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Tengo escrita una monografía sobre una cierta planta.

El libro yare frente a mí, y estoy


hojeando una lámina en colores doblada. Acompaña a cada ejemplar un espécimen desecado
de la planta, a la manera de un herbario.

ANÁLISIS Esa mañana había visto en el escaparate de una librería un nuevo libro que llevaba
este título: el género ciclamen; evidentemente, una monografía sobre esa planta.

Ciclamen es la flor preferida de mi mujer. Me reprocho acordarme tan rara vez de llevarle
flores, como ella lo desearía. — Con motivo del tema «llevar flores» recuerdo una historia que
no ha mucho conté en el círculo de mis amigos y aduje como prueba de mi tesis según la cual
el olvido es, con harta frecuencia, la ejecución de un propósito inconsciente y en todo caso
permite una inferencia acerca de la intención secreta del olvidadizo.

Una joven señora, habituada a que su marido le obsequiase un ramo de flores para su
cumpleaños, echó de menos esa muestra de ternura en uno de esos aniversarios y rompió a
llorar. Llegó el marido, y no atinó a explicarse su llanto hasta que ella le dijo: «Hoy es mi
cumpleaños». Diose un golpe en la frente y exclamó: «Discúlpame, lo había olvidado por
completo». Y quiso salir enseguida a traerle flores. Pero ella no se dejó consolar, porque vio en
el olvido de su marido una prueba de que ella ya no ocupaba en sus pensamientos el mismo
lugar que antes, — Esta señora L. encontró a mi mujer hace dos días le comunicó que se sentía
bien y le pidió noticias de mí. Años antes la había tenido yo bajo tratamiento. Otro punto de
abordaje: De hecho, alguna vez he escrito algo parecido a una monografía sobre una planta, a
saber, un ensayo sobre la planta de la coca [1884e], que puso a K. Kolicr en la pista de la
propiedad anestésica de la cocaína. Yi) mismo había indicado en mi publicación ese empleo del
alcaloide, pero no fui lo bastante cuidadoso como para seguir estudiando la cuestión. Sobre
eso se me ocurre que la mañana del día siguiente al sueño (para cuya interpretación sólo hallé
tiempo al final de la tarde) había pensado en la cocaína, en una suerte de fantasía diurna. Si
debiera yo padecer de glaucoma, viajaría a Berlín y allí, en casa de mi amigo berlinés [Fliess],
me haría operar de incógnito por un médico que él me recomendó. El cirujano, que no sabría
quién era yo, encomiaría otra vez la facilidad con que se realizan estas operaciones después de
la introducción de la cocaína; por ningún gesto dejaría yo traslucir que he tenido participación
en ese descubrimiento. A esta fantasía siguieron pensamientos sobre lo incómodo que es para
el médico solicitar para sí mismo los servicios de sus colegas. Al oculista de Berlín, que no me
conoce, yo podría abonarle como lo haría cualquier otro paciente. Sólo después de rememorar
ese sueño diurno observé que tras él se encubría el recuerdo de una vivencia determinada. En
efecto, poco después del descubrimiento de Koller, mi padre enfermó de glaucoma; fue
operado por mi amigo, el medico oculista doctor Konigstein; el doctor Koller tomó a su cargo la
anestesia por cocaína, y después hizo la observación de que en ese caso habían estado
reunidas las tres personas que participaron en la introducción de la cocaína. Mis pensamientos
se dirigen ahora al momento en que he recordado por última vez esta historia de la cocaína.
Ello ocurrió hace unos días, cuando cayó en mis manos un volumen conmemorativo con que
alumnos agradecidos quisieron honrar a su profesor y director de laboratorio.* Entre los títulos
de gloria de este último, se mencionaba que allí había descubierto el doctor K. Koller la
propiedad anestésica de la cocaína. De pronto observo que mi sueño se enlaza con una
vivencia del atardecer del día anterior. Justamente había acompañado hasta su casa al doctor
Konigstein, con quien me había ensarzado en una conversación sobre un asunto que me excita
vivamente cada vez que se toca. Estando yo de pie con él en el zaguán de entrada a su casa,
llegó el profesor Gartner {jardinero} con su joven esposa. No pude refrenarme y di a ambos mi
enhorabuena, diciéndoles que se los veía florecientes. Ahora bien: el profesor Gartner es uno
de los autores del volumen conmemorativo de que antes hablé, y muy bien pudo hacer que
este me viniera a la memoria. También la scíícira L., cuya desilusión el día de su cumpleaños
conté poco antes, había sido mencionada en la conversación con el doctor Konigstein, aunque
a propósito de otra cosa.

