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Tendlarz
Lacan se pregunta si hay goce o no del cuerpo del Otro, y responde que
en realidad se goza del propio cuerpo y del objeto que está alojado en el
Otro. Por eso en la sexualidad hay una falla, un agujero, no hay relación
sexual. El falo como semblante se vuelve un obstáculo a la relación
sexual. A nivel de la relación sexual hay un agujero, no hay un significante
que pueda inscribir la relación entre los sexos. Del lado hombre hay un
significante que es el falo, pero del lado de la mujer ningún significante
puede nombrarla, por eso La mujer, como universal, no existe. Hay
entonces una falla que se produce en el encuentro entre los amantes y
se expresa como soledad. En su lugar están los discursos en tanto que
establecen el lazo social, las relaciones regladas con el Otro.
Los seres hablantes se reparten entre todo y no todo, de modo tal que
para el hombre le está reservada la castración junto con el goce fálico y
la condición fetichista de elección de objeto, fantasmática; y del lado de
la mujer está la división, el goce suplementario, que es un goce abierto,
ilimitado, que tiene un matiz loco y enigmático y que da la vertiente
erotómana del hacerse amar de las mujeres.