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AL JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA DE BARCELONA QUE POR TURNO DE

REPARTO CORRESPONDA

D.ª LUCÍA GARCÍA PÉREZ Procuradora de los Tribunales, actuando en nombre de


D. JUAN NARVÁEZ SANCHO, con DNI núm. 64584628Y y domicilio a efectos de
notificaciones en Calle Consell de Cent, 23, 8014 Barcelona (España), y bajo la dirección
letrada de Dª MARÍA MOLINA PIZARRO, Abogado del Ilustre Colegio de la Abogacía de
Barcelona (ICAB), con número de colegiado 27634, aportando poder general para pleitos
que adjuntamos a este escrito como Documento nº 1, ante este Juzgado comparezco y,
como mejor proceda en Derecho,

DIGO

Que vengo en interponer DEMANDA DE JUICIO ORDINARIO DE RECLAMACIÓN


DE CANTIDAD por responsabilidad civil profesional derivada de mala praxis médica por
importe de hasta CUATROCIENTOS DIECISIETE MIL NOVECIENTOS TREINTA Y CINCO
EUROS CON 77 CÉNTIMOS (417.935,765 euros €), más los intereses legales
correspondientes y las costas de este juicio, acción que dirijo contra:

- Hospital A de Barcelona, con CIF A28011223 y domicilio social en Paseo Marítimo


de la Barceloneta, 25-29, 8003 Barcelona, España (“Hospital A”);
- Mutual Médica, M.P.S., a Prima Fija, aseguradora del Hospital A con CIF A28011864
con CIF V08475766 y domicilio social en Vía Laietana, número 31, 08003, de
Barcelona, España (“Aseguradora A”);
- El Hospital B de Barcelona, con CIF A28011224 y domicilio social en Calle de
Villarroel, 170, 8036 Barcelona, España (“Hospital B”);
- ASISA, Asistencia Sanitaria Interprovincial de Seguros, S.A.U., aseguradora del
Hospital B, con NIF A08169294 y domicilio social en Calle Balmes, 125, Bajos, local
1, 08008 Barcelona, España (“Aseguradora B”);
- El Doctor D. JORGE CASTILLO DE VILLARES, mayor de edad, con DNI núm.
12356789E, con consulta médica de traumatología en el Hospital A y domicilio en
Calle de la Diputación, 98, 8015 Barcelona, España;
- La Doctora D.ª PEPA MORALES CAMPS, mayor de edad, con DNI núm. 47392612I,
con consulta médica de cirugía ortopédica y traumatología en el Hospital B y
domicilio en Calle de Trafalgar, 16, 8010 Barcelona, España;
- El Doctor D. CARLES SARDÀ I PUIGNERÓ, mayor de edad, con DNI núm.
78364820T, con consulta médica de traumatología y cirugía ortopédica en el Hospital
B y domicilio en Calle de Valencia, 625, 8026 Barcelona, España;
- El Doctor D. ALBERT INFANTE ILUSTRE, mayor de edad, con DNI núm.
36294709H, con consulta médica de neurorradiología en el Hospital B y domicilio en
Calle de Rubén Darío, 20, 8030 Barcelona, España;
- A.M.A., Agrupación Mutual Aseguradora, Mutua de Seguros a Prima Fija, como
aseguradora de los profesionales médicos anteriores, con CIF G-28177657 y
domicilio social en Vía de los Poblados, nº 3, Parque Empresarial Cristalia, Edificio 4,
28033 Madrid, España (“Aseguradora C”).

Todo ello en base a los siguientes

HECHOS:

PRIMERO.- De la situación inicial de mi mandante como militar de carrera.

Mi mandante, el Señor D. JUAN NARVÁEZ SANCHO, es natural del municipio de


Albalate del Arzobispo (Teruel), nacido el 9 de junio de 1996; contando, en la actualidad, con
27 años de edad. Finalizados sus estudios de Educación Primaria, el Sr. Narváez realizó el
acceso reglamentado y conducente al servicio como militar de carrera del Ejército de Tierra,
constando su nombramiento en la Resolución 382/39327/2011, de 3 de julio, de la Dirección
General de Reclutamiento y Enseñanza Militar, por la que se publica la relación definitiva de
aspirantes propuestos para ser nombrados alumnos para el ingreso directo en los centros
docentes militares de formación para la incorporación, como militar de carrera o adscripción
como militar de complemento a las Escalas de Oficiales de los Cuerpos Generales, del
Cuerpo de Infantería de Marina y del Cuerpo de la Guardia Civil.

En su caso, D. Juan fue adscrito a la Academia General Militar de Zaragoza, y tras


completar su formación castrense prestó servicio en diversos destacamentos hasta su
asignación al RI “Barcelona” (Barcelona) por Resolución 562/10046/15, de 14 de septiembre
de 2014. En este interim, debe reseñarse que el Sr. Narváez gozaba de una correcta salud y
de una sobresaliente forma física, la cual era ya no solo satisfactoria por suficiente para la
superación de las pruebas físicas requeridas legal y reglamentariamente para el acceso al
Ejército, sino que excedía de tales mínimos, siendo mi mandante siempre asiduo al
entrenamiento diario y al mantenimiento de una actividad deportiva continuada en el tiempo.
Acreditamos tales extremos con el Documento núm. 2, informe médico emitido tras
las últimas pruebas físicas realizadas a D. Juan, tras su incorporación al regimiento en
Barcelona, de fecha agosto de 2014. En el mismo se advertirá no constar patología alguna,
ni de carácter físico ni mental, en la revisión de mi representado, en aquella ocasión.

