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San Ignacio
San Ignacio
Papá conoce a Don Máximo, poseedor por herencia de miles de hectáreas de selva
virgen. Don Máximo vivía a orillas del Paraná en Puerto Chuño, a unos 5 Km. Del
pueblo, a pesar de tener una fortuna de tierras, vivía humildemente con sus hijos. Su
casa estaba rodeada de altos pajonales donde tenía muchos chanchos que con el
tiempo quedaron salvajes, cuando venía al pueblo tenía que pasar frente a la casa de
piedras de dos pisos donde vivíamos, al preguntar quienes éramos, le dijeron que en
ella vivía un señor brasileño que había llegado de obrajes ubicados en la costa del Río
Uruguay. Don Máximo le propuso explotar los montes de su propiedad, papá acepto y
se dedicó a mejorar todo lo que pertenecía a Don Máximo, vestimenta, casa, etc.
Para comenzar a explotar el obraje se necesitaba dinero, papá le propone vender lotes
de 50 hectáreas, para ello Don Máximo firmó boletos de compra venta en blanco y
tirada por yuntas de enormes bueyes, después llegaron contratistas con mulas, de gran
alzada y pelaje oscuro, muy peligrosas, pues pateaban y mordían, algunas las usaban
como montados para trasladar a los dueños de los obrajes al pueblo, eran encerradas
en potreros hechos con vara que se ataban de árbol en árbol con isipó, en las
planchadas los camiones cargaban los rollos para llevarlos a Puerto Oasis, en las
cercanías de Jardín América, todos los caminos, incluida la ruta nacional 12 eran de
tierra y los días de lluvia era una odisea viajar. Los grandes cerros con un camino
Colorado y liso, dificultaban el tránsito, los puentes bajos con el crecimiento de los
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arroyos que se convertían en torrentes, no permitían el paso, se esperaba a que pasen
dos o tres días según la intensidad de las lluvias. Los rollos eran subidos a las
carrocerías de los camiones con una catraca, un engranaje con traba, dónde se
enroscaba un cable de acero, se colocaban dos o tres varas gruesas, una punta en el
suelo y la otra sobre el camión, los troncos iban rodando sobre el cable de acero de la
catraca que giraba, en uno de los extremos tenía una palanca que al levantarla y
bajarla ponía en marcha ese rudimentario malacate, los troncos Iban rodando sobre
las varas impulsadas por el cable de la catraca, sobre la carrocería se colocaban cuatro
rollos grandes y sobre estos, dos más, el camión tenía detrás a unos cuantos metros
un cachapé con dos ruedas en un eje y una plataforma sujeta al camión por una gruesa
vara, para para poder llevar rollos muy largos se ataban los rollos con una cadena que
era tensada con una vara, tiempo más tarde compraron un tractor con orugas, hay
personal. Construyó en el obraje una casa que era la administración, elevada del suelo
escalón de la escalera, sobre el escritorio una pistola Ballester Molina era el sistema de
cortaban los árboles con hachas y troceadoras, medían las circunferencias con cáscara
y el largo con las pencas qué son las terminaciones de las raíces en el tronco, la
y las pencas, esto provocaba grandes discusiones en el momento del pago, pues no
coincidían los metros cúbicos. A los más violentos se les pagaba lo que correspondía y
se los echaba del obraje. Había bandas de maleantes que se hacían pasar como
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personal de monte para después asaltar la administración, el personal de confianza,
estaba armado para disuadirlos. La carne que se comía era de venado, pecaríes, pacas,
etc. Los pecaríes invadían las pequeñas plantaciones de maíz, mandioca, porotos,
etcétera.
grandes fardos de machetes y hachas, el jabón se hacía con soda cáustica y grasa para
Una mañana en la pared de madera de la casa veo el cuero de un puma o León vayo de
gran tamaño, el puma había matado una mula, la saco del corral, hecho en la selva y la
metió en una coivara (qué significa un lugar en el monte con ramas y vegetación casi
impenetrable).
