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Título: El delito de balance falso en el ámbito societario


Autor: Romero Villanueva, Horacio J.
Publicado en:
Cita: TR LALEY 0021/000182
El presente artículo se inspira en un merecido homenaje al fallecido prof. Jorge López Bolado, al tratar
rescatar las conductas penalmente punibles relacionadas con falsedad de los documentos contables emanados de
las sociedades comerciales. Por su particular incidencia en el tráfico económico actual, denota la creciente
necesidad de actualizar la construcción del tipo penal en relación a la autoría y participación de los posibles
sujetos activos, como así también de la reacción punitiva.
I. INTRODUCCIÓN
El Código Penal Argentino, en su Libro segundo, Título XII, Capítulo V, castiga el balance falso o
incompleto en el art. 300 , inc. 3º del CPen. y por su ubicación sistemática lo coloca dentro del elenco de los
delitos que reprimen el fraude al comercio y la industria.
La fórmula legal expresa del siguiente modo la incriminación: "...serán reprimidos con prisión de seis meses
a dos años... el fundador, director, administrador, liquidador o síndico de una sociedad anónima o cooperativa o
de otra persona colectiva, que a sabiendas publicare, certificare o autorizare un inventario, un balance, una
cuenta de ganancias y pérdidas o los correspondientes informes, actas o memorias, falsos o incompletos o
informare a la asamblea o reunión de socios, con falsedad o reticencia, sobre hechos importantes para apreciar la
situación económica de la empresa, cualquiera que hubiere sido el propósito perseguido al verificarlo" (1).
Esta conducta se le atribuye a la tipología de la llamada "delincuencia económica", la cual es una expresión
que alude a la denominada "delincuencia de cuello blanco", cuyo origen se ubica a partir de la obra de Edwin
Sutherland de 1940, y cuyo significado se circunscribe "...a las infracciones lesivas de orden económico
cometidas por personas de alto nivel socio-económico en el desarrollo de su actividad profesional" (2).
Pero la importancia del tema no se limita únicamente a enunciar la tipología criminal; sino que, como
advirtiera hace más de treinta años el recientemente fallecido prof. López Bolado (3), esta manifestación
delictiva va conectada a una pluralidad de acciones criminales (4) que desembocan indefectiblemente en el
"vaciamiento de la empresa".
Por otra parte, la justificación de nuestro estudio se ubica a partir del relevamiento de su importancia en la
estadísticas criminales (5)de nuestro país; pues en el año 1996, sobre un total de 20.370 sentencias
condenatorias, se dictaron 4 pronunciamientos; en el año 1998, sobre un total de 15.714, no hay registro alguno
fallo de condenatorios por este delito; y en el año 2000, sobre un total de 18.377 sentencias, no se registró ni una
sola condena con relación a un universo de población de 32.615.498.
Sobre estos mismos períodos si comparamos, por ejemplo, el delito de falsedad ideológica en documentos,
vemos que en el año 1996 se dictaron 39 condenas, en el año 1998 se pronunciaron 18 condenas y, por último,
en el año 2000 éstas disminuyeron a 15.
Estos datos confiables al tratarse de sentencias condenatorias -más allá de la crítica a las "cifras negras" del
delito- nos permiten afirmar que existe una gran contradicción en el discurso del sistema penal, ya que a pesar
de estar basado en los principios liberales, su actuar concreto determina una criminalización selectiva y, en
contrapartida, la formación de amplios sectores de inmunidad.
Entre otras, las causas que contribuyen a dar impunidad a determinados sectores económicos que incurren
en este delito son: la falta de conciencia sobre la importancia del bien jurídico por su calidad de difuso, el
perjuicio económico indeterminado para las víctimas concretas y la falta de decisión por parte de los
legisladores para tipificar penas más acordes como el comportamiento dañosos para la colectividad; por último,
el carácter técnico de los documentos, quedando fuera del ordenamiento penal, otorgándosele un carácter
sancionatorio para el derecho administrativo o civil.
Con el objeto de abordar cada una de las hipótesis que la figura penal contiene, resulta menester adentrarnos
en el bien jurídicamente tutelado, establecer el concepto de balance, ya que se trata del elemento normativo del
tipo, las calidades especiales de los autores, la acciones punibles y, por último, la estructura subjetiva del tipo.
II. EL BIEN JURÍDICO TUTELADO
Para poder penetrar en el tema, corresponde señalar que la necesidad de vincular la protección penal a la
noción de bien jurídico cumple la función de ser el momento fundamentador del contenido del injusto en el
ámbito de las descripciones típicas; y en este sentido, la propia Corte, en el leading case "Legumbres SA" (6),
ha marcado correctamente un pauta de orientación en la materia al decir que la correlación entre sanción y bien