Todo lo más, D. Juan desarrolla su carrera militar con brillantez en el servicio y


promoción ascendente en el tiempo, como se desprende del Documento núm. 3, hoja de
servicios del Sr. Narváez hasta la actualidad.

SEGUNDO.- De las patologías que aquejan al Sr. Narváez y su correspondiente


acreditación.

Entre los años 2014 y 2017, D. Juan se halla en el servicio en la provincia de


Barcelona, sin ser desplegado fuera de las fronteras nacionales y sin exponerse a
cualesquiera otras circunstancias que entrañasen peligro para la vida o de graves daños
físicos o psíquicos. A lo largo de este tiempo, mi representado acaba alcanzando el rango
castrense de Capitán, con las distinciones reseñadas en la ya aportada hoja de servicios, y
como se podrá apreciar en el Documento núm. 4, certificado expedido por el coronel del
Cuerpo General del Ejército de Tierra.

En el verano de 2017, D. Juan comienza a experimentar molestias en el hombro


derecho, que dificultan de manera progresiva, con el paso de al menos un par de meses, la
movilidad y rotación del mismo, al principio sin mayor incidencia que en sus ejercicios
rutinarios de entrenamiento, pero, con poca dilación, extendiéndose hasta resultar un dolor
impeditivo y que determina la muy dificultosa movilidad del brazo derecho. Por este motivo,
el Sr. Narváez acude a consulta con el predeterminado compañero de la Escala de Oficiales
del Cuerpo Militar de Sanidad, quien, con fecha 6 de septiembre de 2017, le diagnostica la
existencia de un quiste óseo en la zona inferior del hombro derecho. Considerando esta
valoración ajustada a priori a los síntomas que experimenta, D. Juan acomete los
tratamientos y ejercicios de rehabilitación mandados por el médico militar a lo largo de los
siguientes meses.

Del diagnóstico médico militar venimos en aportar Documento núm. 5, informe de la


consulta de fecha 6 de septiembre de 2017.

Sin embargo, el malestar y las dificultades motrices persisten, quejándose mi


mandante de un dolor permanente en el brazo derecho a cada movimiento angular que
hace, pese al cumplimiento diligente del tratamiento prescrito. Dado que las molestias no
cesan, y buscando una segunda opinión médica, el Sr. Narváez es derivado por su médico
de atención primaria a consulta especializada, y acude a consulta con el Doctor Sr. Jorge
Castillo de Villares, con consulta médica de traumatología en el Hospital A de Barcelona.

TERCERO.- Del diagnóstico inicial por parte del Doctor D. Jorge Castillo, del Hospital A.

D. Juan acude como se le indica a primera consulta con el especialista D. Jorge


Castillo de Villares, adscrito al Servicio de Consultas Externas de Traumatología en el
Hospital A de Barcelona. Mi mandante le comunica que el dolor que siente en el brazo
derecho le impide y le inhabilita para realizar las funciones y entrenamientos propios que se
derivan de su condición de Capitán en el Regimiento de Infantería de Barcelona. Le
traslada, igualmente, que el departamento de salud del ejército le diagnostica un quiste óseo
en la zona inferior del hombro derecho y le prescribe un tratamiento, del que da fe mediante
el informe pertinente, recogido en el Documento núm. 5, concluyendo que en su opinión
este no le ha ofrecido el resultado esperado, razón por la cual acude a la búsqueda de una
segunda valoración. Le muestra su gran preocupación por el hecho de ser una persona
joven con una prometedora carrera profesional por delante y la urgencia que le supone
recuperar su plena forma física.

El Doctor D. Jorge Castillo de Villares, en esta primera visita, celebrada el 5 de abril


de 2018, estima necesario realizar una artroresonancia y una radiografía nuclear magnética
para definir el alcance de la lesión y su correcto tratamiento, que se llevan a cabo
respectivamente el 23 de abril y el 10 de mayo de 2018. El diagnóstico es un quiste óseo
aneurismático que no fue tratado debidamente en ese momento. Ante la insistencia de mi
mandante, que reitera que los dolores no solo persisten sino que se agravan y resultan ya
insoportables, el Doctor D. Jorge Castillo de Villares prescribe una gammagrafía con fecha
18 de junio de 2018. Todo ello se puede observar en el Documento núm. 6. El resultado de
la misma no le es comunicado oficialmente al paciente ni en tiempo ni en forma ni se le
propone un tratamiento específico. D. Juan se siente abandonado, mal atendido, no
escuchado y siente una gran impotencia en una cuestión clave de salud que también tiene
una incidencia en su vida personal y futuro laboral. Esta circunstancia se traduce en un
cuadro de ansiedad y estrés, como se puede apreciar en el Documento núm. 7, que se
suma a los síntomas propios de la lesión que sufre, lo que convierte su vida en un martirio.
Mi mandante deja constancia de la inoperatividad y desidia ante su caso por parte del
Doctor D. Jorge Castillo en el Servicio de Atención al Paciente del Hospital A de Barcelona,
circunstancia que se puede verificar en el Documento núm. 8.
CUARTO.- De las sucesivas derivaciones entre los Doctores D.ª Pepa Morales, D. Carles
Sardà y D. Albert Infante, del Hospital B, y los errores y omisiones en su actividad
profesional.

