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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Mdf30y por la


Traducción; Marijf22 por la Corrección de la
Traducción; Leluli, Mokona y Taratup por la
Corrección; Laavic por la Diagramación,
Bibliotecaria70 y Laavic por la Primera y

Marisa Chenery - Emparejada a Un Lobo- Serie La Guarida De Wulf IV


Segunda Lectura Final Lectura de este Libro para
El Club De Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que


nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Aviso Excomulgado

El Club de Las Excomulgadas ha realizado


este proyecto de fan traducción Sin Ánimo
De Lucro Alguno.

Está hecho por Fans para Fans, Siendo su

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Distribución Complemente Gratuita.

No ha tenido en ningún momento el objetivo


de quebrantar la propiedad intelectual del
autor o reemplazar el original. Su Único fin
es incentivar y entretener con la lectura en
nuestro idioma.

Así mismo las Incentivamos a Comprar Las


Obras de Nuestras Autoras Favoritas, ya
sea en el idioma original o cuando estén
disponibles en español, para seguir
disfrutando de estas grandes novelas.

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Finn York tuvo una mala experiencia con los hombres lobo. Marcado
emocional y físicamente por la experiencia, su aversión le hace luchar contra la
atracción que siente por la mujer hombre lobo que conoce en Wulf’s Den. Sin
embargo, su olor le atrae con la fuerza irresistible de un apareamiento de hombres
lobo.

Jocelyn trabaja como camarera en Wulf’s Den. Ella ya había visto antes a
Finn meses atrás, pero los cambios repentinos en él la confunden. Cuando le sirve
unas bebidas una noche él gruñe y olfatea el aire como si pudiera ser capaz de oler

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su excitación y la confusión de Jocelyn se intensifica. Pero su interés por Finn
aumenta y planea una manera de obligarle a superar su repugnancia para
reclamarla como su compañera.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Uno
Finn York se sentó en un rincón oscuro de Wulf’s Den1 y miró a la gente
que estaba a su alrededor. Se bebió rápidamente el trago de whisky que tenía en la
mano, disgustado por el número de hombres lobo que podía distinguir entre la
multitud. Dejó el vaso de chupito vacío con un golpe y cogió la botella de cerveza
que estaba en la mesa frente a él. No sabía por qué no podía dejar de venir al Wulf’s
Den cuando le disgustaba estar cerca de los empleados y clientes, que en su mayor
parte eran hombres lobo. Se destacaban entre la multitud debido a su atractivo
aspecto de modelos, además de sus cuerpos bien torneados y sus alturas que
sobrepasaban la media. Hubo un tiempo en que le había encantado venir a este sitio

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con su hermano gemelo, Eli, con la esperanza de ligar con una de las hermosas
mujeres. Ahora que realmente sabía lo que eran todo había cambiado. Ahora se
sentía atraído hacia el Wulf’s Den al menos tres noches a la semana para observar a
los hombres lobo, su nueva y enferma obsesión.

Al menos Eli se había quedado en casa esta noche en vez de seguirle. Finn
sabía que su gemelo estaba preocupado por él, pero la expresión de preocupación
de Eli le crispaba los nervios. Al igual que la preocupación de su hermano mayor,
Keegan, y su hermano menor, Hayes, cuando andaban a su alrededor. Pero las
muestras de preocupación de Billie eran lo que más le molestaba. Al ser el bebé de
la familia y la única chica entre cuatro hermanos, él y sus hermanos siempre la
habían protegido. Ahora que Billie había tomado a un hombre lobo de más de mil
quinientos años como su compañero, y se había convertido a sí misma en hombre
lobo, ya no necesitaba a sus hermanos para protegerla.

Con Billie siendo capaz de cuidar de sí misma, ella y el resto de la familia


enfocaron su atención cariñosa en él, a causa de lo que le había ocurrido tres meses
antes. Si alguna vez se enteraran de los cambios que habían tenido lugar en su
interior después de ese fatídico día, Finn sabía que iban a estar un poco más que
preocupados sobre su comportamiento.

1
Traducido sería La Guarida de Wulf, pero como es el nombre del bar se deja en el original.

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El Club de las Excomulgadas
Apretó los dientes mientras una nueva ola de olores mezclados le inundaba.
Maltrataban sus sentidos y le daban una gran cantidad de información acerca de las
personas que estaban sentadas cerca de su mesa. Lo odiaba. No había pedido ese
“don”, o el don de la visión que poseía ahora. Una inyección de sangre del
compañero hombre lobo de Billie había ocasionado esos cambios en él. La sangre
de Royce había tenido un efecto permanente en él.

Tomó un largo trago de su cerveza cuando vio a Beowulf y a Roxie más allá
en la barra. Wulf’s Den era propiedad de Beowulf, que también era el líder de la
manada. Finn intentaba evitar a Beowulf tanto como podía, sobre todo porque
parecía que Roxie nunca estaba demasiado lejos de su compañero. Ella era a la que
Finn deseaba evitar a toda costa. Descendiente de Royce, había sido la primera

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mortal que se había convertido en hombre lobo, y había sido la responsable de
convertir a Billie. No podía mirarle a la cara sabiendo lo que le había hecho a su
hermana. Era el mismo hechizo que Roxie había usado para convertir a su
hermana en hombre lobo, lo que otro hombre lobo macho rival había tratado de
usar en él tres meses antes. Gren, pensando que era la sangre de Royce lo que había
sido la clave para transformar a Roxie, lo secuestró a él y a Royce con el fin de
poder tratar de usarle para transformar a Finn. El hechizo no había funcionado del
modo en que Gren había querido, pero de todos modos, la sangre de Royce había
dejado su huella en Finn.

Con otro trago de su cerveza, llamó la atención de la camarera más cercana.


Tenía la intención de sentarse aquí hasta que se cayera de la borrachera. Sólo
entonces se iría a casa, y caería en su cama, sin tener que preocuparse por las
visiones que invadían sus sueños.

****

Jocelyn mantenía un ojo en el mortal que estaba sentado solo en un rincón


oscuro del cuarto, mientras llevaba bebidas a las otras mesas. Le había notado la
primera vez que había venido al Wulf’s Den con su hermano gemelo idéntico.
Había estado mucho más despreocupado y feliz entonces. Ahora, parecía ser un
hombre completamente diferente. Ya no se le veía mirar apreciativamente a las

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El Club de las Excomulgadas
mujeres a medida que pasaban, ni tampoco reía o bromeaba con su hermano
cuando llegaban al club nocturno juntos. Algo parecía haberle cambiado hacía tres
meses, y no para mejor. En cada ocasión, Jocelyn le pillaba mirando a los hombres
lobo que había en el club con repugnancia, como si su mera presencia le molestara.
Si ese fuera el caso, no podía entender por qué seguía viniendo a Wulf’s Den
semana tras semana.

Cuando entregó las bebidas en una mesa cercana al mortal, Jocelyn le echó
un vistazo. Su ritmo cardíaco se hizo un poco más rápido cuando sus ojos azules
grisáceos atraparon los suyos y agitó su mano para que ella se acercara a su mesa.
Le asintió mientras servía la última bebida de su bandeja.

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Incapaz de detenerse, Jocelyn posó su mirada hambrienta sobre el mortal.
Le deseaba. Antes de que esos cambios ocurrieran en él, había estado reuniendo
coraje para acercarse y hablarle, para tantear el terreno, pero con el odio que
aparentemente sentía por los de su especie, había decidido mantenerse alejada. No
había detenido la reacción de su cuerpo siempre que venía al club. Incluso ahora,
sus pezones se apretaron en brotes debajo de su blusa, y su coño anheló ser llenado
a medida que se acercaba a él.

En su mesa, sonrió, agradecida de que no fuera un hombre lobo. Un macho


de su especie fácilmente olería el aroma de su excitación.

— ¿Qué puedo servirte?

Él habló a través de los dientes apretados.

—Dame otro chupito de whisky y otra cerveza. —Sus fosas nasales se


dilataron mientras tomaba respiraciones profundas de aire.

Las cejas de Jocelyn se unieron en confusión cuando le miró inhalar su olor.


Sus manos se apretaron en la mesa delante de él cuando su mirada caliente rastrilló
a lo largo de su cuerpo y de nuevo hasta su cara. Un músculo en su mandíbula saltó
cuando hizo un gruñido animal callado de necesidad. Su coño se apretó por el
sonido. Si no lo supiera mejor, él mostraba todos los signos de un hombre lobo

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El Club de las Excomulgadas
macho que acababa de encontrar a su compañera. Jocelyn tomó el olor en sus
pulmones. Olió al mortal, pero también detectó otra cosa, tenía un olor subyacente
a hombre lobo. Era diminuto comparado con el olor de mortal, pero sin embargo lo
captó. Y estaba excitado. Ese olor almizcleño masculino de su excitación se
apoderó de ella, volviéndose cada vez más fuerte cuanto más tiempo permanecía
delante de él.

Insegura de cómo interpretar su olor, Jocelyn asintió.

—Estaré de vuelta en unos minutos con tus bebidas.

Sintió que sus ojos le seguían cuando se volvió y se dirigió a la barra.

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Jocelyn colocó su pedido de bebidas y luego se giró para encontrar a Beowulf y a
Roxie lanzándole miradas curiosas. Les devolvió las miradas. Beowulf permaneció
de pie con un brazo alrededor de los hombros de Roxie mientras ella estaba sentada
en uno de los taburetes. Rara vez les veía al uno sin el otro. En su opinión,
encontraba que Beowulf era un poco más protector con su compañera de lo que los
hombres eran generalmente, pero no le podía culpar. Roxie era especial. Las
marcas parecidas a un diseño celta alrededor de su muñeca izquierda la marcaban
como la elegida de una antigua profecía para gobernar sobre todas las manadas de
hombres lobo.

Cuando Beowulf y Roxie la siguieron mirando fijamente, Jocelyn levantó


una ceja en su dirección.

— ¿Qué?

Roxie le dio una sonrisa de complicidad antes de mirar a la mesa del mortal,
y luego de vuelta a ella.

—Te gusta Finn, ¿no? —Cuando Jocelyn le dirigió una mirada confusa,
Roxie añadió—. El mortal de cuya mesa viniste. Su nombre es Finn. Estoy segura
de que te gusta.

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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn se volvió para colocar la botella abierta de cerveza y el chupito de
whisky en su bandeja. Sintió que sus mejillas enrojecían sabiendo la razón de cómo
Roxie sabía exactamente que encontraba a Finn atractivo.

—Tal vez me gusta.

Roxie se rió entre dientes.

—Yo diría que es mucho más que tal vez. Creo que eres justo lo que Finn
necesita.

—Rox —advirtió Beowulf—. No creo que sea una buena idea jugar a la
casamentera en lo que a Finn se refiere.

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—Creo que sería una manera perfecta de conseguir sacar a Finn de su
berrinche.

—Yo no diría que el comportamiento de Finn es un berrinche. Es un poco


más fuerte que eso, y no creo que su actitud vaya a cambiar tan fácilmente.

Roxie puso los ojos en blanco.

—No le hagas caso a Beowulf, Jocelyn. Esa es solo su opinión. Sólo diré
una última cosa y entonces podrás tomar tu propia decisión.

Beowulf jadeó con un fingido shock.

— ¿Sólo una? ¿Cuándo aprendiste esa restricción? —Luego gruñó cuando


Roxie le clavó el codo en las costillas.

—Como dije antes de que me interrumpieran tan groseramente —le dijo


Roxie a Jocelyn—. Diré una última cosa. Finn se enteró sobre nuestra especie de
una forma en la que ningún mortal debería. Nos ha dado una mala fama a sus ojos.
Si le mostraras que no todos los hombres lobo son tan malos como él piensa, puede
que seas capaz de conseguir que él nos vea con una mejor luz. Le harías a él y a su
familia un favor. Sólo te digo esto para que lo pienses.

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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn asintió. Roxie había explicado algunas de las razones por las que
Finn había cambiado, aunque no entró en detalles. Ahora que lo pensaba, su
comportamiento había cambiado en la misma época en la que la manada se había
enterado de que Gren, un antiguo enemigo de Beowulf, había muerto. ¿Podría
haber estado Finn implicado en lo que había acabado con Gren? Recogió su
bandeja de bebidas de la barra.

—Pensaré en ello. Será mejor que le entregue a Finn sus bebidas. Puedo
sentir que su mirada me está apuñalando la espalda.

Roxie sonrió.

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—Oh, yo no describiría la mirada completamente de esa manera. Diría que
es muy al contrario.

Levantando la mirada en dirección de Finn, respiró hondo. La miraba con


avidez, su mirada era tan caliente que estaba sorprendida de no haberse derretido
en un charco de baba en el suelo. Cuando se dio cuenta de que le había pillado
mirándola fijamente, el hambre dejó su cara para ser reemplazada por la “oh” tan
familiar mirada de disgusto.

Con un suspiro, Jocelyn cargó con la bandeja de bebidas hasta su mesa.


Colocó cada una de ellas delante de él y luego recogió la botella vacía de cerveza y
el vaso que también estaba sobre la mesa.

— ¿Puedo ofrecerte algo más? —Dejó que su mirada se deslizara por su


cabello negro y lacio, los pómulos altos y sus labios esculpidos. Finn hizo un
gruñido animal igual al que había hecho antes, cuando su mirada se clavó en su
boca y su lengua salió para lamer sus labios repentinamente resecos.

—No. Sólo sigue trayendo las bebidas —contestó con un gruñido.

Jocelyn se obligó a alejarse. Se aseguraría de no alejarse demasiado de él.


Tenía la sensación de que hacia el final de la noche él tendría suerte si podía estar
de pie por sí mismo.

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El Club de las Excomulgadas
****

Finn se recostó lentamente en su silla mientras la habitación giraba a su


alrededor. Había alcanzado la etapa de estar completamente borracho y algo más.
La culpaba a ella. Cada vez que le traía sus bebidas, su olor se estrellaba contra él
haciendo que su pene se endureciera de necesidad. No podía dejar de inspirar el
olor de su excitación profundamente dentro de él, hasta que supiera que su olor se
quedaría para siempre grabado en su cerebro. Incluso ahora, tan borracho que
dudaba que pudiera salir fuera para llamar un taxi, sin mencionar caminar fuera de
Wulf’s Den, lucía una furiosa erección. Luchó contra el impulso de acomodarse esa
parte dentro de sus vaqueros, que ahora se sentían demasiado apretados en la
entrepierna.

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Con las manos apoyadas en la mesa, Finn intentó levantarse. Se inclinó
sobre la mesa durante unos segundos mientras la habitación pareció girar más
rápido. Una vez que sintió que el cuarto giraba a un ritmo más lento, se obligó a
ponerse en pie. Hasta aquí, todo bien. Ahora tenía que completar la tarea de andar
a través de la habitación hacia la entrada. Ahora mismo, la distancia parecía
demasiado grande para que lo consiguiera. Decidido a salir del club nocturno sin
caerse de cara, Finn dio un paso vacilante, alejándose de la mesa.

Le llevó su tiempo caminar a través del club casi desierto. Las puertas
habían cerrado para el público unos minutos antes. A mitad de camino hacia la
puerta de entrada, Finn comenzó a tener problemas. El alcohol que había
consumido comenzó a correr hacia su cabeza. Tropezó cuando comenzó a caer de
lado. Antes de perder completamente el equilibrio, un brazo rodeó su cintura y su
brazo fue colocado sobre un conjunto de hombros femeninos. Cuando miró hacia
abajo y vio quién había acudido a ayudarle a mantenerse derecho, Finn se tragó un
gemido.

La mirada de Finn chocó con los increíbles ojos verdes claro de su camarera
cuando ésta le devolvió la mirada. Incapaz de detenerse, dejó que su mirada
acariciara su pelo largo de color castaño rojizo, liso, antes de descender por su
cuerpo delgado. Tenía todas las curvas correctas en todos los lugares adecuados,

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El Club de las Excomulgadas
que parecían ajustarse perfectamente a su costado. Como todas las de su especie,
era más alta que la mayoría de las mujeres mortales. Con su altura superior al
metro noventa, él sobresalía ampliamente sobre muchas mujeres, pero no sobre
esta. Tenía que medir al menos metro ochenta.

Trató de retirar su brazo, pero ella le aferró con tenacidad.

—Puedo caminar por mi cuenta. —Su voz sonó mal pronunciada incluso
para él.

Ella dio un resoplido de incredulidad mientras empezaba a encaminarles


hacia la entrada.

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—Dudo eso. Soy Jocelyn Swen, en caso de que te interese.

Finn sintió que el lado del seno de Jocelyn rozaba su costado en cada paso
que daban. Su polla tiesa palpitaba dentro de sus vaqueros. No le importaba que
ella fuera un hombre lobo. Sólo quería estar sepultado hasta la empuñadura dentro
de su coño mojado. Apretó los dientes contra la intensa excitación que hacía que su
sangre se disparara a través de sus venas por la necesidad.

—Ya que no me dejarás ir, y que yo no estoy en condiciones de pelear


contigo, puedes meterme en un taxi.

—No lo creo. Te llevaré a casa. Probablemente te desmayarías en el taxi y


entonces, ¿dónde estarías?

Para su disgusto, cuando llegaron a la puerta, Jocelyn logró sostenerle


fácilmente contra su costado con un brazo mientras usaba la otra mano para
empujar la puerta de la discoteca. Pese a que él pesaba más que ella, y tenía mucho
músculo en su cuerpo lo que le hacía bastante pesado, ella no tuvo ningún
problema para maniobrarle. Al ser un hombre lobo, probablemente podría limpiar
el suelo con él si quisiera.

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El Club de las Excomulgadas
No le tomó mucho tiempo a Jocelyn llegar al estacionamiento detrás de
Wulf’s Den. Caminó hacia el Ferrari negro que estaba aparcado en la parte
posterior de la parcela. ¿Todos los hombres lobo conducían coches caros? Finn no tuvo
mucho más tiempo para detenerse en esa cuestión en particular una vez que ella le
tuvo apoyado de espaldas contra su coche mientras buscaba las llaves en su bolso.
Sin su apoyo, sus piernas lentamente comenzaron a ceder y empezó a deslizarse
hacia abajo del coche. Jocelyn le cogió por la cintura con ambos brazos para que se
apoyara contra su cuerpo antes de que pudiera golpear el suelo.

La sensación de sus pechos presionados contra su pecho cuando le abrazó


fue demasiado para él. La necesidad de probar su boca anuló todo lo demás que
sentía. El mismo gruñido animal que no había sido capaz de controlar en la

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discoteca se elevó nuevamente dentro de él cuando entrelazó sus dedos a través de
su pelo. Finn la mantuvo en su lugar mientras dominaba su boca con un beso
intenso. Cuando movió sus labios contra los de ella, empujó su lengua dentro de su
boca. Su lengua se entrelazó con la de ella. Su sabor le hizo empujar su erección
contra la parte inferior de ella. El sabor era mejor que el vino más embriagador. No
podía conseguir lo suficiente de ella. Cuando ella gimió de necesidad, ahuecó su
culo con las manos y la arrastró más cerca mientras frotaba su polla contra ella.

Perdido en una bruma de excitación sexual, Finn llevó una mano a los
botones de la blusa de Jocelyn. Trató de desabotonar un botón para poder deslizar
una mano dentro y ahuecar su seno, pero se apartó de él, rompiendo el contacto de
sus labios. Finn se fijó en que sus labios estaban hinchados por sus besos mientras le
miraba fijamente. La necesidad de tirarla sobre el coche, levantar su falda estrecha
y enterrar su polla en su interior latía furiosamente dentro de él. Casi no pudo
ignorarlo. Antes de que pudiera intentarlo y tomar sus labios otra vez, Jocelyn abrió
la puerta de pasajeros y la mantuvo abierta para él.

Ella sacudió la cabeza cuando él la iba a atraer de nuevo hacia él.

—No, Finn. En primer lugar, no voy a tener sexo contigo en un coche en un


estacionamiento. No estoy tan desesperada. Y en segundo lugar, no estoy segura de
que sea algo que realmente quieras hacer. No eres capaz de pensar con claridad en

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El Club de las Excomulgadas
este momento. No tengo la intención de dormir contigo y que luego te arrepientas
de lo que hiciste a la mañana siguiente. Ahora, entra en el coche.

Finn sintió que el mundo comenzaba a girar más rápido otra vez. No tenía
ni idea de cómo sabía su nombre. Sabía que no se lo había dicho, pero por el
momento no le importó cómo lo había averiguado. Ella le empujó dentro del coche
y le puso el cinturón de seguridad antes de cerrar la puerta. Vio a dos Jocelyns
caminar por delante del coche y meterse dentro por el lado del conductor. Los ojos
de Finn se volvieron pesados cuando se acomodó en un rincón del asiento.
Renunció a la batalla para mantenerse despierto cuando Jocelyn arrancó el coche.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Dos
Finn entreabrió un ojo, pero rápidamente lo cerró con un gemido por el
dolor de cabeza. Se sentía como si alguien golpeara a través de ella. Pasó un brazo
sobre sus ojos. Otro par de horas de sueño y sería capaz de enfrentarse al mundo.
Después de eso, tomaría una ducha caliente y encontraría algo que pudiera tomar
contra su dolor de cabeza asesino.

A punto de volver a dormirse, Finn sintió que la cama se movía cuando


alguien se tumbó a su lado. Bajó su brazo y se dio la vuelta para mirar a la mujer
que yacía a su lado. Su olor, uno que nunca olvidaría, se arremolinaba a su

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alrededor. Jocelyn. Finn se puso rígido cuando cayó en la cuenta de que la cama en
la que estaba durmiendo no era la suya, y que tampoco reconocía el dormitorio.
¿Cómo diablos había terminado allí?

Las sábanas crujieron cuando la mujer a su lado rodó sobre su costado para
colocarse frente a él. Plasmó un ceño en su cara cuando ella le miró con una
pequeña sonrisa formándose en sus labios.

