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Historia Argentina Sxix U3
Historia Argentina Sxix U3
UNIDAD III
Unidad III: la “consolidación del Estado Nacional” durante la República liberal-
oligárquica (1880-1916).
Acceso, permanencia y control del poder en manos del PAN: fórmula prescriptiva y
fórmula operativa (Botana, Oszlak y Rock).
Los presentes esquemas y explicaciones tienen como finalidad ilustrar los mecanismos
o fórmulas, mejor dicho, de acceso permanencia y control al poder por parte de la
dirigencia política durante el periodo de 1880-1912. Para ello, el primer esquema
constará de cómo está conformado el sistema legislativo actualmente para luego
contraponerlo con el del periodo en cuestión.
Más aún, la represión y las formas más consensuales de penetración fueron procesos
simultáneos y recíprocamente dependientes, por eso los sectores altos siempre eran
cooptados, estos se imponían sobre aquellos marginados y de ahí la intervención federal
en las provincias, era una penetración represiva y cooptaba a la vez. Las consecuencias
de estas modalidades de penetración pueden evidenciarse en la creciente apropiación del
Estado y nuevos ámbitos para involucrarse y operar ; la constitución de una burocracia y
normas para ejercer los distintos tipos de penetración; y la formación de la sociedad
argentina, gracias a la intervención estatal en la burocracia provincial, inversiones para
infraestructura y servicios, formación de un ejército nacional, incorporación de nuevas
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CURA, ANA.
PODER
LEGISLATIVO
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CURA, ANA.
cómo está compuesto el poder legislativo1 y cómo se accede a los diferentes cargos
tanto del mismo, así como del ejecutivo. En cuanto a este último, hasta 1994 el
presidente era designado por un colegio electoral que era elegido por votación directa.
Sistema electoral y formas de acceso al poder ejecutivo y legislativo desde 1853 y durante 1880-1912.
Colegio
Sufragio directo PODER
electoral
EJECUTIVO
PODER
BICAMERAL
LEGISLATIVO
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En caso de que se nos vuelva a preguntar, esta vez sí vamos a saber qué responder.
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CURA, ANA.
Esquemas de diferenciación electoral. Esquema A) fórmula prescriptiva nacional y provincial (como se supone que
tendría que haber sido en la práctica según lo estipulado en la Constitución). Esquema B) Fórmula operativa (como
era realmente en la práctica.
ESQUEMA A)
Ámbito nacional Ámbito provincial
Diputados Senadores
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CURA, ANA.
Rock nos lo explica de forma ilustrativa al recuperar una descripción que hizo el diario
La Prensa. Según sostenía, el PAN en Buenos Aires primero decidían quiénes serían los
candidatos. Luego informaban a los dirigentes de los partidos políticos provinciales
sobre sus decisiones. Los líderes provinciales simulaban hacer sus elecciones de manera
independiente, pero invariablemente seguían las órdenes de Buenos Aires. Y si un grupo
opositor pretendía presentarse en una elección, el gobierno provincial denunciaba “sus
objetivos anárquicos y complots” conspirativos”. Armaba a la policía con rifles y pedía
a las autoridades de Buenos Aires que enviaran tropas alegando que el orden público
estaba amenazado. En línea con Sábato, el voto era más un acto colectivo que una
acción individual dentro de las facciones políticas.
Rock recupera a Botana cuando afirma que “una campaña exitosa para un cargo
público en la Argentina no requería apelar al voto del electorado sino mantener la buena
voluntad del gobernador. Las elecciones, por tanto, eran opciones de los gobernadores,
no de los votantes” (Rock, 2006, p. 257). Botana, continuando con esta línea, afirma que
la fórmula prescriptiva que habían consagrado Alberdi y la Constitución de 1853,
pretendía traducir en instituciones un conjunto de valores e intereses socioeconómicos
que las élites dominantes estaban dispuestas a defender contra hipotéticas resistencias,
pero la fórmula operativa (o real) evidenciaba que dicha élite utilizó tales instituciones
para acceder, controlar y perpetuarse en el poder, actuando en base a sus intereses. Lo
que estas instituciones vendrían a hacer es legitimar a través de los hechos su lugar en el
gobierno- provincial o nacional-, y la regla de sucesión.
Así, las élites construyeron un régimen en donde edificaron un sistema institucional que
logró trascender la incertidumbre que traía consigo el ejercicio personal de un gobierno,
concentrando el poder y garantizando la continuidad del régimen. Pensemos, tal como
se dijo antes, cuán de diferentes resultaron los mandatos de Roca y de Celman, y sin
embargo veremos que ambos habían accedido a la silla presidencial de la misma forma
y habían logrado mantener su poder una vez finalizado su mandato gracias a algún
cargo público (en el caso de Roca que terminó como senador).
Y una vez más, Rock lo explica de forma más clara. Nos dice que desde 1880, “por
debajo de Roca los gobernadores provinciales controlaban sus propios imperios de
patronazgo” (Rock, 2006, p. 173). Teniendo presente las diferentes formas de
penetración estatal desarrolladas por Oszlak, Rock ilustra los modos de operar durante
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CURA, ANA.
Los gobernadores tenían muchas redes de influencia pese a que su mandato no era
vitalicio. En la época se usaba el término “gobernador elector” porque su principal
función era arreglar elecciones. Cada seis años estos se reunían en esta liga para decidir
quién sería el próximo presidente. Su principal función de esta era reforzar el poder de
los gobernadores. Así, ellos controlaban las elecciones en sus provincias y hasta
controlaban el ejército para apoyar los fraudes. Los senadores y los ministros con acceso
al patronazgo creaban nexos entre el gobierno nacional y provincial. El ejército era
central, sobre todo para las elecciones (también estaban incluidos los jefes de policía y
jueces de paz entre otros).
Introducción.
Cuando roca asumió la presidencia, su posición en las provincias se hizo más fuerte,
asumió un compromiso para lograr el crecimiento económico e imponer la autoridad y
la estabilidad en todo el país, entre 1880 y 90, los liberales argentinos imitaron las
instituciones de los países angloparlantes y recortaron los poderes de la Iglesia, lo que
provocó la oposición de las mujeres de clase alta.
La administración de Roca:
[Rock hace un desarrollo sobre la situación de las provincias hacia 1880 y desarrolla
bastante la biografía de don Julio, por lo que se prescindirá de los mismos para priorizar
los rasgos centrales del capítulo. Cualquier duda, remitirse a las páginas 166-170].
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El aparato político se hacía más fuerte a medida que Roca se consolidaba como
nexo entre los empresarios políticos provinciales y los bancos de Buenos Aires 2.
En dicha provincia, no obstante, tenía problemas con la oposición encarnada en
la figura de Mitre, pero era débil ante su fuerte influencia.
Miguel Juárez Celman gobernador de Córdoba desde 1879, era uno de sus
respaldos civiles.
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Remitirse al texto de Castro, ahí el al inicio de su escrito argumentará que esto generó una adhesión por
parte de ciertos actores económicos (relacionados
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No en vano le decían el zorro.
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CURA, ANA.
Los rivales de Roca eran incapaces de resistir su influencia, Mitre era el único
líder de cierta magnitud que quedaba, pero sus actividades políticas decaían, sin
embargo, era muy respetado en Buenos Aires y cuando murió Sarmiento en el
88, era el último de la época de la “Organización Nacional.”
Durante las décadas de 80-90 hubo un gran interés en las comparaciones y emulaciones
del exterior puesto que muchos pensadores y sociólogos hacían análisis comparativos
entre estos países y la Argentina para sacar a luz aquellas cualidades que los argentinos
carecían y que habían hecho a las otras naciones tan grandes y prósperas. Esto iba a
generar una gran influencia en los movimientos políticos tanto dentro del PAN, así
como por fuera de ella.
Para tratar estos temas, en el 81 se formó el Club liberal en Buenos Aires. El conflicto
se da cuando la Iglesia decide realizar una misa para conmemorar a los muertos de la
insurrección del 80, culpada de involucrarse en política, se exigió una legislación que
impusiera la separación absoluta de la Iglesia del Estado y la supresión de la
educación religiosa. La Iglesia, por su parte, tenía pocos aliados, un pequeño grupo de
intelectuales, una minoría de miembros del Congreso y las mujeres de la clase alta, las
cuales presentaron al Senado una petición donde se oponían a la educación laica, pero
en 1884 se promulgó la ley 1420, que la garantizaba; lo que le brindaría al Gobierno el
apoyo popular en Buenos Aires. En Córdoba la campaña contra la Iglesia fue más
agresiva; una característica inusual del conflicto fue la participación de las mujeres.
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Ante el rumor de que Roca quería promover una reforma constitucional que le
permitiera su propia reelección, la oposición- la prensa incluida- manifestó sus rechazos
al considerar que, si pasaba, Argentina pasaría a estar bajo una dictadura porque Roca
controlaba las provincias, el Ejército y el Banco Nacional. Ante los temores de otro
levantamiento de Buenos Aires en su contra, decidió apoyar a su cuñado, Juárez
Celman, al ser un candidato de su misma línea, al hacer énfasis en el desarrollo
económico y una autoridad fuerte, capaz de agrupar a los gobernadores contra otro
estallido del localismo Buenos Aires.
Las elecciones serían similares a las tres anteriores, el candidato que triunfe ganaría la
elección solo con el apoyo de las provincias del interior, que poseían la mayoría de los
votos en el colegio electoral, pero la elección favorecería la estabilidad política si el
candidato victorioso lograba el apoyo de Buenos Aires.
La rivalidad entre Buenos Aires y las provincias se hizo manifiesta en el duelo por
la primacía entre el Banco Nacional y el Banco de la provincia de Buenos Aires,
Roca quería fortalecer el Banco Nacional para aumentar el poder de la nación frente a la
provincia, y para eso extendían los poderes del BN para que emitiera papel moneda y
trató, a su vez, de nacionalizar el Banco de la provincia. Por otro lado, además existía
una rivalidad personal entre roca y Rocha, el gobernador de Buenos Aires desde
1880: la cual se debía a que Rocha se posicionó como defensor de la provincia y gastó
grandes sumas de dinero para construir la nueva capital provincial, La Plata.
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Las hostilidades entre los gobiernos nacional y provincial se fueron acercando hasta el
enfrentamiento militar. Mientras se aproximaba a la elección presidencial, Juárez
Celman ex gobernador de Córdoba, se instaló como candidato de Roca y los
gobernadores. Roca prefería a Celman antes que a cualquier líder político de Buenos
Aires, cosa que en el 84 logró el apoyo público de Córdoba para su futura presidencia.
Además de él, se presentaron dos candidatos, Bernardo de Irigoyen, anterior ministro
de Relaciones Exteriores de Roca, por lo que esperaba que lo apoyara, pero sus
antecedentes porteños no se lo permitieron. Por otro lado, José Gorostiaga fue el
candidato de los grupos clericales, que formaron una breve alianza con los mitristas.
Juárez Celman y Rocha eran anticlericales, Gorostiaga era partidario de la Iglesia, e
Irigoyen era un pro clerical moderado. Rocha tenía un fuerte liderazgo en la provincia
de Buenos Aires y la Capital Federal, pero no pudo avanzar en las demás provincias,
porque el Gobierno nacional continúa distribuyendo fondos en todas ellas, cualquier
funcionario local que apoyará a Rocha podía encontrarse con grandes penalidades,
como el despido o hasta el arresto, incluso el asesinato. Por ejemplo, en San Luis el
Gobierno provincial suspendió el derecho de reunión, en las demás provincias ejercía
una estricta vigilancia, en Córdoba hombres armados y alcoholizados se reunían en las
comisarías para interrumpir la inscripción de los votantes. Los funcionarios provinciales
respaldaron a Juárez Celman, pero en la Capital Federal, la prensa, criticaba las tácticas
usadas para lograr el control de la elección.
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En el 85 Carlos Pellegrini logró un préstamo externo, el cual disipó con rapidez los
problemas económicos que habían llevado a la suspensión de la convertibilidad y
aunque podría haberla restaurado, este plan ya no tenía apoyo, por lo que se mantendría
la inconvertibilidad. Como premio Pellegrini fue el vicepresidente de Celman.
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algunos objetaban esta decisión diciendo que le estaba dando un poder excesivo al
Gobierno sobre la economía. Fuera del Senado muy pocos expresaron preocupación
porque, como hizo Roca, siempre se podía recurrir a una inversión extranjera para
proteger a la economía.
A fines del 86, los partidarios del Gobierno nacional obtuvieron el control de
Buenos Aires, en una violenta elección, Máximo Paz, sobrino de Roca, derrocó al
candidato apoyado por Rocha, concluyendo así, las hostilidades del Gobierno
nacional y el de la provincia de Buenos Aires. En 1892 Paz aspiraba a ser
vicepresidente y retribuía favores a Celman como muestras de obediencia.
Aparte de Buenos Aires, en Tucumán se había votado contra Juárez Celman en las
elecciones del 86; la enemistad aumentó cuando el Gobierno nacional apoyó la
insurrección de los empleados jerárquicos del Gobierno nacional en contra del
gobernador. El presidente no cumplió con la promesa de respetar la autonomía de las
provincias, y con el dominio absoluto, derrocando a los gobernantes que no estén de su
lado. El hermano de Juárez Celman llevó a cabo una operación que logró remover al
gobernador cordobés Olmos, y fue candidato a gobernador de la provincia; lo que
confirmaba rumores de una fractura en la relación entre Celman y Roca, ya que
Olmos apoyaba a este último. varios gobernadores provinciales realinearán su lealtad de
Roca a Juárez Celman: su régimen se convirtió en el “únicato” que implicaba
monopolio y tiranía: todo el poder, el Ejército, la policía, estaba en sus manos4.
CRISIS DE 1990.
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Matizar…
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Con la Ley de Bancos Garantidos, se predecía que las provincias abusarían de la ley e
imprimirían su propio dinero y la cantidad de papel moneda se depreciaría frente al oro,
estas posiciones demostraron ser las correctas, porque después de que se aprobara la
ley, los bancos provinciales emitieron papel moneda ignorando las reglas sobre los
depósitos en oro. El banco provincial de Córdoba por ejemplo recibió los bonos del
banco y emitió papel moneda, pero no depositó el oro, y las que sí lo hicieron habían
comprometido sus rentas para obtenerlo, porque el metálico era extranjero, y así
pidieron dinero, que jamás podrían pagar. De hecho, en Buenos Aires se tuvo que
vender el ferrocarril provincial para financiar una emisión de papel moneda.
En el 88 las quejas de las provincias por falta de dinero impulsaron a los bancos a emitir
papel moneda, mientras que el Gobierno nacional hacía nuevas concesiones ferroviarias
ofreciendo ganancias garantizadas pagaderas en oro, con la absoluta confianza de poder
pagar esos dividendos porque las rentas seguirían creciendo.
El Gobierno había prometido usar el oro de las provincias para pagar la deuda pública,
pero este oro se lo pedía el exterior y así las viejas deudas que se pagaban en papel
moneda fueron convertidas en nueva deuda que se pagaban en oro. La inconvertibilidad
era un gran peligro; si se depreciaba el papel moneda, las rentas caían y la deuda crecía
sin control, para protegerse el Gobierno necesitaba recaudar en oro los aranceles de
importación, la principal fuente de recursos, pero ese plan fue descartado porque al
reducir las importaciones reduciría la tasa de crecimiento económico.
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CURA, ANA.
Por otro lado, intentaban controlar la prima de oro mediante la venta de las reservas
metálicas del Banco Nacional, que incluían fondos obtenidos por la privatización de
activos gubernamentales y préstamos del exterior, pero esto desaceleraría el aumento de
la prima solo mientras duran las reservas en oro.
Nunca se trató de restringir los préstamos externos, ni que los bancos dejaron de
emitir papel moneda. Para agosto del 89 las reservas habían desaparecido y la prima
del oro dio un salto, la deuda externa implicaba un flujo constante de oro hacia el
exterior.
A fines del 89 la economía colapsó, los bancos europeos dejaron de dar préstamos y la
prima del oro se disparó, las quiebras se multiplicaron y las ventas de tierra quedaron
suspendidas. Así, la confianza en el Gobierno cayó.
Juárez Celman se enfermó y los periódicos insinuaron que sus enemigos intentaban
envenenarlo, frente a esto la Unión cívica se fortaleció y se hizo más activa, mientras la
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Leandro Alem tuvo un gran impacto en la muchedumbre, estaba listo para posar a los
jóvenes de la Unión cívica; Aristóbulo del Valle también declaró su oposición al
Gobierno, pero en las elecciones de febrero Alem no pudo lograr una banca en el
Congreso. En septiembre Alem y del Valle se incorporaron a la Unión cívica y se
convirtieron en sus líderes, al principio tropezó con la oposición de los gobernadores y
quedó detenida por un tiempo.
En julio estalló la revuelta, Alem decía qué el Gobierno nunca iba a respetar el sufragio
y que la única opción era la revolución. paralelamente En Brasil se había dado la
destrucción del poder imperial en Río de Janeiro y los movimientos revolucionarios se
propagaron por todo el país, Argentina podría seguir ese mismo camino una vez que
Juárez Celman fuera depuesto.
Mientras Alem decía que la revuelta comenzó cuando la policía atacó a la Unión en la
boca (el primer encuentro de la Unión), Del Valle decía que se dio porque no
lograban apoyo popular, por lo que, a diferencia de Alem, consideraba al
movimiento predominantemente militar y no popular o civil. Los hechos de la
revolución de julio del 90 sustentan la visión de del Valle, ya que el movimiento fue
conducido por soldados. Los líderes rebeldes también diferían en quién debería ocupar
el poder una vez derrocado Juárez Celman. Después de la demostración de septiembre
en el 89, Alem se convirtió en el titular de la Unión cívica.
Cuando comenzó la revuelta, Campos que había sido detenido, escapó de prisión
cuando sus guardianes se retiran, y se hizo cargo de la Comandancia militar. Pero no
ejecutó el plan de atacar las posiciones de las tropas gubernamentales fuera del parque y
se mantuvo en una línea defensiva. Esta decisión se podría explicar por su contacto con
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Roca mientras estaba en prisión, donde este último podía haberle dejado la impresión de
que esperaba que Juárez caiga sin necesidad de acciones militares, o por el hecho de que
fuera un hombre de negocios, o porque sintiera que tenía pocas razones para llevarla
adelante, ya que colocaría como nuevo presidente a Alem, a quien las mitritas,
consideraban tosco y plebeyo.
El apoyo provenía de los activistas de la Unión cívica, eran los más jóvenes, de las
universidades o profesiones liberales, lo que desmentía la afirmación de Alem de que el
movimiento era un levantamiento popular. No fue una revolución popular, porque
los soldados regulares lideraron las acciones, y además porque las clases altas de
Buenos Aires también le dieron cierto respaldo. Sin embargo, la mayoría hubiera
preferido el derrocamiento lacífico de Juárez Celman, por lo que las clases altas, a pesar
del descontento que tenían con el Gobierno, dieron pocas muestras de interés en el
programa de los rebeldes, ninguno hablaba de democracia. Varios de los sectores más
afectados por la depresión no formaron parte del levantamiento, De hecho, los
inmigrantes que se comprometieron con la lucha eran escasos, tampoco encontró apoyo
a los trabajadores a los sindicatos.
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Tuvo que afrontar la crisis y para ello tomó una serie de medidas. Se recortan los gastos,
los bancos fundados por ley 1887 desaparecieron, se cancelaron nuevas emisiones de
papel moneda y bonos y las garantías ferroviarias. Los impuestos aduaneros fueron
tasados en oro y las investigaciones iniciadas por López revelaron la anarquía reinante
en las finanzas provinciales. Córdoba por ejemplo, tenía 1/4 de las rentas que necesitaba
para pagar sus deudas; los gobernadores y otros funcionarios, usaban sus cargos para
obtener préstamos de los bancos provinciales.
Epilogo:
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exportaciones porque las abarataba y obstaculizaba las importaciones porque les hacía
más cara, cuando las exportaciones llegaron al mismo valor de las importaciones el
precio del oro caería, desde su punto de vista la depreciación reflejaba cuestiones de
Comercio Exterior y no problemas monetarios; para él la producción, la inversión
extranjera y el comercio exterior, factores que estaban fuera del control inmediato del
Gobierno, provocaron el colapso. Aunque no faltaban quienes culpaban al Gobierno y
sus políticas, de hecho, la evidencia apoya esta interpretación, sus políticas estimularon
fuertes endeudamientos externos y el aumento de las importaciones.
Entre 1980 y 1900, roca y Pellegrini, con el apoyo intermitente de Mitre, intentaron
recrear el pan, enfrentaron un prolongado desafío de la Unión cívica radical, que era un
grupo disidente que se escindió de la Unión cívica en 1891. Los conflictos entre
partidarios del pan y radicales llegaron al pico máximo en octubre del 93, cuando los
radicales lanzaron revueltas en las provincias, las más importantes fueron en Buenos
Aires y Santa Fe: en Buenos Aires el líder local, Hipólito Yrigoyen, creó una
organización fuerte y en Santa Fe fueron los colonos inmigrantes quienes apoyaron a los
radicales contra el Gobierno provincial. El Ejército regular y las milicias provinciales
fueron derrotando a los radicales provincias tras provincia y, con este regreso de la
estabilidad, roca rearmó el pan, como una red de vínculos entre dirigentes nacionales y
provinciales. A comienzos de 1895 desplazó al presidente Luis Sainz Peña, a quien
había colocado en la presidencia como barrera contra los radicales, gobernó el país
desde su banca del Senado hasta su reelección en 1898. Roca estaba en la cumbre de su
poder, enfrío los conflictos políticos y se concentró en restaurar el crecimiento
económico. Mientras él ejercía autoridades de Buenos Aires un tejido de redes
familiares y lograba su influencia en cada provincia.
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unir a los restos dispersos del partido autonomista nacional, en medio de esta depresión
solo podía ofrecer promesas, por lo que no fue fácil tener el apoyo de los líderes
provinciales. El conflicto por recursos escasos llegó a producir violentas disputas,
implicar una intervención de las tropas nacionales, y Por otro lado los impuestos locales
produjeron gran descontento.
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además de la hostilidad de los radicales, a fines del 91 Roca debió enfrentar a otro
opositores en la provincia de Buenos Aires, que provenían de una facción del Partido
Nacional ligada a julio costa, quien había sucedido a paz como gobernador en el 90; se
los conocía como modernistas, por qué eran admiradores de una visión positivista,
doctrinaria del progreso y porque declaraban que debía hacerse una política de partido
levantando hombres nuevos y modernos; el jefe era Roque Sáenz Peña, quién había
apoyado a Juárez Celman. A comienzos del 92 hicieron la apuesta al proponer Sáenz
Peña para la presidencia, lograron apoyo en Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires.
Enseguida roca propuso la candidatura de Luis Sáenz Peña, el padre de roque, y el hijo
lealmente retiró su candidatura, lo que resolvió el dilema de roca tras la renuncia de
Mitre, su candidato tenía una reputación de integridad que respondía a la demanda de
los radicales de normas éticas para la vida política y el apoyo de su hijo también le dio
el respaldo de los modernistas lo cual frenó temporalmente el sistema del Partido
Nacional en la provincia de Buenos Aires. Sáenz peña además contaba con el apoyo de
la Iglesia, por ser católico devoto y así descabezaría la oposición católica contra roca
que se mantenía desde la campaña anticlerical.
alcanzado, sin embargo ambas partes entraron en conflicto por el dominio del gabinete,
el presidente tuvo que nombrar un nuevo gabinete compuesto por partidarios de Roca,
lo cual provocó pánico en Buenos Aires, el bastión de los modernistas y costa, que
temía ser depuesto por una intervención federal, comenzó a importar armas y organizar
una milicia provincial, los gobernadores de Santa fe y Entre Ríos se unieron para
planificar La “Liga del litoral”, y para protegerse del Gobierno central.
En agosto del 93 apareció la figura de Hipólito Yrigoyen, líder del movimiento militar
en la provincia de Buenos Aires, quien había dependido de Alem, su tío. En 1880
intentó ganar una elección de diputados nacionales como candidato del PAN, pero no
tuvo suerte, una década después había acumulado una importante fortuna en tierras,
pero no había logrado entrar en el sistema político de Roca y así se unió a la Unión
cívica. Se había opuesto al acuerdo entre Mitre y roca y se comprometió mantener su
partido separado de todos los demás, postura conocida como “intransigencia”. Se
propuso encontrar una base popular y en el 93 dono su salario de maestro, a la sociedad
de beneficencia. Según él, los presidentes no debían involucrarse en las elecciones, por
eso le informó a Pellegrini que debía ceñirse a asegurar la libertad del voto. Los signos
de tirantes con Alem no fueron infrecuentes, él evitaba la postura anticlerical de
criticaba su negligencia como organizador del partido. En el 93 la corrupción electoral y
la opresión oficial fueron las justificaciones de dirigirse para la revuelta en Buenos
Aires, la cual tuvo una coordinación sin precedentes. Sus seguidores eran un ejemplo
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CURA, ANA.
del movimiento popular al que en vano Alem había aspirado, las fuerzas militares de
Irigoyen incluyen comerciantes, artesanos y pequeños chacareros perjudicados por la
depresión, así como miembros de la burguesía. Caído el Gobierno de costa, sus
seguidores le insistían para que tomara el poder como gobernador provisional, pero se
negó porque había prometido nunca ocupar un cargo público.
En Buenos Aires, sus partidarios y los de Mitre formaron una coalición electoral.
Habían derrocado A Costa y luego los radicales, pero, un inesperado foco de oposición
comenzó a atacarlos, provenía de La Unión provincial, organizada por los principales
terratenientes de la provincia: se encontraban en ella Anchorena, Lavalle, Martínez de
Hoz; quienes experimentaron un breve despertar político como resultado de la
depresión, estos se habían opuesto a la política impositiva, bancaria y municipal de
Costa, se quejaban del despotismo de los jefes de policía locales y de la falta de
autonomía municipal. A comienzos del 93 la Liga agraria, el grupo de presión de los
hacendados, solicitó la intervención federal de Buenos Aires. A comienzos del 93
crearon la Unión provincial para competir en las elecciones, pero rápidamente
abandonaron el esfuerzo por la falta de vínculos serios con los jefes locales, jueces de
paz y de policía, cómo los terratenientes vivían en la ciudad, no sentía los efectos de los
actores arbitrarios de las autoridades provinciales; por lo que, la política había caído en
las manos de gente con menor poder económico y situación social. La oligarquía
terrateniente era la estructura de poder en las provincias del interior, así los grandes
estancieros controlaban los cargos públicos, pero en Buenos Aires las relaciones entre el
poder político y el económico eran complejas: así el poder de los estancieros había sido
más débil desde la época de rosas, y más tarde con los jueces consolidados como la
columna vertebral del poder rural, no pudieron ampliar su influencia era un poco los
vínculos que conectaban a los terratenientes con la población local y la Liga agraria
tuvo una eficacia muy limitada como grupo de presión político.
Santa Fe, San Luis y otras 3 provincias sucumbieron a la intervención federal tras el
nombramiento de Quintana como ministro de Interior, las intervenciones barrieron a los
gobiernos radicales creados por las rebeliones, las medidas de Quintana solo reforzaron
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CURA, ANA.
Hipólito Yrigoyen combinaba una prédica moral noble y elevada con excepcionales
dotes organizativas, De hecho si algún jefe de policía los favoreciera en las elecciones,
afirmaba que los radicales renunciarían. Su base de apoyo era heterogénea e incluye a
miembros de la pujante clase trabajadora, los obreros, miembros de la pequeña
burguesía, comerciantes minoristas y maestros artesanos, en el campo; casi todos los
chacareros, colonos y pequeños estancieros. En los 90 trataron de acercarse a las
asociaciones de inmigrantes en Buenos Aires, Por otro lado, también tenían fuertes
lazos con las clases altas rurales.
En las otras provincias cultivaron relaciones con antiguas familias federalistas, como los
Saa en san Luis, y López Jordán en entre ríos. Alem sostenía que todos apoyaban a los
radicales en Córdoba.
Los radicales buscaron apoyo en grupos que carecían de representación; según ellos, en
el pueblo entero, e n su coalición se podían encontrar librepensadores y católicos,
proteccionistas y promotores del libre mercado, y ex miembros de casi todas las
facciones partidarias preexistentes. A mediados de la década de 1890-1900, con la
salida de la depresión económica y el reagrupamiento de las antiguas facciones, las
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CURA, ANA.
victorias radicales fueron aplazadas para el futuro. Para el 94 las demandas de los
radicales perdieron ímpetu y la opinión pública se oponía a una reforma profunda, las
condiciones favorecían así a grupos conservadores, como los mitristas.
A fines de julio Sáenz Peña intentó crear su propio partido en las provincias
intervenidas, pero los seguidores de Roca movilizaron la oposición de los gobernadores
y destruyeron la maniobra, en noviembre cayó el gabinete de Quintana por la fuerte
oposición del congreso. Una vez más, Sáenz peña se enfrentó a la tarea de hallar un
sucesor, el trio (mitre, Pellegrini, roca) había usado a Sáenz peña para superar el periodo
crítico, una vez cumplido el objetivo, lo dejaron de lado. En 1985 renunció.
Después del fracaso de Rosario, y de que Alem saliera de la cárcel, en el 94 fue electo
senador por la Capital Federal, pero sus enemigos le impidieron asumir el cargo,
Pellegrini lo acusó de no haber pagado deudas que había contraído a fines de la década
anterior, Alem perdía así su prestigio. En el 96 se da una fractura entre H.Yrigoyen y
Alem, cuando el primero lo acusó de negligencia como presidente del comité nacional
del partido, Alem cansado ofreció su renuncia al cargo de presidente y dos meses
después se suicidó, su muerte no causó demasiada reflexión ni compasión y la breve era
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CURA, ANA.
de acción turbulenta quedaba en el pasado, Alem quedaba así como una reliquia del
periodo de inscripciones y motines insignificantes. Su muerte parecía presagiar el fin
del radicalismo, en las elecciones de la provincia de Buenos Aires del 96 Bernardo de
Irigoyen recibió menos votos que en las anteriores.
el voto. En Rosario donde los radicales tenían mayor apoyo los hombres de Leiva
hicieron arreglos para que los fiscales de mesa no aparecieran. A veces, los grupos
opositores como los radicales lograban reunir los fondos necesarios para transportar a
los votantes y, otras veces lograban el apoyo de los funcionarios locales; en estos casos
solía estallar la violencia y así el oficialismo triunfaba.
En Mendoza fue menos prominente porque surgieron los contratistas, que asumieron la
tarea de controlar y organizar la mano de Argentina. Muchas veces la respuesta a los
intentos de abolición fue la reinstalación del conchabo bajo condiciones más duras. En
las provincias más desarrolladas del litoral era más difícil de montar o mantener
oligarquía familiares, porque los líderes tenían una oposición más fuerte.
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CURA, ANA.
colegio electoral y le dio mayor cuota de votos a Buenos Aires y a otras provincias del
litoral, que reflejaba su crecimiento demográfico, pero esto no tuvo impacto porque no
surgió ningún otro candidato que desafiara roca.
Política popular.
A pesar de la inercia durante las administraciones de Uriburu y Roca, los últimos años
se empezaron a dar cambios políticos:
Se expandió la sociedad urbana de Buenos Aires y liberó nuevas formas que cargaron
de presión el sistema político basado en los gobernadores provinciales. El crecimiento
de los sindicatos y la aparición del anarquismo y el socialismo fueron los ejemplos
mejor conocidos. Otras menos conocidas, fueron las nuevas asociaciones populares y el
surgimiento de otras formas de política popular,
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CURA, ANA.