En este contexto y ante la sensación de abandono y agravamiento de su dolencia D.


Juan acude, en búsqueda de un diagnóstico y cura efectivos a su caso, a la consulta de la
Doctora Dña. Pepa Morales Camps, especialista en cirugía ortopédica y traumatológica,
quien presta sus servicios en el Hospital B de Barcelona. Ésta trata al paciente en solo dos
ocasiones: el 10 y el 28 de agosto de 2018. En la primera le diagnostica un síndrome
subacromial atípico y una radiculopatía cervical; en la segunda, tras la realización de una
radiografía nuclear magnética, le comunica que podría sufrir un proceso linfoproliferativo,
pero decide no realizar nuevos estudios complementario ni modificar su diagnóstico ni
tratamiento. D. Juan en este momento se siente víctima de un caso claro de negligencia
médica ante la falta de atención recibida y la dudosa actitud profesional de la facultativa.

Transcurridos seis meses, el 28 de febrero de 2019, y ante el empeoramiento de su


dolencia, D. Juan es atendido en esta ocasión por el Doctor D. Carles Sardà i Puigneró en el
mismo Hospital en el que presta servicios la Doctora Dña. Pepa Morales Camps.
Especializado también en traumatología y cirugía ortopédica, este doctor tras haber tenido la
oportunidad de haber conocido el historial completo del paciente hasta la fecha, circunscribe
su actuación a solicitar una resonancia magnética y una electromiografía. El diagnóstico
llevado a cabo por el doctor descarta la existencia de una masa tumoral y decide no llevar a
cabo ninguna prueba adicional. Traslada al paciente que no existe ningún motivo de
preocupación ni inquietud ante el estupor de D. Juan que es plenamente consciente de los
dolores que a diario sufre y el impacto de los mismos en el desarrollo normal de su vida
personal y actividad profesional, sin olvidar que los síntomas de ansiedad y estrés se
agravan.

El diagnóstico del Doctor D. Carles Sardà i Puigneró se basa en el informe realizado


por el Doctor D. Albert Infante Ilustre médico especialista de neurorradiología adscrito al
mismo Hospital. Es él el encargado de realizar el 3 de marzo la resonancia magnética de
hombro y brazo derecho, prescrita por D. Carles Sardà i Puigneró. Se adjunta el
Documento núm. 9, el cual contiene los resultados de las pruebas y diagnósticos sucesivos
realizados en el Hospital B de Barcelona.
Mi mandante, con razones fundadas, recela de este diagnóstico, que considera
erróneo en su caso porque la sintomatología no solo persiste sino que cada vez es más
incisiva y limitante para su persona y el ejercicio presente y futuro de su profesión. En
consecuencia, y ante la impotencia que siente y la insistencia de su círculo más próximo,
consciente de su deterioro físico y psíquico decide acudir como última opción al Hospital A
de Madrid, en el que es atendido por un nuevo especialista, Doctor D. Pedro González
Álvarez, responsable del área de traumatología, al que entrega todo su historial médico
completo, incluido el último informe realizado por el Doctor D. Albert Infante Ilustre. En ese
mismo instante este facultativo es plenamente consciente a la vista de la última prueba
realizada en el Hospital B de Barcelona, de la gravedad que reviste el estado de salud de D.
Juan. Por ello, dada la urgencia del caso decide remitirle con inmediatez a una unidad
específica de tumores óseos. Ésta dictamina en el acto la existencia de un sarcoma de
Ewing, que es calificado de alto riesgo tras una cirugía de exéresis, que se le realiza el 5 de
agosto de 2019.

En este contexto, se le prescriben nueve ciclos de quimioterapia, tras serle


suministrado el primero, el día 14 de agosto, y ante la debilidad física en la que se encuentra
y la gravedad de la enfermedad, se ve obligado a acudir a urgencias en tres ocasiones, dos
ese mismo mes, en concreto los días 18 y 23, y una más el 9 de septiembre. En las dos
primeras ocasiones la causa son sendos procesos febriles y en el tercero se le diagnostica
un tromboembolismo pulmonar. En el transcurso de este proceso recibe el día 5 de
septiembre un segundo ciclo de quimioterapia que debilita aún más su sistema de defensas
y le provoca vómitos, pérdida de apetito y peso, y caída del cabello.

