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Voces: BOLETO DE COMPRAVENTA ~ CERTIFICACION DE FIRMA ~

CONVALIDACION DE LA NULIDAD ~ ESCRITURACION ~ INSTRUMENTO


PRIVADO ~ IURA NOVIT CURIA ~ NULIDAD DEL ACTO JURIDICO ~ VICIO DE LA
VOLUNTAD ~ VIOLENCIA MORAL
Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe, sala II
(CCivyComSantaFe) (Sala II)
Fecha: 31/10/2012.
Partes: Andriani, Vicente Antonio c. Álvarez, Gladys Azucena s/ordinario
Publicado en: LLLitoral 2013 (abril), 342
Cita Online: AR/JUR/62667/2012

Hechos:
El juez rechazó la demanda de escrituración, al entender que se acreditó que la
demandada suscribió el boleto de compraventa en cuestión bajo violencia moral
infringida por el actor. Este último apeló y la Cámara confirmó la sentencia.

Sumarios:
1. El boleto de compraventa base de la demanda de escrituración debe declararse
inválido si el comprador accionado logró demostrar que lo firmó bajo intimidaciones,
sin que obste a ello el hecho de que la defensa de aquél se haya fundado en la
inexistencia del acto, pues no se viola el principio de congruencia por resolver un caso
por normas o principios jurídicos no alterados por las partes, en tanto no se alteren los
hechos en que se funda.

Jurisprudencia Relacionada(*)
Tribunal Superior Provincia
LaCorte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, en autos “Mauri,
Luis A. c. Municipalidad de Santo Tomé”, 07/06/1989, la Ley Online
AR/JUR/237/1989 estableció que la voluntad queda viciada por violencia
moral sólo cuando se ha inspirado mediante injustas amenazas, el temor
fundado de sufrir un mal inminente y grave para el caso que no se acceda a
la realización del acto perseguido por el violentador.
(*) Información a la época del fallo

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2. La certificación de las firmas en un instrumento —en el caso, un boleto de
compraventa— en modo alguno purga el vicio de violencia ejercida sobre el firmante,
puesto que la amenaza de sufrir el mal anunciado opera a nivel interno en la víctima,
que se ve constreñida a actuar según lo pretende la otra parte, y sería muy poco
probable que quien se siente amenazado pueda poner en conocimiento a
la autoridad certificante que está siendo objeto de alguna intimidación.

Jurisprudencia Relacionada(*)
Tribunal Superior Provincia
LaSuprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, en autos “ S.,
N. Z. c. A., J. A.-Ac. 37.392”, 27/10/1987, La Ley Online AR/JUR/221/1987
dispuso que aun admitiendo que la certificación por escribano público
otorgue fuerza de instrumento público al documento privado en la que ha
sido asentada, su eficacia se limita al alcance de lo certificado, no
extendiéndose a otras circunstancias, a menos que se hagan constar como
ocurridas en presencia del escribano (art. 979, inc. 2°, Cód. Civil).
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo: .— Santa Fe, octubre 31 de 2012.

1ª ¿Es procedente el recurso de nulidad? 2ª En caso negativo ¿se ajusta a


derecho la sentencia apelada? 3ª ¿Qué pronunciamiento corresponde?.

1ª cuestión.— El doctor Müller dijo:

Que contra el pronunciamiento de fecha 29 de diciembre de 2011 (fs. 190/192) el


actor interpuso recurso de nulidad —junto con el de apelación— (fs. 195), el cual no
fue sostenido en este grado jurisdiccional; y como tampoco se advierten
irregularidades sustanciales en el procedimiento ni en la resolución, corresponde su
desestimación. Voto por la negativa.

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El doctor Drago expuso iguales motivaciones, y basado en ellas vota también por
la negativa.

La doctora De Césaris dijo:

Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente


concordantes de dos jueces, de conformidad con el art. 26 de la Ley 10.160 y la
jurisprudencia de la Corte Suprema Justicia de Santa Fe, me abstengo de emitir
opinión.

