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LA NOCIÓN DE ESTRUCTURA Y LA PROPUESTA DIAGNÓSTICA EN LACAN:

LAS ESTRUCTURAS CLÍNICAS


Lic. Luciana Ujidos (2023)

LA NOCIÓN DE ESTRUCTURA

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE, 2014), la estructura es la


“disposición o modo de estar relacionadas las distintas partes de un conjunto”.

Lantéri-Laura (2000) menciona que la noción de estructura comienza a utilizarse a principios


del Siglo XX, en disciplinas muy heterogéneas entre sí, e incidirá en el cambio de paradigma
que se produce en la psiquiatría hacia la década de 1920, donde comienzan a tenerse en cuenta
las grandes estructuras psicopatológicas.1

La estructura es una organización, un sistema, una disposición, una forma. Se trata de “una
organización de elementos irreductible a la suma de sus partes” (Lantéri-Laura, 2000, p. 182).2
Lantéri-Laura (2000) cita a Hjelmslev, para quien la estructura consiste en “una entidad
autónoma de dependencias internas” (p. 180). Las matemáticas ya venían empleando los
llamados ‘grupos de permutación’, donde se trata de “un sistema de operaciones independiente
de los eventuales contenidos, exportable a otros campos” (Lantéri-Laura, 2000, p. 182).
También había propuestas de estudio de los cuentos populares en Rusia (Propp), donde se
trataba de encontrar las leyes regentes de la forma de los cuentos, que permitían identificar una
estructura común más allá de la abundancia y variedad de cuentos existentes. Se podía, de este
modo, operar una reducción a “una cantidad enumerable, finita y pequeña de invariantes, cuya
combinatoria permita producir un elevado número de cuentos" (Lantéri-Laura, 2000, p. 185).
Así, se vuelve posible “dar cuenta de una diversidad empírica, aparentemente indefinida e
inagotable (…) desvelando en ella el resultado de la combinatoria de un pequeño número de
elementos discretos y de sus relaciones recíprocas.” (Lantéri-Laura, 2000, p. 186)3

1 Véase Ujidos, L. (2023). Clínica y Psicopatología: perspectivas en Psiquiatría y en Psicoanálisis.


2 El destacado es mío.
3 El destacado es mío.

1
Ya puede observarse aquí cómo, en la noción de estructura, predomina la importancia de las
relaciones que se establecen entre los elementos, y las leyes que las rigen, por sobre cada
elemento.

La teoría de la Gestalt dará cuenta de que la forma (o estructura) puede mantenerse a pesar de
que se modifiquen algunos elementos que la constituyen, porque aquello que la sostiene es la
relación entre los elementos. Así, se explican ciertas funciones cognitivas como, por ejemplo,
la percepción:
el estudio riguroso del mundo vivo –en cuanto al conocimiento de sus miembros, al
intercambio de las informaciones y a la regulación de su conducta, tanto entre sí como
en la relación con su medio circundante, el todo organizado como campo- tiene lugar
utilizando de modo permanente los conceptos de figura-sobre-un-fondo, de buena
forma, de estructura irreductible a la simple suma de sus partes, transportable e
independiente de su materia, espacial o temporal. (Lantéri-Laura, 2000, p. 189)

Por otra parte, en la neurología, autores tales como Gelb, Goldstein, Lashley, empiezan a tener
en cuenta la globalidad del funcionamiento del sistema nervioso para explicar las
consecuencias patológicas de las lesiones cerebrales. Se considera que el cerebro funciona
como estructura, por lo tanto, en la neurología globalista, cobran realce las funciones
afectadas por las lesiones, y no tanto las partes aisladas del cerebro que están lesionadas:
para la neurología globalista, la relación entre la función cortical y su base anatómica e
histológica no opera ni partes extra partes ni como una totalidad indivisa, sino como
una estructura articulada en figura y en fondo. Comprendemos así que el recurrir a los
conceptos procedentes de la Gestalttheorie permite a la vez evitar cierto puntillismo,
inherente a la posición localizacionista, pero también naufragar en lo vago e irracional
de un globalismo no articulado. (Lantéri-Laura, 2000, p. 194)

