Está en la página 1de 133

- Domando a la Bestia Millonaria

Siguiente >>

Las llamas de la chimenea estaban casi extinguidas. Las cortinas


corridas en las altas ventanas de mi oficina. La lluvia golpea el cristal,
proporcionando un telón de fondo relajante para mi trabajo. Picoteo el
teclado, con mi mente en un correo electrónico, cuando una voz
tranquila y tímida se eleva en la oscuridad.

-Señor... ¿Thompson?-

La lámpara del escritorio y un rayo de luz natural se abrieron paso


mas allá de la entrada sin puerta de mi oficina. Mi asistente temporal
más reciente estaba bloqueando esa luz. Su sombra era una cuña larga
y estrecha.

- Erick Thompson llamó - dice mientras entra en mi oficina. -Su


hermano-

Ruedo los ojos, como si no supiera quién es, y necesitará que me o


aclararan.

- Se quien es Erick Thompson, Marie-

- El me pidió que...- Su pequeña voz se hizo más pequeña hasta que


desapareció por completo. La razón que hizo eso fue; porque respire
hondo y retumbando me levanto de mi escritorio despacio. Qué nunca
me digan que la intimidación no es una forma de arte. Mantuve mis
ojos en la mujer que ahora estaba de pie al otro lado de mi escritorio.
Era joven, como de unos veinte años, y por lo que había deducido en
las últimas ocho horas desde que había comenzado en este puesto, era
débil. Apostaría a que podría acabar con esta en un tiempo récord. No
es que le estuviera siguiendo la pista, aunque tal vez debería de
hacerlo. Me estoy volviendo bueno en esto.
Exhalo el mismo aliento, manteniendo el labio fruncido y la expresión
dura. Dejo que mi respiración termine en un gruñido.

-¿Qué te dije esta mañana?- pregunto con voz letal.

Mi pobre, asistente personal que me estaba irritando masivamente,


parpadeo con sus grandes ojos de venado. -No es por interrumpirlo,
pero señor Thompson…-

-No, querías interrumpirme- Hice un espectáculo de enderezar los


hombros y cojear alrededor de la mesa. Su mirada se deslizo hacia la
prótesis al final de mi pierna derecha mientras yo fingía cojear. digo
que fingía, por que desde hace tiempo que no cojeo, yo mismo me
había entrenado para no hacerlo.

La chica me encontró más intimídate cuando le recordé, que era un


amputado. Siempre he usado esto a mi favor en más de una ocasión.

-¿Parezco que necesito que me molesten con preguntas triviales,


Marie?-

-N... no, señor, pero se trata de Hoteles Thompson y me contrataron


para...-

-Tu, respondes ante mi- le digo golpeado. -No me importa si es una


nota del presidente. Pedí que no me interrumpieran y cuando pido
que no me interrumpan. Espero que no me interrumpan-

-Pero la reunión de le mesa...- Marie se apago, sus ojos parpadearon


mas rápidos para evitar las lágrimas.

Ya imagino que cuanto antes llegará la noticia a mi hermano de que la


novena.. ¿o era la décima? asistente que puso pie en almacén de Sean,
salió llorando. Bien, no estoy interesado en ocupar un puesto en los
Hoteles Thompson, por razones personales, que ninguna de las cuales
he compartido con ellos. Los hombres testarudos de mi familia no
escucharon cuando claramente dije que no, a tomar un puesto en la
base de operaciones de los Thompson, por lo que me propuse a
demostrar que no lo decía en vano. Cuántas más asistentes enviaba
Erick, mas descarado me había vuelto.

-El señor Erick Thompson dijo que todo lo que necesita hacer es leer
este informe y dar su opinión. Puedo reiterar la conferencia telefónica
para usted- dice con una voz chillante.

Levanto mi barbilla y la miro fijamente. Ella no sostuvo mi mirada, la


suya se movió bruscamente a la izquierda y luego a la derecha y muy
apropósito evitando sumergirse en la extremidad que me faltaba por
segunda vez. Tomando aire, soltémosles una palabra -Bien-

¿Bien? Las cejas de Marie se levantaron, su expresión fusionando con


la esperanza. Era dulce...y estaba a punto de recibir una lección de
golpes duros. No siempre he sido tan rígido pero el cambio fue
inevitable después de lo que había sucedido.

Estaba a punto de ser la receptora del tipo no tan agradable en que me


había convertido.

-¿Quieres mi opinión? Te daré mi opinión- le paso una mano por la


muñeca, le quito la carpeta de su mano y la arrojo a la chimenea. En su
mayoría eran brasas, pero una sola llama se arrastro por el borde de la
carpeta mientras se deslizaba sobe el piso de concreto. El fuego
chisporroteo, hechando humo en lugar de encenderse. Bien eso fue
poco impresionante.

-Tu ... eres...- Los puños de Marie estaban cerrados a sus costados, sus
ojos se llenaron de lágrimas una vez más mientras temblaba
visiblemente.

-Escúpelo. No tengo todo el día-

-¡Eres un monstruo!- Dio la media vuelta y corrió, si, salió corriendo de


mi oficina, través de mi comedor dirigiéndoselo al ascensor del
almacén. Salí detrás de la pared de mi oficina para observar toda la
escena, con los brazos cruzados sobre el pecho. Hay pocas puertas y
paredes en este lugar, así que no había muchos obstáculos que
impidieran la vista de otra victoria ganada por Sean "Monstruo"
Thompson.

De vuelta en mi oficina, pisoteo la carpeta humeante que tenía a mis


pies. Una vez de que estuve seguro de que no quemaría mi casa, arroje
la carpeta en la papelera al costado de mi escritorio.

-Lo siento Erick- dije al aire. Tendrás que arreglártelas sin mi.

Se las había arreglado sin mí durante los años que estuve en el


extranjero. Mi hermano podría poner un pie delante del siguiente sin
mí. Dios sabe que estar fuera no había mejorado mi capacidad para
influir en las finanzas. Pero no es por eso que me querían allí. Erick y
mi padre, me quieren allí por que creen que Hoteles Thompson eran
parte de mi futuro. Un legado, como lo fue ser CEO para Erick. Como
hotelería y turismo para Noah.

Mi evasión se debe en parte a que había encabezado un proyecto


personal considerable y en gran parte a que había encabezado un
proyecto personal considerable y en gran parte a que dondequiera
que iba, se desarrollaban eventos desafortunados. No estoy listo para
derrocar la compañía que mi padre ha convertido en un imperio.

Mi teléfono suena con un mensaje de texto de un viejo amigo. Me


había contactado a principios de esta semana. Levanto el teléfono y
camino sin problemas desde mi escritorio hasta la cocina, leyendo el
texto.

"Si, sigo en el negocio"

El respondió. "Hablemos mas la próxima semana, escoge una fecha".

-Por su puesto yo te dejo saber-


Guardo el teléfono en mi bolsillo, sintiendo que una carga me baja por
los brazos. Desde que había llegado a casa, he estado consumido con el
tema de retribuir. Con cambiar el mundo de los hombres y mujeres
que habían hecho sacrificios por su país, por sus familias. Hombres y
mujeres que habían regresado a casa con menos de lo que teñían antes
de irse y se esperaba que volvieran a tener una vida común.

Penitencia, podrían argumentar algunos, por todo lo ocurrido en el


pasado. No estoy por encima de admitir que esa noche la balanza de
mis fracasos es una gran parte de lo que me impulsa mis acciones
ahora. Lo que significa que no tengo ningún interés en invertir mi
tiempo como jefe de operaciones de los gigantescos Hoteles
Thompson. Sin importar cuantos asistentes personales me envíe mi
hermano mayor.

Me había vuelto un experto en ejecutar Asistentes personales. De


hecho, me había vuelto aún más creativo sobre las formas en que
podía lograr que renunciaran. Si la pobre Marie se hubiera salido con
la suya, ahora mismo residiría en una espeluznante mansión a lo alto
de una colina. Los periódicos de chismes murmurarían sobre el bestial
y malhumorado hermano Thompson, a quién nadie se atrevía a
molestar para no sufrir su ira. Dejo escapar una risa seca, divertido
por la curva de mis pensamientos. Después del año que había tenido,
eso sonaba mucho como el cielo.

Capítulos 2 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

El teléfono estaba sonando sin parar hoy, lo que normalmente sería


una buena señal. Pero la llamada en espera hizo que mi estómago se
pusiera de puntillas en un viaje de ida hacía los dedos de mis pies.

-¿Emma?- mi asistente Mayra me llama de nuevo desde su escritorio. -


¿Quieres que tome la llamada?-
No, Mayra, yo la tomaré- No quería tomarla, pero lo hago. Cierro la
puerta de mi oficina y por la pequeña rendija veo como el rostro de mi
amiga se transforma en preocupación. Le doy un pulgar hacía arriba
que no sentí del todo. Levanto el auricular de mi teléfono de escritorio,
siento como si me estuviera enfrentando a un pelotón de fusilamiento.

-Robbie, hola- le digo al a secretaria de Erick Thompson.

-Hola. Dame un momento para comunicarte con el señor Thompson-


dice Robbie en su manera cortante habitual. Ya había tenido
conversaciones similares con Erick varias veces, nueve veces para ser
exactos. Una para cada una de las asistentes personales que ya le
habían enviado a trabajar con su hermano. Estoy bastante segura de
que esta llamada es la de "estas despedida" que había estado
esperando desde hace tres asistentes atrás. Al menos tengo una
respuesta preparada esta vez.

- Emma. Aquí estamos de nuevo- dijo la suave voz de Erick. Lo había


conocido una vez de pasada en un evento al que había asistido en
nombre de mi compañía de asistentes personales, Emy AP.

Erick Thompson es alto, intimídate, guapo y profesional. Ah y casado.


No es que sea mi tipo, chicos de negocios con trajes para clientes, si.
Chicos de negocios con trajes para citas potenciales, no gracias. Ya he
estado allí, ya hice eso y no funcionó.

-Señor Thompson, lamento que no estemos hablando en mejores


circunstancias-

-Yo también. Me prometiste que esta vez encontrarías la adecuada


para Sean-

Marie no habia sido mi mejor opción, pero ya habia revisado a mis


mejores opciones. Sean Thompson había ahuyentado hasta la última
de ellas. La siguiente mejor opción que tengo es mi asistente Mayra,
pero yo la necesito aquí en la oficina, también tengo la opción de un
nuevo empleado llamado Peter, pero de ninguna manera duraría
treinta segundos bajo el mando de la bestia. Me niego a sacar a mis
otros asistentes personales de sus asignaciones achátales solo para
atender a Sean Thompson. Si pierdo el negocio de Thompson,
necesitaría mi lista actual de clientes on si no todos moriremos de
hambre.

-Resuelve mi problemas- El tono autoritario de Erick no admitía


discusión, ni deberia admitirlo. Estoy a su entera disposición por una
sencilla razón; su sello de aprobación, ya que esto ayudaría a que mi
incipiente negocio avanzara al siguiente nivel pero, si seguía sin
proporcionarle un asistente adecuado a su hermano, podría
arruinarlo. Quiero meter un pie en la puerta con la élite empresarial
de California, Y dado a que mis padres no apoyan mi elección de
vocación. Erick Thompson tiene la llave para abrir esa puerta.

-Tengo una solución. Una asistente personal con más de cuatro años
de experiencia en mi empresa y una década antes trabajando como
mano derecha del grupo de bienes racices Walker. Puedo garantizarle
que su hermano no la asustará en absoluto-

-¿Quién es ese experto?- pregunta, pero la cadencia de su voz sugería


que ya se había dado cuenta.

-Yo- un gruñido silencioso que podría haber sido una risa llego a
través del teléfono.

- Lo tomo, supongo que no eres una novata-

- No, soy decidida, tenaz y terca-

-Perfecto, justo es exactamente lo que necesita Sean-

-Una vez que lo convenza de involucrarse más en los Hoteles


Thompson, estoy segura de que puedo colocar a uno de nuestros
asistentes calificados en mi lugar. Ya que tengo una empresa que
administrar-
Temiendo en haber sobrepasado los límites de su confianza, me aclaró
la garganta, la voz de mi madre en el fondo susurrando. "Se educada.
Emma. Ningún hombre aprecia a una mujer que le falta el respeto".

-Mi incursión como su asistente será breve- continúo. -Pero no hay


necesidad de que el sepa que soy el alto mando de Emy AP-

-Cierto, no le demos un desafío que aceptara encantado- murmura


Erick.

-Exactamente. Actuaré como si la empresa me enviara. Como si fuera


la número once sin nombre. Pero créeme que cuando te digo, que
superare tus expectativas-

-Once- murmuro Erick.

Me pude haber pateado a mi misma por recordarle con cuantos


asistentes ya había pasado por las garras de su hermano.

-Me disculpo por la falta de profesionalismo que ha visto hasta ahora.


Le agradezco que le haya dado otra oportunidad a Emy AP. Mi
empresa es una en la que quiero que se apoye cada vez que necesite
ayuda-

-Su compañía fue altamente recomendada, señorita Walker- dice


Erick, su voz adquiere una calidad suave. Su voz hacia eso cada vez
que surgía el tema de su esposa.

-Agradécele a Miranda de mi parte de nuevo- le digo

-Lo haré, tu éxito es inminente. Supongo-

-Puedes confiar en ello- Me despido y cuelgo el teléfono, respirando


con firmeza. Un tiro más, Tengo una oportunidad más para lograr esto.
No, Erick no lo había dicho pero no necesitaba hacerlo. Me despediría
si fuera él. Recomendada por su esposa o no.
El otoño pasado, había anotado al azar una posición para uno de mis
asistentes en el hotel Walton con Miranda. Ella había sugerido mi
compañía para la transición de Sean.

De miembro del ejército a Thompson CORP. En comparación con lo


que había pasado el cuñado de Miranda sirviendo a su país, se suponía
que colocarle una asistente personal seria fácil. Sean había pasado por
los estragos físicos para recuperar la movilidad usando una pierna
ortopédica, y su casa almacén está equipada para acomodar su trabajo
desde allí también.

El trabajo de la asistente consistía en ayudar a Sean a atender las


conferencias telefónicas de Hoteles Thompson, responder y reenviar
correos electrónicos y ocuparse de la carga de trabajo liviana que
Erick le había encomendado a Sean para que la supervisara. Sean no
había hecho nada de eso. Yo le envié ayuda experimentada, y un
sorprendente número de mis empleados se fueron llorando o tan
enojadas que casi los pierdo por completo, independientemente del
entrenamiento de sensibilidad de mi equipo.

Apesar de todos los procesos de rehabilitación a los que ha sido


sometido todo este tiempo y el tiempo que ha pasado con expertos
para amputados, Sean Thompson no era un tipo por el que era fácil
sentir lástima.

El es "malo" según uno de mis empleados, "miserable" según otro, y la


pobre de Marie, que desafortunadamente había entregado su aviso
después de su primer y único día en casa de Sean, se había referido a
el como un "monstruo" en su camino hacia la puerta.

Pero ya fue suficiente. El azote de Sean Thompson termina aquí. No


estoy acostumbrada a ceder bajo presión. Si Sean estaba decidido a ser
miserable, podría arruinar su propia vida, pero yo no le permitiría
arruinar el futuro de mi empresa. A pesar de la tranquilidad que le
había dado a Erick, yo esperaba que Marie durara dos o tres días. Ella
solo había durado uno.
Capítulos 3 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: SEAN

Me siento en la mesa de la cocina y observo el alboroto frente a mi,


con la cara apoyada en mi mano, el ceño fruncido en mi rostro. Mi
cuñada Miranda, esta ocupada poniendo la mesa. De repente se
detiene frente a mí y me dice.

-Te pareces a tu hermano cuando haces eso- su boca se estremeció en


una sonrisa burlona.

-¿Con el que te casaste o con tarzan?-

-Escuche eso- dice Noah entrando en la habitación con tres bolsas de


Chow Main, del mejor local de comida china de la ciudad. Se me hizo
agua la boca al ver la bolsa de papel dentro de una bolsa plastica con
una carita feliz que decía "QUE TENGAS UN BUEN DIA".

La novia de Noah, Melanie, lo siguió adentro, con una botella de vino


en cada mano.

-Hola Mel- saluda Miranda, colocando el último lugar. ella toma una de
las botellas y gira la etiqueta.

- Oh, buena elección- dice.

-Es uno de los favoritos de los clientes, o lo era, cuando servía en el


bar. Melanie me dirige una mirada rápida y luego la desvía. Todavía no
se siente segura acerca de mí, y por una buena razón. No hemos
convivido mucho. Y yo no había sido exactamente calido y amable
desde que regrese a casa. Erick se filtro detras de ellos, todavía con su
traje de trabajar. Miranda se estiro y tiró del nudo de su corbata para
aflojarla, poniendose de puntillas para presionar un largo beso en sus
labios.

-Hombre sexy- murmura

- Mujer hermosa- Erick murmura, ahuecando su trasero con una


mano.

Con la paciencia perdida, hize un gesto hacia los platos en la mesa y


grito. -¿Alguien me puede explicar por que no podemos comer el Chow
Main de los contenedores como seres humanos normales en lugar de
lidiar con esta mierda?-

Cruzo los brazos sobre mi pecho y miro fijamente a mi familia, los


cuales habían puesto los ojos en mi. Miranda chasqueo la lengua. El
labio de Erick se curvo con leve irritación, Melanie se mordió el labio
inferior y se acerco a Noah, quien la rodeo con un brazo, abrio la boca
y dejo escapar una carcajada.

Ante esa risa, el tono de la habitación volvio a la normalidad y la charla


continuó mientras Melanie y Noah descargaban la comida sobre la
mesa. Parecía que a la únicas personas que podía asustar era a mis
asistentes. Mi familia era completamente inmune a mi.

-Estamos aquí- llego una llamada desde el otro lado del almacén. Mi
padre Leonard, y su asistente durante años, Heather, entraron juntos,
su mano entrelazada con la de él. Recientemente se había descubierto
que mi padre y Heather eran "socios" en algo más que negocios, y
dado que mi padre estaba jubilado desde hace ya algún tiempo.
Supuse que mi padre y Heather eran "socios" la mayoria de las veces
en un asunto personal. El amor está en el puto aire, pongo los ojos en
blanco.

-Hola Sean- Heather se quita la bufanda del cuello,‹aún era


septiembre, por lo que no tengo idea el porque esta usando una
bufanda› y me sonríe brillantemente. Levanto una mano y saludo
brevemente. Heather se unió ala charla, arrullandose con el vino
mientras Miranda se disculpaba por no saber que iba a venir mientras
sacaba un juego extra del armario. Un suspiro bajo se abrió atraves de
mi pecho.

Felices, cada uno de ellos, rodeados de tanto amor. Una fuerte racha
de soledad me atravieas, maldita sea si pudiera entender por que.
Últimamente había sido un bastardo de mierda.

-¿Cerveza, hermano?- Noah pregunta, colapsando junto a mi en una


silla. El cabello de mi hermano estaba suelto en ondas de color marron
dorado, su barba era tupida como la mía, pero cuidadosamente
recortada, no como la mía, yo me dejaba crecer el vello facial y el pelo
de la cabeza y algunos dias parecía un perro sin hogar. No como
mister comercial de champú aqui a mi lado...

Tomo la botella - Hago un gesto hacia la mesa de centro, en la cuál


descansaba un cuenco lleno de narajas que me había traído mi última
asistente. Probablemene Erick le había indicado que controlara mi
ingesta de vitamina C. Eso era otra cosa, desde que había regresado,
me habían atendido, mimado y cuidado en exceso. Me había roto el
culo levantandome y moviendome para no depender de nadie. Como
hombre completamente independiente y capaz, me molesta el
alboroto.

- Ha pasado mas de medio año Sean- dice Noah, recostandose en la


silla y bebiendo un poco de su propia cerveza.

-Vas a tener que acostumbrarte a que estemos en tu casa. Te


extrañamos- Esto último lo combinó con un codazo y gruño, sabia que
me habían extrañado. Demonios yo los habia extrañado.

Mis hermanos y mi padre habian encontrado la felicidad, Admito que


eso me chupaba el alma, pero eso no significa que yo no estuviera feliz
por ellos. Sólo deseo que sean adorablemente juntos en otro lugar
muy, muy lejos de mi santuario.
-Puedo salir en público, saben- me quejo, dejando la botella de cerveza
al lado de mi plato en la mesa, sin portavasos.

-Ustedes no tienen por que venir aquí a servirme- Soy muy bueno en
mi nuevo papel de bastardo miserable, y como todos los esperaban,
ahora estoy decidido a sobresalir.

-Oh pero lo hacemos, Lord Thompson- Miranda sonríe recatadamente


mientras se inclina y me entrega un vaso.

-Sabemos que no quieres que te vean ahí todavía. Creeme pase


suficiente tiempo con los medios de comunicación respirandome en el
cuello. No te culpo-

-¿No era esa la verdad? Aparte de un breve artículo en el LA times que


me mencionaba como un héroe de guerra y una citación que había
dicho por teléfono completamente fuera de contexto. Había evitado
con éxito ser el centro de atención. Erick y Miranda no lo habían
hecho, pero ese había sido el plan. Y les ha fucionado bien para ambos,
a pesar de la aversión inicial que tenían el uno por el otro.

La actitud de Miranda me gusta. Ella es dura, audaz y claramente tiene


suficiente fuerza en el antebrazo para sacar el palo del culo de Erick.
Al menos en parte. Yo nunca había visto a mi hermano mayor tan... en
paz. Y ahora que Erick estaba viviendo una existencia utópica con sus
mayores sueños hechos realidad, el quiere que yo suba a bordo para
caminar de putillas entre los girasoles junto a él.

Pero, no. Erick, no había terminado de presionarme para que volviera


a Hoteles Thompson a tiempo completo. Él ya se ha relajado, como lo
demuestra ahora, paseando de regreso al área del comedor sin
corbata ni chaqueta. A diferencia de Noah, Erick siempre fue
adecuado. Noah es todo lo contrarío, por lo general en pantalones
cargo con una camiseta señida para mostrar sus bíceps que siempre
estaba bombeando en un tamaño ridiculo.
Yo estoy tan comodo con un traje como sin uno. Podría ponerme
uniforme, vaqueros y una camiseta, o un Armani de tres piezas y
sentirme yo mismo. La ropa, en mi caso, no hacía al hombre. Incluso
mi cuerpo no hizo al hombre, aunque trabajo duro para mantener el
mío. No puedo hacer todas las cosas que solía hacer, pero cuanto
mejor me sentía, mejor me sentía acerca de mi pierna.

-A los medios les importo una mierda- digo, y asi me gusta.

- Lo harán cuando te nombremos Director de operaciones- intervino


Erick. Le envió una mirada de muerte. Erick siendo el hermano mayor,
no se inmuto. Incluso con una manga de tatuajes y una actitud osca.
No intimide a mi hermano mayor. Erick me había visto cuando fui
sonámbulo a la casa del vecino, por lo que Erick no estba dispuesto a
dejarse intimidar por un ex soldado de guerra gurñon.

-Te enocntramos una nueva asistente personal- anuncio Erick

-No-

-Comienza la próxima semana- continuó, como si yo no hubiera


hablado.

-Bien hecho, Erick- mi padre tomo asiento frente a mi. Doblo los dedos
sobre su barbilla y sonrió a travss de una barbilla tan blanca como la
nieve, pareciendo muy "El hombre más interesante del mundo" del
comercial de la cerveza de dos equis.

-Estas perdiendo el tiempo- digo a Erick. -Te he dicho repetidamente,


no estoy interesado en ser Jefe Empujador de lapices, pero si insistes.
Clip...

Noah, suelta otra carcajada, orgulloso de escuchar el apodo de Erick


sea utlizado por alguien que no sea el mismo.

-Eres mas como yo Sean- dijo mi padre, comenzando el discurso


familiar.
Debido a que ya lo habia escuchado una docena de veces en los
últimos nueve meses, mi visión comenzo a volverse borrosa en los
bordes. Hablara del legado y la historia de la familia y como
deberíamos de seguirla.

-Erick sabe lo que hago en los negocios- dice mi padre, orgulloso con
una gran sonrisa -Estaba hecho para ser ejecutivo- cosa que estaba
muy de acuerdo. Erick sangro por Hoteles Thompson.

- Noah, es mi espiritu libre, perfecto para el sector del


entretenimiendo de Thompson. Siempre está ganando corazones-

-El ganó el mío- dice Melanie, mientras se desliza en el regazo de Noah


en lugar de sentarse en su propia silla. Miro más alla de las cejas bajas,
para verla acariciar a Noah, quién sonrie como un estúpido
enamorado. Debe ser bueno.

-Pero tu Sean- continúa mi padre -Tienes mi sentido del deber. Tienes


el corazón de un león. Ese mismo sentido es lo que me impulsó al
servicio- mi padre se suve una manga par mostrar su tatuaje a juego.
Tenemos eso en común. Lo que no teníamos en común es que mi
padre era un heroe de guerra que salvaba gente, y yo, aunque había
sido alabado como tal, no había salvado a nadie.

-Pero ahora tu deber esta en otra parte, hijo- ‹Aquí viene, no lo digas,
no lo digas›.

-Es hora de ser el hombre que Hoteles Thompson necesita que seas-
Junto a mi Noah resopla. Erick incluso esbozó una sonrisa. Me refería
esto como al discurso de "Batman" de papá . Siempre terminaba con la
misma frase.

-Estoy ocupado papá- lo esquivo, por que malditamente había sonado


tan sensible.

- Ya veremos-
Mi padre y yo nos miramos al los ojos durante unos segundos antes de
que se interumpiera nuestra mirada.

-Está bien, comamos- Miranda hizo un gesto hacía la mesa.


Típicamente, Noah comia tres platos principales por su cuenta, pero
Miranda prefería tener un bocado de todo lo que había en la mesa. Si
yo no fuera rápido, ella hubiera metido mano en mi plato sin
preguntar.

-Oh, Sean. Tu Pad Thai de camarones se ve increible-

-Tu tienes que darme un ragoon de cangrejo extra si me robas mi


comida- señalo

Ella deslizo su mirada hacia Erick -¿El solía ser mas agradable?-
pregunta arqueando su ceja.

-No- dijo Erick inexpresivo.

Erick y yo inercambiamos lo que podría interpretarse como leves


sonrisas. Erick lo sabía mejor. Yo solía ejercer un encanto afable como
un arma. Antes de que la guerra me hubiera endurecido.

Mis amigos murieron porque no había podido salvarlos. Pero eso era
en el pasado, y esto era ahora. Mi nueva normalidad era la presencia
de mi familia cada dos viernes desde que regrese, después de dejar
partes de mi mismo en Irak, Si mi pierna, pero también dos muy
buenos hombres. Mientras estube fuera me habían pasado muchas
cosas, y otras tantas les habían pasado a mis hermanos. Erick estaba
casado, por segunda vez con la misma mujer; Noah, estaba
prácticamente casado; y papá lo que sea que este pasando alli con su
asistente.
Capítulos 4 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

En lugar de bajar a las oficinas de Emy's AP, través de mi


depertamento, a la mañana siguiente conduje hasta el almacén de
Sean Thompson en el centro. El edificio cuenta con su propia área de
estacionamiento cercada y cerrada. Erick me había dado el código de
acceso, un código de acceso que no funcionó como el lo había
predicho. Me lo dijo ayer que pase por Hoteles Thompson para
recoger una llave.

-Puedes pasar con esto. El ya sabe que irás- cierro la puerta de tras y
entro en el almacén. Sean vive en el piso de arriba, el piso de abajo
esta vacío, una enorme área en expansion que no esta acondicionada
aún para nada en particular. Es una lástima, es un gran espacio.

Me sacudo la lluvia de principios de otoño de mi abrigo, me paso la


mano por mi cabello y presiono el boton del elevador hacía la guarida
de Sean. Estando arriba, se abre la pesada puerta de un ascensor de
metal y entro cerrandola detras de mi. No hay duda, Sean está al tanto
de mi entrada. El raspado de metal había hecho eco en los techos altos
y en las ventanas altas, no tenía idea de como se mantenía limpió. Sin
embargo, lo estaban. La lluvia golpea los cristales libres de telearañas,
cuando entre en el departamento, me quedo con la boca abierta de
asombro. Nunca había visto nada como este lugar.

Elegantes paredes de ladrillo a la vista, salpicadas de ventanas. Pisos


de concreto con alfombras separando ambientes. Una larga mesa de
madera rodeada de sillas de tela que no hacían juego, ocupaban la
mayor parte del comedor. Un sofá de cuero, una silla y una mesa de
cafe, marcaban el área de la sala de estar. Gruesos pilares de concreto.
estaban intercalados con algunas paredes divisorias, como la que
ocultaba el área detras de la mesa del comedor. Una cama se asomaba
por una puerta alfinal del pasillo. A su derecha estaba la cocina,
dividida por una larga encimera y media pared sobre el fregadero.