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jurídico es la que, con fundamento en la proscripción de la analogía, permite fundar la prohibición de que, so
pretexto de interpretación, se amplíen los tipos legales a la protección de bienes jurídicos distintos de los que el
legislador ha querido proteger.
Planteando el problema de este modo, Hassamer dice que el bien jurídico sólo puede llegar a serlo -más allá
de cualquier fundamentación normativa- cuando exista una clara necesidad social, que con cierta frecuencia
ponga en peligro o se lesione y cuya lesión produzca sentimientos reales de amenaza (7).
La doctrina, mayoritariamente, ha entendido que tutela penal de la fe pública sobre estos documentos se
extiende al derecho público que tienen los terceros a la disponibilidad de una información verdadera y completa
sobre el contenido de estos documentos.
En tal sentido, para Hendler (8) se trata de proteger la confianza de los terceros; para Navarro es confianza
respecto de la honestidad que debe regir los negocios y las relaciones comerciales; Spolansky (9) entiende que
la protección penal de la fe pública sólo abarca, en la figura, las relaciones comerciales; y por último, Núñez(10)
afirma que el resguardo penal abarca la confianza general en el correcto desenvolvimiento de las operaciones
comerciales o industriales.
En el derecho comparado, Bacigalupo (11) vislumbra como objeto de protección del delito de falsedad de
balances, cuentas e informes -art. 290 del CPen. español (1995)- a la transparencia externa de la administración
social (12).
Para nosotros el bien jurídico protegido, más allá de la infeliz inclusión como fraudes al comercio y a la
industria, pasa por la certeza y veracidad a las relaciones comerciales (créditos, deudas, etc.) que informan estos
documentos contables enunciados en el tipo penal, ya que existen principios éticos legales que justifican su
importancia a tenor de la particular información que otorgan.
Toda vez que justamente es esa información la que lo convierte en un valioso instrumento de la actividad de
empresas, conformado el bien jurídico "fe pública creencia" (13), lo que sitúa dentro de los llamados delitos
socioeconómicos.
Sin embargo, ello no obsta a que puedan resultar implicados, en determinados supuestos, intereses
patrimoniales individuales, con lo cual surge el inconveniente adicional de diferenciar entre los delitos
patrimoniales y los referidos al orden socioeconómico; para ello debemos dejar en claro que el bien jurídico
propuesto está dirigido a resguardar intereses colectivos, cercanamente relacionado al orden público económico,
aunque puedan concurrir a su vez intereses individuales.
La necesidad generada por la confianza en la certeza, objetividad y veracidad de la información que brinda
un balance en las sociedades altamente informatizadas, implica la posibilidad de captar inversores en cualquier
punto del planeta, gracias a los avances tecnológicos, pero también gracias al gran influjo en el campo de la
criminalidad que tiene la información contable, en tanto el nuevo modus operandi revela situaciones que deben
ser una alerta constante para los operadores judiciales.
III. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL TIPO PENAL
Antes de adentrarnos en nuestro análisis de la conducta punible, debemos interrogarnos previamente:
¿cuáles son las características salientes de la figuras?
En primer término cabe destacar que se trata un delito doloso (14), con carácter pluriofensivo, pues la
conducta ataca diversos intereses (porque ataca tanto el derecho a una información contable veraz a la cual
tienen derecho los accionistas de una sociedad, como los intereses de éstos en una sociedad anónima,
distorsionándolos, o a los eventuales inversores); por lo general es un medio para cometer otros delitos
(generalmente la estafa -art. 172 - o las distintas modalidades defraudatorias -art. 173 -); y en estos casos queda
desplazada por el "concurso aparente" (15); es un delito formal (16) pues la ley exige que la voluntad del agente
se dirija a la producción de un resultado que ya ofende el derecho protegido por la pena, y sólo constituye un
daño potencial para el bien material del que se quiere privar con esa acción; y por ello es de peligro abstracto,
pues de acuerdo a lo expresado sólo basta la posibilidad de que se produzca un resultado; crea las condiciones
para ello pero se consuma aunque no se produzca perjuicio.
1. El tipo objetivo
Para la configuración del delito de publicación de un balance falso o incompleto -previsto en el art. 300 ,
inc. 3º, CPen.- dentro del plano objetivo, deben existir los siguientes elementos: a) realización de la acción de
publicar, autorizar o certificar, b) que recaigan sobre un inventario, balance, cuenta de ganancias y pérdidas o
los correspondientes informes, actas o memorias y c) que sean falsos o incompletos; y en el aspecto subjetivo
del tipo, se exige que esta acción típica sea realizada de manera dolosa. Además desde la autoría, debe tratarse

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de uno de los sujetos enumerados en el tipo penal.


a) Concepto de balance
El objeto sobre el cual recae el delito de un balance falso o incompleto -tipificado en el art. 300 , inc. 3º,
CPen.- es el instrumento en el cual se enumeran detalladamente todos los componentes del activo y del pasivo
que reflejen la situación patrimonial de una sociedad, razón por la cual un balance bien confeccionado debe ser
un reflejo de veracidad, seriedad y precisión de los datos contables que permitan efectuar un análisis objetivo de
su situación patrimonial.
Por su naturaleza de documento contable, expresa en forma sintética el estado económico-financiero de una
empresa en un momento dado. Según Berrier (17), puede definirse al balance como un documento que refleja la
valoración del activo y del pasivo, referida a un instante dado, cuyo objeto es la representación y medida de la
situación patrimonial de una persona, generalmente jurídica.
En lo que respecta a la legislación argentina (Código de Comercio, Ley de Sociedades y Ley de Quiebras),
los comerciantes tienen la obligación de llevar dos libros: el de inventarios y balances y el diario (art. 44 ,
CCom.), y sin perjuicio de ello el comerciante debe llevar los libros registrados y la documentación contable
que correspondan a una adecuada integración de un sistema de contabilidad y que le exijan la importancia y la
naturaleza de sus actividades, de modo que de la contabilidad y documentación resulten con claridad los actos
de su gestión y su situación patrimonial (18).
Cuando el art. 43 del CCom. impone la obligación de "llevar cuenta y razón de sus operaciones y tener una
contabilidad mercantil organizada", se entiende como una carga inherente a la calidad de comerciante, que sin
embargo, con respecto a las sociedades por acciones, puede inferirse la existencia de sanciones en virtud de lo
establecido por el art. 302 de la Ley de Sociedades 19550.
El balance es el resultado, el punto de terminación de la contabilidad, y consiste en un cuadro en dos partes
representando la situación activa y pasiva de la empresa. De hecho Fariña (19), recogiendo la definición de
Gregorio, señala que es el estado de contabilidad que resume, en un momento dado, los saldos de diferentes
cuentas de la empresa.
Luego, la diferencia entre el pasivo y el activo constatada por la cuenta ganancias y pérdidas permite
conocer si la empresa es beneficiaria o deficitaria.
Desde un punto de vista de la contabilidad, el balance permite también apreciar la situación neta de la
empresa, es decir, la medida en que el activo, deducción hecha de los débitos (activo neto), corresponde al
capital aportado por el empresario o los socios y a las reservas constituidas anteriormente.
Desde un punto de vista jurídico, diremos que es un instrumento privado cuya realización constituye un acto
jurídico sometido a formas y objetivos aptos para establecer relaciones jurídicas entre las personas, a los que el
Estado les impone requisitos (formas predeterminadas), obligatorias para su viabilidad, y una finalidad
específica (20).
El balance anual, que debe realizarse al final de cada ejercicio de la empresa en curso de explotación,
comporta también la visión sobre el futuro y presenta un cierto aspecto presupuestario (21), y se ve por la forma
en que es valuado el activo y por cómo se han constituido las amortizaciones, la provisiones y las reservas para
hacer frente a ciertos riesgos en función de la política económica de la empresa (22).
Ahora bien, puede ocurrir que con posterioridad al cierre de los ejercicios contables se generen distorsiones
en las cifras contabilizadas pero con anterioridad a su certificación, autorización, aprobación o publicidad, pero
aun así la doctrina contable y la legislación específica (23)demandan que estos datos deban ser incluidos en los
estados contables con notas a los mismos para advertir al lector e informarlo plenamente. La omisión de esa
información relevante conlleva a la consumación de la conducta prohibida en el tipo penal(24).Por último, debe
ser interpretado con precaución pues -ante todo- es una evaluación que expresa una realidad objetiva donde se
asienta muchas veces la realidad de la empresa, pero no pocas se desdibuja su función para obtener beneficios
espurios o ilegítimos por la tergiversación de sus datos o resultados.
b) La función del balance en las sociedades y el derechoa la información
La confección y la comunicación oportuna de los estados contables -y no sólo del balance anual- a los
socios, es no sólo una obligación de los administradores, sino un derecho irrenunciable de los mismos, como se
desprende del art. 69 de la LS, y las limitaciones que puedan prever el estatuto o reglamento o disponer la
mayoría en la asamblea, sólo pueden responder al propósito de hacerlo compatible con el orden societario.
Según Halperin (25), el derecho a la información ha adquirido la real trascendencia que le corresponde en la
estructura y funcionamiento de las sociedades, aunque aparece con mayor relevancia en las sociedades

