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DOCENTE:
Lic. Douglas René Martínez Ventura
ASIGNATURA:
Microbiología General MIG159
ALUMNO:
Keiri Tatiana Reyes Melgares RM18001
CICLO II 2023
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INTRODUCCION............................................................................................................................3
OBJETIVO GENERAL..................................................................................................................5
OBJETIVO ESPECIFICO..............................................................................................................5
MARCO TEORICO........................................................................................................................6
MECANISMOS DE RESISTENCIA A AZOLES.......................................................................11
CONCLUSION...............................................................................................................................14
BIBLIOGRAFIA............................................................................................................................15
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INTRODUCCION
Las infecciones oculares son uno de los problemas de salud más comunes en la sociedad, y
la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que las infecciones oculares son una de
las principales causas de ceguera en todo el mundo.
Aunque el ojo está muy vascularizado y tiene fácil acceso al torrente sanguíneo, existen
algunas dificultades a la hora de tratar patologías de origen infeccioso a nivel ocular.
Esto se debe tanto a la baja eficacia terapéutica debido a las características anatómicas del
ojo que supone una barrera a la difusión de los fármacos como a la dificultad de aislar
muestras de origen ocular y la compleja identificación de agentes infecciosos.
Todo esto conduce a un diagnóstico limitado de la enfermedad.
A esto se suma la falta de profilaxis antimicrobiana específica (OMS, 2001; Díaz-López et
al;2019).
Más del 70% de todas las infecciones oculares son causadas por Staphylococcus aureus
siendo esta la principal causa de enfermedades oculares infecciosas, Staphylococcus
epidermidis, Streptococcus pneumoniae, Moraxella spp. y Pseudomonas aeruginosa el
grupo principal de bacterias gramnegativas, Candida albicans, Aspergillus spp. y Fusarium
spp.
La incidencia y patología de puede variar según la edad, género, clima, sistema de salud,
etc. (Miller, 2017; Díaz-López et al; 2019).
Uno de los grandes logros de la medicina moderna es el desarrollo de compuestos
antibacterianos.
Los agentes antibacterianos se denominan antibióticos si se obtienen como sustancias
naturales, es decir, sintetizados por microorganismos, o como modificaciones para mejorar
estas moléculas (sustancias semisintéticas).
Los antibióticos obtenidos mediante síntesis química en el laboratorio se denominan
fármacos quimioterapéuticos (Madigan et al; 2015).
Este problema ocurre debido a la resistencia bacteriana a estos medicamentos, conocidos
como antibióticos, lo que hace que estos medicamentos sean ineficaces contra la
enfermedad.
La resistencia es la pérdida de susceptibilidad de una colonia bacteriana a un agente
antimicrobiano particular.
Hay dos tipos de resistencias. La resistencia natural o inherente, que es característica de la
mayoría de las cepas de especies bacterianas, y la resistencia adquirida, que ocurre cuando
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una cepa de una especie que es susceptible a un antimicrobiano repentinamente se vuelve
resistente a él.
Este segundo grupo no es clínicamente predecible en términos de resistencia, ya que puede
resultar de mutaciones cromosómicas o de la adquisición de genes de otros
microorganismos mediante mecanismos de transferencia.
Cuando las bacterias se exponen por primera vez a un nuevo fármaco de quimioterapia, su
susceptibilidad y mortalidad suelen aumentar.
De una población de millones de bacterias, sólo unas pocas sobreviven.
Estos supervivientes tienen idiosincrasias genéticas que determinan su rescate, y sus
descendientes tienen resistencias similares.
Algunas diferencias genéticas resultan de mutaciones aleatorias que se propagan entre estos
microorganismos horizontalmente mediante procesos como la conjugación, transformación
o transducción y mediante la reproducción normal después de la adquisición.
Debido a la alta tasa de reproducción bacteriana, prácticamente todas las bacterias
desarrollan rápidamente resistencia a ciertos compuestos (Tortora et al; 2017; OMS, 2022).
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OBJETIVO GENERAL
OBJETIVO ESPECIFICO
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MARCO TEORICO
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antibióticos. Está generalmente aceptado que la causa de este problema ha sido, y todavía
es, el uso extendido e inapropiado de los antibióticos en la clínica, la agricultura y en la
práctica veterinaria. Del mismo modo, se ha incrementado el uso de otros agentes
antimicrobianos, como los biocidas, que incluyen a los antisépticos y los desinfectantes.
