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Los trabajos que nos siguen en la exposición darán cuenta de otros aspectos del proceso: “Perspectivas
argumentativas y rol docente” (I.Jorrat y C.García) y “Metacognición e imagen: dos categorías
estratégicamente entrelazadas en clases de Taller” (S.Douglas, E.Lopez y M.Ocampo).
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Definimos el pensamiento crítico, en la instancia de comprensión textual, como la actividad mental de
reconocer la tesis y el propósito del enunciador; de determinar y evaluar los argumentos, premisas y
evidencias ofrecidas, de contextualizar la postura del enunciador en marcos conceptuales, ideológicos,
históricos, etc., y de construir una perspectiva personal a partir de este análisis crítico de los discursos.
En la instancia de producción, como la capacidad de verbalizar, tanto en la oralidad como en la escritura,
una argumentación con parámetros básicos de razonabilidad. Seguimos parcialmente, entre otros autores,
a J.McMillan (1987), R.Mayer y F.Goodchild (1990), W.Huitt (1995) y R.Paul (1984, 1991), en cuanto a
la conceptualización del pensamiento crítico; y a teóricos de la argumentación, particularmente a F.van
Eemeren y R.Grootendorst (2002, 2006), Ch.Perelman y L.Olbrechts (1970), C.Masseron (1997 a y b ) y
A.Weston (2003).
comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras. La elaboración de las mismas es
gradual, con instrucción teórica y se realiza a través de un proceso tutorial.
PRIMERA ETAPA
Como dijimos, en esta etapa, que abarca el primer cuatrimestre, trabajamos la
comprensión y producción textual a través de textos mediáticos de opinión (cartas de
lectores, editoriales y columnas) sobre temas de actualidad y de gran impacto social,
aparecidos en diarios locales, nacionales e internacionales y en revistas de divulgación.
Asimismo, en la instancia oral, privilegiamos interacciones con confrontación de
puntos de vista sobre un mismo tema, a fin de que los alumnos experimenten los
diferentes aspectos involucrados en el discurso argumentativo.
En cuanto a la selección de textos, cada año tratamos de renovar las propuestas,
si no total, por lo menos de manera parcial. Esto constituye también un desafío como
cátedra, no sólo porque implica un mayor trabajo y elaboración del material presentado,
sino también porque de esta manera imprimimos una imagen de mayor dinamismo a la
asignatura. Nos exigimos no sólo a nosotros sino también a los alumnos, especialmente
a los recursantes, al enfrentarse con material de lectura nuevo, tanto para las clases
prácticas como para las teóricas.
SEGUNDA ETAPA
Para la segunda parte del año seguimos la propuesta de P. Carlino (2005) acerca
de la producción de ponencias en el marco de una asignatura disciplinaria, con la
exposición final de las mismas en una jornada abierta. Pensamos que los beneficios de
esta propuesta podían ser mayores que nuestra propuesta inicial -trabajar con la
producción de una monografía-, y pusimos en marcha el proyecto para esta segunda
etapa, aceptando que no esperaríamos escritos de “excelencia académica”, sino
producciones acordes a las posibilidades reales de aprovechamiento de las pautas que
iban a ser trabajadas con los estudiantes, sin ignorar la heterogeneidad de sus
competencias discursivas.
Organizamos la tarea de la siguiente manera:
- Por una parte, asistencia a un encuentro semanal de todo el grupo de alumnos con la
coordinadora del Taller, para plantear inicialmente el proyecto y luego dar lineamientos
teóricos y prácticos sobre la marcha que pudieran ser de utilidad para todos los
estudiantes.
- Por otra parte, asistencia a un encuentro semanal de los grupos de trabajo (4 o 5
alumnos por grupo) con cada tutor, a fin de recibir orientaciones más específicas, en
función de los temas elegidos y del plan de acción particular trazado, sin perder de vista
las pautas fijadas en el cronograma común del trabajo. Estos encuentros presenciales se
complementaron con una tutoría virtual, a través del correo electrónico.
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Clase textual, entendida como las clasificaciones empíricas realizadas por los miembros de una
comunidad, como consecuencia de sus interacciones cotidianas con textos de uso corriente. Por ej., una
carta, un chiste, una propaganda, etc. En cambio tipo textual se relaciona con una categoría ligada a una
teoría para la clasificación científica de los textos. Aquí se ubican las distintas tipologías (ver G.
Ciaspuscio, 1994 y 2000 quien sintetiza las posturas de lingüistas textuales alemanes, con respecto a estos
conceptos, tales como E. Werlich, 1975; K. Brinker, 1988; E, Gülich, 1986 y W. Heinemann y D.
Viehweger, 1991).
Estas pautas sirvieron para evaluar tanto las presentaciones escritas como las
exposiciones orales en la Jornada.
