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ECLESIOLOGÍA.

TEMAS DE EXÁMEN APUNTES BIENIO 4º / 5º - 2005 / 06

EL SERVICIO A LA VERDAD: LA INFALIBILIDAD

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA.
El magisterio apostólico está siempre al servicio de la verdad, de “todo” lo que Cristo
ha mandado. Confiere a los apóstoles la función de guardar, explicar y defender el “deposito”
de la revelación confiado a la Iglesia.
Después de Pentecostés, los apóstoles, con la fuerza del Espíritu se hacen presentes en
el mundo proclamando la salvación alcanzada por la muerte y resurrección de Jesús (cf. Hch
2, 14,41). Éstos, enseñan, en nombre de Cristo, con su autoridad, por su mandato. Los
apóstoles son quienes tienen la última palabra en las cuestiones doctrinales.
El magisterio de la Iglesia está fundamentado en la Sagrada Escritura, tiene un origen
divino. Este magisterio no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve (DV 10; cf. LG 25).
 Tareas del magisterio eclesiástico.
Las tareas a desempeñar son guardar, transmitir, exponer y difundir, de
manera fiel e íntegra la palabra de Dios (cf. DV 9).
Debe custodiar la verdad recibida de Cristo, sin poder modificar, quitar o
añadir nada que la cambie sustancialmente.
A la Iglesia le ha sido confiada la Palabra de Dios, por lo que debe ser
maestra de la misma, transmitiéndola a todos los hombres (cf. Mt 28,18-20).
Al magisterio compete la interpretación auténtica de la palabra de Dios,
expuesta e interpretaciones diversas, no siempre en armonía con la fe.
Los Padres de la Iglesia instan a los fieles a no dejarse seducir por los
herejes, y luchan contra los errores que surgen. San Ireneo afirma en su obra
“Contra las herejías”, que para permanecer en la verdad es necesario seguir la
doctrina de los Apóstoles y la predicación de la Iglesia. Según S Cipriano, para
conservarse en la fe se debe vivir en al unidad de la Iglesia.
Ante las herejías, la Iglesia vio pronto la necesidad de fijar en fórmulas
breves, mediante los Credos, las verdades fundamentales de la fe.
En cuanto a las definiciones dogmáticas, tratan de fijar la verdad de fe que
ha sido negada o mal interpretada por algunos. Las verdades de fe definidas por el
magisterio son propuestas en conceptos y lenguaje humano.
 Sujetos diversos del magisterio eclesial.
En virtud de que todos en la Iglesia participan del oficio profético de Cristo
(LG 12), toda la Iglesia es sujeto del magisterio en la Iglesia. Tanto los obispos
como el Papa sean sujetos del magisterio en la Iglesia.
La teología distingue dos modos de magisterio episcopal:
 El magisterio ordinario; el que cada obispo en su diócesis ejerce
mediante la predicación ordinaria, la catequesis, cartas pastorales,
etc.
 El magisterio extraordinario o solemne; el realizado en los
Concilios ecuménicos o el impartido por el Papa con determinadas
condiciones. Tiene como finalidad conservar indefectiblemente en

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la Iglesia el depósito de la fe. Éste constituye la cima del camino de


la Iglesia en la verdad y hacia la verdad.
En cuanto al valor de las enseñanzas del magisterio eclesial hay que
distinguir tres casos: 1) cuando los obispos en comunión entre sí y con el
Romano Pontífice, convienen en un mismo parecer como maestros auténticos y
exponen como definitiva una doctrina en las cosas de fe y costumbres; 2)
cuando los obispos reunidos en Concilio ecuménico unidos al Romano
Pontífice, actúan como maestros de la fe y de la conducta para la Iglesia universal
y definen como de fe alguna doctrina; 3) este magisterio infalible pertenece
también al Papa cuando habla ex cathedra, cuando, como pastor y doctor
universal de la Iglesia, declara como definitiva una doctrina de fe o costumbres (cf.
LG 25).
 El carisma de la infalibilidad.
El término “infalible” entra tardíamente en la teología. Pero se afirmaba
que la infalibilidad era propia solamente de Dios y de la verdad.
En la actualidad se habla de la indefectibilidad. Ésta, abarca más que la
infalibilidad y se refiere a la seguridad dada a la Iglesia por Cristo de permanecer
inmutable en su constitución esencial, y de ser la institución definitiva para la
salvación, mientras que la infalibilidad se limita a la garantía dada por el Señor a la
Iglesia de permanecer siempre en la verdad de la fe recibida de los apóstoles.
La infalibilidad supone que la instancia que goza de ese carisma no puede
engañarse ni engañar cuando propone la verdad de fe.
La infalibilidad de la Iglesia se deriva de la infalibilidad divina de la cual
participa mediante la asistencia del Espíritu.
Infalibilidad quiere decir que el sujeto en cuestión no puede caer en el
error cuando, guardando ciertas condiciones, define que una verdad está
contenida en la revelación y por consiguiente pertenece a la fe de la Iglesia.
La infalibilidad se debe a la asistencia del Espíritu Santo. Así, después de
Pentecostés los apóstoles tienen conciencia de anunciar la palabra exacta de Jesús.
Los obispos como sucesores de los apóstoles tienen como ellos en el
ejercicio de su función magisterial el carisma de la infalibilidad. Pero no cada uno
en particular, como los apóstoles, sino como “cuerpo de los obispos”.
 La infalibilidad de los concilios ecuménicos.
El Concilio ecuménico o universal es la reunión legítima en un lugar de los
obispos para decidir sobre cuestiones de fe o de conducta que afectan a la Iglesia
universal.
La infalibilidad del Concilio proviene de la promesa de Jesús de asistir
eficazmente a su Iglesia. No sería eficaz esa asistencia si la Iglesia representada
por los obispos, unidos al Papa errase proponiendo a la Iglesia universal como de
fe alguna doctrina contraria a la fe.
No todo lo que se enseña en los Concilios se ha de tener como infalible. En
cuanto al objeto, tiene que versar sobre cuestiones de fe y costumbres, y ha de
constar expresa y claramente la voluntad de los padres conciliares de definir
infaliblemente lo que enseñan y de proponerlo como tal a la Iglesia universal.