— ¿Cómo está tu cabeza?

—Está bien. ¿Qué estoy haciendo aquí?

—Mentiroso. Oí que gemías hace un minuto. En cuanto al hecho de que


estés en mi cama, no me dejaste en realidad otra opción. Te desmayaste en mi
coche antes de decirme donde vivías. Así que te traje a mi casa. Después de llevarte
a la cama, busqué en tus vaqueros para encontrar tu cartera, pero sólo encontré el
dinero que tenías en el bolsillo y nada más.

Finn rápidamente levantó las sábanas para encontrar que no tenía ni una
prenda de ropa en él. También notó que su polla había tomado interés en la mujer
de su lado. Se alargaba y ponía más dura con cada bocanada de su olor que
aspiraba. Dejó que la sábana cayera de nuevo sobre él.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Por qué estoy desnudo?

Jocelyn se rió entre dientes.

—Bueno, sólo pensaba quitarte la camisa y los vaqueros para que pudieras
dormir más cómodo. ¡Qué sorpresa me llevé cuando me enteré que ibas sin ropa
interior debajo de los vaqueros! Para entonces ya había conseguido esa ojeada, así
que te quité los vaqueros de todos modos.

Finn sintió que su polla se sacudía al pensar que Jocelyn le había desnudado
completamente mientras dormía.

—Por lo tanto, ¿no te molesta dormir a lado de un hombre desnudo que

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apenas conoces?

—No, no realmente. No estabas exactamente en ninguna condición de


violarme o algo así. Además no tengo por costumbre dormir con hombres que no
recordaran si en realidad tuvimos sexo. Pero ahora que estás sobrio, no me
opondría a comenzar donde lo dejamos anoche.

El recuerdo del beso que habían compartido en el estacionamiento regresó a


toda prisa. Finn recordó la sensación de ella en sus brazos cuando probó su boca.
El latido de su corazón se hizo más rápido enviando más sangre a su ya hinchado
pene. Se recordó que Jocelyn era un hombre lobo. Que había hecho un pacto
consigo mismo de no dormir nunca con uno. Que le disgustaban todos ellos por lo
que le había pasado. No funcionó. En cambio, imágenes eróticas de Jocelyn debajo
de él mientras la montaba hasta que ambos no pudieran moverse llenaron su
cabeza.

Se acercó al borde de la cama, alejándose de Jocelyn.

—Creo que no. Tengo que irme ahora mismo.

Jocelyn sacudió la cabeza.

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El Club de las Excomulgadas
—Para alguien a quien supuestamente le disgustan tanto los hombres lobo,
seguro que no estás actuando como tal. En todo caso, esa erección tuya me dice
que estarías más que contento por besarme y algo más.

Finn echó un vistazo abajo, a su cuerpo, y vio que su polla había hecho una
carpa sobre sí misma.

—Puedo encargarme de esto por mí mismo.

Moviéndose más rápido de lo que cualquier mortal podría, Jocelyn saltó


encima de él y se sentó a horcajadas sobre sus caderas, dejando que sus piernas le
encerraran y se cernió sobre él. Tomó cada una de sus muñecas y las presionó al

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colchón a ambos lados de su cabeza. Por suerte para él, ella llevaba pantalones
cortos de color azul cielo y una camiseta a juego.

—Por qué ocuparte de ese pequeño problema por ti mismo cuando estaría
más que contenta de hacerlo por ti. Sé que ambos disfrutaríamos mucho más de esa
manera.

Con un gemido, Finn trató de levantar sus manos, pero Jocelyn fácilmente
lo mantuvo fijado a la cama.

—Ah, Dios, tenías que parecerte a Billie en lo que se refiere a los hombres.

— ¿Quién es Billie? —Jocelyn arrastró su lengua a través de sus labios.

Necesitó unos segundos para que Finn entendiera lo que le había


preguntado.

—Billie es mi hermana.

Jocelyn dejó un rastro de besos a lo largo de su mandíbula hasta su oído.

— ¿Y qué le hace tu hermana a los hombres?

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El Club de las Excomulgadas
—Siempre ha defendido que si una mujer realmente desea a un hombre, no
debería esperar a que él diera el primer paso. —Con el olor de Jocelyn llenando su
cabeza, Finn decididamente encontró cada vez más difícil concentrarse. Su polla
latía dolorosamente bajo la sábana.

—Ya veo. Creo que me gustaría conocer a tu hermana. Parece que ella y yo
nos llevaríamos bien. Es una chica que piensa como yo.

— ¿Por qué? ¿Por qué también saltas sobre hombres desprevenidos?

—Estoy a favor de eso. Nunca lo he intentado antes. Adivino que puede


decirse que soy un poco del tipo tímido.

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Finn no pudo detener el pequeño gruñido animal que se deslizó de sus labios
cuando Jocelyn suavemente le mordisqueó el lóbulo de su oreja.

—Me parece difícil de creer.

—Es verdad. Eres el primer hombre sobre el que he saltado, sin que él haya
hecho primero sobre mí.

Ya no podía pensar con claridad. Jamás se había sentido tan atraído por una
mujer antes. La excitación ardía a través de su cuerpo destruyendo sus defensas. La
repugnancia que por lo general sentía hacia los hombres lobo de sexo femenino que
mostraban interés hacia él no apareció con Jocelyn. Encontró que su olor era
adictivo, y atrajo a la superficie algo que no reconoció en sí mismo. Algo que
quería tomarla, reclamarla como su compañera.

No quería enfrentarse a los sentimientos que surgían en su interior, pero


cuando Jocelyn se inclinó para tomar sus labios en un beso lánguido y las puntas de
sus pechos detrás de su camiseta rozaron su pecho, Finn supo que estaba perdido.
Con un gemido, impulsó su lengua dentro de su boca. Esta vez, cuando él trató de
liberar sus manos, no lo hizo para alejar a Jocelyn. La necesidad de tocarle hizo
que gruñera en voz baja en su garganta. Como si ella entendiera lo que significaba
el gruñido, liberó sus manos e hizo descender sus caderas hasta que su coño estuvo

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El Club de las Excomulgadas
en contacto con su polla. La sensación de su calor húmedo a través de sus
pantalones cortos hizo que envolviera sus brazos alrededor de su cintura, al mismo
tiempo que le hacía rodar sobre su espalda.

Finn se colocó entre sus piernas mientras tomaba el control del beso. Sorbió
su lengua en su boca. Jocelyn gimió mientras aferraba sus hombros con las manos.
Levantando el dobladillo de su camiseta, la arrastró por encima de su cabeza.
Ahuecando uno de sus senos en su mano, tiró del pezón tenso mientras
abandonaba su boca y dejaba un camino de besos hacia abajo, yendo desde su
cuello hasta alcanzar su seno. Chasqueó el pezón de Jocelyn con la punta de su
lengua antes de sorberlo profundamente dentro de su boca. Al mismo tiempo que
succionó su seno, cogió la pretina de sus pantalones y se los bajó más allá de sus

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caderas. Jocelyn los pateó fuera el resto del camino.

Presionados ahora piel contra la piel, Finn luchó contra el impulso de


sepultar su polla dentro de ella. El olor de su excitación le hizo anhelar el sabor de
su coño. Soltando su pezón, bajó por su cuerpo. Una vez que estuvo con los
hombros entre sus muslos extendidos, arrastró la lengua a lo largo de los pliegues
hinchados de su coño. El olor y sabor de ella causaron que otro gruñido surgiera de
su garganta.

Las caderas de Jocelyn se elevaron del colchón cuando extendió sus pliegues
y sumergió su lengua dentro de su núcleo. Siguió dando vueltas en su sexo hasta
que la hizo gemir de necesidad. Lentamente, empujó un dedo dentro de su vagina.
Sus paredes interiores se sujetaron en torno a éste mientras lo empujaba dentro y
fuera de su cuerpo. Cuando deslizó un segundo dedo dentro de ella, Finn
arremolinó su lengua alrededor de su clítoris. Jocelyn enhebró los dedos en su pelo
y lo sostuvo contra ella mientras chupaba el pequeño nudo de carne. Cuando sus
paredes interiores comenzaron a tener espasmos alrededor de sus dedos, chupó su
clítoris con más fuerza. Jocelyn gimió cuando llegó al clímax contra su boca.

Finn se irguió de su posición entre sus piernas. Apoyó su peso sobre sus
codos cuando la cabeza de su polla presionó contra el calor mojado del coño de
Jocelyn. Estaba a punto de empujarse en su interior cuando las imágenes se

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El Club de las Excomulgadas
estrellaron contra su cabeza. Finn se quedó sin aliento cuando éstas fueron
reproducidas ante sus ojos. Desde la distancia, oyó que Jocelyn le preguntaba qué
sucedía, pero no pudo contestarle. En el momento en que las imágenes se
desvanecieron, su cuerpo había estallado en un sudor frío y había perdido su
erección.

Resollando, se arrojó lejos de Jocelyn y fue a sentarse al borde de la cama


mientras trataba de ordenar lo que acababa de ver. La sensación de la mano de
Jocelyn en su espalda le hizo encogerse y apartarse. Tenía que alejarse de ella. A
través de las imágenes inconexas que había visto en su cabeza, hubo una imagen
que había visto con gran claridad, Jocelyn muerta en un charco de su propia sangre.
De esa imagen, sintió que él había sido la causa de su muerte. Su don de visión,

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una herencia de su madre que había hecho que se volviera loca, se había despertado
dentro de él después que le inyectaran la sangre de Royce. Odiaba más éstas
visiones de lo que odiaba los otros efectos secundarios.

Jocelyn fue a arrodillarse en la cama detrás de él.

— ¿Estás bien?

Finn se levantó rápidamente. Viendo su ropa doblada con esmero al final de


la cómoda de Jocelyn, fue hacia allí y comenzó a vestirse.

—Tengo que salir de aquí. —Le dio la espalda para que no pudiera ver lo
profundamente afectado que estaba por lo que había visto.

—Te daré mi número de teléfono móvil antes de que te vayas.

—No.

Oyó que ella se acercaba para ponerse de pie detrás de él.

— ¿Qué quieres decir con “no”? Quiero verte otra vez.

20
El Club de las Excomulgadas
Ahora vestido, Finn se giró hacia Jocelyn. Tenía sus manos en puños a sus
costados para evitar atraerla a sus brazos. Estaba gloriosamente desnuda frente a él
con los labios todavía hinchados por sus besos.

—No quiero volver a verte. Voy a ir a llamar a un taxi ahora mismo.

Finn caminó alrededor de ella y fue hacia la puerta del dormitorio. Bajó la
escalera hasta el nivel inferior de la casa de dos en dos. Antes de que pudiera
encontrar el teléfono, Jocelyn bajó la escalera. Se había puesto un albornoz, gracias
a Dios. No sabía cuánto tiempo más habría sido capaz de aferrarse a su control con
ella desnuda delante de él.

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— ¿Dónde está el teléfono?

—No es necesario que pidas un taxi. Puedo llevarte a casa.

—No creo que eso sea una buena idea.

—Creo que tenemos que hablar de esto, Finn.

—No hay nada de qué hablar.

Jocelyn cruzó los brazos sobre su pecho.

—No estoy de acuerdo. La forma en que actuaste anoche, y el modo como


te portaste en mi dormitorio, son señales claras.

— ¿Señales claras de qué?

—Muestras las señales que un hombre lobo de sexo masculino muestra


cuando ha encontrado a su compañera.

Finn se puso rígido.

—Entiende esto bien, Jocelyn, no soy un hombre lobo. —Su labio superior
se retrajo en repugnancia cuando dijo las palabras: “hombre lobo”.

21
El Club de las Excomulgadas
—Sé que no lo eres, pero tu olor me confunde. Hueles a mortal, pero hay un
olor subyacente que me dice que podrías ser hombre lobo también.

— ¿Y por la forma en que huelo y he actuado crees que te quiero reclamar


como mi compañera?

—Sí.

—Odio tener que decírtelo, nena, pero no estoy buscando una compañera, y
especialmente no una que sea hombre lobo. Sé lo que pasa cuando los hombres
lobo se aparean. La verdadera necesidad de estar el uno con el otro, la forma en que
las almas de los compañeros se alcanzan la una a la otra y se unen. No quiero que

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nadie tenga ese tipo de poder sobre mí.

Las cejas de Jocelyn se unieron, cuando le frunció el ceño.

—Puede que no estés buscándolo, Finn, pero ya ha comenzado. Yo por lo


menos puedo sentir la cercanía que está formándose entre nosotros, el hambre del
uno por el otro. No es como si fueras a tener mucho que decir al respecto tampoco.
El impulso de apareamiento en el varón comienza a montarle, y fuerte, cuando
encuentra a la hembra para él. Te sentirás atraído por mí, incapaz de mantenerte
alejado. Hasta que hagamos el amor vas a ser una bomba a punto de estallar. Tus
sueños se llenarán con todas las formas en que querrás tomarme, lo que aumentará
la intensidad del impulso de apareamiento. Ya sea que quieras que esto suceda o
no, pasará.

Con los dientes apretados, Finn respondió.

—No soy un maldito hombre lobo, así que deja de compararme con uno.
Ahora, ¿dónde diablos está el teléfono?

Ella le dirigió una mirada triste.

—Sigue diciéndote eso, Finn. Sigue diciéndote eso y tal vez comiences a
creerlo. El teléfono está en la cocina, más allá del pasillo.

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El Club de las Excomulgadas
Finn obligó a sus pies a moverse mientras pasaba a su lado y se dirigió a la
cocina. Una vez que se alejara de ella, estaría bien. La excitación que hervía en su
sangre se disiparía en cuanto no pudiera verla, ni oler su seductor aroma. Volvería a
la normalidad y no pensaría en ella otra vez.

****

Jocelyn se quedó de pie en la puerta abierta mientras le observaba subir a la


parte posterior de un taxi y cerrar la puerta. Ni siquiera la miró cuando el taxi se
apartó de la calzada y se fue. Sacudió la cabeza cuando retrocedió y cerró la puerta
principal. El hombre lo averiguaría de la manera difícil.

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Contrariamente a lo que se decía a sí mismo, Finn no sería capaz de ignorar
lo que su cuerpo exigía. Sí, era mortal, pero todavía mostraba todas las señales del
deseo de reclamarla como su compañera. Si los gruñidos que había hecho no
hubieran sido suficientes, la forma en que le había besado y tocado su cuerpo a
pesar de su aversión a los hombres lobo le delataba. Sólo había una parte que
faltaba, sus ojos no habían brillado.

En cuanto a ella, la primera vez que sus labios habían tocado los suyo en el
Wulf’s Den, le había deseado. A pesar de que Finn le había hecho correrse, el
cuerpo de Jocelyn aun latía de excitación. Quería tener su musculoso cuerpo
envuelto alrededor de ella mientras la tomaba. Cuando dormía la noche anterior
había sido capaz de mirar cada centímetro de él. Finn podía no ser tan alto como
un hombre lobo macho, pero tenía la construcción de uno. Su cuerpo estaba lleno
de músculos, lo que significaba que tenía que pasar horas en un gimnasio para
conseguir estar así. También estaba satisfecha de ver que Finn podría ser descrito
como grande, cuando se refería a todos los aspectos de su cuerpo. Incluso borracho
y desmayado, su polla se había mantenido dura y gruesa.

Jocelyn se tragó un gemido al pensar en lo cerca que había estado de tener


esa gran polla en su interior. No tenía ni idea de lo que había sucedido en la
habitación. En un momento había sentido la punta de su pene presionando en la
apertura de su cuerpo y al siguiente se había ido. Independientemente de lo que

23
El Club de las Excomulgadas
hubiera ocurrido, había sido suficiente para que Finn huyera de ella. Le dejaría irse
por el momento, pero no le dejaría salir de su vida. Se condenaría si dejaba que el
hombre destinado para ella se fuera libre sin pelear.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Tres
Finn llegó a casa, un apartamento vacío, lo que le complació. No quería
mirar a su hermano gemelo y encontrar que Eli le mirara con lástima en los ojos.
Ya era bastante malo tener esa mirada en el resto de la familia, pero tenerla de parte
de su gemelo idéntico era lo que más le molestaba. Eli y él eran muy cercanos. Tan
cercanos, de hecho, que incluso se habían mudado de la casa de su padre para
compartir un apartamento. Les gustaban las mismas cosas, disfrutaban de las
mismas actividades. Habían sido como dos gotas de agua, pero ya no lo eran. Finn
no se atrevía a decirle a Eli sobre sus cambios y esto había causado tensión entre
ellos. Antes de estos cambios habían sido casi inseparables. Ahora, Finn

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generalmente mantenía las cosas para sí.

Después de una ducha rápida, se vistió con un par de pantalones grises de


lana y una camiseta negra con el logo del Gimnasio York impreso en el pecho en
letras blancas. Éste era el gimnasio de su familia, y donde trabajaba como
entrenador personal, junto con sus tres hermanos y hermana. Cogió un trozo de
pan tostado antes de salir para dirigirse al gimnasio. Si no hubiera tenido clientes
que ya hubieran reservado para las sesiones de entrenamiento de ese día, se habría
quedado en casa. No se sentía como él mismo, y la visión que había tenido le había
perturbado más de lo que hubiera deseado. Esperaba tener una oportunidad de
ejercitarse después de haber terminado con el último cliente. Tal vez si hacía pesas
el tiempo suficiente pudiera volverse insensible a las emociones que golpeaban en
su interior.

No le tomó mucho tiempo conducir hasta el gimnasio, y aparcar su Mustang


rojo en la parte trasera del edificio. Guardando las llaves del coche, se dirigió a la
puerta de entrada. Se las arregló para llegar casi hasta el fondo antes de que su
hermana, Billie, se aproximara para enfrentarle. Justo lo que Finn no necesitaba
esta mañana.

— ¿Qué es lo que quieres, Billie? Acabo de llegar y tengo una sesión de


entrenamiento con clientes en unos quince minutos.

25
El Club de las Excomulgadas
Billie le dio una sonrisa torcida.

— ¿Entonces? ¿Cuál es su nombre y cómo es ella?

Finn fulminó con la mirada a Billie. No le gustó el brillo que vio en sus ojos
azul-verdosos, muy parecidos a los suyos propios. Todos los hermanos York habían
terminado con los ojos y el pelo negro de su padre.

— ¿Ella, quién?

—Sabes a quién me refiero. —Billie echó un vistazo a su alrededor antes de


decir—. La mujer hombre lobo en cuya casa dormiste anoche después de que te
desmayaras.

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—Maldita sea, Billie. ¿No puedes mantener tu nariz fuera de lo que no te
importa? —Su hermana tenía la capacidad de encontrar a cualquiera con el que
entrara en contacto. Aun si solo hubiera conocido a la persona durante unos
segundos y no supiera su nombre, podía encontrarlos—. Creí que solo aplicabas tu
mierda con Hayes.

Billie le cerró el paso cuando trató de caminar alrededor de ella.

—No te vas a escapar de esto tan fácilmente. Sabes que Hayes modificó su
comportamiento después de que Janice diera a luz. Desde la llegada de la pequeña
Tiffany no ha ido a un bar a emborracharse. Me gustaría poder decir lo mismo de
ti, Finn. Así pues, hasta que lo hagas, acostúmbrate a que yo te “vigile”. Eli se
preocupó anoche cuando no regresaste a casa por lo que me llamó y me pidió que
“mirara” para ver dónde estabas. Imagina mi sorpresa cuando te “encontré”
desmayado en la cama de una mujer hombre lobo.

—No significó nada. Bebí más de lo debido en Wulf’s Den anoche. Ella
trabaja allí como camarera. Vio el estado en el que estaba y me llevó a su casa a
dormir la borrachera. No pasó nada más.

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El Club de las Excomulgadas
Billie se acercó y le puso la mano sobre su brazo. Finn se sacudió antes de
que le alcanzara. Desde que se había convertido en un hombre lobo, no podía
soportar que Billie le tocara. Ella dejó que su mano bajara hasta su costado
despacio, y le miró con ojos dolidos.

—Pensé que el hecho de que estuvieras allí significaba que habías cambiado
de opinión sobre lo que me he convertido. Supongo que me equivoqué.

—Déjalo estar, Billie. —Finn anduvo a su alrededor, pero ella le llamó antes
de que llegara muy lejos. Se dio la vuelta para mirarla—. ¿Qué?

—Sólo quería decirte que te ves como una mierda, más de lo que

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normalmente sueles estar. ¿Estás seguro de que estás bien?

—Vaya, gracias. Estoy bien. —No pudo detener el gruñido bajo que
retumbó en su garganta cuando dijo la última parte. Finn vio como los ojos de
Billie se estrechaban con el sonido. Antes de que pudiera decir algo más, giró de
nuevo y se dirigió a su escritorio. Se consideró suertudo cuando Billie no le siguió y
empezó a darle un sermón sobre eso.

Las dos primeras sesiones de Finn fueron bien. Cuando la tercera casi había
terminado, comenzó a distraerse. Pensamientos sobre Jocelyn tomaron el control
de su mente. Y no eran sólo pensamientos de ella como una persona. No, eran más
eróticos que cualquier cosa. Cuanto más pensaba en cómo había olido y sabido,
más excitado y tenso se ponía su cuerpo. Finalmente tuvo que interrumpir la sesión
de entrenamiento y esconderse en el vestuario masculino para lograr que su
voluntarioso cuerpo estuviera bajo control. No podía esconder exactamente la
furiosa erección que tenía bajo sus pantalones de lana. Ni el hecho de que había ido
sin ropa interior. A su padre le habría dado un ataque de mierda si le hubiera visto
en la sala del gimnasio con una erección tensando la parte frontal de sus
pantalones. Al final, cuando no hubo nadie más alrededor, se desnudó y tomó una
ducha helada. El agua fría dio en el clavo, pero Finn tenía la sensación de que el
efecto no dudaría mucho tiempo.

