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Antonio José Lastres León

Historia del Mundo Contemporáneo. 2º Grado de Historia Us

Tema 5. El Imperialismo

El imperialismo es un asunto mucho más económico que político. Es la proyección de


Europa sobre otros continentes, y esta proyección resultó clave en la Historia
Contemporánea, pues Europa va a trasladó hombres, capitales, dinero, técnicas,
etcétera, con los subordinaría, transformaría y europeizaría esos territorios. Ese
imperialismo se fundamenta en varios factores:

Nacionalismo: entendido como orgullo nacional que no es si no trasladar el control


político a otros territorios lejanos a la metrópoli.

Economía: el imperialismo es impulsado por el capitalismo, que viene con el deseo de


ampliar el radio de acción.

Ideología y religión: no deja de ser un pretexto utilizado como argumento. En el caso


de los ingleses, defendieron su imperio sobre la base de que los ingleses tenían una
misión civilizadora en la humanidad que les llevó a trasladar o introducir sus
costumbres a otros lugares del planeta, mientras que los italianos aludieron a la
nostalgia de recuperar su imperio. En este contexto entró de nuevo a colación la labor
evangelizadora de Europa.

Valores estratégicos: la preocupación estratégica para cubrir o proteger las líneas


marítimas del imperio británico, que se consolidaron en ese momento. Esa estrategia
estuvo presente en el reparto de África. En ese momento los barcos se movían bien por
vela o bien por máquinas de vapor, y estas últimas requerían de carbón, así que se
necesitaban depósitos de carbón, estableciendo una serie de puntos para abastecer esas
flotas.

Este término de imperialismo se acuñó sobre todo a partir de 1870 y alcanzó su pleno
desarrollo entre finales del s. XIX y principios del s. XX. Los imperios coloniales de
este momento eran más reducidos que los del s. XVII debido a la emancipación de
América. Si en 1800 Europa controlaba un tercio de la superficie del mundo, en 1868
controlaría dos tercios, y ya en el año 1914, Europa controlaba el 80% de la superficie.

El siglo XIX, por tanto, conoció un proceso de expansión comparable a lo ocurrido en


los s.s. XVI y XVII, pero con un planteamiento colonial era muy distintos.

- Geografía: los viejos imperios tenían su lugar de desarrollo en el continente americano,


mientras que los nuevos se desarrollarían en África, Asia y el Pacífico.

- Modus operandi: los viejos imperios eran colonias de asentamientos, es decir, crearon
sociedades europeas allá donde llegaron, mientras que las nuevas colonias estaban
destinadas a la explotación.

- Velocidad: la ocupación del territorio en los viejos imperios fue muy lenta, duró tres
siglos, mientras que la colonización del siglo XIX se llevó a cabo rápidamente,
ocupándose las costas en muy poco tiempo.

- Contingentes: solo había cinco potencias coloniales importantes a inicios del siglo XIX
(España, Portugal, Inglaterra, Francia y Rusia), mientras que a la altura del año
1914 habría que añadir otras cinco potencias (Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y
Estados Unidos).

¿Por qué se da esta expansión y por qué hay tanto interés en esta zona? Antes de 1870 la
expansión colonial se había centrado en antiguas colonias como Canadá, África del
Sur, India o Australia. Desde esta fecha, la colonización va a desarrollarse en regiones
de Asia, África y el Pacífico, zonas prácticamente desconocidas para los europeos. Esto
se debía a la aparición de nuevos países potentes en la expansión colonial, como
Alemania o Bélgica. Además, los fines de la colonización habían cambiado y había una
especie de competición entre los Estados por tener colonias. El nuevo imperialismo
estaba asociado a inversiones a grandes escalas económicamente hablando, a un
recrudecimiento de las tensiones de países y al mismo tiempo, al desarrollo de una
carrera de armamentos.

Se puede hablar de dos teorías imperialistas:

 Planteamiento eurocéntrico, el cual sitúa el origen del imperialismo en los cambios


producidos en el continente europeo. Cambios que pueden plantearse desde distintas
ópticas:
- Económica, que parte de la situación de desarrollo industrial que experimenta Europa,
lo que va a desencadenar este proceso imperial. Se puso el acento en la necesidad de
nuevos mercados y la necesidad de materias primas para mantener ese desarrollo
industrial, así como un desarrollo del imperialismo financiero, ya que la inversión en
Europa no era rentable. De este modo, había que buscar inversiones en otros lugares que
tuviesen una rentabilidad más alta.

