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El Nacimiento de Una Nueva Era
El Nacimiento de Una Nueva Era
En la década de 1950 se descubrió que los genes no eran nada más y nada menos que cadenas de
nucleótidos. Un descubrimiento que parece tan sencillo desencadenó, sin embargo, el nacimiento de
una nueva era: la de la tecnología del ADN recombinante.
La primera molécula de ADN recombinante fue creada por Paul Berg, a comienzos de los 70. Para
aquella época, los biólogos moleculares habían aprendido a alterar genes individuales, cortar y pegar
pedazos de ADN de diferentes organismos y moverlos de uno a otro.
Otros pioneros de esta tecnología fueron Stanley Cohen, un genetista estadounidense, y Herbert
Boyer, un bioquímico de la misma nacionalidad. Cohen estaba interesado en aprender cómo los genes
de plásmidos otorgan resistencia a las bacterias y Boyer trabajaba con enzimas de restricción (ver
apartado 3.3.), por lo que decidieron trabajar juntos en la combinación de dos plásmidos resistentes a
antibióticos diferentes para crear una bacteria resistente a ambos.
Estas técnicas se emplean normalmente para la producción de proteínas en gran escala, ya que
podemos hacer que una bacteria produzca una proteína humana y lograr una superproducción, como
en el caso de la insulina humana, que actualmente es producida por bacterias en grandes recipientes
de cultivo, denominados biorreactores. Como las bacterias se multiplican muy rápidamente y pueden
expresar grandes cantidades de proteínas, es posible lograr una sobreproducción de la proteína
deseada. A esto justamente se dedica la biotecnología, es decir a la utilización de organismos vivos o
de sus productos con fines prácticos.
El desarrollo de la tecnología del ADN recombinante fue posible gracias a varias líneas de investigación:
1) el conocimiento de las enzimas de restricción, 2) la replicación y reparación de ADN, 3) la replicación
de virus y plásmidos y 4) la síntesis química de secuencias de nucleótidos.
Las enzimas de restricción son producidas por bacterias como método de defensa contra virus y
degradan el ADN extraño.
A su vez, el propio genoma bacteriano está protegido contra sus enzimas de restricción
mediante metilaciones (es decir, el agregado de un grupo metilo [-CH3)]) en un átomo específico de
ciertos nucleótidos.
Estas moléculas son indispensables para la ingeniería genética, ya que producen fragmentos que se
pueden unir entre sí fácilmente (con la ayuda de un "pegamento molecular": la enzima ligasa).
Las enzimas de restricción cortan dejando extremos cohesivos o romos. Los extremos cohesivos son
generados cuando la enzima corta las dos hebras asimétricamente, dejando los extremos de cada
hebra de simple cadena complementarios entre sí. Por otro lado, los extremos romos son generados
cuando la enzima corta las dos hebras por el mismo lugar, generando dos extremos doble cadena.
Figura 1. Enzimas de restricción. Este tipo de endonucleasas puede dejar dos tipos de extremos. En el
primer caso, el corte genera nucléotidos de simple cadena llamados extremos cohesivos. Estos
extremos se pueden unir por medio de otra enzima, la ADN ligasa. En el segundo caso, se generan
extremos doble cadena (extremos romos). Estos extremos también pueden ser unidos con la ayuda de
una enzima ligasa pero, como no los extremos no son complementarios, la unión será más inespecífica.
Las enzimas de restricción permiten cortar el genoma de cualquier organismo en pequeños fragmentos
llamados fragmentos de restricción. La colección de miles o millones de estos fragmentos se
llama biblioteca génica.
Los plásmidos contienen uno o más genes de resistencia a antibióticos y son capaces de
autorreplicarse, ya que contienen una secuencia de iniciación. Esto les permite replicarse de manera
independiente del ADN genómico.
Podemos crear una molécula de ADN recombinante usando un plásmido. Este proceso consta de las
siguientes etapas:
1. Cortamos el ADN circular del plásmido con enzimas de restricción, para generar extremos
cohesivos.
2. Cortamos el ADN que queremos multiplicar. Debemos asegurarnos de que los extremos del
plásmido y los del ADN a insertar sean complementarios y puedan unirse.