Otra expresión del avance de la política popular fue la aparición de la prensa amarilla
en Buenos Aires, a pesar de que era “la prensa” la formal y conservadora. Las
campañas de la prensa y los militares tuvieron un impacto popular significativo, por
ejemplo, los estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires marcharon por las calles
maldiciendo a Chile.
Pellegrini, por otro lado, buscó establecer vínculos con la comunidad española local.
Este intento de acercarse a los extranjeros formaba parte de un giro hacia Europa
occidental y se produjo un rechazo hacia los modelos previos, Australia y Nueva
Zelanda ya no llamaba la atención.
En este momento se intensificó el racismo hacia las poblaciones europeas y esto puede
verse en el hecho de que Roca auspició planes para traer colonos japoneses a Formosa,
pero la prensa se oponía porque decía que los japoneses tenían lepra.
LA RECONVERSIÓN DE LA DEUDA.
Después del conflicto fronterizo, otra cuestión a resolver era la deuda externa y en este
Pellegrini tenía un papel central, porque si bien había sido muy impopular como
presidente, luego construyó una amplia esfera de influencia en la provincia de Buenos
Aires y en el 95 de la legislatura provincial lo eligió senador. Al igual que Roca, decía
que los controles eran necesarios hasta que el electorado estuviera mejor educado y
28
CURA, ANA.
Pellegrini le tenía temor a esta nueva política que se estaba dando a través de las
demostraciones populares y la propaganda militarista y empezó a discutir la reforma
política; tenía ideas, aunque vagas, sobre la necesidad de democracia para contener a las
masas y culpaba a las revueltas por los gobiernos que se daban a la fuerza y a través del
fraude, también a la falta de oposición formal, ni partidos políticos bien organizados,
que convertía a la república en una oligarquía.
Llevó a cabo conversión de la deuda externa, lo que se esperaba que libere recursos para
otros proyectos. En 1900 Roca autorizó negociaciones con los bancos europeos y a
comienzos del año siguiente se hizo público en Buenos Aires el borrador de los
términos del canje de deuda, las objeciones en los periódicos fueron inmediatas, pero
influyentes figuras públicas lo apoyaron: según la fórmula propuesta la conversión
había reducido los pagos por servicios de deuda, pero los críticos objetaron que la deuda
se incrementaría en más de un 15%.
Epilogo.
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CURA, ANA.
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CURA, ANA.
En algunas provincias los diputados llegaban a las legislaturas sin cumplir las
formalidades de una elección. En las provincias del norte, los candidatos eran elegidos
antes de las elecciones, según la “review”. Marcelino Ugarte fue gobernador de la
provincia de Buenos Aires, a partir de 1902 y luego senador nacional hasta 1913,
cuándo fue reelecto como gobernador, desde estos cargos ejerció más autoridad que
cualquier otro. En muchas jurisdicciones sólo los seguidores del gobernador
podrían votar. Sin embargo, comienzos del año 1900, se fue haciendo más difícil el
uso de la coerción abierta en las elecciones a raíz del aumento de la población y la
cantidad de votantes. Patrones, clientelismo, ambiciones personales y fortunas
privadas dominaron el periodo. Y aparecían ahora en mayor escala, lo que reflejaba la
expansión de la riqueza nacional.
Fuera de Buenos Aires, era más importante el linaje como determinante de poder,
que la riqueza5: Salta era el bastión de las familias de clase alta famosas por su
exclusividad. En 1910, 16 de los 18 diputados provinciales de La Rioja pertenecían a la
misma familia. A San Luis, se lo consideraba la provincia más retrógrada del país, pues
tenía el menor número de terratenientes y la mayor concentración de la propiedad, el
poder de los Mendoza era casi exclusivamente rural. En 1904 se dio un intento por
desplazarlos lo que motivó la intervención federal y el llamado a elecciones, finalmente
perdieron el control y viejos rivales (los Saa) los reemplazaron, pero establecieron una
estructura de poder similar. En San Juan fue la familia Godoy, la que gobernó por más
de 30 años, hasta que en 1907 grupos rebeldes destruyeron el régimen. Y la protesta por
los abusos eran inútiles porque la familia gobernante controlaba la justicia, la legislatura
y los miembros del Congreso, por lo que, la revolución era la única opción para quebrar
el monopolio.
El control sobre el agua fue una herramienta política de gran importancia en las
provincias del oeste, se usaba como técnica el bloqueo del acceso al agua de riego. Fue
en Corrientes, donde se consiguió cierta estabilidad, el ejemplo de los arreglos entre
blancos y colorados en Uruguay, hizo posible que las élites compartieron los cargos
públicos y rotarán en el poder.
La caída de Roca.
En 1902 Joaquín v. González, persuadió a Roca para que formara un nuevo sistema de
votación en la Capital Federal, con el objetivo de estimular la participación de los
votantes a nivel de barrios y jurisdicciones policiales mediante la subdivisión de la
5
Matizar con Sábato.
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CURA, ANA.
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CURA, ANA.
Pellegrini murió en 1906, año en el que murieron además Mitre y Bernardo de Irigoyen.
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CURA, ANA.
las calles y un mayor presupuesto escolar (en Junín en 1910 se dio uno). Sin embargo,
tuvieron corta vida porque los funcionarios locales restablecían el control.
A mediados de 1909 se hizo fuerte el nombre de Roque Sáenz Peña para suceder a
Alcorta, Roca no se presentó y su carrera política había concluido.
Sáenz Peña tenía una larga trayectoria política y social, en la década del 70 condujo un
batallón del Ejército peruano en la guerra contra Chile y cayó prisionero del Ejército
adversario, desarrolló estrechos vínculos con Juárez Celman y por un breve lapso fue
ministro de Relaciones Exteriores. A fines del 91 era el líder de los modernistas, pero su
carrera recibió un duro revés cuando roca bloqueó su candidatura a presidente,
perteneció al grupo de dirigentes de Buenos Aires que, con Pellegrini en la cabeza,
manifestaban preocupación por la ingobernabilidad de las masas, fue uno de los
principales críticos de roca en el nuevo partido autonomista, se convirtió así en el
candidato de los grupos de élite de Buenos Aires que se oponían a roca y a su régimen,
eran hombres acaudalados, líderes de los intereses terratenientes provinciales, antiguos
partidarios de Pellegrini o ex modernistas. Lavalle era uno de los principales respaldos
de Sáenz Peña, era sobrino de Juan Lavalle el unitario; tenía mucha influencia, pero
nunca había ocupado un cargo público, 1909 fue la principal figura de la Unión
nacional, un movimiento formado para auspiciar la candidatura presidencial de Sáenz
Peña; pero murió en abril de 1911. En 1910 Sáenz Peña seleccionó a de la plaza como
candidato vicepresidencial, ya que había apoyado a Pellegrini en contra de roca unos
años antes. Enfrentando una oposición simbólica en las elecciones, que era la de unos
pocos mitristas, encabezados por Udaondo, La Unión nacional se alzó con una victoria
total en una ceremonia ritual, reputada como la campaña electoral más corrupta de la
historia Argentina, las libretas de votación se compraban y se vendían y se robaban así
las identidades. la participación fue muy baja, solo el 10% en la Capital Federal y el 5%
en Rosario. La Unión nacional era tan poco representativa de la opinión popular, como
el viejo PAN. La diferencia residía en que el apoyo de la primera estaba en Buenos
Aires, y el de la segunda en las provincias.
A fines de 1909 Sáenz Peña declaró que su llegaba a la presidencia arrancaría los vicios
del sistema político y crearía instituciones democráticas y populares. En lugar de posar
reformas progresistas, prefería adoctrinar a los sectores populares, sostenía que el
anarquismo era una ideología importada, que no tenía raíces en América y qué el
socialismo no podría triunfar en un país en que no se conocía la opresión del capital.
Durante sus primeros meses en la presidencia, con el respaldo de la ley de defensa
social aprobada por el Congreso, la policía seguía estando en la lista de sospechosos.
Sáenz Peña quería estimular la inmigración, pero no simplificar la naturalización,
porque generaba el riesgo de que los extranjeros dominaran el país. Puso interés en la
obligatoriedad del voto, como la piedra fundamental de la reforma, y no era suficiente
con el derecho al voto, sino que había que proteger a los votantes, antes de que asumiera
la presidencia comenzaron a circular rumores de otro levantamiento radical. el
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CURA, ANA.
presidente electo (no se quien, me hice un pedo) se reunió con Irigoyen, pero no pudo
persuadirlo para que abandonara la rebelión.
pero no tenía fundamento porque era escasa la cantidad de inmigrantes que habían
adoptado la ciudadanía. En octubre de 1913 la salud del presidente empeoró y de la
plaza lo reemplazó, un año más tarde murió, y poco quedaba de la gran reputación que
había tenido antes, porque el Gobierno no había tenido idea cómo manejar los temas
económicos. A mediados de 1913 el país fue golpeado por la primera Gran Depresión
económica después de la de 1890, los precios de la tierra colapsaron, creación de
empleo, el comercio exterior caía y el déficit público aumentaba. En aquellas provincias
como Mendoza donde la industria vitivinícola sufrió una crisis de sobreproducción, la
influencia de los socialistas iba en aumento. En la mayoría de las provincias los
conservadores mantienen el control, pero su poder comenzó a ceder lentamente; en
Buenos Aires Ugarte ganó la reelección como gobernador, y dos años más tarde se le
denunciaba la deuda pública que había generado a través de costosas obras públicas
ejecutada ineficazmente. Las consecuencias políticas de la depresión fueron similares a
su predecesora, ambas produjeron una fractura entre el Gobierno y los intereses de los
hacendados, en 1915 la Liga agraria y la sociedad rural protestaron contra los impuestos
en la provincia de Buenos Aires.
Mientras las provincias más ricas vivían del crédito, las más pobres suplicaban
subsidios federales, ninguno de los gobernadores recibió ayuda del Gobierno central, de
la plaza consideraba que su máxima responsabilidad era mantener una política de
austeridad que protegerá las finanzas públicas, y así puso sus escasas energías en reducir
el gasto fiscal y se desentendió de la política. A medida que el control desde el centro
desaparecía, prominentes conservadores empezaron a cuestionar la “democracia”: “el
despotismo popular es mucho más peligroso que el frágil despotismo gubernativo”.
Un conflicto regional estalló entre los miembros del Partido Demócrata progresista,
porque los miembros de las provincias menos pobladas querían la misma representación
que la más populosa región litoral. De la torre se negaba hacer el presidente del partido
hasta no recibir un apoyo unánime. Por otro lado, las rivalidades personales desgastaron
a los conservadores, Villanueva por ejemplo expresaba que prefería un Gobierno radical
antes que uno encabezado por Ugarte, Ugarte decía que los radicales preferían hacer un
trato antes que intentar desplazarlo. En 1915 de la plaza ofreció apoyo, pero no encontró
un grupo conservador organizado y en condiciones de recibir su ayuda, las divisiones de
los conservadores le dieron a los radicales una oportunidad decisiva y en marzo de 1914
de la plaza a grupos radicales en lo que llamó a partidos de avanzada. Consideró que el
crecimiento de los radicales, junto a los demócratas progresistas y los socialistas,
amenazaban a los viejos partidos. En las provincias radicales dejaron de lado las
características de avanzada, querían mostrarse como los sucesores de los conservadores
roquistas. Los radicales habían fortalecido la estructura partidaria a lo largo de todo el
país, instalándose en áreas rurales y asegurándose el apoyo de jefes políticos y familias
notables locales. Sin embargo, la seducción de la élite era solo una faceta del
radicalismo. En Buenos Aires, Rosario y otras ciudades los radicales lograban más
apoyo de la clase media urbana y para reforzar la lealtad de los pobres ofrecían
alimentos básicos subsidiados, como el “pan radical”. En 1915 los radicales enfrentaron
solo una dificultad importante, en Santa Fe el partido se dividió entre una facción con
base en Rosario y otra controlada por el comité nacional del partido en Buenos Aires, la
facción disidente local prevaleció en las elecciones de gobernador. En 1915 los
radicales ganaron otra elección crucial en Córdoba. Una corriente subterránea de
violencia marcó la campaña. En enero de 1916 Villanueva renunció al Partido
Demócrata progresista, y la base de De La Torre, se debilitó aún más.
37
CURA, ANA.
Las técnicas empleadas por Roca e Yrigoyen reflejan las diferencias entre las épocas en
que florecieron sus respectivas carreras políticas. Roca trataba personalmente con los
gobernadores provinciales, y con su red de informantes en diferentes partes del país.
Yrigoyen se enfrentó a una sociedad más amplia y compleja, en 1916 Argentina
comprendía grupos que iban desde la poli clasista sociedad urbana de Buenos Aires
hasta las sociedades campesinas que aún sobrevivían en distintas partes del interior,
Yrigoyen se hizo experto en negociar con grupos heterogéneos y electorados
potencialmente discordantes. Con anterioridad a 1916 la fuerte representación de las
élites estaba en el corazón del movimiento radical, pero después de ese año se mostraría
que la principal novedad del radicalismo era el apoyo de la clase media.
38
CURA, ANA.
BOTANA: “EL ORDEN CONSERVADOR” Introducción, Cap. II, III, IV, VII y
IX.
Qué reglas garantizarán el acceso y el ejercicio del poder político de los futuros
gobernantes.
En esta segunda etapa, los actores procuran traducir las fórmulas prescriptivas en una
creencia compartida con respecto a la estructura institucional del régimen y en un
acuerdo acerca de las reglas de sucesión. Resulta una fórmula operativa o sistemas de
legitimidad que vinculan las expectativas como valores e intereses de los actores con las
instituciones del régimen y las reglas de sucesión. Un régimen puede ser analizado a
través de políticas específicas que permiten mediar los resultados de la acción de un
grupo gobernante, un conjunto de decisiones gubernamentales que definen metas,
selecciona al medio si alternativas, impone recompensas y sanciones el marco que
produce dichas decisiones, dentro del cual los actores se enfrentan para determinar
quiénes coma a la postre, ejercerán, en el poder político.
39
CURA, ANA.
Juan Bautista Alberdi fue el autor de una fórmula prescriptiva que goza del beneficio de
alcanzar una traducción institucional sancionada por el Congreso Constituyente de
1853. Lo significativo de esta fórmula consistió en su perdurabilidad sobre las
vicisitudes de la guerra interna entre Buenos Aires y la Confederación, las
impugnaciones posteriores y provenientes de muchas provincias del interior y la
resistencia a la misma, Buenos Aires a ceder parte de su capacidad de decisión al poder
central. La vinculación aquí propuesta entre, por una parte, Alberdi, autor de una
fórmula prescriptiva y, por lo tanto, su traducción institucional y posterior vigencia en el
80, no deriva de una comprobada relación, casualidad. Asume los siguientes: 1) que la
fórmula incluso significativamente en las deliberaciones del Congreso constituyente; 2)
que mediante elaboración ulterior se prolongó más allá de las deliberaciones del
Congreso; 3) que tradujo valores e intereses dominantes en la Argentina. Desde
entonces, pese a las oposiciones que puede sufrir la persona de Alberdi; 4) Que, No
obstante, eso, la fórmula perdura en el tiempo y otorgó a la postre un marco valorativo
que sirvió de guía de régimen político implantado en el 80.
Alberdi sostuvo que los argentinos debían darse una Constitución para realizar un
determinado proyecto, para tener población, para tener caminos de hierro, para ver
navegados nuestros ríos, para ver opulentos y ricos nuestros Estados. Este programa
constituye un conjunto de metas; los campos específicos sobre los cuales se proyectan
son: inmigración; la construcción de ferrocarriles y canales navegables; la colonización
de tierras de propiedad nacional; la introducción y establecimiento de nuevas industrias;
la importancia de capitales extranjeros; y, por último, la exploración de los ríos
interiores.
Alberdi rechazaba una cultura tradicional, la cultura hispánica, que impide el cambio y
la innovación, y opta por otro modelo, El de los países europeos. La población es el
agente privilegiado del cambio cultural, pero no es el único, el ferrocarril y el vapor, las
industrias y los capitales, que se han desarrollado y acumulado en nuestras naciones,
son los agentes complementarios e imprescindibles.
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CURA, ANA.
Este Gobierno mixto, que expresa el término Federación, retoma rasgos esenciales de
los hábitos de obediencia atrasados por las costumbres en las culturas de América del
Sur no hay, pues, ruptura definitiva con una orden tradicional; Esa ruptura vendrá
después, cuando la población nueva, la industria y la riqueza, den por tierra con la
cultura antigua. Este papel privilegiado, apenas perfilado en tiempos de Rivadavia,
puesto entre paréntesis en la época de rosas y creando por la Constitución de 1853 es el
papel del Presidente. La figura monárquica reaparece bajo la faz republicana. La
fórmula del alberdiana, El Presidente materializa el poder central, pero no detenta todo
el poder, ni tampoco ejerce un dominio irresponsables sobre la sociedad. El dominio
responsable proviene del despotismo de 1 solo; El Gobierno responsable deriva de la
legitimidad del Presidente investido por una Constitución. El Presidente adquiere
legitimidad no por su calidad intrínseca de gobernante.
Libertad política para pocos y libertad civil para todos: El problema que
inevitablemente surge en el horizonte, una fórmula republicana es el de saber quiénes y
bajo qué reglas podrán ejercer el Gobierno de la sociedad. Alberdi optó por la oposición
democrática. La oposición democrática hace derivar el título de legitimidad del
gobernante de la elección realizada por el pueblo. Los riesgos pueden emerger de los
conflictos entre facciones adversas o de la demagogia del actor con vocación de
representantes. Para prevenirlos, es preciso mediatizar los modos de elección de los
representantes. El diputado será directamente elegido por el pueblo. El pueblo es
siempre la fuente de la cual deriva la legitimación del gobernante. La cuestión reside en
saber cuáles son las fronteras que encuadran esa entidad llamada pueblo, quiénes lo
componen y quienes permanecen marginados más allá de sus límites. El Gobierno
democrático es obra de un grupo reducido de personas y solo ella se integra en el pueblo
donde reside el poder electoral, o bien, ese conjunto es más abundante en términos
cuantitativos, de forma que tiende a universalizarse, abarcando un número cada vez
mayor de miembros participantes.
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CURA, ANA.
La República Abierta estaría regida por la libertad civil; En ella tiene cabida a
todos los ciudadanos, nacionales y extranjeros coma que hagan eso de las
garantías consagradas por el texto constitucional. Esta República es, una
contradicción en los términos, pues no controla sus actos de Gobierno: los
miembros que la integran no intervienen en la designación de los gobernantes;
No son electores ni representantes;
Para Alberdi, los mediadores de la razón en la vida política eran las leyes y los notables
porque de acuerdo con su punto de vista, como la desigualdad en el sufragio aparecía
42
CURA, ANA.
Ante una propuesta prescriptiva, había que limitar a través de los hechos, una estructura
de papeles políticos dominantes y una regla de sucesión entre estas fronteras, nuevas y
endebles, era necesario diseñar una fórmula operativa que permitiera a los actores
construir una base de dominación efectiva. Esta fórmula operativa no tiene actas de
nacimiento, precisa. Y perduró hasta la reforma política sancionada por Roque Sáenz
Peña en 1912.
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CURA, ANA.
adopta una actitud conciliadora entre roca y Tejedor; Permanece en Buenos Aires
cuando Avellaneda traslada al Congreso a Belgrano y, por una extraña paradoja, las
tribulaciones del intelectual condicionarán de tal modo la voluntad de decisiones del
hombre político. Como que Alberdi no votar a esa ley de federalización de Buenos
Aires, que preconizaba como indispensable de 1859.
Habrá siempre electores como poder electoral, elecciones y control, pero los electores
serán los gobernantes y los gobernados, el poder electoral recibirá los recursos
coercitivos o económicos de los gobiernos y no en el soberano que delega de abajo
hacia arriba, las elecciones consistirán en la designación del sucesor por el funcionario.
Ante el control ejercerá el gobernante sobre los gobernados antes que el ciudadano
sobre el magistrado. Alberdi establece una escala de prioridades: no le preocupa
asegurar, en primer término, un régimen normal de delegación del poder, sino alcanzar
un Gobierno efectivo que centralice la capacidad electoral en toda la nación. Este acto
de centralización, consagrado, merced a los sucesos del 80, está en el origen del control
gubernamental que, de allí en más, ejercerá sobre todos los habitantes y a escala
nacional.
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CURA, ANA.
45
CURA, ANA.
Control de boca una acción de poder como una voluntad de potencia ejercida sobre
otros desde un determinado punto del espacio político como tal. Esta acción traduce un
acto que se extiende entre 2 términos: 1, que hace referencia a quién controla, y el otro,
que califica a quienes controlado; Ambos configuran una relación política a la cual se le
podría añadir un tercer elemento: el porqué y el para qué del control. La fórmula
prescriptiva, que había consagrado el verde y el Congreso constituyente, pretendía
traducir e instituciones un conjunto de valores e intereses socioeconómicos que los
actores dominantes estaban dispuestos a defender contra hipoteca hipotéticas
resistencias. Resulta bastante claro que los mecanismos de control intra oligárquicos
poco tienen que ver con una imagen de designación burocrática trasladada sin sentido
crítico desde otros contextos históricos, según la cual el de arriba nombra el que le
sucede y este, a su vez coma ataca su mandato.
46
CURA, ANA.
La institución de las juntas electorales tenía un doble propósito: por un lado, mediatizar
el ejercicio de la soberanía popular, transfiriendo en un grupo de ciudadanos, escogidos
al efecto, el derecho de elegir al Presidente; Mantener un delicado equilibrio entre
nación y provincia, pues si bien los electores serían elegidos del mismo modo que los
diputados, debían, deliberar y elegir aisladamente, una pequeña Junta que se instalará en
la Capital Federal y en cada y en cada provincia.
Entre 1880 y 1910, el colegio estuvo compuesto por 228,232 y 300 electores,
designados mediante el sistema de lista completa sin representación de las minorías en
cada distrito. Los ciudadanos votaban por una lista de electores, y a la que obtenía el
mayor número de votos. Se le asignaba la totalidad de los electores correspondiente al
distrito. Las elecciones celebradas en 1904, que estuvieron regidas por la Ley 4161, la
ley establecía la división de cada distrito en tantas circunscripciones como legisladores
correspondía elegir; Desde una unidad electoral. Cada ciudadano votaba por dos
electores y, en conjunto con los demás circunscripciones del distrito coma por 4 más.
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CURA, ANA.
Catamarca, corrientes, con más alta, Santa Fe y Tucumán que ingresaron a esa
categoría.
La federalización del 80, produjo una redistribución en los bloques de electores que
trajo como resultado de la composición más equilibrada de las juntas. A partir de 1898,
Buenos Aires retomó y acentuó su predominio. Un observador apresurado podría
adelantar una consecuencia no menor significativa: quien controle Buenos Aires y la
capital en votos y en electores adquiera peso político en Córdoba y Santa Fe, tendrá en
sus manos la clave de la victoria presidencial.
En 1880, roca obtuvo el 69% de los electores; Buenos Aires y corrientes, como
provincias opositoras, volcaron sus bloques a favor de Carlos Tejedor. De allí en más, la
situación cambiaría sustancialmente en 1886. Alcanzó el 79%. Luis Peña logró el 95%
de los electores; Frente a este resultado, coma se comprueba, solicitaría coma la
disidencia de Bernardo de Irigoyen, a quien acompañó la mitad del bloque de 10
electores de Mendoza. En 1898, roca tuvo resultados del 85% de los electores. En 1904,
Manuel Quintana rozó el 81% por fin en 1910 marca el apogeo la candidatura de Roque
Sáenz Peña Arañó el 100% Y apenas un solitario electo rompió la unanimidad de los
265 que sufragaron en las juntas.
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CURA, ANA.
El senado nacional: El sistema federal adoptó por la Constitución hacía del Senado una
suerte de institución bisagra que, instalada en el lugar del encuentro del poder nacional
con el poder provincial, contará con el prestigio necesario para salvar varias
contradicciones, cuyas soluciones variaban, según fuese la óptica formal o sustantiva, en
la cual se situaba el legislador. El Senado constituía un recinto adecuado para preservar
la igualdad de los Estados intervinientes en el Pacto Federal. Cualquier fuese su
dimensión geográfica o demográfica. La igualdad debería ser aceptable en los Estados
más extensos, como a los más pequeños, ya que han de tener el mismo empeño. De
precaverse en todos los medios posibles contra la indebida consolidación de los Estados
en una República Unitaria.
Si se desciende hacia un umbral de análisis más profundo, a pocas dudas caben de que
el Senado estaba pensado como un eficaz vehículo de comunicación, cuyo propósito
básico consistía en nacionalizar a los gobernantes locales la designación de los
senadores por las legislaturas de los Estados. Era considerada, en este sentido, como
método útil y positivo. En un terreno umbral que, no cierra la marcha descendente hacia
dimensiones más profundas de esta relación de poder, el Senado podría ser entendido
como un original instrumento. De control al servicio de una prudente élite, amparada
por la edad y la distancia electoral sobre tumultuosas o esquivas multitudes. Estos
umbrales tenían importancia equivalente, ninguno alcanzará más gravitación que el
último para definir el otro gran propósito de la Cámara de Senadores; Más allá del
problema federal, el Senado también daba respuesta a dos cuestiones decisivas que
estaban implícitas en un régimen republicano. De rígidas separaciones de poderes.
49
CURA, ANA.
Una de las diferencias más notables entre este régimen y el parlamentario consiste, en
efecto, en la confusión que existe en 1 y en la distinción que se establece en el otro,
entre el Jefe de Estado y el Jefe de Gobierno, mientras el Jefe de Estado ocupa una
posición. Movible, protegida por la tradición aún persistente de la legitimidad
hereditaria, coma el parlamentario nombraba al Jefe de Gobierno, en un primer
momento gracias a un acuerdo pactado con la corona y después se una voluntad de
predominio que el monarca acataba. En la situación parlamentaria, el Jefe de Estado no
hacía figura de Caballero solitario: su Jefe de Gobierno y sus ministros lo vinculaban
con la representación popular, que se radicaba en el Parlamento.
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CURA, ANA.
al Presidente otras responsabilidades más que las históricas o Morales que surgen de la
designación oculta e ilegal.
Matienzo, sin fin a favor de la ortodoxia del 53. Después de la reforma constitucional de
1860 coma que tradujo las pretensiones autonomistas de la provincia de Buenos Aires,
los gobernadores adquirieron más impunidad dentro de los límites de su provincia e
hicieron o deshicieron cargos locales, confirmando de aquella voluntad ya presente en el
acuerdo de San Nicolás. Como ha de emplear toda su influencia legítima a fin de que
fuera elegido de los ciudadanos de más propiedad y de una patriotismo más sano e
inteligente. Como remedio a esos males de olivar quizá Matienzo recomendaba el
retorno al régimen constitucional originario de 1853, que otorgaba al Senado la
atribución de juzgar políticamente a los gobernadores.
Según los mismos publicistas, el Gobernador ejercía control Electoral sobre el personal
político de su provincia: intervenía la designación de los legisladores provinciales y
nacionales, reservaba para sí una banca en el Senado nacional y prestaba particular
empeño. En la confección de la lista de electores para Presidente y vice de la nación.
Durante los años 20 que transcurrieron entre la reforma constitucional de 1860 y la
primera Presidencia de Roca coma, el gobernador de provincia tenía poder de veto en
las elecciones presidenciales a partir del 80, el Gobernador perdió estatura, política y, de
algún modo, comenzó a obrar como agente del Presidente para realizar su concepción
positiva del Gobierno.
Entre 1880 y 1916 las provincias argentinas fueron presididas por 195 gobernadores, los
gobernadores de provincia que desempeñaron este cargo de acuerdo con la secuencia de
sucesión prevista con los textos constitucionales que comenzaba con el gobernador
elegido, culminaba al término de su período y, sí, en el intervalo había fallecido,
renuncia o juicio político coma la autoridad ejecutiva pensaba ser ejercida, según los
casos, por el Vicegobernador y luego por los Presidentes del Senado provincial, de la
Cámara de Diputados o del superior Tribunal de Justicia; No se incluyen, por lo tanto,
los interventores designados por el Gobierno nacional y los gobernadores de facto o las
juntas que asumieron el poder las provincias cuando se produjeron movimientos
revolucionarios.
Se sumaba a las restricciones que impedían los gobernadores, como a los presidentes
coma la reelección inmediata y exigía, para ello coma el intervalo de un período. ¿Hacia
dónde marchaban, entonces, los gobernadores? Antes de ejercer la Presidencia y
después desempañar la Gobernación, ocupará una banca en el Senado nacional. el
Senado, fue presentado como una institución conservadora: su composición coma entre
51
CURA, ANA.
1880 y 1916, confirmó este propósito, en primer lugar, porque el Senado acogió un
conjunto no desdeñable. De expresidentes. El Senado se había transformado en un
recinto que acogía al Gobernador saliente, quien, de esta suerte coma velaba sobre los
asuntos de su provincia. Desde ese sitio de permanencia sobre los 143 senadores que
registra el período 1080 y 1916,62 habían desempeñado previamente al cargo de
Gobernador. Otros itinerarios transitaban caminos más originales, de ida y vuelta de un
cargo a otro, que revelaba un minucioso resguardo, no menos eficaz, del papel, que se
abandonaba. Y que pronto habría de recuperarse.
El Senado puede presentar la imagen quizás ilusoria, de un pacto federal que defendía
con celo la autonomía Provinciales consagradas por la Constitución. Este cuadro de
estabilidad se superpone sobre una serie de conflictos que tuvieron lugar entre el poder
político nacional y las provincias. Regreso entonces sobre la escena un instrumento de
control, conocido décadas atrás, cuya persistencia en aquel tiempo y después lo
concede, en nuestro país, el rabo. Privilegiado de conservar una revista. Salud
institucional. Ese momento como a, pues, interrogarse acerca de los avatares del sistema
federativo y del destino que tuvo la intervención federal.
52
CURA, ANA.
La República por portaliana era conservadora en su en su esencia, tanto por los medios
políticos que propugnaba como por el programa que sustentaba la clase gubernamental.
Ese orden institucional, que controlaba un espacio ocupado sobre todo en el Valle
central, poco concedía con la realidad de un régimen popular: Su principio fundamental
no era la igualdad, sino la jerarquía; Su propósito no consistía en alentar el cambio
social, si no era consolidar como mediante el imperio de la ley, los intereses
establecidos. Cuando Alberdi diseñó su plan, no hizo obra de imitación servil. De la
República portaliana, adoptó los medios políticos e instituciones: orden, jerarquía y
disciplina; Y con respecto sacral por el principio de autoridad.
53
CURA, ANA.
El vacío que dejaba Pellegrini pronto sería ocupado por una coalición cambiante que
haría uso del control institucional para desmantelar la posición roquista. Figueroa
Alcorta. Gobierno agobiado por recurrentes crisis ministeriales, claras señales de la
fragilidad que aquejaba a la coalición de 1906, el Presidente rompió con los
republicanos con motivos de una intervención a corrientes en 1907. La oposición se
afirmó con el Congreso: el inevitable distanciamiento entre ambos poderes hizo
explosión a fines de ese mismo año. Figueroa Alcorta respondió con una decisión
54
CURA, ANA.
inédita, de cuya audacia y rapidez parecía depender el destino de la fuerza política que
procuraba reemplazar al roquismo por decreto. Se clausuraron las sesiones
extraordinarias, se declaró en vigencia el presupuesto de 1907 y se procedió a ocupar el
Congreso por efectivos comandantes por la Policía Federal.