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anónimas, y existe desde la constitución -art. 179 de la LS- hasta la liquidación y partición -arts. 104 , 107 y 110
de la LS-, debiendo ser amplio.
Expresa este mismo autor que la publicidad predispuesta por la ley para ciertos supuestos es complementaria
y para el control de la información, pero no sustituye la individual.
Ello conlleva a que la información debe ser sincera, amplia y cubrir la marcha de la sociedad, y el ejercicio
del derecho a informarse cumple doble función: preventiva y de control de la gestión social.
Esta información es requerida por tres destinatarios esenciales: a) propietarios, funcionarios y personal de
ente ideal; b) terceros ajenos y c) el propio Estado.
Todos estos interesados, por diversos motivos, pueden necesitar información sobre la empresa,
especialmente sobre su patrimonio y la evolución de éste. Esta colección de datos económicos, financieros,
tributarios, etc., se recogen y brindan mediante la presentación de los estados contables (26); permiten
básicamente evaluar rendimientos, proyecciones y expectativas que cimientan la envergadura del negocio.
Es justamente virtud de esa "fe pública", a la que alude la "confianza del público" en general respecto de la
honestidad que debe regir en los negocios y relaciones comerciales, la que transforma al balance en pilar de
transparencia del desenvolvimiento de la actividad social, que por su continua evolución informa sobre la
situaciones mutables permanentemente, afectando la conformación del patrimonio y las relaciones internas y
externas que se derivan de la explotación y la cual debe estar destinada a sustentar las relaciones jurídicas
indeterminadas.
Los principales factores a tener en cuenta para evaluar y medir la falsedad e incompletud de los estados
contables, en nuestro caso, es la ley 19550 (sobre documentación y contabilidad), en estrecha armonía y
supeditación con los presupuestos, características y criterios básicos que informan la moderna teoría contable,
teniendo especialmente en cuenta el objetivo de los estados contables.
c) La magnitud de los hechos para apreciar la situación económica de la empresa
Como hemos visto, el balance, de importancia en cualquier empresa, cobra vital significado en las sociedad
anónima para los socios y para los terceros, por su triple función de hacer conocer el estado patrimonial de las
sociedad, asegurar la integridad del patrimonio y dar información sobre los negocios sociales y sus
consecuencias, la distribución de utilidades o la distribución de pérdidas.
Sin embargo, el art. 300 , inc. 3º del CPen. establece que la falsedad se adecua al tipo cuando recae sobre
"hechos importantes para apreciar la situación económica de la empresa".
El interrogante que se plantea es: ¿Cuándo un hecho reviste estas características? ¿Se trata de una condición
objetiva de punibilidad o del tipo objetivo? ¿Son importantes todos los rubros establecidos en los arts. 63 a 66
de la ley de sociedades para apreciar la situación económica de la empresa conforme lo exige el tipo penal?
Sponlasky (27) adhiere a la idea que, conforme la redacción de la figura, existen tres hipótesis diferenciadas,
a saber: 1º) publicación; 2º) autorización de un balance o cuenta de ganancias o pérdidas o los correspondientes
informes, falsos o incompletos; y 3º) informar en la asamblea o reunión de socios con falsedad o reticencia
sobre los hechos importantes para apreciar la situación económica de la empresa.
Desde esta categorización se puede inferir que solamente entran como elementos integrantes del tipo
objetivo los hechos de "significación económica" en la última parte del citado inc. 3º de la figura tratada.
En cambio, para Hendler (28) existen dos hipótesis diferenciales típicas alternativas: por un lado los sujetos
calificados que a sabiendas publicaren, certificaren o autorizaren un inventario, un balance, una cuenta de
ganancias y pérdidas o los correspondientes informes, actas o memorias, falsos o incompletos; y por el otro,
quienes informan a la asamblea, o socios, con falsedad o reticencia, si bien es cierto que se trata de un
formulación mucho más amplia y aun comprensiva de la relativa a hechos importantes para apreciar la situación
económica de la empresa.
En un caso basta que haya falsedad o que se trate de un estado incompleto y en el otro se exige que la
falsedad o reticencia se refiera a ciertos hechos de magnitud económica; pero tanto Hendler como Spolansky lo
asimilan como un elemento objetivo del tipo.
Por su parte, Rocha Degreef (29) interpreta que se trata de una condición objetiva de punibilidad, ya que es
una condición del precepto en la medida en que está dentro del proceso ejecutivo del delito, dependiendo en este
presupuesto del cumplimiento de una condición exigida por la ley; debe haber entonces en el informe requerido
por la norma, la condición de que: 1º) se refiera a hechos económicos de la empresa; y 2º) que los mismos
tengan entidad de suficiente importancia como para apreciar la situación económica de la empresa.