A la noche siguiente con parte de la mula como señuelo ya que el puma regresaría
Los camiones eran viejos, un Studebaker, un GMC y un Ford, papá viajó a Buenos
Aires y compró en el IAPI dos camiones Ford Canadá y dos Jeeps Willis remanentes de
la Segunda Guerra Mundial, cuando los vimos llegar nos asombramos, la potencia de
los motores, las carrocerías de hierro, tenían adentro un cajón, cada camión que
decía USA ARMY, con los Jeep Willis, apoyados sobre sus cuatro ruedas igual que los
camiones tenían tracción en las cuatro ruedas, alta y baja, cinco ruedas pantaneras, a
su costado un bidón de 20 litros de acero y una pala, con este equipo se facilitó el
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A los camiones se le sacó la carrocería de hierro para poner una de madera y un
Los fines de semana nos íbamos del picnic al arroyo Yasebiry o río de las rayas,
teníamos que tener mucho cuidado al entrar al agua, el ataque se produce al pisarla,
en la cola tiene uno o dos aguijones acerados con una gelatina venenosa que produce
Los habitantes de la zona hacían una muralla de piedra de orilla a orilla dejando una
abertura por donde pasaba el agua y los peces con una red en forma de embudo eran
atrapados, a este sistema para pescar se lo llamaba “Paris”. En las siestas calurosas
corríamos los 5 km. hasta el río Paraná para meternos al agua, el camino hacia el río
cruzaba la selva y altos pajonales donde había gran cantidad de cuises o apereas, lo
que atraía a las víboras, grandes yararás, tratando de atrapar a los cuises, con
del pueblo una pileta de mampostería, todos nos tiramos al agua contentos de
Gendarmería los citan a nuestros padres para comunicarles que sus hijos nadaban en
había construido un cajón de madera con tapa para mantener el agua limpia, a pocos
kilómetros del pueblo estaban los Cerros del Teyú Cuaré, como no había escalinatas,
trepábamos a la alta meseta por la pared de piedra, luego cansados nos metíamos a
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Puerto Insua
Una casa de espaldas a la selva, a muchos kilómetros al norte de Alba Posse y al sur del
puerto Londero mirando el río alto Uruguay y a los cerros de la costa brasileña, si bien
había grandes extensiones de selva, sobre la costa del río se veían pequeñas áreas
desmontadas; los brasileños cruzaban el un río, hacían un rozado, una precaria casa y
agotaba, cortaban otra parcela de la selva quemaban las hojas y madera y plantaban
“capuera”.
Los frutales y algunas otras plantas seguían produciendo, detrás de la casa que sería
nuestro hogar, había plantas de banana y ananás que seguían produciendo, así que
Papá frecuentemente hacia viajes en lancha a Alba pose. para traer Kerosene, comida,
Relato de mi madre
Sady tenía mucho trabajo, contratar hombres, cachapes, comprar o arrendar bueyes,
encargado de marcar en la selva las especies de árboles que debían ser derribados.
Durante el verano salíamos en bote por el río, admirando sus márgenes, donde los
Innumerables pájaros multicolores pasaban rozando el agua con sus alas, sus cantos
eran devueltos por el eco de los cerros, los peces plateados saltaban en las aguas y las
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flores exóticas de las enredaderas y plantas parásitas coloreaban junto a las mariposas,
las ramas de los árboles. De pronto en una rama que arrastraba la corriente, un
llegamos a nuestra isla, era una roca plana gris de 5 x 4 m. que emergía del agua, en la
costa brasileña, no servía de mesa y lugar para tostarnos al sol, después del
Siempre combinaba el placer con las tareas, Sady me ayudaba con sus grandes y
hermosas manos llenas de espuma, riéndose tiraba copos de espuma a los chicos que
casa cansados y felices, recuerdo anécdotas que ahora son risueñas, una mañana llegó
una lancha de Alba posee que traía un socio de Sady, venía con revistas para mí y los
Luego del café salieron a ver la madera, al rato regreso el señor B con una gallina
colgando de sus patas atadas. Señora, aquí le traigo esta gallina para el almuerzo me
quedamos mirándonos las dos, el salió pensando que me dejaba muy agradecida, la
gallina aleteaba sobre el piso tratando de huir, yo jamás había matado una gallina, ni
ningún otro animal y allí estamos mirándonos, ella asustada y yo sin saber que hacer,
