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MEMORIAS RETÓRICO ARGUMENTALES DE LOS DISCURSOS


GOLPISTAS EN LA ARGENTINA (1930-1976): LA METÁFORA BIOLÓGICO
MÉDICA DE LA ENFERMEDAD

VITALE, María Alejandra


Instituto de Lingüística, FFyL, UBA

I. Introducción

Esta exposición parte de una investigación que, desde el marco de la tendencia


francesa de Análisis del Discurso (Maingueneau, 1996), se plateó como objetivo
identificar y caracterizar, en los editoriales y comentarios emitidos por la prensa escrita
argentina durante el período 1930-1976, las memorias retórico argumentales que
apoyaron los sucesivos golpes militares. Denomino memoria retórico argumental a la
dimensión argumentativa de las memorias discursivas, entendidas éstas por Courtine
(1981) como la repetición y transformación en la actualidad de un acontecimiento
discursivo de enunciados anteriores, ya dichos. De esta manera, la noción de memoria
retórico argumental da cuenta de los mecanismos desplegados por las memorias
discursivas para provocar la adhesión, en el caso analizado, a los sucesivos quiebres de
la democracia en la Argentina.
Desde una perspectiva retórica de la argumentación (Aristóteles, 1978; Perelman y
Olbrechts Tyteca, 1989), estudié las recurrencias que en aquellos editoriales y
comentarios se manifiestan, en la serie 1930-1976, en el plano de las tópicas (Angenot,
1982; Amossy, 2000), del ethos (Amossy, 1999; Maingueneau, 2002) y de la
construcción del pasado (Brow, 1990). A partir de este trabajo, identifiqué dos
memorias retórico argumentales golpistas, cuyos discursos fundadores surgieron para
apoyar el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen, el 6 de septiembre de 1930.
Denominé a una memoria retórico argumental (MRA) golpista liberal porque, ligada a
la derecha que la historiografía denomina conservadora (MacGee Deutsch, 2005)
argumenta a favor de los golpes de Estado desde una tópica según la cual los gobiernos
derrocados no respetaron las instituciones democráticas ni la Constitución y las fuerzas
armadas, por el contrario, las restablecerían. Asimismo, esta memoria apoya los
sucesivos golpes militares configurando un ethos moderado y “democrático” y mediante
una construcción del pasado que lo representa como un camino hacia la vigencia de la
democracia, en el que los gobiernos derrocados representan obstáculos que son
superados gracias a la intervención de las fuerzas armadas.
Denominé a la otra memoria retórico argumental (MRA) golpista nacionalista
antiliberal, porque, ligada a la derecha que la historiografía denomina nacionalista y en
el caso de sus manifestaciones más militaristas y violentas, fascista (MacGee Deutsch,
2005), apoya los sucesivos golpes de Estado desde una tópica según la cual el régimen
demo liberal no se adecua a la realidad de la Argentina y es un sistema del pasado,
afirma que es necesario que las fuerzas armadas instauren un nuevo orden, en general de
tipo corporativo, que se adecue a la doctrina cristiana y asegure la independencia
económica del país. Esta memoria apoya los golpes militares configurando un ethos
agresivo y enfático, inherente a un enunciador que se autorrepresenta como
“revolucionario”, y construyendo el pasado como un camino hacia la “revolución
2