3. Unimos el gen que queremos introducir (inserto) por medio de la enzima ADN-ligasa y luego
introducimos el plásmido con inserto en bacterias.
4. Seleccionamos las bacterias que hayan introducido el plásmido con la ayuda de antibióticos.
Dado que los plásmidos contienen un gen de resistencia a antibiótico, al exponer las bacterias a
ese antibiótico, sólo las que hayan incorporado el plásmido (y con él la resistencia)
sobrevivirán, mientras que las que no lo tengan morirán.
Esta es una manera relativamente eficaz de obtener millones de copias del ADN incorporado. Dado que
todas las copias del gen provienen de una sola molécula multiplicada a partir de una única bacteria que
dio origen a la colonia, esta técnica lleva el nombre de clonación. El término clon proviene de la
jardinería; desde hace siglos los jardineros generan plantas nuevas a partir de gajos. Estas plantas son
genéticamente idénticas y constituyen un clon.
El uso fragmentos de ADN como vectores cumple un rol fundamental en la ingeniería genética, ya que
sirven para transferir material genético de un organismo a otro.
Vector: cualquier organismo o virus capaz de mover genes de un organismo a otro
A mediados de la década de los 80, la invención de una técnica capaz de generar centenares de miles
de copias de una secuencia sin la necesidad de clonarla en ningún tipo de vector resolvió este
problema. Kary Mullis, un bioquímico americano que trabajaba sintetizando ADN, resolvió este
problema con la invención de la reacción en cadena de la polimerasa.
Esta se basa en la separación de ambas hebras de ADN, la posterior unión de pequeños fragmentos
(denominados primers) y la extensión de estos fragmentos usando de molde el ADN de la muestra. Así
se obtienen dos copias idénticas por cada molécula en cada ciclo de reacción. Para llevar a cabo esta
reacción se requiere de una enzima polimerasa que sea capaz de soportar la alta temperatura del
proceso de desnaturalización. Esta enzima es una ADN-polimerasa especial obtenida de una bacteria
termófila (la Thermus aquaticus), resistente a altas temperaturas.
También se usa para el desarrollo de nuevas estrategias de diagnóstico médico, como la detección de
virus o de mutaciones que provocan enfermedades genéticas, a partir de una muestra de ADN tan
pequeña como un cabello o una gota de sangre.
Las sondas son fragmentos de ADN o ARN de simple cadena complementarias a la región de ADN o
ARN que queremos encontrar. Contienen alguna "marca" que permite revelar su unión (hibridación) a
la secuencia elegida y de esa manera revela presencia de la región buscada.
¿Cómo se marcan esas sondas o fragmentos de ácidos nucleicos? Las sondas pueden ser
"coloreadas" durante su síntesis utilizando nucleótidos marcados con isótopos radiactivos. Otra manera
de marcarlas es mediante la unión con una molécula que pueda ser detectada posteriormente como
fluorescente, un marcador químico que puede ser detectado por un anticuerpo, o una enzima cuya
actividad produce el cambio de color de su sustrato.
Una de las técnicas más empleadas para localizar fragmentos determinados del genoma (o la expresión
de algún gen en particular por medio de la detección de la presencia de su correspondiente ARNm) es
la hibridación in situ. Durante este proceso se incuba el ADN con una sonda (de ADN o ARN)
complementaria a la secuencia buscada, y marcada radiactiva o químicamente.
La sonda "navega" por el interior de la célula hasta encontrar una secuencia complementaria a ella.
Una vez que esto ocurra se formará una doble cadena que permitirá no sólo detectar la presencia de
esta secuencia, sino indicar el lugar específico que ocupa dentro de la célula. Si se tratara de un
fragmento de un cromosoma, nos permitiría saber su localización exacta o locus.
Para revelar la presencia de hibridación de la sonda, la muestra debe exponerse a una placa
radiográfica; en el caso de las sondas marcadas químicamente se procede a su revelado mediante el
uso de moléculas fluorescentes o que puedan ser detectadas por colorimetría (utilizando una enzima
que provoque el cambio de color de un sustrato).
