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Ciclo de Licenciatura en Historia

Materia:METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA


de sus relaciones variables con el sistema tomado como un todo y, por lo
tanto, más atenta al problema de Galton.

Siguiendo (nuevamente) a Mill, Tilly postula que la más útil es la "identificadora


de la diferencia", aunque todas ellas resultan legítimas (o pueden incluso
usarse de modo combinado), dependiendo su elección de los problemas
planteados y del tipo de respuestas suministrado. Aunque pueda discutirse que
la forma "globalizadora" corresponda efectivamente a una comparación (podría
argumentarse que es en rigor una modelización general de carácter sistémico),
el texto de Tilly suministra claros indicios y ejemplos de las formas habituales
de hacer historia y ciencia social comparadas.

II. Enfoques cualitativos y cuantitativos

1. Calidad y cantidad:

A pesar de los arduos debates existentes entre perspectivas cualitativas y


cuantitativas en ciencias sociales, el primer aspecto que debe quedar claro es
que calidad y cantidad no son términos antónimos y que la primera es mucho
más amplia e importante que la segunda, como lo ilustra el análisis filosófico de
ambos términos. La calidad es la "categoría fundamental" en el sentido que
remite a la "manera de ser que puede ser afirmada o negada de un sujeto". La
cantidad, por su parte, es "una especie singular de la calidad" y, como tal, no
existe en ausencia de una cualidad que le sea atribuida. Así, cuando se analiza
un determinado concepto que caracteriza un fenómeno (pongamos por caso
las características de los obreros de una fábrica) se predican una serie de
cualidades que permiten hacerlo inteligible (sus ideas políticas, su edad, sus
ingresos, sus redes de relaciones sociales, etc.). Todos los predicados que
puede asumir el objeto en estudio son, ante todo, "cualidades", algunas de las
cuales pueden (o deben, según el caso) asumir la forma de la cantidad (así,
por ejemplo, se puede construir un indicador cuantitativo sobre las redes
sociales en las que se hallan insertos, al tiempo que la edad se considera un
dato valioso sólo cuando asume un valor cuantitativo). Por tanto, la cantidad es
sólo una (pero no cualquiera como veremos en la clase siguiente) de las cosas
que se pueden predicar de un objeto. Esto quiere decir esencialmente varias
cosas:
- que las ciencias sociales son eminentemente cualitativas ya que se basan en
conceptos que asumen definiciones cualitativas (teóricas, políticas, de sentido
común, etc.), razón por la cual todos los aspectos cuantificables reposan en
definiciones cualitativas previas (como se vio al analizar el proceso de
operacionalización de variables);
- que dependerá de los objetivos de la investigación, las peculiaridades del
objeto y la formación del investigador permanecer en el plano puramente
cualitativo o considerar que la cantidad resulta (tal el caso de la historia
económica, la historia demográfica, etc.) la forma más adecuada, exacta y útil
para expresar la calidad de los fenómenos (una suerte de "fase superior de la
calidad" para parafrasear a Lenin);
- que las perspectivas cuanti y cuali no deben ser vistas como posiciones
antitéticas e irreconciliables, ni como banderas sagradas de doctrinas

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partisanas (aunque éste pueda ser el caso de investigadores enrolados en
defensas corporativas y prejuiciosas de escuelas y de saberes -o ignorancias-
personales), sino esencialmente como vías metodológicas cuyo valor radica en
el grado de "adecuación" y "utilidad" que presentan para estudiar un fenómeno,
pudiendo ser ambas perfectamente adecuadas o perfectamente inútiles según
el rol que se les asigne en el diseño.

Los adjetivos cualitativo y cuantitativo pueden aplicarse tanto a los "datos"


(problema de los niveles de medición que abordaremos en la clase 5) como a
las "metodologías". Por otra parte debe distinguirse entre: a) "análisis
cualitativo de datos" (algunos de cuyos ejemplos más frecuentes en el análisis
histórico se verán en las clases 6 a 10) y, b) "análisis de datos cualitativos"
(que puede ser tanto cualitativo como cuantitativo, como lo ilustra el análisis
estadístico de textos y la lexicometría, que no serán abordados en el presente
curso).