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Por su parte, Bacigalupo entiende que para medir la importancia de la falsedad es preciso deducir un criterio
en virtud del cual estimarla. Ese criterio no puede sino surgir de la finalidad a que apunta el tipo penal. Este tipo
penal tiende a penalizar lo que normalmente es un hecho preparatorio de la estafa, es decir, la confección de un
instrumento que puede ser utilizado como ardid o de provocar en un socio o un tercero el error que lo determine
a una disposición patrimonial dañosa, sobre la base de la falsa apreciación. Este criterio, concluye el autor
citado, no puede establecer a priori, en consecuencia, la falsedad típica en el sentido del art. 300 , inc. 3º, pues
dependerá del nivel alcanzado por la falsedad en relación a su idoneidad para inducir a engaño.
En este panorama doctrinario, cabe resaltar que la jurisprudencia(30) ha ido aplicando, magnitud económica
de los datos, tanto según la primera como la segunda hipótesis de la figura penal, con lo cual esta amplitud
introduce una especie de "simple omisión" que debe ser valorada para cada caso en particular; teniendo en
cuenta si el monto de la operatoria no incluida en el balance no es importante ni decisivo para apreciar la
situación económica de la empresa, si se compara con el giro comercial de la misma en el ejercicio.
No podemos menos que objetar esta generalización, ya que si bien -como lo señala De Llano (31) - una
mínima divergencia entre datos reales y datos representativos en el balance sería difícil que hiciera surgir una
capacidad de engaño en los términos de la figura, tampoco es menos ciertos que no podemos dejar pasar
inadvertidas tres características esenciales en relación a la primera parte del delito: que se trata de reprimir una
conducta que atenta contra fe pública por el propio peligro que implica la falsedad, que se trata de punir un acto
preparatorio para eventualmente llegar a otros delitos; y por último, la ley no introduce expresamente un límite
cuantitativo a la falsedad de un inventario, un balance, una cuenta de ganancias y pérdidas, informe, actas o
memoria.
En consecuencia, la valoración judicial no puede extender la operativa de ella más allá de lo que el tipo
autoriza.
d) Las calidades especiales del autor que reviste la figura
Resulta evidente de la propia enunciación que hace el tipo objetivo, que sólo pueden ser autores penalmente
responsables las personas que expresamente se mencionan en el precepto, es decir, que se trata de "los delitos
especiales propios" que solamente pueden ser ejecutados por un autor calificado (32);
Según Stratenwerth (33), estos requisitos especiales de la autoría son consecuencia de la existencia de un
"deber especial", cuya lesión da origen a una ilicitud penalmente relevante (34).
Ello implica la necesidad de determinar la calidad de dichos sujetos, ya que, según Creus (35), la figura
alude, únicamente, a los que en forma constante o permanente ejercen funciones administrativas o directivas,
debiendo acreditarse la relación funcional entre el agente y las acciones típicas, incluyendo esta opinión en
particular a los síndicos de las sociedades anónimas, ya que esto aparece en el propio texto de la norma.
Pero ello no es óbice para aplicar los principios de la participación criminal a otros sujetos que contribuyan
con relación al resultado, ya que los deberes generales impuestos por la normativa societaria guardan una
importancia determinante a la hora de "cerrar" el tipo legal del balance falso.
A la par, Bello Knoll y D'Albora (h) han postulado que la aprobación de los estados contables falsos o
incompletos por parte de los accionistas o socios, con conciencia de que tienen estas características, convierte a
éstos en partícipes secundarios, puesto que aun sin su intervención, la acción queda consumada por la
realización de las conductas descriptas en la ley por parte de los sujetos activos especiales (36).
En razón de lo expuesto, corresponde analizar a cada uno de los posibles autores:
1) El fundador
Según Rocha Degreef (37), son fundadores quienes asumieron la iniciativa de constituir o crear la sociedad
y se estipulan como socios en el contrato constitutivo (arts. 163 a 185 de la Ley de Sociedades Comerciales, al
referirse a la constitución y formación de la sociedad anónima).
Por su parte, la jurisprudencia (38) a dicho que "se considera que los fundadores operan como mandatarios
del `ente en formación', que éste reviste el carácter de una sociedad provisional, que la condición jurídica de los
fundadores es en cierto modo equiparable a la de representantes necesarios de las personas por nacer o que
estamos frente a un fenómeno sui géneris, la regla del art. 324 del Cód. mercantil debe aplicarse rigurosamente
en cuanto a su responsabilidad, toda vez que desplaza las soluciones que consagren los art. 1930 , 1936 , 1947 ,
2304 o 2305 del CCiv.".
En suma, son los que asumen la iniciativa de la creación directa de la sociedad y toman intervención directa
en los actos tendientes a su constitución, actuando en su propio riesgo y asumiendo la responsabilidad de esa
gestión, por lo que pueden asignarse ventajas especiales en las utilidades, y sobre el capital (39).

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Recordaremos algunos conceptos que contribuirán a aclarar el panorama. La Ley de Sociedades 19550 habla
de los fundadores como aquellos (sujetos) que firman el contrato constitutivo de una sociedad anónima, y de los
promotores como aquellos que firman el programa de dicha sociedad, y también habla de constitución de la
sociedad por instrumento público y por suscripción pública.
Así tenemos que "fundadores" son los socios que concurrieron a constituir la sociedad, y el estatuto puede
reservar para éstos algún derecho o privilegio (acciones con más derecho a voto, por ej.); si no lo hace, quedan
en pie de igualdad con otros accionistas que se incorporen con posterioridad.
En resumen, cuando la ley de sociedades habla de promotores y de fundadores, el Código Penal se refiere
sólo a estos últimos (cuya distinción de los anteriores ha sido señalada). El sentido y la significación de los
conceptos contenidos en dicho Código también deben buscarse en la aludida ley 19550 .
2) El director
El cargo de director es de carácter personal o indelegable. Los directores no podrán votar por
correspondencia, pero podrán hacerlo en su nombre otros directores, si existiera quórum en la reunión
correspondiente (art. 266 , Ley de Sociedades Comerciales).
La representación de la sociedad corresponde por ley al presidente del directorio. No obstante ello, el
estatuto podrá autorizar la actuación de uno o más directores, siendo de aplicación lo prescripto por el art. 58 de
la ley 19550.
Por su parte, el art. 270 contempla la posibilidad por parte del directorio de designar gerentes generales o
especiales, en quienes se pueden delegar funciones ejecutivas o de administración.
La gerencia general o especial, que puede ser integrada por directores de la empresa, no forma parte del
órgano de administración de la sociedad anónima, siendo definida por Zunino como "un factor de alto nivel
jerárquico, y por lo tanto, un empleado de la sociedad" (40).
Es dable destacar que partir de la reforma introducida en la segunda parte del art. 274 de la Ley de
Sociedades, se estableció expresamente que "la imputación de responsabilidad se hará atendiendo a la actuación
individual cuando se hubieren asignado funciones en forma personal de acuerdo con lo establecido en el
estatuto, el reglamento o la decisión asamblearia".
Esto último, al igual que la figura del gerente general o especial y la virtual creación del Comité Ejecutivo,
tiene una importancia decisiva a la hora de determinar la responsabilidad punitiva de cada uno de los
encargados de la administración del ente, debido a que si bien existen deberes genéricos impuestos por la Ley
de Sociedades a todos los socios y administradores, muchos de esos deberes se ven especificados e
incrementados teniendo en cuenta la especial posición que el sujeto tiene frente al interés social.
A nadie escapa que la mayoría de las empresas están gobernadas por sectores dominantes, siendo escasa o
nula la participación de la minoría. Es por dicho motivo que resulta absolutamente incompatible con el principio
de culpabilidad penal que se extienda la responsabilidad punitiva a aquellos sectores que se mostraron ausentes
y no contribuyeron a la conformación de la decisión infiel. Esto, sin perjuicio de destacar que la cuestión civil se
gobierna por otros cánones de comportamiento, que por supuesto pueden extender la responsabilidad en base a
factores de atribución objetivos.
En virtud de lo expuesto, la determinación concreta de las funciones personales reviste una importancia
mayúscula para indagar sobre la autoría del administrador.
3) El administrador
Específicamente a la figura del administrador societario, vemos que la ley 19550 contempla, en la Sección
VIII, del Capítulo I -más precisamente en los arts. 58 , 59 y 60 - el marco genérico regulatorio de la
administración y representación en el seno de las sociedades comerciales; el cual, dogmáticamente, es aplicable
a todos y cada uno de los tipos societarios previsto en la citada norma.
Comienza el art. 58 expresando "que el administrador o representante que de acuerdo con el contrato o por
disposición de la ley tenga la representación de la sociedad, obliga a ésta por todo lo actos que no sean
notoriamente contrarios al objeto social...".
Sin embargo, en opinión de Navarro (41), la administración abarca la totalidad de las relaciones que se
pueden establecer con el patrimonio ajeno en virtud de la confianza dada al administrador.
Distinta es la situación expuesta en el seno de las sociedades anónimas, dónde la administración del ente es
asumida por el propio directorio. Sin embargo, no ocurre los mismo con la representación en tales tipos
societarios, la cual recae en manos del presidente de dicho cuerpo. Esto último no empece la posibilidad