Se puede también utilizar colonias de bacterias con ADN recombinante con una técnica similar, pero
que usa anticuerpos en vez de sondas. Se comienza por una colonia de bacterias que contengan y
expresen el gen de ADNc. Luego se trata las bacterias con un anticuerpo marcado, que se unirá a la
colonia que sintetice la proteína deseada. De esta manera se puede localizar el gen en cuestión y
clonarlo para obtener múltiples copias.
La separación de proteínas es un poco mas complicada, ya que éstas poseen una estructura
tridimensional compleja y compacta, además de una carga neta que depende de la identidad de los
aminoácidos que la componen. Esto hace más difícil separarlas sólo por su tamaño y por eso se emplea
una versión modificada conocida como electroforesis en gel de poliacrilamida. Las proteínas
forman bandas de acuerdo con su tamaño; si se corre una muestra con proteínas de tamaño conocido
se puede determinar el tamaño de la proteína estudiada por la distancia recorrida en el gel. Las
proteínas más grandes quedarán arriba y las más chicas quedan abajo (y las de tamaño medio
quedarán entre las demás). Además, el grosor de la banda obtenida dependerá de la cantidad de
proteína que se haya sembrado; cuanto mayor sea la cantidad de proteínas, más gruesa será la banda.
Figura 1. Electroforesis en gel. Se siembra la muestra (ADN, ARN o proteínas) en un gel que es
sometido a una corriente eléctrica. Las moléculas se mueven a través del gel impulsadas por dicha
corriente. Esta técnica permite separar moléculas de acuerdo a su tamaño y carga ya que las más
pequeñas (o aquellas con mayor carga) se mueven con mayor velocidad. El gráfico muestra bandas de
distinto ancho, correspondientes a distinta cantidad y tamaño de la muestra de proteínas.
Estas dos técnicas consisten en una electroforesis seguida de transferencia y emplean secuencias
específicas (sondas) complementarias a la molécula de ácido nucleico a identificar. Es decir, ambas
utilizan la hibridación de ácidos nucleicos para la detección de las moléculas buscadas. Los principios
generales son los mismos, pero hay diferencias en el procedimiento debidas principalmente a que el
ARN se degrada mucho más fácilmente que el ADN; esto hace necesario tomar muchas más
precauciones.
Una vez sembradas las muestras en un gel, se realiza una corrida electroforética hasta lograr que las
moléculas se separen por tamaños de manera tal que se puedan distinguir las buscadas. Luego se
transfieren los ácidos nucleicos del gel a la membrana. De esta manera los que quedan retenidos
pueden ser sometidos a ensayos de hibridación con sondas específicas para detectar la presencia de
determinadas secuencias.
Estas dos técnicas persiguen fines distintos: el Southern Blot, que detecta la presencia de ciertas
secuencias en el ADN, se usa, por ejemplo, para estudiar mutaciones en el genoma. El Northern, en
cambio, permite detectar qué genes son transcriptos en determinadas condiciones. Hemos visto que
dos células del mismo organismo se distinguen por los genes que expresan y no por su ADN. El
Southern Blot nos permite evidenciar el mismo material genético y el Northern Blot, la expresión de
diferentes genes.
Si luego queremos detectar proteínas, usaremos otra técnica similar: el Western Blot, que deriva de la
electroforesis en gel y separa proteínas mediante la utilización de anticuerpos específicos. Una vez que
la muestra con las proteínas que se quiere identificar ha corrido en un gel, se la transfiere a una
membrana especial donde las proteínas quedan "ancladas" o adheridas. Después, se incuba esta
membrana con el anticuerpo específico contra la proteína blanco, y se revela. Con esta técnica pueden
obtenerse datos aproximados del tamaño de la proteína y su concentración en la muestra sembrada.
Los ensayos con microarreglos son rápidos de realizar, pero muy engorrosos de analizar. Además,
están muy limitados a los genes que ya se conocen. Permiten obtener un pantallazo rápido sobre qué
está pasando en la célula en ese momento determinado, en cuanto a qué genes están encendidos y
cuáles apagados. Sin embargo, los resultados obtenidos nunca deberían ser concluyentes, sino que
tendrían que ser validados mediante otras técnicas (por ejemplo, Northern Blot).