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Facilitador: Bachilleres:
Abg. Reyes Brito Yosmary Pérez C.I.V-20.908.500
Desde 1958, fecha de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, hasta la llegada de Hugo
Chávez al poder, las organizaciones comunitarias han seguido dos tendencias. En los barrios o
sectores populares se conformaron a partir de 1958 los Comités o Juntas Pro-Mejoras o Pro-
Desarrollo, los cuales fueron estimulados por los partidos políticos y sirvieron para transferir
recursos del gobierno de turno con el propósito de mejorar a las comunidades pobres. Puesto que
los fines fueron obtener el apoyo político y/o electoral, estas instancias organizativas no tuvieron
autonomía ni lograron constituirse en un movimiento social.
Antes que el Presidente Chávez llegara al poder en 1999, algunas gobernaciones y alcaldías
promovieron desde el FIDES instancias organizativas semejantes a los Consejos Comunales. Sin
embargo, en la Constitución de 1999, no aparece el término “poder comunal” aunque se encuentra
implícito en su Art. 70; finalmente los Consejos Comunales se legitiman mediante la Ley de los
Consejos Comunales en 2006 (Gaceta Oficial Extraordinario No. 5-806, 2006). A través de estos
Consejos Comunales, se incorpora la posibilidad de que los ciudadanos tomen decisiones en la
solución de los principales problemas que los afectan ya que se les permite administrar de manera
directa los recursos públicos en la ejecución directa de los proyectos comunitarios.
Los Consejos Comunales fueron creados de arriba-abajo y adscritos a la Comisión
Presidencial del Poder Popular creada para tal fin. Con su activación y relevancia, la participación
popular para la gestión comunitaria tendió a desplazarse e los organizaciones pre-existentes tales
como los Círculos Bolivarianos, los CLPP, los CTU, las Mesas Técnicas del Agua, las Mesas
Técnicas de Energía, los Comités de Salud, y las cooperativas de servicios entre otras, hacia los
Consejos Comunales. También se amplió el número de funciones que se le asignaron las cuales
incluyen además de la definición y jerarquización de las necesidades básicas de la comunidad, la
ejecución directa de los recursos económicos que le transfiera el Estado central. Desde el punto de
vista técnico, se les vislumbra como los medios para lograr lo que en términos de la planificación se
han denominado “planes estratégicos o participativos a escala local”.
La modernidad tiene ya una larga vida en el mundo intelectual venezolano cuando Cipriano
Castro escala la pirámide caudillista hasta la Presidencia de la República, el 22 de Octubre de 1899.
Por modernidad se entiende ese esfuerzo sistemático de superar el atraso de las sociedades rurales
mediante, el desarrollo de las fuerzas productivas hacia la industrialización, concebida como un
modo de producción más eficaz para proveer las bases materiales de la sociedad. Significa,
también, el uso de nuevas formas de tecnología en todos los ámbitos de la vida social, el desarrollo
de las comunicaciones, la expansión de los servicios públicos, cambios radicales en las formas de
ocupación y trabajo. Está asociada a la introducción de la razón y el comportamiento racional como
máxima instancia del auténtico comportamiento humano y, evidentemente, a la ampliación y
expansión de la educación en todos los niveles y a todas las capas de la población. La modernidad
exige, también, el surgimiento de múltiples y pluralistas formas de asociación social con participación
masiva. La modernización es un proceso social de una gran complejidad. Las diferentes
dimensiones que conforman las características de una sociedad moderna no aparecen al mismo
tiempo ni todos los miembros e instituciones de la sociedad las asimilan en un mismo instante y de la
misma forma. Es un proceso social con vacilaciones, avances y retrocesos, éxitos y fracasos en
todas y cada una de la enorme variedad de las relaciones sociales que conforman la trama de la
historia del pueblo y la sociedad venezolanos en estos cien años.
Al amanecer del siglo XX, las ideas modernas y las propuestas modernizadoras están
encarnadas en la corriente positivista y sus representantes en las diversas esferas de la vida social.
