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LUIS ALONSO RICO PUERTA

Magistrado Ponente

AC3800-2019
Radicación n.° 05440-31-84-001-2016-00488-01
(Aprobado en sesión de veintiséis de agosto de dos mil diecinueve)

Bogotá, D.C., once (11) de septiembre dos mil


diecinueve (2019)

Se decide sobre la admisibilidad de la demanda


presentada por la convocante para sustentar el recurso
extraordinario de casación que interpuso frente a la
sentencia de 8 de abril de 2019, proferida por la Sala Civil
Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Antioquia, dentro del proceso verbal que promovió Elisa
María Rodríguez Herrera contra Huber Harold Van Grieken.

I. ANTECEDENTES

1. Pretensiones de la demanda.

La actora, actuando a nombre propio, solicitó declarar


«la existencia de la unión marital de hecho formada entre [Elisa María
Rodríguez Herrera] y Hubert Harold Van Grieken, la cual se formó

desde el mes de marzo del año 2003 hasta el mes de abril de 2015 ».
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Además, reclamó que «como consecuencia de lo anterior, se decrete


la disolución y liquidación de la sociedad patrimonial de hecho ».

2. Fundamento fáctico.

2.1. A partir de la época anotada, entre los litigantes


«se constituyó una unión marital de hecho, la cual subsistió por un
lapso de poco más de doce años, hasta abril de 2015, fecha en la que

el demandado se ausentó de su lugar de cohabitación».

2.2. Desde el inicio del vínculo «los compañeros


permanentes convivieron de manera ininterrumpida, compartiendo
techo, lecho y mesa; como esposos, felices y enamorados, y así eran

reconocidos por los vecinos de la vereda Belén de Marinilla ».

2.3. En vigencia de la unión «se adquirieron bienes


muebles e inmuebles, como las franquicias de diferentes compañías y
con las ganancias de estas primeras constituyó las otras que
actualmente posee, las cuales (sic) es dueño también del local

comercial».

2.4. Durante «todo este tiempo, Hubert Harold Van Grieken


no me ha permitido laborar, aduciendo que si laboro me quita la
mensualidad que me envió hasta el mes de diciembre de 2015,
mensualidad con la que debo pagar todos los servicios, jardinero y
mantener en servicio las cámaras que le transmiten a él donde quiera

que se encuentre».

2.5. El querellado «hace menos de un año (...) viene con un


comportamiento indiferente, grosero y humillante hacia mí, lo cual me
da a inferir que no desea seguir en esta relación y que de mala fe está
esperando que pase un año sin contacto alguno físico para que yo no

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pueda ejercer ninguna acción, por lo que me veo en la laboriosa (sic)

situación de utilizar la vía judicial».

3. Actuación procesal.

3.1. Admitida la demanda (por auto del 2 de mayo de


2016) fue notificada al señor Van Grieken, quien
oportunamente se opuso a la prosperidad de los pedimentos
de la actora, proponiendo las excepciones que denominó
«inexistencia de la unión marital de hecho»; «carencia de fundamento
legal»; «mala fe de la demandante»; «uso fraudulento del proceso»,

«inexistencia de singularidad en la relación» y «prescripción».

3.2. Cumplido el trámite de rigor, mediante


providencia de 11 de septiembre de 2017, el Juzgado
Promiscuo de Familia de Marinilla denegó la totalidad de las
pretensiones. Contra esa decisión, la señora Rodríguez
Herrera interpuso recurso de apelación.

4. La sentencia impugnada.

Tramitada la segunda instancia, en fallo de 8 de abril


de 2019, el tribunal resolvió confirmar lo decidido por el a
quo, con sustento en las siguientes premisas:

(i) El fallador de primer grado negó las pretensiones,


arguyendo que en el expediente quedó probado que el señor
Van Grieken se encontraba casado con Cecilia de Jesús
Porras, lo que «desvirtuaba la existencia de la unión marital de
hecho deprecada»; sin embargo, ese vínculo, que tuvo lugar en

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el extranjero, no se acreditó mediante la aportación de un


documento idóneo, por lo que «no tiene la fuerza para refutar la
unión marital de hecho».

(ii) Consecuentemente, se haría necesario auscultar


el restante material demostrativo, para establecer la
existencia de esa unión; pero tal laborío no varía la
conclusión a la que se arribó en la sentencia apelada. En
efecto, «al valorar las declaraciones de los señores Edgar y William
Gallego Barco, atisba el tribunal que las mismas no dieron cuenta de la

comunidad de vida pregonada», más bien «permiten establecer que el


demandado visitaba nuestro país ocasionalmente (…) permaneciendo
pocos días, infiriéndose que su domicilio civil es Curazao y Aruba,

lugares donde tiene su asiento y ejerce habitualmente su profesión ».

