El Cielo Azul Gaston Bachelard

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UNIVERSIDAD DE COLIMA

TEORÍA LITERARIA III


Reporte de Lectura
VI. El cielo azul en El aire y los sueños de Gastón Bachelard

Abril 28, 2016


Diana Laura Reynaga Fuentes

En cuanto al cielo azul se refiere hay múltiples enfoques de éste como imagen, que exige un largo
estudio basado en los cuatro elementos fundamentales, el agua, el fuego, la tierra y el aire. De
acuerdo con esto se hace una clasificación de los poetas en cuatro grupos: 1) los que ven el cielo
inmóvil como un líquido fluido que se anima con la menor nube 2) los que ven el cielo azul como
una llama inmensa – el azul “ardiente” dice la condesa de Noailles 3) los que contemplan el cielo
azul consolidado, una bóveda pintada “el azul compacto y duro” 4) los que participan de la
naturaleza aérea el celeste azul.

Ahora bien, el “azul del cielo” es siempre un concepto, nunca una imagen primera. El azul del cielo
como representación tanto literaria como poética ha recae en varias problemáticas para el poeta; una
de las sorpresas al estudiar varios poetas dice Bachelard, es comprobar que son raras las imágenes e
que el cielo azul resulta verdaderamente aéreo. La imaginación aérea es la que mejor ejemplifica y
define la naturaleza de la “representación” del azul del cielo. El azul necesita ser materializado para
poder penetrar en una imagen literaria, la palabra azul designa, pero no muestra. El cielo azul es tan
simple que no se puede onirizar sin materializarlo.

A lo que se atiene el poeta con el azul celeste es a una imaginación sustancial del aire, a que el cielo
ni siquiera es azul, sólo se ve azul. Entonces la imaginación aérea es activa en una dinámica de
desmaterialización…no se puede tocar un color, como tampoco se puede describirlo. Por otro lado,
se puede hacer sentir ese color mediante distintas situaciones que lo involucren y eso es el
verdadero trabajo del poeta, hacernos sentir el color. Para el poeta el azul del cielo no es sólo un
fondo, sino que es un signo aéreo que como objeto poético sólo puede animarse como una metáfora.
El azul del cielo se vuelve un fondo absoluto. Hay un duelo entre el azul profundo y los objetos que
lo perfilan, hay una frecuente herida de la pasividad del fondo absoluto como es el azul, entonces
los pájaros, las nubes, la rama son elementos que rompen el azul inmaculado, se tiene un deseo
extraño por la integridad y unidad del cielo azul.

Para Coleride el cielo es para los ojos una copa invertida, para el espíritu una inmensidad. Los ojos
y el espíritu juntos, imaginan un cielo azul sin resistencia; sueñan juntos una materia infinita que
contiene el color en su volumen, pero sin encerrarse nunca. El azul es tan irreal, impalpable tan
cargado de ensueño, ensoñación aérea que se mueve a una esfera de sentimentalismo puro, las
meditaciones acerca del cielo azul son meramente una acumulación de recuerdos sobre la claridad,
el aire, objetos que suelen surcar o herir la totalidad inmensa que es el cielo para algunos. También
evoca a la pureza, como un dato inmediato de la conciencia poética.

Para que el poeta pueda plasmar un cielo azul, entra primero en la ensoñación, que lo lleva a la
admiración, que prontamente se convierte en la contemplación para resucitar las ensoñaciones,
sueños, para reconstruir la vida imaginaria que da pie a la representación y el sentimiento del azul
del cielo, a la imaginación de las formas, reflexión sobre las formas reconocidas, con la memoria.
La imaginación del tipo aéreo ofrece un terreno donde os valores del sueño y de la representación
son intercambiables en su mínimo de realidad.

El cielo no es otra cosa que “el mundo de la transparencia”, en el cielo azul y vacío, el soñador
encuentra el esquema de los “sentimientos azules” de la “claridad intuitiva”, de la dicha de ser claro
en los sentimientos, en los actos y los pensamientos. El cielo azul como una ensoñación aérea
encuentra una alteración entre los oscuro y lo diáfano en un continuo ritmo de sopor y despertar.

Tiene el valor del despertar, de la aurora, se comprende el movimiento de un cielo inmóvil. Claudel
dice que “No hay color inmóvil”. El cielo azul tiene el movimiento de un despertar. El primer azul
es siempre el azul del cielo.

En conclusión el azul del cielo, es una ensoñación aérea que requiere de contemplación y sus
representaciones son diversas debido al poeta que lo plasme. El azul del cielo no es una imagen
literaria, se evoca a ella mediante recuerdos, es una imagen literaria que posee una dimensión más
que una imagen visual porque posee recuerdos. La vista del cielo azul es lo más acercado a un
sentimiento; es la fusión de un sentimiento y de la vista. El cielo azul se sueña tal como una imagen
plana que disuelve todos los colores con su totalidad unitaria, su inmensidad, pureza, claridad. Es
un paisaje sin contorno que nos evoca al espejismo, el cual, siendo un espacio en donde no hay nada
que imaginar, vacío, pero que si se pone en práctica la imaginación aérea se vuelve activo el espacio
celestial.

El espejismo es una metáfora literaria que no se desgasta, explica lo común de lo raro. Sirve para
estudiar la contextura de lo real y de lo imaginario. Puesto que el espejismo es incierto, muestra
algo que puede existir un momento y al otro no, es comparable con el azul del cielo; ya que el azul
del cielo se ve como una inmensa uniformidad azul y totalizadora de la claridad, de lo puro. Por
otro lado, la representación de un cielo azul depende de la concepción del poeta al igual que la del
lector para identificarse con este sentimiento visual que es el cielo azul, esta representación de una
realidad aérea limitada por el recuerdo y la visión.

Por tanto, la afirmación “el cielo azul es mi espejismo” que menciona Bachelard que conjunta al
cielo azul con el espejismo, concluyo que es por la variedad de posibilidades que existen no sólo en
la ensoñación aérea sobre el cielo azul sino también en los otros elementos fundamentales que le
dan una cualidad al cielo. El cielo es tan vacío e impredecible que se puede comparar con el
espejismo.

Bibliografía

Bachelard, Gastón (1946). El aire y los sueños. Traducción de Ernestina de Champourcin. FCE:
Colombia

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