(“COMPENDIO DE ANÁLISIS INSTITUCIONAL Y OTRAS CORRIENTES: TEORÍA Y PRÁCTICA"
CAPITULO 2. Gregorio Baremblit - Editorial Rosa de los tiempos.)
El Institucionalismo, a su manera, tiene una concepción propia de lo que es la Sociedad y de lo que es la
Historia, a la Sociedad como forma organizada de asociación humana y a la Historia como el deber de la Sociedad en el tiempo. El Institucionalismo, sin considerar en el momento las diferencias doctrinarias de escuela por escuela, afirma que la sociedad es una red, un tejido de instituciones. ¿Y qué son las instituciones? Las instituciones son lógicas, son árboles de composiciones lógicas que, según la forma y el grado de formalización que adopten, pueden ser leyes, pueden ser normas y, cuando no están enunciadas de manera manifiesta, pueden ser pautas, regularidades de comportamientos. Algunos autores sostienen que leyes, normas y pautas son objetivaciones de los valores. Las leyes, en general, están escritas; las normas y los códigos también. Más, una institución no necesita de tal formalización por escrito: las sociedades ágrafas también tienen códigos, solo que ellos son transmitidos verbal o prácticamente, no figurando en ningún documento. ¿Qué significan estas lógicas? Significan la regulación de una actividad humana, caracterizan una actividad humana y se pronuncian valorativamente con respecto a ella, clarificando lo que debe ser, lo que está prescripto, lo que no debe ser, esto es lo que esta proscripto, así como lo que es indiferente. Estas lógicas, estos cuerpos discriminativos son varios y es curioso que los institucionalistas tengan dificultades para llegar a un acuerdo acerca de cuáles y cuántos son. Vamos a examinar algunas ilustraciones, más o menos indiscutibles. Un ejemplo de una institución; la institución del lenguaje: ella cabría en esta definición que vimos cuando pensamos en términos gramaticales. La gramática no es nada más que un conjunto de leyes, de normas que rigen la combinatoria de elementos fónicos, de unidades de significación en el lenguaje. Como la combinación de elementos, conforme a lo indicado por esas leyes, puede construirse un infinito número de mensajes, de tal modo que ellos sean comprensibles para cualquier hablante u oyente de la lengua. Entonces, como se puede ver, al final de cuentas, una gram ática es una institución que explícita las opciones de acuerdo con las cuales se van a producir los mensajes, considerados gramaticales o agramaticales, prescriptos o proscriptos. Es claro que en el caso de la lengua no están estipulados también los premios y los castigos para quién usa de forma correcta o incorrecta la lengua que es lo que pasa en otro tipo de instituciones. Más el precio de su desconocimiento o transgresión es obvio: la incomunicabilidad dentro del universo humano, por lo menos de ese universo humano. Otro ejemplo son las instituciones de reglamentación del parentesco, las que definen los lugares tales como: padre, madre, hijo, nuera, yerno, etc. Esas que prescriben entre cuales miembros de esa clasificación se pueden dar uniones, entre cuales miembros no se pueden dar uniones, y qué tipo, qué características de vínculo de descendencia y alianza relaciona cada una de estas posiciones con la otra. Esto también es un código que formalizado o no, regula la relación de parentesco y tiene prescripciones -lo que es indicado- y también proscripciones -lo que es prohibido-, así como lo que es indiferente o no abarcado por esa lógica. Otra institución poco discutible entre los institucionalistas es la de la división del trabajo humano. El trabajo humano está dividido según los momentos y las especificidades de cada tipo de producción y tarea (división técnica). Más, por otra parte, esa división viene acompañada de una jerarquía que instituye diferencias de poder, prestigio y lucro, no necesariamente justificadas por la importancia productiva de quienes ocupan esos lugares (división social). Por ejemplo: trabajo manual e intelectual, del campo y de la ciudad, asalariados y autónomos, etc. Están también las instituciones de la educación, esto es, aquellas leyes, normas y pautas que prescriben como se debe socializar, instruir un aspirante a miembro de nuestra comunidad para que él se pueda integrar a la misma con sus características efectivas. Tenemos también la institución de la religión, que es la que regula las relaciones del hombre con la divinidad, divinidad sobrenatural para unos o inmanente en la vida terrena para otros, más con respecto a la cual existe toda una serie de comportamientos indicados y toda una serie de comportamientos contraindicados. Tenemos tambi én las instituciones de justicia, las instituciones de administración de fuerza, y así por delante-. En un plano formal, una sociedad no es más que eso: un tejido de instituciones que se interpenetran y se articulan entre sí para