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Nacionalismo y unificación

Uno de los instrumentos eficaces para lograr mantener un régimen monárquico, fue la exaltación
del nacionalismo, que en algunas ocasiones se convirtió en un patriotismo exacerbado que derivó
posteriormente en el racismo y xenofobia que caracterizó a algunas naciones a principios del siglo
XX. El nacionalismo implica:

 El principio de la soberanía nacional: que postula que la nación es la única base legítima
para el Estado.
 El principio de nacionalidad: que establece que cada nación debe formar su propio Estado,
y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

Se convertiría en el sustento del imperialismo, al conformar la base ideológica que sostenía la


defensa de los intereses de la patria, en contra de los de otros pueblos y culturas. Tanto Italia
como Alemania buscaban acabar con los viejos regímenes dinásticos y buscaban la unidad del país
a fin de liberarse de los gobiernos autocráticos y extranjeros que habían dominado la zona
geográfica donde se encontraban.

Por otro lado, en ambas naciones imperaba la necesidad de aglutinarse como una nación fuerte a
fin de incorporarse a las nuevas demandas que el imperialismo estaba marcando. La consecuencia
de la nueva reestructuración económica y política de Europa fue la unificación de los imperios y
reinos que conformaron la Santa Alianza para consolidarse económica y políticamente y entrar a la
competencia imperialista.

Desarrollo de los E.U.

El desarrollo económico capitalista logrado por los Estados Unidos de América en el transcurso del
siglo XIX fue resultado de múltiples factores:

1. La expansión territorial lograda por distintos medios: despojo de tierras a las tribus indias, firma
de acuerdos con otros países para la adquisición de grandes territorios y guerras de conquista
sobre naciones vecinas; ello les permitió apropiarse de enormes recursos materiales, necesarios
para su crecimiento económico.

2. El planteamiento ideológico del Destino Manifiesto, en el que los Estados Unidos aparecían
como predestinados a convertirse en una potencia superior al resto del mundo en todos los
aspectos, alimentaba el imaginario de la población estadounidense y justificaba las políticas
expansionistas de sus gobernantes, que orientaba el accionar político y económico hacia este fin.

3. Innovaciones en la industria y en los medios de transporte y de comunicación que incentivaron


la producción y fortalecieron el intercambio comercial interno y externo; reforzado por la
existencia y disponibilidad de una enorme fuerza de trabajo, producto de la emigración europea,
que dotaron a la industria de los obreros necesarios para su desarrollo, aunque las condiciones de
trabajo y los niveles de vida de la clase trabajadora se mantuvieron en niveles deplorables.

4. La existencia de dos modelos de desarrollo económico regional (norte versus sur) frenaba el
desarrollo capitalista de los Estados Unidos, por lo que la guerra civil y la victoria de la economía
norteña industrializada, significó el triunfo de la fuerza de trabajo libre como motor del desarrollo
económico capitalista.

Colonialismo Asia y África

El proceso de expansión europea hacia otras partes del mundo y la apropiación de extensos
territorios para la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra nativa y esclava en
beneficio de las metrópolis europeas, iniciada desde el siglo XVI, adquirió características diferentes
en el transcurso del siglo XIX, que fueron conformando al imperialismo colonialista de los últimos
años de esta centuria. La revolución industrial en la producción, en especial la textil, y el desarrollo
de nuevos medios de transporte y de comunicación, fueron factores determinantes en la
transformación de las políticas de dominación y control colonialista.

En el continente asiático, las potencias europeas y los Estados Unidos aplicaron políticas de
colonización de distinto tipo, que fueron desde el comercio forzado y la apropiación territorial (la
India y Birmania por los ingleses, Indochina por los franceses), valiéndose de la superioridad
tecnológica y su poderío militar, hasta la creación de colonias de poblamiento, como Australia o
Nueva Zelanda, en el caso inglés. Estas colonias absorbieron la población excedente de las
metrópolis y disfrutaron de autonomía política.

El interés de las potencias europeas por el norte de África tenía importancia geopolítica y a la vez
de competencia económica y comercial, lo que llevó a los franceses a la conquista y colonización
de Argelia, mientras los ingleses se establecían en Egipto. El control sobre la zona adquirió mayor
importancia con la construcción del canal de Suez, inaugurado en 1869, que establecía una ruta
directa con el comercio asiático. A pesar de que varias naciones europeas habían declarado ilegal
la trata de esclavos, esta actividad siguió siendo lucrativa en África occidental durante la primera
mitad del siglo XIX; a la par, las expediciones al interior del continente buscaban nuevas rutas y
objetos para “un comercio nuevo y legítimo”. En el sur del continente africano la colonización se
centró en la posesión de la tierra y no tanto en la actividad comercial con los nativos.