Es en torno a las ideas positivistas que se fragua el paradigma cultural moderno en Venezuela. Por
ello, es de primordial importancia destacar las peculiaridades propias del positivismo venezolano, por
supuesto en el terreno intelectual, especialmente en lo que se refiere a la comprensión de la historia
y la formación de la sociedad. Pero, más aún, en su proceso de convertirse en la perspectiva desde
la cual se conforman las aspiraciones, se generan las motivaciones, se establecen los cursos de
acción y se comprende el desenvolvimiento del conjunto de la sociedad.
Diversos estudios sobre las ideas positivistas han ido develando su originalidad e
importancia en la conformación del modo propio de adelantar el vasto proceso modernizador del que
hemos sido sujetos y objeto a lo largo del siglo. Todos asociamos el positivismo al orden como
condición del progreso, a la imposibilidad de saltar etapas en el devenir de los pueblos, al enorme
peso de la tradición (inconsciente colectivo) como código genético de las formas políticas de la
sociedad, a la necesidad de producir cambios culturales para superar realmente las etapas
anteriores de la evolución humana y a no levantar los pies del suelo de la realidad para garantizar la
continuidad evolutiva de los cambios sociales. Que a finales del siglo XX pueda proponerse e
intentarse en Venezuela una revolución democrática con la que se identifica emocionalmente la
mayor parte de la población y los estudiosos de dentro y de fueran no lograr encasillar en ninguna de
las corrientes políticas conocidas, tiene que ver, entre otros factores, con la presencia del positivismo
en la base de la cultura política propia de la Venezuela del siglo XX.
La historia política del siglo XX venezolano se caracteriza por la confrontación entre dos vías
que buscan alcanzar el ideal común de la sociedad moderna y democrática. La primera lo intenta de
arriba hacia abajo y la segunda propone un movimiento simultáneo de arriba hacia abajo y de abajo
hacia arriba. Las claves del camino que va de arriba hacia abajo son: la conducción de la élite
modernizadora e iniciar el proceso por el crecimiento económico como condición de posibilidad para
el desarrollo social y la maduración política. El fundamento de esta postura tiene dos pilares. Uno es
la convicción de que un pueblo atrasado no puede llevarse a sí mismo al progreso, necesita quien lo
guíe. Esa guía es la élite modernizadora que tiene la preparación intelectual y la madurez política
necesaria para hacerlo. El otro pilar es la certeza de que sobre una economía atrasada no puede
sostenerse una sociedad moderna, por consiguiente, la construcción de una infraestructura
adecuada y el fomento de la actividad productiva, especialmente industrial, comercial y de servicios
es el mecanismo que desata el desarrollo social y prepara las bases para la convivencia
democrática. Mientras tanto, las organizaciones políticas como partidos o movimientos, los
sindicatos, asociaciones gremiales y demás asociaciones de intereses o grupos de presión son
interferencias en el proceso. En el proceso venezolano del siglo XX varios actores políticos han
intentado este camino de arriba hacia abajo para alcanzar la sociedad moderna y democrática. Por
supuesto, el General Juan Vicente Gómez (1908- 1935) y sus equipos de gobierno formados por la
crema y nata de la intelectualidad positivista del país. También los Gobiernos con presencia y apoyo
sustantivo de las Fuerzas Armadas y los partidos vanguardistas, como el Partido Comunista, se han
concebido a sí mismos como élites modernizadoras.
Por gobierno Comunitaria, se puede decir, que es cuando un grupo de personas se unen
para ver los problemas que les afectan en su comunidad y le buscan soluciones. Los problemas
pueden ser de carácter social, cultural, económico, político y productivo. La organización es la
estructura que se da a un grupo de personas para funcionar de acuerdo a un método y a un objetivo
común. Cuando varias personas deciden organizarse lo hacen porque tienen intereses o problemas
comunes que les exigen su unión para poder enfrentarlos.