27
El Club de las Excomulgadas
Cuando salió del vestuario para ir a ejercitarse, los pasos de Finn vacilaron
cuando notó que Royce estaba parado justo dentro del gimnasio hablando con
Billie. Maldijo por lo bajo cuando la cabeza de su cuñado se movió en su dirección
y le evaluó con la mirada. A Finn no le costó mucho suponer, y llegar a la
conclusión de que Billie le habría contado sobre la conversación anterior que
habían tenido ese día.

Finn ignoró tanto a Billie como a Royce, mientras caminaba más allá de
ellos y se dirigía a la máquina de levantamiento de pesas para piernas, en el rincón
trasero. Encendió su reproductor MP3 y cargó pesas de veinte kilos a cada lado de
la máquina. Mientras hacía su primera ronda, Finn observó por el rabillo del ojo
cuando Royce fue a pararse junto a la máquina de levantamiento de pesas para

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piernas. Una vez que terminó su ronda, se levantó y colocó otra pesa de veinte kilos
en cada lado. Ignoró intencionadamente la presencia de Royce.

Royce agarró su brazo y le detuvo antes de que pudiera volver a recostarse.

—Puedes ignorarme a mí todo lo que quieras, Finn, pero no voy a irme.

Finn odiaba tener que alzar la vista para mirar al compañero de su hermana.
Royce le sobrepasaba en ocho centímetros con sus dos metros de altura.

—Suéltame. —Finn sacudió su brazo del asimiento de Royce—. Estoy


tratando de ejercitarme. Déjame en paz o apresúrate y dime lo que quieras decir.

Los ojos de color avellana de Royce examinaron su rostro cuando se acercó


un paso y olfateó el aire alrededor de Finn. Sus cejas se unieron cuando retrocedió.

— ¿Hay algo que deberías decirnos a Billie y a mí?

— ¿Además del hecho que odie que los dos seáis hombres lobo? No.

—Yo que tú cuidaría lo que dices de Billie cerca de mí, Finn. Es posible que
seas su hermano, pero eso no me impedirá tumbarte de un puñetazo si continúas
insultándola.

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El Club de las Excomulgadas
—Lárgate, lobo —dijo Finn con un gruñido—. No me amenaces. —Gruñó
profundamente en su garganta al otro hombre.

Royce rápidamente agarró a Finn por la parte posterior del cuello y le obligó
a caminar con él. Incapaz de liberarse de su agarre, Finn le gruñó una vez más.

—Sugiero que te calmes antes de hacer una escena.

Cuando Royce le obligó a subir las escaleras hasta la sala de aeróbic del
nivel superior, Finn le espetó:

—Tú eres el que hizo la escena, no yo.

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Cuando llegaron a la sala de aeróbic, Royce le empujó dentro. Finn se dio la
vuelta para ver que Billie se había unido a ellos. Ella cerró la puerta en cuanto
entró. Royce agarró a Finn por ambos brazos y le empujó contra la pared. Sus fosas
nasales se dilataron mientras tomaba una profunda inhalación.

—Creo que tu mala actitud ha continuado por demasiado tiempo, Finn.


Vamos a aclarar las cosas aquí y ahora. Y por la forma en que hueles, no es un
momento demasiado pronto. Ahora habla.

Billie se colocó junto a Royce.

—Todos estamos preocupados por ti.

Finn apretó su mandíbula cuando otro gruñido comenzó a formarse en su


garganta. ¿Desde cuándo había tenido esa habilidad recién descubierta de gruñir con la
garganta?

—Te lo dije antes, déjalo estar, Billie. Estoy bien.

—Mentiroso —le contestó Royce—. Creo que nos has estado escondiendo
algo a nosotros. Y por alguna razón hoy puedo recoger el olor de un hombre lobo
en tu esencia.

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El Club de las Excomulgadas
—No soy un maldito hombre lobo —refunfuñó Finn—. No importa cómo
huela.

Royce dejó que su mirada se asentara en el rostro de Finn.

—No soy la primera persona, o mejor dicho, hombre lobo, que te diga que
tienes el olor de un hombre lobo, ¿verdad? La mujer que pasó la última noche
contigo te lo dijo, ¿verdad? Tal vez debería ir a hacerle una pequeña visita. Billie la
puede encontrar.

El gruñido de Finn llenó la habitación cuando le gruñó a Royce.

—No te acercarás a Jocelyn, lobo, si sabes lo que es bueno para ti. —Solo la

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idea de que Royce fuera a cualquier lugar cerca de ella le hizo querer golpear al otro
hombre.

—Mierda santa. El impulso de apareamiento tiene tus garras sobre ti.

Billie se giró para mirar a Royce.

— ¿Qué? Los hombres mortales no consiguen los impulsos de apareamiento


de los lobos.

—No, pero tengo la sensación de que Finn ya no es exactamente un mortal


al cien por cien. ¿No es cierto, Finn? Ese hechizo pudo no haber funcionado, pero
mi sangre te hizo algo. Jocelyn es tu compañera, y por la razón que sea, tienes el
impulso de apareamiento y te montará hasta que la reclames como tal.

— ¿Lo que ha dicho es verdad, Finn? —Los tres ocupantes de la habitación


se volvieron para mirar a Eli que estaba en la puerta abierta. La cerró y cruzó la
habitación hasta donde se encontraban—. He sabido que algo estaba mal en ti los
dos últimos meses. Y sé que no tiene que ver completamente con que hubieras sido
mantenido cautivo por ese hombre lobo loco con el que acabó Billie. Cuéntanos
que está mal. Tú y yo solíamos ser un equipo. Ahora me apartas cada vez que
puedes.

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El Club de las Excomulgadas
Finn intentó alejarse de su gemelo, pero Royce le mantuvo clavado a la
pared. Eli era una persona a la que no podía mentirle. Lo había evitado para eludir
que pasara una situación como esta. Cuando dejó que su mirada se centrara en el
rostro de Eli, que era exactamente igual al suyo, Finn decidió que no le diría todo.
La familia no tenía por qué saber sobre sus visiones.

— ¿Realmente lo quieres saber? Muy bien. Royce está en lo cierto. El


hechizo no funcionó, pero su sangre me marcó, me cambió. Ahora puedo oler tres
veces mejor de lo que lo hacía antes. Ahora todo tiene un olor, y lo puedo
distinguir. No puedo caminar por la calle sin inhalar el olor de alguien. Es como si
pudiera oler lo que sienten. Su dolor, si están excitados, cualquier cosa.

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— ¿Y la capacidad de gruñir? —le preguntó Royce—. ¿Comenzó al mismo
tiempo?

—No. No comenzó hasta la última noche en que conocí a Jocelyn. No antes


de que consiguiera la primera inhalación de su olor.

Royce soltó a Finn.

—Puede que no te guste, Finn, pero estás pasando por lo que cada hombre
lobo de sexo masculino pasa cuando encuentra por primera vez a su compañera.

—Jocelyn no es mi compañera y no tengo la intención de volverla a ver


jamás.

—Eso puede ser lo que quieres, pero al final irás a ella. No hay manera de
negar el impulso de apareamiento. Aprendí eso con Billie.

Billie resopló.

—Fuiste un estúpido obstinado. Es algo bueno que sea una mujer que se
hace cargo de las cosas. Me pregunto si deberíamos llevar a Finn a ver a Roxie.

— ¡No! —espetó Finn.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Por qué no? —Billie le frunció el ceño—. Estás atrapado en el medio
aquí, Finn. No eres bastante hombre lobo, pero tampoco eres un mortal totalmente.
No es tan malo como piensas ser un hombre lobo.

— ¿En serio? —preguntó Finn en un tono sarcástico—. Mira lo que hizo por
ti, Billie. Te convirtió en un animal capaz de quitarle la vida a un hombre. ¿Puedes
honestamente decirme que disfrutaste convirtiéndote en lobo para poder romper el
cuello de Gren con tus mandíbulas?

Billie se movió tan rápido que Finn no tuvo tiempo de defenderse. Le agarró
por el brazo y le tiró de espaldas al suelo. Se arrodilló sobre su pecho mientras
sostenía sus brazos clavados sobre la moqueta. Sus ojos brillaban cuando le miró y

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le chasqueó los dientes.

—Sabes que sólo hice lo que fue preciso para manteneros a ti y a Royce
seguros. Gren habría vuelto detrás de los dos de nuevo si hubiéramos permitido que
se fuera. Así que no me juzgues.

Royce tiró a Billie fuera de él.

—Cálmate, amor. —La llevó contra su lado antes de volverse hacia Finn,
que se había levantado del suelo—. No te lo advertiré de nuevo. La próxima vez
que le hagas daño así a Billie te voy a mostrar lo fuerte que es un hombre lobo
comparado con un mortal.

Finn se apartó y se dirigió hacia la puerta. No fue la amenaza de Royce lo


que le hizo irse sin decir nada más. Era la mirada de decepción que le dirigió Eli.
Le dolía más de lo que Royce alguna vez podría hacerle con sus puños.

****

Cuando las horas pasaron y Finn no hizo acto de presencia en Wulf’s Den,
Jocelyn finalmente tuvo que afrontar el hecho de que no vendría a verla después de
todo. Había esperado que al llegar la noche hubiera estado más que feliz de verla de
nuevo, que el impulso de apareamiento que sabía debía estar montándole le hubiera

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El Club de las Excomulgadas
obligado a buscarla. Se había equivocado al suponer eso al parecer. O había
malinterpretado las señales, o Finn tenía más fuerza de voluntad de la que ella
pensaba que tenía.

Decepcionada, trató de concentrarse en su trabajo en lugar de preocuparse


por Finn, lo que resultó ser difícil. No había hecho nada más que pensar en él
durante todo el día. Quería estar con él, tocarle, hacer que la abrazara, tener sexo
caliente, sudoroso y alucinante con él. Nunca antes había estado tan obsesionada
por un hombre, o deseó tanto a uno como lo hacía con Finn. Consideraba que eso
era otra señal segura de que era su compañero.

Después de que el Wulf’s Den cerrara al final de la noche, Beowulf se acercó

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a hablar con ella mientras recogía vasos vacíos en una de las mesas.

— ¿Puedes quedarte un momento más, Jocelyn?

Ella asintió.

—Sí. ¿Qué necesitas que haga?

Beowulf le sonrió.

—No es un trabajo extra lo que tengo para ti. Sólo necesito hablar contigo.
Cuando termines aquí ven a mi oficina. Te prometo que no te quitaré mucho
tiempo.

Jocelyn le miró alejarse. ¿Por qué le había elegido a ella para hablar? No había
pasado ni un año desde que había empezado a trabajar en el Wulf’s Den. No creía
que quisiera despedirla. Nunca había oído que despidiera a ninguno de sus
empleados. Había querido trabajar allí durante más de un año, pero tuvo que
esperar la oportunidad para solicitar el trabajo cuando una de las otras camareras lo
dejó cuando se quedó embarazada.

Curiosa sobre lo que Beowulf tendría que decirle, terminó rápidamente de


limpiar la mesa y llevó los vasos sucios a la barra. Entonces subió las escaleras

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El Club de las Excomulgadas
hasta su oficina. En la puerta, tomó una respiración profunda antes de llamar.
Beowulf le abrió la puerta y le hizo señas para que entrara. Para su sorpresa, Roxie
y otros dos estaban dentro también. Reconoció a Royce, pero a la mujer sentada a
su lado no la conocía. Sin embargo, los rasgos de esta mujer le parecieron
familiares.

Beowulf le indicó que se sentara en la silla frente a su escritorio que había


sido girada hacia los otros que estaban sentados en el sofá de la oficina.

—Toma asiento, Jocelyn. Estoy seguro que conoces a Royce, y sentada a su


lado, está su compañera, Billie.

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— ¿Billie? —Jocelyn estudió a la compañera de Royce. Ahora sabía porque
le parecía tan familiar. El pelo negro y los ojos azul-grisáceos le recordaron a Finn.
¿Y no le había dicho que tenía una hermana llamada Billie? Pero esta no podía
serlo. La mujer sentada al lado de Royce era una mujer que era puro hombre
lobo—. ¿Tu nombre es Billie?

—Sí. —Billie le sonrió—. Puedo ver que mi nombre te resulta conocido.


Adivino que Finn debió mencionarme cuando durmió en tu casa.

Jocelyn le dio una mirada confusa.

—No lo entiendo. Si eres la hermana de Finn, ¿cómo es que eres un hombre


lobo puro y él es mortal?

Roxie habló antes de que Billie pudiera contestar.

—Creo que es mejor que yo conteste a esa pregunta en particular. No puedes


contarle a nadie lo que estoy a punto de decirte. ¿Entiendes? —Esperó hasta que
Jocelyn asintiera antes de seguir hablando—. Sabes que yo antes fui mortal.

—Sí, por supuesto. Todos saben que eras la que vaticinó la profecía, que
llegarías y gobernarías sobre todas las manadas. Y que un hechizo te convirtió de
mortal a hombre lobo. Se dice que el hechizo fue hecho sólo para ti.

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El Club de las Excomulgadas
—Esa última parte que dijiste —dijo Roxie con una sonrisa—, no es
totalmente correcta. Es lo que queremos que la mayoría de los hombres lobo crean.
Verás, el hechizo no solo funcionó en mí. Ha convertido a otros dos también.

— ¿Quieres decir que cualquiera puede usar el hechizo para convertir a un


mortal en hombre lobo? —Jocelyn no pudo esconder la sorpresa que sintió en su
voz.

—No exactamente. El hechizo sólo funciona cuando lo uso yo. Creo que
soy lo suficientemente especial como para hacerlo funcionar.

Royce se rió.

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—Diré que eres especial, Roxie, en más de un modo.

Roxie se giró hacia él y le meneó un dedo.

—Cuidado, abuelito. Puede que seas mi abuelo, pero eso no te impedirá que
consigas un puntapié de Billie en tu culo. Y sabes que lo puede hacer. —Cuando
Royce levantó las manos en señal de rendición, siguió—. De todos modos, cuando
Royce reclamó a Billie como su compañera, ella decidió convertirse en hombre
lobo.

— ¿Y Finn? ¿Intentaste el hechizo en él? Su aroma tiene el olor subyacente


de un hombre lobo.

La cara de Roxie se volvió seria.

—Finn es la razón por la que hice que Beowulf te pidiera que vinieras aquí,
Jocelyn. Sabemos que es tu compañero, y que no te ha reclamado como suya
todavía. Siendo ese el caso, Billie y yo decidimos que sería mejor si te contáramos
lo que está pasando con Finn. Creo que será mejor que deje que Billie te explique el
resto, ya que Finn es su hermano.

Jocelyn se volvió para mirar a Billie.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Así que ya sabes que soy la compañera de Finn? ¿Te ha hablado de mí?

Billie le dedicó una medio sonrisa.

—Sí, ya lo sé. Es algo difícil no darse cuenta por la forma en que ha estado
actuando desde que pasó la noche en tu casa. Digamos que ha sido un infierno
sobre ruedas todo el día de hoy.

—No me digas. —Jocelyn no pudo detener la sonrisa de placer que se formó


en sus labios. Hacía bien a su corazón oír que Finn no había sido inmune al estar
lejos de ella.

Billie se rió.

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—Puedo ver que estás contenta por eso. Eso significa que no estás dispuesta
a dejar ir a Finn.

—Le dije eso cuando se fue de mi casa.

—Creo que los días de soltero de mi hermano están contados. Siendo ese el
caso, es necesario que entiendas lo que pasó hace tres meses. Eso te ayudará
cuando tengas que lidiar con Finn —Billie suspiró—. Para acortar la historia, Gren
secuestró a Royce y a Finn. Pensaba que la sangre de Royce era la clave para que
funcionara el hechizo y decidió usar a Finn como conejillo de indias. El hechizo no
funcionó finalmente, pero desde ese día se ha encerrado en sí mismo, y ha tomado
aversión a cualquiera que sea un hombre lobo. Incluso a mí.

Jocelyn pudo ver fácilmente el dolor que sentía Billie en sus ojos.

—Teniendo en cuenta lo que sucedió puedo entender de dónde viene eso.


Estoy segura de que sólo necesita tiempo para superarlo.

—Eso es lo que pensábamos también, pero es mucho más que el mero hecho
de haber sido capturado por Gren. La sangre de Royce le ha alterado de alguna
manera. Ahora puede oler aromas como un hombre lobo, y como has dicho, su
propio aroma huele a un hombre lobo ahora. Desde que te conoció, su

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El Club de las Excomulgadas
comportamiento es más bien el de un hombre lobo varón que el de un mortal. Está
sintiendo el impulso de apareamiento, a pesar de que lo está combatiendo. Si
deseas a Finn como tu compañero, Jocelyn, vas a tener que ser tú quién le persigas
y le reclames como propio.

Jocelyn sonrió.

—Eso no será un problema. Sólo dame una dirección de dónde encontrarle


y será mío.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cuatro
Al día siguiente, Jocelyn se preparó para continuar su persecución del
hombre. Se duchó, se puso sus vaqueros favoritos, esos que se ceñían en los lugares
correctos, y una blusa bonita. Decidió no llevar ningún tipo de perfume.
Enmascarar su olor no le haría ningún favor a la hora de conseguir a Finn como
suyo. Jocelyn contaba con su aroma como un arma con la que Finn no fuera capaz
de luchar.

Gracias a Billie, ahora tenía una lista de formas para ponerse en contacto, o
encontrar a Finn. Tenía su teléfono y el número de su casa, junto con el número de

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teléfono del gimnasio de su familia, donde ahora sabía que trabajaba. Billie también
le había dado su dirección, la de la casa que compartía con su hermano gemelo, y la
dirección del gimnasio. De acuerdo con Billie, estaría en el gimnasio a esta hora del
día. Su primer plan de acción era acorralarle en el gimnasio donde no podría
montarle una gran escena.

Cuanto más se acercaba al gimnasio, más rápido latía su corazón por el


entusiasmo. Sólo la idea de verle volvió a hacer que su cuerpo entrara en llamas.
Después de aparcar su coche, Jocelyn entró al gimnasio. Se detuvo en el vestíbulo y
tomó una respiración profunda. No le llevó mucho tiempo filtrar el olor de Finn de
los demás. Olía fresco y fuerte, lo que significaba que definitivamente podía
encontrarse en algún lugar del gimnasio. Con una sonrisa en su cara se dirigió a la
recepción delantera.

Justo al llegar a la recepción, el hermano gemelo de Finn, Eli, la interceptó.


A pesar de que eran idénticos, Jocelyn podía distinguirles. El olor de cada hombre
tenía diferencias sutiles, y además, Eli no tenía el olor de hombre lobo como Finn.
Eli le tendió la mano.

—Debes ser Jocelyn.

—Sí, lo soy.

38
El Club de las Excomulgadas
—Billie me dijo que estuviera pendiente de ti.

— ¿Lo hizo? —Jocelyn colocó su mano en la suya.

—Lo hizo. —Eli no sacudió su mano como había esperado. Tiró de ella más
cerca y le dijo con un tono de voz conspirador—. También me dijo que actuara un
poco contigo. Billie piensa que si yo actúo como si estuviera interesado en ti, Finn
no será capaz de evitar asegurarse de que yo mantenga mis manos fuera de ti. —Se
inclinó aún más cerca—. Verás, me he hecho famoso siendo un conquistador. Lo
mismo que Finn hasta hace poco.

Actuando entonces, Jocelyn puso su otra mano sobre el pecho de Eli.

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— ¿En serio? Nunca me hubiera imaginado eso. No es como si os hubiera
visto a los dos coqueteando con cualquier cosa con falda en el Wulf’s Den.

Eli se rió entre dientes.

—Creo que es algo bueno que nunca tratara de ligar contigo. Si hubieras
aceptado mi oferta eso habría hecho que las cosas fueran un poco incómodas
ahora.

—Nunca habría pasado. Lo siento, sólo tenía ojos para Finn.

—Incluso entonces ¿eh? Finn es un tipo afortunado.

Jocelyn miró por encima del hombro de Eli.

—Bueno, parece que el plan de Billie puede haber funcionado. No mires


ahora, pero Finn se dirige hacia aquí. Vamos a ver qué tan lejos puedo presionarle
antes de que se rompa.

Ella pasó sus dedos por el pelo de la nuca de Eli y levantó su cara hacia él
mientras se acercaba para cerrar la distancia entre ellos. Con un gruñido, Finn los
apartó con rudeza. Retrajo su labio superior gruñéndole a su gemelo antes de
sujetar con fuerza su muñeca y arrastrarle lejos. Jocelyn tuvo que contener una

39
El Club de las Excomulgadas
sonrisa de triunfo cuando le arrastró a través del gimnasio y le empujó al interior de
su oficina. Cerró la puerta de golpe detrás de ellos y la cerró con llave.

— ¿Qué demonios crees que estabas haciendo ahí con Eli? —Finn le acechó
a través de la habitación hasta que estuvo frente a ella.

—Me alegro de verte otra vez, también, Finn. —Su coño se apretó cuando la
mirada ardiente de Finn le analizó de la cabeza a los pies y de nuevo hacia arriba.
Su ancho pecho subía y bajaba con rapidez mientas aspiraba fuertes bocanadas de
aire una y otra vez—. ¿Por qué te importa si hablo con Eli? No es como si tú me
quisieras para ti. Eli es tu gemelo idéntico, así que ¿por qué no podría sentirme
atraída por él también?

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— ¿Así que te conformarías con el otro gemelo? —le preguntó Finn
agarrándole de la parte superior de sus brazos y obligándole a caminar hacia atrás
hasta que su espalda golpeó la puerta cerrada—. Entonces por qué cuando Eli te
tocó no pude oler tu excitación, pero ahora que te toco tu excitación es tan fuerte
que siento como si me drogara.