regular la producción y la reproducción de la vida humana sobre la tierra y la relación entre los hombres, Ahora, entendidas así, los instituciones son entidades abstractas, por más que puedan estar registradas en escritos o tradiciones. Para enfatizar y vigorizar, para cumplir su función de regulación de la vida humana, las instituciones se tienen que realizar, se deben "materializar". ¿Y en qué se materializan? En dispositivos concretos que son las organizaciones. Las organizaciones entonces, son formas materiales, muy variadas, que comprenden desde un gran complejo organizacional, tal como un Ministerio: Ministerio de Educación, Ministerio de Justicia, Ministerio de Hacienda, etc. hasta un pequeño establecimiento. O sea, las organizaciones son grandes o pequeños conjuntos de formas materiales que pueden, en efecto, que concretizan las opciones que las Instituciones distribuyen, que las Instituciones enuncian. Esto es, las instituciones no tendrían vida, no tendrían realidad social, si no fuese a través de las organizaciones. Más, las organizaciones no tendrían sentido, no tendrían objetivo, no tendrían dirección si no estuviesen informadas como lo están, por las instituciones. A su vez, una organización (que, insistí, es un complejo grande, voluptuoso), está compuesta de unidades menores. Estas, son de naturalezas muy diversas y es muy difícil enunciarlas a todas. Pero, por lo menos, hay algunas que son muy características, como por ejemplo, los establecimientos. Establecimientos serían las escuelas, un convento, una fábrica, un club, un banco, un cuartel. Hay diversos tipos do establecimientos, de características muy diversas. Más, es un conjunto de establecimientos que integra una organización. Los establecimientos en general, incluyen dispositivos técnicos cuyos ejemplos más clásicos son la maquinaria, las instalaciones, archivos, aparatos. Esto recibe el nombre de equipamiento. El equipamiento puede tener una realidad material que coincide con el establecimiento, o sea, las máquinas de un establecimiento o puede tener una realidad mucho más amplia, de manera que forme un gran sistema de máquinas, un gran equipamiento. Eso es lo que ocurre, supongamos, con los equipamientos de las organizaciones de comunicación de masa, que, por vez, son organizaciones que realizan las prescripciones de una gran institución que es una institución de comunicación social. INSTITUCIÓN - ORGANIZACIÓN - ESTABLECIMIENTO - EQUIPAMIENTO. Todo esto, naturalmente, solo adquiere dinamismo a través de los agentes (actores). Nada de eso se moviliza, nada de eso puede operar sino a través de los agentes. Los agentes son "seres humanos", son los soportes y los protagonistas de la actividad de toda esa parafernalia. Y los agentes protagonizan prácticas. Prácticas que pueden ser verbales, no verbales, discursivas o no, prácticas teóricas, prácticas técnicas. Pero es en las acciones que toda esa parafernalia acaba por operar transformaciones de la realidad. Entonces, estas unidades (institución - organización - establecimiento - equipamiento - agentes - prácticas) no pueden ser confundidas. Pero, infelizmente, con frecuencia eso ocurre. Y no son confundidas apenas por los legos sino por los institucionalistas. Entonces cuando se estudia una escuela institucionalista, esta escuela puede llamar institución a las organizaciones; organización a un establecimiento. Eso no es nada recomendable porque la primera cosa que hay que hacer para entender este complejo panorama es crear una nomenclatura más o menos universal y compartida. Lo que aquí propongo es que gran parte de los institucionalistas acepte. Eso no es apenas el ejercicio de un desafío, pero algo importante, porque comenzamos a decir, por ejemplo, que esa escuela es una institución, el asunto resulta complicado porque esa escuela no es una institución, sino simplemente un establecimiento que forma parte de una gran organización, probablemente del Ministerio de Educación, que a su vez realiza una gran institución que es la Institución de la Educación, que es una lógica, una serie de prescripciones o leyes. En una institución pueden distinguirse dos corrientes importantes. Una es la vertiente de lo Instituyente, y la otra es la de lo Instituido. A pesar de los orígenes de las instituciones, sería muy difícil de determinarse; o sea, hacer la historia de una institución, particularmente la de sus orígenes, es una tarea a veces imposible, como se acostumbra decir, "se pierde en el comienzo de los tiempos". Inclusive hay muchas instituciones, como la institución de la lengua o la de las relaciones de parentesco y la de la religión y la de la división del trabajo, de las cuales no se puede decir cuál vino primero y cuál después. La única cosa que se puede decir es que para que una sociedad humana exista, tienen que existir como mínimo, estas cuatro instituciones