Está en la página 1de 4

1.

Un tal Juan Pérez

Los tres medios de comunicación del Pueblo estaban apostados en el Salón de Actos
desde temprano. Las primicias no son precisamente lo que abundan en las periferias
de lugares alejados del mundillo moderno. El programa deportivo de la emisora que
por circuito comunitario de audiofrecuencia se encarga de difundir el poco deporte
que se despliega por la zona ya había extendido el cablerío y probado los micrófonos.
El “Diario LA VOZ” y el “Periódico DEL PUEBLO”, que en un tiempo no tan
lejano bifurcaron sus caminos, cuando los hermanos Arias, dueños de “LA VOZ
DEL PUEBLO” decidieron por diferencias irreconciliables dividir el nombre del
medio gráfico, tenían a su respectivo periodista deportivo dispuesto a adelantarse a la
información. Sin previo aviso el presidente del Club golpeando repetidamente el
micrófono dio por iniciada la conferencia de prensa:
“Por intermedio de este comunicado, la Comisión Directiva del Club Hasta la
Victoria Siempre, hace saber a la afición partidaria, a los medios de prensa y a la
comunidad toda, que se ha llegado a un acuerdo total entre el Club Ocre Otoñal, la
Asociación del Oeste y esta Comisión en lo que respecta a la contratación del
goleador de dicho Club, por un monto acorde a las circunstancias financieras
actuales del Club y la cesión de tres integrantes juveniles en carácter de préstamo por
un año y sin opción de compra, para que vayan tomando experiencia. Se deja
constancia que el contrato ya ha sido firmado por las partes actuantes, interviniendo
en dicho acto los abogados y autoridades pertinentes. Se dejan copias originales para
todo aquel que la requiera”. Escueta nota emitida por la dirigencia que fue a parar a
manos de los periodistas acreditados. En la vorágine por presentar la nota, solo uno
de ellos se percató de la falta de algunos datos fundamentales y concretos,
animándose a indagar, aunque estaba estipulado que no habría preguntas, a que por lo
menos, dieran el nombre de la flamante adquisición goleadora. Adujo el Presidente
que la sorpresiva negociación era la culpable de dicha omisión y delegando la
respuesta, se retiró junto a los demás integrantes. “Juan Pérez”, atinó a balbucear el
Secretario del Club, sin dar lugar a otros cuestionamientos, como por ejemplo, el
valor de la compra y los apellidos de los juveniles involucrados en el préstamo.
“¿Juan Pérez? ¿Cuál? ¿El de la guía?”, fueron las tres preguntas obvias que se
hicieron todos los presentes. Conocida la noticia en el pueblo, tanto los hinchas del
Hasta la Victoria Siempre como los de Aferrados a la Gloria, su acérrimo
adversario, querían conocer al Juan Pérez recién contratado. Que se diferenciaría de
los demás Juan Pérez, tan solo por el hecho de ser goleador, según las sesudas
deducciones de los que dicen saber más que los demás. Siempre pululan en los
pueblos los que se encargan de husmear más allá de sus narices para desprestigiar o
menoscabar las acciones de otros. En eso estaba Luis, que se le ocurrió llegarse hasta
la Central Telefónica y rastrear a todos los Juanes Pérez de la guía, que para su
desgracia abarcaba además los cinco distritos vecinos. Constató tres páginas
completas más los 26 Juan Pérez estampados en una cuarta los que figuraban en el
gran libro. Arduo trabajo solo para poder adelantarse a una cargada. Precisamente eso
es lo que comentaba en el buffet del Aferrados a la Gloria. “Ni loco pienso llamar a
todos. Seguramente ni teléfono debe tener ese muerto de hambre si se animó a firmar
para los pecho fríos”, les decía a los demás ocupantes de la mesa. En el otro extremo
del pueblo, en un bar cercano al Hasta la Victoria Siempre, la curiosidad era la
