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04 Emparejada A Un Lobo
04 Emparejada A Un Lobo
Agradecimientos
¡¡¡Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
Aviso Excomulgado
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Finn York tuvo una mala experiencia con los hombres lobo. Marcado
emocional y físicamente por la experiencia, su aversión le hace luchar contra la
atracción que siente por la mujer hombre lobo que conoce en Wulf’s Den. Sin
embargo, su olor le atrae con la fuerza irresistible de un apareamiento de hombres
lobo.
Jocelyn trabaja como camarera en Wulf’s Den. Ella ya había visto antes a
Finn meses atrás, pero los cambios repentinos en él la confunden. Cuando le sirve
unas bebidas una noche él gruñe y olfatea el aire como si pudiera ser capaz de oler
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Uno
Finn York se sentó en un rincón oscuro de Wulf’s Den1 y miró a la gente
que estaba a su alrededor. Se bebió rápidamente el trago de whisky que tenía en la
mano, disgustado por el número de hombres lobo que podía distinguir entre la
multitud. Dejó el vaso de chupito vacío con un golpe y cogió la botella de cerveza
que estaba en la mesa frente a él. No sabía por qué no podía dejar de venir al Wulf’s
Den cuando le disgustaba estar cerca de los empleados y clientes, que en su mayor
parte eran hombres lobo. Se destacaban entre la multitud debido a su atractivo
aspecto de modelos, además de sus cuerpos bien torneados y sus alturas que
sobrepasaban la media. Hubo un tiempo en que le había encantado venir a este sitio
Al menos Eli se había quedado en casa esta noche en vez de seguirle. Finn
sabía que su gemelo estaba preocupado por él, pero la expresión de preocupación
de Eli le crispaba los nervios. Al igual que la preocupación de su hermano mayor,
Keegan, y su hermano menor, Hayes, cuando andaban a su alrededor. Pero las
muestras de preocupación de Billie eran lo que más le molestaba. Al ser el bebé de
la familia y la única chica entre cuatro hermanos, él y sus hermanos siempre la
habían protegido. Ahora que Billie había tomado a un hombre lobo de más de mil
quinientos años como su compañero, y se había convertido a sí misma en hombre
lobo, ya no necesitaba a sus hermanos para protegerla.
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Traducido sería La Guarida de Wulf, pero como es el nombre del bar se deja en el original.
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Apretó los dientes mientras una nueva ola de olores mezclados le inundaba.
Maltrataban sus sentidos y le daban una gran cantidad de información acerca de las
personas que estaban sentadas cerca de su mesa. Lo odiaba. No había pedido ese
“don”, o el don de la visión que poseía ahora. Una inyección de sangre del
compañero hombre lobo de Billie había ocasionado esos cambios en él. La sangre
de Royce había tenido un efecto permanente en él.
Tomó un largo trago de su cerveza cuando vio a Beowulf y a Roxie más allá
en la barra. Wulf’s Den era propiedad de Beowulf, que también era el líder de la
manada. Finn intentaba evitar a Beowulf tanto como podía, sobre todo porque
parecía que Roxie nunca estaba demasiado lejos de su compañero. Ella era a la que
Finn deseaba evitar a toda costa. Descendiente de Royce, había sido la primera
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mujeres a medida que pasaban, ni tampoco reía o bromeaba con su hermano
cuando llegaban al club nocturno juntos. Algo parecía haberle cambiado hacía tres
meses, y no para mejor. En cada ocasión, Jocelyn le pillaba mirando a los hombres
lobo que había en el club con repugnancia, como si su mera presencia le molestara.
Si ese fuera el caso, no podía entender por qué seguía viniendo a Wulf’s Den
semana tras semana.
Cuando entregó las bebidas en una mesa cercana al mortal, Jocelyn le echó
un vistazo. Su ritmo cardíaco se hizo un poco más rápido cuando sus ojos azules
grisáceos atraparon los suyos y agitó su mano para que ella se acercara a su mesa.
Le asintió mientras servía la última bebida de su bandeja.
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macho que acababa de encontrar a su compañera. Jocelyn tomó el olor en sus
pulmones. Olió al mortal, pero también detectó otra cosa, tenía un olor subyacente
a hombre lobo. Era diminuto comparado con el olor de mortal, pero sin embargo lo
captó. Y estaba excitado. Ese olor almizcleño masculino de su excitación se
apoderó de ella, volviéndose cada vez más fuerte cuanto más tiempo permanecía
delante de él.
— ¿Qué?
Roxie le dio una sonrisa de complicidad antes de mirar a la mesa del mortal,
y luego de vuelta a ella.
—Te gusta Finn, ¿no? —Cuando Jocelyn le dirigió una mirada confusa,
Roxie añadió—. El mortal de cuya mesa viniste. Su nombre es Finn. Estoy segura
de que te gusta.
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Jocelyn se volvió para colocar la botella abierta de cerveza y el chupito de
whisky en su bandeja. Sintió que sus mejillas enrojecían sabiendo la razón de cómo
Roxie sabía exactamente que encontraba a Finn atractivo.
—Yo diría que es mucho más que tal vez. Creo que eres justo lo que Finn
necesita.
—Rox —advirtió Beowulf—. No creo que sea una buena idea jugar a la
casamentera en lo que a Finn se refiere.
—No le hagas caso a Beowulf, Jocelyn. Esa es solo su opinión. Sólo diré
una última cosa y entonces podrás tomar tu propia decisión.
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Jocelyn asintió. Roxie había explicado algunas de las razones por las que
Finn había cambiado, aunque no entró en detalles. Ahora que lo pensaba, su
comportamiento había cambiado en la misma época en la que la manada se había
enterado de que Gren, un antiguo enemigo de Beowulf, había muerto. ¿Podría
haber estado Finn implicado en lo que había acabado con Gren? Recogió su
bandeja de bebidas de la barra.
—Pensaré en ello. Será mejor que le entregue a Finn sus bebidas. Puedo
sentir que su mirada me está apuñalando la espalda.
Roxie sonrió.
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Le llevó su tiempo caminar a través del club casi desierto. Las puertas
habían cerrado para el público unos minutos antes. A mitad de camino hacia la
puerta de entrada, Finn comenzó a tener problemas. El alcohol que había
consumido comenzó a correr hacia su cabeza. Tropezó cuando comenzó a caer de
lado. Antes de perder completamente el equilibrio, un brazo rodeó su cintura y su
brazo fue colocado sobre un conjunto de hombros femeninos. Cuando miró hacia
abajo y vio quién había acudido a ayudarle a mantenerse derecho, Finn se tragó un
gemido.
La mirada de Finn chocó con los increíbles ojos verdes claro de su camarera
cuando ésta le devolvió la mirada. Incapaz de detenerse, dejó que su mirada
acariciara su pelo largo de color castaño rojizo, liso, antes de descender por su
cuerpo delgado. Tenía todas las curvas correctas en todos los lugares adecuados,
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que parecían ajustarse perfectamente a su costado. Como todas las de su especie,
era más alta que la mayoría de las mujeres mortales. Con su altura superior al
metro noventa, él sobresalía ampliamente sobre muchas mujeres, pero no sobre
esta. Tenía que medir al menos metro ochenta.
—Puedo caminar por mi cuenta. —Su voz sonó mal pronunciada incluso
para él.
Finn sintió que el lado del seno de Jocelyn rozaba su costado en cada paso
que daban. Su polla tiesa palpitaba dentro de sus vaqueros. No le importaba que
ella fuera un hombre lobo. Sólo quería estar sepultado hasta la empuñadura dentro
de su coño mojado. Apretó los dientes contra la intensa excitación que hacía que su
sangre se disparara a través de sus venas por la necesidad.
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No le tomó mucho tiempo a Jocelyn llegar al estacionamiento detrás de
Wulf’s Den. Caminó hacia el Ferrari negro que estaba aparcado en la parte
posterior de la parcela. ¿Todos los hombres lobo conducían coches caros? Finn no tuvo
mucho más tiempo para detenerse en esa cuestión en particular una vez que ella le
tuvo apoyado de espaldas contra su coche mientras buscaba las llaves en su bolso.
Sin su apoyo, sus piernas lentamente comenzaron a ceder y empezó a deslizarse
hacia abajo del coche. Jocelyn le cogió por la cintura con ambos brazos para que se
apoyara contra su cuerpo antes de que pudiera golpear el suelo.
Perdido en una bruma de excitación sexual, Finn llevó una mano a los
botones de la blusa de Jocelyn. Trató de desabotonar un botón para poder deslizar
una mano dentro y ahuecar su seno, pero se apartó de él, rompiendo el contacto de
sus labios. Finn se fijó en que sus labios estaban hinchados por sus besos mientras le
miraba fijamente. La necesidad de tirarla sobre el coche, levantar su falda estrecha
y enterrar su polla en su interior latía furiosamente dentro de él. Casi no pudo
ignorarlo. Antes de que pudiera intentarlo y tomar sus labios otra vez, Jocelyn abrió
la puerta de pasajeros y la mantuvo abierta para él.
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este momento. No tengo la intención de dormir contigo y que luego te arrepientas
de lo que hiciste a la mañana siguiente. Ahora, entra en el coche.
Finn sintió que el mundo comenzaba a girar más rápido otra vez. No tenía
ni idea de cómo sabía su nombre. Sabía que no se lo había dicho, pero por el
momento no le importó cómo lo había averiguado. Ella le empujó dentro del coche
y le puso el cinturón de seguridad antes de cerrar la puerta. Vio a dos Jocelyns
caminar por delante del coche y meterse dentro por el lado del conductor. Los ojos
de Finn se volvieron pesados cuando se acomodó en un rincón del asiento.
Renunció a la batalla para mantenerse despierto cuando Jocelyn arrancó el coche.
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Capítulo Dos
Finn entreabrió un ojo, pero rápidamente lo cerró con un gemido por el
dolor de cabeza. Se sentía como si alguien golpeara a través de ella. Pasó un brazo
sobre sus ojos. Otro par de horas de sueño y sería capaz de enfrentarse al mundo.
Después de eso, tomaría una ducha caliente y encontraría algo que pudiera tomar
contra su dolor de cabeza asesino.
Las sábanas crujieron cuando la mujer a su lado rodó sobre su costado para
colocarse frente a él. Plasmó un ceño en su cara cuando ella le miró con una
pequeña sonrisa formándose en sus labios.
Finn rápidamente levantó las sábanas para encontrar que no tenía ni una
prenda de ropa en él. También notó que su polla había tomado interés en la mujer
de su lado. Se alargaba y ponía más dura con cada bocanada de su olor que
aspiraba. Dejó que la sábana cayera de nuevo sobre él.
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— ¿Por qué estoy desnudo?