humanas, o sea que humanidad es sinónimo de colectivo regido por estas instituciones y estas Instituciones son sinónimos de existencia de un colectivo humano, Entonces, es difícil saber como eran los colectivos antes que apareciesen estas instituciones. Es preguntarse cómo eran los hombres antes de ser hombres, por lo menos como lo entendemos. Entonces, situar, colocar el origen de estas instituciones es muy difícil. Sólo se puede decir que una institución supone otra, precisa de otra, y en su conjunto es lo que constituye una civilización o una sociedad humana. Ahora no se puede decir cómo estas grandes instituciones comenzaron, sin dudas, podemos distinguir en ellas una potencia, un movimiento de transformación constante que tiende a modificar, a operar mutaciones, transmutaciones en sus características. En pocas ocasiones privilegiadas podemos asistir, históricamente, al nacimiento de una gran institución. Pero en general, no es esto lo que sucede, lo que sí es que se puede es asistir a los grandes momentos históricos de revolución de una institución. Entonces, a estos momentos de transformación institucional, a estas fuerzas que tienden a transformar las instituciones o también a estas fuerzas que tienden a fundarlas (cuando aún no existen), a eso se le llama instituyente, fuerzas instituyentes. Son las fuerzas productivas de códigos institucionales. Este gran momento inicial del proceso constante de producción, de creación de instituciones tiene un producto, genera un resultado, y esto es lo instituido, lo instituido es el efecto de la actividad instituyente. Si ustedes prestaran atención a estos nombres, ellos mismos ya están diciendo algo en relación a la diferencia entre lo instituyente y lo instituido. Lo instituyente aparece como un proceso, en cuanto lo instituido aparece como un resultado. Lo instituyente transmite una característica dinámica; lo instituido transmite una característica estática, congelada. Entonces, es evidente que lo instituido cumple un papel histórico importante, porque las leyes creadas, las normas constituidas o las pautas, los patrones, refuerzan para regular las actividades sociales, esenciales para la vida de la sociedad. Pero sucede que esa vida es un proceso esencialmente cambiante, mutante, entonces, para que los instituidos sean útiles, sean funcionales en la vida social, ellos deban estar acompañando la transformación de la vida social misma para producir cada vez más, nuevos instituidos que sean apropiados a los nuevos estados sociales. Se debe evitar una lectura de tipo maniqueísta, que piensa que lo instituyente es bueno y lo instituido es malo, aunque sea verdad que lo instituido presente, por naturaleza, una tendencia a la resistencia, una disposici ón que se podría llamar a persistir en su ser, a no cambiar, que cuando se exacerba, se exagera, se conoce políticamente por el nombre de conservadurismo reaccionario. Por el contrario, lo instituyente aparece como actividad revolucionaria, creativa, transformadora por excelencia. En la realidad no es exactamente as í, porque lo instituyente carecería completamente de sentido si no se plasmase, si no se materializase en lo instituido. Por otro lado, los Instituidos no serían útiles, no serían funcionales sí no estuvieran permanentemente abiertos al poder instituyente. A su vez, lo mismo sucede a nivel organizacional. Existe lo organizante/organizador y lo organizado. Hay una actividad permanentemente crítica y transformadora, optimizadora de las organizaciones - lo organizante. Y hay lo organizado, que se puede ilustrar como el famoso organigrama o flujograma, que es necesario, pero que tiene una tendencia "natural" a cristalizarse (entre comillas porque nada tiene que ver con lo natural), una tendencia histórica a ser esclerosado y a adoptar una serie de vicios, entre los cuales el más conocido es la burocracia, aunque no sea el único. Entonces, es importante saber que para la vida social, entendida como el proceso en permanente transformación que debe tender a un perfeccionamiento, que debe apuntar a una mayor felicidad, a una mayor realización, a una mejor salud, a una mayor creatividad de todos sus miembros, esa vida s ólo es posible cuando ella es regulada por instituciones y organizaciones, cuando en esas instituciones y organizaciones en relaci ón y en dialéctica existentes entre lo instituyente y lo instituido, entre lo organizante y lo organizado (proceso de institucionalización-organización) se mantienen permanentemente permeables, fluidas, elásticas. Otra manera de referirse a esto, es decir que en las instituciones, organizaciones, establecimientos, agentes, prácticas, se puede distinguir una función y un funcionamiento. Para poder entender esta terminología, se tiene que comprender que en las civilizaciones y en los conjuntos humanos, en la vida humana, tomada en un