Estos agentes son usados extensivamente en hospitales y centros de salud para una gran
variedad de tópicos y aplicaciones, siendo una parte esencial de los programas de control de
infecciones, cuyo propósito está abocado a controlar la propagación de infecciones, tanto
nosocomiales, en el caso de ambientes hospitalarios como en la comunidad. En general,
biocida es un término que describe un agente químico, de origen sintético o semisintético,
que, a ciertas concentraciones críticas y bajo condiciones definidas, puede inactivar o
destruir células vivas de microorganismos, en tiempos específicos. Los biocidas, de acuerdo
a su blanco de acción, han sido clasificados en conservantes, esterilizantes, antisépticos y
desinfectantes. Estos últimos son productos químicos capaces de inhibir o destruir los
microorganismos presentes sobre objetos inanimados y/o superficies. Los antisépticos y
desinfectantes constituyen la primera línea de defensa para evitar la diseminación de
patógenos resistentes. Entre estos agentes se encuentran un grupo de compuestos que han
tenido gran auge en la actualidad, frecuentemente utilizados en los centros hospitalarios;
estos son los agentes iónicos y anfóteros, que tienen la propiedad de lesionar la integridad
de la membrana celular, tales como los compuestos de amonio cuaternario (QAC), como el
bromuro de lauril-dimetil-bencil-amonio, agente activo de la mayoría de los desinfectantes
utilizados en los centros hospitalarios a nivel nacional. Este tipo de agentes se caracterizan
por no presentar olor, son de pH neutro, solubles en agua, de acción polivalente, soportan
cambios de temperatura sin alterar su estructura, no son inflamables ni emiten vapores, son
inalterables por la luz solar, se mantienen estables. a temperatura ambiente y no necesitan
de recipientes ni de almacenamientos especiales.
Debido a todas las propiedades que poseen estos compuestos y los biocidas en general,
existe la tendencia al aumento en el uso de estos agentes en las de control contra las
medidas de origen bacteriano, además de su uso cotidiano y habitual, lo cual ha conllevado
a la selección de cepas bacterianas resistentes. Una bacteria puede resistir a la acción de los
biocidas y los antibióticos mediante una propiedad natural resistencia intrínseca, o una
propiedad adquirida, por mutación o por la adquisición de plásmidos, transposones o
integrones. El mecanismo de resistencia a los desinfectantes que generalmente está
codificado en plásmidos es el mediado por bombas de eflujo. Se ha reportado que las
reducciones en la susceptibilidad de las cepas bacterianas a agentes como el bromuro de
etidio, la acriflavina, la cetrimida, el cloruro de benzalconio y las diaminas, está mediada
por plásmidos que codifican para bombas de eflujo, activas también contra compuestos de
amonio cuaternario.
Existen diversos estudios a nivel internacional sobre aislados clínicos resistentes a los
desinfectantes más usados en el área hospitalaria, los cuales reportan bacterias resistentes a
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múltiples antibióticos con susceptibilidad disminuida a diferentes desinfectantes.
Igualmente, distintos reportes describen el incremento en la resistencia a desinfectantes en
bacterias de origen ambiental, destacando la importancia de caracterizar la calidad del agua,
no sólo aquella destinada al consumo humano, sino también en aquellas de uso
agropecuario y de recreación. Una conclusión alcanzada en todos estos estudios, es la
recomendación que en cada país o región se adquiera la experiencia necesaria a través de
estudios propios de sus ambientes acuáticos.
En Perú, como en el resto de América Latina y el mundo, ocurren problemas de resistencia
microbiana. A pesar de esto, son muy pocos los estudios que se han realizado en el ámbito
nacional, con la finalidad de demostrar la naturaleza de los determinantes de resistencia a
los desinfectantes y la ubicación genética de los genes que codifican estas resistencias.