- Política: el imperialismo se vio motivado también por la conflictividad del momento y a


la necesidad por parte de los gobernadores de instalar bases militares en puntos clave
como símbolos de prestigio y para ocupar territorio y que este no le fuese arrebatado.

 Planteamiento no eurocéntrico, donde se indica que la expansión europea no obedecía


a planteamientos de la misma Europa, sino que el imperialismo se producía en razón de
los conflictos existentes en distintas partes del mundo por diversos motivos (economía,
política, etc), provocando el peligro de las colonias establecidas en sus proximidades.
La conflictividad en antiguas colonias obligó a Europa a llevar a cabo este nuevo
imperialismo para proteger a estas colonias.

Esto trajo varias consecuencias; países como Inglaterra, Francia y Rusia consiguieron
formar grandes imperios, mientras que otros países como Italia o Alemania se
conformaron con tierras de menos posibilidades. La zona de expansión alcanzó zonas
como China, Corea y las Islas del Pacífico, entre otras, y la presencia de estas
potencias en un mismo sitio dieron lugar a choques de intereses y rivalidades como las
que encontraremos entre Rusia e Inglaterra por India o Francia e Inglaterra por
Sudán.

Para mediar la problemática imperialista, Bismarck reunión a los países implicados en


Berlín en el año 1885. En este tratado, en el que se concretó el reparto de África,
aparecen cuatro puntos:

- La posesión de la costa suponía el derecho al territorio interior.

- Ligada a la posesión de costa, este derecho se basó en la ocupación efectiva, había que
ocupar el territorio.

- Cuando una potencia penetrase por los valles fluviales tendría derecho también a la
cuenca del río.

- Se reconocería el Estado Libre del Congo bajo la soberanía personal de Leopoldo II


de Berlín.

REPARTO

El territorio podía administrarse como colonias, protectorados o concesiones:


- Colonias: territorios que por el derecho de ocupación estaban en la órbita de la
metrópolis. En estas colonias se impondrían sus instituciones, perdiéndose así toda
forma de gobierno indígena anterior a la conquista.

- Protectorado: se respetaba el gobierno indígena, que es el que organizaba la vida


interior del territorio. Pero en cuanto a política exterior seguían directrices marcadas por
la metrópoli, lo que en la práctica era una sumisión pese a que los gobernantes sean
autóctonos.

- Concesiones: se trata de un acuerdo de tipo comercial por el que se produce un


asentamiento. Son típicas de los puertos de mar para facilitar los intercambios. El
ejemplo típico es Hong Kong.

Imperialismo en África

La colonización de África bien puede dividirse en dos períodos distinguidos por la


Conferencia de Berlín. Antes de la conferencia, África no era atractiva para los
europeos, ya que era desconocida y no había pasado de albergar algunas factorías
costeras de esclavos, los cuales estaban perdiendo importancia debido a la aprobación
de medidas contra la esclavitud. Estas factorías albergaban un clima y vegetación
favorable para los europeos, aunque en las costas del Mediterráneo eran escasas por ser
territorio de los otomanos en su mayoría. La ocupación del África mediterránea se
inició en una época temprana, primero con una fase de intervención económica y
posteriormente con una conquista propiamente dicha.

- Túnez: intervenida por Europa desde 1850. Se convirtió en protectorado francés en


1886.

- Egipto: los problemas financieros desde la construcción del canal de Suez propiciaron
la intervención del Reino Unido a partir de 1882. La Convención de Constantinopla
de 1888 declaró el canal zona neutral bajo protección británica.

- Argelia: su toma radica en 1830, cuando Francia inició la conquista de sus costas,
aunque no fue ocupada plenamente hasta 1880. Argelia fue un punto de inflexión, ya
que fue una gran colonia de poblamiento dedicada a las tareas vinícolas.

- Sudáfrica: la Colonia del Cabo, en continua expansión, pertenecía a Inglaterra desde


principios del s. XIX, aunque también había una importante colonia holandesa de bóers,
que en su huída de los británicos se asentaron en la zona norte del río Orange, donde
fundarían más colonias. Este conflicto no se solucionó hasta comienzos del s. XX con
las dos Guerras de los Bóeres.

En noviembre de 1884 se inicia la Conferencia de Berlín, organizada por Bismarck y


en la cual se reunieron doce naciones europeas más Estados Unidos y el Imperio
otomano. La razón fue la búsqueda de soluciones a los problemas que planteaba la
expansión colonial en África y resolver su repartición. De esta conferencia destacan
cuatro puntos: derecho a reclamar una porción de la costa África sólo si dicho territorio
se ocupaba efectivamente y se comunicaba de este evento a otros estados, libertad de
comercio en el centro del continente africano formado por la cuenca del río Congo,
prohibición de la esclavitud y la libre navegación marítima y fluvial por los ríos Congo
y Níger.