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Para una amplicación de estos planteos y su relación con el pensamiento crítico, puede consultarse
Padilla, C. (2006)
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Esta analogía de Maliandi permite conceptualizar de un modo más gráfico algunas de las violaciones
(falacias) a las diez reglas de la discusión crítica de F. van Eemeren y R. Grootendorst (2002, 2006), que
trabajamos también en el Taller, atendiendo a la perspectiva pragma-dialéctica de estos autores.
En relación con las actividades del segundo cuatrimestre, como nuestro objetivo
era el trabajo de investigación para su posterior exposición, mantuvimos, en líneas
generales, las pautas con las que nos habíamos manejado en el año anterior.
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Padilla, C. (coord.), Douglas, S. y López, E. (2007). Yo expongo. Taller de prácticas de comprensión y
producción textual, Córdoba: Comunicarte.
escritura, los primeros encuentros con los libros; el modo de abordar un texto y el
significado del acto de leer; las lecturas preferidas, leer por placer y leer por obligación,
aprender a disfrutar de la lectura; para quién escribimos, qué les gusta escribir (sabemos
que algunos alumnos de Letras escriben poemas, cuentos.), cómo escriben, y por último,
qué conocimientos tienen de la escritura de un texto académico. Para que experimenten
el acto de escribir y los procesos involucrados en el mismo, se les solicitó la elaboración
grupal de un texto conjuntamente con su protocolo de razonamiento interactivo7, que se
analizó en clase mediante una puesta en común8.
En segundo lugar, se trabajó con textos mediáticos y de divulgación sobre
argumentación9, más el complemento teórico, de manera similar al año anterior, ya que
consideramos que la experiencia de dramatización los ayuda a “autoevaluar e
interevaluar la validez de las propias argumentaciones y de las ajenas”.
CONCLUSIONES
Trabajar con alumnos ingresantes a una carrera de Letras para iniciarlos en la
comprensión y producción de textos, y sobre todo de textos académicos, no es una tarea
fácil, porque, primero, tenemos que vencer ciertos obstáculos de carácter personal y
conocidos por todos que pertenecen al imaginario del “alumno de Letras” que tienen
que ver con aquello de que los alumnos que estudian Letras leen y escriben mejor que
los alumnos de otras carreras. Segundo, es un problema de falta de preparación en el
nivel pre-universitario, en el cual el estudio disciplinario pasa más bien por la
“reproducción” de un discurso presentado como anónimo y de validez universal. De allí
la dificultad de los estudiantes para reconocer la dimensión polémica en los textos
académicos y para adjudicar autorías a esta diversidad de posturas que se entrecruzan en
los mismos a nivel intra e intertextual.
Sabemos que el abordaje de los textos de especialidad constituye un proceso arduo para
los ingresantes universitarios, pero necesario para su inserción en una comunidad
disciplinar.
7
Adaptación de la técnica de protocolo de razonamiento en voz alta de L.Flower y J.Hayes (1996)
8
Pormenores de este proceso se analizan en la ponencia de este mismo Panel, titulada Metacognición e
imagen: dos categorías estratégicamente entrelazadas de S.Douglas y E.Lopez.
9
Etcheverry, J. “La pérdida del lenguaje”, Revista La Nación, 12 de febrero de 1995. Buenos Airers;
Maliandi, R. “Sobre los modos de la argumentación: La liebre, el erizo, el tigre y la araña”, La Gaceta.
Tucumán, domingo 1 de octubre de 1996. p.1.; Dolz, J. “La argumentación”. Cuadernos de Pedagogía
216-Julio/Agosto, 1993,pp.68-70.
Desde este Taller, propiciamos estrategias didácticas, que modificamos según los
resultados obtenidos en años anteriores, para contribuir a la alfabetización académica de
los estudiantes. Así, para facilitar la comprensión, consideramos necesario la
complementariedad de dos alternativas: adaptar algunos textos de especialidad, de modo
de hacerlos más accesibles, como también enfrentarlos a la complejidad de ellos
adoptando algunos criterios para que los alumnos puedan interactuar y apropiarse de
ellos.
En cuanto a la producción, pensamos que al ser ésta una práctica indisociable del
dominio conceptual, no podemos exigir, de entrada, la escritura de una clase textual
específica del dominio académico puesto que constituye una experiencia desconocida
para los ingresantes. Por lo tanto, planteamos un acercamiento gradual a través de la
escritura de textos de opinión, para después proponerles la escritura académica.
Por último, consideramos que la tarea de un Taller no es, de ninguna manera, suficiente
para alcanzar los objetivos planteados, sino que debe ser centro de articulación y de
retroalimentación de las distintas asignaturas disciplinarias.
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