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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA DE ANTROPOLOGÍA

Reynaldo Antonio Rivas, Ph. L.

[Apuntes de Clases]

EDUCAR EN CIUDADANÍA

Conceptos de ciudadanía

La ciudadanía como idea clásica data de los siglos V y VI en Atenas. Para aquella época, la
ciudadanía se estudiaba desde el ámbito jurídico, definiéndola como un status para reclamar
derechos al gobierno. La manera en cómo hoy se define la ciudadanía ha cambiado, en tanto su
estudio no es sólo competencia del ámbito jurídico sino de múltiples disciplinas de las Ciencias
Sociales; de esta forma se obtiene un concepto aplicable y coherente para diversos aspectos de la
vida en sociedad y, a su vez, al referirnos a su definición, es pertinente mencionar una relación
que abarca tanto derechos como responsabilidades.

Una definición actual de ciudadanía nos la propone Marshall (1949):

Ciudadanía es un status asignado a todos aquellos que son miembros plenos de una
comunidad. Todos los que posean dicho status son iguales con respecto a derechos y
deberes... Clase social, por otro lado, es un sistema de desigualdad. Y también, como
ciudadanía, puede basarse en un conjunto de ideales, creencias y valores1”.

Esta noción de Marshall es mucho más amplia pero básicamente comprende que existen tres
estadios de ciudadanía que corresponden a los tres órdenes de libertades: civiles, políticas y
sociales.

En lo civil contempla la libertad de pensamiento, de decir aquello que se piensa; de creencia, esto
es de profesar la religión que más se asemeje a nuestro cuadro básico de valores; el poder
celebrar contratos, lo cual significa el derecho a la propiedad privada; y el derecho al derecho
positivo, que se refiere a la impartición de justicia y el ser iguales ante la ley. En cuanto al

1 Marshall, Ciudadanía y clases sociales


sentido de lo político es, como muchas Constituciones lo contemplan, el derecho a votar y ser
votado, esto es el ejercicio de nuestros derechos como ciudadano en el sentido de poder escoger
realmente a las autoridades a quienes les delegamos el poder, pero al mismo tiempo la
posibilidad de ser un protagonista más allá del simple sufragio. Finalmente, los derechos
sociales contemplan un mínimo de bienestar económico y poder vivir en los estándares normales
que una sociedad tiene para vivir: "La vida de un ser civilizado conforme a los estándares
corrientes de la sociedad". Y en ello estriba básicamente la intervención del Estado en materia de
educación y servicios sociales.

Cortina aboga por un concepto que una, por un lado, la razón sentiente de cualquier persona; y,
por otro, las normas y los valores que tomamos como humanizadores.

La ciudadanía es un concepto mediador porque integra exigencias de justicia y a la vez


hace referencia a los que son miembros de la comunidad, une la racionalidad de la
justicia con el calor del sentimiento de pertenencia. Por eso, elaborar una teoría de la
ciudadanía, ligadas a las teorías de democracia y justicia, pero con una autonomía relativa
con respecto a ellas, sería uno de los retos de nuestro tiempo.

La ciudadanía es primariamente una relación política entre un individuo y una comunidad


política, en virtud de la cual el individuo es miembro de pleno derecho de esa comunidad y le
debe lealtad permanente.

Si queremos superar la crisis y contradicciones en las sociedades postcapitalistas y


postliberales, si pretendemos asegurar una “democracia sostenible”, además de diseñar
modelos racionales de justicia, es preciso reforzar en los individuos su sentido de
pertenencia a una comunidad. Principios y actitudes son igualmente indispensables.2

Surge la cuestión del carácter del ciudadano, la ética de la ciudadanía, qué tipo de ciudadanos
queremos forjarnos, en la sociedad, qué tipo de ciudadanos queremos ser.

Es un tema fundamental, y lo está siendo sobre todo desde los años 70 del siglo XX. Y esa
necesidad de forjar de nuevo el carácter de los ciudadanos surge de dos lados fundamentales, de
dos raíces fundamentales. Por una parte, la necesidad de civilidad, y, por otra parte, la necesidad
de que la sociedad civil asuma su protagonismo, de que salga de su minoría de edad, asuma su
mayoría de edad y tome el lugar que le está correspondiendo en una sociedad pluralista.