2ª cuestión.— El doctor Müller dijo:

I. Que Vicente Antonio Andriani promovió demanda ordinaria de escrituración y


reparación de daños y perjuicios por la suma de $ 1.000, con más intereses y costas
contra Gladys Azucena Alvarez. Afirmó que adquirió por boleto de compraventa un
inmueble ubicado en calle Pasaje Lassaga N° 4731 de esta ciudad; que el precio total
pactado fue de $ 30.000 y que se abonó íntegramente al momento de firmarse el
boleto; que el instrumento se suscribió certificando las firmas ante la Oficina de
Certificaciones del Poder Judicial el 04/03/2003; que si bien en el boleto de
compraventa no se fijó plazo para el otorgamiento de la escritura traslativa de
dominio, tal obligación surge en cabeza del vendedor por el solo hecho de la
suscripción del mismo. Expuso que en reiteradas oportunidades solicitó a la
demandada el otorgamiento de la escritura; que en octubre de 2005 se intimó a la
demandada por la escritura mediante carta OCA Confronte 4352453 (2) para que se
realice el día 31/10/2005 en el Registro Notarial de la Ecna. Valvo de Mercurio y que
la demandada no se presentó; que por esa gestión tuvo que abonar a la Escribana la
suma de $ 1.000 en concepto de honorarios y gastos. Señaló que se envió un nueva
carta a la demandada en fecha 22/06/2006 (CU 74981751 9) en otro intento de
escrituración, pero que ésta nada contestó (fs. 11/13).

La demandada compareció por apoderado (fs. 22) y posteriormente contestó la


demanda. Negó que el actor adquiriera pacíficamente el inmueble mencionado en la
demanda; que se conviniera el precio aludido; y el mismo fuera realmente pagado.

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Admitió que se certificaron las firmas en el boleto de compraventa, pero aclaró que la
misma no certifica el contenido ni la entrega del dinero. Expresó que la intimación
invocada fue dirigida a un domicilio en el que nunca vivió; y que no es responsable por
el pago de los $ 1.000 porque nunca convino la celebración de la escritura y por lo
tanto no provocó el gasto. Dio su versión de los hechos afirmando que mantuvo con el
actor una relación de concubinato habitando el inmueble objeto de esta demanda de
escrituración; que luego de varios episodios de violencia familiar el actor expulsó a la
demandada y sus hijos bajo amenazas de muerte, lo que se encuentra instrumentado
en la causa tramitada por ante el Juzgado Penal de Instrucción de la Tercera
Nominación caratulado "Andriani, Vicente Antonio s/Extorsión" (Expte. 1132/04).
Sostuvo que la violencia es la metodología habitual del actor, y mencionó las causas
"Andriani, Vicente A. s/Lesiones" (Expte. 3909/2001) tramitados por ante el Juzgado
Correccional de la Séptima Nominación, actual Cuarta; "Alvarez, Gladis c/Andriani,
Vicente s/Medidas Autosatisfactivas" del Tribunal Colegiado N° 3 - 2°; y Denuncia del
26/12/2001, expediente 4258/01 ante el Centro de Asistencia a la Víctima —
Defensoría del Pueblo. Resaltó que todo el acoso psíquico y físico llevó a la
demandada a abandonar bajo amenzas el hogar familiar; y que la venta nunca existió
(fs. 26 y vta.).

Mediante pronunciamiento que llega a esta instancia para su revisión, el juez a quo
rechazó la demanda con costas al actor. Para así decidir consideró que la accionada
mantiene su postura al afirmar que firmó dos boletos, uno en su casa bajo amenza de
muerte y un segundo boleto en Tribunales; que los dichos coinciden con el relato que
efectuara en fecha 18/10/2004 ante el Fiscal de turno; que las expresiones de la
demandada fueron corroboradas por la testigo Lidia Esther Giraudo; y que la
documental aportada confirma también lo expresado respecto de la personalidad
violenta del actor, con mención al expediente administrativo N° 4258/07 "Alvarez,
Gladys s/Violencia Familiar s/Maltrato Conyugal" tramitado ante el Centro de
Asistencia a la víctima; el expediente "Alvarez, Galdys s/Su Denuncia" (Expte. N°
1170/2001) del Tribunal Colegiado de Familia N° 3 - 2da. Secretaría; y otra causa
penal ante el Juzgado Correccional 7ma. que si bien resultó archivada brinda
verosimilitud a los dichos de la accionada. Sostuvo que las amenazas existieron y
fueron de entidad suficiente como para llevar a la demandada a firmar el contrato en

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cuestión; que no resulta indiferente que Andriani sea agente de la policía, y que
además porte armas; que el actor no aportó prueba alguna de la suma de dinero que
afirma haber abonado, lo que resulta un indicio en su contra; a lo que se suma que la
suma líquida de su recibo de sueldo asciende a $ 382,58. Concluyó que de las
pruebas vertidas se puede presumir que la demandada no actuó libremente y que por
contrario la firma del contrato resultó ser consecuencia de las amenazas cursadas por
el actor, atendiendo a la condición, sexo y carácter de la víctima debieron causarle
una fuerte impresión, suficiente como para determinar su conducta (fs. 190/192).