Jocelyn tembló ante sus palabras. El dolor entre sus piernas se intensificó
mientras la humedad empapaba sus bragas. Sus pezones se apretaron bajo su blusa.
El plan de Billie había funcionado a las mil maravillas. El calor que salía del cuerpo
de Finn le golpeaba en olas. El olor de su excitación se mezclaba con el suyo. Su
cuerpo clamaba por el suyo. Estaba tan excitada que tuvo que luchar contra el
impulso de exigir que Finn le tomara ahora mismo, contra la puerta, sin tener en
cuenta quien pudiera oír lo que hacían. Pero Jocelyn no haría eso. No podía
permitírselo. Aunque su cuerpo gritara que le tocara, que tomara sus labios que se
cernían tan cerca de los suyos en un beso exigente, controló su deseo. Tenía que
presionar a Finn hasta sus límites, ponerle tan caliente por ella que no fuera capaz
de resistirse.

Se lamió los labios. La mirada de Finn se pegó a su boca.

40
El Club de las Excomulgadas
—Nunca he dicho que ya no te desee. Te prefiero sobre Eli, pero si no me
aceptas como soy, con mucho gusto le llevaré a mi cama en tu lugar.

—No te quiero en ningún lugar cerca de mi hermano gemelo o de cualquier


otro hombre en realidad. —Finn dio un paso más cerca y sus cuerpos entraron en
contacto.

Jocelyn gimió para sus adentros. Esto torturaría no solo a Finn, sino a ella
también. Sintió su eje duro rozar contra su estómago.

—No puedes tener las dos cosas, Finn. O me reclamas como tu compañera o
iré con otros hombres.

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Finn gruñó mientras se apartaba de ella.

—No puedo. No soy el indicado para ti.

—Entonces pruébalo. Si no eres para mí serás capaz de resistir la oferta que


estoy a punto de hacerte. Tengo la noche libre hoy. Estaré en casa y te esperaré. Si
te presentas, significará que vas a tomarme como tu compañera y no habrá vuelta
atrás para ti. Si no vienes, entenderé que significa que soy libre para encontrar a
otro hombre que tome tu lugar en mi cama. La decisión es tuya.

Él permaneció un poco alejado de ella manteniéndose tan rígido que los


músculos de sus brazos se hincharon. No quería hacer nada más que rasgar esa
camiseta y pasar su lengua por toda esa piel desnuda. Pero en cambio, Jocelyn
abrió la puerta y le dejó pensar en lo que le había dicho. Por Dios, esperaba que
viniera a ella esta noche y les sacara a ambos de la miseria.

****

Finn estaba en el infierno absoluto. Se sentía como si estuviera en un estado


perpetuo de excitación. Se volvió tan malo que había tenido que salir del gimnasio
temprano. No podía pensar con claridad. Y su mente le jugaba malas pasadas.
Imágenes de Eli y Jocelyn juntos en la cama, con sus cuerpos desnudos moviéndose

41
El Club de las Excomulgadas
cuando hacían el amor, eran reproducidas una y otra vez en su cabeza hasta que
creyó que iba a volverse loco. Todavía no podía dejar de imaginarles juntos. Finn
se paseó por su apartamento mientras luchaba para no salir de allí e ir a casa de
Jocelyn, pero su cuerpo poco a poco comenzó a desgastar su fuerza de voluntad
exigiéndole ir a ella. No podía comer y desde luego no podía dormir. Sabía que tan
pronto como cerrara los ojos, sueños eróticos de Jocelyn como los que había tenido
la noche anterior, se pondrían en marcha de nuevo. Su pene dolorido no podría
aguantar mucho más de eso.

Cada vez que paseaba por su casa, se acercaba más a la puerta. Por milésima
vez se recordó que Jocelyn era un hombre lobo, que no debería sentirse atraído por
una de su especie. También se recordó sobre la visión que había tenido de ella

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muerta en un charco de su propia sangre. No quería ser el responsable de su
muerte. Las riendas sobre su control se deslizaron una vez más cuando pensó en lo
bien que había lucido y olido cuando había ido al gimnasio más temprano ese
mismo día.

Había arrinconado a Eli después de que Jocelyn se hubiera ido y le había


dicho a su gemelo de forma que no hubiera cualquier tipo de dudas que no volviera
a tocarla de nuevo. Eli se había apresurado a decirle que lo había hecho por su bien,
y que todo había sido idea de Billie. Eso no sorprendió a Finn en absoluto.
También explicaba como Jocelyn había sabido dónde encontrarle. Su hermana
pequeña probablemente le había dado sus números de teléfono, así como las
direcciones de dónde encontrarle.

Finn caminó a lo largo del apartamento dos veces más antes de que su
resolución de mantenerse apartado de Jocelyn desapareciera como una nube de
humo. Cogió las llaves de su coche al salir de su apartamento. Su Mustang volvió a
la vida cuando rápidamente lo arrancó y se dirigió por la calle.

Pareció que el viaje a casa de Jocelyn duró una eternidad, y no ayudó que
pillara todos los semáforos en rojo. Para el momento en que se detuvo en el camino
de entrada, el control de Finn había llegado a un punto límite. Cerró de golpe la
puerta del coche y no perdió tiempo en llamar a la puerta principal. Cuando

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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn abrió la puerta, envolvió sus brazos en su cintura y reclamó sus labios en un
beso ardiente.

Mientras le hacía retroceder hacia dentro de la casa, Finn dio un puntapié a


la puerta para cerrarla detrás de ellos. Sus labios se inclinaron sobre los de ella
mientras empujaba su lengua dentro de su boca. Gruñó y gimió contra sus labios
cuando Jocelyn envolvió su lengua alrededor de la de él y luego la chupó. El olor
de su excitación le hizo ponerse tan duro que era casi un dolor físico. Necesitaba
desesperadamente estar dentro de ella, pero no quería que su primera vez fuera
sobre el suelo duro.

Retrocedió con ella hacia la escalera que conducía al piso superior. Jocelyn

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rompió el beso sólo el tiempo suficiente para decir.

—No en el dormitorio. Te deseo. Ahora.

Finn levantó la cabeza.

—No voy a tomarte en el suelo.

Jocelyn mordisqueó su barbilla.

—Entonces en el sofá de la sala de estar. Está más cerca.

A Finn le pareció que el sofá era perfecto. De alguna manera logró que
ambos fueran a la sala de estar. Se quitó los zapatos deportivos de una patada, antes
de depositar a Jocelyn en el gran sofá de cuero negro. Colocándose encima de ella,
Finn empujó su mano bajo su camisa y ahuecó su seno. Frotó su pulgar a través de
su tenso pezón cubierto del sujetador mientras dejaba un camino de besos por el
costado de su cuello. Jocelyn tiró del dobladillo de su camiseta y se la sacó por la
cabeza. Entonces se quitó a él de encima para colocarles de lado y que estuvieran
enfrentados. Finn hizo un trabajo rápido quitándole la camisa y el sujetador.
Ahuecó su culo y la sostuvo contra él mientras frotaba su erección contra la
entrepierna de los pantalones de terciopelo que ella llevaba. Sus pezones duros se
rozaron contra su pecho cuando ella mordisqueó un camino a lo largo de su

43
El Club de las Excomulgadas
mandíbula y luego descendió por un lado de su cuello. Él se puso rígido y gimió de
anticipación cuando arrastró sus dientes a través del punto donde su cuello y
hombro se encontraban. La sensación de sus dientes contra su piel hizo que su polla
se sacudiera dentro de sus vaqueros.

La mano de Jocelyn cayó al botón de sus vaqueros mientras se movía más


abajo en el sofá. Le pasó la lengua por el pecho, mientras le desabotonaba el botón
y luego bajaba su cremallera. Sus caderas se sacudieron cuando alcanzó dentro de
sus vaqueros y envolvió su mano alrededor de su erección. La apretó con fuerza
mientras bombeaba su mano arriba y abajo por su duro eje. La sensación de su
mano, mientras avanzaba descendiendo por su cuerpo hizo que Finn gruñera
profundamente desde su pecho.

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Cuando sus labios y lengua dejaron un rastro mojado hacia abajo por sus
abdominales, él contuvo el aliento. El aire abandonó sus pulmones con un gemido
cuando Jocelyn agarró su polla firmemente y su lengua se arremolinó alrededor de
la cabeza. Le pasó la lengua desde la base hasta la punta antes de abrir la boca y
tomar todo lo que podía de su longitud en su interior. Finn tuvo que contenerse
para no correrse cuando Jocelyn succionó su polla. Se sentía casi demasiado bien
tenerla complaciéndole de esta manera, pero no quería correrse en su boca. Quería
estar sepultado hasta la empuñadura en su coño mojado cuando hiciera eso.

Enseguida la apartó y la atrajo hacia él para poder reclamar sus labios una
vez más. Con una mano, le desató el cordón de sus pantalones. Incapaz de seguir
siendo paciente, Finn le bajó tanto los pantalones como las bragas por sus piernas.
Sumergió su mano entre las piernas de Jocelyn y rugió de satisfacción cuando sus
dedos se apartaron cubiertos de sus jugos. Finn rápidamente se bajó sus vaqueros.
Una vez que estuvo sin ellos, colocó la pierna de ella sobre su cadera y envainó su
polla dentro de ella con un duro empuje.

Los fuertes músculos internos de Jocelyn sujetaban su eje mientras éste se


retiraba y luego se volvía a meter dentro de ella. Finn miró la parte inferior de sus
cuerpos y observó su coño aceptando toda la longitud de su pene mientras
bombeaba sus caderas entre sus muslos abiertos. Todavía de lado, la montó

44
El Club de las Excomulgadas
lentamente mientras ella gemía. Finn sabía que no duraría mucho tiempo. Su
clímax empezó a construirse en su interior.

Finn empujó a Jocelyn sobre su espalda. Bombeó sus caderas más rápido a
medida que inclinaba su eje para que en cada movimiento frotara su clítoris
mientras envolvía sus piernas alrededor de su cintura. Ella gimió y levantó sus
caderas correspondiendo a cada embestida suya. A medida que su núcleo empezó a
contraerse con las primeras olas de su orgasmo, Finn la montó con más fuerza,
hasta que la empujó sobre el borde de su liberación. Sus paredes internas le
sujetaron la polla en un puño apretado. Finn sintió que su propia liberación se
elevaba cerca del punto de no retorno. Se estrelló en su interior y entonces se quedó
sin aliento cuando una parte de ella le alcanzó. Incapaz de contenerse, esa parte de

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él agarró y se envolvió alrededor de ese pedazo de Jocelyn. Ambos gimieron
cuando las dos mitades de ellos se unieron y se convirtieron en uno. Jocelyn se
arqueó y mordió a Finn en el punto de unión de su cuello y hombro, hundiendo los
dientes lo suficientemente profundo para romperle la piel, y el efecto fue suficiente
para enviar a Finn al clímax más intenso que había sentido jamás. Su polla palpitó
en las profundidades de su coño mientras la llenaba con su semen.

Con su peso apoyándose sobre sus codos, Finn besó suavemente a Jocelyn.
Sabía lo que acababa de ocurrir entre ellos. Había oído a Billie describírselo a Eli
una vez. Jocelyn y él eran compañeros ahora. Sus almas se habían unido,
convirtiéndose en una. Ambos no serían capaces de soportar estar separados el uno
del otro durante mucho tiempo. ¿Qué había hecho?

Jocelyn se acercó y le apartó el pelo de la frente sudorosa.

—Sin remordimientos, Finn. No hay vuelta atrás. Somos compañeros


ahora. Me perteneces a mí tanto como yo te pertenezco.

—La pregunta es, ¿no llegarás a lamentar haberte atado a un mortal? Apenas
me conoces, Jocelyn. Tengo verdadera aversión por los hombres lobo, excepto en
lo que se refiere a ti, al parecer. No quiero que termines herida por mi culpa.

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El Club de las Excomulgadas
—No me importa que seas mortal, Finn. Todo lo que importa es que eres
mío. Podemos solucionar el resto a medida que vayamos avanzando.

Para gran placer de Finn, comenzó a endurecerse de nuevo dentro de


Jocelyn. Con ninguna otra mujer se había recuperado tan rápidamente después de
un orgasmo.

—Te deseo otra vez, Jocelyn. Este impulso de apareamiento, o cualquier


maldita cosa que sea, todavía está sobre mí. Siento como si otra parte de mí
quisiera clavar mi reclamación sobre ti también. —A Finn le costó bastante
describir lo que sentía. Era como si un animal salvaje fuera parte de él, y se hubiera
levantado para reunirse con él mismo. Quería tomarla como su compañera

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también, pero de una manera dominante.

Jocelyn se movió debajo de él. Finn la observó cuando ella se bajó al suelo
sobre sus manos y rodillas, quedando su culo delante de él. Se giró para mirarle.
Sus ojos brillaban mientras le miraba fijamente.

—Sé lo que quieres, Finn. Puede que no seas un hombre lobo, pero hay un
lobo en alguna parte dentro de ti. El lobo me quiere como su compañera también.
Vamos. Tómame como un hombre lobo varón lo haría.

Finn no dudó en bajarse del sofá al suelo. La visión de su coño mojado


mientras levantaba su trasero en ofrecimiento hizo que su polla se endureciera aún
más. Se movió detrás de ella y se acomodó sobre sus rodillas. Con una mano a cada
lado de sus caderas, frotó la cabeza de su polla de un lado a otro de su coño.
Jocelyn gimió apoyándose contra él mientras trataba de empalarse a sí misma sobre
su duro eje. Finn le inmovilizó. Siguió provocándoles a ambos hasta que ella gimió
de deseo. Afirmando el agarre sobre sus caderas, Finn colocó la cabeza de su polla
en su vagina. Flexionó sus caderas para que sólo la punta estuviera dentro de ella.
Cuando los músculos interiores de Jocelyn apresaron su cabeza, Finn se lanzó
hacia adelante, enterrándose hasta la empuñadura.

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El Club de las Excomulgadas
Apretó sus dientes contra la intensa ola de placer que se apoderó de él. En
esta posición, Jocelyn tomaba más de él. A medida que se retiraba sólo para
estrellarse de nuevo en su interior, sentía que la cabeza de su polla golpeaba su
matriz. Esta vez no podía tomar las cosas con lentitud. Con un gruñido muy
parecido al de un lobo, bombeó contra ella una y otra vez. Mantuvo sus manos en
sus caderas y no permitió que se moviera. La sostuvo inmovilizada para su
invasión. Por los gemidos que Jocelyn emitía, supo que no se quejaría más tarde
sobre el modo en que le estaba tomando en ese momento.

El sonido de sus gemidos llenó el cuarto cuando Finn aceleró el ritmo.


Deseando que Jocelyn llegara antes que él, extendió la mano alrededor de ella hasta
encontrar su clítoris. A medida que la embestía, lo acarició. Su coño se apretó

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alrededor de su polla. Entonces Jocelyn gimió cuando su núcleo se flexionó
alrededor de su eje mientras llegaba a su clímax. Finn embistió con más fuerza, más
rápidamente, hasta que comenzó a culminar también. Se estrelló contra ella una
última vez y echó la cabeza hacia atrás en lo que sonó muy cerca de un aullido de
lobo mientras eyaculaba profundamente dentro de ella.

Finn se inclinó hacia delante y besó la nuca de Jocelyn mientras envolvía sus
brazos en torno a su cintura. Ahora era suya. Sólo esperaba que al tomarla como su
compañera no hubiera firmado su sentencia de muerte.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cinco
Jocelyn observó dormir a Finn. Se habían movido al piso superior, a su
dormitorio, ahora que la desesperada necesidad de tenerse el uno al otro se había
aliviado un poco. No había desaparecido por completo. Todo lo que necesitaría
para dispararse de nuevo era separarse, sobre todo si resultaba ser un tiempo largo.
Como compañeros, anhelarían el contacto del otro, y cuando estuvieran separados,
la necesidad haría que sus mentes les gastaran malas pasadas. Se echarían de menos
el uno al otro como si hubieran estado separados durante semanas en vez de horas.
La sensación sólo se intensificaría a medida que pasara el tiempo, y podía llegar a
ser bastante desagradable. No es que Jocelyn tuviera experiencia de primera mano

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ya que nunca había tenido un compañero antes de Finn.

Jocelyn recorrió la barba incipiente de la mejilla de Finn con la punta del


dedo. Sus ojos se abrieron. Él capturó el dedo y le besó la punta.

—Si quieres hacer el amor otra vez, vas a tener que darme un poco de
tiempo para que recupere mis fuerzas. A diferencia de los varones de tu especie yo
no puedo mantener una erección durante horas después de haber tenido un
orgasmo.

Ella se rió entre dientes.

—Sabes sobre esa capacidad que tienen ¿eh?

Finn soltó un bufido.

—No es como si hubiera preguntado o algo así. Digamos que Billie puede
ser muy franca cuando el momento la supera.

—Me dio esa impresión cuando la conocí, de que dice lo que piensa.

—Así que tenía razón. Billie te ayudó a encontrarme.

—Entre otras cosas, sí.

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El Club de las Excomulgadas
Finn se acercó.

— ¿Qué significa eso?

—Ella y Roxie me explicaron lo que te sucedió hace tres meses. Sobre lo que
ocurrió cuando Gren os mantuvo cautivos a ti y a Royce.

Cuando Finn intentó sentarse en la cama, Jocelyn le empujó hacia abajo.


Tenía sus ventajas ser más fuerte que él.

—Relájate, Finn. Ambas sentían que me ayudarían a entender de dónde


provenía tu comportamiento. Puedo entender por qué no te gustan mucho los de mi
especie. Yo probablemente me hubiera sentido igual.

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— ¿Te explicó Roxie sobre el hechizo también?

—Sí. Que el intento de Gren de usarlo sobre ti falló, y que la sangre de


Royce terminó teniendo un efecto en ti.

— ¿También te dijo Billie que quiere que Roxie intente el hechizo en mí otra
vez? —Cuando Jocelyn no dijo nada, Finn maldijo por lo bajo—. No lo haré,
Jocelyn. No puedo. Ni por ti, ni por Billie.

Jocelyn suspiró.

—Nunca te obligaría a hacerlo, Finn. A pesar de que me matará verte


envejecer y luego dejarme, no te haría hacer algo que no quisieras hacer.

Finn colocó la mano de ella en su pecho sobre su corazón.

— ¿Qué edad tienes, Jocelyn?

— ¿Estás seguro de que quieres saberlo?

—Sí.

—Tengo quinientos años.

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El Club de las Excomulgadas
—Lo que significa que podrías vivir dos mil quinientos años más —dijo Finn
con voz plana.

—Sí —Jocelyn no sabía cómo sería capaz de vivir si Finn decidiera


permanecer como mortal y tuviese que verle morir mientras aún le quedaran
muchos años por delante. Pero sería su decisión. Ya había pasado por momentos
muy difíciles tratando con toda la idea de que los hombres lobo realmente existían,
y que no eran algo sólo de leyenda—. ¿Cuántos años tienes?

—Tengo treinta y tres. Me hace un bebé comparado contigo.

Jocelyn le sonrió y se acurrucó más cerca de él.

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—No sé nada de eso. Puedo decir por experiencia de primera mano que no
debes ser descrito de ninguna forma como un bebé. Definitivamente eres un
hombre en todos los sentidos.

Finn le dio media sonrisa.

—Dame un par de horas y te mostraré otra vez cuán hombre soy. Ahora
mismo me siento como si pudiera dormir durante un año. No he sido capaz de
dormir durante las últimas noches. Gracias a ti, podría añadir.

—Esperaré eso de ti. Ahora mismo, te sugiero que te duermas, mi


compañero. Comienza a entrarme hambre de ti de nuevo. —Jocelyn suavemente
gruñó en su oído.

— ¿Y piensas que seré capaz de dormir después de que me digas eso? —Finn
le hizo rodar sobre su espalda y se puso encima de ella—. Parece que tengo energías
suficientes para una vez más antes de dormir.

Jocelyn levantó sus caderas para encontrar las de Finn cuando lentamente la
penetró. La sostuvo con firmeza mientras él le hacía el amor. Si sólo conseguía
tener el tiempo de vida de un mortal con él, haría que cada minuto valiera la pena.

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El Club de las Excomulgadas
Necesitaría que los recuerdos duraran los largos y solitarios años que tendría
después de que la hubiera dejado.

****

A la mañana siguiente, Jocelyn hizo un gran desayuno para Finn y para ella.
Hizo una tortilla para cada uno, patatas fritas y tocino. Le complació ver la
cantidad de comida que Finn podía absorber. Los machos de su especie
normalmente comían un montón de comida, dado lo altos y musculosos que eran,
lo necesitaban. Finn no tendría problemas manteniendo el ritmo de cualquiera de
ellos.

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Jocelyn sonrió cuando Finn limpió su plato y miró hacia la cocina.

— ¿Quieres un poco más? Hay patatas fritas caseras y tocino. Si quieres, te


puedo hacer otra tortilla.

Finn sacudió su cabeza cuando tragó un bocado de la comida.

—Las patatas caseras y el tocino están bien.

Tomó su plato y se dirigió a la cocina para conseguir la comida. Después de


ponerla delante de él de nuevo, se sentó y le dijo:

—Me alegra ver que estás disfrutando de la comida.

—Eres una buena cocinera, Jocelyn.

—Gracias. Me gusta cocinar. Aprendí a hacerlo de los cocineros que mi tío


contrató a lo largo de los años.

— ¿A tu tío no le importó que fueras a su casa para a molestar a sus chefs?

—En realidad, mi tío me crió después de que mis padres murieran.

—Supongo que metí la pata con ese comentario. Siento oír que perdiste a tus
padres.

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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn desechó las disculpas de Finn con un movimiento rápido de su
mano.