—Bueno, sólo pensaba quitarte la camisa y los vaqueros para que pudieras
dormir más cómodo. ¡Qué sorpresa me llevé cuando me enteré que ibas sin ropa
interior debajo de los vaqueros! Para entonces ya había conseguido esa ojeada, así
que te quité los vaqueros de todos modos.
Finn sintió que su polla se sacudía al pensar que Jocelyn le había desnudado
completamente mientras dormía.
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—Para alguien a quien supuestamente le disgustan tanto los hombres lobo,
seguro que no estás actuando como tal. En todo caso, esa erección tuya me dice
que estarías más que contento por besarme y algo más.
Finn echó un vistazo abajo, a su cuerpo, y vio que su polla había hecho una
carpa sobre sí misma.
—Por qué ocuparte de ese pequeño problema por ti mismo cuando estaría
más que contenta de hacerlo por ti. Sé que ambos disfrutaríamos mucho más de esa
manera.
Con un gemido, Finn trató de levantar sus manos, pero Jocelyn fácilmente
lo mantuvo fijado a la cama.
—Ah, Dios, tenías que parecerte a Billie en lo que se refiere a los hombres.
—Billie es mi hermana.
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—Siempre ha defendido que si una mujer realmente desea a un hombre, no
debería esperar a que él diera el primer paso. —Con el olor de Jocelyn llenando su
cabeza, Finn decididamente encontró cada vez más difícil concentrarse. Su polla
latía dolorosamente bajo la sábana.
—Ya veo. Creo que me gustaría conocer a tu hermana. Parece que ella y yo
nos llevaríamos bien. Es una chica que piensa como yo.
—Es verdad. Eres el primer hombre sobre el que he saltado, sin que él haya
hecho primero sobre mí.
Ya no podía pensar con claridad. Jamás se había sentido tan atraído por una
mujer antes. La excitación ardía a través de su cuerpo destruyendo sus defensas. La
repugnancia que por lo general sentía hacia los hombres lobo de sexo femenino que
mostraban interés hacia él no apareció con Jocelyn. Encontró que su olor era
adictivo, y atrajo a la superficie algo que no reconoció en sí mismo. Algo que
quería tomarla, reclamarla como su compañera.
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en contacto con su polla. La sensación de su calor húmedo a través de sus
pantalones cortos hizo que envolviera sus brazos alrededor de su cintura, al mismo
tiempo que le hacía rodar sobre su espalda.
Finn se colocó entre sus piernas mientras tomaba el control del beso. Sorbió
su lengua en su boca. Jocelyn gimió mientras aferraba sus hombros con las manos.
Levantando el dobladillo de su camiseta, la arrastró por encima de su cabeza.
Ahuecando uno de sus senos en su mano, tiró del pezón tenso mientras
abandonaba su boca y dejaba un camino de besos hacia abajo, yendo desde su
cuello hasta alcanzar su seno. Chasqueó el pezón de Jocelyn con la punta de su
lengua antes de sorberlo profundamente dentro de su boca. Al mismo tiempo que
succionó su seno, cogió la pretina de sus pantalones y se los bajó más allá de sus
Las caderas de Jocelyn se elevaron del colchón cuando extendió sus pliegues
y sumergió su lengua dentro de su núcleo. Siguió dando vueltas en su sexo hasta
que la hizo gemir de necesidad. Lentamente, empujó un dedo dentro de su vagina.
Sus paredes interiores se sujetaron en torno a éste mientras lo empujaba dentro y
fuera de su cuerpo. Cuando deslizó un segundo dedo dentro de ella, Finn
arremolinó su lengua alrededor de su clítoris. Jocelyn enhebró los dedos en su pelo
y lo sostuvo contra ella mientras chupaba el pequeño nudo de carne. Cuando sus
paredes interiores comenzaron a tener espasmos alrededor de sus dedos, chupó su
clítoris con más fuerza. Jocelyn gimió cuando llegó al clímax contra su boca.
Finn se irguió de su posición entre sus piernas. Apoyó su peso sobre sus
codos cuando la cabeza de su polla presionó contra el calor mojado del coño de
Jocelyn. Estaba a punto de empujarse en su interior cuando las imágenes se
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estrellaron contra su cabeza. Finn se quedó sin aliento cuando éstas fueron
reproducidas ante sus ojos. Desde la distancia, oyó que Jocelyn le preguntaba qué
sucedía, pero no pudo contestarle. En el momento en que las imágenes se
desvanecieron, su cuerpo había estallado en un sudor frío y había perdido su
erección.
— ¿Estás bien?
—Tengo que salir de aquí. —Le dio la espalda para que no pudiera ver lo
profundamente afectado que estaba por lo que había visto.
—No.
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Ahora vestido, Finn se giró hacia Jocelyn. Tenía sus manos en puños a sus
costados para evitar atraerla a sus brazos. Estaba gloriosamente desnuda frente a él
con los labios todavía hinchados por sus besos.
Finn caminó alrededor de ella y fue hacia la puerta del dormitorio. Bajó la
escalera hasta el nivel inferior de la casa de dos en dos. Antes de que pudiera
encontrar el teléfono, Jocelyn bajó la escalera. Se había puesto un albornoz, gracias
a Dios. No sabía cuánto tiempo más habría sido capaz de aferrarse a su control con
ella desnuda delante de él.
—Entiende esto bien, Jocelyn, no soy un hombre lobo. —Su labio superior
se retrajo en repugnancia cuando dijo las palabras: “hombre lobo”.
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—Sé que no lo eres, pero tu olor me confunde. Hueles a mortal, pero hay un
olor subyacente que me dice que podrías ser hombre lobo también.
—Sí.
—Odio tener que decírtelo, nena, pero no estoy buscando una compañera, y
especialmente no una que sea hombre lobo. Sé lo que pasa cuando los hombres
lobo se aparean. La verdadera necesidad de estar el uno con el otro, la forma en que
las almas de los compañeros se alcanzan la una a la otra y se unen. No quiero que
—No soy un maldito hombre lobo, así que deja de compararme con uno.
Ahora, ¿dónde diablos está el teléfono?
—Sigue diciéndote eso, Finn. Sigue diciéndote eso y tal vez comiences a
creerlo. El teléfono está en la cocina, más allá del pasillo.
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Finn obligó a sus pies a moverse mientras pasaba a su lado y se dirigió a la
cocina. Una vez que se alejara de ella, estaría bien. La excitación que hervía en su
sangre se disiparía en cuanto no pudiera verla, ni oler su seductor aroma. Volvería a
la normalidad y no pensaría en ella otra vez.
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En cuanto a ella, la primera vez que sus labios habían tocado los suyo en el
Wulf’s Den, le había deseado. A pesar de que Finn le había hecho correrse, el
cuerpo de Jocelyn aun latía de excitación. Quería tener su musculoso cuerpo
envuelto alrededor de ella mientras la tomaba. Cuando dormía la noche anterior
había sido capaz de mirar cada centímetro de él. Finn podía no ser tan alto como
un hombre lobo macho, pero tenía la construcción de uno. Su cuerpo estaba lleno
de músculos, lo que significaba que tenía que pasar horas en un gimnasio para
conseguir estar así. También estaba satisfecha de ver que Finn podría ser descrito
como grande, cuando se refería a todos los aspectos de su cuerpo. Incluso borracho
y desmayado, su polla se había mantenido dura y gruesa.
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hubiera ocurrido, había sido suficiente para que Finn huyera de ella. Le dejaría irse
por el momento, pero no le dejaría salir de su vida. Se condenaría si dejaba que el
hombre destinado para ella se fuera libre sin pelear.
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Capítulo Tres
Finn llegó a casa, un apartamento vacío, lo que le complació. No quería
mirar a su hermano gemelo y encontrar que Eli le mirara con lástima en los ojos.
Ya era bastante malo tener esa mirada en el resto de la familia, pero tenerla de parte
de su gemelo idéntico era lo que más le molestaba. Eli y él eran muy cercanos. Tan
cercanos, de hecho, que incluso se habían mudado de la casa de su padre para
compartir un apartamento. Les gustaban las mismas cosas, disfrutaban de las
mismas actividades. Habían sido como dos gotas de agua, pero ya no lo eran. Finn
no se atrevía a decirle a Eli sobre sus cambios y esto había causado tensión entre
ellos. Antes de estos cambios habían sido casi inseparables. Ahora, Finn
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Billie le dio una sonrisa torcida.
Finn fulminó con la mirada a Billie. No le gustó el brillo que vio en sus ojos
azul-verdosos, muy parecidos a los suyos propios. Todos los hermanos York habían
terminado con los ojos y el pelo negro de su padre.
— ¿Ella, quién?
—No te vas a escapar de esto tan fácilmente. Sabes que Hayes modificó su
comportamiento después de que Janice diera a luz. Desde la llegada de la pequeña
Tiffany no ha ido a un bar a emborracharse. Me gustaría poder decir lo mismo de
ti, Finn. Así pues, hasta que lo hagas, acostúmbrate a que yo te “vigile”. Eli se
preocupó anoche cuando no regresaste a casa por lo que me llamó y me pidió que
“mirara” para ver dónde estabas. Imagina mi sorpresa cuando te “encontré”
desmayado en la cama de una mujer hombre lobo.
—No significó nada. Bebí más de lo debido en Wulf’s Den anoche. Ella
trabaja allí como camarera. Vio el estado en el que estaba y me llevó a su casa a
dormir la borrachera. No pasó nada más.
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Billie se acercó y le puso la mano sobre su brazo. Finn se sacudió antes de
que le alcanzara. Desde que se había convertido en un hombre lobo, no podía
soportar que Billie le tocara. Ella dejó que su mano bajara hasta su costado
despacio, y le miró con ojos dolidos.
—Pensé que el hecho de que estuvieras allí significaba que habías cambiado
de opinión sobre lo que me he convertido. Supongo que me equivoqué.
—Déjalo estar, Billie. —Finn anduvo a su alrededor, pero ella le llamó antes
de que llegara muy lejos. Se dio la vuelta para mirarla—. ¿Qué?
—Sólo quería decirte que te ves como una mierda, más de lo que
—Vaya, gracias. Estoy bien. —No pudo detener el gruñido bajo que
retumbó en su garganta cuando dijo la última parte. Finn vio como los ojos de
Billie se estrechaban con el sonido. Antes de que pudiera decir algo más, giró de
nuevo y se dirigió a su escritorio. Se consideró suertudo cuando Billie no le siguió y
empezó a darle un sermón sobre eso.