-No te pongas comoda- me llegó una advertencia, se escucho una voz


baja masculina detrás de la pared que debe de estar ocultando la
oficina de Sean. Con mis tacones resonando, luego sileciando cuando
piso la alfombra, me abro camino hacía las entrañas del santuario
Sean, con el corazón latiéndome con fuerza. Típicamente no soy del
tipo nervioso, pero la tenue luz dentro del almacén y la lluvia sombría
golpeteando las ventanas le daban al lugar una cualidad espeluznante.
Mientras caminaba más cerca de la habitación de donde procedia la
voz, escucho el distintivo crepitar del fuego.

En el aire había un tipo de crujido completamente diferente, un


zumbido bajo de premonición en mis huesos. Erick había depositado
su confianza por telefono, pero ahora que el aire en la casa de Sean me
estaba presionando, me sentía menos segura de mi promesa de
reformar al hermano Thompson. De pie en el pasillo de Sean, era como
estar en la entrada de una cueva donde un oso invernaba y yo estaba
desarmada.

‹Pero estas armada› la voz de mi conciencia me recuerda. No había


estado mintiendo cuando le dije a Erick que podía manejar esta
situación. Como mujer que se había alejado del dinero, las
expectativas y el hombre que mi familia habían elegido para mi, soy
capaz de superar el desafío que viene. Soy una mujer que me he
ramificado por mi cuenta y he tomado el control de mi vida, sin la
bendición de mi familia. Un ex soldado malhumorado con un chip en el
hombro no iba a asustarme.

Cuadrando mis hombros, me doy la vuelta a la pared para encontrar


ninguna puerta que la separa del espacio de la oficina de Sean. El
hombre de cabello oscuro en cuestión escribia en un papel, con la
cabeza gacha. Una lámpara en su escritorio iluminando su camino, en
el tenue resplandor, se distingue el borde de una barba y un rastro de
tatuajes que decoraban su brazo. Entrecerrar mis ojos no me ayudo a
distinguir las imágenes entintadas. Sin levantar la vista, volvió hablar.
-Puedes irte-

‹que te den, Thompson› digo en mi cabeza. Estuve tentada a decirlo en


voz alta, pero no estaba segura de que reacción tendría. En su caso su
reaccion podría ser peor que un ladrido, y su ladrido era francamente
intimídate. No es la primera vez que me enfrento a un hombre que
cree el tiene el control, pero estaba jugando un juego largo, prefiero,
no presionar demasiado todavía.

Entro en su oficina y me presento, con la versión de mi misma que


queria que el conociera.

-Hola señor Thompson. Mi nombre es Emma. Emy's AP, me envio para


servir como su asistente personal. Su hermano ya me ha puesto al
tanto sobre las últimas novedades de HotelesThompson...

-Emma- Arrojo su bolígrafo sobre el escritorio giro su cabeza y me


miro a los ojos. Mi lengua se pego al techo de mi boca y el resto de mi
discurso junto con ella.

Con su cabello oscuro alborotado como si se hubiera pasado


repetidamente sus dedos a través de el, una barba igualmente oscura
y espesa que bordeaba una mandibula fuerte. Sean Thompson llamó
mi atención. Sus profundos ojos azules se entrecerraron mientras
rastreaba mis tacones de aguja y subía por mi vestido profesional que
traía puseto para esta ocasión, y, si un poco apretado en los muslos.
No había nada abiertamente sexual en el vestido, pero sin importar lo
que usara, mis curvas ponían a prueba los limites de las costuras. Soy
una mujer y me niego a ocultar mi feminidad, o silenciarla
especialmente para este hombre.

Se movió del escritorio, empujando con su palma en lamadera, y sus


tatuajes se flexionan, sus músculos se movieron tentadoramente.
‹Señor, ten piedad› El crujido en el aire esta vez no era un zumbido de
advertencia si no algo más. Algo pesado y ponderado, una atracción no
deseada, de ese tipo que sientes por un hombre cuando sabes que no
deberías hacerlo. El tipo enpaquetado para ser tentador, pero cuando
te acercas, aprendes que la belleza tentadora esta mezclada con
veneno mortal.

El sentimiento es tan fuerte, la atracción tan palpable que lucho por no


avanzar un paso.

-No- dijo

-¿No qué?- aprieto con mas fuerza mi bolso, clavando los talones en el
suelo.

-No me gusta Emma. Demasiado ornamental- su labio se curvo con lo


que parecía ser disgusto y yo aplasto la tentación de ofendereme. Pero
esté era su juego y yo no lo iba a jugar.

-¿Te puedo nombrar diferente?-

-La mayoría de gente me llama Emi- El tarareó, el sonido aspero se


engancho en mi pecho y los latidos de mi corazón se aceleraron un
poco. Esto es horrible, simplemene desagradable. La atracción por un
hombre equivocado me había sucedido dos veces en mi vida. Una vez
con mi segundo novio, al que le había regalado mi virginidad, y la otra
vez con el hombre que mis padres habían elegido para mi, que resulto
ser el rey de los idiotas. Dos veces había vivido para arrepentirme de
seguir mis hormonas. No cometeré el mismo error una tecera vez.
Especialmente con mi negocio en juego.

-Como estaba diciendo Señor Thompson-

-Sean- me interrumpe

-Sean- corrijo, forzando una sonrisa.

-No...- sus cejas se bajaron y ladeo la cabeza pensativo. -Vuelve a Señor


Thompson-
El estaba provocandome. Se suponía que yo reaccionaría y comenzaría
a discutir. Esté era su patrón, unos cuantos empujones más y
esperaría a que me diera la vuelta y saliera corriendo llorando y
gritando que nunca volvería. ‹Muy mal, amigo, muy mal, escogiste a la
chica equivocada›

-Muy bien- Enderezo mis hombros y lo intento de nuevo.

-Señor, Thompson. Su hermano me dijo...-

-¿Que pasa si te llamo Emmita?-

-¿Perdón?-

-Nah, no ese no es bueno. Oh- chasquea sus dedos -Em-

-Absolutamente no- lo corto, dejando que mi autocontrol flaquee. Mi


ex me llamaba Em y lo odiaba.

-No, tienes razón- la boca de Sean se frunció. -Ese es peor, no me gusta


ninguno de los nombres cortos para Emma. ¿Qué pasa si te llamo...?-
desliza su mirada sobre mi vestido, que era profesional y de una
longitud rspetable. Su evaluación me hizo sentir como si no llevara
nada. -¿Bettie Page?-

Se recosto en su silla, su camisa se amoldaba en su pecho muy en


forma -¿Estás segura de que vienes de Emy’s AP? ¿y no de un servicio
de prostituas?-

- Señor Thompson- Mi voz sonaba con autoridad que exigía respeto. La


furia subía por mi cuerpo llegando a mi cabeza, el vomito verbal
amenazaba con salir sin parar, pero tenía que ser más inteligente que
él. Ya fue suficiente, me negaba a que el me intimidara, ya sea que el
aire se rompiera con una atracción díscola o no. No importa si el
piensa que yo soy una humilde asistente personal o no. Yo no seré su
juguete, y mi elección de vestimenta, sin importar cuan provocadora le
encontrara este machista de mierda, no era nada de lo que tuviera que
avergonzarme.

-No permitire...- Se empuja para ponerese de de pie, arriba, y luego dio


un paso pesado hacia mi, luego otro. favoreciendo la pierna con la
prótesis, vestido con un zapato a juego con el otro, la pierna de color
metal sobresaliendo de un desgarro en sus jeans.

Capítulos 5 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

Esto promete ser divertido. Emy’s Ap, había enviado a una asistente
que no sólo era una mujer, era sexo con tacones de aguja. En el
momento en que la vi, la mitad de mi esperaba que ellas se quitara las
gafas, se soltara el pelo y me diera un baile exótico. Sólo que ella no
llevaba gafas y ya tenía el pelo suelto. Los mechones oscuros, casi
negros fluyan sobre sus hombros en gruesas ondas. Sus ojos oscuros
estaban bordeados por pestañas de color negro azabache, incluso
entrecerrados con disgusto, eran más de un tono whisky que un
marrón plano. Sus curvas no terminaban en sus hombros, el vestido
color crema que llevaba abrazaba cada curva de su cuerpo, y el suyo
era un cuerpo hecho para abrazar.

Erick, ese hijo de puta. El tenía que haber sabido lo que estaba
haciendo cuando les pidió que enviaran a esta asistente en particular.
Niego con la cabeza y en mi cabeza digo ‹Golpe bajo, hermano›.

- Escucha cariño...- me interrumpe.

- Sean, me respetaras mientras trabaje para ti. Has hecho un trabajo


decente al faltarle el respeto a mis compañeros de trabajo, y yo no
sufriré su mismo destino- Ella levanto su barbilla, inmovilizándome
con esos ojos color whisky de nuevo.
-No estoy acostumbrada a ser subestimada solo por que soy mujer-

-Si había notado la parte de la mujer. Estoy seguro que has tenido tu
parte justa de ser subestimada- Ella envió una mirada a mi pierna
ortopédica y la devolvió a mi cara.

"Seguridad." Fue la única palabra que paso por mi cerebro


sorprendido. Miro profundamente más allá de sus pómulos altos, el
fantástico trasero y cejas cuidadas. Las líneas y de preocupación
dividían sus cejas, lo que me sugería que no era a prueba de balas. Era
una mujer que se inquietaba independientemente de lo que quisiera
que yo creyera. ¿Sobre su trabajo? O ¿Su vida hogareña?. Mis ojos se
posaron en sus gruesos labios rojos, y note una pequeña cicatriz
plateada en la esquina.

-No le doy a nadie la oportunidad de subestimarme- respondo, pero


mis pensamientos volvieron a mi familia y la forma en que intentaban
apoderarse de mi vida, para forzarme en un molde de su fabricación.
Bien intencionado, tal vez, pero los hechos eran los hechos.

-Es un lujo que nunca me he dado, me temo. A menudo me subestiman


antes de abrir la boca, como bien has demostrado- Entre nosotros el
aire estaba cargado de desafío, ninguno de los dos estaba dispuesto a
retroceder primero. Ella me habia dejado sin palabras. Me mordí el
labio inferior. Emma Walter era compleja y segura de si misma que se
atrevió a desafiarme.

-¿Tienes otro escritorio?- me pregunta, con las cejas levantadas. Su


mano envuelta alrededor de un bolso de cuero gigantesco color
naranja.

-Ya te dije que te fueras- No me gustaba repetirlo.

-Muy bien. Trabajare en la mesa del comedor- dice ignorándome.


Antes de que pudiera repetirlo por tercera vez, su trasero se aparto de
mi, levantando una mano para mover su cabello. Por encima del
hombro, ella me deslizo una mirada de espesas pestañas. Como había
exagerado mi cojera. Emma estaba exagerando ese movimiento ágil.
No podía evitar pensar que acababa de conocer a la horma de mi
zapato.

POV: EMMA

No, sentí la confianza que mostraba cuando me alejé del camino de


Sean, camino a la mesa del comedor, pero fingir hasta que lo consigas
se habia convertido en mi lema cuando comenzó mi negocio hace tres
años en la sala de estar de mi departamento. Los viejos hábitos
murieron duro. Al final del juego, Emy’s AP fue ganando un sello de
oro de los Thompson, pero estaría condenada si permitiera que otro
hombre me ubicara en la categoría de tonta sin cerebro. Tengo un
ladrido y un mordisco y no tengo miedo de usar ninguno de los dos.

Mi empresa nació del deseo profundamente arraigado de no ascender


en la escala corporativa financiera que mi familia tanto había querido
que escalara. Le he puesto mi nombre a la empresa, después de
escribir Emma en una servilleta en una cafetería y tratar de idear una
combinación de letras que sonara a la vez accesible y profesional.
Emy’s AP gano.

Había comenzado con un empleado; Yo misma. Después de trabajar


casi diez años par la firma financiera de mis padres desde la tierna
edad de dieciocho años. Había aprendido mucho sobre lo que se
necesitaba para ser una buena Asistente Personal. Soy organizada,
tengo buena memoria y conozco la formas mas rápidas de ejecutar
cualquier tarea. Mi parte favorita de andar por Grupo Financiero
Walker, había sido quitarles el estrés de los hombros de los ejecutivos
y darles un momento de alivio. Soy buena en lo que hago. Amo lo que
hago, y nunca había sido suficiente para mis padres. Mi padre Joseph,
y mi madre Helen, insistieron en que yo debería de seguir sus pasos.
Durante demasiados años, guarde silencio mientras me ascendían de
asistente a gerente. Me detuve antes de ser llevada al escalón superior
cuando mi alma no pudo soportar mas presión. El negocio financiero
estaba seco como una tostada. Números en hojas de calculo y
formularios de treinta paginas llenos de jerga de abogado tan aburrido
que mis ojos se habían puesto vidriosos. Lo he odiado. Cuando cumplí
veintiocho años, soñaba con un negocio en el que pudiera volver a
hacer lo que amaba: organizar el ajetreado día de todos los demás en
una pagina ordenada del planificador y ejecutar tareas marcando
listas. Sabía que estaba sobre calificada para un puesto de asistente
inicial, y así nació mi empresa. Al cabo de un rato, había pasado de uno
a diez empleados, luego a quince, ahora a treinta y dos. Estoy haciendo
lo que amo, soy dueña de un negocio que amo, y no había
absolutamente ninguna forma de que permita que la bestia, el sexista
Sean Thompson inhiba mi éxito.

Una hora más tarde, con mi agenda en la mano, enderezo los hombros
y regreso a la oficina de Sean. Como no hay puerta, golpeo la pared en
su lugar. El día lluvioso arrojaba una luz apagada sobre la habitación,
que salvo a la lámpara del escritorio y el fuego agonizante, era la única
luz en la habitación.

- Sean, tengo algunas preguntas para ti-

-Estoy ocupado- dijo sin mirar a mi dirección. su cara esta iluminada


por la pantalla de su computadora portátil, girada en un ángulo para
que yo no pudiera ver lo que estaba haciendo. En el reflejo de un par
de gafas de montura negra, vi lo que parecía un correo electrónico.

Finalmente fruncido el ceño cuando entre, agarro una silla del otro
lado de la habitación y la arrastro hasta el frente de su escritorio,
maldición era demasiado pesada. Me sente, cruzando una pierna sobre
la otra y preparo mi bolígrafo sobre la página de mi agenda.

-Primera cosa, Erick solicita su asistencia a la reunión de la junta


mañana por la tarde en el Thompson-

-¿Tienes problemas de audición, Bettie?-

-Es Emma, o Emy como prefieras, y no, no tengo problemas de


aducion- Su ceño se profundizo.
-¿Asistirás?- le pregunto

-No, no asistire, ahora sal de mi oficina- El se quito las gafas y las dejo
caer sobre el teclado.

-Muy bien- tacho la primera tarea con una línea.

-Dije que le llamaría con tu respuestas. Asumo que no leíste mi correo


electronico-

-Odio el correo electrónico-

-Estás respondiendo uno ahora- parpadea. Y yo me trago una sonrisa.


Esté hombre no tiene idea de con quien esta tratando y me esta
gustando.

-Mantuve el correo electrónico corto y agradable, Sean. Puedes


terminar en diez minutos, incluso con este metodo de mecanografiar
estilo cavernicola que tienes- Hize como si tachara las casilla de tareas
en la página de mi agenda.

-Lo siguiente; almuerzo. ¿Pedirás comida, o tienes restricciones


dietéticas especiales?-

-Puedo alimentarme solo, Bettie. Lo he estado haciendo durante años-

-Es Emy- corrijo con calma. -Alimentarte es ahora parte de mi trabajo.


No literalmente, por supuesto. Confio en que puedes llevarte un
tenedor a la boca si puedes moverte con una prótesis- parpadea de
nuevo. Lo he estado probando, apostaría a que ninguno de mis
empleados había hablado de sus heridas o de su pierna ortopédica de
forma tan estridente. Pero si el insistía en ser franco conmigo, pienso
que dar la vuelta es un juego limpio. Sobre todo porque se entretenía
con insultarme.

- No me gusta Emy- gruño


-Bueno, entonces llameme Emma-

-¿Qué pasa si no me gusta Emma?-

-Entonces puede llamarme señorita walker, pero es bastante formal,


¿no cree? Me sentiría tentada a llamarlo Señor, Thompson-

-El señor Thompson es mi padre- Sean cruzo los brazos sobre el pecho
y se reclino en la silla. La postura podría haber parecido relajada, si
todos los músculos de su parte superior no estuvieran felxionados.

-Entonces le sugiero que encuentre un nombre adecuado para


llamarme, asi no lo envejeceré treinta y cinco años por accidente-

Su boca se comprimió en una línea, pero una chispa encendió sus ojos
como si estuviera disfrutando de las bromas. El azul de sus ojos brilló
con un calor que consumió la habitación y robo sus mejillas.

Trago con dificultad, lamiendo mi labio inferior mientras volvía a


cruzar las piernas. En lugar de mirarlo, fingí escribir en mi agenda. Yo
también estaba disfrutando de las bromas, mis rodillas no eran tan
fuertes como me gustaría.

-Emy esta bien- dijo aclarandose la garganta de la conciencia que


habia acumulado.

-¿Como dijo?- levanto mi cabeza. Como mi empresa... Para la que


trabajo- agrego -Puedes llamarme asi, si no quieres llamarme Emma o
Em, no tengo problema con eso-

-Emy- murmuro, y el aire caliente entre nosotros se intesifico. La voz


baja de Sean rasgo a lo largo de mi columna, enviando un golpe de
electricidad a mi tronco cerebral. Apesar de no querer sentir nada por
él, sentía todo tipo de cosas confusas. Intriga, curiosidad, deseo.

-Ahí lo tiene- le dedico una rápida sonrisa, luego volví a mi lista, marco
tres casillas más antes de levantarme y dirigirme a la salida.
-Ordenaré por usted entonces. ¿Tiene alguna preferecia sobre lo que
come?-

-Nada de carne, amenos que sea de mariscos- dijo-

-¿Eres vegetariano?- salió de mi boca inconscientemente. Nunca


hubiera imaginado que Sean, claramente un hombre de hombres, no
comía carne. Ahora ¿quién esta siendo sexista?digo en mi mente

Capítulos 6 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: SEAN

Por segunda vez en el día. Observo como se balancea el trasero de mi


asistente y me pregunto por el descaro de esta mujer. ¿No sabía con
quién estaba tratando? No era frecuente, pero algunas veces lo hacía
de sacar a relucir el escudo de mi familia para recordarle a la gente
que me respetara, pero tal vez el recordatorio estaba atrasado.

Emy, se comportó como si tuviera poco o ningún respeto por mis


millones en el banco, o tal vez ha trabajado con tantos
multimillonarios en el pasado, que ya estaba mas aburrida que
impresionada. No es que quisiera impresionarla. Ella me había
desconcentrado con su seguridad, y no podía negar que el palpable
chasquido de atracción en el aire era tan inconveniente como
fascinante. Sean Thompson no se deja cautivar fácilmente.

Había logrado que completara el correo electrónico para una


conferencia virtual que manejaría más tarde. Durante los primeros
minutos, con un infantil ceño fruncido, estuve respondiendo
cuidadosamente, antes de decir que me estaba comportando un poco
melodramático. Erick estaría encantado con mi participación y mi
asistente tenía razón, completar mis solicitudos no me llevo mucho
tiempo. Aún así, no iba a asumir el cargo de director de operaciones
hasta que estuviera listo, sin importar con cuantas tareas Emma
Walker me engañe para hacerlas.

Hago clic en EVIAR y me recuesto en mi silla, con los brazos sobre el


pecho, la mente perdida en mis pensamientos sobre la próxima
reunión en la sala de juntas. Hasta que la hoja de una espada samurai
me corto la espalda. Apenas contuve un gemido de sorpresa, tragando
el dolor y poniendo ambas manos en los brazos de mi silla, para
sobrellevarlo. Pasaba siempre, había pasado antes. Conte hasta tres,
luego de vuelta a uno, luego hasta tres de nuevo. Después de algunas
respiraciones bajas y lentas, el espasmo se relajo lo suficiente como
para que ya no viera manchas. Solian ser dolores fantasmas,
hormigueos y agujas punzantes que venían de la parte de mi pierna
derecha que ya no tenía, pero eso había cesado desde entonces.
Últimamente había notado el dolor de espalda cada vez con más
frecuencia. Me paso la mano por la frente pare encontrar gotas de
sudor allí.

Dios, eperaba que esto no fuera algo nuevo o peor aún, que los dolores
fantasma planearan volver para una visita adicional.

-Estúpida silla de mierda- me empujo hacía arriba y ruedo la silla a


varios metros del escritiorio. Cruzo la habitación, deteniendome a
mitad de camino para apoyar una mano en la pared y respirar de
nuevo. La puerta del ascensor se abrió con un chirrido. Era la entrega
del almuerzo, asumí que Emy era nada menos que eficiente. Ella había
insistido en pedir e almuerzo y yo no tenía dudas de que ella se había
marchado y lo había marcado en su agenda de inmediato.

Salí cojeando de mi oficina, enderezando la espalda mientras apretaba


la mandíbula. Me había acostumbrado a cojear entre los otros
asistentes personales como el monstruo de Frankenstein, pero con
Emy sentí que era mas como el antílope de calle en la mira de una
leona. Una ola de admiración se apodero de mi a pesar de si mismo.
Estaba seriamente infrautilizada como asistente. Ella debería de ser la
jefa de alguien. Y no la mia, pienso con el ceño fruncido.
Llego a la mesa mientras Emma regresaba con una bolsa de comida
para llevar.

-Estas haciendo una mueca- dice -¿No te gusta la comida india?-

-Me gusta toda la comida-

-Excepto la carne, a menos que sea marisco-

-Bien- Ella no pidio que me explayara y me alegro. Estoy harto de


calificar mis preferencias desde mi inoportuno viaje a casa. Despedido
honorablemente era una forma mierda de decir adios.

-¿Comes mucha comida de afuera?- su tono era de conversacion


mientras descargaba contenedores de plastico.

-Si, demasiado. Probablemene debería de concinar más, pero estoy


muy ocupado en el trabajo- Hago una pausa para evitarle una mirada
mientras doblaba una bolsa de papel.

-Mucha gente necesita ayudantes- no le repondo. Sus labios carnosos


se frucieron mientras dejaba la bolsa a un lado. Observo mientras
apilaba su elegante computadora portátil, su agenda y su teléfono y los
empujaba a un lado. Su bolígrafo descansaba al ras contra la pila. Era
como ver un juego de Tetris de acción real.

-¿Haces esto, seguido?- pregunto, sin pensar. Se supone que la estaba


ahuyentando, no conversando.

-¿Hacer qué?- Cuando inclino la cabeza su cabello largo y oscuro


colgaba a su lado como una cortina corrida. Estab momentaneamente
cegado por lo maldita mente hermosa que es. Parpadeo para salir de
mi estupor y agito una mano en su dirección

-Asísteme-
-Oh por su puesto- Abrió la tapa de mi comida y me entrego un
tenedor de plástico.

Un aroma tentador y especiado se enrosco en mis fosas nasales y mi


boca se hizo agua.

-Este es mi trabajo, despues de todo estoy bien entrenada en como


servir- dijo

Parecía una elección extraña para alguien que era tan malditamente
mandon. Pero tal vez esa era su especialidad. Dominar a su jefe.

-Bueno, este puede ser tu último día. No necesito tu ayuda- clavo un


tenedor en mi comida y tomo un bocado. Santo infierno, era como
tener la boca llena de hormigas de fuego. El sudor cubría mi frente de
nuevo mientras las lágrimas picaban en mis ojos.

-Debería haberte advertido, les pedí que prepararan nuestros platos


principales al mismo nivel de picante- Ella tomo un delicado bocado y
mastico, sin reaccionar al fuego del infierno de la forma que yo lo
había hecho.

-Hoy no es mi último día, Sean, pero si quieres después del almuerzo


me puedo retirar. Tengo otra tarea que requiere mi atencion- Con mi
boca con la temperatura del infierno, alcanzo las botellas de agua en la
mesa, golpeando una para llegar a la otra. Para cuando terminé con
una botella recupero el aliento. Emy había terminado la mitad de su
comida y estaba picoteando en su teléfono al mismo tiempo.

-¿Qué necesitas para sacarte de aquí?- gruño, rompiendo la tapa de la


otra botella. Ella termina de escribir en su teléfono, apaga la pantalla y
lo deja a un lado. Antes de responder, se paso la lengua por los dientes,
empujando los labios hacia afuera y haciendo que sintiera curiosidad
si hormigeaban como los míos.
No había deseado a una mujer desde la última mujer con la que había
vivido. Claramente necesitaba tener una conversación con mi polla,
por que este no era el momento indicado para empezar.

-Empieza diciendome que te hizo maldecir y gruñir antes. ¿Te


lastimaste?- Ella ladeo la cabeza.

-No- digo de modo golpeado. Sus cejas saltaron brevemente.

-No tienes que decirmelo. No soy tu enfermera- dice levantando sus


hombros.

-No respondiste a mi pregunta-

-Tú, no respondes a ninguna de las mías-

-Maldita sea, Emy- Su diminutivo le sentaba bien. Era exótico como sus
ojos y hacía juego con el castaño oscuro de su cabello. Su mirada fija
me recordó el sabor de la comida. Estaba demasiado picante para que
yo la manejara.

-Olvidalo- En lugar de seguir discutiendo, me levante de la mesa y


regrese a mi oficina con los puños cerrados a los costados por la
frustración. Tener una mujer aquí, compratiendo una comida con ella,
me recordaba una época en la que no podía volver. Una época de mi
vida en la que me había abierto, pero no había sido suficiente. La única
vez que todo me exploto en la cara.

Capítulos 7 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA
-Han sido tres de los días más largos de mi vida- le digo a Mayra.
Dejando mi bolso en su escritorio, donde ella estaba escribiendo un
correo electrónico.

Después de completar mi tecer día a la entera disposición de Sean, me


di cuenta de que no estaba a su entera disposición. El no me hacía
"señas" ni me llamaba para hacer absolutamente nada. Habia sido yo
la que lo empujaba, y picaba. Esta asignación ha sido diferente a
cualquier otra en mis experiencias pasadas en trabajos anteriores.
Sean no estaba acumulando tareas pendientes sobre mis hombros, era
todo lo contrario. Pase la mayor parte del dia tratando de mantenerme
ocupada y enviandole un correo electrónico a Erick para preguntarle
que hacer continuación

Entendí la escencia de lo que Erick quería y me niego a seguir


molestando al ocupado director general para que me diera detalles. El
hombre tenía muchas cosas que hacer que no tenían que ver con el
burro obstinado de su hermano. Sin embargo, admiraba la forma en
que el se comportaba, como si Sean fuera parte de su trabajo.
Preocupandose por él como una madre pájaro inquieta, mientras su
bebe intentaba saltar del nido.

-Y... Listo- Mayra toco el teclado con estilo y movió las manos delante
de ella como si hubiera realizado un truco de magia.

-¿Entonces, sobreviviste otro día con "Humor de mierda Thompson"?-

- Sobreviví- sonrió ante el apodo de mi amiga puso para mi último


cliente.

- Claro que si, solo alguien puede hacerlo, y esa eres tú - Mayra aparta
la silla de escritorio. -Respondí todos los correos electrónicos que
pude, envié cartas a clientes que no han pagado en treinta días o más ,
envíe facturas a cobranzas para clientes que no habían pagado en
sesenta días o más, y realicé muchas llamadas telefónicas. La buena
noticia- se pone de pie y saca una carpeta manila de la bandeja plástica
que tengo en mi escritorio.
-Todos los elementeo con los que tienes que lidiar estan en este folder,
puedes trabajar desde casa si quieres-

-¡Bendecida seas!- Tomo la carpeta y la meto en mi bolso. Una de las


razones por las que -Mayra es mi mano derecha es por su eficiencia
insana.

-Trabajare desde casa. Después de regresar de cenar con mis padres-


Mayra levanta una ceja con sarcasmo.

- Hay amiga muestra un poco más de emoción- dice Mayra con un tono
burlón. Ella sabe que no tengo una muy buena relación con mis
padres, ella lo sabe porque había sido mi asistente personal por dos
años antes de dejar la financiera de mis padres, y yo me apoyaba en
ella más que nadie.Ella sabe que cada que nos reunimos terminamos
discutiendo, por que ellos no estan de acuerdo en el camino que tome.
Ella sabe que, ellos quieren que regrese a su empresa a trabajar con
ellos. Pero ellos no entienden que yo no nací para estar lidiando con
números todo el maldito día, ellos no entienden que mi independencia
y el saberme dueña de mi propio negocio me llena y me gratifica.

- Ouch, ¿Se tratará de...?- dice Mayra.