—Está bien. Era pequeña cuando murieron mis padres, así que no es como
si los hubiera perdido recientemente. He tenido años para aceptar que ya no están.
—Aunque había superado el dolor de perderles, no le gustaba recordar cómo
habían muerto—. ¿Y tú, Finn? ¿Tus padres siguen vivos?

—Sí. Mi padre dirige el gimnasio. Creo que todavía se ejercita más que yo.

— ¿Y tu madre? ¿Trabaja en el gimnasio también?

La cara de Finn quedó inexpresiva.

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—No, no lo hace. No vive con nosotros desde que Billie era un bebé.

— ¿La has visto mucho después de que tus padres se divorciaran?

—No están divorciados. —Finn clavó su mirada en ella—. Mi madre vive en


una institución que trata a gente con enfermedades mentales. Trató de matar a
Billie cuando era un bebé a causa de las visiones que tenía.

Jocelyn tuvo la sensación de que Finn la miraba para ver cómo reaccionaría
a lo que había dicho de su madre. Por lo cautelosa que se había vuelto su expresión,
tuvo la impresión de que lo que dijera a continuación tendría un efecto en Finn.

— ¿Qué vio?

—Vio que Billie se convertiría en un lobo y mataría. Mi madre había tenido


visiones antes, pero esa le llevó al límite.

Jocelyn contuvo el aliento, pero pensó que era mejor no hacer comentarios
sobre lo que su madre había visto en su visión.

— ¿Os transmitió su capacidad de tener visiones a alguno de vosotros?

Finn se puso rígido y luego bajó la vista a su plato.

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El Club de las Excomulgadas
—No. No pasó esa capacidad a ninguno de sus hijos.

—Entonces, ¿ninguno heredó ningún tipo de habilidad de ella? —No podía


evitar tener la sensación de que Finn le había mentido. ¿Por qué parecería tan
susceptible con el tema?

—Si cuentas la capacidad de Billie de encontrar a cualquiera que entra en


contacto con ella, en cualquier sitio, en cualquier momento, entonces diría que sí.

—Estoy segura de que ella encuentra esa habilidad muy práctica.

—Demasiado, si me preguntas. —Finn miró el reloj de la pared—. Tengo


programada una sesión de entrenamiento en una hora. Primero debería pasar por

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mi casa antes de ir al gimnasio.

Jocelyn supo que Finn trataba de poner alguna distancia entre ellos otra vez.
Supuso que debía ser por haber mencionado un tema doloroso cuando sacó el tema
de su madre.

—Iré al gimnasio más tarde para estar contigo.

—Eso no es necesario. —Finn se levantó y se acercó a la mesa para darle un


beso rápido—. Tengo reservadas sesiones durante la mayor parte del día. No tendré
mucho tiempo para pasarlo contigo. Volveré cuando termite y te invitaré a cenar.

Después que Jocelyn oyó cerrarse la puerta detrás de Finn, se levantó y


comenzó a lavar los platos del desayuno. Sacudió la cabeza. Si Finn creía que
podría permanecer alejado de ella por mucho tiempo y no sentir la separación, se
llevaría una gran sorpresa.

****

Ya que realmente no tenía mucho tiempo antes de su primer cliente del día,
Finn decidió ir directamente al gimnasio en lugar de regresar a su apartamento a
cambiarse. En el gimnasio tenía una muda de ropa limpia en su armario. Se
ducharía y cambiaría allí.

53
El Club de las Excomulgadas
Cuando llegó, se dirigió directamente al vestuario masculino. Dejó la ropa
que llevaba en el fondo de su armario y luego fue a las duchas. Mientras lavaba su
pelo, se encontró con que sus pensamientos se desviaban hacia Jocelyn. Sólo había
dejado su casa hacía quince minutos, pero ya le echaba un poco de menos. Aunque
sabía que era parte de estar apareado con un hombre lobo, se dijo que conseguiría
controlarse. Podría aguantar no tener a Jocelyn con él. Ambos trabajaban en
diferentes turnos. No esperaba que viniera al gimnasio con él todos los días, cuando
tenía que trabajar por la noche en Wulf’s Den, aunque él fuera al club nocturno con
ella. No le gustaba la idea de que estuviera alrededor de otros hombres, sobre todo
si los otros eran hombres lobo machos y solteros.

Finn se aclaró el pelo y abrió los ojos para ver a Eli en el borde del área de

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las duchas azulejadas. Su gemelo estaba de pie con los brazos cruzados mientras le
miraba.

— ¿Te diviertes observándome mientras me ducho?

Eli resopló.

—En realidad, no. Te vi meterte aquí rápidamente. Pensé en venir y ver


cómo fue tu noche.

—Bastante bien. —Finn agarró la pastilla de jabón y comenzó a lavar su


cuerpo.

—Cuando anoche no viniste a casa imaginé que debiste haber ido para estar
con Jocelyn. Entonces, ¿tengo una nueva cuñada?

Finn permaneció de pie debajo del agua y se enjuagó. Apagó la ducha y


agarró su toalla. Cuando se secó, dijo:

—Si quieres decir si la reclamé como mi compañera, entonces creo que la


tienes.

Eli sacudió la cabeza y sonrió.

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El Club de las Excomulgadas
—Bueno, maldita sea. Ahora soy el único que no está casado. Y yo que
pensaba que nosotros dos nunca sentaríamos cabeza.

—No es como si yo planeara esto, Eli. —Finn se puso la toalla alrededor de


las caderas y pasó junto a su gemelo mientras se dirigía a su taquilla. Eli le siguió.

—No, supongo que no lo hiciste. No tengo clientes en el próximo par de


horas. ¿Quieres que mantenga a Jocelyn entretenida mientras tú estás trabajando?

Finn apenas logró evitar que saliera el gruñido que sintió formarse en su
pecho.

—Eso no será necesario. Le dije a Jocelyn que le vería más tarde.

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Con incredulidad en su voz, Eli le preguntó:

— ¿Así que no vendrá al gimnasio?

—Así es. —Finn se pasó su camisa sobre la cabeza antes de darle a su


gemelo una mirada curiosa—. ¿Por qué te parece tan difícil de creer?

—Has oído hablar a Billie de lo que se siente al estar apareado con un


hombre lobo. Sabes que a ella y a Royce les vuelve locos estar separados el uno del
otro. ¿Por qué crees que Royce está por aquí cuando lo está Billie? Creo que estás
buscando problemas, hermano mío.

Finn cerró de golpe la puerta de su armario y le puso el candado.

—Estaré bien —le espetó—. No es como si no fuera a verla más tarde.

Eli rió disimuladamente.

—Sigue diciéndote eso. Si me lo preguntas, creo que ya estás comenzando a


sentir la separación. ¿Cuánto ha pasado desde que dejaste a Jocelyn? ¿Media hora?
Y ya estás de este humor.

—No te lo pregunté. Puedo manejarlo.

55
El Club de las Excomulgadas
—Tal vez puedas, pero ¿y Jocelyn? Recuerda que eso va en ambos sentidos.
Estará tan afectada como tú. Por lo menos piensa en lo que atravesará antes de
presionar tus límites demasiado lejos.

—Tu preocupación ha sido anotada debidamente. Ahora, si me disculpas,


tengo un cliente que entrenar. —Finn comenzó a salir del vestuario.

Eli le gritó antes de que llegara a la puerta.

—Sólo para que lo sepas, la mayor parte de mi día está bastante vacío. Si
terminas necesitando irte pronto, puedo tomar el resto de los clientes por ti.

Con un movimiento de cabeza, Finn salió del vestuario. No era tan patético.

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Podría manejar la separación bien por sus propios medios.

****

Jocelyn trató de mantenerse ocupada mientras Finn trabajaba en el


gimnasio. Decidió que cocinaría algo dulce para su compañero. En un primer
momento, decidió que sólo haría un bizcocho de chocolate, pero no tardaría mucho
tiempo en hacer la mezcla y meterla en el horno. Ya encontraba que sus
pensamientos se encaminaban hacia Finn. Tuvo que recordarse más de una vez que
nada malo le había pasado a él, y que volvería a ella. Cuando el impulso de
llamarle por teléfono la dominó, Jocelyn supo que estaría en problemas si no
encontraba otra cosa que hacer para distraer sus descarriados pensamientos. Fue
entonces cuando tomó la decisión de seguir horneando.

Mientras el bizcocho de chocolate estaba en el horno, comenzó a hacer la


masa para un pastel de manzana. Una vez que la hubo preparado y metido en el
horno junto con el bizcocho de chocolate, se puso a hacer galletas. Para entonces la
cocina se había llenado de un delicioso aroma de los productos horneados, y se las
había arreglado para pasar dos horas sin Finn. Sus pensamientos vagaban
constantemente mientras la necesidad de ir y estar con él se la comían, pero hizo lo
posible por mantener la concentración todo lo que pudo.

56
El Club de las Excomulgadas
Con las galletas en una rejilla para enfriarse, Jocelyn consideró seriamente
hacer otro pastel de nuevo. Pero entonces miró todos los postres que había
preparado y se lo pensó mejor. Realmente no sabía siquiera si a Finn le gustaban
los dulces, y ya había hecho más de los que un hombre querría comer. Le ayudaría
a comerlos, pero de todos modos, había más que suficiente para dos personas. Las
cuatro docenas de galletas que había hecho hacían que todo fuera excesivo.

Ahora que no tenía algo con qué distraerse, sintió como si pudiera subirse
por las paredes. Su necesidad de estar con Finn se elevó a un nivel casi
insoportable. Caminó de un lado a otro por su cocina, lista para maldecir a Finn
por hacerle pasar por esto. Era todo por su culpa. Tenía que haber sabido que esto
les pasaría a ambos cuando se fue. Su hermana había tomado a un hombre lobo

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como compañero. Jocelyn se sintió segura de que Billie le había dicho a su familia
lo que les hacía a ella y a Royce la separación.

El teléfono comenzó a sonar. Corrió hacia allí y miró a la pantalla para ver
el número. Frunció el ceño cuando vio que no era Finn quién llamaba. Por el
número, supo que su tío estaría al otro lado del teléfono si lo contestaba. Sin estar
del humor adecuado para charlar, dejó que el contestador tomara la llamada. Su tío
llamaba al menos cuatro veces por semana sólo para comprobar que estaba bien, o
al menos era lo que él le había dicho. Jocelyn tenía la sensación de que lo hacía por
otros motivos además de eso. Su tío no había estado en absoluto contento cuando
ella había conseguido este trabajo en el Wulf’s Den y luego le había anunciado que
se mudaría de su casa. Su tío Grant, de novecientos años, todavía tenía la creencia
anticuada de que las mujeres tenían que vivir con un miembro del sexo masculino
de su familia hasta que se casaran, o en el caso de su especie, encontraran a un
compañero. También la había empujado ante cada hombre lobo de sexo masculino
que fuera elegible y que pensara que provenía de un buen linaje. En algún momento
su tío tuvo aspiraciones de que se apareara con Beowulf ya que era el líder de su
manada. Por suerte para Jocelyn, la llegada de Roxie a la vida de Beowulf había
acabado con eso. Jocelyn había comenzado a sentirse sofocada en la casa de su tío,
cosa que le había animado a conseguir un trabajo y una casa para sí misma.

57
El Club de las Excomulgadas
Después de que el teléfono dejara de sonar, miró el reloj. Daría a Finn
media hora más. Si no traía su culo de vuelta a casa para entonces, iría a él.
Esperaba que estuviera sufriendo tanto como ella lo hacía.

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58
El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Era un desastre patético. Finn miró el reloj que colgaba en la pared del
gimnasio principal. Sólo le quedaban cinco minutos para acabar con el cliente que
estaba entrenando. Podía hacerlo. Cinco minutos pasaban rápidamente, por lo
menos lo hacían cuando no sentía como si hubiera perdido el juicio.

Dos horas habían pasado desde que había llegado al gimnasio. Finn
encontró que su capacidad de concentración había llegado a su punto más bajo. Un
único pensamiento llenaba su mente: regresar a Jocelyn y tener relaciones sexuales.
Sexo con ella en su cama, en la mesa de la cocina, en el gran sofá de cuero de la

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sala de estar, incluso contra la pared. Apenas podía mantener oculta la perpetua
erección que lucía. El portapapeles que llevaba con él mientras entrenaba a los
clientes ayudaba a guardar su condición fuera de la vista. Pasaba más tiempo con
éste sostenido delante de su entrepierna y no escribía nada en él.

Cuando terminó con su cliente, tuvo que admitir la derrota. No podía


quedarse en el gimnasio por más tiempo. Tenía que volver con Jocelyn. Había
pensado que podría controlar la necesidad de estar con ella, pero sólo se había
engañado a sí mismo. Ahora sabía por qué Royce optaba por pasar por el gimnasio
mientras Billie trabajaba, cuando no tenía por qué hacerlo. El deseo y otras
emociones que ardían dentro de él le mostraban lo unido que estaba a Jocelyn. Sólo
una noche con ella y ya no podía funcionar sin tenerla a su alrededor.

Después de que reservara una próxima cita con el cliente, fue a buscar a Eli.
Sabía que su gemelo le diría que sí, pero en estos momentos no le importaba
mucho. Eli estaba sentado en el borde del escritorio de Billie mientras hablaba con
ella y Royce. Su gemelo echó un vistazo a su cara y se levantó.

—Creo que mi día se volvió más ocupado. ¿Cuándo esperas a tu próximo


cliente?

59
El Club de las Excomulgadas
—En quince minutos. —Finn vio que Billie y Royce le observaron con
atención cuando hablaba con Eli.

—De acuerdo. Iré y revisaré la rutina de ejercicios que has estado utilizando.

Después de que Eli se fuera, Finn se habría ido también, pero Billie le
detuvo.

—Finn espera. Te ves, bueno… incómodo.

Apretó los puños a los costados por la demora no deseada.

—Sólo di lo que tienes en mente, Billie, para que pueda salir como el

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infierno de aquí.

Billie sonrió.

—Felicidades por tu apareamiento, Finn. Ya era malditamente hora. Sabes


que tendrás que traer a Jocelyn para conocer al resto de la familia. Papá
particularmente querrá conocer a su nueva nuera.

—Planeo hacerlo pronto.

—Bien. Ahora puedes irte. Finn, sólo asegúrate que ambos estéis dentro de
casa antes de que comiences a montar a tu compañera.

Royce sacudió la cabeza.

—Realmente tienes una habilidad con las palabras, Billie. Ten piedad de tu
pobre hermano y déjale ir para estar con su compañera.

Billie fue más cerca de Royce y dibujó círculos perezosos en su pecho


mientras le daba una mirada ardiente.

—Sólo pensaba en darle una advertencia razonable. Sé que más de una vez
apenas hemos cruzado por delante de la puerta principal antes de que el impulso de
montarme te alcanzara.

60
El Club de las Excomulgadas
En cualquier otro momento Finn se habría sentido indignado por oír algo
sobre la vida sexual de su hermanita, pero ahora mismo sólo recordaba lo mucho
que quería tener a Jocelyn bajo él.

—Me voy. Dile a papá a donde fui. —No esperó a escuchar la respuesta de
Billie.

****

Ante el sonido de un coche que entraba en la calzada, Jocelyn corrió hacia


la puerta principal y miró fuera por la pequeña ventanilla lateral. Su corazón
comenzó a golpear más rápido cuando vio a Finn salir de su Mustang y cerrar de

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golpe la puerta. Abrió la puerta para él tan pronto como sus pies tocaron el porche
delantero.

Con la dura lujuria ardiendo en sus ojos azul-grisáceos, Finn la cogió en sus
brazos y dio un puntapié a la puerta principal para cerrarla. Jocelyn sabía que otra
vez no lo harían en su dormitorio cuando él capturó sus labios en un intenso beso.

Una vez que la besó lo suficiente como para hacer que sus piernas se
debilitaran, Finn levantó la cabeza y olfateó el aire.

—Algo huele realmente bien. Huele casi tan bien como el olor de tu
excitación.

Jocelyn necesitó un par de segundos para conseguir que su cerebro


funcionara lo suficiente como para responder a ese comentario.

—Hice unos pasteles cuando te fuiste. Creo que pude haber exagerado en
eso, sin embargo.

Finn mantuvo sus brazos alrededor de ella y le hizo retroceder hacia la


cocina mientras le mordisqueaba el lateral de su cuello.

—Vamos a ver qué horneaste.

61
El Club de las Excomulgadas
Dentro de la cocina, Finn se alejó de su cuello y miró todas las cosas
cocinadas que había colocado al final de la mesa de la cocina. Entonces bajó la
mirada hacia ella.

—Creo que sé por qué hiciste todo esto. Lo siento, Jocelyn. Realmente no
pensé que llegara a ser tan malo. Pero te lo compensaré.

Ella se estremeció cuando él inclinó su cabeza y arrastró su lengua por el


lado de su cuello.

—Más te vale. Y es mejor que no seas tan terco la próxima vez. Podría
haber evitado todo esto si me hubieras dejado ir al gimnasio contigo.

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Metió sus manos bajo su camiseta y ahuecó sus senos mientras
mordisqueaba la comisura de su boca.

—Aprendí la lección.

Jocelyn abrió la boca para permitirle la entrada a Finn cuando abarcó sus
labios en un beso pleno. Sus lenguas se entrelazaron mientras le pellizcaba sus
pezones tensos a través de su sujetador. Su cuerpo estaba a toda marcha. La
necesidad de tener a Finn profundamente dentro de su cuerpo hizo que gimiera en
su boca. Al tener su polla completamente hinchada acurrucada contra su estómago,
su coño comenzó a dolerle en respuesta. Jamás conseguiría tener suficiente de
Finn.

Liberando sus senos, Finn le subió la camiseta. Pasó su lengua entre sus
pechos antes de sacarle la prenda sobre la cabeza. El sujetador le siguió unos
segundos después. Mientras depositaba besos a través de su clavícula, le fue
quitando los vaqueros por las piernas y finalmente fuera de éstas. Finn la cogió en
brazos y la sentó al borde de la mesa, en el extremo opuesto de los productos
horneados. Se posicionó entre sus piernas abiertas. Arremolinó su lengua en torno a
uno de sus pezones antes de chuparlo profundamente dentro de su boca. Jocelyn se
recostó hacia atrás sobre sus manos mientras le succionaba el pecho.

62
El Club de las Excomulgadas
Finn prodigó la misma atención al otro seno antes de ir bajando por su
cuerpo. Su perversa lengua probó cada centímetro de su piel mientras seguía
avanzando hacia abajo. Cuando alcanzó la parte superior de sus bragas, Jocelyn
pensó que iba a eliminarlas. Rezó para que se las quitara. En vez de eso, Finn se
puso de rodillas en el suelo, y con una mano en cada uno de sus muslos y le abrió
las piernas más separadas. Sumergió la cabeza entre sus piernas y arrastró su lengua
a lo largo de su coño a través del encaje de las bragas. Jocelyn gimió mientras
continuaba provocándola. La delgada barrera de su ropa interior fue suficiente para
evitar que sintiera realmente que estaba lamiéndole. Finn no se detuvo hasta que
sus bragas estuvieron empapadas de sus jugos y de la humedad de su lengua.

Cuando se apartó y una vez más se puso entre sus piernas, Jocelyn gimió.

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Finn se inclinó sobre ella y cogió la bandeja del bizcocho de chocolate que había
hecho. La colocó al lado de ella.

—Apuesto que saben aún mejor si me lo como sobre tu delicioso cuerpo.

Antes de que Jocelyn pudiera decir algo, Finn cogió un puñado del bizcocho
de chocolate y lo frotó a través de su pecho. Jadeó cuando su lengua salió y lamió
la dulce golosina de su piel. Una vez que se lo comió todo, recogió otro puñado, lo
untó entre sus pechos y por encima de su estómago. La lamió hasta dejarla limpia
por completo hasta que una vez más alcanzó la parte superior de sus bragas. Con la
mano limpia, enganchó un dedo en la cintura de sus bragas y las arrastró hacia
abajo por sus piernas.

Finn miró su coño y luego a su mano cubierta de bizcocho de chocolate. Se


llevó la mano a la boca y comenzó a lamérsela para limpiarla. Jocelyn no podía
creer lo cachonda que le ponía verle usar su lengua para lamerse cada dedo, y luego
la palma de su mano. Para cuando terminó, ella estaba jadeando de deseo.

Fijó la mirada con la suya mientras él lentamente se ponía de rodillas una


vez más. Dio a su mano una última lamida.

—Sabes lo suficientemente dulce por ti misma.

63
El Club de las Excomulgadas
Jocelyn gimió cuando Finn le lamió el coño de abajo hacia arriba. Su lengua
se arremolinó alrededor de su clítoris antes de chasquearlo con la punta de su
lengua. Sus caderas se sacudieron contra su boca mientras le chupaba su clítoris,
justo antes de que él separara sus labios inferiores y clavara su lengua rígida en su
núcleo. Cuando Finn reemplazó su lengua con dos de sus dedos, Jocelyn
correspondió a sus estocadas cada vez que movía sus dedos dentro y fuera de su
apertura resbaladiza. Ella gimió y jadeó mientras montaba sus dedos. Aferró su
clítoris y lo sorbió, empujándola cada vez más cerca de la liberación.

Entonces estuvo allí. Su cabeza cayó hacia atrás mientras gemía en voz alta.
Ola tras ola de placer se apoderó de ella. Después que el último de los espasmos
cediera, Jocelyn levantó la cabeza y le miró levantarse de entre sus piernas. Su

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mano rápidamente deshizo el botón y la cremallera de sus vaqueros. Los empujó
hacia abajo sólo por debajo de su culo. Jocelyn sintió su núcleo apretarse al ver su
gruesa y dura polla sobresaliendo de su cuerpo. Había una gota de líquido pre-
seminal en la punta.