Las dos primeras sesiones de Finn fueron bien. Cuando la tercera casi había
terminado, comenzó a distraerse. Pensamientos sobre Jocelyn tomaron el control
de su mente. Y no eran sólo pensamientos de ella como una persona. No, eran más
eróticos que cualquier cosa. Cuanto más pensaba en cómo había olido y sabido,
más excitado y tenso se ponía su cuerpo. Finalmente tuvo que interrumpir la sesión
de entrenamiento y esconderse en el vestuario masculino para lograr que su
voluntarioso cuerpo estuviera bajo control. No podía esconder exactamente la
furiosa erección que tenía bajo sus pantalones de lana. Ni el hecho de que había ido
sin ropa interior. A su padre le habría dado un ataque de mierda si le hubiera visto
en la sala del gimnasio con una erección tensando la parte frontal de sus
pantalones. Al final, cuando no hubo nadie más alrededor, se desnudó y tomó una
ducha helada. El agua fría dio en el clavo, pero Finn tenía la sensación de que el
efecto no dudaría mucho tiempo.
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Cuando salió del vestuario para ir a ejercitarse, los pasos de Finn vacilaron
cuando notó que Royce estaba parado justo dentro del gimnasio hablando con
Billie. Maldijo por lo bajo cuando la cabeza de su cuñado se movió en su dirección
y le evaluó con la mirada. A Finn no le costó mucho suponer, y llegar a la
conclusión de que Billie le habría contado sobre la conversación anterior que
habían tenido ese día.
Finn ignoró tanto a Billie como a Royce, mientras caminaba más allá de
ellos y se dirigía a la máquina de levantamiento de pesas para piernas, en el rincón
trasero. Encendió su reproductor MP3 y cargó pesas de veinte kilos a cada lado de
la máquina. Mientras hacía su primera ronda, Finn observó por el rabillo del ojo
cuando Royce fue a pararse junto a la máquina de levantamiento de pesas para
Finn odiaba tener que alzar la vista para mirar al compañero de su hermana.
Royce le sobrepasaba en ocho centímetros con sus dos metros de altura.
— ¿Además del hecho que odie que los dos seáis hombres lobo? No.
—Yo que tú cuidaría lo que dices de Billie cerca de mí, Finn. Es posible que
seas su hermano, pero eso no me impedirá tumbarte de un puñetazo si continúas
insultándola.
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—Lárgate, lobo —dijo Finn con un gruñido—. No me amenaces. —Gruñó
profundamente en su garganta al otro hombre.
Royce rápidamente agarró a Finn por la parte posterior del cuello y le obligó
a caminar con él. Incapaz de liberarse de su agarre, Finn le gruñó una vez más.
Cuando Royce le obligó a subir las escaleras hasta la sala de aeróbic del
nivel superior, Finn le espetó:
—Mentiroso —le contestó Royce—. Creo que nos has estado escondiendo
algo a nosotros. Y por alguna razón hoy puedo recoger el olor de un hombre lobo
en tu esencia.
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—No soy un maldito hombre lobo —refunfuñó Finn—. No importa cómo
huela.
—No soy la primera persona, o mejor dicho, hombre lobo, que te diga que
tienes el olor de un hombre lobo, ¿verdad? La mujer que pasó la última noche
contigo te lo dijo, ¿verdad? Tal vez debería ir a hacerle una pequeña visita. Billie la
puede encontrar.
—No te acercarás a Jocelyn, lobo, si sabes lo que es bueno para ti. —Solo la
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Finn intentó alejarse de su gemelo, pero Royce le mantuvo clavado a la
pared. Eli era una persona a la que no podía mentirle. Lo había evitado para eludir
que pasara una situación como esta. Cuando dejó que su mirada se centrara en el
rostro de Eli, que era exactamente igual al suyo, Finn decidió que no le diría todo.
La familia no tenía por qué saber sobre sus visiones.
—Puede que no te guste, Finn, pero estás pasando por lo que cada hombre
lobo de sexo masculino pasa cuando encuentra por primera vez a su compañera.
—Eso puede ser lo que quieres, pero al final irás a ella. No hay manera de
negar el impulso de apareamiento. Aprendí eso con Billie.
Billie resopló.
—Fuiste un estúpido obstinado. Es algo bueno que sea una mujer que se
hace cargo de las cosas. Me pregunto si deberíamos llevar a Finn a ver a Roxie.
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— ¿Por qué no? —Billie le frunció el ceño—. Estás atrapado en el medio
aquí, Finn. No eres bastante hombre lobo, pero tampoco eres un mortal totalmente.
No es tan malo como piensas ser un hombre lobo.
— ¿En serio? —preguntó Finn en un tono sarcástico—. Mira lo que hizo por
ti, Billie. Te convirtió en un animal capaz de quitarle la vida a un hombre. ¿Puedes
honestamente decirme que disfrutaste convirtiéndote en lobo para poder romper el
cuello de Gren con tus mandíbulas?
Billie se movió tan rápido que Finn no tuvo tiempo de defenderse. Le agarró
por el brazo y le tiró de espaldas al suelo. Se arrodilló sobre su pecho mientras
sostenía sus brazos clavados sobre la moqueta. Sus ojos brillaban cuando le miró y
—Sabes que sólo hice lo que fue preciso para manteneros a ti y a Royce
seguros. Gren habría vuelto detrás de los dos de nuevo si hubiéramos permitido que
se fuera. Así que no me juzgues.
—Cálmate, amor. —La llevó contra su lado antes de volverse hacia Finn,
que se había levantado del suelo—. No te lo advertiré de nuevo. La próxima vez
que le hagas daño así a Billie te voy a mostrar lo fuerte que es un hombre lobo
comparado con un mortal.
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Cuando las horas pasaron y Finn no hizo acto de presencia en Wulf’s Den,
Jocelyn finalmente tuvo que afrontar el hecho de que no vendría a verla después de
todo. Había esperado que al llegar la noche hubiera estado más que feliz de verla de
nuevo, que el impulso de apareamiento que sabía debía estar montándole le hubiera
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El Club de las Excomulgadas
obligado a buscarla. Se había equivocado al suponer eso al parecer. O había
malinterpretado las señales, o Finn tenía más fuerza de voluntad de la que ella
pensaba que tenía.
Ella asintió.
Beowulf le sonrió.
—No es un trabajo extra lo que tengo para ti. Sólo necesito hablar contigo.
Cuando termines aquí ven a mi oficina. Te prometo que no te quitaré mucho
tiempo.
Jocelyn le miró alejarse. ¿Por qué le había elegido a ella para hablar? No había
pasado ni un año desde que había empezado a trabajar en el Wulf’s Den. No creía
que quisiera despedirla. Nunca había oído que despidiera a ninguno de sus
empleados. Había querido trabajar allí durante más de un año, pero tuvo que
esperar la oportunidad para solicitar el trabajo cuando una de las otras camareras lo
dejó cuando se quedó embarazada.
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El Club de las Excomulgadas
hasta su oficina. En la puerta, tomó una respiración profunda antes de llamar.
Beowulf le abrió la puerta y le hizo señas para que entrara. Para su sorpresa, Roxie
y otros dos estaban dentro también. Reconoció a Royce, pero a la mujer sentada a
su lado no la conocía. Sin embargo, los rasgos de esta mujer le parecieron
familiares.
—Sí, por supuesto. Todos saben que eras la que vaticinó la profecía, que
llegarías y gobernarías sobre todas las manadas. Y que un hechizo te convirtió de
mortal a hombre lobo. Se dice que el hechizo fue hecho sólo para ti.
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—Esa última parte que dijiste —dijo Roxie con una sonrisa—, no es
totalmente correcta. Es lo que queremos que la mayoría de los hombres lobo crean.
Verás, el hechizo no solo funcionó en mí. Ha convertido a otros dos también.
—No exactamente. El hechizo sólo funciona cuando lo uso yo. Creo que
soy lo suficientemente especial como para hacerlo funcionar.
Royce se rió.
—Cuidado, abuelito. Puede que seas mi abuelo, pero eso no te impedirá que
consigas un puntapié de Billie en tu culo. Y sabes que lo puede hacer. —Cuando
Royce levantó las manos en señal de rendición, siguió—. De todos modos, cuando
Royce reclamó a Billie como su compañera, ella decidió convertirse en hombre
lobo.
—Finn es la razón por la que hice que Beowulf te pidiera que vinieras aquí,
Jocelyn. Sabemos que es tu compañero, y que no te ha reclamado como suya
todavía. Siendo ese el caso, Billie y yo decidimos que sería mejor si te contáramos
lo que está pasando con Finn. Creo que será mejor que deje que Billie te explique el
resto, ya que Finn es su hermano.
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— ¿Así que ya sabes que soy la compañera de Finn? ¿Te ha hablado de mí?
—Sí, ya lo sé. Es algo difícil no darse cuenta por la forma en que ha estado
actuando desde que pasó la noche en tu casa. Digamos que ha sido un infierno
sobre ruedas todo el día de hoy.
Billie se rió.
—Creo que los días de soltero de mi hermano están contados. Siendo ese el
caso, es necesario que entiendas lo que pasó hace tres meses. Eso te ayudará
cuando tengas que lidiar con Finn —Billie suspiró—. Para acortar la historia, Gren
secuestró a Royce y a Finn. Pensaba que la sangre de Royce era la clave para que
funcionara el hechizo y decidió usar a Finn como conejillo de indias. El hechizo no
funcionó finalmente, pero desde ese día se ha encerrado en sí mismo, y ha tomado
aversión a cualquiera que sea un hombre lobo. Incluso a mí.
Jocelyn pudo ver fácilmente el dolor que sentía Billie en sus ojos.
—Eso es lo que pensábamos también, pero es mucho más que el mero hecho
de haber sido capturado por Gren. La sangre de Royce le ha alterado de alguna
manera. Ahora puede oler aromas como un hombre lobo, y como has dicho, su
propio aroma huele a un hombre lobo ahora. Desde que te conoció, su
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comportamiento es más bien el de un hombre lobo varón que el de un mortal. Está
sintiendo el impulso de apareamiento, a pesar de que lo está combatiendo. Si
deseas a Finn como tu compañero, Jocelyn, vas a tener que ser tú quién le persigas
y le reclames como propio.
Jocelyn sonrió.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cuatro
Al día siguiente, Jocelyn se preparó para continuar su persecución del
hombre. Se duchó, se puso sus vaqueros favoritos, esos que se ceñían en los lugares
correctos, y una blusa bonita. Decidió no llevar ningún tipo de perfume.
Enmascarar su olor no le haría ningún favor a la hora de conseguir a Finn como
suyo. Jocelyn contaba con su aroma como un arma con la que Finn no fuera capaz
de luchar.
Gracias a Billie, ahora tenía una lista de formas para ponerse en contacto, o
encontrar a Finn. Tenía su teléfono y el número de su casa, junto con el número de
—Sí, lo soy.
