2023-01-24 de La Física A La Ciencia de Datos - Revista Simetría

24/1/23, 16:51 De la física a la ciencia de datos | revista simetría
Ilustración de Sandbox Studio, Chicago con Corinne Mucha
De la física a la ciencia de datos

2 1 / 0 5 / 1 9 | por Sarah Charley
Cuatro físicos comparten sus viajes desde la academia hasta la industria y ofrecen palabras de sabiduría
para aquellos que están considerando hacer un movimiento similar.
A lo largo de su educación superior, Jamie Antonelli siempre se había imaginado a sí mismo convirtiéndose
algún día en profesor de física. Todos sus modelos a seguir fueron profesores; todos sus compañeros
estaban trabajando para convertirse en profesores; toda su investigación lo estaba preparando para una
carrera como profesor.
“Vivía en una burbuja”, dice Antonelli. “Mantuve la cabeza gacha y seguí el mismo camino que todos los que
me rodeaban en lugar de mirar honestamente mi futuro”.
https://www.symmetrymagazine.org/article/from-physics-to-data-science 1/12
Cada año, unos cientos de estudiantes como Antonelli se gradúan con un doctorado en física de partículas.
Y cada año, solo se abren alrededor de una docena de puestos permanentes en universidades e
instituciones de investigación. Mientras Antonelli y sus compañeros navegaban por ciclos de solicitudes y
rechazos, se encontró con una dura verdad: la mayoría de los físicos con doctorado dejarán la academia.
Como muchos de esos físicos, Antonelli encontró su camino hacia una carrera en ciencia de datos. Puede
ser una transición desafiante, especialmente cuando estudiantes como Antonelli se encuentran
construyendo gran parte de su identidad con la idea de permanecer en la investigación básica o en la
academia.
Symmetry se comunica con Antonelli y otros tres físicos que dieron el salto a la ciencia de datos.
(https://www.symmetrymagazine.org/sites/default/files/images/standard/Jamie_Antonelli.jpg)
Jaime Antonelli
Cuando era estudiante de secundaria en 1999, Antonelli vio cómo su profesor de física dejaba caer una bola
de bolos y un huevo simultáneamente, esperando que el objeto más pesado aterrizara primero. Se
estrellaron contra el suelo al mismo tiempo.
“Fue como si se me hubieran caído las escamas de los ojos”, dice. "Abrió un nuevo reino de comprensión al
que no se podía acceder solo con la intuición".
De esa clase en adelante, Antonelli quedó enganchado. Se dedicó a la física con obstinada persistencia.
“Quería sumergirme lo más profundo que pudiera”, dice. “Ningún otro tema atrajo tanto mi interés. Quería
hacer todo lo posible para convertirme algún día en profesor de física”.
Como estudiante talentoso, Antonelli era un pez grande en un estanque pequeño. Pero cuando comenzó un
programa de doctorado en física de partículas en la Universidad de Notre Dame y comenzó a investigar el
experimento CMS en el Gran Colisionador de Hadrones, se dio cuenta de que había entrado en el océano.
“Cuando llegué al CERN, ya no era el mejor en física”, dice. “Me sorprendió lo difícil que se puso. La
profundidad de las matemáticas me llevó al límite de mi inteligencia. Fue una gran experiencia de vida y una
lección de humildad, entender dónde encajo en el mundo”.
Antonelli superó los desafíos hacia la meta que se había fijado en la escuela secundaria. Pero cuando ingresó
a su quinto año como posdoctorado, comenzó a cuestionar sus opciones.
“Al principio, la cultura competitiva me motivó”, dice. "Fue genial: trabajar todo el día y hasta la noche con
todas estas personas brillantes, tratando de brillar".
Pero en las etapas posteriores, dice, comenzó a ver cómo esa misma cultura los estaba impulsando a él y a
sus colegas a descuidar otras partes de sus vidas. “También existía la conciencia subconsciente de que
todos competíamos por el mismo pequeño grupo de trabajos permanentes, y esto se convirtió en una gran
fuente de estrés”.