El estructuralismo es una “teoría y método científicos que consideran un conjunto de datos


como una estructura o sistema de interrelaciones.” (RAE, 2014) El estructuralismo fue
desarrollándose principalmente en las ciencias humanas y tuvo su auge hacia mediados del
siglo XX. Busca dar cuenta de una estructura formalizable en diversos fenómenos humanos.
Se desplegó primero en lingüística, con Ferdinand de Saussure, luego encontramos el
estructuralismo en antropología con Claude Lévi-Strauss.

2
Si consideramos ahora a la lingüística estructural, cuyo fundador es Saussure, encontramos que
concibe a la lengua como “un sistema de signos para expresar ideas” (citado en Lantéri-Laura,
2000, p. 195). Pensar a la lengua como sistema implica concebirla como “un conjunto de
términos que no tienen valor ni por sí mismos ni por su materia, sino por la relación de cada
uno con todos los demás” (Lantéri-Laura, 2000, p. 196)4. Se trata, entonces, de un sistema de
relaciones entre distintos elementos, donde cada elemento se define en relación a los otros, y
si modificamos uno de ellos, se modifican los demás. Los distintos elementos de la lengua (los
signos lingüísticos) se relacionan de manera solidaria y dependiente. Saussure da cuenta de que
la lengua es forma y no sustancia: la lingüística estructural está en contra de la idea de que los
elementos tienen propiedades intrínsecas y estables, independientemente de la relación con
otros elementos. Por eso “el estructuralismo es un antisustancialismo” (Miller, 1985, p. 91).

Saussure refiere que las distintas unidades de la lengua (los signos) se definen sólo por sus
relaciones. Propone a la semiología como “ciencia que estudie la vida de los sistemas de signos
en el seno de la vida social” (Lantéri-Laura, 2000, p. 196). Piensa a la lingüística incluida en
la semiología5. Aquí, se trata de estudiar el signo lingüístico, que, para Saussure, es bifásico:
está compuesto por el significante y por el significado. El significante puede definirse como la
“imagen acústica de la palabra” (Lantéri-Laura, 2000, p. 197), Saussure dice que tiene
“naturaleza auditiva” (Lantéri-Laura, 2000, p. 198). Es la representación mental de los sonidos,
está vinculada a los fonemas que constituyen el signo, su forma de expresión. Por otra parte, el
significado sería el concepto al cual remite, representación mental de lo que el signo quiere
decir, su forma de contenido.
Para Saussure, el significado prevalece sobre el significante. 6 La unión entre significante y
significado en el signo lingüístico es unívoca7, si bien dicha unión se produce de modo
arbitrario, por convención. Esta correspondencia entre significado y significante, no está dada
por naturaleza, pero una vez establecida adquiere fijeza. Los signos no surgen de manera
aislada, sino en relación, y en su conjunto constituyen la lengua.

Puede pensarse a la lengua como un sistema formal, que se basa en la diferenciación de los
elementos que la constituyen. Lo que define a un signo es que se diferencia de los otros. No
podemos definir ninguno de los elementos del lenguaje prescindiendo de los demás. De aquí,
extraemos la noción de valor, la cual establece que aquello que permite definir en su

4 El destacado es mío.
5 Es interesante tener en cuenta, por otra parte, la definición de semiología en medicina y psiquiatría. Véase Ujidos,
L. (2023). Clínica y Psicopatología: perspectivas en Psiquiatría y en Psicoanálisis.
6 A diferencia de lo que planteará Lacan.
7 En este aspecto también encontramos una diferencia en la propuesta de Lacan.