-Probablemente, de todos modos tengo que irme antes de que llegue


tarde, saldré contigo- Juntas apagamos las luces y las computadoras,
activamos la alarma y caminamos hasta el estacionamienteo privado.
No me moleste en ir a cambiarme a mi departamento. La cena con mis
padres iba a ser un asunto formal y seco, y lo que llevaba puesto, una
falda de tubo combinada con una blusa, le iría bien o, eso pienso yo.

Cuándo llego al restaurante, con quince minutos de retraso para la


cena, desee haberme cambiado. "Elegancia" no describe este lugar. Es
opresivo, la atmósfera sofocante que ahogaba a los comensales en un
aire de dinero y hostenticidad. Pense en Sean, esta vez con cierto
alivio. Su entorno no se parecía en nada a este a pesar de su dinero; de
hecho, yo no habría adivinado su estatus monetario si no hubiera
conocido sus antecedentes. Al menos trabajando para el millonaro
Sean Thompson no implico una mansión enorme, con una casa llena
de personal zumbando de cerca. Podía manejar el mal humor, pero a la
élite privilegiada, no tanto.

Veo a mis padres en el momento en que paso por alto el puesto de


anfitriones, destacando el vestido rojo de mi madre y la altura de mi
padre. El cabello largo, negro con algunos hilos grises de mi madre le
daban un aire a su "carcter" fuerte. Mi padre, tenía el cabello mas claro
que el de mi madre, al verme me dirigió una sonrisa afable en el
instante en que me vio caminar hacia ellos.

-Mamá , papá - me siento-

-¿Estas recién saliendo del trabajo?- mi madre frunce el ceño.

-Si, tuve un día ajetreado-

-Podrías haberte tomado el tiempo de cambiarte, Emma. Sabes que


nos gusta que te vistas bien para la cena-

-Estoy aquí ahora, así que lidiemos con eso- Pido una copa de vino
blanco a la mesera y levanto el menú para revisar las selecciones a la
carta. Mis padre hicieron lo mismo y revisaron sus propios menús ,
charlando sobre que platos principales compartir y cuáles omitir.

Me alegra de que estuvieran ocupados en algo diferente y no en lo que


yo hacía para ganarme la vida. Era un tema agotador, uno que
definitivamente no quería abordar después de una larga semana, la
mitad de la cual la paso en compañía de la actitud de mierda de Sean.
Allí estoy pensando en el otra vez. Supongo que no es atípico
considereando que a menudo me llevo el trabajo a casa. No había sido
asistente personal desde que contrate suficiente personal para dejar
de hacherlo. No era tan extraño que estuviera atrapada en mis
pensamientos, repasando los últimos días que había pasado con él.
Pareciera ser electricidad rompiendo en el aire cada vez que estoy en
su prescencia.
Mis padre pidieron y yo levanto mi copa de vino y le doy un buen
trago.

- ¿Cuál l es el motivo de la invitación a cenar? ¿Cuál es la ocasión?-


pregunto intrigada-

-No nececitamos una ocasion para ver a nuestra hija, Emma- dice mi
madre, con los parpados bahos y las cejas levantadas.

-No necesitas uno, pero estoy segura de que hay uno- termino mi vino
y golpeo el borde de la copa cuando la camarera pasa.

-¿Dos vasos antes de la cena? ¿Es necesario?- pregunta mi madre.

-Ahora ¿Cuál l es la ocasión? ¿Alguien, siendo despedido? ¿Quién


murio?-

-Vamos ascender a george a presidente de Financiera Walker- dice mi


padre.

La noticia del ascenso de mi ex se instalo en mi estómago como una


piedra. En ese momento la camarera llega justo a tiempo con mi
segunda copa de vino. Tomo la copa de vino y le doy un buen trago.

-Nos gustaría que sistieras a la ceremonia el próximo mes-

Abro la boca para decir que no, o mejor dicho "diablos, no", pero mi
padre anticipo la respuesta y hablo primero.

-El hecho de que ustedes dos ya no estén saliendo, no significa que no


puedas apoyarlo-

-¿No, es exactamente lo que significa no salir con el?- pregunto.

-Está es una gran victoria para George- dice mi padre.


-Si- respondo secamente. -Si, es todo lo que siempre quiso- Todo por
lo que había salido conmigo. Siempre me había preguntado si cuando
rompí con él , él estuvo triste porque nuestra relación había terminado
o porque tal vez no pudiera asegurar una posición más alta en
Financiera Walker.

-Es un hombre muy motivado querida. No puedes culparlo de eso-


dice mi madre llevandoce sus manos a su regazo, mientras la
camarera traía una ronda de tapas. No, no lo culpo por manejarme. Lo
culpo por no amarme de una manera completa y genuina. Apreciaba
más mi posición en la financiera que a mí como persona.

-Sigues siendo parte de esta familia- continúa mi madre. -Apesar de


que has opatado por seguir la ruta del sirviente en lugar de asumir el
puesto que crecimos y podamos específicamente para ti- Cierro los
ojos y cuento hasta cinco. Esto a sido lo más lejos que he llegado antes
de que mi padre comenience con su monólogo.

Capítulos 8 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

-George, estaba más enamorado de Financiera Walker de lo que nunca


estuvo de mí- replico un poco molesta. Mi madre dejó escapar un
sonido de incredulidad.

-Y nos separamos hace tres años, lo cuál si fue algun tiempo, pero
definitivamente no fueron muchos años-

-Esta soltero y tu también - dice mi madre

Ok, entonces esté ángulo era nuevo. Sentí que se me arrugaba la


frente. -No...no vamos a volver a estar juntos, nunca más, al menos por
mi parte hay cero posibilidad-
- A el le gustaría verte. Te echa mucho de menos- Mi madre corta
almeja por la mitad con indiferencia, como si no estuviera tratando de
llevarme a los brazos de un hombre al que apenas le gustaba, al que
nunca me había amado, al que sólo amó lo que representaba estar
conmigo.

-Él no me extraña- digo indiferente ¿cómo podría? Apenas y me había


tolerado a mí y a mis grandes ideas para iniciar un negocio fuera de
Financiera Walker cuando eramos novios.

-Soy un hombre, Emma- mi padre levanta su martini para ilustrar su


punto. -Puedo ver cuando otro hombre tiene el corazón roto-

¿Es por eso que George ha estado saliendo con millones de mujeres
últimamente?- mascullo. No estoy celosa, pero es frustrante saber que
el puso en práctica el plan del que me había advertido. "Si no subes a
la cima de la montaña de Financiera Walker conmigo Emma, puedo
encontrar a alguien que lo haga” recuerdo lo que me dijo una vez.

-No puedes culparlo por ahogarse sus penas- interviene mi madre. Y


yo tengo ganas de reír.

-Oh por favor- digo levantando mi copa de vino y dando un sorbo.

-Ya hemos hablado con el sobre la reputación. Cómo próximo


presidente de nuestra institución, no podemos repetir los problemas
de Erick Thompson- Dejo mi vaso sin tomar un sorbo. Mi padre se
refería a la reputación de Erick con las mujeres antes de casarse con
Miranda, dos veces. Se rumoraba que casi había perdido la
oportunidad de ser nombrado director ejecutivo debido a sus modales
mujeriegos,

-Pero ¿Quién iba a creer?- se burla mi madre.

-¿Qué sabes de los Thompson?- pregunto, por que es una coincidencia


que fueran mencionados por mi madre la misma semana que yo entre
como asistentre de Sean.
-Leemos el periodico- dice mi madre, poniendo la barbilla en alto. Y al
leer el periodico se refiere a la sección de chismes.

-Esos grupos de millonarios inadaptados son conocidos por su


comportamienteo deshonesto. Financiera Walker no necesita ese tipo
de atención- dice mi madre mientras mastica un pequeño bocado de
almeja y corta otro. -Si, las personas ricas deberían de ser educadas,
tranquilas y pavimentar caminos sólo con el oro de sus antepasados.
Dios no permita que alguno de ellos incie una rebelión- mi madre
continúa con su monólogo sin sentido.

-Pues lamento decirte que no volvere a estar con George para ayudar a
reparar su reputación. Y te agradecería que no me ofrescas con el
mejor postor en el futuro-

-Emma- la piel clara de mi padre se puso rosa.

-No uses ese lenguaje con nosotros. Conoces nuestra posición sobre ti
y Financiera Walker, sabes que queremos lo mejor para ti.
Escencialmente estas empleando al tipo de personas que tu madre y
yo contratamos y despedimos casualmente. ¿Dónde está el
compromiso en tu negocio? ¿A la excelencia? ¿A la permanencia?- Las
palabras de mi padre nunca dejaban de herirme profundamente.
Varías palabras de contra ataque se me vinieron a la mente, todas muy
gastadas. Francamente estaba demasiado cansada para participar en
una discusión sin sentido.

-Queremos lo mejor para ti- El temperamento de mi padre se calmo y


puso una mano sobre la mía en la mesa. Sabía que el quería lo mejor
para mi. En el fondo sé que mis padres lo quieren, pero me niego a
doblegarme a su voluntad, si eso significa sacrificar mis sueños por los
de ellos.

-Eres nuestra princesa- Aparto mi mano de un tirón. Yo no era una


princesa, me niego a ser una princessa. Quiero gobernar el reino, pero
lo haría siguiendo mis propias reglas, no las reglas establecidas por
unos pocos elitistas.
-Papá, estoy feliz. Siempre te lo he dicho. Estoy feliz con lo que hago,
soy buena en lo que hago. Tengo treinta y dos, er, treinta y uno- me
corrijo, olvidaba la salida de Marie. -empleados para supervisar y no
los dejare barados en el camino-

Solía intentar enorgullecer a mis padres, pero pronto me di cuenta de


que era imposible. Nunca iba a llegar a llenar las expectativas que
tenían hacía mi. Ahora me conformo con la tranquilidad. Y si dejaran
de acosarme por mi humilde elección de vocación, les estaría
eternamente agradecida.

-De todas maneras, incluso si quisera salir con George, no podría- Odio
mentir, pero mis padres no me habían dejado muchas opociones. -
Estoy saliendo con alguien-

-¿Desde cuando?- pregunta mi padre. ‹Como diez segundos atras›


Respondo en mi mente

-¿A quién estas viendo?- La frente de mi madre se elevo hasta su punto


mas alto.

-Todavía no es muy serio, tenemos un par de semanas saliendo,


apenas nos estamos conociendo- Vuelvo a dirigir mis ojos a mi plato. -
No quiero estropearlo- sobre todo por que no es verdad. Había estado
soltera y tranquila, desde que George y yo nos separamos. Había
tenido algunas citas para cenar aquí y allá, nada serio, pero durante
los últimos dieciocho meses, había dejado de tener citas por completo.
Mi enfoque había estado en llevar a Emys AP al siguiente nivel. Y
ahora que estoy tan cerca de lograrlo ¿Mis padres quieren que salga
con George? De ninguna manera, ni en sus mejores sueños.

-Bueno, dado que esta noticia es muy nueva, ¿puedes planear asistir a
la ceremonia de George?- dice mi padre y agrega un tono poco
amistoso. -Es posible que tu nuevo novio no este presente para
entonces-

-¿George va a estar soltero entonces?- espeto.


-Si- respodieron los dos al mismo tiempo. ¡Demonios! ¿Habian puesto
su estado de noviazgo en su contrato o algo?.

-Y si resulta que estas soltera- Agrego mi madre con una sonrisa. -


Estoy segura que George estará encantado con la idea de su
reconciliación- Sonando emocionada y esperanzada, con que
retomaría mi relación con George.

Capítulos 9 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

En el escritorio de la mesa del comedor de la casa de Sean, anotaba las


tareas de la tarde en un bonito block de papel que había comprado en
una elegante papelería. Flores naranjas y doradas decoraban las
esquinas, y cada línea estrecha y nítida estaba precedida por una
casilla de verificación. Nada me hacía más feliz que una lista revisada,
y ordenada.

Me había acostumbrado a trabajar aquí y estaba empezando a preferir


los techos altos y las ventanas de Sean en lugar de mi oficina atestada
de cosas.. Hoy el sol brillaba intensamente, el día era un poco más
cálido de lo habitual para finales de septiembre. La luz del sol se
filtraba a través de las ventanas de vidrio, dando una sensación etérea
al espacio alfombrado. Las motas de polvo brillaban como brillo. Por
tercera o cuarta vez hoy, respiro profundamente.

La cena con mis padres me había dejado frustrada por varias razones.
Principalmente por qué estaban tratando de juntarme con George. En
pocas palabras, George había sido un mal novio, priorizando su
trabajo sobre mi. Hacía el final, cuando lanzo un ultimátum, tuve una
epifanía. Me negaba a ocupar el segundo lugar en su vida, o en la mía
propia. Encontré la fuerza para dejarlo y la fuerza para seguir adelante
con mi idea de negocio a la vez. En cierto modo, le debería de
agradecer a George por allanar ese camino. Pero una cosa si es segura;
No vuelvo a salir con él.

Mi teléfono suena, y dudo en responder porque estoy bajo el reloj de


Sean, pero luego pensé que él no se daría cuenta de todos modos.
Pasaba todos los días atrincherado en su oficina, haciendo... algo, rara
vez salía de su oficina. Este trabajo se había vuelto en monitorear un
animal salvaje y alimentarlo. Me mantengo fuera de su camino y trato
de no interrumpir su patrón normal y natural.

Decido responder el teléfono. -Mayra, hola- me levanto de la mesa y


medio corro hacía la cocina dónde había una pared parcial adicional
entre Sean y yo.

-¿Cómo te va en la búsqueda de mi cita?- pregunto.

-Lo siento, cariño no tuve suerte-

¿Probaste con Paul?-

-Si, él se va a casar ese día-

-Oh, vaya-

-Lo sé, mala suerte ¿verdad?-

-Tuve noticias de los otros chicos en tu lista- Mayra había comenzado


con nuestros amigos varones profesionales y personales la semana
pasada, para preguntarles si podían asistir a un evento social conmigo.
No le había dado más detalles.

-¿Y el resto de ellos?-

-Todos dijeron que no- el sonido de Mayra hojeando páginas de notas


acompaño a la lista de verificación mas triste de la historia.
-Brian esta fuera de la ciudad por trabajo, Nick dijo que su esposa lo
mataría-

-Dios mío. ¿Nick también esta casado?-

-Sip. Y Lance, Mario y Anthony....No, espera, Anthony no esta casado. El


es gay y su pareja está de cumpleaños ese fin de semana-

-Para, ya no sigas- Ya no puedo seguir escuchando.

-Tendré que hacer un plan B- digo

-¿Servicio de acompañantes?- Mayra bromea. Doy un jadeo, esperaba


nunca llegar a ese extremo.

-¿Para qué necesitas una cita de todos modos?-pregunta Mayra


intrigada. Hubiera evitado gustosamente esta conversación por
completo, pero me encontre en la necesidad de un escuchar unas
palabras comprensivas. Bajo la voz y acerco la mano al teléfono.

-Mis padres, me estan tratando de juntar con George de nuevo-


después de un largo silencio Mayra pregunta.

-¿Por qué?-

-Lo usual- dejo caer mi mano. - Junta de sangre fuerte, conquistar el


mundo, blah, blah, blah. Mantuve mi voz baja cuando agrego.

-Les dije que estaba saliendo con alguien . Pero no pensé que fuera tan
difícil encontrar una cita para aparentar el día del banquete- digo
frustrada. Sin embargo, estoy sin cita, y la ceremonia es la próxima
semana.

-Tonterías- dice Mayra

-Si que lo son-


-¿Qué te parece mi hermano?- de pronto pregunta Mayra. -Tiene
veintitrés años pero es muy maduro-

-Absolutamente no- digo firmemente.

-Parece mayor, no se notará la diferencia-

-La idea es ser discreta y mantener todo profesional. Además, ¿Tú


hermano no vive en Chicago con tu familia?-

-Buen punto-

-Gracias por intentarlo- digo mientras camino de la cocina a la sala de


estar, con cuidado de no decir nada demasiado revelador.

-Lo resolveré por mi parte-

-Suenas formal. ¿Estás fingiendo trabajar en caso de que la Bestia


Thompson te escuche?-

-Si, señora-

-¿Te conformarías con una novia fingida? Me veo muy bien en vestido
de cóctel- dice Mayra. Suelto una carcajada mientras camino de
regreso a la mesa del comedor. Esa idea suena divertida, nomas de
imaginar la cara de mis padres al presentarla como mi cita.

-Lo tendré en cuenta, Tendría la gran satisfacción en robarle el


protagonismo a George-

-¡Emy!- llega un grito desde la oficina de Sean.

-No puedo creer que te llame así- Mayra jadea.

-Pues lo hace- digo


-Sin embargo, suena un poco sexy viniendo de el ¿No crees?- Dice
pícaramente Mayra.

Por alguna razón, cada vez que gritaba mi nombre de esa manera,
escalofríos recorrían mi columna. Y no de mala manera.

-No seas ridícula. Me tengo que ir- cuelgo la llamada y dejo caer mi
teléfono sobre la mesa. Arreglándome el atuendo para darle un tono
profesional de camino a su oficina.

POV: SEAN

Emma estaba golpeando alrededor de mi almacén, podía escuchar


esos tacones de aguja cada vez que se bajaba de la alfombra al
concreto. Mi concentración había sido interrumpida varías veces en la
última hora. Aparto la mirada del recordatorio del calendario, el
sonido de sus tacones que anunciaban que mi asistente llegaría
pronto, como para gritar su nombre de nuevo.

-¡Emy!- Hubo una pausa en sus pasos; entonces esos pasos vinieron en
mi dirección. Cuánto más acercaba el repiqueteo, mi estomago se
sentía mas apretado. Ella ha estado aquí ¿dos semanas? Cada maldita
vez que la veo, esa tensión se extiende en mi estómago hasta mi pecho.

-Si, Sean- Se inclina, envolviendo su mando alrededor del borde de la


pared, su cabello oscuro cayendo sobre su hombro, sus uñas pálidas y
cuidadas, sus ojos como los de un gato mientras le daba un parpadeo
lento. Absolutamente "no mire su escote", exhibido en una camisa
blanca con volantes que habia combinado con una falda negra que
terminaba recatadamente debajo de sus rodillas.

-Tus zapatos son irritantes- digo entretienes.

-¿Estos?- ella señala con un dedo su pies en un para de tacones negros


brillantes que se dirigían a sus delicados tobillos y el oleaje tentador
de sus pantorrillas.
Muevo las piernas debajo del escritorio, por que era eso o morderme
los nudillos por la frustración sexual que estoy sintiendo ahora mismo.

-Si, ponte algo mas tranquilo. Esos zapatos son demasiados


disruptivos- Cada vez que la escucho chasquear, tenía que contener
mentalmente mi imaginación. ‹Oh, los lugares a los que podria ir...›

¿Como que, Crocs?- ella pregunto. le dirijo una mirada blanda.

-Disculpame, Sean, pero no voy a cambiarme los zapatos- Ella entra en


mi oficina, sus caderas se balancean con cada paso seguro que daba
hacía mi.

-Bien. Entonces estas despedida-

-Oh no, no otra vez- ella sonríe, su exuberante boca se estira en ambos
extremos. Ella levanta mi taza de cafe vacía de mi escritorio.

-¿Te sirvo más café?- Aspiro la aroma especiado de su perfume. Si le


pusiera nombre a su perfume seria. "Tentación Exótica". Estaría
condenado si le decia que cambiara su perfume, si lo hiciera ella me
preguntaría por que no me gusta, lo cual seria una completa mentira.
Por qué me gusta demasiado.

-No- respondo. Ella comenzó a alejarse de mí.

-Espera-

Gira sobre su talón y ladea la cabeza -¿Si?-

-Sientate- le ordeno.

-No soy un perro Sean- me muerdo el labio inferior y pido paciencia.

-Señorita Walker, ¿Quieres sentarte?-


-Me encantaría- dice ella, sentándose muy bien después de dejar mi
taza de cafe vacía en una esquina de mi escritorio.

-Te escuché en el teléfono. ¿Llamada personal?-

-No creo que sea asunto tuyo dado de que me acabas de despedir-

En el momento en que su voz bajo en la llamada. Me esforcé más por


escuchar lo que estaba murmurando. Había oido un nombre Paul o
Paula, pero el siguiente comentario acerca de que Nick estaba casado
me alerto. Nick era definitivamente el nombre de un chico. Había
debatido sacar el tema, pero si ella iba a seguir quedándose aquí y ser
una espina en mi trasero necesitaba respetar su tiempo de trabajo.

-Estas buscando una cita en tu tiempo de trabajo, y si es asunto mío-


Sus ojos se abrieron con aire de culpabilidad. Maldición, espero
haberme equivocado en eso. No sabía mucho sobre ella, pero nunca le
escucho hablar de nadie más o salir con alguien más. Supuse que era
soltera.

-Yo... No es lo que piensas- dice, sus ojos revolotearon a un lado. -Estoy


asistiendo a una función que requiere un acompañante, eso es todo.
¿Sabes qué?- Ella fingió una sonrisa perfectamente serena. -No volverá
a suceder-

-Bien-. No disfruto particularmente servir como un centro de servicios


de citas para mi asistente personal- eso no era justamente lo que
necesito, una personal feliz y molestamente enamorada a mi
alrededor.

Emma, se levantó de la silla y me arrebató la taza de cafe. -Si hemos


terminado aquí, me tomare el dia. Te alegrará ver mis zapatos
disruptivos y a mi salir por la puerta- dice dandose la vuelta

-Muy graciosa- digo. Ella me guiñe un ojo, un ojo brillante se cerro y se


volvió abrir mientras permanecía esa sonrisa que me distraía. Por un
momento tuve el repentino anhelo de tener de vuelta a Marie y su
flagrante falta de atractivo sexual. Emma Walker era mucho con lo que
lidiar, para un hombre que no quería tratar con nadie.

Con el puño envuelto con fuerza alrededor de mi bolígrafo, escucho


mientras sus zapatos barrían a la mujer mas hermosa que jamas había
visto fuera de mi almacén.

- Que terquedad- me quejo, sin saber si estoy hablando de mi o de ella.


No me tomó tiempo en instalarme de regreso a mi vida laboral. Unos
minutos despues suena mi celular, lo tomo y veo que es mi amigo.

-Taylor, que tal-

Taylor Morris era unos años más joven que yo, y un constructor
talentoso. Había trabajado con Hoteles Thompson en el pasado y yo
esperaba que pudiera ayudarme con un proyecto que traigo en mente.

-Estoy afuera, no puedo entrar- El asento sureño de Taylor sonaba


extraño en esta ciudad.

Oh, si la puerta- Seguí el camino que Enma tomó, su leve aroma


especiado me guío como un sabueso.

-Espera bajaré en un momento. Cuándo llego al ascensor Taylor me


interrumpe.

-Espera, estamos bien. Una mujer en un coche blanco simplemente es...


demonios- La palabrota que soltó se fue con un suspiró de
agradecimiento y yo puede adivinar el por qué. Apretando los dientes
imagino a Emma ofreciendole a Taylor una cálida sonrisa, sus ojos
encapuchados con pestañas negras parpadeando al pasar.

-Gracias amor- escucho a Taylor del otro lado de la línea, no era difícil
darme cuenta de que no se estaba dirigiendo a mí. Ella había estado
buscando a un soltero elegible esta tarde y terminó con las manos
vacías. No quiero que considere a Taylor. Maldición, solo con
imaginarla con otro hombre, saca el lado territorial que no había
sacado a relucir en mucho tiempo.

-Sube- le digo con un tono de voz golpedo y término la llamada. Espero


junto al ascensor, con los brazos cruzados, cuando de pronto se abren
las puertas y aparece Taylor. Se veía tan aturdido, como si cupido le
hubiera disparado en la frente con una de sus estúpidas flechas.

-¿Quién es ella?- pregunta Taylor con una sonrisa torcida.

-Mi asistente y no está disponible- agrego, molesto por el interes en la


expresión de Taylor.

Capítulos 10 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: SEAN.

Después de un incómodo silencio y con un rápido arqueo de cejas,


Taylor dejo pasar el tema. Extendió su mano y la juntamos en un
saludo.

-Que bueno verte de nuevo- dice Taylor dandome un fuerte apretón.

Taylor y yo habíamos trabajado juntos en una nueva construcción


durante las temporadas que estaba en casa cuando estaba en el
ejército. Nos conocemos ya hace tiempo, habíamos trabajado con
Hoteles Thomposon y también en otras facetas, por lo que no fue una
sorpresa que Taylor no reaccionara al ver mis piernas desnudas
asomando por debajo de un par de pantalones cortos tipo cargo. Sin
duda, Taylor había oído hablar del accidente que causaron mis
heridas.
Me aclaro la garganta. Ver a alguien por primera vez desde que
sucedió, siempre fue la parte más difícil. Reaccionaban con disculpas
torpes o casuales. Ya había escuchado de todo, desde el tipico "Gracias
por tu servicio" a "Merecido descanso amigo". No tenía una
preferencia de reacción excepto a que prefería no tener ninguna y que
no tuvieran ninguna, prefiero que no me digan nada, aveces un
silencio dice más que mil palabras.

-Lo siento por...- Taylor hizo un gesto, tratando de encontrar las


palabras correctas.

-¿Cerveza?- le ofresco para poner fin a la incómoda pausa.

-Si, gracias-Me dirijo a la cocina para tomar dos botellas de cerveza, las
destapo y le entrego una a Taylor.

¿Quieres que te de el tour?-

-Adelante- dice Taylor, dándole un trago a su cerveza. Caminamos y le


muestro mi almacén. Cuando llegamos de nuevo a la sala de estar,
digo.

-Necesito un gimnasio en casa equipado con equipo de rehabilitación.


Puede que hayas notado que no tengo que preocuparme por ampliar
el espacio de las puertas ya que no estoy en silla de ruedas, pero si la
tuviera, sólo tengo algunas puertas. En el dormitorio, la oficina y los
baños. Aparte de eso no tengo ningún problema para moverme
libremente por aquí. Algunos soldados no son tan afortunados como
yo- La mirada de Taylor recorrió mi pierna ortopédica, como si se
estuviera preguntando como un hombre podría considerarse
afortunado después de perder una parte de si mismo.

-Te estarás preguntando por que pienso de esa manera. La respuesta


es fácil. Digo que soy afortunado, apesar de perder una parte de mi
cuerpo, lo soy. No como los hombres que murieron a causa de la
granada de que voló mi pierna-
Mi comportamiento casual no hizo nada para detener la inundación de
ácido que se acumulaba en mi estómago.Y comienzo a recordar ese
amargo dia en el que yo debí de estar en el lugar de mis dos
compañeros. Alberto, ese bastardo, tenía su esposa, dos hijos y solo
tenía veintisiete años. Se arrojó sobre la granada al mismo tiempo que
Brad me empujaba al suelo. Me trago el recuerdo ácido como el
vinagre antes de continuar.

-Los hombres y mujeres que regresan a casa después de servir en el


ejército y perdieron alguna extremidad de su cuerpo durante el
servicio, llegan a apartamentos y casas con pasillos angostos, entradas
con, graderías que son demasiado altas y varios otros obstáculos que
hacen más difícil su día. Es difícil sentir que alguna vez volveras a la
normalidad. Pero no había una "normalidad", sólo la nueva
normalidad. La nueva normalidad era astuta, resbaladiza, más difícil
de controlar de lo que nunca hubiera imaginado-

Después de pasar más tiempo tratando de volver a aprender lo básico


y realinearme con mi vida anterior, acepte que no había alineacion
posible. Simplemente tendría que meterme en una nueva vida. Una
que era una sombra de la anterior. En los días buenos, me dejaba
amargado. En los dias malos...bueno, no me detenía en lo que me
hacian los días malos-

Las ideas en Taylor estaban girando en su cabeza, me di cuenta por la


forma en que el chico entrecerró los ojos mientras pensaba. Taylor
caminó a través del equipo de gimnasio alineado a lo largo de la pared
y señaló el desván de arriba.

-Supongo que no tendrás mucho uso de esa área-

-No- le digo. Mientras nos dirigimos hacia allí. Solía tener mi


dormitorio allí arriba, cerca de la salida a la azotea. Solia sentarme
afuera y disfrutar de la ciudad. Era el final perfecto para una velada.
Estrellas, edificios altos y una cerveza fría. No había estado allí desde
que había regresado a casa de forma permanente. Dónde había
abordado cada barrera física con fervor, la escalera de metal y las
barandillas eran una zona prohibida, solían ser mi parte favorita del
almacén, pero ahora representaban una pérdida. Ya no me despertaba
por la mañana para ver todo el apartamento que se extendía abajo, ni
me daba la vuelta en la cama con una chica en brazos, ni me ofrecía a
traerle el cafe por la mañana. No hay razón para subir allí ahora.