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El Club de las Excomulgadas
—Billie me dijo que estuviera pendiente de ti.
—Lo hizo. —Eli no sacudió su mano como había esperado. Tiró de ella más
cerca y le dijo con un tono de voz conspirador—. También me dijo que actuara un
poco contigo. Billie piensa que si yo actúo como si estuviera interesado en ti, Finn
no será capaz de evitar asegurarse de que yo mantenga mis manos fuera de ti. —Se
inclinó aún más cerca—. Verás, me he hecho famoso siendo un conquistador. Lo
mismo que Finn hasta hace poco.
—Creo que es algo bueno que nunca tratara de ligar contigo. Si hubieras
aceptado mi oferta eso habría hecho que las cosas fueran un poco incómodas
ahora.
Ella pasó sus dedos por el pelo de la nuca de Eli y levantó su cara hacia él
mientras se acercaba para cerrar la distancia entre ellos. Con un gruñido, Finn los
apartó con rudeza. Retrajo su labio superior gruñéndole a su gemelo antes de
sujetar con fuerza su muñeca y arrastrarle lejos. Jocelyn tuvo que contener una
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El Club de las Excomulgadas
sonrisa de triunfo cuando le arrastró a través del gimnasio y le empujó al interior de
su oficina. Cerró la puerta de golpe detrás de ellos y la cerró con llave.
— ¿Qué demonios crees que estabas haciendo ahí con Eli? —Finn le acechó
a través de la habitación hasta que estuvo frente a ella.
—Me alegro de verte otra vez, también, Finn. —Su coño se apretó cuando la
mirada ardiente de Finn le analizó de la cabeza a los pies y de nuevo hacia arriba.
Su ancho pecho subía y bajaba con rapidez mientas aspiraba fuertes bocanadas de
aire una y otra vez—. ¿Por qué te importa si hablo con Eli? No es como si tú me
quisieras para ti. Eli es tu gemelo idéntico, así que ¿por qué no podría sentirme
atraída por él también?
Jocelyn tembló ante sus palabras. El dolor entre sus piernas se intensificó
mientras la humedad empapaba sus bragas. Sus pezones se apretaron bajo su blusa.
El plan de Billie había funcionado a las mil maravillas. El calor que salía del cuerpo
de Finn le golpeaba en olas. El olor de su excitación se mezclaba con el suyo. Su
cuerpo clamaba por el suyo. Estaba tan excitada que tuvo que luchar contra el
impulso de exigir que Finn le tomara ahora mismo, contra la puerta, sin tener en
cuenta quien pudiera oír lo que hacían. Pero Jocelyn no haría eso. No podía
permitírselo. Aunque su cuerpo gritara que le tocara, que tomara sus labios que se
cernían tan cerca de los suyos en un beso exigente, controló su deseo. Tenía que
presionar a Finn hasta sus límites, ponerle tan caliente por ella que no fuera capaz
de resistirse.
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El Club de las Excomulgadas
—Nunca he dicho que ya no te desee. Te prefiero sobre Eli, pero si no me
aceptas como soy, con mucho gusto le llevaré a mi cama en tu lugar.
Jocelyn gimió para sus adentros. Esto torturaría no solo a Finn, sino a ella
también. Sintió su eje duro rozar contra su estómago.
—No puedes tener las dos cosas, Finn. O me reclamas como tu compañera o
iré con otros hombres.
****
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El Club de las Excomulgadas
cuando hacían el amor, eran reproducidas una y otra vez en su cabeza hasta que
creyó que iba a volverse loco. Todavía no podía dejar de imaginarles juntos. Finn
se paseó por su apartamento mientras luchaba para no salir de allí e ir a casa de
Jocelyn, pero su cuerpo poco a poco comenzó a desgastar su fuerza de voluntad
exigiéndole ir a ella. No podía comer y desde luego no podía dormir. Sabía que tan
pronto como cerrara los ojos, sueños eróticos de Jocelyn como los que había tenido
la noche anterior, se pondrían en marcha de nuevo. Su pene dolorido no podría
aguantar mucho más de eso.
Cada vez que paseaba por su casa, se acercaba más a la puerta. Por milésima
vez se recordó que Jocelyn era un hombre lobo, que no debería sentirse atraído por
una de su especie. También se recordó sobre la visión que había tenido de ella
Finn caminó a lo largo del apartamento dos veces más antes de que su
resolución de mantenerse apartado de Jocelyn desapareciera como una nube de
humo. Cogió las llaves de su coche al salir de su apartamento. Su Mustang volvió a
la vida cuando rápidamente lo arrancó y se dirigió por la calle.
Pareció que el viaje a casa de Jocelyn duró una eternidad, y no ayudó que
pillara todos los semáforos en rojo. Para el momento en que se detuvo en el camino
de entrada, el control de Finn había llegado a un punto límite. Cerró de golpe la
puerta del coche y no perdió tiempo en llamar a la puerta principal. Cuando
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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn abrió la puerta, envolvió sus brazos en su cintura y reclamó sus labios en un
beso ardiente.
Retrocedió con ella hacia la escalera que conducía al piso superior. Jocelyn
A Finn le pareció que el sofá era perfecto. De alguna manera logró que
ambos fueran a la sala de estar. Se quitó los zapatos deportivos de una patada, antes
de depositar a Jocelyn en el gran sofá de cuero negro. Colocándose encima de ella,
Finn empujó su mano bajo su camisa y ahuecó su seno. Frotó su pulgar a través de
su tenso pezón cubierto del sujetador mientras dejaba un camino de besos por el
costado de su cuello. Jocelyn tiró del dobladillo de su camiseta y se la sacó por la
cabeza. Entonces se quitó a él de encima para colocarles de lado y que estuvieran
enfrentados. Finn hizo un trabajo rápido quitándole la camisa y el sujetador.
Ahuecó su culo y la sostuvo contra él mientras frotaba su erección contra la
entrepierna de los pantalones de terciopelo que ella llevaba. Sus pezones duros se
rozaron contra su pecho cuando ella mordisqueó un camino a lo largo de su
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El Club de las Excomulgadas
mandíbula y luego descendió por un lado de su cuello. Él se puso rígido y gimió de
anticipación cuando arrastró sus dientes a través del punto donde su cuello y
hombro se encontraban. La sensación de sus dientes contra su piel hizo que su polla
se sacudiera dentro de sus vaqueros.
Enseguida la apartó y la atrajo hacia él para poder reclamar sus labios una
vez más. Con una mano, le desató el cordón de sus pantalones. Incapaz de seguir
siendo paciente, Finn le bajó tanto los pantalones como las bragas por sus piernas.
Sumergió su mano entre las piernas de Jocelyn y rugió de satisfacción cuando sus
dedos se apartaron cubiertos de sus jugos. Finn rápidamente se bajó sus vaqueros.
Una vez que estuvo sin ellos, colocó la pierna de ella sobre su cadera y envainó su
polla dentro de ella con un duro empuje.
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El Club de las Excomulgadas
lentamente mientras ella gemía. Finn sabía que no duraría mucho tiempo. Su
clímax empezó a construirse en su interior.
Finn empujó a Jocelyn sobre su espalda. Bombeó sus caderas más rápido a
medida que inclinaba su eje para que en cada movimiento frotara su clítoris
mientras envolvía sus piernas alrededor de su cintura. Ella gimió y levantó sus
caderas correspondiendo a cada embestida suya. A medida que su núcleo empezó a
contraerse con las primeras olas de su orgasmo, Finn la montó con más fuerza,
hasta que la empujó sobre el borde de su liberación. Sus paredes internas le
sujetaron la polla en un puño apretado. Finn sintió que su propia liberación se
elevaba cerca del punto de no retorno. Se estrelló en su interior y entonces se quedó
sin aliento cuando una parte de ella le alcanzó. Incapaz de contenerse, esa parte de
Con su peso apoyándose sobre sus codos, Finn besó suavemente a Jocelyn.
Sabía lo que acababa de ocurrir entre ellos. Había oído a Billie describírselo a Eli
una vez. Jocelyn y él eran compañeros ahora. Sus almas se habían unido,
convirtiéndose en una. Ambos no serían capaces de soportar estar separados el uno
del otro durante mucho tiempo. ¿Qué había hecho?
—La pregunta es, ¿no llegarás a lamentar haberte atado a un mortal? Apenas
me conoces, Jocelyn. Tengo verdadera aversión por los hombres lobo, excepto en
lo que se refiere a ti, al parecer. No quiero que termines herida por mi culpa.
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El Club de las Excomulgadas
—No me importa que seas mortal, Finn. Todo lo que importa es que eres
mío. Podemos solucionar el resto a medida que vayamos avanzando.
Jocelyn se movió debajo de él. Finn la observó cuando ella se bajó al suelo
sobre sus manos y rodillas, quedando su culo delante de él. Se giró para mirarle.
Sus ojos brillaban mientras le miraba fijamente.
—Sé lo que quieres, Finn. Puede que no seas un hombre lobo, pero hay un
lobo en alguna parte dentro de ti. El lobo me quiere como su compañera también.
Vamos. Tómame como un hombre lobo varón lo haría.
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El Club de las Excomulgadas
Apretó sus dientes contra la intensa ola de placer que se apoderó de él. En
esta posición, Jocelyn tomaba más de él. A medida que se retiraba sólo para
estrellarse de nuevo en su interior, sentía que la cabeza de su polla golpeaba su
matriz. Esta vez no podía tomar las cosas con lentitud. Con un gruñido muy
parecido al de un lobo, bombeó contra ella una y otra vez. Mantuvo sus manos en
sus caderas y no permitió que se moviera. La sostuvo inmovilizada para su
invasión. Por los gemidos que Jocelyn emitía, supo que no se quejaría más tarde
sobre el modo en que le estaba tomando en ese momento.
Finn se inclinó hacia delante y besó la nuca de Jocelyn mientras envolvía sus
brazos en torno a su cintura. Ahora era suya. Sólo esperaba que al tomarla como su
compañera no hubiera firmado su sentencia de muerte.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Jocelyn observó dormir a Finn. Se habían movido al piso superior, a su
dormitorio, ahora que la desesperada necesidad de tenerse el uno al otro se había
aliviado un poco. No había desaparecido por completo. Todo lo que necesitaría
para dispararse de nuevo era separarse, sobre todo si resultaba ser un tiempo largo.
Como compañeros, anhelarían el contacto del otro, y cuando estuvieran separados,
la necesidad haría que sus mentes les gastaran malas pasadas. Se echarían de menos
el uno al otro como si hubieran estado separados durante semanas en vez de horas.