2. Bases epistemológicas y triangulación

Clásicamente, se ha considerado con razón que la contraposición entre


perspectivas cuanti y cualitativas obedece a bases epistemológicas y
ontológicas distintivas que remiten a visiones diferentes de la sociedad,
vinculadas con la tradición positivista e interpretativa respectivamente.
Repasemos brevemente tales concepciones, muy bien expuestas por
Vasilachis de Gialdino (1993):
- la tradición positivista (Durkheim, Stuart Mill), postula que el objeto de las
ciencias sociales son los "hechos sociales vistos como cosas" (es decir
independientemente del lado subjetivo de los fenómenos), analizados desde
una perspectiva básicamente "causal". Tomando el modelo de las ciencias
naturales, proponen el uso de datos cuantitativos, a partir de la aplicación del
análisis estadístico (y de técnicas susceptibles de su uso como los
cuestionarios, la cuantificación de información censal, etc.), en una perspectiva
de indagación que prioriza la "explicación" (erklären), el establecimiento de
regularidades ("leyes") y el trabajo hipotético-deductivo. Vista desde la óptica
del investigador supone controles más rígidos de las variables, situaciones
artificiales y neutralidad y distancia valorativa;
- la tradición fenomenológica (definición más amplia que la anterior que
involucra desde la fenomenología husserliana al interaccionismo simbólico y la
antropología interpretativa) focaliza su atención en la "perspectiva del actor" y
el modo en que el mismo experimenta e interpreta el mundo social (por lo que
el contexto de tales interpretaciones cobra una importancia fundamental),
partiendo de la idea de que la realidad no es independiente del modo en que
los sujetos la perciben y valoran. Tomando como modelo a la antropología,
esta concepción deriva naturalmente en el uso prioritario de datos cualitativos y
de método hermenéuticos o interpretativos (mediante técnicas como la
entrevista en profundidad, la historia oral, la observación participante, etc), en
una perspectiva que prioriza la comprensión (verstehen) y el trabajo hipotético-
inductivo. Vista desde la óptica del investigador, supone controles menos
rígidos, situaciones reales y una actitud de "participación".

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Las críticas que ambas concepciones del mundo se dirigen mutuamente
parten, como es habitual, de una afirmación exagerada de los valores propios
de cada escuela y de una visión no menos caricatural de los defectos de la
rival. Así, los cuantitativistas extremos desconfiarán de las interpretaciones
basadas en el lado subjetivo y en las interpretaciones de los actores, al tiempo
que considerarán (dada la evidente ausencia de una teoría general del
significado) que los análisis de los significados son siempre arbitrarios,
subjetivos, ideológicos o puramente literarios, y postularán que la matemática
constituye un "idioma adecuado para formular conceptos y proposiciones". Los
cualitativistas extremos, por su parte, verán en la aplicación indiscriminada del
método estadístico una flagrante "naturalización del mundo social" que pasa
por alto los aspectos específicamente humanos e históricos, para quedarse
sólo con la punta del iceberg que representan los datos susceptibles de
cuantificación y que, por lo tanto, la matemática es un lenguaje irrelevante o
incluso una fuente de considerable confusión.

Si bien existe una relación clara entre bases epistemológicas y métodos (de
modo tal que la aplicación de éstos traduce siempre algo de aquellas o -dicho
de otro modo- los métodos no son totalmente neutros), puede argumentarse,
sin embargo, que resulta más conveniente diferenciar entre las técnicas y
métodos y las bases epistemológicas más profundas que les dieron orígenes y
que el uso de los métodos puede realizarse independientemente de la
(eventual) incompatibilidad epistemológica de dichas visiones del mundo. Por
otra parte, las diferencias entre las perspectivas cuanti y cuali no deben ser
exageradas, ya que no son totalmente claras, sino que remiten más bien a
"constelaciones o sistemas de diferencias" (Loriaux, 1985). Por último, en la
práctica habitual de la investigación histórica rara vez se asiste al uso único de
una de las dos estrategias. En función de lo anterior, asumiremos en el
presente texto que el uso de métodos cualitativos o cuantitativos depende ante
todo de la sumatoria de diversos criterios (conveniencia, adecuación a los
objetivos y características del objeto) y no de rígidos posicionamientos
epistemológicos, por regla general inconducentes o perjudiciales en el plano de
la investigación concreta.

