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Hubo un silencio largo, se escuchaba un camión de fondo, corrió hacia la ventana, se paro en
una silla y vio cómo se iba.
- Se mudo – dijo observando como la mirada de ella iba de piso en piso o mirando el
jardín debajo de ellas donde solían jugar a los piratas.
Por otro lado, ella se quedo observando la ventana, viendo sus pisadas en la parte arenosa del
parque, junto con un pin de colores tirado en el piso, que le pertenecía a su amiga.
🪐
1 año después volvieron, después de que lo allá deseado en sus siete velitas de cumpleaños.
Pero el reencuentro duro días, tan solo para luego saber que la casa seria alquilada, ella seguía
enojada, por lo que no le hablo, pensando que volvería, lo que quedo con ella fue el pin de
colores. Junto con un colgante rojo con un infinito que le dejo bajo la puerta con un “lo siento”
escrito casi inentendible. (hacer después la escena de que lis le cuenta la histoira que hice del
hilo rojo y ahí se dan cuenta que eran ellas)
☀️
3 años después volvió, un verano cálido de agosto.
- Ven a vivir conmigo – respondió – esa casa parece embrujada. Aquí podremos seguir
jugando, no tendrás que irte más.
Cuando el correr hacia el mar no alejaba los problemas, fueron de la mano hasta la puerta del
auto, para luego ver como se marchaba, pero no quería irse.
- Ven, conozco un lugar – susurro antes de entrar al auto – Edgar me olvide algo dentro,
¡ya vuelvo! – grito tirando de sus manos y riendo.
Corrieron de la mano, fueron hacia el parque, pero a lo lejos, donde se unia con la playa y
había bosque, corrieron a donde solo era naturaleza y jugaron, como lo hacían antes. Se
encontraban entre los arboles, lejos de la sociedad, reian tan fuerte que les dolia la panza.
- Pongámonos apodos, para cuando me vaya que algo me recuerde a ti – dijo mientras
subía por el árbol, para colgarse de una rama lo bastante alta para hacer revolver su
estómago – ayer leí un libro sobre un chico que conseguía semillas y crecía un largo
árbol hacia el sol, me gustaría subir hasta allá o nose… ser el sol. – logro encontrar la
rama y se agarro fuerte con las manos para dejarse caer en el aire.
- Baja te puedes lastimar – dijo sosteniéndole los tobillos.
- Hasta que no subas no.
Estuvo un largo tiempo hasta convencerla, pero lo hizo, bajo pero solo para volver a subir las
dos juntas, la rama daba a arboles de los cuales entre medio se veía el mar. Hablaron de aquel
libro y como emprenderían una aventura en barco hacia la isla donde estaba ese gran árbol y
luego vino el atardecer y se encontraban calladas y cansadas.
La otra chica respondió rompiendo una ramita y agarrando la rodilla que tenía a su lado.
Capas fue la leve luz del sol danzando entre las copas de los árboles, dibujando hermosas
marquitas por todo el bosque, o fue el aire salado y ruido del mar, pero ambas durmieron.
Las despertaron los gritos.
Luego tomadas de las manos volvieron a caminar hacia la puerta del auto.
Capas un abrazo eterno no sería lo suficientemente largo para separarse, pero lo intentaron,
un abrazo tan prolongado como el óxido sobre las puertas llenas de sal, se sentía diferente
como si supieran que sin nada aquí, no regresaría. Pero sabía que siempre volvía a la luna y
que ella regresaría al sol.
Volvió 7 meses después, al parecer se olvidaron algo en la mudanza.
Esta vez quisieron que quede algo en la otra y Sol había aprendido algo nuevo, por lo que se
besaron mientras descansaban en el árbol y prometieron nunca olvidarse, ni decírselo a nadie.