nacional”, que, malograda por los gobiernos derrocados, sería alcanzada gracias a las
fuerzas armadas.
Estas memorias retórico argumentales golpistas no constituyeron bloques
cerrados ni homogéneos, no sólo porque desde 1930 a 1976, con mayor o menor
intensidad, entablaron una polémica sobre la orientación ideológica que deberían seguir
los sucesivos gobiernos militares, sino porque compartieron en el período estudiado una
tópica que conforma una zona común a ambas, en la que se ubica el tópico que
denominé el de los militares como médicos que sanan a la Argentina.
En cuanto a los tópicos, los he considerado no en el sentido aristotélico de lugar
común como forma vacía (Aristóteles 1978, 2000) que permite extraer argumentos para
cualquier tema, sino, a partir de la relectura que hace Angenot (1982) de esta
problemática, como ideologemas compartidos por un grupo que constituyen su doxa, su
opinión corriente, aquello que considera evidente y fuera de discusión. De allí que, en
los editoriales y comentarios analizados, los tópicos se manifiesten de modo recurrente
en descripciones definidas e indefinidas y en nominalizaciones, formas ligadas a un
efecto de evidencia1.
El propósito de esta exposición es el análisis de la metáfora biológico médica de
la enfermedad, que fue la técnica argumentativa en la que el tópico de los militares
como médicos que sanan a la Argentina se inscribió en la materialidad lingüística de los
discursos estudiados.

II. La metáfora biológico médica de la enfermedad

Desde la perspectiva de la nueva retórica, Perelman y Olbrechts-Tyteca


(1989:611) conciben la metáfora como una analogía condensada, que resulta de la
fusión de un elemento del foro con un elemento del tema. En efecto, estos autores
describen la analogía como una similitud de estructuras, cuya fórmula más general
sería: A es a B lo que C es a D. Llaman tema al conjunto de los términos A y B, los
cuales contienen la conclusión, y foro al conjunto de los términos C y D, los cuales
sirven para sostener el razonamiento.
La metáfora biológico médica de la enfermedad presenta la particularidad de que
los elementos del foro pertenecen al campo del organismo humano y los del tema al
campo político y social, que al ser asimilados a aquellos son biologizados. Por esto esta
metáfora, vinculada por Angenot (1982, 258:261) con una ideología de derecha, realiza
acabadamente una de las operaciones fundamentales de la ideología a la que se refiere
Eagleton (1997:88) la naturalización de procesos que son de índole socio histórica.
Si bien las dos memorias golpistas identificadas en mi investigación emplearon
esta metáfora para argumentar a favor de los sucesivos golpes militares, se perfila una
diferencia importante entre ellas: la MRA golpista liberal identifica la enfermedad que
padecía la Argentina con los gobiernos derrocados o con la situación reinante en ellos,
mientras que la MRA golpista nacionalista antiliberal asimila la enfermedad con el
sistema demo liberal mismo. Por otra parte, al considerar los entornos de los lexemas o
sintagmas que manifiestan esta metáfora, se observa que los matices de sentido que
cobra la enfermedad variaron según fuese empleada por una u otra memoria y en
función de las diferentes coyunturas golpistas.
De esta manera, para apoyar el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, el 6 de
septiembre de 1930, los discursos fundadores de la MRA golpista liberal emitidos por el
diario El Cronista Comercial metaforizaron a ese gobierno con la descripción indefinida
1
Sobre la relación entre las descripciones definidas e indefinidas y las nominalizaciones con el efecto de
evidencia, ver Ducrot (1982, 1984 ) y Sériot (1986, 1988 )
3