El equipo médico que le trata, conocedor del riesgo extremo que conlleva para su
salud el tipo de sarcoma y su avance, decide realizar una nueva intervención el 25 de
septiembre, que consiste en una cirugía de resección extracapsular. El objetivo de esta
operación es controlar y evitar el crecimiento del tumor, seccionando la zona húmero
proximal derecho, músculo deltoides, nervios y tendones adyacentes, colocando en su lugar
una prótesis. Con fecha 28 y 31 de octubre se le suministra un tercer ciclo de quimioterapia,
al que siguen el resto de los prescritos que le son administrados con una periodicidad
mensual. Tras recibir el sexto ciclo y para determinar la evolución se practica una nueva
resonancia magnética nuclear donde no se detecta crecimiento del sarcoma. Concluidos los
nueve ciclos inicia el tratamiento correspondiente de radioterapia prescrito.

Las consecuencias de la enfermedad y la demora en el diagnóstico y tratamiento


pertinentes se traducen en una clara deformidad en la región anterior del brazo derecho con
una cicatriz adherida de 50 centímetros, lo que limita su movilidad en el hombro a solo 45
grados, con el impacto que esta situación tiene en el desempeño de una vida normalizada
en los ámbitos personal y profesional. Por ello, el equipo médico al objeto de paliar esta
deformidad volumétrica acuerda en 2020 realizar una nueva intervención conocida como
lipofilling que se debe aplazar como consecuencia de la pandemia COVID-19 realizándose
definitivamente el 26 de marzo de 2021. D. Juan es diagnosticado el 12 de diciembre de
2022 de una metástasis en el pulmón, enfermedad de la que actualmente está en
tratamiento.

QUINTO.- De las consecuencias patológicas imprevistas sobre mi mandante, y de la


incapacitación para continuar sus funciones como militar.

Desde septiembre de 2017, cuando es diagnosticado de un quiste óseo en la zona


inferior del hombro derecho por la Escala de Oficiales del Cuerpo Militar de Sanidad, D.
Juan registra altas y bajas sucesivas en el Régimen General de la Seguridad Social,
vinculadas a las incapacidades reales que para el desempeño de sus funciones le generan
los síntomas y dolores que padece. Coincidiendo con el agravamiento de su enfermedad y
los padecimientos que le provoca, será en mayo de 2018, momento en el que acude al
Hospital A de Barcelona, cuando la incapacidad laboral temporal transitoria se prolongue en
primera instancia durante un periodo continuado de 12 meses. Sin embargo, como la
enfermedad inhabilitante continúa activa y él está en proceso de análisis, pruebas y
tratamientos médicos este plazo se amplía por un periodo máximo de 6 meses, tal y como
se puede observar en el Documento núm. 10.

Transcurrido este tiempo, el 29 de noviembre de 2019, el Tribunal Médico le concede


una incapacidad permanente total, como se evidencia en el Documento núm. 11, por la
cual se reconoce que no puede realizar ninguna de las tareas de su profesión habitual como
Capitán en el Regimiento de Infantería de Barcelona, pero si puede trabajar en otra
profesión o destino. Durante este periodo y hasta la fecha, dado que no está en condiciones
de poder realizar ninguna tarea profesional sus ingresos se limitan al 55% de su base
reguladora. En el momento en el que se le diagnostica una metástasis en el pulmón con
fecha 12 de diciembre de 2022, D. Juan reclama ante las instancias competentes que se le
reconozca la incapacidad permanente absoluta, actualmente en fase de tramitación,
información adjunta en el Documento núm. 12.

Con fecha de enero de 2023 el Sr. Narváez acude a mi despacho, así como al del
abogado que suscribe este escrito de demanda, a solicitar consulta legal y representación
procesal para estudiar y, en su caso, interponer el presente procedimiento contra los
responsables médicos y los hospitales que, entendemos, han incurrido en mala praxis dada
su falta de aplicación profesional diligente en el diagnóstico erróneo de las patologías de mi
mandante, así como la prescripción de tratamientos y ejercicios de rehabilitación
inoperantes, que han conducido al diagnóstico tardío del sarcoma de Ewing y la
consiguiente sumisión a un proceso de quimioterapia, con una afectación grave no solo en
términos morales y psicológicos para su vida personal, sino con los evidentes impedimentos
profesionales.

En este punto, estimamos que ha de resumirse y recopilarse la sucesión de


intervenciones médicas relatadas desde que acude al Hospital A de Madrid hasta la
actualidad, lo que hacemos mediante la aportación del Documento núm. 13, historia clínica
de D. Juan Narváez, actualizada a fecha de marzo de 2023, solicitada con poder bastante
por esta representación, del general que ya hemos adjuntado a este escrito, en los términos
de los artículos 14 y siguientes de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora
de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica.

A los anteriores hechos les son de aplicación los siguientes

FUNDAMENTOS DE DERECHO

I. LEGITIMACIÓN ACTIVA.

Corresponde a mi mandado, Don Juan Narváez Sancho, la legitimación activa en


este procedimiento por ser la persona que ha sufrido los daños descritos en los hechos
número cuarto y quinto.