pensé en llamar a Sady, pero no estaba la vista, los peones tampoco estaban,
prepare una sopa y unos un bifes con ensalada mientras la gallina y yo cruzamos
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traje hoy a tu señora una Gallina para el almuerzo, - ¿la trajiste viva?, - sí, ¿Por qué?-
Sady lanzó una carcajada y entre risas explicó, pero si mi mujer no puede ver nada con
plumas, ni gallina, ni patos, y menos vivos, ¿qué hiciste de comida querida?, sopa,
milanesa y ensalada dije bajando los ojos, Sady no podía parar de reír ante el asombro
del señor B, quien quedó algo asombrado, disculpe señora, yo no sabía, pero al fin
terminamos riéndonos los tres. Para la noche la gallina desplumada, lavada y cortada
siguiente el señor B regreso hacia Alba Posee, esa tarde después del almuerzo, Sady
me invitó a ir al monte en bote hasta el obraje, donde estaban volteando los árboles y
haciendo jangadas, yo siempre había deseado acompañarlo, pero en los otros lugares
había que atravesar a pie largas distancias y peligrosas picadas, pero ahora estaba
cerca y se podía ir por el río, partimos en un bote dejando a los chicos al cuidado de
una señora que me ayudaba, Iba remando un peón y Sady me mostraba las diversas
anyicos, lapachos, canelos, caña fistolas, loros, guayubiras, entre ellos asomaban los
una pronunciada curva del río en cuya margen derecha se erguía a bastante altura una
de meseta se divisaba una selva de enormes y añosos árboles, al doblar la curva del río
vimos una vertiginosa rampa de tierra roja, que bajaba de la alta meseta hasta la orilla,
por la cual se deslizaban rodando enormes troncos que caían al río estrepitosamente y
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sobre los troncos, mientras otros nadaban llevando largas lianas de corteza de isipó
trenzado, los que se mantenían sobre los troncos, los alineaban con largas pértigas y
los que estaban en el agua los ataban alternando los troncos con grandes lazos de
Los enormes troncos al chocar y deslizarse por la pendiente hacían temblar el suelo
con un ruido parecido al tronar de una gran tormenta, luego venía el chapuzón
levantando cataratas de agua y espuma en medio de este caos el Sapucay y las risas,
los gritos de los hombres eran una escena grandiosa y bárbara, como una ceremonia
mirando la extraña y salvaje escena, mientras Sady revisaba el trabajo, luego trepamos
por el borde de la rampa hasta la alta meseta, allí, el ruido era diferente, unos 20
ataba con cadenas al eje sujeto entre las ruedas, entonces varias parejas de mulas
hombres con palancas lo empujaban pendiente abajo, desde la selva por una picada
maestra, llegaban las yuntas de bueyes, arrastrando los cachapés, que traían los
troncos desde las profundas picadas, donde habían sido hachadas. Tomamos por una
picada que se internaba sinuosamente entre los árboles, nunca había visto una selva
igual, mi pensamiento voló hasta las extrañas leyendas de la selva, allí si podría
Yasi – yateré, el rubio duende de las selvas misioneras con su sombrero de hojas y un
bastón de oro, el pombero que aparece de noche y está cubierto de espeso pelo
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negro muy suave, el lobizón, enorme perro negro de ojos fosforescentes, los duendes
verdes.
Ese bosque era un lugar mágico y la mano del hombre iba a destruir como una
profanación.
PUERTO INSUA
yo para esa época era un pequeño cazador, remador y nadador, tenía una escopeta de
avancarga que me gustaba, había que poner la espoleta dentro del caño, la pólvora, un
cartón redondo, la munición y otro cartón, con cada paso, con una baqueta se socaba
bien para apretar toda la carga, Luego se levantaba el percutor y se daba el tiro, y se
comenzaba de nuevo la ceremonia de la carga del arma, había armas modernas como
era mía.
El río Uruguay quedaba unos 100 metros de la casa, un día sentado en la costa veo
pasar a la deriva, una pequeña canoa cerca de la costa y a mucha velocidad por la
fuerte correntada, me tiré el agua nadando, conseguí subir y llevarla a la costa, por
suerte tenía un pequeño remo, no obstante, el agua me llevó como a 100 metros de
nuestro puerto.
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En la temporada de creciente el río encajonado entre cerros corría a gran velocidad
presión del agua contra los cerros, muchos kilómetros aguas arriba.