“un obstáculo para la salud de la República”, mientras que la nominalización “el


saneamiento de la administración pública” 2 ubicaba de modo implícito al ejército en el
lugar del médico que sana.
Los discursos fundadores de la MRA golpista nacionalista antiliberal emitidos
por el periódico La Nueva República, por su parte, para justificar el derrocamiento de
Yrigoyen y orientar a favor de que el ejército sustituyera el régimen demo liberal,
metaforizaron, mediante descripciones definidas, como “el paciente” a la Argentina y
como “la misma enfermedad” a “el liberalismo y la democracia” 3, con lo cual el ejército
quedaba, también, asimilado de modo implícito al médico que sanaría al país de estos
males. Por otra parte, para referirse al derrocamiento de Yrigoyen, La Nueva República
empleó la descripción definida “la intervención quirúrgica” 4, donde los militares fueron
asimilados a cirujanos que penetran el cuerpo social para devolverle la salud al
organismo argentino.
La metáfora biológico médica de la enfermedad retornó en la coyuntura golpista
de 1943. Para apoyar el derrocamiento de Ramón Castillo, la MRA golpista liberal
expresada en el diario La Razón reformuló la nominalización empleada por sus
discursos fundadores en 1930 y se refirió a “el saneamiento moral de la administración
(…) en el mecanismo vital de la República”5, con lo cual las fuerzas armadas, agentes
implícitos de este “saneamiento”, volvían a ser ubicadas en el lugar del médico. Por otra
parte, los diarios El Mundo y El Cronista Comercial emitieron aquella metáfora en la
nominalización “la salud del Estado”, que, desde la MRA golpista liberal, fue asociada
con “la liberalidad de nuestras leyes”6 y con “la salvación de las instituciones” 7, tarea
que realizaban las fuerzas armadas.
En la MRA golpista nacionalista antiliberal manifestada en la revista Nueva
Política, en cambio, la metáfora biológico médica de la enfermedad se inscribe en una
descripción definida, “el terrible cáncer del electoralismo” 8, que asimila la enfermedad
padecida por la Argentina con el sistema electoral y orienta por ello a favor de que el
gobierno militar, ubicado de modo implícito en el lugar del médico, sane al país
suprimiendo ese sistema. Por otra parte, en 1943 la MRA golpista nacionalista
antiliberal retomó la asimilación de los militares como cirujanos que hicieran sus
discursos fundadores en 1930. En efecto, el periódico filo nazi y antisemita El Pampero
afirmó “Hay que encarar de modo orgánico y a fondo la extirpación del virus
marxista”9, tarea que –se sobreentendía- debían llevar a cabo los militares-cirujanos. La
revista católica Criterio, por su parte, sostuvo: “La espada, actuando como bisturí, abrió
el absceso”, y propició que “un cauterio que algunos tacharán de cruel pero que es
indispensable, vacíe el saco de infección y devuelva la salud al cuerpo entero” 10. Se
trataba, así, no sólo del apoyo a la instauración del gobierno militar de 1943 que pondría
fin a la “infección”- asociada en el comentario citado con la “politiquería”- sino de la
legitimación de prácticas represivas, connotadas en la mención a la espada asimilada a
un bisturí que causa un dolor necesario para la sanación del cuerpo social.

2
Ver El Cronista Comercial, “El nuevo gobierno nacional”, 9-9-30.
3
Ver La Nueva República, “La política”, 20-9-30. En este comentario, asimismo, “el régimen
plebiscitario” es metaforizado como “el terrible mal que enfermaba al país” y “En el punto sobre la i”, del
mismo ejemplar, “liberalismo” es metaforizado como “una enfermedad vergonzante”.
4
Ver La Nueva República, 5-9-30.
5
Ver La Razón, “Investigaciones inconclusas”, 10-6-43.
6
Ver El Mundo, editorial del 5-6-43.
7
Ver El Cronista Comercial, editorial del 6-6-43.
8
Ver Nueva Política, “Reflexiones sobre nuestra política”, 29-8-43.
9
Ver El Pampero, “La fugaz euforia roja”, 5-6-43.
10
Ver Criterio, “Consideraciones sobre la revolución”, 17-6-43.
4

Para apoyar el derrocamiento de Juan Domingo Perón, el 16 de septiembre de


1955, Criterio, que por diversas razones en las que no ahondaré aquí se alió en esa
coyuntura con la MRA golpista liberal11, metaforizó a los sectores que eran adeptos a
Perón con las descripciones “los tan profundamente intoxicados” y “estas almas
enfermas”12. En estas metáforas, el peronismo era asimilado a un tóxico y a una
enfermedad, que –se sobreentendía- sería sanada por las fuerzas armadas.
Ante el golpe militar de 28 de junio de 1966 que derrocó a Arturo Illia, la MRA
golpista nacionalista antiliberal retomó, en las revistas Confirmado y Primera Plana, la
metáfora biológico médica de la enfermedad. De esta manera, Confirmado empleó la
descripción definida “el estado de coma político del régimen” para referirse a la crisis
del régimen demo liberal y sostuvo que “es buen síntoma de salud nacional que caiga /el
gobierno U.C.R.P/”13. Primera Plana, por su parte, emitió la descripción definida “la
agonía a muy largo plazo”, que asociaba con “el mantenimiento de la situación
establecida”, es decir, con la continuidad del demo liberalismo.
En 1966, la asimilación de los militares con cirujanos retornó en el diario Clarín,
cuando comentó uno de los primeros discursos públicos del presidente militar, el
general Onganía:

“Es saludable que se digan estas verdades, aunque nos duelan. Tienen mucha semejanza
con lo que los médicos reconocen como ´injurias quirúrgicas´, inseparables y necesarias en toda
operación”14.

Clarín no solo apoyaba las palabras del general Onganía sino que retomaba la
legitimación del dolor como efecto de una intervención quirúrgica que sana, presente,
vimos, en la revista Criterio de 1943.
En la coyuntura del golpe de Estado de 1976, que derrocó a Isabel Perón, por
último, la metáfora biológico médica de la enfermedad retornó en las revistas Gente,
Para Ti, Siete Días y Mercado, que retomaron las dos memorias golpistas15, y en
Clarín, Extra y Cabildo, medios donde volvió la MRA golpista nacionalista antiliberal.
Gente representó como “males que han corroído profundamente el cuerpo social” 16 a “el
robo, la corrupción, la coima” atribuidos al gobierno peronista, con lo cual las fuerzas
armadas, al derrocar a este gobierno, quedaban otra vez ubicadas de modo implícito en
el lugar del médico que devolvía la salud a la Argentina. Una estrategia similar formuló
Para Ti, para quien el gobierno militar estaba “dispuesto a sanear al país, a sacarlo de su
agonía”, estado asociado a la violencia política (“cadáveres”, “crímenes”), la crisis
económica (“el peso perdía aceleradamente su valor”) y la corrupción (“el robo”) 17
Siete Días también metaforizó a los militares como médicos que sanarían al país
cuando sostuvo que gracias a ellos se alcanzaría “una Argentina justa y saludable, sin
rencores ni miedos, cuya prosperidad pueda ser amasada con sudor antes que con sangre
11
Una de las razones de esta alianza fue el hecho de que la Iglesia católica aglutinó a sectores
antiperonistas de diverso signo ideológico bajo la consigna de la libertad. Sobre la Iglesia católica
argentina ante el régimen de Perón, ver Caimari, L. M. (1995) Perón y la Iglesia católica. Religión,
Estado y sociedad en la Argentina (1943-1955). Bs. As.: Ariel
12
Ver Criterio, “¡Libertad!”, 15-10-55.
13
Ver Confirmado, “Esta vez es a favor”, 30-6-66.
14
Ver Clarín, editorial del 4-7-66.
15
Los discursos golpistas de la prensa escrita de 1976 manifiestan mayor homogeneidad discursiva, lo
que da cuenta en el plano de la lengua de una alianza de los dos sectores de la derecha. Es que, cuando los
problemas sociales y económicos se tornan suficientemente graves, y cuando la revolución parece
amenazar el status quo, las diferencias entre los diversos sectores de las derechas tienden a esfumarse.
16
Ver Gente, “Carta Abierta al Señor Presidente”, 8-4-76.
17
Ver Para Ti, “Llamemos las cosas por su nombre”, 5-4-76.
5

y lágrimas”18, enunciado donde de modo implícito la enfermedad cobraba el sentido,


como en Para Ti, de la violencia política. Mercado, por su parte, empleó la locución
“dar de alta” para metaforizar el saneamiento que el gobierno militar haría de la
Argentina, que vinculaba con “que haya Estado y gobierno, ley y progreso”19.
En 1976, los militares fueron otra vez representados como cirujanos cuando
Extra asimiló el derrocamiento a una operación quirúrgica realizada por las fuerzas
armadas:

“No olvidarse que los militares tuvieron que hacer una de las operaciones quirúrgicas
más difíciles y prolijas de la historia argentina: el gobierno derrumbado había contado con
7.500.000 de votos” 20.

