan la aplicación de los conocimientos
sintácticos a la comprensión y producción de textos, una reclamación “competencial” de
la asignatura que se repite ley tras ley –que aprender gramática “sirva para hablar y
escribir mejor”–, pero que creo que no hemos acabado nunca de satisfacer con nuestra
modesta práctica de etiquetado de categorías y funciones.
Siempre estarán aquellos que acusarán a la sintaxis de no servir para nada –¡Si ellos
supieran lo equivocados que están, que sin sintaxis no se puede hablar, escribir, ni
siquiera pensar! –. Con este libro espero ayudarte a convencerlos de que la sintaxis no
solo es útil, sino a hacer que lo parezca.
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Introducción.
Aclaración de conceptos básicos
[A] Conceptos necesarios para aproximarse a la disciplina
Sintaxis Predicado
Composicionalidad Complementos no expresos o tácitos
Idiomaticidad Función informativa
Gramaticalidad Ámbito del cuantificador
Infinitud discreta Ligamento anafórico
Normatividad Término de polaridad negativa
Jerarquía
Movimiento sintáctico
[B] Terminología para el análisis
RELACIONES SINTÁCTICAS
Sintagma Núcleo (como relación sintáctica)
Núcleo del sintagma Endocentricidad/exocentricidad
Constituyentes sintácticos Complemento = argumento (vs. adjunto)
Categoría o clase de palabra La noción clásica de complemento vs.
Clases de palabras variables o modificador
invariables
Categorías léxicas o funcionales Modificador oracional
Clase transversal Función
Nexo/enlace/índice funcional/
transpositor
[C] La oración: el exotismo analítico
Oración subordinada sustantiva /relativa ~ adjetiva / adverbial
Pruebas funcionales de conmutación
Oración vs. enunciado
Unidad mínima de predicación
Oración simple, compuesta y compleja
Cláusula y proposición
Prótasis y apódosis
Término oracional
Oración copulativa vs. predicativa
SECCIÓN DE ACTIVIDADES
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[A] Conceptos necesarios para aproximarse a la disciplina
El primer concepto que nos ha de ocupar es propiamente el de sintaxis, puesto que de su
correcta comprensión depende, en gran medida, que se delimite adecuadamente el
objeto de estudio de la disciplina. El DLE contiene una definición actualizada de
sintaxis, que es la que maneja actualmente la gramática académica. La sintaxis es la
disciplina que se encarga de “el modo en que se combinan las palabras y los grupos que
estas forman para expresar significados, así como las relaciones que se establecen entre
todas esas unidades”.
Tener en cuenta la diferenciación entre los ámbitos del léxico (idiomaticidad) y la sintaxis
(composicionalidad) es fundamental para evitar una actividad sintáctica de “embandejado”
por inercia, porque el análisis sintáctico debe representar la estructura. Por esta razón, si el
estudiante propone para oraciones como El trabajo no me corre prisa, A ver si sientas la
cabeza o No me cabe duda de que aprobarás análisis por inercia, etiquetará prisa, la cabeza y
duda como complementos directos de sus verbos respectivos, y, como consecuencia,
estará analizando mal sintácticamente los ejemplos, porque lo que está representando es
la interpretación composicional de las oraciones, que no es la que entiende cuando
piensa en esas frases.
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resulte semánticamente aceptable si el candidato no es fácilmente concebible como
“estirable”.
El estudio de la sintaxis de una lengua es el estudio de todas las clases de oraciones que
pueden ser construidas mediante sus reglas combinatorias. Una estructura es gramatical
cuando un hablante puede, con sus reglas, construir esa secuencia, aunque quizá nunca
tenga ocasión de usarla. *Saludó los vecinos describe un evento perfectamente
comprensible, que quizá pueda articularse por lapsus linguae, pero que no es gramatical,
porque en español la combinatoria del verbo saludar exige la presencia de una
preposición para su objeto. Las baldosas te devolvieron el saludo es una oración gramatical,
aunque describa un evento poco plausible.
La sintaxis es, por tanto, creativa, en tanto en cuanto puede dar lugar a un número
infinito de construcciones con un número limitado de unidades y combinaciones. A esta
propiedad se la conoce tradicionalmente como infinitud discreta en la Gramática
generativa iniciada por el célebre lingüista americano Noam Chomsky.
Todos los hablantes somos creativos desde el punto de vista sintáctico, pero no es fácil
sentirse así cuando se es estudiante de sintaxis. Uno normalmente afronta el análisis con
enunciados que han sido preseleccionados para ejemplificar ciertos fenómenos. Cuando
planificamos intervenciones lingüísticas en nuestro día a día, no procedemos de esta
manera –”A la próxima, uso una concesiva si puedo”–. La diferente naturalidad de la oración
analizada y la oración cotidiana dificulta la comprensión de que, en realidad, la sintaxis
que yo uso en mis intervenciones diarias también es creativa.
Los griegos y los romanos instauraron como objetivo pedagógico que el estudiante que
domina la gramática sepa hacer intervenciones retóricas (tanto orales como escritas) en
un registro casi siempre formal, prosaico, o normativo. La norma nace de un juicio
valorativo arbitrario que los propios hablantes hacen, pero que regulan históricamente
intelectuales, escritores o instituciones, sobre las construcciones que se deben o no usar.
Pero si se usa con cierta generalidad una construcción “anormal” es porque sí es
gramatical, así que este concepto, el de norma, tampoco es estrictamente relevante para la
sintaxis.
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Sí son relevantes para la sintaxis, en cambio, fenómenos de disciplinas aledañas como la
semántica, la morfología o la fonología.
El caso más problemático entre los asuntos clásicos es el de las oraciones de relativo como
Quien bien te quiere, te hará llorar –denominadas libres, de antecedente incorporado, sustantivadas,
etc.– El hecho de que haya relativas prácticamente sinónimas que no suscitan ningún
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tipo de problema de análisis (La persona que bien te quiere, te hará llorar) revela que lo que
hace complicado analizarla es la dificultad de asumir teóricamente y representar
gráficamente que una sola palabra, quien, puede asumir ella sola las funciones de
antecedente (persona), subordinador (que) y relativo (que con la función de sujeto de quiere).
Lo que se puede describir en unas pocas palabras, exige de no menos de tres niveles de
bandejas o cajas: uno que represente el núcleo del sintagma nominal-sujeto del verbo
principal llorar (el rasgo pronominal de quien); un segundo nivel, más incrustado, que
represente cómo quien introduce la oración de relativo desde dentro del sintagma
nominal (el rasgo subordinante de quien), y un tercer nivel de representación donde quien
desempeña la función de sujeto del verbo subordinado quiere (el rasgo relativo de quien).
Veamos otro par de ejemplos; peor expresa un significado léxico adjetivo y grado
comparativo, información para lo que, con otros adjetivos, necesitamos dos piezas (más
grande), del mismo modo que la forma verbal pasará expresa un significado léxico verbal
y tiempo futuro, mientras que ha de pasar lo hace en tres piezas.
En relación con la estructura argumental, hay un asunto de gran importancia que atañe a
“La sintaxis que no se ve”, la cuestión de los complementos omitidos o tácitos. Pensemos el
contraste entre las oraciones siguientes:
En el análisis sintáctico escolar deben ampliarse los contextos en los que postular la
presencia de elementos fonéticamente no expresos necesarios para que el análisis sea
correcto. Otro caso es el de los núcleos nominales no expresos de sintagmas como El de
matemáticas, que solo se usan cuando se puede recuperar anafóricamente su núcleo:
Veamos un tercer y último caso que, para ser correctamente analizado sintácticamente,
precisa de la postulación de elementos tácitos:
a) Se lo di a ellos
b) Dándoselo a ellos
c) *A ellos lo di
d) A una asociación lo di
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¿Son fenómenos sintácticos? Lo son, porque tanto la posición como la reduplicación de
los clíticos tiene una importante relación con los rasgos de persona, sean los del verbo
(compárese el orden de a) y b), que depende de si la forma de dar es personal o no), o
los del complemento (c es agramatical sin reduplicación por la presencia de ellos,
mientras que d es aceptable sin reduplicación).
¿Es análisis sintáctico plantear en clase por qué las explicativas, a diferencia de las
especificativas, pueden modificar a un nombre propio? Sin duda. La explicación es que
solo las explicativas modifican a sintagmas con la referencia ya establecida, mientras que
una especificativa participa en la construcción de la referencia del sintagma nominal.
Como María ya es referencial, no se puede combinar con una especificativa.
a) María lee novelas el fin de semana /Novelas lee María el fin de semana.
b) ¿Novelas lee María el fin de semana? ¿Qué lee María el fin de semana?
c) ¿*Novelas María lee el fin de semana? *¿Qué María lee el fin de semana?
En resumen: no son sintácticamente iguales las oraciones de a-b y las oraciones de d-f.
Amén de que, evidentemente, no significan lo mismo. Para analizarlas correctamente, se
han de incorporar en el análisis aspectos de la estructura informativa que veremos en
capítulos próximos.
El componente esencial de “La sintaxis que no se ve” sí se trabaja hasta cierto punto en
el análisis escolar, aunque vamos a revisar y profundizar en su fundamentación teórica.
Dicho componente es lo que puede denominarse jerarquía sintáctica y que, expresado en
los términos más sencillos posibles, significa lo siguiente: cuando la sintaxis combina
elementos, nunca los combina todos a la vez, sino de dos en dos (lo que se denomina
binarismo). Ello implica que, cuando identificamos más de dos elementos sintácticos en
una estructura ya formada, es posible que los podamos interpretar como el resultado de
diferentes combinaciones –lo que sucede en las ambigüedades estructurales–. Otra idea
importante es que elementos que ya han sido combinados pueden ser recombinados después,
lo que sabemos porque pueden aparecer “pronunciados” en una posición diferente de
aquella en la que han recibido interpretación semántica. Es lo que en las teorías formales
se conoce como movimiento sintáctico.
Los sistemas de bandejas y cajas permiten a los estudiantes representar cierta jerarquía:
separar unos constituyentes de otros, identificar qué elementos se han combinado entre
sí y separarlos del resto. El problema es que no son adecuados para representar toda la
jerarquía que puede haber incluso en la estructura más aparentemente simple, como un
sintagma nominal. Tomemos, por ejemplo, la tantas veces reclamada quinta novela de la
fantástica saga de fantasía “Juego de Tronos”. Aunque con las bandejas se pueda identificar el
núcleo y segmentar bien los constituyentes, va a llegar un momento en que el estudiante
va a empezar a “agolpar” las bandejas de cada modificador en un mismo nivel de
análisis, pero la combinación es estrictamente binaria, por eso es prácticamente
imposible que sea capaz de representar la jerarquía sin que el resultado sea gráficamente
una chapuza.
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Fase 2. Combinación del complemento con el núcleo: Novela + de la fantástica saga de
fantasía Juego de Tronos = novela de la fantástica saga de fantasía Juego de Tronos.
Fase 3. El conjunto de núcleo y complemento se combina con su primer modificador:
novela de la fantástica saga de fantasía Juego de Tronos + quinta = quinta novela de la fantástica
saga de fantasía Juego de Tronos.
Fase 4. Formación del modificador complejo: veces + tantas = tantas veces + reclamada
= tantas veces reclamada.
Fase 5. Combinación del modificador complejo con el conjunto de núcleo,
complemento y primer modificador: tantas veces reclamada + quinta novela de la
fantástica saga de fantasía Juego de Tronos = tantas veces reclamada quinta novela de la
fantástica saga de fantasía Juego de Tronos.
Fase 6. Dotación de referencia al sintagma nominal: la + tantas veces reclamada quinta
novela de la fantástica saga de fantasía Juego de Tronos = La tantas veces reclamada
quinta novela de la fantástica saga de fantasía Juego de Tronos.
La conclusión a la que uno puede llegar es que no es representando sintácticamente la
oración como el estudiante va a poder entender la jerarquía de este sintagma, sino
reflexionando sobre la interpretación semántica del sintagma (a qué modifica fantástica
¿solo a saga, o a una saga concreta?).
Por supuesto, esto se puede hacer con ejemplos mucho más sencillos y obvios, como
son los que habitualmente se trabajan ahora en bachillerato (un templo de mármol romano):
el estudiante sí puede ser capaz de representarse sintácticamente con el sistema habitual
la diferencia entre que romano modifique a mármol o a templo de mármol y esta diferencia
depende de la jerarquía de la derivación sintáctica. En el segundo caso, romano tiene que
esperarse a combinarse más tarde, después de la unión previa de templo con de mármol, lo
que sabemos porque es solo así como interpretamos que hablamos de un ‘tipo de
templo’, y no de un ‘tipo de mármol’.
El orden en el que se pronuncian o escriben las oraciones no es un reflejo del orden que
sigue la derivación sintáctica al combinar los elementos. Puede representarlo
parcialmente, pero no es en absoluto fiable. Cuando leemos, evidentemente, seguimos
un orden que respeta la secuencialidad del texto y no la jerarquía sintáctica. Esto hace
que nos resulten graciosos ejemplos como Cómo actuar si nos encontramos con un jabalí
montando en bicicleta.
Lo que hace la situación descrita graciosa es que el cerebro, perezoso, ha dado prioridad
a la interpretación de que montando en bicicleta es el complemento del nombre más
próximo secuencialmente, jabalí. Sin embargo, en la interpretación natural del ejemplo,
con un jabalí es un complemento de encontramos, un sintagma ya cerrado con el que se
combina el verbo encontramos mucho antes de combinarse con el adjunto montando en
bicicleta, que se refiere evidentemente al modo de quienes se encuentran al jabalí.
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Veamos, para finalizar, otro caso de oración “irrepresentable” con bandejas y cajas: ¿Qué
carrera te propuso tu padre que estudiaras? Un análisis convencional de esta oración
interrogativa puede identificar qué carrera como un complemento directo, pero solo la
reflexión sobre la estructura argumental de los dos predicados, propuso y estudiar, revela
con claridad que qué carrera es un complemento del verbo estudiar (estudiar una carrera) y
no de proponer (proponer una carrera).
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Uno de los problemas del análisis escolar clásico es que no refleja, probablemente como
fruto de una simplificación útil, el hecho de que los elementos en cursiva de los
ejemplos de arriba desempeñan dos funciones sintácticas. La función de ser núcleos del
sintagma del que son el único constituyente, y, en calidad de representantes de dicho
sintagma, la función que desempeñan en relación con otro miembro de la oración. Es
decir, si fuéramos precisos, indicaríamos al analizar la oración Soy yo que yo es un
pronombre (categoría) que desempeña la función de núcleo en el sintagma (pro)nominal
yo y que dicho sintagma, (y no el pronombre yo), es el sujeto de soy.
Forma parte del conocimiento sintáctico del hablante en qué circunstancias una palabra
puede ser el único representante de un sintagma. En el primero de los ejemplos
anteriores (a), se ilustra que pronombres (y nombres propios) contrastan con una
mayoría de nombres comunes en poder desempeñar funciones como sujeto o atributo
(Parece Juan/él/*taza). En el ejemplo b), vemos que los nombres incontables como café (o
plurales sin determinante como magdalenas) se diferencian de los nombres contables
singulares (*Quiero magdalena) por poder ser los únicos representantes del objeto directo.
La gramática académica insiste en la idea de que todos los tipos de sintagmas pueden
presentar una gran complejidad (desde una sola palabra a un número potencialmente
ilimitado de ellas), pero el estudiante de sintaxis escolar está acostumbrado a lidiar,
exclusivamente, con dos tipos de estructuras especialmente complejas: los predicados
verbales y las oraciones. Rara vez se le presentan sintagmas adjetivos o adverbiales
plurimembres, y, aunque los sintagmas nominales que analiza pueden contener varios
complementos, no se le pide que establezca tantas distinciones como las que requiere el
análisis de los complementos en el sintagma verbal. A continuación, se ofrece una
muestra de la variable complejidad de los sintagmas (más adelante hablaremos de sus
relaciones internas):
Decíamos arriba que, para identificar los límites de un sintagma, lo más adecuado era
atender a los significados codificados por cada una de estas piezas de estructura. No
obstante, se emplean en la disciplina una serie de pruebas u operaciones formales que
solo los sintagmas y los constituyentes sintácticos (sintagmas y núcleos de sintagma con sus
complementos) pueden experimentar. Hablamos de la pronominalización (sustitución de
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expresiones referenciales por pronombres o adverbios pronominales), el desplazamiento
(todo aquello que se puede mover junto a otra posición sintáctica es un constituyente,
porque nunca se mueven a una misma posición elementos procedentes de sintagmas
distintos), la coordinación o la respuesta corta (que también han de ser constituyentes).
Así, si partimos de un sintagma como La familia del chico es de Zaragoza podemos obtener
los siguientes constituyentes (subrayados) mediante la aplicación de las pruebas:
Dado que la sintaxis escolar no maneja constituyentes, lo más útil de estas pruebas
puede ser aplicarlas para identificar aquellas secuencias sintácticas que no lo son (y que,
como consecuencia, nunca deben aparecer juntas y asiladas en una bandeja o caja). Pese
a aparecer contiguos, es de no es un constituyente sintáctico: es un trozo de estructura
que no se puede pronominalizar, desplazar, coordinar o usar como respuesta a ninguna
pregunta; tampoco es un constituyente del chico es y, para posible sorpresa del estudiante,
tampoco es un constituyente el “la familia” del ejemplo, que no es un sintagma nominal
en ausencia del SP del chico (es decir, una bandeja o caja que separe la familia como SN y
del chico como SP es un análisis incorrecto). Por esta razón, cuando, dada la oración La
familia del chico es de Zaragoza se pregunta ¿Quién es de Zaragoza?, la respuesta no puede ser
la familia, sino la familia del chico. El pronombre Ella es/ellos son de Zaragoza reemplaza a
la familia del chico y no a la familia. Finalmente, si coordinamos La familia y el amigo del chico
son de Zaragoza el significado nos aclara que lo que se coordina no es la familia y el amigo
del chico, sino ‘la familia del chico’ y ‘el amigo del chico’, siendo todos ellos de Zaragoza.
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La diferencia entre clases de palabras variables e invariables no es decisiva en todas las
lenguas, ni siquiera lo es en la nuestra, donde lunes no es un sustantivo variable, retro no
es un adjetivo variable, cada no es un determinante variable, se no es un pronombre
variable, etcétera.
En lo que respecta a los criterios nocionales, hay que rehuir todo intento de “truco” en
el aula ya desde primaria, especialmente a la hora de identificar sustantivos y adjetivos,
pues muchos de los primeros no designan individuos (nombres, animales, cosas), sino
eventos o cualidades (eventualidad), y gran parte de los segundos no designan cualidades o
propiedades (el próximo concierto, la familia política). Es fácil encontrar secuencias que
remiten a un misma noción con sustantivos (tengo temor) adjetivos (soy temeroso) o verbos
(la temo), y que ilustran que no son las nociones las que definen las clases de palabras,
sino que la adscripción a una determinada categoría es la que imprime su particular
“modo de significar” –en la primera expresión, que temor sea un complemento permite
concebirlo como una “posesión”; en el segundo caso, se percibe el miedo como una
propiedad inherente del sujeto; en el tercer caso, la noción expresada por el verbo se ve
como causada o originada por el complemento directo la –mientras que en el primer
ejemplo se codifica el miedo como experiencia individual del sujeto–.
Una de las divisiones que mayores frutos ha dado en las últimas décadas es la que
distingue entre categorías léxicas (elementos lingüísticos que tienen contenido semántico
descriptivo, que “conceptualiza” de alguna manera la realidad extralingüística) y categorías
funcionales (elementos lingüísticos cuyo significado es abstracto, “interno al sistema”). Es
una clasificación que, a grandes rasgos, opone a sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios
y, ocasionalmente, preposiciones (para una mayoría de autores), los tradicionales núcleos
de sintagma, de elementos como pronombres, determinantes o conjunciones. Las
categorías léxicas constituyen repertorios en los que se pueden incorporar muchos
nuevos miembros (préstamos, neologismos), mientras que las categorías funcionales son
series cerradas de elementos que apenas cambian en la historia de la lengua o difieren
entre sus variedades internas.
El problema de esta clasificación es que hay muchos elementos en las categorías léxicas
que se comportan como funcionales o tienen propiedades de estas, como los verbos
auxiliares (una lengua no puede seguir creando auxiliares, ni suele adoptarlos como
préstamos), los sustantivos usados como cuantificadores (un montón de montones de arena),
y bastantes adverbios (casi, tan).
Para aquel que esté interesado en saberlo, muchos autores de modelos contemporáneos
amplían el concepto de categoría funcional, y se consideran como tales categorías
informaciones semánticas como el número de los sustantivos o el tiempo de los verbos
(aunque estas informaciones no las expresen palabras, sino morfemas). Este
razonamiento es el adecuado, porque si un pronombre clítico como se en decidirse es una
categoría funcional, también se puede considerar como tal el morfema tempo-aspectual
de decidía: se es una categoría funcional clítica (fonológicamente dependiente de un SV),
vinculada a unos determinados rasgos de persona (3.ª), mientras que -ía es una categoría
funcional ligada (se ha de afijar a una raíz verbal) vinculada a unos determinados rasgos
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de tiempo y modo (imperfecto, indicativo). La única diferencia entre ambas desde el
punto de vista morfofonológico es que se se combina con una estructura más compleja
(un verbo entero) que -ía (una raíz verbal).
Debe quedar claro que las clases transversales no ilustran el mismo fenómeno que
experimenta una palabra como bajo, que es una pieza léxica diferente cuando es un
sustantivo (Vivo en un bajo), un adjetivo (Es bajo) una preposición (bajo llave) o un
adverbio (volar bajo). Mucho sí es la misma pieza léxica en mucha gente, Vinieron muchos o Te
quiero mucho.
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Si se acepta que determinante es una clase de palabras (una categoría funcional), su
función debería ser denominada de otra manera –a veces se dice que es un modificador del
sustantivo, en ciertas teorías se acepta que es el núcleo de su propio sintagma, el sintagma
determinante, buscando la coherencia de que cada clase de palabras se corresponda con
una clase de sintagma–. En este sentido, la gramática académica ha dado un notable
salto al aceptar la existencia de sintagmas conjuntivos (para las oraciones subordinadas
encabezadas por una conjunción) y los sintagmas relativos, interrogativos y exclamativos (para
todos aquellos encabezados por un relativo, interrogativo o exclamativo). Si se considera
determinante una función, entonces se debe especificar cada clase de palabras que la puede
asumir: artículo, demostrativo, posesivo, cuantificador.
En la sintaxis escolar, por último, nunca debería usarse adverbio en un sentido funcional.
El concepto apropiado para la función de los adverbios es el de adjunto o modificador de,
aunque se manejan etiquetas específicas en función del constituyente al que se adjunta o
modifica el sintagma adverbial, como la de complemento circunstancial, que, normalmente, se
reserva para sintagmas no semánticamente exigidos por un verbo –aunque pueden
aparecer en sintagmas no verbales como la llegada del hombre a la luna en 1969–.
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Las controversias en la identificación del núcleo de los sintagmas surgen porque que se
han usado tradicionalmente criterios que no son sintácticos para identificarlos. El
primero de ellos es el de imprescindibilidad: núcleo es aquello que no se puede quitar si
reducimos el sintagma a la unidad mínima. Y es cierto que se puede prescindir de una
mayoría de complementos y de adjuntos de sustantivos, verbos y adjetivos sin que la
oración deje de ser gramatical (La mochila de la niña alta, que es mi hija, desapareció a las
afueras de la ciudad). Pero hay varios problemas con este criterio –y alguno que no tiene
por qué serlo–:
i. Siguiéndolo “a pies juntillas”, la oración sí tiene núcleo: desapareció.
ii. Un sustantivo como mochila no puede ser considerado núcleo del SN (*mochila se
perdió), pero el artículo la sí (la que es de mi hija se perdió).
iii. Los SNs subrayados en La mochila que se perdió es la roja/la de mi hija/la que le
gustaba/su favorita tienen en común el que el elemento que no está presente es el
núcleo mochila.
iv. No todos los modificadores son prescindibles: sucia y mal deben aparecer en
oraciones como La mochila tiene la correa… sucia o Esa niña nunca se porta… mal.
Cabe tener presente lo que decíamos unas páginas más arriba acerca del concepto de
locución: Cuando no es posible interpretar composicionalmente una secuencia, y no se
pueden predecir las propiedades selectivas de un elemento, los miembros del sintagma
aparecen como una secuencia fija e inerte. Esto es especialmente importante en el caso
de las locuciones preposicionales como a causa de, que deben identificarse como núcleos
preposicionales y no analizarse internamente. Si causa fuera como el sustantivo-núcleo
del complemento de la preposición a canónico, podría, por ejemplo, ser modificado por
un adjetivo, pero no puede (a causa de la lluvia > *a causa importante de la lluvia).
Después del de núcleo, el siguiente concepto que define una relación sintáctica es el de
complemento (“ser complemento de”). En el análisis escolar se entremezclan diferentes
tradiciones analíticas que manejan una noción diferente de complemento.
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En la tradición más innovadora, complemento se refiere a los argumentos y participantes
seleccionados o exigidos por un predicado o un núcleo. Se identifican, en la sintaxis,
porque son los primeros en combinarse con el núcleo, o los que se unen a él en una
posición “más interna” en la jerarquía sintáctica.
En esta noción de complemento, lo son los complementos directos (Cazan tigres), los
complementos de régimen (Conviven con tigres), algunos complementos indirectos –solo los
exigidos– (Dieron carne a los tigres), y los complementos del nombre, el adjetivo o el
adverbio exigidos (de tigres en la caza de tigres, aficionado a los tigres o detrás de los tigres). Estos
complementos se realizan como SPs porque solo el verbo y la preposición pueden
introducir complementos sin la mediación de una preposición.
a) La abuela se había preparado para morir pronto para dejar una buena herencia a sus
hijos
El caso más evidente es el de los complementos que expresan lugar que, en función de
si son seleccionados o no por el verbo, se representan con las diferentes etiquetas de
complemento locativo argumental (Vive en Sevilla), complemento de régimen (Acuden a Sevilla) o
circunstancial de lugar (Que llueva en Sevilla es una maravilla).