Finn levantó una de las manos de ella y la guió hasta su polla. Le hizo
envolver sus dedos en torno a ésta.

—Ponme donde me quieras, Jocelyn.

Ella bombeó con su mano arriba y abajo por su eje un par de veces antes de
acercarse más al borde de la mesa. En esta posición, posicionó sus piernas
alrededor de la cintura de Finn y luego con lentitud, condujo su polla hacia su
coño. Sin soltar su eje, hizo rozar la cabeza de su polla contra su núcleo, entonces
la frotó contra su clítoris. Finn agarró sus nalgas y hundió los dedos en sus suaves
globos de carne mientras ella continuaba estimulándose con su polla. Cuando
ambos no pudieron más, Jocelyn atrajo la cabeza de su pene a su apertura húmeda
y se empujó sobre éste. Con un movimiento de sus caderas, se impulsó a casa.

Finn impuso un ritmo intenso y rápido. Jocelyn se aferró a sus hombros


mientras se impulsaba en su interior. Ella se contrajo en torno a su eje mientras le
empalaba una y otra vez. Cogiendo el cuello de su camiseta, lo apartó de su cuello.

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El Club de las Excomulgadas
Sacó la lengua y lamió la señal de mordedura que le había hecho antes. Finn se
estremeció cuando arrastró sus dientes sobre ésta. Ella no podía ignorar el instinto
de marcarle como suyo. Con un gruñido, le mordió en el mismo lugar donde su
cuello y hombro se unían. Sintió como su polla se endurecía aún más dentro de
ella.

Finn gruñó y gimió. Sus caderas bombearon más rápidamente mientras ella
lo sostuvo entre sus dientes. Los sonidos que hizo al estrellarse contra ella hicieron
que su clímax estuviera un centímetro más cerca. Liberando su cuello, ella arqueó
la espalda. Finn inclinó su cabeza y sorbió su pezón en la boca mientras la montaba
con más fuerza. Eso fue bastante para enviarla volando sobre el borde. Sus fuertes
paredes internas sujetaron su polla cuando el orgasmo la atravesó. Mientras su

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cuerpo ordeñaba su eje, él se estrelló sobre ella una, dos veces más antes de gemir
en voz alta. Jocelyn sintió los chorros calientes de su semen llenarla cuando se
corrió.

Jadeando, Jocelyn apoyó su frente en el hombro de Finn. Cuando pudo


volver a respirar a un ritmo más normal, levantó la cabeza y rozó ligeramente sus
labios contra los suyos.

—No creo que vaya a ser capaz de hornear bizcochos de chocolate nunca
más sin pensar en lo que hiciste con ellos.

Finn se rió entre dientes.

—Aunque, estaba en lo cierto. Sabían mucho mejor lamidos sobre tu piel.

Jocelyn gimió.

—Me estás matando.

—Pero de un modo bueno. —Finn extendió la mano y se tocó la señal de


mordedura que le había dejado en el cuello—. Me mordiste otra vez.

Ella le apartó la mano y le pasó la lengua sobre eso. Finn se estremeció.

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El Club de las Excomulgadas
—Esto significa que eres mío. Si otro hombre lobo de sexo femenino ve esta
señal, sabrá que estás fuera de sus límites. También es excitante para un hombre
lobo macho el ser mordido.

—Bueno, parece que para mí también. Puedes hundir tus dientes en mí en


cualquier momento que quieras. —Su polla que decrecía dentro de ella se
sacudió—. Realmente me pone cachondo sólo pensar en ello.

—Tendré que morderte más a menudo.

—Y puesto que se trata de una marca para mantener a otras mujeres


hombres lobo lejos de mí, supongo que será mejor que use una camisa que la

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muestre cuando vaya al Wulf’s Den contigo esta noche. El único hombre lobo que
quiero que me desee eres tú.

Jocelyn envolvió sus brazos alrededor de la nuca de Finn.

— ¿Así que vas a venir a trabajar conmigo esta noche?

—Te dije que aprendí la lección. No voy a pasar por eso otra vez esta noche.
Estaré contigo en el Wulf’s Den esta noche, y cada noche que vayas a trabajar. —
La tomó en brazos. Jocelyn mantuvo sus piernas alrededor de su cintura y trabó sus
tobillos en su espalda. Antes de salir de la cocina, él cogió el resto del bizcocho de
chocolate—. Creo que habrá tiempo suficiente.

Ella le dirigió una mirada inquisitiva.

— ¿Tiempo suficiente para qué?

Él se dirigió hacia las escaleras.

—Creo que habrá tiempo suficiente para disfrutar más de tu bizcocho de


chocolate antes de que tengas que prepararte para el trabajo.

Jocelyn gimió.

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El Club de las Excomulgadas
—Creo que tienes razón. Además, no he tenido la oportunidad de probarlo
todavía. Me pregunto si sabrá igual de bueno lamido de tu cuerpo también. —Se
sostuvo con más firmeza contra Finn cuando él comenzó a subir los escalones de
dos en dos.

****

Mucho más tarde, después de haber consumido la mitad de la bandeja del


bizcocho de chocolate cada uno sobre el cuerpo del otro, Jocelyn sugirió tomar una
ducha juntos. Por supuesto que eso terminó en otro encuentro sexual. Después de
eso, se puso una falda negra, una de las más largas que tenía, elegida por Finn para
que usara, y una blusa de seda de color rosa oscuro, que no tenía un escote

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demasiado bajo. Entonces se fueron al apartamento de Finn para que se pudiera
vestir para salir esa noche.

Eli ya había vuelto al apartamento antes de que llegaran. Había estado


sentado en el sofá de la sala mientras miraba la televisión, pero cuando entraron
por la puerta del apartamento se levantó para saludarles. Le dio un abrazo a
Jocelyn y le besó en la mejilla.

—Bienvenida a la familia York, Jocelyn. Aunque tengo que decir que me


has dejado en una posición incómoda.

— ¿Y cómo es eso?

—Ahora que te has convertido en la compañera de Finn, soy el único


hermano York soltero. Tengo la sensación de que Billie hará todo lo posible para
emparejarme.

Finn tiró de Jocelyn más cerca de él.

—No es tan malo como pensábamos que sería. Me gusta la idea de ser un
hombre de una sola mujer ahora.

Eli hizo toda una actuación de encogerse.

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El Club de las Excomulgadas
—Aun así, no es para mí. —Rápidamente cambió de tema—. Entonces,
¿cuándo puedo esperar que te mudes, Finn?

Jocelyn trató de echar un vistazo despreocupado a Finn para ver cuál había
sido la reacción a la pregunta de su gemelo. Sus cejas se habían unido como si no
entendiera lo que le había preguntado. Entonces despacio, la miró antes de
contestar.

—No estoy seguro. No he pensado mucho más allá del momento —


masculló Finn.

— ¡Ups! Pensé que ahora que los dos os habéis apareado tú… —Eli dejó que

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sus palabras se desvanecieran cuando Finn le frunció el ceño.

Ella rápidamente entró en la conversación.

—Está bien, Eli. Las cosas han pasado tan rápido que no hemos tenido
oportunidad aún de discutir los arreglos de nuestro tiempo juntos. —Jocelyn
exageró su actuación al mirar su reloj—. Sugiero que te apresures y te cambies,
Finn. Tengo que estar en el club antes de que abra.

Finn asintió y luego le dejó para ir a su dormitorio. Eli le dio una mirada
avergonzada.

—Lo siento, Jocelyn. No me di cuenta de eso.

—No pasa nada, de verdad.

Eli le puso una mano bajo la barbilla y le hizo mirarle cuando ella miró en la
dirección en que Finn se había ido.

—Si es que vale de algo, no tiene nada que ver con el hecho de que seas su
compañera lo que le tiene actuando un poco reacio. Es una cosa de gemelos.
Nunca hemos vivido separados, nunca. Cuando estuvimos en casa de mi padre
siempre compartimos una habitación, y cuando decidimos mudarnos, conseguimos
este apartamento, juntos. La única razón de por qué esto no me molestó tanto

68
El Club de las Excomulgadas
como a él, fue por pensar que él tendría la necesidad de mudarse primero. He
tenido un poco de tiempo para hacerme a la idea. No es que no me vaya a parecer
extraño el no tenerle alrededor todo el tiempo.

Jocelyn sonrió y besó la mejilla de Eli.

—No estoy robándote a Finn. Puedes venir a casa en cualquier momento


que desees. Además, todavía vas a verle en el gimnasio.

—Eso es verdad. —En ese momento Finn salió de su dormitorio con unos
pantalones de vestir de color carbón y una camisa de vestir negra. Se dirigió hacia
ellos. Entonces le dijo a Finn—: Que paséis una buena noche. Supongo que te veré

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por la mañana en el gimnasio.

Finn le palmeó el hombro.

—Siempre puedes venir a Wulf’s Den con nosotros.

—No. Tal vez en otro momento.

Jocelyn tomó la mano que Finn le ofreció cuando salieron del apartamento.
Se hizo una nota mental para sí misma. Billie no sería la única que trataría de
emparejar a Eli. Tal vez entre las dos podrían encontrar a una mujer hombre lobo
agradable para que le tomara como su compañero.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Siete
Cuando Jocelyn y Finn llegaron al Wulf ’s Den, Roxie la saludó con un
abrazo. Finn dejó a regañadientes que le besara la mejilla.

—He oído que las felicitaciones están en el orden del día. No podía estar
más feliz por los dos.

—Gracias —dijo Jocelyn por ambos.

Roxie se movió para ponerse entre Jocelyn y Finn y pasó un brazo alrededor
de cada uno. Luego caminó hacia la barra donde Beowulf esperaba.

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—Para celebrarlo, es necesaria una buena botella de champán. —Entonces
dijo con un susurro fingido—. Por fin conseguiré que Beowulf abra una de sus
botellas caras.

Al llegar a la barra, Beowulf que estaba detrás de ésta, empezó a llenar


cuatro copas de champán que había dispuesto delante de él.

—Oí eso, Rox. Y para que los dos lo sepáis, no me engatusó sino que más
bien me ordenó que la abriera.

—Porque sabías que si no lo hacías no estaría contenta. Y si no estoy


contenta soy capaz de hacer algo que no te gustaría. —Roxie ladró como un perro
dos veces.

Beowulf entregó las copas llenas a cada uno de ellos.

—Ahora, Roxie, sabes que si usas esa capacidad tuya para mantenerme
encerrado en mi forma de lobo tendrías una noche muy solitaria. Si es que
entiendes lo que quiero decir.

Roxie no hizo ningún comentario y levantó su copa diciendo:

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El Club de las Excomulgadas
—Por Jocelyn y Finn.

Todos brindaron y luego bebieron el champán, a excepción de Finn que


bebió un sorbo. Al ser hombres lobo, Roxie, Beowulf y ella podrían beber tres veces
más alcohol que Finn sin sentir el efecto. Al menos esta noche, Jocelyn no tendría
que arrastrar a Finn borracho fuera del Wulf ’s Den.

Poco después se abrieron las puertas para dar inicio a la noche. Jocelyn le
sugirió a Finn que se sentara en la barra mientras atendía las mesas, pero él se negó.
En su lugar, fue y se sentó en una de las mesas en la parte posterior de la sala. A
pesar de que parecía más cómodo a su alrededor, y que no había actuado
demasiado distante con Beowulf y Roxie, Jocelyn tenía la sensación de que a Finn

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todavía no le gustaba mucho estar con otros de su especie. No discutió con él
cuando fue a sentarse en la mesa con una cerveza en la mano.

Mientras atendía las mesas, pasó tanto tiempo como pudo con Finn.
Hablaron de cosas intrascendentes en su mayor parte. Para ayudarle a adaptarse al
hecho de que ahora se consideraba parte de su manada ya que era su compañero,
Jocelyn le señaló a otros miembros de su manada. Cuando uno de ellos se acercó,
se lo presentó. Sabía que le hacía sentir incómodo, pero no la detuvo de hacerlo.

A mitad de la noche, Jocelyn oyó una voz muy familiar decir su nombre
mientras charlaba con Finn. Ella pegó una sonrisa a su rostro antes de darse la
vuelta para mirar a su tío Grant. Sus ojos fueron brevemente a su primo, Ben, que
estaba de pie al lado de su padre.

— ¡Qué agradable sorpresa, tío Grant, que vengas a verme al trabajo! —


Jocelyn vio cómo su tío miraba fijamente a Finn por encima del hombro de ella—.
Y veo que trajiste a Ben contigo también.

Grant arrastró su mirada lejos de Finn y le dio una sonrisa antes de besarle
en ambas mejillas.

—Cuando no contestaste tu teléfono esta mañana, y no me devolviste el


mensaje, creí que debía venir para ver si todo estaba bien. Ben decidió que quería

71
El Club de las Excomulgadas
acompañarme.

—Cómo puedes ver, estoy bien. Vi que habías llamado, pero me distraje un
poco y me olvidé de llamarte antes de venir a trabajar.

— ¿Qué podría haber sido tan importante para que no me llamaras? Como
jefe de nuestra familia es mi responsabilidad velar por ti. No puedo hacer eso bien si
no devuelves mis llamadas.

Jocelyn se mordió el interior de su mejilla para evitar decirle a su tío que era
absolutamente capaz de cuidar de sí misma. Odiaba cuando se dirigía a ella de esa
manera. Se sentía tan humillada. Una vez que creyó que se había controlado, abrió

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la boca para responderle, pero no tuvo la oportunidad. Finn se levantó de la mesa y
se acercó para estar de pie a su lado. Puso un brazo alrededor de sus hombros y la
colocó contra su lado. Los ojos de Grant se estrecharon ante la forma posesiva que
Finn se aferró a ella.

Finn extendió su mano para dársela a su tío.

—Puedes culparme a mí porque Jocelyn no te llamara.

Su tío a regañadientes estrechó la mano de Finn.

— ¿Y tú eres? —El labio superior de Grant se levantó infinitésimamente en


una mueca de desprecio cuando miró por debajo de su nariz aguileña a Finn.

—Finn York.

—Ya veo. —Grant niveló su mirada con la de Jocelyn—. No me dijiste que


conociste… a alguien nuevo, querida mía.

Jocelyn respiró hondo. No había pensado en decirle a su tío sobre Finn de


esta forma, pero no hay momento mejor que el presente.

—Finn es algo más que sólo un conocido, tío Grant. Finn es mi compañero.

72
El Club de las Excomulgadas
La cara de su tío se endureció.

— ¿Cuándo sucedió eso?

—Anoche.

— ¿Permitiste que este mortal te reclamara como su compañera sin mi


consentimiento?

Su tío dijo la palabra mortal como si fuera una palabra sucia. A Jocelyn no le
gustó ese tono ni un poco.

—Soy adulta, tío Grant. No necesito tu permiso para tomar un compañero.

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No es como si tuviéramos mucho control sobre el asunto. Lo hecho, hecho está.
¿Por qué no te sientas y tomas una copa mientras tú y Ben estáis aquí? Estaré feliz
de conseguiros cualquier cosa que queráis, a mi cuenta.

Grant envió una mirada gélida en dirección de Finn y una severa hacia ella.

—Tomaremos esa bebida pero nos sentaremos en otra mesa.

Jocelyn tuvo ganas de darle una bofetada a su tío cuando les volvió la
espalda y se sentó en una mesa a una buena distancia de la que Finn había elegido.
Su primo le dio una mirada de disgusto antes de unirse a su padre. Ambos
necesitaban un buen golpe, preferiblemente en la parte posterior de sus cabezas.

Se volvió para mirar a Finn.

—Siento esto. No tenía ni idea de que mi tío y mi primo aparecerían por


aquí. Y no esperaba este tipo de reacción de su parte cuando se enteraran que eras
mi compañero.

—No te preocupes por eso, Jocelyn. Digamos que el sentimiento es mutuo.


Confío en que no esperes que juegue con ellos a los compadres, porque eso no va a
suceder.

73
El Club de las Excomulgadas
—No, no lo hago. Yo misma encuentro difícil tener que tratar con ellos. Mi
tío, en particular, tiene ideas muy anticuadas. Piensa que las mujeres son débiles y
que se les debe decir lo que hacer. —Le dio a Finn un rápido beso en los labios,
acción que realizó sobre todo en beneficio de su tío y primo—. Voy a conseguirles
sus bebidas, y volveré de nuevo contigo.

Finn le atrajo hacia él antes de que pudiera alejarse y le besó a fondo.

—Si vas a tirar de sus riendas, Jocelyn, al menos hazlo bien.

Jocelyn sacudió la cabeza y se rió.

—Eres peor que yo.

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A continuación, se dirigió a la barra. Por el camino, echó un vistazo a la
mesa de su tío. Sus ojos prácticamente estaban lanzando dagas en dirección de
Finn. Este definitivamente había tenido éxito en sacar a Grant de sus cabales.

****

Grant miró a su sobrina y al mortal al que había permitido que le reclamara


como su compañera. El pensamiento de que un mortal fuera parte de su familia le
repelía. Los mortales estaban por debajo de los hombres lobo. Que Jocelyn se
hubiera rebajado a sí misma ligándose realmente a uno de ellos le ponía algo más
que un poco enfadado. Ojalá Dios no permitiera que tuvieran un hijo. Los linajes
puros de su familia no necesitaban la mancha de un mortal añadido a ellos.

Su hijo gruñó en voz lo suficiente baja como para que no fuera oído.

—Mírales, padre. No pueden mantener las manos lejos el uno del otro. Es
repugnante. ¿Cómo pudo hacer esto Jocelyn?

—Me he preguntado lo mismo, Ben. Obviamente he sido demasiado laxo en


mi vigilancia sobre ella. Nunca debí permitir que tomara este trabajo, o se mudara a
su propia casa. Si hubiera seguido viviendo en mi casa, esto no habría ocurrido.

74
El Club de las Excomulgadas
Grant despidió con un gesto a la camarera que llegó a su mesa para ver si
quería una bebida. No se perdió la mirada apreciativa que envió en su dirección
antes de alejarse. A sus novecientos años de edad, se encontraba en su mejor
momento. Su pelo era oscuro, al igual que sus ojos, y tenía un buen aspecto que
atraía mucho la atención de las mujeres, hombre lobo y mortales por igual. No es
que fuera a ensuciarse jamás al llevarse una mortal a la cama. Cuando él y su hijo
salían juntos, las mujeres los notaban a ambos ya que tenían apariencias parecidas.

Ben tomó un sorbo de vino.

—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto?

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—Creo que una conversación con Jocelyn está en el orden del día, una que
no incluirá al mortal y que ocurrirá en nuestra casa. Es tiempo de que Jocelyn
aprenda su lugar.

****

Finn se permitió relajarse cuando el tío de Jocelyn y su primo por fin se


levantaron y dejaron el Wulf ’s Den. El par no habían hecho otra cosa que echar
miradas de disgusto en su dirección.

Ahora sabía cómo lucía él cuando miraba de esa forma a los hombres lobo
del club con esa misma expresión. Ser el blanco de ello había sido algo así como
una revelación para él. Sólo esperaba que no lo hubiera hecho tan alto y claro como
el tío y primo de Jocelyn habían hecho.

Observó a Jocelyn servir una de sus mesas. Se rió de algo que una de las
mujeres dijo. Con la música a todo volumen en el club, no pudo oír lo que decían, y
no le importó. Sólo le importaba Jocelyn. Incluso los hombres lobo que se sentaban
en torno a él no le molestaban tanto como lo habían hecho antes de que hubiera
tomado a Jocelyn como su compañera. Y el recuerdo de lo que había ocurrido tres
meses antes no parecía molestarle tanto como lo había hecho en el pasado. Ahora
comprendía por qué Billie había hecho lo que había hecho. Si hubiera estado en su
lugar y Gren hubiera cogido a Jocelyn como su cautiva, Finn probablemente habría

75
El Club de las Excomulgadas
asesinado al hombre lobo para asegurarse que nunca le tocara otra vez.

La idea de tener a Jocelyn separada a la fuerza de él, le hizo sentirse casi


físicamente enfermo. Unidos como estaban, no podía imaginar cómo podría
continuar si algo le sucediera a ella. Con esos pensamientos, lo que había visto en la
visión que le mostraba a Jocelyn muerta, vino al frente de su mente. No vio qué
había causado su muerte, sólo que de alguna manera él había sido el responsable.
En ese momento, Jocelyn le miró. Sus cejas se unieron cuando le miró con una
expresión preocupada. Obviamente había visto la ansiedad en su cara cada vez que
pensaba en esa visión. Apartó esos pensamientos y le dio una sonrisa. Ella se alejó
de la mesa y se dirigió a donde estaba sentado.

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— ¿Todo está bien, Finn? Veo que mi tío y mi primo se fueron. ¿Te dijeron
algo antes de irse?

Envolvió su brazo alrededor de su cintura y tiró de ella para que estuviera de


pie al lado de su silla. Finn alzó la vista y sacudió la cabeza.

—Todo está bien. Y no, no me dijeron nada —le dirigió una sonrisa sexy—.
¿Y si hablaras con Beowulf y vieras si te deja salir un poco antes? Todo en lo que
puedo pensar es en llevarte a tu casa y meterte en la cama.

Jocelyn le devolvió la sonrisa.

—Creo que se puede arreglar ya que estamos recién emparejados. Ya vuelvo.

Finn miró a Jocelyn hacer su camino hacia la barra donde Beowulf


permanecía detrás de ésta. Se inclinó sobre el mostrador para hablar con él.
Beowulf miró de ella a Finn. Finn asintió con la cabeza en reconocimiento. Vio que
Beowulf se reía y asentía con la cabeza. Jocelyn volvió un poco después con su
bolso.

