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CUESTIONARIO LECCIÓN 1: La escuela del desierto

1. En nuestra sociedad y en las iglesias en general, el sufrimiento es entendido como algo que
debemos evitar o que deberíamos sortear como si la vida se tratara de una carrera de
obstáculos, que para “llevarla bien” no debemos caer en ninguno de ellos. Socialmente, la
inmediatez, el bienestar, es algo que se puede obtener a través de cosas materiales… de
acceder a lo último de lo último. Y cuanto más rápido mejor. Esto nos ha vuelto cada vez
más intolerantes y más propensos a la frustración. Si tengo que trasladarlo a las iglesias,
pareciera que la historia se repite. Hablo con personas constantemente a las que se les ha
enseñado que “si sos hijo de Dios… si sos cristiano… no podés estar mal”, no podés estar
triste, no deberías sufrir. Y esto se transforma en una carga tan pesada que lleva a muchos
a profundos estados de angustia y depresión “disfrazados” por una sonrisa de día Domingo.
Ya desde tiempos antiguos se pensaba que el sufrimiento era consecuencia del pecado, y si
bien ésta puede ser una de sus causas, Jesús dejó claro que no siempre es así, sino que, al
contrario, la Gloria de Dios se manifiesta a través de él.

2. El sufrimiento es inherente a la condición humana, a su naturaleza caída. Lo hemos


heredado. Por eso no podemos pensar que, mientras nos encontremos en este cuerpo,
estaremos exentos de atravesar por la experiencia del dolor. Pérdidas, enfermedad,
abandono, soledad, violencia, inseguridad, injusticias, son algunas de las causas que
provocan sufrimiento. Hay una causa que podemos evitar y es la del pecado en nuestras
vidas. La Biblia nos enseña que nuestra desobediencia a Dios, a sus principios y voluntad,
tiene sus consecuencias, que generarán el propio sufrimiento y muchas veces también el de
nuestros seres queridos y/o de quienes nos rodean. Buscar a Dios cada día, entregarle
nuestras cargas, confesar nuestros pecados (aun aquellos “que nos son ocultos”) para poder
ser llenos del Espíritu Santo, nos ayudará a recibir el poder y las fuerzas para hacer su
voluntad y mantenernos alejados del pecado. No significa que no cometeremos errores,
pero recibiremos la gracia divina y la luz para nuestro camino. No podremos evitar aquellos
que Dios, en su voluntad, quiera que atravesemos para formarnos, purificarnos, enseñarnos
y llevarnos a un mayor conocimiento de su persona.

3. Según lo aprendido y lo que podemos ver a través de la Palabra de Dios, Él puede utilizar el
sufrimiento en la vida de sus hijos para:
 Traer luz a nuestras vidas (comprender nuestra verdadera condición como seres
humanos)
 Instruirnos (como un padre que disciplina a su hijo porque lo ama)
 Purificarnos (dándonos una nueva perspectiva y revalorización de las cosas)
 Confirmar nuestro llamado (identificándonos con nuestro Señor, quien nos llama)
 Edificar a otros (mi dolor puede enseñar, edificar, consolar, bendecir a otros)

Personalmente Dios ha permitido situaciones en mi vida para dejar al descubierto cosas en


mi que por mucho tiempo “pensé tener superadas”, para mostrarme una y otra vez mi
verdadera condición, mi debilidad y mi necesidad de depender de sus fuerzas, de su gracia.
También ha usado situaciones para enseñarme una nueva perspectiva de las cosas, lo
pasajero y superficial en contraste con lo eterno y lo que Él realmente desea de mí. ¡Gracias
a Dios por su paciencia y por darme cada día nuevas oportunidades!

4. Creo que la enseñanza más importante que puedo extraer de esta lectura es recordar que
el sufrimiento es parte de la escuela de Dios para sus hijos. Y digo recordar porque, aunque
lo sabemos y lo vivimos de muchas maneras, a veces nos vemos tentados a pensar como el
sistema quiere que pensemos: “pare de sufrir” … “evita la incomodidad, el malestar” …
“busca tu bienestar” … No siempre nos resulta sencillo ver la obra de Dios a través del dolor,
al contrario; por eso es bueno refrescar la memoria y hacer un recorrido a través de su
Palabra para no olvidar que, en medio del desierto, Él está cerca y que “todo ayuda a bien
a aquellos que le aman”.

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