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Un adverbio de lugar puede ser argumental (Ponte arriba), y los adverbios de modo
que acompañan a verbos como salir en El examen me salió bien/decentemente son, si
no argumentos, sí modificadores exigidos por el predicado, que es lo contrario que
esperaríamos si la categoría adverbio estuviera destinada a expresar siempre
circunstancias opcionales o adjuntas.
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a) ¿De qué cuadro compraste una foto en la tienda del museo? Es gramatical
porque en una foto del cuadro, el cuadro es un argumento de foto.
b) *¿De qué museo compraste una foto del cuadro en una tienda? Es agramatical
porque en una tienda del museo, el museo es un adjunto de tienda.
c) El restaurante del que estamos cerca ha sido apedreado Es gramatical porque la
relativización viene desde el argumento locativo de estar.
d) *El restaurante del que trabajábamos cerca ha sido apedreado Es agramatical
porque la relativización desde el adjunto de lugar de trabajar.
Veámoslo más claro con unos ejemplos: el sustantivo gato denota un subconjunto de
entidades que es más amplio que el de gato siamés o el de gato que está maullando ahora mismo.
El predicado maúlla denota un evento menos acotado que maúlla en el tejado o estuvo
maullando toda la noche. Sin embargo, no se produce ninguna restricción de la denotación
cuando aparecen modificadores como adjetivos o adverbios antepuestos: se hace referencia
al mismo tipo de entidad y evento en Los gatos maullaban en el tejado y Los tristes gatos
todavía maullaban en el tejado (los modificadores están subrayados).
Los elementos que desempeñan más claramente la función de modificadores son aquellos
que operan sobre una oración que ya tiene la estructura argumental y temática completa.
Así, representan diferentes tipos de modificadores oracionales, que no son complementos,
oraciones condicionales, concesivas, causales explicativas, cláusulas absolutas de
participio y de gerundio, así como todo tipo de elementos que se relacionan con la
enunciación o modalidad (Si te interesa saberlo/Lamentablemente, los gatos han dejado de
maullar). Se corresponden, básicamente, con todos aquellos adjuntos que no pueden
asimilarse a los complementos circunstanciales, por ser externos al SV.
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la plaza), aunque también pueden aparecer a la derecha con el mismo valor (cansado en
extremo).
Acabaremos este repaso de las relaciones sintácticas con el concepto que debería estar
más claro en la sintaxis escolar, que es el de función sintáctica (pero solo uno de todos mis
estudiantes de sintaxis de grado de los dos últimos años ha sabido definirlo
correctamente en un one-minute paper; la mayoría de ellos solo aciertan a poner nombres
de funciones, pero no a decir qué es).
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Si se puede encontrar un aspecto negativo es su (ab)uso, porque hay otras relaciones
sintácticas que no se trabajan por no ser funciones: la relación que hay entre un
antecedente y un relativo, por ejemplo, es una relación sintáctica, y es la sintaxis la que
impone las condiciones sintácticas que ha de cumplir un antecedente para poder serlo,
condiciones que permite diferenciar, por ejemplo, un vaso del vino que me gusta y un vaso de
vino que me gusta.
Otro problema de las funciones es su asimetría. Se establecen más distinciones entre las
relaciones que el verbo establece que en el caso de otras categorías. Esto se debe a que
hay una tradición en el funcionalismo clásico de equiparar funciones con marcas
formales como concordancia y caso (que se marca morfológicamente en los nombres de
lenguas como el latín o el griego), y los casos con las preposiciones, consideradas índices
funcionales. Como sustantivos, adjetivos y adverbios usan fundamentalmente (no
exclusivamente: mi alianza con Luis) la preposición de para introducir sus complementos,
todos reciben la misma denominación y tratamiento: complemento, que se equipara al
genitivo adnominal, que también puede desempeñar distintos papeles semánticos, subjetivo,
objetivo, etc., que en el verbo necesariamente implican funciones distintas.
El rol equivalente a las preposiciones para poner en relación oraciones con otras
estructuras lo desempeñan las conjunciones y los relativos (también denominados
conectores, nexos, etcétera). Quizá a algunos docentes nos molesta tanto el uso de términos
como nexo o conector, no tanto porque sean conceptos funcionales (núcleo también lo es),
sino porque son conceptos funcionales no relacionales. Es decir, un núcleo lo es
necesariamente respecto a otro constituyente sintáctico, pero un conector o un nexo no
son conectores o nexos “en relación con algo” sino que lo han de ser inherentemente. Un
núcleo no es nunca inherentemente un núcleo, un complemento nunca es
inherentemente un complemento, y un modificador nunca es inherentemente un
modificador: por eso son conceptos que designan verdaderas dependencias sintácticas.
Aunque quizá es un concepto ya en desuso en una mayoría de las aulas, cabe recordar
que los modelos funcionalistas clásicos empleaban la noción de transpositor para dar
cabida a todos aquellos elementos capaces de habilitar a estructuras con una función
“básica” en funciones “ajenas”. Así lo es un transpositor que habilita adjetivos como
sustantivos (lo bello), las preposiciones transponen a los sustantivos a las funciones
adjetivas (la casa de Teresa) y a las oraciones a funciones adverbiales –previa transposición
por parte de la conjunción a la oración- (para que lo disfrutes), los relativos transponen a
las oraciones a la función adjetiva (el libro que prefiero), las conjunciones trasponen a las
oraciones a las funciones sustantivas (dijo que vendría), y hay algunos casos de
“transposición doble” (tenerlo por impostor, lo que tú digas) e incluso triple (de lo que presumes;
el del bueno).
El aspecto teórico débil es que lo que define a las categorías que en el funcionalismo se
entienden como “transpositores” no debería ser su función de transponer (qué
redundante es eso: es transpositor lo que transpone), sino sus rasgos combinatorios. Y,
en este sentido, el problema con el concepto de transposición es que no permite
establecer una clase relevante de elementos con propiedades en común, puesto que
artículos, pronombres, relativos, preposiciones y conjunciones no pueden definir
ninguna clase caracterizada por rasgos sintácticos, semánticos, fonológicos (o de
cualquier tipo) relevantes en común.
Lograr la coherencia terminológica es difícil, y lo es por una sencilla razón: nos llevaría
al abandono de los grandes pilares terminológicos de la tradición analítica de las
oraciones: la oración “sustantiva”, la oración “adjetiva”, y la oración “adverbial”. ¿Es un
capricho abandonar esta terminología? ¿Es imprescindible que el estudiante la maneje?
¿Mejora su comprensión de la gramática?
Si se apuesta por que las únicas etiquetas manejadas sean las que le permiten identificar
clases de categorías y estructuras o relaciones sintácticas, el uso de esta terminología no
tiene nada que aportar, como trataré de mostrar a continuación.
30
Cuando el estudiante etiqueta oración subordinada de relativo indica lo que es relevante de
esa estructura (estar introducida por un relativo). Ni siquiera sería preciso poner
“subordinada”, puesto que siempre que hay un relativo va a haber una oración
subordinada. La función de la relativa es, invariablemente, la de adjunto de un sustantivo
(la casa que vimos…) o adverbio referencial (allá donde vamos…), si es restrictiva, o la de
aposición/adjunto del sintagma nominal o adverbial, si es explicativa. Ocasionalmente,
alguna relativa funciona como complemento predicativo.
Aunque hablaremos largo y tendido de la cuestión, en las subordinadas libres, semilibres, sin
antecedente, con antecedente incorporado… la función de la relativa es similar. Lo que puede
suceder es que se confundan la función de la relativa con la del relativo o, más
típicamente, con la de su antecedente (y por eso tradicionalmente se ha llamado a las
relativas con quien sustantivadas o a las relativas con cuando adverbiales). Lo que me
parece evidente es que adjetiva es un concepto innecesario, en el sentido de que no
caracteriza ni a un tipo de sintagma ni a una relación sintáctica.
Esta es la única clase de subordinada en la que hay un notable “intrusismo”, porque las
conjunciones codifican nociones muy próximas a las preposiciones y los adverbios.
Cuando las primeras introducen infinitivos (con salir antes) u oraciones subordinadas
como complementos (con que salgas antes), y los segundos tienen complementos
preposicionales que introducen oraciones subordinadas (antes de que salgas…) es muy fácil
confundir preposiciones y adverbios con conjunciones. A veces procesos históricos de
gramaticalización dificultan más esta distinción. Veremos esto más adelante con detalle.
Lo que me parece evidente es que propia e impropia son conceptos innecesarios, porque
se pueden deducir de la noción expresada por la subordinada (si es de lugar
automáticamente es “propia”, y si es condicional lo es “impropia”).
31
que sí que es funcionalmente equivalente al sintagma nominal, no tiene ningún
problema en conmutarlo (entre ambos).
ii. Si las relativas equivalen funcionalmente a adjetivos, deberíamos poder encontrar
alguna oración de relativo que pueda sustituir a un adjetivo resultativo como
muertas en Raid las mata bien muertas.
iii. ¿Acaso hay alguna oración “adverbial” que pueda conmutar los usos de los
adverbios cuando modifican a un adjetivo como en Es terriblemente extraño?
Hay diferentes tradiciones en la definición de oración: una lógica (“el juicio completo”)
con la que entroncan también conceptos como el de proposición y cláusula; una clásica
(“unión de sujeto y predicado”, que se opone al enunciado, que es un juicio completo
expresado sin dicha estructura, como ¡Esa puerta!). Hay una tercera, que es la definición
favorecida por la actual gramática académica (unidad mínima de predicación), que es, en lo
fundamental, equivalente a la clásica, pero dando cabida a que los predicados no sean
necesariamente verbales (Mala idea, salir hoy, Terminada la conferencia, saldremos, Una vez en
casa, te llamaré, Sánchez, victorioso en las encuestas), ni tampoco formas flexionadas (los
infinitivos que alternan con subordinas se consideran oraciones).
Empezando por los descartes más razonables, estos son los de cláusula y proposición,
porque puede usarse el concepto general de oración subordinada sin que se pierdan
contrastes significativos para la sintaxis escolar.
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Término es totalmente equiparable a complemento, con la excepción de las oraciones
coordinadas y las construcciones comparativas, donde el primer término sería un
complemento solo en el sentido de argumento, si se entiende que la coordinación exige
semánticamente al menos dos constituyentes, al igual que la comparación, lo cual parece
bastante razonable, aunque comprendo que puede suponer un cambio terminológico
drástico llamar a los sintagmas coordinados complementos de la conjunción.
Oración simple se usa en referencia a las oraciones que tiene un solo predicado, y se opone
a oración compuesta, cuando tiene más de uno, y a oración compleja, cuando el segundo
predicado se subordina al primero. Tiene utilidad que el estudiante observe,
evidentemente, si una oración tiene constituyentes que son a su vez oraciones, pues ha
de proceder a segmentar desde lo más complejo a lo más simple, pero, debemos
preguntarnos, ¿supone alguna diferencia sintáctica relevante que una oración esté
formada de una sola oración o de más?
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SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Fíjate en el siguiente par mínimo: Te tienes que poner las pilas y Le tienes que poner las pilas.
a) Piensa en una situación comunicativa real en la que usarías cada una de esas
frases.
b) Ahora reflexiona:
¿En cuál de ellas el predicado verbal se interpreta composicionalmente, y en cuál
es una expresión idiomática?
c) Finalmente, tienes que representar sintácticamente esos predicados de manera
que captures la diferencia entre la interpretación composicional y la que no lo es.
Modelo:
la Universidad de Murcia un instituto profesora de lengua
He trabajado en ………………………… y ………………/de……………
emprendedora no teme los retos
Soy una persona ………………/que………………..
Para La temporada que me gustó es la tercera hay un análisis tradicional y uno alternativo.
¿En qué se diferencian esos análisis?
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a) ¿Cuál es la interpretación semántica descabellada, aquella en la que se interpreta
como antecedente el nombre contiguo al relativo o aquella en la que no es
contiguo, pero está sintácticamente menos “incrustado”?
b) Reemplaza la oración de relativo con otra clase de relativa que te permite
deshacer la ambigüedad, y piensa por qué.
c) ¿Cómo resolverías la ambigüedad con un análisis de bandejas o cajas?
La RAE acaba de proponerte para un nuevo cargo: jefe de la división de categorías léxicas y
funcionales. Pero no sabes exactamente qué hacer porque el sintagma es ambiguo.
d) ¿Te sugieren estos ejemplos que hay alguna relación entre las palabras
morfológicamente complejas división y divisibilidad con el verbo dividir y las
posibles oraciones que con él se pueden formar?
Análisis inverso encadenado. Por grupos, a ser posible, se van a formar cadenas de
oraciones con sintagmas nominales, verbales, preposicionales y adverbiales. Se
propondrá una oración en primer lugar (p. ej., Mi amiga vive fuera) juntamente con una
instrucción (p. ej., “cambiar un sintagma nominal para que sea unimembre” o “poner un
complemento expreso a un adverbio”). Sobre la oración resultante (Laura vive fuera de
Zaragoza) el siguiente grupo propondrá otro tipo de cambio distinto.
Indica si las afirmaciones son verdaderas o falsas. Para tener la respuesta correcta,
tendrás que argumentar por qué piensas que la respuesta es verdadera o falsa.
36
Capítulo 1
EL SINTAGMA VERBAL
Normalmente, en la sintaxis escolar se trabaja con una clasificación básica, que opone a
verbos intransitivos (copulativos y no copulativos) y transitivos. Entre los intransitivos
no copulativos, se diferencia entre aquellos que solo tienen sujeto (El barco naufragó /
Conviene que digas la verdad) y los que tienen sujeto y otro complemento: verbos
intransitivos con complemento indirecto (Le molesta tu insistencia), verbos intransitivos
con complemento de régimen (Bastará con unos días más) y, últimamente, con
complemento locativo argumental (Reside en Londres). Entre los transitivos, se diferencia
entre los transitivos simples (Rompió el coche) y los transitivos con un segundo
complemento, típicamente un complemento indirecto (Le regaló el coche).
Sin embargo, solo con analizar detenidamente una serie de verbos intransitivos
escogidos al azar, como abdicar, aparecer, caducar, ayunar, bullir, triunfar, competir, bostezar,
caber, caducar y prevalecer, nos podemos dar cuenta de que el estudio de la sintaxis del
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predicado verbal no se agota en las clases básicas, lo que vamos a comprobar aplicando
cuatro criterios (clase de sujeto, extensión temporal del evento, alternancias
argumentales posibles y aparición de se).
Abdicar, ayunar, competir y bostezar solo pueden tener sujetos animados, pero tienen
propiedades distintas: por ejemplo, se puede abdicar en dos horas (tiempo que se tarda en
abdicar), pero no *bostezar en dos horas (tiempo que se tarda en bostezar). Abdicar y
competir permiten añadir un argumento preposicional (abdicar en su hijo, competir con Leticia),
no así ayunar ni bostezar. Se puede hacer ayuno o competencia, y no *hacer bostezo o abdicación.
a) Ha aparecido/triunfado el rey
b) Ha aparecido/triunfado el yogurt
c) Ha aparecido/triunfado la verdad
Pero, mientras que el rey y la verdad pueden aparecérsele a alguien, no pueden “triunfársele”.
Se puede hacer aparición, pero no *obtener una aparición, a diferencia de un triunfo, que es
fácil de obtener pero difícil de hacer (salvo si uno es Julio César).
Caber, prevalecer y caducar son verbos que conceptualizan estados, pero caducar, además de
un estado (Ese yogurt caduca el próximo martes) se interpreta normalmente como un proceso,
porque es claramente dinámico (El yogurt está caducándose). Puede serlo prevalecer (Su
superioridad está prevaleciendo), pero difícilmente caber (*El sofá está cabiendo). Sin embargo,
no se puede *caducar durante varios días, pero sí prevalecer durante varios años. Prevalecer
también admite añadir un argumento preposicional (prevalecer sobre algo), a diferencia de
los demás. Finalmente, podemos decir que algo Se ha caducado, pero no que *El sofá se ha
cabido o que *La verdad se ha prevalecido. Bullir debería parecerse a caducar, pero, mientras
que alguien puede intervenir para hacer algo bullir, no se puede “hacer algo caducar”.
Aunque los aspectos teóricos que explican la mayoría de los contrastes que acabo de
mostraros exigen de un nivel de sintaxis propio de los cursos universitarios, descubrir
que no se pueden construir sintácticamente oraciones tan aparentemente sencillas suele
suscitar el interés del estudiante, como paso previo a conocimientos que sí son
apropiados a su nivel, muchos de los cuales desarrollamos en los apartados próximos.
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se va más allá. No se llega al quid de la cuestión: por qué unos verbos sí y otros no, por
qué en la pareja María lo odia /María lo disgusta solo el primer lo puede sustituir a una
oración, además de a una persona:
La pedagogía reciente sobre la estructura argumental insiste en que hay que tratar al
sujeto como un argumento más, seleccionado por el predicado, sea verbal o no verbal.
Una división básica y factible en secundaria se puede establecer entre los verbos que
seleccionan sujetos con rasgos de agentes (a), verbos que seleccionan sujetos con rasgos
de experimentantes (b), con rasgos de pacientes (c) y con rasgos de temas (d), diferenciándose
en este caso las entidades inanimadas de los temas que son eventos/oraciones
subordinadas (e). Hay otro concepto importante, que es el de causa, que explica la
distribución de ciertas entidades inanimadas y eventos como sujetos (f).
Hay que tener en cuenta que el hecho de tener o no tener sujeto agente por sí mismo no
da lugar a clases distintivas de verbos: no son lo mismo los sujetos que no son agentes
porque la actividad que originan no puede ser controlada (Penélope bostezó/lloró/brilló en
Cannes) que los sujetos que no son agentes porque experimentan los cambios (Bardem
enfermó/engordó/se cansó durante el rodaje).
Con este ejemplo ilustramos una distinción entre verbos intransitivos que ha tenido
mucha repercusión en la teoría sintáctica de las últimas décadas: caer(se) y rodar son
ambos verbos intransitivos, pero que se diferencian claramente porque el sujeto de caer
tiene propiedades de los complementos directos de los verbos transitivos (es un tema o
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paciente que experimenta un proceso), mientras que el sujeto de rodar tiene las
propiedades típicas de los sujetos de los verbos de actividad o acción (es el participante
que desencadena o “inicia” el proceso, porque tiene capacidad de hacerlo, por eso solo
rueda lo que puede rodar). Lo habitual es que los sujetos de estos verbos intransitivos
puros es que tengan, además, control sobre la actividad (como si usáramos José rodó esté
domingo para referirnos a que ‘José salió con la bicicleta este fin de semana’).
Un infinitivo se combina con cualquier verbo principal y su sujeto (la persona que no
sabe o no quiere salir) es correferente con el sujeto del verbo principal (a.1 y b.1). En las
mismas circunstancias, la conjunción que no puede coaparecer con un infinitivo, pero si
la conjunción si (b.1 vs. b.2). Y aún hay otra diferencia, una subordinada interrogativa
como si salga sí puede tener un verbo en subjuntivo de sujeto correferente con el del
verbo principal (b.3), pero no una subordinada declarativa con indicativo como que salgo
(a.3).
Los contrastes que pueden y deben abordarse en la sintaxis escolar son los casos donde
las alternancias son evidentes, como el siguiente par mínimo:
Lo mismo sucede con los gerundios. Pueden presentar sujetos correferentes con el de la
oración principal (a) o no (b). De hecho, la correferencia puede ser entre sujeto y otro
argumento (c).
No debemos siquiera identificar predicación con forma verbal, porque los predicados
no verbales también tienen sujetos. Es el caso de Hacienda la creía millonaria: para analizar
integralmente la sintaxis de la secuencia, habría que encontrar el modo de indicar /
representar que millonaria es un predicado secundario (es lo mismo decir que es un
complemento predicativo) y que, en tanto que predicado, tiene un sujeto: el sujeto sería
coincidente con el pronombre la, aunque este se representa como si fuera el
complemento directo del verbo creer. Pero nótese que creerla (“No la creas, no es millonaria”)
es un predicado con una estructura argumental diferente a “creer algo de alguien”. La
cuestión es que la desempeña semánticamente el papel semántico de sujeto de (ser)
millonaria, y no de complemento directo de creer. Por ello la oración La creía millonaria
significa lo mismo que Creía que ella era millonaria, y no lo mismo que La creía (cuando
contaba que era millonaria).
La solución teórica más habitual para evitar la impersonalidad consiste en proponer que
lo que falta a las oraciones en, en realidad, un sujeto semántico (que reciba un rol
semántico), pero sí que habría, en español, y legitimado a través de la tercera persona del
verbo, un sujeto formal no expreso (que sí se manifiesta con un pronombre sin
referencia o expletivo en lenguas de sujeto obligatorio, como el inglés it o there, o el
francés on).
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Otra solución, que vamos a aplicar a los ejemplos de arriba, sería analizar como sujetos
categorías que no se suelen considerar como tales. Por ejemplo, la oración condicional si
no lo haces en a) (no tiene sentido negar su condición de sujeto si se analiza como tal su
equivalente subrayado en A la larga será peor que no lo hagas), el sintagma preposicional en el
negocio en b) (que no significa algo muy distinto a la oración personal Le va bien el negocio),
y el adverbio deíctico aquí en c), que corresponde claramente con el sujeto existencial
expletivo en otras lenguas.
Para las construcciones impersonales con se, claramente se favorece desde la gramática
académica la solución de que ese elemento absorbe o es correferente con un sujeto
genérico o inespecífico (Aquí se está bien > Aquí la gente estamos bien).
Finalizamos con otro caso. Es el de hasta en oraciones como Hasta el rival reconoció su
superioridad, donde, en el análisis más sencillo de justificar en secundaria, hasta no sería un
núcleo preposicional, sino un modificador del sintagma nominal el rival. La prueba de
que esto puede suceder es que hasta se puede combinar con constituyentes que no son
sujetos (Hasta cantar sabe).
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naturalizar el hecho de encontrarnos que un mismo verbo pueda usarse con diferentes
estructuras argumentales (Perdí la partida, Le perdí las llaves, Me perdí el partido…).
Debe, en segundo lugar, saber que la estructura argumental del verbo principal sigue
siendo la misma que en una oración declarativa: No saber/contar/elegir algo.
Ni dónde meterme, para qué me llamó y con cuál quedarme son oraciones subordinadas en
función de complemento directo independientemente de la función que el
sintagma interrogativo desempeña dentro la subordinada.
Entre la primera clase, destaca la de los verbos “de medida” como costar, medir, valer, que
siempre se combinan con una magnitud cuantificada:
Sobre la clase (ii), la de los transitivos canónicos, hay una gran heterogeneidad. Quizá
podemos diferenciarlos según los tipos y grados de afectación del complemento directo,
que es la entidad que experimenta el proceso. Que se produce un cambio en los
complementos directos subrayados a continuación es evidente con los verbos en a),
pero no lo es tanto con los de b):
a) El marqués afinó el piano, apagó las velas, calentó la leche y despilfarró su fortuna
b) Los porteros cortaron la luz, vigilaron el castillo y detuvieron el último tiro a
puerta
A veces la entidad del complemento directo experimenta, más que un cambio en sus
propiedades constitutivas, un desplazamiento (Aparcaron la furgoneta, Arrastraron el cadáver,
Quitaron el polvo, Tiraron la basura). La lista no se agota aquí, pero es interesante hacer que
los estudiantes reflexionen sobre el tipo de cambio denotado.
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d) Decapitaron al delincuente / *el ajo
El grupo (iv), el de los que puede seleccionar eventos como complementos directos, es
también muy numeroso. Suele ser característico de estos verbos que su complemento
directo pueda adoptar tanto la forma de un sintagma nominal encabezado por un
sustantivo eventivo como la de una oración subordinada (a-b). Sin embargo, no se trata
de una equivalencia sistemática. Nótese que narrar en c) es agramatical o, cuanto menos,
extraño con una oración, a diferencia de su cuasi-sinónimo contar.
La clase de los intransitivos alternantes (v) es una de las más difíciles de abordar,
especialmente si se plantea la cuestión de si estos son intransitivos que se vuelven
transitivos (Al rey le gusta cazar > Al rey le gusta cazar elefantes) o transitivos que se pueden
usar como intransitivos –que no todos los verbos pueden– (Este rey ya no bebe alcohol >
Este rey ya no bebe; Este rey ya no evade al fisco > *Este rey ya no evade). Con los verbos de
movimiento (caminar, nadar) los complementos directos pueden expresar una trayectoria
o una distancia, lo que dificulta su consideración como argumentos, como sucedía en el
caso de los verbos de medida (caminar dos kilómetros/un buen trecho) –responden a la
pregunta ¿qué o cuánto caminó? –. Con otros verbos de actividad, el complemento directo
simplemente recapitula nociones copiadas o “cognadas” del significado del verbo (soñar
un sueño muy extraño, pelear una pelea a muerte).
Finalmente, sucede con los verbos de lengua, pero también con otras clases, que exigen
la presencia de un segundo complemento (clase vi), que suele ser un complemento
indirecto (a), pero también un complemento de régimen (b). A veces es un predicado lo
que debe aparecer obligatoriamente (c).
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b.2) Es un chiste malo: seguro que en prisión acompañan las patatas con una
guarnición
c) Encontraron a la víctima muy afectada por toda la atención mediática
En general, se puede afirmar que, cuanto más se alejan los verbos de la transitividad
canónica, más fácil es localizar su participación en alternancias con estructuras
intransitivas monoargumentales o con complementos preposicionales. Un ejercicio muy
aprovechable en la sintaxis escolar es coger cualquiera de los verbos de esta sección y
pedir a los estudiantes que anoten y clasifiquen todas las estructuras argumentales
diferentes que se les ocurran para dicho verbo, reflexionando sobre los matices
semánticos que cambian.
a) Las personas que amamos/a las que amamos perviven en nuestra memoria
b) Las personas *que escribimos/a las que escribimos perviven en nuestra memoria
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la preposición a asigna caso (oblicuo, preposicional) a su complemento, lo que es sin
duda evidencia a favor de su condición de núcleo.
