En la Arequipa de nuestros ancestros el bronce se fundía para hacer campanas en época de paz y cañones en tiempos de guerra. Muchas campanas fueron cañones y muchos cañones volvieron a ser campanas... (Nicoli) Los toques y sonidos peculiares de campanas es algo que uno recuerda desde niño (dobles, somatén, rogativas, repiques y ángelus), sobre todo cuando Arequipa era aún una ciudad con poco ruido –no como hoy- y al despertar se oía con gran beneplácito el sonido de las campanas de la Catedral y otras iglesias adyacentes. A mis siete años todavía se escuchaba hablar de una magnífica campana que alguna vez estuvo sostenida por una de las torres de La Catedral de Arequipa, de nombre “La Monteruda”. Se trató, sin duda, de una enorme campana –la mayor- de 130 quintales de peso (el quintal español equivale a 46.03 kilogramos, es decir 5983.90 kilos) y que al ser vaciada en bronce y plata formó como una especie de montera o joroba en su disposición que lejos de estropear su sonido, al parecer lo mejoró pues incluso era escuchada a varios kilómetros del centro de la ciudad, en donde los hombres del campo trabajaban en sus labores y escuchaban su tañido sobre todo a las seis de la tarde, cuando el Sol se ponía y sabían que era hora de parar su labranza y prepararse para dormir. Otras veces, “La Monteruda” fue escuchada por la población cuando al tocar a rebato convocaba al pueblo por una revolución o por una catástrofe como podía ser un terremoto o un incendio, o incluso para llamar a una festividad. La campana fue fundida en 1761 por Pedro Mejía y fue reemplazada por otra más moderna en 1841 que aún persiste y que fuera hecha por Manuel Cáceres. Sin embargo hubo otras dos campanas más antiguas en Arequipa, como la confeccionada por Tomás Días Melfessi, llamada “San José”, y que se sabe fue la más antigua de la ciudad, o la de Pablo Vargas llamada “Nuestra Señora de Copacabana” para el convento de San Agustín. “La Monteruda” además fue usada y fundida luego para hacer un cañón en 1880 que protegiera a la ciudad de una posible invasión del ejército chileno en la Guerra del Pacífico. Después de eso ya poco se sabe, probablemente fue vuelta a fundir y convertida en otra cosa, esperamos fuera otra campana. Fuentes: Domingo Gómez (Libro: Padre e Hijo) y Dante Zegarra López (documental para TV).