Antonelli dice que la competencia comenzó a acabar con la camaradería dentro de su comunidad de amigos
y compañeros de trabajo físicos. “Observaba a mis amigos obtener entrevistas en lugares donde también
había postulado, y era muy difícil celebrar sus logros”, dice. “Dentro del mercado laboral académico, existen
verdaderos desafíos, verdaderas decepciones y verdaderos celos entre amigos. Realmente puede sacar lo
peor de todos”.
Antonelli comenzó a buscar otra opción, pero nunca había considerado cómo sus habilidades podrían
aplicarse fuera de la academia. Incluso pensar en ello se sentía como abandonar un sueño.
“Debido a que el campo atrae a personas motivadas e inteligentes, fomenta una cultura de entregarse por
completo a su trabajo”, dice. “Y yo no fui la excepción. Pasé toda mi vida en este camino e invertí tanto que
sentí que sería un fracaso si tomaba una dirección diferente. Gran parte de mi identidad personal estaba
envuelta en convertirme en profesora que fue doloroso para mí renunciar a eso”.
Luego, Antonelli asistió a un panel de trabajo en una conferencia de física que le dio una nueva ventana al
mundo fuera de la física. La moderadora del panel dijo que le parecía inconcebible que los estudiantes de
física no supieran que sus compañeros que habían dejado el campo generalmente estaban muy contentos
con su trabajo y ganaban dos o tres veces más dinero.
“Nunca había comparado el estilo de vida de la carrera académica con el de fuera de la academia”, dice
Antonelli. “Y resulta que el 70% de la descripción del trabajo de un profesor no me interesaba en absoluto.
Había sido mi objetivo durante tanto tiempo que nunca había evaluado si encajaba bien conmigo”.
En 2017, participó en el Programa Insight Data Science Fellows, un programa de siete semanas dirigido por
un exmiembro del experimento ATLAS en el LHC que ayuda a los científicos a hacer la transición de la
academia a la ciencia de datos. Inmediatamente después encontró un trabajo en el cuidado de la salud.
Antonelli revisa los datos de los hospitales para comparar su desempeño e identificar oportunidades para
mejorar su calidad de atención. Uno de sus últimos proyectos consiste en ayudar a los hospitales a
comprender si están dando el mismo trato a los diferentes grupos socioeconómicos.
A los estudiantes de física y posdoctorados que están considerando pasarse a la ciencia de datos, les dice:
“El mundo y sus oportunidades profesionales son mucho más amplias de lo que son dentro de la academia.
Tiene habilidades tecnológicas muy valoradas y puede tomar su parte favorita de su trabajo y encontrar a
alguien que le pague por hacer precisamente eso”.
(https://www.symmetrymagazine.org/sites/default/files/images/standard/Jennifer_Hobbs.jpg)
jennifer hobbs
Jennifer Hobbs recuerda estar sentada en la clase de ciencias cuando era estudiante de primaria,
sintiéndose cabizbaja.
“Todo parecía como si ya se hubiera hecho”, dice ella. “Fuera de la medicina, parecía que realmente
entendíamos todo sobre cómo funcionaba el mundo. Recuerdo haber pensado: 'Esto debe ser todo lo que
existe'”.
Pero en 1995, cuando Hobbs estaba en tercer grado, sucedió algo nuevo: los científicos del Laboratorio
Nacional Acelerador Fermi del Departamento de Energía de EE. UU. descubrieron una partícula fundamental,
el quark top. “Aquí estaba esta nueva ciencia real”, dice ella. “Me hizo darme cuenta de que todavía hay
mucho que podemos aprender sobre el mundo”.
Aunque, como era de esperar, Hobbs no sabía nada sobre física de partículas cuando era estudiante de
tercer grado, el descubrimiento del quark top se quedó con ella. Siguió un programa intensivo en STEM
durante la escuela secundaria y se inscribió en un programa de ciencias integradas en la Universidad
Northwestern. A través del departamento de física de Northwestern, Hobbs encontró una manera de
convertirse en parte del laboratorio que había capturado su imaginación tantos años antes.
“Iba al Fermilab todos los veranos y una o dos veces por semana durante el año escolar”, dice Hobbs. “Me
encantaban los circuitos y la electrodinámica clásica, y estas son las habilidades que usé mientras construía
los componentes del detector para el experimento MINERvA [neutrino]. Sentí que estaba marcando una
diferencia real”.