Dicho esto, lo que sí es necesario advertir a los estudiantes es que puede encontrarse
con complementos directos de persona sin preposición (a) o que hay complementos
directos preposicionales “sin persona” con entidades inanimadas más o menos
metaforizadas (b) o claramente no metaforizadas (c):
Acabamos con unas notas finales acerca de la estructura informativa y las locuciones
verbales. Sobre lo primero, cabe recordar que la posición canónica del complemento
directo es tras el verbo y que, informativamente hablando, el complemento directo
forma parte del rema o información nueva, salvo en construcciones informativamente
marcadas como ¿Eso le respondiste? Hay una construcción con complemento directo-
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tópico que interesa destacar, que es la que ilustra A Juan lo encontraron tirado en la escalera,
porque es muy frecuente en la sintaxis conversacional, y porque ilustra una
reduplicación obligatoria de complemento directo (*A Juan encontraron tirado en la escalera).
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a.1) A la exteniente le recomendaron presentarse al puesto
a.2) A la exteniente la recomendaron para el puesto
b.1) A la exteniente le aconsejaron presentarse al puesto
b.2) A la exteniente la aconsejaron fatal
a) No me es útil
b) Le prohibieron votar
c) Se regaló un viaje al Caribe
Con los verbos “de habla” el complemento indirecto suele considerarse argumental (Te
lo advertí: me susurró su secreto al oído) pues puede entenderse que es un destinatario de las
palabras. No obstante, estos verbos, los de habla, pueden configurar estructuras
argumentales que no tienen complementos indirectos. Por ejemplo, analicemos la
siguiente ambigüedad:
Josep Borrell advirtió que la respuesta de Irán pone “en peligro” el nuevo acuerdo nuclear
Otra ambigüedad, que me gusta particularmente, es el gran título de la (no tan brillante)
novela No digas que fue un sueño. Podemos interpretar que hay complemento indirecto
tácito en el sentido de No me cuentes que fue un sueño o que no lo hay, como en No afirmes
que fue un sueño. Los complementos indirectos que pueden quedar implícitos son muy
frecuentes con estos verbos. Otro ejemplo: No hagas promesas que sabes que no puedes cumplir.
Para “rescatarlos”, el estudiante siempre debe reflexionar sobre la estructura argumental
del predicado fuera de contexto, antes de proceder al análisis del enunciado específico
que tiene delante.
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b) A partir de los 30, no dejan de buscarte novio
c) ¿Quién le escribía versos a Cecilia?
d) Nos hizo bueno
En segundo lugar, están los CIs o dativos “posesivos” –se les llama así porque el
complemento directo introduce una entidad que exige la presencia de un poseedor–:
En tercer lugar, está los célebres “dativos éticos”, que solo pueden ser pronominales (No
me aprueban ni a la de tres).
Finalmente, a veces lo que realmente se quiere señalar con la aparición del complemento
indirecto adjunto es que suceden cosas involuntarias: Se le quemaron las patatas o, al
contrario, remarcar la participación controlada en ellas (Me barrí la cocina en una hora). En
estos casos está implicado el aspecto léxico del verbo, del que luego hablaremos, pero
quizá es preferible mantenerlos casos así al margen en la sintaxis escolar para no
confundir al estudiante.
En segundo lugar: hay que abordar en cursos avanzados de sintaxis las condiciones que
regulan la reduplicación con pronombres del complemento indirecto, que es mucho más
frecuente que la del complemento directo, y es siempre obligatoria: (i) cuando el
sintagma preposicional aparece en posición preverbal como tópico (a) y cuando el
complemento de la preposición es definido (b), pero no es obligatoria cuando el
complemento indirecto es postverbal, indefinido y/o está focalizado (c-d):
Hay un par de construcciones infrecuentes, pero posibles: La primera de ellas son los
complementos indirectos oracionales:
La segunda son los predicativos del complemento indirecto (Le extrajeron la muela
dormido). Aunque es una construcción un poco más problemática de analizar, también
encontramos un predicado secundario locativo en La universidad les queda cerca de casa.
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Y también encontramos construcciones con complemento indirecto y predicativo del
sujeto obligatorio (El asunto le viene grande).
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a) La falta de recursos (corresponde a un sujeto: Faltan recursos)
b) Me resultó difícil de asumir (corresponde a un sujeto: Es difícil asumirlo)
c) El acoso al profesorado (corresponde a: acosar al profesorado)
d) Su petición al juez (corresponde con: pedir al juez)
e) El hambre en el mundo (corresponde con haber hambre en el mundo)
Lo cual sabemos porque corresponden, en los sintagmas verbales, con las funciones de
sujeto, complemento directo, indirecto o adjunto, pero no con complementos de
régimen. Queda a juicio del docente evaluar si el transvase del complemento de régimen
fuera del dominio del SV facilita o complica la comprensión del alumnado de la
oposición entre argumentos y adjuntos.
Vamos a dedicar especial atención a un debate abierto, y, por tanto, a una cuestión no
resuelta: si los complementos argumentales de verbos que expresan locación,
movimiento o dirección deben considerarse “de régimen” o denominarse con una
etiqueta especial como complemento locativo argumental que, cabe recordar, no se refiere a
todos los argumentos que expresan lugar, sino exclusivamente a los que expresan
locación. He de decir, de antemano, que no creo que la distinción entre manos debiera
tener la repercusión que parece haber adquirido en las aulas.
En mi opinión, los argumentos que expresan lugar, en general, no solo los denominados
locativos argumentales, no son similares a los complementos de régimen, por varios motivos.
El primero: la preposición en los argumentos de lugar no está exigida por el verbo: lo
que está seleccionado y restringido por el verbo es el componente locativo que se
introduce: la meta (entrar), el origen (venir), la trayectoria (trasladarse) o la locación (residir).
Ello permite cierta oscilación entre preposiciones, e incluso adverbios, que tienen rasgos
similares: meterse en/entre la maleza/dentro; acudir a/hasta casa/allá), cosa que no sucede
nunca en un complemento de régimen canónico.
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Sin embargo, un verbo que selecciona componentes locativos como origen o trayectoria
no puede, simplemente, combinarse con cualquier tipo de entidad (y, de hecho, en
meterse a vivir con Irene en Vallecas, meterse ya no es un verbo con argumento locativo, sino
miembro de una perífrasis).
Dicho esto, no se puede negar que hay bastantes ejemplos problemáticos para la
distinción entre argumentos locativos y complementos de régimen. La dificultad se
produce, en particular, por dos factores. El primero: se puede partir de un verbo de
significado locativo para codificar significados más abstractos. Así, cabe plantearse si se
deben manejar etiquetas distintas para parejas como las siguientes:
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a.1) Ingresar dinero en el banco
a.2) Ingresar en la academia
b.1) Meterse en la cama
b.2) Meterse en problemas
Con la preposición a, las metas del movimiento de a.1) y b.1) pueden considerarse
complementos de régimen, pero las parejas de a.2) y b.2), que no introducen una meta,
se siente como un adjunto (regresar para coger el pan/lanzar para darle).
En el caso de la preposición en, cabría añadir entre los problemáticos los usos figurativos
en los que se preserva en mayor o menor medida la idea de locación (Desembocó en
problemas; Inmiscúyete en sus asuntos), pero predominan aquellos que claramente carecen de
un sentido locativo:
a) Confían en ti
b) Influyó en su obra
c) Se doctoró en sintaxis
Debe tenerse en cuenta que el español tiende a tener argumentos cuando el verbo
codifica desplazamientos, como en los ejemplos, no así en Les encanta viajar o Las gallinas no
saben volar, que no codifican desplazamientos, sino actividades. Reiteramos que nunca
hay que perder de vista que muchos verbos pueden tener varias estructuras
argumentales con cambios de significado más o menos visibles.
De las preposiciones que, canónicamente, introducen adjuntos, las que cuentan con una
mayor nómina de complementos de régimen son con y por, porque el resto de
preposiciones lo hacen menor frecuencia, aunque pueden tenerlos:
En el caso de la preposición por, que me parece la más complicada con diferencia, los
complementos argumentales codifican valores muy próximos a los de los adjuntos
causales (Lo hice por ti), aunque también se observa la idea de ‘alternativa’ (Optó por no decir
nada), o ‘vía’ (Se ha enterado por sus padres) que obviamente se relaciona con el valor
locativo de la preposición (Trepó por la muralla).
Se argumenta que los adjetivos (los atributos canónicos) y los sintagmas locativos son
intercambiables (a) y se pueden coordinar –por tanto, equifuncionales– (b).
Hay un trasfondo formal que apoya la visión de que se tratan de una misma cosa, y es
que contenta y en la estación describen el estado resultante de un cambio: mi amiga pasa, en
ambos casos, de no estar contenta/o no estar en la estación a sí estarlo, y en ese sentido
ambos complementos representan el mismo componente del evento, denominado
resultado. Como el verbo estar lleva implícita la idea de un proceso previo al estado
expresado en que “se está”, la idea de que tanto contenta como en la estación denotan un
estado resultante se puede generalizar.
La clave de la polémica sintáctica no es, pues, si son la misma estructura (que lo son),
sino qué estructura son: fuera de su casa o en la estación pueden considerarse argumentos
locativos o predicados (atributos).
No creo que sea conveniente usar una misma etiqueta en el análisis escolar para dar
cuenta de los elementos subrayados en las siguientes parejas, por lo que yo sí sería
partidaria de denominar complementos locativos a los elementos de la izquierda y atributos a
los de la derecha:
55
Pasemos a la relación entre los complementos de régimen y otros argumentos. En
muchos de los ejemplos analizados, los complementos de régimen podrían parecer
contrapartidas de los complementos directos no preposicionales, salvo por la exigencia
de la preposición. No solo desde el punto de vista normativo, sino también desde el de
la sintaxis histórica, son muy interesantes los fenómenos de dequeísmo y queísmo, es decir,
lo que sucede cuando un verbo transitivo pasa a asimilarse a los de complemento de
régimen (Me comentan de que vendrán mañana) o, por el contrario, un verbo intransitivo con
complemento de régimen pierde la preposición y se asimila a los transitivos (¿Te has
enterado que el examen es hoy?).
El cambio puede venir acompañado del uso pronominal del verbo con complemento de
régimen, como en el ejemplo, en olvidar/olvidarse de o encontrar/encontrarse con, pero no es
necesario que así sea:
Por añadir con otra rareza (Lo tienen por muy trabajador), es necesario apelar a la intuición
lingüística del estudiante para que se dé cuenta de que en este caso la preposición está
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tomando como su complemento, no un SN-referencial, sino un predicado-atributo (ser
trabajador).
No hay que olvidar que esta dificultad, oraciones como complementos de preposición,
que los profesores en bachillerato ayudan a los estudiantes a sobrepasar, es compartida
por los tradicionales complementos circunstanciales/adjuntos (Te lo compré para que
estudies, No levanta cabeza desde que le dejaste, Come hasta que revientes, Se ofendió sin que le dijeran
nada, etc.) y también por los complementos del nombre y del adjetivo (la creencia de que
todo iba a salir bien, contento de que todo se hubiera solucionado). Pero de la distribución de las
oraciones completivas como complementos preposicionales hablaremos en otros
capítulos.
a) Volvieron el lunes
b) Volvieron en lunes
c) Volverán tarde
d) Volverán cuando puedan
e) Volverán conforme se vayan enterando
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b) El niño juega al fútbol estupendamente (adjunto de manera)
En cuanto a los circunstanciales “de cantidad”, cabe matizar que esta última noción se
confunde fácilmente con la de modo, tiempo o frecuencia, y que no siempre los
cuantificadores operan claramente como adjuntos del verbo (en Comió demasiado se
puede entender que demasiado se refiere al evento comer o a la cantidad de una sustancia
no especificada –demasiado pollo–.
Estos son los casos sintácticamente más complejos. Por lo demás, el estudiante tiene
poca dificultad en identificar adjuntos del verbo y etiquetarlos funcionalmente con las
diferentes nociones que expresan: compañía, materia, instrumento, causa, agente,
beneficiario, etcétera.
Retomando la cuestión con la que iniciábamos el capítulo, reflexionar sobre las clases
semánticas de los verbos es fundamental para analizar correctamente la estructura de la
oración. La distinción escolar clásica contempla acciones, estados y procesos, pero para poder
capturar generalizaciones relevantes, hace falta un mayor refinamiento.
Entre las clases de verbos que el estudiante debería tener en cuenta, están, como
mínimo, estas ocho:
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ii. Verbos estativos (tener, limitar)
iii. Verbos de actividad (toser, barrer)
iv. Verbos de movimiento (rotar, deslizarse)
v. Verbos de cambio (cambio gradual como envejecer o puntual como aparecer; cambio
provocado como detonar o espontáneo explotar)
vi. Verbos de afección/experiencia (experiencia provocada como indignar (Me indignó) o
espontánea como padecer (*Me padeció)
vii. Verbos de lengua (exclamar)
viii. Verbos de transferencia (conceder)
Mientras que algunos de los componentes se dan de manera sistemática, otros están
sometidos a variación, por ejemplo, en el número de argumentos y en los roles
temáticos de un mismo verbo, aunque a veces las exigencias son de otro tipo, como las
de los llamados predicados colectivos (luchar, coincidir) que exigen una interpretación
“colectiva” de sus argumentos, que se obtiene a través de un sujeto plural (Luis y María
coincidieron) o de la presencia de dos argumentos (Luis coincidió con María). O la de los
denominados predicados factitivos, que son verbos de acción, pero no se interpretan como
reflexivos en contextos en los que otros sí lo hacen (Juan se ha operado de apendicitis = Un
médico operó a Juan de apendicitis).
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SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Piensa en posibles sujetos para los verbos enamorarse, admirar, arruinar, morder y derrotar
siguiendo los siguientes criterios: ¿Inician el evento? ¿Tienen capacidad de controlarlo o
de hacerlo a propósito? Tras la reflexión, propón una escala en la que ordenes los
verbos, desde el que piensas que suele tener sujetos “menos agentivos” al más agentivo.
Forma algunas oraciones con los verbos bostezar y cansarse y haz una lista con todas
las diferencias sintácticas y semánticas que observes.
Escoge un texto donde se hable de las cosas que ha hecho una persona a la que
admiras. Fíjate en qué recursos lingüísticos se usan para evitar que su nombre aparezca
repetido en la descripción de lo que ha hecho. ¿Encuentras sujetos tácitos en los verbos
en forma personal? ¿Y con formas no personales? Reescribe alguna parte del texto para
que haya más.
Entre las siguientes parejas de verbos, tienes que identificar el miembro que tiene
una estructura argumental alternativa, y formar un par de oraciones que lo ejemplifiquen:
— quitar y jubilarse
— pescar y capturar
— saludar y despedir
Análisis inverso: Forma una oración con un verbo transitivo que admita tanto
oraciones como SNs de persona como complementos, de manera que un uso de ese
verbo subordine al otro uso de ese mismo verbo.
Par mínimo:
Prefiero que a la última ronda invites tú / Prefiero que a la última ronda lo invites tú
Entra en un blog sobre viajes y fíjate en todas las oraciones que tengan
complementos de lugar. Identifica, al menos, cinco en que los complementos de lugar
sean argumentales/complementos de régimen y cinco adjuntos.
a) Forma dos oraciones con el adverbio precisamente. En una de ellas tiene que estar
en una posición sintáctica donde sea intercambiable con la locución ‘con
precisión’, y en la otra no tiene que poder serlo.
b) Intenta formar un par mínimo con el adverbio amablemente, los verbos pedir y
contestar.
¿Por qué no significan lo mismo las oraciones Cobardemente, se quedó sentado y #Se
quedó sentado cobardemente?
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Capítulo 2
LOS SINTAGMAS NOMINAL, ADJETIVAL Y ADVERBIAL
Pero lo cierto es que el estudiante llega a aprender poco o nada de la sintaxis de todos
estos elementos. A diferencia de lo que sucede con el verbo, apenas conoce las
relaciones sintácticas en las que participan sustantivos, adjetivos y adverbios.
2.2 El sustantivo
El abordaje sintáctico del sustantivo ha de empezar por revisar su identificación y
clasificación canónica. Para identificar sustantivos, el criterio más fiable es, en una
lengua como el español, la presencia inherente de género. Podemos garantizar al
estudiante que, dadas unidades léxicas como Fe (o fe), creencia, credibilidad, incrédulo o
increíble, no se equivocará en la adscripción categorial si reflexiona sobre su
combinatoria: los que son sustantivos se combinan con artículos y adjetivos
concordados con su género (femenino en los ejemplos), incluso Fe (nombre propio) lo
hace en usos no normativos como No me hablo con la Fe.
61
Con incrédulo, sin embargo, hallará contextos en los que puede considerarse sustantivo
(Mi amigo es un incrédulo), a diferencia de increíble (*Mi amigo es un increíble), pero la prueba
de combinación con el modificador de grado muy (Es muy increíble/incrédulo), que sirve
para identificar algunas clases de adjetivos, le indica que, probablemente, no lo es
siempre. Finalmente, se puede preguntar qué sucede en contextos como el increíble Hulk
o el incrédulo de Tomás.
La primera distinción básica entre clases de sustantivos opone a nombres propios y nombres
comunes. Los primeros, como se sabe, no designan entidades en función de los rasgos de
su denotación, sino que identifican directamente realidades individuales de diverso tipo
(Mariano, el Everest) –es decir, no todos los Marianos o Everest del mundo comparten una
propiedad (‘conservador’ ‘inmenso’) por el hecho de llamarse así, pero todos los
elementos denominados político o montaña sí han de cumplir ciertos requisitos para serlo
(‘dedicarse a la política’ ‘ser una elevación de terreno’)–.
Pero hay que tener en cuenta que muchos topónimos incluyen al determinante en el
nombre propio: el nombre propio es El Ebro y no Ebro (*Ebro pasa por Zaragoza).
Por otro lado, tiene que quedar claro que en expresiones como las siguientes:
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a.1) mi querida España
a.2) esta España mía, esta España nuestra
a.3) España entera salió a la calle
Algo similar sucede cuando la personalidad que identifica el nombre propio tiene unos
rasgos tan salientes que acaba adquiriendo un significado caracterizador y predicativo
(Mariano está hecho un Churchill de la política). El fenómeno inverso se da cuando un
nombre común se usa como apelativo para referirse a un individuo particular. Aunque
es tentador usar la Faraona o el Cigala como ejemplos en el aula, es muy probable que tus
estudiantes conozcan decenas de artistas más cercanos a ellos con sobrenombres válidos
para ilustrar el fenómeno. Por ejemplo, seguro que son capaces de resolver la siguiente
ambigüedad: ¿Alguna vez has escuchado música de La India?
Dentro de los nombres comunes, la distinción que ha tenido una mayor trascendencia
para la teoría formal es la que opone a nombres contables y nombres incontables. La gramática
académica insiste en que la diferenciación, para ser más precisa, debería ser entre que un
sustantivo sea enumerable y que solo sea cuantificable/medible.
La tradición escolar hace equivaler enumerable (1 clase, 2 clases, 3 clases…) con contable, pero
la realidad es que, estrictamente hablando, la materia puede “ser contada” de muchas
maneras, y solo una de ellas es la enumeración. Respecto a este tema, lo más importante
en el aula es que se eliminen las inercias analíticas: usar ejemplos como ¿Qué clase de clase
es esta? para que el estudiante sea consciente de que nunca se puede saber si un
sustantivo es “contable” o “no contable” fuera del contexto sintáctico, porque la
cuantificación se codifica tanto en la gramática como en el significado léxico de la
palabra. A una estructura como tener clase pueden aplicársele diferentes formas de
cuantificación, obteniéndose resultados distintos en interacción con el sustantivo:
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a.3) Tenemos una clase nueva cuantificación canónica de sustantivo contable
Por eso tiene que quedar claro que el carácter contable de los sustantivos no es una
característica que dependa del referente extralingüístico, sino una diferenciación
gramatical interiorizada de la realidad que hace la gramática de algunas lenguas como el
español, arbitraria hasta cierto punto. A veces una misma realidad se puede perfilar
contable o incontablemente (prenda/ropa). La contabilidad del nombre se resuelve
observando la configuración del sintagma nominal, no pensando en la palabra en
abstracto, pues muchas veces un mismo nombre adquiere diferentes matices en función
de cómo se cuantifica:
Los nombres en plural ganas, babas o gárgaras no son contables-enumerables (*Tiene 3 ganas,
*2 represalias, *Hizo 1 gárgara), independientemente de que tengan una forma
correspondiente en singular (la gana de comer y baba de caracol son singulares incontables,
pero *una gárgara no existe).
En la gramática académica se pueden encontrar las diversas “rarezas” en las que está
implicados sustantivos con “solo plural” (pluralia tantum) o “solo singular” (singularia
tantum). En mi opinión, es suficiente con que el estudiante sea capaz de distinguir entre
la interpretación composicional de la adición de un plural (casa > casas = ‘número
indefinido de entidades individuadas como casa’) de la adición no composicional de
plural: uno puede responder tranquilamente He comido albóndigas si le preguntan “¿Qué
has comido?” aunque solo se haya comido una (el plural de albóndigas será no
composicional), pero no a “¿Qué casa es la tuya”? con Tengo casas si solo tiene una
(porque el plural de casas necesariamente es composicional). Otro ejemplo: nada cambia
si se hace referencia a El abominable hombre de las nieves con nieve en singular (porque el
plural de nieves es no composicional) –de hecho, en inglés es un simple Snow man–.
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entidades homogéneas que no se pueden delimitar haciendo divisiones de ejemplares
individuales de dicha realidad. A esas entidades las conocemos a veces como sustancias
(sal, basura / *dos sales, *tres basuras) o cualidades (envidia, paciencia / *dos envidias, *tres
paciencias). Para diferenciarlos de los nombres contables-enumerables, vemos que,
partiendo del singular, el resultado de acumular sal o envidia es más sal o envidia,
mientras que el resultado de acumular taza o libro no es concebible materia acumulable
“más taza o más libro”. Con los nombres no enumerables (los tradicionales incontables),
sin embargo, se pueden obtener ejemplares individuales combinándolos con ciertos
cuantificadores (dos bolsas de basura, un montoncito de sal).
Todos los sustantivos, en definitiva, pueden acabar combinados con muchas clases de
cuantificadores, que desdibujan las fronteras tradicionales entre qué es contable y qué no.
En este sentido, lo que es más importante tener en mente es que acaban teniendo una
distribución equiparable los contables canónicos en plural (libros) que se comportan
como si fueran una cantidad inespecífica de objetos, con todos los no enumerables:
nótese que no hay tanta diferencia entre tener poco arroz, tener pocos escrúpulos y tener pocos
gatos, porque las tres expresiones hablan de la posesión de una cantidad inespecífica de
Ns: el que se comporta distinto es el enumerable singular *tener poco gato. La
consecuencia sintáctica de lo que decimos es clara: en la posición canónica de objeto, lo
único que no se acepta para formar un predicado composicional es un sustantivo
contable-enumerable singular (e-f):
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2.3. Determinantes, cuantificadores y pronombres
El estudio de estas tres categorías gramaticales concierne especialmente al estudio del
sintagma nominal, porque están implicadas en la codificación de expresiones
referenciales de diferente naturaleza. Sin embargo, el cuantificador se diferencia de
determinantes y pronombres, primero por la novedad de su tratamiento como clase de
análisis en sí mismo, y, en segundo lugar, por ser lo que, como decíamos en el primer
capítulo, se denomina una clase transversal de palabras, pues, si se atiende a su
distribución sintáctica, esta puede coincidir con la de los determinantes, los pronombres
y los adverbios.
Mientras que el artículo es una clase de palabras que solamente puede ser determinante y
nada más, demostrativos, posesivos y cuantificadores se consideran, precisamente, clases
transversales, porque pueden coaparecen con artículos u otros determinantes y entonces
ocupar, en principio, una posición sintáctica distinta a la del elemento que da la
referencia. Por esta razón, los elementos subrayados en los ejemplos que veremos abajo
no pueden ser los elementos que dan la referencia al sintagma nominal, sino
modificadores de un sustantivo que todavía no tiene referencia: porque día cualquiera no
tiene capacidad referencial, un día cualquiera (c) ya la tiene. También hay elementos que
pueden actuar como modificadores de un sintagma que ya es referencial, algo que
sucede únicamente en español actual con el predeterminante todo(s) (todos los días); cada
también pudo hacerlo –se pueden encontrar secuencias como cada el día en CORDE–.
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e) todos los días
Cuando aparece un elemento que puede ser determinante sin un sustantivo a su derecha,
(solo en el sintagma o con complementos, como en los ejemplos de abajo) hay dos
explicaciones, aunque, en función del contexto, es mejor optar por una u otra: la
primera y más tradicional es considerar que el elemento subrayado puede ser un
pronombre, además de un determinante. La segunda es que el sustantivo al que
determinan los elementos subrayados no aparece porque es tácito y se puede recuperar
por el contexto (Llévate toda la comida que quieras al pueblo, pero deja la empezada en el frigo,
donde la empezada evidentemente solo se puede referir a comida).
Vamos a explorar a continuación una por una las clases de palabras que ejercen como
determinantes, es decir, aquellas que construyen la referencia del sintagma nominal con
sustantivos canónicos, que suelen ser incapaces de hacerlo por sí solos.
2.3.2. El artículo
La primera clase de determinantes es la de los artículos, que, como decíamos, no tienen
otra “función” que referencial: introducen entidades nuevas en el discurso o las
recuperan del mismo.
i. Que haya adjetivos similares que no se sustantivan *el vil de la película (uno
esperaría que la condición de sustantivador del artículo hiciera el proceso más
sistemático)
ii. Que pueda haber “sustantivación” de adjetivos sin artículo Siempre me ha
parecido que Robert Mitchum tiene cara de malo).