Ese recuerdo me dolía como siempre lo hacían los recuerdos de


Christina. Mi relación con ella fue la última que había tenido antes de
enlistarme. Ella estaba molesta por que yo rara la vez estaba en casa y
dijo que se mudaría. Había estado enojado, pero sobre todo herido.
Cuando regrese a casa lastimado, la llamé para ver si lo que teníamos
tenía o no remedio. Nunca respondio mi llamada. Me había enviado un
correo electrónico en lugar de llamarme, escribiendo que había
escuchado hablar de mis heridas y que lo lamentaba, pero no estaba
preparada para llevar una vida llena de complicaciones. Ser
abandonado dos veces por ella me había dolido como el infierno. Es
por eso que he decidio cerrar mi corazón al "amor", un hombre como
yo no tiene derecho a atar a nadie y que esté sólo conmigo por lástima.

-¿Qué necesitas de mí?- pregunta Taylor cons su cerveza en la mano,


sentándose en el banco de pesas, la forma en la que se acomodo
sugería que no era extraño al equipo.

Apoyo la palma de mi mano en las barras que había usado para


aprender a caminar de nuevo, el metal era un fresco recordatorio de lo
lejos que habia llegado.

-Me gustaría brindar un servicio a nuestros soldados que regresan a


casa con menos de lo que tenían que cuando se fueron. Eres un buen
contratista, conoces buenas personas y si me das una tarifa decente,
podemos ayudar mucho a hombres y mujeres a acostumbrase a su
nuevo entorno- Taylor asintió con la cabeza.

-Lo que ganarías tu es la publicidad gratuita- le digo, respondiendo a


la pregunta no formulada de Taylor. Estaba pidiendo una taza de
descuento considerablemente menor de la que el solía obtener.
-Mencionaré tu empresa en el sitio web, en los folletos, y en cada
evento realizado para recaudar fondos. Construcciones Morrison será
sinónimo de trabajo confiable y un corazón de oro-

-Corazón de oro- la boca de Taylor se torció y miró hacía la ventana, su


desordenado cabello castaño, rostro afeitado y buena apariencia de
chico de campo insinuando precisamente eso.

-Conozco algunas chicas que diferirían en ese pensamiento- dice


Taylor, en tono de broma.

-Entonces déjalas fuera de tus referencias- Le digo moviendo mis


hombros. Taylor sonríe.

-Está bien, trabajaré en un estimado-

-Puedes pensarlo, no necesitas responderme inmediatamente-

Capítulos 11 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

El lunes por la mañana, cuando entré dando grandes zancadas en el


desván del almacén de Sean, esperaba tres cosas: ningún saludo, el
sonido apagado de los papeles que se revolvían o el golpeteo del
teclado proveniente de la oficina de Sean, y una mesa de comedor
limpia para que extendiera mi laptop y mi agenda. La puerta del
ascensor se cierra detrás de mi, y yo entro tarareando la última
canción que escuché en la radio mientras conducía hasta aquí. Me
detengo en seco, Sean no estaba en su oficina, estaba boca arriba sobre
una colchoneta en el área de entrenamiento, con los brazos detrás de
la cabeza, con los auriculares puestos haciendo abdominales.
Si, sin camisa y un pcoco sudoroso, mostrando unos abdominales que
distraen por completo. No me había oído entrar, como lo demuestran
sus gruñidos cuando se aparto mechón, con los ojos cerrados y la
tensión en sus labios. Lo miró fijamente, observo los cuadritos bien
marcados de sus abdominales, la flexión de sus bíceps, los muy cortos
patalones negros, subiendo alto sobre un par de muslos de lo más
musculosos que jamás había visto y que provocan darle una mordida.

Había abierto la boca para anunciarme pero, observar a Sean con los
ojos cerrados, las pestañas oscuras sombreando sus mejillas era
fascinante. Su cabello había caído en mechones húmedos sobre su
frente, sus labios abiertos, separando esa espesa y tupida barba y
revelando unos dientes asombrosamente blancos. Me pregunto si
¿alguna vez había visto sus dientes? No, no era como si el tuviera el
hábito de sonreírme. No era fácil imaginármelo sonriendo. Estaba tan
perdida en ese pensamiento, con mis ojos recorriendo la longitud de
su curpo, sobre su pecho desnudo y bajando hasta sus piernas, que me
tomó demasiado tiempo darme cuenta de que me había pillado
boquabierta. Cuando su mirada alcanzó mi rostro, sus ojos estaban
abiertos, profundos, oscuros, de un azul marino bajo dos cejas
enojadas.

En una sentadilla final, se ajustó la pierna y la prótesis, luego apoyó los


antebrazos sobre las rodillas y recuperó el aliento.

-Buenos días- digo, luego me aclaro la garganta mientras aparto los


ojos de lo que podría ser el más hermoso espécimen masculino que
jamás había visto.

-Yo, um, no esperaba que estuvieras...- ‹Mayor mente desnudo, así de


sexy completamente distraído› me digo en mi cabeza. -aquí afuera.
¿Día lento en la oficina?- Termino la pregunga con una risa nerviosa,
una táctica obvia para cambiar de tema. Rápidamente instalé mi
laptop y saqué una carpeta con algunos formularios que Erick había
enviado a mí oficina. Elementos que requerían la atención inmediata
de Sean. Bueno, tal vez no de inmediato. Le pediría que se vistiera
antes de poder quitarme la lengua seca del paladar.
Por el rabillo del ojo, lo veo empujarse para ponerse de pie, frotar sus
abdominales tensos con una palma y alcanzar su botella de agua.
Todos sus movimientos fueron fluidos, incluso cuando puso peso
sobre su prótesis y caminó hacía la cocina. Echó un vistazo por encima
de mi hombro para admirar su trasero duro y cincelado moviendose
en esos pantalones cortos. Parpadeando para restablecer mi cerebro,
volví a la tarea de desempacar mi bolso, lo que me tomo diez
segundos. Inicie sesión en mi computadora y me sente, luego me
pongo de pie, diciendome que tal vez una taza de café me ayudaría a
despejar mi mente de esos pensamientos que se formaron en mi
cabeza al ver a Sean así.

Pero, por supuesto, que para conseguir dicha taza de café , tendría que
ir a la cocina, donde mi malhumorado y buenote jefe estaba ahora
bebiendo el contenido de una bebida deportiva. Así que vuelo a
sentarme y pego mis ojos a la pantalla de la computadora. Reviso el
correo electrónico y anoto citas en mi agenda para Emys AP, mientras
espero a que el militar caliente en shorts evacuará las instalaciones de
la cocina. Unos minutos después de mi trabajo, una taza de café
apareció en mi lado derecho, vaporizndose, cremoso con el tono
perfecto. Boquiabierta, me giro para mirar lentamente a un Sean sin
camisa, que estaba de pie junto a mí y todavia fruciendo el ceño. ¿El
me había traído café? Si, lo había hecho y yo estoy en shock.

-Supongo que piensas que es indecente de mi parte exponerte a mi


rutina de ejercicios- se queja. -Si yo fuera tú, renunciaría- Y claro, el no
perdía la oportunidad para sacar me de ahí. Pero creo que necesitará
ser mas creativo con sus tácticas. Mientras tanto, el se dio la vuelta y
se dirigió al baño, moviendo su magnífica y musculosa espalda, la vista
que tenía desde aquí era de primera nivel.

-Darme una ducha mientras estas aquí, también es indecente- grito sin
volverse para mirarme. Cierra la puerta del baño detrás de él. Agarro
mi taza de café y escucho mientas el algua comenzaba a correr,
imaginando a Sean quitandose esos shorts y deslizandose bajo el
chorro del agua completamente desnudo. Todos esos músculos
empapados de agua, sus piernas, brazos y barba masculina y peluda...
¡Dios mio! Era tanta la distracción que no hice nada en los veinte
minutos que Sean estuvo allí. Simplemente tomé un sorbo de mi café y
dejé que mi imaginación se volviera loca.

POV: SEAN

Emy se había negado a mirarme, apenas me había hablado cuando


entró. Abrí los ojos y me encuentro con los de ella y no me había
perdido que su mirada estaba clavada en mi pierna, antes de regresar
a mi rostro. Creo que la hice sentir incómoda si tenía que adivinar. Mis
pensamientso fueron a Christina, evidentemente no era la única mujer
que no quería "apuntarse" en lo que me estaba pasando.

Esta mañana había sido un experimenteo interesante en cuanto a la


reacción que obtendría del sexo opuesto si decidía saltar de nuevo a la
piscina de las citas. No fue bueno el resultado. Solía ser el tipo con
arrogancia, y esa misma arrogancia había atraido a muchas mujeres a
mi regazo y luego a mi cama. Mi vida habia cambiado a un paso
mesurado desde el incidente de la pierna. De todos los ajustes que
había hecho en mi vida, había dejado a las mujeres para el final.
Aprender a caminar, volver a estar en plena forma, trabajar en la
construcción de la organizacion benéfica es un juego de niños en
comparación a el obstáculo de las citas.

Sacudo mi cabeza mientras apoyo la prótesis contra la pared, me quito


el calcetín del y lo apoyo en el borde del fregadero ¿Qué habría hecho
ella si me hubiera visto sin la pierna? Por mucho que deseara que no
me importara, lo hace. La idea de su mortificación al verme como
menos del cien porciento hombre se registró en una parte fea y oscura
de mí.

-A la mierda- murmuro para mí mismo, empujando la tapa cerrada del


inodoro para entrar en la ducha. La había equipado con una silla de
ducha, razón por la cuál elegí usar este baño en lugar de la bañera en
el baño principal adjunto a mi dormitorio. Necesitaba reemplazar la
maldita cosa con banco para que no fuera demasiado obvio que tenía
que sentarme para ocuparme de las actividades mas básicas de la vida.
Nunca antes me había molestado, pero tener a Emma aqui es...

Me enjabono las manos y comienzo a limpiarme el cuerpo, pasando las


palmas por la parte de la pierna que queda. Ella lo sabía, oviamente,
así que no se sorprendió al ver que una parte de mi no estaba allí. Pero
hoy, había algo en ella viendo demasiado esa parte faltante de mí que
hizo que, la típicamente audaz Emma palideciera. La mayoría de los
días estaba en mi oficina, con las piernas escondidas debajo de mi
escritorio. Tal vez verme así había llevado a casa la idea de que yo era
diferente a lo que ella estaba acostumbrada. ¿A qué está
acostumbrada?. No lo se, la semana pasada había estado buscando por
teléfono desesperadamente una cita, no cuadraba. Emma no parecía
del tipo que hiciera algo desesperadamente. Es tan segura como
atrevida, excepto por hoy cuando ella no podía mirarme. Para darle
credito, yo no había sido un poco cálido con ella desde que había
comenzado a trabajar para mí.

Esa taza de café entregada hace unos minutos atras, podría ser la
primera cosa buena que había hecho por ella. Incluso me aseguré de
rociarla con la crema sabor avellana que ella guarda en mí
refrigerador. Había vertido un chorrito en mi cafe ayer, y me
sorprendí de lo bueno que sabe. Al principio me parecía como algo
afeminado, pero después de unos dulces sorbos de café con sabor a
avellana, quede enganchado. Había agregado algunos a mi servicio de
entrega de comestibles para que ella tuviera mucho a la mano ya que
había estado robando el suyo.

Dudaba que una taza de café entregada pudiera compenzar mi


condición de multimillonario discapacitado, beligerante e insultante
que se contentaba con encerrarse en su almacén privado. Lo que no
podía superar es que me molestara. Me había encontrado deseando
ser visto por ella como... bueno, como el viejo Sean, el Sean que se
había pavoneado en ambas piernas. El Sean que solía sonreír
rápidamente. Mi padre solía bromear diciendo que erea un infante de
marina sensible "Como tu viejo". Pero mi sensibilidad había sido
enterrada a favor del endurecimiento. Christina, me había acusado de
volverme duro, distante. Nunca había entendido que la guerra
requería una dureza como ninguna otra. Había hecho lo que
necesitaba para ser un buen soldado. Ahora que no era soldado, no
estaba seguro de lo que se necesitaba para ser un buen hombre.

Cierro los ojos e imagino a los chicos de mi unidad. El dolor que me


había atravesado el pie y quemado la pantorrilla cuando la granada
volo parate de mí, el dolor infernal que sentí no era nada, comparado
con el dolor que sentí cuando mis amigos respiraron por última vez
ese día en la tierra abrasadora. Y yo aquí sentado sintiendo lástima de
mi mismo como un marica. Otra razón por la que ya no disfruto de la
vista de la azotea. Momentos como este revelaron una parte rota de mi
y temo que me lanze por el borde.

-Al diablo- mascullo. Me levanto de la silla para terminar de lavar y


enjuagar, manteniendo el equilibrio agarrandome a la barra unida a la
pared de la ducha. La espuma del jabón se arremolinaba alrededor de
mi pie. Un pie fuerte que conduce a una pierna fuerte, incluso mi
pierna lesionada es fuerte. Músculos gruesos y acordonados
conduciendo hast los muslos que habían trabajado a través de
múltiples dolores para llegar a ese camino. No necesito que Emma
Walker me apruebe. No necesito la aprobación de nadie, y nunca la
necesitaré.

Cierro el agua y salgo, agarrandome de las barras de la pared para


ayudarme mientras me siento en el asiento del inodoro para secarme.

-Basta de esta mierda- murmuro para mi mismo, mientras me coloco


el calcetín y me sujetaba la pierna de fibra de carbono.

Capítulos 12 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA
Sean estuvo más callado que de costumbre el resto de la mañana y la
tarde. Ordené el almuerzo "Comida Mexicana" y opté por entregarselo
y dejarlo comer en privado. Con un recipiente de plástico para llevar
en la mano, entro en la habitación en penumbra, la única luz entrando
era por las ventanas cortesía de un día nublado. Sean no tenía
encedida la luz de su escritorio, sólo la pantalla de la computadora.
Estaba encorvado, entrecerrando los ojos, con su postura abismal.

-Si, tienes tiempo, tengo tu almuerzo- le digo. El parpadea hacía mi,


fruciendo el ceño como de costumbre, sólo que ahora podía ver su
rostro y cuello más de lo que antes había visto. Había oido el zumbido
de la máquina de afeitar y me había imaginado una gran revelación
cuado finalmente saliera. Pero se metió a su habitación, y luego a su
oficina sin deterse para mostrarme su rostro. Me había resistido a la
curiosidad hasta ahora, aún cuándo tenía una excusa justificable para
venir aquí y enfrentarlo, por que enserio, podría haber actuado más
como una adolecente hormonal mirandolo fijamente como lo había
hecho antes.

Sean se enderezó y hecho los hombros hacía atras. Su camiseta


moldeada sobre su pecho y un torso que fácilmente podía imaginar
desnudo.

-¿Cuándo fue la última vez que te paraste y te estiraste?- le digo


mientras le entrego el recipiente y un tenedor de plástico con una
montón de servilletas de papel. Estaba decidida a concentrarme en mi
trabajo, en cualquier otra cosa que no fuera la atracción que vibra en
el aire entre nosotros. Me pregunto ¿El también la siente?. Sus ojos
fueron a su almuerzo, luego a mí y me hizo la misma pregunta en una
voz baja y retumbante que sentí en mi estómago

-¿Cuando fue la ultima vez que te paraste y te estiraste?-

-Me estiro una vez por hora. Me muevo mucho, como notaste el otro
día, cuando te quejaste de mis tacones- Sus profundos ojos azules
recorrieron mis piernas como una caricia, deteneiendose en los
tacones rojos que había usado hoy. Tacones rojos y un par de
pantalones holgados de color verde militar, combinados con una
camisa blanca con botones. Informal y cool, era lo que había estado
buscando. Incluso vestía un poco informal y menos profesional que de
costumbre, por la forma en que me miraba, me sentía como si
estuviera usando un diminuto vestido en su lugar.

-Te cortaste la barba- digo, para que aparte los ojos de mi cuerpo. Se
llevo su mano hacía su rostro y sus dedos anchos y largos acariciaron
el resto de vello facial. La parte de atras de su cuello tambien estaba
bien recortada, pero se había dejado el cabello más largo, el frente caía
desordenadamente sobre su frente. La barba poblada y el cabello
despeinado le sentaban bien, pero está versión ligeramente arreglada
también le sentaba bien. Era un pensamiento extraño ya que no lo
conocía.

-Esta conversación unilateral fue divertida-. Me doy la vuela para irme


cuando el dijo mi nombre, el diminutivo que usaba para mí.

-Emy- la anticipación floreció en mi pecho ante el sonido áspero de su


voz.

-¿Si?- entrelazo los dedos frente a mí, esperando ansiosamente. El sólo


tener su atención era como una recompenza para mí.

Las cejas de Sean se inclinaron, la tristeza se filtraba en su expresión.


Sus labios se abrieron pero ninguna palabra salió. Sus ojos se
apartaron y después los fijo hacía los mios, sostendiendo su mirada
con feroz intención.

-¿Ordenaste el almuerzo para ti?- preguntó finalmente.

-No, pensaba en salir- respondo, un poco aturdida por la pregunta.

-Bien- gruño, sus rasgos se transformaron en ira, ahuyentando la


tristeza. Levantó la tapa de su comida y empuño el tenedor, cavando
para morder mientras yo permanecía de pie mirandolo. Me pregunto
si ¿Habría querido que me uniera a él?. Estaba apunto de ofrecer
cuando el levanto la cara, trago el bocado que tomó y dijo.

-Tómate el resto del día mientras estás fuera- Y ahí estaba esa línea de
una milla de ancho que ya conocía demasiado bien.

-Bien- salgo de su oficina, asegurandome de que mis tacones sonaran


lo mas fuerte posible mientras recogía mis cosas para irme.

Había planeado reunirme con Mayra, para tener un desayuno de


chicas muy necesitado en el mismo restaurante mexicano de donde
ordené la comida para Sean.

-¿Cómo te ha ido con la Bestia Thomposon?- pregunta Mayra dandole


un trago a su bebida.

-Pues, te cuento que se quejo de mis tacones, y hasta propuso que


usara crocs. ¿Lo puesdes creer? Y eso no es lo peor. Me ha despedido
al menos cinco veces- le digo, dandole un trago a mi margarita.

Mayra levanta su copa de sangria. -Creo que secretamente te encanta


que sea un desafío-

-Al principio si- levanto un dedo -Ahora es menos que un desafío y es


más una preocupación. No se si podré reemplazarme con otro
asistente ¿Quién lo aguantaría?- Tengo una empresa que dirigir y
Mayra me reemplazaba durante el día y yo trabajaba todo el fin de
semana y la mayoría de las noches hasta la medianoche, no era un
buen plan a largo plazo.

-No lo sé, Emma- Mayra se puso seria, arrugando la nariz. -Si él no va a


cooperar, tal vez deberías renunciar por completo a los Thompson.
Puede que tengan contactos adinerados, pero no son las únicas
personas ricas que viven aquí-

Y se que tiene razón. Mis propios padres son personas ricas, pero
preferían mantener en secreto lo que hago en lugar de compartir que
su hija era una sirvienta contratada. Es por eso que había optado por
ir a un banquete de lo más incómodo. Si pudiera prsentarme, hacer
algunos conocidos de alto nivel, probablemente podría dejar ir a los
Thompson.

-Tienes razón- confirmo con mi voz fuerte.

-Puedo superar la adversidad. No puedo permitirme creer que Sean


Thompson podría arruinar mi reputación por si sólo-

-Discúlpame- una voz masculina aterciopelada sonó sobre mi oido. La


expresión atónita de Mayra era algo que no podía dejar pasar. La voz
del chico hablando era muy atractiva. Me doy la vuelta y me encuentro
con dos ojos muy verdes, cabello rubio arena desgreñado y una
sonrisa de labios carnosos.

-¿Te escuché mensionar a Sean Thompson?- preguntó.

Oh no, me estaba quejado de un cliente en público, lo cuál era un gran


no-no. Y lo peor que había sido escuchada por...el la copia del propio
Chris Evans con acento sureño. Parpadeo ante el musculoso rubio.
¿Quién es esta hermosa criatura?. Espera...ya lo había visto antes. Mis
ojos se entrecerraron al mismo tiempo que los de él.

-Tú eres su asistente personal- el apuesto chico con acento sureño


sacudió su dedo, su sonrisa permaneció en su lugar. -Me dejaste entrar
cuando pase a visitar a Sean. Ya decía que me resultabas familiar-
Mayra desvió su mirada del hombre hacía mi como si estuviera viendo
un partido de ping-pong en cámara lenta.

- Oh si, claro. Es un placer conocerte oficialmente- Hago alusión a mi


profesionalismo ganado con tanto esfuerzo, dejo mi margarita y le
extiendo mi mano. -Emma Walker-

-Taylor Morris. Constructor comercial- el estrecho mi mano, y pude


notarlo. Tenía las palmas ásperas, un agarre firme. El era sexy como el
infierno. ‹y trabajará con Sean› Una parte de mí se labmentaba. Sólo
podía esperar que él no me hubiera oído despreciar a mi cliente más
rico.

-Sabes, es divertido, que chico es el mundo- dice con una sonrisa


casual. -Y sin embargo, aquí esamos-

-Si, aquí estamos- interrumpe Mayra.

-¿Conoces bien a los Thomposon?- pregunto, tratando de ser


conversacional y casual, lo cuál era más inteligente que mirar al dios
dorado con jeans deslavados y una camisa a cuadros.

-He hecho algunos trabajos para ellos en el pasado- Una sonrisa con
los labios cerrados apareció junto con uno de sus hoyuelos y casi
puedo jurar que escuché a Mayra gemir en su sangria. Le envío una
mirada de advertencia y Mayra sale de su embelesamiento.

-Gracias por decir hola- dije, y luego indagué un poco más.

-Supongo que si trabajas con Sean ¿Te veré más?-

-Me gusta eso- sus dientes superiores de cerraron sobre su labio. Y


esta vez fui yo la que tuvo que esforzarse mucho para no gimotear.

-Lástima que estés con alguien, muñeca. No es por ser demasidado


directo, pero te hubiera invitado a salir hoy si no lo estuvieras-

-¿Estar con alguien?- Mayra cuestionó. Taylor le envío una mirada


confusa.

-¿Salir con alguien? ¿Comprometida? No estoy segura de lo que dicen


aquí-

-Sean me lo dijo, pero oye sé como trabajar con una dama que
encuentro jodidamente atractiva- dice levantando las manos de una
manera encantadora y adorable.
Sentí que me ardían las mejillas. Yo solo apostaría, que este tipo emitía
encanto como un gas venenoso. Abro la boca para decir que Sean
estaba equivocado o que Sean es un idiota, pero no salió ninguna
palabra.

-Sean tiene mi información de contacto. Él y yo apenas estamos


comenzando el proyecto, así que estoy seguro que te mantendrá al
tanto pronto- dijo.

¿Proyecto?, sabía todo sobre Hoteles Thompson, ya que involucraba a


Sean. No recordaba un proyecto. De inmediato, la fascinación por la
coincidencia y Taylor se convirtió en ira y Sean Thompson estaba al
frente y al centro.

-Si estoy segura de que lo hará- dije con palabras entrecortadas.

-Encantado de conocerte Emma Walker- con un guiño para mí y un


adios con la mano para Mayra. Taylor se pavoneó de regreso a la barra
junto con sus votas vaqueras.

-Un vaquero urbano- susurró Mayra cuado sus ojos se posaron en los
míos. -Dios mio, la testosterona... No estoy acostumbrada a tanta
cantidad en una sola persona- Tomo un buen trago de mi margarita y
sólo sonrió al comentario de Mayra.

Taylor puede ser todo lo que Sean no es: encantador, sonriente y


afable, pero lo único que no podía hacer era superar a Sean Thompson
en testosterona. Independientemente de lo atractivo y tentador que
pareciera Taylor, mis pensamientos volvieron a Sean y mi indignación
aclanzo niveles apocalípticos.

-¿Qué quiso decir Sean con que no estás disponible?- Mayra preguntó
con duda. Fue comprensible, ya que sus neuronas probablemente
estaban fallando después de la breve visita de Taylor.

-No lo sé, pero voy a averiguarlo- Me puse de pie y me pongo mi bolso


al hombro, comiendome otra papa frita con salsa para el camino.
-Utiliza la tarjeta de crédito de la empresa para el almuerzo- le digo a
Mayra mientras camino hacía la salida.

-¡Espera! ¡No me dejes aquí! ¿Y si regresa?- Mayra hecho un vistaso a


Taylor, ya que se había acercado sigilosamente a una mujer rubia en el
bar. La boca de Mayra se torció. -Olvidalo-

Ya había terminado mi margarita y me hubiera estado por un tiempo


más, pero en esté momento, tenía un asunto que tratar con Sean.
¿Quién le dio el derecho de decirle a alguien que estoy con "alguien"?.
Me despido de Mayra y salgo del restaurante al estacionamiento.
Después de cerrar la puerta de mi Lexus blanco, me dirijo
directamente a la casa de Sean, aunque podría haber caminado y
hecho un buen tiempo. Los vapores de mi ira me habían impulsado a ir
tan rápido como mi V-6. Aparco mi auto, y subo con un ruido metálico.
Sean salió de la cocina con una manzana roja y un cuchillo en la mano.

-Pensé que te había dicho que te tomaras el día libre- Arrojo mi bolso
sobre la mesa del comedor y me acerco a el enfadada tan rápido, que
una brisa le levanto el cabello. Cortó un trozo delgado de manzana con
el cuchillo de gran tamaño y puso la rebanada en su lengua, la lenta
sensualidad de la acción hizo que mis pasos vacilaran. ¿Por qué
diablos...fue eso tan sexy? ‹concentrate, uno, dos...› Me obligo a centrar
mi atención en mi enfrentamiento con Sean... Y lo que sea que Taylor
fuera para él... Apoyé las manos en mis caderas.

-Taylor Morris- Sean hizo una pausa, mientras el cuchillo atravesaba la


piel de la manzana.

-Me encontré con el restaurante mexicano hace un momento. O, mejor


dicho, se topó conmigo. Me hizo saber que me habría invitado a salir si
no hubiera estado, "tomada"-

-No debería invitarte a salir- La voz de Sean era tranquila pero su


expresión se volvió pesada.
-Ese no es mi problema. Mi problema es que alguien le dijo que yo ya
estaba "tomada"- le digo ofreciendo una sonrisa forzada e impaciente.

Sean se chupo la lengua contra los dientes con un tst, era una señal
segura de que estaba irritado. Pero no menos de lo irritada que estaba
yo.

-No saldras con empleados de Thompson mientras trabajes para mí-


gruño Sean.

-No estoy al tanto de ningún negocio de Hoteles Thompson que el


señor Morris esté haciendo- cruzo los brazos sobre mis pecho en
modo de desafío.

-La respuesta es no, Emy-

-No tienes ningún derecho a decirme con quién puedo y no puedo


salir-

-No estás saliendo con Taylor-

-Pero podría-

-¡No lo harás!- dio un paso más cerca, con el labio superior curvado. -
No mientras trabaje para mí-

No tenía ningún interés en salir con Taylor. Era bien parecido, pero
tenía la palabra "problema" escrita por todas partes. Pero aún así
estaba igualmente enojada por que Sean penso que el podía controlar
mi vida personal de la misma manera que controlaba mi negocio,
rehen de la reputación.

-Puedo esperar, dado a nuestro historial, no debería pasar mucho


tiempo antes de que me despidas de nuevo- Le arrebato la manzana
de la mano y le doy un mordisco. Él da otro imponente paso más cerca
de mí, con la boca todavía masticando, dejo la fruta en la mesa detrás
de mi y me mentengo firme. A Sean le gusta que los demás crean que
era un ogro, pero yo ya lo sabía mejor. Sostuve esos profundos ojos
azules, viendo en sus profundidades un destello de algo que no me
gustaba: dolor. Lo reconoci al insantate, ya que lo había visto lo
suficiente en mí propio reflejo después de dejar la compañía de mis
padres y mi vida anterior. Los había desafiado, y aunque estaba
justificada por hacerlo, a veces me sentía mal por ir en contra de sus
deseos. Tan pronto como mi temperamento se disparó, se desvaneció.

-¿Por qué?- pregunto, dando un paso más cerca de él.

-¿Por qué, qué?-

-¿Por qué le dijiste a Taylor que estoy con alguien?- estaba tan
silecncioso cómo una estatua . También parecía una, ahora que lo
pienso.

-Ah, eso- pasa los dedos por la solapa abierta de mi camisa, el calor de
mi piel irradiando a través del material. Volteó su mano, manteniendo
sus ojos fijos en los míos y pasando el dorso de sus dedos sobre mi
pecho. No me atrevía a respirar.

Levantó el cuchillo y con un movimiento rápido, y una exhalación


sobresaltada abandonó mis pulmones. Levantó un hilo blanco y luego
lo dejo caer al suelo. Sus ojos recorrieron mi rostro antes de detenerse
en mis labios, luego en el botón de perla que estaba rozando con su
pulgar. Traté de regular mi respiración, pero era difícil inhalar cuando
el aire entre nostros estaba cargado de anhelo. Otro giro de su pulgar
sobre el botón y los ojos de Sean se posaron en los míos de nuevo.