(iii) Aunque el convocado sostuvo constante


comunicación con la actora a través de correos electrónicos,
refiriéndose además a ella como «esposa», «mi amor» o «mi
señora», lo que «denota que [aquél] tenía una relación sentimental con

Elisa María Rodríguez Herrera, y no un simple vínculo de amistad », lo


cierto es que para la época en la que tuvo lugar ese cruce de
mensajes «las partes no convivieron bajo el mismo techo, además, el
contenido de los mensajes por computadora (…) evidencia que el señor
Van Grieken tenía su domicilio en Curazao, viajaba a diferentes partes
del mundo (…) sin la compañía de la demandante, y visitaba a
Colombia por cuestiones médicas y para verse con la pretensora en
hoteles de Cali y Medellín, y en su propiedad ubicada en el municipio

de Marinilla».

(iv) Entonces, como «no se demostró que entre Hubert


Harold Van Grieken y Elisa María Rodríguez Herrera existió una

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comunidad de vida permanente y singular desde el mes de marzo de


2003 hasta el 14 de abril de 2015, razón por la cual no se puede
aplicar la norma sustantiva que asume este hecho como una premisa

fáctica, esto es, el artículo 1º de la Ley 54 de 1990 ».

5. La demanda de casación.

Contra la decisión del ad quem, la querellante


interpuso recurso extraordinario de casación, formulando
seis cargos, dos por la vía de la causal primera, y sendas
censuras por las causales segunda, tercera y cuarta. El
restante se asentó en «el parágrafo 1 art. 344 del Código General
del Proceso, infracción a normas de derecho sustancial».

II. CONSIDERACIONES

1. Régimen del recurso extraordinario.

Es apropiado advertir que el remedio en estudio se


interpuso en vigencia del Código General del Proceso, por
manera que todo lo concerniente al mismo se ha de regir
por esa normativa.

2. Fundamentación de la demanda de casación.

En virtud del carácter extraordinario del citado medio


impugnativo y la finalidad de este, el legislador ha impuesto
exigentes requisitos formales para la adecuada
estructuración de la demanda.

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La fundamentación técnica de las causales


autorizadas para cimentar el recurso de casación exige
demostrar los dislates del juzgador de segunda instancia
que pudieron haber comprometido la legalidad de la
decisión cuestionada, tanto en la aplicación de las normas
de derecho sustancial (yerros in iudicando), como en la
actividad procesal connatural al juicio (errores in
procedendo).

En ese contexto, el artículo 344 del Código General del


Proceso ha fijado los requisitos para la adecuada
sustentación de la demanda de casación, dentro de los
cuales cabe destacar los siguientes:

(i) La formulación, por separado, de los respectivos


cargos, con la especificación, de forma clara, precisa y
completa, de los fundamentos de cada acusación.

(ii) En caso de censurar la infracción de normas de


derecho sustancial regulatorias del asunto materia del
litigio, como consecuencia de errores jurídicos (vía directa),
o yerros fácticos o de derecho (senda indirecta), es necesario
incluir la disposición legal que, constituyendo base esencial
del fallo impugnado o habiendo debido serlo, haya sido
infringida.

Vale precisar, eso sí, que conforme lo dispone el


parágrafo 1º del artículo 344 en cita, «[c]uando se invoque la
infracción de normas de derecho sustancial, será suficiente señalar
cualquiera disposición de esa naturaleza que, constituyendo base
esencial del fallo impugnado o habiendo debido serlo, a juicio del

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recurrente haya sido violada, sin que sea necesario integrar una

proposición jurídica completa».

(iii) Si se elige la vía directa para atacar el fallo de


segunda instancia, «el cargo se circunscribirá a la cuestión jurídica
sin comprender ni extenderse a la materia probatoria».

En virtud de lo anterior se exige al impugnante


respetar por completo las conclusiones del tribunal
derivadas del examen fáctico y probatorio, en tanto que el
reparo debe dirigirse a demostrar que aquél dejó de aplicar
al asunto una disposición que era pertinente, o aplicó otra
que no lo era, o que, eligiendo la pauta de derecho correcta,
le atribuyó efectos distintos a los que de ella dimanan, o los
restringió de tal manera que distorsionó los alcances
ideados por el legislador.

Expresado de otro modo, esta clase de agravio a la ley


sustancial es completamente independiente de cualquier
yerro en la valoración probatoria; además, su
estructuración se presenta por tres vías, de contornos bien
definidos: la falta de aplicación, la aplicación indebida o la
interpretación errónea de la disposición legal del linaje ya
indicado.

(iv) Ahora, si se afirma que la violación ocurrió por la


vía indirecta, por desaciertos de hecho y de derecho, es
decir, los comprendidos en los supuestos de la causal
segunda del precepto 336 del estatuto procesal, no es
admisible referirse a aspectos fácticos no debatidos en las
instancias.