La sensación sólo se intensificaría a medida que pasara el tiempo, y podía llegar a
ser bastante desagradable. No es que Jocelyn tuviera experiencia de primera mano
—Si quieres hacer el amor otra vez, vas a tener que darme un poco de
tiempo para que recupere mis fuerzas. A diferencia de los varones de tu especie yo
no puedo mantener una erección durante horas después de haber tenido un
orgasmo.
—No es como si hubiera preguntado o algo así. Digamos que Billie puede
ser muy franca cuando el momento la supera.
—Me dio esa impresión cuando la conocí, de que dice lo que piensa.
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El Club de las Excomulgadas
Finn se acercó.
—Ella y Roxie me explicaron lo que te sucedió hace tres meses. Sobre lo que
ocurrió cuando Gren os mantuvo cautivos a ti y a Royce.
— ¿También te dijo Billie que quiere que Roxie intente el hechizo en mí otra
vez? —Cuando Jocelyn no dijo nada, Finn maldijo por lo bajo—. No lo haré,
Jocelyn. No puedo. Ni por ti, ni por Billie.
Jocelyn suspiró.
—Sí.
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El Club de las Excomulgadas
—Lo que significa que podrías vivir dos mil quinientos años más —dijo Finn
con voz plana.
—Dame un par de horas y te mostraré otra vez cuán hombre soy. Ahora
mismo me siento como si pudiera dormir durante un año. No he sido capaz de
dormir durante las últimas noches. Gracias a ti, podría añadir.
— ¿Y piensas que seré capaz de dormir después de que me digas eso? —Finn
le hizo rodar sobre su espalda y se puso encima de ella—. Parece que tengo energías
suficientes para una vez más antes de dormir.
Jocelyn levantó sus caderas para encontrar las de Finn cuando lentamente la
penetró. La sostuvo con firmeza mientras él le hacía el amor. Si sólo conseguía
tener el tiempo de vida de un mortal con él, haría que cada minuto valiera la pena.
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El Club de las Excomulgadas
Necesitaría que los recuerdos duraran los largos y solitarios años que tendría
después de que la hubiera dejado.
****
A la mañana siguiente, Jocelyn hizo un gran desayuno para Finn y para ella.
Hizo una tortilla para cada uno, patatas fritas y tocino. Le complació ver la
cantidad de comida que Finn podía absorber. Los machos de su especie
normalmente comían un montón de comida, dado lo altos y musculosos que eran,
lo necesitaban. Finn no tendría problemas manteniendo el ritmo de cualquiera de
ellos.
—Supongo que metí la pata con ese comentario. Siento oír que perdiste a tus
padres.
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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn desechó las disculpas de Finn con un movimiento rápido de su
mano.
—Está bien. Era pequeña cuando murieron mis padres, así que no es como
si los hubiera perdido recientemente. He tenido años para aceptar que ya no están.
—Aunque había superado el dolor de perderles, no le gustaba recordar cómo
habían muerto—. ¿Y tú, Finn? ¿Tus padres siguen vivos?
—Sí. Mi padre dirige el gimnasio. Creo que todavía se ejercita más que yo.
Jocelyn tuvo la sensación de que Finn la miraba para ver cómo reaccionaría
a lo que había dicho de su madre. Por lo cautelosa que se había vuelto su expresión,
tuvo la impresión de que lo que dijera a continuación tendría un efecto en Finn.
— ¿Qué vio?
Jocelyn contuvo el aliento, pero pensó que era mejor no hacer comentarios
sobre lo que su madre había visto en su visión.
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El Club de las Excomulgadas
—No. No pasó esa capacidad a ninguno de sus hijos.
Jocelyn supo que Finn trataba de poner alguna distancia entre ellos otra vez.
Supuso que debía ser por haber mencionado un tema doloroso cuando sacó el tema
de su madre.
****
Ya que realmente no tenía mucho tiempo antes de su primer cliente del día,
Finn decidió ir directamente al gimnasio en lugar de regresar a su apartamento a
cambiarse. En el gimnasio tenía una muda de ropa limpia en su armario. Se
ducharía y cambiaría allí.
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El Club de las Excomulgadas
Cuando llegó, se dirigió directamente al vestuario masculino. Dejó la ropa
que llevaba en el fondo de su armario y luego fue a las duchas. Mientras lavaba su
pelo, se encontró con que sus pensamientos se desviaban hacia Jocelyn. Sólo había
dejado su casa hacía quince minutos, pero ya le echaba un poco de menos. Aunque
sabía que era parte de estar apareado con un hombre lobo, se dijo que conseguiría
controlarse. Podría aguantar no tener a Jocelyn con él. Ambos trabajaban en
diferentes turnos. No esperaba que viniera al gimnasio con él todos los días, cuando
tenía que trabajar por la noche en Wulf’s Den, aunque él fuera al club nocturno con
ella. No le gustaba la idea de que estuviera alrededor de otros hombres, sobre todo
si los otros eran hombres lobo machos y solteros.
Finn se aclaró el pelo y abrió los ojos para ver a Eli en el borde del área de
Eli resopló.
—Cuando anoche no viniste a casa imaginé que debiste haber ido para estar
con Jocelyn. Entonces, ¿tengo una nueva cuñada?
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El Club de las Excomulgadas
—Bueno, maldita sea. Ahora soy el único que no está casado. Y yo que
pensaba que nosotros dos nunca sentaríamos cabeza.
Finn apenas logró evitar que saliera el gruñido que sintió formarse en su
pecho.
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El Club de las Excomulgadas
—Tal vez puedas, pero ¿y Jocelyn? Recuerda que eso va en ambos sentidos.
Estará tan afectada como tú. Por lo menos piensa en lo que atravesará antes de
presionar tus límites demasiado lejos.
—Sólo para que lo sepas, la mayor parte de mi día está bastante vacío. Si
terminas necesitando irte pronto, puedo tomar el resto de los clientes por ti.
Con un movimiento de cabeza, Finn salió del vestuario. No era tan patético.
****
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El Club de las Excomulgadas
Con las galletas en una rejilla para enfriarse, Jocelyn consideró seriamente
hacer otro pastel de nuevo. Pero entonces miró todos los postres que había
preparado y se lo pensó mejor. Realmente no sabía siquiera si a Finn le gustaban
los dulces, y ya había hecho más de los que un hombre querría comer. Le ayudaría
a comerlos, pero de todos modos, había más que suficiente para dos personas. Las
cuatro docenas de galletas que había hecho hacían que todo fuera excesivo.
Ahora que no tenía algo con qué distraerse, sintió como si pudiera subirse
por las paredes. Su necesidad de estar con Finn se elevó a un nivel casi
insoportable. Caminó de un lado a otro por su cocina, lista para maldecir a Finn
por hacerle pasar por esto. Era todo por su culpa. Tenía que haber sabido que esto
les pasaría a ambos cuando se fue. Su hermana había tomado a un hombre lobo
El teléfono comenzó a sonar. Corrió hacia allí y miró a la pantalla para ver
el número. Frunció el ceño cuando vio que no era Finn quién llamaba. Por el
número, supo que su tío estaría al otro lado del teléfono si lo contestaba. Sin estar
del humor adecuado para charlar, dejó que el contestador tomara la llamada. Su tío
llamaba al menos cuatro veces por semana sólo para comprobar que estaba bien, o
al menos era lo que él le había dicho. Jocelyn tenía la sensación de que lo hacía por
otros motivos además de eso. Su tío no había estado en absoluto contento cuando
ella había conseguido este trabajo en el Wulf’s Den y luego le había anunciado que
se mudaría de su casa. Su tío Grant, de novecientos años, todavía tenía la creencia
anticuada de que las mujeres tenían que vivir con un miembro del sexo masculino
de su familia hasta que se casaran, o en el caso de su especie, encontraran a un
compañero. También la había empujado ante cada hombre lobo de sexo masculino
que fuera elegible y que pensara que provenía de un buen linaje. En algún momento
su tío tuvo aspiraciones de que se apareara con Beowulf ya que era el líder de su
manada. Por suerte para Jocelyn, la llegada de Roxie a la vida de Beowulf había
acabado con eso. Jocelyn había comenzado a sentirse sofocada en la casa de su tío,
cosa que le había animado a conseguir un trabajo y una casa para sí misma.
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El Club de las Excomulgadas
Después de que el teléfono dejara de sonar, miró el reloj. Daría a Finn
media hora más. Si no traía su culo de vuelta a casa para entonces, iría a él.
Esperaba que estuviera sufriendo tanto como ella lo hacía.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Seis
Era un desastre patético. Finn miró el reloj que colgaba en la pared del
gimnasio principal. Sólo le quedaban cinco minutos para acabar con el cliente que
estaba entrenando. Podía hacerlo. Cinco minutos pasaban rápidamente, por lo
menos lo hacían cuando no sentía como si hubiera perdido el juicio.
Dos horas habían pasado desde que había llegado al gimnasio. Finn
encontró que su capacidad de concentración había llegado a su punto más bajo. Un
único pensamiento llenaba su mente: regresar a Jocelyn y tener relaciones sexuales.
Sexo con ella en su cama, en la mesa de la cocina, en el gran sofá de cuero de la
Después de que reservara una próxima cita con el cliente, fue a buscar a Eli.
Sabía que su gemelo le diría que sí, pero en estos momentos no le importaba
mucho. Eli estaba sentado en el borde del escritorio de Billie mientras hablaba con
ella y Royce. Su gemelo echó un vistazo a su cara y se levantó.
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El Club de las Excomulgadas
—En quince minutos. —Finn vio que Billie y Royce le observaron con
atención cuando hablaba con Eli.
—De acuerdo. Iré y revisaré la rutina de ejercicios que has estado utilizando.
Después de que Eli se fuera, Finn se habría ido también, pero Billie le
detuvo.
—Sólo di lo que tienes en mente, Billie, para que pueda salir como el
Billie sonrió.
—Bien. Ahora puedes irte. Finn, sólo asegúrate que ambos estéis dentro de
casa antes de que comiences a montar a tu compañera.
—Realmente tienes una habilidad con las palabras, Billie. Ten piedad de tu
pobre hermano y déjale ir para estar con su compañera.
—Sólo pensaba en darle una advertencia razonable. Sé que más de una vez
apenas hemos cruzado por delante de la puerta principal antes de que el impulso de
montarme te alcanzara.
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El Club de las Excomulgadas
En cualquier otro momento Finn se habría sentido indignado por oír algo
sobre la vida sexual de su hermanita, pero ahora mismo sólo recordaba lo mucho
que quería tener a Jocelyn bajo él.
—Me voy. Dile a papá a donde fui. —No esperó a escuchar la respuesta de
Billie.