Intentaré interpretar asimismo las otras especificaciones del contenido del sueño. Un
espécimen desecado de la planta acompañaba a la monografía, como si se tratara de un
herbario. Con el herbario asocio un recuerdo de la escuela media. Nuestro director convocó
cierta vez a los alumnos de los cursos superiores para confiarles la revisión y limpieza del
herbario del instituto. Es que se habían descubierto pequeños gusanos: polillas.* No parece
haber confiado en mi ayuda, pues me entregó unas pocas hojas. Todavía hoy sé que eran
crucíferas. Nunca mantuve una relación particularmente íntima con la botánica. En mi examen
de botánica me presentaron otra vez una crucífera para clasificar y. . . no la reconocí. Me
hubiera ido mal de no venir en mi auxilio mis conocimientos teóricos. Las crucíferas me hacen
pensar en las compuestas. Y en verdad el alcaucil es una compuesta, justamente la que podría
llamar mi flor preferida. Más cortés que yo, mi mujer suele traerme del mercado esta flor de mi
predilección.

Veo frente a mí la monografía que tengo escrita. Tampoco esto es algo desligado. Mi amigo, el
de la imaginación visual [Fliess], me escribió ayer desde Berlín: «Me ocupo mucho de tu libro
sobre los sueños, lo veo terminado frente a mi, y yo lo hojeo».'^ ¡Cómo le he envidiado este
don de videncia! ¡Si pudiera yo también verlo terminado frente a mí! La lámina en colores,
plegada: En mis tiempos de estudiante de medicina padecí mucho por mi afán de aprender
exclusivamente en monografías. A pesar de mis limitados recursos, me procuré muchas
publicaciones médicas cuyas láminas en colores eran mi delicia. Estaba orgulloso de esta
tendencia mía al rigor. Y después, cuando yo mismo empecé a publicar, hube de dibujar las
láminas de mis ensayos, y sé que una de ellas resultó tan pobre que me atrajo las burlas de un
colega benévolo. A esto se suma, no sé muy bien cómo, un recuerdo de infancia muy
temprano. Mi padre se divirtió cierta vez, dejándonos a mí y a la mayor de mis hermanas un
libro con láminas en colores (descripción de un viaje a Persia) para que lo destrozáramos.
Pedagógicamente fue algo apenas justificable. Yo tenía entonces cinco años, y mi hermana,
menos de tres; y la imagen que tengo de nosotros, niños, deshojando dichosos ese libro (hoja
por hoja, como un alcaucil, no puedo menos que decir) es casi la única que me ha quedado
como recuerdo plástico de esa época de mi vida. Después, siendo estudiante, se desarrolló en
mí una predilección franca por coleccionar y poseer libros (que, análogamente a la tendencia a
estudiar en monografías, era una afición, como ocurre en los pensamientos del sueño con
respecto al ciclamen y al alcaucil). Me convertí en un gusano de biblioteca (cf. el herbario).
Desde que comencé a reflexionar sobre mí mismo, he reconducido siempre esa primera pasión
de mi vida a aquella impresión infantil; mejor dicho he conocido que esa escena infantil es un
«recuerdo encubridor» de mi posterior bibliofilia.'* Desde luego, también muy pronto supe
que las pasiones {Leidenschaften) fácilmente nos hacen padecer {leiden}. A los dieciséis años
llegué a tener una respetable deuda con un librero, pero no los medios para saldarla, y mi
padre apenas admitió como disculpa que mis inclinaciones no me hubieran hecho caer en algo
peor. Pero la mención de esta vivencia de adolescente me retrotrae enseguida a mi
conversación con el doctor Kónigstein. Es que sobre reproches parecidos, a saber, que me dejo
llevar demasiado por mis aficiones, versó también la conversación que mantuvimos al
atardecer del día del sueño. Por razones que aquí no vienen al caso, no proseguiré la
interpretación de este sueño, sino que me limitaré a indicar el camino que lleva a ella. Durante
el trabajo de interpretación recordé la charla con el doctor Kónigstein, y por cierto varios de
sus pasajes. Si tengo presentes las cosas que se tocaron en ella, se vuelve para mí comprensible
el sentido del sueño. Todas las ilaciones de pensamiento esbozadas acerca de las aficiones de
mi mujer y de las mías, de la cocaína, de las dificultades del tratamiento médico entre colegas,
de mi predilección por los estudios monográficos y mi descuido de ciertas disciplinas como la
botánica, todo eso encuentra des pues su continuación y desemboca en alguno de los hilos de
aquella charla tan ramificada. El sueño cobra de nuevo el carácter de una justificación, de un
alegato hecho en mi defensa, como lo tuvo el sueño analizado en primer lugar, el de la