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(v) En lo que tiene que ver con el «error de derecho»


(que tiene lugar cuando, en la actividad de valoración
jurídica de los medios de convicción –aducción,
incorporación y apreciación– se contrarían las reglas legales
que gobiernan el régimen probatorio1), se exige señalar las
normas probatorias consideradas transgredidas y hacer
una explicación sucinta de la manera en que lo fueron.

Este vicio acaece en eventos tales como conferirle


eficacia a un medio de prueba que legalmente no la tiene (o
viceversa), dejar de valorar las pruebas en conjunto y
atendiendo las reglas de la sana crítica, o no decretar
pruebas de oficio, advirtiendo que, como lo tiene dicho la
Sala, tal facultad «no se extiende hasta el punto de tener que suplir
en cualquier supuesto la carga probatoria que le incumbe a las partes »

(CSJ SC5676-2018, 19 dic.).

(vi) A su turno, si se denuncia un «error de hecho» (esto


es, el que tiene lugar en la valoración del contenido material
de las pruebas legal y oportunamente allegadas al juicio 2),
deberá manifestarse en qué consiste y cuáles son, en
concreto, las pruebas o piezas procesales sobre las que
recayó el desacierto en la actividad de apreciación de su
contenido material.

Asimismo, a fin de probar la pifia fáctica, habrá de


evidenciarse que, respecto del escrito introductorio del
proceso, su contestación o los medios de prueba, hubo
1
Cfr. CSJ AC8716-2017, 18 dic., entre otros.
2
Cfr. CSJ SC8702-2017, 20 jun., entre otras.

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pretermisión o suposición total o parcial de tales elementos


de juicio, o alteración de su contenido material, ya por
adición o cercenamiento de expresiones o frases, o
tergiversación arbitraria o ilógica del respectivo texto.

Igualmente se debe especificar lo inferido por el


juzgador del respectivo medio suasorio, y señalar su
contenido material, para de esa manera revelar o
exteriorizar en qué consistió la alteración de la prueba.

(vii) El cargo por error de hecho también debe


comprender la totalidad de las deducciones probatorias
sobre las cuales se apoyó la decisión discutida (completitud),
enfilarse con precisión absoluta hacia dichas conclusiones
(enfoque), y demostrar la dimensión del error, de modo que
se muestre tan grave y notorio que su sola exhibición
sugiera que las tesis del tribunal son contrarias a toda
evidencia (trascendencia) 3.

Igualmente, en el evento de soportarse la acusación en


la preterición u omisión de apreciación de pruebas
incorporadas al plenario, se requiere identificar el respectivo
medio de convicción, así como su texto en aquello que
guarde relación con los hechos referidos como no
acreditados en el fallo impugnado, y que tengan incidencia
en la decisión adoptada.

(viii) Los cargos por incongruencia de la sentencia con


los hechos o las pretensiones de la demanda, o con las
excepciones propuestas por el demandado o que el juez ha
3
Cfr. CSJ SC, 9 ago. 2010, rad. 2004-00524-01, entre otras.

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debido reconocer de oficio (causal tercera), y por trasgresión


a la prohibición de la reformatio in pejus (causal cuarta), no
pueden girar alrededor de apreciaciones probatorias.

(ix) Si se fustiga la decisión por ser proferida en un


juicio viciado de algunas de las causales de nulidad
consagradas en la ley, ha de tenerse en cuenta que el
motivo de invalidación no puede haberse saneado, en los
términos que prevén los artículos 135 y 136 del estatuto
procesal civil actualmente vigente.

(x) El censor tiene también la carga de evidenciar el


alcance del dislate en el sentido de la sentencia recurrida,
para lo cual, demostrada alguna de las modalidades de
errores aducidos como sustento de los reproches, debe
proceder a explicar por qué la decisión habría de ser
distinta a la cuestionada, además de favorable a los
intereses del casacionista.

En resumen, como lo ha sostenido la Sala:

«[P]ara que la casación pueda alcanzar sus fines propios, para


que sea dado a la Corte entrar a estudiar el recurso en el fondo,
no basta con que se haya interpuesto, concedido y admitido, ni
tampoco que se presente una demanda a manera de alegato de
conclusión, ya que se trata de un recurso eminentemente
extraordinario y no de una tercera instancia del proceso, sino que
es menester que esa demanda llene todos los requisitos formales
exigidos por la ley para ella, cuya omisión total o parcial
conduce, por mandato expreso de la misma ley, a la inadmisión
de la que ha sido defectuosamente aducida» (CSJ AC, 28 nov.
2012, rad. 2010-00089-01).

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3. Estudio de la demanda de casación.

3.1. Cargos primero y segundo.

3.1.1. Metodología de estudio.

El análisis de los referidos ataques se abordará de


manera conjunta, dado que frente a ellos resultan
pertinentes razonamientos similares.