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admitida por la norma de asignar a más de un director las funciones de representación de la persona jurídica. En
dicho caso, la administración del ente estará a cargo de un directorio compuesto de uno o más directores
designados por la asamblea de accionistas o el consejo de vigilancia, en su caso.
4) El liquidadorEs quien provee a la clausura de la gestión, ejecutando funciones que en el giro comercial
normal de la persona colectiva les son confiadas a los administradores. Su actividad se endereza a la realización
de la actividad crediticia y a la extinción del pasivo formando la masa residual sujeta a división y devolución.
De hecho, la figura del liquidador, contemplada en el art. 102 de la ley 19550, ostenta la representación
necesaria de la sociedad en cuanto persona jurídica en estado de liquidación, y se halla investida de la facultad
de celebrar todos los actos necesarios para la realización del activo y cancelación del pasivo (art. 105 de dicha
ley), quehacer éste que no sólo constituye una potestad sino que es una verdadera obligación.
5) El síndico
Es la persona o grupo de personas a las cuales la ley les impone el deber específico de fiscalización o control
de la sociedad (arts. 284 y ss. de la LSC). Conforme a la Ley de Sociedades, el síndico no es un órgano pasivo
de control, sino una institución concebida con derechos y obligaciones expresos que lo obligan a tomar
participación activa en diversos casos (arts. 294 , incs. 1º, 4º y 9º; 296 y 297 ). En consecuencia, el síndico no
asume la representación de la sociedad, sino la propia responsabilidad frente a determinadas obligaciones
legales y al cometido de los mismos administradores societarios.
Sin embargo, como nos percata Báez (42), corresponde diferenciar entre el síndico de las sociedades y
aquellos que intervienen en los concursos preventivos o de falencias; por lo que únicamente sujeto activo de las
conductas el síndico societario, y excluye en todo el marco posible de su actuación al síndico concursal o
falencial.
e) Las conductas punibles
Desde un punto de vista teleológico, el examen del texto de la figura evidencia un especial interés en la
consecución de la máxima transparencia en la información societaria, ya que dicha información, expresada en
determinados documentos que debe emitir el ente ideal, ha de ser completa y veraz (43), reflejando así la
imagen fiel de las actividades societarias, en tutela de la propia entidad, de los socios o de terceros.
En otras palabras, la norma persigue garantizar el derecho a una correcta información de los socios,
acreedores y terceros, que debe reflejarse en documentos claros y exactos, derecho que se corresponde con el
deber de los empresarios de llevar una contabilidad ordenada y fiel, ya que las leyes comerciales establecen
normas específicas que regulan cómo es la forma para llevar la contabilidad, y su observancia permite conocer a
ciencia cierta la marcha de las operaciones, la situación de los negocios y su rendimiento en interés de los
socios, los acreedores y el propio Estado.
De la mera lectura del art. 303 , inc. 3º, se determinan cuatro conductas punibles que se conectan con las
referencias descriptivas del tipo penal, a saber:
1) Publicar
Es poner en conocimiento de los interesados o destinatarios, según las formas consagradas por la ley o por
los estatutos sociales, el instrumento contable. El deber de publicar el balance - falso según el delito - dirige su
alcance a un número indeterminado de personas, debiendo producirse esta divulgación ante la asamblea, o
presentarse a alguna autoridad o institución ante los cuales el informe pueda determinar algún perjuicio; sin
embargo, como lo rescata Soler (44), una publicación abusiva, individualmente resuelta por otra persona,
aunque pertenezca al directorio, no constituye la infracción.
2) Certificar
Es comprobar o prestar una manifestación de veracidad de lo que comunica el conocimiento de la falsedad
(45). Para Creus (46), el que teniendo la facultad de corroborar o dar fe de la veracidad de lo que se comunica,
lo hace conociendo la falsedad del contenido. En esas condiciones, pareciera que las personas alcanzadas por la
figura no son ni los directores, ni los síndicos, ya que éstos ni en su condición de profesionales certifican el
contenido de las actas. En todo caso, aprueban la rúbrica, pudiendo afirmar, sin hesitación alguna, que la
signatura corresponde con la expresión certificada.
Entendemos que puede participar necesariamente en la comisión de la conducta quien certifica el balance en
el ámbito capitalino, conforme lo demanda la ley 20488, art. 13 , el contador público con título expedido por
Universidad Nacional y matriculado en el Colegio de Ciencias Económicas correspondiente (47).
Esta afirmación incluso se ve corroborada por el art. 5º del Código de Ética Profesional, el cual demanda
que "toda opinión, certificación, informe o dictamen, etc., debe expresar en forma clara, precisa, objetiva
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completa y de acuerdo a las normas establecidas por el consejo. Las responsabilidades por la documentación
que firmen los profesionales es personal e indelegable, aunque requiera la actuación de colaboradores".
Pero además, como lo rescata Bacigalupo (48), la exclusión de los contadores en el tipo penal del balance
falso es totalmente injustificada.
En primer lugar, porque en el balance falso es casi ineludible la ayuda de un contador para su realización y
esta participación no es, en general, ingenua, y por cierto que esa exclusión no significa una garantía de
inmunidad para el contador que participe en los hechos adecuados a los tipos penales del art. 300 , inc. 3º, o 301
del CPen. Sus conductas pueden caer bajo la amenaza penal como consecuencia de las reglas propias de la
participación -arts. 45 y 46 del CPen.- en calidad de cómplices o instigadores.
Sin embargo, en una postura encontrada se alza Navarro (49), para quien el único autor de la certificación
falsa o incompleta es el síndico, ya que sobre él pesa la labor de fiscalización de los administradores, de tal
manera que la aprobación del estado contable implicaría certificar su veracidad.
Por último, desde el punto de la política criminal, es necesario una reforma legislativa al tipo penal que los
califique como autores, pues sin duda podría diferenciarse entre su situación y la de los directores, etc., con
respecto a la intensidad del deber de fidelidad debido a la sociedad, pero esa mayor intensidad -producto de la
relación social- resulta compensada por la posición de confianza que la profesión de contador debe inspirar.
3) Autorizar
Es aprobar el acto en la forma establecida por la ley o los estatutos. Jurídicamente, equivale a consentir,
cuando se tiene esa función que efectivamente se ejerce. Según la jurisprudencia, "quienes pueden autorizar los
estados contables son los miembros del directorio, los directores, cuya aprobación es necesariamente previa al
sometimiento a la asamblea social" (50).
4) Informar
Consiste en poner en conocimiento circunstanciado y preciso para una fácil comprensión de los accionistas
o socios, convocados en una asamblea o reunión social a los efectos de datos falsos o reticentemente elaborados
que se refieran a hechos de importancia para determinar la situación de la empresa (51).
Según Báez (52), la información puede ser oral o escrita; si es la primera de ellas, el delito se consuma
cuando se vierte la falsedad o se oculta la verdad. Si es escrita, la completa la realización del tipo penal que
acaece con la entrega de ella a los interesados.
2. El tipo subjetivo
En primer término, cabe precaver que el cúmulo de elementos normativos que presenta el tipo objetivo
requiere una cuidadosa verificación de los mismos. En relación a estos elementos, el autor debe haber tenido tan
sólo "el conocimiento paralelo en la esfera del lego".
En segundo lugar, se trata de un delito de intención (53) y se configura a través del dolo directo, pues como
lo rescata la jurisprudencia (54), "no existe improvisación como ocurre en la generalidad de los tipos penales;
sino que hay una premeditada acción, una estudiada connivencia de especialistas que preparan con cuidado el
hecho delictivo".
Por su parte, Zaffaroni (55) encuentra dos clases diferentes de elementos subjetivos; aquellos que se
caracterizan por ser portadores de una intención que va más allá de la finalidad de obtener un resultado típico, y
los que se identifican por una particular disposición del sujeto activo.
A los primeros los denomina elementos subjetivos de tendencia interna sobrante o trascendente, mientras
que a los segundos los identifica como elemento de tendencia interna peculiar.
Además, como el tipo penal exige un ingrediente particular en la esfera cognoscitiva (con referencia a los
sujetos activos)..." que a sabiendas publicare, certificare o autorizare...", por lo que el elemento principal y
dominante del tipo subjetivo es el "dolo" determinado por el conocimiento que el autor tiene de que está
realizando un hecho, qué realiza y conocer las circunstancias que lo rodean (conocimiento y voluntad de realizar
el tipo objetivo) (56).
En el balance falso tenemos, entonces, un tipo penal doloso, tendencia interna peculiar, cuyo componente
intencional "a sabiendas" demanda el conocimiento certero de que se falsean los datos del balance(57), por lo
que se descarta la posibilidad de su consumación actuando con dolo eventual (58).
Para Hendler (59), tampoco pueden imputarse a los directivos las meras deficiencias u omisión del control
de la organización, que puede ser la causa de tergiversar información contable; no es configurativa del elemento
subjetivo y, en tanto no hay previsión de una correspondiente modalidad culposa, no cabe responsabilizarlos