Este eclecticismo puede fundamentarse no sólo en razones prácticas (las


fuentes de que disponen los historiadores son lo suficientemente escasas como
para limitar su uso en función de las querellas de metodológos, de ordinario
más preocupados por establecer posicionamientos que por el saber sustantivo
en sí de cada disciplina), sino también en consideraciones epistemológicas. Al
igual que Wilson (1990) se parte aquí de que las ciencias sociales no pueden
basarse exclusivamente en el modelo de las ciencias naturales ni deben ser
tampoco puramente idiográficas. La imposibilidad de adherir a sólo una de
ambas concepciones se fundamenta en que las ciencias sociales recurren a
dos tipos de lógica: la lógica del lenguaje extensionalista (propia de las ciencias
naturales y basada en proposiciones de carácter Verdadero o Falso del tipo "en
el siglo XIX aumentaron las exportaciones argentinas de productos primarios"),
y la lógica del lenguaje intensional, no reducible a la oposición Verdadero/Falso
ya que las locuciones intensionales dependen de alguna noción de significado
y no de una noción de verdad y que sólo se puede juzgar sobre ellas, caso por

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caso, prestando atención al contexto y a la identidad de los hablantes. Un
hecho básico en la vida social es que las personas producen sus descricpiones
de las propias acciones y de las acciones de los demás actores y que tales
descripciones no son puramente epifenómicas (o sea estudiables
extensionalmente) sino que son esenciales a la comprensión del objeto. En tal
perspectiva, la función de las matemáticas es heurística y no fundamental y no
tiene por tanto una jerarquía superior a otras formas de hacer ciencia social.

La defensa del eclecticismo puede fundamentarse asimismo en el concepto de


triangulación (Jick, 1979) (que recibe también los nombres de convergencia
metodológica, método múltiple, validación convergente, etc.), desarrollado en la
Tesis 7 de Vasilachis de Gialdino y que, en esencia, postula la inexistencia de
una correlación automática entre técnicas y bases epistemológicas, abogando
por la coexistencia de métodos cualitativos y cuantitativos. Esta coexistencia no
implica una concesión a los partisanos de ambas tendencias sino una
superación de sus respectivos límites. Aunque válido, el concepto de
triangulación (una palabra a la moda en las ciencias sociales en la actualidad),
constituye más un postulado de lo deseable que un conjunto de reglas
metodológicas sólidas. Su importancia no debe ser exagerada en la disciplina
histórica que ha trabajado desde siempre a partir de la combinación de
perspectivas cuanti y cualitativas y de diferentes formas de triangulación
(anque sin usar este nombre) como la triangulación de datos, métodos y
teorías.

3. Criterios de diferenciación y efectos sobre el Diseño

Entre muchos otros criterios de menor importancia, pueden destacarse dos


formas principales de diferenciar las perspectivas cuanti y cualitativas:

a) Las diferencias en el orden lógico y psicológico del proceso de investigación:


los métodos cualitativos pueden ser caracterizados como "interactivos",
mientras los cuantitativos como "lineales" o "secuenciales" (Huberman y Mills,
1991). Esto quiere decir que en los diseños e investigaciones cualitativas los
hallazgos que se van produciendo afectan más fácilmente el conjunto de los
resultados obtenidos hasta el momento, obligando en muchos casos a
redireccionar y reinterpretar lo producido. Por el contrario, en la investigación
cuantitativa los pasos son de naturaleza secuencial y, por regla general, no se
vuelve sobre las actividades realizadas. La contraposición entre el carácter a
priori de las muestras estadísticas y el carácter a posteriori de las muestras
teóricas, que analizaremos a continuación, ilustra claramente este aspecto. Se
trata una vez más de diferencias de matices ya que todas las contraposiciones
habituales entre los análisis cuanti y cualitativos (a priori/a posteriori; hipotético-
deductivo/hipotético-inductivo; secuencial/interactivo, etc.) deben ser
consideradas como generalizaciones que no dan cuenta de la totalidad de
investigaciones producidas por cada perspectiva.