Decidió realizar su doctorado en Northwestern para poder seguir trabajando con la misma profesora en
MINERvA, Heidi Schellman.
Pero cuando comenzaron sus clases de posgrado, las cosas se sintieron diferentes. "Realmente no puedo
explicarlo", dice ella. “No tenía la misma pasión por la investigación en física que tenía por el lado de la
ingeniería”.
Seguía recordando la última vez que sintió un entusiasmo burbujeante por la investigación científica: durante
una clase de neurociencia de pregrado, cuando un profesor había demostrado cómo predecir la actividad
cerebral usando la ley de Gauss, una fórmula que relaciona la carga eléctrica con los campos eléctricos.
“Estas eran mis materias favoritas de física, circuitos y electrodinámica, y las estábamos usando en una clase
de biología”, dice. “Me dejó totalmente alucinado”.
Hobbs dice que se sintió dividida entre las expectativas que tenía de sí misma y hacia dónde la empujaban
sus pasiones. “La física era algo que disfrutaba y en lo que pensaba desde que era pequeña”, dice. “Irme
parecía una locura. ¿Qué pasa si elijo algo que me gusta menos? ¿Qué pasa si cambio de laboratorio y luego
lo odio?
Además de esos temores, dice Hobbs, sintió que alejarse de la física, incluso para ir a un campo tan
desafiante como la neurociencia, la convertiría en un fracaso. “Existe la idea de que la física de partículas es
la verdadera ciencia dura”, dice. “Como mujer en la ciencia, siempre sentí que necesitaba sobresalir y
esforzarme más debido a la expectativa explícita de que fallaría. Sentí que cambiar a la neurociencia era
admitir la derrota, como si no fuera lo suficientemente bueno para seguir el ritmo de los muchachos”.
Después de meses sopesando sus opciones, Hobbs dice que finalmente se dio cuenta: “Seguir mi pasión no
me hace menos calificada que otra persona. No está en la corte de nadie más decidir cuáles son mis
pasiones y qué califica como mi éxito”.
Hobbs se pasó a la neurociencia. Examinó cómo el cerebro procesa y codifica el tacto. Su investigación la
introdujo en el aprendizaje automático, brindándole las habilidades para convertirse en científica de datos
antes de que la ciencia de datos fuera una profesión bien conocida.
Hobbs dice que tuvo problemas para comunicar sus habilidades a posibles empleadores fuera del mundo
académico, pero finalmente encontró un puesto de evaluación de riesgos en una compañía de seguros.
En un año, se transfirió a su trabajo actual en STATS, LLC en Chicago, donde usa datos deportivos para
analizar el desempeño de los jugadores y hacer predicciones. “Los partidos deportivos son esencialmente
cientos de experimentos controlados que producen todo tipo de datos”, dice ella. “Podemos aprender
acerca de cómo las personas se mueven, toman decisiones y se comportan en diferentes situaciones. Como
científico, este es un conjunto de datos de ensueño”.
Como estudiante de tercer grado que soñaba con partículas fundamentales, Hobbs nunca podría haber
adivinado adónde la llevaría finalmente su camino. El consejo que les da a otros que están considerando
dejar lo que saben para probar algo nuevo es simplemente intentarlo.
“Está bien sentirse incómodo”, dice ella. “Cuando estás demasiado cómodo, no estás aprendiendo todo lo
que puedes. Busque oportunidades para seguir su pasión y ampliar su conjunto de habilidades”.
(https://www.symmetrymagazine.org/sites/default/files/images/standard/dongwook.jpg)
Dongwook-jang
Como estudiante, Dongwook Jang tenía una habilidad especial para las matemáticas, pero no tenía una idea
clara de cómo podría aplicarlas profesionalmente.
“Cuando me gradué de la universidad con un título universitario, todavía no tenía una idea de una carrera
futura”, dice. “Entré a un programa de maestría en física para tener más tiempo para decidir”.
