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Son actos jurídicos, donde además de que las partes se someten voluntariamente a ellos y estos
actos voluntarios se encuentran regulados en una norma, también las partes buscan un resultado
con celebrarlos (negocio jurídico) y con ellos se busca crear, modificar y extinguir derechos y
obligaciones para las partes.
Son las declaraciones de voluntad unilaterales o bilaterales, licitas, conscientes y libres, dirigidas
de manera intencionada y especifica a crear, modificar, transmitir o extinguir obligaciones.
La clave para entender la diferencia entre un acto jurídico y un negocio jurídico, es, que el primero
es un acuerdo de voluntades mientras que, en el segundo, además de ello, se busca un resultado
al celebrarlos y eso, se le denomina, negocio jurídico.
A juicio del autor debe entenderse implícito que el motivo o la finalidad del negocio jurídico vaya en
absoluta congruencia con la licitud del objeto. Se refiere pues, a la licitud de la causa. Por
consiguiente, la causa ha de ser siempre lícita y justa. De otra manera no tendría sentido obligarse,
es decir, comprometer el deudor su patrimonio en beneficio del acreedor, y restringir su voluntad y
su libertad obligándose a observar la conducta activa (dar o hacer) o pasiva (no dar o no hacer)
constitutiva de la prestación obligacional.
a) Unilaterales y bilaterales;
b) Recepticios. La palabra “recepticio” procede del latín “receptio”, que alude a la acción y efecto
de recibir.
(cuando celebrados por uno tienen por destinatario a otro. Ejemplo, la promesa de recompensa);
Aquel en que la declaración de voluntad que contiene, debe dirigirse a un destinatario determinado,
para ser eficaz, lo que supone su comunicación o notificación a este.
no recepticios (cuando no van dirigidos a ninguna persona, sino que interesan únicamente a quien
los celebra. Ejemplo, el cambio de nombre);
Es aquel en que la declaración de voluntad que alberga, es eficaz por el simple hecho de su
emisión, sin que sea necesario su comunicación o notificación a ninguna persona. El acto será
eficaz, entonces, sin que sea necesaria su recepción por un destinatario. Ejemplo de no recepticia
son la declaración testamentaria, su revocación, la aceptación de la herencia.
Los primeros son los que tienen un contenido económico, y los segundos se refieren a derechos y
obligaciones que no son susceptibles de apreciación en pecuniaria.
d) Entre vivos y por motivo de muerte (Estos últimos pueden ser unilaterales, como el testamento o
la donación por motivo de muerte; o bilaterales, como los contratos de seguros de vida o los
contratos de servicios funerarios)
LOS NEGOCIOS JURÍDICOS UNILATERALES.
a) Promesa de Recompensa
b) Títulos al portador.
e) Cambio de nombre.
f) Reconocimiento de hijo.
g) Renuncia de derechos (por ejemplo: del heredero respecto de la herencia; del acreedor respecto
de la solidaridad de alguno de sus deudores; del deudor a la prescripción consumada; de los
herederos del arrendatario fallecido que no quieren continuar el arrendamiento; de los herederos
del socio fallecido que declinan ingresar a la sociedad pese al pacto previo establecido por el
causante y los demás socios).
k) Revocación de mandato.
l) Renuncia de mandato.
m) Revocación de donación.
n) Revocación de comodato.
ñ) Revocación de depósito.
q) Renuncia de depósito.
s) La elección, por el deudor, de la prestación con la que habrá de cumplir la obligación genérica
delimitada, la obligación alternativa o la obligación facultativa.
t) Reconocimiento unilateral de deuda. Lo admite nuestra ley siempre que tenga causa lícita. Si
fuere ilícita estaría viciado de anulabilidad. A ese respecto recuérdese, a manera de ejemplo, que
el artículo 2148 del Código Civil indica que “el que hubiere firmado una obligación que se derive de
una deuda de juego o apuesta, puede anularla probando la causa real de la obligación”.
Promesa de recompensa propiamente dicha. Consiste en que quien ofrece remunerar una
prestación o un acto, contrae la obligación de cumplir lo prometido. Debe entenderse, por
supuesto, que, para ser merecedor de la recompensa, la prestación o acto deben ser lícitos y
posibles.
Consecuencias jurídicas.
Los define el Código Civil como aquellos que no están expedidos a favor de persona determinada,
contengan o no la cláusula al portador. La obligación que de ellos se origina consiste en que quien
tenga el título en su poder puede reclamar del emisor la prestación debida.
Aquí se está ante la peculiaridad de que, desde el principio (desde la emisión), está determinado o
identificado el deudor (emisor). Cada portador sucesivo es un acreedor potencial, pero el verdadero
acreedor se determina o identifica hasta el momento en que el último portador comparece a
reclamar la prestación, en cuyo acto exhibe y entrega el título a cambio. Resulta, evidente, por lo
tanto, que la obligación nace de la sola manifestación de voluntad del emisor, quien se constituye
deudor desde el momento en que emite el título. Artículos 1638, 1639, 1640, 1641, 1642, 1643
(párrafo primero, por razón de que el párrafo segundo, según el artículo V de las normas
derogatorias y modificatorias del Código de Comercio, no será aplicable a las obligaciones
mercantiles) y 1644 del Código Civil. Todo lo concerniente a los títulos al portador lo regula el
Código de Comercio. Por consiguiente, la regulación del Código Civil anteriormente reseñada,
debe entenderse sin perjuicio de lo que establezca al respecto el referido ordenamiento mercantil.
El pagaré. De conformidad con el artículo 490 del Código de Comercio, el pagaré debe contener,
además de los requisitos establecidos por el artículo 386 de dicho cuerpo legal, lo siguiente: lo. La
promesa incondicional de pagar una suma determinada de dinero, y el nombre de la persona a
quien deba hacerse el pago. Nótese que únicamente el deudor suscribe el pagaré. Es decir, él solo
se declara deudor de la cantidad de dinero que expresa, a favor de la persona a quien él mismo
dice se la pagará.
La Gestión de Negocios:
Partes de la gestión:
El gestor: Cualquier persona que voluntariamente asume la atención del negocio ajeno. El menor
que de 17 años que proporciona alimentos, sin estar obligado, a niños cuyos padres han sufrido un
accidente y están hospitalizados.
El propietario del negocio. Puede ser cualquier persona, sin que importe si es o no capaz.
Objeto de la gestión: Es decir, lo que va a atender el gestor, es un asunto material o jurídico, licito,
abandonado por su propietario.