3
especificidad ya sea a un signo, a un significante o a un significado, está dado por la diferencia
con el resto, fundamentalmente por la oposición. Cada elemento toma un valor en la estructura
según la relación que mantiene con todos los otros elementos de la estructura. Y dicha relación
se basa fundamentalmente en la diferencia y en la oposición con respecto a los otros elementos.
Eso lleva a que Saussure planteé a la lengua como un conjunto de diferencias: “en la lengua no
hay más que diferencias sin términos positivos” (citado en Lantéri-Laura, 2000, p. 211). De
este modo, le quita sustancia a cada término considerado de modo aislado.

Autores posteriores a Saussure, que siguen en la línea de su obra, destacan cómo las diferencias
de sonidos permiten distinguir unas palabras de otras en una lengua. Tal es así, que Jakobson,
por ejemplo, da cuenta de que los fonemas de una lengua “constituyen un sistema en el cual
cada uno de ellos vale, no ya por sí mismo, sino en tanto se distingue de todos los demás por
una serie de rasgos pertinentes, rasgos cuyo conjunto es enumerable y reducido”. (Lantéri-
Laura, 2000, p. 199) Entonces, no sólo un signo se define por oposición a los demás, sino que
también cada significante se puede identificar gracias a su diferencia con el resto, a partir de
oposiciones binarias. Los fonemas carecen de sentido.
Podríamos vincular lo antedicho con la afirmación de Lacan acerca de que un significante es
lo que los otros no son. Así podemos entender que un significante se define por la diferencia
que tiene con los otros significantes. Retomando el juego del fort-da del nieto de Freud desde
una perspectiva lacaniana, podríamos advertir en el ooooo-aaaaa del niño una muestra,
reducida a su mínima expresión, de la oposición binaria, característica del significante, la
constitución de un S1 en articulación y en oposición con un S2.

Por otra parte, en Saussure, encontramos también el uso de los términos ‘sincronía’ y
‘diacronía’:

La lengua puede considerarse o bien como sistema en un momento dado, y tal es el


punto de vista de la sincronía, o bien como flujo a lo largo del tiempo, y tal es el punto
de vista de la diacronía (Lantéri-Laura, 2000, p. 197).

En antropología, Lévi-Strauss se basa en el método propuesto por la lingüística estructural y


utiliza la noción de sistema o estructura. Prioriza las relaciones entre los términos y su función
-y no la multiplicidad de los fenómenos en sí mismos- e intenta descubrir leyes generales. Con
este criterio, estudia lo que llama ‘las estructuras elementales del parentesco’. Identifica la
presencia universal de la prohibición del incesto, en la intersección de la naturaleza con la
cultura, como una “forma vacía” (Lantéri-Laura, 2000, p. 205), que podría tomar distintos
4
contenidos, según la cultura de que se trate. Tendría una función de regulación de los
intercambios sociales. Lévi-Straus también estudia la estructura de los mitos.

Otros autores toman también cuestiones del estructuralismo. Jacques Derrida, por ejemplo,
plantea que en la estructura no hay centro, y eso permite la permutación y el movimiento de
los elementos. También señala que hay que dejar por fuera la pregunta por el origen de la
estructura.

LACAN: ESTRUCTURA DEL LENGUAJE Y EFECTO SUJETO

Jacques Lacan -psiquiatra contemporáneo al paradigma de las grandes estructuras


psicopatológicas si consideramos la propuesta de Lantéri-Laura (2000)- sitúa los comienzos de
su enseñanza de psicoanálisis en la década de 1950, momento que, a su vez, coincide con el
surgimiento de los Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM).
Ofrece, de este modo, una propuesta divergente, y se desplaza de la Psiquiatría hacia el
Psicoanálisis.

Su enseñanza lleva las marcas de la clínica clásica en psiquiatría y de la obra psicoanalítica de


Freud, así como también se nutre de otras disciplinas a lo largo de su obra (lingüística
estructural, filosofía, matemáticas...).