2 Cortina, Adela, citando a MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, Barcelona, Crítica, 1987. En: Ciudadanos del
mundo, 33.
Podemos constatar que, en las sociedades capitalistas, la ética fundamental es la ética del
individualismo hedonista. Cada persona siente que él y sus allegados son el centro de la
sociedad, el núcleo de la sociedad. Y, además, cada uno de ellos siente que tiene deseos, deseos
de determinados placeres; los deseos son infinitos y cada uno entiende que él, sus deseos y la
satisfacción de sus deseos constituyen la clave de su sociedad.

Cuando esa es la clave ética de una sociedad, lo que es evidente que ocurra a continuación es que
se merma totalmente toda capacidad de civilidad. ¿Qué quiere decir civilidad? La capacidad de
sacrificarse, de alguna manera, la capacidad de involucrarse en las tareas públicas, la capacidad
de involucrarse en las tareas de la sociedad en su conjunto. Y ocurre que, cuando el
individualismo hedonista es la clave de una sociedad, la civilidad queda totalmente socavada. A
esto se le suma una visión del individualismo posesivo, es decir, la convicción de que cada uno
es el dueño de sus facultades y del producto de sus facultades, sin deber por ello nada a la
sociedad.

Los individuos, movidos únicamente por el interés de satisfacer toda suerte de deseos sensibles
en el momento presente, no sienten el menor afecto por su comunidad, y, por ende, no están
dispuestos a sacrificar sus intereses egoístas en aras de la cosa pública. (…) De ahí que, uno de
los grandes problemas en las sociedades del capitalismo tardío consista en conseguir que
cooperen en la construcción de la comunidad política unos ciudadanos preocupados únicamente
por satisfacer sus deseos individuales. ¿Cómo lograr que estén dispuestos a sacrificarse por el
bien común, cuando sea necesario, unos individuos que hacen del placer presente el único
objetivo de su vida?3

Parece, pues, que la racionalidad de la justicia y el sentimiento de pertenencia a una comunidad


concreta han de ir a la par, si deseamos asegurar unos ciudadanos plenos y a la vez una
democracia sostenible

En una sociedad donde las relaciones se basan en el intercambio económico, despreciar a quien
no tiene algún bien material como el dinero, trae consigo su exclusión, sin tener en cuenta que,
mediante el intelecto y la sensibilidad es posible el intercambio en la sociedad. La aporofobia
lleva al ser humano a la exclusión, a la clasificación social y económica, atentando directamente
contra la dignidad del hombre y a la democracia, en tanto en la democracia no pueden existir
sociedades radicalmente desiguales.

3 Cortina, Ciudadanos del mundo, 22.


Necesitamos, por ello, rescatar aquellos valores que le son transversales a la noción de
ciudadanía y que constituyen el eje educacional para las generaciones.

Los valores de la ciudadanía:

- La libertad o Libertad de participación: se refiere a la condición de hombres libres, en


contraposición con los esclavos. Es la libertad política de participación en los asuntos de
la polis; es el derecho a participar en los asuntos públicos, en las decisiones comunes.
o Libertad como independencia: estrachamente ligada al surgimiento del individuo
y el individualismo. Tiene como correlato propio, como expresión, la libertad de
conciencia, de expresión, de asociación, etc. En razón de esta libertad podemos
gozar de “vida privada”.
o Libertad como autonomía: es el sentido de “darme mis propias leyes”, bajo la
premisa que el ser humano es consciente que hay acciones que humanizan y otras
que deshumanizan, y que tales acciones merecen ser hechas o evitadas.
- Igualdad
o Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley o Igualdad de oportunidades o
Igualdad de prestaciones sociales
El fundamento de estas igualdades es la igual dignidad de las personas
- Respeto activo: consiste no sólo en soportar estoicamente que otros piensen diferente,
sino el interés positivo por comprender sus proyectos y por ayudarlos a llevarlos adelante,
siempre que se presente un punto de vista moral respetable.
- Solidaridad: que se expresa en dos modos o La relación que existe entre personas que
participan con el mismo interés en cierta cosa
o La actitud de una persona que pone interés en otras cosas y se esfuerza por las
empresas o asuntos de esas personas.
- Diálogo: la búsqueda cooperativa de lo bueno, lo justo, lo verdadero

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