El río Uruguay que nace en Brasil, sale de tierras brasileñas y comienza a correr entre
tres países hasta desembocar en el río de la Plata, tiene muchas correderas muy
importantes y saltos de agua dentro de los Estados Unidos del Brasil, hoy República
Norte, Este de Misiones, parte de los estados de Paraná y Santa Catarina de Brasil,
de ancho por 15 de espesor, con ellos formaban jangadas, apilaban uno sobre otro,
como la madera flotaba cargaban hasta tener un Calado de unos 2 metros bajo el
de largo que sobresalían del agua, allí se instalaba una carpa donde dormía y comía la
una gran pala, en el centro del remo, pivoteaba sobre un soporte de madera quedando
el remo en perfecto equilibrio, era usado para las direcciones y aproximarse a la costa,
corría el agua a mucha velocidad. Al pasar sobre las correderas y saltos provocaban
planchones, amarillos, ramas y árboles, ahora con mi pequeña canoa podría traer los
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que pasaban cerca de la costa, debido a la fuerte correntada tenía que remar aguas
puerto, Si me pasaba Lo dejaría ir para volver por otro, como ya tenía varios armados
en la costa, le pedí a papá que los sacarán del agua y cortar tablas para hacer una
canoa más grande con buenos remos. Los cortadores pusieron varas gruesas en forma
abajo, luego un hombre se colocaba sobre el planchón que tenía unos soportes
laterales para pisar el otro debajo, con una trozadora de grandes dientes comenzaban
lentamente, uno tirando hacia arriba y el otro hacia abajo, el trabajo era lento y
agotador, tardaron varios días en acerrar el planchón. Una vez cortadas las tablas, las
curvaron poniendo los extremos sobre tacos de madera, en el centro cargaban pesos
derramando agua caliente y la madera iba cediendo, quedo fuerte, pero un poco
trecho, con la nueva canoa comencé a cruzar al Brasil luego, de llegar a la costa
brasileña donde solo había un sendero que descendía del cerro entre grandes piedras
y raíces, yo quería saber que había en la cima, pues de mi casa solo veía las copas de
chacra con gallinas. chanchos maíz y tabaco, era en ucraniano, tenía un hijo de mi
edad, los padres me atendieron muy bien. con Tasio nos hicimos amigos y nos
visitamos mutuamente. Yo tenía que cruzar el río para traerlo, mamá, que tenía la
cocina con un ventanal, que daba al río, me decía, te llama Tasio, pues el grito de
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Para llegar a la canoa tenía que correr 100 metros ya que los pastos cubrían el sendero
haciendo un túnel y debajo podría haber Yaracuzúes que abundaban en toda la zona,
yo creía que al correr cuesta abajo no le daría tiempo a atacarme, un día que lo fui a
su papá, tosimos mucho y no fumamos más. Un día también probamos cachaza que le
Cuando las grandes crecientes del río en una noche subía de a diez a catorce metros
por supuesto mi canoa era arrastrada hacia abajo hasta hundirse, como el pino flota,
la popa queda hacía arriba, Tasio a los gritos me avisaba de la novedad, para llegar al
árbol donde estaba amarrada tenía que nadar unos 10 metros, luego descendía
agarrado de la canoa y luego de la cadena hasta el candado, dos o tres veces salía a
respirar hasta que metía la llave en el candado, salíamos hacia arriba la canoa y yo,
En esa zona y época había pocos argentinos, los gendarmes de Puerto Londero, todos
tres o cuatro días a visitar a Tasio y comprar algo del almacén, ya que en la Argentina
no había nada, yo sabía que no era lugar para pasar a otro país, esperaba que cruzara
una patrulla, de mañana iba aguas abajo, a la tarde regresaba a Puerto Londero,
cuando la lancha se perdía en la curva del río yo iniciaba el cruce al Brasil, siempre en
las dos costas cubiertas de árboles y vegetación transitaba con precaución pues sabía
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que estaba rodeado de extensas selvas, hacia el Norte, Sur y Este dónde podía
Un hombre llamado Brizuela, tenía un carro tirado por un buey y un toro, Lucero y
hasta colonia Aurora, había unos claros en el monte desde donde Partía la picada,
llena de piedras y raíces descubiertas por la erosión del agua, salíamos a las cuatro de
la mañana, había pedido permiso a papá, quién le dio una serie de recomendaciones,
dando grandes saltos, La gaiola avanzaba, las estrellas se veían entre las ramas de los
altos árboles de la selva, el toro olfateaba y bramaba cada tanto, en esta época el
trigo, las bolsas de una gruesa tela y de 50 kg de peso, la harina cruzaba Levemente
cruzaban grandes cantidades de bolsas, los detenidos eran castigados con trabajos en
Una noche salimos a pescar con chuzas y machetes, las ramas de los árboles caían
sobre el agua, en los claros el barro era blando, se acumulaba y quedaba con una
veía ya que el agua era cristalina, cada tanto con la chuza sacaban peces, en una de
esas ensenadas barrosas, muy cerca del agua había una yararacuzú de gran tamaño,
es considerada la más grande y agresivas de las yarará, tendría unos 2 metros, podría
estar cazando ranas que abundaban en la costa, el remero con la pala del remo, la
hunde en el barro, al verse atacada, con gran velocidad se tira al agua con la
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intención de subir a la canoa, salpicándonos agua, con los remos se la mantenía en el
agua, papá ordena remar para atrás, sin advertir que a flor de agua había una rama
detrás de la canoa, la empujamos hacia atrás, luego al enderezarse nos envió hacia la
enfurecida víbora, la mantuvimos a raya, hasta que llegamos a aguas profundas, poco
tiempo después un “Negrao” brasileño, le decían así, pues era enorme, me regaló una
piragua hecha con un tronco ahuecado a hacha y fuego, tendría unos 6 metros de
largo, en la popa tenía una plataforma donde me paraba para remar con un solo remo,
que impulsa y timonea a la vez, en guaraní se llama Pirá ro guay) cola de pescado, el
Negrao, me enseño todos los trucos para manejar la embarcación, en la proa tenía otra
equilibrarla, pues se movía hacia un lado y luego hacia el otro, así que ahora tenía dos
embarcaciones, pues la canoa chica que venía a la deriva, desapareció una noche.