Al comienzo de su enseñanza, se destaca en Lacan la influencia del estructuralismo. Tal es así


que, en la década de 1950, tomó aportes de la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure:
el estudio del signo lingüístico y las categorías de significante y significado, introduciendo
modificaciones en su propuesta. 8 Algunas de dichas modificaciones generaron críticas,
básicamente porque Lacan va a incluir en la noción de estructura algo que los estructuralistas
consideraban por fuera de ella, que es la noción de sujeto.

Miller (1985) plantea que, aquello que perdura aún del estructuralismo en psicoanálisis, es que
se trata de un antisustancialismo. Muestra cómo Lacan fue extrayendo consecuencias de la
hipótesis estructuralista –la cual, como ya hemos consignado, caracteriza a la lengua por las
relaciones de diferencia y de oposición entre sus elementos- y, de este modo, fue constituyendo

8Se sugiere que los alumnos se remitan a los conocimientos adquiridos en materias anteriores al respecto a modo
de repaso. Por ejemplo, Lacan hace prevalecer el significante por sobre el significado, y cuestiona la idea de
univocidad, haciendo hincapié en el equívoco.

5
parte de su teoría (significante, gran Otro, distinción entre los tres registros, entre otros
aspectos).9 También explica cómo la introducción del sujeto en la estructura, al combinar la
propuesta del estructuralismo con la concepción de la estructura de la palabra de Hegel a través
de Kojéve, genera una ruptura con la hipótesis estructuralista. Lacan introduce la dimensión de
la falta, descompleta el conjunto de los significantes, y allí permite alojar al sujeto, en el
intervalo entre los significantes, dándole una “inscripción en falta”. (Miller, 1985, p. 101).

Miller (1985) manifiesta:

lo que diferencia decididamente la estructura de Lacan de la de los estructuralistas, es


que para él, ella no es una construcción. En tanto la estructura es la del lenguaje,
preexiste a cada uno, a cada nacimiento de aquellos que van a tener que hablar; ella
preexiste, y en tanto tal, es causa, es decir que tiene efectos. (p. 102)

Por lo tanto, cuando Lacan se refiere a la estructura, se refiere a ella en singular, y es de la


estructura del lenguaje de lo que se trata.
El sujeto es un efecto de la estructura, sujeto del significante, representado por un significante
para otro, pero sin poder ser definido en su totalidad por ninguno. Sujeto que es falta en ser,
dividido, que para definirse de algún modo se identifica a algunos significantes del Otro como
tesoro de los significantes, y que no puede entonces definirse por sí solo, sin su relación al
Otro. Situado en el intervalo entre significantes, como el deseo, se desplaza.

Según Schejtman (2013), la referencia en Lacan a la estructura persiste incluso hacia el final
de su obra y, ello incluso a pesar de alejarse del estructuralismo. Para este autor, Lacan intenta,
a lo largo de su obra, darle un “soporte real” (p. 11) a esta noción de estructura, encontrándolo
finalmente en el nudo borromeo.

LAS ESTRUCTURAS CLÍNICAS

Como hemos mencionado, Lacan utiliza la noción de estructura en singular, y así se refiere a
la estructura del lenguaje. Pero, además, podemos situar en su obra una propuesta diagnóstica

9 Para profundizar al respecto, véase Miller (1985).

6
que se basa en la distinción entre neurosis, psicosis y perversión, ternario que se ha dado en
llamar las estructuras clínicas.

