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REPORTE MERCADO DE SAN JUAN

Armadillo, iguana, zorrillo, venado; mucho y buen conejo, lechón, cabrito y carnero
aquí se venden; de Honduras llega carne de tepezcuintle y de Texas la de jabalí;
también de avestruz, búfalo, cocodrilo de Florida… hasta de león. “Procede de
leones de criadero, es una carne algo dura y un poco ácida; diferente a todas, de
color grisáceo. Nada más que cae un poco pesada y contiene muchas toxinas, por
eso no es recomendable comerla mucho”, dice Fernando Velázquez, de El gran
cazador. En otra sección, junto al pollo, que aquí se ve más ordinario que en
cualquier otro mercado, se vende codorniz, perdiz, pato, pichón, faisán, ganso,
pavo y tórtola, así como huevos de codorniz y de varias aves.

Las pescaderías son los locales más famosos del San Juan. Anguilas,
mantarrayas y tenazas de cangrejo moro se asoman en los limpios locales entre el
atún y el salmón frescos; menos comunes son el percebe –molusco que crece en
las rocas–; esmedregal, pescado para la comida cantonesa; cigala, langostino
danés; cangrejo de Alaska; centollo, un cangrejo de América del Sur; vieiras,
almejas españolas; hueva de lisa; mejillón de Nueva Zelanda; y dorado, pez con
cabeza de hacha y reflejo áureo.
Gusanos de maguey, escamoles, chapulines, escorpiones, caracoles de tierra,
ranas… La comida prehispánica no falta aquí, donde el comprador puede
preguntar con confianza, incluso pedir recetas. En pocos mercados da tanto gusto
comprar. Las fruterías son un arcoíris de formas y colores. Cereza, frambuesa,
arándano, carambola, maracuyá, lichi, pérsimo y las comunes, pero de la mejor
calidad.

En otra sección del mercado descansan verduras bien acomodadas y muy


frescas: tomate de milpa o tomatillo, pepino europeo, ejote francés, zanahoria y
elote baby, delgado y pequeño, lechugas coreana e italiana. Más puestos y más
variedades: yuca, malanga y ñame –tubérculos del Caribe–, echalot, ajo y cebolla
a la vez, chinchayote, azafrán de raíz, naranja agria…

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