En el caso británico, eran los únicos que generaban colonias de poblamiento. Su interés
era comercial y estratégico, razón por la que solían respetar las tradiciones y costumbres
del lugar dominado. Algunas de las compañías de comercio eran tales como La
Compañía Imperial Británica o la Compañía de Níger.

Desde un punto de vista estratégico, los británicos ansiaban conseguir y dominar el eje
El Cairo – El Cabo, que terminó haciéndose realidad a costa de las pretensiones
coloniales alemanas y portuguesas. Fruto de esta expansión en el sur se produjo el
choque con los bóers, que a pesar de contar con la ayuda alemana, terminaron cediendo
ante los ingleses, que tomaron el territorio.

En el caso francés, sus posesiones abarcaron la mayor parte del territorio de África
occidental. Su objetivo, que no lograrían, era tomar Sudán para conectar el
Mediterráneo con el Índico. Sin embargo, los intereses ingleses y franceses chocaban
con respecto a Sudán, que culminaron en 1898 con la Crisis de Fachoda.

Los franceses, con peor ejército que los ingleses, cedieron, y a través de la Entente
Cordiale (1904) reconocieron el dominio británico en Egipto y un condominio anglo-
egipcio sobre el Sudán, a cambio de actuar libremente en Marruecos. Esta última
también era codiciada por Alemania, por lo que la tensión volvió a hacerse patente.
Finalmente todo acabó solucionado en la Conferencia de Algeciras en abril de 1906,
que se saldó con un protectorado marroquí francés al sur y un protectorado marroquí
español al norte, dejando a Alemania sin ganancia territorial alguna.

Alemania era de las potencias más débiles colonialmente hablando. Tenía un


protectorado en Camerún y algunos territorios sueltos.

En el caso de Portugal, una de las naciones europeas con más tradición en África, en
principio tenían solo la franja costera. No pudo aspirar a mucho más por su debilidad
respecto a otras potencias.

España obtiene el Río de Oro en el Congreso de Berlín, sobre el que establecería un


protectorado. A partir de la Conferencia de Algeciras iniciaría la ocupación de
Marruecos.

Italia también intentaría formar su imperio, sobre todo en la zona de Somalia y


Eritrea. Además, con la complacencia de Francia, tenían su principal zona de
influencia en Libia, frente a Sicilia.
Poco antes de la I Guerra Mundial el continente africano estaba prácticamente
repartido, quedando solamente dos territorios independientes; Etiopía y Liberia.

Imperialismo en Asia

En Asia, la expansión europea se había iniciado a comienzos del s. XIX. Conoció la


fijación de unos límites fronterizos en esta época.

Igual que en África, la expansión partió de una base costera y los intereses comerciales
proyectaron al interior. A partir de la década de los 80s se observaba un interés por
ocupar las zonas más ricas, lo que provocó graves tensiones en zonas como Persia y
Afganistán, donde chocarán rusos e ingleses, y el norte de China donde colisionarán
rusos y japoneses. Cabe mencionar la problemática que surgió entre Japón y Rusia por
Sajalí, Manchuria y Corea.

Los rusos se dividían, por un lado, hacia el este de Siberia y norte China, y por otro
lado, hacia Asia central por los mares Caspio y Arábigo.

La anexión de Siberia oriental fue un éxito gracias a las deportaciones, pero no ocurrió
lo mismo con el norte de China, donde los rusos fundaron Vladivostok, ocuparon
Sajalí y penetraron en el norte de Corea, chocando frontalmente con los japoneses.

En el caso del Asia central, la expansión de los rusos se vio motivada por la presión del
ejército y los intereses de los rusos colonos por avanzar hacia la estepa. Rusia avanzaría
sobre esos territorios, pero esto les creó discrepancias con los británicos, asentados en la
India. Por esa razón y a fin de evitar futuros conflictos, quedaron dos zonas
independientes, que serían Persia y Afganistán, dos estados fronterizos que actuaron
como estados colchón.

A mediados de siglo comenzarían las tensiones cuando los rusos acometieron la India,
que se sumó a la propia hostilidad de los birmanos hacia los británicos. Ante esto, los
británicos intervinieron por miedo a una alineación entre birmanos y otras potencias
extranjeras. Finalmente, los británicos se extenderían por la zona de Malasia y
Singapur, anexionándose progresivamente todos estos territorios.