A partir de la psiquiatría clásica, podemos distinguir entre tipos clínicos. El psicoanálisis se ha


nutrido de estos aportes, pero, como plantea Godoy (2013):
ese uso no ha sido sin consecuencias. Al ser retomados desde la clínica psicoanalítica
no solo encuentran una elucidación nueva sino también una perspectiva que subvierte
a la clínica que los forjó. (…) los tipos clínicos no son especies naturales sino el recorte,
producido en el campo de la clínica, a partir de ciertos conceptos que explícita o
implícitamente, agrupan un conjunto de síntomas. Desde el empirismo descriptivo de
la psiquiatría clásica, a los mecanismos freudianos o la concepción estructural
lacaniana, resulta fundamental para una materia como psicopatología extraer cuál es el
criterio y la lógica que opera en cada distinción nosológica. Solo desde allí puede
sostenerse una clínica diferencial y la posibilidad de un diagnóstico. (Godoy, 2013, p.
118)

Lacan (1985a) destaca en psiquiatría a su maestro Clérambault y señala cómo se vio conducido
hacia Freud: “Pues la fidelidad a la envoltura formal del síntoma, que es la verdadera huella
clínica a la que tomábamos gusto, nos llevó a ese límite en que se invierte en efectos de
creación.” (p. 74)

La oposición entre neurosis y psicosis ya se encontraba esbozada en Freud:


Lacan produce las estructuras freudianas a partir de su lectura de Freud, dando cuenta
de la envoltura formal del síntoma y su relación con el goce. 10 Esta es su respuesta a la
psicopatología, a la que subvierte y renueva, introduciendo también un debate con el
pasado y el presente de la psiquiatría; es decir, una historia viva que nos concierne e
interroga en nuestra práctica cotidiana y en sus consecuencias. (Godoy, 2013, p.135)

Con la distinción entre estructuras clínicas, surge la posibilidad de realizar un diagnóstico


estructural en Psicoanálisis. Para ello, se trata de poder reconocer la estructura en el fenómeno
clínico. La estructura está en los fenómenos mismos y no más allá de ellos.

10 Para profundizar acerca de este tema, véase Miller (1989).

7
Con su propuesta, Lacan articula los aportes de la clínica psiquiátrica clásica del segundo
paradigma según Lantéri-Laura (2000) - en lo que atañe a la observación y descripción de los
fenómenos- con la noción de estructura –la cual comienza a tenerse en cuenta en el tercer
paradigma de la psiquiatría-, pero de un modo novedoso y distinto:
Si el segundo paradigma ponía su acento en el fenómeno clínico y el tercero destacaba
la dimensión de la estructura, Lacan propone en lugar de esa disyunción -que es la que
lleva al atolladero a los teóricos de las grandes estructuras- una conjunción: buscar la
estructura en el fenómeno. (Godoy, 2013, p. 131)

Mientras que Freud, en sus nosologías, aún se refiere a cuadros patológicos, con las estructuras
clínicas se produce un pasaje: de considerar enfermedades a considerar modos de constitución
del sujeto, que no necesariamente implican que se haya desencadenado una enfermedad
(Mazzuca, 2013).

ESTRUCTURAS
CLÍNICAS

NEUROSIS La estructura neurótica incluye


fundamentalmente a la histeria y a la
neurosis obsesiva. La fobia como
placa giratoria.

Lacan intenta ubicar qué caracteriza


a la perversión como estructura, más
PERVERSIÓN allá de las conductas que solían
considerarse perversas. En este
intento, toma primero como modelo
al fetichismo y luego al
masoquismo.

La estructura psicótica incluye


fundamentalmente a la paranoia y la
PSICOSIS esquizofrenia. Desde una perspectiva
lacaniana, suele considerarse a la

8
melancolía y a la manía también
como estructuras psicóticas (no
confundir melancolía con depresión
neurótica).

De las distintas relaciones que se establecen entre los elementos que conforman la estructura,
se desprende una posición del sujeto diferente. Cada estructura tiene su lógica. Las estructuras
son heterogéneas, no establecen un continuo donde habría gradaciones de la misma estructura.
Tampoco habría combinaciones de distintas estructuras ni pasaje de una a otra. No ha de
considerarse que una estructura es de por sí más ‘grave’ que otra, la gravedad del caso es una
variable independiente de la estructura de que se trate.