Fue durante su programa de maestría en la Universidad de Yonsei en Corea del Sur que Jang descubrió la
física de partículas de alta energía. En 1999, se mudó a los Estados Unidos para realizar un doctorado en
física en la Universidad de Rutgers.
“Me sentí protegido dentro de la academia”, dice. “No tenía un plan sólido ni sabía mi futuro, pero tenía una
visión aproximada de eventualmente conseguir un puesto en la facultad y hacer mi propia investigación”.
Después de completar su doctorado y trabajar durante cinco años como posdoctorado, Jang descubrió que
su visión de ser un científico del personal aún no se había materializado. “No hay muchas opciones dentro de
la academia”, dice. “La competencia fue muy intensa y me di cuenta de que tendría que dejar el campo”.
Sin embargo, Jang solo tenía una vaga idea de cuáles eran sus opciones.
“La mayoría de las personas que conocí que habían dejado la academia aterrizaron en el mundo financiero”,
dice. “Durante mi postdoctorado, intenté aplicar a empresas financieras, pero la barrera de entrada era muy
alta. Requerían una comprensión profunda de la informática, las estadísticas y un alto dominio de varios
lenguajes de programación. Era como si quisieran algún tipo de superhéroe”.
Jang tampoco era ciudadano de los Estados Unidos, un lugar que comenzaba a sentirse como en casa. Su
falta de ciudadanía o tarjeta verde debilitó sus posibilidades de encontrar un trabajo en los Estados Unidos.
“Tenía algunos amigos en el CERN que estaban en una situación similar, pero creo que todos regresaron a
Corea del Sur”, dice. Solicitar la exención de interés nacional, una exención que permite a una persona
obtener una tarjeta de residencia estadounidense sin el respaldo de un empleador específico, “requiere
muchos documentos, tarifas altas y tiempo. Tuve que contratar a un abogado especializado en este
proceso”.
Después de dos años de esfuerzo, durante los cuales continuó realizando su investigación en física, Jang
finalmente recibió luz verde para trabajar en los EE. UU. Jang aplicó a más de 100 trabajos, tuvo 50
entrevistas telefónicas y 10 entrevistas en el sitio. Pero sintió que todavía había un desajuste entre sus
calificaciones y las expectativas de los empleadores.
“La mayoría de las veces las entrevistas no fueron positivas”, dice. “Hicieron preguntas difíciles sobre
informática, algoritmos, estructura de datos y conceptos de programación. No estaban interesados en mi
carrera de física, seguro”.
Jang se dio cuenta de que necesitaba cambiar su enfoque. Habló con amigos que habían dejado la física de
alta energía y uno de ellos le habló de una vacante en su oficina. Jang consiguió el trabajo.
“La creación de redes funciona”, dice Jang. “La empresa ya tenía algunos empleados que venían de la física
de altas energías, y creo que vieron lo útiles que somos y que agregamos valor”.
La transición de Jang a la industria coincidió con el comienzo del auge del aprendizaje automático y le
presentó nuevas formas de aplicar las habilidades que había cultivado dentro de la academia. En la
actualidad, utiliza el aprendizaje automático para identificar patrones de conducción y predecir el tráfico
futuro.
“Mi trabajo está completamente alineado con lo que había estado haciendo como postdoctorado”, dice.
“Estoy realizando el mismo tipo de análisis de datos, pero en lugar de utilizar el impulso y la energía, me
ocupo de la ubicación y la velocidad”.
Dice que le sorprendió el nivel de desafío y satisfacción que encuentra en su trabajo. “Cuando dejé la física,
no estaba seguro de si sería feliz trabajando en la industria”, dice. “Pero después de unos meses, cambié de
opinión por completo. Hay otra vida fuera de la academia. Y el equilibrio entre el trabajo y la vida es
excelente”.
Aunque Jang se ha alejado tanto de su país de origen como de la academia, siente que ha encontrado un
lugar al que pertenece.
“Siento que Estados Unidos es mi nuevo hogar ahora”, dice. “Me casé aquí y tengo un hijo que recibe su
educación aquí. Trabajo aquí. ¿A dónde más debería llamar hogar?