Staphylococcus aureus ha demostrado un gran poder de adaptación a los agentes
antimicrobianos, adquiriendo paso a paso resistencia a todos los antibióticos disponibles
para el tratamiento de las infecciones que ocasiona. Existen tres mecanismos de resistencia
a los antibióticos β-lactámicos en Staphylococcus aureus: resistencia mediada por enzimas
(penicilinasas o β-lactamasas) las cuales desactivan al antibiótico; resistencia intrínseca,
que no es debida a la inactivación de drogas y es responsable de la resistencia a meticilina;
y la modificación de las proteínas de unión a penicilinas (PBPs). Además, Staphylococcus
aureus puede expresar el fenómeno de tolerancia, en el que ocurre una disociación de las
acciones inhibitoria y bactericida de los antibióticos β-lactámicos. De éstos, el mecanismo
más importante, es la resistencia intrínseca que es probablemente más compleja, debido a
que varios factores pueden afectar también su expresión.
La introducción de la penicilina a principios de los años 40 como tratamiento en las
infecciones causadas por S. aureus abatió de manera importante las enfermedades
ocasionadas por este microorganismo. Sin embargo, un año después de su utilización, ya se
tenían cepas de S. aureus resistentes a penicilina. Para 1946, en Inglaterra se observó que
aproximadamente un 60% de los aislamientos de S. aureus fueron resistentes a penicilina y
para mediados de 1950, los aislamientos de S. aureus mostraron niveles más elevados de
resistencia. Actualmente se reporta una resistencia a penicilina del 80%-93% o más, en
cepas de S. aureus aisladas de hospitales y de la comunidad. La resistencia a penicilina se
debe a la producción de penicilinasas (-lactamasas) y es conferida por una penicilinasa
plasmídica, inducible, que inactiva la penicilina G, carboxipenicilinas y ureidopenicilinas.
El mecanismo de inducción consiste en que la penicilina y sus análogos favorecen la
producción de una proteína antirrepresora que, al inhibir el gen represor de la
betalactamasa, aumenta la síntesis de penicilinasa. Esta penicilinasa es inactivada por los
inhibidores de lactamasas (ácido clavulánico, sulbactam y tazobactam). Las cefalosporinas
no son hidrolizadas.
La presión ejercida por el amplio uso de la penicilina hizo que las cepas productoras de -
lactamasas se hicieran más prevalentes. El incremento de la resistencia a penicilina en S.
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aureus, producto del uso clínico de esta droga, no se debió sólo a la selección de unos pocos
microorganismos mutantes que eran capaces de producir -lactamasas. Evidencias genéticas
indican que los genes que codifican su producción se encuentran en plásmidos y esta
información puede ser transferida de un microorganismo a otro por transducción in vivo,
este mecanismo desarrollado por S. aureus ha sido demostrado en todo el mundo.
En la actualidad más del 90% de las cepas de S. aureus han desarrollado resistencia a
penicilina. Sin embargo, cuando la cepa es sensible, este antibiótico constituye una droga
de primera línea y de amplio uso; además, presenta una buena disponibilidad con relación a
otros antimicrobianos, dado su bajo Costo y su toxicidad selectiva; debido a que actúa
inhibiendo la síntesis del peptidoglucano, principal constituyente de la pared celular
bacteriana, la cual no está presente en las células eucariotas del hospedero.
El fluconazol es uno de los fármacos más útiles en el tratamiento de las infecciones
fúngicas sistémicas, que padecen con frecuencia pacientes no inmunocompetentes. Sin
embargo, la aparición de cepas resistentes en los últimos años puede limitar notablemente
su utilidad en un futuro próximo. Aunque se han descrito diversos mecanismos implicados
en la resistencia a azoles, existen estudios genéticos recientes que demuestran la
implicación de genes específicos en la resistencia clínica. Los mejor caracterizados hasta la
fecha son los genes MDR1 y CDR1, que codifican proteínas que pertenecen,
respectivamente, a las familias MFS y ABC de transportadores de fármacos. Estas proteínas
responden al potencial de membrana (MFS) o hidrolizan ATP (ABC) provocando la salida
del fármaco y reduciendo así su acumulación intracelular. Se ha demostrado que algunas
cepas de Candida albicans aisladas de pacientes sometidos a terapia con fluconazol de larga
duración tiene niveles elevados del ARNm de dichos genes. El desarrollo de herramientas
de manipulación genética en C. albicans está permitiendo caracterizar el papel de estos
genes en éste y en otros procesos importantes para la célula fúngica
El fluconazol es un antifúngico de naturaleza triazólica de enorme importancia actual en el
tratamiento de infecciones fúngicas. Este tipo de infecciones están aumentando en un gran
número de países desarrollados, entre ellos España y su tratamiento es hoy día un problema
grave debido al reducido número de antifúngicos eficaces que actúen de forma totalmente
selectiva.