Se trataba del retorno en 1976 de los discursos fundadores en 1930 de la MRA


golpista nacionalista anliberal enunciados por La Nueva República, que se había
referido, vimos, al derrocamiento de Yrigoyen como “la intervención quirúrgica”.
Por otra parte, tanto en la coyuntura golpista de 1966 como en la de 1976
Criterio empleó una analogía que si bien no representaba exactamente a los militares
como cirujanos, biologizaba la crisis que vivía la Argentina y los construía como
agentes que penetran y cortan un cuerpo. En efecto, en 1966 la revista formuló una
analogía donde los elementos del foro eran una cabeza y un cuerpo al que ya no está
unida y los elementos del tema el gobierno de la UCRP y la sociedad a la que ya no está
ligado porque carece de legitimidad. En esta analogía, el verdugo que corta la cabeza
cual un cirujano que opera sobre el cuerpo es asimilado de modo implícito a las fuerzas
armadas:

“La Argentina trivial apenas sintió el golpe que separó un miembro sobreviviente del
cuerpo nacional. Koestler escribió alguna vez la historia de un verdugo que cortaba cabezas con
tal perfección, que quedaban en su lugar, y a primera vista parecía que seguían viviendo. Cierta
vez, el golpe fue tan seco, justo y aséptico, que la cabeza preguntó si estaba realmente cortada.
El verdugo dijo algo como ´Inclínese, por favor”, y la cabeza cayó.
El gobierno radical fue, por decirlo así, ´invitado´ a inclinarse, y comprobó que nada lo
unía ya al cuerpo social, como no fuera un andamiaje formal que carecía desde hacía mucho
tiempo del soporte indispensable que se llama legitimidad”21.

Para Criterio, el gobierno de Illia carecía de legitimidad no sólo porque había


asumido en elecciones que habían excluido al peronismo, proscripto desde 1955, sino
porque la revista despreciaba la legalidad democrática del sistema liberal, representada
como un simple “andamiaje formal”, de allí que en el comentario citado propiciara que
el gobierno del general Onganía fundara “un nuevo orden”.
En 1976, Criterio apoyó el derrocamiento de Isabel Perón usando la misma
analogía:

“Como en el cuento del verdugo de Koestler, que empleáramos cada vez que un
gobierno se quedó sin nervios que lo comunicaran con el cuerpo social, la intervención militar
fue una operación aséptica y racional en el momento elegido por los protagonistas sin que los
desplazados atinasen siquiera a entender qué sucedía”22.

18
Ver Siete Días, “Carta”, 2-4-76.
19
Ver Mercado, “Cauce, escenario y telón”, 22-4-76.
20
Ver Extra, “El desencanto como manía”, mayo de 1976.
21
Ver Criterio, “Análisis de la Revolución Argentina”, 14-7-66.
22
Ver Criterio, “El gobierno militar”, 8-4-76.
6

Se trataba de la asimilación de las fuerzas armadas con un verdugo que, cual un


cirujano en “una operación aséptica”, cortaba la cabeza –el gobierno- de un “cuerpo
social” al que ya estaba prácticamente desprendida.