Figueroa Alcorta controlaba la sede del poder presidencial antes, como había hecho
valer su influencia sobre las provincias. Para Melo, el triunfo del Presidente tiene una
explicación clara, sus adversarios, roca y Ugarte, carecía de apoyo popular, y su poder
político residía. Los Gobiernos de las provincias, carentes también de arraigo político,
de manera que bastó que el Presidente subordinará a estos, para que el poder de aquello
se derrumbase. ¿Qué hacer con la oposición revolucionaria? Hipólito Yrigoyen
Aglutinaba las energías de un movimiento cuya popularidad pretendía no había
disputado, aún contienda electoral. Una sin éxito el Poder Ejecutivo había enviado al
Congreso un proyecto de modificación del registro electoral, sobre la base del padrón
militar obligatorio.
El medio siglo las exportaciones habían crecido más de 10 veces, alcanzando una tasa
de incremento del orden de 1187%. En 1888, el área cultivada era de 2 millones. Y en
1914, de 14000 millones. La población se había duplicado en 20 años: 3 millones de
habitantes en 1995; 7 millones de habitantes en 1914. La red ferroviaria alcanzaba, en
1880, las 2300 km en 1913. El ferrocarril se extendía desde Buenos Aires hacia todo el
país, una red de 33000 km. Se sumaba el formidable esfuerzo para educar a una
población, que crecía vertiginosamente, mediante la instrucción pública, lo cual trajo
como consecuencia que la tasa de analfabetismo por 100 habitantes de 14 años, hombres
como ayer redujera al 77,9% en 1869. Y al 35% en 1914.
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CURA, ANA.
Las luchas sociales no eran, la única fuente de amenaza derrotados en 1905, los
Radicales mantenían una peligrosidad que no decrecía la estrategia del partido
abstencionista, combinaba la reivindicación política con un estilo comparativo no
desmentido, menos a través de actos aparentes, cubrieron con un manto de
incertidumbre y la transmisión del mando en el mes de octubre de 1910. Entre el
optimismo y las amenazas, fue tomando cuerpo en las respuestas reformistas, la clase
gobernante del centenario conservó una tenaz fidelidad hacia los aspectos programáticos
de la vieja fórmula y la combinó con una doctrina de reparación moral que procuraba
redimir el vicio de la oligarquía. Y marzo en este clima como a Roque Sáenz Peña
ascenderá a la primera magistratura.
El clima en la campaña, los discursos y las propuestas que se desgranaron en los actos
públicos, poco disintieron del sesgo optimista del centenario la candidatura de Sáenz
Peña nacía como un intento, de cuyo éxito nadie dudaba, que tenía el subjetivo. Poder
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CURA, ANA.
de borrar las líneas divisorias que nos habían dejado las antiguas luchas. El candidato
arrastraba consigo el apoyo de los que desde hace largos años concentran a su alrededor
los prestigios de la intelectualidad coma de la fortuna y el trabajo; Su figura, como
empezaba, con una larga tradición en tanto prolongada la obra de Rivadavia, Mitre,
Sarmiento y Avellaneda, venía a redimir de males de una peculiar o época oscura, hecha
a la medida de personajes reprochables como el General Roca, ha sido precisamente
después de la realizada la Unión nacional, el más ilustre enemigo de la democracia
Argentina.
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CURA, ANA.
La ley de reforma electoral fue finalmente sancionada el largo debate, no logró perfilar
una real autonomía del Congreso, frente al Poder Ejecutivo. Nada torció la voluntad
reformadora. Es posible diseñar el esbozo de un plan estratégico basado en el uso de
todos los resguardos institucionales que el ordenamiento constitucional ponía a
disposición de los reformistas.
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CURA, ANA.
por 32 a 34 votos. Esta tesitura prevaleció en diputados y fue aceptada por una mayoría
de 40 votos. El sufragio universal y obligatorio era ley definitiva de la nación.
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CURA, ANA.
En la capital el triunfo correspondió a los radicales, lo que reto, para algunos es 1, inesperado,
una demostración de la sorpresa que el hecho produjo entre las fuerzas tradicionales.
Había perdido, pero apenas en dos distritos. Aquellos como precisamente donde modo
directo el Presidente ejerció su autoridad. En el resto de las provincias los medios para
garantizar el sufragio se limitaron al momento electoral, y es esto muy poca cosa, como
sugerida del voto libre de toda opresión, influencia oficialista. Los partidos que se
presentaron fueron 3: 1) La Unión Cívica Radical; 2) El Partido Socialista; 3) La Liga
del Sur.
El materia de participación electoral, el país se situaba en igual rango que Francia, pero
un puesto superior a Italia y España coma a Suiza y los Estados Unidos. Hacia el mes de
septiembre de 1913, Sáenz Peña solicitó dos meses de licencia, la que se prorrogó hasta
su muerte, se extinguirá su vida, mientras alentaba la reforma electoral, disponía a
cambios decorativos en la Casa Rosada, buscaba apartarse con ansiedad del estrecho
límite del despacho oficial para tomar aire en Palermo como, a recogerse en alguna
quinta de San Isidro en una estancia de la provincia. Había gobernado como una suerte
de monarca republicano, distante de las contiendas, cuya preocupación dominante
fueron los problemas institucionales correlativos con la poca importancia concebida de
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CURA, ANA.
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CURA, ANA.
intentaba bloquear el camino de la victoria a la Unión cívica radical. La Liga del Sur
respondía con un programa que reclamaba el régimen comunal autónomo mediante la
elección de intendente municipal, la concesión del voto a los extranjeros, el equilibrio
de representación entre las distintas regiones, la calificación de los electores dentro de
las categorías de contribuyentes, como la supresión de los departamentos
administrativos como el establecimiento de la policía local, la justicia de paz selectiva
como la incorporación del Registro Civil a las funciones municipales y la organización
del Consejo Escolar electivos y autónomos en cada provincia.
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CURA, ANA.
Todo régimen político tiene una lógica implícita, la clave del sistema oligárquico residía
en el control, subordinado a la Presidencia, de los cargos ejecutivos en las provincias,
Sáenz Peña alentó la reforma desde arriba; Cuando sobrevino su muerte de los hombres
que lo acompañaron, perdieron. Los resortes de la Presidencia se despeña, pudo llegar
nuevas reglas de juegos, pero no tuvo tiempo para favorecer el desarrollo de un nuevo
programa conservador.
En una Presidencia identificada con el proceso y, sobre todo, en el partido presidido por
las ilusiones de los reformadores, que no vio la luz, otros resguardos, menos
significativos, permanecieron en pie: un Senado sin fuertes presencia radical y una
Cámara de Diputados donde, por el sistema de renovaciones periódicas, la UCR obtuvo,
en 1916 26 representantes que adicionados a los 21 elegidos en 1914 no le otorgaba, por
cierto, una mayoría.
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CURA, ANA.
reformadores creyeron legislar con ayuda de la vieja virtud como media. Óptima de las
cosas otros hombres provenientes de los nuevos partidos como menos proclives al
exclusivo juicio moral, afirmaron que si se asiente a una nueva era política en el país, es
precisamente porque han aparecido fuerzas sociales nuevas como materiales, y no
porque haya aparecido virtudes nuevas; es porque hay una nueva clase social, numerosa
y pujante, que se impone a la atención de los poderes públicos, y porque es más cómodo
hacer una nueva ley de elecciones que reprimir en huelga general cada 6 meses.
Las rivalidades:
El sistema federal y la elección indirecta del presidente otorga un rol fundamental a los
gobernadores, quienes, por lo general, van contra la política en su provincia,
garantizando la representación en el colegio electoral. Con sus recursos institucionales
como administrativos y militares, el presidente se encontraba en posición de ejercer una
gran influencia sobre quienes digitaba la política provincial, y de quienes a su vez
necesitaba para controlar la política nacional, como la representación en el Congreso y
la sucesión presidencial. Mientras se albergaba la esperanza de eventualmente ser
favorecido por la elección del presidente, cada aspirante se encargaba de montar su
propia base de poder nacional.
64
CURA, ANA.
Entre 1881 y 1885 existieron 4 ligas principales, que se redujeron en dos en las
postrimerías de la elección presidencial.
La segunda Liga era la del gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha que ni
bien accedió al cargo, comenzó a construir su propia Liga contando para ello con
el Banco de la provincia, el más importante del país. El poder económico y
financiero de Buenos Aires la hacía menos penetrable y necesitada de fondos
nacionales que otras provincias. Buenos Aires siempre había tenido un liderazgo
histórico cuya demostración más cercana había tenido lugar en junio de 1880, un
evento que marcó el punto inflexión en las relaciones de un Estado nacional que
se independiza de aquella provincia. Por debajo del fastidio de Roca por la
independencia del Gobernador, existía para el presidente razones de mayor peso
para evitar la llegada de Rocha al Poder Ejecutivo nacional. Si la construcción
del Estado era objetivo principal de Roca, dicho objetivo presentaba un gran
inconveniente si un porteño ganaba a la presidencia porque, según él,
representaba una amenaza para el afianzamiento de la organización y autonomía
conquistada a costa de tantos esfuerzos.
La menor de las ligas era el del ministro de Relaciones Exteriores y del Interior
de Roca, Bernardo Irigoyen, hombre de extensa carrera pública, durante sus
65
CURA, ANA.
La competencia.
La interacción de estas ligas dentro del PAN provocó una serie de conflictos
nacionales, algunos solucionados en el ámbito político y otros que se solucionaron a
través de negociaciones privadas.
Mendoza y San Luis se mantuvieron dentro de la Liga roquista desde el principio a fin
de ese año. En 1880, el Gobernador Elías Villanueva prestó apoyo decidido a la
candidatura de Roca, y también envió batallones a luchar a favor del gobierno nacional
durante la Revolución de junio. La provincia se mantendrá en estos años
incondicionalmente leal al presidente y los diversos intentos de Rocha de extender sus
redes en Mendoza no tendrá resultado alguno, mientras que Juárez Celman y Bernardo
de Irigoyen no posean vínculos en la provincia ni intentaron tejerlos. Llegado el
momento de la campaña presidencial de 1886, Mendoza guardó las indicaciones de
Roca sobre candidaturas y las obedeció sin inconveniente. Gobernaba la provincia
Rufino Ortega quien durante la administración roquista se mantuvo leal, llevando a cabo
sus indicaciones en la provincia. Desde 1874, Roca ejerció una influencia personal y
directa sobre los destinos políticos de San Luis y se encargó de que ocupase la
gobernación hombres de su entera confianza. Rocha intentó disputarle la influencia de
San Luis a las elecciones a Gobernador en 1884, apoyando y financiando una facción
disidente liderada por Víctor Lucero, que fue fácilmente derrotada. San Luis seguirá sin
mayores inconvenientes las directivas roquista sobre candidaturas presidenciales, donde
destinará sus votos a Juárez Celman.
Santiago del Estero fue la única provincia donde los conflictos locales desembocaron
en una intervención federal y mantuvieron inquieta la política provincial y nacional por
más de tres años. El gobernador Pedro Gallo, quien, hecho volcó los votos de su
provincia por la candidatura de Roca en 1880, no se había comportado desde entonces
como un incondicional al presidente y no le había permitido incluirse en los asuntos
políticos de la provincia. El gobernador se había pasado al bando rochista y ahora
pretendía imponer como sucesor a su yerno, Juan Pinto, lo que para Roca significaba
perder indefinidamente a Santiago del Estero quien ahora estaba bajo la influencia del
gobernador porteño. La oposición en los planes de Gallo no tardó en organizarse a nivel
66
CURA, ANA.
Cuando en junio de 1882 se dan las elecciones para renovar la mitad de la legislatura, lo
que a su vez elegiría al Gobernador, que le otorgó la victoria a los partidarios de Gallo,
sus opositores se atrincheraron en la legislatura, declararon nulas las elecciones,
suspendieron a Gallo, y nombraron com gobernador provisorio al presidente de la
legislatura, Pedro Lamí. Gallo por su parte, pidió la intervención federal al Congreso. El
pedido de intervención fue aprobada por el Senado en septiembre, donde se resolvió la
restitución de Gallo como gobernador, pasando luego a la Cámara de Diputados para su
tratamiento.
Pinto había demostrado una tozuda rebeldía a seguir las indicaciones de Roca sobre los
nombramientos en el gobierno provincial y senaduría nacional, lo que ayudó a mantener
la desconfianza que el presidente siempre le había profesado. Bajo intervención federal,
la política santiagueña pasó a la órbita de la influencia de Roca, quien eligió interventor
a un hombre de su confianza que, bajo la tarea de reorganizar los poderes públicos a la
provincia, llamó a elecciones legislativas para septiembre. En octubre, la legislatura
renovada eligió gobernador a Pedro Unzaga, apoyado por Rojas y Gorostiaga, quien en
el orden nacional se comprometía a responder al presidente
Luego una serie de conflictos surgieron en 1884, cuando a raíz de la alianza entre Rojas
y Gorostiaga comenzaron a correr rumores de que este último había entrado en alianza
con Rocha y contaba con el apoyo del gobernador Unzaga. Unzaga se atrincheró la casa
de su ministro de Gobierno, José Nicolás Matienzo, pidió la intervención federal al
Gobierno nacional. Fuerzas policiales intentaron irrumpir en la Casa de Matienzo para
apresar al gobernador, produciendo un enfrentamiento armado del que resultaron 5
muertos. Durante 1885, una vez que la candidatura presidencial de Juárez se perfiló con
fuerza, Santiago del Estero apoyó al candidato cordobés, pero, cómo se lo hicieron saber
claramente, la provincia solo aceptaría las indicaciones que viniesen de Roca.
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CURA, ANA.
Gorostiaga, que culminó con la elección de un saga como gobernador, pero luego Roca
permitió que los rojitas promovieran la caída de Unzaga, dejando a Santiago bajo la
exclusión dominio de Rojas a nivel provincial y nacional.
Derqui pidió la ayuda de Roca para recuperar su gobierno y la acción de este fue rápida
y enérgica: desconoció la autoridad de Toledo y lo intimó a rendirse y le ordenó a
Derqui volver a su provincia y enfrentar a los insurrectos. Frente a la inminente llegada
a la sala y de las tropas nacionales como a Toledo, se refugió y pidió asilo en Paraguay.
Al igual que en 1882, Roca, a través de su intervención directa y personal, logró la
caída de Galindo en 1882, imponer a Derqui en 1883 y sostenerlo en 1885. Los
eventos de 1885 tuvieron lugar en las postrimerías de la campaña presidencial de 1886 y
la acción del presidente le confirmó su influencia en la provincia. Y qué corrientes le
diera sus votos a Juárez Celman en las elecciones presidenciales.
En Entre Ríos el nuevo conflicto fue la elección a la gobernación en 1882 para las
elecciones presidenciales de 1880. La provincia había dado sus votos a Roca. Ramón
Febre espera volver al gobierno de la provincia las elecciones de octubre de 1882, para
lo cual contaba con el apoyo del gobernador Antelo y del presidente. Las condiciones de
68
CURA, ANA.
Juárez Celman de que Febvre había entrado en la Liga de Rocha y que, por lo tanto, su
candidatura debía ser reemplazada por la de Eduardo Racedo. Pero Roca no confiaba en
él, ignorando los trabajos de los juristas para imponer su candidatura, continúa
apoyando la candidatura de Febvre. No obstante, Entre Ríos daría un giro inesperado
poco tiempo antes de las elecciones a gobernador. Lo que se escondía detrás de la
decisión presidencial de desplazar el apoyo oficial de Febre hacia Racedo era el
convencimiento de Roca de que los rumores de que Febre estaba liado secretamente con
Rocha eran ciertos. Roca perdió el control directo sobre la provincia, que pasó a
depender directamente de su concuñado.
El sargento mayor José Silvano Daza, catamarqueño fue elegido gobernador en 1885,
afrontando la difícil tarea de conciliar las distintas facciones que lo llevaron al poder y
de gobernar bajo la supervisión constante de Roca. Catamarca dio sus votos a Juárez
Celman en 1885, pero esto solo fue posible sobre la base inestable de permanentes
transacciones entre las distintas facciones provinciales.
69
CURA, ANA.
En San Juan los conflictos iniciaron a raíz del asesinato de Doncel y Mallea que
habían sido reelectos gobernador y vicegobernador respectivamente, y que en pocos
meses harían cargo de la administración de la provincia. En 1874 a San Juan estaba en
manos de los nacionales, agrupados bajo el club del Pueblo, liderado por Agustín
Gómez. Gómez, quien apoyó Avellaneda en 1874 y, como gobernador de su provincia,
a Roca en 1880- formando parte de la Liga de Gobernadores en 1880-, pasó a ocupar
una banca en el Senado nacional, dejando como sucesor en la provincia Anacleto Gil.
Cuando Gómez viajó a Buenos Aires para incorporarse al Senado nacional, cambió de
bando, rompió con Rocha y restableció su alianza con el presidente, ambos acordaron
que Carlos Doncel, del círculo de Gómez, sería el próximo gobernador y Roca impartió
las órdenes permanentes a San Juan de abandonar los trabajos contra Gómez. Luego de
haber sido alentado a obtener la dirección política de la provincia, el restablecimiento de
la alianza entre Gómez y Roca, había dejado este grupo sin futuro político y en su
desaparición, calcularon que, con la muerte del gobernador, su sucesor y la de Gómez,
la provincia quedaría en sus manos.
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CURA, ANA.
Roca, un valioso informante sobre la política de las provincias del norte y también
demostró gran docilidad en ejecutar la voluntad del mandatario los asuntos de la política
provincial. La voluntad de Roca terminó junto con la administración de Muñecas, unos
días antes de que el primero asumiera a la presidencia. El nuevo Gobernador, Miguel
Nogués tenía una mayor afinidad con Juárez Celman, a quien apoyaba desde 1879.
Hacia fines de 1884, y a medida que avanzaba la carrera por las elecciones
presidenciales, se fueron perfilando más nítidamente las facciones tucumanas y sus
alianzas a nivel nacional. Cada una de los dos grupos partidarios provinciales se
dividieron en dos grupos, los federales de la facción de José Padilla se adhirieron a la
candidatura de Juárez Celman y el gobernador Santiago Gallo, junto con el Grupo
liderado por Juan Posse, ayudaron a Bernardo de Irigoyen. Los liberales se dividieron
entre facciones lideradas por Tiburcio Benegas y José Posse, que apoyaba a dardo
Rocha, y la facción de Próspero García que seguían las directivas del mitristas porteños.
Ya sea porque ya contaba con el número suficiente de provincias o porque creyera que
el vínculo entre gallos y los yrigoyenistas esta será muy fuerte como para ser roto por
expresiones como roca decidió interceder a favor de semana en Tucumán. En 1886,
Gallo volcó los votos de su provincia a favor de la fórmula Bernardo de Irigoyen,
Carlos Pellegrini.
En Córdoba las principales tensiones tuvieron lugar entre los círculos juristas y
roquistas, a pesar de las intenciones de Rocha de liderar las facciones opositoras de la
provincia como Córdoba, estuvo durante la década de 1880 dominada por los grupos de
Juárez y Roca. La provincia había pasado a manos de los autonomistas en 1877 con la
repentina muerte del recién electo Gobernador Climaco Peña. Entre Juárez Celman y
Roca era el primer, el más cercano al nuevo gobierno, ya que Roca había ayudado a
Felipe Díaz para que integrara la fórmula con Peña. Una vez llegado aviso a la
Gobernación, Juárez pasó a ocupar el ministro de Gobierno. A nivel nacional como
Córdoba, un rol primordial en las jornadas de 1880, siendo el cuartel general desde
donde se forjó la Liga de Gobernadores que llevó a la presidencia a Roca y el principal
sostén del gobierno nacional en la revolución de Buenos Aires. A nivel provincial, con
la llegada de aviso al Gobierno, como a la provincia, quedó bajo la influencia directa de
roca, Juárez y su círculo, quienes tejieron un entramado de relaciones que no dio cabida
a la oposición en la provincia.
Cuando el término de Viso llegó a su fin, en 1880, Juárez Celman fue elegido
gobernador, Viso pasó al Senado nacional primero y al gabinete nacional después. Roca
71
CURA, ANA.
Las tensiones entre juristas y roquitas, siempre latentes, crisparon con motivo de la
sucesión de Gavier. Los trabajos comenzaron temprano, como a mediados de 1884 y
tendrían lugar en noviembre de 1885. Dardo Rocha intentó hacer pie en la política
cordobesa con escasos resultados y era sabido que la elección del nuevo gobernador
sería una pulseada entre Roca y Juárez Celman, quienes no coincidían en el tema de
candidaturas.
La elección de Olmos pareció darle la victoria a Roca, para muchos una victoria doble,
ya que, con la imposición de Olmo, se obstaculizaba las intenciones de Marcos Juárez
de hacerse gobernador. Olmos se mantuvo fiel a Roca durante su Gobernación, pero
quedó rodeado de juristas que pronto miraron su poder en la provincia hasta hacerlo
caer en 1889.
Bustos nunca logró gozar de la confianza de Roca, quien constantemente temió que le
entregara la provincia de la oposición. El senador Barros, quedó marginado del acuerdo
entre Ocampo y Rocha. Y si bien La Rioja quedó finalmente en manos de Juárez, ya que
este logró que hombres de su confianza compartieran el gobierno de Ocampo, mientras
que la siguiente elección de Francisco Bustos, le garantizaba el retorno, su nombre a la
gobernación.
72
CURA, ANA.
de La Rioja alejada de las convulsiones de antaño y de una posible cuña rochistas fue
que la provincia pasará a la órbita de influencia de Juárez Celman.
En Santa Fe los años 70, la provincia se hallaba bajo el control político de Simón de
Iriondo como líder indiscutido del Club del Pueblo, quien en 1880 hizo que los votos de
Santa fe fuesen para Roca. El peso de Iriondo en su provincia y su gravitación en el
orden nacional le dejaba poco margen al nuevo presidente para intentar interferir en los
asuntos partidarios santafesinos, coma los cuales el caudillo provincial manejaba con
total autonomía. Iriondo accedió a la elección de Bayo como senador para garantizar la
elección pacífica a la Gobernación en 1882 de su cuñado, el clérigo Manuel María
Zavalla.
Como conclusión se puede decir que Roca logró neutralizar a sus rivales en la política
nacional y hacer que la provincia diera sus votos a Juárez Celman mediante la
transacción antes que la imposición. El acuerdo entre Gálvez y Roca tuvo sus costos,
uno de ellos fuese Bayo mismo quien fue sacrificado la transacción, aunque contaba con
pocas chances de obtener la Gobernación, su reputación política de la provincia fue
puesta en juego y sus aspiraciones personales, en principio adelantadas por el
presidente, se vinieron frustradas por el mismo autor.
73
CURA, ANA.
Las elecciones para electores de presidente y vice, teniendo su resultado, los juaristas
apelaron a una última y desesperada táctica, decidiendo evitar la elección en 8 o 10
departamentos de los 21 en que se divide la provincia., o sea, que la ley indicaba que de
no efectuarse elecciones en al menos dos tercios de los distritos, las elecciones se
declaraban nulas, el plan tuvo éxito: Un informe enviado por la Junta electoral al
Congreso Nacional, comunicó que las elecciones presidenciales de la provincia
debieron ser declaradas nulas por no contar con el mínimo suficiente de actas
electorales. Los votos de salta, por lo tanto, no tuvieron cómputos en las elecciones
presidenciales de 1886.
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CURA, ANA.
Roca entró en negociaciones con domingo Pérez, líder del club del pueblo, para revertir
la situación jujeña y entre ambos lograron convencer al Gobernador Blas para que
renuncie a cambio de ser nombrado juez federal. De hecho, fue elegido gobernador en
1883 y domingo Pérez fue por un año su ministro de gobierno, renunciando para ocupar
una Diputación nacional hasta 1886, y luego una banca en el Senado nacional hasta
1895. El Gobierno jujeño se mantuvo fiel al presidente, por lo que debió ser protegido
por el Ejército Nacional de potenciales revueltas orquestadas desde salta. A diferencia
de Salta, Jujuy y decidió seguir la línea roquista a nivel nacional y los intentos rochitas
fueron minados por el acuerdo logrado entre viejos grupos opositores en la provincia, el
cual tuvo como garantía el Presidente Roca no solo se aseguró la lealtad de la provincia
a nivel nacional, sino también una dirección personal sobre los asuntos de política
interna de la provincia, ya que cada candidatura nacional fue de ahora en más
consultada al Presidente.
Conclusiones.
El PAN distó de ser una organización con una estructura jerárquica y centralizada o un
sistema de contrataciones de poder en el que el presidente ejercía una inobjetable
imposición. La dinámica política que tuvo lugar dentro del PAN fue de aguada
competencia interna entre las distintas ligas rivales que lo conformaron, principalmente
entre las de Roca y Rocha, una competencia que definió la naturaleza El PAN y, por lo
tanto, también la de la política nacional de esos años.
La autora prefiere fijarse en la explicación del por qué y cómo fue la dinámica política
nacional de esos años y aboga por un análisis donde prima la complejidad y
heterogeneidad en cuanto a su relación con las provincias. Anteriormente se tendía a
hacer muchas generalizaciones. Una de ellas trata sobre nepotismo provincial. Dichos
sistemas de Gobierno de familia tuvieron fuerte presencia en algunas provincias en
algunos momentos, pero no en otras y los clanes familiares no fueron inmunes a los
entrecruzamientos de la política. Una segunda y persistente generalización describe al
roquismo como una conformada oligarquía terrateniente representante de los intereses
del litoral y Córdoba. Encuentra el roquismo menos imperturbablemente asentado en el
litoral y Córdoba que en otras provincias.
75
CURA, ANA.
En tres de las catorce provincias no tuvieron lugar grandes desafíos y cada Liga
mantuvo su dominio comandante durante todo el período. En algunas provincias donde
la competencia fue más intensa, esta se definió pacíficamente, resolviéndose a través de
acuerdos protagonizados por el presidente o través de elecciones o de combinaciones
entre ambas. En cuatro provincias, Santiago del Estero, Corrientes, Catamarca y San
Juan la competencia Inter lingüista desató intervenciones federales, revoluciones,
juicios políticos y asesinatos. En dicha competencia el presidente demostró tener
algunos objetivos principales. El primero y fundamental fue el de mantener unido al
partido a pesar de sus rivalidades internas, objetivo con él fue éxito hasta fines de 1885.
Sería un error evaluar el éxito de la política de Roca en las provincias como resultado de
la suma de distintas situaciones provinciales. Fue la política nacional del nuevo
gobierno, sus fines y sus medios, como la que en gran medida dictó el curso de acción
del presidente en relación con la política provincial y, el éxito de esta última debe
medirse en relación con los objetivos establecidos en la primera.
76
CURA, ANA.
Introducción
Julio A. Roca arribó a la presidencia en octubre de 1880, apoyado por una frágil
coalición de alianzas provinciales que pronto se transformó en un partido hegemónico.
Hasta 1916, el Partido Autonomista Nacional (PAN) ganó todas las elecciones
presidenciales, la mayoría de las bancas en el Senado y en la Cámara de Diputados, y
casi la totalidad de los gobernadores provinciales pertenecían al partido. ¿Qué tipo de
dinámica se generó dentro del PAN entre los líderes de las catorce provincias y el
presidente de turno?, ¿Cuál fue el impacto de dicha dinámica sobre el sistema
representativo?, ¿Cuáles fueron las principales estrategias para legitimar su
poder?
77
CURA, ANA.
la política nacional de esos años. Por lo tanto, escoger al PAN como panóptico de la
política nacional significa ofrecer una explicación alternativa. El término “PAN”
simbolizaba, al fin del siglo XIX, a quienes apoyaban públicamente a un candidato
presidencial que había sido confirmado por medio de un proceso previo. Una vez
finalizada la elección, el PAN se desdibujaba para hacer referencia a una borrosa
constelación de hombres vinculados con los gobiernos provinciales y el gobierno
nacional, hasta que, en vistas a la elección siguiente, dicha constelación y sus
componentes adquirían una mayor nitidez.
Hasta 1891 el “partido” no contó con una estructura interna alguna, ni con
institucionalización. Tampoco sus líderes delimitaron pautas informales para elegir
candidatos de puestos electivos. “Política Nacional”, por su parte, podría en algún otro
contexto ser definida como política “partidaria” nacional. Pero en una situación en la
que el “partido” y el gobierno muchas veces se confundían en una sola ecuación, en la
que el partido no contaba con institucionalidad alguna y el ejercicio del gobierno
nacional estaba dictaminado en gran parte por cuestiones partidarias, el partido en el
gobierno y la política nacional difícilmente podrían abordarse analíticamente en forma
separada.
6
Lo que para Rock equivale a “patronazgo”.
78
CURA, ANA.
competencia interpartidaria fue reemplazada por otra intrapartidaria entre las distintas
ligas en constante formación que se dibujaban dentro del PAN. Sus protagonistas eran
gobernadores provinciales en ejercicio, senadores y diputados nacionales, en
general, aquellos que ocupaban puestos electivos significativos y lugares claves en la
administración pública nacional. El sistema generado fue el de competitividad entre
las diversas ligas que se disputaban el control de la política nacional. El PAN, por lo
tanto, no es interpretado en estas páginas como un partido con una “estructura jerárquica
fuertemente disciplinada que penetro en las provincias, ciudades, pueblos y partidos”, ni
tampoco como el marco en el que las elites construían acuerdos en un sistema de
rotación pacifica el poder. No se trataba de una Liga de Gobernadores que en forma
coercitiva o consensual acordaban sostener un candidato, sino de diversas ligas en
constante reedición y en furiosa competencia por la presidencia.
En Argentina la historia nacional ha sido producida, por lo general, sin tener demasiado
en cuenta las situaciones provinciales. Una de las principales debilidades de los análisis
del periodo ha sido la persistente tendencia a la reducción de una compleja gama de
relaciones bajo el rotulo de “Oligarquía”, con el que se ha pretendido ofrecer una
respuesta simple a un complejo proceso de construcción hegemónica. Una de las
principales premisas de estas páginas es que las dinámicas políticas generadas dentro de
los partidos condicionan los sistemas institucionales, es decir, que los procesos políticos
modifican aspectos clave del sistema institucional aun cuando sus normativas
permanezcan inmutables. El arco temporal escogido se extiende entre 1880 y 1892.
Centrarnos en la etapa de consolidación del PAN en el gobierno nos permite analizar la
especificidad de un proceso en el cual el partido irá mutando, si no en su esencia, si en
sus manifestaciones. Finalizar nuestro análisis en 1892 ha sido necesario por varias
79
CURA, ANA.
80
CURA, ANA.
El sistema de elección del presidente por medio de juntas electorales había sido pensado
como un mecanismo de mediación entre los votantes y la conformación de una formula
ganadora, y como una forma de mantener el equilibrio entre la nación y las provincias.
Como ha sido señalado por Botana, la distribución de votos en el Colegio Electoral para
las elecciones de 1886 y 1892 fue la más equilibrada en nuestra historia. La constitución
Nacional dividió el poder legislativo en dos Cámaras. El Senado representaba a las
provincias y se componía de dos senadores elegidos por cada legislatura provincial y, en
81
CURA, ANA.