b) Diferencia en términos de muestreo:

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Como se mencionó en la clase anterior, una de las decisiones fundamentales
que debe tomar el investigador es la de trabajar con el "universo" total de los
casos o bien con una selección de los mismos, vale decir con una "muestra"
que constituye un "microcosmos representativo" de dicho universo. La
elaboración de una muestra aparece como un requisito inevitable toda vez que
el universo de casos resulte muy grande e inabarcable o cuando se considere
que no vale la pena analizar todo el universo, porque puede arribarse a los
mismos resultados a partir de un menor número de casos (y por consiguiente
de menores costos económicos y de tiempo). Desde luego, puede ocurrir que
el número de casos sea acotado y razonable (situación frecuente en los
estudios del nivel de tesina), situación que permite trabajar con el universo
completo y eliminar el problema de muestreo. Sin embargo, los límites de las
fuentes rara vez permiten abarcar en su totalidad el universo elegido, razón por
la cual las reflexiones que se mencionan a continuación resultarán de utilidad
para cualquier diseño.

Existen en principio dos grandes formas de muestreo: el muestreo estadístico y


el muestreo teórico o intencional, que se corresponden en líneas generales con
el análisis cuantitativo y cualitativo respectivamente,

El muestreo estadístico (ME): El método estadístico se aplica por definición a


conjuntos muy amplios de unidades de análisis que pueden requerir, de tal
suerte, la conformación de una muestra "representativa". Por representatividad
debe entenderse que los resultados obtenidos a partir de la muestra sean
"generalizables" a la población total (gracias a un típico proceso de inducción e
inferencia estadística), con un margen de error calculabe matemáticamente y
que se considere aceptable. Los principios del muestreo estadístico han sido
desarrollados sobre todo a partir de las técnicas de realización de encuestas
(aplicación de cuestionarios a gran escala, sondeos de opinión pública, etc.) y
de la teoría de la probabilidad, pero resultan igualmente válidos para los
estudios históricos. El principio esencial de una muestra estadística o
probabilística es que "cada unidad de análisis de la población total debe tener
la misma probabilidad que las otras de participar en la muestra", requisito que -
como veremos a continuación- sólo se cumple en el muestreo aleatorio. Uno de
los rasgos básicos del ME, que lo diferencia claramente del muestreo teórico,
es que reposa sobre un principio de homogeneidad o isomorfismo de los casos
(de allí la recurrencia al azar) (Boudón, 1969).

Tipos de muestreo estadístico:

El Muestreo aleatorio (MA): como queda dicho, la muestra aleatoria


constituye el desideratum de la teoría del muestreo. Para la selección de una
muestra aleatoria es necesario disponer de una "lista exhaustiva" (también
llamada "base de sondeo") del universo total, a partir de la cual se selecciona al
azar un subconjunto de unidades de análisis. Las formas más usuales de
"producir el azar" son las siguientes: el sorteo de las unidades mediante una
tabla de números aleatorios (frecuentes en los manuales de metodología y
estadística) o mediante una "tasa de sondeo", como lo ilustra el trabajo de
Somoza y Lattes (1967). En este caso, a partir de un determinado factor se

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eligen los casos de la lista que formarán parte de la muestra. Así, si la lista
contiene 1000 casos y se desea conformar una muestra de 100, bastará con
elegir uno de cada 10 casos (por ejemplo, los casos 3, 13, 23, 33, etc.)
tomando la precaución de sortear también el número de arranque (vale decir no
comenzar por el primero). El uso del sorteo en el arranque y en el intervalo de
los casos a retener es fundamental para garantizar que todos los casos tengan
la misma probabilidad de ser incluidos en la muestra ya que si, por ejemplo, se
tomaran los 100 primeros casos de la lista podría ocurrir que la misma tuviera
algún tipo de orden interno sistemático que sesgara los resultados (las 100
primeras unidades podrían corresponder a un determinado tipo de población,
diferente en sus características de las restantes). Como puede apreciarse, el
principio de selección de una muestra de este tipo es sencillo, pero la condición
esencial (disponer de una lista exhaustiva) resulta bastante difícil de satisfacer
en los estudios históricos ya que o bien no existen listas de este tipo o bien no
son por completo exhaustivas.