-¿Te estoy asustando?- el me hace sentir muchas cosas, pero miedo no


era una de ellas. A menudo tenía el control. De todos, de todo. Rara vez
había una parte de mi mundo que no me perteneciera al cien
porciento. Hasta Sean, el me había desafiado en cada paso del camino.
Y cómo el sabía que yo podía manejarlo, yo sabía que el podía
manejarme.
-¿Estás tratando de asustarme?- le respondo con otra pregunta. La
inceridumbre inundo sus ojos. Hasta ahora, estaba segura de que era
alguien que Sean toleraba. Ahora me sentía como alguien a quién Sean
deseaba, tanto como yo lo deseaba.

Continúo girando el botón entre el índice y el pulgar, las comisuras de


su boca hacia abajo mientras pensaba. El péndulo colgaba de la
balanza entre nosotros y estaba decidida a dejarlo oscilar.

-Hazlo. No correré- susurro el desafío, con mis ojos puestos en los de


él. El ceño fruncido se fue, sus ojos se entrecerraron mientras
levantaba el cuchillo. Levanto la barbilla, dandole espacio. Con un giro
de su muñeca, la hoja del cuchillo se movió y otro hilo se rompió. El
botón de perla golpeó el piso de concreto del almacén con un click y la
bocanada de aire que aspire ahora estaba llena de deseo. Le ofrecí una
media sonrisa alentadora. Sean corto otro hilo, luego otro y otro. Hasta
que mis botones quedaron esparcidos por el suelo y mi camisa se
abrió. Mi pecho subía y bajaba, mientras respiraba
entrecortadamente, tan sorprendida como confundida. Tan excitada
como intrigada.

-Sean-, fuel a única palabra que salió de mis labios entreabiertos,


cuando un pensamiento repetitivo golpeo contra la parte delantera de
mi cráneo, y un encantamiento que no podía negar.

‹Bésame ›

Capítulos 13 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: SEAN

No había estado tratando de asustarla. Luego me encontre flotando


sobre ella con el cuchillo en la mano y me había asustado. Pero Emma
no tenía miedo. Ella no me vio como un mostruo, si no como un
hombre. Y ahora mismo, la mujer que yo había estado deseando
estaba de pie frente a mí.

Paso mis dedos por la piel suave y satinada de Emma de entre sus
pechos subiendo y bajando entre su sostén de encaje blanco y los voy
deslizando por su estómago plano y suave, y a lo largo de la cintura de
sus pantalones. Sus ojos color wisky se clavaron en los míos. Sus
labios carnosos se separaron mientras tomaba aire, y cada onza de de
hombre en mi, quería probar cada gota de mujer en ella.

Me inclino más cerca, la satisfacción cubriendo mi pecho cuando los


parpados de Emma se cerraron y ella se inclinó más cerca de mi.
Capturo sus labios expectantes, suavemente, y el calor me envolvió
como si todo el almacén se hubiera incendiado. El deseo quemó mi
torso, quemó mi columna, incineró mi cerebro. Toques de electricidad
recorren mi cuerpo que me hacen estremecer. Sus labios alcochados
dieron y tomaron hasta que un agudo gemido salió de su garganta.

Olía a pastel de especias y sabía mucho mejor, tiene su propia marca


de fuego, humo y sensualidad. Había pasado demasidado tiempo
desde que había tenido a una mujer en mis brazos, y esta mujer era
toda una mujer en todo el sentido de la palabra. Desde sus tacones
muy altos, hasta sus piernas largas, escondidas debajo un par de
pantalones inconvenientes, hasta la blusa delicada de la que corté
hasta el último botón y todavía anhelaba ver que había debajo de esas
prendas.

Dejo caer el cuchillo en la mesa de tras de ella y le rodeó la cintura con


el brazo libre. Ella se sumerge conmigo, permitiéndole inclinar su
espalda, su largo y negro cabello haciéndome cosquillas en el
antebrazo. Cuando nos enderezo a ambos, mi mano fue a su
mandíbula y sostuve sus labios contra los míos. Ella no se opuso.

Avanzo un paso, dos hasta que sus rodillas chocaron con mi pierna...y
mi prótesis. Sus labios se desconectaron de los míos con un sutil
chasquido, sus ojos se abrieron como platos. El fuego que ardía entre
nosotros se sofocó en el silencio colgante. Había tocado la parte de mi
que no era yo, y ahora esos ojos llenos de lujuria y deseo estaban
llenos de alarma. Cómo si hubiera recordado que estaba besando a un
hombre el cuál no estaba completo.

-Pensé que no estabas asustada- digo entre dientes. La dejo ir,


frustrado conmigo mismo por haber llegado tan lejos, por tomar lo
que quería cuando los celos cobraron vida por Taylor Morris, por el
amor de Dios. Emma no era mía para tener. Hasta hace dos segundos
lo creí. incluso podría apostar a que nisiquiera le gusto.

Empecé a alejarme de ella, sintiéndome enojado o confundido o tal vez


ambos en igual medida.

-¿A dónde vas?- me toma de la camiseta con la palma de su mano, sus


ojos fueron a mis piernas mientras yo me muevo sobre mi peso. Está
vez el calor que se encendió dentro de mi fue mi temperamenteo. Me
doy la vuelta sin la menor suavidad y me inclino.

-¿Por qué me besaste?-

-¡Tú me besaste!- me responde a la defensiva.

-Me devolviste el beso- Me acerco tanto a ella, que mi nariz


practicamente toco la suya, para probar si retrocedía. Para ver si el
recordatorio de todo lo que yo era, o de todo lo que no era, la asustaría
para siempre. Ella sólo se movio lo suficiente para levantar su
orgullosa barbilla.

-¿Entonces?-

-¿Entonces?- repito, retrocediendo para enfocarme en su rostro.

-¿Olvidaste por un segundo que tenía una discapacidad? ¿Es por eso
que me devolviste el beso?-
-Por discapacidad, supongo a que te refieres a tu horrible actitud- Ella
sostiene su mirada con la mia.

-Y no hagas eso de chuparte los dientes solo por que estas enojado-

-¿El qué...?-

-Es un tic que tienes cuando no sabes que decir- Mi lengua estaba
presionada contra la parte posterior de mis dientes frontales, lista
para hacer precisamente eso. Aprieto la mandíbula y Emma enarco
una ceja triunfante.

-No quieres que salga con Taylor por que me quieres para ti ¿no es
así?- Como ella tenía razón y el no queria admitirlo, solté una risa seca
y miro hacía las ventanas.

-Si, claro- digo con ironía. Ella puso su mano en mi mejilla. Su tacto
suave, su olor...no había nada de Emma Walker que no quisiera. Quería
sus labios sobre los mios, sus manos sobre mi, sus sonidos truncados
de intenso placer saturando el aire después de un maratón de todo un
día entre las sábanas.

Quería ser el hombre que pusiera una sonrisa en su rostro, Quería ser
el hombre que escuchara ese gemido de placer saliendo de sus
garganta commo el que salió cuando la bese hace un momento. Había
una pieza de equipo que se interponía entre llevar a Emma al cielo y
traerla de regreso. La pierna. Emma con su cuerpo perfecto para
morirse... Dios, sentía que mis hombros se marchitaban, mi ira se
desvanecia en una tristeza muda. ¿Qué demonios había estado
pensando?. El Sean que había estado buscando se había ido. El único
Sean que quedo de pie estaba frente a Emma, cuya camisa estaba
abierta porque le había cortado los botones. ¿Qué diablos está mal
conmigo?.

-Excedí mi límite. No volverá a suceder- levanto mi mano y la coloco


sobre la de ella en mi mejilla. Por mucho que quisiera girar la cara,
besar su palma y disfrutar de su comodidad, me resistí y la aparte
hacía un lado.

-Reemplazaré tu camisa- le digo secamente.

-Reemplazarás mi camisa- repitió ella, en un tono de voz apagado.

Capítulos 14 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

Tomé toda la determinación que poseía para no seguirlo cuándo se fue


furioso. Algo había sucedido justo ahora. Algo más qué ese beso
explosivo y cuándo digo explosivo, es por qué fue explosivo, como
TNT, dinamita, pólvora ¡Boom!. Me inclino para recoger uno de los
botones de perlas de plástico del suelo y lo hago rodar entre mis
dedos. ¿A qué se debió todo esto?. Un minuto estaba cortando una
manzana, y al siguiente minuto a punto de destrozar mi ropa. Mis
hombros se estremecieron al pensar en ello. No fueron escalofríos de
miedo, más bien escalofríos de deseo. En lo que a Sean se refería,
había una atracción instintiva, casi animal. Yo no me siento cómoda
con la facilidad con la que el había desconectado mi sentido común al
punto de que inconsciente repitiera"Tómame, hazme tuya" en mi
cabeza. Jamás me había sentido así con alguien, no con George. Nunca
sentí esa ansiedad de ser tomada por alguien y eso en el fondo me
aterra un poco. Por que se que si esto se llegará a repetir no podría
parar.

Volver al trabajo era la única forma de pasar la tarde, así qué, eso fue
lo que hice. Encontré una camiseta sin mangas dentro de mi bolso, me
anudo la camisa arruinada en la cintura sobre ella. Luego me siento,
apoyo los dedos en el teclado y reviso mi correo electrónico. Había
treinta de ellos, la distracción perfecta de la unión de labios qué me
había dejado caliente y demasiado molesta. Manejo algunos correos de
la secretaría de Erick con facilidad. Si, Sean asistiría a la cena en el Ritz
Carlton, un lujoso salón de banquetes donde Erick había invitado a
muchos dueños de empresas, para codearse con costosos trajes.

Aún faltaban algunos meses, así que no me molesté en comentárselo a


Sean, tal vez, él iría por que lo obligué, o tal vez ya me habría
despedido para ese tiempo y no iría, y ese ya no sería mi problema.
Algunos correos electrónicos de Mayra, donde me decía que no se
había quedado en el restaurante para coquetear con Taylor un poco
más, si no que había regresado a la oficina para responder algunos
correos desde mi cuenta principal. ‹Gracias a dios por ella›, pensé con
un suspiro de alivio. Respondí algunas de las preguntas de Mayra
sabiendo que sus preocupaciones habían terminado en el momento en
que presioné ENVIAR. Mayra podía manejar los asuntos más
importantes sin mí. Doy un respiro profundo de logro, considerando el
por que amaba ser asistente personal. Quitar el peso de los hombros
de mis clientes fue sencillo para mí y un cambio en la vida de ellos. Es
posible que mis padres pensaran que mi destino estaba en
convertirme en presidenta de Financiera Walker, pero cuando le di la
vuelta a ese título en mí cabeza, sentí que se me arrugaba la nariz.

Podría estar ahí ahora mismo. Vistiendo un traje pantalón beige y


llevando una calculadora en la mano. Sentada en una oficina beige con
alfombra y paredes beige. Viviendo una vida beige. Una ola de náuseas
me invadía, cada vez qué imaginaba esa situación. Aparto mi atención
de la pantalla para mirar alrededor del lugar. Equipo de ejercicio,
negro y plateado. Con alfombra azul. Ladrillos a la vista de color rojo,
calcomanías amarillas de advertencia en el ascensor del almacén para
cualquier negocio que lo hubiera precedido. La mesa del comedor
dónde estoy sentada ahora rodeada de sillas que no hacen juego, cada
estructura de madera rústica adornada con un cojín con un estilo de
tapiz diferente.

En lugar de beige, mi vida es de un color vibrante. Paso un dedo por un


nudo en la madera de la mesa. Y maldición si ese color no hubiera
estallado en un caleidoscopio de Neón cuando los labios de Sean
tocaron los míos. Arg..ya estoy pensando en el beso de nuevo. Con un
suspiro, presiono un botón para imprimir el correo electrónico que
había estado leyendo, y tarde me di cuenta de qué no estoy en mi
oficina.

-¡Mierda, mierda, mierda!- siseo, presionando el botón de CANCELAR


repetidamente. Desde la cueva de Sean, la impresora tarareaba. Y ya
era demasiado tarde. Poniéndome de pie, me paso las manos por los
pantalones y me aliso el pelo. Había planeado terminar
tranquilamente mi trabajo e irme sin verlo de nuevo, pero no hay tal
suerte. Sin ocultar que me dirigía hacía él cuando mis tacones
resonaron en el suelo de concreto.

OK, el beso ya había sucedido, el incidente del botón había ocurrido.


No había vuelta atrás, independientemente de cómo nos sintiéramos
cualquiera de los dos al respecto, yo iba a seguir trabajando aquí.
Entonces me ocuparé del aquí y el ahora.

Cómo el sol brillaba, la guarida de Sean veía iluminada en vez de


tenebrosa. Ningún fuego crepitó en el lugar hoy. También a diferencia
de lo habitual, él no estaba en su escritorio, estaba de pie junto a la
impresora.

-¿Esto es tuyo?- me pregunta, ofreciéndome una hoja de papel.

-Si, presioné el botón de imprimir por accidente- no pude evitar


explicar.

-Mi impresora es tu impresora- murmura. Acepto el documento y Sean


hundió las manos en los bolsillos de sus vaqueros, flexionando los
antebrazos con el movimiento.

-Yo no estaba...-un silencio incómodo nos invade

Yo no debería- dijimos al mismo tiempo. El frunció los labios y yo miro


mis zapatos.
-Adelante- me dice. Yo iba a decir que no me ofendí cuando me beso.
Pero ahora que había tenido una milésima de segundo para pensarlo,
tal vez deberia de fingir que el beso no sucedió. Lo cuál es...imposible.
Estar tan cerca de él, es todo en lo que puedo pensar.

-No debería de haber arruinado tu camisa- dijo

-Te desafié a hacerlo-

-¿Por qué?- Sus cejas se comprimieron junto con sus labios.

-Por qué has aceptado el papel de bestia, pero no creo que seas así-
Dejo qué mi mirada se detenga en su rostro antes de rastrear su
cuerpo. -Y por qué me gustan los desafíos-

-¿A ti?- Da un amplío paso hacía mi. Igualo su movimiento y doy un


paso más cerca de él.

-Si, no me cohibo fácilmente- Sean enreda mi cabello entre sus dedos.


Me da una mirada, una mirada de anhelo y dolor mezclándose en sus
ojos.

-Estaba a punto de mentir y decir que no debí haberte besado- dice. Y


un escalofrío sube por mi columna al recordar los firmes que se
sentían sus labios contra los míos.

-Tal vez... No debiste de haber parado- digo en voz baja. Sus manos se
movieron para agarrar mis hombros y bajo la cabeza, más y más
cerca...

Con sólo un cosquilleo de aire cálido entre nuestras bocas abiertas, el


sonido inconfundible de la puerta del ascensor me sacudió como un
susto. Sean parecía tan alarmado como yo me sentía, sacudiendo la
cabeza hacía un reloj de cara ancha detrás de su escritorio.

-¡Llegamos temprano!- llegó la voz de una mujer.


-¿Quién es?- pregunto a toda prisa, el sonido de un intruso me callo
como un balde de agua helada sobre mi cabeza.

-Mi cuñada Miranda- Las alarmas se dispararon a través de mi cuerpo


‹fantásticos, que oporutna› Me humedezco los labios y me alejo de
Sean, a quién permiti que la palma de su mano se deslizara por mi
brazo antes de asentir brevemente como si todo estuviera bien.

Excepto por el hecho de que yo estaba tratando de ganarme a Miranda


y Erick, todo estaría bien. Me arreglo el pelo y me arreglo la camisa,
que era básicamente inútil, ya que los hilos sobresalían aquí y alla de
los botones que faltaban. Tal vez Miranda no se da cuenta. Con la
barbilla levantada, salgo de la oficina de Sean, el papel en mi mano me
ayudaba a parecer como si hubiera estado allí por un asunto
relacionado con el trabajo.

Miranda parpadeó hacía mi, tratando de reconocer mi rostro. No


podría estar segura de que Erick le hubiera dicho a su esposa que yo
iba a pretender ser un empleada más de Emys AP en lugar de su
fundadora. Con un movimiento rápido de cabeza, esperaba comunicar
eso, me adelanto con la mano extendida.

-Soy Emma, la asistente personal de Sean-

-Por supuesto- Miranda asintió demasiado vigoroso. Ella sabía mucho.

-Conoces a mi esposo Erick Thompson-

-Erick, me alegro de verte- Le estrecho la mano a continuación. Tal vez


esto rozaba a la tontería, pero Sean no apreciaría ningún nivel de
intriga, por lo que no estaba dispuesta a admitir que le había estado
mintiendo todo el tiempo. Eventualmente le diría que yo soy la dueña
de Emy AP.

-Debería irme. Hemos terminado por hoy ¿no?- Dirigí la pregunta a


Sean. Sus manos, ahora metidas en los bolsillos traseros, ensanchaban
su delicioso pecho y sus musculosos hombros. Me concentro a
empacar mis cosas en lugar de babear por él, para que todos los
Thompson lo vieran.

-Si, terminamos por el día de hoy- El dijo, su mirada persistente se


iluminó con desafío.

-Gracias Emma- Mi nombre completo sonaba extraño en su lengua,


pero claro, no podía llamarme Emy ¿o sí?

-De nada. Hasta la próxima semana- y en dos minutos estaba


empacada y lista para partir. La puerta del ascensor se abrió mientras
caminaba hacía este, revelando a un hombre gigante con cabello largo
hasta los codos que caminaba del brazo de una pequeña y hermosa
rubia. Ese hombre tenía que ser Noah Thompson.

Sean hizo las presentaciones rápidamente, pero como no había


necesidad de mentir ya que nunca había conocido a Noah, fueron
mucho más fáciles. Melanie, la novia de Noah, fue agradable al instante
en el momento en que sonrió dijo. -Me encantan tus zapatos-

-Gracias. Estoy segura que Sean no piensa lo mismo, se canso de que


anduviera dando vueltas por aquí todo el día, pero son mi debilidad-

Capítulos 15 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

Cada parte de su pedido fue dicho a través de sus dientes apretados, y


yo sentí que mis cejas se cejas se levantaban. Había hablado como un
hombte que pide ayuda.. Eso es música para mis oidos. Manejar tareas
que la gente temía, siempre me habían dado un sentimiento de
suprema satisfacción.
-Se trata de que contactes a Taylor- se aclara la garganta y termina con
un gruñido.

-Con quién confio que no saldrás desde que te lo pedí- su tono era más
petulante que gruñon.

-No recuerdo que me hayas preguntado- respondo, apoyando mi


cadera en el mostrador, disfrutando la inquietud de Sean.

- El, es una pieza importante de lo que estoy creando y no necesita una


distracción-

-Ja- me cruzo de brazos. -Ni que fuera hiedra venenosa- No podría


hacerle nada a Taylor en contra de su voluntad. Los hombres poseen
autocontrol, pero luego recordé mis botones tintineando en el piso de
concreto de Sean. Y no, no había ejercido mucho control con él, pero
era porque yo no había querido. ¿El no podía ver eso?.

-Bien- levanto la mano como si estuviera haciendo un juramento.

-Juro que no seduciré a Taylor con mis artimañas potentes y exóticas,


y que Dios me ayude- La boca de Sean comenzo a sonreír hasta que yo
pregunté .

-¿Te puedo pedir un pequeño favor?, si aceptas, claro- Era


impresionate la cantidad de líneas que podía provocar en su frente.

-Se mi cita falsa el próximo sábado, para que no me vea obligada a


preguntarle a Taylor- Estaba desesperada, Mayra había volcado cada
piedra y además de su hermano de veintitres años que vive en
Chicago, no tenía otras opciones.

-¿Cita falsa para qué?

-Ceremonia de gala- ‹‹banqueros snob y los insultos cuidadosamente


medidos de mis padres››. Pero lo más importante aún, un lugar donde
Sean sería reconocido. Presentarme con un Thompson era tan bueno,
como obtener su sello de aprobación en ese grupo. Impresionaría a los
clientes, simplemente estando allí con Sean.

-Olvídalo- dice. Y eso era exactamente lo que esperaba que el dijera.

-Bien- me encojo de hombros y camino hacía el comedor gritando por


encima de mi hombro.

-Estoy segura de que Taylor se vería genial en un esmoquin-

-EMY- y ahí está, eso sono como un gruñido. Lo ignoró, me siento


frente a mi computadora portátil y tecleo mi contraseña.

Él se quedo flotando mientras yo abría y leía el correo electrónico que


me había enviado.

-Necesito un sitio web y una página de preguntas frecuentes- dice


señalando la lista con viñetas. -Y un contaco que no sea yo. Además,
una forma de aceptar donaciones en línea-

Dejé que sus solicitudes se absorbieran mientras revisaba la lista y los


párrafos de descripciones cuidadosamente preparadas para algo
llamado "Corazon de oro, ayuda para veteranos"

-¿Estás trabajando en una organización benéfica?- pregunto


sorprendida.

-Si-

-Eso es lo que has estado haciendo en lugar de ser director de


operaciones en Hoteles Thompson- fijo mi mirada en él, viéndolo de
una manera diferente a como lo había hecho hace un momento. Este
hombre que había perdido tanto, queria devolver algo. Es como si se
hubiera levantado una cortina que bloqueaba la luz.

-¿Puedes ayudarme o no?- Y corrección, la cortina definitivamente se


había abierto y no levantado.
-Tú hermano me paga para hacer el trabajo de Hoteles Thompson, por
lo qué es posible que tengas que tomar el relevo del director de
operaciones, mientras trabajo en esto- hice un gesto hacía la pantalla,
sabiendo que entregaría la mayoría de los elementos a terceros en
lugar de preocuparme por los detalles yo misma, pero el no lo sabía.
Va a llevar tiempo lo sé. Pero en cuánto Sean se acostumbrara a
Hoteles Thomposon, podría volver a ocupar mi puesto en mi propia
empresa. Si alguna vez tenía la esperanza de reemplazarme con otro
asistente, Sean tomaría las riendas del negocio de Thomposon, eso era
lo primordial.

-Bien- dice entre dientes, y yo me resistí a dar puñetazos al aire en


celebración.

-Perfecto- le ofresco una carpeta.

-Las notas y los números de la reunión de la próxima semana. Tu


hermano quiere tu opinión, y dado que aún no los he leído no podre
resumirlos en cinco o diez preguntas como lo hago normalmente- Sus
ojos se entrecerraron como si sospechara algo sucio. Sonrío, haciendo
todo lo posible para proyectar inocencia.

-Me pondré a trabajar para encontrar un webmaster, asegurar una


página de inicio y diseños relacionados con el sitiio web y descubrir
los mejores metadatos para tu organizacion benefica-

-No hay necesidad de exagerar- me arrebató la carpeta.

-¿Sean?- Deja escapar un suspiro como si supiera lo que venía.


Deteniendose antes de llegar a su oficina y balanceandose sobre sus
talones mientras estudiaba el techo.

-Entonces ¿la próxima semana estás disponible?- el no lo sabía, pero


me estaba haciendo un gran favor.

-Odiaría someterte a Taylor- sonrió. Y el levanta una ceja.


-¿Tienes un esmoquin?- pregunto o ¿necesito conseguirte uno?- él se
gira, haciendo rodar el archivo con ambas manos como si fuera un
tubo. Trato de no firjarme en la forma en que estaba curvando los
bordes de los papeles perfectamente planos dentro del folder.

-Ambos, tengo un esmoquin, pero necesito que me consigas uno- él me


mira cuando dice. -La ropa no me queda bien ahora que soy un
hombre diferente- Le doy vuelta a la frase "un hombre diferente"
durante más tiempo del que debería, preguntándome, aparte de lo
obvio, que lo había cambiando. Y si él estaba tratando de convertirse
en lo que solía ser o crear a alguien completamente nuevo.

POV: SEAN

Emma había hecho arreglos para qué el sastre viniera a mi almacén, lo


cual agradecí , ya que siginficaba que no tenía que ir al centro
comercial y lidiar con la gente y el tráfico. Tampoco ella estaba aquí
para supervisar el proceso, lo cuál también aprecié.

-Es mejor que no sea una boda- le digo al hombre de cabello blanco
que actualmente estaba midiendo mi entrepierna.

-O un evento de caridad- agregue. No neceistaba reconocimiento por


ayudar a los demás. Bastaba con hacerlo.

El sastre siguió trabjando en silencio y renuncié a expresar mi letanía


de deseos. Cualquiera qué sea la "ceremonia elegante " a la que Emma
me había invitado, no importaba. Estaré atado, presionado y presente
como lo habia estado en una serie de eventos formales a los que mi
padre nos habia arrastrado a mi y a mis hermanos a lo largo de los
años.

-Te lo tendre el jueves por la tarde- me dice el sastre. -Ten cuidado de


no quitar los alfileres cuando te lo quites-
Me fui a mi habitación y con cuidado me quité el traje, me puse los
vaqueros y la camiseta, le devuelvo el esmoquin marcado con tiza y
con alfileres al hombre mayor.

- La sastrería es un arte perdido- le digo. Con el traje en su mano, el


sastre alzo su ceja y una vez más no dijo nada. Es por eso que no
iniciaba conversaciones. La charla trivial nunca había sido mi fuerte.
Ese gen se había saltado a Erick y a mí y se lo habían dado en medidas
triples a Noah.

-Qué tenga buen día. Señor Thompson- abro el ascensor y acompaño a


mi invitado, luego camino hacía la ventana y examino la calle de abajo.
Está era mi parte favorita de la ciudad. Una área donde los altos
rascacielos de nueva construcciones brillaban como espejos junto a las
iglesias rústicas y centenarias. El almacén había sido un taller
mecánico abandonado cuándo lo encontré y lo había reparado por
completo para vivir en el. Dejé la planta baja vacía, pensando que
instalaría enormbes puertas de garaje para estacionar mi flota de
automóviles caros en el. Pero la cosa era que, nunca compre una flota
de nada.

Me había enlistado al servicio de la infantería de marina


repetidamente durante los últimos diez años, que las posesiones
materiales pasaron a un segundo plano en el mundo real. Mientras
estaba fuera de la base, usaba mi tiempo en casa para relajarme,
hablar con mi familia y contactarme con novias viejas o nuevas. Sólo
me tomó unos pocos días volver a caer en mi ser predestinado. Esté
combate de recuperación estaba tomando mucho trabajo.

Cuándo regrese a casa el año pasado, había planeado en esconderme


en casa y no ir a ningún lado. Al menos, ese había sido el caso hasta
hace poco. No sabía por que las cosas habían cambiado. El otoño se
acercaba, lo que siginficaba noches mas frias y días frescos. Pronto
estaría más frío, el viento soplando y algunos días más fríos que otros.
La temporada perfecta para quedarse en casa, mantenerse caliente y
trabajar en mi proyecto favorito.
Había querido que me dejaran sólo. Ese tiempo pasado se retrasó aún
más en el pasado después de que mi familia se negara a dejar de
presentarse con comida para llevar y después de que contacte a
Taylor. Y después de que besé a mi asistente. Y sobre eso, me siento
entrelasado con Emma, no sólo por que la había tenido tan cerca y
haber probado su boca. La había dejado convencerme para que la
acompañara a un evento sin nombre al que me vestiría como un
pingüino para asistir. Le había hecho creer que estaba de acuerdo para
que no le preguntara a Taylor, pero mis necesidades eran más
profundas que las de un macho que compite. Ser necesitado era una
rara ocasión en mi vida. Ser necesitado por una mujer era aún más
raro.

Me pongo los zapatos y me guardo las llaves en el bolsillo, partiendo


hacía un destino que había estado postergado durante semanas,
meses. Para visitar a la viuda de Alberto. Me había vuelto a conectar
con Amanda. Sabía muy bien como era crecer sin un padre; mi propia
madre había muerto cuando era un niño. Quiero arreglar las cosas con
Amanda, ayudarla a ella y a sus hijos en todo lo que pueda. Amanda
había sido cortes y agradable cuando le pregunté si podía honrar a
Antonio publicando la foto de los tres, Brad y yo incluidos, en el sitio
web de "Corazón de oro, ayuda para veteranos". Ella nos había
deseado lo mejor y me conto que estaba saliendo con alguien. Con un
gran chico con el que solía salir cuando estaba en la escuela
secundaria. El ama a sus hijos según me conto. Saber qué estaba
siguiendo adelante, qué tenía a alguien qué la amaba, que los hijos de
Antonio eran amados, me había facilitado deshacerme de una parte de
la culpa que se había acumulado por la muerte de mi amigo.