Ya que había tomado un par de bebidas, Finn dejó que condujera su


Mustang de vuelta a su casa. Tan pronto como llegaron, la atrajo hacia sí y sus
labios descendieron para devorar su boca. Esta vez se las arreglaron para llegar a su

76
El Club de las Excomulgadas
habitación antes de que la ropa cayera.

****

Jocelyn se acurrucó somnolienta contra el costado de Finn. Por su


respiración, supo que se había quedado dormido. No era de extrañar. Sus relaciones
sexuales habían sido bastante intensas. Había sido como si Finn no se cansara de
ella. No es que se quejara ni nada por el estilo. ¿Y qué si no podía caminar a la
mañana siguiente? Bien valdría la pena considerando cómo había terminado de esa
manera en primer lugar.

Apenas comenzaba a quedarse dormida cuando Finn comenzó a moverse

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inquieto en su sueño. Cuando dijo su nombre con una voz atormentada y comenzó
a sacudirse, Jocelyn se apoyó en el codo y le sacudió por el hombro.

—Finn, despierta. —Cuando siguió soñando, le sacudió con más fuerza—.


Despierta, Finn. No es más que un mal sueño.

Se despertó con un sobresalto. Su pecho subía y bajaba con rapidez mientras


la miraba fijamente. Lo que sea que hubiera soñado no podía haber sido agradable.
Sus ojos estaban dilatados y una fina capa de sudor humedecía su frente. Ella
suavemente se lo limpió.

— ¿Estás bien ahora?

Su reacción hizo que Jocelyn jadeara de sorpresa. Finn la empujó sobre la


cama mientras rodaba sobre ella. La sensación de su polla endureciéndose mientras
su cabeza sondeaba su coño todavía húmedo le hizo jadear de nuevo por una razón
diferente. Le acarició la mejilla cuando él deslizó la gruesa longitud de su pene
totalmente dentro de ella y se quedó inmóvil. Su cuerpo temblaba mientras le
miraba con miedo en sus ojos.

—No me dejes nunca, Jocelyn. —La voz de Finn tembló de emoción—.


Eres una parte de mí ahora. No quiero perderte nunca. Te amo.

77
El Club de las Excomulgadas
Jocelyn ahuecó su mejilla áspera por la barba incipiente en su mano.

—No me voy a ninguna parte, Finn. Te quiero también. Nunca habríamos


sido capaces de hacernos compañeros si no nos hubiéramos enamorado a primera
vista. Es la manera en que funciona.

Con un gruñido bajo, Finn comenzó a moverse dentro de ella mientras


capturaba sus labios en un beso feroz. Marcó un ritmo lento, retirándose hasta que
su pene casi dejaba su cuerpo completamente, sólo para embestirle de nuevo.
Jocelyn gimió contra su boca. El sonido hizo que Finn se estrellara contra ella con
más fuerza. Entonces, como si un dique se hubiera roto, entrelazó sus dedos en su
pelo mientras su boca se volvía más exigente. Jocelyn levantó sus caderas del

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colchón para igualar cada una de sus estocadas. La montó más rápido, más fuerte,
hasta que sintió que su vagina empezaba a aferrarse a su eje duro. Cuando un
gemido lloroso dejó sus labios al contraerse sus músculos interiores alrededor de su
pene, ella se corrió. Finn levantó la parte superior de su cuerpo sobre sus manos.
Los músculos de su pecho se flexionaron cuando bombeó sus caderas más
rápidamente. Cuando alcanzó su clímax, echó su cabeza hacia atrás emitiendo un
fuerte gemido. Su polla eyaculó llenándola de su semen.

Finn se derrumbó encima de ella y le rodeó con sus brazos. Manteniendo


sus cuerpos unidos, los puso de lado. Colocó la pierna de ella sobre su cadera y
luego los cubrió con las mantas a los dos. Cuando terminó, metió la cabeza de ella
bajo su barbilla y la abrazó contra su pecho.

Jocelyn acarició la espalda de Finn. Él se aferró a ella, casi como si tuviera


miedo de que se fuera, que le abandonara si relajaba su agarre. Incluso después de
que fuera quedándose dormido, todavía le sujetaba con fuerza a él. Ella siguió
acariciándole la espalda hasta que también cayó en un sueño profundo.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Ocho
A la mañana siguiente, Finn estuvo subyugado, perdido en sus
pensamientos. No es que ignorara a Jocelyn. Puede que no hubiera estado
demasiado hablador, pero se aseguró de tocarla de alguna manera. Y parecía que
sus ojos le seguían donde quiera que fuera.

Después de que ella sirvió el desayuno y fue a sentarse en la mesa de la


cocina junto a él, Jocelyn le preguntó.

— ¿Qué planes tienes para hoy?

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Finn movió su silla hacia la de ella para que sus muslos se tocaran antes de
responder.

—Tengo que ir al gimnasio. Tengo unas pocas sesiones de entrenamiento


que hacer hoy.

Jocelyn asintió.

—Está bien. ¿Qué tal si me encuentro contigo en el gimnasio entonces?

— ¿No quieres venir conmigo?

—Tengo que hacer un viaje rápido a la tienda de comestibles. Estás


comiendo todo lo que tengo en la casa. —Viendo su mirada de preocupación,
Jocelyn añadió—. No me llevará mucho tiempo. Te prometo que estaré en el
gimnasio antes de que la separación llegue a ser demasiado.

— ¿Por qué no esperas a hacer la compra hasta que yo termine en el trabajo


y entonces vamos juntos?

—No. Puedes ir al gimnasio por tu cuenta. Quiero hacer una buena cena
esta noche, y quiero que sea una sorpresa. Así que no, no vienes conmigo.

79
El Club de las Excomulgadas
— ¿No tienes que trabajar en Wulf ’s Den esta noche?

Jocelyn le sonrió.

—No. Beowulf me dijo que podía tener la noche libre para estar contigo
cuando le pregunté ayer si podía salir temprano.

Finn pareció animarse un poco con eso.

—Eso me da algo que esperar con ilusión entonces. Bien. Ve a hacer las
compras tu sola. Eso sí, no te entretengas más tiempo del necesario. No quiero
pasar el mono2 de Jocelyn como lo hice ayer.

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—Hmm, me gusta cómo suena eso. Mono de Jocelyn. Nunca pensé que un
hombre se hiciera adicto a mí anteriormente.

Se inclinó hacia ella, enterró su nariz en el costado de su cuello y respiró


hondo, Jocelyn se estremeció en respuesta.

—Cariño, eres una adicción que no quiero quitarme nunca. —Finn se sentó
con la espalda recta—. Date prisa y come. Cuanto más rápido hagas la compra,
más rápido puedes encontrarte conmigo en el gimnasio.

Jocelyn recogió parte de la tostada de su plato y dio un gran mordisco.


Cuando miró a Finn tomar su desayuno pensó en el miedo que había estado al
acecho en sus ojos después de la pesadilla de la noche anterior. ¿Su deseo de no
estar lejos de ella durante mucho tiempo tenía que ver con el estar apareados, o
provenía más de lo que había soñado? No lo sabía, pero si Finn la quería tener
cerca, no tenía problemas con eso.

****

Una vez que terminaron de comer, Finn se fue al gimnasio. Jocelyn miró al
Mustang salir de la calzada antes de subir a su habitación para conseguir su bolso.
En el camino de vuelta, se sorprendió al oír que la puerta principal se abría.

2El síndrome de abstinencia es denominado coloquialmente mono.

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El Club de las Excomulgadas
Pensando que Finn había vuelto por cualquier motivo, se apresuró a bajar al piso
principal. Se paró en seco en el último escalón, cuando vio a su tío Grant de pie en
su vestíbulo de entrada.

— ¿Tío Grant? ¿Qué haces aquí?

—No creo que necesite una razón para visitar a mi sobrina.

—Estaba a punto de salir. Tengo que ir en una carrera a la tienda de


comestibles.

—Eso puede esperar. Tengo algo de lo cual necesito hablar contigo. Necesito
que vuelvas conmigo a casa.

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— ¿No puede esperar?

Grant sacudió la cabeza moviéndose para pararse frente a ella.

—Me temo que no.

—Por lo menos, ¿no puedes hablar conmigo sobre eso aquí en mi casa en
vez de tener que ir contigo a la tuya? —Jocelyn sintió que un pequeño malestar de
inquietud le corría por su espalda cuando Grant le tomó por la parte superior de su
brazo y tiró de ella.

—No, Jocelyn, no puedo.

Apretó su agarre en su brazo cuando empezó a tirar de ella fuera de la casa.


Jocelyn trató soltarse, pero su tío se negó a dejarle ir. Una vez fuera, ella clavó sus
talones. Grant fácilmente le arrastró tras él hacia su Mercedes-Benz estacionado en
la calzada. Cuando abrió la puerta trasera y la empujó en los brazos de su primo
que estaba sentado allí, Jocelyn comenzó a sentir verdadero miedo.

Las cerraduras del Mercedes hicieron clic en su lugar después de que su tío
entrara por la puerta del conductor. Le dio un codazo a Ben en las costillas
mientras trataba de liberarse de los brazos que había envuelto en torno a ella. Sólo

81
El Club de las Excomulgadas
sacudió su cabeza hacia ella y apretó su asimiento.

Con una voz infundida en pánico, Jocelyn preguntó:

—Tío Grant, ¿por qué estás haciendo esto? No puedes secuestrarme de mi


propia casa.

Su tío no respondió hasta que hubo dejado su calzada y empezado a


conducir por su calle.

—Oh, creo que puedo, Jocelyn. Como jefe de familia puedo hacer lo que
juzgue necesario para salvaguardarte.

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—No estoy en ningún peligro.

—No, pero es obvio para mí que eres incapaz de tomar las decisiones
correctas en tu vida.

— ¿Qué? —gritó Jocelyn—. No te entiendo.

— ¿En serio? Entonces déjame explicártelo detalladamente. Dejaste que un


mortal te reclamara como su compañera. Ya es bastante malo que dejaras que uno
te tocara, pero permitir que uno de ellos entrara dentro de tu cuerpo es más de lo
que puedo tolerar.

—No me puedes decir a quién puedo tomar como compañero. Finn es mi


compañero. El vínculo ha sido forjado. Ni siquiera tú puedes romper eso.

—Tal vez no, pero eso no significa que te permita vivir con un compañero
mortal como tu compañero. Hasta que hayas recobrado el juicio, te mantendré
alejada de él.

Sabiendo que no había nada que pudiera hacer mientras estuviera atrapada
en el coche de su tío, Jocelyn giró la cabeza y miró por la ventana. No tenía idea de
por qué el odio de su tío hacia los mortales era tan profundo. Sabía que pensaba
que eran inferiores, pero nunca había imaginado que fuera a hacer algo tan extremo

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El Club de las Excomulgadas
por su odio hacia ellos. No podía entender por qué le disgustaban tanto los
mortales. A Finn no le gustaban los hombres lobo por una razón legítima. No era
así con su tío. Por lo que sabía, él haría lo que fuera para asegurarse que no tenía
que tratar con mortales.

Cuando las puertas delanteras de la casa de su tío surgieron más adelante,


Jocelyn pensó que tal vez tendría una oportunidad de escapar una vez que la
sacaran del coche. Pero Ben pronto le desengañó de esa idea. Le susurró al oído:

—Trata de huir de mí, Jocelyn, y te haré lamentarlo. Hay más de una


manera de poner a una mujer en su lugar.

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Su tío aparcó el coche dentro de la amplia cochera para tres coches. Una vez
que la puerta de la cochera se cerró detrás de ellos, él salió y abrió la puerta trasera
del lado del conductor. Extendió la mano y cogió su brazo. Ben cambió su agarre
para que pudiera sostenerla por el otro. Lograron sacarle del coche, y luego le
llevaron entre ellos y la metieron en la casa.

Jocelyn había pensado que su tío tenía la intención de encerrarla en su viejo


dormitorio de arriba, pero pronto se dio cuenta que tenía algo más en mente
cuando los dos hombres le obligaron a bajar las escaleras hacia el sótano. Este
estaba profusamente decorado como el resto de la casa. Su tío solamente quería lo
mejor a su alrededor. Jocelyn miró alrededor del gran espacio abierto. La única
puerta que tenía cerradura era la del cuarto de baño, e incluso entonces la puerta se
cerraba por dentro. ¿Dónde tenía intención de dejarle?

Pronto lo averiguó cuando la llevó a la pared del fondo de la sala. Presionó


un lugar en el revestimiento de madera y una sección de la pared se abrió para
revelar una pequeña habitación. Jocelyn había vivido en la casa de su tío durante
muchos años y no tenía idea de que eso existiera. Grant encendió el interruptor de
luz dentro de la habitación. Jocelyn vio los dos únicos artículos que tenía el cuarto,
una cama individual y una televisión que había en una pequeña mesa frente a ella.
Le tiraron sobre la cama.

83
El Club de las Excomulgadas
Con los brazos cruzados sobre su pecho, su tío le miró.

—Este será tu nuevo hogar hasta que decidas renunciar al mortal. Y para
que no gastes tu aliento, está insonorizado.

Jocelyn trató de no entrar en pánico mientras miraba a su alrededor.

— ¿Qué es esta habitación?

Su tío se rió entre dientes. No había ningún humor en el sonido.

—Es el cuarto en que se guarda a las mujeres cuando no hacen lo que se les
ha dicho. Tu tía me obligó a construir este sitio para ella. Al igual que tú, no aceptó

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mi autoridad.

Jocelyn jadeó en estado de shock.

—Ella era tu compañera. ¿Cómo pudiste hacerle eso a la mujer a la que


uniste tu alma?

Grant resopló.

—Nunca uní mi alma con la suya. La escogí, pero no porque mi cuerpo


exigiera que la reclamara. La elegí debido a su linaje. —Su tío le arrebató el bolso
de su brazo antes de que Jocelyn pudiera impedírselo—. Me quedaré con esto —
alcanzó dentro y sacó el móvil—. No es que haya señal aquí dentro. Siempre es
mejor asegurarse que lamentarse. —Lo dejó caer de nuevo en su bolso y se dio la
vuelta para salir del cuarto con Ben detrás.

Aturdida, Jocelyn observó en silencio como la pared cercana se cerraba


detrás de ellos. Ahora tenía sentido que su tía se hubiera suicidado veinte años
atrás. Su tía había venido a casa después de uno de sus largos viajes, unos de varias
semanas supuestamente en un balneario, y había tomado una dosis letal de sus
píldoras prescritas. No tomó mucho para que Jocelyn sacara la conclusión de que
su tía había estado presa en su propia casa durante años. No le extrañaba que la
pobre mujer hubiera tomado una salida para la que su tío no tenía control.

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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn levantó sus piernas en la cama y descansó su barbilla sobre sus
rodillas. Sin poder hacer una llamada de socorro, Finn no sabría lo que le pasó. Se
volvería loco de preocupación. Ya sintiendo la separación, se sentó en la cama a
esperar lo siguiente que su tío le haría a continuación.

****

¿Dónde diablos estaba Jocelyn? Había pasado más de una hora desde que se fue
de su casa. Finn había estado seguro que ya habría llegado al gimnasio. ¿Cuántos
comestibles tenía que comprar?

Cada cinco minutos, sus ojos iban hacia el reloj, mientras llevaba a su cliente

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a través de una rutina de ejercicios. La separación de Jocelyn comenzaba a llegar a
él. Había tratado de llamarle a su móvil, pero no lo contestaba. Eso le preocupó un
poco, y le hizo preguntarse si podría haber pasado algo malo. No significaba nada
que Jocelyn no contestara. Podría ser que su móvil perdiera la señal mientras estaba
en la tienda, o que no oyera que éste sonaba. Pero eso último no podía creerlo. Los
hombres lobo podían oír caer un alfiler a casi una manzana de distancia.

Después de acabar con su cliente, Finn salió de la parte principal del


gimnasio y fue a su escritorio. Se sentó detrás y otra vez marcó el número del
teléfono de Jocelyn. Sonó y sonó. Sólo cuando creyó que iría al buzón de voz otra
vez, alguien contestó. Las cejas de Finn se unieron cuando no oyó la voz de Jocelyn
diciendo hola inmediatamente.

—Jocelyn, ¿estás ahí?

Otro par de segundos pasó antes de oír una profunda voz masculina que le
contestaba.

—No, no soy Jocelyn, Finn.

Finn se puso rígido. Conocía esa voz. Era el tío de Jocelyn.

— ¿Dónde está Jocelyn?

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El Club de las Excomulgadas
—Está en un lugar seguro donde no serás capaz de alcanzarla.

Un gruñido surgió de la garganta de Finn antes de que pudiera contenerlo.

— ¿Qué le has hecho?

—Bueno, bueno, ¿qué sabrás? Un mortal que puede imitar a uno de sus
superiores. ¿Es así como atrajiste a mi sobrina a ti? ¿Sabías imitar a un hombre
lobo? ¿Cómo de grosero es eso?

— ¿Dónde está Jocelyn? —exigió Finn.

Grant suspiró profundamente en el teléfono.

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—Veo que no vas a atenerte a razones, por lo tanto te lo diré. Me he llevado
a Jocelyn lejos de ti, mortal. No permitiré que mi sobrina se aparee y crie con uno
de tu especie. Los mortales son débiles y están muy por debajo de cualquier hombre
lobo. Incluso un hombre lobo macho desterrado es mejor que un mortal. Tengo la
intención de enseñarle a Jocelyn el error que cometió cuando te tomó como su
compañero. Una vez que lo reconozca, encontraré a un compañero apropiado para
ella.

Finn gruñó otra vez antes de gritar.

—No tienes derecho a mantenernos alejados. La dejas ir o si no…

Grant se rió de él.

— ¿O sí no qué?

—Te perseguiré y te haré lamentar el haberte interpuesto entre Jocelyn y yo.

—No me amenaces, mortal —espetó Grant—. Está bien. Haremos esto


según la ley del hombre lobo. Te reto a una pelea Alfa. Veremos quién tiene derecho
sobre Jocelyn entonces. Nos veremos esta noche a medianoche en Muir Woods. No
llegues tarde, mortal. Realmente disfrutaré mostrándole a Jocelyn cómo de débiles

86
El Club de las Excomulgadas
son los de tu especie.

Finn cerró el teléfono cuando Grant le colgó. Aguantó el gruñido que


amenazó con liberarse de su garganta llena de rabia. Alzó la vista para encontrar a
toda su familia, Billie y Royce, su gemelo, sus otros dos hermanos, Keegan y Hayes,
y a su padre, todos de pie ante su escritorio, mirándole con preocupación.

— ¿Está todo bien, Finn? —le preguntó Billie.

Él negó con la cabeza.

—Es Jocelyn. —Al ir a explicárselo, una visión se cerró de golpe sobre él.
Jadeó cuando las imágenes brillaron en su cabeza. Se puso las manos sobre la

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cabeza y gimió mientras su cerebro trataba de procesar lo que veía. Esta visión era
casi igual a la primera que tuvo, pero con más detalles. Las imágenes mostraban
exactamente cuál sería la causa de la muerte de Jocelyn. A medida que la visión se
desvaneció, supo exactamente lo que tenía que hacer para salvar su vida.

Capaz de funcionar nuevamente, se volvió para mirar a su familia. Sus


expresiones iban del shock a la preocupación. Hizo una mueca cuando Billie se
acercó a su escritorio y fue a pararse al lado de su silla. Ella le devolvió la mirada,
luego se inclinó y puso sus manos sobre cada uno de sus reposabrazos.

— ¿Qué acaba de pasarte, Finn?

Antes de que pudiera responder, su padre habló.

—Tuvo una visión. Vi a su madre pasar por muchas de ellas. Reconozco las
señales cuando una te golpea.

Billie se inclinó más hacia él.

— ¿Es eso lo que nos has estado ocultando? ¿Qué ahora tienes visiones?

Finn miró a Royce antes de responder.

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El Club de las Excomulgadas
—Sí. La sangre de Royce hizo algo más que darme un gran sentido del
olfato y la capacidad de gruñir como un hombre lobo. También me dio la
capacidad de tener visiones. —Cogió los brazos de Billie y suavemente los apartó
para poder levantarse—. Quiero que llames a Roxie y le digas que venga aquí
ahora. Y dile que traiga todo lo que sea necesario para hacer el hechizo.

— ¿Estás seguro, Finn? —preguntó Royce cuando sacó su teléfono del


bolsillo de sus pantalones.

—Sí. El tío de Jocelyn acaba de desafiarme a una lucha Alfa por ella. En mi
visión vi lo que pasaría si no soy un hombre lobo cuando lo encuentre en Muir
Woods esta noche. Si no lo hago, será la muerte tanto de Jocelyn como la mía. Su

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tío me matará y Jocelyn se quitará su vida después de que yo me vaya.

Royce dio una cabezada concisa justo cuando marcó en su móvil.

—Le diré a Roxie que se apresure.

Después de que Royce se fuera a hacer su llamada, Billie apretó su mano.

—No te preocupes, Finn, no tendrás que enfrentarte a esto solo. No es tan


malo ser un hombre lobo. En cuanto a la pelea a la que tendrás que enfrentarte,
tendrás a Beowulf, Roxie, Royce y a mí para ayudarte. Recuperaremos a Jocelyn
para ti.

Por primera vez en tres meses, Finn tiró a Billie en sus brazos y la abrazó.

****

Roxie y Beowulf llegaron al gimnasio media hora más tarde. Roxie llevaba
una bolsa de papel marrón con ella. Todos se amontonaron en la sala de aeróbic del
piso superior. Keegan, que entró último en el cuarto, cerró la puerta firmemente
detrás de él. Con sus hermanos, su padre, Billie, Royce y Beowulf cerca de él, Roxie
hizo que Finn se sentara en el suelo. Ella se puso de rodillas a su lado, sacó dos
bolas de algodón con alcohol y una jeringuilla nueva de la bolsa de papel que había

88
El Club de las Excomulgadas
llevado con ella. Sabiendo lo que tenía que hacer con la aguja, Finn volvió su
cabeza para que pudiera tener mejor acceso a su cuello.