La explicación más simple es que el artículo defina la referencia, en el contexto que así
lo requiere (el de i, y no el de ii), de algo que ya es un sustantivo.
Además de aprender sus formas y nombres (definido: el, la, lo, los, las, indefinido: un, uno,
una, unos, unas), lo que deberíamos explicar al estudiante son las diferencias que el uso de
uno u otro artículo determina a la hora de establecer la referencia. La gramática
académica desarrolla con detalle todos los usos y contextos para cada uno de los
determinantes, por ejemplo, los usos existenciales o universales (Un/El profesor debe
siempre escuchar al estudiante), su distribución en las aposiciones enfáticas (un/*el prodigio de
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la guitarra vs. *un/el cretino de Luis), pero, evidentemente, no todos ellos pueden abordarse
en la sintaxis escolar.
Ejemplos como ¡Cuidado con la/*una mochila!, que se puede interpretar como una
advertencia al interlocutor a punto de tropezarse, pueden parecer paradójicos (el oyente
no ha podido “identificar” aquello con lo que va a tropezar), pero revelan, en realidad
los rasgos deícticos del definido, que tiene en común con el demostrativo (Cuidado con esa
mochila de ahí).
Una vez que se ha presentado una entidad en el texto por primera vez (María era…), a la
hora de introducir una expresión correferencial, se usará el determinante definido o el
pronombre de tercera persona (la muchacha, ella…), que comparten sus rasgos anafóricos
(no cabe olvidar que proceden históricamente de la misma fuente, un demostrativo
latino). Lo mismo sucede con referencias inanimadas (Ayer vimos una/*la película que
estaba bien, aunque *un/el guion –solo puede serlo de la película mencionada– dejaba mucho
que desear).
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Sobre el uso del artículo neutro lo (Lo que te espera, lo de anoche, lo más divertido del asunto),
mucho más importante que resolver la cuestión de su condición de determinante o
pronombre es, en lo que concierne a la sintaxis escolar, percatarse de que se usa para
hacer referencia a entidades inanimadas y abstracciones, incluidos los eventos. Si hay
que posicionarse, quizá es preferible considerar que lo es un determinante que acompaña
a una suerte de sustantivo tácito irrecuperable. Al menos, hay dos razones para no
considerarlo un pronombre:
i. Lo se combina sin problema con modificadores restrictivos (lo de ayer, lo que pienso
de ti), pero los pronombres no: *ella de ayer / *ella que me parece buena profesora).
ii. Si lo en lo que te espera es un pronombre, entonces, es un pronombre que se puede
sustituir o reduplicar a si mismo (lo que te espera ya te lo advertí).
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La tercera clase de palabras que típicamente asume el rol de determinante, junto con el
artículo y el demostrativo, es el posesivo. Se trata de un elemento particularmente
complejo, y no solo, como podría pensar el estudiante, porque tenga un paradigma que
incluye flexión de género, número, persona, caso y número de poseedores, formas
plenas y apocopadas. El paradigma formal sí puede darle la pista al estudiante de a qué
clase de palabras se parece más, realmente, el posesivo: al pronombre personal. De
hecho, sus formas son considerablemente parecidas (mi compra/para mí; tu compra/te
compra; su compra/se compra, nuestra/nosotras…). Ambos tienen en común, evidentemente,
los rasgos de persona (en referencia al hablante, al oyente y a lo que no es ni lo uno ni lo
otro), con la diferencia de que los rasgos de persona del posesivo hacen referencia
específicamente a un tipo de persona, un poseedor (mi casa; vuestro teléfono) –o de no
persona, en el caso de la tercera: el respaldo de la silla > su respaldo–.
Para entendernos, lo que ilustra el segundo par mínimo es que el posesivo es como si
fuera un pronombre en caso genitivo (pronombre: tú > pronombre en genitivo: de ti o
con la forma plena tuyo, que es/fue pronominal (se conserva en arcaísmos como Tuyo es
el reino, tuyos el poder y la gloria...). Al ser como un pronombre genitivo, se introduce una
relación de posesión con otro nombre (la entidad poseída). Esta propiedad es la que es
realmente distintiva del posesivo: con el uso de su barba no hacemos referencia a una
única entidad, sino a dos, a lo poseído (barba) y al poseedor (el dueño de la barba), lo
que hace la sintaxis de los posesivos particularmente compleja, porque la estructura
argumental de cualquier SN con un posesivo (su gestión de la crisis) tiene, en realidad, dos
participantes (Él gestionó la crisis), a diferencia de lo que sucede en la gestión de la crisis.
Una prueba más: como en la gestión de la crisis no hay un participante agente, se puede
introducir (a); como en su gestión de la crisis el participante agente está introducido por su,
no se puede introducir otro (b):
Un aspecto particularmente interesante para los estudiantes puede ser evaluar las
diferentes interpretaciones de la relación de posesión, desde las más canónicas (su casa, su
perro) hasta las más contextuales (Echa de menos su colegio –lo dice típicamente un
exalumno, no un profesor–, Aquí llega mi taxi –lo dice el cliente, no el conductor–).
71
2.3.4. El pronombre
En la asignatura de lengua típicamente se aborda el paradigma de los pronombres con
todas sus variantes formales. Un pronombre es una categoría funcional que identifica a
los participantes del discurso de una manera deíctica o anafórica; en este último caso,
aludiendo a otras expresiones referenciales en el texto (determina la diferencia entre Los
psicólogos hablaron entre ellos, uso anafórico y Los psicólogos hablaron sobre él, uso pronominal).
Pese a llamarse pronombres “personales”, el estudiante debe tener caro que también
pueden hacer referencia a eventos, como en el siguiente par mínimo:
Como decíamos antes, al ser unidades referenciales por sí mismos, los pronombres no
se combinan con determinantes o modificadores restrictivos, pero sí con modificadores
que no restringen la referencia, como los que ayudan a identificarla o añaden un inciso
explicativo:
a) tú misma
b) solo nosotros tres
c) Yo, Claudio
d) ella, que preferiría no haberlo conocido nunca
La mayor dificultad que ofrecen los pronombres en la sintaxis escolar reside en sus
formas clíticas, especialmente cuando aparecen fusionadas con el verbo en una sola
palabra y cuando reduplican las funciones sintácticas de acusativo o dativo. Deben
descartarse aquellos clíticos que no desempeñan una función canónica (se impersonal,
aspectual, etcétera). Es importante que el estudiante aprenda a reconocer la forma se que
remplaza a le cuando hay dos pronombres de tercera persona de complemento directo e
indirecto preverbales (*Le lo regalaron a ellos / Se lo regalaron a ellos).
Después de esto, tiene que detectar las correferencias que los pronombres pueden
establecer con otros participantes, y se puede tener en cuenta que, siempre que haya un
complemento preposicional pronominal, este va a estar reduplicado (a vs. b), y que
siempre que haya un complemento preverbal, también (c):
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a) *Adora a ti (Cf.: Te adora a ti)
b) Adora a Teresa
c) *A los niños adora (Cf.: A los niños los adora)
Finalmente, un tema especialmente complejo son los pronombres que aparecen con
formas no personales del verbo en predicados secundarios (a-b) o perífrasis (c):
a.1) La creyeron ver
a.2) La creyeron acabada
b.1) Te pillaron copiando
b.2) Te pillaron dormido
c.1) Me debería gustar
c.2) Te la solía oír cantar
Lo que tienen en común los ejemplos es que los pronombres que encabezan las
construcciones son complementos del verbo en la forma no personal (cursiva). Nótese
que creer verla no significa lo mismo que creerla, ni pillarla dormida significa lo mismo que
pillarla (en una persecución). Lo que ha sucedido es que uno de los complementos de
una oración subordinada, en su forma clítica, (Creyeron que la verían) ha “subido” al verbo
flexionado para ser regido formalmente, cambiando su caso en el proceso de ser
necesario. En casos como b), el clítico es un argumento compartido por ambos
predicados, por ejemplo, complemento directo de uno y sujeto del otro (Pillaron a alguien
+ alguien estaba copiando/dormido).
2.3.5. El cuantificador
En las últimas líneas dedicadas a las categorías gramaticales que delimitan la referencia
del sintagma nominal, vamos a comentar algunos aspectos esenciales acerca de los
73
cuantificadores. En este asunto hay una distancia considerable entre la tipología habitual
en la sintaxis escolar (que, básicamente, contempla únicamente la diferencia entre
determinantes numerales e indefinidos) y el tratamiento gramatical contemporáneo. De
hecho, muchos de los elementos que se tratan como adverbios (sobre todo entre los de
cantidad y negación) son cuantificadores. A continuación, se ofrece una lista con
diferentes tipos de cuantificadores subrayados:
Una distinción frecuente es la que se realiza entre cuantificadores universales como todo(s),
cada y ambos, con cuyo uso se cuantifica sobre todos los elementos de la referencia, y se
caracterizan por poder “flotar” (Ambos vinieron al cine > Vinieron ambos al cine), y los
cuantificadores existenciales como algún y cualquier y evaluativos como mucho(s) o unos pocos,
que no pueden flotar (Algunos/muchos niños vinieron al cine > *Niños vinieron algunos/muchos
al cine).
Los existenciales y evaluativos (varios de los invitados, ninguno de los españoles) tienen
propiedades en común con los cuantificadores denominados partitivos, que forman
estructuras donde se expresa tanto la parte como el conjunto de donde se extrae (la
mitad de los asistentes, o un tercio de la cerveza). Muchos no es partitivo en Tengo muchos cuadros,
pero sí puede serlo en Tengo muchos cuadros en venta (si se interpreta ‘tengo muchos de los
cuadros en venta’). A veces la coda partitiva, que expresa el conjunto de donde se extrae la
parte queda implícita como en Vinieron la mayoría o Nos rebajaron un cinco por ciento. La
dificultad con estas construcciones estriba en decidir cuál es el núcleo, si el sustantivo o
el cuantificador, puesto que pueden concordar ambos (Vino la mayoría de los
invitados/Vinieron la mayoría de los invitados).
El tema más complicado desde la perspectiva didáctica es, sin duda, su adscripción
categorial. Cada solo puede ser un determinante, tercer solo puede ser un modificador,
jamás solo puede ser un adverbio, alguien solo puede ser un pronombre. Cual y cuanto
pueden ser determinantes, relativos y cuantificadores, pero solo cuanto puede ser también
adverbio/pronombre. Bastante se combina con sustantivos (Faltó bastante agua), con
adjetivos (Es bastante ignorante) o adverbios (Es bastante tarde), por lo que son muchos los
lingüistas que tratan de manera conjunta a los cuantificadores y a los elementos que
expresan grado, como muy o tan(to), que, realmente, tienen una semántica y morfología
afín (De ahí no puede salir nadie/nada bueno). Usos peculiares, como Es todo amabilidad (‘Es
muy amable’) o En este país hay demasiado chorizo para tan poco pan (‘Se roba en exceso’)
ponen de relieve estas reminiscencias. Muchos modificadores adverbiales
(Extremadamente delgado, amable / comer en exceso) también aportan una semántica ligada a la
cuantificación, pese a que no comparten características con determinantes o
pronombres. Muchas otras construcciones, como las comparativas (a), consecutivas o
relativas enfáticas (b-c) se construyen con cuantificadores o comparten propiedades con
ellas (por ejemplo, nótese que en la más lista de la clase se extrae a un individuo –la que
tiene la propiedad de ser más lista– del conjunto (la clase), como en una estructura
partitiva (tres de la clase).
a) Tiene más dinero del que creían Tiene el doble de dinero que el que creían
b) Tomó tanto el sol que se puso muy morena Se pegó cada sesión de sol que…
c) La cantidad de abrazos que te daría si pudiera La de abrazos que te daría…
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Desde el punto de vista semántico, estos sustantivos deverbales en alguna de sus
acepciones pierden sus características verbales o eventivas (es el caso de avance cuando es
sinónimo de tráiler). Lo descubrimos inmediatamente porque su contexto de uso cambia
(no es lo mismo televisar el avance de una película, donde la película es “lo avanzado”, que el
avance de un ejército, donde el ejército “avanza”). Estas idiosincrasias no son sorprendentes
desde la perspectiva de un “lexicista”, porque el significado del léxico es cambiante y
hasta cierto punto arbitrario. Sin embargo, lo que interesará a los “sintacticistas” es
precisamente lo contrario: aquello en lo que las nominalizaciones mantienen un vínculo
composicional (predecible por las reglas, es decir, sistemático y sintáctico) con los verbos
de los que derivan. Así, si partimos de una oración intransitiva como El ejército avanza
rápido podemos ver que el sintagma nominal El rápido avance del ejército mantiene una
correspondencia exacta con el SV. El único argumento de avanzar es su sujeto, y este se
materializa también como complemento del sustantivo avance. Y no solo eso, al igual que
el verbo avanzar, el sustantivo avance en su acepción de ‘acción de avanzar’
semánticamente exige un argumento (el que realiza la acción de avanzar). Rápido era un
adjunto/circunstancial de manera del verbo avanzar, y sigue siéndolo del sustantivo
avance, por más que sea un “adjetivo” ahora.
Resulta evidente, pues, que un abordaje coherente del análisis sintáctico del sintagma
nominal exige la diferenciación de las relaciones entre núcleos y argumentos, por un
lado y, de los núcleos con sus adjuntos o modificadores, como así defiende la actual
gramática académica. Ello no quiere decir que se transvasen nociones como la de sujeto
y complemento directo al análisis del sintagma nominal. En el avance del ejército no se
puede decir que el ejército sea el sujeto de avance, porque un sujeto se reconoce por su
concordancia de número y persona, imposible en este contexto. Como dijimos, un
sujeto es un argumento más del verbo, uno que tiene una realización categorial y
morfológica específica (nunca es un SP, si es un SN concuerda). Lo que es similar entre
el ejército del avance y el que avanza es su relación semántica con el predicado (ambos son
los agentes del avance, ambos son argumentos de su núcleo).
Pero, sobre todo, es necesario insistir en que, especialmente cuando se hace uso de
procedimientos productivos de nominalización, el sustantivo puede ser polisémico entre
su interpretación eventiva y una interpretación que ya no lo es:
Incluso es posible que en el nombre deverbal ya no haya resquicio del significado del
verbo (estación de tren, yacimiento arqueológico).
76
Adicionalmente, cabe tener en cuenta que los argumentos nominales pueden estar
materializados morfológicamente con un posesivo (Fue decisión de Marta > decisión suya >
su decisión) y que pueden permanecer implícitos. Es el caso del propio decisión, donde no
solo es un complemento semánticamente exigido quién decide (el agente), sino lo que se
decide (el tema), aunque este argumento, salvo que la decisión no sea desconocida por el
interlocutor, no va a aparecer expreso (Su decisión de votar en contra). La omisión por
motivos pragmáticos de complementos argumentales del nombre es muy frecuente.
De la misma manera que no se considera sujetos formales a SPs como el que introduce
la caída del imperio romano pese a que su equivalente con el verbo caer no pueda ser sino el
sujeto, no se considerará complementos directos a los complementos preposicionales de
un nombre derivado de un verbo transitivo (trasladaron el ejército > el traslado del ejército). Al
complemento argumental de traslado se le sigue denominando complemento del nombre,
pero sí se destaca su condición de argumento, por lo que, como en el caso de avance del
ejército, hablaremos de un complemento argumental del sustantivo.
Problemáticos son, sin duda, casos como la atención a los pobres, que suena más natural
que la atención de los pobres. El complemento del nombre, en este caso, se relaciona
evidentemente con atender a los pobres donde a los pobres es el complemento directo.
¿Puede bastar la presencia de dicha preposición para considerar que a los pobres es un
complemento directo de atención, o debe valorarse la imposibilidad de aplicar las pruebas
típicas de identificación de CDs, como sustituir el sintagma por el clítico los o pasivizarlo?
En la gramática académica se afirma tajantemente en 36.1c que “la función sintáctica (en
referencia a la de complemento de régimen) se caracteriza por el hecho de que no constituye
una propiedad exclusiva de los predicados verbales, al contrario de lo que sucede, por
ejemplo, con la de complemento directo”. En cualquier caso, es evidente que a los pobres
es un complemento argumental del sustantivo atención, dado que el sustantivo atención
exige semánticamente un argumento que exprese aquello que es atendido.
77
No puede caber duda de que la diferenciación entre la preposición funcional-de y la
preposición de régimen-de es gramaticalmente relevante, porque da lugar a
ambigüedades sintácticas como la salida del puente del Pilar, donde hay una doble relación
con los predicados ‘Salir durante el puente del Pilar’ y ‘Salir del puente del Pilar’.
En la primera correspondencia, del puente del Pilar es un complemento del nombre solo
en el sentido convencional (por lo que pienso que sería recomendable llamarlo adjunto),
con una relación temporal con salida. En la segunda, es un complemento de régimen.
Pongamos un par mínimo involucrando a otros participantes:
Cabe destacar, por su abundancia, los complementos del nombre que actúan como
clasificadores, como en los siguientes ejemplos, que se pueden identificar por que
aparecen frecuentemente sin artículo (a). También se consideran adjuntos aquellos que
se usan para la denominación estable de acontecimientos históricos (b). Finalmente,
78
algunos de estos CNs adjuntos, más que introducir relaciones semánticas entre nombre
nuclear y subordinado, funcionan como adjetivos calificativos (c).
Una de las ambigüedades que puede dar más juego en la enseñanza media es la que se
produce entre una interpretación predicativa (que forma sintagma independiente) y una
no predicativa (dentro del SN al que modifica) de un sintagma preposicional, que
especialmente se produce con los introducidos por las preposiciones con y sin:
Lo que tienen en común las tres estructuras anteriores, y que hace inadecuada su
asimilación completa a los complementos del nombre canónicos, es que el nombre
subordinado Alcalá, hambre, jefe mantiene una relación de identificación con el núcleo.
Así entendemos que Alcalá es una calle, que el hambre en el mundo es el problema del
que se habla y que tu jefe es un petardo (y no que está en posesión de uno, que sería la
lectura canónica de de tu jefe como complemento del nombre adjunto).
Las aposiciones en las que un nombre se combina directamente con otro nombre
engloban, en realidad, diferentes construcciones que envuelven una sintaxis más o
menos compleja, desde las meras especificativas (el presidente Sánchez), pasando por los
apodos (Federico el Grande; Ricardo, corazón de león), nombres de empresas (Aluminios
Ibáñez), el género epiceno (elefante hembra), y una productiva clase denominativa más
próxima a la composición (granja escuela, pez cebra, contrato basura). El segundo sustantivo o
sintagma nominal especifica el “tipo” del núcleo (cuerpo Danone, rosa fucsia) o proporciona
el nombre del primero, lo que se denominan aposiciones metalingüísticas (el sustantivo
león, la ley Celaá). Hay, también, una clase de aposiciones que simulan las palabras de un
interlocutor (me puso cara de “mira que te lo avisé”) que se asimilan, en parte, a las
metalingüísticas.
79
El asunto de las aposiciones, en conclusión, es demasiado complejo como para
abordarlo en la sintaxis escolar, aunque sí debería explicarse lo necesario para evitar
confundirlas con las clases canónicas de complementos preposicionales.
Con este breve apunte acerca de las aposiciones concluimos el repaso a los
complementos nominales, y procedemos a hablar del adjetivo, el modificador nominal
por excelencia. Hablaremos de los complementos oracionales (de todas las clases de
palabras) en los capítulos finales, dedicados a la sintaxis de las oraciones.
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b.1) Mucha población se marchó a la ciudad
b.2) *Numerosa población se marchó a la ciudad
Mero comparte propiedades con solo, único o simple, representativos de una clase de
modificadores nominales que se anteponen al nombre y que tienen una aportación
semántica bastante regular.
a) clientes milenial
b) personas bi, profesores depre
c) minas antipersona/minas antipersonas
d) los profesores están mosca /los profesores están moscas
Resuelta la cuestión de las palabras que no son representativas de los adjetivos como
clase léxica de palabras, es necesario centrarse en los tipos de significado que aportan los
adjetivos, pues la definición nocional de adjetivo (clase de palabras que denota cualidades,
propiedades o relaciones), si bien abarca a la mayoría de sus integrantes, es demasiado
abstracta para ser aprovechable, por lo que hay que evaluar estas nociones en su
contexto.
El adjetivo canónico es el calificativo, con el que el hablante describe las cualidades que
observa en una entidad (viaje incómodo, caro). Estos adjetivos sintácticamente son
gradables (pues la cualidad se da en menor o mayor grado), y anteponibles al sustantivo.
Cuando esto sucede, el adjetivo deja de ser lo que se ha denominado especificativo,
restrictivo o intersectivo. Así, cuando se afirma que un viaje incómodo suele ser menos caro, la
propiedad incómodo sirve para restringir un “subconjunto” de viajes (solo los incómodos),
de los que se afirma que tienen un menor precio. La entidad viaje tiene una extensión
mayor que el conjunto compuesto por viaje + incómodo. Sin embargo, la oración con un
adjetivo antepuesto Un lejano viaje suele ser menos caro no tiene mucho sentido, porque la
anteposición la usamos cuando, por ejemplo, escribimos una narración y la titulamos el
lejano viaje a la remota isla de Pascua. Lejano no está restringiendo la clase de viaje aquí (lo
hace el complemento a la remota isla de Pascua). Está funcionando como un adjetivo
explicativo o “epíteto”. En resumen: los adjetivos calificativos son una clase gradable de
adjetivos que restringe la denotación del sustantivo cuando se pospone a él.
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restrictivos en posición pospuesta. Sin embargo, estos no son gradables y expresan
propiedades objetivas (puerta exterior, pantalla táctil). Su anteposición no es, en principio,
posible, salvo que haya cuestiones estilísticas implicadas.
Las relaciones que se establecen entre el sustantivo núcleo y el sustantivo sobre el que se
forma el adjetivo relacional son muy diversas y dependen de las propiedades léxicas de
los nombres y del conocimiento pragmático de los hablantes, pero por ejemplo
encontramos relacionales que vinculan las entidades con su autor, fuente, destinatario,
instrumento, materia, perspectiva, procedencia, localización, etc., es decir, los típicos
roles temáticos que regulan las preposiciones, lo que hace que estos adjetivos se hayan
vinculado estructuralmente con los complementos del nombre preposicionales.
i. novela cervantina
ii. amor maternal
iii. público juvenil
iv. llamada telefónica
v. critica textual
vi. problema matemático
vii. frío polar
vii. batalla campal
Debe quedar muy claro que lo que identifica a un relacional no es la forma, sino su
significado y su sintaxis. Vamos a verlo con un caso ambiguo, un adjetivo (veraniego), que
puede ser relacional o calificativo.
Un paréntesis veraniego es una pausa que se concreta por ser la que, más específicamente,
se toma en una época concreta del año (verano), pero un maquillaje veraniego no se refiere
a una clase de maquillaje, sino que codifica una opinión subjetiva hablante-observador:
la evocación de una época del año que le produce el maquillaje. Esa opinión se vierte en
la posición antepuesta-evaluativa (Iba con un veraniego vestido blanco), y se puede graduar
(lectura muy veraniega). El adjetivo veraniego, cuando tiene las propiedades de un relacional,
no puede, como ningún adjetivo relacional, anteponerse o gradarse: tampoco hay
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*accidentes muy aéreos (o el accidente pertenece a la subclase de los accidentes en el aire o
no) o *pluviales pasos (no es opinable si un paso se usa o no para la lluvia).
Opino que las ambigüedades a las que da lugar un adjetivo que tiene tanto lectura
relacional como calificativa pueden tener gran rentabilidad didáctica:
En lo que respecta a los usos predicativos de los adjetivos (en predicados copulativos,
semicopulativos, y como predicados secundarios o predicativos, que abordaremos en
otra sección), sí hay que llamar la atención acerca de que no todos los adjetivos pueden
participar en tales estructuras predicativas. No pueden hacerlo los adjetivos relacionales,
porque, aunque sí que dan lugar a estructuras atributivas de tipo identificativo (Ese tumor
es cerebral), debe notarse que no se está asignando ninguna propiedad al tumor (como en
Ese tumor es tratable), sino meramente clasificándolo.
Otro contraste que podría ser interesante trabajar en la sintaxis escolar es el que se da
entre los usos de adjetivos como predicados “de individuo” o como predicados “de
estadio” que, simplificando mucho la cuestión, se plasma en la construcción de
oraciones atributivas con ser o estar. Con los adjetivos con ser, se predican propiedades
estables de un sujeto que sirven para identificar su clase (Esas naranjas son valencianas/de
huerta). Con los adjetivos con estar, se predican propiedades puntuales, no permanentes,
de un sujeto, que pueden ser el resultado de un proceso de cambio o estar ligadas a una
experiencia concreta (Esas magdalenas están chamuscadas/buenísimas).
Finalmente, hay toda una serie de adjetivos que tiene propiedades distintivas respecto a
las clases mayoritarias, como son su preferencia o exclusiva aparición delante del
sustantivo o su carácter no restrictivo: cuando se combinan con un nombre, no hacen
que el conjunto de los objetos denotados se restrinja, propiedad que comparten con los
calificativos en posición antepuesta. Además, tiene como peculiaridad el que muchos de
ellos se relacionan con adverbios o modifican al sustantivo en facetas que son más
habituales en predicados verbales, con el lugar, el tiempo o la modalidad. Estos adjetivos
reciben nombres como intensionales o subsectivos. Nos referimos a adjetivos como próximo
en el próximo semáforo (que no es lo mismo, como puede notarse, que el semáforo (más)
próximo, la reciente visita del Papa o el probable agresor. Nótese que, no solamente cambian
matices de significado respecto a su uso pospuesto, sino que se relacionan con adverbios
como próximamente, recientemente y probablemente, adverbios que, cabe recordar,
encontramos combinados ocasionalmente con sustantivos (la próximamente mamá, el
probablemente protagonista). Pertenecen a esta clase de adjetivos otros como mero, falso, viejo
o único.