II. LEGITIMACIÓN PASIVA.

Corresponde la legitimación pasiva por ser los causantes de la lesión a los doctores
que figuran como demandados, al Hospital A y Hospital B, y a las entidades aseguradoras
Mutual Médica, ASISA y AMA (en adelante, “Aseguradora A”, “Aseguradora B” y
“Aseguradora C”), en virtud de los artículos 105 y 106 de la Ley 50/1980 del contrato de
seguro (en adelante “LCS”), así como los artículos 1.902, 1.903 y 1.101 del Código Civil
(“CC”).
En este sentido, la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias establece en su artículo 4.8 letra (e) que serán requisitos
imprescindibles para ejercer una profesión sanitaria “(t)ener suscrito y vigente un seguro de
responsabilidad, un aval u otra garantía financiera, sean de protección personal o colectiva,
que cubra las indemnizaciones que se puedan derivar de la responsabilidad profesional por
un eventual daño a las personas causado con ocasión de la prestación de tal asistencia o
servicios cuando se ejerza la profesión en el ámbito de la asistencia sanitaria privada.”.

III. REPRESENTACIÓN

La actora se encuentra representada por procurador habilitado para actuar en la


demarcación de este Partido Judicial, representación que ha quedado acreditada con poder
general para pleitos, siendo redactada y firmada la misma por abogado ejerciente colegiado
identificado en el encabezamiento de la presente. Todo ello en estricto cumplimiento de lo
establecido en los arts. 23 y 31 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

IV. COMPETENCIA

Corresponde al orden jurisdiccional civil conocer del asunto en base al art. 36 Ley de
Enjuiciamiento Civil y los artículos 9, 21 y 22 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ).
La competencia del procedimiento ordinario se determina ex art. 249.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil ya que la cuantía supera los 6.000 Euros. La competencia territorial
corresponde al Juzgado de Primera Instancia que proceda ex art. 53 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.

V. FONDO DEL ASUNTO.

A. PRIMERO. Sobre la responsabilidad civil profesional por culpa extracontractual.

Se ejercita frente a todos los demandados una acción civil por responsabilidad
extracontractual por hecho propio, de acuerdo con los artículos 1089, 1093, 1902 del Código
Civil. La responsabilidad extracontractual se aprecia puesto que el paciente acude al
Hospital A y, posteriormente, al Hospital B, aquejado por unos síntomas, siendo atendido
por sucesivos médicos con los que no tenía ninguna relación contractual preexistente.

El Tribunal Supremo en su STS 444/1984, de 9 de julio, estableció que el “deber de


indemnizar por infracción del contrato se desenvuelve dentro del ámbito de la preexistente
relación; en cambio, cuando la indemnización deriva del acto ilícito extracontractual, la
relación obligatoria surge por primera vez al producirse el daño”. En este sentido, la
obligación surge en el momento que produce el daño, pues los médicos actúan con
negligencia al no realizarle las pruebas oportunas y diagnosticarse erróneamente en
repetidas ocasiones, actuando al margen de la lex artis.

Para la apreciación de esta responsabilidad extracontractual se requiere una acción


u omisión del profesional sanitario, la culpa o negligencia en su actuación, la producción de
del daño y el nexo causal entre la acción u omisión y el resultado. En efecto, al tratarse de
una responsabilidad extracontractual por hecho propio, el artículo 1902 del Código Civil
establece que la obligación del daño causado se deriva de actos y omisiones propias.
Además, se exige que de esta parte se demuestre que el acto médico fue realizado al
margen de la lex artis fue con infracción o no sujeción a las técnicas médicas o científicas
exigibles para el mismo (STS 112/2018, de 6 de marzo).

En primer lugar, las acciones u omisiones se constatan en la mala praxis fruto de la


falta de apreciación de la enfermedad grave que padecía el actor y cuyo diagnóstico tardío
conllevó una incapacidad permanente y una disminución de su calidad de vida como se
acredita por nuestra parte. En este sentido, la STS 330/2015, de 17 de junio y la SAP de
Madrid 127/2005, de 1 de marzo establecen una conducta de actuación para los
profesionales médicos consistente en los siguientes extremos:

- “Cumplimentar las técnicas previstas para la patología en cuestión con arreglo a la


ciencia médica adecuada a una buena praxis.
- Aplicar las anteriores técnicas con el cuidado y precisión exigible de acuerdo con las
circunstancias y los riesgos inherentes a cada intervención.
- Proporcionar al paciente la información necesaria que le permita consentir o rechazar
una determinada intervención.
- Continuar el tratamiento del enfermo hasta el momento en que pueda ser dado de alta,
advirtiendo al mismo de los riesgos que su abandono pueda comportar.
- En los supuestos de enfermedades o dolencias que puedan calificarse de recidivas,
crónicas o evolutivas, informar al paciente de la necesidad de someterse a los análisis
y cuidados preventivos que resulten necesarios para la prevención del agravamiento o
repetición de la dolencia.”

En este sentido, la inconsistencia entre las distintas pruebas prescritas y


diagnósticos ofrecidos por los doctores D. JORGE, DÑA. PEPA, D. CARLES y D. ALBERT
durante los dos años que el actor estuvo acudiendo a las consultas médicas aquejado por
los dolores en el hombro en relación con el diagnóstico final del sarcoma de Ewing evidencia
como no se obró de acuerdo con la buena praxis. En este sentido, la resonancia magnética
prescrita por el DR. CARLES e interpretada por el neurorradiólogo DR. ALBERT ya
evidenciaba la presencia de una masa tumoral muy importante como se ha constatado
posteriormente. Sin embargo, en el momento en que se realizó y se tuvo que haber dado la
voz de alarma esta masa tumoral no fue identificada ni por el DR. CARLES ni por el DR.
ALBERT. Igualmente, las pruebas prescritas por los doctores D. JORGE Y DÑA. PEPA
resultaron efectivamente insuficientes para apreciar la masa tumoral, debiendo haber
practicado pruebas complementarias como exige la diligencia profesional y los estándares
de la ciencia médica..