(https://www.symmetrymagazine.org/sites/default/files/images/standard/Thomas_Gadfort_crop.jpg)
Tomas Gadfort
Según todas las medidas del éxito en física, Thomas Gadfort lo había logrado: en 2012 dio el salto de un
puesto postdoctoral en el Laboratorio Nacional de Brookhaven a un puesto de científico asociado en
Fermilab. Y entonces, él y su esposa decidieron tener su primer hijo.
“En el momento en que tienes un hijo, las cosas cambian, lo quieras o no”, dice Gadfort. “Tuve que pensar
mucho sobre mi vida y su dirección”.
Esa dirección había parecido clara durante la mayor parte de la vida de Gadfort. Cuando tenía cinco años, su
familia emigró de Copenhague a Oak Ridge, Tennessee, por el trabajo de su padre como físico nuclear. “Tenía
carteles en mi habitación del modelo estándar de física de partículas antes de que supiera de qué se
trataba”, dice. “La física era un hogar natural para mí”.
Gadfort se destacó como investigador. Pero a medida que ascendía en la jerarquía de la física, vio que su
camino lo alejaba de sus pasiones científicas. “El siguiente paso natural en mi carrera fue liderar esfuerzos y
administrar proyectos”, dice. “Y para ser honesto, no era algo que yo quisiera. Solo quería seguir siendo un
postdoctorado, haciendo tramas y tratando de entender los detalles”.
Además de estos sentimientos, Gadfort comenzó a pensar en cómo podría hacer malabarismos con una
exitosa carrera en física y una vida familiar satisfactoria. “Quería ser más un hombre de familia y no trabajar
los fines de semana ni viajar tanto”, dice. “Pero si no viajo, ¿eso me permitiría tener la carrera de física que
quiero, en el nivel que quiero?”
Después de dos años trabajando en Fermilab y varios meses de reflexionar sobre su futuro, Gadfort decidió
dar un salto de fe y adentrarse en el mundo de la ciencia de datos.
“Había mucha incertidumbre al principio”, dice. Cuatro años después, dice, tiene claro que fue la decisión
correcta. “Pero inmediatamente después, realmente no estaba seguro”.
Cuando Gadfort comenzó su primer trabajo en el sector privado, descubrió que tenía las habilidades brutas
de un científico de datos, pero no las habilidades. “No sabía cómo codificar en Python y tuve que aprenderlo
sobre la marcha”, dice. "Gran parte de mi trabajo también implicaba extraer conjuntos de datos con formatos
desconocidos y crípticos, algo que no hacía como físico".
Gadfort también tuvo que adaptarse a una cultura laboral estructurada con plazos y resultados. “Cuando era
un posdoctorado, dependía de mí administrar mi tiempo”, dice. “Si quisiera pasar mi día en algún problema
aleatorio o reescribiendo código, no sería un gran problema. Las cosas no funcionan así en la industria”.
Otra razón por la que la transición fue tan incómoda, dice, es que no estaba seguro de lo que significaba dejar
la academia para él como físico.
“Cuando estudiaba física, estaba muy orgulloso de ser parte de esa comunidad”, dice. “Leía sobre físicos
famosos y seguía los últimos resultados porque el trabajo era significativo para mí”.
Pero ahora que trabaja fuera de la academia, todavía hace todas esas cosas. “Mis temores de perder esa
parte de mi identidad eran completamente infundados. El hecho de que ya no esté haciendo diagramas de
bosones Z y quarks top realmente no importa.
“Todavía me considero físico, y la física siempre será uno de los amores de mi vida”.
Cuando Gadfort se instaló en su nueva carrera, se sorprendió gratamente de que su trabajo como científico
de datos se centrara en las mismas actividades en las que se había destacado como posdoctorado: hacer
diagramas y analizar datos. Utiliza datos para analizar el comportamiento de los conductores para
comprender por qué ocurren los accidentes y cómo hacer que las carreteras sean más seguras.
Dejar la física también le permitió a Gadfort perseguir otro objetivo: un equilibrio saludable entre el trabajo y
la vida.
“El año pasado, entrené al equipo de fútbol de mi hija”, dice. “También hay alegría y satisfacción fuera de tu
carrera”.
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