Muestreo estratificado: consiste en un MA conformado a partir de tasas de


sondeo diferentes según los subgrupos que se desean investigar. Así, por
ejemplo, podría ser importante en una determinada población estudiar no sólo
sus características globales sino también analizar con más detalle algún
subgrupo específico (por ejemplo, las mujeres obreras). Al confeccionar la
muestra, sin embargo, podría ocurrir que el número de mujeres obreras sea
muy escaso. En tal caso, podrían aplicarse tasas de sondeo diferentes: por
ejemplo 1 de cada 20 individuos del universo para caracterizar a la población
total y 1 de cada 4 mujeres obreras para estudiar este subpoblación. Se
comprende fácilmente que cada estrato conformado es representativo pero no
la muestra total (ya que se ha aumentado artificialmente el número de mujeres
obreras).

Muestreo por cuotas (MC): A diferencia de los anteriores, el MC no recurre al


principio de aleatoriedad sino que elabora la muestra mediante un principio
diferente, que consiste en "reproducir" en ella algunas características básicas
(las llamadas variables clásicas como sexo, edad, ocupación, etc.) de la
población total. Así, por ejemplo, si se sabe que en una localidad el 40 % de la
población son hombres y el 60 % mujeres, se conformará una muestra que se
caracterice por esas mismas proporciones. Dado que esta forma muestral sólo
presta atención a las proporciones de la muestra según los criterios elegidos
(pero no a cómo se eligen cada una de las unidades de análisis), la calidad del
MC es muy inferior a las anteriores ya que no permite generalizaciones tan
precisas (como lo ilustran los frecuentes fallos de las encuestas electorales
basadas en este método). Por otra parte, la reproducción de las variables
clásicas no garantiza necesariamente representatividad al tiempo que, en
muchas ocasiones, no se conoce de antemano cuáles son esas proporciones.

Cualquiera sea el caso, la validez de una muestra depende de dos factores: el


tamaño y la calidad. Entre los factores para determinar el tamaño apropiado de
la muestra se encuentran: a) el nivel de confianza buscado, b) el margen de
error que se considera aceptable, c) la variabilidad interna o el grado de
homogeneidad de la población, y d) el número de variables a tener en cuenta,

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ya que cuanto más heterogénea sea la composición de la población (si ésta
fuera totalmente homogénea una muestra de un solo caso sería suficiente) y
cuanto mayor sea el número de variables a analizar mayor deberá ser el
tamaño de la muestra. Un punto importante a destacar es que a partir de cierto
tamaño de la muestra nuevos incrementos de casos no aportarán mejoras
significativas a la representatividad, de modo que poblaciones de muy diferente
tamaño pueden ser estudiadas a partir de muestras representativas similares.
Existen procedimientos estadísticos en la literatura especializada para calcular
los factores a) y b), cuyo análisis escapa a los objetivos del presente curso.
Desde luego, la cátedra queda a disposición de los alumnos que requieran
información adicional sobre este aspecto para la elaboración de sus diseños.

La representatividad de la muestra depende también de su calidad, la que se


vincula a su vez con dos tipos de problemas: la existencia de "sesgos de
muestreo" (sesgos estadísticos vinculados a los puntos desarrollados en el
parágrafo anterior) y de "sesgos sistemáticos", relativos a las condiciones de
efectivización de la muestra. Ejemplos de estos últimos, son la utilización de
una base de sondeo incorrecta y/o la existencia de individuos con información
incompleta, como los conocidos "no sabe-no contesta"de las encuestas de
opinión o los casos "sin datos" en cualquier fuente histórica, cuya proporción
puede ser muy alta cuando las fuentes no tienen un buen nivel de cobertura.
Las soluciones a este problema son mencionadas en Somoza y Lattes (1967).