Expansión colonial siglo XIX

La conquista de África fue una de las acciones más infames de la historia, pues se ejecutó como si
se tratara de un territorio vacío y su población fue explotada en condiciones de esclavitud. La
organización política y administrativa del territorio conquistado se hacía de dos maneras: de forma
directa cuando la metrópoli tomaba en sus manos el gobierno e imponía sus instituciones políticas
y jurídicas, y con frecuencia se establecían asentamientos europeos; o mediante una
administración indirecta que consistía en conceder cierta autonomía permitiendo la existencia de
gobiernos locales pero totalmente sumisos a la metrópoli, en este caso, los asentamientos blancos
no eran necesarios ya que el territorio se encontraba bajo control.

Los dos grandes colonizadores de África fueron Francia e Inglaterra, y cada uno de ellos había
elaborado su plan de expansión territorial. Francia se había instalado en Senegal desde 1817 y
ocupó en su totalidad Argelia en 1830, su intención era apoderarse de todo el norte del territorio
en una línea que corría de occidente hacia oriente, pero Inglaterra se interpondría en sus planes.
El poderío inglés quedaría demostrado en la batalla de Fachoda, Sudán, cuando ambas potencias
se enfrentaron para contender por los derechos que cada una pretendía tener sobre la cuenca del
Nilo, los ingleses mostraron su superioridad militar derrotando al ejército galo obligándolo a
retirarse en 1898.

Inglaterra llegó al sur del continente ocupando el Cabo, territorio que originalmente había sido un
asentamiento de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales desde 1652. A principios del siglo
XIX los ingleses también comenzaron a formar colonias provocando enfrentamientos con los Boers
(colonos holandeses). Sudáfrica logró una independencia limitada en 1910 y se formó un gobierno
blanco, conocido como el Apartheid, cuyas leyes estaban basadas en la discriminación racial.

Con su posesión en el Congo, en África Ecuatorial, Bélgica consiguió un territorio de 2 345,000


km2, ochenta veces su tamaño. El rey Leopoldo II había enviado en 1879 a Henry Morton Stanley
quien exploró el río Congo, en su recorrido entró en contacto con algunos gobernantes y a nombre
de la Asociación Internacional del Congo, fundada por el rey, mediante distintas argucias entre las
que se contaba dar obsequios, logró acordar con los jefes nativos la sesión de sus tierras y el
suministro de trabajadores.

Debido a su tardía unificación, Alemania había quedado fuera del reparto territorial que las otras
naciones habían iniciado hacía mucho tiempo atrás. En 1882 formó la Sociedad Colonial Alemana
para comenzar a organizar sus acciones expansionistas. Se dio inició a la colonización en 1884.
Como era previsible, los germanos se toparon con los intereses ingleses por lo que sus conquistas
se redujeron a Togo, Camerún, África del Sudoeste (actual Namibia) y África Oriental (hoy
Tanzania), posesiones que le dejaron insatisfecho por su poca importancia, tanto en extensión
como por los pocos beneficios que le proporcionarían, por lo que Alemania insistiría en conseguir
una mayor expansión territorial que la pusiera al nivel de Inglaterra y Francia.

Italia se estableció en África Oriental. Su tardía unificación, como el caso de Alemania, la alejó de
la expansión ultramarina que otros países habían emprendido desde el inicio del siglo XIX. Su
intención de quedarse con Etiopía se frustró porque los etíopes los vencieron en dos ocasiones; los
ingleses decidieron ayudar a los italianos, lo que fue de gran utilidad porque Etiopía se volvió una
zona de influencia para los británicos.

Hacia 1880 se había desatado una gran rapiña entre los países imperialistas para repartirse África,
o para ser más precisos, para completar el reparto, pues Inglaterra y Francia la habían comenzado
tiempo atrás. Las ocupaciones dieron lugar a continuos enfrentamientos entre ellas. A iniciativa
del canciller alemán Bismark, quien buscaba protagonismo en la repartición, se llevaron a cabo en
la ciudad de Berlín dos reuniones, una en noviembre de 1884 y otra en febrero de 1885. Uno de
los acuerdos fue que las potencias se comprometieron a notificar cualquier anexión, la cual sería
legal siempre y cuando se hiciera en zonas no ocupadas por otros europeos, además el territorio
anexado debía ocuparse efectivamente para legitimar la posesión, dejando sin efecto los tratados
previos hechos con los jefes locales. Las negociaciones no estuvieron exentas de confrontaciones
pues enfrentaban los intereses de países muy poderosos, las dos grandes potencias –Inglaterra y
Francia- protegiendo sus posesiones y cuidando que el contrario no le superara, y el resto
buscando conseguir una colonia por primera vez o ampliar sus pequeñas posesiones.
En el caso de China, ninguna potencia europea pensó en su conquista, dado su desarrollo político.
En el siglo XVIII los europeos comenzaron a llegar al imperio interesados en el comercio de té y
opio. Fue como resultado de las Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) que Inglaterra obligó a
China a abrirse al comercio europeo y a cederle el territorio de Hong Kong, de esta manera el
gigante asiático se vinculó a la dinámica capitalista.