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 La infalibilidad del Papa.


La infalibilidad del Papa fue definida por el Concilio Vaticano I. En al
Constitución Pastor aeternus: “Definimos que el romano pontífice, cuando habla
ex cathedra, goza de aquella infalibilidad con la que el divino Redentor quiso
dotar a la Iglesia” (DS 3074). El Vaticano II reafirma y clarifica esta doctrina
diciendo: Esta infalibilidad compete al Romano Pontífice, en razón de su oficio
cuando proclama como definitiva la doctrina de fe o conducta en su calidad de
supremo pastor y maestro de todos los fieles, a quien a de confirmar en la fe” (cf.
Lc 22,32).
Algunas precisiones convenientes en cuanto a la infalibilidad:
1. La infalibilidad papal es la misma que la otorgada por Cristo a toda la
Iglesia. La Iglesia posee la infalibilidad in credendo (no errar en su
creer). El cuerpo episcopal y el Papa, la infalibilidad in docendo (no
errar en su enseñar). La infalibilidad de la Iglesia es pues tanto “in
credendo” como “in docendo”.
2. La infalibilidad no es inspiración ni revelación de verdades no
contenidas en la Escritura o en la tradición viva de la Iglesia. Su
función es mantener integro el “deposito de la fe”, defenderlo y
exponerlo con fidelidad.
3. No es una infalibilidad incondicional ni absoluta, pues esta pertenece
sólo a Dios. La del Papa es comunicada por Dios gratuitamente. Se
debe a la asistencia del Espíritu Santo y está limitada en cuanto al
objeto “el deposito de la fe”, y en cuanto al sujeto, pues el Papa tiene
que guardar ciertas condiciones.
4. Es un acto transeúnte y no permanente, sólo se da cuando el Papa
enseña doctrinas referentes a la fe o a la conducta.
5. “Ex cathedra” significa que hable de modo público y con los requisitos
de solemnidad y oficialidad que exprese la voluntad de enseñar una
verdad de manera definitiva e irrevocable a la Iglesia universal.
6. En rechazo a las tesis conciliaristas y galicanas. Las definiciones
papales no pueden proceder del capricho del Romano Pontífice. No
puede interpretarse que el Papa esté por encima, o al margen de la
Iglesia, sino que lo definido ha de estar en concordancia con el
testimonio de la fe apostólica y expresar “la conciencia creyente de la
Iglesia universal”. Por eso la “asistencia del Espíritu Santo” no le
exime de cerciorarse del “sensus fidei” de la Iglesia, de atender al
“consensus fidelium”, de la consulta a los obispos, a los teólogos y
peritos de la Iglesia. El magisterio no está por encima de la palabra de
Dios, sino que la sirve (DV 2).
7. Los pronunciamientos “ex cathedra” son “irreformables”. Teniendo en
cuenta que “irreformable” en sentido estricto, sólo es la Palabra de
Dios. Lo propuesto como dogma es irreformable en cuanto se refiere al
contenido de la fe. Pero eso no quiere decir que tenga ya en sí tal
plenitud y perfección de expresión. Todo dogma definido queda
siempre abierto hacia adelante.

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LA DEFINICIÓN DEL VATICANO I.


La toma de postura del Vaticano I estuvo motivada por la lógica interna de la fe que
encontró ocasión de explicitarse en las controversias y en las necesidades de la época.
La definición conciliar del Vaticano I depende, de un lado, de la coherencia de la fe.
La explicitación, por otro lado, estuvo motivada y hasta urgida por las insistentes
reivindicaciones galicanas. En 1663 la Facultad de Teología de París estableció la siguiente
tesis: “La Facultad no recibe como doctrina o doma que el Soberano Pontífice sea infalible,
sin que intervenga consentimiento de la Iglesia”.

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