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Muchísimas personas salen a alguna celebración un acto social, sin pensar que van a
ingerir bebidas alcohólicas y que tienen que manejar de vuelta a casa.
Aquí tenemos algunos ejemplos de lo que suceden con ciertos niveles de alcohol en el
cuerpo.
-Con 0,3 grados de alcohol por litro de sangre: disminuye la agudeza mental y la
percepción de la velocidad.
-Con 0,8 gramos o más de alcohol por litro de sangre: la coordinación se perturba
fuertemente y existe un estado de embriaguez.
En un hombre de 70 kilos: un vaso de vino de 100 ml marca 0,2 grados, una lata de
cerveza marca 0,3 grados, y un trago de whisky marca 0,4 grados.
En una mujer de 60 kilos: un vaso de vino de 100 ml marca 0,3 grados, una lata de
cerveza marca 0,5 grados, y un trago de whisky marca 0,6 g.
Debemos hacer caso a lo que dice la ciencia y aceptar que las estadísticas son
abrumadoras sobre los daños de beber y conducir, independientemente de la cantidad
que bebamos. Debemos acatar las leyes de tránsito. Mejor tomar un taxi, protegerse y
proteger a los demás. Beber y después conducir, transforma un momento inocente, en
un homicidio, ya que un automóvil tiene la capacidad de matar.
Tiene nomás que llegar un punto en nuestras vidas en que reconozcamos que no
estamos haciendo bien cuando bebemos y luego conducimos, no importa la cantidad.