La viuda de Brad, Rose, era otro tema completamente distinto. Ella


sólo tenía veintidos años cuándo el murio. Llevaban casados solo unos
meses. Se me retorcía el estómago cada vez que pensaba en ella.
Arranco el motor de mi auto y sigo la ruta que había recorrido muchas
veces, sólo para no llegar a la casa de Rose. Me pregunto si llegaría allí
hoy o me detendría en el borde de su vecindario y regresaría a casa.
Había sido un héroe elogiado, pero después de mis heridas y cirugías,
comprendí que nunca estaría a la altura de los dos hombres que
habían salvado mi patética vida, por lo tanto no me sentía como tal. Me
sentía com un inválido, y no por la pierna, me sentía como un inválido,
por qué, cuándo podría haber salvado a dos hombres, uno padre,
ambos maridos, no lo hice. Mi consejera en el hospital me recordó
repetidas veces que no había tenido un segundo para reaccionar, y ella
tenía razón. No lo había tenido. Un segundo atrás me había estado
riendo de las horribles poco inventivas bromas de Brad y al siguiente
mis oidos zumbaban y tenía arena en los ojos, y luego el dolor. Dios
era una hobrrible dolor, era abrazador como atizadores rojos a travez
de mi pie y pierna.

Había tenido un infierno de dolor fantasma después. El médico militar


me explicó que se debía a que mi pie habia sufrido un daño tan grave
que mi cerebro se aferró a la imagen que podía evocar hasta el día de
hoy sin esforzarme demasiado. Superarlo había requerido mucha
meditación y un breve período con anteojos de prisma para que viera
dos piernas enteras en lugar de una y media. Pero yo había
sobrevivido, me había rahabilitado a pesar de que me hacía sudar el
simple hecho de presionar mi prótesis. Había aprendido a durcharme
sin ella, tenía cuiddo de no beber demasiada agua antes de acostarme
para no tener que levantarme a orinar en medio de la noche y
preocuparme por ponérmela. Había aprendido a moverme sin
tambalearme ni cojear notablemente, mi nueva manera de andar
estaba muy lejos de mi forma de andar suave y segura de antes.Giro a
la izquierda cuándo mi GPS me lo indicó, aunque conocía la ruta de
memoria, la había recorido en cuánto pude conducir.

El tráfico se volvió borroso cuando me puse en piloto automático, mi


mente vuela a las curvas y caderas gruesas de Emma, perfectas para el
agarre de un hombre. Su cabello oscuro, ojos profundos y oscuros.
Quería saber como se movía durante el sexo. Escuchar si ella gemía o
maullaba o estaba tan callada com un ratón de iglesia. Quería saber de
que color eran sus pezones en las puntas de sus exuberantes senos.
Un bocinazo lejano me sacó de mi imaginación. Me paso una mano por
el pelo y suelto un suspiro aspero. Si juego bien mis cartas, tal vez
descubriría exactamente los sonidos que ella hace y su aliento caliente
en mi oído. No había tenido que lidiar con mujeres o sexo durante
mucho tiempo. Había dividido mi vida en medicamentos, dieta
rehabilitación y luego la caridad, agregando desafíos a medida que
otros se volvian rutinarios o se desvanecían por completo. El sexo es
sólo otro desafío para maracar en mi lista o eso era lo que me seguía
diciendo a mi mismo.

Capítulos 16 - Domando a la Bestia Millonaria

<< PrevioSiguiente >>

POV: EMMA

Cada parte de su pedido fue dicho a través de sus dientes apretados, y


yo sentí que mis cejas se cejas se levantaban. Había hablado como un
hombte que pide ayuda.. Eso es música para mis oidos. Manejar tareas
que la gente temía, siempre me habían dado un sentimiento de
suprema satisfacción.

-Se trata de que contactes a Taylor- se aclara la garganta y termina con


un gruñido.

-Con quién confio que no saldrás desde que te lo pedí- su tono era más
petulante que gruñon.

-No recuerdo que me hayas preguntado- respondo, apoyando mi


cadera en el mostrador, disfrutando la inquietud de Sean.

- El, es una pieza importante de lo que estoy creando y no necesita una


distracción-
-Ja- me cruzo de brazos. -Ni que fuera hiedra venenosa- No podría
hacerle nada a Taylor en contra de su voluntad. Los hombres poseen
autocontrol, pero luego recordé mis botones tintineando en el piso de
concreto de Sean. Y no, no había ejercido mucho control con él, pero
era porque yo no había querido. ¿El no podía ver eso?.

-Bien- levanto la mano como si estuviera haciendo un juramento.

-Juro que no seduciré a Taylor con mis artimañas potentes y exóticas,


y que Dios me ayude- La boca de Sean comenzo a sonreír hasta que yo
pregunté .

-¿Te puedo pedir un pequeño favor?, si aceptas, claro- Era


impresionate la cantidad de líneas que podía provocar en su frente.

-Se mi cita falsa el próximo sábado, para que no me vea obligada a


preguntarle a Taylor- Estaba desesperada, Mayra había volcado cada
piedra y además de su hermano de veintitres años que vive en
Chicago, no tenía otras opciones.

-¿Cita falsa para qué?

-Ceremonia de gala- ‹‹banqueros snob y los insultos cuidadosamente


medidos de mis padres››. Pero lo más importante aún, un lugar donde
Sean sería reconocido. Presentarme con un Thompson era tan bueno,
como obtener su sello de aprobación en ese grupo. Impresionaría a los
clientes, simplemente estando allí con Sean.

-Olvídalo- dice. Y eso era exactamente lo que esperaba que el dijera.

-Bien- me encojo de hombros y camino hacía el comedor gritando por


encima de mi hombro.

-Estoy segura de que Taylor se vería genial en un esmoquin-

-EMY- y ahí está, eso sono como un gruñido. Lo ignoró, me siento


frente a mi computadora portátil y tecleo mi contraseña.
Él se quedo flotando mientras yo abría y leía el correo electrónico que
me había enviado.

-Necesito un sitio web y una página de preguntas frecuentes- dice


señalando la lista con viñetas. -Y un contaco que no sea yo. Además,
una forma de aceptar donaciones en línea-

Dejé que sus solicitudes se absorbieran mientras revisaba la lista y los


párrafos de descripciones cuidadosamente preparadas para algo
llamado "Corazon de oro, ayuda para veteranos"

-¿Estás trabajando en una organización benéfica?- pregunto


sorprendida.

-Si-

-Eso es lo que has estado haciendo en lugar de ser director de


operaciones en Hoteles Thompson- fijo mi mirada en él, viéndolo de
una manera diferente a como lo había hecho hace un momento. Este
hombre que había perdido tanto, queria devolver algo. Es como si se
hubiera levantado una cortina que bloqueaba la luz.

-¿Puedes ayudarme o no?- Y corrección, la cortina definitivamente se


había abierto y no levantado.

-Tú hermano me paga para hacer el trabajo de Hoteles Thompson, por


lo qué es posible que tengas que tomar el relevo del director de
operaciones, mientras trabajo en esto- hice un gesto hacía la pantalla,
sabiendo que entregaría la mayoría de los elementos a terceros en
lugar de preocuparme por los detalles yo misma, pero el no lo sabía.
Va a llevar tiempo lo sé. Pero en cuánto Sean se acostumbrara a
Hoteles Thomposon, podría volver a ocupar mi puesto en mi propia
empresa. Si alguna vez tenía la esperanza de reemplazarme con otro
asistente, Sean tomaría las riendas del negocio de Thomposon, eso era
lo primordial.
-Bien- dice entre dientes, y yo me resistí a dar puñetazos al aire en
celebración.

-Perfecto- le ofresco una carpeta.

-Las notas y los números de la reunión de la próxima semana. Tu


hermano quiere tu opinión, y dado que aún no los he leído no podre
resumirlos en cinco o diez preguntas como lo hago normalmente- Sus
ojos se entrecerraron como si sospechara algo sucio. Sonrío, haciendo
todo lo posible para proyectar inocencia.

-Me pondré a trabajar para encontrar un webmaster, asegurar una


página de inicio y diseños relacionados con el sitiio web y descubrir
los mejores metadatos para tu organizacion benefica-

-No hay necesidad de exagerar- me arrebató la carpeta.

-¿Sean?- Deja escapar un suspiro como si supiera lo que venía.


Deteniendose antes de llegar a su oficina y balanceandose sobre sus
talones mientras estudiaba el techo.

-Entonces ¿la próxima semana estás disponible?- el no lo sabía, pero


me estaba haciendo un gran favor.

-Odiaría someterte a Taylor- sonrió. Y el levanta una ceja.

-¿Tienes un esmoquin?- pregunto o ¿necesito conseguirte uno?- él se


gira, haciendo rodar el archivo con ambas manos como si fuera un
tubo. Trato de no firjarme en la forma en que estaba curvando los
bordes de los papeles perfectamente planos dentro del folder.

-Ambos, tengo un esmoquin, pero necesito que me consigas uno- él me


mira cuando dice. -La ropa no me queda bien ahora que soy un
hombre diferente- Le doy vuelta a la frase "un hombre diferente"
durante más tiempo del que debería, preguntándome, aparte de lo
obvio, que lo había cambiando. Y si él estaba tratando de convertirse
en lo que solía ser o crear a alguien completamente nuevo.
POV: SEAN

Emma había hecho arreglos para qué el sastre viniera a mi almacén, lo


cual agradecí , ya que siginficaba que no tenía que ir al centro
comercial y lidiar con la gente y el tráfico. Tampoco ella estaba aquí
para supervisar el proceso, lo cuál también aprecié.

-Es mejor que no sea una boda- le digo al hombre de cabello blanco
que actualmente estaba midiendo mi entrepierna.

-O un evento de caridad- agregue. No neceistaba reconocimiento por


ayudar a los demás. Bastaba con hacerlo.

El sastre siguió trabjando en silencio y renuncié a expresar mi letanía


de deseos. Cualquiera qué sea la "ceremonia elegante " a la que Emma
me había invitado, no importaba. Estaré atado, presionado y presente
como lo habia estado en una serie de eventos formales a los que mi
padre nos habia arrastrado a mi y a mis hermanos a lo largo de los
años.

-Te lo tendre el jueves por la tarde- me dice el sastre. -Ten cuidado de


no quitar los alfileres cuando te lo quites-

Me fui a mi habitación y con cuidado me quité el traje, me puse los


vaqueros y la camiseta, le devuelvo el esmoquin marcado con tiza y
con alfileres al hombre mayor.

- La sastrería es un arte perdido- le digo. Con el traje en su mano, el


sastre alzo su ceja y una vez más no dijo nada. Es por eso que no
iniciaba conversaciones. La charla trivial nunca había sido mi fuerte.
Ese gen se había saltado a Erick y a mí y se lo habían dado en medidas
triples a Noah.

-Qué tenga buen día. Señor Thompson- abro el ascensor y acompaño a


mi invitado, luego camino hacía la ventana y examino la calle de abajo.
Está era mi parte favorita de la ciudad. Una área donde los altos
rascacielos de nueva construcciones brillaban como espejos junto a las
iglesias rústicas y centenarias. El almacén había sido un taller
mecánico abandonado cuándo lo encontré y lo había reparado por
completo para vivir en el. Dejé la planta baja vacía, pensando que
instalaría enormbes puertas de garaje para estacionar mi flota de
automóviles caros en el. Pero la cosa era que, nunca compre una flota
de nada.

Me había enlistado al servicio de la infantería de marina


repetidamente durante los últimos diez años, que las posesiones
materiales pasaron a un segundo plano en el mundo real. Mientras
estaba fuera de la base, usaba mi tiempo en casa para relajarme,
hablar con mi familia y contactarme con novias viejas o nuevas. Sólo
me tomó unos pocos días volver a caer en mi ser predestinado. Esté
combate de recuperación estaba tomando mucho trabajo.

Cuándo regrese a casa el año pasado, había planeado en esconderme


en casa y no ir a ningún lado. Al menos, ese había sido el caso hasta
hace poco. No sabía por que las cosas habían cambiado. El otoño se
acercaba, lo que siginficaba noches mas frias y días frescos. Pronto
estaría más frío, el viento soplando y algunos días más fríos que otros.
La temporada perfecta para quedarse en casa, mantenerse caliente y
trabajar en mi proyecto favorito.

Había querido que me dejaran sólo. Ese tiempo pasado se retrasó aún
más en el pasado después de que mi familia se negara a dejar de
presentarse con comida para llevar y después de que contacte a
Taylor. Y después de que besé a mi asistente. Y sobre eso, me siento
entrelasado con Emma, no sólo por que la había tenido tan cerca y
haber probado su boca. La había dejado convencerme para que la
acompañara a un evento sin nombre al que me vestiría como un
pingüino para asistir. Le había hecho creer que estaba de acuerdo para
que no le preguntara a Taylor, pero mis necesidades eran más
profundas que las de un macho que compite. Ser necesitado era una
rara ocasión en mi vida. Ser necesitado por una mujer era aún más
raro.
Me pongo los zapatos y me guardo las llaves en el bolsillo, partiendo
hacía un destino que había estado postergado durante semanas,
meses. Para visitar a la viuda de Alberto. Me había vuelto a conectar
con Amanda. Sabía muy bien como era crecer sin un padre; mi propia
madre había muerto cuando era un niño. Quiero arreglar las cosas con
Amanda, ayudarla a ella y a sus hijos en todo lo que pueda. Amanda
había sido cortes y agradable cuando le pregunté si podía honrar a
Antonio publicando la foto de los tres, Brad y yo incluidos, en el sitio
web de "Corazón de oro, ayuda para veteranos". Ella nos había
deseado lo mejor y me conto que estaba saliendo con alguien. Con un
gran chico con el que solía salir cuando estaba en la escuela
secundaria. El ama a sus hijos según me conto. Saber qué estaba
siguiendo adelante, qué tenía a alguien qué la amaba, que los hijos de
Antonio eran amados, me había facilitado deshacerme de una parte de
la culpa que se había acumulado por la muerte de mi amigo.

La viuda de Brad, Rose, era otro tema completamente distinto. Ella


sólo tenía veintidos años cuándo el murio. Llevaban casados solo unos
meses. Se me retorcía el estómago cada vez que pensaba en ella.
Arranco el motor de mi auto y sigo la ruta que había recorrido muchas
veces, sólo para no llegar a la casa de Rose. Me pregunto si llegaría allí
hoy o me detendría en el borde de su vecindario y regresaría a casa.

Había sido un héroe elogiado, pero después de mis heridas y cirugías,


comprendí que nunca estaría a la altura de los dos hombres que
habían salvado mi patética vida, por lo tanto no me sentía como tal. Me
sentía com un inválido, y no por la pierna, me sentía como un inválido,
por qué, cuándo podría haber salvado a dos hombres, uno padre,
ambos maridos, no lo hice. Mi consejera en el hospital me recordó
repetidas veces que no había tenido un segundo para reaccionar, y ella
tenía razón. No lo había tenido. Un segundo atrás me había estado
riendo de las horribles poco inventivas bromas de Brad y al siguiente
mis oidos zumbaban y tenía arena en los ojos, y luego el dolor. Dios
era una hobrrible dolor, era abrazador como atizadores rojos a travez
de mi pie y pierna.
Había tenido un infierno de dolor fantasma después. El médico militar
me explicó que se debía a que mi pie habia sufrido un daño tan grave
que mi cerebro se aferró a la imagen que podía evocar hasta el día de
hoy sin esforzarme demasiado. Superarlo había requerido mucha
meditación y un breve período con anteojos de prisma para que viera
dos piernas enteras en lugar de una y media. Pero yo había
sobrevivido, me había rahabilitado a pesar de que me hacía sudar el
simple hecho de presionar mi prótesis. Había aprendido a durcharme
sin ella, tenía cuiddo de no beber demasiada agua antes de acostarme
para no tener que levantarme a orinar en medio de la noche y
preocuparme por ponérmela. Había aprendido a moverme sin
tambalearme ni cojear notablemente, mi nueva manera de andar
estaba muy lejos de mi forma de andar suave y segura de antes.Giro a
la izquierda cuándo mi GPS me lo indicó, aunque conocía la ruta de
memoria, la había recorido en cuánto pude conducir.

El tráfico se volvió borroso cuando me puse en piloto automático, mi


mente vuela a las curvas y caderas gruesas de Emma, perfectas para el
agarre de un hombre. Su cabello oscuro, ojos profundos y oscuros.
Quería saber como se movía durante el sexo. Escuchar si ella gemía o
maullaba o estaba tan callada com un ratón de iglesia. Quería saber de
que color eran sus pezones en las puntas de sus exuberantes senos.

Un bocinazo lejano me sacó de mi imaginación. Me paso una mano por


el pelo y suelto un suspiro aspero. Si juego bien mis cartas, tal vez
descubriría exactamente los sonidos que ella hace y su aliento caliente
en mi oído. No había tenido que lidiar con mujeres o sexo durante
mucho tiempo. Había dividido mi vida en medicamentos, dieta
rehabilitación y luego la caridad, agregando desafíos a medida que
otros se volvian rutinarios o se desvanecían por completo. El sexo es
sólo otro desafío para maracar en mi lista o eso era lo que me seguía
diciendo a mi mismo.

Me siento frente a mi computadora en el comedor de Sean, mirando


por encima de la pantalla de la computadora portátil el día ventoso
más allá, mis pensamientos girando entorno a un hecho innegable.
Creo que fue una mala idea cuando invite a Sean. Pense que había
manejado bien la parte del atractivo hombre que llegaría a mi lado,
pero a medida que pasaban los días había comenzado a entrar en
pánico. No es que pudiera arrepentirme y decirle que lo olvide, eso
sería grosero. El podría estar bien evitando la decencia común en su
mundo, pero en el mío había reglas y una era: "No reniegues de una
invitación" además lo necesitaba.

Frustrar a George, estar presente e impresionar a los invitados


importantes de mis padres. Dios sabe que me vendría bien una
entrada triunfal. Y "Estoy segura de que has oído hablar de los
Thompson" esa parecía una introducción tan buena como cualquier
otra.

El sastre le había devuelto el esmoquin modificado el día anterior y


Sean había desaparecido en el dormitorio trasero para asegurarse de
qué le quedaba bien. Conversé con el hombre, o más bien lo intenté, ya
que no era muy conversador, antes de qué Sean abriera la puerta del
dormitorio y gritara que le quedaba bien el esmoquin. No había
mostrado ni un sólo centímetro de si mismo con el traje, ni siquiera un
codazo en la puerta, lo había estado observando de cerca. Yo sabía que
el vestía una camisa blanca con un moño negro y que el pañuelo en el
bolsillo de su chaqueta iba a ser brillante, casi de color rosa intenso,
para combinar con mi vestido. El sastre había quitado una pulgada del
largo de la falda y había convertido parte de el material en un pañuelo
a juego. Las faldas cortas eran mi firma y planeaba presesntarme en el
banquete vestida para impresionar.

Sean no había pedio más detalles y yo no se los había ofrecido, como si


ambos eligiéramos ignorar el hecho de que teníamos una cita. Lo que
parecía más seguro considerando ignorar la fecha y el pañuelo a juego
con el vestido, también siginificaba no mencionar el beso que fue hace
tanto tiempo, que empezaba a sentirse como un espejismo. Había
contratado a un webmaster para el sitio "Corazón de oro, ayuda para
veteranos", y Sean había hecho el trabajo para la reunión de la junta
directiva de esta semana, entregando las notas para que yo pudiera
llamar y estar presente en su lugar.

A las cinco y media, había terminado con mi trabajo de la semana y no


había nada que hacer excepto irme. Sólo levantarme coger mi
chaqueta e irme... Pero, tenía que decirle algo a Sean primero. Ya que
nos veríamos en un poco más de veinticuatro horas y necesitaba hacer
el papel de una pareja que al menos se agradaba mucho. Seguramente,
yo lo conocía lo suficientemente bien como para tomar una copa con él
en una fiesta elegante. ¿Beberá? Me preguntó, dando un suspiro.

Bueno, se que es vegetariano, que come mariscos. Eso tiene un


nombre, pero había olvidado cuál es. ¿Presbiteriano? O algo como eso.
Me mordí el costado de mi dedo durante unos segundos antes de
darme cuenta y detenerme. No hay necesidad de arruinar mi manicura
por él.

Me aparto de la mesa del comedor y me demoro al empacar mi


computadora, mi agenda y el resto de mis implementos de oficina en
mi bolso. Luego me pongo mentalmente mis bragas de niña grande y
camino hacía la oficina de Sean. No tenía sentido actuar como la chica
a la que habían invitado al baile de graduación por primera vez. Fue
un acuerdo de negocios por el amor de Dios. Si, negocios con un
hombre cuyo beso dejo una marca que quema.

Antes de tocar la puerta, comencé a hablar, determinada a despedirme


e irme con un poco de cautela cómo sea posible.

-Esté último correo electrónico marco el final de..-. me interrumpo


cuando entro en su oficina para encontrar a Sean con su teléfono en la
oreja. Levantó un dedo en el aire para indicarme que esperara un
momento.

-Uh-huh- dijo en el teléfono, lanzándome una mirada. Le digo lo siento,


y en mi mente me reprendo. ‹En serio Emma, movimiento de novato›
-¿Cuánto cuesta?- Sean preguntó a la persona que le llamó, tomando
un bolígrafo para anotar la respuesta en un blcok de notas amarillo.
Mientras el escribía la cifra, yo seguía la línea de su fuerte antebrazo
cubierto de vellos oscuros, hasta sus impresionantes bíceps y unos
hombros redondeados, cada centímetro de su brazo decorado con una
serie de tatuajes. Me permití que mi mirada recorriera su cabello
revuelto, el vello facial pulcramente recortado y la gruesa columna de
su cuello. Mechones oscuros de pelo se asentaban en el borde mismo
de su camiseta con cuello de pico, y el recuerdo de la forma en que se
veía fuera de ella pinchó mi cerebro como el chasquido de una goma
elástica. Abdominales ondulantes y pectorales fuertes, brillantes por el
sudor expandiéndose para tomar oxígeno....

-Tierra llamando a Emy- Sean interrumpe con una voz sedosa y


profunda. Parpadeo y noté que el había colgado el teléfono, su
expresión bordeaba la confusión.

-Lo siento, estoy un poco cansada- digo, mientras en mi cabeza


resuena. ‹e irremediablemente atraída por un infante de marina con
barba y un complicado sistema de razonamiento›

-Entré para decirte que he terminado por hoy. Te envié algunas


preguntas que no puede responder pare el webmaster, son sólo cosas
estéticas, te pregunta que color es el que prefieres, que tipo de fuente-
lanzo una mano. Me sentía más incómoda cuánto más hablaba, pero
no podía determe.

Trabajar con Sean era una cosa, pero la idea de estar a su lado, con mi
brazo en el de él, presentándole a mis padres... Probablemente debería
abordar ese tema, pero cuánto más intensamente me observaba, más
pánico me daba.

-Así que...te veré mañana- le digo mientras levanto la mano en un


gesto incómodo.
-Emy- Ante la suave pronunciación de mi diminutivo, escalofríos
corrieron por mis brazos debajo de mi blusa con mangas. Me pasé las
palmas de las manos húmedas por la delgada falda y me volví hacía él.

-¿Si, Sean?- Sus ojos se calentaron cuando dije su nombre. El aire entre
nosotros no crepitaba tanto como zumbaba. Disfruté del momento
tranquilo y amistoso de apreciación compartida. Era raro y había
estado ausente de mi vida durante años. Incluso cuando George y yo
estabamos saliendo, no había sentido esta atracción en particular. Con
Sean, siempre había un zumbido, un murmullo o un crujido entre
nostros. Estar cerca de él era como sumergirme en un baño realmente
tibio. Mmm.

-¿Dónde te recojo?- pregunta Sean.

-Oh, no. Eso no es necesario, puedo reunirme contigo en el evento. Te


envié la dirección por correo electrónico. Es muy fácil de llegar es en
el Waldorf Astoria- Esto no era tanto una cita, era más como un
arreglo.

-Asumí que querías que fingiera ser tu cita romántica, no un colega- El


rostro de Sean transmitía una sincera curiosidad.

Mis padres asumirían que él era mi cita romántica. Espero que Sean
haga el papel de novio, frustrando los avances de George y mis padres,
actuando como intermediario mientras yo me mezclo con los dueños
de negocios adinerados. No le había dicho esa parte todavía.
Realmente no le había dicho nada.

-Una cita te recogería donde vives y sabría lo que esperas de él- Sean
no había cejado en su mirada valuadora.

-Bien, debemos de hablar sobre cómo será la noche, específicamente


lo que necesito que hagas- trago con dificultad, sin querer admitir que
necesito que él se interponga en el camino de mi ex.
-¿Se supone que debemos parecer una pareja romántica?- Sean vuelve
a repetir.

-Supongo que si- Sean iba a ser el gran amortiguador aterrador entre
yo y las maquinaciones de mis padres para que George y yo
volviéramos a estar juntos.

-Pero también uno profesional- Sean se puso de pie, caminando hacía


a mí con piernas firmes, que era más de lo que podía deferir por mí
misma.

-Entonces voy a llegar contigo-

-Es...- Sean da un paso más cerca de mí.

-¿En tú departamento?- pregunta. Y yo me quedo congelada como si


hubiera sido hipnotizada por su mirada azul, la forma en que se mueve
hacía a mí con determinación y control. Antes de que supiera lo que
estaba haciendo, sentí que mi cabeza se sacudía arriba y abajo en
asentimiento.

-Necesitare tu dirección- dice, con un tono de voz cálida.

-Te la enviaré por mensaje de texto- observo sus labios tentadores y


contorneados cuando... el hablo a continuación.

-¿Y esto es una...boda? ¿Cena?-

-Es algo de negocios- me cubro, saliendo de mi estupor.

-Un asunto de negocios. Gracias por aclararme eso- su broma seca, me


tomó con la guardia baja y el calor entre nosotros floreció en algo más
amistoso.

-Uh...uh...un ex empleador mío esta nombrando un nuevo presidente


de su compañía- Estoy fingiendo por una muy buena razón; no quiero
que Sean se heche para atrás. Mencionarle que conocerá a mis padres,
podría resultar en eso. Además imaginar la mirada en el rostro de
George cuándo llegue del brazo de otro hombre es un pensamiento
agradable. Es bastante seco, de verdad.

-¿Y me necesitas por qué...?- No puedo decirle a Sean que lo buscaba


para que me ayudara a conversar. No hasta qué el sepa que no soy una
empleada de Emys AP. Si no que yo era Emys AP.

-Porque si estas conmigo, puedo evitar que me estén ligando toda la


noche-

-No me sorprende- dice Sean, y luego me derriba con un cumplido.

-Eres alguien, con la que habría ligado en otra vida- eso me hizo reír.

.-Me besaste, Sean. Ese fuiste tu en esta vida-

En el momento en que eso salió de mi boca, el aire entre nosotros


cambió de nuevo; menos amigable, más sexy. Especialmente cuando
su mirada se deslizó hasta mi boca.

-¿Besarte esta en la lista de mis órdenes de marcha para mañana en la


noche?- pregunta con sus ojos captándo un rato de calor. Y yo no iba a
dejar pasar esta oportunidad. De ninguna manera.

-Si, ¿quieres practicar?- respondo. Con un sólo movimiento, me rodeó


con un brazo y me atrajo hacía él, apoyando su frente sobre la mía.

-¿Tú que crees?-

- Qué, no hay nada que perder- murmuré, agarrando sus bíceps y


dándole el permiso que el nunca había pedido. Sean puso sus labios
sobre los míos, para probarlos brevemente. Nada como el beso
intenso, feroz y desgarrador que tuvimos antes, si no un tierno y gentil
encuentro de nuestras bocas antes de que el retrocediera... Demasiado
pronto. Él me soltó, dejándome con una despedida ronca.
-Ten cuidado al conducir a casa- Doy un paso vacilante hacia atrás
antes de salir de su oficina. No mire por encima de mi hombro
mientras recogía mi bolos y abría el ascensor, pero si incline la cabeza
hacía la ventana del almacén de arriba cuando abrí el auto.

Mi jefe multimillonario estaba enmarcado por los cristales, con una


mano apoyada en la pared mientras me observaba irme. Su rostro
estaba parcialmente oculto por el reflejo del cielo nublado. Me paso la
lengua por el labio inferior, el sabor de el persistiendo allí, y me
encuentro esperando por más

NOTA: la frase "Órdenes en marcha" es una expresión que se usa en el


ejército.

POV: SEAN

Uno de los primeros cambios que hice, una vez pude caminar con mi
nueva pierna de fibra de carbono, fue adaptar mi auto para poder
conducir. Me tomó algo de trabajo aprender cuánta presión aplicar a
los pedales, ahora que manejaba el vehículo con el pie izquierdo. Al
principio, había conducido con una serie de paradas y arranques
bruscos, pero finalmente encontré mi ritmo.

También había sido así con la pierna. Después de volver a besar a


Emma y sentir de primera mano el fuego entre nosotros, supe que el
sexo seria una eventualidad. Esta noche, específicamente, podría
marcar el comienzo de la excusa perfecta para invitarla a regresar a
casa conmigo. Había sólo un problema, necesito ir sin problemas la
primera vez. Y el "nerviosismo” no era exactamente la tarjeta de
presentación de un buen amante.

No dudaría que Emma saldría por la puerta, si no lograba complacerla.