3.1.2. Formulación del cargo primero.

Se sustentó en la causal primera del artículo 336 del


Código General del Proceso, denunciando que el fallo de
impugnado «es violatorio de la ley sustancial, del artículo 1 de la Ley
94 (sic) de 1990». En su desarrollo, la inconforme se limitó a

trascribir la sentencia CSJ SC1517-2016, oct. 24.

3.1.3. Formulación del cargo segundo.

Denunció la señora Rodríguez Herrera la violación de


«la ley sustancial», por errores de hecho en la valoración del
material probatorio. Para ello adujo lo siguiente:

(i) Se le concedió a las declaraciones de los dos


únicos testigos de descargo «un alcance que no tiene[n]», dado
que las mismas «no tienen fuerza de plena prueba capaz de
acreditar o demostrar los hechos de la contestación, en la medida que

se trata de declaraciones con intereses laborales».

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(ii) Además, los deponentes fueron «manejados por el


juzgador de primera instancia, el cual le (sic) sugiere respuestas, los
silencia cuando no conviene al demandado, y no tiene en cuenta la
verdad confesada sobre la dependencia laboral y agradecimiento de
ambos testigos, por salvar a su hermano que trabaja en el exterior para

el demandado».

(iii) Como el tribunal «no hizo un análisis crítico en la


valoración del testimonio de los testigos de la contraparte, [se] mermó
el respaldo del conjunto probatorio, pues en ambos testigos hay
agradecimientos, emociones y dependencia laboral frente al
demandado, pues el hermano menor de los testigos y cuñado de la
apoderada del demandada trabaja para las franquicias del
demandado, lo cual afecta la credibilidad e imparcialidad de los

testigos».

3.1.4. Examen de los cargos.

Dado que las causales primera y segunda de casación


consisten en la violación directa e indirecta, en su orden, de
la ley sustancial, es necesario que el recurrente, al
sustentar su embate por estas vías, haga recaer el dislate
del tribunal en un yerro del que surja patente la trasgresión
de, al menos, una norma que tenga ese linaje.

Ahora bien, como lo tiene sentado la jurisprudencia de


esta Sala,

«[U]na norma es de estirpe sustancial cuando contiene una


prescripción enderezada a declarar, crear, modificar o extinguir
relaciones jurídicas concretas” (G.J. CLI, pág.254) y por ende

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carecen de tal connotación “los preceptos materiales que se


limitan a definir fenómenos jurídicos, o a precisar los elementos
estructurales de los mismos, o los puramente enunciativos o
enumerativos, o los procesales, entre ellos, los de disciplina
probatoria” (auto 5 de agosto de 2009, exp. 1999 00453 01;
reiterado el 12 de abril de 2011, exp. 11001-3103-026-2000-
24058-01)» (CSJ AC4591-2018, 19 oct.).

Aplicando esas premisas a los cargos analizados,


refulge su traspié, porque en el segundo, la demandante no
señaló ninguna norma de derecho sustancial que estimara
trasgredida con el quehacer de la corporación ad quem, al
paso que en la sustentación del primero, solamente se
refirió al artículo 1º de la Ley 54 de 1990, precepto que –
acorde con el precedente– no declara, crea, modifica o
extingue relaciones jurídicas concretas.

A propósito de dicha temática, en reciente providencia


esta Corporación sostuvo:

«(…) la norma sustancial en la que apoyó la censura, para este


específico caso, carece de dicha estirpe, pues se limita a definir
un fenómeno jurídico, los sujetos que lo conforman y no otorga
ninguna consecuencia jurídica (…). De lo anterior se sigue que la
demanda no citó disposición sustancial alguna, porque se limitó
a referir genéricamente el texto normativo completo de la ley 54
de 1990, para elegir el primero de sus artículos, que de
cara a este caso, no opera como mandato de la
mencionada estirpe, pues por el contrario la Corte ha
dado pasos en sentido de excluirlo como precepto de tal
categoría al decir que “el artículo 1° de la ley 54 de 1990
(…) no es idóneo para fundar sobre él la acusación de la
sentencia recurrida por la causal primera de casación,
precisamente por no tratarse de un precepto de carácter
sustancial, porque "se trata, de un precepto meramente
definitorio del fenómeno jurídico allí previsto y de los sujetos que
lo estructuran” (auto de 24 de junio de 1997, exp. No. 6612,
reiterado en auto de 10 de marzo de 2004, exp. No. 332-01”

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(criterio también sostenido en autos CSJ AC, 28 feb. 2005 , rad.


2001-00670 ,reiterado en AC 22 sep .2014, rad. 2010-00551-
01 y AC2534-2017)» (CSJ AC2678-2018, 8 jul.).