El PAN fue un partido fragmentado, cuyas divisiones internas tenían como fuente la
disputa por el control de la selección del candidato presidencial, ya que el elegido
gozaba de alta posibilidad de convertirse en presidente. Esta fragmentación derivada
del sistema institucional y de la naturaleza misma del PAN, específicamente, de su
ausencia de organización interna. La cláusula de no reelección es una herida mortal
para el presidente en ejercicio, ya que la carrera presidencial para la siguiente elección
comenzaba apenas el nuevo presiente iniciaba su mandato. México ofrece, en este caso,
un buen punto de comparación. Cuando la reelección consecutiva fue posible, alcanzó
un inusual grado de estabilidad al establecerse una dinámica partidaria en la que el
presidente gozaba del control en cuestiones federales y dejaba en manos de los
gobernadores cuestiones provinciales. Esta dinámica favoreció tanto la consolidación
del poder del presidente como de los gobernadores en una estructura de acuerdos tácitos
sobre los parámetros de interacción de unos y otro 9. Pero cuando este sistema dio paso a
uno de no reelección del presidente, rápidamente emergieron con fuerza las luchas
facciosas. Hasta que la consolidación del porfiriato y el retorno de la posibilidad de
reelección consecutiva dio lugar a la conformación de nuevas pautas cada vez más
rígidas, en la relación entre el ejecutivo y los Estados, disminuyendo las luchas
facciosas.
7
Porque al ser un sistema de partido hegemónico, la elección estaba ganada.
8
Según se vio en la cátedra, el PAN no tendría una base institucional y estructural sino una de tipo horizontal, lo que
explicaría las internas entre las diferentes ligas para imponer un candidato al que luego era necesario legitimar
públicamente. En este sentido, le discute a Botana y a Rock cuyo análisis es desde una mirada institucionalista.
9
También si se lo piensa como una posibilidad de planificar a largo plazo, lo que generaría cierta estabilidad en
cuanto al programa de políticas que el presidente decida implementar y cómo decida llevarlo a cabo.
82
CURA, ANA.
10
Muy buen punto.
83
CURA, ANA.
Las ligas eran puestas a pruebas en cada elección nacional o provincial, uno de los
principales momentos en los que los acuerdos se rompían o confirmaban. Los
momentos más álgidos de la competencia comenzaban dos años ante de la elección
presidencial. Había tantas ligas como candidatos con posibilidades de éxito a la
presidencia. Durante la presidencia de Roca (1880-1886), la carrera presidencial
comenzó con la competencia y cuatro ligas para reducirse a dos cerca de la elección;
durante la administración de Juárez Celman (1886-1890) compitieron dos ligas rivales,
la roquista y la juarista, y durante la corta presidencia de Pellegrini (1890-1892), la
carrera presidencial volvió a pelearse entre dos ligas en pugna, la roquista (aliada con
mitristas) y la modernista.
El presente análisis procura, entre toras cosas, jerarquizar la política nacional como
objeto de estudio. La política nacional definida como la arena de interrelación entre
líderes provinciales y nacionales, constituye un objeto central, y durante el periodo
analizado adquirió una serie de características particulares. Principalmente, esa arena de
interconexión fue más nacional que en periodos anteriores, y al mismo tiempo, menos
centralizada que en años posteriores. Pensar en la selección de candidatos a la
presidencia y en las elecciones para presidente como una red de coaliciones provinciales
no era una idea nueva. Este sistema se venía perfilando dese la elección de Sarmiento en
1868, y definió aún más sus rasgos en vistas a la elección de Avellaneda en 1874 11. En
ambas elecciones se fue trazando una dinámica política nacional de conformación de
alianzas. Por lo tanto, podría decirse que la competencia previa entre liberales, federales
y autonomistas se vio reemplazada a partir de 1880 por la competencia que se dibujó
dentro del PAN. Las causas de los cambios operados a lo largo de la década de 1880
pueden encontrarse en factores políticos, estructurales e institucionales. En un sistema
de colisiones que se forjaban y quebraban con gran fluidez, fue fundamental que los
dirigentes de las catorce provincias pudieran comunicarse con rapidez, para lo cual la
extensión del telégrafo y de las vías férreas resulto fundamental12.
Las diferencias entre las provincias aumentaron aún más, según fueran afectadas o
ignoradas por los procesos de inversión, exportación e inmigración. En conjunto se
puede observar que en las provincias contenidas de antaño fueron reemplazadas por
sistemas en los que cada vez resultó más difícil para los grupos opositores acceder al
poder provincial. A partir de los ochenta, la violencia y la lucha facciosa dentro de cada
provincia fueron dando lugar a otras formas de disputa. Por esta dificultad en disputar
violenta o electoralmente el poder a los situacionistas, cada vez más las facciones
opositoras intentaron vincularse y formar alianzas extraprovinciales, ya sea con el
presidente o con otros líderes nacionales. Esta transformación, a la que testimonios
11
Ya que Avellaneda fundó la Liga de los Gobernadores, destinada a robustecer su candidatura, lo que con Roca se
haría mucho más fuerte e importante (Rock, 2006).
12
Re interesante si se lo piensa desde la óptica de Oszlak.
84
CURA, ANA.
Los efectos de estos cambios fueron dispares. Su complejidad se puede ejemplificar con
las distintas lecturas que Matienzo y Rivarola hicieron del tema: mientras que para el
primero dicha oligarquización se tradujo en una mayor autonomía de las provincias en
relación con el poder central, para Rivarola resultó en una mayor sumisión de los
poderes provinciales hacia el ejecutivo nacional14.
13
No concuerda con Rock entonces.
14
Botana retoma los mismos ejemplos.
15
Y en lo económico también. Buenos Aires le disputaba al poder central las inversiones extranjeras que se
concentraban en su provincia debido al gran potencial que tenían las tierras. En este sentido, según lo exponen
Rocchi y Gerchunoff, sobre todo Rocchi, el gobierno nacional se vio obligado a competir mediante la creación de un
Banco Nacional con el Banco de la Provincia de Buenos Aires y del Banco Hipotecario que era el mediador en la
cadena de créditos con los ahorristas británicos interesados por la riqueza de la región. Más aún, la política
centralista económica durante la primera presidencia de Roca se vio dificultado por la ventaja que tenía el gobierno
porteño de emitir papel moneda, colocar empréstitos fuera del país y otorgar cédulas hipotecarias fronteras
adentro, dentro de otras cosas que la autora profundizará enseguida.
85
CURA, ANA.
por varios actores, ya que constituía una herramienta a disposición en el recinto del
Congreso de miembros de ligas rivales para alterar o sostener una situación local.
Analizar la política nacional de los años ochenta exige, por lo tanto, revaluar los
poderes coercitivos en manos del presidente para hacer política y, también, los
incentivo a su alcance. En el sistema de construcción de coaliciones el clientelismo fue
central. Negociar [para cooptar] fue el dictum de la política de esos años. La
constitución de alianzas tenía como base principal el poder distributivo del presidente y
de los aspirantes a sucederlo. Dado que el clientelismo era el componente que mantenía
aceitada la política, los líderes de las fracciones vieron con ansias la búsqueda de
alianzas fuera de los límites geográficos de sus provincias para garantizar el acceso a los
recuros e influencias, provenientes del gobierno nación, de otros. En la medida en que el
Estado nacional de vio robustecido desde finales de los años setenta y expandió su
influencia en áreas críticas como el crédito y las obras de infraestructura, una buena
relación con el presidente se fue convirtiendo cada vez más en pieza clave de la política
provincial. La propuesta de estas páginas implica cuestionar tres temas recurrentes en
la historiografía del periodo: i) la relación del Estado nacional-Bueno Aires-Interior,
II) nepotismo o gobiernos de familia, y III) la relación entre clase social y política.
III) La relación entre clase social y política: el presente trabajo también aborda
la relación entre clase social y clase política, es decir, las bases económicas
del poder político. En algunas provincias, el poder político de sus líderes
derivaba claramente de su poder económico, en otras, la política era el canal
que proveía poder económico o brindaba el acceso a créditos indispensables
para ciertas industrias. En el caso de la provincia de Buenos Aires, las
familias más pudientes del agro y la ganadería no mostraron mayor
intereses o éxito en la política partidaria. Algunos de nuestros protagonistas
provinciales provenían de la carrera militar, otros de actividades
comerciales, de profesión liberales y de las finanzas, tal como sostiene Roy
Hora. La mayoría de las veces, estos hombres ejercían varias actividades
simultaneas. El gobierno de las provincias estaba en manos de algunos
grupos relativamente pequeños, cuya composición y origen variaba de
provincia en provincia y, en algunos casos, de gobernación en gobernación.
Lo fundamental para el análisis es que los lideres provinciales controlaban o
decían controlas las elecciones en su provincia, lo que los convierte en
actores privilegiados de nuestra historia.
Legitimaciones públicas.
Los diarios políticos eran el principal medio a través del cual cada facción o partido
político de relevancia lanzaba sus ideas, combatía al adversario y se defendía de los
ataques de la oposición. El rol predominante de la prensa política era el de legitimar
las políticas de sus dueños. En el caso del PAN, sus principales diarios (la Tribuna
Nacional LTN, Sud América y Tribuna) formaron parte esencial de su proceso de
legitimación. Lo que interesa analizar de esta cuestión es que LTN y Sudamérica fueron
componentes esenciales de las estrategias empleadas por Roca y Juárez Celman para
crear una identidad durante sus respectivas administraciones, que justificara su reclamo
a gobernar y diera sentido a sus políticas. Las revoluciones de 1880 (Tejedor) y 1890
88
CURA, ANA.
(Revolución del Parque) fueron evidencia de que las elecciones aun entonces
conservaban su dualidad decimonónica: legitimaban y deslegitimizaban a la vez, eran
condición necesaria pero no suficiente para alcanzar y mantenerse en el poder. La
legitimidad debía construirse por otros medios que fuesen más allá de hacer
alcanzado el poder mediante una elección.
El proceso de legitimación por medio de los diarios partidarios, aunque distinto, no fue
menos relevante para los partidos opositores. Para el mitrismo, La Nación resultó
fundamental. El autonomismo porteño, de forma similar, hizo de El Nacional su
principal instrumento. La prensa política tuvo un efecto particular a fines del siglo XIX.
En su ejercicio de la difusión del chimento y el anuncio de reuniones, los diarios
políticos “republicanizaban” la política, convirtiéndola en una cosa “más” publica. La
“republicanización” de la política era, sin embargo, una moneda con dos caras, ya
que, al hacer de la política una cosa pública, integraba al mismo tiempo al público
a la política. La importancia de este público no radicaba en su número, sino en que
introducía un elemento de disputa entre los actores políticos ya que la integración de
un público a la vida política imponía ciertas restricciones a los partidos. Por un
lado, los obligaba a formular con cuidado sus discursos, dándole al lenguaje un carácter
principista, altruista, de búsqueda del bien público. Por otro lado, el estilo batallador,
agudo e irónico empleado en las columnas de prensa, hacía difícil la modificación.
bien, La Prensa, no disimulaba sus preferencias policías, el contenido del diario distaba
de agotarse en apoyar una causa partidaria y ofrecía variedad de información sobre
acontecimientos nacionales e internacionales. El segundo diario en importancia era La
Nación, propiedad de Mitre. Se lo podría definir como un diario político moderno, con
mayo acento en “político” que en “moderno”.
¿Cuáles eran entonces los mejores ejemplares de la más pura prensa política?
Durante las décadas del ochenta y el noventa, fueron La Tribuna Nacional, Sud-
América, La Unión, La Voz de la Iglesia, El Nacional, El Argentino y La Nación y
hacia final del siglo se les sumaron los diarios socialistas liderados por La Vanguardia.
Estos diarios eran portavoces de una causa, ya sea de una facción dentro de un
partido o de todo un partido político. Sus columnas estaban casi exclusivamente
dedicadas a difundir las opiniones de la organización a la que representaban y a
atacar a la oposición mediante el ridículo. Con la excepción de La Nación, los demás
periódicos de la prensa política no se autofinanciaban y no podían subsistir
independientemente de los aportes partidarios.
90
CURA, ANA.
Conclusiones
Adentrarnos en la política nacional de fines del siglo XIX por medio del PAN ha
permitido conocer mejor su dinámica. Ésta fue constituida por la permanente y fluida
conformación de alianzas intraprovinciales para controlar la sucesión presidencial. La
construcción de pactos de apoyo mutuo y la rivalidad entre las distintas ligas que se
desató entre 1880 y 1892, conformaron el locus de la política nacional. Este proceso no
se reducía un sistema vertical desde la presidencia hacia las provincias, sino que estaba
cruzado por un sistema horizontal de interrelación entre ligas que presentaron intensas
batallas. En este sistema, el poder del presidente por imponer su voluntad en las
provincias era desafiado por otros actores. Fue la lucha entre las ligas rivales dentro
del PAN por el control de la sucesión lo que le imprimió a la política nacional su
dinámica y su ritmo, provocando una serie de conflictos, algunos de los cuales se
resolvieron en forma privada por medio de negociaciones y otros en una lucha
pública.
El presente análisis del PAN cuestiona la clásica visión de la política nacional de esos
años, reducida al control de una oligarquía, supone un férreo control del presidente
sobre el partido sustentado en su poder sobre los gobernadores provinciales y
presupone, además, la existencia de centralización en manos del presidente, cuyos
recursos (intervención federal y el patronazgo estatal) le permitió romper el dualismo
federal (la coexistencia del poder nacional y los poderes locales). Esta visión, sin
embargo, desconoce el laberinto de facciones que conformó el partido, minimiza las
limitaciones que la maraña de grupos impuso a sus líderes, ignora la exigencia de
negociaciones constantes y simplifica el impacto que la dinámica generada dentro del
partido hegemónico ejerció sobre las instituciones y sobre el ejercicio del gobierno.
Dicha visión del sistema político-institucional desconoce el sistema de competitividad
interna generado dentro del partido por el control de la sucesión, sobredimensiona el
poder del presidente.
91
CURA, ANA.
La votación de 1886 marcó dos hitos importantes. El primero fue que, una vez
decapitada de sus 56 electores originales luego de la federalización, la provincia de
Buenos Aires quedó irremediablemente debilitada para pautar la contienda, incluso a
pesar del poder de su banco para hacer política. El segundo hito fue que la
impresionante organización partidaria desplegada por el Gran Comité Argentino y los
recursos distribuidos en las provincias no pudieron contrarrestar una política
presidencial destinada con particular ahínco a imponer su voluntad en las provincias.
Así, una posible evolución hacia la construcción de partidos políticos modernos con
mayor estructuración interna, y que posibilitaran la alternancia en el poder, fue
derrotada, y la lucha por la sucesión siguió basándose en una competencia entre ligas
dentro del partido hegemónico.
92
CURA, ANA.
sus asuntos, dejó en manos del Congreso los temas centrales de la política nacional, y
dejó en manos de las provincias la distribución de créditos y la impresión de moneda.
La libertad que gozaron las provincias para disponer de sus asuntos económicos y
políticos, luego de la experiencia de la administración anterior, fue
particularmente bienvenida. Estos grupos expresaron su gratitud declarándose leales
al presidente, y Juárez calculó que este estilo de conducción le garantizaba apoyo, sin
necesidad de un control personalizado de la política nacional como lo había hecho Roca.
A los victimizados por el juarismo, la crisis de 1890 les brindó su oportunidad, y
mitristas, autonomistas, católicos y roquistas movieron sus piezas hasta que el
presidente cayó. Los dos estilos de conducción, el roquismo y el juarismo, se
enfrentaron en un gran duelo durante esos intensos dieciocho meses, entra la renuncia
de Juárez en agosto de 1890 y la dimisión de Roque Sáenz Peña como candidato del
modernismo en febrero de 1892.
Roca intentó llevar a cabo un acuerdo con Mitre sustentado ahora. El pacto con Mitre,
en su forma y contenido, respondía al ya conocido estilo de Roca para conducir la
política nacional. Y solo ante un partido en crisis estimó oportuno dotarlo de una
organización interna. Pero las provincias degustaron otro tipo de relación posible entre
ellas y el gobierno central y, a pesar del llamado a la convención y a una mayor
estructuración del partido, el pacto era percibido como una imposición del centro a las
partes. Acuerdos secretos, cerrados e impuestos del centro a las partes contradecían
marcadamente la libertad con la que las provincias se habían manejado durante los
cuatros años previos. El acuerdo, si bien aprobado en la convención, fue resistido en la
práctica hasta hacerlo morir. En su lugar, un grupo de líderes provinciales apostaron a
un modelo diferente. Con una bandera de autonomía provincial, el modernismo se alzó
a fines de 1891 como una coalición que proponía otras formas de relación provincia-
nación, y un modo distinto de resolver el sistema de la sucesión presidencial que el de
aceptar el candidato del gobierno de turno, seleccionado en salones privados, que
proponía el roquismo.
93
CURA, ANA.
El PAN no contó con una organización interna hasta 1891, tampoco con acuerdos
formales o informales sobre la forma de elegir candidatos a los puestos electivos. La
selección del candidato presidencial, por lo tanto, quedaba librada sin mediaciones a la
competencia entre las distintas ligas. El hecho de que el PAN no gozara de
institucionalidad alguna hasta ese año no fue circunstancial. Durante los primeros años
de la administración de Roca, LTN lanzó una campaña para mostrar a sus electores que
el país había comenzado una nueva etapa en la que las luchas políticas debían dejarse
atrás. En la segunda mitad de su administración, el diario del presidente evolucionó en
su doctrina destacando que, si bien las luchas políticas debían disminuir y dar lugar a la
construcción institucional y los avances materiales, los partidos políticos no debían
desaparecer. Ellos eran necesarios para la vida republicana siempre y cuando su
accionar se encontrara dentro de los límites de la Constitución. El diario reducía a los
partidos políticos a su función más básica; una estructura más sólida podía llevar a los
partidos a sobredimensionar su rol y (aunque callaba sobre esto) poner la sucesión en
manos de una convención también conspiraba contra el liderazgo del presidente.
94
CURA, ANA.
Durante el primer sexenio del ochenta, las principales objeciones de los opositores al
PAN se centraron en dos temas: el sufragio y el federalismo. Inicialmente, el mitrismo
basó la legitimación del recurso revolucionario y justificó la política de la abstención en
la falta de condiciones para la expresión soberana del pueblo. La ausencia de sufragio
libre fue la principal lanza con la que La Nación batalló contra la doctrina roquista que
basaba el orden en la desmovilización política. En su discurso, el mitrismo apañó
además a una construcción de la historia nacional en la que sus raíces se unían al partido
unitario en un intento por fundar su accionar en una larga trayectoria que los convertía
en los campeones de la libertad.
95
CURA, ANA.
Las transformaciones durante los cuatro años de gobierno juarista darían pie al
lanzamiento de la ventura modernista bajo la bandera de una ideología federal
redefinida, en la que El Nacional se convirtió en portavoz. Aunque insistió en
distanciarse de Juárez, el modernismo era producto de los cambios económicos y
políticos ocurridos durante su administración. La crisis de 1890 minó decisivamente la
autonomía económica que las provincias habían gozado con el juarismo. Pellegrini se
ocupó de desmantelar los bancos garantidos y de centralizar la política monetaria y
financiera en manos del gobierno nacional. Roca, por su parte, procuró poner fin a su
autonomía política. El acuerdo con Mitre implicaba no sólo la imposición de candidatos
a la presidencia, sino que forzaba a las provincias a compartir el poder con viejos
rivales. Ahora el federalismo no expresaba la autonomía porteña sino la de todas las
provincias contra acuerdos del gobierno nacional celebrados en la metrópoli.
96
CURA, ANA.
Así el PAN y sus opositores podían apropiarse de diversos aspectos el credo liberal
para legitimarse a sí mismos poniendo el acento en un liberalismo pensado como
constructor del Estado. La lucha se desplegaba, por tanto, sobre divergentes énfasis y
visiones encuadradas dentro de una constitución liberal, pero no sobre la Constitución
misma o sobre su ideología fundante. El más obvio y mayormente recorrido en la
97
CURA, ANA.
ALONSO, Paula. “La Unión Cívica Radical: fundación, oposición y triunfo (1890 -
1916)” en LOBATO, Mirta Zaida (Dir.) El progreso, la modernización y sus
límites (1880-1916) Tomo 5 de SURIANO, Juan (Coord. General) Nueva Historia
Argentina. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 2000. (optativo)
Entre julio y agosto de 1889 una serie de reuniones tuvo lugar regularmente en la casa
de Aristóbulo del Valle en la avenida Alvear, donde se discutió la posibilidad de
organizar un partido de oposición que le hiciera frente al PAN. Los participantes de
estas charlas eran los mismos que habían unido sus debilitadas fuerzas políticas en una
coalición denominada Partidos Unidos en 1886, compuesta por mitristas, católicos, ex
republicanos y bernardistas, pero solo fueron una oposición simbólica a Celman. Desde
1880, el PAN era prácticamente invencible en las contiendas electorales y era seguro
que también se alzaría con el
triunfo en la próxima elección presidencial para el período 1892-1898.
98
CURA, ANA.
Después del acto del 13 de abril, Bartolomé Mitre, la figura de más renombre dentro de
la nueva oposición, partió rumbo a Europa dejando la organización de la revolución en
manos de Alem y Manuel J. Campos, y de una Junta Revolucionaria compuesta por
Alem, Del Valle, Mariano Demaría, Miguel Goyena, Juan José Romero, Lucio V.
López, José María Cantilo, Hipólito Yrigoyen, Manuel A. Ocampo, el general Domingo
Viejobueno, y los coroneles Julio Figueroa y Martín Irigoyen. El 17 de julio tuvo lugar
una reunión final de los revolucionarios en la que se evaluaron los elementos
comprometidos y se discutieron estrategias y aunque los soldados del gobierno de la
ciudad eran 3 veces más, estaban seguros de que los civiles se unirían a la rebelión.
Aunque Alem había entablado contactos con grupos opositores del interior, se acordó
desde el comienzo que la revolución se limitaría a Buenos Aires ya que las provincias
estaban severamente controladas por los juaristas, los potenciales insurrectos
provinciales estaban mal equipados y eran numéricamente poco significantes. A pesar
de los avisos, Juárez Celman subestimaba a la oposición, confiaba en el poder de su
coalición política y en el apoyo del Ejército, y no era el único en creer que los tiempos
de los levantamientos armados contra la autoridad nacional habían terminado en la
Argentina.
99
CURA, ANA.
En comparación con la revolución de 1880 (tejedor contra mitre), cuando unos veinte
mil hombres se lanzaron a la batalla y se contaron dos mil muertos o heridos, fue
pequeña. A pesar del triunfo del gobierno nacional, Juárez Celman se vio obligado a
renunciar el 6 de agosto. Esta demostró la falta de disciplina en el ejército. Además,
Juárez Celman cometió una serie de errores tácticos en el curso del conflicto. Partió de
la Capital el primer día, dejando a Roca, al vicepresidente Pellegrini y al ministro de
Guerra general Levalle al mando de la represión. Al hacerlo, Juárez Celman les
devolvió a Roca y Pellegrini el poder que tanto había maniobrado para quitarles durante
sus cuatro años en el gobierno. Después de la revolución, el presidente intentó organizar
un nuevo gabinete pidiéndoles apoyo sucesivamente a Roca, a los mitristas y a Dardo
Rocha. Sin embargo, no sólo nadie respondió al llamado, sino que Roca y Pellegrini le
pidieron la renuncia. Luego de la dimisión, el vicepresidente Pellegrini asumió el
gobierno y Juárez Celman se retiró de la vida pública.
Mientras los mitristas estaban dispuestos a aceptar los ofrecimientos del nuevo
gobierno, pronto quedó claro que el resto de la UC tomaba actitudes distintas.
Aristóbulo del Valle, representante de otra facción de la coalición, opinaba que la UC
debía mantener su papel opositor, él no quería otra revolución, pero la oposición tenía
que continuar firme. El buscaba convertir a la UC en un partido político que pueda
competir contra el PAN y para eso tenía que aprovechar la popularidad que les daba la
caída de Celman. Alem, el presidente de la UC se mostró profundamente insatisfecho
con el resultado de la revolución; no había llevado a la UC al gobierno ni había acabado
con el PAN. Por el contrario, dos de los hombres responsables de suprimir la
revolución, Levalle y Roca, estaban en el poder y frente a esto, realizó manifestaciones
contra el gobierno.
100
CURA, ANA.
El problema de la UC era que no tenía un líder, sino varios. Bartolomé Mitre, Leandro
Alem, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, todos creían poseer credenciales
suficientes como para aspirar a la dirigencia del partido. el precario equilibrio de las
facciones dentro del partido indicaba que cualquier intento de imponer un liderazgo
amenazaría con la unidad de la coalición. Cuando luego de la revolución de julio la UC
se aprestaba a reorganizar sus filas, se decidió copiar el modelo norteamericano de
organización partidaria de comités y convenciones. El modelo no sólo ofrecía una
solución para elegir candidatos partidarios
dentro de una organización con grietas internas y con una variedad de liderazgos, sino
que además respondía a la creencia ampliamente compartida de que era tiempo de
legitimar las prácticas políticas en la Argentina y de romper con la tradición de partidos
personalizados. El estilo del "unicato", como se llamaba a la conducción juarista, era
ahora tan impopular como el mismo Juárez Celman ya que se lo culpaba de la reciente
crisis política y económica del país. En septiembre de 1890 la UC aprobó una Carta
Orgánica que establecía que la selección de los candidatos partidarios comenzaría en
convenciones seccionales, para pasar luego por convenciones por circunscripción y por
provincia hasta llegar a una Convención Nacional. A s vez, la nueva estructura contaría
también con un sistema de comités, nacionales, provinciales, encargados de la
administración del partido.
Luego de vencer fuertes resistencias internas fue aprobada la fórmula Mitre e Irigoyen.
Sin embargo, al mismo tiempo que era elegido candidato de la UC, Mitre, todavía en
Europa, contemplaba otras opciones. Retornó al país el 18 de marzo de 1891 y, dos días
después de su arribo, anunció públicamente que él y Roca habían celebrado un acuerdo
por el cual el PAN y la UC se presentarían juntos en la próxima elección presidencial.
La iniciativa de una coalición entre la UC y el PAN había provenido de Roca. Además
de reflejar su reconocida preferencia por cooptar a la oposición en lugar de competir con
ella, Roca tenía ahora fuertes motivos para evitar una competencia electoral con la UC.
Por un lado, por qué; Los gobernadores juaristas seguían en sus puestos y no mostraban
inclinación alguna a aceptar el retorno de Roca en el liderazgo del PAN. Por el
contrario, los gobernadores de Entre Ríos, Tucumán, Mendoza, Corrientes y La Rioja y
la facción iriondista en Santa Fe ya habían dado señas inequívocas de su preferencia de
unirse a la UC antes de convertirse en roquistas. Para noviembre de 1890, no contaba
más que con el apoyo de Santiago del Estero, el apoyo parcial de Córdoba y el de unas
pocas facciones roquistas dispersas por todo el país, lo que distaba de ser suficiente para
controlar el Colegio Electoral. La delicada situación financiera por la que atravesaba el
país constituía el segundo motivo por el que Roca buscó un acuerdo con Mitre.
101
CURA, ANA.
“Un grupo de ex juaristas llamados modernistas", lanzó la fórmula Roque Sáenz Peña-
Manuel Pizarra para la próxima elección presidencial. Entre sus miembros estaban; Paul
Groussac, Roque Sáenz Peña, Miguel Cañé y el ex mitrista Lucio V. López, y contaban
con el apoyo de las provincias de Buenos aires, nos Aires, Santa Fe, Entre Ríos,
Corrientes, Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy y Salta, es decir, con
mayoría en el Colegio Electoral. Mitre y roca reaccionaron, retomando el acuerdo, los
radicales fueron invitados a participar de la alianza, pero la rechazaron. Sin embargo, al
no poder detener a los modernitas, Roca y Pellegrini jugaron una última y desesperada
carta: a menos de dos meses de las elecciones, le ofrecieron a Luis Sáenz Peña, el padre
del candidato modernista, la candidatura presidencial, así; roque tuvo que retirar su
candidatura (arranco al toque roque). Luis Sáenz Peña fue elegido presidente en abril de
1892. Las elecciones fueron llevadas a cabo en una atmósfera de gran tensión. Pocos
días antes de la fecha de los comicios, el presidente Pellegrini declaró el estado de sitio
y ordenó el arresto de varios miembros de la UCR de la Capital y de las provincias,
incluyendo a Alem. Los radicales se declararon inocentes y, ante las medidas de
represión adoptadas por el gobierno, se abstuvieron de participar en las elecciones
presidenciales. El accionar contra los radicales fue criticado generalizadamente y le
proporcionó a la UCR sólidas bases para cuestionar la legitimidad del presidente Luis
Sáenz Peña.
LOS DIRIGENTES:
Cuando luego de la elección de Sáenz Peña se levantó el estado de sitio, los líderes
radicales comenzaron a reorganizar sus filas. (Radicales los llamaban los opositores
102
CURA, ANA.
porque era extremistas e intransigentes según ellos). La UCR argumentaba que su único
propósito era pedir lo elemental en materia de libertad y garantías electorales, pero, en
los tiempos que corrían, un objetivo tan sencillo y limitado era tildado de impertinente y
extremo.
Durante la etapa fundacional 1891-97, sus principales líderes fueron los presidentes del
partido Leandro Alem (1842-1896) y Bernardo de Irigoyen (1822-1906). La
personalidad de Alem marcó profundamente al radicalismo de los años noventa; era el
hombre que iba a dirigir la “salvación de la patria”. Su misión era la restauración de la
república. Sus primeros pasos en la política habían sido en el autonomismo de Adolfo
Alsina y, en 1878, en el Partido Republicano. En 1880, luego de su renombrado
discurso en la Legislatura en oposición a la federalización de Buenos Aires, Alem se
retiró de la vida pública para retornar en 1889 al frente de la UC.
Alem e Irigoyen mantuvieron una relación cordial, pero de poca intimidad. Eran muy
diferentes, Alem gozaba de los actos públicos multitudinarios, le gustaban la
confrontación, su obsesión por la política consumía su vida, y su mundo estaba dividido
entre amigos y enemigos. Irigoyen, en cambio, era de modales aprendidos, tenía un
aspecto conservador, mantenía relaciones de amistad o diálogo fluido con miembros de
todo el espectro político, y se había mostrado igualmente cómodo en el Partido
Autonomista, en las administraciones de Avellaneda y Roca, en el PAN, en los Partidos
Unidos, en la UC y ahora en la UCR.
103
CURA, ANA.
LAS PALABRAS:
En el argentino (el periódico) los radicales decían que el PAN, se había adueñado de la
autoridad como si fuera propiedad exclusiva y de los dineros públicos y la palabra
corrupción fue una constante en su retórica. Esta tradición había sido fundada con la
Constitución de 1853 y consolidada durante las décadas del sesenta y setenta cuando,
según los radicales, el país había disfrutado de una sana competencia de los partidos
políticos y los ciudadanos participaban activamente en la vida pública, interrumpida en
el 80 cuando el PAN llegó al poder. El PAN era acusado de imponer en el país "nuevas
teorías y doctrinas malsanas". Una de ellas era la concepción "pragmática" de la
política. Esta concepción reducía a la política a una serie de transacciones destinadas a
evitar conflictos y confrontaciones abiertas.
Según los radicales, la priorización del orden y del progreso económico de la retórica
oficial incitaba a la desmovilización política ya que se aconsejaba al habitante que no se
inmiscuyera en los asuntos públicos y que se concentrara en su empresa privada. Para
los radicales, en cambio, sólo la competencia sana de los partidos políticos podía
mantener la vida cívica de los ciudadanos, y sólo a través del ejercicio de la virtud
cívica los hombres podían gozar de libertad. El PAN había ampliado las facultades del
presidente y esto debilitaba el poder legislativo, por las elecciones manipuladas y la
intervención del ejecutivo en las situaciones provinciales.
104
CURA, ANA.
progreso que enorgullecían tanto al oficialismo eran una muestra más del decaimiento
que el país había sufrido durante los gobiernos del PAN. El dinero y el lujo
denunciaban, habían sido utilizados para corromper el sistema político y adormecer el
sentido de virtud cívica de los argentinos.
