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Caperucita Roja y el Lobo.

Adaptación de Roald Dahl en Cuentos en verso para niños perversos.

Estando una mañana haciendo el bobo Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!”
le entró hambre espantosa al señor Lobo, “Para mejor oírte, que las viejas somos
así que, para echarse algo a la muela, un poco sordas”.
se fue corriendo a casa de la Abuela. ”¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!”.
“¿Puedo pasar señora?”, preguntó. ”Claro, hijita, son los nuevos lentes que
La pobre anciana, al verlo, se asustó me ha puesto para que pueda verte Don
pensando: Ernesto el oculista”, dijo el animal
”¡Este me come de un bocado!” mirándola con gesto angelical,
Y, claro, no se había equivocado: mientras se le ocurría que la chica
se convirtió la Abuela en alimento iba a saberle mil veces más rica
en menos tiempo del que aquí te cuento. que el rancho precedente. De repente
Lo malo es que era flaca y tan huesuda Caperucita dijo:” ¡Qué imponente
que al Lobo no le fue de gran ayuda: abrigo de piel llevas este invierno!”
“Sigo teniendo un hambre aterradora... El Lobo, estupefacto, dijo:” ¡Un cuerno!”
¡Tendré que merendarme otra señora!” O no sabes el cuento o tú me mientes:
Y al no encontrar ninguna en la nevera, ¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
gruñó con impaciencia aquella fiera: ¿Me estás tomando el pelo...? Oye,
“¡Esperaré sentado hasta que vuelva mocosa,
Caperucita Roja de la selva!” te comeré ahora mismo y a otra cosa”.
–que así llamaba al bosque aquella fiera, Pero ella se sentó en una silla
aunque entre los pinos estuviera–. y se sacó un revólver de la capa,
Y porque no se viera su fiereza, con calma apuntó bien a la cabeza
se disfrazó de abuela con presteza, Y –¡pam!– allí cayó la buena pieza...
se dio laca en las uñas y en el pelo, Al poco tiempo vi a Caperucita
se puso la gran falda gris de vuelo, cruzando por el bosque... ¡Pobrecita!
zapatos, sombrerito, una chaqueta ¿Sabes lo que lleva la infeliz?
y se sentó en espera de la nieta. pues nada menos que un velís
Llegó Caperucita a mediodía que a mí me pareció de piel de un lobo
y dijo: ”¿Cómo estás abuela mía? que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Roald Dahl, un contador de historias.
Roald Dahl nació el 13 de septiembre de 1916.
El pasado viernes hubiera cumplido 103,
aunque falleció en 1990 a la edad de 74 años.
Roald fue un novelista, cuentista, poeta y guio-
nista galés de origen noruego.

Escribió libros y otro tipo de obras dirigidas


a todos los públicos, pero destacan especial-
mente todas aquellas que dedicó a los niños y
las niñas, entre las que se encuentran verda-
deras delicias. Seguramente hayas oído hablar
de Charlie y la Fábrica de Chocolate, Matilda,
James y el melocotón gigante o Las brujas. Mu-
chos de estos libros han sido adaptados al cine,
incluso en varias ocasiones.

En una ocasión Roald Dahl dijo que: “El escri-


tor para niños debe ser un bromista. Le deben
gustar los trucos, las bromas, los acertijos y otras cosas infantiles. Debe ser…. inventivo”. ¡Y
vaya que si lo era! Todos sus libros están plagados de magia, fantasía, sucesos inesperados y
viajes interesantes. Algo muy característico de los cuentos e historias de Roald Dahl es que los
niños y niñas suelen fijarse en cosas muy distintas a aquellas en las que se centran los adultos
cuando los leen.

¿Quieres leer más relatos de Roald Dahl?


La adaptación de “Caperucita Roja y el Lobo”
que escribió Roald Dahl se encuentra en un li-
bro que lleva por título Cuentos en verso para
niños perversos, con ilustraciones de Quentin
Blake.
Si quieres leer las adaptaciones de Roald a Los
tres cerditos, La Bella Durmiente o Cenicienta,
en la biblioteca del colegio Miróbriga tienes
disponible esta obra completa.
Igualmente, muchos de los libros de Roald los
puedes encontrar en el idioma en el que los
escribió: el inglés.
Cuando acudas a la biblioteca del centro, pues-
des buscar en los distintos apartados o pregun-
tar a tus maestros y maestras por los libros de
Roald Dahl

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