En segundo, la culpa o negligencia que, de acuerdo con el artículo 1104 del Código
Civil, “consiste en la omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y
corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar”, debe tener en
cuenta el papel profesional del médico que deber conocer las pautas médicas que ha de
prescribir diagnósticas a los pacientes que acuden aquejados por una sintomatología que,
en este caso, se tradujo en el sarcoma de Ewing.

En tercer lugar, el daño, como se plasma en los hechos de esta demanda, consiste
en importantes daños físicos, fruto del sarcoma de Ewing diagnosticado en un estado
avanzado y la metástasis que pudo haber sido evitada si el paciente hubiera sido
diagnóstico correctamente desde el principio; la pérdida de movilidad en el hombro, que le
imposibilita para el ejercicio de su profesión, así como los morales y psicológicos derivado
del tedioso tratamiento médico.

Esta responsabilidad se debe entender de forma conjunta y solidaria de todos los


médicos demandados, así como de los hospitales y las aseguradoras de cada demandado,
quienes habrán de indemnizar a esta parte.

B. SEGUNDO. Sobre el nexo causal entre los padecimientos y la actuación negligente


de los sanitarios.

Se constata que estamos ante un claro caso de pérdida de oportunidad


asistencial, entendida como no haber podido aplicar, por el error o el retraso de diagnóstico
de un proceso médico, el tratamiento adecuado en un momento precoz y haber
incrementado así la calidad de vida del paciente. Esta teoría viene siendo refrendada
ampliamente por la jurisprudencia (STS de 12 de septiembre de 2007, STS de 17 de abril de
2007, STS de 24 de septiembre de 2001) que impone indemnizaciones toda vez que el
diagnóstico a tiempo hubiese supuesto una mejora en la evolución de la enfermedad. En
este sentido, se demuestra que es la infracción de la lex artis, en el sentido del art. 1140 CC,
de los facultativos al no haber efectuado las pruebas y diagnósticos a todas luces
necesarios, la que ha hecho que D. Juan haya acabado en la situación actual, habiéndose
evitado un mal mayor sólo por su insistencia en acudir a otro especialista. La mala praxis
médica ha determinado que la enfermedad que padece Juan no haya podido ser tratada a
tiempo, lo que del caso que hubiese sido diagnosticado a tiempo, sin duda, hubiese
supuesto un mejor pronóstico para su enfermedad, mejor calidad de vida y, sobre todo, no
haber perdido casi totalmente la movilidad del brazo derecho, lo que, sin duda, le ha
incapacitado de por vida para proseguir su carrera profesional, teniendo que desempeñar
mayormente funciones de oficina.

Respecto a la negligencia, queda constatado que la actuación de los sanitarios no se


adecuó a la lex artis. Si bien, el El Tribunal Supremo señala en su Sentencia de 10 de
diciembre de 2010 que “la toma de decisiones clínicas está generalmente basada en el
diagnóstico que se establece a través de una serie de pruebas encaminadas a demostrar o
rechazar una sospecha o hipótesis de partida, pruebas que serán de mayor utilidad cuanto
más precozmente puedan identificar o descartar la presencia de una alteración, sin que
ninguna presente una seguridad plena”. Lo cierto es que los doctores JORGE CASTILLO
DE VILLARES, D.ª PEPA MORALES CAMPS, y D. CARLES SARDÀ I PUIGNERÓ omitieron
pruebas de especial relevancia en el caso, que podrían haber llevado a un diagnóstico
temprano de la enfermedad, al menos desde el 6 de septiembre de 2017, cuando se
diagnostica la presencia de un quiste óseo, pues desde este momento se debió sospechar
de la posible existencia de este sarcoma, prescribiéndose las pruebas correspondientes al
efecto, tal como se deduce del dictamen pericial de lex artis para el descarte de masa
maligna (Pericial nº 1). Así, el procedimiento adecuado habría sido la realización de otras
pruebas, ya que como se desprende de la pericial, la sintomatología sugería ya entonces la
realización de una biopsia y no la pasividad que reinó en aquel momento.