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criminalmente.
La norma posee otra referencia subjetiva cuando expresa que "cualquiera que hubiera sido el propósito
perseguido al ser verificado", lo que permite inferir que prescinde de cualquier beneficio pecuniario, para el
autor o para un tercero, bastando el quebrantamiento de la fe pública (60); pues -como dice Deprez (61) - la
intención culpable no reside en el móvil que impulsó al autor del delito, sino en algo mucho más extraño a su
psicología íntima, en la conciencia de las irregularidades contables.
Tan irrelevante es el móvil del autor, que puede ocurrir que efectúe las inexactitudes contables con el solo
propósito de atenuar los inconvenientes de una difícil situación financiera que estima pasajera, para mantener la
confianza en el porvenir de la empresa por parte de los accionistas o para captar eventuales inversores que la
reviertan.
IV. CONCLUSIONES
La abstención del Estado frente a la necesidad impostergable de perseguir las conductas penales con
incidencia económicas en el ámbito de la relaciones comerciales origina la necesidad de un tratamiento más
adecuado del delito en la empresa (62).
Dentro de ello, la figura del balance falso no corre una suerte menor, ya que la intensidad, concentración
económica y globalización de la inversiones demanda proteger penalmente la información expresada en estos
documentos.
En el presente trabajo se ha intentado a abordar lo que creemos constituye una "asignatura pendiente" en
nuestro derecho penal, relacionada sobre todo con el estudio integrado del mismo con el propio derecho
comercial -y dentro de éste, con el derecho societario-, a los fines de encarar el problema del conflicto penal en
el seno de la empresa (63).
La necesidad de una represión vigorosa por parte de nuestro sistema penal se justifica en los innumerables
intereses que dependen de una información objetiva y veraz sobre la gestión de la empresa, para el mercado de
oferta pública de valores, la protección de los inversores, que se resume en un imperativo categórico hacia la fe
pública que en el ámbito societario tienen los balances.
Por último, como corolario de lo expresado, creemos que lege ferenda es necesario adicionar la figura penal
de inhabilitación absoluta(64), que permite apartar a los autores de la actividad comercial, pues no se puede
olvidar el viejo adagio latino "ut quoeque res es turpissima, sic maxime vindicada est" (cuando más detestable
es una acción, tanto más ha de ser castigada).
NOTAS:
(1) Texto conforme a la ley 21338 , ratificado por la ley 23077 .

(2) BAJO FERNÁNDEZ, Miguel, "La delincuencia económica. Un enfoque criminológico y política
criminal", cit. por AMADEO, Sergio, "Delincuencia económica: el delincuente de cuello blanco", JA,
10/7/1996.

(3) LÓPEZ BOLADO, Jorge D., "Encuadramiento penal del "vaciamiento de empresa", RDCO, año 4, nro.
19 a 24, ps. 77 y ss.

(4) Entre otras conductas enunciadas, López Bolado resalta la asociación ilícita -art. 210 del CPen.-; la
estafa y otras defraudaciones -arts. 172 , 173 y 176 del CPen.-; la falsedad ideológica y material de instrumentos
públicos y privados -arts. 292 y ss.-; y por último, los fraudes al comercio y a la industria, atrapados en las
conductas punibles de los arts. 300 y 301 del CPen.

(5) Estas cifras corresponden a la estadística criminal de los años 1996, 1998 y 2000, elaborada por la
Dirección Nacional del Registro Nacional de Reincidencia, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación.

(6) CSJN, L.119.XXII, in re "Legumbres SA y otros s/ contrabando" , del 19/10/1989; doctrina repetida en
la causa "ESA Casa de Cambio y Turismo; B., F. R." , del 23/2/1995.

(7) HASSEMER, Winfried - MUÑOZ CONDE, Francisco, Introducción a la criminología y al derecho


penal, Tirant lo Blanch, Valencia, 1989, p. 70.

(8) HENDLER, Edmundo, "El delito de balance y la fe pública", ED, 116-790.

(9) SPOLANSKY, Norberto, "Balance falso, proceso penal y bien jurídico", LL, 139-224.

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(10) NÚÑEZ, Ricardo, Tratado de derecho penal argentino. Parte especial, T. VII, Lerner, Córdoba, 1974, p.
224.

(11) BACIGALUPO, Enrique, Curso de derecho penal económico, Marcial Pons, Madrid, 1998, p. 129.

(12) A diferencia de la misma figura en el Código Penal Español, aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de
23 de noviembre, que en su art. 290 dispone: "...los administradores, de hecho o de derecho, de una sociedad
constituida o en formación, que falsearen las cuentas anuales u otros documentos que deban reflejar la situación
jurídica o económica de la entidad, de forma idónea para causar un perjuicio económico a la misma, a alguno de
sus socios, o a un tercero, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce
meses.