La gravedad de los sesgos depende asimismo de los objetivos de la


investigación. Una distinción clásica propone que los sesgos tienen graves
efectos cuando el objetivo perseguido es la "estimación de tamaños o
proporciones" (las llamadas "hipótesis de generalización", Galtung, 1966), y
menos graves cuando el objetivo es la "estimación de relaciones" ("hipótesis
sustantivas"). Así, por ejemplo, si se sabe que el 30% de una muestra de
obreros de una fábrica accedió al trabajo gracias a lazos de solidaridad étnica y
quiere generalizarse ese resultado a la totalidad de los obreros de la fábrica,
debe tenerse una razonable certeza de que la muestra ha sido bien elaborada
y no posee sesgos sistemáticos o estadísticos. Si por el contrario, sólo se
desea probar la hipótesis "la solidaridad étnica es un componente importante
en el acceso a la industria en cuestión", los resultados de la muestran pueden
resultar satisfactorios, especialmente si se trata de un estudio exploratorio.
Aunque útil, la distinción propuesta no debe ser exagerada ya que el nivel de
prueba de la hipótesis sustantiva no es por completo independiente de su
posibilidad de generalización, siendo desde luego más alto cuando más
generalizables sean los resultados obtenidos.

Muestreo no estadísticos

Los análisis cualitativos, a diferencia de los basados en el método estadístico,


recurren a las llamadas "muestras intencionadas" o "muestras teóricas" (MT)
que son, por otra parte, las de uso más frecuente en la historia. Si bien el MT
es sobre todo útil para investigaciones exploratorias, su uso se halla
generalizado en la práctica a todo tipo de investigaciones. El principio básico
del MT es que el número de casos retenidos no apunta a conformar una base

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propicia para la inferencia estadística, sino a seleccionar aquellos casos que
suministran mayor riqueza informacional, ya sea por razones heurísticas, ya
sea por la centralidad que los mismos desempeñan en el fenómeno estudiado,
como lo ilustra la historia oral. Esta recurre especialmente a aquellos individuos
cuyo caudal de recuerdos, informaciones, vivencias, visiones del mundo,
opiniones, calidad expositiva, etc. resultan de mayor valor que el de un
informante promedio y/o a aquellos que tuvieron un papel destacado en el
fenómeno estudio. Así, por ejemplo si se desea conocer en profundidad los
episodios y opiniones (las locuciones intensionales de las que hablaba Wilson)
relativos a un conflicto político será preferible recurrir a buenos informantes
(razones heurísticas) y a aquellos que tuvieron un rol importante en el mismo
(razones teóricas), y no a un muestreo aleatorio.

La biografía histórica (aunque habitualmente no se lo plantee en esos términos)


constituye un caso paradigmático de MT reducido a un solo individuo. Otras
formas paradigmáticas de este tipo de muestreo son las utilizadas por los
antropólogos, tales como la noción de "prototipo" en las historias de vida
(Magrassi, 1980) o la conocida figura del informante clave en los trabajos de
comunidades. El MT puede aplicarse también a textos como lo ejemplifica
Sidicaro (1993) al estudiar las opiniones del diario La Nación a partir de las
editoriales (como se verá en clases posteriores). El trabajo de Bott (1990),
perteneciente a la escuela de antropología social británica de los años
cincuenta, constituye un claro ejemplo de MT. En su clásico estudio sobre los
efectos de las redes sociales en la definición de los roles conyugales, la autora
parte de una definición operacional de lo que considera "familias corrientes" y
aborda la forma de construcción de la muestra, explicitando claramente el
carácter no generalizable de la misma. Este estudio es asimismo un claro
ejemplo del orden interactivo y no lineal de las perspectivas cualitativas y de
investigación exploratoria, al tiempo que aborda adecuadamente los
problemas de la reactividad y la investigación interdisciplinaria.