Por lo expuesto, se impone inadmitir los cargos en


comento, pues como ha reconocido esta Sala en
oportunidades anteriores,

«(…) si la transgresión que se invoca versa tan solo sobre normas


rituales que de suyo, por su propia índole, no pueden ser las que
reconocen el derecho subjetivo del demandante que se dice
menoscabado por el fallo que se impugna, y si de otra parte la
Corte tiene circunscrita su atribución decisoria por los límites
precisos que trace la censura en casación -pues es la demanda
punto de partida ineludible de cualquier consideración crítica
respecto del juicio jurisdiccional cuya legalidad se controvierte
(G. J. T. CXXXVIII, pág. 244, y CXXX, pág. 165)-, pónese así de
manifiesto la falta de idoneidad del escrito (…) y la pérdida de
toda perspectiva de prosperidad del cargo por este rumbo, lo que
hace asimismo ostensible la inutilidad de un trámite posterior
que inevitablemente, en cuanto a dicho cargo (…) concierne,
tendrá que terminar con el registro en la sentencia del defecto
advertido desde un principio» (CSJ AC221, 24 sep. 1998,
rad. 7251).

A lo anterior cabe añadir que:

(i) La sola transcripción de una sentencia de esta


Corte, por pertinente que resulte para resolver el caso
concreto, no puede entenderse como desarrollo suficiente
de un ataque en sede de casación, pues no evidencia la
forma en que se habría trasgredido la normativa sustancial,
la magnitud del yerro en el caso concreto, o la
trascendencia del dislate para la suerte del impugnante, por
poner tan solo algunos ejemplos.

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(ii) En su reproche por la vía indirecta, la señora


Rodríguez Herrera se limitó a censurar la valoración de los
testimonios recaudados, dejando de lado que el fallo del
tribunal se fincó, también, en probanzas documentales que
indicaban la ausencia de prueba de la comunidad de vida
permanente y singular alegada. Y a lo fragmentario del
reparo, cabe añadir su intrascendencia, pues la
demandante no se ocupó de especificar por qué, de no
haberse cometido el yerro fáctico denunciado, el fallo del
tribunal habría sido favorable a sus intereses.

3.1.5. Conclusión.

Los cargos primero y segundo presentan


trascendentales falencias técnicas, consistentes,
primordialmente, en que la recurrente no señaló cuál o cuáles
normas sustanciales habría trasgredido el tribunal como
consecuencia de los errores esgrimidos, ni propuso esas
censuras en forma clara e integral, deficiencias de tal calado
que impiden a la Corte desarrollar su función como tribunal
de casación.

3.2. Cargo tercero.

3.2.1. Su formulación.

Amparándose también en la causal primera de


casación, la recurrente denunció la violación del artículo 2º
de la Ley 54 de 1990, por cuanto:

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(i) Existió un «error en derecho respecto de la apreciación


de los dos años de permanencia e impedimento legal para contraer
matrimonio que la ley exige, pues la ley habla de un lapso no menor a
dos años, y en el caso concreto son más de doce años hasta (…)

cuando el demandado abandona su hogar sin justificación ni aviso».

(ii) El tribunal «ha tomado estos dos años a manera de


imposibilidad de uno o ambos compañeros permanentes pueda

ausentarse por razones labrales, profesionales o misionales».

(iii) La unión marital de hecho «no necesariamente


implica residir constantemente bajo el mismo techo, dado que ello
puede estar justificado por motivos de salud; o por causas económicas

o laborales, entre otras, como ocurre también en la vida matrimonial ».

3.2.2. Examen del cargo.

Preliminarmente, resulta pertinente recordar que,

«(…) en la demostración de un cargo por la vía directa, el


recurrente no puede separarse de las conclusiones a que
en la tarea del examen de los hechos haya llegado el
tribunal, debiendo circunscribir su alegato “a los textos legales
sustanciales que considere no aplicados o aplicados
indebidamente, o erróneamente interpretados; pero en todo caso,
con absoluta prescindencia de cualquier consideración que
implique discrepancia con el juicio que el sentenciador haya
hecho en relación con las pruebas” (CXLVI, pág. 50, reiterada en
auto del 4 de abril de 2000, exp. 7939)» (Corte Suprema de
Justicia AC, 22 feb. 2010, rad. 1999-7596-01,
resaltado intencional).

Con similar orientación, en Corte Suprema de Justicia


SC, 24 abr. 2012, rad. 2005-00078-01, la Sala sostuvo:

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«[A]l acudir en casación invocando la violación directa de la ley


sustancial, se debe partir de la aceptación íntegra de los
hechos tenidos por probados en la sentencia, sin que se
permita plantear inconformidad alguna relacionada con los
medios de convicción recaudados, debiéndose limitar la
formulación del ataque a establecer la existencia de falsos juicios
sobre las normas sustanciales que gobiernan el caso, ya sea por
falta de aplicación, al no haberlas tenido en cuenta; por
aplicación indebida, al incurrir en un error de selección que
deriva en darles efectos respecto de situaciones no
contempladas; o cuando se acierta en su escogencia pero se le
da un alcance que no tienen, presentándose una interpretación
errónea» (resaltado intencional).