III. Conclusiones

La metáfora biológico médica de la enfermedad, que manifestó el tópico de los


militares como médicos que sanan a la Argentina, tuvo una notable estabilidad durante
el período 1930-1976 en los discursos golpistas estudiados. Compartida tanto por la
MRA golpista liberal como por la MRA golpista nacionalista antiliberal, orientó a favor
de los sucesivos derrocamientos pero adquirió alcances argumentativos diferentes, pues
en esta última tendió a apoyar la sustitución del régimen demo liberal. Asimismo,
ejemplifiqué cómo la salud y la enfermedad cobraron matices de sentidos diversos
según la metáfora fuera empleada por una u otra memoria y según se formulara en una
coyuntura golpista particular.
En La enfermedad y sus metáforas23, Susan Sontag analizó cómo los términos
para hablar sobre el cáncer refieren directamente al código militar y sostuvo que,
mientras no se cambie este código, la visión que el imaginario popular tiene del cáncer
seguirá provocando miedo y estupor. Sontag apunta, así, al efecto que genera las
metáforas bélicas referidas a esta enfermedad en las pasiones del auditorio, dimensión
del pathos que Aristóteles (1978:200-248) consideró como un tipo de las pruebas
técnicas en la argumentación y que tanto él (1978:393) como Quintiliano (1944:381) y
más recientemente Amossy (2000: 184-186) ligan a la elocutio y al empleo de las
figuras retóricas.
En el caso de los discursos analizados en mi investigación, la metáfora biológico
médica de la enfermedad apeló a un marco axiológico compartido con el auditorio en el
que los estereotipos negativos asociados a la enfermedad tienden a crear temor y
rechazo ante los sucesivos gobiernos derrocados, la situación reinante en ellos o ante el
régimen demo liberal vigentes antes de los golpes de Estado. Al mismo tiempo, esta
metáfora tendió a generar confianza y aceptación ante las fuerzas armadas, pues las
ubica, en general de modo implícito, en el lugar del médico o del cirujano que sanarían
al país enfermo.
De esta manera, la metáfora biológico médica de la enfermedad tendió a activar
en el auditorio nociones del sentido común, la enfermedad y la salud, para definir e
interpretar la realidad social de modo tal que fuese favorable a los intereses de las
fuerzas armadas y de los sectores sociales que las apoyaron. Como sostienen Lakoff y
Jonson (1995), las metáforas modelan nuestra percepción de los acontecimientos,
nuestra experiencia y nuestras acciones, de allí que el empleo de la metáfora biológico
médica de la enfermedad por parte de la prensa escrita argentina no sólo se orientó a
crear consenso a favor de los sucesivos golpes de Estado sino que fue sedimentando
desde 1930 un imaginario que legitimó como medio de sanación del cuerpo social las
prácticas represivas implementadas por los militares y por otras fuerzas a ellos ligadas,
que culminaron, a partir de 1976, con el terrorismo de Estado.

Referencias bibliográficas

23
Ver Sontag, S. (1978) La enfermedad y sus metáforas. Barcelona: Muchnick Editores.
7

Amossy, R. (Dir.) (1999) Images de soi dans le discours. La construction de l ´ethos.


París : Delachaux et Niestlé
_________ (2000) L ´argumentation dans le discours. París: Nathan
Angenot, M. (1982). La parole pamphlétaire. Contribution à la typologie des discours
modernes. París: Payot.
Aristóteles (1978) El arte de la retórica. Bs. As.: EUDEBA.
Brow, J. (1990) “Notes on Community, Hegemony, and Uses of past”, Antropological
Quarterly 63: 1
Courtine, J. J. (1981). "Analyse du discours politique (le discours communiste adressé
aux chrétiens)", Langages Nº 62.
Ducrot, O. (1982) Decir y no decir. Barcelona: Anagrama
________ (1984) El decir y lo dicho. Bs. As.: Hachette
Eagleton, T. (1997) Ideología. Una introducción, Buenos Aires: Paidós.
Lakoff, G. y M. Jonson (1995) Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
Maingueneau, D. (2002) “Problèmes d´ethos”, Pratiques N° 113/114
McGee Deutsch, S. (2005) Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y
Chile 1890-1939. Bs. As. Universidad Nacional de Quilmas
Perelman, Ch. y L. Olbrechts-Tyteca (1989). Tratado de la argumentación. La nueva
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Sériot, P. (1986). "Langue russe et discours politique soviétique: analyse des
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