****
Con la dura lujuria ardiendo en sus ojos azul-grisáceos, Finn la cogió en sus
brazos y dio un puntapié a la puerta principal para cerrarla. Jocelyn sabía que otra
vez no lo harían en su dormitorio cuando él capturó sus labios en un intenso beso.
Una vez que la besó lo suficiente como para hacer que sus piernas se
debilitaran, Finn levantó la cabeza y olfateó el aire.
—Algo huele realmente bien. Huele casi tan bien como el olor de tu
excitación.
—Hice unos pasteles cuando te fuiste. Creo que pude haber exagerado en
eso, sin embargo.
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El Club de las Excomulgadas
Dentro de la cocina, Finn se alejó de su cuello y miró todas las cosas
cocinadas que había colocado al final de la mesa de la cocina. Entonces bajó la
mirada hacia ella.
—Creo que sé por qué hiciste todo esto. Lo siento, Jocelyn. Realmente no
pensé que llegara a ser tan malo. Pero te lo compensaré.
—Más te vale. Y es mejor que no seas tan terco la próxima vez. Podría
haber evitado todo esto si me hubieras dejado ir al gimnasio contigo.
—Aprendí la lección.
Jocelyn abrió la boca para permitirle la entrada a Finn cuando abarcó sus
labios en un beso pleno. Sus lenguas se entrelazaron mientras le pellizcaba sus
pezones tensos a través de su sujetador. Su cuerpo estaba a toda marcha. La
necesidad de tener a Finn profundamente dentro de su cuerpo hizo que gimiera en
su boca. Al tener su polla completamente hinchada acurrucada contra su estómago,
su coño comenzó a dolerle en respuesta. Jamás conseguiría tener suficiente de
Finn.
Liberando sus senos, Finn le subió la camiseta. Pasó su lengua entre sus
pechos antes de sacarle la prenda sobre la cabeza. El sujetador le siguió unos
segundos después. Mientras depositaba besos a través de su clavícula, le fue
quitando los vaqueros por las piernas y finalmente fuera de éstas. Finn la cogió en
brazos y la sentó al borde de la mesa, en el extremo opuesto de los productos
horneados. Se posicionó entre sus piernas abiertas. Arremolinó su lengua en torno a
uno de sus pezones antes de chuparlo profundamente dentro de su boca. Jocelyn se
recostó hacia atrás sobre sus manos mientras le succionaba el pecho.
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El Club de las Excomulgadas
Finn prodigó la misma atención al otro seno antes de ir bajando por su
cuerpo. Su perversa lengua probó cada centímetro de su piel mientras seguía
avanzando hacia abajo. Cuando alcanzó la parte superior de sus bragas, Jocelyn
pensó que iba a eliminarlas. Rezó para que se las quitara. En vez de eso, Finn se
puso de rodillas en el suelo, y con una mano en cada uno de sus muslos y le abrió
las piernas más separadas. Sumergió la cabeza entre sus piernas y arrastró su lengua
a lo largo de su coño a través del encaje de las bragas. Jocelyn gimió mientras
continuaba provocándola. La delgada barrera de su ropa interior fue suficiente para
evitar que sintiera realmente que estaba lamiéndole. Finn no se detuvo hasta que
sus bragas estuvieron empapadas de sus jugos y de la humedad de su lengua.
Cuando se apartó y una vez más se puso entre sus piernas, Jocelyn gimió.
Antes de que Jocelyn pudiera decir algo, Finn cogió un puñado del bizcocho
de chocolate y lo frotó a través de su pecho. Jadeó cuando su lengua salió y lamió
la dulce golosina de su piel. Una vez que se lo comió todo, recogió otro puñado, lo
untó entre sus pechos y por encima de su estómago. La lamió hasta dejarla limpia
por completo hasta que una vez más alcanzó la parte superior de sus bragas. Con la
mano limpia, enganchó un dedo en la cintura de sus bragas y las arrastró hacia
abajo por sus piernas.
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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn gimió cuando Finn le lamió el coño de abajo hacia arriba. Su lengua
se arremolinó alrededor de su clítoris antes de chasquearlo con la punta de su
lengua. Sus caderas se sacudieron contra su boca mientras le chupaba su clítoris,
justo antes de que él separara sus labios inferiores y clavara su lengua rígida en su
núcleo. Cuando Finn reemplazó su lengua con dos de sus dedos, Jocelyn
correspondió a sus estocadas cada vez que movía sus dedos dentro y fuera de su
apertura resbaladiza. Ella gimió y jadeó mientras montaba sus dedos. Aferró su
clítoris y lo sorbió, empujándola cada vez más cerca de la liberación.
Entonces estuvo allí. Su cabeza cayó hacia atrás mientras gemía en voz alta.
Ola tras ola de placer se apoderó de ella. Después que el último de los espasmos
cediera, Jocelyn levantó la cabeza y le miró levantarse de entre sus piernas. Su
Finn levantó una de las manos de ella y la guió hasta su polla. Le hizo
envolver sus dedos en torno a ésta.
Ella bombeó con su mano arriba y abajo por su eje un par de veces antes de
acercarse más al borde de la mesa. En esta posición, posicionó sus piernas
alrededor de la cintura de Finn y luego con lentitud, condujo su polla hacia su
coño. Sin soltar su eje, hizo rozar la cabeza de su polla contra su núcleo, entonces
la frotó contra su clítoris. Finn agarró sus nalgas y hundió los dedos en sus suaves
globos de carne mientras ella continuaba estimulándose con su polla. Cuando
ambos no pudieron más, Jocelyn atrajo la cabeza de su pene a su apertura húmeda
y se empujó sobre éste. Con un movimiento de sus caderas, se impulsó a casa.
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El Club de las Excomulgadas
Sacó la lengua y lamió la señal de mordedura que le había hecho antes. Finn se
estremeció cuando arrastró sus dientes sobre ésta. Ella no podía ignorar el instinto
de marcarle como suyo. Con un gruñido, le mordió en el mismo lugar donde su
cuello y hombro se unían. Sintió como su polla se endurecía aún más dentro de
ella.
Finn gruñó y gimió. Sus caderas bombearon más rápidamente mientras ella
lo sostuvo entre sus dientes. Los sonidos que hizo al estrellarse contra ella hicieron
que su clímax estuviera un centímetro más cerca. Liberando su cuello, ella arqueó
la espalda. Finn inclinó su cabeza y sorbió su pezón en la boca mientras la montaba
con más fuerza. Eso fue bastante para enviarla volando sobre el borde. Sus fuertes
paredes internas sujetaron su polla cuando el orgasmo la atravesó. Mientras su
—No creo que vaya a ser capaz de hornear bizcochos de chocolate nunca
más sin pensar en lo que hiciste con ellos.
Jocelyn gimió.
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El Club de las Excomulgadas
—Esto significa que eres mío. Si otro hombre lobo de sexo femenino ve esta
señal, sabrá que estás fuera de sus límites. También es excitante para un hombre
lobo macho el ser mordido.
—Te dije que aprendí la lección. No voy a pasar por eso otra vez esta noche.
Estaré contigo en el Wulf’s Den esta noche, y cada noche que vayas a trabajar. —
La tomó en brazos. Jocelyn mantuvo sus piernas alrededor de su cintura y trabó sus
tobillos en su espalda. Antes de salir de la cocina, él cogió el resto del bizcocho de
chocolate—. Creo que habrá tiempo suficiente.
Jocelyn gimió.
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El Club de las Excomulgadas
—Creo que tienes razón. Además, no he tenido la oportunidad de probarlo
todavía. Me pregunto si sabrá igual de bueno lamido de tu cuerpo también. —Se
sostuvo con más firmeza contra Finn cuando él comenzó a subir los escalones de
dos en dos.
****
— ¿Y cómo es eso?
—No es tan malo como pensábamos que sería. Me gusta la idea de ser un
hombre de una sola mujer ahora.
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El Club de las Excomulgadas
—Aun así, no es para mí. —Rápidamente cambió de tema—. Entonces,
¿cuándo puedo esperar que te mudes, Finn?
Jocelyn trató de echar un vistazo despreocupado a Finn para ver cuál había
sido la reacción a la pregunta de su gemelo. Sus cejas se habían unido como si no
entendiera lo que le había preguntado. Entonces despacio, la miró antes de
contestar.
— ¡Ups! Pensé que ahora que los dos os habéis apareado tú… —Eli dejó que
—Está bien, Eli. Las cosas han pasado tan rápido que no hemos tenido
oportunidad aún de discutir los arreglos de nuestro tiempo juntos. —Jocelyn
exageró su actuación al mirar su reloj—. Sugiero que te apresures y te cambies,
Finn. Tengo que estar en el club antes de que abra.
Finn asintió y luego le dejó para ir a su dormitorio. Eli le dio una mirada
avergonzada.
Eli le puso una mano bajo la barbilla y le hizo mirarle cuando ella miró en la
dirección en que Finn se había ido.
—Si es que vale de algo, no tiene nada que ver con el hecho de que seas su
compañera lo que le tiene actuando un poco reacio. Es una cosa de gemelos.
Nunca hemos vivido separados, nunca. Cuando estuvimos en casa de mi padre
siempre compartimos una habitación, y cuando decidimos mudarnos, conseguimos
este apartamento, juntos. La única razón de por qué esto no me molestó tanto
68
El Club de las Excomulgadas
como a él, fue por pensar que él tendría la necesidad de mudarse primero. He
tenido un poco de tiempo para hacerme a la idea. No es que no me vaya a parecer
extraño el no tenerle alrededor todo el tiempo.
—Eso es verdad. —En ese momento Finn salió de su dormitorio con unos
pantalones de vestir de color carbón y una camisa de vestir negra. Se dirigió hacia
ellos. Entonces le dijo a Finn—: Que paséis una buena noche. Supongo que te veré
Jocelyn tomó la mano que Finn le ofreció cuando salieron del apartamento.
Se hizo una nota mental para sí misma. Billie no sería la única que trataría de
emparejar a Eli. Tal vez entre las dos podrían encontrar a una mujer hombre lobo
agradable para que le tomara como su compañero.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Siete
Cuando Jocelyn y Finn llegaron al Wulf ’s Den, Roxie la saludó con un
abrazo. Finn dejó a regañadientes que le besara la mejilla.
—He oído que las felicitaciones están en el orden del día. No podía estar
más feliz por los dos.
Roxie se movió para ponerse entre Jocelyn y Finn y pasó un brazo alrededor
de cada uno. Luego caminó hacia la barra donde Beowulf esperaba.
—Oí eso, Rox. Y para que los dos lo sepáis, no me engatusó sino que más
bien me ordenó que la abriera.