No era como si ella fuera una novia que esperaría pacientemente hasta
que yo encontrara mi nuevo ritmo. Christina no se quedo conmigo,
aunque para ser justos, ella ya no era mi novia cuando yo regresé. Ella
ya se había liberado. Al volante de mi Mercedes -Maybach negro, me
sentía como una versión de mi mismo; capaz e independiente. El coche
había sido un derroche, teniendo en cuenta que lo había sacado sólo
para hacer pruebas, nunca había tenido un pasajero. Hasta esta noche.

No había manera de que dejara que Emma apareciera sola en la


función. Ella no me había ofrecido detalles sobre la noche, pero yo
había dicho iba a ser su supuesto interes romántico. No tengo ningún
problema en fingir el cargo entre nosotros, dada la reacción de mi
familia, era obvio que nos gustabamos más que como jefe y asistente.
Y ahora mismo estoy considerando tener sexo con mi asistente
personal. Nunca había estado en una posición de preocuparme por
mis modales o el manual corporativo. Como soldado, incluso las
desciciones más pequeñas eran de vida o muerte y nunca menos. En el
ámbito profesional, acostarse con tu asistente se consideraba un tabú,
pero no podía entusiasmarme con la dinámica. Lo que me molestaba
era que no tenía práctica para cortejar una mujer.

Las mujeres eran la última frontera. Había rehabilitado mi cuerpo


físico, y estoy bien encaminado para resolver los obstáculos
emocionales de perder a mis amigos. Pero ¿citas? Allí si que estaba un
poco oxidado. Incluso conducir a la casa de una mujer para recogerla
para asistir a un evento era tan extraño, como si estuviera navegando
por mi protesis de nuevo. Me sentía como Bambi, con las piernas
tembloras... aprendiendo a caminar.

Pero Emma no me miró así, no sintio lástima por mí, ni se censuró así
misma, ni trato de ser amable conmigo. Todas las asistentes que había
tenido antes de Emma habían sido mujeres, excepto uno, y cada una
de ellas reaccionó ante mí de manera profesional y cortes, pero
siempre veía un toque de lástima en sus ojos. Hasta que la compañia
mando a Emma. Ella era de voluntad fuerte, endemoniadamente
hermosa, aguda e inteligente. Pero ella no cedió a mi actitud
combativa. Ella no sé marchito ante mis órdenes. Aunque bajo mis
manos y labios, ella se volvió dócil, nunca me ha mirado con una pizca
de lástima. Ni una maldita gota.

No sabía mucho sobre ella, pero supongo por su comportamiento y su


forma de vestir que se había criado en un hogar de clase media, con
padres trabajadores. Emma no tenía miedo de ensuciarse las manos, y
apostaría a que ella venía de una familia matriarcal, considerando que
no se sentía intimidada por un infante de marina mutltimillonario con
mal genio.

Le grité y le gruñi. Y fui recompensado con una ceja levantada que


parecia preguntar ¿Eso es todo lo que tienes? Y honesta mente si era
todo lo que tenía. Emma sabía sobre mi lesión, y ahora sabía sobre el
incidente detras de ella, desde que encontró la entrada de mi diario. Y,
sin embargo, cuando debería haberme enfurecido con ella y haberla
despedido de inmediato por leerla, no lo hice. Al contrarío, me alegró
de que ella supiera y tocara el tema, cuando me preguntó quiénes
eran. Se sentía como un espacio seguro en ese momento íntimo, y
definitivamente yo me había abierto a ella, algo que no había hecho en
mucho tiempo.

Christina me había acusado de estar "amurallado", de lo cuál asumo la


responsabilidad por eso. Ya era demasiado tarde para salvar nuestra
relación, pero este toque de perspicacia podría salvar una relación
futura. Sean y "abierto" no eran exactamente sinónimos. Sin embargo...
Emma sabía que yo estaba cerrado y enojado, que había una parte de
mi tratando de asustarla. Lo que me mató fue que ella no se había
asustado. Incluso después de haber encotrado el diario, no se había
escapado. Yo no había sido más de lo que ella pensaba al tomar este
trabajo, de esto estaba malditamente seguro.

Mi GPS me llevó a un distrito de negocios y anunció que había llegado


afuera de Emys AP. Un letrero colgaba sobre la puerta, otro en la
ventana anunsiaba: Asistentes profesionales para todas sus
necesidades comerciales" Me dentengo en el estacionamiento y veo el
coche de Emma ahí. ‹‹Que demonios››.

Bajo de mi coche y le veo salir de la oficina con un vestido corto,


brillante y deslumbrantemente hermoso. Se dio la vuelta para cerrar
las puertas tras de ella.
-No tenías que salir- dijo dejando caer las llaves en un pequeño bolso.
Maldita sea, se veía hermosa. Llevaba un vestido sin tirantes de color
rosa intenso que hacía juego con el pañuelo en el bolsillo de mi
esmoquin. El vestido se detuvo a la mitad del muslo y abrazo cada una
de sus generosas curvas. Mi graganta estaba casi demasiado llena para
empujar las palabras. Caminé hacia su puerta y la abro y nuevamente,
ella me dice que no tenía que hacerlo. Antes de que ella se sentará en
el asiento, la tomo del codo y tiro de ella hacia a mí.

-Mereces que te traten bien, déjame hacerlo y deja de protestar- Sus


labios se curvaron, sus largas pestañas se hundieron mientras miraba
sus zapatos. Las piernas suaves y bronceadas llevaban a los tacones de
aguja del mismo tono de rosa que su vestido. Se me hizo agua la boca
literalmente. Parpadeó fuera de mis pensamientos dispersos.

-Vas a necesitar un abrigo- le digo

-¿Y esconder este vestido? Olvidalo. Usáremos el valet parking. Estaré


bien-

-Puedes usar mi chaqueta- El airé tenía un mordisco fresco esta noche.


No la dejaría que tuviera frío.

-Nunca sospeche que fueras del tipo caballeroso Sean- me dice con
una sonrisa que abría sus labios de color rosa brillante. Ella se
acomodó en el asiento, yo cierro la puerta y rodeo el auto, notando
que sonreía durante ese breve paseo. Cuando me sente en el asiento
del conductor, veo el edificio frente a nosotros, la niebla alimentada
por la lujuria se disipó de mi cerebro.

-¿Por qué te estoy recogiendo en el trabajo?- pregunte, pero ya había


comenzado a sospechar. Emma se comportaba como ninguna otra
asistente que había tenido. Actuaba más como una jefa o como la
propietaria de un negocio.

-Oh... Um ¿Creerías si te dijera que estaba trabajando horas extra?


-Tal vez, si no te hubiera visto con las llaves del edificio- ella se mordió
el labio y me dirigió una mueca de culpabilidad.

-Hay algo que tengo que decirte-

-Eres la dueña de esta compañía ¿O me equivoco?- Emma, Emys. Mi


cerebro empujó esas dos piezas juntas como gemelos separados al
nacer. Qué era más que obvio, pero yo al haberme propuesto a hacerle
la vida imposible para hacerla renunciar, como a todas las asistentes
anteriores, no lo conecté inmediatamente, ahora me siento estúpido.

-Si-

-Y me lo ocultaste-

-No quería que me vieras como un desafío. Si lo hubieras sabido, eso te


hubiera hecho pelear conmigo más fuerte- Mis fosas nasales se
ensancharon mientras tomaba un fustrado respiro, su perfume
especiado hormigueaba mis sentidos.

-Lo habría hecho- digo en voz baja. Claro que lo hubiera hecho. Y de
nuevo me doy cuenta de como ella me conocía, y como ninguna
reacción normal hacía ella rompiendo mis barreras se produjo. No
quiero discutir sobre esto. Sólo quiero estar a su lado.

-Pensé que sería más simple si pensabas que yo era un empleada que
no dejaría de presentarse-

-¿Quieres decir que pensaste que yo te subestimaría- da un


encongimiento de hombros.

-Pasa todo el tiempo- Agarro el volante, medio enojado por la verdad


en esas palabras. Cuándo la vi por primera vez, supuse que se daría
por vencida más rápido que la última asistente. La había subestimado
por completo.
Asentí por el parabrisas hacía el apartamento de Emys AP. Una
calabaza estaba sentada en el escalón junto a un crisantemo morado
en una maceta.

-¿Quién vive ahí arriba?-

-Yo vivo ahí- Justo como lo había sospechado.

-Hay más- Un atónito "Ja" salió de mis labios, pero cuando me volví
para mirarla, Emma parecía disgustada. Su sonrisa se desvaneció.

-¿Que más?- Pregunte , el primer indicio de brusquedad asomando en


mi tono. No era fanático de quedarme en la oscuridad.

-Esta noche, es el banquete de mis padres- Ella lamió sus labios


carnosos y rosados, y yo luche para no dejar que el movimiento
seductor me afectará.

-¿No es tu ex-empleador?- levanto una ceja.

- En realidad... Ambos, el evento es para Grupo financiero Walker- Ella


tuerce sus labios hacía un lado, mordiendose el interior de su mejilla.

Financiera Walker. Esa institución era un tesoro en la ciudad. Hacía


planificaciones de todo tipo, como impuestos, jubilación, negocios. Y
su lista de clientes estaba entre las más elitistas. Emma no se crio en
una familia de clase media, ni siquiera cercana. Ella había crecido tan
rica como yo.

-No es una larga historia. Te lo diré mientras conduces al banquete-


continuó.

A Emma le gustaba decirme que hacer. Le gustaba estar a cargo. No


estaba dispuesto a dejar que ella tomará las desciciones esta noche.

-Puedes decirmelo ahora- digo, quitando las manos del volante y


recostandome en mi asiento. Para darle crédito ella lo hizo.
-Mi ex novio va a estar en este banquete. Por qué el es quién está
aceptando el cargo de presidente- ella miro sus manos. Su apariencia
pequeña, era una gran desviación de lo que yo sabía de ella. A mi no
me gustaba ella de esa manera en abosoluto.

-Fui preparada para dirigir Finaciera Walker toda mi vida- dijo -Mis
padres me presentaron a George. Ibamos a ser la pareja poderosa que
algún día dirigiría la empresa- me dice mirándome a los ojos. -Mis
padres sabían que no quería el futuro que me habían preparado-

-Suena como un matrimonio arreglado- le respondo

-Me sentí como en uno- dice con una sonrisa triste torciendo su boca. -
Pero sin la parte del matrimonio. George planeaba tomar el puesto de
presidente y dijo que yo podía ser vicepresidente o dirigir el personal.
Lo que sea que me hiciera feliz-

-Qué generoso de su parte- digo, con los dientes apretados, odiando al


idiota ahora mismo. Era tan obvió que Emma era una líder. Es la única
razón por la que su ex la habría colocado en una posición inferior a la
superior, nada menos que en la propia empresa de su familia, era su
propia necesidad idiota de control.

-El es el hijo que mis padres nunca tuvieron. Les rompí el corazón
cuando nos separamos. Culparon a mi obsesión de tener un negocio
por mi cuenta, por ahuyentarlo-

-Querían que cumplieras sus sueños, no los tuyos- Puedo relacionarme


con su situación. Mi padre y mis hermanos querían que fuera parte del
legado Thompson. Si yo hubiera sentido que me lo había ganado, ya
me habría puesto el traje. Pero, ese no fue el caso de Emma. Ella se lo
había ganado, ella simplemente no lo quería.

-A mis padres no les importaba que saliera conmigo para subir las
escaleras. Les importaban más las apariencias tanto como a él. Cada
vez que surge el tema de que dirijo una empresa para asistentes,
puedo ver la verguenza en sus rostros. Yo bien podría haberme
dedicado a la recolección de basura o limpieza de hoteles-

-Ambas posiciones honorables- digo a la defensiva. No coloco a nadie


en categorías de alto o bajo nivel. Había sido criado para ver a las
personas como iguales sin importar sus ingresos. Las mejillas de
Emma se sonrojaron ante mi corrección involuntaria.

-Yo...No quise decir eso-

-Lo sé- pongo mi mano sobre la de ella, pasando mi pulgar sobre el de


ella, sintiendo la suavidad de su piel y disfrutando el tiempo que ella
sostuvo su mirada. Si bien Emma es hermosa, tambien era compleja y
cariñosa. Ella era más que la presidenta de un banco, y sus padres
deberían de haberlo evaluado hace años. Yo podía verlo y sólo la
conozco desde hace unas pocas semanas.

-Entonces ¿Ya no hay otros secretos sobre tu vocación o parentesco?-

-No, creo que eso es todo- Ella sonríe lindamente.

-Esta bien- Doy reversa en el estacionamiento y noto que Emma me


observa mientras maniobraba el acelerador y el freno del lado
izquierdo en lugar del derecho. Salgo a la carretera, pisando el
acelerador y despegando un poco rápido. No estaba acostumbrado a
que me vigilaran de cerca. Reguló mi velocidad un segundo después.

-Así que George? ¿Me quieres alli por el? ¿O hablas enserio acerca de
los hombres en plural, coqueteando contigo?

-Ugh. De seguro eso me hizo sonar completamente engreída-

-No del todo. Sólo un poco- Gire a la derecha y le dedico una sonrisa.
Ella me la devuelve diez veces, sus ojos brillan en el interior en
penumbra del coche.
-Mi madre cree, que si puede hacer que George y yo estemos en la
misma habitación, caeremos en los brazos del otro de nuevo-

- Por qué la proximidad es igual a atracción- había pensado que estaba


bromeando, pero tan pronto como salió de mi boca, me di cuenta de
que a veces, la proximidad enciende la atracción al millon.

-A veces- dice Emma, mientras miraba por la ventana. Permaneció en


silencio meintras giraba a la izquierda y luego me detuve frente al
Waldorf Asturia. Salgo pero no sin antes de decirle a Emma.

-Quédate quieta voy a abrir la puerta- un valet, con guates blancos se


adelantó para quitarme las llaves del coche y como era de esperar, la
puerta del lado de Emma se abrió un segundo después. Le ofrezco una
mano y la ayudo a salir, metiéndo la palma de ella contra mi codo.

-Veo tu punto sobre la terquedad- murmuro mientras girabamos hacia


el edificio.

-Toma uno para conocer a uno- Su tono era burlón y yo le devolví la


sonrisa con una mirada entrecerrada. Entonces doy un paso adelante
y veo la escalera que conducía a las puertas delanteras del Waldorf y
mi humor ligero desapareció en el aire.

-Mierda- mi voz era justo por debajo de un susurro, pero Emma me


escucho, apretando su agarre en mi antebrazo.

POV: EMMA

Sean me escuchó, pero no me miro directamente. Sus ojos estaban


enfocados en las escaleras que conducían a la entrada del hotel. Lo
observé, tratando de ver a través de sus ojos. Debe parecer que
subiremos la pirámide de Chichen itza.
-¿Podemos usar la entrada lateral?- señalo un juego de puertas dobles
que había usado en más de una ocasión para pasar desapercibida de
las fiestas de Financiera Walker. -Estos zapatos y las escaleras no van
bien juntos- Di la sugerencia con un tono suave e indiferente, pero
Sean no pareció creerlo. Su pecho se expandió y todo su cuerpo
zumbaba de frustración.

Sus ojos se movieron rápidamente a mis tacones, luego a mi rostro con


su expresión estoica. Este hombre fuerte y valiente no quería que
nadie pensara que era menos que capaz. Estaría condenada si lo
pusiera a través de sus pasos. El no tenía que probarse a si mismo ante
mí.

-¿Por favor?- pregunte, sonriendo cautelosamente. Sentí que el quería


discutir, reprenderme por mi mentira, pero no lo hizo. Aceptó mi
oferta con un apretado asentimiento de resignación, lo deje que me
condujera hasta la puerta lateral, con el orgullo inundando mi pecho
por haberme otorgado su confianza.

La entrada lateral se abría a un largo pasillo que conducía a la


recepción, más allá del cuál estaba el gran salón de baile, dónde un
elegante letrero con letras adornadas anunciaba que Financiera
Walker tenía la habitación para la noche.

-Sólo por invitación- leyó Sean.

-Confía en mi. Estoy en la lista- El se detuvo justo antes de la entrada al


salón de baile. Me gire para mirarlo, notando la rigidez de sus
hombros y la línea plana de su boca debajo de su nuca prolijamente
recortada.

-No me digas que te estas acobardando- bromeo. -Te necesito allí-


Sean, me toca la barbilla, sus ojos moviendose a mi boca por una
fracción de segundo, antes de que depositara un beso en el centro de
mis labios. No explicó, no lo dijo, era su manera de agradecerme, pero
de alguna manera. Así lo sentí yo. Dentro de este hotel de lujo, Sean en
su esmoquin, parecía como si el perteneciera al lugar. Lo he visto en
jeans y camisetas, y usando sólo un par de pantalones cortos. Lo que
yo no podía cuadrar era que, sin importar lo que él usará, él
pertenecía. O, tal vez lo que yo no podía cuadrar es cómo él era afín
conmigo. Sean metió mi mano en el hueco de su codo y me acompaño
hasta la puerta.

Antes de cruzar el umbral, veo a mi madre cruzando la habitación con


un vestido verde salvia, con delicadas mangas de encaje. Mi madre
llevaba las faldas casi tan cortas como las mías. ¿Y quién podía
culparla? Sería una pena esconder esas piernas. Todas las mujere del
lado de la familia de mi madre, fuimos bendecidas con buenas piernas.

-Supongo que es tu madre la del vestido verde- dice Sean.

-Buen ojo. Helen Walker en carne y hueso-

-Te pareces a ella- inclinó su barbilla, y luego lanzo hacía mi una


mirada con aprobación.

-Lo tomaré como un cumplido-

-Deberías-

-Sin embargo, mi altura es del lado de mi padre- digo para llenar el


vacío que se cernía cuando Sean me halago. Sabía como manejar al
Sean tosco, pero la versión encantadora me estaba desviando. Volví a
mirar mi boleto de asiento, con la esperanza de que el número en él
fuera un error. Pero no, había un número quince, y la mesa quince
estaba directamente al frente del escenario. Demasiado cerca como
para escabullirme temprano y evitar al "Hombre del momento" de
Financiera Walker.

Algunos altos mandos corporativos ya estaban sentados a la mesa. Mis


padres probablemente se colocaron junto a mí en la mesa cerca de la
entrada del escenario, ya que uno o ambos hablarían esta noche. Y
George, por su puesto. No era casualidad que estuviera a poca
distancia de ellos. Dejo escapar una exhalación vibrante que
enorgullecería a cualquier profesor de yoga.

-Te asignaron sentarte al lado de alguien que no te agrada?- Murmura


Sean, mientras nos acercabamos a a la mesa.

-Bueno, es una lista larga- me acerco a él mientras sonrió y él pone


una mano reconfortante en la parte baja de mi espalda.

-Esperaba por una mesa en la parte de atrás para poder escaparme-

-Es por eso que me trajiste, Emy. No tienes que correr o esconderte-
Sean deslizo la palma de su mano por mi espalda y mi cuello, y pense
el breve, pero debastador beso a fuera de este salón. Tenía el cabello
recogido, por lo que sus dedos rozaron la piel desnuda de mi cuello y
me provocaron escalofríos. Podía contar con él, como una fuerza firme
y constante. Observo sus labios cuando se corrieron un poco más
cerca...Luego una voz firme, interrumpió.

-¿Emma?- A raíz de la ceja arqueada de mi madre, me di cuenta de que


no lo había entrenado, prevenido adecuadamente sobre que esperar.
Es decir, que mi madre y mi padre no eran grandes admiradores de los
"Regnegados Thompson".

-¿Vas a presentarme a tu cita?- La sonrisa de mi madre estaba pegada,


pero sus ojos dejaban pasar sus pensamientos con claridad.

- Por su puesto. Helen Walker, Sean Thompson- La expresión de mi


madre se aflojo y sus ojos viajaron a los mios.

-Ah, de verdad- En lugar de extender una mano para que el la tomara.


Mi madre se paso el collar de perlas por la graganta.

-No sabía que conocías a los Thomposon...Íntimamente- Su mirada


encapuchada se dirigió a mi como si dijera ¿No somos un poco
mayores para la rebelión adolecente?
-También nos conocemos profesionalmente- le digo, acercándome
más a Sean.

-George se sentirá decepcionado. Si no lo felicitas personalmente antes


de que empecemos- mi madre dirigió una mirada crítica a Sean. Tomó
mi muñeca y le dió a Sean otra sonrisa falsa. -Si nos disculpas un
momento-

-No creo que lo haga- respondió Sean. Mi madre se quedo helada,


escandalizada.

-Vinimos juntos, ¿no es así Emy?- No me perdi la burla que mi madre


me lanzo por el diminutivo, pero sólo sonreí mientras liberaba mi
muñeca del agarre de mi madre y me acercaba a Sean. ¿Desde cuándo
se había convertido en mi espacio seguro?

La boca de mi madre se convirtió en una mueca de insatisfacción.

-Gracias- le susurro a Sean mientras seguiamos a mi madre a través de


la multitud bien vestida.

-No tienes que jugar bien, sabes- Sean me dice mientras seguiamos a
mi madre.

-Tengo que, si espero mezclarme con esta multitud- Dónde quiera que
miraba habia directores ejecutivos y jefes corporativos, y no solo de
Financiera Walker.

-Espero causar una buena impresión-

-Lo haremos. Pero no significa que tengas que adherirte a las reglas
que establecieron antes de irte Emma- Ante la mención del negocio
que había construido con orgullo, eché los hombros hacía atrás.

-De hecho, tomemos un cóctel antes de las presentaciones- la boca de


Sean jugaba con las esquinas. -El puede esperar-
-El puede esperar- estuve de acuerdo, y me gustaba la idea de hacer
esperar a George todo el tiempo que decidieramos. Sean me lanzó una
gran sonrisa, con sus ojos en los míos mientras decía.

-Helen- cuando mi madre se volvió a el anuncio: -Nos reuniremos con


ustedes en unos minutos- Sin aclarar ni esperar la aprobación de mi
madre, Sean giro sobre sus talones y me condujo hacía la barra. Yo lo
seguí, gustándome tener en quién apoyarme. No tenía ningún
problema en luchar contra mis padres, ya lo había hecho durante años.
Pero, tenerlo de mi lado fue sorprendentemente asombroso.

POV: SEAN

-Necesitas informarme antes de que hable con esté tipo- digo, alejando
a Emma de su madre, horrorizada e indignada. Lo que no me gustó es
que Emma no me dijo nada sobre George, aparte de que sus padres
quieren que vuelvan a estar juntos.

-Todo lo que tienes que hacer y decir es. "Encantando de conocerte" y


luego volvemos a nuestra mesa. No es necesaria tanta formalidad- dice
Emma.

-Ten por seguro que no diré..."Encantado de conocerte"- dejando


escapar un ruido a medio camino entre un gruñido y resoplido.

-¿Cuánto tiempo saliste con él?- Pregunto

-¿Qué? ¿Por qué quieres saber?- La suelto en el bar para alcanzar mi


billetera.

-¿Champán esta bien?- pregunto

-Supongo- ¿Desde cuando Emma Walker no sabía lo que quería?. Le


doy mi completa atencion.

-¿Vino? ¿Cerveza?- Los ojos de Emma se iluminaron.


-¡Me encantaría una cerveza!, pero eso es realmente inapropiado-
exclama.

-Dos coronas- ordeno, metiendo un billete en el tarro de propinas.

-¿Vaso escarchado?- pregunta el camarero.

-Botellas- Un momento después, me doy la vuelta y le entrego la


cerveza, con una cervilleta de cóctel envuelta alrededor de la botella
helada.

-No me pareces del tipo que se conforma con una multitud Emma
Walker- ella sacude su cabeza.

-Me siento como una niña a su alrededor, una que se porta mal-

-Así que ¿si yo no estuviera aqui, te ahogarías en champán que no


querías beber?-

-Mi madre dice que las damas beben champán- Su declaración la


acerco más a mi oído, el aroma de su perfume flotando sobre mí. La
especia almizclada me recordó a la canela, al gengibre o alguna flor.
Tal vez a los tres. Tomo su mano y la sostengo con mi brazo extendido,
animandola a girar en circulos, lo cual hice. Cuándo volvió a mirarme
de frente, con un vestido rosa brillante que dejaba al descubierto unas
piernas de un kilometro de largo, sudando cerveza en una mano y una
gloriosa sonrisa en el rostro. No pude evitar devolverle la sonrisa. Tiro
de ella más cerca, con mi mano en su espalda deselizandose sobre la
seda de su vestido.

-Confía en mi, Emy. Nadie te confundirá con nada menos que una
dama, incluso sosteniendo una botella de cerveza- Sentí varias
miradas sobre nosotros y note que algunos hombres la miraban con
apreciación.

-Creo que ere más atractiva con ella- Nos separamos y bebimos unos
cuantos tragos con los ojos cerrados.
-Ahora, quiero oírlo- le digo.

-¿Oír qué?- me mira confundida.

-Todo lo que necesite saber sobre este tipo George- Me arrepentí de


dirigir la conversación hacía su ex, en el momento en que lo hice
Emma perdió la compostura y aspiro profundamente, lo que le tensó
los hombros.

-¿Qué necesitas saber?-

-¿Viviste con él?-

-No, Gracias Dios- practicamente escupió la palabra. Yo secundaba esa


moción. Vivir con Christina había sido un error. Especialmente cuando
ella había anunciado que me dejaría cuando se embarcara. Era un
estrés adicional que no necesitaba al irme o regresara a casa.

-¿Estuviste comprometida?- Sigo preguntado

-Definitivamente no-

-¿Cuánto tiempo saliste con él-

-¿Estás escribiendo un libro?- Ella estalló.

-Anotación en el diario, tal vez- dije, con un tono parejo.

-Lo siento- Emma se movió, alisando la falda de su vestido. -Estoy


empezando a arrepentirme de haber venido aquí-

-¿Por qué lo hiciste?- Ella negó con la cabeza, aparentemente sin saber
por qué.

-No me gusta ir a territorio enemigo a ciegas- le digo, cuándo ella no


responde. Atraje una sonrisa al borde de sus labios, una sonrisa que
me gustaba ver allí.
-Te, cubriré la espalda, Emy- en el momento en que las palabras
salieron de mi boca, se asentaron en mi pecho como un peso. Estar
aquí con ella se había convertido en mucho más que asegurarme de
que Emma no saliera con Taylor. Esté no fue un intercambió de
favores de un jefe ⁄ empleado. Emma había estado a mi lado y el de mi
familia desde el principio, no le fallaría cuando más me necesitaba-

-George y yo salimos intermintentemente durante cinco años- dice -


Nos separamos hace unos tres años-

-¡Cinco años!- Christina y yo habíamos terminado las cosas alrededor


de los dos años y tres meses. Era mucho tiempo para estar con alguien,
y Emma lo había más que duplicado con su ex.

-Y me quieres aquí porque... -Ella había aludido e insinuado, pero


nunca me lo dijo realmente.

-Por qué quiero que mis padres y George sepan que no voy a volver a
salir con él. Una vez me dio un ultimátum de que elegia su sueño o el
mío o no podríamos estar juntos-

-Así que te fusite- No perdí de vista el arco orgulloso de las cejas


oscura de Emma.

-Las acciones hablan más que las palabras-

-Así que estás tratando de decirme que estás buscando algo de acción
uh- Volvi a atraerla a mi, incapaz de resistir toda esa confianza y
fuerza desenfrenada. Su mano aterrizó en mi camisa de esmoquin
donde jugo con un boton en lugar de alejarme.

-Eso no es lo que estoy diciendo-

-Bueno, eso es lo que escuche- Ella inclino la cabeza y me sonrió. Le


devolví la sonrisa, me gustaba tenerla en mis brazos. Me gustaba que
ella confiara en mí. Me gusta ella y punto.
Por encima del hombro veo a la madre de Emma y al tipo que supongo
es George, mirando a nuestra dirección. Asumi que era su ex dada la
postura rígida y la mirada de completo disgusto dirigida directamente
a Emma. A mí también me gustaba esto. Me gustaba que George viera
lo que ya no podía tener. Me gustaba que Geroge supiera que ya no
estaba en condiciones de dar un ultimátum. Era hora de entregar ese
mensaje en persona.

POV: EMMA

Inhalo una bocacanda de puro alivio cuando Sean me apoyo contra su


costado firme y sólido. Tenerlo aquí y saber que tenía su apoyo era
más de lo que había pedido, pero exactamente lo que necesitaba.
Podía enfrentarme a George sola. Pero simplemente no quería hacerlo.

Había estado lejos de George durante años, pero como mis padres lo
traían con regularidad, todavía lo sentía como parte de mi vida. No
puedo evitar preguntarme si harían lo mismo con él, mencionarme, en
sus conversaciones con George, hablándole de los éxitos míos, que
probablemente los cuentan como fracasos, y luego entregarle un
discurso para que los dos volvamos a estar juntos.