En el caso de los franceses, durante el gobierno de Napoleón III llegaron a dominar la


zona de Indochina y la Conchinchina alrededor de 1862. Francia redondearía su
territorio con la fundación de la Unión Indochina, compuesta por Laos, Camboya, la
Conchinchina, Tonkín, Hanoi y Annam.

La reivindicación de Laos supuso un enfrentamiento con los británicos, ya que este


colindaba con las posesiones británicas de Birmania. Para evitar el enfrentamiento
entre franceses y británicos se mantuvo a Siam como reino independiente, para que
actuase como territorio tapón entre estos.

En el caso holandés, estaban allí desde hacía siglos y van a extender su dominio por
toda Indonesia, con Jaba y Sumatra, la isla de Célebes y otros archipiélagos.
Imperialismo norteamericano

El norteamericano fue un imperialismo extendido por Filipinas tras la compra a


España en el Tratado de París de 1898; Cuba, arrebatada a España, y Puerto Rico,
también a través del Tratado de París.

Su poderío se extendió también por Hawai, cuando el Senado de los Estados Unidos
autorizó a su armada a alquilar el Puerto de Pearl Harbor en enero de 1897. Su
expansión también llegó a Alaska, comparada a los rusos en 1887 por 7 millones de
dólares.

Las posesiones norteamericanas fueron redondeadas en 1904 con el nuevo estado


panameño, pasando los márgenes del canal a propiedad de Estados Unidos.

China

China fue objeto de la intervención de países extranjeros en su política de búsqueda de


mercados y de intereses comerciales.

La Guerra del Opio, que aconteció entre 1839 y 1842, había demostrado que la
dinastía Qing (manchú para los extranjeros) no podía frenar el imperialismo europeo.
La derrota china en esta guerra llevó a China a la firma del desigual Tratado de
Nankín, por el cual Reino Unido se anexionaba Hong Kong y abría varios puertos al
exterior, al mercado internacional. Portugal siguió a los británicos, forzando términos
de intercambio desiguales a China y la ampliación de Macao, bajo dominio portugués
desde el s. XVI.

La claudicación ante Japón tras la I Guerra sino – japonesa en 1895 dejó en evidencia
el principio de la decadencia del gobierno manchú. Posteriormente otras potencias
actuarían del mismo modo que Gran Bretaña y Portugal y se repartirían china,
situando bases comerciales y las zonas de influencia. Fue el recelo y las pretensiones de
cada potencia lo que evitó la desmembración final de China.

En 1898, el emperador Guangxu decretó una serie de medidas liberales y progresistas,


que fueron cortadas por la regente Tseu-Hi, su tía, que lo secuestró y ocupó el poder
con una orientación conservadora. Cuando la lucha por concesiones por parte de
potencias extranjeras desencadenó el Levantamiento de los bóxers (1899 - 1901), las
potencias extranjeras invadieron China. La emperatriz les declaró la guerra, pero fueron
derrotados.

El punto culminante de la sublevación fue el asalto a la embajada extranjera establecida


en Berlín, que obligó a las potencias extranjeras a formar un ejército expedicionario que
se abriese camino hacia Pekín y liberase a los sitiados. Esto se conoció como Alianza
de las ocho naciones.

Las hostilidades terminaron en 1901, cuando la dinastía Qing firmó el Tratado de


Xinxou (protocolo Bóxer), otro tratado desigual en la que China fue obligada a
ejecutar a diez oficiales implicados en la revuelta, pagar una fuerte indemnización de
333 millones de dólares en conceptos de reparaciones de guerra a lo largo de 40 años, y
la concesión de aún más ventajas comerciales a los extranjeros y permitir el
estacionamiento de tropas por parte de éstos entre Pekín y el Mar Amarillo.

La dinastía Qing había quedado desacreditada, y el odio contra esta provocó el


desarrollo de organizaciones secretas revolucionarias dirigidas por intelectuales que
ansiaban reformas políticas y sociales en el país. La más importante fue el
Kuomintang.

Ante este malestar, Tseu-Hi prometió una constitución, pero su muerte truncó esta
reforma. Esto condujo paulatinamente a la Revolución Xinhai de 1911, que culminó
con la abdicación del último emperador de la dinastía Qing y el comienzo de la
República China en 1912, tras 2000 años de gobierno imperial.

Japón

Japón vivía aislado de todo el mundo. Estaba gobernada por un shogun, cuyo título
estaba vinculado desde 1600 a la familia de los Tokugawa. El país vivía en un sistema
feudal propio del medievo hasta mediados del s. XIX. La inmovilidad de la población
propiciaba la ausencia de cambios y reformas sociales.