Las consideraciones precedentes, tanto para el ME como para el MT, ratifican


la observación clásica de que una muestra representativa, strictu sensu, es casi
imposible de obtener. Precisamente por esta razón, una buena investigación en
historia debe buscar la elaboración de muestras "adecuadas" y evitar el mayor
número posible de sesgos posibles, particularmente frecuentes en la disciplina,
dada la naturaleza fragmentaria de las fuentes.

Bibliografía obligatoria:

-SARTORI, G.; MORLINO, L. (eds.) (1994): La comparación en las ciencias


sociales, Madrid, Alianza. Artículos de G. Sartori y D. Collier. Pp. 29-79 [50].
-PARDINAS, F. (1984): Metodología y técnicas de investigación en ciencias
sociales, México, Siglo XXI. "Comprobación cualitativa", pp. 188-194. [5].
-TILLY, C. (1991): Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones
enormes, Alianza. Capítulos 5 a 9: (pp. 110-179). [69]

Un ejemplo histórico de comparación.

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-ANDREWS, G. R. (1993): "Desigualdad racial en Brasil y en Estados Unidos.
Un estudio comparativo", en Desarrollo Económico, Julio-setiembre, vol. 33, n(
130, pp. 185-215 [30].

Bases epistemológicas de los métodos cuali y cuanti. Triangulación.


-VASILACHIS DE GIALDINO, I. (1993): Métodos cualitativos. Los problemas
teóricos epistemológicos, Buenos Aires, CEAL, N( 32. Tesis 5, 6 y 7. (pp;. 43-
70). [27]

Muestreo estadístico y muestreo teórico:


-MAYNTZ, R.; HOLM, K., HÜBNER, P.(1985): Introducción a los métodos de la
sociología empírica, Madrid, Alianza Editorial. Cap. 3: "Procedimientos de
construcción de muestras", pp. 89-112 [23]
-SOMOZA, J.; LATTES, A. (1967): Muestras de los dos primeros Censos
Nacionales de población, 1869-1895, Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella
(pp. 17-27). [10]
-BOTT, E. (1990): Familia y red social, Taurus, Madrid. Cap. 2. "Metodología y
técnicas de campo" (pp. 41-90). [49]

Otra Bibliografía citada:

-BLOCH, M. (1928): "Pour une histoire comparée des sociétés européennes",


en Bloch, M. (ed.): Mélanges historiques, Paris, I.
-BOUDON, R. (1969): Les méthodes en sociologie, Paris, PUF.
-CARDOSO, C.; PEREZ BRIGNOLI, H. (1984): Los métodos de la historia,
Barcelona, Crítica
-GALTUNG, J. (1966): Teoría y métodos de la investigación social, Buenos
Aires, EUDEBA, 2 tomos.
-GLASER, B.; STRAUSS, A. (1967): "El método de comparación constante de
análisis cualitativo", en B. Glaser y A. Strauss: The Discovery of Grounded
Theory: strategies for qualitative research, New York, Alding Publishing
Company. (40 pp.).
-HUBERMAN, A.; MILES, M. (1991): Analyse des données qualitatives. Recueil
de nouvelles méthodes, De Boeck Université, Bruxelles.
-JICK, T. (1979): "Mezclando métodos cualitativos y cuantitativos: Triangulación
en acción", Administrative Science Quaterly, december, vol. 24.
-LORIAUX, M. (1985): "Limites, illusions, miseres ef fraudes de l'analyse
quantitative", en CHAIRE QUETELET: Au-delà du quantitatif, Bélgica.
-MAGRASSI, G.; ROCCA, M. (1980): La "Historia de vida", Buenos Aires,
CEAL.
-ROSS, M.; HOMER, E. (1976): "Galton's Problem in Cross-National
Research", World Politics, 27.
-SIDICARO, R. (1993): La política mirada desde arriba. Las ideas del diario La
Nación 1909-1989, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
-MILL, J. (1974) [edición original de 1843]: "A system of logic", en Collected
Works of J.S. Mill, Routledge and Keagan Paul, London [edición original de
1843].
-WILSON, T. (1990): "La sociología y el método matemático" en GIDDENS, A.;
TURNER, J. y otros; La teoría social, hoy, Madrid, Alianza Editorial.

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