LAS ARMAS:
El mes de julio fue de intensa actividad política en Buenos Aires, con una campaña para
elecciones en el Senado el 23 y una gran manifestación para celebrar el aniversario de la
revolución de 1890 a fin de mes. En medio de esta agitación, revoluciones radicales
estallaron simultáneamente en las provincias de Santa Fe, San Luis y Buenos Aires, en
los últimos días de julio. Cada una se diferenció de la otra; en santa fe, a falta de una
buena organización, los radicales aprovecharon el descontento contra el gobernador
Cafferata para conseguir rebeldes aliados. En buenos aires, el levantamiento fue dirigido
por Yrigoyen y desplego una organización notable; en lugar de concentrar sus fuerzas,
se dispersaron por toda la provincia dando ataques locales en casi todos los parlamentos.
105
CURA, ANA.
Las 3 fueron exitosas y los gobiernos radicales reemplazaron las viejas autoridades y
reorganizar el poder judicial y confeccionar padrones nuevos. En santa fe, además, se
investigaron políticas bancarias y ventas de tierras públicas que había hecho el
gobernador derrocado.
Mientras tanto, el gobierno nacional no tardó en reaccionar. Del Valle se vio obligado a
abandonar el gabinete luego de que, en el Congreso, el PAN, los modernistas y los
mitristas se unieron en su contra, y de que el presidente, en otro de sus giros
inesperados, también le retiró su apoyo. Además, el Congreso aprobó intervenciones
federales en las tres provincias convulsionadas. Luis Sáenz peña puso a Quintana en el
gabinete como reemplazo de del Valle, este ejecutó las intervenciones y convocó a la
guardia nacional, coloco al país bajo Estado de Sitio, prohibió la prensa proveniente de
la oposición. Si bien esto, no calmo los planes de una revolución de alcance nacional,
solo estallaron en las provincias de Corrientes (dividida entre un Norte autonomista y un
Sur mitrista, si bien se obtuvo apoyo de un ex miembro correntino de la UCN, la
intervención federal lo detuvo), Tucumán (lograron derrocar al gobernador, pero
Quintaba mandó un batallón hombres, que los hizo rendirse) y Santa Fe (fue liderada
por dirigentes porteños, entre ellos Alem. En este caso se nombró a Roca comandante
en jefe del ejército y le dio carta blanca para acabar con los levantamientos). Los
levantamientos de agosto y septiembre no fueron acompañados por tormentosas
proclamas, ni por una defensa pública de la legitimidad de la revolución, ni por la
virulenta retórica de El Argentino; por la censura a la prensa, la necesidad de actuar por
sorpresa y el hecho de que los altos mandos de la UCR estuvieran divididos sobre la
conveniencia de llevar a cabo esta segunda serie de alzamientos.
LOS VOTOS
Considerando que era un partido nuevo y de oposición, sin el acceso a los recursos de
la administración pública y la policía, y que el sistema electoral de distrito único y de
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CURA, ANA.
lista completa discriminaba contra los partidos minoritarios, puede decirse que la
trayectoria electoral del partido fue significativamente exitosa. La UCR se convirtió en
una fuerza rival en las elecciones y el PAN y la UCN se vieron regularmente obligados
a formar coaliciones electorales en la ciudad de Buenos Aires, ya que de no hacerlo eran
derrotados por el partido radical. 1894 la UCR se llevó el 50% de los votos y se
mantuvo en esos porcentajes hasta 1898, desde allí declinó. En 1898, sólo una pequeña
fracción conducida por Bernardo de Irigoyen participó en las elecciones presidenciales
de ese año. La base del partido provino de los sectores sociales medios y altos; en ese
momento el estatus social no era un factor crucial en la determinación de las
preferencias políticas de los votantes porteños, solo en las décadas 1910-20 la relación
se volverá más acentuada, confirmando a la UCR como un partido que representaba
principalmente a los sectores medios.
La oposición parlamentaria
La única propuesta introducida por los radicales que recibió la aprobación final del
Congreso fue un proyecto de Leandro Alem para enmendar la Ley electoral vigente, el
cual se trataba de una reforma temporal para agilizar el procedimiento de la votación
durante los comicios y para facilitar el control de registros fraudulentos reduciendo la
cantidad de inscripciones en los padrones de 500 a 250 nombres por página. El gobierno
ya había introducido una Ley de reforma electoral más profunda, pero al ser postergado
su tratamiento para el año siguiente, se aprobó el proyecto de Alem como enmienda
temporal. El proyecto de Alem no obtuvo mucha repercusión pública. La que si la tuvo
fue la campaña de la UCR a favor del libre comercio que tuvo lugar a lo largo de 1894.
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CURA, ANA.
Según los representantes radicales, la Constitución Nacional establecía que las tarifas
aduaneras cumplían exclusivamente la función de proveer ingresos para el Estado, pero
no podían aplicarse con el fin de proteger la industria nacional. El PAN, en cambio,
sostenía que la Constitución Nacional explícitamente incluía entre los fines del Estado
la promoción de la industria nacional y, por lo tanto, los impuestos aduaneros podían
emplearse para cubrir dicho objetivo. Los radicales señalaban que, desde la
independencia, el país había gozado de una tradición de liberalismo económico y que
los aranceles aduaneros introducidos por gobiernos precedentes habían sido medidas
excepcionales para proveer de fondos al Estado. El PAN, por su lado, apuntaba que el
reciente crecimiento económico experimentado en las regiones agrícolas había sido
posible gracias a las medidas proteccionistas adoptadas. Y mientras los radicales
señalaban los ejemplos de Inglaterra, Estados Unidos y Francia como potencias que
habían crecido al amparo de políticas de libre comercio, los representantes del PAN
argumentaban que estos países habían reducido sus barreras aduaneras sólo después de
muchos años de proteger sus industrias nacionales.
Mientras los contendientes se enfrentaban en las Cámaras del Congreso, los diarios se
ocupaban no sólo de transmitir al público los discursos de los diputados, sino también
de traducirlos en sus editoriales a un lenguaje más llano. Después de las largas y
tediosas sesiones de la cámara de diputados, donde se discutieron los aranceles de cada
producto, la atención del público se vio disminuida.
Las alianzas:
A fines del 94 la UCR entro en decadencia, producto del dilema entre sus dirigentes; el
partido se dividió entre los que privilegiaban un cambio, aspirando a que se abocara a la
competencia electoral y terminara con la retórica virulenta y el uso de armas y los que
se resistían a modificar sus principios. Se abandonó la defensa pública de la revolución
como medio legitimo para derrocar al gobierno; Ni en el Congreso ni a través de El
Argentino los radicales volvieron a defender el uso de la violencia y desviaron el
108
CURA, ANA.
Mientras que ganar espacios públicos a través de la competencia electoral era una
estrategia factible en la Capital y en la provincia de Buenos Aires, en el resto del país
las revoluciones seguían siendo el camino. Pero no se podía continuar una línea
revolucionaria sin el apoyo, militar, financiero y logístico de la capital o del comité
nacional. La UCR seguía sosteniendo el principio de no negociar, lo que en la práctica
implicaba que las ramas provinciales del partido no tenían acceso a los puestos públicos.
El 1° de julio Alem se quitó la vida, los motivos estipulados eran varios: su precaria
situación financiera, problemas de salud, su difícil relación con Hipólito Yrigoyen, un
asunto amoroso, el tumultuoso intercambio de cartas con Pellegrini por deudas de Alem
al Banco de la Provincia, la declinación de la UCR, la depresión por la muerte de su
amigo Aristóbulo del Valle a comienzos de ese año, etcétera. Otros vieron en este acto
una declaración política, ya que lo hizo públicamente. Su muerte acentuó las rivalidades
entre radicales de la capital y de la provincia de Bs As y esto hizo que se retrase el
llamado a una convención para designar a un nuevo presidente de la UCR. Luego de
vencer fuertes resistencias, una convención partidaria designó a Bernardo de Irigoyen
presidente de la UCR, y en su primer día, anunció la celebración de un acuerdo con la
UCN para que ambos concurrieran a las elecciones presidenciales y para gobernador de
la provincia de buenos aires.
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CURA, ANA.
Hacia 1900, la mayoría de quienes habían sido los más cercanos amigos de Alem, y que
ahora apoyaban a Bernardo de Irigoyen, se encontró informalmente unida al Partido
Autonomista de la provincia de Buenos Aires. De la fusión entre el autonomismo y el
bernardismo o ex alemnismo resultó la formación de los Partidos Unidos en la provincia
bonaerense, que llevaron a Marcelino Ugarte a la gobernación (1902-1906). Otros
miembros de la UCR, como Pedro C. Molina, se unieron al Partido Republicano de
Emilio Mitre. Por su parte, Lisandro de la Torre, el joven líder de la revolución
santafecina de julio de 1893, después de abandonar el partido en 1897, fundó la Liga del
Sur, una organización política regional en la provincia de Santa Fe, este último se
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CURA, ANA.
A pesar de querer mantener la continuidad con la vieja UCR, hubo ciertos cambios en
esta reorganización, Yrigoyen a diferencia de Alem, evitaba el acto público los
discursos, y el evento multitudinario, por otro lado, creo una organización más estricta
que si tío. (A Yrigoyen le decían el general o el peludo jeje). Además, la UCR comenzó
a transitar un nuevo camino ideológico, a las acusaciones de corrupción, se sumaban
recriminaciones sobre un progreso insuficiente, acusaba al gobierno de haber
derrochado la riqueza del país y de someterlo a una gran deuda, al estancamiento
demográfico y a la ocupación no importante de Argentina en el concierto internacional.
Este cambio produjo gritas internas e incluso renuncias, como la de Pedro Molina. Otro
punto que la diferenció de su antecesora fue la abstención electoral; la cual argumentaba
la ausencia de garantías para una competencia limpia. Solo participaron después de que
Roque Sáenz Peña prometiera una reforma electoral. Las revoluciones de febrero de
1905, si bien derrotadas, dieron nueva fuerza a la reorganización del partido. La UCR
no participó activamente en la vida política hasta 1912, pero sus dirigentes construyeron
una estructura partidaria organizada en comités provinciales, capitalinos y nacionales.
Una vez aprobada la ley, participó en las elecciones presidenciales de 1916, y así se da
111
CURA, ANA.
el triunfo de Hipólito Yrigoyen y la UCR pasa de ser un partido opositor a ser el partido
en el gobierno.
INTRODUCCIÓN:
La primera década del siglo 20 se caracterizó por un impulso reformista entre miembros
de los sectores dirigentes que, si bien dirigida principalmente a su atención a resolver
problemáticas propias de la llamada cuestión social, también se aventuraban asuntos del
área político electoral que descubrían un núcleo común en el debate del antiguo
problema de la representación ciudadana. Sectores de la élite política, miembros de la
burocracia estatal e intelectuales compartido, preocupaciones comunes en torno a cómo
proveer a la puesta para total de las herramientas institucionales necesarias para que les
restituyan el dinamismo perdido a expensas de una creciente oligarquización de la vida
política en manos de la profesión de la política. La dinámica interna del régimen
oligárquico durante la primera década del siglo 20 estaba lejos de estar sostenida por el
conflicto en torno al discurso reformista y mantendría, por el contrario, sus tradicionales
rangos basados en la permanencia de las lealtades con más facciosas que habían
acompañado de la Constitución de la máquina política.
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CURA, ANA.
La existencia de una clase terrateniente que había dominado los resortes de la política
Argentina del período. Estos estudios han asegurado que la posición predominante de
los estancieros en la sociedad no dependía de su relación con el Estado y han
cuestionado los análisis que retratan una permanente relación de armonía entre la clase
terrateniente y la élite política, dirigiendo la atención hacia las relaciones conflictivas
mantenidas entre los terratenientes pampeanos y el PAN. El PAN regule los conflictos
entre las élites provinciales, no constituyó un partido estructurado y bien organizado, y
el faccionalismo político fue una de las principales características definitorias. Este
faccionalismo político también se deriva de la ausencia de un sistema de partidos
competitivos, dando que la política facciosa funcionaba como un sustituto parcial de la
competencia partidaria.
Que analiza como una creciente fragmentación de la élite política Argentina durante la
primera década del siglo 20, se entrelazó con la introducción de un discurso político
reformista al cual líderes políticos opositores recurrieron a fin de confrontar la máquina
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CURA, ANA.
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CURA, ANA.
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CURA, ANA.
La Unión católica fue fundada en 1884, constituida con el fin de combatir el liberalismo
anticlerical, como consecuencia directa del deliberaciones del Congreso católico de
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CURA, ANA.
1884 y que reflejaría los esfuerzos militantes de la dirigencia católica por unificar las
participaciones políticas de los católicos dispersos en diversas facciones. La Unión
católica no podrá consolidar su posición como partido católico, no lograron unificar a
los notables católicos dispersos en las diversas facciones y se verá perjudicada por la
paulatina disminución en importancia de la cuestión religiosa. El ingreso de los notables
católicos, una coalición electoral opositora, el predominio roquista los acercaba a los
sectores liberales de la élite política opositora, introducida a tensiones y conflictos en el
mismo campo católico. Las formas que asume la participación de los católicos en la
política facciosa del orden conservador de la década de 1880 y 1890, ya pronunciaron
problemas persistentes de largo alcance.
Los católicos participaron de la Unión nacional como un instrumento para terminar con
un sistema político dominado por el roquista PAN, el cual había dejado poco espacio de
maniobra a aquellos grupos que habían rechazado el predominio de roca y que, además,
no tenía una fuerte presencia en el interior del país. Los católicos apoyará la reforma
electoral, porque esperaban que cambios en la legislación electoral pudieran erosionar el
control electoral ejercido por las oligarquías provinciales, y provocar una apertura del
sistema político y destruir el caudillaje y el espíritu de la facción.
118
CURA, ANA.
Desde este punto de vista, el discurso racial y las preocupaciones acerca del rol de las
masas en la sociedad Argentina impulsaron la sanción de la legislación social, por
ejemplo, el descanso dominical, la regulación de las condiciones en trabajo de mujeres y
niños y el seguro contra accidentes de trabajo en la industria, y permearon el discurso
político.
Aunque sea rechazado, una política exterior nacionalista, y, todavía se manifestó a favor
de una política de Defensa Nacional y expresaba su preocupación por la debilidad
interna que las compañías extranjeras. Inmigración masiva podría provocar la situación
relativa a Argentina. La reforma electoral y la cuestión nacional formada claramente un
único entramado en el programa político de Sáenz Peña, presentando en agosto de 1909,
en el cual éste proponía 3 principales herramientas para solucionar la cuestión nacional:
la educación pública, la conscripción militar y el voto obligatorio. Sáenz Peña
buscaba reforzar la identidad nacional y defender a la población Argentina nativa contra
la influencia negativa de la inmigración, el problema saenzpeñista intentaba argentinizar
a los hijos de inmigrantes y fortalecer la posición de la población nativa en la sociedad.
Para Sáenz Peña, una élite política renovada se encontraría en condiciones de impulsar
iniciativas encaminadas a la construcción del Estado y de la nación a través de una
firme política exterior, una educación nacionalista, al servicio militar obligatorio y el
voto obligatorio. El Fomento de la educación pública y el servicio militar obligatorio,
como parte de un único programa de argentinizar a la sociedad, contribuía a dar
consistencia a los vínculos entre los intelectuales nacionalistas y el saenzpeñismo.
Sáenz Peña creía que las campañas patrióticas en las escuelas podrían ser armas
decisivas contra el cosmopolitismo, y podían eventualmente ayudar a forjar a los
argentinos. El candidato presidencial expresado su preocupación ante una situación en
la que los ciudadanos extranjeros poseían el 70% de las industrias y de las compañías
comerciales y la población nativa asumía las formas de un Ejército de empleados sin
aspiración y energía más que cualquier proteccionismo económico, el candidato
antiroquista proporcionaba la inclusión de empresarios nacionales en la coalición y
119
CURA, ANA.
Para Sáenz Peña la reforma electoral tenía, por un lado, que contribuir a resolver la
cuestión nacional y, por el otro, conducirá fundamentales transformaciones en el
sistema político: el final de las prácticas políticas fraudulentas, la creación de un
electorado y, finalmente, la conformación de una nueva élite política, o al menos coma
la transformación de la vieja élite política a través de la inclusión de aquellos que habían
sido marginados durante la era roquista temores de conflicto social fueron raramente
expresados durante el debate del proyecto de reforma a la ley electoral elevado por el
Gobierno de Sáenz Peña. Para Sáenz Peña, el Estado debía intervenir para prevenir que
el socialismo se extendiera y la élite política tenía que asumir como propias algunas de
las metas socialistas e incluir en algunos programas de legislación social. Para Sáenz
Peña no había contradicción entre sus políticas, definidas como conservadoras, y la
reforma social.
La influencia del Positivismo y los intentos de reforzar los ejecutivos nacionales habría
debilitado las creencias liberales clásicas y provocado la emergencia de nuevos liberales
o liberales conservadores. La preocupación de saenzpeñista acerca de la defensa del
orden social estaba claramente ilustrada por su apoyo a la ley de residencia. Sáenz Peña
Creía que las elecciones libres y la terminación de las prácticas electorales fraudulentas
representaría el final de la política personalista y el clientelismo, y se llevaría la
formación de partidos políticos orgánicos. Las expectativas, que rondaron las posibles
consecuencias de la llamada ley Sáenz Peña de 1912, no fueron diferentes de aquella
inducidos en otros contextos en los cuales sufragio universal había pasado, encarnar y
representar mucho más que un simple técnica de Poder Popular.
La ley Sáenz Peña busca provocar tanto una redistribución de poder dentro de la élite
política como la caída de las redes de caudillismo políticos locales, y, por ende, la caída
del roquismo. La reforma electoral no perseguía una fundamental de redistribución del
poder, si este concepto se definía como una redistribución del poder político en
beneficio de una nueva y ascendente clase social, pero si se perseguía una nueva
distribución del poder dentro de la élite política, dado que se proponía provocar el fin
del predominio político de la facción roquista y de sus políticos profesionales.
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CURA, ANA.
anarquistas decidieron convocar a una huelga general contra la ley de residencia, esto
dio como coincidencia con las celebraciones del centenario. La secuencia general fue: el
asesinato del jefe de la policía de la Capital Federal, una explosión en el teatro Colón,
dio forma a los contornos de un escenario que condujo a una directa represión,
deportación, y, finalmente a la sanción de la ley de defensa social en 1910.
Implica una completa ruptura con la política tradicional basada en los acuerdos
entre máquinas políticas provinciales y el Presidente;
Para finales de 1910, solamente el Partido Radical había establecido una estructura
nacional y una red de comités a nivel local en cada provincia. Parece evidente que el
partido que dominó el país durante 30 años y se llamó PAN y roquita se demostrada
incapacidad de mantener su organización flexible, una situación que eventualmente
debilitaría la resistencia del programa electoral saenzpeñista. Para el Ministro británico
en Buenos Aires, 1909 había sido el año de la desaparición del partido roquista y, según
observaba como los partidos políticos, habían convergido en 3 estructuras partidarias:
La Unión Cívica coma la Unión Nacional y el Partido Radical.
121
CURA, ANA.
En segundo lugar, buscaría sancionar una ley que regulará la autoridad del Poder
Ejecutivo nacional, decretar intervenciones federales cuando el Congreso se
encontrará en receso, como una forma de impedir la caída de gobernadores
provinciales y la elección del Gobierno saenzpeñista.
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CURA, ANA.
La salud de Sáenz Peña se deterioró rápidamente, situación que llevó a que Victorino de
la plaza ocupará la Presidencia de manera permanente a partir de octubre de 1913. Las
facciones conservadoras sabían tradicionalmente confiando en la dirección y asistencia
del Gobierno central. Sáenz Peña se mostraría renuente a ejercer semejante rol de la
Presidencia. Esta actitud desde el Gobierno central y la instauración de un nuevo
sistema electoral iba a introducir cambios fundamentales en la forma en que las
facciones conservadoras concurrían a conformar agrupaciones y provocaría un mayor
fragmentación en el universo conservador y una proporción a discutir el alcance de los
beneficios del nuevo sistema electoral y la aplicación del sufragio universal. La
denominada Ley Sáenz Peña había contribuido de manera decisiva a la destrucción de
un sistema político basado en la existencia de un partido dominante, que incorporaba
partidos provinciales en un Partido Nacional, gracias en parte a la influencia del
patronazgo ejercido por el Gobierno central especialmente el Partido Radical,
demostraría su habilidad para penetrar en las provincias del interior, vinculando grupos
políticos regionales con la estructura de un Partido Nacional que respondería a un
liderazgo nacional unificado. En diciembre de 1914, la Liga del Sur y una variedad de
diferentes facciones conservadoras convinieron conformar un partido político que puede
ir a prevenir un posible triunfo radical en las elecciones presidenciales. De esta manera
se dio la formación de un nuevo partido político que recibiría el nombre de Partido
Demócrata Progresista. Pronto quedaría en evidencia las dificultades que encontraría en
estos políticos conservadores en alcanzar un consenso en torno a las características
principales de la estructura partidaria: Algunos favorecía la conformación de un partido
estructurado y disciplinado que contará con un programa político definido; Otros se
mostraban partidarios de una perspectiva más pragmática, prefiriendo un partido basado
en la capacidad tradicional de los Gobiernos provinciales que, suponían, controlaban un
número decisivo de representantes en los colegios electorales.
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CURA, ANA.
UCR organizaba sus fuerzas para disputar la Presidencia en las urnas con posibilidades
de éxito.
CONCLUSIÓN:
Sería la crisis política de 1901 la que abriría las compuertas del cambio político, dando
origen a una coyuntura más favorable para el debate sobre la necesidad de introducir
modificaciones a la legislación electoral y sobre los alcances de la representación de los
opositores políticos. Aunque la crisis política de 1901 1902 debilitó la influencia de roca
en la política nacional, la endeble naturaleza de las redes pelegrinista de amigos
políticos en las provincias del interior beneficio a roca, quién puede mantener un
relativo control sobre el Partido Nacional sectores de los círculos intelectuales y
miembros de la élite política y social advertían sobre lo que percibía como signo de una
oligarquización del sistema político desde la década de 1890 y enfatizaba la necesidad
de encarar un proceso de regeneración o reacción que, originándose, favoreciendo desde
el seno de la élite gobernante, puedes llevar adelante la renovación del ordenamiento
político, la conclusión de las prácticas oligárquicas y el regreso de la competencia
partidaria, que habría existido, de acuerdo a diversos relatos de publicistas y
formadores, con anterioridad a la década de 1880. Sería las políticas de realineamiento
facciosa y la presión del Ejecutivo sobre las parlamentos los que funcionaban como
catalizadores en el corto plazo y darían el marco a la modificación de la legislación
electoral, a pesar de la ausencia de un compromiso extendido entre los grupos dirigentes
que acompañe la sanción de la propuesta de la reforma.
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CURA, ANA.
La ley electoral de 1905 no hacía más que reflejar la incapacidad del Gobierno de
Manuel Quintana de introducir descripciones en los mecanismos de los Gobiernos
electores y demostraban las interacciones de los grupos dirigentes provinciales de
mantener las líneas fundamentales del funcionamiento de la vida política de las
provincias. La Presidencia a Manuel Quintana y, en particular, de Figueroa Alcorta
significaron no solo el fin de una era en la cual la competencia partidaria había sido
controlada por el PAN, sino también una redefinición de las relaciones entre las élites
provinciales y el Gobierno central, dado que el partido dominante dejaba regular los
conflictos entre la élite provincial y la unidad consensual de las facciones de la élite
sobre las reglas del juegos, aparecía seriamente debilitada. El fracaso de Figueroa
Alcorta en cumplir con su propuesta de reforma electoral se encontraba relacionado con
los problemas de liderazgo que se advertía entre los miembros de la coalición y con la
capacidad de alcanzar apoyos parlamentarios suficientes como para sancionar
iniciativas legislativas que significará cambios en el ordenamiento político tradicional.
Si el Gobierno de Figueroa Alcorta mostraba un mayor determinismo, en asegurar
representación para las facciones de la oposición y en oración a la influencia de roca, la
política provincial, que no insistiera en un programa que estableciera elecciones libres y
competitivas.
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CURA, ANA.
La ley electoral de 1912 imprimir una nueva dinámica la vida política y abrió una nueva
etapa marcada por una movilización considerablemente más amplia de la que había
experimentado la Argentina, del orden conservador, aún si se consideraba la exclusión
de los extranjeros del universo de votantes. Y la reducción en el nivel de participación
electoral que se observaría en años posteriores. La sanción de la ley no había significado
una uniformización de los instrumentos que regían los sistemas electorales en la
Argentina, los Gobiernos y legislaturas provinciales habían demostrado una morosidad
apreciable en la adecuación de las nuevas reglas del juegos, lo que sin duda contribuye a
explicar la variedad de situaciones locales diferenciadas más allá de las formas
regionales de hacer política. Sería como el radicalismo liderado por Hipólito Yrigoyen,
quien mejor se adaptaría a las peculiaridades de las nuevas reglas de juegos, capaz de
dar el salto cualitativo que transformará a una organización que por años había
mantenido apartada de la arena electoral en una estructura partidaria nacional preparada
para movilizar masas electorales y no sabes pequeñas clientelas.
El dominio ejercido por el radicalismo sobre la vida política nacional iba a aportar
nuevas formas de relación entre el Estado y una sociedad cruzada por el proceso de
democratización política, pero el resultado no iba a coincidir con las expectativas e
incertidumbres abiertas con la emergencia del saenzpeñista.
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CURA, ANA.
Este trabajo aspira a contribuir a la comprensión de los años finales del orden
conservador a partir de un análisis del proceso de constitución de la coalición
antirroquista diseñada para instalar la candidatura reformista de Roque Sáenz Peña. En
un escenario político caracterizado por una gran fluidez y volatilidad de los
alineamientos políticos, la candidatura saenzpeñista lograría congregar a un vasto
abanico de facciones que competían en sus críticas al ordenamiento político del país
encarnado en la figura del General Roca. En un régimen en el cual sectores importantes
de las elites provinciales y de los representantes en los cuerpos legislativos nacionales
expresarían sus temores frente a la apertura de un ‘proceso de institucionalización de la
incertidumbre’ y a una renovación del sistema político que diera forma a un acceso a
posiciones de poder a facciones marginadas de la elite política, las posibilidades de un
acuerdo intra-elite que condujera a una apertura consensuada del régimen político se
reducían y la irreductibilidad de los conflictos facciosos podían brindar,
paradójicamente, una coyuntura favorable al proceso de reforma electoral.
Para aquellos publicistas y miembros de los elencos dirigentes que, abrevabando en las
fuentes de un cierto regeneracionismo político, dejaban expuestos los signos de una
oligarquización de la vida política, la ‘restauración’ de los principios de la
representación política debía darse en consonancia con una ruptura del aislacionismo de
las instituciones estatales que restableciera la relación armónica entre la sociedad civil y
las instituciones políticas.2 En 1910, el desmantelamiento de la maquinaria política
roquista y los mecanismos de control de la sucesión presidencial ejercidos por el
gobierno central colaborarían en encolumnar a una clase política vacilante detrás de la
candidatura reformista de Roque Sáenz Peña.
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CURA, ANA.
el sistema burocrático) que habían sido ‘canibalizados’ por la figura central de tal
sistema –el caudillo- y sus seguidores.
Y en el contexto de una sociedad que había pasado por profundas transformaciones (que
incluían la inmigración masiva), algunos exponentes de la elite política consideraban
que una reforma de la legislación electoral podía también jugar un papel central en un
proceso de “nacionalización de las masas” que buscara forjar una conciencia nacional
que diera coherencia a una sociedad fragmentada. Puede argumentarse que para Sáenz
Peña la reforma electoral debía apuntar, por un lado, a contribuir a resolver la cuestión
nacional y, por el otro, a llevar adelante fundamentales transformaciones en el sistema
político: el fin de las prácticas políticas fraudulentas, la construcción de un electorado y
la conformación de una nueva elite política, o al menos, la transformación de la vieja
elite política a través de la inclusión de aquellos que habían sido marginados durante la
era roquista.
Un éxito electoral de Sáenz Peña en las elecciones presidenciales de 1910 podía adquirir
las formas de un regreso a los primeros planos de la vida política nacional para aquellos
miembros de las elites políticas y sociales que habían permanecido alejados de los
mecanismos de gobierno desde la década de 1890.
La carrera pública de Sáenz Peña construiría una trayectoria política desigual con
posterioridad al fracaso de la candidatura ‘modernista’ de 1892 marcada
fundamentalmente por su antirroquismo y la cercanía al autonomismo pellegrinista,
trayectoria que se vería favorecida por la crisis interna del PAN y el crecimiento de la
Coalición Popular posterior a las elecciones de 1906.
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CURA, ANA.
una laxa coalición que comprendía a notables de la ciudad y provincia de Buenos Aires,
partidos políticos provinciales en el gobierno y de oposición, y caudillos políticos
porteños. Heterogénea alianza de una variedad de grupos antirroquistas, en parte
representaba el regreso al escenario político de figuras que habían quedado marginadas
durante la era del predominio roquista. Por otra parte, sectores de la elite social
representados en el Jockey Club y el Club del Progreso también parecían simpatizar con
la candidatura de Sáenz Peña.
Se ha señalado en un trabajo reciente que, en los años finales del siglo XIX y comienzos
del XX, estos clubes (Jockey Club o del Círculo de Armas) se estructurarían
principalmente en torno a “criterios más propiamente privados” y “definitorios de una
determinada posición social”. Con todo, estos ámbitos de sociabilidad de la clase alta
porteña también podían verse cruzados por conflictos provenientes del fragor
preelectoral o, por el contrario, los ejes del conflicto recorrer el camino inverso, es decir
de los clubes hacia el escenario político.
El modelo de funcionamiento que Sáenz Peña preveía para la Unión Nacional reconocía
un rol de liderazgo para los llamados “independientes” o miembros del “gremio
conservador”, aquellos que constituían una “jerarquía social y política”.
Sáenz Peña argumentaba, era claro quiénes debían estar en el nuevo partido: aquellos
que habían sido excluidos de la arena política por el predominio político de Roca,
aquellos “hombres de valor y carácter que se han acostumbrado a la obscuridad y a
quienes hay que sacarlos de su bastilla…”.
Si bien Sáenz Peña creía que la formación de partidos políticos “orgánicos” era esencial,
consideraba con todo que los diversos partidos provinciales y facciones que apoyaban
su candidatura debían adoptar una, paradójicamente, estructura no-partidista.
Sáenz Peña claramente buscaba evitar depender de los partidos establecidos como su
principal sostén para la campaña electoral y sumar a aquellas “personalidades
respetables” a los equipos de campaña. Esta estrategia naturalmente dejaba perplejos a
los caudillos autonomistas y figueroistas.
La Unión Nacional establecería una red de comités y juntas a lo largo del país en un
intento por conciliar las diferencias y rivalidades existentes entre los grupos
heterogéneos que apoyaban la candidatura de Sáenz Peña. El proceso de construcción
de esta coalición no se haría sin encontrar resistencias entre políticos provinciales que se
resistían a confirmar la desaparición del antiguo Partido Nacional (y favorecían en
129
CURA, ANA.
La decisión de Sáenz Peña de incluir en la Unión Nacional a otro de los grupos que
aquel consideraba debían ser liberados de su “bastilla” (concretamente los católicos)
daría lugar a una polémica dentro y fuera de la coalición que tendría como eje
articulador a la validez de la permanencia de la tradición liberal y secular de la elite
política argentina puesta en discusión, se argumentaba, con la presencia de los notables
católicos en posiciones relevantes del equipo de campaña.