La anfotericina B, el estándar clásico en el tratamiento de este tipo de infecciones, actúa por
su capacidad de interacción con el ergosterol de la membrana plasmática de la célula
fúngica pero su capacidad de interacción con las membranas de células de mamíferos ricas
en colesterol, es responsable de sus importantes efectos secundarios, parcialmente
solventados con la utilización de nuevas formulaciones liposomales,
El segundo grupo de antifúngicos de utilidad hoy día, los azoles, actúan inhibiendo el
mecanismo de síntesis del ergosterol y son los que tienen en la actualidad una mayor
importancia cualitativa y cuantitativa en el tratamiento de infecciones fúngicas sistémicas,
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clasificándose en derivados imidazólicos y triazólicos. El desarrollo de ketoconazol,
fluconazol e itraconazol como compuestos más representativos, de administración oral y
mayor selectividad, supuso un gran avance en la terapia antifúngica. Entre ellos, el
fluconazol fue rápidamente uno de los fármacos de elección en el tratamiento de
infecciones fúngicas sistémicas, candidiasis orofaríngeas y meningitis criptocócica en
pacientes con infección por VIH y sida debido a su elevada biodisponibilidad (≅90%) y
selectividad, así como en tratamientos profilácticos en pacientes sometidos a terapia
inmunosupresora. Estos compuestos presentaban numerosas ventajas frente a los primeros
derivados imidazólicos, no sólo de tipo farmacocinético, sino también respecto a la
especificidad de su mecanismo de acción, la biosíntesis del ergosterol.
Sin embargo, tras la introducción del fluconazol en la práctica clínica en 1988, empezaron a
surgir resistencias, de forma similar a lo ocurrido tras la introducción del ketoconazol en el
tratamiento de las candidiasis mucocutáneas crónicas y que amenazan con limitar
notablemente su utilidad a corto y medio plazo. De hecho, se ha descrito cómo las
resistencias a fluconazol originan problemas en al menos un 10% de los pacientes de sida
en fase avanzada. Estas resistencias se correlacionan directamente, y en muchos casos, con
las dosis de fluconazol administradas y/o la duración del tratamiento, siendo por tanto de
naturaleza adquirida. Con frecuencia, además, son cruzadas con otros azoles.
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MECANISMOS DE RESISTENCIA A AZOLES
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Esta situación contrasta con los sistemas bacterianos, en los que se conoce desde hace
muchos años este mecanismo habiéndose implicado en la resistencia a tetraciclinas,
quinolonas, macrólidos, cationes orgánicos y metales pesados. Este hecho está, sin lugar a
duda, relacionado con el menor grado de desarrollo de las herramientas de manipulación
genética existentes en hongos patógenos, lo que ha limitado enormemente los estudios de
caracterización genética.
La situación en C. albicans se complica por su carácter diploide y la ausencia de ciclo
sexual, aun cuando en los últimos años se están empezando a desarrollar algunas de las
herramientas genéticas que empiezan a permitir el aislamiento, identificación y
caracterización de algunos genes implicados en muchos de estos procesos
Los estudios en C. albicans disponen, por el contrario, y como ventaja notoria, de un
sistema modelo de referencia como Saccharomyces cerevisiae, organismo con el cual
presenta una relativa proximidad filogenética y en el cual no sólo existen gran número de
herramientas genéticas, sino que la totalidad de su genoma ha sido secuenciado. Aun
cuando S. cerevisiae no es una levadura patógena y no ha sido, por tanto, sometida a la
presión selectiva de la terapia antifúngica, los intensos estudios básicos que se han llevado
a cabo en los últimos años han permitido caracterizar un complejo entramado de genes que
codifican proteínas que juegan un papel en lo que se ha denominado resistencia múltiple o
pleiotrópica a fármacos, por la capacidad de tienen estos genes de determinar resistencias
a una gran cantidad de compuestos sin relación estructural clara entre ellos.
En general, se pueden clasificar en dos grupos de genes: los que intervienen directamente
en el mecanismo o proceso de transporte de sustancias al exterior celular, que suelen
codificar proteínas de membrana, y los factores de transcripción, que actúan activando la
transcripción de los primeros. El sistema de S. cerevisiae es, por tanto, un marco conceptual
muy adecuado para tratar de comprender este tipo de fenómenos.