"Si se llegare a causar el perjuicio económico se impondrán las penas en su mitad superior".

(13) No hay que olvidar que "es que la confianza general (bien jurídico preponderante) se apoya, sobre el
presupuesto de que tanto ciertos signos e instrumentos como actos jurídicos con determinadas formas y
objetivos son los socialmente aptos para el desenvolvimiento de la vida civil, en la medida que el Estado los ha
reconocido y regulado" (BAIGÚN, David - TOZZINI, Carlos, La falsedad documental en la jurisprudencia, 2ª
ed., Depalma, Buenos Aires, 1992, p. 14).

(14) Es un delito "doloso" porque exige el conocimiento de la falsedad (en sus datos), requisito éste
introducido por la reforma a la ley 17567/1968 y luego por la 21338 , ratificado por la ley 23077 .
(15) Cabe advertir que cuando existe una relación de concurso ideal entre la emisión del balance falso y el
ardid de aparentar bienes capaces de dar una solvencia para otorgar los créditos, al no ser figuras excluyentes
entre sí, la conducta prohibida se vuelve una sola, inescindible, ya que falsificar un documento y usarlo con un
propósito delictivo (estafa) implica la existencia de dos hechos delictivos, porque dos son las modificaciones
que se producen en el mundo exterior, ambas con una misma significación delictiva. En resumidas cuentas, hay
unidad de delito por unidad de hecho y de resolución (que es a lo que se refiere el art. 54 , CPen.), ya que el
"uso" del balance falso es el medio engañoso que integra la estafa.

En igual sentido, la jurisprudencia afirma que "cuando los balances falsos aparecen como medios usados
para cometer una defraudación, se impone, en principio, el juzgamiento conjunto de ambos hechos. La
conclusión es lógica si se advierte que la estafa requiere el ardid o engaño, mientras que el balance falso se
reprime "cualquiera hubiera sido el propósito perseguido al verificarlo" (Cám. Nac. Pen. Econ., sala 3ª, del
21/9/1981, causa "Barberis, Juan A.", LL, 1982-A-168).

(16) SOLER, Sebastián, Derecho penal argentino, T. V., actual. por Manuel A. Bayala Basombrío, TEA,
Buenos Aires, 1992, p. 485.

(17) BERRIER, Erlinda E., "El balance falso", en http://www.diariojudicial.com.ar.

(18) No en vano el art. 51 del CCom. exige que "todo balance debe expresar con veracidad y exactitud
compatible con su finalidad, la situación financiera a su fecha. Salvo el caso de normas legales o reglamentarias
que dispongan lo contrario, sus partidas se formarán teniendo como base las cuentas abiertas y de acuerdo a
criterios uniformes de valoración".

(19) FARIÑA, Tratado de sociedades comerciales, T. I, Zeus Editora, ps. 535/563.

(20) BERRIER, Erlinda E., "El balance...", cit.

(21) La Ley 19550 de Sociedades Comerciales, en su art. 63 , demanda expresamente que en el balance
general deberá suministrarse información con exactitud de los puntos enunciados por la norma.

(22) No hay que olvidar que el art. 234 de la ley 19550 en relación a la sociedad anónima demanda, como
competencia propia y exclusiva de la asamblea ordinaria, considerar y resolver los siguientes asuntos: 1º)
Balance general, estado de resultados, distribución de ganancias, memoria e informe del síndico y toda otra
medida relativa a la gestión de la sociedad que le compete resolver conforme a la ley y el estatuto o que sometan
a su decisión el directorio, el consejo de vigilancia o los síndicos; 2º) Designación y remoción de directores y
síndicos y miembros del consejo de vigilancia y fijación de su retribución; 3º) Responsabilidad de los directores
y síndicos y miembros del consejo de vigilancia; 4º) Aumentos del capital conforme al art. 188 . Para considerar
los puntos 1º y 2º será convocada dentro de los cuatro (4) meses del cierre del ejercicio.

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(23) Art. 65 , inc. f) de la ley 19550.

(24) Cám. Nac. Pen. Econ., sala A, del 20/10/1994, causa "Ponce, Eduardo, y otros", LL, 1996-A-98.

(25) HALPERIN, Isaac, "El balance, el derecho del socio a la información y la intervención judicial", nota a
fallo en RDCO, año 8, nro. 43/48, 1975, ps. 413 y ss.

(26) La exigencia de la Ley de Sociedades Comerciales es más que precisa: "En el balance general deberá
suministrarse la información que a continuación se requiere..." (art. 63 ); "El estado de resultado o cuentas de
ganancias y pérdidas deberá exponer... (art. 64 )"; "para el caso que la correspondiente información no estuviera
contenida en los estados contables de los arts. 63 y 64 , deberán acompañarse notas y cuadros..." (art. 65 ); "los
administradores deberán informar en la memoria... del informe debe resultar" (art. 66 ).

(27) SPOLANSKY, Norberto, "Balance falso...", LL, 139-224.

(28) HENDLER, Edmundo "El delito...", ED, 116-790.

(29) ROCHA DEGREEF, Hugo, "El delito de balance e informes falsos", LL, 145-843.

(30) Cám. Nac. Pen. Econ., sala B, reg. 320/1994.

(31) DE LLANO, Hernán G., "El delito de balance e informes falsos y la magnitud económica de los
hechos", LL, del 16/11/2000.
(32) ROCHA DEGREEF, Hugo, "El delito...", cit.; HENDLER, Edmundo S., La responsabilidad penal de
los directivos de entidades financieras, Depalma, Buenos Aires, 1976, en particular Capítulo V.

(33) STRATENWERTH, Günter, Derecho penal. Parte general (El hecho punible), T. I, trad. de Gladys N.
Romero, Fabián J. di Placido Editor, Buenos Aires, 1999, p. 76.

(34) Si, además de ello, consideramos que la fórmula del "buen hombre de negocios" descripta en el art. 59
de la ley 19550 incluye el "dolo, la culpa grave y el abuso de facultades", esto nos permite arribar a una
interpretación sistemática que autoriza a concluir que el estándar del buen hombre de negocios es perfectamente
aplicable en la integración del tipo penal a los efectos de determinar la puniblidad de la conducta.

(35) CREUS, Carlos, Derecho penal. Parte especial, T. II, Astrea, Buenos Aires, 1983, p. 471.

(36) BELLO KNOLL, Susy I. - D'ALBORA (h), Francisco, "Balance falso", ponencia presentada para el
VII Congreso Argentino de Derecho Societario y III Congreso Iberoamericano de derecho societario y de la
empresa, UADE, Buenos Aires, septiembre de 1998.

(37) ROCHA DEGREEF, Hugo, "El delito...", cit., p. 844.

(38) SCBA, del 2/11/1971; ED, 44-428.

(39) ALEGRIA, Héctor, Sociedades anónimas, De Forum, 1963, cit. por ROITMAN, E., Los fraudes a la
industria y el comercio, p. 123.