Mi amigo Tasio me dijo que si le llevaba harina nos harían pan, con la ayuda de un
tuvimos que fraccionarla, pues el cerro de enfrente era muy escarpado, cada dos o tres
días iban a buscar pan, un día ya cerca de la costa brasilera, siento ladridos, Tom,
nuestro perro era arrastrado por la corriente, me había seguido hasta el medio del río,
reme con fuerza hasta alcanzarlo y subirlo a la canoa, ese día no comimos pan, la
corriente nos había llevado lejos, al enterarse de mis andanzas papá mandó a construir
un horno de barro para hacer pan, en latas de dulce de 5 kg., o de aceite Gallo de 5
litros se ponía la masa, yo traía la leña y prendía el fuego, un día de lluvia, mamá me
pide que me fije si el horno estaba caliente, se comprobaba con un papel, si se prendía
fuego estaba muy caliente, tenia que quedar negro y arrugado, al salir corriendo de la
casa me resbalo en una tabla mojada y me rompo el brazo izquierdo, a simple vista se
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veía la endidura de la piel, papá no estaba, mamá y mi hermano me apoyaron el brazo
madera, pase toda la noche sentado apoyando el brazo en la mesa, me dolía mucho, al
amanecer tenia la cara negra del ollín de la lámpara, años después, los médicos dijeron
brasilera, quería relatar, como papá hizo con latas de aceite gallo de 5 litros, soldando
con estaño los agujeros, agarrada con un arnés de lona a los flotadores que a la vez
En todos los obrajes tuvimos un hogar confortable, teníamos luz de unos faroles
Petromax y cocina a Kerosene, a los dos artefactos había que darles bomba cada tanto
inodoro y ducha, que eran instalados dentro de la casa, toda una rareza para la gente
de la zona que no conocían esos artefactos, sus baños estaban a 10 metros de la casa,
nuestra casa estaba elevada 1 metro del suelo con una galería que miraba al río y a
Brasil, desde allí veíamos frecuentemente a nuestro gato pelear con víboras que
Después de unos años la picada por donde transitábamos con los bueyes, se fue
transformando en una senda mas transitable, pero las piedras y zanjas dejadas por los
Por ese camino llegó un día un hombre a caballo, bien vestido y armado, lo cual era
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podíamos dar comida y agua, se quedó como una hora, luego siguió un sendero que
iba hacia el Norte cerca del río, a la mañana siguiente cuatro gendarmes a caballo
preguntaron por él, papá les indicó para donde había ido, a la media hora regresaron
diciendo que habían perdido las huellas en la costa, como si hubiera cruzado el río, en
Una vez que papá tardó muchos días en regresar a casa, comenzaron a escasear las
provisiones, le dije a mamá que aguas arriba había visto muchas palomas grandes, con
caminar largo rato, cerca de la costa veo una tapera, sobre ella había varias palomas
silencio y escondido, cargué la escopeta con mucho cuidado, apreté el gatillo y otra
cayo muerta, entre tiro y tiro todas levantaron vuelo en círculos sobre la casa, luego se
posaron, yo quería cazar una más y regresar, logre matar una más.
Al recorrer el lugar me di cuenta que estaba caminando entre plantas de poroto negro,
todavía con chauchas, regresé a casa a buscar a mamá y unas bolsas para traer el
poroto, ya teníamos palomas y porotos para varios días, a la mañana siguiente llegó
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