83
categorías, lo que puede dificultar su identificación por parte del estudiante. Vamos a
exponer brevemente cuáles son los casos de confusión más probable.
En primer lugar, encontramos adjetivos que dan lugar a nombres como resultado de
conversión (un proceso derivativo que no necesita morfemas). Es muy frecuente en
español. Una cualidad muy saliente de una entidad, sea una persona, producto,
transporte o empresa (sabio, mentiroso, consumidor, elegido, sedante, circular, multinacional)
reemplaza a la entidad a la que se aplica y acaba designando, ella misma, una clase
específica de entidades que se caracterizan por tener dicha propiedad. Estos sustantivos
no se pueden diferenciar de los adjetivos por su morfología, sino simplemente por su
posibilidad de combinarse con un, porque un verdadero adjetivo lo hace con uno en los
contextos donde el sustantivo es tácito:
No hay adjetivos que se comporten como verbos sin que intervenga un proceso
derivativo convencional. Pero sí son muchos los verbos que, en su forma participial, son
fácilmente confundibles con adjetivos, razón por la que a los estudiantes en ocasiones
les puede resultar complicado diferenciar una estructura pasiva de una atributiva. En
estos casos, la atención a la combinatoria y al contexto es fundamental. Sus obras fueron
reconocidas es estructuralmente ambiguo (reconocidas es participial si se entiende como
‘identificadas’ y adjetival si se entiende como ‘apreciadas’), pero no es ambiguo (porque
solo puede ser adjetivo) sus reconocidas obras o sus obras fueron muy reconocidas, ni tampoco es
ambiguo (porque solo puede ser verbo) sus obras fueron reconocidas hoy/por el autor.
Vamos a dedicar las últimas líneas de esta sección a exponer brevemente algunas
cuestiones sobre la estructura del sintagma adjetival, porque parte de lo que ya se dijo en
la sección dedicada al sustantivo es aplicable a las proyecciones adjetivas.
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sorprendidos por la complejidad de este sintagma adjetival. Los SPs que acompañan a sospechoso de
asesinato, aspirante a profesor y contradictorio con lo que dijo ayer son complementos
argumentales del adjetivo.
Como sucede con los sustantivos, estos argumentos pueden quedar tácitos, al
recuperarse contextualmente (Viven en un apartamiento contiguo –necesariamente será
contiguo a algo–).
De la misma manera, los adjetivos pueden tener complementos adjuntos (limpio por fuera).
Es importante hacer explícita la restricción de que los adjetivos (dejando de lado los que
denotan colores) no pueden ser modificados por otros adjetivos (u oraciones de
relativo): *Es un alcalde orgulloso contradictorio con el significado de ‘es un alcalde de orgullo
variable’.
Si hay una clase de palabras que tiene un vínculo estrecho con la noción de grado, es
indudablemente el adjetivo. Esto se manifiesta claramente en aquellas lenguas, como el
inglés, por ejemplo, donde el grado se manifiesta como un morfema de dicha categoría
(small-er, small-est). En español, cabe recordar, tenemos unas pocas manifestaciones
sintéticas de grado (mejor, máximo), aunque también los adverbios, y no solo los adjetivos,
pueden expresar grado comparativo o superlativo con medios morfológicos (anterior,
rapidísimamente). Aunque tradicionalmente se habla de la flexión de grado del adjetivo, en
español, la situación de excepcionalidad con la que se presentan morfemas como -or, y la
discutible naturaleza flexiva de sufijos y prefijos apreciativos como -ísimo o súper-,
desaconseja, al menos en mi opinión, que se asimile su comportamiento al de categorías
indiscutiblemente flexivas como el tiempo, el número o la persona en otras clases de
palabras. El hecho de que no se aborde la cuestión del grado desde una perspectiva
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sintáctica hace que el estudiante no sepa analizar bien aquellas estructuras en las que se
codifica grado comparativo y superlativo.
Cuando se plantea la cuestión del grado, habría que empezar siempre por el dominio
léxico, teniendo en cuenta, como ya se dijo, que muchos adjetivos no se pueden gradar
(y cosas que no son adjetivos sí pueden, como Soy muy de radio). Entre los que sí pueden
(que típicamente denotan cualidades y estados), lo segundo que hay que observar es que
no todos lo hacen de la misma manera.
Hay propiedades, como ser grande o ser fuerte en las que se puede oscilar libremente entre
los valores de la propiedad (desde la cero fortaleza hasta la exageración total –fuerte como
un roble–). Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que el valor de la cualidad va a ser
relativo. No es lo mismo el grado de fortaleza que se denota en tu madre está muy fuerte
para tener 90 años) que en, por ejemplo, No está fuerte para boxear mañana, donde no
pensamos, evidentemente, en la fortaleza de un nonagenario.
Esto no sucede con los adjetivos de escala cerrada. Igual de cerrada para visitas está una
residencia de ancianos que la entrada a un recinto de boxeo, porque el valor de la
propiedad de “estar cerrado” no depende de un estándar de comparación. Los adjetivos de
escala cerrada se suelen combinar con modificadores como recién, completamente o casi, que
“apuntan” a los valores extremos –en los que la propiedad se pierde o se adquiere–
(Estadio recién inaugurado, completamente nuevo, casi lleno). Nótese, finalmente, que los matices
semánticos de los superlativos en Este pantano queda inauguradísimo o Cristina está
embarazadísima no son equivalentes a los de una propiedad de escala abierta (El jefe está
cabreadísimo / El puré está buenísimo).
Entre los adjetivos gradables, finalmente, hay que destacar los denominados elativos, que
son aquellos que, por su propio significado, no denotan una propiedad en grado
positivo, sino en uno de sus extremos, normalmente el superior (viento gélido, situación
excepcional, miedo atroz), por lo que no es normativo usarlos con el adverbio muy (viento muy
gélido, situación muy excepcional).
Sin embargo, creo que no se debería plantear en el tema dedicado a los adjetivos, sino
más adelante y en un tema aparte, la cuestión del grado comparativo y superlativo
“relativo”. Porque el denominado superlativo “analítico” poco tiene que ver con el
superlativo “sintético”, siendo, en realidad, mucho más próximo a las estructuras
comparativas. En estas últimas, canónicamente se toman dos entidades que han de tener
propiedades en común (el agua del mar y el agua de la playa), se escoge una propiedad
concreta (fría), y se construye una estructura con un primer elemento de la comparación
que actúa como sujeto (el agua del mar está más fría) y un segundo elemento que actúa
como complemento restrictor en el propio predicado (el agua del mar está más fría que el
86
agua de la playa). La semántica de la comparación puede complicarse, por ejemplo si se
comparan “estadios” del mismo individuo (el agua del mar está más fría hoy que ayer), donde
el primer elemento de comparación es el agua del mar y el segundo lo es también (aunque
nótese que no va a ser, exactamente, la misma agua).
Para organizar este apartado, partiremos de las divisiones canónicas desde el punto de
vista semántico, para después replantear sus características desde el punto de vista de su
sintaxis y de las relaciones intercategoriales.
Una manera sencilla de abordar las dos primeras clases, los adverbios locativos (delante) y
los adverbios direccionales (adelante) es hacer que el estudiante identifique las relaciones
formales que comparten con ciertas preposiciones:
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Las nociones que expresan adverbios y preposiciones locativas son muy parecidas, pero
no idénticas, pues el significado de las preposiciones es el de un valor locativo mucho
más abstracto o general que el de los adverbios y, como consecuencia de ello, admiten
expresiones como bajo la influencia del gobierno, donde debajo es incorrecto. Además, las
preposiciones en español no pueden prescindir de su complemento, que debe ser
expreso, mientras que los adverbios locativos, como delante, debajo y dentro lo introducen
con un SP encabezado por de (al igual que los sustantivos y adjetivos) y puede omitirse
(No leas los comentarios de debajo). Los adverbios direccionales, que es la serie que incorpora
la preposición a (a-delante, atrás, afuera), se intercambian en muchos contextos con los
locativos y en algunas variedades del español aparecen con complemento, casi
neutralizados con los locativos (arriba de la mesa donde en español peninsular usaríamos
encima). Los direccionales suelen aparecer con verbos que expresan desplazamientos e
indican la meta y/o la trayectoria del movimiento (volver atrás, bajar abajo). Sí aparecen en
contextos, muchos de ellos metafóricos o idiomáticos, donde los adverbios locativos no
son aceptables:
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Los adverbios que expresan tiempo presentan una mayor versatilidad y son más difíciles
de delimitar semánticamente, pues al ser el tiempo un dominio conceptual más abstracto
que el del espacio, los elementos lingüísticos temporales transitan entre dominios como
el espacial (dentro es un adverbio locativo, pero dentro de dos semanas es una locución
adverbial temporal), el de la cantidad y la frecuencia (¿Son adverbios de tiempo mucho en
Duró mucho y demasiado en Viajaron demasiado?, porque si el estudiante le pregunta cuándo al
verbo, podría llegar a esa conclusión). Finalmente, como veremos en el penúltimo
capítulo, la temporalidad y la causalidad también son dominios conceptuales que
comparten recursos lingüísticos con relativa facilidad.
Entre los ejercicios que se pueden plantear más orientados hacia lo comunicativo, está
evaluar las consecuencias pragmáticas de este tipo de elementos para conocidas
empresas con grandes campañas publicitarias. Se me ocurre:
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Cambiar a) Ya es primavera en el Corte Inglés por:
b) Todavía es primavera en el Corte Inglés (quizá para rebajas)
La clase de los adverbios de cantidad está integrada por todos los cuantificadores que
aparecen en los contextos sintácticos de modificación asignados a los adverbios por
oposición a determinantes y adjetivos, como la de modificador de adjetivos, adverbios (a)
y verbos (b) –siempre con la duda de si los usos en (b) son adverbiales o pronominales,
pues el cuantificador tiene que “operar” sobre una variable nominal –demasiada comida,
más tiempo–.
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a.1) *Llegó con la cara
a.2) Llegó con la cara sangrando
b.1) *Juan se desenvuelve en el trabajo
b.2) Juan se desenvuelve bien/correctamente en el trabajo
En ningún caso se puede afirmar que sangrando o bien son argumentos, porque no son
expresiones referenciales que remitan a participantes del evento.
Hay una clase de adverbios que, más que modificar a un componente de manera del
verbo, lo que hacen es introducir el punto de vista o ámbito desde el que se contempla
el evento. Se trata de los adverbios que usamos en reconocer mundialmente, acosar
laboralmente, rentabilizar económicamente o aprobar oficialmente. Se identifican porque se
forman sobre adjetivos relacionales (mundial, laboral, económico, oficial) y aparecen con
frecuencia antepuestos (mundialmente reconocido, económicamente sostenible, laboralmente
explotados, oficialmente denominados).
Todavía es más notable la diferencia entre los adverbios canónicos de modo y manera y
los que expresan nociones relacionadas con la modalidad oracional, es decir, todos aquellos
que tienen que ver con la expresión de la posibilidad de que algo suceda, la veracidad
que atribuye el hablante a una declaración, o su actitud (lamentablemente, seguramente,
supuestamente). Estos adverbios suelen incidir sobre la oración y aparecer externamente a
ella, y por tanto están bien etiquetados como modificadores oracionales… salvo que no lo sean.
Pensemos en los casos siguientes, que ya anticipábamos en el apartado dedicado a los
adjetivos como seguro, supuesto o lamentable (seguro ganador, supuesto asesino y lamentable suceso):
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Aunque la intención de la etiqueta sea buena, los adverbios de arriba no son
modificadores oracionales sino modificadores de un SN.
Los emparejamientos como un lamentable suceso y lamentablemente, sucedió no son los únicos
que revelan la proximidad entre adjetivos y adverbios en la expresión del modo/manera.
No debe olvidarse la importancia de una subclase particular de adverbios, denominados
adverbios adjetivales o “adverbios cortos”:
La equivalencia con los adverbios en –mente, posible hasta cierto punto (trabajar duramente,
comer sanamente, mirar fijamente), se resiente al cambiar mínimamente la distribución:
La razón es que estos adjetivos adverbiales tienen un vínculo mucho más estrecho que
sus equivalentes en -mente con el verbo con el que se pueden combinar, con propiedades
próximas a las colocaciones (lluvia/*granizo torrencial).
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SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Son las 17:30 de la tarde y alguien interrumpe tu siesta diciendo: “¿Cómo está la Bella
Durmiente? Vístete, que tenemos una entrada para ver una exposición sobre el Buñuel
de la etapa mexicana.”
Analiza la ambigüedad de la expresión Me sentó como un jarro de agua fría. ¿Con qué
interpretación del sustantivo jarro se relaciona el significado de ‘decepción’? ¿Eres capaz
de encontrar un refrán o dicho relacionado con los fenómenos atmosféricos que haga
uso de nombres cuantitativos?
¿Me das tus referencias?: En clase, vais a formar grupos pequeños. Vuestro
profesor/a propondrá dos o tres textos (pueden ser los que se trabaja en literatura) y
vais a hacer lo siguiente:
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a) Por un lado, vais a efectuar cinco modificaciones en las expresiones referenciales
(como convertir expresiones específicas en inespecíficas, sustituir cuantificadores
cardinales en indefinidos, o introducir elementos demostrativos o relaciones de
posesión). Haréis un informe de los cinco cambios que habéis hecho y el efecto
textual que perseguíais.
b) Por otro lado, vas a proponer una lista con cinco instrucciones para que otro
grupo elabore las modificaciones en el texto, por ejemplo: “Sustituye uno de los
CDs con un pronombre”.
c) Una vez hayáis hecho las modificaciones, redactado el informe de cambios y
elaborado la lista de peticiones, intercambiaréis los textos entre los grupos. El
grupo que recibe el texto tendrá que seguir las instrucciones que habéis propuesto
y revisar el informe de sustituciones del equipo original, evaluando si son o no
correctas. Se puede hacer una segunda ronda de nuevas modificaciones.
Revisa (en internet o en libros de texto que tengas a mano) los criterios de
identificación de adjetivos más habituales. Ahora, comenta los problemas que suscitan
para esa clasificación los siguientes ejemplos: clientes milenial / no soy muy de bares.
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— el probable agresor
— la reciente visita del Papa
— el próximo semáforo
g) Resuelve los siguientes pares mínimos:
— Al final encontró el amor verdadero/Al final encontró el verdadero amor
— Encontrar el amor verdadero es difícil /El amor verdadero es difícil de
encontrar
a) Explica las diferencias que hay en ante la puerta, delante de la puerta y sacar adelante.
b) Busca un complemento con el que se pueda combinar ante, pero no delante.
c) Mira a continuación los siguientes contextos: en el primero, delante y adelante son
intercambiables, en el segundo no. Ejemplifica el mismo fenómeno con otra
pareja de adverbios que expresan lugar.
— El ejército marcho delante/El ejército marcho adelante
— Ante la duda, desandar lo andado resulta ser la opción más sabia
— *Delante la duda, desandar lo andado resulta ser la opción más sabia
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Capítulo 3
PREPOSICIONES, CONJUNCIONES Y SUS PROYECCIONES SINTÁCTICAS
Las reticencias que suscita (i) son relativamente razonables, ya que la demostración
empírica de la naturaleza nuclear de las categorías funcionales no se empieza a
consolidar en la teoría sintáctica hasta los años 80.
Sobre (iii), nos referimos al uso de los criterios de inomisibilidad y de identidad semántica
entre núcleo y referente para identificar núcleos. El último, en cierto sentido, sí lo
cumplen los SPs encabezados por preposiciones léxicas (Un atasco no tiene como
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referente un lugar en Un atasco ocasionó el accidente, pero sí en El accidente nos retuvo en un
atasco). Por otro lado, la posible omisión de elementos está condicionada por aspectos
externos a la sintaxis (fonológicos, pragmáticos, etcétera).
a) La ventana da a la playa
b) El turista entra al restaurante
c) El avión se dirige a Mallorca
d) Va a Mallorca a tu cumpleaños
e) Poneos a la sombra / Estamos a jueves y todavía sigue nublado
Lo que es crucial es que la playa se interpreta muy diferente en a), como un lugar con el
que la ventana se relaciona de una manera estática, a cómo se interpretaría en Pasea por la
playa (vía) o en Ensuciaron la playa (paciente). Encontramos también locuciones
preposicionales que son “residuo” de antiguos sintagmas con sustantivos que
coaparecen con la preposición a con frecuencia, expresando también ‘destino’,
‘orientación’ o ‘finalidad’ (rumbo a Soria, cara (a) la pared, con vistas a la boda).
La preposición bajo, al igual que ante, establece una relación entre algo (yo) y un fondo (el
sol) respecto al que se sitúa inferiormente (Yo solo pude aguantar tres horas bajo el sol).
Cuando no es verosímil que el fondo pueda localizar nada bajo sí, se interpretará como
‘inclusión’ en un periodo (bajo el reinado) o dominio de influencia (bajo su tutela).
La preposición con establece una relación física entre algo (la cabeza de Juan) y una entidad
con la que entra en contacto (a), puede ser en una relación de uso (instrumento) (b) que,
si no es, literalmente, “manipulable”, puede ser un medio (c), una habilidad (d) o un
pensamiento (e). Mediante en sus usos preposicionales (Mediante el pago de ese recibo se
finiquitará la deuda) tiene el uso de con de ‘medio.’
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a) Juan golpeo la pared con la cabeza
b) Come con los dedos
c) Lo mató con veneno
d) Miente con facilidad
e) Se presentó con idea de no suspender
Menos proximidad física exigen las acciones en que dos entidades simplemente
coparticipan (más en Se besó con María en la biblioteca que en Estudió en la biblioteca con María)
o coexisten, lo que puede dar lugar a la expresión de una circunstancia o concomitancia,
interpretable como causal o condicional:
La preposición contra establece una relación entre algo y una entidad con la que va a
haber una confrontación con contacto (El paracaidista chocó contra el suelo); cuando no lo
hay, permanece la idea de ‘orientación adversa’ (Boris votó contra el Brexit) u ‘oposición’
(¿Qué tienes contra invadir la isla?). Versus, incluida como preposición recientemente,
comparte con contra el matiz concreto de oposición entre individuos (Winston versus
Hitler).
Cuando aparece con verbos de pensamiento o lengua (Creer en Dios, Insistir en su visión de
los hechos, Influir en que aumentara los impuestos) se puede pensar que se preserva ligeramente
la noción de ubicación (en expresa dónde “se depositan” las creencias).
Entre es la preposición que revela con mayor claridad su condición nuclear de sintagma,
al exigir semánticamente que su complemento posea ‘pluralidad’:
Cuando se maneja una escala, el límite superior es el extremo (Se comió hasta las migas,
Vino hasta el rey), lo que da lugar al efecto pragmático de presuponer que todas las fases
anteriores se han cumplido. Así, cuando decimos Aprobó hasta Juan se destaca Juan como
el candidato más alejado de las posibilidades de aprobar, de lo que se infiere que el
examen ha sido aprobado por mucha más gente. En este funcionamiento, hasta deja de
comportarse como una preposición y pasa a ser un adverbio de foco, porque adquiere la
99
propiedad de poder combinarse con oraciones como El curso ha ido tan bien que hasta me
felicitaron los padres.
Sobre todo, son distintivas de para la noción de ‘beneficiario’ (Es para ti) y ‘finalidad’
(Madrugarán para llegar a tiempo). Esta preposición introduce el denominado estándar de
comparación cuando hay cuantificación: Eres (demasiado) pequeña para ver esta película, que se
puede desvincular de la idea de finalidad cuando se pierde la orientación hacia el futuro
(Para ser tan listo, no das ni una).
En el caso de por, es conveniente manejar por separado los complementos que expresan
la noción de ‘trayectoria’ –inespecífica si hay alternativas– (a) y la de ‘causa’ (b). Vía,
recién incorporada como preposición recientemente, comparte la expresión de
‘trayectoria’ particularmente cuando la vía es un topónimo.
Así, se pueden trabajar ambigüedades como la que envuelve el eslogan Vuelve a casa por
Navidad, que es ambiguo entre la interpretación de Navidad como la fecha aproximada o
el motivo de la vuelta (ambigüedad que lo hace memorable). Con la idea de ‘causa’
claramente se relaciona la de ‘agente’, siendo la preposición por la encargada de
introducir este complemento en las pasivas (fue alcanzado por el enemigo/por un rayo). La
proximidad entre de y por es evidente en Ha sido acusado de/por malversación de fondos,
aunque suelen imponerse los matices diferenciales –el lenguaje en general repele la
equivalencia absoluta entre las cosas–. Así la interpretación adjetival de Ha sido empleado
de la Universidad contrasta con la interpretación pasiva de Ha sido empleado por la
Universidad.
La preposición sin es la contrapartida perfecta de con, pues especifica qué cosa está
excluida de un evento, sea un instrumento o circunstancia (a), una propiedad (b), un
potencial participante (c), y es frecuente que aparezca en predicados negativos
expresando una concomitancia necesaria, interpretable como condicional (d).
100
Con la preposición sobre volvemos a una preposición locativa con un valor muy marcado:
algo se ubica respecto al complemento de la preposición en la posición superior sin
necesidad de contacto con ello (El avión vuela sobre el cielo). Al no haber contacto, se
puede acabar expresando ‘hora aproximada’ en Hablaremos sobre las seis, pero solo con el
significado locativo conecta con la locución por encima de. El otro valor de sobre, que es
muy prominente, es el de expresar el ‘asunto’ de actividades relacionados con la
comunicación (comentar, hablar, opinar incluso legislar sobre algo).
Finalmente, tras pone en relación un objeto con otro cuyo frente no es visible desde el
punto de vista del hablante, a modo de obstáculo (El niño se escondió tras la pierna de su
papá), o porque es la meta de un movimiento (Huyó tras el ladrón). Cuando el fondo no
ocupa un espacio físico, introduce un evento que se pone en relación con otro respecto
al cual es anterior (el nivel del alumnado tras la pandemia, Dimitió tras la filtración de los videos),
pudiendo adquirir matices causales (Fue exonerado tras pedir perdón).
Como se dijo en los capítulos anteriores, estos usos con matices semánticos más o
menos reconocibles coexisten con estrictamente gramaticales, como la aparición de a en
el complemento directo preposicional, ciertos complementos de régimen y la perífrasis
de futuro ir a + infinitivo, o la de de al introducir una mayoría de complementos (cuyo
síntoma más claro es el dequeísmo, cuando el complemento verbal hace uso de una
preposición no regida: Le preocupa de que haya gente viviendo en esas condiciones) o perífrasis
modales y aspectuales del tipo de haber de + infinitivo o acabar de + infinitivo. Las
preposiciones con, en y por también introducen con frecuencia complementos de régimen.
Sin embargo, asuntos como la gramaticalización de preposiciones, la naturaleza del
complemento directo de persona y la sintaxis de las perífrasis superan ampliamente lo
que se debería abordar en la sintaxis escolar. Quizá se puedan presentar algunas
nociones básicas acerca de la gramaticalización conectando preposiciones y locuciones
preposicionales, dado que el sustantivo de la locución va a compartir un valor semántico
clave (subrayado) con alguna preposición, p. ej., localización (a), origen (b) o trayectoria (c).
101
consideran funcionalmente equivalentes a adjetivos y relativas, en la práctica un SP
puede desempeñar cualquier función menos la de sujeto.
Incluso aceptando, por un momento, que esta fuera una descripción adecuada de la
sintaxis del sintagma preposicional, sería de ayuda para el estudiante, visto el panorama,
que se tratara de extraer una generalización acerca de los SPs analizando las propiedades
de aquella función que no puede desempeñar, la de sujeto –con la posible controversia
que suscitan construcciones como Lo haremos entre todos, que se analizan preferentemente
como complementos predicativos–. Es decir, el SP carece de las propiedades de una
expresión referencial canónica (el mero SN) y de la expresión predicativa canónica (una
oración no subordinada).
102
adverbio referencial como complemento (u otro SP, ocasionalmente), pero no una
oración subordinada. Retomemos algunos de los ejemplos expuestos arriba:
Sintácticamente, debe quedar claro que todos los SPs recogidos en la tabla tienen la
misma estructura. Son SPs que desempeñan una función variable en la oración en la que
103
aparecen, pero su estructura interna no varía: el núcleo selecciona un complemento (un
SN, otro SP, una oración…) que desempeña invariablemente la función o relación
sintáctica de complemento de la preposición.
Lo que nos queda por abordar es la distribución imposible, la que debe resultar clave en
la didáctica escolar:
Una preposición nunca se puede combinar con un verbo en forma personal (es
decir, una oración no subordinada).
Esto diferencia claramente una preposición como en de: un adverbio relativo como donde
(donde María vaya), una conjunción (si vas), incluida, en mi opinión, según (según dijo Pedro).
No todos los sintagmas preposicionales, pero sí alguno, pueden ser modificados por
expresiones de grado y medida, como varios metros bajo tierra, justo en el último minuto, Perdió
el bus exactamente por dos segundos, Va tan con su estilo o Me tiene muy sin cuidado.
El aspecto más complejo sobre esta categoría reside en el manejo de unos criterios
que permitan establecer con nitidez qué es una conjunción y qué no lo es.
104
como en los ejemplos anteriores se consideran estructuras coordinadas. También se ha
propuesto, de hecho, que el como que aparece en las comparativas de igualdad es una
conjunción coordinante, pero este asunto no debe tratarse en la sintaxis escolar. Así
pues, tanto … como pasa a formar parte de las conjunciones coordinantes denominadas
discontinuas o correlativas, como el uso de ni chica ni limoná, de o cueces o enriqueces, bien … bien,
etcétera. Se insiste excesivamente en la tradición escolar en que el estudiante aprenda
listas de estas conjunciones correlativas, muchas de las cuales están en desuso y es
improbable que vuelva a ver ni siquiera en un texto escrito.
Dado que trataremos la coordinación en el último capítulo, nos vamos a centrar en las
conjunciones subordinantes y el análisis de los sintagmas que introducen.