(40) ZUNINO, Juan, Régimen de sociedades comerciales, p. 247. Para Farina, "si el cargo de gerente
general o director gerente está previsto en el estatuto se tratará en definitiva de un administrador estatutario;
pero si la designación de este funcionario no está prevista en los estatutos, y su nombramiento se hace por
resolución del directorio, quien determinará sus atribuciones, el gerente así nombrado no tendrá la condición de
órgano social de administración, sino el concepto legal de apoderado general o factor" (FARINA, Juan M.,
Compendio de sociedades comerciales, Zeus Editora, Rosario, 1989, p. 418).

(41) NAVARRO, Guillermo, Quebrados y otros deudores punibles, Pensamiento Jurídico Editora, Buenos
Aires, 1984, ps. 103/104.

(42) Julio Báez sostiene esta distinción, en la inteligencia que en estos últimos supuestos, el síndico es parte
fundamental del proceso. Desde el perfil de la ley concursal puede definírselo como el diagnosticador de la
crisis del fallido. Es un colaborador del juez, ya que puede estimar las posibilidades de cumplimiento por parte
del fallido o concursado preventivamente y avizorar el panorama de una salida lo menos traumática posible
(BAÉZ, Julio, "Balance falso", JA, 2001-I-853).

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(43) Según Fargosi -citando a Soler-, la ley impone un deber positivo de veracidad (FARGOSI, Horacio P.,
"La legalidad de la comisión nacional de valores. Responsabilidad por balances falsos", nota a fallo, RDCO, año
4, nro. 19/24, Depalma, Buenos Aires, ps. 797 y ss.

(44) SOLER, Sebastián, Derecho penal..., cit., p. 484.

(45) Según Rocha Degreef, la acción de certificar tiene como característica la de expedir un documento,
sintéticamente, del hecho certificado y que involucra un contenido de atestación de la verdad o de conocimiento
(ROCHA DEGREEF, Hugo, "El delito...", cit., p. 844).

(46) CREUS, Carlos, Derecho penal..., cit., p. 471.

(47) En igual sentido se expresa Berrier, al expresar que certificar es dar por cierta alguna cosa, asegurar,
afirmar, es el mecanismo mediante el cual el "Contador Público", por ejemplo, afirma que los datos contenidos
en los documentos son veraces. De esta manera, la sola inserción de su firma en ellos con conocimiento de la
falsedad de sus datos los hace "sujeto activo" de la comisión de este delito aunque no cause perjuicio pues,
como vimos, con esta acción está lesionando la confianza pública, depositada en actividades reguladas
previamente por el Estado como lo es su ejercicio profesional. Está confiriendo certeza a un documento que no
lo es, más allá que luego cause o no perjuicio o que constituya un medio para causarlo (BERRIER, Erlinda E.,
"El balance...", cit.).

(48) BACIGALUPO, Enrique, "El derecho penal vigente y la nueva ordenación de las sociedades", RDCO,
año 6, nro. 31/36, 1973, p. 285.

(49) NAVARRO, Guillermo, Quebrados..., cit., p. 93.

(50) Cám. Nac. Pen. Econ., sala A, LL, 1996-A-98.

(51) Cám. Nac. Pen. Econ., sala 3ª, LL, 1983-C-174.

(52) BÁEZ, Julio, "Balance...", cit.

(53) Según Jeschek, se habla de intención cuando aparece como elemento del tipo objetivo, es decir, que va
más allá del tipo objetivo y que si bien es contemplado conforme al tipo, no precisa alcanzarlo... lo
característico de la intención del autor es que ordene su comportamiento según la meta propuesta y actúe con el
interés de conseguirla (JESCHEK, Hans - HEINRICH, Tratado de derecho penal. Parte general, 4ª ed., trad. de
José Luis Manzanares Samaniego, Granada, Comares, 1993, p. 267).

(54) Cám. Nac. Pen. Econ., sala 3ª, del 20/8/1981; ED, 96-486.

(55) ZAFFARONI, Eugenio, Manual de derecho penal. Parte general, Ediar, Buenos Aires, 1993, p. 423.

(56) BACIGALUPO, Enrique, Lineamientos de la teoría del delito, Astrea, Buenos Aires, 1974, p. 74.

(57) Cám. Nac. Pen. Econ., sala 1ª, causa "Graziosi, Cayetano" , del 3/6/1966, ED, 17-490.

(58) Cám. Nac. Pen. Econ., sala 3ª, del 20/8/1981, ED, 96-486, en particular del dictamen de fiscal de
Cámara.

(59) HENDLER, Edmundo S., La responsabilidad..., cit., p. 82.

(60) En igual sentido se expresa la doctrina extranjera, con referencia la figura de la falsedad de la cuentas
anuales -art. 290 del CPen. español de 1995-, dado que el bien jurídico que se protege se ve ya lesionado con la
publicación de cuentas anuales o los informes falsos (ver BACIGALUPO, Enrique, Curso de derecho penal
económico, Marcial Pons, Madrid, 1998, p. 144).

(61) DEPREZ, Jean, "El elemento intencional en los delitos relativos al balance", en la obra colectiva
Derecho penal de las sociedades anónimas, dir. por Jospeh Hamel, trad. de Delia García Daireaux, La Ley,
Buenos Aires, 1964, p. 325.

(62) Corresponde destacar que la carencia de reacción punitiva frente a este tipo delitos no es patrimonio
exclusivo de la República Argentina. En materia de Derecho Comparado, en España, por ejemplo, numerosas
conductas penales empresarias como las maquinaciones para alterar los precios de las cosas, el alzamiento de
bienes, la quiebras fraudulentas, los delitos contra la Hacienda Pública y el contrabando no son objeto de

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persecución por la justicia penal. Para mayor ilustración sobre el particular se puede consultar:
HORMAZÁBAL MALAREE, Hernán, "Los delitos socio-económicos, el bien jurídico, el autor, su hechos y la
necesaria reforma del sistema español", en AA.VV., Hacia un derecho penal económico europeo. Jornadas en
homenaje al profesor Klaus Tiedemann, Serie Derecho Público, Estudios Jurídicos, Madrid, Boletín Oficial del
Estado, 1995, p. 191.

(63) Afirma Javier García de Enterría, que las figuras penales que involucran delitos societarios van a pasar
inexorablemente por el tamiz del derecho comercial, procurando enlazar ambas disciplinas, o la mayor de las
veces, señalando insalvables contradicciones que denuncian la necesidad de una nueva reelaboración de los
tipos penales afectados (GARCÍA DE ENTERRÍA, Javier, Los delitos societarios. Un enfoque mercantil,
Civitas, Madrid, 1996, ps. 24/25).

(64) Sin embargo, como lo advierte Klaus Tiedemann, la eficacia de la inhabilitación depende de que su
cumplimiento sea debidamente vigilado, para evitar el empleo de "hombres de paja" y otros medios
fraudulentos para sustraerse a ella (TIEDEMANN, Klaus, Poder económico y delito, Civitas, Madrid, 1985, p.
164).

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