Japón comenzó a desestabilizarse cuando algunos señores feudales buscaron


aproximarse a la Corte Imperial de Kioto para que el emperador removiese a los
Tokugawa del poder, ya que estos se estaban acercando a occidente, lo que para ellos
era un peligro.

En 1853 una escuadra norteamericana obligó a Japón a salir del aislamiento


obligándoles a abrir puertos al comercio y a firmar una serie de tratados comerciales con
ellos. Otras potencias seguirían este proceso, llegando incluso a crearse colonias de
comerciantes extranjeros, como Yokohama.

Esto suponía una humillación para los japoneses, lo que provocó el aumento del
descontento contra los Tokugawa y en 1867 el shogunato es derrocado, restableciendo
la autoridad imperial, que recalaba en Mutsuito, que además del restablecimiento del
poder imperial, llevó a cabo una política de occidentalización respetando la tradición
nipona. En 1868, mientras se llevaba a cabo la Restauración Meiji, el shogun fue
definitivamente despojado de sus títulos y sometido a un arresto domiciliario.

Durante el gobierno de Mutsuito, que gobernó de manera absoluta hasta 1789, se puso
fin al modelo feudal. El proceso de occidentalización llevó a una revolución industrial y
a una reforma política de corte occidental que sacó al país del medievo. Alemania envió
especialistas para mejorar el ejército japonés, y Francia introdujeron la industria textil y
la siderurgia a gran escala. También se introdujo el ferrocarril.
Los estudiantes japoneses fueron enviados a las universidades occidentales con el fin de
mejorar el nivel educativo en Japón, lo que significaba un desarrollo en lo económico
por la especialización, pero respetando las tradiciones.

En 1889 promulgó una constitución que fomentó la formación de un parlamento de dos


cámaras, con sufragio restringido, pero con el mantenimiento de un gran poder por parte
del emperador. La Reforma Meiji cambió algunas costumbres; se impuso el peinado a
lo occidental, se prohibieron los tatuajes, se introdujo el calendario georgiano, se
prohibió la tortura y se impulsó la educación.

Todas estas reformas tuvieron como consecuencia un incremento de la población; en


1864 había unos 27 millones de japoneses, mientras que tras la reforma había unos 50
millones. Este incremento y las necesidades de la industria japonesa propiciaron la
búsqueda de materia prima, lo que llevó a Japón a su propia expansión imperialista.
Esto provocó la colonización de las islas próximas, como las Islas Kuriles, las Islas de
Riu Kiu, la Isla Vulcano, Laponia y Bonin.

La invasión de Corea provocó recelos y enfrentamientos, entrando en 1894 en guerra


con una China destrozada. La flota china fue aniquilada, y en las constantes ofensivas
los japoneses tomaron Formosa. Finalmente China se vio forzada a firmar el Tratado
de Shimonoseki en 1895, mediante el cual se traspasaba la soberanía sobre la isla de
Taiwán de China al Japón y el establecimiento de un protectorado japonés sobre la
península de Corea, en la que China perdía toda su influencia. Japón también
adquirió el puerto de Port Arthur.

La ventaja que iba adquiriendo Japón provocó el temor de los rusos, quienes
consideraban que tanto Manchuria como el norte de China eran zonas de influencia
rusa. Esa oposición desencadenó un duro enfrentamiento entre rusos y japoneses, que se
agravó cuando los chinos entregaron Port Arthur a los rusos por la presión de los
últimos.

Japón buscó una alianza con Inglaterra por un hipotético caso de guerra, quienes ya
peleaban con los rusos en Afganistán. Finalmente los japoneses declaran la guerra a los
rusos en 1904. Destruyeron su flota y volvieron a tomar Port Arthur. Los japoneses
encadenaron una serie de victorias que forzaron a los rusos a pedir la paz. Ante esto,
Inglaterra, temedora de la fuerza de Japón, cambió de bando y apoyó a Rusia, por lo
que los frutos de la victoria japonesa no fueron tan espectaculares.

La isla de Sajalí, previamente tomada por los japoneses, tuvo que ser repartida entre
japoneses y rusos. El protectorado ruso sobre Corea fue reconocido, así como la
posición en Port Arthur y los derechos del ferrocarril en Manchuria. Lo único que
quedaba eran los restos del imperio español, que se los había llevado Estados Unidos.

Para los japoneses, la presencia en extremo oriente de las potencias occidentales era
algo así como un círculo de hierro que atenazaba el desarrollo de su país.

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