105
En principio, el procedimiento analítico que se favorece en la enseñanza media es el que
no incluye la conjunción coordinante dentro de ninguno de los sintagmas que coordina
y sí la conjunción subordinante dentro de la oración que subordina. La no inclusión de
la coordinación en ninguno de los coordinandos es una solución válida y recomendable
en el análisis sintáctico escolar –aunque existen propuestas que incluyen la conjunción
coordinante en el segundo miembro de la conjunción; nótese que la distribución del
alomorfo e revela que la dependencia fonológica se produce entre conjunción y segundo
miembro (María [e-Irene]) y no con el primero (Pili y Marta), como sucede también en el
famoso enclítico latino de Senatus populusque–.
Juan sigue fumando se interpreta, por defecto, como una declaración porque a una oración
independiente se le asigna por defecto la modalidad asertiva, pero una oración en un
contexto subordinante no puede interpretarse como tal en ausencia de que –solo
incumplen esto, por otras razones, las oraciones en estilo directo–.
Por ello, lo más apropiado sería tener una etiqueta específica para el sintagma o
estructura que introduce una conjunción, como el de sintagma conjuntivo. Pero cabe tener
en cuenta que ello obliga a aceptar que las categorías funcionales como la conjunción
pueden ser núcleos de sintagma. Aunque teóricamente esta es la opción que prefiere los
modelos sintácticos contemporáneos, y es la más coherente con la aceptación de la
nuclearidad de la preposición, es necesario tener esta precaución en mente y tener en
cuenta que denominar al conjunto de la conjunción y la oración que introduce como
oración subordinada proporcionando la información adicional sobre la clase de
subordinación que ayuda a codificar esa conjunción (completiva, causal, condicional…)
es una opción correcta.
106
Así, la conjunción (que/si/porque) es el núcleo y la oración que introduce (Juan sigue
fumando) es el complemento de la oración subordinada. El constituyente que tiene
estructura interna y se puede seguir analizando es la oración Juan sigue fumando. Ante la
falta de tradición de análisis endocéntrico de la oración, se diferenciará entre sujeto (Juan)
y predicado (sigue fumando).
107
iii. Luego que (nos fuimos) es una locución conjuntiva temporal, –tampoco toma SNs–
a diferencia del adverbio después –que no introduce directamente una oración,
sino un SP con complementos variables– (después de ti / de que nos fuéramos).
Pese a ser este el análisis más pertinente desde un punto de vista sintáctico, no
está exento de problemas cuando se tienen en cuenta otras dimensiones
gramaticales:
108
Pero un posible argumento al contraargumento es que no es extraño encontrar
otros adverbios como antes que “dejan caer” su preposición ante una oración
subordinada: antes de que te vayas / antes que salga el sol.
iv. Sin duda el terreno donde es más difícil determinar cuáles de los elementos son
conjunciones y locuciones conjuntivas es el de las relaciones temporales y
modales. Dejando de lado los relativos cuando y como, hay una serie de elementos
cuya naturaleza conjuntiva, adverbial o incluso relativa se discute.
109
b) Apenas nos veíamos, y nos alegrábamos de ello
Hasta aquí nuestro repaso dedicado a preposiciones y conjunciones, puesto que las
oraciones coordinadas y subordinadas propiamente se analizarán en próximos capítulos.
En Conducíamos de noche a pesar de que llovía, a pesar de que llovía no es una oración
subordinada, lo es que llovía, porque si a pesar de fuera una conjunción o equivalente
funcionalmente a una, deberíamos analizar Conducíamos de noche a pesar de la lluvia como
un caso de elipsis verbal en la subordinada, lo cual es absurdo (*a pesar de que la lluvia
llovía).
110
SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Por parejas, recortad rectángulos de papel y escribid en cada uno de ellos las
preposiciones. Luego, hacéis un montón donde escribáis los nombres de las nociones
semánticas que expresan las preposiciones (‘localización’ –esta repítela varias veces,
porque es muy frecuente–, ‘causa’, ‘meta’, ‘asunto’, ‘origen’, ‘agente’ ‘oposición’,
‘finalidad’, ‘orientación’, ‘inclusión’ ‘coparticipación’, ‘carencia’, ‘instrumento’, etc.). Los
ponéis boca abajo y, por turnos, sacaréis una preposición y tres tarjetas de nociones. Si
tu preposición expresa uno de los valores destapados, forma una oración con ella. Si no,
juega el otro miembro de la pareja. El primero que haga 10 oraciones correctas gana.
a) Formula una regla que explique porqué las dos parejas son diferentes.
b) Busca otras dos preposiciones que te permitan hacer dos emparejamientos como
el del ejemplo y haz tú los pares mínimos que lo ilustren.
Fíjate en los segmentos subrayados en las siguientes oraciones e identifica los que
pueden sustituirse con oraciones encabezadas por adverbios de relativo. Explica con tus
palabras por qué razón es imposible sustituir algunos de los sintagmas subrayados por
oraciones de relativo.
¿Por qué piensas que está mal formada sintácticamente la siguiente oración? Explica
cómo se puede corregir usando dos soluciones sintácticas diferentes.
111
Situación a) Estás planificando las vacaciones del puente y hay solo dos cosas que
os apetece hacer, pero están programadas a la misma hora.
Situación b) Tu destino de vacaciones tiene varios puntos positivos, pero uno
negativo que es el que tiene más importancia en la decisión final.
Situación c) Una amiga ha dicho una importante capital europea pensando que
está en Hungría, pero ha dicho el nombre de una que está en
Rumanía y tú la corriges.
“Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso”
Por la megafonía del aeropuerto escuchas que “El avión con destino a Londres retrasa su
salida tres horas por causa de la lluvia”. En lugar de cabrearte por algo que no tiene remedio,
te vas a sentar a decidir cuántas locuciones y de qué clase hay en la oración que has
escuchado.
112
Capítulo 4.
SOBRE TIPOS DE PREDICADOS Y DE ORACIONES
Un segundo apartado irá dedicado a los “atributos” esenciales de un sintagma verbal: las
informaciones relacionadas con el tiempo, el aspecto y el modo. Aunque estas categorías
suelen considerarse morfológicas en la gramática tradicional, la lingüística
contemporánea ha llevado a cabo importantes avances teóricos, incorporados en la
última gramática académica, que inciden en la relevancia de estas categorías en la sintaxis
de la oración.
113
de la semántica estructural (según la cual un predicado es cualquier proyección de una
unidad léxica que denota una propiedad o estado de un referente).
114
Pero es necesario entrenar al estudiante en la identificación de atributos y complementos
predicativos con una realización categorial menos obvia: sintagmas preposicionales (a),
adverbios interrogativos (b) o estructuras comparativas (c).
a) La vida es así
b) La vida está para disfrutarla
c) La vida sigue igual
115
De hecho, es necesario que el estudiante pueda diferenciar predicados de adjuntos,
aunque sea en un nivel básico:
a) Me considero su mentora
b) Me parece fatal
c.1) No está para bromas
c.2) Nos vendieron el piso en mal estado
d.1) El café, me lo pones que no lleve mucho azúcar
d.2) La descubrieron que maltrataba a sus perros
116
posible negociar con los estudiantes de cierto nivel qué solución les parece más
coherente con lo que se les ha enseñado hasta entonces. También cabe recordar que las
localizaciones temporales se asimilan a las locativas (Estamos a día diez, Estamos en abril).
Una posible aproximación útil es que el estudiante aprenda a identificar las oraciones
copulativas con ser como aquellas en las que hay un atributo (sea nominal, adjetival,
preposicional o de cualquier clase) que expresa una propiedad del sujeto que es estable
en el tiempo y sirve para identificar algo característico de su clase:
Las oraciones que denotan eventos van con ser (a) –hay que recordar que pueden tener
también atributos como en (b)– y típicamente reciben atributos con ser (c), salvo que se
incida en la “evidencia” que tiene el hablante por haber participado (d).
Insistiendo en el contraste de c-d (La sopa es buena para la salud / La sopa está buena),
resaltamos que, con las predicaciones con estar, se predican del sujeto propiedades o
estados que se perciben como transitorios, evaluados en el contexto del propio
enunciado:
117
Contrastes similares son:
118
abordaremos las propiedades de las formas no personales en otra sección, es importante
mencionarlas aquí, tanto en su condición de modificadores de la oración o internos a
ella (Las disculpas aceptadas por su amiga no eran del todo sinceras), porque también representan
formas de predicación secundaria.
Aunque quizá la escolar no es la etapa donde insistir en este aspecto, es necesario tener
en cuenta que las perífrasis no son necesariamente de solo dos miembros:
119
b) Juan sabe leer
Cabe tener en cuenta, no obstante, que los mismos verbos pueden tener una realización
perifrástica y una que no lo es. La clave la dará, en este caso, la diferencia de significado:
Es particularmente problemático el caso de Juan tiene que leer, donde parece que hay una
oración subordinada, pero cabe recordar que el que conjunción es incompatible con el
infinitivo, prueba de que no es una oración subordinada.
Las perífrasis están encabezadas por verbos de significado funcional o gramatical que
introducen nociones relacionadas con:
Cada una de estas perífrasis introduce sus propios matices de significado (codifican
eventos más o menos voluntarios, imprevistos, que implican fases anteriores o no…) y
encajan mejor con determinadas clases aspectuales de verbos, aunque este tema dista
mucho de estar resuelto en la bibliografía especializada.
Como sucedía con los verbos semicopulativos, a veces surgen interpretaciones ambiguas
entre secuencias que se interpretan o no como perífrasis:
120
Las ambigüedades proporcionan el contexto idóneo para que el estudiante aprenda qué
factores (subrayados) ayudan a desambiguar sintácticamente estas construcciones, pues
solo tienen interpretación predicativa los verbos ir y acabar en Siempre iban nadando hasta el
final de la piscina y Acabaron el concierto cantando el himno del pueblo, y solo hay interpretación
perifrástica en Iban pasando los años (porque los años no se pueden desplazar) y en
Acabaron poniendo fin a su relación (si acabar fuera léxico, sería redundante con poner fin).
Que el estudio de estos aspectos no se haya abordado en la sintaxis escolar se debe a dos
razones: la primera, un defecto metodológico: al no apostarse por metodologías
reflexivas –pares mínimos, análisis inverso–, es más difícil que el estudiante se dé cuenta
de que el tiempo, el aspecto y el modo elegido son relevantes para la constitución de la
oración. En segundo lugar, el defecto teórico de considerar morfológicas estas
categorías: se instruye a los estudiantes en la asimilación del paradigma de la flexión de
todas las formas verbales, aprenden la denominación de cada una de ellas y de sus
valores, pero nunca que estas pueden ser decisivas para, por ejemplo, el tipo de
adverbios que aparecen en la oración.
Por tiempo, en lingüística, nos referimos a aquella información que permiten localizar
cuándo se ha dado un suceso o situación. Esa información es, por tanto, una referencia
temporal y, para ubicarla, se necesita una “perspectiva” o “punto de referencia” desde la
cual interpretarla, que es, por defecto, el momento en que el hablante produce el
enunciado. La perspectiva sobre el tiempo, si pensamos en que, cuando decimos aquel
martes nos referimos a un tiempo diferente a este martes, es como la perspectiva sobre el
espacio: orientada respecto al hablante o “deíctica”, o sobre otro punto de referencia o
“relativa/anafórica”.
Pensemos en El niño está detrás de la puerta: lo que está detrás se orienta respecto al
hablante, porque es “su detrás”, pero la posición de el niño es relativa a la puerta. Con el
tiempo sucederá lo mismo (Te visitaremos después de Reyes): el futuro de visitaremos lo es
respecto al tiempo de habla de los que prometen visitar pero, más específicamente, lo es
relativo a una fecha concreta que debe reconocer el interlocutor –6 de enero–, y se
121
infiere, por relevancia de la comunicación, que se trata del 6 de enero inmediatamente
próximo. No obstante, el sistema de la expresión temporal, al no estar delimitado
perceptivamente, es mucho más complejo que el espacial, y el hablante puede, entonces,
conceptualizar desplazamientos temporales con el lenguaje más propios de la ciencia
ficción que de su relación inmediata con el entorno. Es lo que sucede, pensemos, en Te
habremos visitado el día de Reyes donde se construye un pasado reciente (el evento de visita)
de un futuro que no ha sucedido (el próximo 6 de enero).
Así pues, hemos visto que la información temporal se codifica, en español, como una
categoría gramatical del verbo (no así en chino o en muchas otras lenguas) y léxicamente
a través de diversas expresiones temporales (fundamentalmente sintagmas
preposicionales como desde que te fuiste, pero también SNs como el martes (Se irán el martes)
–que, para algunos autores, es encubiertamente un SP con en–, sintagmas adverbiales
como después del martes y oraciones subordinadas como al ser martes, para quienes aceptan,
como ya tratamos en el capítulo anterior, que existen conjunciones específicamente
temporales que no sean relativos como cuando o adverbios con complementos
oracionales (luego que…).
Aunque pueda parecer complicado asimilar las diferencias entre estas relaciones
temporales, no parece que lo sea más que aprender la enrevesada terminología de
pretéritos, antepresentes, perfectos compuestos y compañía que se exige ya cursos de ESO.
122
Tampoco hay que olvidar, en tercer lugar, las diferencias en el uso de los tiempos
existentes entre las variedades de la lengua, siendo especialmente conocida la cuestión de
la oposición entre pretérito perfecto e indefinido en el español de América.
El aspecto informa sobre la estructura de los eventos y permite focalizar una de sus fases o
contemplarlos en su desarrollo. Se dice que mantiene una estrecha relación con el
tiempo, puesto que las formas temporales ya pueden tener inherentemente ciertas
propiedades aspectuales: el presente y el pretérito imperfecto presentan situaciones
“imperfectivas” o en su desarrollo, por lo que son tiempos idóneos para describir
estados (Es fumador) y actividades (Fumaba), y todos los tiempos “perfectos” expresan
acciones terminadas en el momento de habla, por lo que son idóneos para relatar
acciones y sucesos (Entraron todos, pero nadie les había escuchado). Mediante diferentes
perífrasis aspectuales, sin embargo, la ejecución del evento se sitúa, como ya decíamos,
en su origen, desarrollo o término, independientemente del tiempo:
123
diferencia de transiciones y logros (Aprobó francés, abandonó la escuela de idiomas), que sí lo
hacen. Pero no hay verbos que, por ser estados o acciones o procesos predispongan a
tener “tiempo presente” o “tiempo pasado” –con la posible excepción de verbos
defectivos como soler–.
Una idea crucial es, por tanto, que el aspecto léxico de los verbos puede verse
manipulado por el aspecto gramatical: las transiciones y logros fácilmente se vuelven
imperfectivos (o atélicos) con las formas temporales y perífrasis adecuadas (Todos están
aprobando francés este año); en el caso de los logros, se interpretan como atélicos a través de
la iteración (Pero cada vez que se matriculaba, abandonaba la escuela), al igual que las
transiciones se pueden expresar como acciones habituales (Me lavé los dientes cada día).
Hablar es una actividad, y por tanto sin término, pero sí se contempla como terminada
en Todos los participantes ya han hablado o en Hace dos años se hablaban. Ya, que es un
modificador aspectual que implica un cambio, se orienta al “ingreso” en la actividad
cuando la forma es atélica, como sucede en los niños ya hablan. Sin embargo, como todavía
exige una fase anterior, es incompatible con el perfecto *todavía han hablado, pero no con
el imperfecto (todavía hablan).
Se usa el indicativo como modo canónico para formar oraciones en las que se declara
algo (Vosotros os amáis), el subjuntivo como modo canónico para formar oraciones en las
que no se declara algo (Ojalá os améis) y el imperativo como modo canónico para formar
oraciones específicamente exhortativas –órdenes, ruegos– (Amad al estudiante como a
vosotros mismos), aunque cabe recordar que se pueden construir oraciones de modalidad
exhortativa con diferentes estructuras y, a menudo, con modo indicativo o subjuntivo,
no imperativo:
a) No os peleéis…
b) ¿Qué tal si peleáis en otro sitio?
124
Cuando no hay una correspondencia entre la actitud del hablante y la clase de oración
canónica (interrogativa, desiderativa, exclamativa) se habla de actos de habla indirectos –que
se producen en muchas ocasiones teniendo en consideración las relaciones
interpersonales–.
No hay que olvidarse de que al estudiante le pueden resultar de interés los usos
infinitivos que, pese a no considerarse normativos en algunos casos, el hablante suele
interpretar como imperativos (no mirar / Miraros cómo os habéis puesto) y las formas
“exóticas” en combinaciones con clíticos (ponnos, sal-le al paso). Por otro lado, construir
oraciones en imperativo es un buen test para comprobar si el sujeto del verbo tiene
control/agentividad (nótese que es más natural decirle a un alumno Sal de aula que
#Sobresal en el aula).
En el caso del subjuntivo, sería recomendable hacer explícitas, en los niveles formativos
avanzados, las importantes neutralizaciones en su paradigma temporal. Así, tenemos
presentes simples y perfectos en indicativo y subjuntivo, al igual que pretéritos
imperfectos y pluscuamperfectos de indicativo y subjuntivo, y los prácticamente
desaparecidos futuros imperfectos y perfectos de subjuntivo, pero no hay pretéritos
indefinidos (tuve, hube tenido) en subjuntivo, ni tampoco condicionales (tenía / había tenido).
Exceptuando los futuros, tenemos únicamente 4 tiempos en los que hay una oposición
operativa entre indicativo y subjuntivo, el presente (tengo / tenga), presente perfecto (ha
tenido / haya tenido), pretérito imperfecto (tenía / tuviera-tuviese) y pluscuamperfecto (había
tenido / hubiera-hubiese tenido).
125
para el estudiante el trabajo reflexivo con pares mínimos de oraciones con el mismo
tiempo en diferente modo:
El lector notará que estoy usando una terminología para referirme a los tiempos
simplificada, pero distintiva, pues lo importante no son los nombres de los tiempos,
sino la rentabilidad expresiva de los contrastes que posibilitan.
Tengo una posición muy clara al respecto: la didáctica escolar de la morfología verbal
actúa en detrimento del interés que pueda tener el estudiante en el tema. Por supuesto,
ello no quiere decir que se deban desatender los aspectos morfológicos y desarrollar
exhaustivamente las cuestiones relativas al uso de tiempos y modos verbales. Es más, en
el caso de la alternancia modal (entre indicativo y subjuntivo) solo se pueden presentar, a
lo sumo, unas pinceladas. Sin embargo, las simplificaciones en este tema a menudo son
incorrectas: el subjuntivo no es el modo de la “irrealidad” o de la “subjetividad”, sino el
que aparece tanto cuando el hablante no se compromete con la realidad (Desea/Duda que
los unicornios existan) como cuando la información es presupuesta y se da por hecho que
el interlocutor la conoce, como sucede con los verbos de reacción emotiva (Es una pena que
existan los caballos, porque los unicornios sí que existen).
Sobre todo, el estudiante debe tener claro que los contrastes son de la gramática y
no del mundo real. El contraste Disparan a todo unicornio que ven volando y Disparen a
todo unicornio que vean volando depende de si la existencia de los unicornios se asume
o no en el contexto de la oración.
Sin embargo, hay una clasificación de las oraciones que es “transversal”, por así decirlo,
a las distinciones mencionadas (atributivas, intransitivas y transitivas), que es la que
126
clasifica las oraciones según su voz en activas, pasivas y, según la tradición gramatical,
oraciones medias. A grandes rasgos, una oración en voz activa en la gramática escolar se
identifica como aquella que no es pasiva, y esto es, hasta cierto punto, intuitivamente
correcto, porque una pasiva es una construcción que implica la existencia de un sujeto
activo, con todos o algunos de los rasgos que definen a un agente canónico, por más que
este pierda prominencia al quedar no expreso o representarse como adjunto.
Las oraciones pasivas se forman sobre un subconjunto de las oraciones activas, porque,
aunque estrictamente habría de denominarse activas solo a las oraciones cuyo sujeto fuera
agente o iniciador de acciones, se consideran activas oraciones como las de (a), pese a que
el sujeto no tiene control sobre la acción ni propiedades de agente:
Así que, por tanto, muchas de las oraciones que denominamos activas son oraciones
con sujeto paciente como El Titanic naufragó, pese a que nunca pueden tener un
complemento directo con el mismo rol (*El Titanic lo naufragó un iceberg) ni pasivizar (*El
Titanic fue naufragado por un iceberg).
En español, por tanto, se identifica la oración pasiva (Cleopatra fue mordida por una serpiente)
por oposición a diferentes tipos de configuraciones sintácticas, no necesariamente
agentivas (A Cleopatra la mordió una serpiente). Lo que se prioriza es, pues, un criterio
morfológico: la presencia de la construcción de ser + participio o de se reflejo.
Debe quedar claro que, estrictamente hablando, no hay una codificación de la voz como
un morfema gramatical verbal (a diferencia de lo que sucede en latín y en griego clásico,
de cuyas gramáticas se adoptan los conceptos). Esto llevó a gramáticos como Emilio
Alarcos a negar la existencia de voz pasiva en español y a considerar las pasivas
perifrásticas como oraciones atributivas –y, ciertamente, si no fuera porque los
participios verbales suelen ir con estar y no con ser, tendríamos serias dificultades para
distinguirlas, aunque se puede: la oración de a) es solo pasiva y la de b) solo atributiva–:
a) “Los asesinos del emperador” fue leída por los españoles en 2022
b) “Los asesinos del emperador” fue muy leída por los españoles en 2022
127
Estos esquemas en los que el sujeto tiene propiedades de paciente, pero, en cierto
sentido, es también el iniciador de la acción o proceso, son lo que se denomina en un
sentido laxo voz media. La rentabilidad del concepto para resolver problemas sintácticos
se da en otros casos como Se encendieron las luces, que puede ser pasiva en la interpretación
que conecta con una activa ‘alguien encendió las luces’, o media en el caso de que las
luces estén programadas para encenderse ellas solas (podemos decir que originan la
acción y la experimentan, pero no que sean agentes que efectúen una acción –nótese el
absurdo de construir oraciones activas del tipo Las bombillas encendieron la luz–.
En primer lugar, sería necesario ubicar las pasivas en el contexto de todas las oraciones
en las que es posible distinguir entre participantes que inician y causan eventos (a
propósito o sin él) y participantes que se ven afectados por ellos.
128
de Una paloma ha sido avistada por mí desde la ventana de la clase con la naturalidad de Las dos
primeras ballenas de la temporada han sido avistadas, según informa la agencia.
Sobre las pasivas perifrásticas, nos queda comentar dos asuntos de particular interés,
quizá para niveles avanzados.
Los dos fenómenos ilustrados en este párrafo, que, si bien extraños en español, son
considerablemente frecuentes en otras lenguas, evidencian que la pasivización es una
estrategia sintáctica de alternancia en la estructura argumental, conectada con diferentes
resultados comunicativos. Habría que abordar el estudio de las pasivas en su
singularidad, teniendo en cuenta que no todos los verbos transitivos pasivizan con
naturalidad, particularmente los estativos (*El calcio es contenido por la leche, pero con conocer
o temer no son extrañas) y los verbos con complementos directos cognados pasivizan
mal: dormir da pasivas aceptables con un complemento directo paciente (La víctima fue
dormida) pero no con uno cognado (*La siesta fue dormida).
Hablando de tradiciones en la gramática escolar, una de las más curiosas es sin duda la
que concierne a la identificación de Los usos del se, que algunas veces se plantea como una
manera perversa de castigar a los estudiantes. No deja de resultar sorprendente que
contrastes a veces muy sutiles como el que permite diferenciar oraciones impersonales y
pasivas en singular sean centrales, cuando sería mucho más interesante abordar sus
similitudes o particularidades.
Antes de hablar de las oraciones impersonales reflejas es necesario hablar, aunque sea
brevemente, de la noción misma de oración impersonal.
129
impersonales, o no, al menos, sin tener en cuenta matices que no se contemplan
en la sintaxis escolar.
Se puede empezar por aquellos casos en los que no se puede dudar de que no hay
impersonalidad. El contexto más asequible es el de un sujeto que está tácito o no
expreso, y se puede recuperar en el contexto. Así, se puede recuperar el sujeto
deícticamente, lo habitual con sujetos personales (Vendrás a cenar mañana solo puede
tener como sujeto al interlocutor), o anafóricamente, lo que es un elemento esencial de
la cohesión textual para evitar reintroducir referentes en el discurso: Ese no puede ser el
sujeto de la oración porque (el sujeto de la oración) debe concordar en número y persona.
Uno de los ejercicios más provechosos para trabajar con sujetos tácitos es tomar textos
donde hay varios antecedentes posibles, dando lugar a ambigüedades divertidas, como la
que tuvo cierta notoriedad en la prensa: Niega que amenazara a un niño porque usó el
pluscuamperfecto de subjuntivo.
Verbos de ‘acaecimiento’ como suceder u ocurrir toman este tipo de sujeto. El profesor,
bienintencionado, hace que el estudiante deposite una confianza excesiva en la prueba
de aplicación de la concordancia para reconocer sujetos, pero, pese a la elevada tasa de
éxito de este criterio, siempre debe llevar a cabo las siguientes advertencias –otros casos
problemáticos ya se plantearon en la sección dedicada a la función de sujeto–:
130
información de número del verbo es chequeada: pese a que la flexión del verbo es plural,
el sujeto es plausiblemente un individuo solo (quien llama a la puerta o viene a instalar
algo). Por tanto, este tipo de impersonal, denominada de sujeto inespecífico, comparte
con las impersonales reflejas el carácter “desconocido” e irrelevante de quién realiza la
acción.