—Ahora, Roxie, sabes que si usas esa capacidad tuya para mantenerme
encerrado en mi forma de lobo tendrías una noche muy solitaria. Si es que
entiendes lo que quiero decir.
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El Club de las Excomulgadas
—Por Jocelyn y Finn.
Poco después se abrieron las puertas para dar inicio a la noche. Jocelyn le
sugirió a Finn que se sentara en la barra mientras atendía las mesas, pero él se negó.
En su lugar, fue y se sentó en una de las mesas en la parte posterior de la sala. A
pesar de que parecía más cómodo a su alrededor, y que no había actuado
demasiado distante con Beowulf y Roxie, Jocelyn tenía la sensación de que a Finn
Mientras atendía las mesas, pasó tanto tiempo como pudo con Finn.
Hablaron de cosas intrascendentes en su mayor parte. Para ayudarle a adaptarse al
hecho de que ahora se consideraba parte de su manada ya que era su compañero,
Jocelyn le señaló a otros miembros de su manada. Cuando uno de ellos se acercó,
se lo presentó. Sabía que le hacía sentir incómodo, pero no la detuvo de hacerlo.
A mitad de la noche, Jocelyn oyó una voz muy familiar decir su nombre
mientras charlaba con Finn. Ella pegó una sonrisa a su rostro antes de darse la
vuelta para mirar a su tío Grant. Sus ojos fueron brevemente a su primo, Ben, que
estaba de pie al lado de su padre.
Grant arrastró su mirada lejos de Finn y le dio una sonrisa antes de besarle
en ambas mejillas.
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acompañarme.
—Cómo puedes ver, estoy bien. Vi que habías llamado, pero me distraje un
poco y me olvidé de llamarte antes de venir a trabajar.
— ¿Qué podría haber sido tan importante para que no me llamaras? Como
jefe de nuestra familia es mi responsabilidad velar por ti. No puedo hacer eso bien si
no devuelves mis llamadas.
Jocelyn se mordió el interior de su mejilla para evitar decirle a su tío que era
absolutamente capaz de cuidar de sí misma. Odiaba cuando se dirigía a ella de esa
manera. Se sentía tan humillada. Una vez que creyó que se había controlado, abrió
—Finn York.
—Finn es algo más que sólo un conocido, tío Grant. Finn es mi compañero.
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El Club de las Excomulgadas
La cara de su tío se endureció.
—Anoche.
Su tío dijo la palabra mortal como si fuera una palabra sucia. A Jocelyn no le
gustó ese tono ni un poco.
Grant envió una mirada gélida en dirección de Finn y una severa hacia ella.
Jocelyn tuvo ganas de darle una bofetada a su tío cuando les volvió la
espalda y se sentó en una mesa a una buena distancia de la que Finn había elegido.
Su primo le dio una mirada de disgusto antes de unirse a su padre. Ambos
necesitaban un buen golpe, preferiblemente en la parte posterior de sus cabezas.
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El Club de las Excomulgadas
—No, no lo hago. Yo misma encuentro difícil tener que tratar con ellos. Mi
tío, en particular, tiene ideas muy anticuadas. Piensa que las mujeres son débiles y
que se les debe decir lo que hacer. —Le dio a Finn un rápido beso en los labios,
acción que realizó sobre todo en beneficio de su tío y primo—. Voy a conseguirles
sus bebidas, y volveré de nuevo contigo.
****
Su hijo gruñó en voz lo suficiente baja como para que no fuera oído.
—Mírales, padre. No pueden mantener las manos lejos el uno del otro. Es
repugnante. ¿Cómo pudo hacer esto Jocelyn?
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El Club de las Excomulgadas
Grant despidió con un gesto a la camarera que llegó a su mesa para ver si
quería una bebida. No se perdió la mirada apreciativa que envió en su dirección
antes de alejarse. A sus novecientos años de edad, se encontraba en su mejor
momento. Su pelo era oscuro, al igual que sus ojos, y tenía un buen aspecto que
atraía mucho la atención de las mujeres, hombre lobo y mortales por igual. No es
que fuera a ensuciarse jamás al llevarse una mortal a la cama. Cuando él y su hijo
salían juntos, las mujeres los notaban a ambos ya que tenían apariencias parecidas.
****
Ahora sabía cómo lucía él cuando miraba de esa forma a los hombres lobo
del club con esa misma expresión. Ser el blanco de ello había sido algo así como
una revelación para él. Sólo esperaba que no lo hubiera hecho tan alto y claro como
el tío y primo de Jocelyn habían hecho.
Observó a Jocelyn servir una de sus mesas. Se rió de algo que una de las
mujeres dijo. Con la música a todo volumen en el club, no pudo oír lo que decían, y
no le importó. Sólo le importaba Jocelyn. Incluso los hombres lobo que se sentaban
en torno a él no le molestaban tanto como lo habían hecho antes de que hubiera
tomado a Jocelyn como su compañera. Y el recuerdo de lo que había ocurrido tres
meses antes no parecía molestarle tanto como lo había hecho en el pasado. Ahora
comprendía por qué Billie había hecho lo que había hecho. Si hubiera estado en su
lugar y Gren hubiera cogido a Jocelyn como su cautiva, Finn probablemente habría
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asesinado al hombre lobo para asegurarse que nunca le tocara otra vez.
—Todo está bien. Y no, no me dijeron nada —le dirigió una sonrisa sexy—.
¿Y si hablaras con Beowulf y vieras si te deja salir un poco antes? Todo en lo que
puedo pensar es en llevarte a tu casa y meterte en la cama.
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habitación antes de que la ropa cayera.
****
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Jocelyn ahuecó su mejilla áspera por la barba incipiente en su mano.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Ocho
A la mañana siguiente, Finn estuvo subyugado, perdido en sus
pensamientos. No es que ignorara a Jocelyn. Puede que no hubiera estado
demasiado hablador, pero se aseguró de tocarla de alguna manera. Y parecía que
sus ojos le seguían donde quiera que fuera.
Jocelyn asintió.
—No. Puedes ir al gimnasio por tu cuenta. Quiero hacer una buena cena
esta noche, y quiero que sea una sorpresa. Así que no, no vienes conmigo.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿No tienes que trabajar en Wulf ’s Den esta noche?
Jocelyn le sonrió.
—No. Beowulf me dijo que podía tener la noche libre para estar contigo
cuando le pregunté ayer si podía salir temprano.
—Eso me da algo que esperar con ilusión entonces. Bien. Ve a hacer las
compras tu sola. Eso sí, no te entretengas más tiempo del necesario. No quiero
pasar el mono2 de Jocelyn como lo hice ayer.
—Cariño, eres una adicción que no quiero quitarme nunca. —Finn se sentó
con la espalda recta—. Date prisa y come. Cuanto más rápido hagas la compra,
más rápido puedes encontrarte conmigo en el gimnasio.
****
Una vez que terminaron de comer, Finn se fue al gimnasio. Jocelyn miró al
Mustang salir de la calzada antes de subir a su habitación para conseguir su bolso.
En el camino de vuelta, se sorprendió al oír que la puerta principal se abría.
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Pensando que Finn había vuelto por cualquier motivo, se apresuró a bajar al piso
principal. Se paró en seco en el último escalón, cuando vio a su tío Grant de pie en
su vestíbulo de entrada.
—Eso puede esperar. Tengo algo de lo cual necesito hablar contigo. Necesito
que vuelvas conmigo a casa.
—Por lo menos, ¿no puedes hablar conmigo sobre eso aquí en mi casa en
vez de tener que ir contigo a la tuya? —Jocelyn sintió que un pequeño malestar de
inquietud le corría por su espalda cuando Grant le tomó por la parte superior de su
brazo y tiró de ella.
Las cerraduras del Mercedes hicieron clic en su lugar después de que su tío
entrara por la puerta del conductor. Le dio un codazo a Ben en las costillas
mientras trataba de liberarse de los brazos que había envuelto en torno a ella. Sólo
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El Club de las Excomulgadas
sacudió su cabeza hacia ella y apretó su asimiento.
—Oh, creo que puedo, Jocelyn. Como jefe de familia puedo hacer lo que
juzgue necesario para salvaguardarte.
—No, pero es obvio para mí que eres incapaz de tomar las decisiones
correctas en tu vida.
—Tal vez no, pero eso no significa que te permita vivir con un compañero
mortal como tu compañero. Hasta que hayas recobrado el juicio, te mantendré
alejada de él.
Sabiendo que no había nada que pudiera hacer mientras estuviera atrapada
en el coche de su tío, Jocelyn giró la cabeza y miró por la ventana. No tenía idea de
por qué el odio de su tío hacia los mortales era tan profundo. Sabía que pensaba
que eran inferiores, pero nunca había imaginado que fuera a hacer algo tan extremo
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por su odio hacia ellos. No podía entender por qué le disgustaban tanto los
mortales. A Finn no le gustaban los hombres lobo por una razón legítima. No era
así con su tío. Por lo que sabía, él haría lo que fuera para asegurarse que no tenía
que tratar con mortales.
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El Club de las Excomulgadas
Con los brazos cruzados sobre su pecho, su tío le miró.
—Este será tu nuevo hogar hasta que decidas renunciar al mortal. Y para
que no gastes tu aliento, está insonorizado.
—Es el cuarto en que se guarda a las mujeres cuando no hacen lo que se les
ha dicho. Tu tía me obligó a construir este sitio para ella. Al igual que tú, no aceptó
Grant resopló.
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El Club de las Excomulgadas
Jocelyn levantó sus piernas en la cama y descansó su barbilla sobre sus
rodillas. Sin poder hacer una llamada de socorro, Finn no sabría lo que le pasó. Se
volvería loco de preocupación. Ya sintiendo la separación, se sentó en la cama a
esperar lo siguiente que su tío le haría a continuación.
****
¿Dónde diablos estaba Jocelyn? Había pasado más de una hora desde que se fue
de su casa. Finn había estado seguro que ya habría llegado al gimnasio. ¿Cuántos
comestibles tenía que comprar?
Cada cinco minutos, sus ojos iban hacia el reloj, mientras llevaba a su cliente
Otro par de segundos pasó antes de oír una profunda voz masculina que le
contestaba.
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—Está en un lugar seguro donde no serás capaz de alcanzarla.
—Bueno, bueno, ¿qué sabrás? Un mortal que puede imitar a uno de sus
superiores. ¿Es así como atrajiste a mi sobrina a ti? ¿Sabías imitar a un hombre
lobo? ¿Cómo de grosero es eso?
— ¿O sí no qué?
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son los de tu especie.
—Es Jocelyn. —Al ir a explicárselo, una visión se cerró de golpe sobre él.
Jadeó cuando las imágenes brillaron en su cabeza. Se puso las manos sobre la
—Tuvo una visión. Vi a su madre pasar por muchas de ellas. Reconozco las
señales cuando una te golpea.