Roxie chasqueó la lengua y le volvió la cabeza para que le enfrentara.

—No tiene que ser hecho de esa manera, Finn. Gren sólo eligió el cuello
para asegurarse que doliera más. Tú brazo servirá igual de bien.

Asintió y extendió su brazo derecho para que tuviera el pliegue de su codo


delante de ella.

—Es bueno saberlo. No esperaba con ilusión una aguja clavada en mi cuello
otra vez.

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—Supongo que no —dijo Roxie con una sonrisa—. Aunque debo advertirte,
si funciona, todavía te dolerá como el infierno. Así que no grites.

Finn le dedicó una sonrisa torcida.

— ¿Puedo maldecir?

Asintió y le devolvió la sonrisa.

—Maldecir está permitido. Lo que sea para que consigas atravesar esto, ve a
por ello.

Observó a Roxie coger uno de los paquetes de algodones con alcohol y


abrirlo. Lo pasó a lo largo de la parte interior de su codo y luego quitó la capucha
de la jeringuilla antes de clavar la aguja en su brazo. Esta se llenó de sangre cuando
tiró del émbolo. Una vez que la jeringuilla estuvo llena completamente, la pasó a
Beowulf para que la sostuviera mientras pasaba otro algodón para limpiar el
interior de codo de Finn. Este respiró hondo para prepararse para lo que fuera que
viniera después. Roxie tomó la jeringa de Beowulf, la pinchó en el brazo de Finn y
empujó el émbolo hasta el fondo. Entonces recitó el hechizo.

La magia de la sangre del lobo está en ti.

89
El Club de las Excomulgadas
Un lobo te vuelves para correr salvaje y libre.

Donde una vez había dos, ahora solo vemos uno.

Finn notó la diferencia de inmediato a cuando Gren había intentado el


hechizo con él. Las palabras del hechizo resonaron profundamente dentro de él
cuando Roxie las dijo. Desde dónde Roxie le había inyectado su sangre, la señal del
pinchazo comenzó a arder. Como el mercurio, la sensación ardiente pasó volando a
través de su cuerpo como si ardiera de dentro hacia fuera. Ahí fue cuando comenzó
a maldecir.

—Mierda Santa. Hijo puta, esto duele. Joder. Joder. —Sus manos se hicieron

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puños en su regazo.

Jadeó mientras se preguntaba cuanto más podría aguantar. Entonces poco a


poco la sensación de ardor comenzó a desvanecerse. Lentamente abrió sus manos y
se levantó. Vio que cada uno le miraba con expresiones expectantes en sus caras.

Billie se movió para estar al lado de Roxie.

—Bueno, por las maldiciones que diste, supongo que el hechizo funcionó.
¿Te sientes diferente, Finn?

Finn hizo un balance de sí mismo. Se sentía diferente. Más fuerte, sus


sentidos eran más agudos ahora. Podía oír sonidos procedentes del piso inferior
como si estuviera en esa habitación, en vez de estar en el piso de arriba. El sentido
del olfato se mantuvo igual, puesto que ya había aumentado antes. Asintió con la
cabeza.

—Sí. Me siento… más fuerte.

Billie sonrió.

—Te dije que te gustaría esto. Ahora vamos a ver si puedes convertirte en
lobo. Mira profundamente dentro de ti para encontrar la nueva chispa de magia que
tienes. Tócala e imagínate a ti mismo como un lobo.

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El Club de las Excomulgadas
Los demás retrocedieron para darle espacio. Finn hizo lo que Billie le dijo.
Efectivamente, descubrió pronto lo que sólo podría describirse como una chispa de
magia. Cuando la tocó ligeramente el poder se apoderó de él. Teniendo un buen
agarre del mismo, rápidamente se visualizó como un lobo. Sucedió muy rápido. En
un momento estaba de pie como un hombre, y al siguiente como lobo. Finn vio su
imagen en uno de los espejos de la pared. Un lobo macho negro le devolvió la
mirada. Una sensación salvaje de libertad como nunca había sentido se apoderó de
él. Juntó sus patas traseras y corrió alrededor del cuarto deseando que fuera en el
exterior donde estuviera corriendo.

Billie le agarró por el pescuezo cuando hizo un recorrido completo al cuarto.

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—Está bien, as, ya es suficiente. Habrá un montón de tiempo para correr
más tarde. Ahora vamos a ver si puedes cambiar de nuevo a tu forma humana con
la misma facilidad. Y Finn, no te olvides imaginarte con la ropa puesta. Sé que no
necesito ver tu culo desnudo, entre otras cosas.

Finn cogió la chispa de magia una vez más y se imaginó así mismo en forma
humana. En cuestión de segundos estaba de pie frente a Billie y Roxie vestido,
pareciendo él de nuevo.

Roxie le regañó.

—No presumas. ¿Sabes cuantas veces me llevó hacer el cambio hasta que
pude manejar hacerlo con ropa? Billie fue capaz de hacerlo al primer intento como
tú. ¿Estás seguro de que no hay algún hombre lobo en tu árbol genealógico?

—No antes de Billie y Finn —dijo su padre con una sonrisita.

Roxie puso los ojos en blanco.

—Imagínate. —Entonces se puso seria—. Estoy segura de que Billie ya te lo


dijo, Beowulf, Royce, Billie y yo iremos a Muir Woods contigo esta noche, Finn. —
Echó un vistazo a sus hermanos y padre—. Lo siento, ningún mortal. Beowulf no
conoce al tío de Jocelyn muy bien, por lo tanto no confío en él.

91
El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué es exactamente una lucha Alfa? —preguntó Finn.

Beowulf fue el que le contestó.

—Realmente es más como una prueba de fuerza. No se supone que sea a


muerte. Por lo general es un reto que tiene lugar entre dos hombres que quieren a
una mujer. Ya sea entre dos varones que la quieren como compañera, o en este
caso, el jefe de familia que no está de acuerdo con la elección del compañero de la
mujer. Quienquiera que pueda derribar al contrincante primero con sus mandíbulas
alrededor de la parte posterior de su cuello prueba ser el mejor varón Alfa. El
perdedor debe entonces renunciar a perseguir a la mujer. Si le ganas al tío de
Jocelyn, no podrá mantenerla alejada de ti. Es la ley.

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—Y si piensa romper esa ley —intervino Roxie—, estaré allí para aclarar las
cosas.

Finn asintió. Sabía que derrotaría al tío de Jocelyn. No tenía otra opción.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Nueve
Jocelyn se sentó derecha cuando la pared se abrió. Había estado tumbada en
la cama mientras contemplaba el techo. No tenía idea de que hora era. Las horas
habían pasado, y sabía que habían sido muchas. Permanecer tanto tiempo separada
de Finn le tenía muy tensa. Si no se involucraba con él pronto, no sabía lo que iba a
hacer. Esto se sentía como una tortura.

Su tío entró en la habitación y sacudió la cabeza cuando le miró.

—Suspirando por tu mortal, ya veo. Bueno, acostúmbrate a ello, porque

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después de esta noche nunca le volverás a ver.

— ¿Qué quieres decir?

—Le desafié a una pelea Alfa esta noche. Él aceptó. Ahora vas a ver por ti
misma a lo que te ataste. Levántate.

Jocelyn se puso los zapatos de nuevo y se levantó. Su tío le cogió del brazo y
le condujo fuera del sótano, hacia la cochera. Se sentó con Jocelyn en el asiento
trasero. Mientras conducían a Muir Woods, Jocelyn permaneció sentada en silencio
con la mente en estado de agitación. De ninguna manera Finn podría derrotar a su
tío. Podría haber tenido una oportunidad si los dos fueran mortales, pero al no ser
un hombre lobo, definitivamente daba a su tío una gran ventaja. Sabía que las
peleas Alfa no se suponían que terminaran con la muerte del perdedor, pero no
podía evitar tener la sensación de que su tío no sólo golpearía a Finn, sino que
también tomaría su vida. Mientras Finn permaneciera vivo, Jocelyn haría cualquier
cosa para poder estar con él. Y su tío sabía eso.

Cuando llegaron a los bosques oscuros, Jocelyn permitió que su tío y primo
le llevaran al claro de Muir Woods donde se realizaban todos los desafíos de los
hombres lobo. A medida que pasaban por delante de la línea de árboles, esperó que
Finn fuera lo bastante inteligente para decírselo a Billie, y que ella y Royce fueran
con él.

93
El Club de las Excomulgadas
****

Finn aceleró por la carretera mientras seguía el coche de Beowulf hacia


Muir Woods. Billie y Royce estaban sentados en el asiento trasero de su coche.
Ambos le dieron consejos sobre la mejor forma de luchar en forma de lobo durante
el viaje. Una cosa en la que ambos hicieron hincapié, es que tenía que dejar que su
lobo, la parte salvaje de su naturaleza, tuviera libertad de acción. Si se permitía
pensar como un ser humano, perdería.

Cuando llegaron a Muir Woods, Billie le dirigió para que dejara su coche en
un estacionamiento que estaba a cierta distancia de la entrada principal. Beowulf y
Roxie continuaron sin ellos. Finn apagó el motor y se giró para mirar a Billie.

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— ¿Por qué quisiste que aparcara aquí?

Billie le lanzó una mirada de complicidad.

—Os dará a ti y a Jocelyn un poco de intimidad después de que la recuperes.

— ¿Por qué necesitaríamos eso?

Billie puso los ojos en blanco.

— ¿Por qué diablos crees? Has estado separado de Jocelyn por demasiado
tiempo. Tu sangre estará ardiendo, junto con otras partes de ti, después de que la
lucha haya terminado. Estarás un poco desesperado, si entiendes lo que te digo.

Finn sacudió la cabeza y miró a Royce.

— ¿Ella siempre tiene el sexo en mente?

Royce se rió entre dientes.

—Eso me temo. No es que me queje.

Él sostuvo su mano en alto.

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El Club de las Excomulgadas
—No quiero oír más. Sólo vayamos y encontrémonos con Beowulf y Roxie.

Salieron del coche y los tres se convirtieron en lobo. Finn corrió a un lado de
Billie, mientras que Royce lo hizo al otro lado de ella. Los dos lobos negros y el
marrón dorado corrieron como un rayo por el camino hasta que alcanzaron el
estacionamiento principal donde Beowulf y Roxie les esperaban.

También se convirtieron en lobos cuando los demás se acercaron, añadiendo


otro lobo macho negro y una hembra cuyo pelaje marrón dorado era un tono más
ligero que la piel del otro lobo marrón. Los cinco lobos se sumergieron entre los
árboles e hicieron su camino hacia el claro.

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Finn entró en el claro primero. Se paró de pie, solo, por delante de la línea de
árboles y gruñó al tío de Jocelyn y a su primo que estaban de pie con Jocelyn entre
ellos. Grant caminó hacia adelante cuando los otros lobos llegaron. Su mirada
barrió el pequeño grupo.

— ¿Dónde está el mortal? Si no viene, pierde.

Finn se alejó de los demás hasta pararse frente a Grant. Él gruñó bajo en su
garganta. El tío de Jocelyn le miró fijamente y sacudió la cabeza.

— ¿Crees que soy tonto? Este es un hombre lobo. No puede ser Finn.

Jocelyn trató de liberarse de su primo mientras le llamaba.

— ¿Finn? ¿Realmente eres tú?

Las cejas de Grant bajaron.

—Eso es imposible. Un mortal no puede convertirse en hombre lobo.

Finn dio un paso atrás y luego llamó al cambio en él. La cara de Grant
creció en asombro cuando le miró cambiar.

—Es posible —gruñó Finn en respuesta—. Ahora, terminemos con esto.

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El Club de las Excomulgadas
Tanto él como Grant cambiaron a su forma lobo mientras se arrojaban uno
contra el otro. Sus rugidos y gruñidos llenaron el claro mientras luchaban. Sabiendo
lo que perdería si Grant le derrotaba, Finn liberó a su lobo. Ignoró el dolor de las
mordeduras o arañazos que Grant le infringía.

Pero al final, Finn resultó ser el más fuerte de los dos. Luchó con Grant
hasta que fue capaz de tomar el dorso del cuello de él en sus potentes mandíbulas.
El tío de Jocelyn se quedó inmóvil y gimió derrotado.

Finn le soltó y se acercó al primo de Jocelyn que aún le sostenía. Retrajo su


labio superior hacia Ben y gruñó. Ben rápidamente dejó ir a Jocelyn. Finn cambió
de nuevo a su forma humana y la tomó en sus brazos. Antes de que pudiera darle

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un beso, oyó un gruñido amenazador detrás de él. Se dio la vuelta y sostuvo a
Jocelyn cerca cuando se enfrentó a su tío que estaba parado detrás de él.

Grant cambió de nuevo a su forma humana.

—Esto no ha terminado. No puedo permitir que Jocelyn vaya contigo.

—Finn ganó de buena fe. Jocelyn es suya —dijo Roxie en su forma medio
humana/medio lobo, cogió a Grant por el hombro y lo giró de cara a ella. Le
levantó hasta que sus pies se alejaron del suelo, y luego le dio una sacudida—.
Todos fuimos testigos de tu derrota ante Finn. Finn es el mejor Alfa. Acepta tu
derrota. —Ella tiró de él hasta que estuvieron más cerca, nariz contra nariz—. Y no
será sólo conmigo con quién tendrás que enfrentarte si tratas de interferir en la vida
de Finn y Jocelyn otra vez. ¿Ves a la loba negra que está ahí? Esa es Billie, la
hermana de Finn. Es la que acabó con Gren, no Beowulf como dice el rumor. Así
que si no deseas convertirte en su blanco, yo aceptaría las cosas como son.

Grant cayó al suelo cuando Roxie abrió su mano y le dejó caer. Ella se
volvió hacia Finn y Jocelyn.

—Vosotros dos podéis iros. Nosotros podemos limpiar el resto de este lío.

Finn tomó la mano de Jocelyn y la sacó del claro. Ahora sabía por qué Billie

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El Club de las Excomulgadas
le había sugerido el estacionamiento más alejado. La necesidad de tenerla, de
escucharla gritar cuando la tomara, casi le venció. Una vez que llegaron al camino
principal, ambos se convirtieron en lobos. Finn corrió al lado de Jocelyn mientras la
avasallaba hacia el estacionamiento. Se rozó contra su pelaje de color rojizo
mientras corrían.

En poco tiempo llegaron a su coche. Finn cambió a su forma humana y


luego tomó a Jocelyn en sus brazos mientras ella también cambiaba. Le besó
salvajemente mientras abría la puerta del lado del pasajero y reclinaba el asiento
hacia adelante. De alguna manera se las arregló para meterles a ambos en el asiento
trasero y cerró la puerta del coche detrás de ellos. Jocelyn gimió y sorbió su lengua
en su boca mientas sus manos rasgaban sus pantalones de lana por delante. Finn se

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rasgó sus vaqueros. Con movimientos rápidos, los bajó por sus piernas. Empujó su
mano entre sus piernas y gimió. Estaba mojada y lista para él.

Moviéndose para besar un lado de su cuello, Finn sostuvo a Jocelyn por su


cintura mientras se movía en el asiento. Se sentó y tiró de ella para que estuviera
sentada a horcajadas sobre su regazo. Las manos de Jocelyn bajaron sobre sus
hombros en busca de apoyo. Finn envolvió su mano alrededor de la base de su
palpitante polla y la sostuvo cuando Jocelyn aceptó la cabeza de ésta en su coño y
embistió hacia abajo. Soltó su eje cuando Jocelyn le tomó profundamente.

Ella se incorporó sobre sus rodillas y luego se dejó caer de nuevo. Mientras
le montaba, Finn ahuecó sus pechos a través de su camiseta y le mordió el tenso
pezón. Jocelyn dejó caer la cabeza hacia atrás y gimió.

La sensación de los músculos internos de Jocelyn sujetándole casi le hizo


correrse. Con los dientes apretados, luchó por contenerse hasta que ella hubiera
llegado a su clímax. Condujo una mano entre ellos y frotó su clítoris mientras se
balanceaba arriba y abajo sobre su polla. Eso fue todo lo que necesitó Jocelyn para
enviarla sobre el borde. Sus dedos se clavaron en sus hombros cuando gritó de
placer. Su coño aferró su duro eje, ciñéndole como un puño. Finn embistió en ella
una vez más y luego encontró su propia liberación.

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El Club de las Excomulgadas
El sonido de sus pesadas respiraciones inundó el auto. Finn le agarró por la
nuca y la besó suavemente.

— ¿Estás bien?

Jocelyn sonrió contra sus labios.

—Nunca mejor. ¿Y tú? Dejaste que Roxie usara el hechizo en ti.

—Tenía que hacerlo. Si no lo hubiera hecho te habría perdido para siempre.

— ¿Cómo sabes eso?

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—Tengo visiones, Jocelyn. Como mi madre. Esa primera mañana en tu casa,
tuve una. Te vi muerta en un charco de tu propia sangre. Nunca supe como moriste,
sólo que era de alguna manera el responsable. No fue hasta que tu tío te capturó,
que vi todo lo demás. Tu tío me habría matado, y tú te habrías quitado tu vida
después. Como hombre lobo, sabía que podía detenerle.

Jocelyn le besó en la frente.

—Probablemente no habría sido capaz de seguir sin ti. Sobre todo si tuviera
que soportar estar bajo el control de mi tío. Pero me alegro de que hicieras que
Roxie usara el hechizo. Ahora no te perderé nunca. Y ahora que eres hombre lobo,
realmente tienes algunos beneficios añadidos por lo que veo. —Jocelyn apretó sus
músculos internos en torno a su polla todavía dura.

Finn se rió entre dientes.

—Eso parece. ¿Vemos si somos capaces de empañar todas las ventanas de mi


coche como un par de adolescentes cachondos?

Jocelyn sonrió.

—Definitivamente sí.

Cuando Jocelyn comenzó a moverse sobre él, una vez más, Finn echó la

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cabeza hacia atrás y aulló.

Fin
El Club de las Excomulgadas

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El Club de las Excomulgadas
Serie La Guarida de Wulf

01 - Beowulf y Roxie

Cuando Roxie y su amiga, Candice, decidieron pasar una noche


de chicas, no se dieron cuenta que La Guarida de Wulf sería más
de lo que habían previsto. Pero Roxie pronto aprendió a esperar
cualquier cosa. El encontrar una superabundancia de tíos
guapos, y aún más le sorprendió cuando lo mejor de todo el
grupo la miró como si quisiera devorarla, la sorpresa se convirtió
en asombro.

Beowulf la reconoció como su compañera al instante en que se


cruzó en su camino y su aroma llenó sus pulmones. Pero tuvo
que superar un obstáculo. Ella no era de su especie... un hombre
lobo. Había esperado durante años para encontrar a su

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compañera y reclamarla, aunque fuera mortal. Pronto le
enseñaría todo sobre los hombres lobo.

Roxie estaba atrapada en extraños sucesos. Marcas arcaicas que


aparecían en su muñeca, y fuerzas poderosas que amenazaban
con separarla de su amor cuando dos hombres-lobo machos intentaron reclamarla como suya.
¿Serían Roxie y Beowulf capaces de mantener el amor que habían forjado el vínculo o se perderían
el uno al otro para siempre?

02 - El Lobo de Taryn

Habiendo heredado la bodega de su tío, Taryn Davies va a


Wulf’s Den con la esperanza de vender sus vinos a Beowulf, el
propietario. Una vez allí, se encuentra con Wade, el hermano
de Beowulf. A pesar de que se siente inmediatamente atraída
por él, su pasado hace difícil que acepte sus insinuaciones.

Atrapando una bocanada del olor persistente de Taryn, dentro


de Wulf’s Den, Wade está decidido a hacerla suya. Pero
cuando su primer encuentro no sale como le habría gustado,
Wade sigue a Taryn a su bodega, The Pines.

Mientras Wade trata de persuadir a Taryn, tiene que encontrar


la manera de explicar que él es un hombre lobo. Poco sabe que
otro hombre tiene a Taryn en su punto de mira, uno quién no
significa nada bueno para ella.

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El Club de las Excomulgadas
03 - Seduciendo al Lobo

Billie conoció a Royce en Wulf’s Den, mientras fue allí a


arrastrar a su hermano borracho a casa de su esposa. A
pesar de que sabía que él se sentía atraído por ella, Royce
se niega a verla de nuevo. Con cuatro hermanos mayores,
y siendo una entrenadora personal en el gimnasio de su
familia, Billie no es el tipo de mujer que deje escapar entre
sus dedos al hombre que quiera.

Royce sabe que Billie es su compañera, pero siendo ella


mortal, lucha contra la atracción que siente por ella. Ya
perdió a una compañera que no era un hombre lobo y no
quería correr el riesgo de ser herido otra vez.

Cuando los sentimientos de Royce por Billie crecen, otro


hombre de sexo masculino acecha a Royce. Piensa que la

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sangre de Royce es la llave de un hechizo mágico, y hará
cualquier cosa por obtenerla, incluso si tiene que utilizar a
Billie para conseguirla.

04 - Emparejada a Un Lobo

Finn York tuvo una mala experiencia con los hombres


lobo. Marcado emocional y físicamente por la experiencia,
su aversión le hace luchar contra la atracción que siente
por la mujer hombre lobo que conoce en Wulf’s Den. Sin
embargo, su olor le atrae con la fuerza irresistible de un
apareamiento de hombres lobo.
Jocelyn trabaja como camarera en Wulf’s Den. Ella ya
había visto antes a Finn meses atrás, pero los cambios
repentinos en él la confunden. Cuando le sirve unas
bebidas una noche él gruñe y olfatea el aire como si
pudiera ser capaz de oler su excitación y la confusión de
Jocelyn se intensifica. Pero su interés por Finn aumenta y
planea una manera de obligarle a superar su repugnancia
para reclamarla como su compañera.

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