Hasta esta noche, no me había dado cuenta de la forma en que me


adapataba a este entorno. Era desalentador ver, como la mujer de
negocios, fuerte y segura en la que me había convertido desde que
dejé Financiera Walker y rompí con George, retrocedió detrás de mi
antigua personalidad complaciente. Sean me había recordado quién
era yo. Tenía la botella de creveza en mi mano para probarlo.

George, nos vio acercarnos, sus ojos iban de mí a Sean. George


reconoció a mi cita. Sabía que el lo hizo. Geroge se mantenía al día con
los chismes locales y los recién llegados. El sabía acerca de los
Thompson.
-George, mira quién ha venido a felicitarte- mi madre interviene, para
gesticular entre los tres.

-Hola, Em- dice George asintiendo. -Qué gusto verte de nuevo- Su


mirada se poso en el lugar donde mi mano descansaba sobre la manga
de Sean.

-La acompaña Sean Thomposon- la sonrisa tensa de mi madre se


transformo en un ceño fruncido cuando vio las botellas de cerveza en
nuestras manos.

-Señor Thomposon. Leí un artículo en el periódico sobre usted cuando


regresó a casa, despedido honorablemente. ¡Gracias por su servicio!-
Un escalofrío me recorrió. No tenía idea de como Sean tomaría el
saludo genérico y casi condescendiente de George. Sean le dio a
George un movimiento de barbilla que podría interpretarse como un
asentimiento o un “vete a la mierda”, y yo en mi inmadura manera,
esperaba que George lo tomára como lo último. Pero el muy idiota no
lo hizo.

-Si me disculpan- Interrumpe mi madre. -Tengo que ir a saludar a los


Benson- y así ella, se fue deslizándose entre la multitud para
atormentar a otro grupo de personas desprevenidas.

-Em, te ves...- George hizo una pausa, sus cejas saltando ligeramente. -
Muy rosa-

-Hermosa es la palabra que estas buscando- dice Sean, en su tono de


grava y polvo. George le lanzo una mirada molesta.

-Parecía una observación inapropiada, ya que ustedes estan juntos-


Noticia que obviamente acababa de conocer. Malditos sean mis
padres. Habían preparado a George para que yo apareciera como su
cita esta noche. Apostaría mis zapatos a eso.

-Nunca hubo una posibilidad de que volvieramos a estar juntos- le


digo. George perdió su aíre de cortesía y apretó la mandíbula.
-¿Aún sientes enamoramiento por servir a los demás, verdad? ¿Le
sirves a él?-

-Hemos terminado aquí- la voz de Sean baja y letal, envío un escalofrío


de placer por mi espalda. Con la mano apoyada en su codo, le aprieto
el brazo suavemente.

-Ambos hemos sabido durante años que no queríamos las mismas


cosas, George. ¿Por qué me quieres de vuelta?-

-Tus padres te quieren de vuelta, Em. Los dejaste en una posición


difícil. Su única hija no se hizo cargo del negocio cuándo más la
necesitaban- Dirigiendo la mirada hacía Sean dice. -Entiendo lo que
ustedes dos tienen en común- La mirada de Sean se volvió asesina, sus
ojos se clavaron en George como un par de misiles buscando en donde
explotar.

-Tienes dos segundos para alejarte de nosotros- Los ojos de George


revolotearon de izquierda a derecha, visiblemente nervioso, pero se
mantuvo firme.

-Estamos en público Thompson. Odiaría verte hacer un papel


impropio.

-Uno- Con los puños apretados, Sean dio un paso más cerca y yo sentí
que sus biceps se flexionaban bajo mi palma. George tenía algunas
pulgadas más de altura que Sean, pero nada en el camino de la mitad
de los músculos en la parte de arriba. Sean trapearía el piso con él.

-Muy bien- George levantó ambas manos en un gesto de rendición. Se


apartó de avanzar a Sean, y se arreglo la corbata.

-Disfruten la fiesta- George dió media vuelta y se alejó, nada en su


comportamiento sugería que estaba irritado.
-El es bueno en eso- Le digo a Sean. -Decir las palabras correctas para
encender tu temperamento, y luego alejarse tan fresco como un
pepino-

-¿Qué viste en ese idiota?- Sean se quejo, con su intenso enfoque ahora
en mí.

Desearía no poder recordarlo. Yo era una persona diferente cuándo él


y yo salíamos. El se enfurecía y yo retrocedía-

-¿Qué tipo de rabia, Emma?- La voz de Sean se suavizo mientras


levantaba la palma de su mano hacía mi mandíbula. Buscando mi
rostro, su expresión era una mezcla de dolor y preocupación.

-¿Alguna vez...te golpeo?-

-No- Niego con la cabeza con vehemencia. George es un idiota, pero


nunca había cruzado esa línea. El era todo espectáculo.

-Nada de eso. El entregó un ultimátum cuándo no tuvo éxito en


obtener mi conformismo. Eso es todo-

-Eso es suficiente- Sean paso el pulgar por mi labio. Cuándo sus ojos
regresaron a los míos, había preocupación flotando allí.

-¿Está cicatriz?-

-Me caí de un árbol cuando tenía ocho años- sonrió. Había notado esa
pequeña marca plateada en mi labio, le importaba. Me gustaba como la
intensidad de Sean se había centrado en un punto fijo: en mí.

-No quieres estar aquí, ¿verdad?- preguntó. Niego con la cabeza y


luego le digo la verdad.

-Lo único bueno de estar aquí, es estar contigo- Sean inclinó su cabeza
y cubrió mi boca con la de él. Un beso delicioso y reclamante que
esperaba que mi madre y George y todos en el salón presenciaran.
Suspiré, sintiendome cálida, relajada y feliz. Contra mis labios me hizo
una oferta que no quise rechazar.

-Entonces, larguémonos de aquí-

POV: SEAN

Cuándo salía de la estación de valet, me doy cuenta de algo incómodo.


Puse a Emma en una situación similar en el trbajo como Geroge lo
hacía cuando ella salía con él. Había sido el que la empujaba y la
desafiaba en todo el momento. Demonios, la había despedido varias
veces. Por un segundo me preocupó que George la hubiera golpeado.
Nunca había creído que alguien pudiera ver rojo hasta que el velo
carmesí cubrió mi visión. George tuvo suerte de que le creyera, por
que si hubiera sentido que Emma estaba cubriendo la verdad, aunque
fuera un poco, habría golpeado al otro hombre sin dudarlo. Nunca
había una excusa para dañar físicamente a una mujer, lo que me hizo
preguntarme si había cruzado mi propia línea.

-Corte los botones de tu camisa- dije en el aire tranquilo del auto, la


vergüenza me invadía.

-Uh, si. Lo recuerdo-

-¿Entonces no me tenías miedo?-

-Por supuesto que no- dijo ella con tanta facilidad, me giro y miro
hacía donde ella esta recostada en el asiento del pasajero. Con el codo
en el borde de la ventana, se enroscó un mechón suelto de su cabello y
me dedicó una sonrisa de suficiencia.

-¿Por qué soy tan tierno?- pregunte . Ella puso una mano sobre la mía
y la presión que tenía en mi pecho se alivió. Ella no me veía de la
forma en que veía a su ex, cómo si la dominara. En todo caso, ella me
había dominado a mi y a mi sensibilidad.
-Cuándo estaba con George, era diferente. No sabia lo que quería.
Ahora lo sé...- Dejó que su voz se apagara. Y me pregunto si había
estado a punto de admitir que me deceaba.

-George nunca me amo por mí. Le encantó la idea de nuestra


asociación . Al igual que mis padres, estaba enamorado del estilo de
casa de muñecas de nuestra relación- Podría identificarme. Cuando
Christina y yo habíamos salido, ella no había dejado de hablar de tener
una familia, una casa y un jardín considerable. Lo que ella no había
visto era que, yo no era el tipo de hombre que quería una casa con un
jardín para cortar el pasto todos los fines de semana.

-Es difícil estar con alguien que no te conoce- digo en un raro


momento de apertura. Y de nuevo ella atrajo mi verdad sin siquiera
intentarlo. Emma abrió la boca, tal vez para hacer mas preguntas, pero
la interrumpí antes de que me obligara a responder.

-¿Tus padres saben la verdadera historia detrás de por que tú y


George se separaron?-

-No, creen que me volví rebelde y lo deje junto con Financiera Walker.
Pensaron que sólo era una etapa-

-Claro, la parte de empezar tu nuevo negocio- dejo escapar un


resoplido seco, luego pense en mi propio negocio que estoy
empezando. Si mis hermanos supieran lo que estoy haciendo,
¿pensarían que estoy pasando por una fase?, por lo que sabía que era.
No lo he compartido con ellos todavía, y mientras pensaba en ello
ahora, la razón era probablemetne para no tener que explicarlo.

-Mi familia y la familia de George se retoman de mucho tiempo atrás.


Los Meyers han sido amigos de los Walkers durante generaciones. Mis
padres le temen a la mala voluntad y a la mala reputación por encima
de todo lo demás-

-¿Así, que te presentaste a la ceremonia de tu ex-novio con Sean


Thompson?- me detengo en un semáforo.
-Fuiste el último recurso, por lo que no puedes sentirte utilizado- dice
con un tono de humor. Mi boca se abrio y sus ojos se abrieron.

-Yo... Eso salio mal-

-Esta bien- digo. Pense que lo decia enserio, pero la metedura de pata
dolio lo suficiente como para recordarme que no me habia ganado su
confianza. Sin embargo, ella habia estado ganandose la mia desde hace
ya un tiempo. ‹Bien hecho Thompson› Acelero pasando el semáforo en
verde. Después de unos minutos en silencio, volvió hablar.

-Para Geroge, yo era el camino de ladrillos amarillos que conducía al


mago. ¿No has tenido a alguien saliendo contigo por quién eras?-
Pensé un momento, luego negué con la cabeza.

-Supongo que tiene sentido. No estas usando el nombre de tu familia


para avanzar, ¿verdad?-

-Tu tampco- señalo. -Emys AP, no esta vinculado a ellos de nombre, y


asumo que no les pediste un préstamo considerable para iniciarlo-

-No de ellos. No de Financiera Walker- La fuerza en su voz era


innegable. Emma no quería una limosna. Ella tomó el camino difícil.
Viendolo bien, nisiquiera la hubiera conocido si no hubiera pasado por
su personal como si fueran vasos desechables.

-Emma Walker- Doy vuelta en la calle principal, con una idea


chispeando y era mucho mejor que dejarla en su casa.

-¿Si? Sean Thompson-

-¿Te gustaría ir a cenar conmigo?-

POV: EMMA
Sean estaba lleno de sorpresas. Nos llevó al restaurante italiano
Rossoblu, ubicado en una de las avenidas más concurridas de la
ciudad, era un restaurante pequeño y lujoso, que no se inmutaría si
una pareja entrará con sus mejores atuendos, que lo eran. Tras el
breve inventario que hice, vi a otros dos hombres vestidos de
esmoquin. Las velas detras de un vidrio de color ambar en el centro de
cada mesa hablaban de la tradición, pero los manteles blancos y
frescos, el adorno naranja y amarillo soleado en las paredes, le daban
al restaurante una sensación moderna.

Sean habló brevemente con el anfitrión y el hombre mayor y calvo


asintió, y recogió dos menús. Nos condujo a un acogedor reservado en
la parte trasera del restaurante, donde nos esperaba una botella de
vino y una copa llena de finos y crujientes palitos de pan.

-Chianti según su reserva permanente- dice el anfitrión, colocando los


menús en la mesa y retirando la silla para mí. Me sente, mirando a
Sean mientras el se desabrochaba la chaqueta y bajaba su figura alta y
delgada al asiento frente a mí. Desee poder tomarle una foto para
preservar el momento, el momento en el que Sean Thompson se puso
un esmoquin y me llevo a cenar después de regañar a mi ex. Esta
noche quedará registrada en los libros.

-Ahora dime ¿como nos metiste aquí?- Me muerdo el labio para


ocultar una sonrisa mientras inspecciono la elegante multitud.

-El hijo del dueño era mi chico de rehabilitación- dice Sean, estudiando
el menú. -Es un ex-militar. Pasamos mucho tiempo juntos mientras yo
aprendía a caminar sombre la pierna, y el mencionaba Rossoblu una y
otra vez. Dijo que una vez que saliera y estuviera cerca de pasar por
aquí, el tendría una mesa y una botella de Chianti esperandome-

-Wow-

-Es un hombre de palabra-


-Igual que tú- Sean me da un guiño azul y mi estómago se contrajo
anticipado a dónde podía conducir la noche.

Nuestro mesero se detuvo para charlar sobre las ofertas especiales y


llenar nuestras copas. Cada uno pedimos el plato especial del chef:
liguini con fideos caseros y mejillones. Una gruesa hogaza de fragante
pan recien horneado, llego un minuto después, curvandose al vapor.
Se me hizo agua la boca.

-Tienes un don para hacer amigos a pesar de que te esfuerzas por no


hacerlo- lo observo, arrancando una esquina del pan y pasandolo por
un plato poco profundo de aceite de oliva sazonado.

-¿Somos amigos?- pregunta Sean. Hice una pausa, el pan goteaba


aceite en el plato blanco frente a mi ¿por qué esa pregunta se sentía
tan intima?

-Creo que si- levanto mi copa de vino y bebo, sin decir nada más sobre
nuestra amistad.

-Gracias por sacarme de la ceremonia, realmente no quería ver a


George tomar las riendas de la compañia de mis padres-

-Cuentame como empezaste Emys AP- Dijo Sean claramente sin


querer hablar de George más de lo que yo quería.

-Soy organizada. Soy mandona, se me da bien ser asistente- El se rie y


yo me encontre deteniendome entre bocado y bocado de pan para
adimirar el breve destello de ligereza. Sean Thompson es hermoso
cuando sonrie. Bueno, es hermoso de todos modos, pero
especialmente cuando sonríe. Sus ojos se arrugaron en las esquinas, su
nuca oscura se separo para revelar un destello de dientes blancos. Mis
ojos se postraron en sus labios por un momento demasiado largo para
ser apropiado. No pude evitarlo. Sabía como se sentía su boca sobre la
mía, la firmeza de sus labios, la confianza de su toque, y la experiencia
no fue algo que olvidaría pronto.
-Parece que una persona ordenada y mandona sería perfecta para
dirigir la empresa de tus padres. ¿Por qué no lo hiciste?- Tomé su
broma con calma, levantando mi copa de vino.

-Financiera Walker no es exactamente emocionante. Además, no


pareces demasiado ansioso por asumir el cargo de director de
operaciones de la compañia de tus padres-

-Padre- Sean me corrigió, pero su tono era gentil.

-Oh-

-Mi madre murió un día antes de que cumpliera dieciséis años-

-Lo siento mucho- Mi corazón se estrujó. Fácilmente podía


imaginarme a Sean pasando su cumpleaños dieciséis callado y enojado
con el mundo por llevarse a uno de sus padres.

Deslizo mi plato a un lado para poder apoyar los codos en la mesa,


cualquier cosa para acercarme a el hombre que había compartido un
detalle personal conmigo, un detalle que no había encontrado en su
laptop.

-Se estrelló en la carretera cuando se dirigía a comprar mi regalo. El


videojugeo que yo quería estaba en el asiento del pasajero- Tomo un
largo sorbo de su vino.

-Sean...- Quería tocarlo, pero su postura rígida sugería que no


aceptaría mi consuelo.

-No soy la mejor persona para la posición de director de operaciones


de Hoteles Thompson, Emy- Traté de establecer la conexión entre la
pérdida de su madre y su incapacidad para ocupar el cargo de director
de operaciones de Hoteles Thompson, pero no estaba segura de como
encajaban las dos piezas. ¿No había querido su madre que el entrara
en el negocio familiar? ¿O ella había queridot que lo hiciera y la idea de
hacerlo hizo que el dolor de perderla fuera fresco?
-Tu padre y tus hermanos creen que eres perfecto para el puesto de
director de operaciones. Creen que es tu legado- digo

-No- levanto una mano. Aún me dan el discurso de Batman-

-¿El discurso de Batman?-

-Sobre cómo le debía a Ciudad gótica una deuda que sería pagada en
su totalidad si se disfrazaba y luchaba contra el crimen. O, en mi caso,
si me presentar a trabajar en el último piso de Hoteles Thompson- su
discurso fue seco, pero había humor en sus palabras.

-Ah, este es un territorio bien pisado-

-Necesitas llantas embarradas para estar allí- dijo. A su manera me


había pedido que no lo presionara con esto, y yo lo respetaba lo
suficiente como para no hacerlo. Cualquiera que sea la razón que Sean
tenía para no presentarse a trabajar en el Thompson, no se lo habia
dicho a nadie. Aún no. Yo no iba a presionarlo. No cuando me habia
pedido marcharnos elegantemente del evento de mis padres,
simplemente por que yo no quería estar allí.

En la entrega de nuestras ensaladas, mantuve la conversación. -¿Cuál


es el papel de Taylor en la caridad?- Había leído el sitio web para
entender mejor lo que estaba haciendo Sean." Corazón de oro, ayuda
para veteranos" proporcionaba apoyo para ex-militares, para que sus
hogares funcionaran a su alrededor, y no al reves. Muchos veteranos
llegaron a casa necesitando prótesis, sillas de ruedas o ambos, y
navegar por sus hogares se convirtió en un juego de pelota
completamente nuevo en lo que respecta a la movilidad. La idea de
Sean, prometia construcciones de primer nivel, diseñadas segun las
necesidades del individuo Remodelaciones de cocinas, baños y
cualquier otra parte de la casa que permita que el soldado que regresa
se sienta como un casa. Era adimirable y obvió que el hogar y la
familia eran importantes para Sean, para todos los Thompson.
-Taylor, es un contratista comercial que ha trabajado antes con
Hoteles Thompson- respondió Sean, dejando de lado el aderezo para
ensaladas y comiendo lechuga seca. -Puede conseguir grandes ofertas
en materiales y es un tipo honesto y trabajador-

-Habría imaginado que es muy trabajador, pero es demasiado


sencantador para mí como para calificarlo de "honesto"- Sean
entrecerro un ojo.

-¿No puedo encontrarlo encantador?- Levanto mi copa de vino y tomo


un sorbo, disfrutando de los leves celos de Sean.

-Puedes, siempre y cuando no tengas ese brillo de desmayo en tus ojos


cuando lo menciones- Sean apoya el codo en la mesa y movió un dedo
acusatoriamente hacía a mí.

-Vaya, Sean Thompson. No tenía idea de que fuera capaz de este tipo
de coqueteo- Estoy teniendo una velada increible con el. Fue
inesperado. Emocionante.

-Solía ser capaz de muchas cosas- murmuro. Había una pizca de dolor
detrás de su comentario que no me gusto escuchar.

La pasta llegó poco después de las ensaladas y el propio Chef salió de


la cocina con un delantal manchado de salsa, para presentarse. Era
pequeña, canosa, con una nariz grande y una sonrisa mas grande.
Estrecho la mano de Sean, luego la mia, con un apretón espolvoreado
de harina que me rompió los huesos. Ella nos informó que el tiramisú
iba por cuenta de la casa y luego se escabulló a la cocina para enviarlo.
Sean y yo comimos en un agradable silencio como la haciamos en su
casa todos los dias de la semana. Habíamos compartido muchas
comidas juntos, lo que hizo que esta noche se sintiera como una
primera cita...si eso fue lo que fue.

Siguieron, el postre y un espresso, pero antes de meterme en mi


tiramisu, con capas de biscochos caseros. Había una pregunta cuya
respuesta tenía que saber. Esta noche, Sean estaba siendo abierto y
honesto. ¿Cuándo más me diría?

-¿Sean?-

POV: SEAN

Al estilo típico de Emma Walker, rompió las barreras de la cortesía. En


lugar de andar de puntitas alrededor del tema, se había metido de
cabeza. Era una manera que yo podía apreciar.

-Si- respondí honestamente. Luego esperé a ver a dónde iría con la


conversación. Comió un bocado de su postre y masticó
pensativamente. Observe sus labios carnosos, no menos tentadores
sin el pintalabios rosa brillante, con el tenedor suspendido sobre el
plato.

-En tu diario...-

-Qué no estabas supuesta a leer- interrumpo

-Lo sé. Lo siento. Estaba tan...Intrigada. Escribiste que no la


extrañabas. Pero creo que tendrías que hacerlo-

-Bueno, había estado conmigo toda la vida- ella me da una pequeña


sonrisa, que yo le devolví. Luego le dije como veía las cosas
exactamente.

-La batalla no es nada nuevo. Los hombres han librado batallas


brutales para proteger lo que es tuyo, lo que aman. Desde el principio
de los tiempos. Cada vez que embarcaba, tenía una misión clara:
matener a salvo a los hombres y mujeres que me rodean. Esa era la
única misión- Se me hizo un nudo en la garganta al considerar como le
había fallado a dos hombres en particular.
-Sacrificaría una parte de mi cuerpo para proteger a los demás. Dios
sabe que Brad y Antonio dieron el máximo sacrificio para protegerme-
Ella se inclinó sobre la mesa y me acarició la mano. El impacto de ser
consolado por este asunto en particular envió una oleada de alfileres y
agujas en mi antebrazo. Era claro que, mi familia conocía los detalles y
me había prestado mucha atención, pero de una mujer...Una mujer en
una cita. Esto era nuevo e inesperadamente bienvenido.

-Ellos lo hicieron en la forma que tu lo habrías hecho, Sean. Te


protegieron. No puedes negarles el mismo derecho de proteger a su
amigo-

- No deberían de haberlo hecho- Mi labio se curvo, esa sensación de


vacío volviendo a mi pecho cada vez que pensaba en ese día.

_Antonio tuvo hijos. Brad tenía una esposa-

-Eso es desgarrador- exclama.

-Se lo que es crecer sin una madre. Los hijos de Antonio nunca
volverán a ver a su padre, y Brad no tendrá la oportunidad de tener
hijos- Por mucho que extrañara y añorara a mi madre, había tenido la
suerte de tenrla cerca durante la mayor parte de mi infancia. Erick
pasaba mas tiempo con ella, Noah menos, pero al menos podían
aferrarse a años de recuerdos.

-Por si sirve de algo- Emma dio un ligero apretón en mi mano. -Me


alegro de que tus amigos se hayan sacrificado para que estes aquí. Si
no los hubieras perdido, nunca te hubiera concido- Me empapé de sus
palabras como rayos de sol en un día frio. Ella sostuvo sus ojos con los
míos, su mirada inflexible e inquebrantable. Como de costumbre,
estaba atrapado en una red de su fuerza y su belleza.

-No te detienes, lo he notado- dijo


-No hay razón para hacerlo- deslizo mi mano de debajo de la de ella y
me recuesto en mi asiento. Estaba tan aliviado como decepcionado por
perder la atención.

- Si, pero creo que es porque simplemente no eres un habitante


común. Es como dijiste, los hombres han estado sacrificando partes de
si mismos desde que los humanos han estado en la tierra. Lo sabes, lo
aceptas. Perdiste tu pierna y lo aceptaste. De la misma manera en
última instancia, aceptaste mi ayuda.

-Eras inevitable, Emy- Ella era la que bailaba sobre el tema del destino,
asi que tal vez por eso la palabra aparecio en la pantalla de mi mente.
No estaba seguro de si Emma y yo estabamos destinados a
conocernos, pero definitivamente ella encaja conmigo como ninguna
otra mujer lo había hecho. Con Christina, siempre había habido un tira
y afloja para llevarnos bien, era tan feroz que prácticamente sudaba
por el esfuerzo. Con Emma, hubo la misma dinamica, pero el tira y
afloja se sintió natural. Sin importar que ella nunca estuvo realmente
en desacuerdo conmigo.

-Lo admito- levanto su pequeña taza de café y miro por encima del
borde, una visión con su cabello oscuro recogido y aretes colgando
brillando a la luz de las velas. -Tú me atrajiste. Quiero decir, no tenía
otra opción. Desenvainaste tu espada y pisoteaste a todos los
asistentes que te envié. O aparecía yo misma o dejar que arruinaras mi
reputación que dura mente he ganado- Una oleada de atracción me
golpeó tan fuerte que no supe que hacer con ella. Las imágenes y los
sonidos del restaurante se disolvieron a su alrededor como una nube
etérea hasta que ella fue la única en enfocarse claramente. Emma es
una fuerza que yo no evitaría. Incluso con un vestido rosa brillante
que contrarestraba a un viento frío que soplaba desde afuera y me
quemaba la cara cuando se adentraba en mí.

-La belleza es una cosa rara en la guerra- Dije, con mi propia voz
infundida de lujuria que sonaba extraña. Su sonrisa arrogante se
deslizó cuando apoyó la taza sobre el mantel.
-Cuando regrese a casa, no encontré belleza ahí. Meses de
rehabilitación, manteniendo mi cabeza baja y trabajar en el proyecto
"Corazón de oro" se convirtió en mi enfoque. Entonces tú...- Sacudo mi
cabeza con asombro cuándo la epifanía me golpeó. -Llegaste, Emma, y
absolutamente ahogas una habitación con ella- Sus ojos color wisky se
oscurecieron, ensombrecidos por espesas pestañas negras. Su voz no
era más que un susurro atónito cuando dijo: "Gracias".

-No estoy hablando de la forma en que te ves- Aunque, Dios, Emma era
una visión en todos los sentidos. -Me refiero a tu espíritu. Eres feroz,
eres fuerte- Ella se quedo en silencio, y me pregunté si estaba
trabajando en lo que había dicho. Sin duda, a esta mujer le habían
dicho que era hermosa, un millón de veces. Sólo su cuerpo tenía que
haber atraído a los hombres como polillas condenadas a incinerarse
en la llama. Pero había más en ella. Capa tras capa de confianza y
poder, independencia y una buena dosis de sarcasmo. Estoy intrigado
por cada capa.

-Ven a casa conmigo- Ya estaba fuera de mi boca antes de que hubiera


querido decirlo.

-Umm...- Su sonrisa era nerviosa. Mierda ¿Por que había dicho eso?

-Lo siento- Levante mi propio espresso para hacer algo con mis
manos. -No he hecho esto en mucho, mucho tiempo. No desde...-

-Sean- Esperaba encontrame con un par de ojos compresivos y


escuchar una excusa bien versada. En cambio, los ojos de Emma
brillaron a la luz de las velas y una rica risa aterciopelada resono en su
garganta.

-Iba a sugerir mi departamento en su lugar- dice. -Esta más cerca- Si


hubiera tenido un espejo frente a mí, sabía que habría visto un
asonrisa que coincidía con la de ella.

POV: EMMA
Está fue una velada inesperadamente romantica con vino, comida y
postres deliciosos, que estaba a punto de ser seguida por mi invitacion
a Sean de pasar la noche en mi departamento. Tan pérdida en la magia
de nuestra conversación y las formas sutiles en que compartió sus
secretos, que no había considerado, hasta que Sean se detuvo en mi
estacionamiento, que no sólo lo estaba invitando a entrar... Le estaba
pidiendo que subiera. Aún dentro del auto, conte mentalmente los
pasos que conducían a mi cómodo y acogerdor departamento en el
último piso. Mi corazón se hundió. Para Sean, el camino debe parecer
una milla de distancia. El motor se apago cuando Sean giro la llave y
los unicos sonidos en el auto eran los latidos de mi porpio corazón y
nuestaras respiraciones tranquilas.

-Emma-

-Lo sé. Ni siquiera lo pense cuando sugerí que vinieramos aquí- Me


arriesgue a mirarlo para encontrar sus cejas bajas. Podemos ir a tu
casa. No espero a que te comprometas a...-

-¿De que estás hablando?-

-Las escaleras- Señalo innecesariamente. -Hay mil escaleras que


conducen a mi puerta principal- Miró por la ventana y luego a mí.

-Ya veo-

-Pero no puedes...o tal vez ni quieres...-

-Si tienes dudas, sólo dilo- Su tono de voz fue cortante. Mi corazón
martilleó ¿ De la emoción o de los nervios? No lo sé. No había tenido
sexo en tres años. Cuándo miro a Sean, no hay una sola parte que no
quisiera explorar de lo que hay entre nosotros. A menos que las cosas
fueran más allá del sexo.

Había pensado que George no estaba emocionalmente disponible, y lo


estaba. Pero Sean Thompson se lleva la ovación de pie. Había tenido
mi primera cita en mucho tiempo, con un infante de marina obstinado
y cerrado. Dios, el sexo seria increíble si nuesto beso fuera algo por lo
que pasar, pero ¿que pasará después? ¿Como continuaría viendolo o
trabajando para él? ¿Qué tan complicadas se pondrían las cosas si yo
estuviera saliendo con la personificación el Sr. Emocionalmente
indisponible?. Cierto, que soy fuerte y valiente. Pero una relación con
Sean podría a prueba ambos limites. No sabía si estaba lista para
ponerme en una posición de tal vulnerabilidad, todavía no. Creo que
esto fue un error.

También podría gustarte