inyección de Irma; y aun prosigue el tema allí iniciado y lo elucida con un material nuevo, que
vino a sumarse en el intervalo que trascurrió entre ambos sueños. Hasta la forma de expresión
del sueño, indiferente en apariencia, cobra cierto acento. Ahora quiero decir: «Soy el hombre
que tiene escrito el valioso y exitoso tratado (sobre la cocaína)», así como entonces aduje para
justificarme: «Soy un universitario capaz y aplicado»; en ambos casos, por tanto: «Tengo
derecho a permitirme eso». Ahora bien, aquí puedo renunciar a los detalles de la
interpretación del sueño, pues sólo me movió a comunicarlo el propósito de investigar, en un
ejemplo, la relación del contenido onírico con la vivencia suscitadora de la víspera. Mientras de
este sueño no conozco sino su contenido manifiesto, sólo me resulta patente su nexo con una
impresión diurna; después de hecho el análisis, obtengo una segunda fuente del sueño en otra
vivencia del mismo día. La primera de las impresiones con que se relaciona el sueño es
indiferente, una circunstancia colateral. Veo en un escaparate un libro cuyo título me roza
apenas y cuyo contenido difícilmente pueda interesarme. La segunda vivencia tenía un elevado
valor psíquico; he conversado animadamente con mi amigo, el médico oculista, por espacio de
una buena hora, haciéndole indicaciones de gran interés para ambos, y en mí surgen recuerdos
que llaman mi atención sobre las excitaciones más variadas de mi interioridad. Además, la
conversación fue interrumpida, antes que terminara, por la llegada de personas conocidas.
Ahora bien, ¿qué relación mantienen las dos impresiones diurnas entre sí y con el sueño que
sobrevino por la noche? Dentro del contenido [manifiesto] del sueño no hallo aludida sino "la
impresión indiferente, y así puedo corroborar que el sueño recoge con preferencia, en su
contenido, episodios circunstanciales de la vida. En cambio, en la interpretación todo lleva a la
vivencia importante, la que excita con fundamento. Si sigo el único camino correcto, que es
juzgar sobre el sentido del sueño según el contenido latente que el análisis trajo a la luz,
impensadamente alcanzo un nuevo e importante conocimiento. Veo desaparecer ese enigma,
el de que el sueño se ocupe sólo de los restos ínfimos de la vida diurna; y aun debo contradecir
la tesis según la cual la vida psíquica de vigilia no se continúa en el sueño y, por ende, este
prodiga actividad psíquica en un material trivial Lo contrario es cierto: lo que nos ha reclamado
durante el día preside también los pensamientos oníricos, y sólo nos tomamos el trabajo de
soñar con aquellas materias que durante el día nos han dado que pensar. Entonces, ¿por qué
soñamos con la impresión diurna indiferente, si es la impresión que nos emociona con
fundamento la que ha ocasionado el sueño? La explicación más sencilla es que estamos aquí de
nuevo frente a un fenómeno de desfiguración onírica. Liemos referido está a un poder psíquico
que reina como censura. El recuerdo de la monografía sobre el género ciclamen es empleado
como si fuera una alusión al coloquio con mi amigo, tal y como en el sueño de la comida
vedada la mención de la amiga estaba subrogada por la alusión «salmón ahumado» [cf. págs.
166-7]. Sólo cabe preguntarse por los eslabones intermedios que relacionaron, por vía de
alusión, la impresión de la monografía y el coloquio con el médico oculista; en efecto, a
primera vista no se discierne tal relación. En el ejemplo de la comida vedada esa relación se
daba de antemano: el «salmón ahumado» como bocado predilecto de la amiga pertenece, sin
más, al círculo de representaciones que la persona de su amiga podía incitar en la soñante. En
nuestro nuevo ejemplo trátase de dos impresiones separadas que a primera vista nada tienen
en común, como no sea el hecho de que ocurrieron el mismo día. La monografía se me
presentó a media mañana, y al atardecer mantuve aquella conversación. He aquí la respuesta
que nos ofrece el análisis: esas relaciones primero inexistentes entre ambas impresiones
fueron tejidas con posterioridad desde el contenido de representaciones de una hasta el de la
otra. Ya he destacado los eslabones intermedios pertinentes cuando expuse el análisis. Con la
representación de la monografía sobre el ciclamen se habría enlazado, de no mediar
influencias de otro origen, solamente la idea de que esta es la flor predilecta de mi mujer, y
quizás el recuerdo del ramo de flores que echó de menos la señora L. No creo que estos
pensamientos segundos bastaran para provocar un sueño.