En el caso del Doctor D. ALBERT INFANTE ILUSTRE , el error en el diagnóstico es


aún más evidente puesto que en esa prueba se evidenciaba sin ningún género de dudas
una masa anormal que debía ser biopsiada y analizada, tal como se desprende de la pericial
nº 1. Es más, cuando atienden a mi representado tiempo después en el Hospital A de
Madrid, con esa misma prueba, sin necesidad de hacer otras pruebas, el médico que
atiende ahí a mi representado da la voz de alarma y remite a mi mandante a una unidad
específica de tumores óseos, que es cuando alumbra el diagnóstico de sarcoma de Ewing.
Ya que para acreditar la responsabilidad por pérdida de oportunidad asistencial se
exige demostrar hasta qué punto, de haberse diagnosticado a tiempo o tratado de forma
adecuada, hubiera variado la progresión de la enfermedad (así, entre muchas, STS ) se
adjunta el dictamen pericial (Pericial nº 2) que viene a demostrar que de haberse llevado a
cabo las pruebas necesarias, existía una probabilidad muy alta (cercana al 95%) de que el
sarcoma no hubiese acarreado la deformidad en la región anterior del brazo derecho con
una cicatriz adherida de 50 centímetros, todo lo cual permite a mi mandante únicamente la
movilidad en 45 grados en el hombro, así mismo, el pronto diagnóstico podría haber evitado
la metástasis que casi cuesta la vida a D. Juan, hoy en un estado de salud terriblemente
delicado.

No puede dejar de señalarse que, dado que la medicina es una ciencia inexacta, no
podremos conocer jamás cuál hubiese sido el futuro de mi mandante de no haberse
contravenido de manera tan evidente el buen hacer profesional de los doctores que le
atendieron. Se trata de un trasvase del escenario de hechos al Derecho, que obliga a
romper las reglas clásicas de la causalidad e incluir valoraciones casuísticas en
presupuestos jurídicos, por lo que podemos tan sólo plantearnos hipótesis tal como se
desprende de la Pericial nº 2. No obstante, toda vez el pronóstico de calidad de vida de
Juan habría sido mejor de haberse llevado a cabo las pruebas que, de haber sido diligentes,
se deberían haber llevado a cabo, no puede negarse que existe una relación entre la
actuación negligente y el actual estado de salud de D. Juan.

En este sentido ya la STS de 12 de septiembre de 2007 indica que “ no se establece


esta relación causal a través de simples conjeturas, sino a partir de un juicio de probabilidad
basado en un hecho objetivo como es la omisión por parte del centro hospitalario de los
medios que debieron ponerse al alcance del enfermo y ello constituye el núcleo esencial de
la lex artis de dicha entidad, que a la postre fue determinante de la posterior evolución del
paciente”. Y también relativo a un caso de dilación en el diagnóstico, con claro paralelismo
con el caso que nos ocupa sentencia el TS en su STS de 18 de octubre de 2005 que “lo
que, sin duda, es seguro, es que la recurrente hubiera tenido más oportunidades de salvar
su pierna que en el momento en que se produjo el diagnóstico, transcurrido un tiempo
excesivo desde que se conocieron los síntomas que por dos veces hicieron sospechar al
médico de cabecera que estaba ante un proceso de isquemia que debía ser confirmado o
descartado, y, sí como sospechaba existía, tratado de modo eficaz”
En definitiva, existió por parte de los facultativos una infracción de la lex artis al omitir
las pruebas necesarias que negaron a D. Juan cualquier posibilidad de evitar que la
enfermedad que este padece acabase por causarle los graves daños a su integridad física
que acabó por padecer.

C. TERCERO: Del lucro cesante y la indemnización por daños y perjuicios: perjuicio


personal básico y patrimonial.

La cuantificación de las indemnizaciones se llevará a cabo bajo la doctrina sentada


por el Tribunal Supremo en sus diferentes sentencias, en especial las del 7 de mayo de
2009, y 14 de noviembre de 2012. Esta doctrina viene a extender la aplicación del Baremo
previsto en la Disposición Adicional Octava de la Ley 30/1995 de Ordenación y Supervisión
de los Seguros Privados a responsabilidades civiles distintas a las del automóvil. Así, la
Resolución Provincial de Madrid en su sentencia 116/2017 de 16 marzo se pronuncia en lo
siguiente:

La admisión de la aplicación de la Ley es un criterio orientativo y no vinculante, [...]


constituye un instrumento adecuado para procurar la satisfacción pecuniaria de las
víctimas, dotándolo de seguridad y garantía para las partes mayor que la que deriva del
simple arbitrio judicial [...].

De este modo se aplicará el Real Decreto Legislativo 8/2004 para el baremo de las
secuelas ya que es el que deroga la Disposición Adicional Octava de la Ley 30/1995.
Asimismo, es de aplicación el art 1103 CC sobre la responsabilidad sobre negligencias. De
esta forma, la indemnización se determinará por cada doctor que atendió a mi mandante:

En primer lugar, el doctor Jorge, quien fue el primer especialista en atender a mi


mandante, le realiza 2 pruebas iniciales y por insistencia del demandante, una tercera, sin
concluir en ningún caso con un tratamiento para lo detectado por este especialista. La mala
praxis de este doctor, debido a la poca diligencia demostrada no solo en no diagnosticar
ninguna prescripción médica para los resultados arrojados por los exámenes médicos, sino
también por la incomunicación en los propios resultados a mi mandante nos deriva en una
cuantificación, seguida por la Tabla III del Real Decreto arriba mencionado, con un puntaje
de 9 puntos, de 643,8765 euros, incluido el daño moral y por la Tabla II del mismo Texto
legal, por un importe de 105,921 euros por lucro cesante por incapacidad para realizar su
trabajo o actividad profesional.