Posiblemente las impersonales que mejor identifica el estudiante sean las menos
impersonales de todas. Se trata de aquellas oraciones como llueve, nieva, hace calor que no
plantean inconvenientes estructurales para tener un sujeto referencial (como en la
traducción de la famosa canción “Están lloviendo hombres” o en la más cursi, pero
directamente española, en la que “Están lloviendo estrellas” –mucho más poética me
pareció una niña que constató delante de mí una vez que Las montañas se nievan en
invierno–). Lo único que sucede con estos verbos es que denotan procesos atmosféricos
que no suelen tener un buen candidato que los inicie o experimente, lo cual no quiere
decir que no puedan adquirirlos en usos figurados o que expresiones similares no
puedan tenerlo (Hace viento es impersonal, Sopla el viento no). La impersonalidad léxica, en
otras situaciones, puede detectarse por la falta de concordancia, aunque hay ciertas
oscilaciones, pese a que no se consideran normativas, que en el caso de d) están en plena
expansión:
Finalmente, llegamos a la impersonal refleja. ¿Es posible distinguirlas con claridad de las
pasivas reflejas? Sí, se pueden distinguir con claridad –como en la pregunta y la
respuesta de este párrafo–.
Por ejemplo, podemos empezar con la siguiente construcción: Cuando se es expulsado del
colegio, se corre un riego mayor de exclusión social. Lo que observamos es una oración
impersonal construida sobre una oración pasiva, situación que no puede producirse en
dirección contraria, porque la pasiva necesita un sujeto que pasivizar, sujeto que jamás le
podrá proporcionar una impersonal, porque la posición canónica de sujeto está
“absorbida”, o “inhabilitada” por la presencia de se. Sin embargo, no hay ningún
problema con impersonalizar el sujeto de una pasiva.
Siempre que la forma esté en plural (En el siglo pasado se escribían muchas cartas), por otro
lado, la construcción va a ser pasiva refleja y no impersonal. Cuando el sujeto es de
131
persona en las pasivas, es frecuente que sean grupos de personas con cierto perfil,
indiferenciables casi de “cosas” (Se buscan camareros con experiencia).
Los más fáciles de identificar son los pronombres con función o que reduplican una, es
decir, los que aparecen en construcciones reflexivas y reciprocas. La prueba típica para
identificarlos es que el pronombre es correferente con una anáfora que siempre se
puede expresar (a sí mismo o entre sí/ellos). Los eventos reflexivos/recíprocos recaen sobre
las mismos participantes que los inician Se afeita/Se ayudan. Para identificar pronombres
reflexivos y recíprocos, se debería hacer al estudiante reflexionar en paralelo sobre la
estructura argumental del verbo cuando la acción no es reflexiva o recíproca (Paco todavía
afeita a su hijo y ayuda a su hija a hacerse la coleta).
También se puede trabajar con ambigüedades para desentrañar las oraciones. Por
ejemplo, No se lo perdonan: construcción con complemento directo e indirecto: cuando el
indirecto se es correferente con el sujeto ellos, la oración es reflexiva (o recíproca),
cuando se es pronominal y se refiere a una persona que está excluida de ellos, la oración
es normal, y se vincula con un CI no expreso (p. ej., a Jaime).
La frontera que indudablemente es menos nítida es la que separa a los verbos reflexivos
y recíprocos de los verbos pronominales (que difieren de estos, principalmente, porque
el pronombre no desempeña ninguna función sintáctica de las “clásicas” –ser el
complemento directo o indirecto–, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que no
contribuyan a la sintaxis de la oración: de hecho, lo hacen más que los clíticos de CD y
CI, que no son más que meras reduplicaciones de un complemento.
132
desempeña las funciones de complemento directo o indirecto, empecemos buscando
pronombres sin estas funciones en las oraciones que no vayan a tenerlas: las intransitivas
de un argumento (Se cayó/resfrió) y las intransitivas con sujeto y un segundo
complemento, pero de régimen (Se atrevió a saltar / Se presentó al examen de francés). Dicho
en términos más simples: vamos a localizar los verbos pronominales fundamentalmente
en oraciones intransitivas, especialmente, con verbos que expresan cambios de estado o
movimientos preferentemente involuntarios (Se desperezó, Se cansó de correr, Se perdió el
partido).
Hay cientos de alternancias como estas, que pueden diferir en frecuencia, como sucede
con inundar (es más frecuente hablar de cosas que se inundan solas, que no de cosas que
inunden a otras, como en El pantano inundó el pueblo). Veamos unos cuantos contrastes:
La oposición no quiere que se suban las pensiones no es alternante, sin embargo, porque el se en
este caso solo puede ser pasivo. El que es pronominal, y nunca pasivo, es el que aparece
en Mi madre se ha subido al altillo para recoger la ropa de verano.
Fuera de estas alternancias, encontramos usos pronominales que son más difíciles de
catalogar y de diferenciar de las construcciones reflexivas y reciprocas:
a) Se cambió de chaqueta
b) Se enamoraron el uno del otro
c) Se aprendió la lección de memoria
d) Se perdió el partido
Es natural que el estudiante interprete como reflexivo (a) y como recíproco (b), pero
estrictamente no lo son. También que vacile a la hora de interpretar el valor del
133
pronombre en (c-d), dado que no son verbos pronominales (aprender algo nuevo, perder las
llaves) y no hay una relación, en estos casos, con forzar el carácter involuntario de los
eventos.
También son especialmente complicados los usos especiales de los dativos que
comentamos en el segundo capítulo, o los que aparecen en oraciones de significado
modal como Eso no se toca, niño que, más que como pronominales, se interpretan como
pasivas reflejas, pese a que pueda alternar con No (me) toques el mueble.
Deberían dejarse de lado, creo, los casos que son tan controvertidos que ni
siquiera los especialistas comprenden bien. Lo recomendable para abordar la
cuestión de se es no abandonar la perspectiva que da sentido al tratamiento
conjunto de todos ellos: el hecho de que los contrastes implican alternancias
sintácticas en las que se abandona el ámbito de la transitividad canónica.
134
SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Completa los huecos en la siguiente tabla con oraciones. También la última fila.
VERBO LÉXICO SEMICOPULATIVO PERIFRÁSTICO
Venir Vino por visitarte
Terminar Terminó el trabajo
Seguir Sigue mintiéndome
Ponerse Se puso muy contento
135
b) Mira también el cartel. ¿Quién es el sujeto
agente, el que hace la actividad de la foto? ¿A
quién se responsabiliza de lo que non debería
pasar, pero pasa? ¿Te parece un mensaje
institucional acertado?
Investiga y después, responde: ¿En qué clase de texto consideras que es más
probable encontrar pasivas e impersonales reflejas?
conversaciones novelas periódicos leyes canciones
Decide si las siguientes oraciones son impersonales o pasivas con se, indicando qué
criterio has seguido para determinarlo:
Como este año tenéis que aprender a apreciar la diversidad lingüística, vais a hacer un
proyecto sobre las variedades de la lengua en torno a las impersonales léxicas. Elegid un
fenómeno atmosférico (lluvia, calor, frío) e investigad sobre las diferentes formas de
expresarlo, incluyendo, al menos:
136
Capítulo 5.
LAS ORACIONES COMPLETIVAS Y RELATIVAS
Cada modelo ha pergeñado una teoría sobre la subordinación que dé cuenta de los
mecanismos estructurales de los que dispone una lengua para establecer dependencias
oracionales. El estudio de la subordinación contemporáneo ha añadido matices que
conciernen, básicamente, a las propiedades o “rasgos” de los elementos subordinantes y
a los niveles exactos de la derivación sintáctica en los que se combinan oración
subordinada y el sintagma nuclear –el que acabará siendo lo que se denomina oración
137
principal, pero que se encuentra en mayor o menor medida incompleto en el momento
en que se subordina la “subordinada” –.
De la misma manera, no hay denominación más correcta que llamar relativa a la clase de
oraciones subordinadas que se caracterizan porque uno de sus constituyentes, sea cual
sea su categoría o función sintáctica, toma su referencia de un “antecedente” en la
oración en la que se incrusta. Relativus se usa en latín tardío para estas oraciones y
procede del verbo refero, que, como su forma de supino es irregular, da lugar a un
participio que es relatum (de donde viene el cultismo relato), así que relativo viene a
significar ‘el referido o el relacionado’, es decir, una oración de relativo es aquella en la que
uno de sus miembros está “ya referido o relacionado” y por ello su valor es relativo al de
otro elemento (su antecedente).
138
a) *Comprometió a un jeque árabe invertir en petróleo
b) Prometió a un jeque árabe invertir en petróleo
Lo que hace diferente comprometer de prometer es que la entidad que funciona como
complemento en el primer caso solo puede ser un individuo, mientras que en el segundo
caso el complemento puede ser un suceso. Los predicados que seleccionan oraciones
como complementos son los que admiten “participantes” o argumentos que denotan
sucesos o estados de las cosas. No hay que olvidar que los verbos, en este sentido, dan
lugar a una considerable polisemia estructural. Por ejemplo, el significado básico de comprar
no selecciona oraciones como complementos, sino objetos (Compró petróleo), pero, en una
oración como Vale, pues no te compro que hubiera armas de destrucción masiva en Irak se asimila
comprar a la clase de verbos de creer, que sí toman complementos oracionales, y no a la de
adquirir, alquilar o revender, que no lo hacen.
139
subordinarse a otro verbo. La única excepción, que ya hemos comentado, son usos no
declarativos del tipo Se ruega apaguen los móviles.
Olvidando los infinitivos por el momento, cabe recordar, nuevamente, que un verbo
(Olvidó comprar fruta) y una preposición léxica (sin comprar fruta) introducen directamente la
oración que seleccionan como su complemento; en cambio, un sustantivo, un adjetivo y
un adverbio precisan de una preposición que introduzca el complemento que ellos
seleccionan semánticamente:
a) Me devolvió lo comprado
b) Me devolvió eso que había comprado
c) *Me devolvió que compró
Sin embargo, averiguar se suele combinar con una oración declarativa cuando la
información es presupuesta:
Gusta mucho a gramáticos como Ignacio Bosque abordar esta cuestión desde el punto
de vista de los verbos que seleccionan preguntas encubiertas, lo que sucede con el verbo
recordar. ¿Recuerdas el río? es ambiguo, a falta de contexto, entre una interpretación similar
a ‘¿Recuerdas qué río era?’ y otra similar a ‘¿Recuerdas el río que vimos (en el viaje)?’. En una
interpretación, el río se interpreta como una oración subordinada interrogativa y recordar
como una petición de información; en la otra interpretación, recordar es una experiencia
mental (Recuerda que vimos aquel río) y es por tanto una aserción.
Por supuesto, es necesario que dejemos de lado en este libro cuestiones pragmáticas,
como la posibilidad de que las preguntas sean retóricas y no haya ninguna demanda de
información real, como en ¿A dónde te crees que vas con esas pintas? o Me pregunto por qué
tendrás tanto sueño, o cuando se orienta la respuesta a una pregunta con el inciso ¿Verdad?
141
5.2.3. Aspectos específicos sobre las subordinadas completivas declarativas
El contexto de aparición más frecuente de las oraciones que denotan eventos y estados
de las cosas es la de complemento directo del verbo o de una preposición regida por el
verbo (esto es, complemento dentro del complemento de régimen). Sin embargo, con
frecuencia las oraciones subordinadas completivas declarativas son el sujeto en
oraciones pasivas (a), oraciones con verbos intransitivos que denotan “emergencia” de
una situación (b) o predicados de experiencia donde lo que se declara es el
evento/estado que desencadena la emoción (c).
Las clases de verbos donde los complementos directos son oraciones subordinadas son
numerosas, y lo mejor es identificar en qué consiste el evento/suceso declarado. Son
declaraciones con predicados “de lengua” o usados como tales (Me confesó/soltó que tenía
un hijo) y pensamientos con los de “actividad mental” (Creyó/Imaginó que era su madre) o
emocional (Lamento que hayas tenido que ver esto); también verbos de “voluntad” o
“influencia” donde el suceso es lo que se espera que haga el interlocutor (Quiso /Me dijo
que me fuera a paseo, Me recomendó/impidió pasear).
142
Así: la oración declarativa es el complemento de la preposición en un SP con la
función de complemento del nombre en La idea de que te vayas y también dentro
del complemento de régimen en su interés por que inviertas en bolsa.
Los infinitivos que son incuestionablemente sustantivos son los que aparecen en Los tres
poderes del Estado son el ejecutivo, el legislativo y el judicial, Le han mandado muchos deberes o Los
andares inolvidables de Ava Gardner. Nótese que estos infinitivos tienen una distribución
imposible para un verbo: se cuantifican, pluralizan y son modificados por adjetivos
calificativos. Están tan lexicalizados que, pese a que su forma verbal es evidente, uno se
olvida incluso de su relación con verbos, como me sucede a mí con amanecer.
Más problemáticos son sintagmas como el criticar constantemente a los demás / su constante
criticar a los demás o este hacerse mayor sin delicadeza, aunque la presencia de complementos
verbales como los subrayados apoyan el carácter verbal del infinitivo.
Todavía más problemáticos son los (ahora) poco frecuentes usos del tipo de el dulce
lamentar de los pastores o el despertar de la fuerza. En ellos el infinitivo, aunque mantiene su
significado eventivo, toma un complemento del nombre preposicional y se combina con
adjetivos, por lo que esperamos que sea un sustantivo, a diferencia de los ejemplos en
los que el infinitivo está combinado con un adverbio, donde esperamos que sean
verbales. Parejas como el dulce lamentar de los pastores /el dulce lamento de los pastores o el lento
caer de las hojas /la lenta caída de las hojas llevan a pensar que lo que sucede en estos casos
es que el verbo ha experimentado un proceso de nominalización por conversión (cambio
categorial sin morfemas derivativos), similar al que experimentan los sustantivos
procedentes de adjetivos como un cobarde o el portátil.
143
frontalmente los coches o De denunciar las víctimas, que son infinitivos estrictamente verbales,
como comprobamos por el hecho de que rigen sin preposición sus complementos los
coches y las víctimas.
144
d.1) Al invertirse bien el dinero, da ganancias
d.2) De invertir/haber invertido bien el dinero, obtendrías/habrías obtenido
ganancias
Nótese que, en el caso de d.2), la forma compuesta del infinitivo puede aparecer
encabezando una oración independiente (¡Haber invertido bien el dinero!), a diferencia del
infinitivo simple. Esto se debe a que la forma compuesta no es aspectualmente neutra,
porque tiene aspecto perfectivo, lo que explica que su distribución sea diferente. Esto
explica también su agramaticalidad con ciertas perífrasis:
En las construcciones temporales de al con infinitivo (Al salir de clase), que abordaremos
en otro capítulo, se suele analizar al como una conjunción que selecciona infinitivos,
como sucede con ciertas preposiciones-conjunciones en otras lenguas romances.
Cabe empezar por el aspecto más básico: a diferencia de una completiva introducida por
que o de infinitivo, una oración interrogativa o exclamativa aparece con normalidad
como oración principal o no subordinada (¿Qué me decías? / ¡Qué sueño tengo!).
145
Así como todas las exclamativas subordinadas son parciales, la distinción entre
subordinadas totales o parciales es de gran relevancia para el análisis sintáctico, dado que
solo las primeras se asimilan a las oraciones completivas declarativas en tanto en cuanto
están introducidas por un elemento con posible naturaleza de conjunción (sin función) y
ocupar posiciones sintácticas en las que alternan: de sujeto (a), complemento directo (b)
o los complementos preposicionales de preposiciones que introducen complementos de
régimen (c) o indirectos (d).
Vamos a ver otra de las diferencias mínimas en los rasgos de estos elementos, para
abordar solo en cursos universitarios, que tiene que ver con el orden de la oración:
como el elemento qu- es el foco de la información en las interrogativas parciales, no
146
coexiste con un sujeto en posición preverbal (a.2. y b.2), mientras que en las
interrogativas totales lo habitual es que el sujeto pueda preceder al verbo o ir tras el
indistintamente.
Interrogativas parciales:
Interrogativas totales:
Sería interesante que se planteara el estudio de alguna de estas cuestiones, para que el
estudiante no acabara su formación en sintaxis con la conclusión de que el orden de los
constituyentes es caprichoso o responde siempre a cuestiones de estilo.
Otra cuestión de nivel avanzado, pero que es crucial para analizar oraciones
interrogativas reales, es la cuestión de la elipsis. En una oración como Aunque la quería
mucho, nunca llego a confesarle cuánto nos encontraríamos ante el único elemento explícito o
remanente de una oración subordinada interrogativa (No llegó a confesarle cuánto la quería).
147
Un análisis donde se indique que cuánto es un adverbio de cantidad adjunto del verbo
confesar es incorrecto porque confesar no toma este tipo de complementos Confesó dos delitos
no equivale a ¿Cuánto confesó? Verdaderamente, cuánto es un adjunto de quería. Lo que
sucede es que se ha elidido la información temática (el evento querer mucho que aparece en
la concesiva aunque la quería mucho). Sintácticamente, confesar ha tomado una oración
subordinada interrogativa como CD, aunque solo quede expreso el adverbio
interrogativo cuánto. Esta elipsis se puede producir con los demás interrogativos (No
importa quién/cuál/qué).
a) Y entonces les pregunta Juan: “¿Os dio tiempo a cenar antes de iros?”
b) Juan les ha preguntado que si les había dado tiempo a cenar antes de que se fueran
Vemos, para terminar, que los discursos indirectos se caracterizan por la confluencia de
que (conjunción declarativa a la que se le da un uso citativo) y los interrogativos y
exclamativos:
Sobre las oraciones exclamativas, desde el punto de vista de la subordinación hay que
tener en cuenta que el número de predicados que pueden introducirlas es todavía más
limitado que el de las oraciones interrogativas, puesto que se circunscribe a la expresión
de sentimientos:
Para alivio del estudiante, la distinción se facilita enormemente en una relativa canónica
por la presencia del antecedente. Si se localiza antecedente, el que es relativo, si no se
localiza antecedente, el que es una conjunción. Pero el asunto es mucho más complicado.
Notamos, además, que el cuando tras hasta es sustituible por que sin apenas diferencia (Se
quedarán hasta que quieran). Este puede ser un caso extremo, pero el que de esta última
oración es un relativo sin antecedente expreso ‘Se quedarán hasta el momento que quieran’.
Un segundo ejemplo problemático se ilustra con parejas como No olvidarán jamás el hecho
de que les acusé/del que les acusé. El subrayado es diferente para apoyar la segmentación
correcta. En el primer caso, hay una oración declarativa introducida por la conjunción
que que es el complemento de la preposición de. De que les acusé es, simplemente, un
149
complemento del nombre hecho. En el segundo caso, del que les acusé es una oración de
relativo, y el SP forma parte de la subordinada, porque es el complemento de régimen
de acusar. En ella, el relativo desempeña la función de complemento de la preposición
que introduce el complemento de acusar.
En la teoría lingüística formal, hace décadas que se exploran los cauces teóricos más
adecuados para explicar las similitudes (morfológicas, semánticas y sintácticas) de
relativos, interrogativos y exclamativos. Recuérdese que, morfológicamente, el
paradigma es casi idéntico (aunque difieran en su tonicidad quien/quién y en la
distribución de elementos como cual y cuyo). Semánticamente, son elementos cuyo valor
es una “variable” de información que se tiene que “rellenar” con la respuesta o con el
antecedente. Y, sintácticamente, todos ellos propician que el sintagma que constituyen o
los contiene se desplace a la posición inicial de sus correspondientes oraciones.
Pasando a otro tema, cabe recordar también lo siguiente: el relativo puede desempeñar
cualquier función en la subordinada, y por cualquier función ello implica que puede
desempeñar una función dentro de un sintagma que ya desempeña el mismo una
función en la subordinada. Quizá el ejemplo más célebre de lo que digo es el de cuyo
nombre no quiero acordarme: el relativo desempeña una función de determinante dentro del
complemento de la preposición que introduce el complemento de régimen de acordarse.
En una oración de relativo con antecedente expreso, como las del párrafo anterior, se
suele ver con claridad el núcleo o sintagma al que la oración de relativo se adjunta. En
una oración de relativo sin antecedente expreso, la función de la oración de relativo no
varía, pero el antecedente presenta características diferentes.
150
5.5.2. Las oraciones de relativo semilibres
Empecemos por las oraciones sin antecedente expreso más sencillas, las semilibres:
Por esta razón, el análisis sintáctico de Este que está a mi izquierda ha de ser
necesariamente el mismo que se haría con Este hombre que está a mi izquierda: un SN en
función de sujeto, cuyo núcleo es un sustantivo, tácito o no expreso en el primer caso,
hombre en el segundo, complementado por una oración de relativo restrictiva o
especificativa.
Los únicos casos realmente problemáticos para las relativas semilibres lo suponen los
sintagmas introducidos por el “el que” eventivo (a), y los sintagmas encabezados por
determinantes neutros (b):
En el caso de a), se puede interpretar que hay un sustantivo tácito (El hecho de que me
gustes, no quiere decir nada) o que, en realidad, se trata de una oración con artículo
“expletivo” (porque El que me gustes no quiere decir nada significa lo mismo que Que me
gustes no quiere decir nada).
Los dos análisis posibles para b) se pueden plantear sin dificultad al estudiante: Si los
neutros eso y lo se consideran determinantes, el análisis es similar a las semilibres (Lo que
necesitas > La única cosa que necesitas es amor). Si se consideran pronombres, el núcleo de
cada uno de los sintagmas nominales sería el elemento neutro (Eso, lo) y la relativa se
adjunta a los pronombres.
Debe recordarse que este doble análisis no es ninguna peculiaridad de las oraciones de
relativo, pues también se plantea con otros SNs con elementos neutros, que toman SPs
o SAdjs como adjuntos:
151
a) Eso de ahí
b) Lo más barato de la tienda
Debe estar claro a estas alturas que el hecho de que los elementos neutros se usen para
correferir con eventos no convierte a los sintagmas que introducen, ni mucho menos, en
oraciones sustantivas. Y se marchó, lo que nos pilló por sorpresa equivale a Y se marchó, hecho
que nos pilló por sorpresa y no a *Y se marchó, que nos pilló por sorpresa. Ese lo que encabeza,
pues, un SN evidente, en función de aposición explicativa.
Otros posibles puntos problemáticos para el análisis de las relativas semilibres son los
siguientes. El primero: la posible confusión entre estas y oraciones de relativo con los
llamados relativos complejos. Vamos a ver un contraste, pero lo importante es que el
estudiante tenga claro que para la relativa libre se puede reconstruir un antecedente entre
determinante y oración de relativo, pero para una oración con relativo complejo, jamás,
porque el relativo complejo tiene antecedente expreso. Así, pensemos en las siguientes
dos oraciones:
152
El segundo problema analítico, que no debe plantearse hasta los cursos universitarios, es
el de las relativas enfáticas como No sabes lo que pesa o La que montó el año pasado fue buena. El
lector notará que estas oraciones son ambiguas entre una interpretación literal
ligeramente forzada ‘Desconoces lo que pesa’, ‘la película que montó el año pasado…’ y
una interpretación “cuantificada” (‘Pesa mucho’, ‘Montó un gran lío’). La ambigüedad
revela que nos encontramos con estructuras diferentes, y que, por tanto, no son semilibres.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es qué hace especial a esta clase respecto a las
relativas con antecedente o semilibres: la mayor concreción de significado de estos
relativos, que condiciona el tipo de entidad a la que el sintagma va a hacer referencia.
A veces relativas libres y semilibres parecen intercambiables (El que se case contigo/Quien se
case contigo será afortunado), pero la interpretación del antecedente como persona solo es
una de las opciones con la semilibre.
En las relativas libres, los elementos relativos parecen ser, a la vez, el antecedente
modificado por la relativa y la propia palabra relativa, por lo que a diferencia de lo que
sucede en El día que se casó conmigo llovió, donde el sintagma subrayado solo puede ser
oracional, en Cuando se casó conmigo llovió parece tener doble naturaleza de sintagma
adverbial y oración de relativo.
153
La solución que ofrece la gramática académica es coherente, sistemática, y
empíricamente correcta. Cuando se la llevaban a la cárcel es una oración de relativo. Su
función es la propia de cualquier relativa, adjunto de su antecedente, la referencia
temporal pronominal que actúa como complemento directo de ver. El problema es que
esa expresión que actúa como antecedente de cuando y complemento directo de la
oración (el preciso instante) no tiene que ser expresa, porque está, en este caso, incorporada
o vinculada al propio significado temporal de la palabra cuando –como sucede con las
demás relativas libres, que suelen prescindir de un antecedente expreso, pero pueden
tenerlo sin problema:
Dicho esto, el estudiante debe ser capaz de entender qué sucede en contrastes como
Confío en que supere esto pronto y Confío en el que/quien supere esto pronto. Oraciones
subordinadas declarativas como que supere esto pronto y sintagmas con relativas libres y
semilibres solo coexisten en contextos sintácticos donde coexisten entidades y sucesos –
también podemos decir Confío en que apruebe y Confío en ella–. No sucede lo mismo en los
siguientes ejemplos:
Un aspecto que ayuda al estudiante a asimilar este contenido es hacerle explícitas las
ventajas comunicativas de tener relativas sin antecedente expreso. Nótese la diferencia
entre Esa es la muñeca que me gusta y Esa es la que me gusta o Allí es donde quiero vivir /Allí está
la casa donde nació Cervantes. La presencia de antecedentes expresos ayuda al interlocutor a
identificar el referente, pero si hablante y oyente comparten el mismo contexto y la
misma información no hace falta que sean expresos.
Así, piénsese en la diferencia entra dar una información específica (El bebé se durmió a las
3 de la mañana), relativa (El bebé se durmió a la hora en que se suele dormir siempre) o relativa a
otro evento (El bebé se durmió cuando le apeteció).
154
Algunas veces puede darse ambigüedad sintáctica, como sucede en El libro del que copia
‘de la persona que copia’ o ‘copiar del libro’, o en La conversación con la que intervino:
‘conversación con la interviniente’, ‘conversación de la intervención’.
Quien y que son pronombres. Al tener un rasgo de persona, el primero tiene una
distribución más limitada. Compárese Estoy respaldada por quien me precedió, donde quien
puede aparecer porque el sujeto de preceder es humano, con *Estoy respaldada por quien me
prevaleció, imposible porque prevalecer no tiene este sujeto.
