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Antecedentes
En el año 44 a. C., el asesinato del dictador Julio
César desató una sucesión casi ininterrumpida de
guerras civiles en el mundo romano. Hacia el año
32 a. C. esas guerras se redujeron a un
enfrentamiento entre dos poderosos aristócratas
romanos y sus seguidores. El heredero de César,
Mapa de la batalla
Cayo Julio César Octavio (conocido para los
historiadores modernos como Octavio) se enfrentó
al que fue mano derecha de César, Marco Antonio.
Octavio, asentado en Italia, dominaba la mitad
occidental del Imperio romano. Marco Antonio
controlaba gran parte de la mitad oriental del
Imperio con la ayuda de su aliada y esposa,
Cleopatra VII, cabeza del reino helenístico de
Egipto. La confrontación decisiva entre Octavio y
Marco Antonio se produjo en el año 31 a. C., en la
costa occidental de Grecia.
Los barcos de guerra antiguos que se desplazaban gracias a la acción de remeros sentados hasta
tres niveles. Las clasificaciones aplicadas a estos barcos varían de dos a dieciséis, y no se refieren al
número de hombres que accionaban cada remo, sino al número total de remeros de cada grupo
vertical. De ahí que un «cinco» tuviese remos en sólo tres niveles, pero en los dos niveles
superiores los remos fuesen accionados por dos hombres mientras que el nivel más bajo contaba
con un hombre por cada remo.
Los barcos de la flota de Octavio abarcaban desde trirremes (clasificados como «tres»), con
aproximadamente 200 soldados y remeros, hasta «sextos», que podrían llevar más de 500
hombres. Estaban equipados con espolones en la proa, aunque la principal táctica consistía en
acercarse a la embarcación enemiga y atacarla con armas arrojadizas, incluidas pequeñas
catapultas, para después luchar cuerpo a cuerpo e intentar subir a bordo.
Antonio disponía de embarcaciones similares, más algunas naves más grandes, auténticas
fortalezas flotantes con torres para arqueros en la proa y la popa y con cientos de soldados en sus
espaciosas cubiertas. Eran barcos con velas, una práctica nada habitual en las batallas marítimas
antiguas. El plan de Antonio consistía en hacerse a la mar y, en cuanto sus barcos tuviesen viento
favorable, poner rumbo al sur, rodeando el Peloponeso, hasta Egipto. Además de los barcos de
guerra, Antonio disponía de numerosas embarcaciones comerciales, que apenas transportaban
tropas y carecían de espolones o catapultas, pero que transportaban los cofres con tesoros de los
botines de guerra de Antonio y Cleopatra. Resultaba vital que estos barcos se alejasen. El
escuadrón de barcos de guerra asignados para escoltarlos incluía el propio buque insignia de
Cleopatra.
La batalla
El objetivo de Octavio consistía en bloquear la salida del golfo de Ambracia con una doble fila de
barcos de guerra. Marco Agripa comandaba el flanco izquierdo de su flota, Lucio Arruncio el centro
y el propio Octavio iba en el flanco derecho con una pequeña embarcación liburna. Con el fin de
aumentar las posibilidades de atravesar las líneas enemigas, Antonio ordenó a los barcos del flanco
derecho y del izquierdo, al mando de Lucio Gelio Publicola y Cayo Sosio, respectivamente, que
intentasen alejarse del centro, obligando al enemigo a moverse con ellos y alejándose así del centro
de sus propias líneas. De este modo, se produjo un hueco a través del cual pudo pasar el escuadrón
de Cleopatra con los barcos mercantes aprovisionados.
En el flanco izquierdo de la flota de Octavio, los barcos de Agripa derrotaron a Publicola y pusieron
rumbo a Antonio y al tercer escuadrón. El propio buque insignia de Antonio quedó atrapado con
otros barcos en la lucha que se desató en el flanco derecho, de manera que tuvo que pasar a otro
barco más pequeño y seguir al escuadrón de Cleopatra. Le persiguieron algunas de las
embarcaciones más ligeras y rápidas de Octavio. Cuando le dieron alcance, Antonio ya había
pasado al buque insignia de Cleopatra y los perseguidores tuvieron que alejarse. Consiguió salvar
aproximadamente 70 barcos de guerra.