Existen pocos genes descritos en C. albicans hasta la fecha con un papel definido en la
resistencia a azoles. El primero de ellos, MDR1, denominado inicialmente BENr, fue
aislado al conferir resistencia a los antibióticos benomilo y metotrexato en S. cerevisiae
cuando se encontraba presente en plásmidos episómicos multicopia de este organismo. Con
posterioridad se demostró que su sobreproducción en S. cerevisiae confería resistencia no
sólo a estos antifúngicos sino a una amplia variedad de compuestos que no estaban
relacionados estructuralmente como cicloheximida, benzotriazoles, nitroquinoleínas y
otros. MDR1 codifica una proteína, MDR1p, en la que se han sugerido dos dominios
proteicos con seis regiones fuertemente hidrofóbicas cada una, así como su pertenencia a la
familia de transportadores MFS (del inglés, Major Facilitators Superfamily). Estas
proteínas, actúan por un mecanismo dependiente de la existencia de un potencial de
membrana
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Se ha demostrado recientemente que la sobreproducción de MDR1 confiere resistencia a
fluconazol y otros azoles en S. cerevisiae (Regidor J., datos no publicados). Las cepas de C.
albicans delecionadas en este gen son, igualmente, más sensibles a ciertos compuestos
tóxicos, aunque no a benomilo [35] ni a azoles
Un segundo gen caracterizado es CDR1, clonado por Prasad y cols. al complementar la
hipersensibilidad a fármacos que presentaban cepas de S. cerevisiae mutantes en el gen
PDR5. CDR1 codifica una proteína que, teniendo en cuenta su estructura primaria,
pertenece a la superfamilia de transportadores de tipo ABC (del inglés, ATP-Binding
Cassette) siendo homóloga al producto de los genes PDR5 (56% identidad, 73% similitud)
y SNQ2 (42% identidad, 60% similitud) de S. cerevisiae, también implicados en la
resistencia múltiple a drogas en este organismo.
Estos transportadores, ampliamente difundidos en el mundo microbiano, actúan acoplando
el sistema de transporte del sustrato a un proceso de hidrólisis de ATP, que interacciona con
una región definida de la proteína presente en un dominio citoplásmico. La
sobreproducción de CDR1p en S. cerevisiae confiere resistencia a múltiples drogas de su
acción, lo cual suele ser debido a la existencia de barreras de permeabilidad o,
alternativamente, a la presencia de sistemas de bombeo activo del antibiótico al exterior
celular. El tercer mecanismo, ampliamente extendido en el mundo microbiano, es la
inactivación del antibiótico por modificación covalente del antibiótico.
Hasta la fecha, sólo se han descrito los dos primeros mecanismos (modificación del sistema
blanco y acumulación intracelular reducida) en el caso de los azoles
En efecto, se ha descrito como en Candida spp. el enzima blanco de la acción del
antibiótico, la 14-α−DM puede hacerse menos sensible a la acción inhibitoria de los azoles.
Algunas cepas carentes de esta actividad presentan resistencia cruzada con polienos, lo cual
se ha explicado teniendo en cuenta los cambios en la composición lipídica global de la
membrana que produce la inhibición de este enzima. Igualmente, se ha descrito
cómo el aumento en la actividad de la 14-α−DM puede explicar, al menos en parte, la
resistencia de un aislamiento clínico de Candida glabrata. También se ha descrito cómo
defectos en la ∆5,6-esterol desaturasa pueden generar resistencia a ketoconazol en una cepa
de C. albicans (cepa Darlington). Esta cepa acumula fecosterol que, al ser utilizado como
sustrato, puede compensar en parte los efectos nocivos de la acumulación de lanosterol y
otros intermediarios tóxicos para la célula.
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CONCLUSION
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BIBLIOGRAFIA
(Santiago, 2022)
Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.31 n.2 Caracas dic. 2011
Mecanismos de resistencia a antibióticos -lactámicos en Staphylococcus aureus
Servicio Medicina Preventiva Hospital de Barbastro, Ana Betrán1 Pag. 263- 266
Aspectos moleculares y genéticos de la resistencia a azoles en Candida albicans
Departamento de Microbiología II, Facultad de Farmacia, Universidad Complutense
de Madrid, España
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