Cuanto puede ser determinante (Lo repetiré cuantas veces necesites), pero fundamentalmente
funciona como pronombre o adverbio, y tiene también el rasgo de cuantificador que le
permite combinarse con verbos como durar (Duró cuanto esperábamos).
Cuyo es, además de relativo, un determinante posesivo como su, y permite por esta razón
introducir la referencia al poseedor (cuyo cumpleaños cae en martes).
Donde, cuando y como son, además de relativos, adverbios, y tienen rasgos de lugar, tiempo y
modo que también determinan su combinatoria –aparecerán en los contextos sintácticos
propios de adverbios y SPs que expresan las mismas nociones:
155
c.2) Hazlo como tú prefieras
Sobre donde y cuando se han discutido posibles usos preposicionales (Ponme donde ella;
Ocurrió cuando la pandemia).
Dilucidar los usos relativos de como es más complicado; de hecho, se discute acerca de la
naturaleza conjuntiva o relativa del comparativo (se subrayan los posibles antecedentes):
Pero cabe recordar que, a una relativa, en principio, no se le puede elidir el verbo
subordinado (*Tiene la altura que su padre). Más habitual, sin duda, es la consideración
como relativos de elementos como en tanto, según o conforme.
156
a) Yo, que soy el emperador Claudio
b) Claudio, que sucedió a Calígula como emperador
–Aunque cabe recordar que Claudio se asimila a un nombre común en usos como Ese no
es el Claudio que sale en la película–.
Por ejemplo, existen dos construcciones de relativo que inciden en la inespecificidad del
referente. La que se forma por la fusión de ciertos relativos y quiera (Quienquiera que seas,
¡manifiéstate!, Dondequiera que vayas, yo iré contigo), que, en principio, tendrían una sintaxis
similar a las relativas libres. La otra construcción comparte dos ingredientes, relativas y
verbos en subjuntivo, pero tiene en particular el hacer uso de la estrategia de reduplicación,
y tiene cierto matiz condicional: Seas quien seas, ¡manifiéstate!, Vayas donde vayas, yo iré contigo,
Pida lo que pida: dáselo. El aspecto más llamativo es que estas estructuras son
agramaticales con que (*Quequiera que quieras, cómpratelo, *Quieras que quieras, te lo compraré).
En segundo lugar, parecen ser cada vez más frecuentes las denominadas relativas con
pronombre reasuntivo, como La típica novela que no la acabas nunca o Son unos ejercicios que los
puedes hacer solo. Percatémonos de que el pronombre subrayado está desempeñando la
función que, a priori, desempeña el relativo, pero sabemos que, en principio, dos
elementos no pueden tener la misma función, salvo que se trate de una reduplicación o,
lo que dice la bibliografía que sucede en este caso, que el relativo cede los rasgos del
antecedente al pronombre y él se queda “sin nada”, como si fuera una conjunción. La
evidencia a favor de esto es que estas construcciones tienen mayor frecuencia cuanto
más lejos estructuralmente está el antecedente del relativo.
157
a) La ley, aprobada por el congreso, entrará en vigor el año próximo
b) No responderá a preguntas realizadas por ese periodista
Estas tienen una gran presencia en la prensa. Su carácter oracional es claro, como lo es
el de las construcciones absolutas (Dado el caso, Finalizado el partido…). Si son interesantes
para un aspecto en particular es para repasar las restricciones vinculadas a los sujetos de
estructuras pasivas: el verbo en estas construcciones no puede ser un intransitivo
inergativo (*El festivo trabajado por los esquiroles indignó a los huelguistas).
158
SECCIÓN DE ACTIVIDADES
b) Reflexiona acerca de qué características del verbo gustar le permiten tomar dos
clases diferentes de complementos. Después, pon una pareja de oraciones con un
verbo que funcione igual que gustar e indica dos o tres verbos que pienses que solo
permiten tomar un tipo de complementos del par mínimo, pero no ambos.
Análisis inverso. Construye un par mínimo con un mismo verbo que, en el primer
miembro del par, tome como complemento directo una subordinada completiva con
verbo flexionado, y en el segundo, una oración de infinitivo.
a) Resuelve la siguiente ambigüedad gramatical: El chiste del que todo el mundo se ríe.
b) Razona: ¿Si cambias el verbo reír por cualquier otro verbo, se mantiene la
ambigüedad?
c) Desambigua la oración terminando la frase o cambiando la clase de relativo.
Taller de funciones de relativos. Os vais a dividir por pequeños grupos. En una parte
de la pizarra o en una hoja, vais a tener escritos los diferentes tipos de relativos
(determinantes, pronombres, adverbios y relativos complejos) y las funciones que
pueden desempeñar (sujeto, complemento directo, complemento de preposición,
159
adjunto de lugar, tiempo modo o cantidad y determinante posesivo). Por turnos, alguien
va a proponer una oración en la pizarra sin relativas (por ejemplo, las clases presenciales de
la profesora de lengua se cancelaron durante la pandemia). Partiendo de esa oración, vais a
subrayar la función sintáctica que queréis relativizar y lo vais a hacer. Siempre tened
presente que, en la subordinada, los sintagmas con el relativo van a cambiar de sitio
respecto a la posición original.
Ejemplo resuelto:
— Relativización del sujeto (Las clases que se cancelaron durante la pandemia fueron de lengua)
— Relativización de CD (Fueron las clases presenciales las que canceló la profesora de lengua)
— Relativización de complemento de P (El momento en que se cancelaron las clases de lengua)
— Relativización de adjunto del V (Las clases presenciales se cancelaron cuando hubo pandemia)
— Relativización de determinante (Las clases cuya profesora era de lengua se cancelaron)
160
Capítulo 6.
LA EXPRESIÓN DE LA CAUSALIDAD Y LA COMPARACIÓN
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clase de subordinación nos obliga a tener muy clara la naturaleza sintáctica tanto de los
subordinantes como de sus complementos.
Para no redundar en aspectos expuestos con anterioridad, en este capítulo nos vamos a
centrar en analizar las relaciones que se establecen entre la oración principal y estas
clases de subordinadas. En primer lugar, empezaremos por las cinco clases de
subordinadas (causales, condicionales, concesivas, finales e ilativas) que establecen con
la principal unas relaciones que se han de entender, y así lo defiende la gramática
académica, como manifestaciones particulares de una relación más general de causalidad.
Todas ellas constituyen variantes, por así decirlo, de la expresión de una relación de
causa-efecto.
Se toma como punto de partida una pareja de eventos cotidianos como comer y engordar o
comer y montarse en el tren. Desde su conocimiento del mundo, los estudiantes pueden
razonar que hay una relación obvia de causa-efecto entre los dos primeros eventos, que
se puede interpretar incluso sin subordinación (Comió y engordó). Esto no sucede con la
segunda pareja, en la cual solo se da una relación de sucesión temporal (Comió y se montó
en el tren). Sin embargo, la relación causal se puede “forzar” lingüísticamente (Come pronto
para montarse en el tren –y no tener que ir al trabajo a pie–).
162
Hasta ahora, no hemos dicho nada de la forma no personal de gerundio, que es la que se
vincula tradicionalmente a la expresión de valores “adverbiales”. La gramática académica
distingue actualmente diferentes usos de los gerundios en función de su integración
sintáctica con el predicado principal. Los que están más integrados son necesarios para
completar el predicado, es decir, son atributos/predicados secundarios:
Cerrando este inciso, las variantes de las subordinadas que introducen relaciones de
causalidad se pueden organizar en dos grupos, en función de si el componente
subordinado es el que tiene que ver con la causación o el que tiene que ver con el efecto.
Debe notarse que con puesto que se introduce una causa real, objetiva, en este caso en la
forma de una explicación. Lo peculiar de la causal canónica es que aparece después del
efecto (Engorda con facilidad porque come demasiado). La razón: la causal subordinada con
porque introduce la información “nueva” o remática.
163
llueve). En la condicional canónica, la subordinada condicional es, simplemente, una
causa hipotética, un supuesto.
Y a partir de aquí, una vez que se ha aclarado la “relación ente las relaciones”, se
presentan las características específicas de cada clase.
Sobre las construcciones causales, quizá para cursos avanzados de sintaxis, y de cara a la
mejora del conocimiento de las estrategias argumentativas del estudiante, puede ser
interesante introducir la diferencia entre las causales canónicas o internas, que son
adjuntos del predicado o los tradicionales complementos circunstanciales de causa (a) y
las construcciones causales externas, que son adjuntos a la oración principal, que
introducen una explicación o dato para tener en cuenta (b). En este grupo, sería bueno
hacer énfasis en las “falsas causales”, donde la especulación se presenta como si fuera la
causa (c) o hay alguna relación con el propio acto de enunciación (d):
164
Quizá la que se aproxima más a una causal, por ser “real”, lo no sucedido, es la
contrafactual:
a) Si hubieras llamado, habrías despejado tus dudas ‘No despejaste tus dudas porque no
llamaste’
Una subordinada condicional con tiempo indefinido, que se aproximaría también a una
causa real, suele acompañarse de una causal (Si volvió con ella fue porque le perdonó).
Nótese que las condicionales con con introducen una condición suficiente, y las de de,
una de cumplimiento improbable y efecto único.
Combinaciones como incluso si, solo si, aun si o tanto si… como si codifican pequeños
matices en los supuestos que desdibujan la frontera entre condicionales y concesivas.
Puede resultar interesante para los estudiantes descubrir que las oraciones concesivas
tienden a usarse para codificar supuestos extremos. Compárense (a) y b):
165
i. Para identificar los adjuntos internos formulamos “preguntas qu-” como ¿Por qué
le agredió? o ¿Para qué se lo compró?, pero no podemos hacerlas condicionales o
concesivas *¿Si le agredió? o *¿Aunque lo compró?
ii. Las condicionales y concesivas son externas al predicado verbal, y por ello se
adjuntan a oraciones principales que ya constituyen actos de habla de diferente
modalidad –imperativos, interrogativos–:
a) Si la vida te da la espalda, ¡tócale el culo!
b) Aunque llegue tarde, ¿Me esperarás despierto?
Lo mismo sucede con las causales externas (Ya que estás de pie, ¿Por qué no recoges la
mesa?) mientras que las causales internas nunca pueden ser enunciados
completos.
iii. De la misma manera que había “falsas causales” entre las externas, hay
condicionales/concesivas que no introducen verdaderas condiciones, sino que
tienen que ver más con el propio acto de enunciación (Si yo fuera tú, Si no te
importa). Entre las falsas, suelen gustar a los estudiantes las que adquieren matices
hiperbólicos e irónicos:
a) Si Juan es escritor, yo soy Cortázar
b) Si el grupo de mañanas te parece malo, espera a que des clase al de tardes
De las dos clases de estructuras en las que se subordina el efecto, las finales son las más
sencillas de identificar. Como ya dijimos, ninguna conjunción introduce finales, sino la
preposición para y algunas locuciones preposicionales (con intención de) –sin olvidar el
valor final de los usos perifrásticos de a en construcciones del tipo de Salgamos a correr–.
Las finales, como las causales, pueden ser internas al predicado –tan internas como para
ser argumentos con verbos como servir–. Típicamente, la finalidad se diferencia de la
consecuencia en que requiere control, es decir, que haya un sujeto que controle y quiera
que suceda el evento subordinado, que sirve a veces de justificación del primero
(Cerraron la ventana para que no entrara el frío).
La oración principal suele ser una acción, pero puede ser un estado a condición de que
sea un estado “bajo control”:
Es muy frecuente que la noción de finalidad se use para complementar a sustantivos, así
que tenemos que añadir una razón más para pensar que la etiqueta de “adverbial” sería
más que incorrecta, en estos casos:
166
Aunque también hay finales externas o incluso falsas finales. Las más significativas son,
quizá, aquellas que se forman sobre las finales que complementan a un adjetivo
graduado (Es todavía demasiado joven para conducir), y que tienen un matiz concesivo (b):
Quizá en cursos más avanzados, se puede explicar que las ilativas mantienen una
relación antagónica con las causal explicativas (Como la película era aburridísima, nos fuimos),
que se hace más obvia cuando se invierte su orden, reintroduciendo la causa en la
subordinada mediante una relativa, y desdibujando, con ello, la causa y el efecto –
cuentan lo mismo, pero a) es causal y b) consecutiva –:
Ello no quiere decir, sin embargo, que no haya alternativas, posibilitadas por un enfoque
reflexivo de enseñanza de la gramática, para que el estudiante pueda comprender en qué
consisten estas estructuras y cómo han de analizarse. En la línea de la gramática
académica, el requisito para entenderlas es aprender a identificar sus componentes.
167
cuenta la gran cantidad de “operaciones de borrado” que se tendrían que dar en la
producción oral rutinaria de oraciones, porque la ausencia de estructura oracional en el
segundo miembro de una comparación es lo habitual cuando se comparan individuos
(Yo estudio mucho más que tú). Solo cuando se comparan sucesos (Es mejor dejar a que te dejen)
el segundo miembro de comparación, al ser un predicado no coincidente con el del
primer miembro, sí que es claramente una oración subordinada.
Nótese que en Yo fumo tanto como tú se compara la misma actividad en dos individuos
distintos, pero en Yo fumo tanto como tú bebes se equipara la cantidad en dos sucesos
diferentes.
Lo que le tiene que quedar claro al estudiante es que, en Su primera novela fue más
exitosa que la segunda, en ningún caso más exitosa que la segunda es una oración. Más
exitosa que la segunda es un sintagma adjetival que tiene como núcleo un adjetivo
(exitosa) y que, al participar en una estructura en grado comparativo, integra un
sintagma complejo con un modificador de grado (más) y un complemento (que la
segunda), y es solo este complemento el que puede ser estructuralmente
considerado una oración subordinada, jamás el sintagma del que forma parte.
De sustituye a la forma “canónica” –menos que lo que imaginas; más tiempo que el que esperaba–
cuando lo que se compara (cantidad) es también el segundo miembro de la comparación
(menos tiempo del tiempo que imaginas que estudio, más tiempo del tiempo que
esperaba tardar). Por esta diferencia, Tardó más tiempo en ganar la oposición que el que esperaba
significa, en el uso normativo de que, que una persona que no estaba esperando tarda
más tiempo que otra que sí esperaba, donde el referente de comparación es una persona
y no cantidad de tiempo. Como el lector deducirá, el que esperaba que aparece en los
complementos de comparación introducidos por de es claramente una relativa.
Los ejemplos muestran las dos variantes (conjuntiva y preposicional) para introducir el
segundo elemento de comparación, el que denota el conjunto sometido a comparación,
el departamento, del que se extrae un individuo siempre definido, el profesor, al que se
atribuye la cualidad en grado extremo (más valioso). Nuevamente, puede ocurrir que este
168
permanezca tácito cuando es recuperable del contexto, como en la ganadora del premio a la
mejor película –los oyentes interpretarán que se habla de una entre las películas
nominadas–.
También pueden ser variables los elementos de comparación, no solo las dimensiones.
Por ejemplo, en Hace más frío las variables comparadas pueden ser espacios (Aquí que allí)
o tiempos (Hoy que ayer). En No hace falta que se lo repitas tanto pueden ser individuos (como
su madre), situaciones (como otras veces), etcétera.
169
Ese cuantificador puede ser, a su vez, acotado con un modificador, lo que nos da un
quinto componente (opcional), que se denomina expresión diferencial:
Nunca hay que perder de vista las palabras inherentemente comparativas como mayor,
menor, mejor, peor, que orientan la comparación hacia la superioridad o inferioridad; de
antes/anterior y después /posterior, que también son comparativos.
La afinidad de estas estructuras con las comparativas reside en que no puede haber
estructura sin un cuantificador ponderativo:
Así, esta clase de consecutiva hace uso de los cuantificadores afines a la comparación de
igualdad, como tan, tanto, determinantes como tal (comparativo en tal como lo cuentas) (a),
semejante (b), y el artículo definido (c) y el cuantificador cada (d) en el caso de las
consecutivas ponderativas coloquiales:
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a) Pillo tal cabreo que todavía no nos dirige la palabra
b) Lleva semejante catarro que hasta ha dejado de fumar
c) *Una/La mentira que soltaría que ya ni le habla
d) Dice cada mentira que flipas
En definitiva, la principal diferencia con la consecutiva ilativa es que no puede darse sin
cuantificador.
171
SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Dado que la distinción entre adverbios, preposiciones y conjunciones ya se ha planteado,
lo que voy a proponer es el trabajo de estos contenidos directamente integrados en
actividades sobre comprensión y producción textual, tanto oral como escrita. Sugiero
algunas líneas.
Para las condicionales en textos escritos, se podría plantear el trabajo con normativas
y textos legales, de manera que el estudiante adquiera cierta competencia lectora para la
identificación de los múltiples supuestos opacos que normalmente encriptan sus
derechos ciudadanos.
Las concesivas tienen un mayor peso en los textos escritos, particularmente en los
argumentativos. Se usan para introducir un argumento a favor de la tesis que se cancela,
por lo que se puede plantear para manipular argumentaciones o plantear debates orales.
En lo que se refiere a las estructuras comparativas y los textos escritos, sin duda me
parece que lo más oportuno sería encontrar textos literarios idóneos para trabajar este
contenido. Se puede reflexionar sobre la diferencia entre las comparaciones más
convencionales y las que afloran en la literatura y tienen un efecto estético.
172
El trabajo de comparaciones en la dimensión más cotidiana del estudiante tendría
que ocupar un lugar central, si no interpreto mal la insistencia en el trabajo de los
valores cívicos de la nueva ley, porque la comparación está involucrada en todas las
cuestiones identitarias (¿Qué modelos guían la conducta de nuestro estudiante? ¿Qué
tópicos sesgan su visión del mundo?). Se puede plantear desde la perspectiva de las
diferencias generacionales, de los gustos personales sobre comida, música, etcétera. Es
importante que se incorpore el concepto de estándar de comparación (Si te dicen Deberías
estar más delgada, ¿respecto a qué estándar te lo dicen?), y más cosas que seguramente
podrá añadir el lector.
173
Capítulo 7.
LA COORDINACIÓN Y LA SINTAXIS DEL DISCURSO
Sin embargo, están claramente mal formadas coordinaciones de adjetivos como (a):
175
Las únicas maneras de representar correctamente la estructura sintáctica de esta oración,
que tiene que respetar el principio de binarismo, o el hecho de que, en sintaxis, las
estructuras se combinan de dos en dos, son las dos siguientes:
i. Se identifica con una única bandeja el predicado es inteligente, pero un vago a la hora
de estudiar y se asume que lo que se está coordinando son dos predicados verbales:
es inteligente y es un vago a la hora de estudiar. En ese caso, hay que señalar la
presencia de es como núcleo del predicado tácito o elidido.
ii. Se identifica con una única bandeja solo el complemento de es (inteligente, pero un
vago a la hora de estudiar), señalando en esa bandeja su función conjunta (atributo)
y, en el interior, señalar los dos sintagmas coordinados con su propia categoría
(el SAdj inteligente y el SN un vago a la hora de estudiar). La función no se tiene que
señalar porque se ha señalado abajo y sería la misma.
Cerrando este inciso: incluso cuando la confusión no sea posible, en la sintaxis escolar
de los niveles avanzados se tendría que prestar atención a la correcta identificación de
qué se coordina, puesto que surgen interesantes diferencias interpretativas.
Por ejemplo: La abuela obtuvo la custodia de los hijos de Pedro y (de) Marta no se interpreta
igual que La abuela obtuvo la custodia de los hijos de Pedro y (de) los de Marta.
Para que la sintaxis refleje esta distinción, se tiene que señalar adecuadamente que solo
en el primer caso se coordinan (de) Pedro y (de) Marta, en la misma bandeja, y antes de que
se establezca la referencia de los hijos, para que pueda interpretarse como ‘sus hijos en
común’. En el segundo caso, (de) los hijos de Pedro está ya formado como sintagma antes
de coordinarse con el otro sintagma también formado, (de) los de Marta, para que se
interprete que la custodia obtenida es de los hijos de cada uno.
En ninguno de los dos casos se coordinan oraciones, sino los complementos del
nombre de hijos en el primer caso y custodia en el segundo.
Otro aspecto interesante para trabajar con los estudiantes puede ser la correcta
delimitación de los sintagmas coordinados cuando hay modificadores. Por ejemplo, en
Está extremadamente obsesionada y preocupada por su apariencia, la persona de la que hablamos,
¿está también extremadamente preocupada o solo extremadamente obsesionada? Se pueden crear
pares como el siguiente:
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a) Necesito un rotulador y un bolígrafo rojo
b) Necesito un rotulador y un bolígrafo rojos
Uno de los retos más importantes para la teoría formal sobre la coordinación es
proponer soluciones para aquellos casos en los que, aparentemente, no se coordinan
construcciones sintácticas equicategoriales o equifuncionales.
La información nueva –el sujeto diferente Sara, el adjunto modal en tren- no es ninguna
estructura sintáctica que se pueda analizar como bien formada (*Sara en tren se duerme).
Analizar correctamente el segundo miembro de esta coordinación, también llamado
residuo, implica representar sintácticamente, como tácita, la información conocida: el
núcleo del predicado, el verbo fue, y el destino, a Murcia.
Nótese que, haciendo unos mínimos cambios en este juego de informaciones, como
poner en el segundo miembro constituyentes adicionales respecto al primero, el
resultado es agramatical:
a) Paco comió arroz con pollo y Juan solo pollo *Paco comió pollo y Juan solo
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Por último, queda comentar un caso particularmente curioso, aunque no es posible
plantear su análisis en la sintaxis escolar: la coordinación de oraciones de relativo con un
pronombre desempeñando dos funciones diferentes:
Como seguramente el lector sabe o habrá deducido, el español es una lengua cuyas
oraciones tienen el orden canónico de sujeto-verbo-complemento(s). Se suele considerar
una lengua de orden “libre” (como el latín, y en contraste con el inglés), por lo que si un
adjetivo o adverbio está antepuesto o pospuesto a un nombre o verbo suele ser, para los
estudiantes, una cuestión más bien retórica o estilística.
Y, ciertamente, una cuestión estilística explica el orden de una frase de Yoda como
“Difícil de ver es. Siempre en movimiento el futuro está”. Pero, para el estudiante, si no se matiza
la diferencia, también serían contrastes estilísticos los que diferencian las siguientes
oraciones:
a) Te lo voy a dar yo a ti
b) A ti te lo voy a dar yo
c) Yo te lo voy a dar a ti
Pero lo cierto es que todos estos aspectos, más que caprichos poéticos, normalmente
son elecciones que proporcionan información relevante desde el punto de vista de la
interacción discursiva, que están más o menos fuertemente codificados en la gramática,
pues *¿Dónde ha dejado narices las llaves? o *La carretera por vamos donde está contada son
agramaticales incluso en la variedad de Yoda.
178
La información temática, además, es la que tiende a elidirse en las respuestas. El
concepto de tema se opone al de rema, que designa a la información nueva, y suele
coincidir con el predicado o alguno de sus elementos, que suele recibir resalte acentual.
No obstante, un sujeto posverbal suele ser remático (el elemento subrayado en Ha sido el
seis, penalti y expulsión es el sujeto remático más tristemente recordado por los aficionados
del Real Zaragoza).
Uno de los aspectos que ha suscitado mayor atención en las últimas décadas son ciertas
construcciones marcadas que, sistemáticamente, configuran una presentación particular
de la información.
Sin embargo, en una construcción con foco contrastivo –que también puede aparecer
“dislocada” aunque normalmente el efecto de foco se consigue prosódicamente in situ–,
la reduplicación con complemento directo no es obligatoria:
Hay también una serie de adverbios y conjunciones que señalan la presencia de un foco:
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b) No fue culpa del camión, sino del tractor
c) Todavía estamos en el atasco
Respecto a los tópicos, hay adverbios y locuciones como en cuanto a, que actúan como
modificadores oracionales y también introducen o contextualizan tópicos:
Para finalizar, algo sobre los conectores discursivos: no hay nada que objetar a que su
tratamiento sea ajeno al de la sintaxis oracional, puesto que estos elementos, ciertamente,
son difíciles de asimilar a las clases de palabras operativas –muchos elementos proceden
de ellas, pero han experimentado procesos de gramaticalización que les han hecho
perder su significado denotativo– y no participan de las dependencias sintácticas que el
estudiante maneja (a lo sumo, están próximos a funciones como la de modificador oracional
o aposición explicativa).
En el caso de los marcadores del discurso, sería oportuno atender a algunos aspectos
significativos, y no tanto aprender su compleja taxonomía (conectores, reformuladores,
operadores argumentativos, estructuradores de la información), que solo añadiría más “leña al
fuego” del problema terminológico, pero sí se podrían ejercitar con textos reales
acompañados de una pequeña descripción de su función informativa.
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SECCIÓN DE ACTIVIDADES
Razona tu respuesta: en Es una buena persona, pero un poco raro, ¿se están coordinando
elementos que tienen una relación sintáctica diferente con el núcleo?
¿Qué le falta a la oración *A José Luis fichó el mejor equipo de tenis? para estar bien
formada? ¿Significa lo mismo en su orden más natural?
Explica la información aportada por los marcadores del discurso en el siguiente texto:
¿Te acuerdas de que María quería casarse con Julio? Pues bien, al final no lo hizo. A todo esto,
¿Los has visto últimamente? Recuerdo que antes quedábamos todas las semanas, incluso durante
vacaciones. Sin embargo, últimamente ponían muchas excusas. En cualquier caso, nunca tenían
nada interesante de que hablar. En fin, que tampoco se les echa mucho en falta. En el fondo, eran
solo amistades de la universidad, no estaba tan unido a ellos como tú y yo, por ejemplo, claro.
Bueno, que me estoy alargando. Oye, si te viene bien mañana, tomamos un café, ¿Vale? Un beso.
Intenta construir un texto informal breve sobre el tema que prefieras, usando
diferentes tipos de marcadores, glosando brevemente en un folio aparte el tipo de
información que pretendes transmitir.
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