lógica que todo hincha tiene por conocer al que dicen que es un goleador hecho y
derecho. Un allegado al Club le había comentado a Horacio, manejador de los
movimientos oscuros de la barra brava, que pagaron por el pase una cifra exorbitante,
equivalente a un año y medio de trabajo de un operario en la metalúrgica local,
incluyendo los tres medio aguinaldos correspondientes. Con ese dato, están todos
pensando en el grado de exigencia con la cual van a tratar a Juan Pérez desde el
arranque mismo del campeonato. Mario arrimó a la mesa la noticia de los tres
refuerzos que el equipo rival de toda la vida había concretado unas horas atrás. No les
molestó tanto el número de contrataciones sino la sonoridad de los nombres de los
nuevos integrantes del Aferrados a la Gloria: Ricardo Ramírez; Aníbal Mascarpone
y Marcelo Fernández Capurro. Los dos primeros vienen de la Asociación del Este y
el de doble apellido proveniente de Estudiantes de la Plata, fue cedido a préstamo
para que el joven vaya teniendo sus primeras experiencias en el fútbol aguerrido que
se juega en tierras inhóspitas antes de calzarse la camiseta de Primera A. “No puede
ser que nosotros tengamos solo al Pérez éste. Imagínense cuando los relatores tengan
que gritar un gol de este coso: ¡¡Gooolll, goolll de Juan Pérez!! Todos se van a
preguntar ¿Cuál? ¿El de la guía? Mirá si llegan a hacer un gol cualquiera de los tres
que trajeron los Aferrados, todos cargados de “R”. Van a ver con que ganas los van a
relatar estos periodistas vendidos de mierda”, se descargaba Oscar, mientras vaciaba
el vaso de Gancia escupiendo las semillas de limón. “Hay que buscarle un apodo ya.
A ver que se les ocurre””, propuso Mario. “Si dicen que es el goleador que nos
pintaron, habría que buscarle un apodo potente, entrador y original”, dijo Oscar,
recién llegado a la conversación. Se tiraron muchas posibilidades sobre la mesa y
ninguna redondeaba con eficacia la efectividad buscada: Torpedo; Bazuca; Metralla;
Destroyer; Taladro; Perforador; Agujereador; Profanador. Golgol Pérez, estuvo cerca
de ser aceptado. Se llegó a mencionar un Juan“Violador de líneas de gol” Pérez,
descartado por temor a que la primera palabra sacada de contexto provocara malos
entendidos y por ser demasiado largo. No estaban conformes. Uno sugirió agregarle
el segundo nombre para estirar la poquedad de su apelativo, hasta que confirmaron
que no lo tenía. Era Juan Pérez, a secas. Otro propuso algo arriesgado para llamar aún
más la atención mencionando solo sus iniciales. Imaginaban cuando por los parlantes
la voz del estadio al dar la formación del equipo al llegar el turno del centrodelantero
solo dijera: Y con el nueve “JP”. Dejaron de lado el intento para evitar
connotaciones políticas. Mientras tanto en el Club, el Director Técnico apuraba la
realización de un amistoso para que el nuevo goleador del equipo vaya conociendo a
sus compañeros. La primera práctica fue a los tres días de haberse firmado el
contrato. El flamante delantero mostró su eficacia anotando cuatro goles. Los
hinchas optimistas miraron con buenos ojos, los pesimistas, infaltables en cualquier
ámbito existencial, esgrimieron sus dudas argumentando que esa práctica no había
que tenerla en cuenta, porque el equipo vencido estaba integrado por los juveniles del
Club y no opusieron mucha resistencia. A un mes del inicio del campeonato se
intensificaron los amistosos. El Técnico, entusiasmado con la efectividad de Juan,
exigía y conseguía más partidos incluyendo a equipos de las diferentes Ligas vecinas.
El Hasta la Victoria Siempre , hacía honor a las dos ultimas palabras de su nombre.