Pero veamos: en el análisis se recordó que el hombre que perturbó nuestra conversación se
llamaba Gartner {jardinero} y que yo hallé floreciente a su mujer; y aun recuerdo ahora, con
posterioridad, que una de mis pacientes, que lleva el bello nombre de Flora, ocupó un
momento el núcleo de nuestra charla. Ha de haber sucedido, entonces, que a través de esos
eslabones intermedios del círculo de representaciones de la botánica se cumplió el enlace de
las dos vivencias diurnas, la indiferente y la emocionante. Después intervienen oteas
relaciones, como la de la cocaína, que con buen derecho puede servir de enlace entre la
persona del doctor Konigsiein y una monografía botánica que yo tengo escrita, y ellas refuerzan
la fusión de ambos círculos de representaciones en uno solo, con lo cual un fragmento de la
primera vivencia puede emplearse como alusión a la segunda.

El sueño está por así decir diversamente centrado, y su contenido se ordena en torno de un
centro constituido por otros elementos que los pensamientos oníricos. Por ejemplo, en el
sueño de la monografía botánica [págs. 186 y sigs.], el centro del contenido onírico es sin duda
el elemento «botánica», mientras que en los pensamientos oníricos entran en juego
complicaciones y conflictos que resultan de las obligaciones profesionales entre colegas y, más
allá de eso, el reproche de que yo sacrifico demasiado a mis aficiones. El elemento «botánica»
no encuentra sitio alguno dentro de este núcleo de los pensamientos oníricos, como no sea
conectado a él laxamente por oposición, pues la botánica nunca ocupó un lugar entre mis
estudios preferidos.

10)Cual es el contenido manifiesto del sueño

Tengo escrita una monografía


sobre una variedad de planta. El
libro yace frente a mi y estoy
hojeando una lamina en colores
doblada. Acompaña el ejemplar
un especimen desecado de la
planta
engo escrita una monografía
sobre una variedad de planta. El
libro yace frente a mi y estoy
hojeando una lamina en colores
doblada. Acompaña el ejemplar
un especimen desecado de la
planta
“Tengo escrita una monografía sobre una variedad de planta. El libro yace frente a mi y estoy
hojeando una lámina en colores doblada. Acompaña el ejemplar un espécimen desecado de la
planta”.

Tengo escrita una monografía


sobre una variedad de planta. El
libro yace frente a mi y estoy
hojeando una lamina en colores
doblada. Acompaña el ejemplar
un especimen desecado de la
planta
11)Cual es el elemento más llamativo en el texto y cual es el motivo de la inclusión en el sueño

El elemento más llamativo de este sueño es la monografía botánica. Los elementos botánica y
monografía han sido recogidos en el contenido del sueño porque pueden exhibir los contactos
más ricos con la mayoría de los pensamientos oníricos. Freud a la tarde anterior al sueño había
visto en el escaparate (especie de estante con vidriera) de una librería una monografía sobre el
género ciclamen

12)Que otros hechos se conectan al sueño y cual es su genuino excitador actual

Freud dirá que el verdadero estímulo onírico actual de este sueño es un diálogo que sostuvo
con el Dr. Konigstein la tarde anterior.

El contenido latente va a surgir durante el análisis a partir de lo que cada uno de esos
elementos del contenido manifiesto le evoque a Freud. Por ejemplo en el texto dice que
monografía botánica le remite a un trabajo que habia redactado sobre la cocaína, esto ultimo
que surge en el análisis ya seria parte de los pensamientos latentes.

13)Porque plantea que monografía botánica es un común intermediario

esa charla es el genuino excitador actual del sueño; la monografía sobre el ciclamen es
también una actualidad psíquica {Aktualität}, pero de naturaleza indiferente; veo que la
“monografía botánica” del sueño resulta ser algo común intermediario entre las dos vivencias
diurnas, tomado sin cambio de la impresión indiferente y enlazado por las más ricas
conexiones asociativas con la vivencia psíquicamente significativa.

