Está en la página 1de 1

Don Quijote de la Mancha

Lectura comentada de los versos preliminares

Por Adrienne L. Martín

En los versos preliminares de la Primera parte del Q., un grupo de míticos héroes
caballerescos elogian el libro y ensalzan a sus protagonistas, cada cual en un estilo adecuado
a su personalidad. Amadís, caballero enamorado por excelencia —tildado de «caballero
llorón» por maese Nicolás— alaba, en tono hiperbólico y sentimental, la imitación de su
penitencia que hace DQ en Sierra Morena. Los coléricos versos de don Belianís de Grecia
revelan su excesivo furor, criticado por el cura en I, 6. Los desvaríos de Orlando Furioso sólo
tienen sentido cuando uno se da cuenta de que versifica desde el fondo de su locura
amorosa. El soneto de Oriana, amada de Amadís de Gaula, ofrece una serie de absurdas
inversiones carnavalescas que configuran un mundo al revés toboseño cuya reina es
Dulcinea. El de Gandalín, lleno de sarcasmo e ironía, pone en ridículo al rústico Sancho y sus
aspiraciones escuderiles.
Estos poemas conforman una burla literaria en la cual C. satiriza genialmente los libros
de caballerías. Al ensalzar las disparatadas proezas del loco DQ como superiores a las suyas
propias, Amadís de Gaula, don Belianís de Grecia, Orlando Furioso y los demás «autores» se
convierten en otros dementes; y en consecuencia el género literario del cual surgen se
identifica como patentemente desatinado.

C. parodia a la vez la costumbre contemporánea (criticada en el prólogo a la novela)


de incluir exagerados versos encomiásticos entre los preliminares de los libros publicados. De
hecho, C. parece seguir el consejo del amigo ficticio del prólogo que encuentra al autor
suspenso y perplejo ante la falta de sonetos laudatorios con que adornar su libro. El amigo le
ofrece la solución más sencilla: el mismo novelista puede escribirlos, poniéndoles nombres
históricos o inventados. Aquí, a mi entender, C. critica sobre todo a Lope de Vega, cuyas
obras escritas inmediatamente antes de la publicación de la Primera parte del Q. contienen
un abundante surtido de sonetos encomiásticos, muchas veces escritos por el mismo Lope.
Además, C. hace alusiones poco veladas y tremendamente irónicas a su gran rival en todos
los poemas.
En este aspecto, el diálogo entre Babieca, montura del Cid, y Rocinante es la
composición más irónica entre todas. Al convertir a los autores en equinos (que en la
literatura burlesca y en la tradición popular denotan estupidez, obstinación y
carnalidad), C. satiriza la mayor vanidad ostentada por sus semejantes: el
autoengrandecimiento. La habilidad poética de C. reside aquí en asumir a la perfección, de
acuerdo con la noción del decoro literario, la identidad de estos ridículos poetastros. Por lo
tanto, es preciso reconocer su mérito al crear unos poemas tan deliberadamente pobres.

Los ridículos panegíricos introductorios, junto con los epitafios jocosos que cierran I,
52, establecen un marco decididamente burlesco para la Primera parte de la novela. La
comicidad desplegada en todos ellos anticipa la sátira humanística y bufonesca, la risa
liberadora de la tradición popular, y la invectiva personal que caracterizan el humor
del Quijote.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Comentarios generales a los poemas en Ullman [1961-1962], A.L. Martín [1990;


1991a]. Estudios narratológicos en Parr [1984] y Paz Gago [1993b]. Análisis particulares en
López Navío [1954] y Maldonado de Guevara [1957]; para el soneto de Amadís a DQ,
Montero Reguera [1994b:781-786]; para el de Gandalín, Astrana Marín [1948-1958:V, 588]
y Bataillon [1960/69] han defendido la hipótesis de que los poemas no son de C. (>N. Marín
1988/94:343 y A.L. Martín 1991a:130-131); Márquez Villanueva [1987] piensa que C. contó
con dos o tres colaboradores. Sobre el ataque de C. a Lope a través de los versos
preliminares: Astrana Marín [1948-1958:V, 586-590], Márquez Villanueva [1988:136-137,
310-312], N. Marín [1988/94:335-348], A.L. Martín [1991a:156-171] y Orozco Díaz
[1992:99-100]. ¶ Otras referencias: BQ, I-03.

También podría gustarte