Los notables católicos buscarían en la Unión Nacional un instrumento para terminar con
un sistema político que había conducido al ostracismo político de aquellos opuestos al
predominio de Roca. Los católicos apoyarían el programa saenzpeñista, con la
esperanza de que cambios en la legislación electoral podrían erosionar el control
electoral ejercido por las oligarquías provinciales y destruir, en palabras de quien sería
Ministro del Interior de Sáenz Peña y arquitecto de la reforma electoral, el “caudillaje y
el espíritu de facción.”.
En los discursos y la correspondencia de Sáenz Peña entre 1908 y 1909 se percibe una
preocupación constante por lo que entendía eran las consecuencias negativas del
“cosmopolitismo” sobre la sociedad argentina, como una búsqueda de respuesta a los
problemas planteados por la supuesta existencia de un frágil ‘carácter’ nacional. Las
cuestiones de la “defensa nacional” habían atraído el interés de Sáenz Peña.
Había manifestado su apoyo a campañas a favor de una política exterior más agresiva en
el espacio sudamericano argumentando que el progreso constante de la sociedad
argentina requería de un mejoramiento constante de las defensas de la nación.
Sin embargo, como candidato presidencial, Sáenz Peña se esforzaría en disipar los
temores surgidos entre sectores de la elite política argentina y en los países vecinos
sobre la posibilidad de que el diplomático argentino apoyara una política exterior
belicosa en caso de resultar electo.
130
CURA, ANA.
En la concepción de Sáenz Peña, tanto la política exterior como una política dirigida a
formar ciudadanos argentinos podían contribuir a fortalecer al estado argentino. Como
Tulio Halperin Donghi ha señalado, un estado con mayor capacidad para llevar adelante
sus políticas en el escenario nacional e internacional, requería una base política más
amplia que la provista por pequeñas clientelas manipuladas por maquinas políticas en
manos de una variedad de facciones. Una reforma electoral podría traer nueva vida a la
política oligárquica y transformar una variedad de grupos conservadores envueltos en
una lucha facciosa en un único partido político organizado y moderno requerido para
esta “regeneración del estado”.
Para Sáenz Peña una elite política renovada se encontraría en condiciones de impulsar
iniciativas encaminadas a la construcción del estado y de la nación a través de una firme
política exterior, una educación nacionalista, el servicio militar obligatorio y el voto
obligatorio.
131
CURA, ANA.
Lejos de una crítica al sufragio universal, Sáenz Peña concebía a éste como una
herramienta útil para demoler al régimen roquista y disminuir la influencia electoral de
los políticos profesionales. En definitiva, para Sáenz la “reacción” política no tenía solo
que buscar garantizar el sufragio libre sino también “crear al sufragante” y “empujar a
los ciudadanos al sufragio” de manera tal que su participación electoral contribuyera a
provocar la necesaria renovación política y a introducir cambios en los elencos
dirigentes de la república que evitaran el monopolio de los mecanismos de gobierno en
manos de las máquinas políticas.
Antirroquismo y reformismo:
132
CURA, ANA.
A fines del siglo XIX, un grupo de escritores nostálgicos había producido una serie de
obras con el fin de recordar la sociedad de la independencia. Uno de ellos (Santiago de
Calzadilla) publicó en 1891 una lacrimosa colección de recuerdos en la que se quejaba
de la superficialidad y ostentación producidas por la expansión económica. Calzadilla
imaginaba un pasado demasiado armonioso frente a un presente excesivamente
conflictivo.
Los elementos del confort que tanto despertaban la atención (y la indignación) de los
nostálgicos eran, en verdad, parte del despliegue de elementos materiales y simbólicos
que no hacían más que mostrar los alcances de un proceso iniciado mucho antes, pero
que sólo por entonces mostró que había llegado para quedarse y en el que la economía
ocupó un papel crucial como fuerza dinamizadora de la modernidad.
133
CURA, ANA.
Así como se comerciaban los bienes y servicios de un lugar a otro, también los factores
de producción móviles (como el trabajo y el capital) fluyeron en el marco de esta
internacionalización económica. El movimiento, como resulta fácil de esperar, se dio
desde aquellos lugares en que estos factores eran abundantes hacia donde resultaban
escasos. La industrialización en las economías más dinámicas, por otro lado, produjo
excedentes de capital que, ante la disminución en la tasa de rentabilidad que la
saturación productiva generaba en sus propios mercados, estaban ansiosos por migrar
hacia donde se le ofreciera una ganancia mayor. La migración de trabajo y de capital
requería un cierto marco de orden político y jurídico en los lugares de recepción, que
protegiera vidas, propiedades y emprendimientos. En el caso de los países
independientes de América Latina, la formación de los Estados centrales (que puso fin a
las guerras civiles que siguieron a la independencia) brindó este contexto.
134
CURA, ANA.
escasos. Este orden finalmente llegó después de un largo proceso que comenzó a
gestarse con la batalla de Caseros, en 1852, y culminó en 1880, cuando las tropas del
gobierno central vencieron a la última rebelión provincial. En este proceso, el Estado en
formación comenzó a garantizar la seguridad jurídica, la propiedad privada y el
movimiento libre de capitales, con lo que llegaron las inversiones extranjeras y los
inmigrantes.
La ocupación del espacio pampeano por parte de los blancos se fue desplegando en el
tiempo a partir de una frontera que se desplazaba esporádica pero irreversiblemente
sobre el territorio indígena. El salto final se produjo con la Campaña del Desierto,
liderada por el general Julio A. Roca en 1879. En la década de 1880, con las campañas
en el Chaco y en la Patagonia, esta frontera terminó por desaparecer. La expulsión de
los indígenas, sin embargo, no significaba que las tierras entraran de inmediato en la
producción. A partir de la conquista se dio otro proceso más lento, el del avance de la
frontera productiva, que se desplegó durante varias décadas y alcanzó recién en la de
1920 el límite de su expansión.
El trabajo necesario para el proceso productivo fue provisto por la acción conjunta del
crecimiento demográfico, de las migraciones internas y, sobre todo, de la inmigración.
Para que esta última tuviera lugar operaron las malas condiciones de los superpoblados
países europeos y los incentivos que ofrecía la Argentina, básicamente una favorable
diferencia de salarios y las posibilidades de movilidad social que ofrecía un país nuevo.
135
CURA, ANA.
La gran mayoría de los capitales provenía de Gran Bretaña. Así como compraron los
primeros bonos del Estado, los ingleses también iban a invertir su capital en las vías de
transporte que la producción necesitaba para poder comercializarse y exportarse: los
ferrocarriles. La rentabilidad de las primeras inversiones ferroviarias extranjeras estuvo
garantizada (como los bonos) por el Estado que, durante la mayor parte del siglo XIX,
les aseguró una ganancia sobre el capital invertido. Como premio adicional, a algunas
empresas se les cedió una amplia extensión de tierra al costado de las vías, que éstas
transformaban en un negocio inmobiliario a partir de su venta. La garantía estatal tenía
como contrapartida su injerencia en la fijación de tarifas.
Si bien el grueso de la inversión ferroviaria fue realizada por los británicos, la primera
vía de tren la construyó el estado de Buenos Aires en 1857. Esta compañía, que fue
extendiendo sus ramales por la provincia, continuó siendo de propiedad estatal hasta
1890, año en que fue vendida después de un largo y controversial debate público y
legislativo. El debate dividió a quienes querían mantenerla dentro de la órbita del Estado
(y que esgrimían el argumento de su eficiencia y rentabilidad) frente a los que la veían
como un elemento disruptor de la iniciativa privada y estaban a favor de su venta. La
última posición, liderada por el presidente Miguel Juárez Celman, ganó y la empresa
terminó vendiéndose a los ingleses.
136
CURA, ANA.
Los británicos invirtieron, a la vez, en tierras, comercio y hasta industria. Pero fueron
los bonos del Estado y los ferrocarriles los que acapararon su atención. También
invirtieron otros países europeos, como Francia, Alemania, Bélgica e Italia. A principios
de siglo comenzaron a llegar capitales norteamericanos. En un principio, el grueso de
ellos se concentró en bonos estatales. A la vez, los norteamericanos invirtieron en una
operación más riesgosa: los frigoríficos. Estas empresas permitían el procesamiento de
vacunos con destino a la exportación, pero de unos animales que eran muy distintos de
los que habían poblado las pampas desde la época colonial.
A fines del siglo XIX comenzó a exportarse ganado vacuno en pie para su faena en el
lugar de consumo. Esta línea de exportación se desvaneció ante la invención del buque
frigorífico que, por la acción del frío, permitía transportar la carne conservada hasta los
mercados europeos. El principal comprador de carne argentina era Gran Bretaña. Esta
orientación hacia la venta externa transformó las razas bovinas utilizadas por los
productores. El vacuno criollo, flaco y con cuernos, fue reemplazado por animales
refinados, más apta para el consumo europeo. En un principio la carne se enviaba
refrigerada, resultado de un proceso con mucho nivel de frío que conservaba la frescura
del producto pero que, al descongelarse, le quitaba parte de su sabor y poder nutritivo.
El perfeccionamiento de las técnicas llevó al enfriado, por el cual la carne se mantenía a
un frío menor, pero lo suficiente como para cruzar el Atlántico y mantenerse más cerca
del sabor y las virtudes originales.
En los primeros años del siglo XX, la Argentina ya había delineado un perfil productivo
y exportador que continuaría por muchos años: cereales y carne con destino a los
mercados europeos. El número de productos que formaban el grueso de la exportación
(trigo, maíz, lino, carne vacuna y lana) no era alto. Pero la cantidad exportada era tal
que los ingresos provenientes del exterior diluían los efectos de la falta de
diversificación. Fueron las épocas en que la Argentina comenzó a ser llamada “el
granero del mundo” y en que su carne se convirtió, junto con su fama, en una verdadera
marca del país.
137
CURA, ANA.
La economía pampeana:
A principios del siglo XX, el escenario microeconómico del agro pampeano cambió
cuando buena parte de la producción cerealera comenzó a originarse en estancias,
establecimientos bien diferentes de las colonias. La estancia, gran extensión de tierra,
había caracterizado el paisaje pampeano desde la época colonial. Los cereales se
produjeron, sin embargo, en la “estancia mixta” (así llamada porque combinaba la
agricultura con la ganadería), un tipo de unidad productiva nueva, con una serie de
instalaciones y un manejo empresarial que la volvían diferente de la vieja estancia.
Los chacareros arrendaban la tierra por uno o dos años y, después de dejarla lista para el
engorde, se desplazaban a otra parcela que podía ser (o no) del mismo dueño. Este
sistema originaba un movimiento sobre el cual se ha discutido mucho. Para unos, era
una espada de Damocles que pesaba sobre las cabezas de estos arrendatarios, pues
dependían de la buena voluntad de los estancieros o de las compañías para poder
continuar cultivando. Para otros, era una estrategia que le permitía al chacarero con
escaso capital trabajar una mayor porción de tierra (que rondaba, en promedio, las 200
hectáreas), frente a la opción de ser dueño de sólo 50, como ocurría en las colonias.
Aunque sin ser propietarios de la tierra, los chacareros no eran el eslabón más bajo de la
estructura social del agro pampeano. Eran empresarios capitalistas en pequeña escala así
como empleadores de mano de obra que (como los colonos) necesitaban para tareas
agrícolas estacionales. Esta mano de obra era provista por peones. Esta descripción
somera, sin embargo, no puede llevar a pensar en un agro pampeano con grupo sociales
homogéneos; mientras algunos chacareros eran empresarios capitalistas en ascenso,
138
CURA, ANA.
otros llevaban un nivel de vida poco holgado, que no era tan diferente del de los
braceros.
139
CURA, ANA.
ferretería. Finalmente, a principios del siglo XX, la industria se desplegó con mayor
fuerza a partir de un nuevo aumento de la demanda, logrando (en algunos casos) la
producción estandarizada mediante el uso de máquinas modernas y aprovechando las
economías de escala. La expansión manufacturera pronto encontró serios límites para su
expansión en las dimensiones del mercado que demandaba sus productos.
Una situación diferente vivía la industria de la carne, no sólo por las ventajas de
exportar los artículos procesados frente a la de enviar ganado en pie, sino también por la
existencia de un mercado, sobre todo en Gran Bretaña, abierto para recibir el producto
de los frigoríficos.
Dada la complejidad del entramado social del agro pampeano, resulta sorprendente que
el conflicto social que tenía lugar en las ciudades no tuviera su correlato en el campo
(influido por el dinamismo y el furor capitalistas) y que el Grito de Alcorta haya sido
casi una excepción.
140
CURA, ANA.
Los mecanismos de financiamiento eran, asimismo, uno de los cuellos de botella a los
que se enfrentaba la producción agropecuaria. El sistema de créditos se basaba en la
prenda hipotecaria. El crédito hipotecario estaba, difundido a través de una serie de
bancos, potencialidad y los límites de la economía exportadora. A principios de la
década de 1880, el escenario bancario estaba largamente ocupado por el Banco de la
Provincia de Buenos Aires, de propiedad estatal, y caracterizado por una liberalidad
creciente en la concesión de créditos. Los beneficiarios eran tanto el sector ganadero
cuanto el comercial. El crecimiento económico de la década parecía justificar esta
estrategia liberal y llevó a la mayoría de los bancos privados a compartirla, haciendo
que la institución provincial estuviera lejos de la excepcionalidad.
En esta década otro banco de la provincia de Buenos Aires (el Hipotecario) ocupó un
papel destacado en el circuito de financiamiento agrario al oficiar de intermediario en la
cadena de crédito que tenía como inversores finales a los ahorristas británicos. Esta
cadena poseía como instrumento a las cédulas hipotecarias emitidas por el banco sobre
la garantía que ofrecía la propiedad de la tierra. A cambio del dinero, el deudor se
comprometía a pagar la amortización de capital más los intereses. La deuda estaba
contraída en pesos moneda nacional, un detalle que los inversores no tuvieron en cuenta
y que iban a lamentar; en efecto, las sucesivas devaluaciones de la moneda hacían que
su pago en pesos papel representara cada vez menos libras esterlinas. Los inversores
británicos terminaron perdiendo dinero. A partir de allí, esta emisión se haría en pesos
oro.
La pérdida de dinero por parte de los inversores británicos era posible porque en la
economía argentina se utilizaban dos monedas. Por un lado, los pesos papel o moneda
nacional, que variaban con la emisión local. Por el otro, se usaban los pesos oro, atados
a este metal que cambiaba por pautas internacionales. En la década del ochenta, los
pesos moneda nacional eran emitidos por el Estado. De esta manera se producía una
constante inflación.
Para fijar una relación estable entre ambas monedas se implantó, en 1881, un patrón
bimetálico, por el cual se respaldaba en oro y plata cada peso emitido localmente. Las
posibilidades de mantener este sistema (que exigía un alto nivel de reservas) no eran
muchas, por lo que en 1884, ante una pequeña crisis, se volvió a la “inconvertibilidad” o
“curso forzoso”, que obligaba a aceptar la moneda según su denominación pero sin
poder cambiarla libremente por oro (o plata). La relación inestable entre las dos
monedas favorecía a los exportadores, que obtenían sus ingresos en divisas extranjeras
(equivalentes a los pesos oro) mientras que solventaban sus costos en pesos papel que
se iban depreciando.
1887 Celman lanzó el proyecto de creación de los bancos garantidos cualquier banco
tendría la facultad de emitir moneda siempre que comprara bonos del gobierno nacional
que servirían como respaldo a esa emisión. La novedad estaba, en la extensión del
mismo como parte de un proyecto político de amplio alcance. Juárez Celman pretendía
quitarle poder a Buenos Aires y uno de los instrumentos que intentó utilizar fue el de
141
CURA, ANA.
concederle al resto de las provincias las mismas ventajas financieras. La ley de llevó a la
emisión descontrolada de dinero; unida a la concesión liberal de créditos que se estaba
produciendo, sentaron el terreno para que se desarrollara la crisis de 1890, que impactó
desfavorablemente sobre la actividad bancaria.
La crisis terminó con él. Muchos bancos privados y estatales, incluido el de la Provincia
de Buenos Aires, fueron a la quiebra. La reorganización de la red bancaria se llevó a
cabo a partir de las entidades privadas más conservadoras (que por ello habían podido
capear el temporal) y, sobre todo, del Banco de la Nación Argentina, y del Banco de la
Nación Argentina, institución creada en 1891. La creación de la nueva entidad implicó
un fenómeno de profundas consecuencias para un Estado central que ganaba poder al
llegar a manejar el sistema a través de la nacionalización de la oferta monetaria; el
control de la moneda resultó así una de las fibras que tejieron su entramado de poder a
costa del de las provincias.
El Banco de la Nación, según la idea del presidente Carlos Pellegrini, tendría una
política diferente de la del Banco Provincia, conservadora en cuanto a la concesión de
créditos y despolitizada a partir de una cláusula que impedía realizar adelantos al
Tesoro. El terror que infundió la crisis permitió que esta política se mantuviera. En la
década de 1890, el Banco de la Nación fue continuamente acusado de conservadurismo
por su renuencia a conceder créditos.
142
CURA, ANA.
El Banco de la Provincia de Buenos Aires muestra que esta crítica no dejaba de ser
cierta; su objetivo declarado era ayudar al campo, por lo que llenó la provincia de
sucursales que tenían que cumplir con este deseo. La ganadería, sin embargo, terminó
acaparando este activismo crediticio y dejó a la agricultura en una situación más
precaria.
El Estado puso en vigencia la ley cuando, en 1901, contó con las reservas suficientes
para hacerlo, inaugurando una década de estabilidad monetaria que duró hasta la
Primera Guerra Mundial, en que fue reimplantado el curso forzoso. La convertibilidad
quedó, entonces, como una aspiración para tiempos mejores; volvió por unos años en la
década del veinte, pero sólo para caer nuevamente frente a la crisis de 1929/1930.
Uno de los sectores que más pujaba por esta estabilidad era el comercio. Por un lado, la
moneda devaluada desfavorecía las importaciones, que se veían así afectadas frente a la
producción local. Por el otro, la inestabilidad afectaba el comercio interno, que incluía
la actividad minorista y la mayorista. El comercio minorista ejercía una influencia
considerable en la economía y en la sociedad; empleaba un gran número de personas,
mientras se desplegaba en cualquier sitio que contara con una cierta demanda. No
ocurrió lo mismo con el comercio mayorista que comenzó a cambiar con el surgimiento
de la producción local. Los mayoristas tendieron, entonces, a diversificar sus ofertas con
productos importados y nacionales, e incluso surgieron empresas solamente dedicadas a
los últimos. Aparecían nuevas especialidades.
A principios del siglo XX se consolidaron las grandes tiendas, empresas que contaban
con secciones especiales de venta y que combinaban el comercio con la producción.
Empleaban a varios centenares de empleados y obreros, y desarrollaban su actividad en
edificios de a varios pisos y en talleres donde confeccionaban sus propios productos,
especialmente los relacionados con la vestimenta y el mobiliario. Tenían una
comercialización dividida por secciones: calzado, juguetes, artículos de bazar, ropa
infantil, de señoras, masculina, de novias, de luto y así hasta abarcar un amplio universo
de bienes de consumo.
143
CURA, ANA.
que pudo emular con mayor éxito esta práctica comercial: las lujosas y espaciosas
“Tiendas La Favorita” estaban allí para mostrarlo. El resto de las ciudades contó con
establecimientos menores.
144
CURA, ANA.
colonos de la provincia de Santa Fe, que comenzaron a ser objeto de la seducción por
parte de las fábricas de Buenos Aires; más aún que los arrendatarios y aparceros del
corazón de la zona pampeana, cuya capacidad de ahorro parecía ser (por lo menos si
atendemos al fenómeno del consumo) menor. Siendo alta en las zonas agrícolas, la
demanda se hacía más visible y dinámica en las ciudades.
El toque de muerte para una gran parte de la rudimentaria manufactura del interior llegó
de la mano de las estrategias específicas que las fábricas de Buenos Aires realizaron
para conquistar el mercado nacional. A principios del siglo XX muchos productos
todavía enfrentaban mercados regionalmente segmentados. Una de las razones de la
segmentación era que ciertas áreas del interior tenían pautas de comercialización y de
consumo diferentes de las de la región pampeana. Este problema podía ser enfrentado
por las industrias porteñas a través de una estrategia comercial de empaquetamiento
145
CURA, ANA.
diferenciado que no implicara costos adicionales desmesurados. Más difícil fue vencer
las barreras de las calidades; el interior consumía (en términos generales) productos más
baratos y de tipo inferior a aquellos que demandaba la región pampeana. La industria de
Buenos Aires terminó por conquistarlo, creando productos de calidades más bajas y
comprando fábricas más pequeñas en el interior para convertirlas en sucursales o para
que salieran del mercado.
De una manera u otra, hacia la década de 1910, la mayor parte del país terminó por
formar parte de un mercado unificado de productos. Sólo quedaron fuera de tal mercado
algunas áreas por entonces marginales (como ocurría con ciertos espacios de la
Patagonia) que terminarían integrándose en las décadas siguientes. Mientras se formaba
como nacional, el mercado interno experimentó cambios paralelos relacionados con la
propia esfera del consumo.
La Revolución en el consumo:
El crecimiento del mercado interno fue tan meteórico como el de las exportaciones.
Considerado como producto total, en 1916 era nueve veces mayor que el de 1881, un
crecimiento excepcional para la época. Las cifras del aumento tenían que ver, en parte,
con la pequeñez de la economía argentina en 1880; si su tamaño en este año no llegaba
a la mitad de la brasileña, en 1916 la duplicaba. El crecimiento del producto total, era el
resultado de la confluencia, en proporciones similares, de dos fenómenos que se
potenciaron para aumentar la demanda: el crecimiento poblacional y del ingreso per
cápita (el primero explicaba un 55% y el segundo un 45% de la ampliación del
mercado).
La alta movilidad social de la Argentina, así como los continuos movimientos físicos de
la población, vuelve complicada la definición de grupos sociales, si el objetivo es
mostrarlos como estáticos y permanentes. Si la idea es describirlos como grupos
transitorios, heterogéneos y con límites difusos, en cambio, es posible y útil definirlos y
analizar sus comportamientos. Las clases altas desplegaban un consumo conspicuo que
incluía mayormente artículos importados; pero su número y su incidencia en el mercado
eran pequeños por lo que las clases medias y bajas conformaron el grueso de la
demanda nacional. Si bien consumían bienes importados, también demandaban muchos
146
CURA, ANA.
La clase media aumentó en número y en presencia a medida que crecían una economía
con efectos multiplicadores sobre las actividades secundarias y terciarias y un Estado
cada vez más dispendioso en sus gastos y sus capacidades de empleo. Fue creando un
espacio de consumo donde lo masivo. La clase baja entró de manera similar en la esfera
del consumo. La participación en el consumo de vastos sectores de la población, con la
jerarquización de una determinada distribución del ingreso, fue también una
característica de esta etapa.
La masificación del espacio encontró su mejor ejemplo en el papel cada vez más
importante que los lugares públicos ofrecían como sitios de convivencia simétrica,
donde asistían no sólo individuos de distintas clases sino que lo hacían de manera
indiferenciada.
La masificación del tiempo, por su parte, se desplegó en la concesión de créditos por las
empresas comerciales, desde las grandes tiendas (que abrieron carteras especiales a sus
clientes) hasta los pequeños negocios que vendieron sus mercancías en cuotas. A través
del crédito, el acceso a los productos se volvió más flexible e incluso logró que ciertos
bienes antes inalcanzables para la mayoría dejaran de serlo. La secularización del
espacio se tradujo en el surgimiento de lugares comerciales como suerte de versiones
del cielo en la tierra, una ilusión que había sido en los viejos tiempos uno de los
mayores encantos (y a la vez monopolio) de las iglesias. Las grandes tiendas se
volvieron el mejor ejemplo de la nueva tendencia.
Con la llegada de la sociedad de consumo masiva, todo terminó siendo un engranaje del
mercado. Quizás una de las mejores medidas para observar la profundidad de este
fenómeno sea el hecho de que las ceremonias más íntimas y privadas de la vida, como
los casamientos y los entierros, pasaron a ser realizadas por empresas comerciales.
147
CURA, ANA.
intentaban buscar algo en especial, fueron reemplazados por atractivas propagandas que
tenían la finalidad de captar la atención del lector general.
En los años previos, la Argentina había recibido una cantidad de capitales en forma de
préstamos al gobierno que, sumada a las divisas ingresadas por la creciente exportación
de lanas, llevaron a un aumento del consumo interno y de las importaciones que
entonces lo proveían. En esos años, las importaciones superaron largamente a las
exportaciones, con lo que se produjo un déficit en el balance comercial; pero esto no
implicaba un problema a corto plazo, porque había un superávit en la cuenta capital del
balance de pagos (los capitales que entraban, en efecto, eran mayores que los que
salían). Ante los primeros síntomas de desorden económico, las inversiones se
retrotrajeron, volvieron a sus lugares de origen (como sucede en todas las crisis) y
cambiaron el signo positivo de la cuenta capital. El problema, entonces, se tornó
insostenible porque ambas cuentas del balance de pagos se volvieron negativas. El
gobierno de Nicolás Avellaneda decidió enfrentar la crisis sin dejar de pagar la deuda
externa, el objetivo era mantener el buen nombre del país en el mercado financiero
internacional.
La idea era borrar de la mente de los inversores la imagen de una Argentina que no
pagaba sus deudas, para así lograr que el capital extranjero volviera (y se incrementara)
cuando la situación retornara a la normalidad. Avellaneda impuso un plan que incluía el
148
CURA, ANA.
aumento de los impuestos a las importaciones y un ajuste en los gastos del gobierno. La
caída en el consumo —por la interrupción en la llegada de capitales— se unió a las
tarifas más altas y al menor gasto público para producir un abrupto descenso en las
importaciones (que generó un superávit en el balance comercial) y un aumento en la
posibilidad del Estado (que recaudaba más y gastaba menos) para pagar la deuda.
Pero el país salió de ella sin esfuerzos profundos, y en la segunda mitad de la década
volvió el crecimiento económico. De nuevo se incrementaron el consumo y las
importaciones, lo cual llevó a un balance comercial desfavorable que se compensaba
con una cuenta capital de nuevo positiva por la llegada de préstamos extranjeros. La
Argentina se convirtió en el principal receptor de las inversiones de Gran Bretaña. En
medio de la política monetaria expansiva emprendida por Juárez Celman, a fines de la
década surgieron bancos sin respaldo a partir de la mencionada ley de bancos
garantidos. El veloz crecimiento económico pronto se conjugó con una especulación.
149
CURA, ANA.
El país, por entonces, parecía haber encontrado la fórmula mágica para el crecimiento
perpetuo: la coexistencia de saldos externos favorables en el balance comercial y la
cuenta capital. Una crisis internacional ocurrida en 1907 afectó poco a esta economía
pujante. Parte del crecimiento económico de la primera década del siglo XX se debió al
optimismo que la Argentina generaba en el largo plazo, más allá de la situación
coyuntural que vivían las exportaciones.
El ciclo dorado se vio interrumpido en 1913. Una crisis internacional, ocurrida a raíz de
la inseguridad que la guerra de los Balcanes despertaba entre los inversores, llevó
nuevamente a la Argentina a vivir los problemas del ciclo capitalista mundial. La caída
en las inversiones condujo a un efecto de rebote en la economía interna que afectó con
especial dureza a la construcción, uno de los sectores más dinámicos. La estructura que
el sector externo había adquirido llevó a que las soluciones encontradas fueran distintas
de las que habían tenido lugar para hacer frente a las tempestades de 1873 y 1890. No
fue necesario aplicar tarifas para disminuir las importaciones. De la Plaza se vio
obligado a declarar la inconvertibilidad de la moneda, ante el malestar mostrado en el
afectado sector financiero. La crisis puso a la banca privada en serios problemas, que se
agravaban porque los depositantes tendían a sacar sus ahorros y a dejarlos en algún
banco oficial.
Hay una creencia generalizada que considera que el papel del Estado en la economía
durante el período de auge exportador fue casi inexistente. Esta creencia, sin embargo,
está lejos de la realidad; si bien no existió un Estado intervencionista a la manera en que
la Argentina lo conoció más avanzado el siglo XX, la presencia estatal en la economía
fue tan significativa cuanto compleja.
El Estado promovió las primeras inversiones garantizando sus bonos y las ganancias de
las empresas ferroviarias privadas. Se involucró directamente a partir de la construcción
de la primera red de trenes. La intervención estatal se continuaba en el mercado
bancario. El papel clave que tuvo el Banco de la Provincia de Buenos Aires en los
orígenes del sistema continuó con el funcionamiento del Banco de la Nación Argentina
en la década del noventa.
150
CURA, ANA.
Los proyectos alternativos para imponer tributos a la riqueza, sin embargo, nunca fueron
seriamente considerados por el Estado. Detrás de esta elección puede verse (la presión
de los más ricos.
Uno de los resultados de la política fiscal argentina fue una inevitable protección a la
industria local. Esta protección, sin embargo, era selectiva y compleja. El porqué de que
ciertas industrias se protegían y otras no se debía a razones económicas, políticas,
ideológicas y hasta fortuitas.
Los ingresos del Estado nunca llegaban a cubrir sus gastos, por lo que el déficit fiscal
era moneda corriente. E1 agujero fiscal se cubría a partir de la emisión de deuda
pública. La emisión de deuda pública para solventar el creciente gasto público llevaba
con aumento en la tasa de interés del sistema y a una eventual caída en la tasa de
inversión del sector privado, generando el efecto de crowding-out (o expulsión).
La política económica, por otro lado, no podía llegar a definirse ni como librecambista
ni como intervencionista sino como una mezcla de pragmatismo y flexibilidad. Es que
fue en esa posición intermedia, con referencia a los rígidos modelos de las
interpretaciones sobre el desarrollo, donde la economía argentina encontró su difícil
equilibrio: entre el dinamismo externo y el interno, entre la pujanza de una región y el
estancamiento de la otra, entre la indefinición de políticas y el dogmatismo. Esta
característica, que llevaría a la Argentina de entonces a alejarse tanto de la evolución
que tenían otros países de América Latina así como de los Estados Unidos, fue la que
plasmó los éxitos y los límites de una etapa que los argentinos tienden a asociar con el
mejor momento de su vida económica.
Una especie en vías de extinción: Un tiempo en que la vida económica Argentina fue
liderada por los capitanes de la industria, un grupo de empresarios nacionales al que el
futuro parecía pertenecerle. El plan de convertibilidad y la apertura económica,
cambiaron radicalmente ese escenario y llevaron a un empequeñecimiento del
151
CURA, ANA.
Oscar Cornblit Presentaba a los industriales del período del auge agroexportador como
un grupo débil, en gran medida por estar compuesto por extranjeros, carente de poder
político que nada podía hacer contra los poderosos terratenientes que le controlaban. La
economía y el Estado Peña rechazó la búsqueda de una burguesía nacional
modernizada, por lo que otras corrientes de izquierdas obsesionaban. Se lanzó a un
desafiante de trabajo empírico y reflexivo, mostrando el funcionamiento de una
burguesía que se diversificaba en el agro, la industria, el comercio y las finanzas, tanto
como se ligaba al capital extranjero. La burguesía industrial Argentina no habría
evolucionado desde el siglo 19 al estilo de los países centrales, pasando de pequeños
talleres a la gran fábrica, creciendo autónomamente y oponiéndose a los intereses
agrarios. Peña sostenía que la burguesía industrial y la clase terrateniente habían
compartido sus intereses. Sábato avanzó, donde Peña se había detenido y mostró a una
clase dominante unificada desde los mismos comienzos de la Argentina moderna,
llevando el desafío de una perspectiva tan novedosa al límite todavía más amplio.