14)Que importancia se le asigna a cada una de las representaciones por separado Monografía y
botánica y cuál es la hipótesis que sostiene la importancia asignada

Por otra parte Monografía y Botánica por separado, lo llevan a través de la vía asociativa a la
madeja de pensamientos oníricos, no presentes en el contenido manifiesto. Por ejemplo a
“Botánica” le corresponden las reminiscencias de la persona del Profesor “Gartner”, si lo
traducimos significa “jardinero”, de su “floreciente” mujer. De su paciente amada “Flora”, y de
la dama la señora L de quien conto la historia de las “flores” olvidadas. A un elemento del
contenido manifiesto como es por ejemplo “botánica”, le corresponden varios del contenido
latente, es así como opera la condensación, reuniendo mezclando sintetizando varios
elementos por alguna relación que guardan en común.

15)Porque ambos elementos monografía y botánica son considerados puntos nodales

Además, «botánica» evoca un episodio de la escuela media y un examen de mi época


universitaria, y un nuevo tenia tocado en aquella conversación, el de mis aficiones, se enlaza,
por mediación de la que en broma llamo mi flor predilecta, el alcaucil, con la cadena de
pensamientos que arranca de las flores olvidadas; tras «alcaucil» se oculta la reminiscencia de
Italia, por un lado, y de una escena infantil con la que inauguré mis relaciones con los libros,
que desde esa época se hicieron íntimas, por el otro. « Botánica» es, entonces, un verdadero
punto nodal en que convergen para el sueño numerosas ilaciones de pensamiento que, según
puedo asegurarlo, con pleno derecho se entramaron con aquella conversación.
«Monografía» en el sueño roza a su vez dos temas, la unilateralidad de mis estudios y lo
costoso de mis aficiones.

De esta primera búsqueda obtenemos la impresión de que los elementos «botánica» y


«monografía» han sido recogidos en el contenido del sueño porque pueden exhibir los
contactos más ricos con la mayoría de los pensamientos oníricos, y por tanto figuran puntos
nodales donde se reúnen muchísimos de los pensamientos oníricos; han sido recogidos,
entonces, porque son multívocos con referencia a la interpretación del sueño. El hecho que
está en la base de esta explicación puede expresarse también de otra manera, diciendo: Cada
uno de los elementos del contenido del sueño aparece como sobredeterminado, como siendo
el subrogado de múltiples pensamientos oníricos.

16)Cuales son los pensamientos onírico latentes que se relaciona con la lamina de colores y
ejemplar deseado de la planta

. La lámina en colores que yo despliego desemboca en un nuevo tema, la crítica de mis colegas
a mis trabajos, y en algo que ya tiene subrogado en el sueño: mis aficiones; además, en la
reminiscencia infantil en que yo deshojaba un libro con láminas en colores; y el ejemplar
desecado de la planta alude a la vivencia del herbario, de mis tiempos de estudiante
secundario, y da particular realce a ese recuerdo.

Discierno entonces la índole de la relación entre contenido y pensamientos oníricos: no sólo los
elementos del sueño están determinados de manera múltiple por los pensamientos oníricos,
sino que los pensamientos oníricos singulares están también subrogados en el sueño por varios
elementos.

17)Como se vuelve comprensible el sentido del sueño para Freud

los elementos oníricos se configuran desde la masa total de pensamientos oníricos, y cada uno
de ellos aparece determinado de manera múltiple por referencia a los pensamientos oníricos.

Discierno entonces la índole de la relación entre contenido y pensamientos oníricos: no sólo los
elementos del sueño están determinados de manera múltiple por los pensamientos oníricos,
sino que los pensamientos oníricos singulares están también subrogados en el sueño por varios
elementos. De un elemento del sueño, la vía asociativa lleva a varios pensamientos oníricos, y
de un pensamiento onírico, a varios elementos del sueño. La formación del sueño no se
cumple entonces como si cada pensamiento onírico singular o cada grupo de ellos brindara
una abreviación para el contenido del sueño, y después el pensamiento que sigue ofreciera
otra abreviación en calidad de subrogación, a semejanza de un electorado que designase un
diputado por distrito, sino que toda la masa de pensamientos oníricos es sometida a una cierta
elaboración después de la cual ¡os elementos que tienen más y mejores apoyos son
seleccionados para ingresar en el contenido onírico; valga como analogía la elección por listas.

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