En 1894, Japón le declaró la guerra a China (guerra chino-japonesa) y la derrotó gracias su


superioridad técnica, el resultado fue la pérdida de Corea, Taiwán y Formosa. El viejo imperio se
encontraba en una situación crítica, lo cual fue aprovechado por las otras potencias para dividir el
territorio en zonas de influencia de británicos, franceses, estadounidenses, alemanes e incluso
italianos. China se vio obligado a firmar diversos tratados, mientras en teoría, la autoridad del
emperador chino se mantenía.

La presencia de los europeos en el continente indostánico comenzó en la India a mediados del


siglo XVIII, cuando los ingleses hicieron contacto comercial con ella a través de la East India
Company (Compañía de las Indias Orientales). En esa época la presencia extranjera tenía la
intención de comerciar con los productos indios, en este caso los textiles y las especias. A la
península Indochina llegaron los europeos en el siglo XVI con fines comerciales. De manera muy
hábil aprovecharon a su favor la división de la población, producto de las contradicciones
interétnicas de los numerosos pueblos que habitaban la península, esto sirvió para comprobar una
de las justificaciones de la conquista: la pacificación de la región. Su método de “pacificación” fue
incendiar aldeas, masacrar civiles, ejecutar a los adversarios, fusilar a los que huían de los trabajos
forzados, etcétera. Después de numerosos levantamientos en contra del opresor y de miles de
vidas arrebatadas por la furia imperialista, Vietnam conseguirá su independencia en 1954.

En 1853 Japón corría la misma suerte que China, fue asediada militarmente por Estados Unidos
obligándola a abrirse al comercio internacional mediante el Convenio de Kanagawa firmado en
1854. En 1863 comenzó un proceso de modernización conocido como la Restauración Meiji
mediante el cual logró un sorprendente desarrollo industrial y militar colocándose en un nivel de
potencia a finales del siglo XIX. Este proceso sirvió, a su vez, como una manera de protegerse de la
amenazante dominación occidental. En esta etapa Japón continuó con su proceso expansivo pero
ahora dentro de la lógica del imperialismo.

En 1895, después de derrotar a China, Japón se anexó Formosa (actualmente Taiwán). Rusia
también es derrotada por Japón y pierde Corea en 1905, la cual es administrada como un
protectorado, asimismo se adjudica Sajalín y las Kuriles, Guam y las islas Marianas, y a Manchuria
la vuelve una zona de influencia. Japón perdió sus colonias como resultado de su capitulación en la
Segunda Guerra Mundial.

En el transcurso del siglo XIX América Latina había logrado independizarse de las antiguas
metrópolis, en tanto que el capitalismo europeo experimentaba un desarrollo industrial vigoroso.
Una vez libre del yugo colonial la zona se presentaba como un mercado atractivo para la
colocación de productos y capitales imperialistas, así como surtidora de materias primas. El
acercamiento europeo a la región fue cauteloso ya que Estados Unidos había advertido en la
Doctrina Monroe el rechazo a cualquier tipo de intervención europea. A finales del siglo,
Latinoamérica ya se encontraba integrada en el sistema económico internacional a través de
importantes relaciones comerciales. Las economías latinoamericanas quedaron enganchadas a la
economía mundial en una relación de dependencia del imperialismo, situación que se mantiene
hasta la actualidad, en mayor o menor grado.

A principio del siglo XIX, las exportaciones latinoamericanas se habían intensificado y se mantenían
las relaciones económicas con Europa. El Corolario Roosevelt planteaba claramente su decisión de
ejercer la hegemonía en la región latinoamericana y en el Caribe por considerarlo fundamental
para proteger sus intereses comerciales. El gobierno estadounidense no consideró
económicamente rentable la conquista y colonización de los territorios, en su lugar, usó el acoso
militar y después la injerencia política y económica. Fiel a su política intervencionista, Estados
Unidos seguía de cerca los conflictos de la región, colocándose a favor de Colombia o Panamá,
según su conveniencia. Los Estados Unidos ejercieron su acción económica en América Latina a
través de la inversión directa, los préstamos, la red bancaria y el comercio. Sin duda, la supremacía
económica de Inglaterra había dado paso al dominio norteamericano.