152
CURA, ANA.
en primer lugar, aquellos que tan solo fabricantes e importadores seguía la lógica
de los que estaban multiplicando sus, esfera de negocio, se redujera a dos
sectores. El industrial importador, que tenía un ojo puesto en la producción y el
otro en el comercio, procuraba el éxito de su empresa en un conjunto y no el de
un solo sector en particular.
La Argentina introducía del extranjero un largo camino que alcanzará en las décadas del
30 y 40 su transitoria culminación. En la Argentina el mercado parecía que solo podía
controlarse desde el propio comercio, por lo que los industriales amenazaban sobre el
mismo no para vender más de su propia producción, sino para iniciarse en un negocio
alternativo y complementario, como era el de la importación; En otras palabras, cómo se
diversificadas, pero no se integraba en la Argentina. El comercio avanzaba sobre la
producción. Otra asociaciones de importadores el Centro de Comercio, que ha sido
tradicionalmente considerada como la antítesis de la UIA en las luchas sobre
proteccionismo y librecambismo a fines del siglo, mostraba matices que no han sido
señaladas. El centro, estaba dirigido en el momento culminante. El aludió conflicto por
una comisión Directiva donde configuraban notorios industriales.
Esta altura, alguien podría preguntarse por qué existían asociaciones diferenciadas de
industriales e importadores. El medio de un contexto donde los intereses se
entremezclaban de tal manera. Su existencia, se debía a varias razones, de las cuales dos
me parecen especialmente relevantes:
153
CURA, ANA.
mala estrategia invertir parcialmente en, y no controlar totalmente como una de las
actividades económicas a las que se dedicaban.
Altas ganancias y alto nivel de reservas son las condiciones sine qua non para el
autofinanciamiento de una empresa, práctica que era moneda corriente en la industria
Argentina de la época. Las inversiones, Por otro lado, no escaseaban cuando era
necesaria para aumentar la capacidad productiva o reducir los costos. Por otro lado, la
política Empresaria respecto de la acumulación de reservas, era especialmente
conservadora. Años de ganancias excepcionales eran aprovechados para aumentar estos
fondos, mientras que cuando los beneficios eran malos, nos hacía uso de ellos para
compensar a los socios. Es que la industria tenía características propias que hacían a su
producción y que volvía muy difícil la aplicación del principio de máxima liquidez. La
alta rentabilidad industrial nos lleva a plantearnos porque la industria no trajo un más
capital y posibilitó que la Argentina tomará otro rumbo económico. La respuesta está,
en gran medida en un aspecto que Sábato no trató de profundizar: la demanda.
Como bien señala Hora, la trayectoria y evolución de los terratenientes, en tanto grupo
social, no se ha convertido, sino muy al pasar, en objeto de estudio, para una
historiografía que en los últimos tiempos, ha crecido en sofisticación y densidad. Más
allá de los tradicionales trabajos de Jacinto Oddone (La burguesía terrateniente
argentina; Buenos Aires, 1930), James Scobie (Revolución en las pampas. Historia
social del trigo argentino, 1860-1910, Buenos Aires, 1968), y Horacio Giberti (Historia
económica de la ganadería argentina, Buenos Aires, 1982), el tratamiento de esta
problemática, ha permanecido en la columna del debe, dentro de lo que podríamos
denominar, como una suerte de registro historiográfico. Será en esta dirección, que, Roy
Hora, intentará saldar esta cuestión, avanzando en la construcción de una historia de los
terratenientes pampeanos entre los años 1860 a 1945.
El autor de esta historia de los terratenientes (que dicho sea de paso, es una versión que
se basa en la tesis doctoral que el mismo presento en la Universidad de Oxford), se
propone enfatizar en el transcurso de su obra, aquellos aspectos que señalan la
mutabilidad del mundo de los grandes señores de la pampa, en oposición a la visión que
sostiene la inmutabilidad de dicho entorno a lo largo de casi un siglo de existencia.
154
CURA, ANA.
La obra de Roy Hora intenta tomar distancia de las concepciones que tienden a ver, en
los terratenientes, una clase poderosa y reaccionaria, que habría dominado los destinos
del país desde los tiempos coloniales hasta la emergencia del peronismo, como así
también, busca alejarse de las posiciones más recientes, que desestiman el papel central
desempeñado por los terratenientes en la historia argentina (Jorge Sábato, La clase
dominante en la Argentina moderna. Formación y características, Buenos Aires, 1991;
Jorge Schvarzer, Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina, Buenos Aires,
1991).
Del mismo modo, apunta el autor, aunque de una manera menos convincente, serán los
emprendimientos vinculados a la tierra, los que resultarán ser centrales a la
autopercepción de esta elite como un grupo superior y privilegiado. De aquí en más, el
problema toma otra dimensión, introduciéndonos en una serie de interrogantes que,
consideramos, el autor no logra despejar satisfactoriamente. El hecho de plantear su
oposición, a la visión historiográfica que observa en los terratenientes, la imagen de un
grupo estable, hace que, ante la presencia de un pequeño grupo de terratenientes, en los
que, efectivamente, se observa una actitud un tanto más emprendedora que la del resto
de sus colegas, el autor tienda a ser extensiva dicha actitud al conjunto de la clase
propietaria, adoptando una posición tan o más controversial que la sostenida por la
historiografía tradicional. De este modo, los atributos de algunos de los miembros de la
clase terrateniente, que Hora describe en su trabajo, y que, por cierto nos remiten a la
caracterización schumpeteriana del empresario innovador, son confusamente adquiridos
por el resto de los terratenientes. Este subgrupo, que Roy Hora nos presenta, en un tono
menos ideológico, si se quiere, como los estancieros progresistas, estaría conformado
por aquellos miembros que hicieron posible la emergencia de una conciencia
terrateniente y que a su vez habrían hallado expresión en torno a la Sociedad Rural
Argentina. Si bien, es innegable que durante esos años se produjeron grandes cambios
en el país, el modo en que emerge la denominada conciencia terrateniente que el autor
describe, no deja de aparecer como un tanto abstraída de lo que podríamos denominar
como, elementos imprescindibles para la materialización de aquella conciencia. Es
decir, para Hora, la conciencia terrateniente, surge como una respuesta necesaria ante
los cambios que se estaban produciendo en el espacio pampeano, y más aún, aquella
conciencia tendría una fecha exacta de nacimiento, señalada por la conformación de la
S.R.A, en el invierno de 1866.
Sin intención de detenernos en esta discusión, que en mucho superaría los términos en
que esta reseña ha sido pensada, el autor define en un sentido positivo la conciencia
terrateniente, como la expresión de un grupo de hombres - los estancieros progresistas-
que, además de poseer grandes extensiones de tierra, buscan la modernización de las
155
CURA, ANA.
prácticas agronómicas, impulsando más allá de toda división partidaria o de otra índole,
la construcción de una conciencia de clase entre el empresariado rural, en síntesis, su
ambicioso proyecto tenía por norte la creación de una organización política e ideológica
capaz de representar los intereses terratenientes, incrementar el poder del empresariado
rural y, al mismo tiempo, transformar a los estancieros en sujetos económicamente
dinámicos y políticamente más activos. Esta definición, positiva, que nos brinda Hora,
se opone a lo que podríamos denominar como una definición de tipo negativa,
construida en función de intereses contradictorios u opuestos entre distintos grupos
sociales. Sin embargo, Hora, nos pone al tanto de otra especificidad pampeana, a saber,
el espacio pampeano de aquellos años, se hallaba libre de conflictos sociales. Por lo
tanto, estos "estancieros progresistas", surgen como tales, a partir de una oposición intra
grupal y no entre grupos al modo del capitalismo clasista, ya que la diferencia intra
grupal radica en la forma, según la perspectiva de Hora, en que debe administrarse una
estancia y en la posesión o no, de destrezas intelectuales y empresariales que serían
poco comunes entre sus colegas, diríamos entonces, toda una suerte de intelectuales
orgánicos y/o vanguardia intelectual autóctona.
Este punto se nos presenta como central, ya que, de la definición del mismo, el trabajo
comienza a tomar forma, incorporando al análisis de los terratenientes otros rasgos y
elementos, como el surgimiento en las últimas décadas del siglo XIX, en Argentina, de
formas de acción política clasista, que se expresan en la aparición de dos partidos
organizados sobre la base de principios de clase (la Unión Provincial y Defensa Rural),
y más en general, la relación entre clase terrateniente y orden político oligárquico.
156
CURA, ANA.
En el tercer capítulo, Hora estudia algunos desarrollos políticos que indican el nuevo
estatus alcanzado por la clase terrateniente. Para el cambio de siglo, por primera vez en
Argentina, afirma el autor, encontramos formas de acción política clasista entre los
grandes propietarios. En este apartado analiza la aparición de dos partidos organizados
sobre la base de principios de clase, y más en general, la relación entre clase
terrateniente y orden político oligárquico. También examina la reacción de los
terratenientes frente a la emergencia de la industria doméstica y de la política
proteccionista, de la que algún segmento de la actividad manufacturera dependía.
Por último, en el capítulo quinto, el autor estudia las reacciones de los terratenientes al
nuevo clima surgido tras el desencadenamiento de la gran depresión. Sugiere que los
grandes estancieros (como en general todos los productores rurales), se vieron
hondamente afectados por la crisis. En esos años, por otra parte, las críticas a la gran
propiedad terrateniente alcanzaron una intensidad inusitada. Durante la década que
precedió al peronismo, la crisis agraria y el proceso de expansión industrial, se
combinaron para impulsar cambios fundamentales en la estructura de clases de la
157
CURA, ANA.
República, que hicieron que para comienzo de la década de 1940, los magnates
territoriales de la pampa, ya no se encontraran en la cúspide de la elite económica.
En síntesis, el trabajo de Roy Hora, nos invita de una manera erudita, a interesarnos en
la problemática de un grupo social de indudable trascendencia para la comprensión de
un capítulo decisivo de nuestra historia nacional. Fundamentado sobre una amplia base
empírica que reconoce un atento examen, la obra de este historiador, viene a saldar una
vieja deuda pendiente por nuestra historiografía vernácula.
Distintos autores han sostenido que los grandes terratenientes pampeanos, el Grupo
Social de mayor poder e influencia en la Argentina de los portadora, sistemáticamente
demostrar un escaso interés coma sin hostilidad, hacia el desarrollo de la industria. La
política económica en el período anterior a la década de 1930 habría resultado
indiferente o declaradamente hostil al desarrollo humano facturó, salvo en aquellos
casos en que éste se vincula a la exportación de bienes de origen rural. Como sugeriría
Adolfo Dorfman en su estudio pionero sobre la industria Argentina, las décadas del
cambio del siglo dieron lugar a las más enconadas luchas entre los defensores y
detractores del proteccionismo de todo el período de expansión agrario. Los industriales
del cambio de siglo no carecían de poder político. No fueron los industriales sino los
terratenientes quienes reaccionaron con mayor demencia contra el orden político
finisecular, a punto tal que diversos voceros de este sector invitaron a sus padres a crear
partidos librecambistas.
158
CURA, ANA.
1898,1 ley de compre nacional dio prioridad a las industriales locales en la adquisición
de pertrechos militares.
Aun cuando los obstáculos a la libre circulación de mercaderías entonces menos severas
que después de 1930, la economía internacional no carecía de barreras al intercambio,
que Por otra parte se encontraba en avance. La lana como principal producto de
exportación de la República, iba dirigida fundamentalmente a los mercados de Francia,
Alemania y Bélgica. Al tratarse la ley de aduanas, tanto la sociedad rural como la Liga
agraria volvieron hacer sentir su presión como reclamando una reducción de las tarifas.
La denuncia del proteccionismo encontró gran eco. Fue porque entonces la economía
rural atravesaba un período difícil, que volvió a los propietarios rurales más sensibles a
los problemas del sector. La cotización de la lana cayeron a la mitad entre 1890-1893, y
los precios de los granos también bajaron y no se recuperaron hasta mediados de la
década, a pesar de la crisis, la expansión del mercado urbano del litoral, que se verificó
en estas décadas, contribuyó a sostener la demanda de productos agroindustriales del
interior como el azúcar y el vino. Por si todo esto fuera poco, la crisis del 90 contrajo el
crédito y una gran sequía, la más severa en 30 años, desato la campaña Buenos Aires y
en 1893-1894. En este contexto de crisis, la inquietud de los hacendados ante la
amenaza del impuesto al tasajo, y, de modo más general, a los temores frente a la
posibilidad de represalias comerciales, dieron impulso a una campaña de librecambista
que encontró eco en diversos medios de prensa. En la década de 1890 dio lugar a la
159
CURA, ANA.
Las provincias del interior mostraban un paisaje político y productivo bien distinto. Ni
siquiera cuando el poder del radicalismo y el mismo se encontraba en su cenit, la
política logró conmover el dominio que el PAN ejercía sobre la vida política de esta otra
Argentina. En el interior como a las ventajas derivadas de la gran expansión
exportadora, que estaba rehaciendo el litoral, resultaba más tenue. Las élites del interior
nunca rechazaron la expansión de la economía exportadora. Lo que las oligarquías del
interior reclamaban era asociarse a la prosperidad de la economía de exportación.
Impulsaron la construcción de una red de transporte que conectará el interior con el
litoral cuando los trazos gruesos de esta red estuvieron teñidos en la década del 1890, lo
que restaba por hacer era garantizar el desemboque de sus productos regionales en los
prósperos mercados litorales, el instrumento privilegiado para lograr tal fin era la
protección aduanera.
160
CURA, ANA.
Varias son las razones que explican por qué los temores que los terratenientes
manifestaron hacia fines de los años 90 dieron lugar a una evaluación menos hostil
acerca de lo que el desarrollo industrial implicaba para la producción exportable. El
primero, y más importante, se vincula a la gradual de atenuación de las amenazas de una
guerra de tarifas con el paso de los años, La Argentina es el torno menos vulnerable a
las presiones externas. En los últimos años del siglo 19, las pampas asistieron a un
formidable boom exportador que se prolongó hasta comienzos de la década de 1910,
impulsado por nuevos productores que ampliaron la lista de los bienes de exportación
tradicionales, entre los que destacan los granos y las carnes refinadas. Los nuevos
bienes exportados se orientaban crecientemente, no sé, los mercados protegidos de
Europa continental, sino hacia la librecambista Gran Bretaña. Para comienzos del siglo
20 las exportaciones argentinas se convirtieron, junto con las mexicanas, en las más
diversificadas, América Latina, tanto por la variedad de bienes exportados como por su
destino final.
Es cierto que el aumento del costo de los bienes de consumo popular determinados por
las tarifas aduaneras iniciadas sobre los niveles salariales, rurales y urbanos, y afectaba
al precio de los productos de exportación. En 1894, cuando la campaña de
librecambistas estaba en su apogeo, el órgano vocero de los industriales señalaba que
todavía ninguno de estos aficionados al cambio y a lo novedoso, ha descendido el
terreno práctico y examinado por donde ha de prorrumpir el fisco nacional para sacar a
la renta inmersa, colosal, que exige las deudas acumuladas, ni se puede acudir al terreno
escabroso de los impuestos directos sin destruir el sistema federal.
161
CURA, ANA.
Para fines de la década, advirtió con claridad que no existen amenazas a un pan que se
mostraba renovado y fortalecido en las elecciones presidenciales de 1898. El
autonomismo solo debió enfrentar una oposición nominal. Roca volvió a ocupar la
primera magistratura. Es necesario enfatizar que no se trataba solo de que los
propietarios rurales habían cambiado su visión sobre el líder del PAN. El propio roca
también se mostró dispuesto a ganarse el favor y el apoyo de este grupo social. El nuevo
Presidente impulsó una reforma de la Constitución que aumentó el número de ministros
y otorgó al Departamento de Agricultura rango ministerial. Al inaugurar las sesiones
parlamentarias de 1899, roca se comprometió a no impulsar la política proteccionista.
Los argumentos de dirimidos para sostener esta postura seguramente sonarán bien en los
oídos de los estancieros, pues coincidían con lo que los voceros ruralistas habían estado
sostenidos en años anteriores.
Conclusiones: durante las últimas dos décadas del siglo 19, la Argentina asistió a la
emergencia de un sector industrial moderno de ciertas proporciones, y de políticas que,
además de atender problemas fiscales, estaba orientada a favorecer su crecimiento. En el
atraso interior del país, el mismo encontraba defensores decididos entre las oligarquías
162
CURA, ANA.
provinciales, que aspiraban a proveer el gran mercado del litoral con su producción
regional, vinculándose de este modo a los beneficios que la economía de exportación
volcaba sobre las áreas más prósperas del país. Sí, algo faltó la Argentina
Agroexportadora no fue un partido industrialista, sino, En todo caso, un partido
librecambista.
163
CURA, ANA.
Los autores que nos permitirán arribar este análisis desarrollan aportes sumamente
interesantes. Tendientes a la problematización, indagan en este periodo sobre diferentes
cuestiones que, o bien tuvo un tratamiento superfluo por la historiografía heredera, o
que, como ya se mencionó más arriba, son objeto de discusión. De todas formas, queda
más que claro que con Fernando Rocchi (1996; 2000; 2008); Pablo Gerchunoff, Gastón
Rossi (2008) y Roy Hora (2000) nos adentramos a un periodo mucho más complejo, así
como interesante.
164
CURA, ANA.
para que el país resultase un gran polo de atracción para el capital extranjero era lo
primero en la agenda política. Pero vayamos por partes.
Es entre 1880 y 1916 que se da el auge exportador argentino. El mismo “fue parte
de un proceso de internacionalización del intercambio comercial que se aceleró a
fines del siglo XIX con el desarrollo del capitalismo industrial” (Rocchi, 2000, p.20).
Ahora, para que toda esta maquinaria productiva se pusiera en marcha era necesario
dos cosas: inversión de capital extranjero y un sistema de comunicación y de transporte.
En efecto, el gran problema que enfrentaron los dirigentes en ese entonces era la escasa
inversión de capital extranjero puesto que, a ojos externos, no había confianza en el país
ni en la rentabilidad del sistema. Lo que explicaría por qué hacia vísperas de la crisis de
1885 hubiera tanto optimismo en el progreso y que los inversores extranjeros
percibieran más rico al país a tal punto de seguir apostando por él pese a que el
rendimiento de los bonos argentinos cayeran y que la oferta de crédito superara la
demanda (Gerchunoff, et.al., 2000).
Como se dijo, se necesitaba de cierto marco de orden político y jurídico que garantizara
a los migrantes seguridad y ganancias, Rocchi (2000) nos va a decir que el que brindó
ese contexto fue el Estado. La venta de las tierras conquistadas fue un negocio
importante16 puesto que las medidas optadas por el gobierno para atraer inversores
fueron mediante la venta de bonos de gobierno con alta tasa de interés y con garantía de
pago. Esta medida dotó al gobierno de seguridad y le permitió financiar(se) en lo
referido al aparato militar, burocrático; la construcción de obras públicas y sistema de
transportes y comunicación, y hasta para subsidiar a aliados provinciales 17. En este
sentido, el principal inversor fue Gran Bretaña, pero no el único18.
16
De hecho, como bien se había visto, fue así como se había financiado la Campaña de la Conquista del Desierto de
Roca, que según Valko, respondía a intereses netamente económicos y nada tenía que ver con el discurso de la
época sobre una “amenaza a la propiedad privada y a la integridad nacional misma”.
17
Se puede traer a Oszlak y profundizar esta cuestión puesto que el Estado en construcción, logró, a partir del doble
movimiento de fronteras, sortear las dificultades que presentaba para su conformación mediante uno de los
mecanismos de penetración estatal importantes: el material. En este sentido, mediante la construcción de la
infraestructura necesaria para llevar a cabo su empresa agroexportadora, acentuó las bases materiales para su
dominio efectivo dentro de un territorio delimitado, al mismo tiempo que fijaba su soberanía estatal (Oszlak, 1982).
18
En el mismo texto Rocchi habla de la importancia del capital estadounidense para el rubro de los frigoríficos
porque fue con sus innovaciones que ese rubro se catapultó a primer plano en las exportaciones a Gran Bretaña. Y
que no fue casualidad, nos dirá Valko, que uno de los primeros buques frigoríficos llegase el mismo año que se inició
esta campaña.
165
CURA, ANA.
Los ingleses tenían el monopolio de los ferrocarriles. Su rentabilidad sobre los mismos
estaba asegurada puesto que el Estado prometía a estos inversores una ganancia del siete
por ciento sobre el capital invertido más un plus, que era la venta de tierras a los
costados de dónde se construirían las vías ferroviarias. Otros inversores en este sector
provenían de Francia. No obstante, el Estado mismo construyó vías en aquellos lugares
donde el sector privado no pisaba, hablamos del noroeste del país, en la región chaqueña
y la Patagonia. Este proceso de construcción lo podemos situar entre la década de 1880
que fue cuando hubo un crecimiento sostenido de las inversiones ferroviarias, hasta
1916 que fue cuando la expansión de este sector se desaceleró y se estancó debido a que
se había llegado a los límites de la frontera productiva rentable.
Esta política tuvo sus frutos, pero hasta cierto punto puesto que, como argumenta
Rocchi “cuando resultó evidente que esas condiciones [de seguridad suficientemente
firmes] existían (y que, además, permitían altas ganancias), las compañías británicas
prefirieron desestimar la garantía con el fin de quitarse de encima la intrusión estatal y
afrontar los riesgos del mercado” (Rocchi, 2000, p.24). Los ferrocarriles fueron
fundamentales para hacer que el país se convirtiera en un exportador de cereales y
carnes a gran escala. Su construcción impulsó, como efecto multiplicador, la producción
de cereales. Esto era así porque la empresa al obtener tierras como “premios” a los
bordes de sus ferrocarriles, las parcelaban y las vendían entre los colonos. Esto llevó a
que se formaron las colonias de inmigrantes, del cual se profundizará más adelante.
166
CURA, ANA.
19
OSZLAK.
20
Oszlak.
167
CURA, ANA.
Roca, ante la hegemonía del Banco Provincia, intentó establecer una autoridad nacional
sobre este. Sería luego de la Crisis del Progreso, últimos años del siglo XIX, que se
lograría con la creación de un nuevo Banco Nación en 189122 durante la breve
presidencia de Pellegrini (Rocchi, 2000). Esto le daría al Estado un mayor poder al ser
la principal institución financiera y por nacionalizar la oferta monetaria con el control
de la moneda. Esto haría, también, que ganara más poder a costa de las provincias. Las
políticas de esta entidad, luego de ser sumamente liberales en cuanto a la gran cantidad
de concesiones- se tornarían conservadoras al casi no dar créditos.
Otra de las cuestiones que tenía que resolver Roca si quería consolidar su política
centralista era imponer una moneda nacional. Roca como presidente pretendía tener el
monopolio de la emisión monetaria en manos de un banco del Estado. En esta línea se
estableció, a fines de noviembre, el Peso Oro Sellado con el objetivo de unificar el
sistema monetario en el país, reemplazando el Peso Fuerte.
Pero para alcanzar del todo su objetivo, en su afán por capitalizar y estatizar el Banco
Nación, lanzó una serie de ofensivas a la provincia que terminaron por socavarla. Una
de ellas, sostienen los autores de Desorden y progreso, fue la de cancelar la deuda que
había contraído con la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Sarmiento 23
que tuvo como consecuencia que el peso papel del Banco Provincia se convirtiera en
moneda de curso legal y que el Banco Nación no pudiera emitir dinero hasta devolver lo
que debía. Pero si en algo Buenos Aires le sacaba ventaja al gobierno nacional, era su
posición privilegiada en cuanto al fisco y los mercados de capital. En efecto, “mientras
Roca había avanzado con su Banco Naciónal hasta empantanarse en la crisis, la
provincia de Buenos Aires contraatacaba no sólo con empréstitos colocados fuera del
país sino con cédulas hipotecarias colocadas fronteras adentro…” (Gerchunoff, et.al.
p.66-67). Esto se entiende porque las cédulas hipotecarias fueron la carta fuerte de
Buenos Aires. El Banco Hipotecario era el mediador en la cadena de créditos con los
ahorristas británicos que veían la riqueza geográfica de Buenos Aires con muy buenos
ojos. Esto explica por qué pese, a la “apuñalada trapera” lanzada por el gobierno para
correrlo del ámbito capitalino tras una ley que establecía la creación del Banco
21
Rock, 2006, cap. 3.
22
Ya que el primero sucumbió ante la crisis de 1890
23
En donde el primero lo ayudase con una deuda que había contraído con la Casa Murrieta.
168
CURA, ANA.
Hipotecario Nacional, y que lo ponía como el único capaz de conceder cédulas sobre
propiedades situadas en la capital y en los territorios nacionales; Buenos Aires
concentrara la mayor parte de cédulas otorgadas por el gobierno. Tenía que ver
justamente con que, al ser una región sumamente rica, lo volvía sumamente rentable.
Por lo que, “el magnetismo de la riqueza atraía el crédito” (Gerchunoff, et.al. p.90).
Pero por más ataques y contraataques que pudieran desarrollarse a nivel político y
jurídico, todo se encrudecía en épocas de crisis. En efecto, la Argentina asistió a crisis
económicas a lo largo del periodo. Y si bien creció con su inserción en el
capitalismo mundial, también quedaría sujeta a los vaivenes de esta. Es así que a
las crisis de 1866 (caída de las exportaciones de lana) y tras la Gran Depresión de
1973, le siguieron crisis como las de 1885, 1890, 1897 y 1913. Dos de ellas resultan
de gran importancia para los fines de este trabajo: la crisis de 1885 y la de 1890.
Con la crisis de 1885, Roca perdió popularidad y consigo las elecciones. Su sucesor,
Juárez Celman, con su política de desarrollismo provinciano, agravaría el
panorama político y económico del país hasta conducirlo al Pánico de 1890.
169
CURA, ANA.
Tal era el optimismo que reinaba aquella época que se seguía creyendo que todo iba a
estar bien pese a que el rendimiento de los bonos argentinos cayera y pese a que la
oferta de crédito superara la demanda. Esto se evidencia en 1885 cuando el país
participaba con un 35 por ciento del capital británico invertido en América Latina. En
otras palabras, “Argentina se estaba convirtiendo en un destino más confiable para las
inversiones porque se la percibía más rica” (Gerchunoff, et. al., p. 81). En este sentido,
Rocchi sostiene lo mismo en su otro libro, sobre que era necesario la confianza y la
rentabilidad del país para atraer a los inversores de capital. Esto estaba en falta desde
hacía décadas.
Es con la ley de los Bancos Garantidos de 1877 que se termina el monopolio monetario
roquista. Esta se hizo con el fin de nivelar la circulación monetaria que sufría un
desconcierto por las emisiones locales de las provincias estableciendo que cualquier
banco emitiera billetes con la condición de realizar un depósito en oro en el tesoro
nacional, por el cual recibiera una determinada cantidad de bonos públicos. O, en otros
términos, se creía que iba a servir para “debilitar el concubinato entre el gobierno
nacional y el Banco Nacional”. Esto último es lo que hizo que los legisladores
provinciales estuvieran a favor de la ley, sobre todo los de Buenos Aires, porque con
esto tenían la esperanza de que el Provincia volviera a las carreras (Gerchunnof, et. al.
2008).
Los autores de “Desorden y progreso” sostienen que las provincias con potencial de
progreso (Santa Fe y Córdoba, por ejemplo) podían salir bien paradas del experimento,
“pero no las provincias sumidas en la pobreza. Ellas no emergían de su postración
ancestral con emisión de moneda, porque era la riqueza que llamaba a la moneda y
riqueza era lo que les faltaba” (Gerchunoff, et.al., 2008, p.83).
En este sentido, Rocchi en su otro trabajo resume que se debió al elevado espíritu
especulativo conforme crecía la economía y que dio como resultado en una
desconfianza a nivel general. Pero como se desarrolla en el libro que hace con los otros
dos autores, esa desconfianza originada en Gran Bretaña, devino después de que se
recobrara y que adoptara una postura más conservadora, que, a su vez, también
acrecentó las dudas que Argentina comenzaba a despertar ante la inflación de bienes,
170
CURA, ANA.
Rock apunta en esta línea, pero da a entender que el abuso de la ley por parte de las
provincias fue uno de los causantes de la crisis, al ignorar las reglas sobre los depósitos
en oro. También argumenta que dicha especulación y optimismo se debía a se creía que
era cuestión de tiempo para que la economía creciera por lo que se invertía, se gastaba y
se endeudaba con unas esperanzas falsas. Para este autor, es hacia mediados de 1888
que comienzan a verse las primeras señales de la crisis debido a la creciente
especulación, falta de dinero, quiebre de algún que otro banco y depreciación de la
moneda frente a la prima de oro y la creciente emisión del papel moneda. Continúa
diciendo que para el año siguiente ya era evidente los abusos de la ley bancaria y la
riesgosa situación que enfrentaba el gobierno: las gobernaciones provinciales obtenían
bonos del poder central para crear bancos y emitir más papel moneda, pero solicitaban
oro a Europa para pagarle, generando un incremento de la deuda externa. Afirma que el
gobierno se arriesgaba constantemente para sanear la deuda pública y externa, lo que
resolvía con un incremento de la emisión que a su vez ocasionaba la depreciación de la
moneda, aumentando los alquileres e insumos, pero no los salarios reales de los
trabajadores. El papel moneda se convertía en deudas en oro y se recaudaba las rentas
en moneda corriente, hasta se llegó a emitir sin respaldo en oro. Para 1899, las reservas
se habían terminado. Es en diciembre de dicho año que colapsa la economía.
171
CURA, ANA.
A la hora de pensar en los impactos que tuvieron en los actores de los diferentes
sectores productivos, Roy Hora nos invita a un análisis interesante sobre la posición que
tuvieron los productores rurales, estancieros y terratenientes sobre el proteccionismo
como medida económica para fomentar el sector industrial. Para él la relación que
tenían estos con el sector ligado a la agroexportación no era ni armoniosa ni conflictiva.
Catalogarla de una forma u otra, nos da a entender a lo largo de sus páginas, es
simplificar algo que por esencia es complejo.
Es con las medidas tomadas por Pellegrini- tras la renuncia de Celman- para afrontar la
crisis del progreso que se generó un gran descontento por parte del sector rural. Entre
estas medidas estaba la elevación de las tarifas aduaneras que eran con el fin de
incrementar el ingreso en el fisco, así como generar un saldo positivo en la balanza
fiscal. Es con esta crisis que se despertó una reacción librecambista, o
antiproteccionista, suscitada [sobre todo] dentro de la misma fuerza gobernante.
Es con esta crisis, también, que se dieron las condiciones favorables para el crecimiento
industrial, al fomentar la industria doméstica ante la disminución de las importaciones.
También la expansión agraria creó condiciones favorables.
Roy Hora sostiene que durante esta crisis los empresarios rurales no creían que se
trataba por la competencia que las industrias que tenían con las extranjeras, sino que el
temor radicaba en las posibles medidas proteccionistas de los países a los que
destinaban sus exportaciones. Es por eso que pedían la reducción de tarifas aduaneras.
En otras palabras, “si la denuncia del proteccionismo encontró gran eco fue porque
entonces la economía rural atravesaba un periodo difícil, que volvió a los
propietarios rurales más sensibles a los problemas del sector” (Hora, 2000, p. 474).
El miedo no era hacia el sector industrial, sino que radicaba en la crisis económica
general- la Gran Depresión de 1873- que obligaba a los principales mercados de
argentina a adoptar políticas proteccionistas. Y mucho peor iba a hacer si el propio
gobierno las adoptaba también, porque le temían a una “guerra de tarifas”.