Esta organización facilita mayor oportunidad para conocer, negociar, demandar y gestionar
con gobiernos locales y centrales otros grupos u organizaciones, ya sean nacionales o extranjeras y
con el estado, entre otros, a fin de lograr los objetivos que nos proponemos para alcanzar nuestro
propio desarrollo. A través de la organización también logramos mejores resultados en las
actividades, gracias a la mejor utilización y distribución de los recursos.
Ley orgánica de los Consejos Comunales en su primer artículo nos habla su objeto el cual
es, regular la constitución, conformación, organización y funcionamiento de los consejos comunales
como una instancia de participación para el ejercicio directo de la soberanía popular y su relación
con los órganos y entes del Poder Público para la formulación, ejecución, control y evaluación de las
políticas públicas, así como los planes y proyectos vinculados al desarrollo comunitario.
La presente Ley tiene por objeto desarrollar y fortalecer el Poder Popular mediante el
establecimiento de los principios y normas que sobre la planificación rigen a las ramas del Poder
Público y las instancias del Poder Popular, así como la organización y funcionamiento de los
órganos encargados de la planificación y coordinación de las políticas públicas, a fin de garantizar un
sistema de planificación, que tenga como propósito el empleo de los recursos públicos dirigidos a la
consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos para la
transformación del país, a través de una justa distribución de la riqueza mediante una planificación
estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta, para la construcción de la sociedad
socialista de justicia y equidad.
El “Estado comunal” está definido en la Ley Orgánica del Poder Popular como una “Forma
de organización político social, fundada en el Estado democrático y social de derecho y de justicia
establecido en la Constitución de la República, en la cual el poder es ejercido directamente por el
pueblo, con un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno sustentable, que
permita alcanzar a suprema felicidad social de los venezolanos y venezolanas en la sociedad
socialista. La célula fundamental de conformación del estado comunal es la comuna”.
En diciembre de 2010, como parte del «paquetazo legislativo» que el presidente y su partido, el
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), introdujeron en la Asamblea Nacional de manera sorpresiva,
buscando asegurar su proyecto socialista antes de que tomara posesión un nuevo Parlamento en el que el
oficialismo no contaría con mayoría calificada, se aprobaron varios instrumentos jurídicos para asegurar las
bases del Estado comunal. Uno de ellos fue la Ley Orgánica de Comunas, que estableció esta nueva forma
participativa como la «célula» fundamental del nuevo Estado comunal, que definió como «un espacio
socialista» para el autogobierno de las comunidades, donde se articulan los consejos comunales y toda otra
organización social comunitaria (artículo 5). Se estableció que toda organización comunitaria debe regirse por
esta ley y las comunas no necesitan seguir el ordenamiento territorial constitucional (artículo 10), pues pueden
extenderse por encima de los límites del ordenamiento territorial y tienen prioridad sobre municipios y estados
en la transferencia de los recursos. Tanto en la Ley Orgánica de los Consejos Comunales de 2009 como en
esta Ley Orgánica de Comunas se estipula que las organizaciones comunitarias reconocidas por el Estado
tienen ahora como fin la construcción del socialismo.
En el Estado comunal emergente de estas leyes, las decisiones se toman por mecanismos de
democracia directa. Así, se asignan a consejos comunales y comunas funciones muy numerosas y complejas.
Las comunas serían articuladoras de consejos comunales, pero tienen tareas adicionales a estas: por
ejemplo, contribuir al orden público, construir una economía de propiedad social como tránsito al socialismo y
garantizar la existencia efectiva de formas y mecanismos de participación directa de la gente en la
formulación, la ejecución y el control de planes y proyectos vinculados a los aspectos territoriales, políticos,
económicos, sociales, culturales, ecológicos y de seguridad y defensa.
PRINCIPIOS Y VALORES
ÁMBITO DE APLICACIÓN
Están sujetas a la aplicación de esta Ley, las organizaciones comunitarias, las comunidades
organizadas y todas las instancias del Poder Popular debidamente constituidas, así como las
personas naturales y jurídicas, tanto de derecho público como privado, que se relacionen con las
comunas.