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Roberto Rodríguez-Gómez
“Universidad y mercado de trabajo”
ISBN: 968-36-4798-7
1
UNESCO, Documento de política para el cambio y el desarrollo en la educación
superior. París, 1995.
-2-
2
Alejandro García G., “El desempleo manufacturero”, La Jornada Laboral, 31 de
agosto de 1995, pág. 3.
3
Eduardo Margain. El TLC y la crisis del neoliberalismo mexicano, México, UNAM
(Centro de Investigaciones sobre América del Norte), 1995, pág. 226.
-3-
4
Carlos A. Heredia y Mary E. Purcell. “La polarización de la sociedad mexicana. Una
visión desde la base de las políticas de ajuste económico del Banco Mundial”, Este país,
núm. 54, 1995, pág. 5.
5
INEGI. Sistema de cuentas nacionales de México. Edición 1994.
6
Héctor Larios, presidente del Consejo Coordinador Empresarial afirmó en días pasados
que, aun creciendo el PIB con un ritmo de 8 por ciento anual, la satisfacción del rezago
en empleo demoraría por lo menos 15 años (La Jornada, 14 de septiembre de 1995, pág.
46).
-4-
7
INEGI. Los jóvenes en México, 1993.
8
Humberto Muñoz García y María Herlinda Suárez Zozaya. Perfil educativo de la
población mexicana, México, INEGI y UNAM, 1995.
9
Heredia y Purcell, Op. cit., pág. 5.
10
ANUIES. Anuario Estadístico 1994, pág. 15.
-5-
Universidad y empleo
En rigor las universidades no están en condiciones de solucionar por sí
solas los problemas de empleo de sus egresados. Hace tiempo que el
título universitario dejó de ser la apuesta segura en la búsqueda de trabajo
remunerativo. Sin embargo, los jóvenes siguen tocando con insistencia las
puertas de las instituciones de enseñanza superior. Además la experiencia
histórica demuestra que la base del progreso y el desarrollo de las
naciones está formada por un sólido sistema educativo que incluye, por
supuesto, un sistema universitario y tecnológico capaz de proveer los
cuadros que requiere la modernización de la producción y la gestión.
En estas condiciones, las universidades se sitúan ante la
encrucijada de satisfacer demandas sociales encontradas: ¿Se debe
reanimar la expansión aún frente a la evidencia de que el mercado
profesional difícilmente podrá absorber los resultados de la misma? ¿Cuál
es, en todo caso, la responsabilidad social de la universidad en esta
transición? Son éstas preguntas que ameritan una profunda reflexión; sin
embargo, a manera de reflexión final acotaría algunos puntos que me
parecen importantes en la discusión sobre el tema.
1. La contracción del empleo formal e informal y la cancelación de
oportunidades laborales para la población joven ha provocado sobre-
demanda hacia las instituciones de enseñanza superior. Dejar de
atenderla alimentaria los niveles de descontento y frustración que ya
son palpables en este segmento de la sociedad. El riesgo está a la
vista.