Contra la misma se alzó la parte actora. Se agravia porque la sentencia contradice


lo resuelto en la causa penal abierta por el mismo hecho y en relación a la cual se
estableció la prejudicialidad; que en sede penal el juez de Instrucción determinó que
no existían elementos suficientes para convocar a prestar declaración indagatoria por
su presunta participación en el hecho investigado; y que contrariamente el juez civil
consideró que las amenazas existieron; y que por ello ambas sentencias son
contradictorias. Se agravia que la sentencia le quita efectos al acto jurídico sin
declaración expresa de nulidad y sin pretensión concreta de la parte demandada en
tal sentido; que además por las características del vicio que acusa la demandada
—violencia e intimidación— el acto encuadraría dentro de los actos anulables de
nulidad relativa, con lo cual el acto es válido mientras no sea anulado y la nulidad no
puede ser declarada de oficio. Insiste con que sin declaración de nulidad el acto es
válido y son exigibles las obligaciones que de él se derivan correspondiendo hacer
lugar a la demanda. Le agravia que la sentencia se funda en los dichos de la
demandada y sus reiteradas denuncias; que los tres expedientes que cita el a quo
para tener por acreditada la violencia son relativos a otras cuestiones, familiares y
anteriores y que no han tenido mayor sustanciación que las denuncias efectuadas.
También se agravia que la sentencia se funda en los dichos de un testigo que no
presenció el momento de suscripción del boleto de compraventa de fecha 04/03/2003
respecto del cual la demandada dice haber sido obligada a firmar bajo amenazas.
Critica que el a quo invierte la carga de la prueba respecto de la acreditación del pago
en la compraventa; que el hecho del pago surge de la documental y por ende
correspondía en su caso a la demandada la carga de la prueba de la supuesta
inexistencia del pago, no incidiendo sobre ello la agregación de dos recibos de sueldo

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del actor. Por último, le agravia la imposición de costas (fs. 216/224).

Los agravios fueron contestados a fs. 227 y vta. y 228 y vta. a cuyo contenido me
remito en aras a la brevedad.

II. Que planteada de tal modo la pretensión revisora, y teniendo particularmente


presente que el a quo rechazó la demanda de escrituración de inmueble con
fundamento en que quedó demostrado que la demandada no firmó libremente el
boleto de compraventa sino bajo violencia moral, con mención a los arts. 937, 938 y
cc. CC, liminarmente cabe traer aquí lo dicho por nuestro Máximo Tribunal Provincial
—con remisión a Santos Cifuentes, Belluscio, Zannoni, Salvat y López Olaciregui—
en el sentido de que "la doctrina sobre la violencia moral establece que los requisitos
que deban reunirse para que se configure la intimidación jurídica son: 1) que se trate
de amenazas injustas; 2) que el mal amenazado sea inminente y grave; 3) que el
temor que suscite sea fundado; 4) que por las condiciones personales de la víctima, la
intimidación haya tenido racionalmente que hacerle una fuerte presión; y 5) que el
"metus" haya sido causa determinante del acto", destacando además que "está fuera
de discusión que la prueba de la violencia como vicio de la voluntad, incumbe a la
parte que la invoca, debiendo ésta acreditar que concurren en los hechos los
elementos y caracteres legales configurativos de la violencia" (07/06/1989, "Mauri
c/Municipalidad de Santo Tomé", A. y S., t. 75, p. 298-311; publicado en DJ
1990-I-91). Ahora bien, la violencia puede ser probada por cualquier medio. A veces
es muy dificultosa dado que quien intimida lo hace casi siempre en forma solapada, a
fin de no dejar rastros, lo que dificultará la labor del juez; es por ello que las pruebas
de presunciones adquieren aquí gran trascendencia (Borda en "Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial", obra colectiva dirigida por
Alberto J. Bueres y coordinada por Elena I. Highton, T. 2B, Hammurabi, págs. 501 y
502).