sentido muy amplio, hay tendencia a adquirir siempre características históricas que comprometen -este objetivo utópico activo. Estas características históricas, muy diferentes de una sociedad a otra, de una fase histórica a otra, se pueden resumir en tres grandes situaciones viciosas, que son conocidas en todo el mundo: son los procesos de explotación, de dominación y de mistificación (desinformación o engaño). Estas son las deformaciones del transcurso de la vida social y de sus objetivos más nobles, de sus finalidades más altas, que cada sociedad coloca a su manera y que son llamadas utopías sociales: como una sociedad tiende, desea, debe llegar a ser. Es claro que, a excepción de algunas sociedades en particular, desde que existen sociedades, las utopías sociales incluyen diferentes formas de libertades, diferentes formas de igualdades, diferentes formas de verdad y fraternidad, a pesar de estar usando, para referirme a esto, la utopía de la Revolución Francesa, llamada revolución burguesa, que no es ni la única, ni la mejor de las utopías, pero que es conocida por todos nosotros. Entonce, cada sociedad, en sus aspectos instituyentes y organizantes, siempre tiene una utopia, una orientación histórica de sus objetivos que es desvirtuada o comprometida por una deformación que se resume en: explotación de unos hombres por otros (expropiación de la potencia y del resultado productivo de unos por parte de otros), dominación, o sea, imposición de la voluntad de unos sobre otros y el no-respeto a la voluntad colectiva, compartida, de consenso y mistificación, o sea, una administración arbitraria o deformada de lo que se considera saber y verdad histórica, que es substituida por diversas formas de mentira, engaño, ilusión, sobre-negación de información, etc. Así, si se comprende esta oposición entre la utopía, el perfeccionamiento de la vida social y sus deformaciones - exploración, dominación, mistificación, entonces se puede comprender más fácilmente la división que se establece entre función y funcionamiento. Lo dicho no significa que las utopías sean siempre inocentes y acaben traicionadas, sino que en general son ellas quienes se traicionan a sí mismas. Los Instituciones, organizaciones, establecimientos, agentes y prácticas presentan una función. Esta función está siempre al servicio de las formas históricas de explotación, dominación y mistificación que se presentan en estas sociedades. Toda institución, toda organización, todo establecimiento presenta esta función: función al servicio de los explotadores, de los dominadores, de los mistificadores. Sólo que esta función raramente se presenta tal cual es, justamente a causa de la cuestión de la mistificación. La funciona se presenta deformada, se muestra como el objetivo natural, deseado y lógico de las instituciones y de las organizaciones. Esto es, no se expresan claramente a nivel de lo instituido y lo organizado. O sea, lo instituido y lo organizado presentan predominantemente, frecuentemente, funciones al servicio de la explotación, de la dominación, de la mistificación. Y las manifiestan de tal manera que las hacen parecer "naturales", deseables y eternas, a un paso que lo instituyente y lo organizante son siempre inspirados por la utopía, están siempre al servicio de los objetivos que provisoriamente llamamos de Justicia, de Igualdad y de Fraternidad. Pueden ser llamados de otra manera. Estas fuerzas, estos procesos, reciben el nombre de funcionamiento. Entonces, el funcionamiento es siempre instituyente y transformador, es siempre justiciero y tiende a la utopia. La función es, por su parte, predominantemente reaccionaria, conservadora, al servicio de la explotación, de la dominación y de la mistificación, y se presenta a los ojos no atentos como eterna, natural, deseable e invariable. Entonces, se puede distribuir otros términos que los que tenemos aquí presentes. Lo instituido, lo organizado, en cuanto a productivos, en cuanto a expresión apropiada, en cuanto a recursos operativos de lo instituyente, es claro que son necesarios. Sucede que rápidamente tienden a caer fuera de su sentido de funcionamiento, para adoptar la característica de la función, cosa que se comprende mejor cuando se dice que la característica esencial de lo instituyente, de lo organizativo/organizante y de sus productos operativos/operantes que serían propicios a la producción, producción que es la generación de lo nuevo, aquello que persigue una utopía; funcionamiento y producción son la misma cosa. Función es sinónimo de reproducción: es la tentativa de reiterar lo mismo, perpetuar lo que ya existe, aquello que no es operativo para acompañar las transformaciones sociales. Entonces: Instituyente e Instituido, organizante y organizado, producción contra reproducción, función contra funcionamiento. Para concluir expondremos definiciones que son un poco