Las estructuras no se definen por conductas, por rasgos de carácter ni por síntomas 11. Cada
conducta, cada rasgo de carácter y cada síntoma asume un valor diverso según las relaciones
que mantiene con los otros elementos de la estructura.

El criterio fundamental que define de qué estructura clínica se trata es cómo se ubica el
sujeto en relación a la castración, es decir, la posición del sujeto ante la castración. Por lo
tanto, para poder deslindar las distintas estructuras, tenemos que considerar la noción de
castración.

Estos distintos posicionamientos implican una dimensión ética, ya que ha tenido lugar una
elección, donde, sin embargo, la referencia al término ‘elección’ es paradójica, ya que no se
trata de una decisión yoica, voluntaria, conciente, deliberada ni libre. Freud se aproximaba a
esta cuestión cuando hablaba de ‘elección de neurosis’. Lacan (1985b) se refiere a una
“insondable decisión del ser” (p. 175). Algo se decide, y el sujeto es efecto de esta elección,
sin embargo, aún no siendo su agente, es responsable de esta elección.

Las distintas posiciones del sujeto ante la castración traen como consecuencia diferencias a
nivel de ciertos ejes a considerar, que actúan como criterios de delimitación de las estructuras:

• Los mecanismos de formación de síntomas (si bien colaboran en la distinción


estructural, no permiten por sí solos el diagnóstico diferencial, ya que no hay un

11 Utilizo aquí el término ’síntoma’ en un sentido amplio.

9
mecanismo psíquico que sea exclusivo y específico de cada estructura, sobre todo en
Freud)
• La relación a la ley
• El deseo
• El goce
• El cuerpo
• La angustia
• La forma en que operan las fantasías
• La relación al saber
• Las formas de desencadenamiento y de re-anudamiento
• Las modalidades del lazo, también con el analista.

Por otra parte, la posición ante la castración no sólo define las distintas estructuras clínicas sino
también los procesos de sexuación (posición sexuada masculina o femenina, identidad sexual
- orientación sexual).

En el diagnóstico en psicoanálisis, se trata de situar la estructura en juego (y, por ende, su


lógica, la forma en que se combinan los significantes y que genera como efecto determinados
fenómenos), pero sin anular la singularidad. Se trata de un ir y venir entre lo particular (los
tipos clínicos) y lo singular (inclasificable).

10
REFERENCIAS

GODOY, C. (2013). La psicopatología: de la psiquiatría al psicoanálisis. En F. Schejtman


(Ed.), Psicopatología: clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis (pp. 117-136).
Grama Ediciones.

LACAN, J. (1985a). De nuestros antecedentes. En J. Lacan, Escritos I (pp. 73 a 79). Siglo


XXI editores.

LACAN, J. (1985b). Acerca de la causalidad psíquica. En J. Lacan, Escritos I (pp. 151 a 190).
Siglo XXI editores.

LANTÉRI-LAURA, G. (2000). Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna.


Editorial Triacastela.

MAZZUCA, R. (2013). Ética, psicopatología y psicoanálisis. En F. Schejtman (Ed.),


Psicopatología: clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis (pp. 67-93). Grama
Ediciones.

MILLER, J.A. (1985). S’truc dure. En J. A. Miller, Matemas II (pp. 89-104). Manantial.

MILLER, J.A. (1989). Reflexiones sobre la envoltura formal del síntoma. En J. A. Miller (Ed.),
La envoltura formal del síntoma (pp. 9-16). Manantial.

PODETTI, A. (1997). El pensamiento de Lévi-Strauss. Una visión crítica. Oficina de

Publicaciones del CBC – Universidad de Buenos Aires.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA [RAE] (2014). Diccionario de la lengua española. (23a ed.).
Espasa Libros.

SCHEJTMAN, F. (2013). Lacan: resistencia de la psicopatología. En F. Schejtman (Ed.),


Psicopatología: clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis (pp. 9-13). Grama
Ediciones.
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