Después de la batalla
Octavio erigió en su campamento un enorme monumento a la victoria adornado con espolones de
barcos enemigos capturados. Además, en aquel mismo lugar fundó una ciudad que bautizó con el
nombre de Nikópolis (ciudad de la victoria).
Poetas contemporáneos como Virgilio y Horacio señalaron la batalla de Actium como el principio
de una edad dorada para Roma. No fue tanto la derrota naval como el abandono de su ejército lo
que representó el final para Antonio y Cleopatra y para sus posibilidades de derrotar a Octavio.
Aunque el ejército comenzó una retirada hacia el norte, desde Actium en dirección a Macedonia,
bajo el mando de Publio Canidio Craso, tan pronto como las fuerzas de Octavio dieron con él, las
legiones veteranas negociaron un cambio de bando. Su sentido de la lealtad hacia Antonio no era lo
suficientemente intenso como para hacerles ignorar la catastrófica realidad de la situación.
Octavio persiguió a la pareja de destino funesto hasta Alejandría. Antonio y Cleopatra prefirieron
suicidarse antes que someterse al nuevo gobernante del mundo romano. Octavio regresó a Roma,
se hizo llamar César Augusto e inauguró el Imperio romano que se prolongaría por cerca de 500
años.
La controversia
Existen diferencias entre los eruditos a la hora de valorar el enfrentamiento. Por un lado hay quien
postula que Marco Antonio buscaba una retirada completa, pues sus naves llevaban un velamen
demasiado grande, del que no se hubiese hecho uso si se preparase una batalla naval. Otros
sugieren que lo que se buscaba era un enfrentamiento con una parte del ejército que encubriese
honrosamente lo que en realidad era una huida. Otro motivo de conflicto es la participación de
Cleopatra en esta decisión. Tampoco son fiables las cifras que se dan para el número de naves en
cada bando; según Plutarco, antes de la confrontación Antonio contaba con 600 naves, de las que
Augusto capturó 300, cifrándose en unas 5000 las bajas humanas. Según otros autores, ambas
fuerzas tenían un tamaño similar de 200 naves.
La reina
en el
centro
convoca
a sus
tropas
con el
patrio
sistro,
y aún no
ve a su
espalda Detalle de una réplica de la Columna de Trajano mostrando balistas en una nave
las dos romana.
serpientes.
Y
monstruosos
dioses
multiformes
y el
ladrador
Anubis
empuñan
sus
dardos
contra
Neptuno
y Venus
y contra
Minerva.
En
medio
del
fragor
Marte se La batalla de Accio, pintada por Lorenzo A.
enfurece Castro. National Maritime Museum.
en hierro
cincelado,
y las
tristes
Furias
desde el
cielo,
y avanza
la
Discordia
gozosa
con el
manto
desgarrado
acompañada
de
Belona
con su
flagelo
de
sangre.
Virgilio
William Shakespeare también narra la batalla de Accio en su tragedia Marco Antonio y Cleopatra.
El autor inglés destaca el honor de los combatientes y narra los antecedentes incluso desde su obra
anterior Julio César, donde se cuenta el inicio del triunvirato entre Octavio, Antonio y Lépido,
quien cae en desgracia y es encarcelado antes del enfrentamiento naval de los otros dos triunviros.
Referencias
1. José Pijoan (1979). Historia del Mundo. Tomo IV. Barcelona: Salvat Editores S. A., pp. 106,
ISBN 84-345-3829-6.
2. Si Sheppard (2009). Actium 31 BC: Downfall of Antony and Cleopatra (http://books.google.cl/bo
oks?id=dlMfJ1PF0igC&printsec=frontcover) Archivado (https://web.archive.org/web/201505021
25719/http://books.google.cl/books?id=dlMfJ1PF0igC&printsec=frontcover) el 2 de mayo de
2015 en Wayback Machine.. Oxford: Osprey Publishing, pp. 81. ISBN 978-1-84603-405-3.
3. Véase "Accio".
Enlaces externos
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