Dicho en términos diferentes a los del autor, era evidente que el empresariado rural se
hallaba embobado por el mercado externo, principal fruto de sus ganancias, por lo que
eran los que más sufrían sus vaivenes.
Otra de las cuestiones claves que desarrolla el autor es que, como en el caso de Rocchi
(2000), el Estado lejos estuvo de tener un papel de laissez-faire puesto que protegía
selectivamente al sector industrial. Esto se debía, no por ser industrialista, sino porque
172
CURA, ANA.
en su afán de atrapar a todos los sectores, los favorecía protegiendo ciertos productos
regionales: el azúcar y el vino.
Rocchi a la hora de hablarnos sobre la tesis de Jorge. F Sábato nos acerca a una idea de
cómo era la relación de los empresarios industriales con los diferentes sectores, así
como su papel en el desarrollo económico. No se trató de un antagonismo de
terratenientes enfrentados a empresarios industriales débiles (Rocchi, 1996) porque que
la industria estuviera desarticulada no era sinónimo de que estuviera subordinada. Es ahí
que retoma la figura del empresario industrial-importador como un contraejemplo.
Adhiere a la tesis de Sábato en este sentido. Es más, si nos retrotraemos al trabajo que
estuvo presente a lo largo y ancho de este trabajo, Rocchi (2000) nos dice que
“la complicada política tarifaria se explica tanto por las complejidades del Estado
cuanto de los mismos empresarios industriales […]. En realidad, la mayoría de estos
también eran importadores […] estos empresarios industriales no iban a presionar por
una política librecambrista general (porque afectaba lo que producían), pero tampoco
por una completamente proteccionista (que dañaba lo que importaban)” (p.63).
Y es por eso que esta política fiscal a la que hacía referencia era de “protección
selectiva”. El objetivo era la diversificación de la industria para afrontar mejor el riesgo
puesto que “el mercado parecía que solo podía controlarse desde el propio comercio por
lo que los industriales avanzaban sobre el mismo no para vender más de su propia
producción sino para iniciarse en un negocio alternativo y complementario como lo era
el de la importación [donde] se diversificaban, pero no se integraban” (Rocchi, 1996, p.
8).
Otra de las cuestiones en las que concuerda con Sábato es en la ausencia de conflictos
sectoriales por la influencia que estos empresarios ejercían en la Unión Industrial
Argentina, además porque a esta tampoco le presentaba algún problema. Pero sobre
todo porque no todos los industriales eran importadores ni viceversa, por lo que era
necesario mantener un espacio para que se movieran en un sector.
Es por eso que este sector no se mostraba reacio ante las políticas estatales puesto que
siempre sus demandas eran escuchadas. Pero a la hora de hablar de la reacción
suscitada, este sector era el amortiguador de la movilización popular contra la
protección aduanera en el que la población trabajadora en su papel de productora,
buscaba proteger su trabajo. En este sentido, siguiendo a este autor, el mercado regional
estaba segmentado porque sus pautas de consumo eran diferentes a la de la región
pampeana (se consumía menos y más barato). El único freno que tenía Buenos Aires, en
su intento por monopolizar el mercado nacional, en este sentido, eran estas
producciones protegidas por el Estado. Pero eso no la detuvo, porque fue conquistando
al interior produciendo y vendiendo productos más baratos y de menor calidad. Mas
aún, para 1910, el mercado se unificó bajo su hegemonía.
Roy Hora también expone la postura de la Sociedad Rural Argentina ante esta cuestión
y dice que, si no tomó la dirección de esta “reacción” librecambista, fue por el simple
173
CURA, ANA.
En cuanto a la industria, tanto Rocchi como Hora sostienen que esta era de producción
limitada porque su principal freno era el mercado interno que sus bienes de consumo
doméstico no eran competitivos a escala internacional, es más, ni siquiera podían
competir con el porteño. Esta se desarrolló como un doble movimiento de protección
arancelaria y aumento de la demanda agregada. Siguiendo esta línea, Rocchi se aleja de
la tesis de Sábato cuando este sostiene que estos ocasionaron una política inestable. La
raíz del problema estuvo en la estrategia de la clase dominante de evitar inversiones a
largo plazo, lo que reducía las posibilidades de desarrollo porque se apropiaban del
capital líquido. Rocchi le discutirá argumentando que la política empresaria respecto de
la acumulación de reservas era especialmente conservadora porque ante la inestabilidad,
tendían a guardar la ganancia como una garantía de seguro. Es por eso que “la
inestabilidad no solo no llevaba a la liquidez, sino que incentivaba este
conservadurismo” (Rocchi, 1996, p.13). Y agrega que si la industria no atrajo más
capital esto es, como se había advertido antes, porque el mercado interno era su
principal freno.
Roy Hora concluye que tras la recuperación del sector agroexportador y su prosperidad
para inicios de siglo, con las amenazas de algún impuesto aduanero desaparecidas, tanto
el sector terrateniente como el de los estancieros habían llegado a la conclusión de que
un cierto grado de protección y de desarrollo industrial no era una amenaza para ellos
porque los productos protegidos escapaban de su esfera de producción.
Si nos centramos en el consumo interno, durante esta época se produjo una revolución
en el consumo masivo. El crecimiento del mercado interno fue tan rápido como el de las
exportaciones, se multiplicó nueve veces desde 1880. El crecimiento del producto total
se debía al aumento poblacional- que se triplicó- y al crecimiento del ingreso per cápita.
Esto hizo que la sociedad se volviera consumidora masiva. Con ello cambiaron las
174
CURA, ANA.
Había una alta movilidad social y física, donde los grupos eran heterogéneos,
transitorios y con límites difusos. En ella se consolidaron las clases medias y bajas, que
eran el grueso de la demanda nacional. La clase media estaba ligada a las actividades
secundarias y primarias.
Lo que hay que tener en cuenta que esto se hizo visible en las grandes ciudades
pampeanas y más ligadas a la economía agroexportadora. ¿Y en aquellas zonas que no
lo estaban? Argentina no estaba conformada únicamente por la región pampeana ni toda
la población se hallaba concentrada en Buenos Aires y la Campaña. A lo largo de todo
el trabajo se pudo ver que, a la hora de hablar de economía y de política económica es
evidente que en ningún momento se mencionó a los sectores medios y bajos como
sujetos que tenían poder de decisión política. En esta línea y en base a lo visto en la
cátedra, podríamos agregar las preguntas ¿qué costos tuvo el progreso? ¿a quiénes les
costó el progreso? Escenario de disputas en un gobierno que concentraba todo el poder
político y económico, enfocando la vista a Europa, se quedaron ciegos ante el país que
tanto se jactaban de amar y defender. Porque al fin y al cabo ¿no era más importante la
imagen de Argentina ante el mundo y el no deber nada a nadie? En este sentido, como
ya se vio en la cátedra, el costo del progreso lo pagaron los sectores populares, aquellas
que mientras más alejadas estuviesen del centro del progreso, más lo iban a sufrir.
Introducción:
175
CURA, ANA.
Los orígenes de la cuestión social deben conectarse con la inmigración masiva llegada
al país durante este período entre 1870-1914 llegaron a la Argentina alrededor de 6
millones de personas, de las cuales aproximadamente la mitad se asentó en forma
permanente. La ciudad de Buenos Aires se convirtió en el escenario de la cuestión
social: entre 1895-1914 donde la ciudad de Buenos Aires creció de 600000 habitantes a
1500000 habitantes. De acuerdo con el censo de la ciudad de Buenos Aires, de 1909, la
tasa anual de crecimiento demográfico de la ciudad entre 1904-1909 era de 5,8%. La
alta concentración urbana promovió una serie de problemas comunes a las grandes
ciudades del mundo occidental: por una parte, la urgencia en solucionar la necesidad
básica de los inmigrantes en materia de vivienda y salud; Por otra, los aumentos
registrados en las estadísticas oficiales en áreas de alta sensibilidad, como la
criminalidad, la prostitución, la mendicidad y el alcoholismo, agregaron una dimisión
moral y el debate sobre la cuestión social.
176
CURA, ANA.
Las bases del orden político: Un diplomático británico concluyó en 1906 que la gente
en la República Argentina está tan ocupada en hacer dinero que en general no tiene
tiempo para retornar a las viejas prácticas sudamericanas a la política. Hubo durante el
período una proporción muy baja de inmigrantes que obtuvieron la naturalización para
ejercer sus derechos electorales. Esta imagen de una población en la cual tanto nativos
como inmigrantes demostraba un marcado desinterés por el proceso político debe ser
matizada por el reconocimiento de las particularidades propias de distintos momentos,
dentro del período, y, sobre todo, por las variaciones regionales. En Buenos Aires, el
Gobierno ejercía en grado el control sobre el sistema económico y relativamente bajo, y
ciertamente menor que en otras provincias, había entonces poca vinculación entre las
condiciones socioeconómicas y las preferencias electorales.
Los caudillos electorales componía una pieza indispensable del andamiaje político del
período, y algunos de ellos llegaban a considerarse más importante que los líderes
políticos más conocidos. El funcionamiento del sistema político basado en todos estos
elementos fue seriamente afectado por la reforma electoral de 1912, que estableció el
voto universal como obligatorio y secreto, y por el otorgamiento de la responsabilidad
por los padrones electorales a la autoridad militar. La UCR conto con una estructura
dual:
Una improbable aristocracia: Peter Smith definió la aristocracia alrededor del concepto
de prestigio social, expresado en: 1) pertenencia a ciertos clubes sociales; 2) la opinión
de jueces calificados
En 1904 y 1915 más del 60% de los miembros de la Cámara de Diputados de la nación
quedaban cubiertos por la definición de Smith de aristocracia. La aristocracia aparece
identificada como una élite rural, dice Remmer, y sin embargo, la información sobre la
estructura ocupacional muestra que una alta proporción de los individuos identificados
como aristócratas, según los criterios dados por Smith, no posee y ni poseían, tierras.
Matienzo comenzado afirmando que ambas Cámaras del Congreso estaban formados
por ciudadanos de la misma clase social, esto es, las familias tradicionales de Buenos
Aires que componían el núcleo social, algo engrosado por la incorporación de
elementos advenedizo a quienes la fortuna ha sonreído y ayudado.
178
CURA, ANA.
En el caso de los católicos, esta crítica se extendía al debate sobre la cuestión social: el
Estado liberal era responsable tanto por el predominio del laissez faire, que abandonaba
a su suerte a los más necesitados, por el ataque a instituciones intermedias que
tradicionalmente habían servido como refugio para tales emergencias. El catolicismo
social no fue la única voz que cuestionó en los principios del liberalismo económico,
que inspiraban buena parte de la acción oficial; Numerosas otras vertientes, que corrían
tanto por el oficialismo como por la oposición, ofrecieron divergentes puntos de vista en
la materia.
179
CURA, ANA.
El Partido Radical merece más subtitulo por los procedimientos que les son favoritos que por su programa representa un simple
movimiento de indignación contra la existente, antes que Partido doctrinas revolucionarias. Sus aspiraciones se basaban en la reforma
moral del país más que en una reforma política.
El movimiento social católico: los dirigentes políticos católicos que se enfrentaron a las
reformas liberales del roquismo no dudaban en responsabilizar el proceso de
secularización desatado por el liberalismo, por los emergentes conflictos sociales.
Existían además un buen número de agrupaciones católicas, diferencias de los círculos
de obreros en 1902, con un programa orientado en la organización de gremios y
corporaciones profesionales, se fundó la Liga Democrática Cristiana. En 1909,
siguiendo una recomendación del tercer Congreso Nacional católico de 1908, se fundó
la Liga Social Argentina, que tenía como propósito alentar la organización social bajo
los principios cristianos, la lucha contra las tendencias subversivas en la sociedad, y el
advenimiento moral e intelectual en todas las profesiones y clases sociales.
180
CURA, ANA.
Durante los picos de violencia anarquista, los socialistas fueron vistos por buena parte
de la opinión pública como parte del mismo fenómeno conflictivo, y debieron enfrentar
las negativas consecuencias de tal asimilación, entre los liberales como preocupaciones
por la cuestión social, se simpatizaba con las intenciones de los socialistas y se
diferenciaba claramente de los grupos.
Reforma moral, reforma política y reforma social: Uno de los factores que impulsaron
el surgimiento de la corriente reformista liberal fue el legado de la crisis política y
económica de 1890. La corrupción administrativa, la especulación financiera, el fraude
electoral, el materialismo y la acelerada opulencia en las costumbres sociales,
aparecieron entonces a los ojos de algunos síntomas de una declinación moral
generalizada. El espíritu reformista se centró en la necesidad de transformar las
instituciones y hábitos políticos del país e introducir lo que se llamó una política de
principios. José Nicolás Matienzo, el primer Presidente del Departamento Nacional del
Trabajo, creado en 1907, estableció numerosos puntos de contacto entre la reforma
moral, social y política. Matienzo, culpa del sentimiento oligárquico por el deterioro de
la moral política ejemplificado por las pensiones, subsidios y otras formas de ayuda
pecuniarias con que se recargaba los presupuestos.
Las universidades y las nuevas instituciones estatales, sin embargo, no fueron los únicos
centros de atracción para los intelectuales con inclinación reformista, ni en la Argentina
ni en los países europeos, que los reformistas argentinos buscaban imitar. En el caso de
Argentina, otra institución con raíces europeas, el Museo Social argentino, proveyó otro
marco institucional en el cual las nuevas corrientes intelectuales orientadas hacia la
reforma social expresaron sus inquietudes.
181
CURA, ANA.
Mabilleau también colaboró con Carlos Ibarguren, quién reemplazará a Juan Garro
como ministro de Justicia, en la redacción de un proyecto de ley sobre la organización y
reconocimiento legal de las asociaciones mutuales, según él mismo Ibarguen el
Presidente Sáenz Peña, sería el primer paso hacia la organización de un sistema
universal de Seguro Social y una forma de completar la democracia política con la
democracia social fundada en la Unión de los hombres, solidarizado para su
reciprocidad, asistencia y ayuda eficazmente por el Estado.
En aquel fin de siglo se organizó así una problemática centrada en la emergencia de una
sociedad de masas, en cuyo interior se recortaban el problema inmigratorio y las
consiguientes preocupaciones por la nacionalización de las masas, así como la cuestión
obrera, como el desafío democrático y el fanatismo de decadencia el fenómeno de las
masas recorría como un problema acuciante todo el arco de la modernización
occidental, más el caso argentino resultó especificado por la presencia mayoritaria de
componente migratorio en su seno. El hecho de que los extranjeros se ubicarán sobre
todo en el sector de los trabajadores manuales y de servicios, y la influencia ejercida
sobre muchos de ellos por el socialismo y el anarquismo, como potenciaron la
configuración y visibilidad de la llamada cuestión social.
Desde el Gobierno, ante esta situación político social se respondió, alternándolas las
clásicas actitudes de represión y la integración, según las alas internas de la élite y las
distintas coyunturas políticas. La estructura posible Argentina hereda Asimismo un
esquema con marcadas prevenciones hacia una ampliación sin condiciones de la
ciudadanía; Prevenciones que habían consumado un régimen elitista en los Marcos de
182
CURA, ANA.
Los sujetos habilitados para decir la sociedad y sus males deberán ser científicos, y es a
partir de esas minorías del saber cómo se podrá imaginar, una intervención eficaz de los
intelectuales sobre la feria estatal a estas impugnaciones a la democracia como criterio
de legitimidad, como que por ende traslucía otro fundado en una meritocracia de la
virtud y el saber cómo iban a sumar les algunas sospechas hacia la propia legitimidad de
esa presunta aristocracia, especialmente después de los sucesos del 90 y de las fracturas
internas que la clase dirigente no dejaría de experimentar.
Esta elaboración de otra genealogía opera en Ramos Mejía, un rescate del fondo criollo,
y por eso sostiene que las multitudes gauchas podían contribuir a vigorizar con sus
contingentes de sangre, acepta las poblaciones urbanas al modo como las descargas
eléctricas de la atmósfera ejercen una acción purificada en los imponentes trastornos del
mundo primitivo. El problema recién entonces en destacar los métodos más adecuados
para que estos estímulos estéticos penetren en el ánimo de las multitudes argentinas. Es
en Carlos Pellegrini en quien coloca su paradigma de política necesaria para la relación
estado, sociedad que considera recomendable para ese momento argentino. Para la
construcción del consenso, esta propuesta recurriría a las mismas productivas instaladas
por el legado liberal Iluminista, centrada en la educación pública y ahora animada de un
núcleo fuertemente patriótico. Ante la crisis entonces de creencias de un republicanismo
decadente y una religión debilitada, el arco simbólico de revelo para aquellas
convicciones, como en tantos otros casos, en la última instancia remite para a una
constelación de ideas, de ideas fuertes y sentimientos nacionalistas.
Para Ramos, Mejía coma el carácter larval de la inmigración y, por ende, su gran
permeabilidad a los mensajes estatales, conforman el signo positivo de un aporte
sustancial para nacionalidad argentina información, Hasta el punto de concebir a la
primera generación de inmigrantes como la depositaria de sentimientos futuros en la
nacionalidad en su concepción moderna. Es así, a estos niños, hijos de extranjeros a
donde la educación primaria debe dirigirse para consumar el proceso de argentinización
183
CURA, ANA.
con obligada insistencia se les habla de la patria, de la bandera, de las glorias nacionales
y de los episodios heroicos de la historia; Oyen el himno y lo cantan y lo recitan con
sueño y ardor de cómica epopeya, ella, lo comentan a su modo como hechicera.
Ingenuidad, y su barba accionada demuestra cómo se propicia la edad para echar la
semilla de tan notable sentimiento.
184
CURA, ANA.
En el momento en que el Partido Socialista argentino surgió como una fuerza electoral
importante, la República Había modificado el régimen político, Había aparecido nuevas
formas populares y el Estado había comenzado a implementar nuevas políticas sociales
que definirían el preludio en un vigoroso estado de bienestar hacia mediados del siglo.
El Partido Socialista no se convirtió en el galvanizador de las políticas populares. Los
orígenes del Partido Socialista están estrechamente relacionados con el contexto
internacional, así como las ideas que inspiraron a sus dirigentes y tipo de programa que
propuso el partido impulsor, diversos emprendimientos colectivos, sindicatos,
cooperativas como movimientos agrarios y como por supuesto, actividades vinculadas
al campo electoral.
El escenario internacional: para llevar a cabo esta tarea, muchos coincidieron en que
los sectores populares, que hasta el momento habían sido excluidos política y
socialmente, bien, sin incorporados a la esfera pública. La Argentina se modernizaba,
185
CURA, ANA.
La variante Argentina: los argentinos debían concebir sus planes socialistas a partir de
las realidades locales. La figura principal de este proceso fue Juan B justo. La Argentina
era una sociedad en desarrollo, pero aún inmadura justo tras un enfoque biológico de la
historia, según el cual la Argentina podría ser comparada con una entidad en
crecimiento que todavía necesitaba sustento. Justo y los socialistas argentinos se veían a
sí mismos como los constructores de una tradición de reforma del país, pero, al mismo
tiempo, como protagonistas de una gran ruptura histórica con el pasado argentino. Si
bien la Argentina estaba preparada para incorporarse al flujo de otras sociedades en
acelerado desarrollo, algunos resabios, en particular los caudillos locales, contaminaban
las instituciones republicanas. De modo que la Argentina desarrolló instituciones
republicanas competitivas, aunque no la forjó adecuadamente, y nos llevó a cabo la
necesaria distribución de la tierra para una pequeña clase productora. Argentina no era
entonces Nueva Zelanda.
De manera que la misión del Partido Socialista tenía múltiples facetas, primero debía
contribuir al financiamiento de las instituciones republicanas con el fin de que éstas se
transforman en instrumentos representativos adecuados para la implementación de las
políticas racionales y fueran capaces de librarse de la acción nociva de los sectores
incultos y atrasados, especial, de los viejos caciques políticos. Segunda, la Tierra debía
ser distributiva, de manera de romper el dominio de la oligarquía. Tercero, era necesario
fomentar las prácticas culturales y las asociaciones colectivas, a fin de sacar de su apatía
a los sectores populares que debían convertirse en agentes históricos y operantes, y no
meros instrumentos de los gobernantes. Los socialistas no eran los primeros en articular
estos problemas. Los socialistas se consideraban portadores de un propósito más
universal y estaban mucho más convencidos acerca del carácter inevitable de su exito:
al fin y al cabo, todas las leyes científicas estaban de su lado. En este sentido, los
socialistas se veían a sí mismos como los salvadores naturales de la República, como un
factor de consolidación final de la promesa revolucionaria lanzada en 1810. El ideal
democrático se convirtió en el ideal del socialismo y éste a su vez en el instrumento a
través del cual se llevaría a cabo la transición al socialismo.
Por un lado, como a los socialistas debían promover el cambio por el otro, no podían
promover transformaciones alguna que no tuviera en cuenta el curso material de la
Argentina. Para gestionar esta transición, los socialistas confiaban en una doble
plataforma, el primer campo de acción en el frente económico. Esto era necesario para
promover el desarrollo de la base social y económica y amplia, de este modo, las
fronteras de las posibilidades políticas. La plataforma electoral definida y aprobada en
el primer Congreso del partido en junio de 1896, involucraba esta primacía: reclamaba
186
CURA, ANA.
la estabilidad monetaria y la extinción gradual del papel moneda para proteger los
ingresos de la clase trabajadora, vulnerables de las corrientes evaluadoras, y exigía
Asimismo un impuesto directo a la renta de la tierra para liberar los recursos fiscales y
castigar a los latifundistas que no usaban sus propiedades Con eficiencia.
El partido podía también eliminar las medidas y prácticas Que deteriorará los salarios y
el bienestar: abolir la Inmigración subsidiada; igualdad de la redistribución para
hombres y mujeres que realizarán los mismos trabajos, así como reivindicaba la jornada
de 8 horas, los socialistas no se proponían, en modo alguno obstaculizar el curso natural
de las operaciones del mercado. En cuanto al comercio y libre inmigración, ya que esto
era mecanismo de desarrollo de la economía local. El socialismo solo podía realizarse
una vez que el capitalismo hubiera agotado su potencial productivo.
Los canales del socialismo: El partido propuso cuatro medios para libres para
incorporar a los sectores populares a la esfera pública. Los cuatro fueron pensados como
ámbitos que pudieran ayudar a convertir a los trabajadores en protagonistas racionales y
en puntos de partida para socavar la soberanía del capital.
187
CURA, ANA.
188
CURA, ANA.
estaban dirigidas a utilizar las leyes para pavimentar el camino del socialismo. Así como
la economía determinaba la política, la ubicación del votante en el proceso de
producción, determinaba las preferencias electorales. Vale decir que el partido insistía
ruidosamente en el sufragio femenino; Esta conciencia proletaria y de votantes
socialistas no tenía por qué ser exclusiva de los hombres.
A los socialistas la reforma los tomó por sorpresa, no habiendo asumido posición alguna
de las negociaciones previas e ignorando los debates del Congreso sobre la legislación
propuesta, a los socialistas se vieron obligados a aceptar lo que se les ofrecía. El partido
decidió concentrar sus esfuerzos en la ciudad de Buenos Aires y Rosario, donde se
encontraba la gran mayoría de sus afiliados fuera de la ciudad, llevaría tiempo
consolidar una base de apoyo. Los candidatos comenzaban a obtener bancas, en
principio con Juan B Justo y Alfredo Palacios, seguido luego por un conjunto de
veteranos bienintencionados y dirigentes que había qué harían carrera distinguida,
aunque minoritaria, en el Congreso argentino, pero solo en Buenos Aires, el Partido
Socialista hizo una buena elección. Los socialistas se enfrentaban en una lucha estrecha
con los radicales para ganar la voluntad política y la lealtad electoral de lo que ellos
consideraban su clientela natural. Fuera de la capital coma los resultados electorales y
los socialistas eran minoría. El partido seguía siendo fiel a su programa de reforma
económica y de participación constante en el campo electoral, esperando que algún día
el electorado de la República pudiera ver por fin la luz.
189
CURA, ANA.
En buena medida de los trabajadores, contaban solo con su capacidad de trabajo, sus
ilusiones y su voluntad de superación. El gremio podría ofrecer la posibilidad de
plantear sus reivindicaciones económicas más acuciantes, como los círculos y centros
actuaban como lugares de encuentro y sociabilidad, como espacio de pertenencia y
participación en donde se diluía el individuo y se perfilaba la acción colectiva. El
anarquismo encontró serias dificultades para incluirlos, de manera Orgánica en el
entramado de una cultura política alternativa debido a las dificultades, hallar la
construcción de un sistema eficiente de intercambios simbólicos con los trabajadores. El
anarquismo pretendía educarlos y concientizarlos para arribar a una indefinida
190
CURA, ANA.
El posible atractivo esta cosmovisión en una sociedad como la Argentina parecía residir
en que la doctrina libertaria no solo brinda una salida al obrero alienado al intelectual
desplazado, marginado de las élites culturales, sino también aquellos sectores que,
aspirantes a integrarse en la clase media, habían estado excluidos o relegados del
proceso del desarrollo. Parece evidente que el anarquismo supo interpretar con su
lenguaje político la miseria y el descontento popular, así como brindar respuestas para el
malestar y los Estados de ánimo insatisfechos.
Cualquier manifestación de protesta actuaba como una chispa, a lo que los libertarios
aportaban el combustible para encender la hoguera: Por eso dirigieron y alentaron la
huelga de inquilinos en los conventillos porteños. Durante 1907; Reclamaron la libertad
de los presos políticos y sociales; apoyaron conflictos casi listas como la lucha de los
obreros cigarreros contra la incorporación de máquinas modernas; Denunciaron en sus
periódicos el maltrato a los que eran sometidos los conscriptos en el Ejército, en,
incluso, intentaron organizar los; criticaron con dureza la persecución de las prostitutas,
así como también efectuaron llamado sin éxito a la policía para abandonar la institución.
Las prácticas anarquistas de este periodo asumieron características de una militancia de
urgencia, por un lado, porque representaba la respuesta a un proceso socioeconómico de
cambios bruscos y acelerados, signado por el carácter aluvial de una sociedad con altos
niveles de movilidad horizontal y vertical.
191
CURA, ANA.
para el progreso del ideal. Durante la primera década del siglo actual se convirtió en un
importante actor político y a la tendencia que mejor representó al nuevo sector social
representado por los trabajadores, a quienes otorgó voz y presencia tanto en el plano
político y cultural como lo social y sindical.
Una vez atenuada la línea represiva de fines de 1902, las actividades de los grupos y
círculos se expandieron de manera notable, ingresando al movimiento en su etapa de
madurez. En este momento las veladas ocuparon un lugar central en la actividad de los
círculos, las veladas serán funciones culturales y recreativas, con un claro mensaje
ideológico. Se realizaban en amplios salones o teatros y llegaban a convocar a más de
1000 espectadores.
192
CURA, ANA.
una fase protoorganizativa que llega hasta el viraje del siglo, caracterizada por el
predominio de las tendencias individualistas como contrarias a la organización.
Durante estos años, el acercamiento de los militares libertarios al mundo laboral
fue esporádico y desordenado.
La partida de Malatesta en 1889 dejó a los anarquistas locales y una figura aglutinadora
y, casi como reflejo de lo que ocurriría en el anarquismo europeo, los individualistas
volvieron a imponer su voluntad de no trabajar en los gremios e incluso militaron
activamente en sentido contrario a los intentos organizativos de los socialistas. No
obstante, el claro predominio ante organizador en las filas libertarias al comienzo de la
década de 1890, algunos gremios hallaban influenciados por ellos: carpintero, Siguero
y, especialmente, panaderos, cuya sociedad de obreros panaderos siguió siendo el
gremio libertario por excelencia. Los organizadores, a la vez que fundamentaba
filosóficamente la pertinencia del núcleo de grandes masas de trabajadores, como
sostenía que estos eran la mayoría de los desheredados y ello y a sus problemas se le
debía prestar la atención. Los trabajadores argentinos estaban cruzados por la
desocupación, malas condiciones de trabajo, bajos salarios, malos tratos y
hacinamientos habituales, la pobreza y la explotación no eran elementos suficientes para
provocar la rebelión de los oprimidos, había que organizarlo y ayudarlas a tomar
conciencia de su opresión y explotación. Este predominio se hizo más evidente después
de la aplicación de la ley de conversión, que repercutió negativamente en los salarios
obreros debido al encarecimiento de los artículos de primera necesidad. Los libertarios,
junto con los socialistas impulsaron e implementaron huelgas y movilizaciones Obreras
contra la política monetaria oficial.
193
CURA, ANA.
El Anarquismo Maduro: las malas condiciones de vida y de trabajo de una buena parte
de la masa trabajadora, obviamente provocaron en esta un profundo malestar que se
traduzca en un marcado aumento de los conflictos laborales. Sin pedir, la importancia
individualista como la mayoría del movimiento libertario aceptado de la organización
gremial, e impulsaba la huelga como principal herramienta de lucha de los trabajadores.
La eficaz represión a parada por estas medidas hago el movimiento huelguista y debilitó
la capacidad movilizadora del movimiento anarquista. A pesar de la represión, durante
estos años de influencia libertaria entre los trabajadores aumentó, gozando de mayor
predicamento que el socialismo. Si bien durante el cuarto Congreso de la FOA se
aprobó el Pacto de Solidaridad, determinada a la organización gremial como paso
previo a la emancipación de los trabajadores y que fortaleció la lucha gremial, los
libertarios, guiados por la nación que negaba la división política y la existencia de los
Estados y las naciones, logrando agregar el aditamento regional a nombre de la
organización que, a partir de aquí, pasó a denominarse Federación Obrera Regional
Argentina. Año después, en el Séptimo Congreso de La FORA, realizado en abril de
1910, se modificó el artículo 15 del Pacto de Solidaridad, prohibió ejercer cargos
gremiales a cualquier individuo, que tuviera cargo político.
194
CURA, ANA.
Este predominio se derrumbó a partir de mayo de 1910. La fuerte represión desatada por
el Gobierno para prevenir incidentes durante las celebraciones del centenario de la
revolución de mayo golpeó duramente al anarquismo en su conjunto y a su acción
gremial en particular, decenas de dirigentes extranjeros y nativos fueron deportados
fuera del país o desterrados a Tierra del Fuego, la prensa fue silenciada, los locales
obreros clausurados y las reuniones prohibidas. Durante dos años debieron funcionar, de
hecho, en la clandestinidad y cuando la situación se normalizó coma hacia 1912, el peso
del anarquismo en el movimiento obrero ya no era el de antaño.
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Sí, hasta 1904 prestaron escasa atención a las elecciones, en 1906 revirtieron esta
actitud y publicaron una cantidad poco habitual de notas que atacaba el sistema electoral
y llamaban los trabajadores de Buenos Aires a la abstención. Este súbito interés por los
comicios se debió, seguramente, a la elección del socialismo del socialista Alfredo
Palacios por la circunscripción de la boca y el incremento del 50% de electores en 1904
con respecto a los comicios realizados dos años antes.
La ampliación del régimen electoral mediante la Ley Sáenz Peña en 1912 marcaría
importantes cambios en el movimiento libertario no podía superar la ampliación del
sistema electoral convertiría, aunque de manera lenta y paulatina, en ciudadanos a buena
parte de los trabajadores y con ello empezó a cambiar el tipo de demandas de estos, así
como los propios estilos de interpretación de los partidos políticos. A pesar de esta
significativa transformación política, el anarquismo local no modificó el absoluto a su
postura ante el régimen electoral y el sistema representativo, y años después de la
elección de Irigoyen, seguían descartando las formas de hacer política electoral con los
mismos argumentos utilizados durante la primera década del siglo.
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