Consecuente con lo anterior, si se acepta –como es de


rigor en tratándose de la trasgresión directa de la norma
sustancial– la labor de valoración de las pruebas del ad
quem, la interpretación de la normativa sustancial que
propuso la actora no conllevaría variación alguna en la
suerte del litigio, comoquiera que lo que el tribunal observó
fue que no existía «permanencia y estabilidad del diario quehacer
existencial de la pareja, ni un proyecto de vida o un hogar común, sino
una vinculación transitoria y esporádica durante la permanencia del

demandado en el país».

Expresado de otro modo, la base fáctica sobre la que


se edificó la providencia impugnada permitió a la referida
colegiatura concluir que no surgió entre los litigantes « una
comunidad de vida permanente y singular », no porque ellos

residieran en lugares separados (la actora en Marinilla, el


demandado en las Antillas Holandesas), sino porque,
simplemente, su romance era meramente eventual,

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circunscrito a las visitas que el señor Van Grieken realizaba


al país, por motivos laborales o de salud.

Por ese mismo sendero, se advierte que además de


intrascendente, el reproche es desenfocado, esto es, carente
de simetría frente a los razonamientos determinantes de la
sentencia atacada en casación; ciertamente, mientras el
tribunal consideró que no existía sino una relación amorosa
ocasional entre los litigantes, la actora censuró que se
pensara que una comunidad de vida permanente solo
puede desarrollarse en hogares separados, tema frente al
cual la judicatura de segunda instancia no tomó postura.

En ese sentido, es pertinente traer a colación el


precedente de la Sala, que en forma invariable ha relievado
que

«(...) el censor tiene la ineludible carga de combatir todas las


apreciaciones de fondo que conforman la base jurídica esencial
del fallo impugnado, sin que sea posible desatender y separarse
de la línea argumental contenida en aquel proveído, principios
estos que, de vieja data, han llevado a la Corte a sostener que
los cargos operantes en un recurso de casación no son otros sino
aquellos que se refieren a las bases fundamentales del fallo
recurrido, con el objeto de desvirtuarlas o quebrantarlas. Por eso,
cuando los cargos hechos en un recurso no se relacionan con
esos fundamentos son inoperantes. El recurso (…) se encamina a
demostrar que la sentencia acusada quebranta la ley, dados los
fundamentos de hecho y de derecho en que ella se apoya y esto
es así porque en casación se contraponen dos factores: el fallo
acusado y la ley, pero sin que el sentenciador pueda salirse de
los motivos o causales que alega el recurrente, y sin que éste, a
su turno, pueda alegar con éxito razones, o aducir argumentos en
que no se apoya el fallo recurrido » (CSJ AC, 29 oct. 2013,
rad. 2008-00576-01).

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3.2.3. Conclusión.

El motivo de impugnación, además de intrascendente,


carece de simetría frente al fallo que definió las instancias
ordinarias; por lo que ha de ser inadmitido.
3.3. Cargo cuarto.

3.3.1. Su formulación.

Invocando la causal tercera del pluricitado canon 336,


señaló la inconforme que «no estuvo la sentencia en consonancia
con los hechos de la demanda, las pretensiones, pues tanto en los
hechos de la contestación de la demanda (excepciones) como en la

confesión del demandado se ha faltado a la verdad».

3.3.2. Examen del cargo.

Ha de recordarse, en punto a las características del


error que persigue reparar la tercera causal de casación, que

«(...) los hechos y las pretensiones de la demanda, y las


excepciones del demandado trazan en principio los límites dentro
de los cuales debe el juez decidir sobre el derecho disputado en
juicio; por consiguiente, la incongruencia de un fallo se verifica
mediante una labor comparativa entre el contenido de lo
expuesto en tales piezas del proceso y las resoluciones
adoptadas en él, todo en armonía con el artículo 305 del Código
de Procedimiento Civil; de ese modo se podrá establecer si en
verdad el juzgador se sustrajo, por exceso o por defecto, a tan
precisas pautas (CSJ SC, 6 Jul. 2005, Rad. 5214; CSJ SC, 1º
nov. 2006, Rad. 2002-01309-01)» (CSJ SC11331-2015, 27
ago.).