Intereses geopolíticos de Europa

La Conferencia de Berlín (1854-1855) había sido el escenario en el que las potencias midieron sus
fuerzas. La reunión se había planteado en términos amistosos para establecer formas más
“civilizadas” de repartirse los territorios que todavía no habían sido conquistados; sin embargo,
dicha conferencia puso al descubierto que las grandes potencias no estaban dispuestas a negociar
nada en cuanto a sus posesiones coloniales. En pocas palabras, quedaban evidenciados los apuros
que pasarían los rivales en caso de enfrentarse en una guerra. Hungría era un estado
independiente, muy poderoso, que formaba parte del Sacro Imperio Romano germánico.

Cuando en 1526 murió el rey de Hungría de inmediato fue reclamado el trono por los Habsburgo,
dinastía gobernante de Austria, pero la oposición francesa evitó que esto sucediera. En 1541 cayó
en manos de los turcos pero fueron expulsados en 1686 logrando la reunificación del reino de
Hungría. Para 1848, los húngaros llevaron a cabo un movimiento para independizarse de Austria
pero fracasó, y en esta condición se encontraba cuando dicha nación la requirió para formar el
Imperio Austro-Húngaro, también conocido como la monarquía dual.

El primer conflicto surge como consecuencia de la anexión formal de Bosnia y Herzegovina, en


1908, por parte del Imperio Austro-Húngaro. La mayoría de su población era de origen serbio y
siempre existió un sentimiento de rechazo hacia el dominio extranjero, pues por su origen étnico
deseaban pertenecer a Serbia, la cual aspiraba a formar la gran nación serbia. Esta anexión
incrementó la rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría, pugna que avivaría el fuego de las
rivalidades imperialistas.

El segundo conflicto tuvo lugar en 1912. Para este año varias naciones balcánicas habían formado
la Liga Balcánica para lograr expulsar definitivamente a los turcos del territorio. Pero en este
movimiento también estuvieron presentes las diferencias étnicas que provocaron una
confrontación entre los propios estados balcánicos. Algunos de ellos, como Serbia, Montenegro y
Grecia buscaban aglutinar a todo el pueblo serbio, como ya se ha mencionado. Por su parte,
Bulgaria rechazaba esta idea y pretendía que todos los estados fueran independientes.
En 1914 las grandes potencias estaban organizadas en dos bloques. Los antecedentes de la Triple
Alianza se remontan a 1879, cuando Alemania firmó un pacto secreto con Austria para defenderse
de Rusia y de Francia. Sin embargo, como Inglaterra amenazaba los intereses rusos en Asia, el
imperio zarista decidió formar una alianza con Alemania y Austria en 1881, así nació la Alianza de
los Tres Emperadores. Por otro lado, aprovechando que Italia también tenía conflictos con Francia
e Inglaterra por las posesiones coloniales, Alemania se acercó a ella y conformaron la Triple
Alianza, integrada en 1882 por Austria-Hungría, Alemania e Italia y ratificada en 1912. Ésta última
alianza fue la que, en 1914, tuvo el papel protagónico en el estallido de la guerra. Es importante
mencionar que Italia sólo fue parte formal de la alianza, pues siempre mantuvo una actitud
vacilante y finalmente se pasó del lado contrario en 1915. Rusia, por su lado, dejó la Alianza de los
Tres Emperadores y formó parte de la Triple Entente hasta su salida de la guerra.

En 1914 la Triple Entente estaba integrada por Francia, Rusia e Inglaterra. Los inicios de esta unión
datan de la alianza formada en 1892 por Rusia y Francia debido a que la primera buscaba
defenderse de la amenaza que representaba Austria-Hungría en los Balcanes. Luego, en 1904,
Francia se alió con Inglaterra en la “Entente Cordiale” porque Alemania constituía un peligro para
las colonias africanas. En 1907 Rusia e Inglaterra hicieron a un lado sus diferencias y pactaron una
unión. La alianza se fue afianzando al paso del tiempo y para 1914 los tres países formaban un
bloque sólido.

El período de 1871 a 1914 ha sido considerado como una época de paz en Europa. La creciente
producción de armas era una constatación más de la volátil situación, a ello se debe justamente el
nombre con el que se conoce a este momento de la historia: “la Paz Armada”, sin guerra pero
preparándose para ella. Alrededor de 1884, la fabricación de armas sufrió una transformación
importante, la cual había comenzado con la industrialización de la guerra en 1840, y mejorar la
producción al vincularse la parte industrial con las necesidades militares. Lo interesante de este
periodo no era sólo que se produjeran más y mejores armas, sino que estos avances permitieron
que otros países superaran a Inglaterra

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