En segundo lugar, La Doctora Pepa atendió a mi mandante entre las fechas de 10 y


28 de agosto mediante el diagnóstico de dos patologías. La determinación del importe se
llevará a cabo bajo la probabilidad que hubiera tenido D. Juan de haberle detectado de
manera adecuada el cáncer. Dicho lo cual, la negativa de seguimiento de la lex artis, derivó
al detrimento de la salud de mi mandante, al no ser este diagnóstico un riesgo normal en
expediente que se llevaba (STS nº 635/2008, de 16 de noviembre).

Esto mismo se demuestra en el dictamen pericial de lex artis para el descarte de


masa maligna. Por lo tanto, la cuantificación es de 1.709,096968 euros incluidos los daños
morales. Este cálculo se demuestra en la Tabla III del Real Decreto Ley mencionado con un
puntaje de 55 puntos ya que la negligencia por parte de la Doctora Pepa ocasionó una
pérdida de tiempo importante para mi mandante. Esto, debido a la falta de exámenes
médicos que no llevó a cabo; los cuales eran menester para descartar cualquier otra
patología mencionada en la pericial.5

En tercer lugar, el Doctor Carles incurre en otra negligencia médica contra mi


mandante ya desarrollado en el fundamento anterior. Precisamente, la falta de pruebas
adicionales. De las cuales, a pesar de que D. Juan sufría de dolores al punto de impactar en
el desarrollo de su vida personal y actividad profesional, no mostró ningún interés por
cumplir su deber de diligencia. De este modo, teniendo en cuenta que el Doctor Carles
incrementó el tiempo de sufrimiento de D. Juan de manera física y psíquica, la cuantificación
del daño ascendería en 1.709,096968 euros. Este cálculo se demuestra en la Tabla III del
Real Decreto Ley mencionado con un puntaje de 55 puntos al contribuir con la falta de
diligencia médica y teniendo en cuenta la Tabla VI de clasificación y valoración de secuelas.

Por último, el doctor Albert, quien fue el responsable de informar sobre los exámenes
prescritos por el Dr. Carles, da un diagnóstico erróneo y con ello dilata el tratamiento de mi
mandante, pues la prueba realizada no solo era trascendental para un diagnóstico correcto,
sino que no era necesario realizar ninguna otra prueba. Debido a la negligencia de este
especialista, la salud del demandante solo empeora, acrecentando sus limitaciones físicas y
laborales. Por ello, la cuantificación del perjuicio causado por la posterior imposibilidad de mi
mandante en movilidad del hombro derecho con un máximo de 45º será de 654,987 euros,
con un puntaje de 12 puntos, de acuerdo con la Tabla III del Texto Legal ya mencionado. Por
último, de acuerdo a la Tabla VI del mismo Real Decreto, se exige el pago de 407.317,900
euros correspondientes al 10% de la base de indemnización por perjuicio económico. Se ha
realizado una pericial en el cual constata el estado actual del hombro de mi mandante
(Pericial nº 3).

En suma, la indemnización asciende a 417.935,765 euros, los cuales responderán


de forma solidaria por las partes demandadas.
COSTAS PROCESALES

Solicito que se condene al abono de las costas, que se causen en este pleito, a las
partes demandadas, ex art. 394 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

Por todo lo expuesto,

SUPLICO AL JUZGADO que, teniendo por presentado este escrito con sus documentos y
copias de todo ello, lo admita a trámite, me tenga por comparecido en nombre de la parte
demandante y previos los trámites legales procedentes, dicte sentencia condenando al pago
de 417.935,765 € y, de manera solidaria, a los Hospitales A y B, a D. Jorge Castillo de
Villares, a D.ª Pepa Morales Camps, a D. Carles Sardá i Puigneró, a D. Albert Infante Ilustre,
y a la Aseguradora C.

● OTROSI DIGO PRIMERO, esta parte viene a aportar las siguientes pruebas:
1. Documental que se da por reproducida en la demanda.
2. Pericial de:
- INFORME DE LEX ARTIS SOBRE EL PROCEDIMIENTO A SEGUIR PARA EL
DESCARTE DE MASA MALIGNA.
- INFORME SOBRE EL POSIBLE DETERIORO DE LAS EXTREMIDADES
AFECTADAS POR SARCOMA.
- INFORME ONCOLÓGICO SOBRE LA VALORACIÓN DE LA MALFORMACIÓN DE
D. JUAN.

SUPLICO AL JUZGADO, tenga por realizada la precedente manifestación de intenciones.

OTROSI DIGO SEGUNDO, que de acuerdo con el artículo 394 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil se impongan las costas a la parte demandada.

SUPLICO AL JUZGADO, tenga por realizada la precedente manifestación de intenciones.

OTROSI DIGO TERCERO, que en la presente demanda se han intentado cumplir con los
requisitos exigidos en la Ley, si bien en el supuesto de haber cometido algún defecto
involuntario solicitamos, que de conformidad con lo dispuesto en el art. 231 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, su subsanación en la forma y plazo que se determine a tal fin.

En Barcelona, es justicia que pido, a 6 de noviembre de 2023


MARÍA MOLINA PIZARRO LUCÍA GARCÍA PÉREZ D. JUAN NARVÁEZ SANCHO
Firma Firma Firma

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