En la especie, coincido con el a quo en que la demandada logró demostrar que el


acto mediante el cual transfiere la propiedad del inmueble en cuestión está viciado
por violencia moral. Pues, sin perjuicio de que en la causa penal "Fiscal N° 2 Ricardo
Héctor Favaretto s/requerimiento de instrucción por denuncia de Gladis Azucena

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Alvarez imp. Vicente Antonio Andreani" (Expte. 1132/2004) del Juzgado de
Instrucción Tercera, el sentenciante entendió que no existían "elementos suficientes
que permitan convocar a prestar declaración indagatoria por su presunta
participación en el hecho punible" (v. fs. 178 y vta.), sin embargo las constancias
agregadas en este proceso me persuaden que la demandada se sintió injustamente
amenazada de sufrir un mal inmimente y grave en su persona o en la de sus hijos por
parte de su concubino Vicente A. Andreani. Es que, de la situación que visualizan los
demás expedientes tramitados, como así también del testimonio de Lidia Esther
Giraudo (v. fs. 92 y vta.) se puede concluir que efectivamente el actor tenía una
relación conflictiva con la demandada y que ya anteriormente a la firma del boleto
existieron situaciones de violencia física sobre Alvarez, teniendo que recurrir ésta al
órgano jurisdiccional ("Andriani, Vicente Antonio s/Lesiones" (Expte. N° 3909/01) del
Juzgado Correccional de la Séptima Nominación —hoy Cuarta Nominación— y
"Alvarez, Gladys c/Andriani, Vicente Antonio s/Denuncia (ley 11.529)" (Expte. N°
1170/2001) del Tribunal Colegiado de Familia N° 3 - Segunda Secretaría; Expediente
N° 4258/01 "Alvarez, Gladys s/Violencia Familiar - Maltrato Conyugal" de la
Defensoría del Pueblo de la Provincia de Santa Fe). Por otra parte el testimonio de
Lidia Esther Giraudo cobra vital importancia a la hora de considerar la amenaza
concreta ejercida sobre Alvarez para firmar la demandada el boleto de compraventa,
pues la misma sostiene que Andreani "le decía que le firme los papeles porque sino la
iban a pagar ella y sus hijos" (v. fs. 92). A ello debe agregarse que la certificación de
las firmas del instrumento realizada ante la Oficina de Certificaciones del Poder
Judicial en modo alguno purga el vicio padecido, puesto que la amenaza de sufrir el
mal anunciado opera a nivel interno en la víctima, que se ve constreñida a actuar
según lo pretende la otra parte y sería muy poco probable que quien se siente
amenazado pueda en el preciso momento de la firma ante la autoridad certificante
poner en conocimiento a ésta que está siendo objeto de alguna amenaza.

Por ello, lo que sostiene el recurrente en cuanto a que lo decidido por el a quo
contradice lo resuelto en la causa penal no puede ser admitido, puesto que con las
probanzas de autos se acreditó el hecho de la intimidación a la demandada,
considerando también que coincido con el a quo en la merituación de la testimonial de
Giraudo y en la falta de prueba sobre el pago del precio.

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Respecto a esto último, el recurrente se agravia entendiendo que el a quo invirtió la
carga de la prueba y que coloca en cabeza del actor probar la entrega del dinero.
Ahora bien, estando a la defensa de la demandada relativa a que Andriani la obligó a
firmar un boleto de compraventa de su casa, y que agregó recibos de sueldo de esa
época para demostrar que según sus ingresos no le era posible adquirir el inmueble,
correspondía entonces al actor acompañar datos acerca del origen del supuesto
dinero con el que supuestamente abonó el inmueble y no lo hizo.

Que determinado entonces que la demandada logró demostrar que el boleto de


compraventa fue firmado influida por la amenaza que ejerció sobre su persona el
actor, entiendo que corresponde analizar el planteo del recurrente en cuanto a que en
el caso el vicio de intimidación previsto en el art. 937 y sgtes. CC da lugar a la
anulación del acto y ello no fue solicitado por la demandada.

Frente a ello, estimo adecuado señalar que la demandada no excepcionó ni


reconvino por la nulidad del acto de compraventa, pero concretamente sostuvo que
los hechos de "intimidación", "violencia familiar" y "amenazas" que le fueron
inflingidos determinaron que "nunca existió dicha venta" (v. fs. 26 y vta.) y luego en los
alegatos insistió en que se "ha producido contundente y abundante prueba de la
inexistencia de la venta" (v. fs. 125); con lo que se advierte entonces que la defensa
de la accionada radicó en la declaración de inexistencia del acto.

