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TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Primer fragmento Mito de la Caverna de Platón: la descripción de la caverna

- Después de eso -proseguí- compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de


educación. Paso de la ignorancia, el conocimiento acerca de lo sensible, a la sabiduría, el
conocimiento acerca de las Ideas. Este camino solo lo realizan completo los filósofos. La educación
debe ocupar un lugar central en el Estado con una experiencia como ésta. Represéntate hombres.
La unión temporal y problemática de dos realidades completamente diferentes y opuestas, un
cuerpo -material y corruptible- y un alma -de naturaleza ideal y eterna-. El cuerpo es sólo una
cárcel temporal para el alma, la auténtica naturaleza del hombre, en una morada subterránea en
forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde
niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo
delante de ellos, porque las cadenas. Representan los hábitos y las costumbres que el hombre
adquiere desde su nacimiento, y que impiden al alma el auténtico conocimiento. Se refiere al
conocimiento de lo sensorial, y a través de los órganos del cuerpo, que por su propia naturaleza,
material, son fuente de errores y opiniones cambiantes les impiden girar en derredor la cabeza.
Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego. Representa al sol, fuente de luz y condición de
posibilidad del conocimiento de las cosas materiales. Entronca con otro de los mitos de "La
República", la llamada "alegoría del Sol” que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros
Representan el alma racional del hombre, que por encontrarse "encerrada en materia" es incapaz
de conocer la verdad, las Ideas. De la misma forma, la caverna representa al cuerpo y a todo lo
material, fuente de conocimiento aparente y cambiante hay un camino más alto, junto al cual
imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan
delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

- Me lo imagino.

- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de
utensilios y figurillas. Son las cosas y los seres naturales, lo que "habita" el ámbito sensible, el
mundo de las cosas, o sea, los seres naturales -figurillas- y los hechos por el hombre -utensilios-. Su
conocimiento solo produce creencia, nunca un conocimiento verdadero de hombres y otros
animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y
otros callan.

- Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.


ARISTÓTELES

POTENCIA

Poder o potencia se entiende del principio del movimiento o del cambio, colocado en otro ser, o
en el mismo ser, pero en tanto que otro. Así el poder de construir no se encuentra en lo que es
construido; el poder de curar, por lo contrario, puede encontrarse en el ser que es curado, pero
no en tanto que curado. Por poder se entiende, ya el principio del movimiento y del cambio,
colocado en otro ser, o en el mismo ser en tanto que otro; ya la facultad de ser mudado, puesto
en movimiento por otra cosa o por sí mismo en tanto que otro: en este sentido es el poder de ser
modificado en el ser que es modificado. Así es que a veces decimos que una cosa tiene el poder
de ser modificada, cuando puede experimentar una modificación cualquiera, y a veces también
cuando no puede experimentar toda especie de modificaciones, y sí sólo las mejores. Poder se
dice también de la facultad de hacer bien alguna cosa, o de hacerla en virtud de su voluntad. De
los que solamente andan o hablan, pero haciéndolo mal, o de distinto modo de como quisieran,
no se dice que tienen el poder de hablar o de andar. Poder se entiende igualmente en el sentido
de tener la facultad de ser modificado.

Aristóteles, Metafísica, Libro Quinto, XII

ENTENDIMIENTO AGENTE

Puesto que en la Naturaleza toda existe algo que es materia para cada género de entes -a saber,
aquello que en potencia es todas las cosas pertenecientes a tal género- pero existe además otro
principio, el causal y activo al que corresponde hacer todas las cosas -tal es la técnica respecto
de la materia- también en el caso del alma han de darse necesariamente estas diferencias. Así
pues, existe un intelecto que es capaz de llegar a ser todas las cosas y otro capaz de hacerlas
todas; este último es a manera de una disposición habitual como, por ejemplo, la luz: también la
luz hace en cierto modo de los colores en potencia colores en acto. Y tal intelecto es separable,
sin mezcla e impasible, siendo como es acto por su propia entidad. Y es que siempre es más
excelso el agente que el paciente, el principio que la materia. Por lo demás, la misma cosa son la
ciencia en acto y su objeto. Desde el punto de vista de cada individuo la ciencia en potencia es
anterior en cuanto al tiempo, pero desde el punto de vista del universo en general no es anterior
ni siquiera en cuanto al tiempo: no ocurre, desde luego, que el intelecto intelija a veces y a
veces deje de inteligir. Una vez separado es sólo aquello que en realidad es y únicamente esto es
inmortal y eterno. Nosotros, sin embargo, no somos capaces de recordarlo, porque tal principio
es impasible, mientras que el intelecto pasivo es corruptible y sin él nada intelige.

Aristóteles, Acerca del alma, Libro Tercero, V

VIRTUD INTELECTUAL

Podría preguntarse asimismo para qué son útiles estas cualidades. La sabiduría no considera
nunca los medios de hacer al hombre dichoso; porque no intenta producir nada. En cuanto a la
prudencia, posee, es cierto, estos medios, ¿pero con qué objeto? La prudencia sin duda se aplica
a lo que es justo, a lo que es bello, y más aún a lo que es bueno para el hombre; y esto es
precisamente lo que el hombre virtuoso debe hacer. Más porque sepamos todas estas reglas, no
somos por eso en modo alguno más hábiles para practicarlas, si es cierto, como hemos dicho, que
las virtudes son simples aptitudes morales. Sucede lo que con los ejercicios y remedios que
procuran al cuerpo la salud y el vigor, que no son nada mientras no se ponen en práctica
realmente, y mientras sólo se hable de ellos como consecuencias posibles de cierta aptitud;
porque en realidad no gozamos más salud ni somos más fuertes simplemente porque poseamos la
ciencia de la medicina y de la gimnástica. Si no basta para llamar a un hombre prudente, que
tenga conocimiento de las cosas que constituyen la prudencia, sino que para merecer este título
debe ser prácticamente prudente, se sigue de aquí que la prudencia de ninguna utilidad sería a
los hombres que son virtuosos, como no lo sería a los que no la poseen. En efecto, no importa que
tengan personalmente prudencia, o que se dejen guiar por el dictamen de los que la tienen; esta
obediencia bajo la dirección de otro puede bastarnos, como, por ejemplo, respecto de la salud;
pero porque queramos mantenernos sanos, no por eso nos ponemos a aprender la medicina.
Añádase a esto que sería muy extraño, que la prudencia, estando por bajo de la sabiduría, fuese
sin embargo la directora y la dueña; porque la facultad activa y productora es la que debe
mandar y ordenar en cada caso particular.

Aristóteles, Moral a Nicómaco, Libro Sexto, X

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