Jugaron y ganaron 12 encuentros. Pérez convirtió en todos y en varios, en más de una
oportunidad, llegando a gritar cuatro en uno de ellos. Lo concreto era que el goleador
desconocido pasó a ser una pieza fundamental en el equipo. En esa docena de
partidos Juan Pérez hizo 28 goles. En las charlas de café, algunos decían que no era
provechoso para el Club, ya que los adversarios habían tomado nota de la efectividad
del delantero, desperdiciando el factor sorpresa. A las pocas horas del inicio del
Torneo, la Asociación del Este cayó en desgracia administrativa. Por razones legales
y fraudulentas la Federación Regional no autorizó el inicio del certamen hasta que se
aclarasen los desajustes burocráticos. El Hasta la Victoria Siempre, para no perder
ritmo futbolístico, siguió organizando amistosos. A la Comisión Directiva le costaba
cada vez más encontrar rivales. A medida que el arranque del campeonato se iba
postergando llegaron a jugar 38 partidos sin conocer la derrota. Juan Pérez era el
sacudidor mortal de las redes adversarias. Llegó a los 56 goles, la misma cantidad
que había conseguido el “Cañonero” Arazagasty, legendario goleador del Club a lo
largo de sus cinco años de trayectoria con la nueve en la espalda. El hecho motivó
comentarios y discusiones, tanto en las mesas de los bares como en los medios
deportivos de la zona. “Los partidos amistosos, como la palabra lo indica, no se
tendrían que contabilizar porque no son oficiales”, argumentaba la línea editorial del
“Diario LA VOZ”, con algún atisbo de verdad. El “Periódico DEL PUEBLO”,
enemistado de por vida con su colega, esgrimía que “La contundencia de un
delantero no puede ser menoscabada por el simple hecho de convertir en partidos no
oficiales”. La controversia llegó a tener ribetes violentos cuando cada bando defendía
su postura sin andar con medias tintas. El hecho de tener, por fin, una fecha de inicio
del nuevo campeonato, al ponerse al día la Asociación con los papeles, contribuyó a
aquietar los ánimos. A tan solo quince días para reencontrarse en las tribunas, la
expectativa se centró en las cargadas a los adversarios, a repasar las estadísticas y a
reflotar, según el punto de vista de cada hinchada, los parentescos paternales de
unos para con los otros. No perdió tiempo el Hasta la Victoria Siempre y organizó
el último amistoso de pretemporada. Con tres goles de Pérez terminó el primer
tiempo contra un ignoto equipo de peones rurales de una estancia perdida detrás del
horizonte pueblerino. A veces el amateurismo se puede revelar contra los preceptos
ya preestablecidos, poniéndole límites a las diferencias, aún sin emitir palabras. En el
mismo momento en que Juan Pérez promediando el segundo tiempo convirtió el
quinto de su cosecha personal, el rústico marcador central adversario, quiso
compensar el desfasaje futbolístico apelando a su tarea rural específica y sin
miramientos lo enlazó a la altura de las rodillas con sus robustas piernas. El goleador
al llegar a tierra luego del revolcón, ya no pudo levantarse más. Sus aullidos de dolor
fueron más estridentes que la suma de los cinco gritos eufóricos de sus goles. El
fémur ya no era el hueso más largo de su pierna derecha. Doble fractura y al hospital.
A tan solo una semana para el arranque de la primera fecha el debut de Juan Pérez se
postergaría, quizá hasta el próximo campeonato. La intervención quirúrgica a cargo
del destacado médico cirujano del pueblo fue un éxito. A los cuatro meses, en tiempo
récord según el facultativo, el yeso dejó de ser parte constitutiva de la pierna del
delantero. A los cinco meses, el kinesiólogo descubrió en plena etapa de
rehabilitación una notoria diferencia en la longitud de las piernas. Contrariamente a la
lógica, la que tiene cinco centímetros más es la operada. El médico adujo que
seguramente se debería a una degeneración congénita por exceso cálcico. Los
hinchas del Hasta la Victoria Siempre, sospechan de mala praxis del “matasanos” al
afirmar que es un reconocido hincha de sus malditos adversarios. En una Junta
Médica determinaron que no será posible que Juan Pérez pueda volver por lo menos
profesionalmente a jugar al fútbol. Su evidente renguera le impedirá desplazarse
normalmente por una cancha y teniendo en cuenta que el peso de su cuerpo recaería
en la pierna del fémur venido a menos, serán muchas las probabilidades de volver a
fracturarse. Al finalizar el Campeonato ganado por Aferrados a la Gloria, el lejano
sexto puesto alcanzado por el Club de Juan Pérez, quedó con un sabor a demasiado
poco. En el bar cercano al Hasta la Victoria Siempre, se recuerda aún con mucho
afecto el paso de ese goleador para algunos, histórico, a pesar de no haber jugado un
solo partido oficial. Y cuando algún desprevenido pregunte por las figuras relevantes
del Club no faltará en esa lista un lugar preponderante para homenajear a un tal Juan
“Pata Corta” Pérez.

También podría gustarte