— ¿Es eso lo que nos has estado ocultando? ¿Qué ahora tienes visiones?
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El Club de las Excomulgadas
—Sí. La sangre de Royce hizo algo más que darme un gran sentido del
olfato y la capacidad de gruñir como un hombre lobo. También me dio la
capacidad de tener visiones. —Cogió los brazos de Billie y suavemente los apartó
para poder levantarse—. Quiero que llames a Roxie y le digas que venga aquí
ahora. Y dile que traiga todo lo que sea necesario para hacer el hechizo.
—Sí. El tío de Jocelyn acaba de desafiarme a una lucha Alfa por ella. En mi
visión vi lo que pasaría si no soy un hombre lobo cuando lo encuentre en Muir
Woods esta noche. Si no lo hago, será la muerte tanto de Jocelyn como la mía. Su
Por primera vez en tres meses, Finn tiró a Billie en sus brazos y la abrazó.
****
Roxie y Beowulf llegaron al gimnasio media hora más tarde. Roxie llevaba
una bolsa de papel marrón con ella. Todos se amontonaron en la sala de aeróbic del
piso superior. Keegan, que entró último en el cuarto, cerró la puerta firmemente
detrás de él. Con sus hermanos, su padre, Billie, Royce y Beowulf cerca de él, Roxie
hizo que Finn se sentara en el suelo. Ella se puso de rodillas a su lado, sacó dos
bolas de algodón con alcohol y una jeringuilla nueva de la bolsa de papel que había
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El Club de las Excomulgadas
llevado con ella. Sabiendo lo que tenía que hacer con la aguja, Finn volvió su
cabeza para que pudiera tener mejor acceso a su cuello.
—No tiene que ser hecho de esa manera, Finn. Gren sólo eligió el cuello
para asegurarse que doliera más. Tú brazo servirá igual de bien.
—Es bueno saberlo. No esperaba con ilusión una aguja clavada en mi cuello
otra vez.
— ¿Puedo maldecir?
—Maldecir está permitido. Lo que sea para que consigas atravesar esto, ve a
por ello.
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El Club de las Excomulgadas
Un lobo te vuelves para correr salvaje y libre.
—Mierda Santa. Hijo puta, esto duele. Joder. Joder. —Sus manos se hicieron
—Bueno, por las maldiciones que diste, supongo que el hechizo funcionó.
¿Te sientes diferente, Finn?
Billie sonrió.
—Te dije que te gustaría esto. Ahora vamos a ver si puedes convertirte en
lobo. Mira profundamente dentro de ti para encontrar la nueva chispa de magia que
tienes. Tócala e imagínate a ti mismo como un lobo.
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Los demás retrocedieron para darle espacio. Finn hizo lo que Billie le dijo.
Efectivamente, descubrió pronto lo que sólo podría describirse como una chispa de
magia. Cuando la tocó ligeramente el poder se apoderó de él. Teniendo un buen
agarre del mismo, rápidamente se visualizó como un lobo. Sucedió muy rápido. En
un momento estaba de pie como un hombre, y al siguiente como lobo. Finn vio su
imagen en uno de los espejos de la pared. Un lobo macho negro le devolvió la
mirada. Una sensación salvaje de libertad como nunca había sentido se apoderó de
él. Juntó sus patas traseras y corrió alrededor del cuarto deseando que fuera en el
exterior donde estuviera corriendo.
Finn cogió la chispa de magia una vez más y se imaginó así mismo en forma
humana. En cuestión de segundos estaba de pie frente a Billie y Roxie vestido,
pareciendo él de nuevo.
Roxie le regañó.
—No presumas. ¿Sabes cuantas veces me llevó hacer el cambio hasta que
pude manejar hacerlo con ropa? Billie fue capaz de hacerlo al primer intento como
tú. ¿Estás seguro de que no hay algún hombre lobo en tu árbol genealógico?
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— ¿Qué es exactamente una lucha Alfa? —preguntó Finn.
Finn asintió. Sabía que derrotaría al tío de Jocelyn. No tenía otra opción.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Nueve
Jocelyn se sentó derecha cuando la pared se abrió. Había estado tumbada en
la cama mientras contemplaba el techo. No tenía idea de que hora era. Las horas
habían pasado, y sabía que habían sido muchas. Permanecer tanto tiempo separada
de Finn le tenía muy tensa. Si no se involucraba con él pronto, no sabía lo que iba a
hacer. Esto se sentía como una tortura.
—Le desafié a una pelea Alfa esta noche. Él aceptó. Ahora vas a ver por ti
misma a lo que te ataste. Levántate.
Jocelyn se puso los zapatos de nuevo y se levantó. Su tío le cogió del brazo y
le condujo fuera del sótano, hacia la cochera. Se sentó con Jocelyn en el asiento
trasero. Mientras conducían a Muir Woods, Jocelyn permaneció sentada en silencio
con la mente en estado de agitación. De ninguna manera Finn podría derrotar a su
tío. Podría haber tenido una oportunidad si los dos fueran mortales, pero al no ser
un hombre lobo, definitivamente daba a su tío una gran ventaja. Sabía que las
peleas Alfa no se suponían que terminaran con la muerte del perdedor, pero no
podía evitar tener la sensación de que su tío no sólo golpearía a Finn, sino que
también tomaría su vida. Mientras Finn permaneciera vivo, Jocelyn haría cualquier
cosa para poder estar con él. Y su tío sabía eso.
Cuando llegaron a los bosques oscuros, Jocelyn permitió que su tío y primo
le llevaran al claro de Muir Woods donde se realizaban todos los desafíos de los
hombres lobo. A medida que pasaban por delante de la línea de árboles, esperó que
Finn fuera lo bastante inteligente para decírselo a Billie, y que ella y Royce fueran
con él.
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El Club de las Excomulgadas
****
Cuando llegaron a Muir Woods, Billie le dirigió para que dejara su coche en
un estacionamiento que estaba a cierta distancia de la entrada principal. Beowulf y
Roxie continuaron sin ellos. Finn apagó el motor y se giró para mirar a Billie.
— ¿Por qué diablos crees? Has estado separado de Jocelyn por demasiado
tiempo. Tu sangre estará ardiendo, junto con otras partes de ti, después de que la
lucha haya terminado. Estarás un poco desesperado, si entiendes lo que te digo.
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El Club de las Excomulgadas
—No quiero oír más. Sólo vayamos y encontrémonos con Beowulf y Roxie.
Salieron del coche y los tres se convirtieron en lobo. Finn corrió a un lado de
Billie, mientras que Royce lo hizo al otro lado de ella. Los dos lobos negros y el
marrón dorado corrieron como un rayo por el camino hasta que alcanzaron el
estacionamiento principal donde Beowulf y Roxie les esperaban.
Finn se alejó de los demás hasta pararse frente a Grant. Él gruñó bajo en su
garganta. El tío de Jocelyn le miró fijamente y sacudió la cabeza.
— ¿Crees que soy tonto? Este es un hombre lobo. No puede ser Finn.
Finn dio un paso atrás y luego llamó al cambio en él. La cara de Grant
creció en asombro cuando le miró cambiar.
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El Club de las Excomulgadas
Tanto él como Grant cambiaron a su forma lobo mientras se arrojaban uno
contra el otro. Sus rugidos y gruñidos llenaron el claro mientras luchaban. Sabiendo
lo que perdería si Grant le derrotaba, Finn liberó a su lobo. Ignoró el dolor de las
mordeduras o arañazos que Grant le infringía.
Pero al final, Finn resultó ser el más fuerte de los dos. Luchó con Grant
hasta que fue capaz de tomar el dorso del cuello de él en sus potentes mandíbulas.
El tío de Jocelyn se quedó inmóvil y gimió derrotado.
—Finn ganó de buena fe. Jocelyn es suya —dijo Roxie en su forma medio
humana/medio lobo, cogió a Grant por el hombro y lo giró de cara a ella. Le
levantó hasta que sus pies se alejaron del suelo, y luego le dio una sacudida—.
Todos fuimos testigos de tu derrota ante Finn. Finn es el mejor Alfa. Acepta tu
derrota. —Ella tiró de él hasta que estuvieron más cerca, nariz contra nariz—. Y no
será sólo conmigo con quién tendrás que enfrentarte si tratas de interferir en la vida
de Finn y Jocelyn otra vez. ¿Ves a la loba negra que está ahí? Esa es Billie, la
hermana de Finn. Es la que acabó con Gren, no Beowulf como dice el rumor. Así
que si no deseas convertirte en su blanco, yo aceptaría las cosas como son.
Grant cayó al suelo cuando Roxie abrió su mano y le dejó caer. Ella se
volvió hacia Finn y Jocelyn.
—Vosotros dos podéis iros. Nosotros podemos limpiar el resto de este lío.
Finn tomó la mano de Jocelyn y la sacó del claro. Ahora sabía por qué Billie
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El Club de las Excomulgadas
le había sugerido el estacionamiento más alejado. La necesidad de tenerla, de
escucharla gritar cuando la tomara, casi le venció. Una vez que llegaron al camino
principal, ambos se convirtieron en lobos. Finn corrió al lado de Jocelyn mientras la
avasallaba hacia el estacionamiento. Se rozó contra su pelaje de color rojizo
mientras corrían.
Ella se incorporó sobre sus rodillas y luego se dejó caer de nuevo. Mientras
le montaba, Finn ahuecó sus pechos a través de su camiseta y le mordió el tenso
pezón. Jocelyn dejó caer la cabeza hacia atrás y gimió.
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El Club de las Excomulgadas
El sonido de sus pesadas respiraciones inundó el auto. Finn le agarró por la
nuca y la besó suavemente.
— ¿Estás bien?
—Probablemente no habría sido capaz de seguir sin ti. Sobre todo si tuviera
que soportar estar bajo el control de mi tío. Pero me alegro de que hicieras que
Roxie usara el hechizo. Ahora no te perderé nunca. Y ahora que eres hombre lobo,
realmente tienes algunos beneficios añadidos por lo que veo. —Jocelyn apretó sus
músculos internos en torno a su polla todavía dura.
Jocelyn sonrió.
—Definitivamente sí.
Cuando Jocelyn comenzó a moverse sobre él, una vez más, Finn echó la
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cabeza hacia atrás y aulló.
Fin
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Marisa Chenery - Emparejada a Un Lobo- Serie La Guarida De Wulf IV
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Serie La Guarida de Wulf
01 - Beowulf y Roxie
02 - El Lobo de Taryn
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03 - Seduciendo al Lobo
04 - Emparejada a Un Lobo
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Próximamente
Mi Loba Guerrera
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