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Estos rasgos definitorios son ajenos a las alegaciones


de la recurrente, quien –se reitera– no mencionó cuáles
aspectos del litigio fueron desatendidos por el tribunal al
denegar la totalidad de las pretensiones de su demanda,
decisión que, se itera, adoptó por no encontrar acreditados
los supuestos fácticos de existencia de la declaratoria de
unión marital de hecho ambicionada.
Para apuntalar esa conclusión, conviene precisar que la
incongruencia,

«(...) como regla general, no puede edificarse frente a sentencias


absolutorias, las cuales, como es obvio, traducen la negación del
derecho pretendido, sin que interesen a esta causal los motivos
que haya tenido el juzgador para arribar a esa decisión.
"Siempre que el sentenciador resuelva sobre la totalidad del
litigio -ha precisado la Sala-, no existe ninguna transgresión al
principio de la congruencia entre lo pedido y lo resuelto, como
quiera que, en tal caso, se cumple a plenitud con la función
jurisdiccional en ese proceso, sin que para ello tenga
trascendencia si al decidir se acogen o se deniegan las
pretensiones de la demanda, pues, en el evento de que el fallo
sea adverso al actor, éste no resulta incongruente, ya que
‘distinto de no decidir un extremo de la litis es resolverlo en
forma adversa al peticionario. En el primer caso el fallo sería
incongruente y, en consecuencia, podría ser atacado en casación
con base en la causal segunda; en el otro no, puesto que el fallo
adverso implica un pronunciamiento del sentenciador sobre la
pretensión de la parte, que sólo podría ser impugnado a través
de la causal primera si con él se violó directa o indirectamente la
ley sustancial. De lo contrario se llegaría a la conclusión de que
el fallo sólo sería congruente cuando fuera favorable a las
pretensiones del demandante, lo que a todas luces es
inaceptable’ (LII, 21; CXXXVIII, 396 y 397)” (CCXLIX, Vol. I,
748)». (CSJ SC, 19 ene. 2005, rad. 7854).

Ahora, esa regla encuentra su excepción cuando el


fracaso del petitum es producto de un abuso en las
potestades del fallador, ya sea porque se separa de la

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relación fáctica expuesta por las partes en la demanda, o en


su contestación, para refugiarse en su visión particular de la
controversia, o porque acoge alguna de las excepciones que
no pueden ser reconocidas en forma oficiosa, en aplicación
de lo dispuesto en el artículo 282 del estatuto procesal civil
vigente.

Sin embargo, ese no parece ser el caso que ahora ocupa


la atención de la Corte, o al menos ello no puede deducirse
de la argumentación que se estudia. La censura propuesta
no mencionó desafueros en la elaboración del marco fáctico
del litigio, sino que se circunscribió a insistir en la
mendacidad de las alegaciones del demandado, protesta que
no tiene conexidad con la necesaria armonía entre lo
decidido por el ad quem y el marco de la controversia.

3.3.4. Conclusión.

El cargo adolece de evidentes defectos formales, pues


se enfiló por la senda de la incongruencia, pero se desarrolló
a partir de críticas a la veracidad de las manifestaciones del
demandado, deficiencia que hace inadmisible el cargo.

3.4. Cargo quinto.

3.4.1. Su formulación.

Al abrigo de la cuarta causal, la actora denunció que


«la sentencia contiene decisiones que hicieron más gravosa la situación

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de la apelante, toda vez que se me ha propiciado un agravio en mis

derechos constitucionales».

3.4.2. Examen del cargo.

En reciente providencia, la Corte explicó que la


trasgresión de la prohibición de reformatio in pejus exige la
demostración de dos supuestos, a saber:

«“a) que se trate de un apelante único, lo que implica que la parte


perjudicada con la decisión se conforma con ella al no
impugnarla; y b) que la sentencia que resuelve el recurso
desmejore la situación del recurrente, reconocida en la primera
instancia. Para los efectos de esta figura resulta irrelevante si se
trata de una impugnación parcial (que ataca uno o algunos
extremos del litigio, entendiendo por tales los puntos o temas que
constituyen el centro de la controversia) o total, dado que el
principio se viola cuando se empeora el derecho sustancial que la
sentencia censurada reconoció al único recurrente” (CSJ AC4415-
2016, 13 abr.).

Así las cosas, dicha causal se configura cuando el ad quem


traspasa los límites de los temas fijados por el apelante único en
la sustentación de sus reparos concretos, de tal manera que se
desconoce la prohibición consagrada en el artículo 328 del
Código General del Proceso, al punto de adoptar una decisión en
perjuicio del único impugnante, todo lo cual debe argumentar y
demostrar el censor» (CSJ AC2220-2019, 10 jun.).

Decantado lo anterior, se advierte que el escueto


alegato de la querellante no permite evidenciar cómo la
decisión del tribunal, que confirmó en su integridad la
sentencia absolutoria del juez a quo, pudiera traducirse en
una contravención al principio que consagran los artículos
31 de la Constitución Política y 328 (inciso 4º) del Código
General del Proceso.

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3.2.3. Conclusión.

Es forzosa la inadmisión del cargo analizado, pues no


se señaló con claridad cómo el quehacer del tribunal habría
infringido la prohibición de desmejorar la situación del
apelante único, demérito que no se advierte a simple vista,
pues el ad quem refrendó la negativa de las pretensiones
que fue dispuesta como colofón de la primera instancia.