áridas y abstractas, pero que son necesarias para entender los pasos siguientes que vamos a dar: digamos en que consisten ¿cómo entender, cómo analizar cada institución, cada organización, y cómo intervenir para propiciarles la acción de lo instituyente y de lo organizante? No se puede hacer este trabajo sin que estas definiciones sean aclaradas. Para finalizar, los instituidos, organizantes-organizados que constituyen la malla, la red social, no actúan por separado, sino en conjunto. Y esta actuación en conjunto, puede ser enunciada con una fórmula pedagógica: cada uno de ellos actúa en el otro; por el otro, para el otro, desde el otro, Esto es una tentativa de enunciar el entrelazamiento, la interpretación que existe entre todos los instituyentes e instituidos, entre todos los organizantes y organizados. Esta articulación, esta interpenetración acontece a nivel de la función y a nivel del funcionamiento; a nivel de la producción y a nivel de la reproducción; a nivel de aquello que esta en contra Entonces, esta interpenetración a nivel de la función, de lo conservador, de lo reproductivo, se llama atravesamiento. Esta interpenetración a nivel de lo instituyente, de lo productivo, de lo revolucionario, de lo creativo, se llama transversalidad. Para dar apenas un ejemplo, voy a mostrarles un caso de atravesamiento de funciones a nivel organizacional. Nosotros decimos, por ejemplo, que una escuela es un establecimiento de las organizaciones de la enseñanza, que a su vez son una realización de la institución de la educación. Pero acontece que una escuela no sólo alfabetiza, no sólo instruye, no sólo educa dentro de los objetivos manifiestos de lo organizado y de lo instituido, sino que de alguna forma ella también prepara fuerza de trabajo (alienado), o sea; una escuela también es una fábrica. Por otro lado, una escuela, de acuerdo con la concepción de enseñanza que ella tiene, también consigue mantener los alumnos presos durante seis u ocho horas por día y, amén de enseñarles a leer y escribir, lo que fundamentalmente les enseña es a obedecer y lo que básicamente les transmite es un sistema de premios y puniciones, especialmente de puniciones. En este sentido es que una escuela es también una cárcel. Pero, amén de eso, lo que una escuela enseña es una serie de valores de lo que debe ser construido, de lo que debe ser destruido, enseña formas de ejercicio de la agresividad. Entonces, de alguna manera también se puede decir que una escuela es un cuartel. Entonces, ustedes van viendo como una escuela, a nivel de lo instituido, de lo organizado, a nivel de la función, a nivel de la reproducción, está atravesada por las otras organizaciones. Existe una estrecha colaboración en la tarea de reproducir lo que está, tal como está, y de esa manera colaborar para la perpetuación de la explotación, de la dominación y de la mistificación. Pero una escuela también es un ámbito en donde se tiene la ocasión de formar una agrupación político-escolar, un club estudiantil; una escuela también es un lugar en donde se puede aprender a luchar por los derechos; una escuela también es un lugar en donde se puede integrar un sistema de ayuda mutua entre los alumnos; una escuela también es un lugar en donde se puede adquirir elementos para poder materializar las corrientes instituyentes, productivas; en una escuela también se puede aprender a luchar contra la explotación, la dominación, la mistificación. Entonces, una escuela tiene un lado instituyente, un lado organizante. En este sentido, la escuela puede ser también, por ejemplo, un frente de lucha revolucionario, de lucha sindical, un lugar de adoctrinamiento para la revolución, un lugar para el ejercicio de la solidaridad. En este sentido es que una escuela tiene también un funcionamiento articulado, interpenetrado con muchas otras organizaciones, instituciones, con muchos otros instituyentes y organizantes de la sociedad que actúan en ella, a través de ella, para ella, por ella y ella por las otras, y anida entre los diversos cuadros y segmentos de ese mismo establecimiento. Esa interpenetración se llama transversalidad; la interpenetración a nivel de la función, de la reproducción, ya vimos, se llama atravesamiento. La interpenetración a nivel Instituyente, productivo, se llama transversalidad, que se define también como una dimensión de la vida social y organizacional que no se reduce al orden jerárquico de la verticalidad en el orden informal de la horizontalidad. Los efectos de la transversalidad se caracterizan por crear dispositivos que no respetan los límites de las unidades organizacionales formalmente constituidas, generando así movimientos y montajes alternativos, marginales y hasta clandestinos en las estructuras oficiales y consagradas. Con esto tenemos definida, hasta cierto punto, cuál es la concepción institucionalista de la sociedad.