Al respecto, Llambias expone que la nulidad es una sanción de la ley que recae
sobre un acto jurídico real o existente, es decir, que reúne los elementos esenciales
de tal: sujeto, objeto y forma específica. La inexistencia es una noción conceptual
—no legal— que nuestro entendimiento aplica a ciertos hechos, que no obstante
tener la apariencia de actos jurídicos, no son tales por carecer de algún esencial de
ellos, sea el sujeto, sea el objeto, sea la forma específica. A este no acto jurídico se lo
designa adecuadamente con la denominación de acto jurídico inexistente (Llambias,
Jorge J. "Código Civil Anotado", T. II-B, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1984, pág.
209). Es decir, el acto inexistente es un acto non avenue, es decir no sucedido para el
Derecho, por lo que una cosa es existir con vicios —acto nulo— y otra es no existir. La

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raíz de la inexistencia como categoría jurídica se encuentra en la realidad o falta de
realidad de la hipótesis negocial, lo que ante su ausencia le impide al acto aparente
producir efectos jurídicos. Y con remisión a un pronunciamiento de la Suprema Corte
de Buenos Aires, señaló que cuando hay vicio ha de recurrirse a la teoría de las
nulidades, en tanto que cuando no hay otorgamiento del acto se está frente a
supuestos de inexistencia (Lloveras de Resk en "Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial" obra colectiva dirigida por
Alberto J. Bueres y coordinada por Elena I. Highton, t. 2C, Ed. Hammurabi, pág. 271 y
283).

Sentado ello, y teniendo particularmente presente que no viola el principio de


congruencia la resolución de un caso por normas o principios jurídicos no invocados
por las partes, sin alterar los hechos en que se funda, puesto que ello corresponde al
principio "iura novit curia" (Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe,
13/02/2008, "Síndico BID Coop. Ltdo. c/Gladich, Jorge N. y Otros" en La Ley Online),
estimo que en el caso no se trata propiamente de un supuesto de inexistencia del acto
jurídico sino de nulidad en los términos de los arts. 1045 y 1046. El primero dispone
que son anulables los actos jurídicos otorgados con vicios de la voluntad tales como
error o violencia (física e intimidación); vicios que en casi todos los casos se
presentan ocultos en el acto, de manera no manifiesta y exigen una investigación de
hecho para determinar su existencia. Por su parte, el art. 1046 CC establece que "los
actos anulables se reputan válidos mientras no sean anulados; y sólo se tendrán por
nulos desde el día de la sentencia que los anulase". Ello determina que el juez para
comprobar la existencia del vicio o defecto deberá realizar una investigación judicial y
valorar las pruebas y las circunstancias del caso —sin que el vicio surja por un
procedimiento objetivo—, ya que aparentemente el acto se le presenta como válido.
Recién cuando el juez establezca la prueba de la existencia del vicio podrá subsumir
la causa de la nulidad en la hipótesis normativa prevista (Lloveras de Resk en ob. cit.,
págs. 341, 342 y 349). De lo que se sigue que en el caso, el boleto de compraventa
del inmueble ubicado en calle Pasaje Lassaga N° 4731 de esta ciudad firmado en
fecha 04/03/2003 adolece del vicio de intimidación y por ende es nulo.

Por último, atento las consideraciones precedentes y que en definitiva el actor

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resultó vencido en su pretensión, es acertada la decisión del sentenciante de imponer
las costas al actor conforme lo establece el art. 251 del código de rito. Voto por la
afirmativa.

El doctor Drago fundó sus votos en las mismas razones expuestas por el Vocal
preopinante y en su mérito vota por la afirmativa.

La doctora De Césaris dijo:

Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir


opinión.

3ª cuestión.— El doctor Müller dijo:

Por todo lo expuesto, corresponde rechazar los recursos de nulidad y apelación,


con costas a la parte recurrente vencida (art. 251 CPC). Así voto.

El doctor Drago vota por igual pronunciamiento.

La doctora De Césaris dijo:

Por similares razones a las expresadas al tratar la primera cuestión, me abstengo


de emitir opinión.

En mérito al acuerdo que antecede, la Sala Segunda de la Cámara de Apelación


en lo Civil y Comercial de la Circunscripción Judicial Número Uno, resuelve: Rechazar
los recursos de nulidad y apelación, con costas a la parte recurrente vencida.
Regístrese, notifíquese y bajen. Con lo que concluyó el acuerdo firmando los señores
jueces, por ante mí que certifico. — Enrique Müller. — Armando Luis Drago. — María
Cristina De Césaris (en abstención).

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