3.5. Cargo sexto.

3.5.1. Su formulación.

Diciendo «invocar como causal de casación la contenida en el


parágrafo 1 art. 344 del Código General del Proceso, infracción a

normas de derecho sustancial», la recurrente denunció que:

(i) El proceso se encuentra viciado, en tanto el juez de


primera instancia «interrumpe a la suscrita en la mayoría de [sus]
intervenciones, les insinúa la respuesta a los testigos y cuando
aquellos dicen la verdad o confiesan un hecho a favor de la

demandante (…) manifiesta que no tendrá en cuenta esa respuesta».

(ii) Además, el funcionario «fue grosero con la suscrita


durante las audiencias», lo que se suma a la « pérdida de folios,
borrar folios, no pronunciarse frente a solicitudes de la recurrente, y (…)

la relación insana entre el demandado y el fallador », hechos que

puso en conocimiento de la Fiscalía.

3.5.2. Examen del cargo.

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En tratándose del recurso de casación, la falta de


señalamiento expreso de la causal invocada resulta ser un
defecto de enorme calado. Sin embargo, intentando
anteponer los derechos sustanciales (el acceso a la justicia
y la tutela judicial efectiva, particularmente) por sobre las
pautas procesales, esta Sala se ha ocupado de interpretar
cargos enrarecidos por la referida omisión, buscando
extraer de su contenido características diferenciales que
permitan su subsunción en una de las vías que el legislador
tiene habilitadas para este remedio extraordinario.

Sin embargo, tal esfuerzo resulta imposible en el sub


lite, pues, amén de dejar de relacionar las normas
sustanciales que el tribunal habría trasgredido (carga sobre
cuya importancia se pronunció ya la Corte, en el numeral
3.1.4. supra), la demandante solamente se refirió al
quehacer del juez de primera instancia, perdiendo de vista
el objetivo de la impugnación extraordinaria.

Cual si fuera poco, aunque se refieren tangencialmente


ciertas «irregularidades» en el trámite de la actuación, estas ni
fueron demostradas, ni son constitutivas de alguno de los
yerros in procedendo a los que refieren las causales tercera
a quinta del canon 336 del estatuto procesal civil. Y, ante el
comentado panorama, el cargo debe inadmitirse, porque
como lo ha reiterado esta Corporación,

«[e]l recurso de casación debe contar con la fundamentación


adecuada para lograr los propósitos que en concreto le

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son inherentes y, por disponerlo así la ley, es a la propia


parte recurrente a la que le toca demostrar el cabal
cumplimiento de este requisito, lo que supone, además de la
concurrencia de un gravamen a ella ocasionado por la
providencia en cuestión, acreditar que tal perjuicio se
produjo por efecto de alguno de los motivos específicos que
la ley expresa, no por otros, y que entre el vicio denunciado en
la censura y aquella providencia se da una precisa relación de
causalidad, teniendo en cuenta que, cual lo ha reiterado con
ahínco la doctrina científica, si la declaración del vicio de
contenido o de forma sometido a la consideración del Tribunal de
Casación no tiene injerencia esencial en la resolución
jurisdiccional y ésta pudiera apoyarse en premisas no
censuradas eficazmente, el recurso interpuesto carecerá
entonces de la necesaria consistencia infirmatoria y tendrá que
ser desechado (…)» (CSJ AC2869, 12 may. 2016, rad.
2008-00321-01).

3.5.3. Conclusión.

La denuncia de yerros que no atañen a la labor del


tribunal, ni tienen relación tampoco con las precisas
causales de casación, también frustran la admisibilidad de
la crítica.

4. Conclusión general.

Como quiera que los ataques planteados en la


demanda de casación no reúnen la totalidad de los
requisitos formales necesarios para su trámite, se impone la
inadmisión de ese libelo, con apoyo en el numeral 1 del
artículo 346 del Código General del Proceso.

5. Anotación adicional.

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No es procedente seleccionar el asunto para eventual


casación de oficio, porque no se evidencia la estructuración
de alguno de los supuestos consagrados en el último inciso
artículo 336 del Código General del Proceso.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Civil de


la Corte Suprema de Justicia,

RESUELVE

PRIMERO. DECLARAR INADMISIBLE la demanda de


casación presentada por la demandante para sustentar el
recurso que interpuso frente a la sentencia de 8 de abril de
2019, proferida por la Sala Civil Familia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Antioquia, dentro del
proceso verbal de declaración de existencia de sociedad
patrimonial de hecho que promovió Elisa María Rodríguez
Herrera contra Huber Harold Van Grieken.

SEGUNDO. Por secretaría, devuélvase el expediente al


Tribunal de origen.

Notifíquese y cúmplase

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE


Presidente de Sala

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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