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La participación ciudadana: es un derecho y, al mismo tiempo, es una oportunidad.

En ese
sentido, la participación ciudadana es la actividad por medio de la cual las/os ciudadanas/os,
respetando el Estado de derecho, buscan incidir en las decisiones y procesos relacionados con
asuntos públicos. El objetivo de tal incidencia es contribuir al desarrollo de una convivencia
efectivamente democrática.

Formas de participación ciudadana y democracia participativa.

Participación Individual. La que ejerce cada ciudadano/a a título individual.

Participación colectiva. La que se ejerce a través de todo tipo de organizaciones, asociaciones


y colectivos sociales que articulan la iniciativa y representan los intereses de un amplio
conjunto de personas.

Ambas formas de participación deben ser potenciadas y favorecidas, no existe la una sin la
otra.

La participación ciudadana exige que nos interesemos en los problemas públicos y busquemos
comprenderlos a profundidad. Esto implica informarse sobre ellos, pero también analizarlos
para entender su complejidad: sus causas, consecuencias, así como las posibilidades de las que
disponemos para proponer soluciones. Requiere, también, generar espacios de deliberación
para elaborar posibles soluciones a través del diálogo con otras/os ciudadanas/os. Por último,
es necesario pensar cómo comunicar nuestras propuestas a las autoridades buscando canales
adecuados.

¿Qué es un ciudadano activo?

Es toda persona comprometida e involucrada en diferentes asuntos públicos de la comunidad


en la que vive, abordando sus problemas y logrando el cambio o la resistencia al cambio no
deseado. Un ciudadano activo desarrolla un sentido de pertenencia y entendimiento para
poder tomar decisiones basadas en un conocimiento profundo sobre su comunidad.

Aunque el término es usado más para referirse a ciudades (local), puede ser también asociado
a nivel nacional e internacional, especialmente cuando son individuos involucrados en temas
que conciernen a una geografía más amplia, como la lucha contra la pobreza mundial o la trata
de personas, etc. Cabe mencionar que no debemos confundir este concepto con vandalismo o
rebeldía sin sentido. Un ciudadano activo no actúa para crear daño sino por el contrario, forjar
cambios positivos. Existen algunos rasgos particulares que nos ayudan a indagar un poco más y
a definir este concepto:

Características de los ciudadanos activos

• Aunque respetan y siguen las leyes, las analizan y buscan cambiar aquellas que no se ajustan
al contexto, desvirtúan el comportamiento positivo o son injustas con los ciudadanos.

• Respetan la justicia y la democracia de la nación en la que viven o en la que nacieron.

• Son abiertos y tolerantes a nuevas ideas.

• Escuchan a otros, pues en la escucha es que las necesidades reales y las ideas surgen.
• Poseen el suficiente coraje para defender su punto de vista basado en la equidad, inclusión y
justicia social.

• Están dispuestos a trabajar y luchar por otros.

• Piensan de forma crítica basados en un conocimiento político, económico y social de la


situación de su comunidad.

• Se involucran en las decisiones de la comunidad de diversas formas, no solo ante


instituciones de Gobierno, lo pueden hacer en escuelas, universidades, espacios comunitarios,
entre otros.

• Rechazan la violencia en todas sus formas. Todas las acciones de un buen ciudadano se
desarrollan de forma pacífica.

• No solo piensan sino actúan.

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