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Camila
Corría como nunca en mi vida, los músculos de mis piernas empezaban a
quemar y mi respiración acelerada delataba que llevaba corriendo hace
bastantes cuadras. Al llegar a la casa de Blas me quedé congelada al
notar un camión de mudanza afuera, varios trabajadores guardaban cajas
y entre ellos estaba la hermana del pelinegro.
Ella es una hermana mayor para mí, desde que tengo memoria jugábamos
juntas, me peinaba y cuidaba cuando mis papás trabajaban. Prácticamente
me vio crecer.
— ¿Por qué esa cara? —preguntó, segundos de silencio hasta que logró
juntar el rompecabezas. — Blas no te dijo... ¿verdad?
Negué suavemente sin poder formular una palabra. — Lo mato, le dije que
te contara. Pensé que sabías, por eso no te dije nada.
Aclaró rápidamente.
Camine hacia la casa sintiendo una melancolía repentina al ver que estaba
vacía. Totalmente vacía.
Subí las escaleras de forma lenta mientras mis manos tocaban las
paredes, el barandal de la escalera como si dejara huellas en ella.
— ¿Por qué... por qué no me dijiste nada? —otra pregunta abandonó mis
labios mientras me acercaba a él.
— Obvio, obvio que quiero que me digas eso porque es mil veces mejor
enterarme de ti que enterarme de tu hermana.
alce la voz algo que de cierta forma parecía sorprender a Blas. Las
lágrimas volvían a caer y mi corazón latía a gran velocidad.
— ¡No podés decir eso y lo sabes muy bien! —tome un respiro pasando
una mano por mi cabello pelinegro. — Sabes que no, sabes que, si fuimos
algo, pero te da miedo admitirlo... sabes que me vas a dejar aquí con el
corazón roto.
— Los dos aceptamos este futuro... esa noche en la fiesta sabes que
aceptamos que esto pasaría en algún momento.
Admití otra vez. Admití mis sentimientos hacia alguien que parecían no
importarles.
— Tres meses.
Me quedé congelada.
— ¿que?
“¡Blas, ya hay que irnos!” Grito Lola desde afuera de la casa seguido de un
grito de su madre que decía: “¡despediré bonito de Camila que no la ves
más hasta quien sabe cuándo!”
Me quedé mirando sus ojos los cuales empezaban a tener una capa fina
de brillo, estaba por llorar. Un suspiro tembloroso abandonó mis labios
mientras Blas se acercaba a mi entrelazando nuestras manos.
— Camí, por favor decime algo. —repitió. —Te lo suplico, decime lo que
sea Camí.
— Te amo.
Confesé mirando sus ojos fijamente. Una lágrima se deslizó por su mejilla
derecha, su agarre en mis manos fue hacia mi cintura y me atrajo a su
cuerpo.
— Por dios Camila, yo también te amo. Perdóname tanto por ser un
pelotudo, enserio perdóname, pero no te merezco y aunque así fuera
sabemos que no podremos mantener una relación a distancia.
En el peor momento.
Juntamos nuestras frentes aún con los ojos cerrados. suspiro tras suspiro
junto a un silenció casi sepulcral se escuchaba en toda la habitación
totalmente vacía de Blas.
Nos separamos con pesadez, con lentitud esperando grabar el toque del
otro en nuestras mentes. Blas dejo un beso en mi frente y sin darme
cuenta deslizó un anillo en el bolsillo de mi chaqueta verde esmeralda que
compartíamos desde mi cumpleaños 18.
— Te amo Camila.
Dijo antes de dejar un beso corto en mis labios y separarse totalmente de
mi cuerpo. Salió de la habitación dejándome sola en lo que era su cuarto.
pero claro que él no sabía eso, claro que él no sabía que la academia de
baile por la cual muero por entrar desde los 7 años me había aceptado y lo
rechace por eso significa mudarme a otro país. Lo rechace por el
pensando que tal vez podríamos formar una relación, tener un futuro
juntos.
Me dejó con Miles de recuerdos de los dos juntos desde los cuatro años.
Dejo todo lo que “amaba" en tan solo minutos y como si fuera poco, dejo
sentimientos que pensé nunca sentir a su lado.